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9B i lbao

amas y caballeros. Niñosy niñas… Pasen y lean.Bienvenidos al Pequeño

circo, una historia oral de la mú-sica independiente en Españapublicada por la editorial Con-tra. Casi mil páginas de lecturaadictiva en las que el periodistaNando Cruz cede la palabra alos protagonistas de una escenaque nació a finales de losochenta, cuando la Movidaagonizaba, con loables inten-ciones pero no tan buenos re-sultados. Mucho ruido y pocasnueces. Con el rock alternativoanglosajón como principal re-ferente estético, un puñado debandas, fanzines, promotores ypequeños sellos discográficostejió una red que poco a pocofue atrapando a todos aquellosaficionados desencantados conla oferta musical del momento.

“El indie de los años 90 ha si-do, posiblemente, la escenamusical que más ríos de tinta hagenerado en España, sobre to-do si lo comparamos con el in-terés que despertó en la pobla-ción”, apunta Nando Cruz. Por-que no nos engañemos, fue (ysigue siendo) un movimientoesencialmente minoritario,con la única excepción del pe-lotazo que dieron Dover con elálbum Devil Came to Me. Bastacon comparar las ventas y la re-percusión mediática de artistascomo Pablo Alborán con la deLos Planetas, el grupo indie na-cional más exitoso. Sin embar-go, a pesar de las limitacionescomerciales y sus contradiccio-nes –¿fue la antítesis de la Movi-da o más bien su dócil herede-ro? ¿Fue un movimiento ruptu-rista o solo un viraje estético?–tampoco se puede desdeñar elimpacto que aquella genera-ción de músicos tendría en losaños venideros.

Pequeño circo disecciona enprimera persona las grandezasy miserias, los pequeños éxitos ylas grandes carencias de una es-cena que suplió la falta de pro-fesionalidad con enormes dosisde entusiasmo y pasión. En susinicios, aquello era un erial. Noexistía infraestructura alguna,ni discográficas especializadasni un circuito de salas de con-ciertos. Estaba todo por hacer.Y todo el mundo aprendió so-bre la marcha. Por supuesto,abundaron los advenedizos ylas malas prácticas. El autor ase-gura que en las entrevistas larespuesta más repetida por losgrupos ha sido: “Nunca supecuántos discos vendimos. Nun-ca cobré nada del sello”. Hastatal punto fue la frase estrellaque barajó la posibilidad de ti-tular el libro Por favor, págame,un guiño a Por favor, mátame, elrelato firmado por Legs McNeily Gillian McCain sobre la esce-na punk estadounidense de lossetenta, del que adopta su es-tructura oral.

Junto al amateurismo, otrascríticas recurrentes al movi-miento indie fueron su fijaciónpor lo estético, su anglofilia y elmimetismo; la mayoría cantabaen inglés y copió hasta la sacie-dad la música de Sonic Youth,

Pixies, REM, The Smiths y TheCure. También se les achacóuna falta de ambición endémi-ca. Buena parte de las bandasestaban formadas por jóvenesuniversitarios de familias bur-guesas que tuvieron la oportu-nidad de viajar a Inglaterra,aprender el idioma y comprardiscos. Su apuesta por la músicasolo fue un paréntesis hedonis-ta mientras terminaban sus es-tudios e ingresaban en el mun-do laboral. No tenían más obje-tivo que el de pasarlo bien, gra-bar un disco, sonar en Radio 3,salir en la revista Rockdelux y su-birse a un escenario para tocardelante de doscientas perso-nas.

gundo plano”. Más que un mo-vimiento contracultural, lo queel indie provocó fue una rupturaformal, tanto por el uso del in-glés como por la asimilación deunos referentes ajenos a la tradi-ción del pop español. Y si fueuna rebelión, “fue una rebeliónde las élites. Defiende unos valo-res de elitismo y presunta exqui-sitez y se rebela contra los valo-res de fraternidad de la culturapopular”, apunta el crítico Víc-tor Lenore, autor del libro In-dies, hipsters y gafapastas.

Así que no hay que extrañarsede la nula implicación políticaen su discurso. Fue una escenaideológicamente neutra que re-nunció a reflejar la realidad so-cial en sus canciones. No hubogrupos como Dead Kennedys,Fugazi, McCarthy o Housemar-tins. En opinión del periodistaJaime Gonzalo, “la gente ilustra-da que se dedica a la música notiene problemas de conciencia;tiene una vida apacible y acomo-dada, con lo cual su reflexiónpolítica, si la hay, queda en se-

Desde Santurce a BilbaoAunque Madrid y Barcelona

acabaron siendo los centros denegocios y escaparates del indie,buena parte de los protagonis-tas de esta historia surgieron enlugares tan dispares como Alba-cete (Surfin’Bichos), Gijón (Pe-nelope Trip, Australian Blonde,Manta Ray), Burgos (la disco-gráfica Elefant), Granada (LosPlanetas, Lagartija Nick), Ma-llorca (Los Valendas, Sexy Sa-die), Sevilla (Sr. Chinarro), Za-ragoza (El Niño Gusano) y San

Sebastián (Le Mans, Family, LaBuena Vida). Bilbao, Santurtziy Getxo también jugaron un pa-pel destacado, sobre todo enlos primeros años de la escena.

Antes de la explosión, Iñigo yGorka Pastor, dos hermanos deSanturtzi amantes del punk-rock y el garage, fundaron La he-rencia de los Munster, un fanzineque se transformó en la disco-gráfica pionera de la escena in-dependiente. En Munster gra-baron, entre otros, Cancer Mo-on, influyente dúo de noise en-venenado formado por los bil-bainos Josetxo Anitua y Jon Za-marripa. “Cancer Moon fue unpunto y aparte. Quizá sea la ex-cepción a la regla, el reverso te-nebroso a ese indie asténico yromántico. Hasta hoy nadie haconseguido hacer lo que elloshicieron”, asegura Jaime Gon-zalo. Cancer Moon abrió la sen-da por la que luego desfilaríanLos Clavos, El Inquilino Comu-nista y Lord Sickness. Llegabande Getxo, municipio pudienteque se convirtió en un vivero debandas indies gracias al apoyo fi-nanciero del Aula de Cultura.

¿Qué ha quedado de todoaquello? Un puñado de recuer-dos y una sensación de nostal-gia entre quienes vivieron eseperíodo. Los discos realmentememorables pueden contarsecon los dedos de una mano. Y lamayoría de las bandas ha des-aparecido. Solo siguen en acti-vo quienes tuvieron la virtud deperseverar (y cantar en castella-no) como Los Planetas y La Ha-bitación Roja. Según AntonioLuque (Sr. Chinarro), “el indieha quedado como una marcaque ahora usan cuatro festiva-les de verano para darse un po-co de caché entre una tribu ur-bana que, básicamente, vive delpostureo, de aparentar”. “Nocreo que haya ningún legado–reconoce Pedro Vizcaíno, delsello Grabaciones en el Mar–.El 95% de lo que se editó enton-ces no tiene ningún valor. O,perdón, no ha aguantado el pa-so del tiempo. Descartar un95% no es mucho exagerar,¿no?”.

Enrique Viñuela

D

LosgetxotarrasEl InquilinoComunista

La banda indiegranadina Los Planetas

El ‘indie’fue una escenaideológicamenteneutra que renuncióa reflejarla realidad socialen sus canciones

“Mucho ruido y pocas nueces

El libro ‘Pequeño circo’ repasa la historia de la música independienteespañola de los años 90 por boca de sus protagonistas