Post on 03-Jan-2016
AUSTRAL JUVENIL
Ttulo original: Dreissig Geschichten von Tante Mila Diseo coleccin: Miguel ngel Pacheco
RSULA WLFEL
30 HISTORIAS
DE TA MILA
TRADUCCI N DE CARMEN BRAVO-VILLASANTE
ILUSTRACIONES DE MABEL LVAREZ
ESPASA-CALPE, S.A. MADRID
Hoch-Verlag, Dsseldorf, 1978, BRD
Ed. cast.: Espasa-Calpe, S. A., Madrid, 1981
De la traduccin: Carmen Bravo-Villasante
Depsito legal: M. 13.871-1981
ISBN 84-239-2706-7
Se acab de imprimir el da 3 de septiembre de 1981
Talleres grficos de la Editorial Espasa-Calpe, S. A.
Carretera de Irn, km. 12,200. Madrid-34
Impreso en Espaa
Printed in Spain
rsula Wolfel est considerada como una de las
grandes escritoras contemporneas para nios.
Naci en Alemania en 1922, y curs estudios de
filologa germnica en Heidelberg y de pedagoga en
Francfort. Perdi a su marido en la Segunda Guerra
Mundial y tiene una hija que ha ilustrado algunos de
sus libros. Su trabajo como enseante y asistente social
le ha dado un profundo conocimiento de la
problemtica social y de los nios y su psicologa.
Escribe novelas y, sobre todo, cuentos. Relatos breves,
como los de 30 historias de ta Mila, que plantean
muchas preguntas y, en este caso, tambin se dan
respuestas creativas. Desde 1962, en que su libro
Zapatos de fuego y sandalias de viento obtuvo el
premio al mejor libro infantil publicado en alemn
durante el ao, se dedica por completo a escribir.
Mabel lvarez es una joven ilustradora nacida en
Gijn que ya dibujaba cuando los otros nios jugaban.
Lo que ms le gustaba era dibujar casas y abrirles
ventanas para que se viera lo que haba dentro.
Ya en Madrid, estudi pintura mientras soaba con ser
cantante y se interesaba por el teatro.
30 HISTORIAS
DE
TA MILA
ndice
1. La primera historia de la mudanza
de ta Mila
2. La segunda historia de la
mudanza de ta Mila
3. Ta Mila y las palomas
4. La primera historia de ta Mila y
del armarito de columnas
5. Ta Mila y la seora del perrito
basset
6. Ta Mila y los cuadros de peces
7. La segunda historia de ta Mila y
del armarito de columnas
8. La primera historia de ta Mila y
los nios Tickel
9. Ta Mila y las seoras mayores
10. Ta Mila y los peces dorados
11. La segunda historia de ta Mila y
los nios Tickel
12. La historia de la comida con
pimienta que dio ta Mila
13. La historia de los relojes de pie de
ta Mila
14. Ta Mila y el domador de tigres
15. La historia de ta Mila y los tigres
gordos
16. La historia de ta Mila y los
escolares
17. La historia de ta Mila y el
sombrero rojo
18. Ta Mila y la salchicha
19. La historia de ta Mila y la tortuga
20. Ta Mila y el vendedor de escobas
patentadas
21. La historia de ta Mila y la casa
de limpieza
22. La penltima historia de ta Mila
y las escobas patentadas.
23. La ltima historia de ta Mila y
las escobas patentadas
24. Ta Mila y las moscas
25. La historia de ta Mila y la gata
gris
26. Mila y el to Manfredo
27. La historia de ta Mila y la
varicela
28. La primera historia de la casa de
comidas de ta Mila
29. La segunda historia de la casa de
comidas de ta Mila
30. Ta Mila y el cliente delgado
La primera historia de la
mudanza de ta Mila
La cosa es que cuando ta Mila vino a
vivir aqu vena de otra ciudad, y para la
mudanza alquil un gran camin de
muebles. Pues todava le quedaban muchas
cosas de sus padres y de sus abuelos, de las
que nunca haba querido deshacerse.
Por aquel entonces, su prima Anni la
dijo:
Nuestra abuela me prometi hace
dieciocho aos el armario del dormitorio.
Mila se lo dio, y cuando se llevaron el
gran armario antiguo, el dormitorio le gust
ms que antes.
Tambin, por entonces, uno de sus
amigos se iba a casar, pero no tena dinero
para los muebles de cocina. Mila se acord
del dormitorio, y le dio todo lo que haba
en la cocina, slo se qued con la cafetera.
La casa le iba gustando cada vez ms y
pens:
El sof viejo est apolillado, los
sillones nunca me han gustado y el reloj de
pie siempre atrasa.
As es que termin por tirar todos los
muebles a la basura, incluida la cmoda de
la entrada. Por un descuido incluso tir la
cafetera. Una vecina la recogi.
Mila no cesaba de tirar cosas, pues
encontraba que la vida era estupenda sin
cosas. Hasta olvid lo grande que es un
camin de mudanza.
El da de la mudanza el camin se puso
delante de la puerta con cinco hombres.
A veces sucede lo inesperado! dijo
Mila . Antes que nada voy a prepararme
un caf.
Pero para eso tuvo que pedirle prestada a la
vecina su propia cafetera.
La segunda historia de la
mudanza de ta Mila
As es que ta Mila se mud aqu, a la
calle Azul. El gran camin de muebles se
detuvo delante del nmero 38. Los vecinos
ya estaban esperando. Qu iran a
descargar?
Los cinco hombres bajaron del camin.
Se estiraron y bostezaron, pues haban
tenido que viajar toda la noche. Uno de
ellos abri la gran puerta trasera del
camin.
Slo se vio un gran vaco y oscuridad.
Luego sali de all ta Mila.
Llevaba puesto su vestido azul plido de
verano y zapatos de tacn alto, pues quera
causar una buena impresin en la calle
Azul. Pero como se haba quedado dormida
dentro del camin de los muebles, se le
haba arrugado el vestido y la chaqueta
estaba torcida.
Se qued de pie dentro del camin,
mientras los hombres iban sacando sus
cosas: un cajn con libros, tres maletas y
una cama de madera antigua.
La gente estaba all mirando y esperando
que sacasen ms.
Mila, al darse cuenta, dijo:
Ya est todo! Cuando menos se
piensa sucede lo inesperado!
Descendi del camin y entr en la casa.
Cojeaba un poco, porque no estaba
acostumbrada a los tacones altos. Pero
estaba sonriente como una reina.
Casi todos los de la calle Azul pensaron
desde el primer da que Mila era fabulosa.
Ta Mila y las palomas
La cosa es que tres das despus de la
mudanza, a ta Mila se le acabaron las
vacaciones. Cogi un autobs y se dirigi a
una librera. En la otra ciudad donde vivi
haba trabajado ms de diez aos en una
librera. Era su oficio.
Mila se puso delante de la librera, y
cuando ya tena la mano en el manillar de
la puerta se dijo:
No! Por fin voy a vivir de verdad todo
lo que est en los libros!
Solt el manillar y dijo en voz alta:
Pero t ests loca! Lo primero que tienes
que hacer es ganar dinero.
Luego se puso a mirar a las palomas.
Unas se posaban sobre un saledizo y dos
llegaron hasta a posarse en el tejado. Mila
se dijo:
Bueno, esperar a que todas se posen,
y luego entrar en la librera y ser
razonable, lo juro!
Pero cuando las dos ltimas palomas
encontraron un sitio, Mila las chist: Pss,
psss!, y toda la bandada se ech a volar.
De nuevo volvieron las palomas a
posarse, pero Mila volvi a chistar: Psss,
psss! y agitando los brazos corra de un
lado a otro. As es que siempre espantaba a
las palomas.
La gente se quedaba parada y
preguntaba:
Pero qu pasa?
Mila les dijo:
He jurado que cuando todas estn
posadas, volver a trabajar en la librera.
Est loca! dijo la gente.
S! exclam Mila rindose .
Cuando menos se piensa sucede lo
inesperado!
Al final las palomas echaron a volar
y desaparecieron. As es que Mila se puso a
buscar un nuevo empleo.
La primera historia de ta Mila
y del armarito de columnas
La cosa es que ta Mila quera comprarse
muebles nuevos. Mir los escaparates para
ver qu modelos nuevos haba, y al volver a
casa por la noche se le ocurri pensar qu
diran Hubert y Katia, cuando vieran la
casa cambiada. Hubert era el hermano de
Mila, y Katia su cuada. A Mila le gustara
darles algo.
Precisamente, al volver a su casa,
encontr una postal de Hubert en el
casillero de las cartas. La deca que pronto
ira a visitarla, y que le gustara llevarse el
armarito de columnas de sus padres.
Hubert haba heredado el armarito y a
Mila se le haba olvidado, y el caso es que
el mueble lo haba tirado a la basura.
Hubert se iba a poner furioso. Pero
entonces Mila pens:
Cuando menos se piensa, sucede lo
inesperado! La basura es la basura, y
armaritos con columnas los hay en todas
partes.
En el peridico se anunciaba el da en
que los basureros pasaran por la maana a
recoger las cosas tiradas. Muy temprano,
pues todava no haba amanecido, Mila
sali a la calle y encontr un sof que
haban dejado los de la casa nmero 4, casi
igual al de su abuela. Slo tena un
agujerito de polilla. De pronto sinti pena
por todos sus viejos muebles. Y se qued
con el sof.
Con el dinero ahorrado, se compr una
bicicleta y un remolque pequeo. Con l
iba todas las maanas a las calles donde
estaban los basureros. En ninguno encontr
un armarito con columnas. Pero cuando
pasaron catorce das, la nueva casa de Mila
tena el mismo aspecto que su antigua casa
en la otra ciudad.
Ta Mila y la seora del perrito
basset
Un mircoles ta Mila compr pescado.
En la tienda se encontr a la seora del
perrito basset del nmero 38, esa que
quera saber todo acerca de Mila. La
pregunt:
Es usted la que va a comprar en
bicicleta? Qu edad tiene usted? Tiene
parientes en la ciudad? Est usted casada?
Come los mircoles siempre pescado?
Mila, que ya estaba cansada de tantas
preguntas, la contest:
Yo no pienso comerme el pez, voy a
pintarlo. Soy pintora de peces.
Ah! dijo la dama del perrito basset .
Qu interesante! Solamente pinta usted
peces? Va usted a pintar a mi perrito
basset?
Mila sali a la calle. Pero qu haba
dicho? Si ella no saba pintar ni siquiera
una piedrecilla! Y si ahora la gente
quisiera ver sus cuadros?
Mila! se dijo para sus adentros.
Cuando menos se piensa sucede lo
inesperado! Por fin tienes un nuevo oficio,
y creo que no deber ser tan difcil eso de
pintar peces. Aunque tambin hay que
pintar el mar, con tormenta y olas muy
altas, y el cielo. Hay que pintarlo color
verde, verde oscuro!
Precisamente en aquel momento sala la
seora del perrito basset de la tienda.
Exclam:
Verde? Le va a pintar de color
verde?
Y lo deca pensando en su perro.
Verde oscuro! dijo Mila y
amarillo rabioso con una raya azul fuerte.
Pensaba en el cuadro.
Pues lo encuentro espantoso!
exclam la seora.
Pues voy a hacerlo as, porque
quiero! grit Mila . Verde oscuro!
Se dirigi a la ciudad y compr pinceles
y colores.
Ta Mila y los cuadros de peces
As es que cuando ta Mila empez a
pintar peces, compr dos arenques, los
puso en un plato y al lado coloc una
cebolla y un par de patatas.
Mezcl los colores, gui un poco los
ojos, pint y luego mordi el mango del
pincel. Estuvo todo el da hasta el
anochecer ante el plato de los arenques, y
algunas veces hasta maldeca en voz alta.
Pues los arenques que pintaba parecan dos
suelas con los ojos saltones.
Al final, Mila termin por hacer una
ensalada con los arenques, las patatas y la
cebolla.
Al da siguiente se compr una trucha.
Era muy cara, pero Mila pens:
Un pez con unos lunarcitos rojos tan
monos es ms fcil de pintar que los
arenques grises.
Al lado de la trucha puso un limn, una
hoja de laurel y una ramita de perejil, y
estuvo pintando y pintando hasta el
atardecer. Pero la trucha que pint pareca
una raja de hgado.
Entonces Mila guis la trucha con un
pedazo de limn y con la hoja de laurel, y
adorn todo con el perejil. Pero aquel
pescado tan caro no la gust demasiado. Y
dijo para sus adentros:
Pues vaya, no voy a comprar todos los
das pescado! Desde ahora en adelante
pintar de memoria. Adems es ms
barato.
Y con todos los restos que le quedaban
de pintura, Mila pint un cuadro con peces
imaginados, pint un mar embravecido con
un cielo verde oscuro, y result un cuadro
muy bueno.
Mila exclam:
Cuando menos se piensa, sucede lo
inesperado! Puedo pintar!
La segunda historia de ta Mila
y del armarito de columnas
La cosa es que Hubert y Katia se
enteraron de lo de la pintura, y Katia dijo:
Porque es tu hermana y no quiero
decir nada, pero siempre sucede igual.
Mete todo en desorden debajo de la colcha
de la cama, cuando recibe una visita. Y
todava no nos ha dado el armarito antiguo
de columnas.
Crees que realmente lo queremos?
pregunt Hubert.
Lo que se hereda, se hereda dijo
Katia.
Y Hubert respondi:
Si no nos gusta, se lo regalamos a
Mila.
De nuevo volvi a escribir Hubert una
postal. Deca que el martes tendra permiso
y que hara el viaje con Katia, y la
preguntaba si quera que la llevase los
peces dorados, ya que ahora siempre estaba
ocupada con eso de los peces.
Mila se fue a la ciudad, y compr un
nuevo armarito de columnas de estilo
antiguo. Tuvo que dar casi todo el dinero
que tena, y era un mueble fesimo.
El martes llegaron Hubert y Katia, con
dos peces dorados. Casi no miraron el
armarito y la dijeron:
Te lo regalamos para la entrada. Ya
sabemos que estas cosas antiguas te gustan.
Y mientras, Katia, a escondidas, fue y
levant la colcha.
Mila se dio cuenta. All estaban la
plancha y los tubos de pintura vacos y las
medias sucias.
Cuando menos se piensa, sucede lo
inesperado! dijo Mila.
El mircoles por la maana Mila llev el
armarito de columnas al basurero ms
prximo, y como estaba tan rabiosa no les
dio de comer a los peces dorados en todo el
da.