Post on 30-Jul-2015
AUTOR: PATRICIA CORNEJO CAMACHOILUSTRACIONES: DANIEL CORNEJO MEDINA
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Ni aquí ni en ningún lugar vivía un niño llamado Cronopio en alusión a sus características pues tenía la piel verde y húmeda, era ingenuo, idealista desordenado y sensible, tenía una novia en la escuela a la que le llamaba mi Lobita Feroz.
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Cronopio asistía todos los días a la escuela pero no le gustaba leer, miraba las letras y no veía nada interesante, por lo que prefería pasearse por la escuela y su lugar preferido era la cocina, le encantaba preguntarle al cheff sobre lo que haría de comer cada día.
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Un día Cronopio se llevó una gran sorpresa al observar que el cheff utilizo pétalos de rosas en la comida, molesto dijo:
-¿Cómo utilizar pétalos de rosas en la comida? ¿Qué las rosas no son para regalarse a una persona amada?
-Las rosas son deliciosas en un guisado y además afrodisiacas, le agregamos hongos y mmm…
-¿Hongos, hongos alucinógenos?... ¡Noooooo¡
¿Qué será de mi lobita feroz?
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Cronopio salió corriendo al patio y trepo a uno de los árboles, pues imaginaba a su novia convertida en un monstruo.
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En ese momento la lobita se dirigía al baño y sorprendida miro a Cronopio y le pregunto:
¿Qué haces ahí?
Cronopio desconcertado la miro y bajó rápidamente del árbol; la abrazo, aliviado, pues no era un monstruo, sino una dulce creatura de la cual estaba enamorado.
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De pronto miraron que se acercaba un barco lleno de hombres hambrientos, y un marinero como capitán, bajaron y entraron hasta la cocina de la escuela, tomaron la sopa y justo antes de partir comenzaron a transformase en dragones e hipopótamos y tomaron a los niños para llevárselos con ellos en su barco.
En aquel momento Cronopio grita dando manotazos al aire:
-¡Socorro¡ ¡Me ahogo¡
Entonces escucha una vocecita:
-Cronopio, Cronopio, ¡Despierta, que soy yo¡
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Cronopio abre los ojos. Su hermanita Rania está junto a él y acaba de echarle un tarro de agua para despertarlo.
-Sonríe Cronopio, ¿Te vienes a jugar con las olas?
Cronopio le contesta:
-¡No¡ Prefiero leer.
Metiéndose bajo la sombrilla y tomando un libro se recuesta nuevamente en la arena.
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Y aquí se rompió una taza, y cada quien para su casa.
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