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MONOGRAFÍA PRESENTADA EN EL MARCO DEL IV CONCURSO BIALET MASSÉ 2014/2015
Precarización Laboral, cómo se hace para ganarse la vida sin perder la
salud
D’AGOSTINO MARIANI Maria Carolina (Coord.) y HERNANDEZ Silvia
Graciela, Ministerio de Salud de la provincia de Buenos Aires
Categoría C: Trabajadores, delegados gremiales y empresarios del sector
estudiados
1. Resumen
La siguiente monografía abordará la problemática de la precarización laboral y para llevar
adelante dicho abordaje realizaremos un breve recorrido histórico para llegar a nuestros días y
poder pensar los efectos de la misma en los trabajadores y en la sociedad.
Nos interesa visibilizar, por un lado, el impacto que tiene sobre los trabajadores la precarización
laboral y, por otro, las dificultades que se presentan en la articulación entre vida laboral,
familiar y social.
Si bien la precarización laboral existe desde hace algunos siglos, los efectos que tiene la misma
sobre los trabajadores no se tienen en cuenta desde hace tantos años y es a causa de este motivo
que consideramos necesario profundizar en su conocimiento, a fin de contribuir al diseño de
estrategias efectivas para su abordaje y para prevenir efectos sobre la salud de los trabajadores.
Entendemos al trabajo como un organizador central en la vida de las personas. Cuando este
ordenador se fractura, afecta directamente a la identidad del trabajador, produciendo
alteraciones físicas, psíquicas y en sus vínculos con los otros.
Nuestra labor como trabajadoras y como delegadas gremiales es aportar y propiciar una
concientización a los empleadores, empleados, trabajadores y públicos en general sobre las
consecuencias negativas del trabajo no registrado y sobre los beneficios de la registración.
Consideramos que disminuir y lograr erradicar la precarización laboral es un compromiso que
nos involucra a todos como actores sociales que somos.
2. Acerca de los autores:
Maria Carolina D’AGOSTINO MARIANI, Profesora y Licenciada en Psicología, empleada
administrativa y delegada de la Asociación de Trabajadores Estatales (ATE) del Ministerio de
Salud de la Provincia de Buenos Aires. Participante de un Proyecto de extensión en la Cátedra
de Psicología Laboral de la Universidad Nacional de La Plata. Actualmente cursando la Carrera
de Especialista en Orientación en Orientación educativa y laboral en ámbitos individuales,
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institucionales y comunitarios de la Facultad de Psicología de la UNLP. Integrante del equipo de
formación del GPSS (Gestión de Políticas Socio Sanitarias). Cursado y aprobado el Curso de
Higiene y Bioseguridad en el Trabajo de los Establecimientos de Salud dictado por Dirección
Provincial de Capacitación para la Salud del Ministerio de Salud de la Provincia de Buenos
Aires. Integrante del Comité Mixto de Salud y Seguridad en el empleo público (CM) del
Ministerio de Salud de la provincia de Buenos Aires.
Silvia Graciela HERNANDEZ empleada administrativa y delegada de la Asociación de
Trabajadores Estatales (ATE) del Ministerio de Salud de la Provincia de Buenos Aires. Formada
en Higiene y seguridad laboral en capacitación realizada para los delegados de la asociación de
Trabajadores Estatales. Integrante del Comité Mixto de Salud y Seguridad en el empleo público
(CM) del Ministerio de Salud de la provincia de Buenos Aires.
3. Introducción
Por medio del presente informe nos proponemos a contribuir al conocimiento del proceso de
precarización laboral y la pobreza económica de una importante porción de la sociedad
argentina en las últimas décadas.
Confiamos que nuestro esfuerzo plasmado en esta monografía puedacontribuir a una mejor
comprensión del fenómeno de la precarización laboral e impulsar nuevos estudios e
investigaciones, para que otros actores sociales realicen nuevos aportes, formulen y pongan en
marcha un pensamiento crítico en relación a las políticas de empleo, y que no se queden
satisfechos solo con una reducción cuantitativa del trabajo no registrado, sino a pensar
propuestas para lograr que desaparezcan este tipo de contratos del ámbito laboral.
Cuando nos referimos a desaparecer el trabajo precario hacemos alusión a una mejor calidad de
empleo, es decir, un empleo registrado y estable, con una remuneración adecuada a la
reproducción de la fuerza de trabajo con una lógica de “igual trabajo igual remuneración”; una
seguridad social eficaz y protectora; la presencia y vigencia de los derechos individuales y
colectivos de los trabajadores, las condiciones y medio ambiente de trabajo que no atenten ni
contra la vida ni contra la salud de los trabajadores y la libertad sindical.
En un contexto de generalizada precarización, también nombrada como precariedad laboral, los
conocimientos sobre esta temática que tenemos como trabajadoras de Ministerio de Salud de la
Provincia de Buenos Aires y como delegadas gremiales de la Asociación de Trabajadores
Estatales de este sector en el nombrado establecimiento, se constituyen en un saber ineludible
para aquellos que sostenemos que debe ser eliminado este tipo o similares tipos de
contrataciones tanto en el plano público como en el privado.
Nos parece de suma importancia desarrollar este tema debido a que la precariedad laboral tiene
consecuencias en la vida del trabajador que lo afectan tanto física y psíquicamente como en el
plano personal y social.
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Haremos hincapié en las distintas situaciones de precariedad laboral y desempleo, en la cual se
encuentra inmersa gran parte de la población. Dichas condiciones contractuales de trabajo se
han profundizado desde la crisis socio económica que la Argentina atravesó en el 2001.
Partimos de la concepción de trabajo y la diferenciaremos del empleo, esto nos posibilitará
hacer un recorrido histórico y conceptual sobre lo que aquí nos convoca hasta desarrollar el
tema de precarización o precariedad laboral. Pasando por temáticas que se relacionan con lo
mencionado y que nos posibilita desarrollar y pensar en forma conjunta esta problemática que
nos atraviesa como trabajadores en nuestro ámbito laboral y/o social. Nuestra intención es
elaborar y brindar insumos que puedan sernos de utilidad a los trabajadores a la hora de realizar
propuestas sustentables para mejorar las condiciones laborales y ser viables en el corto y
mediano plazo.
El sistema de trabajo, es un factor determinante en las organizaciones productivas, por cuanto
delimita la actividad laboral y sus potenciales riesgos psicosociales. Por lo general se asume
como algo dado, frente a lo cual el trabajador debe adaptarse; aún a costa de su salud física y
psíquica.
La precariedad laboral y el desempleo traen aparejada una serie de afecciones psíquicas que
pueden resultar de gravedad para el sujeto, como la pérdida de identidad laboral, depresión,
angustia, ansiedad, entre otras tantas, son características en sujetos que han estado expuestos por
largos periodos de tiempo a estas situaciones laborales.
4. Objetivo del Estudio
El presente estudio, de carácter exploratorio, analiza, desde nuestra visión como trabajadoras del
Ministerio de Salud, los efectos de la precarización laboral en los trabajadores de la salud de la
Provincia de Buenos Aires en el siglo XXI.
Objetivo general
Describir las percepciones que los trabajadores tienen sobre los distintos tipos de contratos
laborales y su impacto sobre la propia salud y su entorno.
Objetivos específicos
Indagar acerca de las percepciones que los trabajadores no registrados actualmente
tienen sobre sus contratos precarios y qué impactos tiene sobre su salud.
Caracterizar las condiciones laborales en las que deben desempeñar su labor los
empleados o futuros empleados.
Generar mayor conocimiento sobre las características de las distintas formas de
contrataciones dentro del denominado trabajo no registrado.
5. Procedimientos metodológicos utilizados
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Para abordar el siguiente estudio sobre la precarización laboral, recurrimos a un enfoque
holístico que nos permitió desarrollar la temática desde distintos puntos y responder qué sucede
en el ámbito sobre el cual analizaremos, y de qué manera impacta a los trabajadores el trabajo
precarizado.
Fuimos consultando diversas producciones escritas sobre el tema, documentos creados sobre la
temática y conversamos con compañeros de nuestro lugar de trabajo que tienen distintos tipos
de contratación (Planta permanente. Planta transitoria y Becas) dentro del sector público.
Recogimos testimonios de compañeros de dos agrupamientos (Administrativos y de limpieza)
que trabajan en el Ministerio de Salud de la Provincia de Buenos Aires.
Se asistió a reuniones de delegados de otros establecimientos pertenecientes al área de salud
donde se trató la problemática de la precarización laboral y con especial énfasis en las becas.
6. Marco teórico o conceptual
Recorriendo la historia para historizar
La siguiente monografía abordará la problemática de la precarización laboral y para llevar
adelante dicho abordaje partimos de la concepción de trabajo que se tenía antiguamente hasta la
que nos parece más adecuada para poder diferenciarla del concepto de empleo. Luego
realizaremos un breve recorrido histórico hasta llegar a nuestros días y poder pensar los efectos
de la misma en los trabajadores a lo largo de la historia de la humanidad y puntualmente en las
últimas décadas en Argentina.
El trabajo ocupa un lugar privilegiado y central en la vida de los seres humanos, a lo largo de la
historia el concepto de trabajo ha sido concebido de distintas formas. Etimológicamente
hablando la palabra «trabajo» deriva del latín tripalium, que era un instrumento de tortura que
consistía en tres palos que se colocaban el cuello del reo, instrumento tremendamente pesado,
torturante, ahí aparece la idea de algo pesado, una carga, algo que impide que nos movamos
como deseamos. El trabajo está estrechamente relacionado con la idea de castigo.
Lejos de esa concepción, si bien el trabajo es un medio de subsistencia, también es una fuente
de placer y valoración, que nos aporta el sentido de la utilidad y de la trascendencia. De su
carácter rutinario o creativo derivarán frustraciones crónicas o bienestar.
Concebimos el trabajo como una actividad social, realizada por las personas, que está orientada
ya sea hacia un fin, a la producción de un bien, o la prestación de un servicio, y que a su vez da
lugar a una realidad objetiva, externa e independiente del sujeto, y es socialmente útil para la
satisfacción de una o las necesidades de la persona y de su familia. El trabajo como actividad
involucra integralmente al ser humano, es decir, que no solamente a sus dimensiones
fisiológicas y biológicas, dado que en dicha actividad se encuentran comprometidas tanto las
dimensiones psíquicas como mentales. El trabajo tiene un significado subjetivo y psicológico,
desarrollado a través de un complejo proceso de socialización y le proporciona a los individuos
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una identidad social.
No puede pensarse al hombre como un individuo aislado porque es incapaz de abastecerse y/o
de subsistir por sus propios medios, desde el primer momento se vincula con el otro sin la
asistencia de quien no podría sobrevivir. El ser humano como sujeto social, es integrado desde
un comienzo a un grupo familiar que lo determina como tal, en donde al mismo tiempo que
satisface sus necesidades, asimila modelos de conductas y paulatinamente, mientras forma parte
de la cultura a la que pertenece, también la construye.
“La utopía está en el horizonte.
Camino dos pasos, ella se aleja dos pasos y el horizonte se corre diez pasos más allá.
¿Entonces para qué sirve la utopía?
Para eso, sirve para caminar”.
Eduardo Galeano
7. Desarrollo del estudio
Tomaremos como punto de inicio del siguiente trabajo a la Revolución Industrial debido a que
la misma fue un proceso que generó una transformación sin precedentes en la economía, en lo
social y en lo tecnológico, con todos los cambios que la misma produjo desde la segunda mitad
del siglo XVIII en Gran Bretaña, extendiéndose unas décadas después hasta gran parte de
Europa occidental y Estados Unidos.
Antes de adentrarnos en la revolución industrial haremos un breve recorrido histórico del
trabajo desde la sociedad Griega, quienes crearon una cultura que sobresalía por su reflexión
intelectual, pero la reflexión acerca del trabajo fue muy pobre a raíz de un fenómeno que
construyó la base material de la polis griega que era el esclavismo. El esclavo era visto como
como una cosa, un objeto que le pertenecía a su amo. En este contexto el trabajo era una función
productiva y el esclavo, por lo tanto, sólo una fuerza de trabajo.
Contemporáneamente, en el Medio Oriente, hubo pueblos que constituyeron una estructura
social de producción comunitaria con relaciones humanas menos complejas, asegurando su
subsistencia en el trabajo de la tierra. El hecho de abastecerse y alimentarse de su producción, es
decir, de su propio trabajo, les posibilitó apreciar el trabajo que ellos realizaban manualmente.
Por otra parte, los hebreos concebían el trabajo como un mal necesario.
En el caso de los romanos, si bien su sociedad se parecía bastante a la sociedad de la Grecia
Clásica, en la complejidad de su organización social, en lo que atañe al concepto de trabajo
hicieron aportes en el ámbito jurídico, para organizar las relaciones económicas, legitimando
casi sin límites la propiedad privada. La libertad contractual era garantizada al extremo de
desconocer al esclavo como hombre, siendo el esclavo una cosa mueble, una cosa utilizada para
arrendamiento. Es el derecho romano quien marca el antecedente del derecho civil moderno,
concibiendo la actividad del trabajo, por primera vez, como un servicio alquilable.
La doctrina social cristiana surge como oposición al Imperio Romano con su estructura clasista.
El cristianismo primitivo rechazó la riqueza y ahorro, manteniendo al hombre fuera del ámbito
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del ocio, donde se le planteó al hombre la necesidad de hacer del trabajo una labor cargada de
espiritualidad.
Posteriormente, en el pensamiento de la sociedad medieval, surge un nuevo modo de
producción llamado la propiedad feudal, donde se daba una relación entre el señor y el siervo, la
modalidad económica consistió en producir solo para el consumo y no para intercambio; el
siervo del feudo fue propietario de sí mismo y de sus cultivos, le pagaba una renta por las tierras
al señor feudal; de esta manera se generaba un regreso a la agricultura en pequeña escala y
también el desarrollo de artesanos independientes.
Este crecimiento de campesinos y artesanos, que tuvo lugar entre los siglos IX y XIII, originó
un cambio en el sistema feudal en cuanto a la producción y explotación, produciéndose
excedentes que enriquecieron a señores y siervos posibilitando el surgimiento de pequeñas
ciudades donde comercializaban sus productos adquiriendo mayor peso el dinero que la tierra,
deteriorándose la vida de los señores y pudiendo los siervos comprar su libertad, ocasionando
un quiebre en el sistema feudal en los siglos XIV y XV.
En la etapa de transición hacia la sociedad feudal es cuando surgen los gremios corporativos,
dichos gremios nucleaban a los artesanos a través de un trabajo considerado digno, útil y
provisto de valor moral; comienzan a nacer instituciones y nuevas normas jurídicas que le daban
protección al trabajador, éste tenía la libertad de elegir la corporación de la que quería formar
parte.
Esta etapa previa al capitalismo tuvo una duración de aproximadamente de tres siglos.
A partir de la Revolución Francesa, la modernidad concebía al Estado principalmente como
reductos de las incertidumbres y productor de seguridad para los individuos y conjuntos
sociales. Desde la Revolución Francesa y para toda la modernidad occidental, se vincularon
fuertemente los derechos ciudadanos con determinados valores del individuo: el derecho pleno
de ciudadanía es para aquellos individuos que sean autónomos, no dependientes o esclavos,
dueños de su voluntad.
Sobre la base de estos valores de la revolución, la sociedad discriminó siempre a aquellos
individuos que mostraban su no integración a la vida social en algunos de los espacios
legitimados: la razón, el acatamiento a la ley, el trabajo. La exclusión social es una pérdida de
ciudadanía, la diferenciación-exclusión social produce daños en la subjetividad de los
individuos.
Hacia fines del siglo XVIII y principios del XIX, se produce la llamada revolución industrial, en
donde la política económica inglesa posibilito el surgimiento del capitalismo industrial, junto
con medidas de orden político que defendieron la libertad de comercio.
La Revolución Industrial, marca un punto de inflexión en la historia de la humanidad, produjo
modificaciones en todos los aspectos y ámbitos de la vida cotidiana. La producción tanto
agrícola como de la naciente industria se multiplicó llamativamente a la vez que disminuyó el
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tiempo de producción.
En la sociedad capitalista, los trabajadores están alienados de su actividad productiva. Los
trabajadores no trabajan para sí, sino para satisfacer sus necesidades. Ellos trabajan para otra u
otras personas que les pagan un salario para subsistir a cambio de utilizarlos en lo que deseen.
Los trabajadores están alienados de sus compañeros de trabajo y generalmente el jefe propicia el
enfrentamiento a los trabajadores entre sí, para poder detectar quien es el que produce más y
trabaja más rápidamente, esto a su vez, propicia hostilidad entre los compañeros generando que
no haya vínculos ni diálogo entre los trabajadores.
El siglo XIX fue un periodo del desarrollo del capitalismo industrial que se caracterizó por un
marcado aumento de la producción, y a raíz de esto se produjo una concentración de la
población en las ciudades. El capitalismo industrial es una nueva etapa del sistema económico,
que hace su aparición en medio de un proceso de las revoluciones políticas y tecnológicas de la
segunda mitad del siglo XVIII. Con esta nueva etapa es superado el denominado capitalismo
comercial, que es también conocido con el nombre de mercantilismo, surgido a finales del siglo
XIV y persistió hasta preceder al capitalismo industrial.
En este momento, la duración de la jornada laboral alcanzaba las 12, 14 y a veces hasta 16
horas. Los salarios eran muy bajos y no alcanzan para asegurar el consumo de las necesidades
básicas. Los trabajadores oscilaban entre períodos de empleo y desempleo que ponían en peligro
la supervivencia de la familia. A las problemáticas nombradas se le sumaban la falta de higiene,
el agotamiento físico, los accidentes de trabajo, una gran tasa mortalidad y una esperanza de
vida muy reducida. Frente a esta situación la prioridad de la clase obrera del siglo XIX era
asegurar la subsistencia, es decir, luchar por la supervivencia y luego por las mejores
condiciones y medio ambiente de trabajo.
En este periodo histórico las luchas obreras tuvieron esencialmente dos objetivos: el derecho a
la vida y la libertad de organización, es decir, libertad sindical. La consigna de los trabajadores
que va a cubrir todo el siglo XIX es la reducción de la jornada laboral.
Sigmund Freud en una nota al pie de página de su escrito “El malestar en la cultura”, caracteriza
al trabajo como una técnica fundamental, un modo o una vía de orientación de la vida, porque
ninguna otra liga tan fuertemente al individuo a la realidad, refiriéndose a la ligazón del
individuo a la comunidad. Es decir, que la ligazón que el trabajo posibilita, responde a una
economía libidinal y social, implica desplazamiento de energía, intercambios de objetos.
Karl Marx nos dice que en el modelo capitalista el trabajador es separado de su producción y
reducido a su fuerza, la cual se vende como una mercancía más, quedando sometida a las leyes
de mercado. Marx va a utilizar el término de enajenación para hacer referencia a la actividad
que arruina el cuerpo y mortifica el espíritu, el trabajo y el resultado del mismo resultan
extraños al trabajador. Dicho trabajador no obtiene satisfacción en el trabajo que realiza, sino
que lo vivencia como un medio para satisfacer necesidades fuera de ese ámbito.
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Cuando Marx escribió: “El capital”, enriquece el análisis sobre la situación enajenada del
trabajo, con una teoría científica sobre la explotación; en donde plantea que la alienación en el
capitalismo, no se da solo en el trabajador respecto de su producto, sino que tiene lugar en
todos respecto del mercado, ya que es el mercado quien regula la voluntad de los hombres.
Para Marx, la manera de superar la alienación que produce le produce el trabajo al hombre,
implica abolir el capitalismo, devolviendo así a la existencia humana, su sentido originario.
Los pensadores Marx y Hegel reflexionaron y hablaron acerca de la conceptualización del
trabajo y el trabajo alienado, revisando el lugar que el trabajo debe tener en la vida del hombre.
Hegel sostuvo, acerca del trabajo, que es una actividad constructiva en la vida individual y
social. Planteó que el trabajo aporta carácter universal a la dimensión humana ya que trasciende
las fronteras del individuo aislado y hace de este un ser y social.
Marx escribe sus Manuscritos Económicos y Filosóficos en 1844, hablando de las regulaciones
básicas entre capitalistas y trabajadores, que por sí mismas, determinan una relación de
explotación. Dado que el trabajo, el producto la actividad, es arrebatado de las manos del obrero
por los capitalistas, poseedores de los medios de producción.
La filosofía de Marx supone una concepción de hombre donde es de importancia destacar dos
premisas: la primera es que el hombre es esencialmente un ser social, y se encuentra
determinado por las relaciones que construyó con los otros hombres. Y la segunda es que su
actividad fundamental es el trabajo debido a ya que condiciona su conciencia y se le presenta
como decisivo en la forma de representarse el mundo.
El Sistema capitalista considera al modo de producción como algo racional y del orden natural,
a diferencia de Karl Marx que ve en este modo de producción, una desnaturalización total del
trabajo, una subordinación al capital, y un fetichismo en la mercancía.
Fue significativo el aporte que realizó Frederick Winslow Taylor, uno de los autores que más
contribuyó a formular una concepción operacional, para "racionalizar" el trabajo humano, que
era aplicable tanto a la organización como a la gestión de las empresas orientadas hacia la
búsqueda de beneficios. Su pensamiento contribuyó a configurar e impulsar el desarrollo
industrial y la introducción de un modelo que, respondiendo a una coyuntura económica, busca
introducir la racionalidad mediante la llamada organización científica del trabajo en las
empresas.
Antes de las propuestas que realizó Taylor, los trabajadores eran responsables de planear y
ejecutar sus labores. A ellos se les encomendaba la producción y se les permitía realizar sus
tareas de la forma que ellos consideraban que era la correcta.
El contexto norteamericano en el que surge el taylorismo es el del último tercio del siglo XIX y
esto explica en buena medida el alto grado de aceptación y la legitimidad que se le otorgara a su
propuesta con el transcurso del tiempo. Debemos tener en cuenta que se trataba de un momento
de fuerte crecimiento económico, con una demanda efectiva que iba creciendo y
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diversificándose debido al mayor nivel del ingreso nacional y a su redistribución. Las
tecnologías que se usaban en las empresas industriales eran muy diferentes; se utilizaban
numerosas y variadas herramientas manuales para hacer exactamente las mismas tareas, y en
menor medida los medios de producción de tipo mecánico, motivo por la cual se requería una
fuerte y gran cantidad de mano de obra calificada. Era necesario emplear grandes cantidades de
mano de obra calificada, durante largas jornadas de trabajo y a bajos costos.
Es en este contexto, que la formulación del taylorismo bajo la nombre de organización científica
del trabajo, creó una aureola científica de racionalidad, eficiencia, objetividad y neutralidad.
Previamente a que se instaurara la OCT en materia de organización del proceso de trabajo, había
una débil dotación de capital por trabajador ocupado y en consecuencia dificultades para
obtener de manera rápida fuertes incrementos de productividad y economías de escala; había
una prolongada duración de la jornada de trabajo con el objetivo de aumentar la producción y
reducir los costos de la mano de obra; entre otros
La concepción que tenía Tylor sobre los seres humanos era muy particular, esto originó una
antropología económica e industrial, simple y cuestionable, pero dotada de coherencia. Según su
teoría todas las personas podían realizar un mayor esfuerzo del que hacían, para ser más
productivas, mejorar la calidad y el cuidado de la producción, de lo que ellas demostraban en un
primer momento. El problema a resolver consistía en encontrar los métodos y las técnicas que
posibilitaran obtener ese incremento de la producción y la productividad permanente pero sin
que ello demandara un esfuerzo físico de tal magnitud que implicara interrumpir con
posterioridad el trabajo por causa de la fatiga o la enfermedad. De esto se desprende la
importancia que asignaba a la dirección científica de las empresas, al sistema de remuneraciones
y a la organización científica del trabajo.
Los principios de la OCT derivan de una particular concepción del hombre en situación de
trabajo que postulaba Taylor. Según él, predominaba de manera generalizada la pereza, la
holgazanería, la tendencia innata al ocio y la vagancia por parte de los trabajadores.
La denominada organización científica del trabajo (OCT) trató de responder a la necesidad
experimentada por los empresarios industriales en la segunda mitad del siglo XIX, de movilizar
la fuerza de trabajo para que se incorporara al mercado laboral, y por otra parte, de reemplazar
la mano de obra artesanal, calificada y cara que se resistía a los intentos de racionalización,
porque se consideraba capaz de organizar de manera autónoma y responsable su propio proceso
de trabajo.
La OCT proponía que se emplearan trabajadores menos calificados que fueran capaces de
llevar a cabo tareas simplificadas y divididas en contrapartida de salarios básicos bajos, pero
ajustables individualmente en función del rendimiento. Esto facilitaría su entrenamiento,
cambiar libremente de un sector a otro a los trabajadores, y ser remplazados rápidamente en
caso de ausentismo y despido. Con posterioridad, el trabajo humano podría ser sustituido más
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fácilmente mediante la operación repetitiva de las máquinas.
La organización científica del trabajo trajo a la división del trabajo el establecimiento de
métodos y tiempos de ejecución, consolidando la alienación del trabajador respecto del
inconsciente y su deseo, y la intrumentalización del cuerpo.
Según las palabras de Taylor, el primer objetivo que tenía la nueva organización científica del
trabajo es el de combinar salarios menos elevados con mano de obra barata. Para ello, se debían
aplicar una serie de principios de la dirección científica de las empresas:
a. Cada empleado del establecimiento, debe recibir cada día una tarea clara y definida,
dicha tarea no debe ser fácil de realizar.
b. La tarea de cada hombre debe aplicarse a una jornada entera de trabajo, y otorgarle al
mismo tiempo las condiciones y adoptar las disposiciones necesarias para que pueda
realizarla.
c. El obrero deberá estar seguro de que si él cumple con su tarea va a recibir una mayor
remuneración.
d. Si el trabajo es realizado por el obrero de manera insuficiente, deberá saber que será
dejado de lado.
e. Cuando alcanzó un alto grado de organización, la tarea asignada debería ser muy
compleja, y solo podrá ser realizada por un obrero excelente.
Dentro de la lógica de producción y acumulación del capital imperante entonces, la OCT se basa
en la sistematización y desarrollo del pensamiento de Frederick W. Taylor (siempre orientado a
lograr los objetivos considerados esenciales para la eficiencia de las empresas):
a. Identificar y apropiarse de los saberes y conocimientos acumulados por los trabajadores,
mediante el estudio de sus gestos productivos con sus correspondientes tiempos y
movimientos;
b. Dividir social y técnicamente el trabajo para simplificar su contenido, reducir la
duración de cada tarea y facilitar su control por parte de los supervisores;
c. Realizar un control estricto, disciplinamiento y racionalización en el uso de la fuerza de
trabajo para lograr aumentar la producción;
d. Buscar una mayor economía de tiempo y movimientos en el ejercicio del trabajo
humano, para aumentar la productividad y reducir los costos unitarios, logrando así
mayores resultados con un menor esfuerzo;
e. Motivar y estimular a los trabajadores de ejecución, para lograr mayor productividad
aparente del trabajo utilizando estímulos monetarios en función del rendimiento
individual; Debilitar la organización sindical de los trabajadores calificados que se
resistían a cambiar sus antiguos métodos de trabajo.
El taylorismo no puede ser reducido simplemente a las técnicas del cronometraje de las
operaciones; consiste al mismo tiempo en una cierta visión del hombre en situación de trabajo,
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en una serie de principios que tienen vigencia permanente cuando se trata de organizar el
proceso de trabajo, y en varios mecanismos y técnicas que no siempre se dan todos de manera
conjunta; los mismos pueden variar sensiblemente a lo largo del tiempo según los países y
ramas de actividad de que se trate.
La tesis central del taylorismo puede sintetizarse de la siguiente manera: la prosperidad es la
finalidad del trabajo conjunto, de la dirección y los asalariados, y depende de la productividad
del trabajo; que sólo será posible si se intensifica el trabajo al eliminar el tiempo muerto.
La lógica taylorista de organización del proceso de trabajo estaba centrada en el individuo, y por
este motivo en los hechos, desconocía la constitución de un colectivo de trabajo, donde se
generara un saber productivo autónomo, se transfirieran los saberes y conocimientos
productivos y se difundieran las innovaciones. Taylor se oponía al trabajo en equipos y por este
motivo, él obstaculizaba la constitución y desarrollo de ese colectivo. Por último, el taylorismo
reducía el margen de autonomía e iniciativa obrera, imponiendo tiempos de trabajo muy
exigentes para realizar una tarea siempre de la "única y mejor manera", y al hacer depender el
trabajo de ejecución de la vigilancia y acción disciplinadora de los supervisores y capataces.
La organización científica del trabajo fue un nuevo paradigma en el proceso de trabajo, la
organización y la racionalización de la producción y estaba apoyado en métodos y técnicas que
consistían en observar, estudiar, analizar y cronometrar todos los movimientos del trabajador,
para poder calcular el tiempo y el costo preciso de cada operación, a partir de los resultados que
arrojaban esos cálculos se establecían normas de producción, que luego eran aplicadas a todos
los trabajadores que realizaban una misma tarea. Los trabajadores debían recibir por parte de
empresa una breve formación especializada que consistía en un aprendizaje por imitación, para
intensificar su trabajo se los estimulaba, con la posibilidad de obtener un incremento salarial por
medio de un sistema de remuneración según el rendimiento.
Desde las primeras décadas del siglo XX, otro modelo o forma de organizar la producción y el
trabajo se implantó selectivamente, primero en las grandes empresas norteamericanas que
manufacturaban series largas de bienes de consumo durable de naturaleza homogénea: dicho
modelo es el fordismo, debe su nombre al proceso de trabajo adaptado e implantado por Henry
Ford en su fábrica de automóviles.
El fordismo continúa la tendencia hacia una mayor división social y técnica del trabajo
desarrollada, por Frederick Winslow Taylor, pero la acentúa y la transforma utilizando otros
tipos de medios de trabajo.
Pero, a diferencia de Taylor, el objetivo principal de Ford para aumentar la eficacia de las
empresas y hacer una mayor economía de tiempo, fue mecanizar lo más posible el trabajo e
incrementar el rendimiento de las máquinas, más que aumentar la productividad directa del
trabajo manual.
Henry Ford innovó en primer lugar en cuanto a la norma de producción, e intensificó la
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mecanización recurriendo a la incorporación de innovaciones tecnológicas al proceso
productivo.
Desde su origen, los trazos característicos del proceso de trabajo fordiano están fuertemente
influenciados por el producto -el vehículo automotriz- y difieren del tayloriano, no solamente
por la gran dimensión de los establecimientos, el elevado volumen de la producción, la exigente
estandarización de los insumos y piezas a ensamblar, la fuerte densidad en capital de los bienes
de producción y los sistemas de fabricación utilizados para intensificar y aumentar la
productividad, sino también porque su espacio social de aplicación fue más vasto, partiendo del
puesto de trabajo y abarcando hasta el consumo y la vida cotidiana del trabajador y de su
familia.
El fordismo implicó al mismo tiempo la necesidad de establecer una coherencia estable entre la
norma de producción con las de consumo y de vida.
En cuanto a lo que podemos denominar la prehistoria de la salud de los trabajadores, vemos
surgir la consigna que va a cubrir todo el siglo XIX: la reducción de la jornada laboral. Sin
embargo es a partir del final de este siglo que se logran las leyes sociales que conciernen
específicamente a la salud de los trabajadores.
El fordismo es sinónimo de altas remuneraciones salariales, esto se hacía para retener la mano
de obra que era escasa en ese momento, estos sueldos les permitía a los trabajadores el acceso a
una norma más elevada de consumo, y así mantener o reactivar la demanda y finalmente la
producción.
Para poder asegurarse la empresa la retención de la mano de obra ya adaptada al nuevo proceso
de trabajo, una gran cantidad de trabajadores estaban empleados a tiempo completo, en
condiciones de estabilidad, para operar sobre un puesto de trabajo y con contratos de duración
no determinada. Esta modalidad de relación de empleo pasó a ser considerada como la forma
normal, es decir, el "verdadero empleo", esto fue así hasta la emergencia de la crisis de los años
setenta.
Para poder incentivar la producción y obtener un consenso implícito de los trabajadores en
cuanto a aceptar un trabajo cada vez más especializado, rutinario, desprovisto de interés,
descalificado y de pobre contenido, se intensifica el control y se recurre a motivaciones
puramente económicas que retuvieran la fuerza de trabajo; estas son esencialmente
gratificaciones que se daban por puntualidad, presentismo y antigüedad en la empresa,
presentadas como formas de participación de los trabajadores en los resultados de la misma,
pagadas siempre que aceptaran las nuevas pautas productivas, adoptaran la cultura de la
empresa y rectificaran sus normas de vida, si así se lo prescribía en lo que actualmente oficina
de personal.
La relación salarial que había impulsado la empresa paulatinamente se teñía más de
paternalismo. Mediante los altos salarios y los beneficios sociales se deseaba asegurar la paz
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industrial, comprometer la lealtad del trabajador hacia la dirección, buscar la integración pasiva
y subordinada, el involucramiento y la cooperación del trabajador con los objetivos de la
empresa, y su rechazo a afiliarse a una organización sindical.
El respeto que debían tener los trabajadores a las normas disciplinarias establecidas y
codificadas en los reglamentos internos de la empresa, debían ser aceptadas en el momento del
reclutamiento, se estimulaba con distinciones o su contraparte que eran la amenaza de sanciones
consistentes en amonestaciones, retrasos en la promoción, suspensiones sin goce de sueldo, y
despidos.
Mediante mutuas concesiones negociadas entre la dirección de las empresas y los directivos
sindicales, se había instaurado un “pacto social" explicitado por medio de una forma
institucional que luego adoptará la de Convenios Colectivos de Trabajo.
El fordismo es el paradigma productivo aún vigente y dominante, ejerce una influencia
determinante sobre el sistema productivo en su conjunto y sobre la lógica de producción y de
acumulación. Sin embargo, las tensiones que se han generado por su propio dinamismo y sus
contradicciones internas propias han generado las condiciones para que entre en crisis.
A partir de la guerra se superan muy importantes etapas, al mismo tiempo que se perfilan
diversas condiciones tanto de trabajo como de salud. El movimiento obrero lucha
constantemente por obtener mejoras en la salud del conjunto de los trabajadores en el ámbito
laboral. A pesar de que se votaran leyes de carácter general, el movimiento obrero no logra que
las mismas sean cumplidas en los distintos sectores y lugares de trabajo.
La organización que lograron los trabajadores se vio reflejada por la conquista fundamental y
primordial que fue el derecho a la vida.
Las últimas medidas sociales en relación a la salud de los trabajadores es una consecuencia de la
segunda guerra mundial y de las conquistas del movimiento obrero durante la resistencia.
Con el período que comienza en 1944, el movimiento obrero continúa luchando para lograr
mejores condiciones de vida dentro de los lugares de trabajo, que trae aparejado la lucha por la
salud; contra las enfermedades y el derecho a la obtención de cuidados médicos. Este segundo
momento de lo que sería la historia de la salud de todos los trabajadores es caracterizado por la
revelación del cuerpo como blanco de la explotación.
La peligrosidad de las máquinas que se utilizaban en las fábricas, los productos industriales, los
gases, los polvos tóxicos y los vapores, entre otros, eran la causa de las afecciones que padecían
los trabajadores en el cuerpo. Desde mediados de la década de 1910 hasta fines de la década del
1960, las condiciones de trabajo van teniendo progresivamente un lugar preponderante dentro
de las reivindicaciones obreras en el tema de la salud, dejando a la lucha por la supervivencia en
un plano inferior. Es así como la consigna que llevaban los trabajadores sobre la reducción de
las jornadas de trabajo cedió su lugar a la lucha por las mejoras de las condiciones de trabajo, la
higiene, la seguridad y la prevención de las enfermedades. Las reivindicaciones de los
14
movimientos obreros estaban lideradas por la consigna de mejores condiciones de trabajo, dicha
consigna maduró en 1968.
La lucha que se llevó a cabo contra la sociedad de consumo y la alienación, son parte del
discurso de Mayo francés de 1968. En ésta época tuvieron lugar huelgas salvajes que confirman
pensar como un punto de referencia histórica dicha fecha, momento en el cual se produce un
reconocimiento por parte del sector empresarial, de la necesidad de poner en su agenda las
reivindicaciones por las cuales venía luchando la clase obrera hace varios años. La lucha que
entablaban los trabajadores por la salud del cuerpo denunciaba y enunciaba las malas
condiciones de trabajo que se tenían en ese momento.
Luego de esta breve introducción que da cuenta de las malas condiciones de trabajo a las cuales
han estado expuestos los trabajadores en relación de dependencia, veremos puntualmente cuáles
eran las condiciones y la coyuntura histórica y social de los trabajadores en Argentina.
El siglo XX ha sido una etapa de profundas transformaciones para las sociedades de la Vieja
Europa. La consolidación de unos modelos democráticos de convivencia, las concentraciones
urbanas, el acelerado descenso de la población activa agraria y el incremento en el sector
industrial y de servicios, el aumento de trabajo extra doméstico de la mujer, la elevación de las
tasas de escolarización de los dos sexos, la secularización, la difusión del bienestar económico y
de las sociedades de consumo, el cambio de la estructuras ocupacionales y la reducción del
paro, han permitido el tránsito de unas sociedades industriales a unas dinámicas sociedades
postindustriales.
En el tránsito del siglo XX al siglo XXI, Europa, al igual que el resto de sociedades
postindustriales, tiene que seguir avanzando y profundizando en los problemas del bienestar, es
decir, de la seguridad y la protección social, de los servicios sociales y sanitarios, de la lucha
contra las antiguas y nuevas formas de pobreza, mediante políticas de creciente «inclusión
social».
Cuenta regresiva para empezar a contar
La cuestión social nos conduce directamente a pensar en términos de generalidad, es decir a
pensar en el hombre como un ser social. Desde que nacemos entramos a un mundo peculiar, a
un ámbito eminentemente humano. Ello significa que vivimos compartiendo hábitos,
costumbres, tradiciones, lengua, valores y leyes con otros seres humanos. Y a esta construcción
con otros la llamamos sociedad. Vivir en sociedad es en suma, desde el punto de vista
sociológico y antropológico: convivir con los otros.
Aristóteles, uno de los más importantes filósofos de la antigüedad griega, define al hombre
como un animal político lo que, entre otros aspectos, busca hacer referencia a esta idea de que
como seres humanos nos organizamos, gestionamos y necesitamos vivir en sociedad. Nacemos
humanos, pero ello no se reduce a lo meramente biológico, lo genéticamente dado en cada uno
15
de nosotros; sino que los seres humanos, al vivir en sociedad, a diferencia de los animales, nos
educamos, nos transformamos a nosotros mismos y transformamos el mundo, nos relacionamos,
producimos y eso es siempre con otros, requiere de la sociedad para poder formarse y
proyectarse como ser humano. Por esta razón el mismo Aristóteles nos dice que fuera de la
sociedad sólo podrán existir los dioses o las bestias.
De esta manera pensar en el problema o la cuestión social no es aislado de la idea de política. Al
hablar de política hacemos referencia a cualquier estrategia que gobierna una determinada
actuación dirigida hacia unos fines dados, por lo tanto implica un cambio, una modificación, ya
sea de situaciones, de sistemas o de prácticas de conducta.
Frente a esto, toda política, toda acción (del gobierno, de grupos, etc.) es acción social, en la
medida en que se plantea en el contexto de un conjunto particular de circunstancias, una
sociedad y culturas dadas y un periodo histórico determinado. Hablar de la cuestión social es
ligarla a la política por acción o por omisión pero indefectiblemente unidas.
La terrible crisis que vivió la sociedad Argentina durante el año 2001, fue la finalización de un
proceso que comenzó en la década del ’70. Durante estos años varios sectores de la sociedad
Argentina se fue empobreciendo y a la pobreza estructural se le sumaron los nuevos pobres, esto
puede explicarse por los bajos sueldos y contratos precarios a los cuales han sido sometidos y
han ido padecido los trabajadores tanto en el ámbito privado como en el estatal.
El día 4 de Junio de 1975, se conocieron los detalles del ajuste neoliberal que pensaba llevar
adelante quien en ese momento era el Ministro de Economía de la Argentina durante el gobierno
de María Estela Martínez de Perón. Las medidas eran la devaluación de más del ciento
cincuenta por ciento, una suba promedio de los servicios públicos del cien por ciento y un
aumento alarmante del combustible.
Las medidas tomadas por el Ministro Celestino Rodrigo, dispararon la inflación licuando las
deudas de gran parte del sector empresarial y disminuyendo enormemente los salarios. Los
anuncios de Rodrigo se realizaron en el momento en que las negociaciones paritarias estaban
finalizando, prácticamente estaba cerrado el acuerdo general de un treinta y ocho por ciento,
pero de repente los gremios se niegan a firmar y el gobierno ofrece un cuarenta y cinco por
ciento de incremento y luego un sesenta y cinco por ciento pero no tuvo éxito. Se retomaron las
paritarias y algunos acuerdos cerraron por debajo del ciento treinta por ciento.
Los sindicatos nucleados en la CGT rechazaron las medidas y finalmente la CGT declarara la
Huelga General, siendo ésta, la primera de toda su historia contra un gobierno peronista. La
calle es ganada por los sectores más combativos del movimiento obrero. En distintos puntos del
país los huelguistas piden que se respete el aumento del cien por ciento que han logrado. El país
es un polvorín y millares de obreros están movilizados.
Finalmente, Rodrigo renunció el 17 de julio, pero más allá del triunfo coyuntural, el país ya no
volverá a ser el mismo debido a que el salario de la mayoría de los trabajadores no logrará
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recuperarse. El golpe de estado del 24 marzo de 1976 ya estaba en marcha.
A partir de mediados de los ’70 se produjo un marcado incremento de la desigualdad y la
pobreza bajo gobiernos de facto, donde los salarios comenzaron a descender afectando al sector
obrero y se generó un cambio del modelo económico. El proceso de concentración de capitales
dio lugar a la constitución y consolidación de grandes grupos económicos que empleaban a
trabajadores con contratos deficitarios, favoreciendo cada vez más a la precarización laboral,
posibilitando a su vez el acrecentamiento de sectores marginales y la exclusión: aparecen
nuevas formas de trabajo no registrado.
La Argentina se vio agitada en esta década por lo que implicó el terrorismo de estado.El 24 de
marzo de 1976, la Junta de Comandantes en Jefe de las Fuerzas Armadas, integrada por el
general Jorge R. Videla, el almirante Emilio Massera y el brigadier Orlando Agosti, derrocó a la
presidente constitucional Ma. Estela Martinez de Perón y asumió el gobierno de nuestro país.
Así, se interrumpía nuevamente un proceso constitucional en el país y se inauguraba el proceso
autoritario más sangriento que registra nuestra historia.
El silencio era propio de la época; la ignorancia que se tejió en torno a lo que acontecía, la
ocultación sistemática de los hechos, les permitió desplazarse con toda libertad. Si bien unos
pocos argentinos sufrían en carne propia lo que sucedía, ya sea por ser perseguidos o familiares
de estos, la población en general vivía inmersa en un engaño inescrupuloso, que le permitía en
algunos casos pronunciar frases como “por algo será”, “algo habrán hecho”.
La dictadura del 76 fue un anti-proceso de elaboración psíquica. El terror tuvo un efecto
paralizante, quedando lo oculto de la historia colectiva y de la historia individual sin posibilidad
de elaboración, y por lo mismo, con duraderos efectos.
A partir de mediados de la década del ’80 los índices de pobreza se incrementan, hay un
aumento de la desocupación y subocupación. La inestabilidad económica de esta década finalizó
con hiperinflación.
La década del 80’ transcurre en sus tres primeros años bajo el gobierno de la dictadura militar,
Después de más de 6 años de producido el último golpe de Estado se consagró como presidente
constitucional el Dr. Raúl Ricardo Alfonsín, luego del acto eleccionario llevado a cabo en 1983.
Alfonsín asume su cargo el día 10 de Diciembre de 1983.
Los primeros años de Alfonsín como gobernante fueron de enfrentamientos con el sector
empresarial, y de medidas que tendían al intervensionismo económico. Los empresarios no
aceptaban las medidas y atacaban a las empresas públicas (ferrocarriles, servicios, etc.); hubo
importantes paros durante su gobierno, y esto generó una gran tensión política y económica que
se reflejaba en el control de precios y salarios, desembocando en una hiperinflación.
Se subsidiaron empresas estatales que tenían grandes pérdidas. También se comenzó a subsidiar
empresas privadas y a cambio de esto, se obtuvo grupos económicos que cada vez invertían
menos de su propio capital.
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El 14 de junio de 1985 Alfonsín y el Ministro de Economía Juan Vital Sourrouille durante su
gobierno, anunciaron por televisión la puesta en marcha del -mal llamado- Plan Austral, por el
que se creaba una nueva moneda, el Austral. Se congelaban todos los precios de la economía, y
se establecía un mecanismo de "desagio" para desindexar los contratos. El Plan Austral en
realidad no fue un plan sino más bien una medida monetarista, que estaba basado en la idea de
que, en una economía con alta inflación durante varias décadas, como la Argentina, el único
modo de lograr la estabilidad era frenando lo que llamaban “inflación inercial”, es decir la
anticipación de la inflación por parte de los agentes económicos. Sólo después podrían atacarse
las causas estructurales.
El Plan Austral comenzó funcionando bien en sus inicios, había gran entusiasmo por parte de la
población en general, quienes percibieron un alivio al frenarse los precios. Pero en realidad
dicho plan se basaba en una medida monetaria asimétrica, el costo recaía en los acreedores,
beneficiando a los deudores.
En 1988 la crisis económica se agrava en la Argentina. Estaba en vigencia el "Plan Austral" que
intentaba lograr una estabilización monetaria, pero en agosto de este año se decidió cambiar a
otro plan, que se denominó "Primavera" ya que el anterior no daba resultado. El Plan Primavera
duró poco tiempo. Los operadores cambiarios rechazaron este plan, porque no generaba
confianza y adicionalmente a comienzos de 1989, el Banco Mundial suspendió su ayuda a la
Argentina.
La hiperinflación, es un fenómeno desconocido por los argentinos, golpeó de lleno en 1989, y
llevó la pobreza de 25% a comienzos de 1989, al récord histórico de 47,3% en octubre del
mismo año.
El acto eleccionario del año 1989, fue ganado por Carlos Menem, quien tomó el poder cinco
meses antes de lo previsto, debido a los conflictos políticos, sociales y económicos que tenía el
gobierno del Dr. Raúl Alfonsín.
Durante el gobierno del presidente Alfonsin se trabajó fuertemente para mantener y sostener la
democracia. Quizás esto haya sido lo que produjo un descuido en el aspecto económico y social,
donde se operó un mayor acrecentamiento de la pobreza, los salarios no tenían poder
adquisitivo, y se observaba muchas carencias, reflejándose en la imposibilidad de satisfacer las
necesidades básicas de los habitantes del suelo argentino.
Luego del pico de pobreza al que se llegó en el año 1989 se observó una baja de la misma hasta
1993, a causa de la disminución de la inflación y el surgimiento de nuevos puestos de trabajo. A
partir del año 1994 los índices de pobreza vuelven a crecer como consecuencia de la recesión y
la caída de los niveles de empleo. Sin embargo ésta tiene características distintas a la nombrada
anteriormente, debido a que en 1989-90, el 60 % de los pobres eran los "nuevos pobres"
llamados de esta manera porque eran producto de la crisis, que si bien tenían ingresos inferiores
a la línea de pobreza, contaban con necesidades básicas satisfechas, como un empleo fijo, obras
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sociales que les permitía el acceso a un sistema de salud privada, servicios, etc.Lapobreza que se
genera a partir del año 1994 es cada vez más estructural, y se encuentra estrechamente vinculada
a empleos precarios y a la ausencia de servicios básicos, además de un ingreso económico
totalmente insuficiente. A partir de la crisis del año 1998 los índices dela misma se encuentran
vinculados a una mayor incidencia de puestos de trabajo precarios.
En los ’90 se produjo un auge de las privatizaciones, muchas empresas públicas fueron vendidas
a grupos privados, se concesionaron servicios estatales como por ejemplo los ferrocarriles, esto
que fue generando un achicamiento del estado. También se produjeron reformas en normativas
laborales que perjudicaban al trabajador, viéndose reflejado en los contratos por un período de
tiempo determinado, períodos de prueba, la reducción de los costos de despido, costos asociados
a enfermedades y accidentes laborales, entre otros.
En esta misma década, se padeció un aumento de la precarización laboral y una muy marcada
baja de la calidad del empleo, que conllevó a un empeoramiento en las condiciones y
medioambiente de trabajo, perjudicando la salud y la seguridad de los trabajadores, ocasionando
un crecimiento de la accidentabilidad. En ese contexto socio histórico se produjo un retroceso
en la participación de los trabajadores en relación al cuidado de su salud y las mejoras de las
condiciones y medio ambiente de trabajo. En el trabajo el empleado se esfuerza, tanto la mente
como el cuerpo se someten a actividades que le exigen dedicación física y psíquica. Por este
motivo debe tenerse muy presente en la organización del trabajo el cuidado de las personas, en
todos los aspectos que hacen a su salud.
En la década del ´90 la desocupación superaba el veinte por ciento de la población activa, el
trabajo no registrado alcanzaba a la mitad de los trabajadores y el salario promedio se
encontraba un treinta por ciento por debajo de la línea de pobreza. A mediados de esa década,
las políticas neoliberales provocaban el aumento de la pobreza y el desempleo; la ola
privatizadora diezmaba al Estado nacional dejando en la calle y sin sustento económico a miles
de trabajadores que perdían su puesto de trabajo.
Se observa que la sociedad argentina ha sufrido una gran reestructuración en las últimas
décadas. El modelo neoliberal reinante a lo largo de los años ‘90 y los acontecimientos que
tuvieron lugar en el 2001, acarrearon graves consecuencias para todos los argentinos, evidentes
en los niveles de desocupación y pobreza alcanzados por esos días. La salud, o mejor dicho, el
sistema de salud no estuvo ajena a estos acontecimientos y se ha visto atravesada por los
mismos.
En el mes de Diciembre del año 2001 todo comenzó a estallar en nuestro país, el presidente de
esta época y quien ese momento era el Ministro de Economía intentaron aplicar un nuevo plan
de ajuste interno, parte del mismo fue el denominado “corralito” que implicó la restricción hacia
quienes tenían depósitos de dinero en efectivo de plazos fijos, cuentas corrientes y cajas de
ahorros, la libre disposición de los mismos. El pueblo argentino, estaba siendo estafado. Como
19
corolario de la situación se cierran distintos comercios, fábricas, etc., y se produce un aumento
alarmante de la desocupación y la pobreza. Durante este proceso gran parte del pueblo argentino
se encuentra obligado a contraponer su identidad a la autoconservación, aparece el temor a
padecer hambre y esto conlleva el surgimiento de contratos usureros y la aceptación de los
mismos por parte de los trabajadores sin tener en cuenta lo que esto implica para ellos y para su
entorno.
Este proceso en su conjunto, trajo aparejado un fuerte desmejoramiento de las condiciones de
trabajo y vida de grandes sectores de la población argentina, provocando serios deterioros en la
salud del colectivo.
Desde el año 2001 para adelante miles de argentinos han obtenido un trabajo que antes no tenían
pero nos encontramos que en muchos casos el trabajo registrado, las condiciones laborales y el
salario no han ido creciendo como si lo han hecho las ganancias de los empleadores.
En el año 2003 se estaba recuperando la actividad económica luego de una de las más profundas
crisis de la historia de nuestro país, sin embargo un gran sector de la sociedad argentina no
percibía este importante cambio.
En la actualidad no han sido eliminadas las cláusulas flexibilizadoras de los convenios
colectivos de trabajo de los años 90 y además se han agregado nuevas. En la denominada
revitalización de la negociación colectiva, las principales cláusulas no salariales negociadas,
corresponden a sistemas de turnos y la flexibilización de la organización de trabajo a través del
desdibujamiento de las tareas y la desaparición del puesto de trabajo.
Somos lo que hacemos para modificar lo que somos.
Retomando el concepto de trabajo y el lugar que tiene el mismo en nuestras vidas y en la
sociedad de la cual formamos parte, entendemos que los seres humanos no trabajamos sólo para
obtener dinero ni lo hacemos sólo para satisfacer una necesidad inherente de crear, sino que
trabajamos por varios motivos, entre ellos podemos nombrar: dinero, interacción social,
búsqueda de estatus social y de sentido.
El trabajo es una actividad social que posibilita al individuo establecer vínculos con los
integrantes de una comunidad y formar parte de la misma como un elemento productor,
obteniendo un lugar, un reconocimiento y una valoración social. Viendo de esta manera al
trabajo, puede ser pensado como una de las más fuertes vías de satisfacción para el ser humano.
La importancia y significación del trabajo varían según el contexto socio cultural en el que las
personas despliegan sus actividades. En nuestra sociedad occidental el trabajo es visto y
considerado como una condición necesaria, aunque no por eso suficiente, para alcanzar el
“éxito” en la vida, es decir, tener acceso y poseer lo que para esta sociedad es lo valorado.
El trabajo puede ser visto desde diferentes ópticas pero a su vez todas son partes de lo mismo,
puede ser pensado como un medio de subsistencia, una fuente de placer y una valoración, que
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nos aporta el sentido de la utilidad y de la trascendencia en la vida. Cuando el trabajo se
transforma en algo rutinario puede derivar en frustraciones crónicas, a diferencia del trabajo que
es vivenciado por el sujeto como algo creativo que le produce a la persona una sensación de
bienestar.
El grado de movilización que el sujeto debe realizar para ejecutar la tarea, los mecanismos
físicos, mentales y psíquicos que debe poner en juego determinarán la carga de trabajo.
La carga física del trabajo, depende de dimensiones estáticas (las posturas) y dinámicas (los
gestos). Pero lo más importante, que está surgiendo como prioridad en los últimos años, es el
impacto de la carga mental y de la carga psíquica del trabajo, las dimensiones que son
propiamente humanas. Cuando trabajamos no sólo movilizamos nuestros músculos y nuestro
cuerpo sino todos los dispositivos de nuestras estructuras mentales: percibimos informaciones,
las identificamos, las procesamos y actuamos. Pero al final realizamos una actividad que no
siempre coincide con la tarea que fue prescripta por quien concibe y dirige nuestro trabajo,
porque por lo general el operador va a modificarla y adaptará las consignas que recibiera como
una condición necesaria para poder hacer con eficiencia su trabajo.
La Carga Física puede adoptar dos modalidades: una de ellas es La carga estática se trata de
posturas durante el trabajo, estar de pie, arrodillado, agachado, etc. Es el esfuerzo físico que se
realiza en condiciones tales que la contracción de los músculos es continua y se mantiene
durante cierto tiempo; y la otra se denomina La carga dinámica se caracteriza por la sucesión de
tensiones y distensiones de los músculo activos, se trata de movimientos musculares, gestos,
desplazamientos con o sin cargas, etc. La presencia de una o ambas determina la Carga Física de
trabajo.
La Carga Mental del trabajo tiene que ver con la puesta en funcionamiento de las estructuras
mentales, la percepción de las informaciones, identificación y reconocimiento de las
informaciones percibidas recurriendo a la memoria inmediata y/o de largo plazo, procesamiento
de la información y adopción de decisiones, la realización de la actividad, que no siempre
coincide con la tarea prescripta, y la evaluación de la misma por el operador. De la acción
conjunta de todos estos elementos derivará la intensidad de la Carga Mental. Algunos
indicadores de esta Carga Mental pueden ser las exigencias de tiempo para realizar la tarea, la
complejidad- rapidez de la misma, la atención, la minuciosidad, etc.
La carga psíquica depende de la iniciativa que es inherente al trabajo demandado, del grado de
ambigüedad acerca de los resultados de la tarea, de la ansiedad que tenemos para ver si lo
producido nos salió bien o mal, del status social o reconocimiento social de la actividad que
hacemos (pues hay muchas diferencias según como nos ven los otros), la comunicación y la
cooperación que establecemos con nuestros colegas y con la jerarquía, los requerimientos que el
puesto de trabajo implica para mantener las relaciones y el contacto con los clientes y usuarios
(ahora se habla tanto de la satisfacción del cliente), la contradicción que emerge de una
21
situación provocada por las necesidades naturales o artificialmente generadas que no son
satisfactorias para el trabajador que ocupa un puesto donde se fabrican precisamente los
productos que harían frente a esa necesidad, la responsabilidad en cuanto al manejo del dinero,
así como la carga psíquica emergente como de una crítica situación política, social y económica
que vive el trabajador y de la cual no puede desentenderse totalmente mientras está en su lugar
de trabajo.
La Carga Psíquica se trata de los aspectos afectivos y relacionales, propios de los
requerimientos de los puestos de trabajo que se ocupan. Esta Carga puede ser intensificada o
provocada por uno o varios de estos factores:
El grado de iniciativa que requiere o exige el puesto de trabajo para que el operador conciba y
ejecute la actividad real, en función del trabajo prescripto, por ejemplo la adopción de
decisiones personales en caso de incidentes. De ello dependerá el grado de autonomía que
tendrá el trabajador, o si este debe realizar tareas repetitivas, monótonas y predeterminadas por
otros que son quienes conciben las tareas;
El grado de ambigüedad acerca de los resultados de la tarea realizada. El poder saber si se
cumplieron o no los objetivos, si el trabajo está bien hecho, etc.;
El status social o el reconocimiento social de la actividad propia de cada puesto de trabajo. Los
trabajos de bajo status no tienen reconocimiento, y eso aumenta la carga psíquica;
La comunicación que se establece desde un puesto de trabajo con los demás pudiendo llevarse a
cabo con otros trabajadores de similar status socio-profesional, con los supervisores o
directores. De esto dependerá que los trabajadores puedan o no hablar con otras personas
durante el tiempo de trabajo, o si pueden desplazarse por su lugar de trabajo para comunicarse
con los demás;
La cooperación que se requiere desde un puesto de trabajo respecto de los demás, que pueden
realizar la misma tarea, si no se consigue esta ayuda por ejemplo puede generar angustia;
Los requerimientos del puesto de trabajo ocasionados por las relaciones o contacto con usuarios,
clientes, público en general. En este tipo de actividades se constata frecuentemente que por la
poca dotación de personal, la frecuencia con la que se forman colas de espera, provocan entre
quienes los atienden estados depresivos o despiertan una cierta agresividad;
La contradicción emergente de la situación provocada por las necesidades (naturales o
artificiales generadas) insatisfechas, ante la percepción de bienes o servicios producidos por
esos mismos trabajadores que no tienen los recursos como para acceder a su uso o consumo. Un
ejemplo de esto son albañiles que construyen casas de muy alto costo monetario, y que por el
valor económico de las mismas es sumamente difícil que lleguen a ser propietarios de una de
ellas;
La responsabilidad que tiene el manejo de dinero, un ejemplo de esto es la presión de depositar
grandes cantidades de dinero que no les pertenecen a quienes lo depositan.
22
La carga emergente, producto de la crítica situación política, social y económica que vive el
trabajador en forma individual y colectiva.
Estas tres dimensiones se diferencian en cada actividad, según sean la complejidad de la tarea,
la intensidad, el apremio de tiempo para concluirlas, la atención y concentración que se requiere
en función de la precisión y de la minuciosidad necesarias.
El trabajo es un fenómeno complejo y multifacético, se trata de una realidad social producto de
la interacción y de la vida humana en sociedad. Cada sociedad a través de sus instituciones y
organizaciones trasmiten valores y creencias sobre el trabajo y socializan a sus miembros en una
determinada cultura. La actividad laboral puede contribuir al desarrollo de la persona y a su
integración social o puede ser un factor fundamental de alienación.
El trabajo es un organizador central en la vida de las personas. Cuando este ordenador se
fractura, afecta directamente a la identidad, produciendo alteraciones en los ritmos vitales del
sujeto. El trabajo le da una estructura a la vida de todos los días, y se puede apreciar por
contraste el tiempo libre.
Puede establecerse una diferenciación entre la concepción de trabajo y la de empleo. Las
personas que desarrollan una actividad de trabajo y están ocupadas, no siempre significa
necesariamente que tengan un empleo. Cuando se piensa al trabajo para obtener a cambio un
ingreso, en calidad de asalariado, de empleador, o actuando por cuenta propia, estamos en
presencia de lo que denominamos empleo. El trabajo puede desenvolverse en el ámbito
mercantil o en actividades sin fines de lucro, y llevarse a cabo sin relación de dependencia o
como asalariado. En el empleo está muy presente la idea de ofrecerse en un mercado laboral por
un salario con regulaciones y normas vigentes en nuestra sociedad.
El empleo, o también denominado trabajo asalariado puede generar alienación en el sistema en
que vivimos, desde el punto de vista económico y/o psicológico, debido a que el sujeto vive
como elección propia lo que en realidad es una imposición, no logrando disfrutar ni ser feliz con
su empleo. Esto puede llevar al sujeto a naturalizar las malas condiciones de trabajo y perdiendo
paulatinamente placer en lo que hace teniendo consecuencias tanto físicas como mentales y
psíquicas hasta la pérdida del empleo, con lo que esta situación conlleva para la vida del sujeto y
su entorno familiar.
El trabajador que no tiene empleo se siente degradado, en tanto que para muchos sectores de
nuestra sociedad, el trabajo está estrechamente ligado a la pertenencia a un grupo. Al no sentirse
parte ni identificarse con el sector de la sociedad al cual si lo hacía cuando tenía un empleo es
devastador y frustrante para el sujeto porque no cumple con los patrones culturales, lo dicho se
manifiesta y se observa en la falta de esperanza en la búsqueda de empleo ante la oferta
existente en el mercado laboral.
Estar sin empleo margina al sujeto ya que no forma parte de la comunidad como un elemento
productor, ni del consumo, y es aislado socioculturalmente. Por este motivo el desempleo
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sostenido durante un tiempo prolongado produce patologías individuales y colectivas
relacionadas con la frustración.
La crisis en la estabilidad laboral deriva en la incertidumbre en el empleo o desempleo,
acarreando a la evidente la desprotección social y repercutiendo en el sujeto a una
desorganización estructural a nivel psíquico.
Sabemos que todas las personas son potencialmente vulnerables frente a la desocupación, pero
dicho riesgo no afecta a todos por igual. La persona que se encuentra en condiciones de tener un
empleo y sin embargo no lo tiene, está en una situación de vulnerabilidad y es susceptible de ser
dañada, al no poder acceder al efectivo cumplimiento de los Derechos Humanos fundamentales.
La palabra vulnerabilidad deriva de herida y hace referencia a la persona que es susceptible a ser
dañada de distintas maneras; esto puede verse por ejemplo en una persona que no adquirió
determinados hábitos, si tiene la suerte de poder llegar a la escuela tiene grandes posibilidades a
ser expulsada de la misma, lo mismo le puede ocurrir en otros ámbitos de la sociedad como el
laboral. El grado máximo de vulnerabilidad es el que pone en riesgo la vida de una persona, a
veces esa vulnerabilidad es más psíquica que social.
La dificultad que tiene para el sujeto encontrar empleo y a su vez lograr cierto grado de
estabilidad en el mismo, posiciona a la desocupación y la exclusión como grandes problemas
generadores de nuevas problemáticas y patologías tanto individuales como sociales y culturales
incidiendo profundamente sobre la calidad de vida de la comunidad.
Puede decirse que en la sociedad actual el trabajo es fundamental y a su vez es una de las
principales actividades de las sociedades industrializadas, en estas sociedades, las personas
adultas dedican gran parte de su tiempo a trabajar o a realizar actividades relacionadas con el
trabajo. La mayoría de las personas adultas aspiran a tener un empleo que le brinde estabilidad
laboral, independencia y el reconocimiento como sujetos de derecho.
Partimos de la idea de que el derecho a trabajar representa un derecho fundamental de las
personas reconocido por nuestra Constitución Nacional que encuentra su fundamento en los
principios de dignidad y autonomía de cada persona.
Entendemos al trabajo como un derecho en sí mismo; pero a su vez es un canalizador y
facilitador de otros derechos que permiten efectivizarse a través de la actividad laboral y
constituye una parte inseparable e inherente de la identidad y dignidad humana.
Fue el trabajador quien ha encarnado el rol protagónico en la larga e interminable lucha por
hacer del trabajo un derecho fundamental para la vida de las personas humanas.
La Declaración Universal de los Derechos Humanos que ha sido adoptada y proclamada por la
Resolución de la Asamblea General el 10 de diciembre de 1948, está constituida por un
preámbulo y treinta artículos, que recogen derechos civiles, políticos, sociales, económicos y
culturales. Su preámbulo se inicia con las siguientes palabras: “Considerando que la libertad, la
justicia y la paz en el mundo tienen por base el reconocimiento de la dignidad intrínseca y de los
24
derechos iguales e inalienables de todos los miembros de la familia humana…”
La Asamblea General proclama la Declaración Universal de Derechos Humanos como un ideal
común que todos los individuos, pueblos y naciones deben tener una inspiración constante en
ella, y promover, mediante la enseñanza y la educación, el respeto hacia nuestros derechos y
libertades, y asegurar su reconocimiento y aplicación universales y efectivos, entre los pueblos
que son estados miembros como los de los territorios bajo su jurisdicción.
La Declaración Universal de los Derechos Humanos se consolida como texto legal fundamental
en nuestro país en el momento en que adquiere rango constitucional con la reforma de nuestra
Constitución Nacional en el año 1994.
El Estado como garante de los Derechos Humanos, a partir de la incorporación de la declaración
con rango constitucional de los documentos internacionales que los contemplan mediante la
Reforma realizada en el año 1994, tiene la obligación, a través de sus diversas Instituciones, de
dirigir el sentido de sus prácticas y sus producciones en la consecución de esos objetivos.
La Declaración de los Derechos Humanos en los artículos 23, 24 y 25 hace alusión al ámbito
laboral de la siguiente forma:
Artículo 23
1. Toda persona tiene derecho al trabajo, a la libre elección de su trabajo, a condiciones
equitativas y satisfactorias de trabajo y a la protección contra el desempleo.
2. Toda persona tiene derecho, sin discriminación alguna, a igual salario por trabajo igual.
3. Toda persona que trabaja tiene derecho a una remuneración equitativa y satisfactoria,
que le asegure, así como a su familia, una existencia conforme a la dignidad humana y
que será completada, en caso necesario, por cualesquiera otros medios de protección
social.
4. Toda persona tiene derecho a fundar sindicatos y a sindicarse para la defensa de sus
intereses.
Artículo 24
Toda persona tiene derecho al descanso, al disfrute del tiempo libre, a una limitación razonable
de la duración del trabajo y a vacaciones periódicas pagadas.
Artículo 25
1. Toda persona tiene derecho a un nivel de vida adecuado que le asegure, así como a su familia,
la salud y el bienestar, y en especial la alimentación, el vestido, la vivienda, la asistencia médica
y los servicios sociales necesarios; tiene asimismo derecho a los seguros en caso de desempleo,
enfermedad, invalidez, viudez, vejez u otros casos de pérdida de sus medios de subsistencia por
circunstancias independientes de su voluntad.
En el Artículo Nº 14 bis de nuestra Constitución Nacional se establece que el trabajo en sus
diversas formas gozará de la protección de las leyes, las que asegurarán al trabajador:
condiciones dignas y equitativas de labor; jornada limitada; descanso y vacaciones pagados;
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retribución justa; salario mínimo vital móvil; igual remuneración por igual tarea; participación
en las ganancias de las empresas, con control de la producción y colaboración en la dirección;
protección contra el despido arbitrario; estabilidad del empleado público; organización sindical
libre y democrática reconocida por la simple inscripción en un registro especial.
En especial, la ley establecerá: el seguro social obligatorio, que estará a cargo de entidades
nacionales o provinciales con autonomía financiera y económica, administradas por los
interesados con participación del Estado, sin que pueda existir superposición de aportes;
jubilaciones y pensiones móviles; la protección integral de la familia; la defensa del bien de
familia; la compensación económica familiar y el acceso a una vivienda digna.
En 1998, la OIT compromete a los Estados Miembros a respetar y promover los principios y
derechos comprendidos en cuatro categorías, hayan o no ratificado los convenios pertinentes.
Estas categorías son: la libertad de asociación y la libertad sindical y el reconocimiento efectivo
del derecho de negociación colectiva, la eliminación del trabajo forzoso u obligatorio, la
abolición del trabajo infantil y la eliminación de la discriminación en materia de empleo y
ocupación.
La Declaración establece claramente que estos derechos son universales y que se aplican a todas
las personas en todos los países - independientemente del nivel de desarrollo económico.
El empleo impone una estructuración del tiempo y de los ritos, hábitos y costumbres al
trabajador y su familia. La estructuración temporal de la jornada forma parte del proceso de
socialización: desde los inicios, la escolaridad implica la participación en un tiempo social
organizado. El trabajo es un organizador central en la vida de las personas. Cuando este
ordenador se fractura, afecta directamente a la identidad, produciendo alteraciones en los ritmos
vitales del sujeto.
El sistema de trabajo, es un factor determinante en las organizaciones productivas, por cuanto
delimita la actividad laboral y sus potenciales riesgos psicosociales.
Dentro de la población de un país pueden diferenciarse tres categorías: una es la
económicamente inactiva, la otra es la población económicamente activa (PEA) que está
compuesta por los ocupados (plenos y subocupados) y la tercera son los desocupados. A su vez,
dentro del grupo de los ocupados pueden identificarse dos grandes grupos o segmentos: las
personas que están registradas (declarados ante el Ministerio de Trabajo, Empleo y Seguridad
Social e incluidos dentro del sistema de seguridad social) y las que no lo están. Entre los
trabajadores y las trabajadoras que se denominan tradicionalmente “informales” encontramos a
quienes están registrados como a los que no lo están.
La situación del asalariado o de la asalariada que no está registrado o “trabajador en negro” es
de una plena desprotección: dichos trabajadores y trabajadoras son los que más apartados están
de las formas “típicas” del empleo, no tienen con garantías de estabilidad, de seguridad y con
contratos de duración por tiempo indeterminado.
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La precarización o también nombrada precariedad laboral se refiere a la inseguridad en el
mercado de trabajo como son las condiciones de empleo, subempleo y desempleo del trabajador,
con la incertidumbre y la falta de garantía de condiciones socioeconómicas mínimas y
suficientes para una supervivencia digna que afecta a los trabajadores y entorno familiar y
social.
Ante la pregunta sobre que es la precarización laboral se pueden dar una diversidad de
respuestas que posibiliten al trabajador pensar sobre su condición laboral, generalmente
empiezan a trabajar sin tener en claro cuánto van a cobrar, suelen ser contratos por tiempo
determinado, no hay recibo de sueldo o el que se les da es ilegal, no tienen obra social. La gran
mayoría de las veces se los obliga a los trabajadores a ser monotributistas, es decir, que deben
presentar facturas para cobrar. No se garantizan condiciones y ambiente de trabajo acordes a la
legislación, ni ropa ni seguridad social. El futuro de los trabajadores precarizados es incierto y
esto genera una inestabilidad muy importante en la vida del trabajador que lo afecta
anímicamente y en su forma de relacionarse con los otros.
Con el término de precarización laboral se denomina a los procesos de flexibilización laboral o
como serían los contratos temporales, la bajada de los salarios, la inexistencia de cobertura
social, ausencia de indemnizaciones, entre otros. El proceso de precarización va de la mano de
un empeoramiento de las condiciones de trabajo. La precariedad, al estar asociada a la
inestabilidad de la conservación del empleo y esto conlleva lógicamente a la incertidumbre
acerca de los ingresos presentes y futuros, puede conducir a gran parte de los trabajadores a
situaciones de exclusión, imposibilitando una plena integración económica y social.
El proceso de precarización se evidencia en lo económico con los bajos ingresos, suspensiones,
despidos, reducción salarial, etc. y en lo jurídico con la implementación de diferentes tipos de
contratación que legalizan formas precarias de inserción laboral, o el no cumplimiento de las
leyes. Ambos aspectos se complementan y confluyen en un proceso dinámico. La inestabilidad
laboral produce en el trabajador desprotección e inseguridad socio laboral que oscila entre
ocupación, desocupación y subocupación.
El contrato de trabajo del asalariado no registrado existe desde el momento inaugural de la
relación salarial, aunque no esté formalizado en un contrato ni tenga una duración establecida.
El trabajo en negro es una de las formas más extremas de precariedad. Quien trabaje en dichas
condiciones no tiene derecho a la garantía de estabilidad en el puesto de trabajo en el que se
desarrolla ni al preaviso e indemnización en el caso de que sea despido. La persona no está
protegida por el resto de la legislación laboral, de seguridad social ni en materia de condiciones
y medio ambiente de trabajo. Carece de acceso a la cobertura médico-asistencial paga tanto para
él como para su familia, no tiene derecho al cobro del salario familiar, del seguro de desempleo
en el caso de ser despedido, ni a la indemnización en caso de accidentes de trabajo o
enfermedades laborales, y al no estar normalmente afiliado ni cotizar en el sindicato no puede
27
acceder a los servicios o beneficios sociales que éste gestiona. Al no poder certificar su relación
salarial, se presentan dificultades para gestionar su documentación de identidad o su permiso de
residencia en el caso de ser de nacionalidad extranjera. No puede figurar y formalizar como
firmante en carácter de titular cuando para alquilar inmuebles, entre otros.
La flexibilidad laboral es uno de los pilares del neoliberalismo. Cuando nos referimos a
precarización laboral, hacemos alusión a la incertidumbre, inseguridad y la falta garantía de las
condiciones socio-económicas- en el plano laboral- de grupos sociales en términos específicos o
generales.
La flexibilización laboral es una herencia que nos dejó la década del 90 y tiene como resultante
los salarios paupérrimos, temor constante por ser despedido injustamente, falta de protección
laboral, entre otros pero sobre todo quien trabaja en estas condiciones tiene una profunda
sensación de incertidumbre constante.
Las distintas situaciones de precariedad laboral y desempleo que afecta a gran parte de la
población se han profundizado desde la crisis socio económico que la Argentina atravesó en el
2001.
En el año 2003 la Organización Internacional del trabajo (OIT) estimó que en la Argentina la
informalidad en el mercado laboral afecta aproximadamente al 44% del total de los ocupados.
Este dato es alarmante porque da cuenta de que la mitad de las personas que trabajamos en
nuestro país lo hace bajo contrataciones precarias.
Con pérdida del salario real, inflación elevada entre el 30 y el 40%, y caída en el nivel de
actividad, el 2014 se presentó como uno de los peores años en términos macroeconómicos desde
el colapso de 2002. Dicho incremento de la inflación, se explica en buena medida por la
devaluación del 23% del peso contra el dólar en enero del 2014.
La mencionada devaluación también generó una caída en el nivel de la actividad. Diversos
sectores como son la industria automotriz, la construcción y la actividad inmobiliaria vieron
afectados sus precios por la variación del tipo de cambio.
Los principales perjudicados por esta combinación de desaceleración e inflación fueron los
trabajadores quienes se vieron afectados por recorte de horas extra, despidos y el deterioro del
poder de compra de sus salarios.etc. Los problemas en el sector laboral tuvieron un impacto
directo en el consumo y el empleo.
Muchos trabajadores están expuestos a riesgos laborales generados por a las condiciones
derivadas del empleo precario y a la presión que sienten determinados sectores de la sociedad
para satisfacer las exigencias de la vida laboral moderna. La reestructuración de la organización
del trabajo, los recortes de personal, la subcontratación y la contratación de empresas privadas,
la tercerización, entre otros, tienen efectos en las condiciones de trabajo. Combinados con otros
factores, dichos cambios han conducido a generar un aumento del estrés y otros trastornos de la
salud mental relacionada con el trabajo, tendencias que suelen intensificarse durante las crisis
28
del mercado.
La economía informal se expandió en la actualidad abarcando un gran número de trabajadores
en muchos países, concretamente de los países en vías de desarrollo. También aumentó el
número de trabajadores que vienen de otros países tanto limítrofes como no, debido a la
situación a la necesidad de tener un empleo para poder satisfacer sus necesidades básicas para
vivir a menudo están obligados a aceptar empleos en donde no se respetan las normas de
seguridad, los salarios son muy bajos y las condiciones de trabajo totalmente insuficientes.
Los trabajadores jóvenes frecuentemente suelen realizar trabajos que conllevan riesgos para su
salud y en condiciones precarias, esto tendrá consecuencias a largo plazo en la salud y la calidad
de vida de dichos sujetos. Los jóvenes suelen aceptar empleos con malas condiciones, esto
puede pensarse en relación a su falta de experiencia, formación, del desconocimiento de sus
propios derechos y obligaciones, ni de las responsabilidades de su empleador y la necesidad de
obtener un salario para poder mantenerse o llevar a delante sus estudios.
Con la precarización laboral no solo se perjudica el trabajador sino que también lo hace el
empleador ya que al tener a sus trabajadores registrados evita la posibilidad de tener sanciones
administrativas y condenas judiciales. El trabajo registrado genera una mejor relación entre los
mismos empleados ya que se combate la competencia desleal y hay una disminución de la
evasión tanto previsional como fiscal.
En el Ministerio de Salud y en el resto de las reparticiones públicas, tener y sentir estabilidad en
el cargo, es inherente a estar nombrado en planta permanente, el otro tipo de contrataciones
existentes no lo son.
En la actualidad, dentro de nuestro lugar de trabajo, se producen frecuentes situaciones y hechos
que dan cuenta de la inestabilidad laboral, los mismos son escuchados en el discurso de nuestros
compañeros en situación de precarizados:
"Pobre negra está un poco mal, con la vieja grave, internada que hoy falleció, y no la dejaron
salir"
"El chico nuevo se calló en la escalera y se fracturo, lo echaron, le dijeron que ellos no sabían si
se habíalastimado antes de contratarlo"
"La mandaron a Pergamino, porque dicen que están en su derecho de trasladarlo, que si no le
conviene se vaya, que hay muchos haciendo cola esperando ocupar su lugar. Y tuvo que irse,
tenía más horas de viaje que de trabajo"
"Se tomó carpeta, le dicen que no le corresponde, que venga como este porque le mandan el
telegrama, y que va a hacer vino, sino la rajan”
"Deja de quejarte!, al final las quieren todas!, yo estuve diez años hasta que me nombraron, y
vos no te conformas con una beca, dale !!! hace lo que te dicen he!sino te pongo falta sin aviso y
te lo descuentan"
"Estoy cubriendo de 8 a 22, y si hace dos meses sin francos, me viene bien la plata, además
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tengo que hacer buena letra para que me pongan en blanco"
“Un compañero mío estuvo un mes todas la noches con hielo en la rodilla y antiinflamatorios,
porque se torció la pierna trasladando a un paciente en la clínica,no podía descansar, había que
hacer buena letra"
“El 30 de Diciembre del 2014, después de algo de tres o cuatro años de estar precarizado,
blanquearon a mi hijo y a otros más. De los diez compañeros, cinco pasaron a estar en blanco, a
los otros cinco como regalo de fin de año, los echaron. Me alegre enormemente por él, pero no
deje de pensar y se me cerraba la garganta por los que se quedaron desocupados”.
Luego de escuchar estos dichos no podemos hacer oídos sordos a lo que subyace el discurso de
nuestros compañeros, salta a la vista cuáles son sus condiciones contractuales en las cuales se
encuentran y como son vulnerados sus derechos como trabajadores.
El trabajador debe estar bien informado sobre lo que implica tener un trabajo registrado y que el
mismo no tiene como consecuencia una disminución del salario. Desde el inicio de la relación
laboral el trabajador debe estar registrado ya que el período de estar a prueba no exime al
empleador de que registre al empleado.
El Dr. Julio Cesar Neffa conceptualiza al trabajo como “actividad humana, realizada por una o
varias personas, orientadas por una finalidad: la producción de un bien o la prestación de un
servicio para la satisfacción de necesidades sociales”
Desde la OIT, el trabajo decente, está determinado como trabajo productivo, satisfactorio tanto
en cantidad como en calidad, en condiciones de libertad, seguridad y dignidad, donde los
derechos son respetados para todos por igual, con una remuneración adecuada y con el beneficio
de una obra social.
El Trabajo decente es un concepto que busca pronunciar lo que debería ser, a nivel mundial, un
empleo digno. Un trabajo que dignifica y permita la plenitud del desarrollo de las capacidades
con las que cada sujeto cuenta no es cualquier trabajo; el trabajo decente es el que se realiza con
respeto a los principios, derechos laborales fundamentales, un ingreso justo y proporcional al
esfuerzo realizado, y sin cualquier tipo de discriminación.
En el año 1999, Juan Somavia -primer director general de la OIT (fundada en 1919) proveniente
del hemisferio sur- exhibió su memoria "Trabajo decente”. En la misma introduce dicho
concepto, caracterizado por cuatro objetivos importantes: los derechos en el trabajo, las
oportunidades de empleo, la protección social y el diálogo social. Cada uno de estos objetivos
cumple una función en el logro de fines más abarcativos como son: la inclusión social, la
erradicación de la pobreza, el fortalecimiento de la democracia, el desarrollo integral y la
realización personal
Para la OIT la forma más consistente de analizar la situación de quienes se encuentran en la
economía informal es en términos de déficit de trabajo decente. Los trabajos en malas
condiciones, improductivos y no remunerados que no están reconocidos o protegidos por la ley,
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la ausencia de derechos en el trabajo, la inadecuada protección social y la falta de representación
y de voz se producen más en la economía informal, especialmente en el extremo inferior que
constituyen las mujeres y los trabajadores jóvenes.
La mayoría de los Estados Miembros de la Organización Internacional del Trabajo se han
comprometido a poner en funcionamiento los Programas de Trabajo Decente por País, muchos
de los cuales hacen hincapié la necesidad de mejorar el sistema de seguridad en el trabajo (SST)
para todos los trabajadores.
8. Conclusión
Para pelear contra la precarización hay que recuperar el orgullo de ser trabajador.
El reconocimiento de la existencia de un problema social es tan difícil de precisar como la
necesidad social. También los problemas sociales tienen su componente histórico. La evidencia
de un problema social depende de dos fuentes: de la existencia de carencias y de la decisión del
grupo social, en el que se presente, de que dicha carencia es un problema social
El trabajo es un organizador central en la vida de las personas. Cuando este ordenador se
fractura, afecta directamente a la identidad, produciendo alteraciones en los ritmos vitales del
sujeto. El trabajo le da una estructura a la vida de todos los días, y se puede apreciar por
contraste el tiempo libre.
Existen actividades autónomas que no son valorizadas por el mercado o el poder, pero que
cuentan, en cambio, con valor reconocido dentro de redes sociales más reconocidas: el
florecimiento de actividades informales y toda la creatividad e inventiva vinculados al deseo de
realizarse o sobrevivir.
Cuando es reconocida la calidad del trabajo que realiza un empleado, quiere decir que adquieren
sentido sus esfuerzos, angustias, decepciones. El trabajador siente que su sufrimiento no fue en
vano y que ha contribuido a la organización del trabajo y a su vez todo esto ha hecho de si un
sujeto diferente del que era antes del reconocimiento, se ha transformado gracias a la propiedad
transformadora que tiene el trabajo. Ese reconocimiento que el sujeto obtiene de la mano del
trabajo puede ser transferido al registro de la construcción de su propia identidad. Dicha
construcción es sumamente importante ya que la identidad constituye la armazón de la salud
mental. El sujeto que no se encuentra reconocidopor su trabajo enfrenta a su sufrimiento. Dicho
sufrimiento sólo genera sufrimiento, y de esta manera se ingresa dentro de un círculo vicioso, y
que es totalmente desestructurante, capaz de desestabilizar la identidad y la personalidad y de
causar enfermedades mentales.
A pesar de los avances que se han producido en la materia laboral, nos encontramos con la
persistencia de problemáticas en el ámbito laboral que demandan mayores esfuerzos desde el
Estado y los actores sociales y que deben ser encaradas a través de la implementación, puesta en
vigencia y/o profundización de políticas públicas de amplio alcance.
31
La creación de empleo de calidad es fundamental para poder avanzar en la disminución del
trabajo no registrado, que ronda el 33% del empleo asalariado. Entendiendo que el empleo no
registrado constituye una de las problemáticas más graves del mercado de trabajo en Argentina.
Uno de los problemas más graves con los cuales nos encontramos es la presentación que tiene el
trabajo no registrado como algo del orden de lo natural e imposible de ser enfrentado. Muchas
veces se piensa que tener un contrato precario es parte del proceso que debe transitar un sujeto
para luego tener un trabajo registrado o ser pasado a planta permanente.
La transformación que han padecido muchos empleos del sector público en trabajos precarios
como consecuencia de la privatización y la subcontratación, o mediante recortes
administrativos, acentúa la inminente necesidad de que todos los empleados estatales puedan
negociar colectivamente sus condiciones de trabajo, de salario y de contratación. Como
empleadores, sería sumamente importante que los gobiernos den el ejemplo. Los servicios
públicos de calidad resultan indispensables a la hora de pensar y apostar a un crecimiento
sostenible, y no pueden fundarse en el empleo eventual.
La organización y la movilización de los trabajadores, y en particular la inclusión de
trabajadores precarios es muy importante para dar cuenta que es sumamente necesario modificar
las condiciones de trabajo y para esto se requiere de un amplio espectro de formas establecidas e
innovadoras de movilización y organización. Es por este motivo que el movimiento gremial está
en mejor posición que otras organizaciones para transformarse en el portavoz de los
trabajadores a la hora de los reclamos y las reivindicaciones.
Entendemos al trabajo como una actividad social, donde los trabajadores se relacionan,
conforman grupos, creando sus reglas de oficios o ideologías defensivas frente a los riesgos que
están expuestos, constituyendo un “Colectivo de Trabajo”.
Como el Trabajo es una realidad compleja y multidimensional, los riesgos en el sector de trabajo
se presentan de forma conjunta y no de manera separada. Además, dentro de los
establecimientos y a su vez en el medio ambiente de cada puesto de trabajo, los riesgos
interactúan entre sí de manera combinada y lo que ocurre frecuentemente es que estos se
potencian. Sumándose esta situación de gran gravedad al contrato laboral de la persona no
registrada se constituye un coctel de extremo peligro para el trabajador.
Las condiciones de trabajo se modifican permanentemente a través del tiempo, es decir, que no
son estáticas, y esto se debe al impacto que producen los cambios científicos y tecnológicos, es
por este motivo que deben ser evaluadas y mejoradas constantemente. Cada año se fabrican
nuevos insumos y productos, se conciben nuevos procesos productivos y por lo tanto los
estudios hechos en el pasado sobre un lugar de trabajo quedan rápidamente obsoletos.
Las condiciones generales de vida de los trabajadores asalariados van a depender básicamente
de las remuneraciones directas, es decir el salario; de las remuneraciones indirectas, como son
las prestaciones de la seguridad social y, de los medios y servicios públicos a los cuales se puede
32
acceder para satisfacer las necesidades básicas y esenciales.
La realidad política, económica y social de un país cambia permanentemente (programas
económicos, comisiones, paritarias, etc.), la realidad interna de los establecimientos también
cambia (la incorporación de nuevas tecnologías, el cambio en la organización del trabajo, etc).
Actualmente el empleo público en el país aumentó, pero también se produjo un llamativo
aumento de los contratos precarios. En el ámbito municipal inventaron hasta la más baja
categoría del empleado público, este es el motivo por el cual el empleado municipal de todos los
trabajadores estatales es el que está en las peores condiciones.
Es prioritario y de suma importancia introducir en la agenda política del gobierno tanto
provincial como nacional, de los gremios y la comunidad, la preocupación por la situación de
desempleo y trabajo precario.
Consideramos de fundamental importancia que el Ministerio de Trabajo a través de la
Subsecretaría de Empleo tenga como prioridad la promoción del ingreso nuevamente al
mercado formal de trabajo a las personas que actualmente se encuentran desocupadas, y la
creación y elaboración de políticas, programas, proyectos, etc., que tengan como objetivo de
aumentar la inserción de los sujetos que se encuentran sin un empleo.
A fines del año 2014 desde la Asociación de Trabajadores Estatales se logró, luego de años de
lucha, el pase a planta permanente de 5000 trabajadores estatales que poseían becas, es decir,
que estaban bajo contratos precarizados. El Estado Provincial accedió a ampliar su plantilla de
empleados permanentes en 5000 trabajadores, todos ellos dejarán de tener contratos temporarios
y pasaran a ser planta permanente en sus distintos lugares de trabajo.
Al ser actores de la sociedad somos a su vez motores de cambio. Somos quienes denunciamos y
enunciamos las problemáticas que nos interesan o nos afectan en nuestros las encontramos en
nuestros lugares de trabajo día a día. El poder dar cuenta de lo que no funciona nos permite
poder hacer algo para modificar esa realidad que terminará por transformar nuestras condiciones
de trabajo.
9. Propuestas de mejora de la situación estudiada en esta monografía:
Nuestra propuesta para mejorar la situación estudiada se relacionan con poder empoderar a la
clase trabajadora y esto se ve reflejado en los siguientes puntos:
a. Promover la capacitación y la formación de los trabajadores en sus puestos de trabajo.
b. Que todos los trabajadores tengan las mismas oportunidades, es decir, igualdad de
oportunidades y que sean tratados de la misma forma.
c. Proveer a todos los trabajadores de los elementos de seguridad y prevención necesarios
y que se correspondan a cada sector, capacitando, controlando y exigiendo el
cumplimiento del uso de los mismos para el cuidado de su salud y la de sus compañeros
de trabajo.
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d. Hacer los relevamientos, controles y/o inspecciones necesarios de rutina de todos los
sectores (maquinarias, electricidad, vestimenta, etc.)
e. Conformación de los Comités Mixtos de Salud y Seguridad en el empleo público en
todas las dependencias estatales. Siendo este un espacio que a través de los integrantes
del mismo, puedan ser representadas y escuchadas las voces de los trabajadores.
Desde nuestra visión, la función de los Delegados debe ser integral, es decir, hacemos
militancia, velamos porque se respeten los derechos de los trabajadores, y en nuestro caso
somos trabajadoras que convivimos a diario con nuestros compañeros y recorremos todos los
sectores, escuchamos y vemos todo lo que habitualmente suele ser acallado.
Propiciamos y apuntamos a que se produzcan cambios actitudinales en los trabajadores, a partir
de adquirir una mayor conciencia y conocimiento en relación a los tipos de contrataciones y la
necesidad de cuidar las condiciones de trabajo y su salud mental.
Nuestro compromiso, como trabajadoras y delegadas de ATE en el ámbito de la salud, será con
las voces pasadas y con las futuras, intentando desde nuestro lugar apostar a la memoria,
desterrando al olvido, la impunidad y el silencio.
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