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Desarrollo Moral y Delincuencia
Análisis Reflexivo sobre el Desarrollo de la
Moralidad y su Pertinencia en la Conducta Anti-
social: Importancia en la Psicología Clínica
Por
Iván J. Vázquez Torres ©
Desarrollo Moral y Delincuencia
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Sumario
El desarrollo de la moralidad es un componente esencial del desarrollo humano. Su
estudio ha estado presente en la psicología desde sus orígenes filosóficos, y dio origen a
una rama dentro de la psicología. El comienzo del estudio científico de la moralidad se
puede atribuir a Piaget, quien a su vez influyó a otros teóricos como Kohlberg. Por medio
del desarrollo moral, las personas son capaces de actuar prosocialmente, tomando en
consideración el bienestar propio y el ajeno. Cuando hay atrasos en el desarrollo de la
moralidad, las personas utilizan juicios morales de una etapa temprana del desarrollo.
Dichos atrasos se asocian a conductas antisociales y delictivas en jóvenes delincuentes.
La psicología moral ha establecido una serie de programas para atender dichos retrasos,
mismos que se pueden integrar en el tratamiento de jóvenes encarcelados. La literatura
expone que cuando se logra aumentar el nivel de madurez moral en jóvenes delincuentes,
sus conductas antisociales se reducen. Esto indica que la psicología clínica se puede
beneficiar de los hallazgos de la psicología moral, y establecer formas de tratamiento que
incluyan el desarrollo de la moralidad. El presente articulo, expone los orígenes
histórico-filosóficos de la psicología moral. Luego expone el uso de la psicología moral
en el diagnóstico y tratamiento de jóvenes que exhiben conductas anti-sociales y
delictivas. El artículo expone que el estudio del desarrollo de la moralidad, es tan
importante como el desarrollo de otras áreas del funcionamiento humano. Lo cual
implica, que dentro de la formación de los psicólogos, es necesario que se estudien las
teorías del desarrollo moral, y su posible aplicación a la terapia.
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Análisis Reflexivo sobre el Desarrollo de la Moralidad y su Pertinencia en la
Conducta Anti-social: Importancia en la Psicología Clínica
Introducción:
La moralidad como componente humano y parte integral del desarrollo, es un
tema que ha acompañado a la psicología desde sus orígenes filosóficos y en su formación
como ciencia. Incluso, existe una rama profesional dedicada al estudio de la moralidad,
denominada psicología moral. Dicha especialidad se dedica a estudios relacionados con
el tema de la moralidad, su desarrollo e influencias en la conducta desde el punto de vista
de la psicología. La moralidad facilita la convivencia en comunidad y guía las conductas
prosociales.
La relevancia del estudio de la moralidad en el campo de la psicología clínica
facilita determinar cómo se desarrollan las conductas prosociales, o sea, qué es
apropiado a qué edad. De igual modo, permite analizar cuáles comportamientos son
beneficiosos para el funcionamiento adecuado del individuo en una sociedad (desde lo
micro hasta lo macro). Otro punto de importancia de estudiar el desarrollo moral radica
en que permite comprender mejor como se pueden desarrollar conductas anti-sociales, y
como se puede integrar al tratamiento de las deficiencias en el desarrollo moral (en
especifico los juicios morales) de los individuos. Cuando existen deficiencias en el
desarrollo de la moralidad, las posibles consecuencias pueden ser conductas antisociales
y delictivas. Una moralidad inmadura crea un sujeto centrado en sí mismo, que no mide
las consecuencias para otros de sus actos y quien justifica acciones como robar, atacar, e
incluso agresiones sexuales (Gibbs, 2003).
El presente artículo expone brevemente acercamientos teóricos del desarrollo
moral y cómo éste facilita la adquisición de conductas que permiten la vida en sociedad.
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El artículo pretende integrar dicha información en el tratamiento de sujetos con conductas
delictivas. Para comprender la importancia de la moralidad dentro de la psicología
clínica, es imperativo examinar la evolución de dichas ideas a través de la historia. Para
este propósito, el presente artículo examinara el trasfondo histórico-filosófico del estudio
de la moralidad. Asimismo, el artículo presentara como utilizar la información del
desarrollo moral en el proceso de diagnóstico, y en el tratamiento.
Según Rachels (1986), para Sócrates, la moralidad es cómo debemos vivir y
porqué. Rachels amplia dicha definición al exponer que la moralidad como mínimo es el
esfuerzo de guiar la conducta por la razón. Otra definición la suple Escobar (2008),
quien define la moralidad como un conjunto de normas que busca la regulación de la
conducta del ser humano en sociedad, y que dichas normas deben ser interiorizadas, y
acatadas de forma libre y conciente. Corsin (2002), presenta la moralidad como la
descripción de una persona o un grupo de personas cuya conducta es ética. El teórico
pionero en esta área, Piaget (1997), define la moralidad como un sistema de reglas y el
respeto que toda persona adquiere por dichas reglas. Por último, el desarrollo moral se
entiende como un proceso de cambio en los juicios sobre lo correcto o lo incorrecto de un
acto (Peterson 1997, citado en Vázquez Torres 2004). Analizando lo expuesto la
moralidad se puede conceptuar como el conjunto de normas que se utilizan para justificar
el realizar conductas positivas y evitar las negativas. También son las razones que se dan
para acatar dichas normas.
Actualmente en Puerto Rico existe carencia de estudios acerca de la moralidad.
En opinión del presente autor, puede deberse a que existe una confusión donde se
equipara moralidad con religiosidad. Dicho conflicto puede responder a que durante los
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primeros siglos del cristianismo, la religión absorbió las ideas socráticas, platónicas, y
aristotélicas para su concepción de la moralidad. El paradigma que iguala moralidad con
religiosidad, presenta ciertas limitaciones, pues desde la época de Sócrates se considera la
diferencia entre lo que es moralidad y religiosidad.
Enfoque Histórico Filosófico de la Moralidad
Sócrates fue uno de los exponentes del estudio de la moralidad, cuyas ideas
influyeron en otros filósofos, como Platón, y Aristóteles. Este filósofo separó la moral
del campo de los dioses, y lo ubicó en el mismo ser humano (Rodríguez Rubio, 1999).
Según Escobar (2008), para Sócrates los fundamentos morales están justificados por la
razón. Es solamente por medio de la razón y del conocimiento que el ser humano alcanza
el ser moral. El conocimiento lleva al comportamiento virtuoso, donde cada individuo
sabe que es lo bueno y como alcanzarlo.
Dentro de la teoría socrática, la práctica de las virtudes logra el alcanzarlas. Por
ejemplo, el conocimiento de la justicia lleva a ser justo (Rodríguez Rubio 1999). Esto
implica que toda persona tiene la responsabilidad de cultivar virtudes si desea ser un ser
moral. Sólo se hace el mal por ignorancia, pues para Sócrates todas las personas buscan
la felicidad y el bien. El ser moral es buscar la felicidad, la cual únicamente se logra por
medio del conocimiento. Otro aspecto importante dentro de la teoría moral de Sócrates
esta el conocerse a si mismo. Este autoanálisis lleva al autodominio, lo cual permite el
buen vivir (Platón, 1992).
De forma similar, Platón quien fue alumno de Sócrates continúo con el estudio de
lo que es la moralidad. Según Platón (en Rodríguez Rubio 1999), la moral es la buena
vida y una conducta excelente. Como buena vida se debe entender el dominio de sí
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mismo, o sea; el autocontrol. Para Platón (en Escobár 2008), el hombre moral es aquel
que es dirigido por virtudes, como lo es la sabiduría, la templanza, y el valor. Cuando
estas virtudes están en balance, surge la virtud de la justicia, que es esencial para la
moralidad. Para Platón, la justicia es la mayor de las virtudes, y afirma que toda acción
justa es buena en si misma (Platón, 1992). Al igual que su maestro, Platón expone que la
razón es necesaria para que cada persona pueda ser moral.
Al analizar lo expuesto, se destaca la importancia del pensamiento conciente
dentro de la teoría moral tanto de Sócrates como de Platón. Sus ideas apuntan claramente
a que no se puede ser moral sin un esfuerzo conciente. Cada sujeto debe aprender,
analizar, e interiorizar las conductas morales para poder desarrollarse como un ente
moral. El desarrollo de la moral por lo tanto requiere de educación, experiencia y de
poner en práctica lo aprendido. Entonces, de acuerdo a estas ideas filosóficas, para
desarrollar la moralidad hay que ayudar a la persona por medio de la educación. Estas
ideas son sustentadas por Aristóteles quien consideraba como deber de la sociedad,
ayudar a las nuevas generaciones a desarrollarse moralmente.
Para Aristóteles (citado en Nucci 2000), la moral se adquiere por medio del hábito de
poner en práctica las virtudes. Es el ejercicio constante de las virtudes, guiadas por la
razón la que lleva a un sujeto a volverse un ente moral, capaz de actuar de forma correcta.
Dentro del acercamiento teórico de Aristóteles (2001), la virtud maestra es la justicia, y
todas las demás surgen o crecen de ella. Según este filosofo, parte de ser virtuoso
consiste en evitar los extremos conductuales (en Escóbar 2008).
La persona moral ha desarrollado una preocupación con la amistad, la justicia, el
valor, la moderación, y la generosidad (Nussbaum 1997; citado en Nucci, 2000). De
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forma similar a Platón, Aristóteles enfatiza el uso de la razón como vía para poder actuar
moralmente. Sus planteamientos son de suma importancia dentro de la psicología moral
pues son influencia directa en los pensadores modernos como Dewey, Durkheim, Piaget,
y Kohlberg.
Los postulados de estos filósofos guardan similitudes que son importantes
discutir. Tanto Sócrates, como Platón y Aristóteles enfatizan el uso de la razón. Es la
mente conciente y en pleno uso de sus capacidades la que es capaz de ser moral. Sin
embargo, para poder desarrollar la moralidad hace falta la experiencia. El simple
conocimiento de las normas morales no basta (Rodríguez Rubio 1999). La razón y la
experiencia, son elementos que acompañan las teorías psicológicas del desarrollo moral
del presente. De estos pensadores, es Aristóteles quien en opinión del autor del presente
artículo quien ha tenido mayor influencia en el desarrollo de la psicología moral.
Dentro de la concepción de la moral de Dewey (1932), se elimina la meta de
alcanzar un principio supremo para substituirla con la meta de identificar un método para
mejorar los juicios valorativos de cada individuo. Para Dewey (citado en Cherry 2002) el
dilema ético radica en poder identificar los medios apropiados para llegar a un fin
deseado. Si dichos experimentos son viables y pueden resolver problemas a nivel
individual, organizacional, y de comunidad, esto permitirá que surjan nuevos
experimentos. Este ciclo de buscar formas de actuar y ponerlas en acción para examinar
su efectividad, hace posible la creación de mejores formas de actuar y a la misma vez,
una mejor comunidad. Dentro de la teoría de Dewey, no hay una moralidad final, sino
que esta en constante modificación.
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La moral es la constante solución de problemas, donde se descarta lo que no es
efectivo y se usa lo que ha brindado resultados deseables, hasta que se descubra una
mejor forma de actuar. Según Dewey (1997), no es suficiente el saber normas o
preceptos morales para que los individuos sean morales. Se necesita de un esfuerzo
conciente y de reflexión de parte del sujeto para poder ser moral. De igual modo, Dewey
(1997) afirma que la moralidad se origina en la experiencia, en las relaciones sociales,
por lo tanto, lo social es lo moral. Esto implica que el desarrollo moral está atado a la
vida en sociedad, se descubre a través de la experiencia, los diálogos, y la interacción con
otros (Dill, 2007). Por último, Dewey (1997) enfatiza que la moralidad es posible en
democracia, entendida como forma de vida y llevar las relaciones con los demás. La
democracia por lo tanto debe regir la educación, la vida familiar y el gobierno. Sin
democracia, es difícil que surjan los elementos necesarios para la moralidad.
Para el autor del presente articulo, el factor social que menciona Dewey reconoce
que la conducta moral requiere de otro “yo” para formarse. Señala la naturaleza social
del ser humano, y la imposibilidad de una moral en el vacío. Esto a su vez hace eco de la
idea aristotélica de la necesidad de una educación formal a los jóvenes sobre la
moralidad. Otro pensador que recalcó la importancia de lo social en la moral fue
Durkheim.
Para Durkheim (1961), los principios morales deben basarse en la lógica, y ser
seculares e independientes de ideas religiosas. A su vez, expuso que a la moralidad se le
debe aplicar el método científico, pues consideraba que esta debía estudiarse como
cualquier otro fenómeno humano. Además, fue un arduo defensor de la idea aristotélica
de la necesidad de enseñar la moralidad a los jóvenes, pues lo consideraba como un deber
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de la sociedad el forjar ciudadanos “cívicos, morales y útiles” (en Dill 2007). Tanto
Dewey como Durkheim, defienden la democracia como elemento para el desarrollo de la
moralidad, idea que continuó desarrollando Piaget (1997). Este último opinaba que la
democracia era el único estilo de crianza que era capaz de estimular el desarrollo de la
moralidad.
En opinión del autor del presente articulo, se puede considerar a Piaget como el
padre de la psicología moral. Este teórico expone que la moral se divide en dos etapas, la
heterónoma y la autónoma (Piaget, 1997). En la heterónoma, lo bueno es lo ordenado por
los adultos. En esta etapa las personas son egocéntricas en su totalidad, usando siempre
su propio punto de vista para evaluar la bondad o maldad de un acto. Asimismo, las
personas en esta etapa son incapaces de tomar otros factores en cuenta para evaluar una
situación. Un rasgo sobresaliente, es que los juicios morales en esta etapa son
caprichosos, cambiando de un punto a otro sin ver o sentir una contradicción. (Gibbs,
2003). En la etapa heterónoma, no se toman en consideración las intenciones al evaluar
un acto como bueno o como malo, sólo las consecuencias (Piaget 1997).
La etapa autónoma comienza aproximadamente a los 12 años. A medida que
llega la adolescencia, y el grupo social de los jóvenes se expande, la moralidad
evoluciona al punto donde es posible tomar en consideración las intenciones de los actos
al evaluarlos. En esta etapa las reglas comienzan a verse como algo que puede ser
cambiado. De acuerdo con Piaget (1997), la obediencia es por respeto y no por temor u
obligación. A su vez, las relaciones entre pares dan paso a las reglas de cooperación,
donde se adquiere conciencia de que las normas pueden ser alteradas por mutuo acuerdo.
En la etapa autónoma surge el sentimiento de justicia, y el egocentrismo pierde su fuerza.
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Aquí se comienzan a considerar otros puntos de vista al evaluar la moralidad de una
acción.
Para Piaget (1997), la evolución de la etapa heterónoma hacia la autónoma, es una
social. Las interacciones con los pares fomentan el tomar otros puntos de vista. Este
proceso es facilitado si los padres utilizan un estilo democrático de crianza. De acuerdo a
lo expuesto se apreciar la idea de Dewey sobre importancia del elemento social y la
democracia para el desarrollo de la moral. Al mismo tiempo es posible observar la
importancia de la justicia como parte integral de la moralidad, lo cual es herencia de
Aristóteles. Los planteamientos de Piaget influyeron directamente a Kohlberg (Gibbs
2003), quien postula una secuencia de desarrollo moral.
Kohlberg dividió su teoría en tres niveles y cada nivel lo subdividió en dos etapas.
El primer nivel lo llamo Preconvencional, el cual se divide en la etapa uno, llamada
“Orientación al Castigo y a la Obediencia” y en la etapa dos, la cual denomino
“Orientación Instrumental Relativista”. El próximo nivel dentro de la teoría de Kohlberg
es el Convencional, el cual se divide en la etapa tres y cuatro (“Orientación Niño(a)
Bueno(a)”, y “Orientación a Mantener la Sociedad” respectivamente). Finalmente, esta
el nivel Posconvencional, donde se encuentran la etapa cinco y la seis (denominadas
“Orientación al Contrato Social” y “Orientación a un Principio Ético Universal”).
En la etapa uno y dos de Kohlberg, los juicios morales son egocéntricos y
superficiales. Lo importante es lo que beneficia directamente a la persona. Aquí las
normas no han sido internalizadas por el sujeto. En las etapas tres y cuatro hay una mejor
comprensión de lo importante de tomar en cuenta a los demás, y sus necesidades. En
estas etapas, las personas ya tienen la capacidad de ponerse en el lugar del otro, lo cual
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implica empatía. Finalmente, en la etapa cinco y seis es donde se alcanza la verdadera
moralidad. Las normas son integradas en la personalidad y se obedece un código porque
la persona lo ha aceptado como valido, sin importar beneficios los personales.
Para Kohlberg (1980), la moral siempre se desarrolla linealmente, desde la etapa
más primitiva a la más avanzada. Las personas casi siempre están entre etapas, y pueden
entender juicios y evaluaciones morales hasta un nivel más alto del que se encuentran.
Cada esquema que se adquiere en una etapa va a servir de base para la siguiente (Gibbs
2003).
De acuerdo con Gibbs (2003), Kohlberg realizó modificaciones a su teoría; en
específico a la etapa tres y cuatro. Para esto añadió la descripción Moral Tipo A y Moral
Tipo B. La tipo A esta más atenta con obedecer, mientras que la tipo B es más activa.
En la Moral Tipo B las personas buscan el bien común junto al propio, se busca más
justicia que obedecer ciegamente. El Tipo Moral B es el ideal, pues hace que la persona
base sus juicios en lo que debería ser, y son más universales, están dispuestos a llevar
hasta el fin los valores que aprenden. La misma es prosocial, y son más propensos a
actuar de forma moral, y de detectar una injusticia. Las personas con un Tipo Moral B,
ven claramente un mal moral cuando ocurre, y experimentan una sensación de violación
moral más fuerte, lo cual los lleva a la acción.
La justicia, es un elemento que ha trascendido las teorías de la moralidad. La idea
de justicia como elemento para la moralidad viene desde Aristóteles, cuya influencia es
posible apreciar en los autores anteriormente mencionados. Hoffman (2001) agregó a la
justicia un elemento para un desarrollo apropiado de la moralidad; dicho elemento es la
empatía.
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La empatía es un componente importante en la emoción, motivación y la conducta
moral. El termino empatía es definido por Hoffman como la chispa de preocupación
humana por otros, la pega que hace la vida social posible. Es por medio de la empatía
que se puede responder a la situación de otra persona. Para Hoffman (2001), la empatía
es la conducta que va a motivar el ayudar a otro que este en problemas, y a prevenir o a
corregir una injusticia. La moralidad estaría incompleta si las personas no desarrollaran
la empatía y el distrés empático. También la empatía es el componente que hace posible
que un grupo de personas trabajen juntas hacia un mismo fin.
Según Hoffman el desarrollo de la empatía se divide en cuatro etapas. Estas son:
llanto reactivo, empatía egocéntrica, empatía cuasi-egocéntrica, y empatía verdadera. Las
primeras tres se caracterizan por un comportamiento egocéntrico como lo expone la
teoría de Piaget. Las personas sentirá distrés ante el distrés de otro, y buscaran calmarse
así mismas. No es sino hasta la etapa cuasi-egocéntrica donde las personas comienzan a
comprender que es otro el que esta en distrés, y buscara formas de ayudar a esa persona a
sentirse mejor. La etapa de la empatía verdadera es alcanzada para la mitad del segundo
año y sigue madurando a través de toda la vida.
Dentro de la concepción teórica de Hoffman, las personas internalizan las normas
morales cuando aceptan y sienten obligación a atenerse a dichas normas, y a considerar a
los demás. La persona actúa de forma moral porque es lo correcto, la motivación para
actuar es intrínseca. Hoffman (2001) expone que la moralidad tiene que estar
acompañada por la empatía para que sea efectiva. Dicho elemento ayuda a las personas a
comprender los sentimientos de los demás, y sus situaciones. Asimismo, la empatía es lo
que va a motivar a ayudar a otro. Por último, según Gibbs (2003), la empatía es una
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predisposición a actuar prosocialmente, aun cuando no haya recompensas o represente un
peligro para el que ayuda.
Basado en lo expuesto, es posible apreciar como la idea de justicia y las ideas
(primordialmente de Aristóteles) han sido una constante a través del desarrollo de la
psicología moral. La moral necesita de la justicia para que pueda desarrollarse
adecuadamente. Es importante reconocer que la moralidad es mucho más que distinguir
entre el bien y el mal. Un desarrollo adecuado de la moralidad lleva a las personas a
tomar en consideración los factores envueltos en una situación social. Permite realizar
cualquier acción necesaria para corregir un mal, además de crear un balance entre la
razón con las emociones. Es por medio de un desarrollo adecuado de la moral (y de la
empatía) que las personas adquieren una preocupación honesta por los demás. Hay un
balance adecuado entre el buscar el bien propio, y el de otros.
Universalidad de la moralidad
La pregunta de rigor ante los estudios de la moralidad es, ¿pueden aplicarse las
teorías a todas las culturas? Gibbs (2003), determinó que tanto las ideas de Piaget, y
Kohlberg, son universales, y complementarias. A esto se une los hallazgos
antropológicos de Brown (1991 citado en Shermer 2004) sobre la existencia de 373
rasgos morales universales. De estos, Shermer (2004) señala 18 de estos como rasgos
morales en términos psicológicos. Entre estos el más sobresaliente es la Regla de Oro
(no hacer a otros lo que no deseas que te hagan), es una guía encontrada en todas las
culturas, y es la base donde se fundamento la universalidad de la moralidad. Basado en
lo expuesto, es posible realizar estudios de la moralidad, pues existen rasgos donde todas
las culturas convergen.
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El desarrollo moral es por lo tanto un fenómeno humano. Sin embargo, el
desarrollo de la moral puede atrasarse, o ser deficiente. La psicología moral expone que
estos atrasos pueden conducir al sujeto que las padece a realizar actos no-sociales. A
continuación se expone las secuelas de atrasos en el desarrollo moral y su importancia en
la psicología clínica.
Atrasos en el Desarrollo de la Moral y su Relación con la Conducta Antisocial en
Jóvenes
El Manual de Diagnóstico y Estadística de Desórdenes Mentales IV Texto
Revisado (DSM-IV-TR por sus siglas en ingles) expone que la conducta antisocial se
caracteriza por un patrón de indiferencia, y violación de los derechos de los demás,
además de conductas que violan la ley. Dicho patrón comienza durante la infancia o en
la adolescencia temprana, y continúa hasta la adultez. La población antisocial según el
DSM IV-TR (2000), no acata las normas sociales, tiende a engañar, mentir, y usar el
fraude para alcanzar su propio beneficio y placer. Son personas impulsivas, irritables,
agresivas, y temerarias, que no toman en cuenta su seguridad ni la de otros. Tienden a la
irresponsabilidad, y carecen de remordimiento. Uno de los rasgos antisociales es que
estas personas racionalizan la necesidad de lastimar, y/o robar a otros.
En el campo de la psicología moral, se ha encontrado evidencia (Brugman y
Aleva, 2004; Brusten, Stams, y Gibbs, 2007; Chen, y Howiit 2007; Gibbs 2003; Larden,
Melin, Holst, y Långström 2006; Malti, Passer, y Buchmann, 2009; Raaijmakers,
Engels, y Van Hoof, 2005; Schoepfer, y Piquero, 2006; Stams, Brugman, Deković, van
Rosmalen, van der Laan, y Gibbs 2006; Tarry y Emler 2007,) acerca de la relación que
existe entre atrasos en el desarrollo de la moralidad, y conductas delictivas en jóvenes,
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específicamente la población penal (incluyendo a la adulta). Gibbs (2003) señala que
existe un estancamiento en la etapa egocéntrica de estos jóvenes, junto a una debilidad en
poder tomar en consideración otros factores ante una situación. Esto significa que el
individuo esta “centralizado”1. El egocentrismo junto a la centralización, llevan a una
limitación para ponerse en el lugar del otro, lo cual implica al mismo tiempo, dificultad
en la empatía.
De acuerdo con Gibbs (2003), los jóvenes que exhiben conductas antisociales,
tienen atrasos en el desarrollo moral, social, y emocional. Estos jóvenes están detenidos
en un nivel donde lo que importa y tiene prioridad es satisfacer las propias necesidades.
Según Gibbs (2003), ellos actúan sin tomar en consideración las necesidades de los
demás o las consecuencias de sus actos (tanto para ellos como para los demás). Los
jóvenes que exhiben conductas antisociales, culpan a los demás por su propia conducta,
además de carecer del conocimiento necesario para resolver de manera constructiva no
violenta los conflictos. Dichas deficiencias son identificadas como: atrasos en el
desarrollo del juicio moral, distorsiones cognitivas auto-servidoras, y deficiencias en
destrezas sociales (Gibbs 2003).
El atraso en el juicio moral es definido por Gibbs (2003) como la persistencia de
una moralidad inmadura en la adolescencia y la adultez. Esto implica que la conducta
antisocial es consecuencia de una percepción moral fundamentada en juicios morales de
una etapa temprana del desarrollo, que se espera haya sido superada a cierta edad. Un
atraso se debe entender, como las razones que un sujeto provee para tomar una decisión
moral o para evaluar moralmente una acción realizada por otra persona. Por otro lado, un
1 Dicho término surge de la teoría de Piaget. Implica que la persona se enfoca en los datos y detalles más
sobresalientes de una situación, obviando todo lo demás.
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juicio moral superficial es mejor descrito con la frase “yo te ayudo si tú me ayudas”,
donde solamente se va ayudar a otro si existe la posibilidad de reciprocidad. Los jóvenes
delincuentes usan juicios morales superficiales, como los que se pueden apreciar en la
etapa heterónoma de Piaget, o juicios de nivel uno, ó dos de Kohlberg para evaluar una
situación y sus consecuencias. Dichos jóvenes sólo se comportaran bien si existe la
posibilidad de ser castigados de no hacerlo, su buena conducta es más utilitaria que
honesta. Ante la ausencia de la posibilidad de castigo, estos jóvenes llevan a cabo
acciones que son desaprobadas por las autoridades.
Como se mencionó anteriormente, el egocentrismo es un elemento importante
dentro de las conductas delictivas. En la infancia, según Malti et al. (2009), los niños
pequeños tienden a preocuparse más por ganancias personales (aunque tengan que
transgredir una norma moral) que los niños mayores. El enfoque egocéntrico no permite
atender el punto de vista de otro, y los lleva a enfocarse en lo más sobresaliente de una
situación (Piaget 1997). Es importante aclarar que el egocentrismo es normal durante la
infancia, pero en algunos casos este persiste en la adolescencia y hasta la adultez.
Jóvenes con un sesgo egocéntrico poseen juicios morales dónde la mayor
preocupación es obtener lo que se desea sin importar el como ni las consecuencias hacia
otras personas (incluyendo la propia familia). Del mismo modo, son hipersensibles a
situaciones que estos pueden interpretar como injustas hacia ellos. Según Beck (1999
citado en Gibbs, 2003), estos jóvenes poseen un punto ciego cuando se refiere a ver todas
las formas en que ellos son injustos con otros, y todas las ocasiones en que los padres u
otros adultos hacen algo por ellos.
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Además de los juicios morales inmaduros, las conductas antisociales en jóvenes
vienen acompañadas por distorsiones cognitivas centradas en el “yo”, o sea; auto-
servidoras. Cuando la descentralización no ocurre, las conductas y percepciones
egocéntricas se extienden más allá de la infancia (Gibbs 2003). Las personas desarrollan
toda una visión de mundo donde ellos son el centro de todo y el resto del mundo esta para
servirles y satisfacer sus necesidades y deseos. Las necesidades de los demás no son
tomadas en consideración, o simplemente no son percibidas del todo.
Los jóvenes con conductas antisociales, creen que las reglas no les aplican, y que
sus necesidades deben ser satisfechas sin demora, además de proveer justificaciones para
violaciones morales como por ejemplo, el robo. Dichas justificaciones son egocéntricas,
basadas por ejemplo, en el deseo de poseer el objeto robado. Según Gibbs (2003), la
única perspectiva que estos jóvenes consideran es la propia, además de no considerar las
consecuencias de sus actos sobre las victimas de sus ofensas. Estas afirmaciones también
son aplicables a jóvenes delincuentes agresivos, quienes entienden que sus derechos van
por encima del derecho ajeno.
Dichas distorsiones cognitivas son usadas para justificar la agresión hacia otros; y
son justificadas como defensa. La violencia es parte de la percepción tanto del joven
como del adulto delincuente, y surgen como respuesta a una acción percibida como falta
de respeto, injusticia, amenaza, o insulto. Estas distorsiones cognitivas llevan al sujeto a
culpar a otros por su mala conducta y ser merecedores de la agresión. Aplicando las
ideas de Kohlberg, la persona sigue de cierta manera el principio de la Regla de Oro, se
roba porque le robaron primero, se golpea porque lo hicieron enojar o se interpusieron en
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su camino, etc. Aspecto que sitúa a la persona en el estadio dos de juicio moral de
Kohlberg.
Autores como Tarry y Emler (2007), indican que los jóvenes delincuentes se
estancan en el estadio dos de Kohlberg. De acuerdo con Tarry et al (2007), la relación
entre el juicio moral y la conducta, es una donde a medida que la persona madura, el
desarrollo de razonamiento moral se aliena más con el juicio. Este alineamiento logra
que los individuos estén más propensos a hacer lo que es moralmente correcto. Dicho
alineamiento esta ausente en jóvenes delincuentes.
Brusten, Stams, y Gibbs (2007) exponen que existe una relación entre el bajo
desarrollo moral y la delincuencia. Asimismo, Brusten et al (2007) halló evidencia
transcultural (tanto de poblaciones occidentales como orientales) que apoya la relación
moralidad y delincuencia. Un dato que merece mención, es que estos autores
confirmaron los hallazgos de Stams, Brugman, Deković, van Rosmalen, van der Laan, y
Gibbs (2003), y dicha relación (moralidad-delincuencia) es independiente del nivel de
inteligencia, género, edad, y nivel socioeconómico de los jóvenes delincuentes.
De forma similar, Chen, y Howitt (2007), señalan que se puede distinguir entre
jóvenes ofensores de los no ofensores por medio de su nivel de madurez de los juicios
morales. No obstante, no se pueden utilizar dichos resultados para diferenciar entre tipos
de ofensores (crimen violento, crimen no violento, crimen sin victima). Chen et al.
(2007) proponen que un desarrollo moral cognitivo menos maduro es un riesgo para la
delincuencia juvenil.
Similar con lo expuesto por Gibbs; Larden, Melin, Holst, y Långström (2006),
plantean una relación entre los juicios morales inmaduros, distorsiones cognitivas, y
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pobre empatía con la delincuencia. Lo que sobresale del estudio de Larden et al, es que
las féminas delincuentes, mostraron juicios morales más maduros que los varones, menos
distorsiones cognitivas, y un nivel mayor de empatía. Tanto las distorsiones cognitivas
como los juicios morales inmaduros pueden utilizarse para diferenciar jóvenes ofensores
de los no-ofensores. Sin embargo, la empatía no fue útil para diferenciar estos grupos. A
partir de estos hallazgos, Lardén et al (2006) recomienda que se trabajen con las
distorsiones cognitivas y el juicio moral en el tratamiento de jóvenes delincuentes.
Dentro de la literatura de la psicología moral, hay autores (Brugman y Aleva,
2004; Emler y Reicher, 2005; Tarry y Emler, 2007) quienes niegan que exista una
influencia entre atrasos en el juicio moral y la delincuencia. Por ejemplo, Tarry, y Emler,
(2007), argumentan que no existe relación entre atrasos en el desarrollo moral y la
delincuencia. Dichos autores exponen que es la actitud hacia la autoridad y el
compromiso con valores morales lo que influye en la conducta delictiva. También
argumentan cómo este compromiso influye en las conductas antisociales en los jóvenes.
Tarry et al., sugieren que la conducta delictiva se debe entender como un patrón que
incluye violencia a otros, robo, y daño a la propiedad. De acuerdo con Tarry et al., la
relación entre juicio moral y delincuencia no es del todo clara. Dichos autores, critican
como la posición moralidad-delincuencia clasifica a un adolescente como delincuente.
Según Tarry et al., la mejor forma de clasificar a un adolescente como delincuente es por
medio de los autoreportes, al usar los mismos, la relación moralidad-delincuencia
desaparece.
Emler y Reicher, (2005), son otros autores que rechazan la relación moralidad-
delincuencia. Para dichos autores a pesar de que los jóvenes delincuentes presentan un
Desarrollo Moral y Delincuencia
20
razonamiento moral bajo, no hallaron una relación con las conductas delictivas. Emler et
al (2005) exponen que la delincuencia es resultado de sentirse excluido de la protección
de la ley, de que el sistema existente no protege o brinda ayuda al individuo. La conducta
delincuente ofrece una alternativa para estos jóvenes que sienten que el sistema no les
ayuda o protege. La conducta delincuente según Emler et al (2005), ofrece protección
contra la victimización.
Otros autores que argumentan contra la relación moralidad-delincuencia es
Brugman y Aleva, (2004). Dichos autores exponen que el razonamiento moral de un
grupo institucionalizado mostraba atrasos al compararlos al grupo control. Sin embargo,
determinaron que este atraso no influía en la conducta criminal.
Los datos aquí expuestos presentan la importancia de la empatía, y la moral
dentro del comportamiento humano. Cuando la moralidad permanece en un nivel
infantil, los individuos actúan de manera que puede clasificarse antisocial. En la teoría
moral, estos jóvenes permanecen egocéntricos, interesados en su propio bienestar. Sus
juicios morales son de corte utilitarista, como se ve en la etapa uno y dos de Kohlberg.
Dichos atrasos, en opinión del autor de este articulo, en parte es lo que dificulta el
tratamiento psicológico de estos jóvenes. Su atraso, junto a las distorsiones cognitivas,
les impide ponerse en el lugar del otro, buscar formas más efectivas de lidiar con los
problemas del diario vivir, y realizar conductas clasificadas como delincuentes. Dichos
aspectos, apuntan a la necesidad de crear formas de tratamiento que tomen en cuenta los
atrasos en la moralidad.
Desarrollo Moral y Delincuencia
21
Atrasos en el Desarrollo de la Moral y Conductas Antisociales: Psicoterapia
Los atrasos en el desarrollo de la moral, son tratables desde el punto de vista
clínico, por medio de programas que buscan aumentar el nivel de desarrollo moral.
(Comunian y Gielen, 2006; Gibbs, 2003; Larsen y Martin, 2005; Palmer, 2005). Estos
programas se han utilizado en el tratamiento de jóvenes delincuentes, que han mostrado
rasgos anti-sociales (Gibbs, 2003; Larsen y Martin, 2005). Un punto importante, es que
dichos programas se utilizan como parte de un tratamiento completo, que atiende por
ejemplo, las distorsiones cognitivas, dificultades emocionales y destrezas sociales (Gibbs,
2003).
Los programas para el desarrollo de la moral se aplican en diversos ambientes,
como las escuelas y las universidades. Comunian y Gielen (2006) evaluaron el nivel de
desarrollo moral en un grupo de estudiantes doctorales. Dichos autores utilizaron la
Técnica de Grupo Optimo de St. Arnaud (Comunian y Gielen, 2006), mediante el cual,
los sujetos participaban de discusiones grupales estructuradas. Las discusiones buscaban
aumentar la toma de posición del otro, motivaban el razonamiento moral sobre diversas
situaciones sociales, y proveían reflexiones guiadas. Del mismo modo, los miembros
evaluaban las comunicaciones interpersonales, y las relaciones entre los integrantes del
grupo. Los autores hallaron diferencias significativas entre la preprueba y la posprueba,
indicando un aumento en la madurez moral luego de la intervención. La intervención en
la moralidad es una opción en el tratamiento de jóvenes con rasgos antisociales que
posibilita el razonamiento moral y asumir el lugar del otro. Larsen y Martin (2005)
encontraron que los programas de desarrollo de carácter, tienen un impacto positivo en el
desarrollo del nivel de moralidad de jóvenes universitarios. Uno de los efectos directos
Desarrollo Moral y Delincuencia
22
es que se reducen las conductas delictivas y los referidos por comportamiento dentro del
campus universitario.
Datos recientes, como el estudio de Palmer (2005), apuntan que para poder tratar
a la población penal (en especifico aquellos que muestran rasgos antisociales), hay que
atender el conjunto de elementos que promueven la conducta delictiva (retrasos en el
desarrollo moral, las distorsiones cognitivas, control de enojo, y regulación emocional).
Para tales propósitos hay diferentes programas, entre los cuales esta el Entrenamiento de
Reemplazo de Agresión (ART pos sus siglas en ingles) expuesto por Palmer (2005). Este
programa posee tres componentes: (a) deficiencias en destrezas sociales e interpersonales
asociadas con la agresión, (b) control de enojo trabajando con el sesgo egocéntrico,
impulsividad, y regulación emocional, y (c) manejo de atrasos en el desarrollo del
razonamiento moral.
Palmer (2005) explica el componente de razonamiento moral dentro del
tratamiento de jóvenes agresivos y con rasgos antisociales. Cada sesión esta basada en
un dilema moral, donde un adolescente tiene un problema creado por el egoísmo de otro
sujeto. Se le suple al joven una lista de posibles alternativas para solucionar el problema
del protagonista; que fueron diseñadas para trabajar con las distorsiones cognitivas. A
cada alternativa que esta basada en una distorsión cognitiva, el tutor reta su uso, e invita a
los participantes a inventar soluciones, utilizando nuevas alternativas. Para facilitar un
razonamiento moral más maduro el tutor utiliza las diferentes respuestas expuestas por
los participantes y reta las distorsiones cognitivas, en vez de usar un estilo didáctico de
enseñanza. Al final de la sesión se espera que el grupo haya alcanzado un consenso sobre
lo que el protagonista debe hacer para solucionar el dilema. Estas sesiones proveen la
Desarrollo Moral y Delincuencia
23
oportunidad para adquirir destrezas sociales a los jóvenes, y fomentar el desarrollo moral.
Es por medio de tomar la perspectiva de otro, que se ayuda a que el joven alcance juicios
morales maduros (Palmer 2005).
Otro programa utilizado para trabajar con atrasos en el desarrollo moral es
EQUIP, expuesto por Gibbs (2003). Dicho programa posee un componente de ayuda
mutua y uno psicoeducativo. Este último atiende los atrasos en el desarrollo del juicio
moral, manejo de enojo (que tiene que ver con las distorsiones cognitivas), y destrezas
sociales. Los dos componentes en conjunto, buscan reducir las conductas delictivas, y
que los jóvenes tomen en mayor consideración la perspectiva de otros. Dicho programa
se aplica a jóvenes encarcelados que muestran rasgos antisociales.
El componente de ayuda mutua, identificado como Cultura de Pares Positiva,
busca que los jóvenes con rasgos antisociales se ayuden entre si, por medio de
discusiones grupales donde los integrantes del grupo se asisten mutuamente. Por
ejemplo, ayudar a un miembro del grupo a buscar alternativas que no haya considerado
para resolver una situación. Del mismo modo, que dicho joven considere la postura de la
otra parte. Asimismo, el programa atiende las distorsiones cognitivas que se manifiestan
con frecuencia en los jóvenes con rasgos antisociales (como por ejemplo la
minimización, y autocentralización).
Gibbs (2003) informa que el programa pretende crear un ambiente de cuidado y
una cultura de pares positiva, donde los integrantes puedan considerar la perspectiva de
otros (por medio de la ayuda de los pares y del líder del grupo). Además, el programa
pretende que los jóvenes sean capaces de brindar ayuda a los demás, y tomar
responsabilidad por sus actos. Esto se logra por medio de la técnica de sembrar, donde se
Desarrollo Moral y Delincuencia
24
incluyen jóvenes positivos en las sesiones, con el objetivo de brindar soluciones positivas
a situaciones que se discutan durantes las sesiones. También se usa la técnica de
reestructuración, confrontación, responsabilidad revertida, que busca trabajar con el error
cognitivo de culpar a otros, motivar a compartir historias personales, aislar y redirigir
miembros negativos del grupo, y proveer servicio comunitario y oportunidades de forjar
la fe.
Por ejemplo, un joven que ha demostrado pobre capacidad para tomar la posición
de otros, es confrontado por el grupo y el líder. La persona es retada a tomar la posición
de la otra persona (lo cual a su vez ayuda en la empatía). Gibbs (2003) recomienda el uso
de técnicas concretas, y bruscas. Dichas confrontaciones deben incluir las consecuencias
para las familias de la(s) victima(s) de un delito, para que el joven perciba que sus
acciones afectan a otras personas de manera indirecta. Del mismo modo, las
confrontaciones sirven para que el joven adquiera conciencia de los posibles efectos de su
delito en la victima. Tales confrontaciones deben hacerse de manera constructiva, donde
el joven perciba que es tomado en cuenta, que es una persona importante en si misma.
Gibbs (2003) advierte que la efectividad de la Cultura de Pares Positiva, y de
programas similares, están incompletas si no se atienden los atrasos en la moralidad.
Como se ha expuesto anteriormente, la moralidad madura ayuda a que el joven deje el
egocentrismo, y desarrolle una mejor empatía. Estos elementos facilitan a que pueda
ponerse en el lugar de otro, y ver las consecuencias de sus acciones. Por lo tanto,
solamente incluyendo un programa que atienda los atrasos en la moralidad, las
intervenciones pueden ser realmente efectivas.
Desarrollo Moral y Delincuencia
25
El componente sicoeducativo de EQUIP tiene como propósito educar a los
jóvenes sobre destrezas, conocimientos, y la conciencia necesarias para la convivencia en
sociedad (Gibbs 2003). El programa EQUIP ayuda a mejorar el nivel de desarrollo
moral, provee destrezas para corregir errores de pensamiento, manejo de enojo, y
destrezas sociales. EQUIP esta dividido en tres componentes, cada uno con un número
determinado de sesiones.
El primer componente es equipar con un juicio moral maduro, lo que implica
toma de decisiones sociales. En el mismo se le provee al joven de oportunidades para
tomar la perspectiva de otra persona. Estas sesiones tienen como meta eliminar la
centralización y que superen el egocentrismo. Del mismo modo, busca que los jóvenes
desarrollen razones morales maduras en relación a un grupo de situaciones. El joven
debe justificar su decisión ante el grupo sobre una situación dada. Dichas situaciones
están diseñadas para estimular la discusión ética y la toma de perspectiva de otra persona.
Las discusiones propician que el joven adquiera una comprensión más profunda de los
valores morales y su importancia para la sociedad. En las sesiones se motiva que jóvenes
con un mayor nivel de desarrollo moral reten o cuestionen los argumentos de los menos
desarrollados. Según Gibbs (2003), esto ayuda a remediar los atrasos en el desarrollo
moral de los jóvenes.
El segundo componente de EQUIP ayuda a los jóvenes a manejar efectivamente
el enojo y los errores de pensamiento (que dentro del marco teórico de Gibbs,
contribuyen a las conductas antisociales). Las sesiones de este componente, comienzan
con una discusión de lo que es el enojo y la agresión. Estas discusiones buscan que los
integrantes del grupo re-evalúen el enojo y la agresión, y contemplen las desventajas de
Desarrollo Moral y Delincuencia
26
la falta de autocontrol. Asimismo, las sesiones buscan que el joven comprenda las
consecuencias de ser agresivo, como lo es el aislamiento social, la perdida de confianza
de las amistades.
Una de las técnicas utilizadas en el segundo componente es la de re-enmancar2.
Durante la sesión, el terapeuta demuestra con ejemplos de la vida real, que la persona que
se autocontrola, y que no es violenta, “no es necesariamente un perdedor, o un cobarde”
(Gibbs 2003). De la misma manera, usa ejemplos de personas que han fracasado, como
por ejemplo atletas, por no tener un mejor autocontrol. A esto se agrega el monitoreo de
pensamientos relacionados al enojo, con el propósito de que los integrantes descubran,
que la mente controla el enojo. En esta parte de la intervención los miembros del grupo
“aprenden a monitorear pensamientos que provocan enojo y a reemplazarlos con
pensamientos responsables” (2003).
El segundo componente también incluye técnicas de relajación, manejo de enojo,
pensar con antelación a las consecuencias y pensar en la otra persona. Estas últimas dos
buscan que el joven aprenda a pensar en las posibles consecuencias de sus acciones, lo
cual fomenta el control de impulsos. Del mismo modo, se emplea la técnica de la
reversa, la cual ayuda a que el joven adquiera conciencia de cuando es el quien inicia los
conflictos, además de formas de actuar o pensar que fomentan reacciones negativas en los
demás.
Por último, el tercer componente busca equipar a los jóvenes con destrezas
sociales. En este, se adiestran a los destrezas sociales por medio de cuatro fases, estas
son: a- modelaje, b- juego de roles, c- retroalimentación del juego de roles, y d- practica
de la destreza. Según Gibbs (2003), el trabajar con las destrezas sociales ayuda a la
2 reframing
Desarrollo Moral y Delincuencia
27
descentralización, y fomenta la toma de la perspectiva del otro. Este componente, como
los dos anteriores, se hace de manera grupal, y con la cooperación de los miembros del
grupo. Los tres componentes junto a la parte de ayuda mutua, pretenden reducir y hasta
eliminar las conductas antisociales de los jóvenes delincuentes.
Gibbs (2003) informa que los jóvenes que han participado en el programa han
obtenido ganancias conductuales positivas, y que la reincidencia es mínima. En cuanto al
desarrollo moral, Gibbs (2003) reporta que los datos sustentan un cambio positivo en el
mismo. Basado en esto, él recomienda que se deje el componente que trabaja la
moralidad, pues crea una base sólida para el desarrollo de conductas prosociales. Sin
embargo, Nas, Brugman, y Koops (2005), no hallaron diferencias en el desarrollo moral
en jóvenes que participaron en EQUIP. Estos autores reportan que si hubo mejoría en
cuanto a las distorsiones cognitivas, además de confirmar que el programa logra que los
jóvenes piensen de manera prosocial y responsable.
Tanto ART como EQUIP enfatizan en las distorsiones cognitivas, en las destrezas
sociales, y en el rezago en el desarrollo de la moralidad; como elementos presentes en
jóvenes delincuentes. Dichos programas poseen una fuerte carga piagetana en su
construcción, ambos exponen como el joven con rasgos antisociales presenta un marcado
egocentrismo y centralización. Tanto el egocentrismo como la centralización, impiden
que el joven pueda tomar en consideración la posición del otro, además de interpretar de
manera personal eventos a su alrededor. Una consecuencia de este atraso es una pobre
empatía, que se manifiesta en las conductas delictivas (dicha idea es una clara influencia
de Hoffman). Asimismo, la influencia de Kohlberg esta clara en ambos programas, pues
ambos facilitan que los jóvenes tomen el lugar del otro. A su vez, buscan que los juicios
Desarrollo Moral y Delincuencia
28
morales sean más profundos, y menos centrados en ganancias personales. Ambos
programas hacen hincapié en que los jóvenes con rasgos antisociales, presentan
dificultades en el área de destrezas sociales, y en el manejo adecuado de emociones,
como lo es el enojo, elementos que se asocian al pobre desarrollo moral.
Basado en la información expuesta en este artículo, se ha mostrado que el
desarrollo moral depende en gran medida del componente social. Las relaciones sociales
y las experiencias que estas proveen, son las que ayudan al ser humano a adquirir una
moralidad madura. Piaget (1997) expuso en detalle, cómo las relaciones entre pares
ayudan a superar la etapa heterónoma, además de permitir el adquirir el concepto de
justicia. Hoffman (2001) expone como las relaciones sociales ayudan a alcanzar la
empatía, que es esencial para los juicios morales y la justicia. Es por estas razones, que
tanto ART como EQUIP, se aplican de manera grupal.
La importancia de los tratamientos grupales, radican en que se excluye en cierta
medida al adulto, y son los mismos jóvenes quienes trabajan con sus conductas. Son los
integrantes del grupo los que deben llegar a la solución del problema discutido, y ayudar
a otros miembros en adquirir formas pro-sociales de actuar. El adulto no provee la
respuesta correcta ante un dilema moral que se este trabajando en la sesión, sino que
ayuda al joven a percibir que hay mejores formas de solucionar un problema usando las
estrategias del programa. Esto revela una fuerte carga socrática, en el sentido de que se
cuestionan las conductas y/o la solución a un dilema moral. Esto no implica que la
presencia del adulto no sea necesaria en el trabajo terapéutico. Basado en las ideas de
Kohlberg, hace falta alguien con un nivel superior de moralidad, como modelo, para que
se promueva el desarrollo moral.
Desarrollo Moral y Delincuencia
29
Un aspecto que sobresale de ambos programas, es que ninguno de los dos hace
mención del tratamiento de condiciones comorbidas. Condiciones como los problemas
de aprendizaje, depresión, desordenes de personalidad, dependencia de sustancias, etc.
Es opinión del autor del presente trabajo, que ambos programas pueden beneficiarse al
integrar intervenciones, que atiendan condiciones comorbidas. Dichas intervenciones
pueden ser grupales, y en los casos que lo ameriten, individuales. Grant y Franklin
(2007) exponen que además de tratar adicciones, se puede utilizar el modelo Transteórico
de Cambio de Prochaska y DiClementi, para mejorar las destrezas de estudio. Según
estos autores, las personas con pobres destrezas de estudio pasaron por las etapas de
cambio, y aumento su autoeficacia. Estos autores concluyen que el modelo transteórico
puede ser una herramienta psicoeducativa que puede facilitar la adopción de mejores
destrezas de estudio, y un aumento en la autoeficacia por medio del entrenamiento (Grant
et al 2006). Para el tratamiento de la depresión, Varley (2006) comenta que una
combinación entre psicofármacos y el modelo cognitivo-conductual es la mejor opción a
usar con los adolescentes. De acuerdo con los datos que reporta, setenta y un porciento
de los jóvenes respondieron de manera positiva al tratamiento. Del mismo modo, el uso
del modelo cognitivo-conductual redujo las ideas suicidas en la población adolescente.
De acuerdo con Glasser (2009, 1975), la terapia de la realidad ha mostrado ser
efectiva con jóvenes que muestran problemas de conducta, tanto en modalidad grupal
como individual. La terapia de la realidad enfatiza la responsabilidad del cliente en su
vida y sus acciones. Para Glasser, los problemas surgen cuando no hay relaciones
sociales satisfactorias con un adulto responsable en la vida del menor. Es deber del
terapeuta brindar está relación, y orientar a los otros adultos que trabajan con el menor,
Desarrollo Moral y Delincuencia
30
para que hagan lo mismo. El proceso terapéutico de los jóvenes encarcelados no se limita
a las sesiones individuales y grupales, sino que abarca toda la vida dentro de la
institución, como la recreación, la educación, y otros3.
Basado en los componentes de ART y de EQUIP, el autor entiende que ambos
pueden aplicarse con la población penal de menores de Puerto Rico. Las situaciones
sociales son fáciles de adaptar, y no requiere de un personal extenso. Para esto, primero
es necesario adaptar a la población puertorriqueña los instrumentos para medir el
desarrollo moral. Luego, que los profesionales interesados se adiestren en el uso de
dichos instrumentos, y en la implementación de uno de los programas.
Conclusión
El presente artículo ha expuesto como la moralidad ha estado presente en la
psicología desde sus comienzos filosóficos. Cómo Sócrates, Platón, y Aristóteles
forjaron una teoría moral que hacia énfasis en la razón, en la aceptación conciente de las
normas, y no en caprichos sociales. Dichos filósofos también expusieron como es
necesaria la ayuda social para adquirir las virtudes que forman parte de la moralidad. De
igual forma, hacen énfasis en la necesidad de poner en práctica las virtudes para poder ser
realmente moral. De estos, el de mayor influencia en la psicología moral lo fue
Aristóteles, quien consideraba la justicia como elemento esencial para la moralidad. La
teoría aristotélica, es en opinión del autor del presente trabajo, la que tiene mayor peso en
el desarrollo de la psicología moral.
De igual modo se expuso que la moralidad esta separada de la religiosidad, idea
expuesta por Sócrates, y que tanto Dewey como Durkheim defendieron. La moralidad es
3 Se recomienda la lectura del capitulo 3 del libro Reality Therapy para mayor detalle del tratamiento de
jóvenes encarcelados, según lo expone Glasser.
Desarrollo Moral y Delincuencia
31
un fenómeno humano, y como tal puede estudiarse científicamente. Dicha idea es
posible apreciarla en las propuestas de Piaget, Kohlberg, y Hoffman, quienes basaron sus
estudios desde una perspectiva científica secular. Esto no pretende negar la influencia de
las creencias espirituales y religiosas en la moralidad (el mismo Kohlberg llego a pensar
que las creencias espirituales podían modificar de manera positiva la moralidad), y es un
tema que puede estudiarse en si mismo.
Otro elemento importante dentro de la teoría moral la aportó Hoffman. Dicho
autor expone que la moral necesita de la empatía, la parte emotiva para que funcione
adecuadamente. La razón y la justicia por si mismas no son suficientes para crear una
moral madura en el ser humano. Hoffman por lo tanto aporta algo nuevo a la teoría
moral: la importancia de las emociones positivas para el desarrollo adecuado de la
moralidad. Dicho concepto, se puede unir a las teorías morales tanto de Piaget como de
Kohlberg, y proveernos una idea clara de lo que es una moralidad madura.
Basado en las ideas de Piaget, Kohlberg, y Hoffman se analiza que la moralidad
madura es una donde la obediencia a las reglas es por respeto. Las reglas han sido
aceptadas porque se considera lo correcto, y no por posibles ganancias, o por temor a
represalias. La moralidad adulta permite que haya cooperación para alcanzar un bien en
común, o simplemente para ayudar a otro(s). No se coopera exclusivamente por una
posible ganancia personal, sino porque se considera lo correcto, lo justo. La justicia es
importante para la persona con un desarrollo moral adecuado, de detectarse una injusticia
se buscaran formas adecuadas para enfrentar la situación.
Cuando una persona se ha desarrollado adecuadamente a nivel moral, sus juicios
morales dejan de ser superficiales y utilitaristas. La empatía ayuda a la moralidad a
Desarrollo Moral y Delincuencia
32
buscar tanto el bien propio como el común, a ponerse en el lugar dé otro y poder
comprender los estados emocionales de otras personas (esto incluye tanto conocidos
como desconocidos). La empatía es la que permite que haya un balance entre la lógica y
las emociones a la hora de realizar juicios morales, lo cual es indicio de madures moral.
Estas ideas exponen que el individuo con un desarrollo moral adecuado, actuara de forma
prosocial en el diario vivir. Parafraseando a Hoffman, las personas actúan moralmente
porque han determinado que es lo correcto, no porque se les haya impuesto un código
moral.
Además, como se mencionó anteriormente en este artículo, la moral madura va
más allá de distinguir el bien y el mal, y seguir un código, es más que seguir la Regla de
Oro tan importante en todas las culturas. Un nivel de desarrollo moral adecuado implica
que las personas van a tomar en consideración los factores involucrados en una situación
social al momento de evaluarla. También implica que las personas van a realizar
cualquier acción necesaria para corregir un mal, aunque este en riesgo la seguridad
personal. Es por medio de un desarrollo adecuado de la moral que las personas adquieren
una preocupación honesta por los demás. Hay un balance adecuado entre el buscar el
bien propio, y el de otros. El ser humano moralmente maduro, esta interesado en la
justicia, y en el respeto por los derechos de todas las personas.
Otro punto que expone este artículo, es la relación entre los atrasos en el
desarrollo de la moralidad y las conductas antisociales. Los jóvenes delincuentes
muestran una serie de conductas que se pueden explicar por medio de un atraso en el
desarrollo moral. Como se ha expuesto anteriormente, estos jóvenes son egocéntricos, y
actúan para su propio beneficio (aun si esto implica causar daño a desconocidos o a la
Desarrollo Moral y Delincuencia
33
propia familia). De la misma manera, estos jóvenes se concentran en detalles de una
situación (están centralizados), y piensan en el instante. Dichos jóvenes no son capaces
de pensar en las consecuencias de sus actos, tanto a nivel personal como a nivel social.
Asimismo, son utilitaristas, se comportan de manera adecuada si esto les traerá una
ganancia personal. Es la mezcla de egocentrismo y centralización lo que lleva a una
dificultad en empatía. Dicha dificultad los lleva a tener un sentido de justicia personal,
donde solamente identifican cuando son injustos con ellos.
Por tanto, se han desarrollado tratamientos que atienden los atrasos en el
desarrollo moral, como lo es ART y EQUIP. De acuerdo a la información presentada,
cuando se trabaja la moralidad en conjunto con las distorsiones cognitivas, el manejo de
enojo, y las destrezas sociales, se logran cambios positivos. Cuando mejora el nivel de
madurez moral, los jóvenes actúan de manera prosocial, y el nivel de reincidencia
disminuye. La moralidad desde el punto de vista científico, es importante y necesario
para el tratamiento de jóvenes con rasgos antisociales. Estos estudios no pretenden negar
la importancia de elementos sociales en el desarrollo de conductas delictivas. Al
contrario, lo que pretenden es ampliar las alternativas de intervenciones psicoterapéuticas
que posee la psicología clínica.
Tomando en consideración la carencia de estudios con la población
puertorriqueña, es recomendable que se realicen los mismos con dicha población. El
integrar el componente moral, en opinión del autor del presente articulo, hace más
abarcador el enfoque biopsicosocial. Aunque no hay consenso entre los estudios, el
elemento moral ofrece una alternativa viable para el tratamiento de la población
adolescente penal. Asimismo, los estudios de moralidad deben agregar el componente
Desarrollo Moral y Delincuencia
34
familiar-social y su impacto en los atrasos en la moralidad. Una forma de lograr esto, es
agregar en lo posible, la terapia de familia en el tratamiento de estos jóvenes.
Desarrollo Moral y Delincuencia
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