Post on 20-Jul-2015
Francisco Briceño L
En todas las épocas los hombres y las
mujeres han adornado y colocado joyas
a sus cuerpos. El deseo de adornar el
cuerpo con cosméticos coloridos, joyas
costosas y prendas llamativas, ha
dejado sin tocar a pocos. De modo que
no debe sorprender que a través de la
historia bíblica y cristiana hayan habido
frecuentes llamados a vestir modesta y
decentemente, sin joyas brillantes o ropa
suntuosa.
Las enseñanzas bíblicas sobre el vestido y los adornos
son especialmente importantes para nuestro tiempo,
cuando el interés de la industria de la moda es vender
ropa, joyas, y cosméticos que explotan los poderosos
instintos sexuales del cuerpo humano, aunque esto
signifique comercializar productos indecentes que solo
alimentan el orgullo y la sensualidad. Los cristianos no
son inmunes a estas presiones del mercado. Un
creciente número de ellos lleva puestos aros, collares,
pulseras, anillos en los dedos, o ropa provocativa. El
razonamiento parece ser: “¡Todo el mundo los usa! El
cristianismo es más que alhajas y ropa. No
debiéramos permitir que cosas menores oscurezcan
los temas más importantes de la fe cristiana”.
Esta nueva tendencia plantea un crucial
interrogante: ¿Debiera la iglesia cristiana
mantener en alto la norma bíblica sobre el
vestido y los adornos, o debiera suavizar
su norma como lo han hecho otras
denominaciones? Para encontrar una
respuesta a estas preguntas he
examinado los ejemplos, alegorías y
amonestaciones bíblicas con respecto a
las joyas, cosméticos y ropa.
Principio 1
Las vestimentas y la apariencia son un indicador
importante del carácter cristiano: somos lo que vestimos.
Nuestra apariencia exterior es un testimonio visible y
silencioso de los valores cristianos que adoptamos. Así
como el mundo se viste para agradar a otros y a sí mismos,
el cristiano se viste para agradar a Dios. Todo lo que hago
con mi tiempo, dinero, etc., refleja la manera como Cristo
ha transformado mi vida. El testimonio más eficiente del
cambio que Cristo operó en el interior, no es una sonrisa
con labios pintados de una mujer seductora, sino el rostro
radiante de una dama cristiana vestida con decoro.
Principio 2
Adornar nuestros cuerpos con cosméticos
inapropiados y vestimenta lujosa revela orgullo
y vanidad: el nombre de Jezabel se transformó
en un nombre de seducción en la historia
bíblica. Tanto en el AT como en el NT,
encontramos que el uso de joyas, zarcillos y
cosméticos tenían como propósito seducir.
Tanto Pedro como Pablo reconocen que los
ornamentos exteriores del cuerpo son
inconsistentes con el ornamento íntimo del
corazón, un espíritu manso y de buenas obras.
Principio 3
Para experimentar una renovación espiritual
íntima y una reconciliación con Dios, es
necesario eliminar los elementos de idolatría,
incluyendo joyas y ornamentos: las referencias
de Gén. 35 y Ex. 33 nos enseñan que el uso de
joyas y ornamentos contribuye para una
rebelión contra Dios, porque lleva a la auto
glorificación, y una remoción facilita la
reconciliación con Dios.
Principio 4
1.Los cristianos deben vestirse de modo decente y
modesto, demostrando respeto por Dios, por sí
mismos y por los demás: los cristianos deben vestirse
de una manera bien ordenada, decorosa, decente, sin
causar vergüenza o tristeza a Dios. Podemos violar
el código cristiano de la vestimenta modesta por la
negligencia en la apariencia personal tanto como por
dedicarle una atención excesiva.
Principio 5
Los cristianos deben vestirse sobriamente,
evitando la auto exhibición mediante el uso
de ropa seductora, cosméticos y joyas: este
principio lo encontramos en 1ª Tim. 2:9. Se
debe tener dominio propio para vestirse con
ropas decentes y adecuadas. También
incurrir en gastos que exceden nuestras
posibilidades, es incompatible con el principio
cristiano de la mayordomía.
Principio 6
El uso de anillos no es compatible con los
principios bíblicos de la modestia; históricamente,
su uso tentó al pueblo a usar otros tipos de joyas:
los anillos parecen ejercer casi una atracción
fatal. El pueblo que se siente atraído por el uso de
anillos, fácilmente es tentado al uso de joyas en
general. Para prevenir esta situación, es mejor no
usar alianza, a menos que socialmente su uso sea
obligatorio.
Principio 7
Los cristianos deben respetar la distinción
entre los sexos, usando ropas que afirmen tanto
la identidad masculina y femenina: las ropas
definen nuestra identidad y ayudan a
desarrollarla. Somos los que vestimos, y
muchas veces nos convertimos en lo que nos
vestimos.