Coment. Evangelio Jn. 3. 16-18 Stma. Trinidad Ciclo A. 15 Junio 2014 +Jesús Sanz Montes. Arzobispo...

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Coment. Evangelio Jn. 3. 16-18 Stma. Trinidad Ciclo A. 15 Junio 2014 +Jesús Sanz Montes. Arzobispo Oviedo Música: La Serenísima Montaje: Eloísa DJ

Avance Manual

16 Porque tanto amó Dios al mundo, que entregó a su Unigénito, para que todo el que cree en él no perezca,

sino que tenga vida eterna.

17 Porque Dios no envió a su Hijo al mundo para juzgar al mundo, sino para que el mundo se salve por él.

18 El que cree en él no será juzgado; el que no cree ya está juzgado, porque no ha creído en el nombre del

Unigénito de Dios.Jn. 3. 16-18

Lo han intentado tantos Lo han intentado tantos artistas con sus pinceles, sus artistas con sus pinceles, sus

buriles, sus plumas y sus buriles, sus plumas y sus pentagramas.pentagramas.

Cada cual ha querido plasmar

artísticamente la belleza de Dios.

Pero ¿cómo es Dios?

Estamos ante una de las fiestas más

importantes de nuestro credo cristiano, y sin

embargo ante una de las más distantes y

extrañadas.

La fiesta de este domingo, la Santa Trinidad, y las lecturas bíblicas de su misa, nos permiten reconocer algunos de los rasgos de la imagen de Dios a la cual

debemos asemejarnos.

En primer lugar, Dios

no es solitariedad

. El es comunión

de Personas, Compañía amable y amante.

Por eso no es bueno que el hombre esté solo: no porque un hombre solo se puede

aburrir sino porque no puede vivirse y desvivirse a imagen de su Creador.

Lógicamente, esta comunión de vida no es

un simple amontonamiento, ni un juntarse para extraños

intereses,

sino que la compañía que se refleja en Dios, modelo supremo para la nuestra, está llena de amor, para amar

y para dejarse amar.

Es lo que Pablo deseará a los cristianos de

Corinto: que el amor de Dios y

su paz esté siempre con

ellos.

Por ello el segundo

rasgo que brilla en la Trinidad, es precisamente el amor.

Nuestro Dios ha querido ser “vulnerable” al amor y por el

amor. No es un Dios ausente, lejano, arrogante,

inaccesible.

Se nos ha revelado con entrañas de

misericordia y rico en compasión.

Y el tercer rasgo de la imagen de Dios

que aparece en esta fiesta, es lo que dice

Jesús en el Evangelio,

cuando nos explica hasta

qué punto llegó el amor de Dios por

los hombres, por cada hombre

concreto:

Lo que Dios quiere y desea, la razón por la

que nos ha amado hasta la entrega doliente

de su Hijo bienamado, el

único,

es para que nosotros podamos vivir, para siempre, sin perecer en ninguna forma de fracaso fatalista.

Este tercer rasgo de Dios es el de la esperanza que se traduce en felicidad eterna.

Nuestra fe en el Dios en quien creemos no es la adhesión a

una rara divinidad, tan extraña como lejana, sino que

creyendo en Él creemos también en nosotros,

porque nosotros – así lo ha querido Él –

somos la difusión de su amor creador.

Amarle a Él es amarnos a nosotros.

Buscar apasionadamente hacer su voluntad, es estar realizando, apasionadamente también, nuestra

felicidad.

Desde que Jesús vino a nosotros y volvió al Padre, Dios está en nosotros y nosotros en Dios... como nunca y

para siempre.

Mirar la Trinidad y mirarnos en Ella, como un gran retrato de familia, la familia de los hijos de Dios,

haciendo un mundo y una historia que tengan el calor y el sabor de ese Hogar en

el que eternamente habitaremos:

en compañía llena de armonía y de concordia, en esperanza nunca violada ni traicionada,

en amor grande y dilatado como el Corazón de Dios.

FIN