Post on 30-Jul-2016
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brevemente [22]
Relatos en cadena
dindondin [24]
andéndos [8]
Tres microrrelatos de Xavier Blanco
elmuro [3]
decamino [25]
entrecocheyandén [27]
Divino Tesoro, Virginia del Baño
cuentoscomochurros [12]
lapuertadelanevera [14]
mayo2016nº47
andénuno [5]
Curso de natación, Óscar Esquivias
Abrimos nueva sección para Sttorypics, donde publicamos una selección de las
microhistorias que inspiró en esta plataforma una de las fotografías de nuestro
último concurso de foto.
diccionariodesaturno [16]
Sttorypics [17]
sinopsis [19]
clubdelectura [20]
Edita: Grupo Andén C/ Feijoo, 6 - 4ºA - 28010 Madrid | edicion@grupoanden.com | www.grupoanden.com
Comité editorial: Alejandro Moreno, Víctor García Antón, Leticia Esteban | Editora: Natalia Muñoz.
Asesores de contenidos: Sergi Bellver, Juan Carlos Márquez y Kike Cherta (España), Juan Martini y Mónica Pano (Argentina),
Mª Luz Carrillo (México)
Publicidad: edicion@grupoanden.com | Diseño: www.jastenfrojen.com
Ilustración: Coordinación: www.leticiaestebanilustracion.com
Ilustración portada e interior: Kike Ibañez | www.kikeibanez.com
nove
dade
s
Con la colaboración de:
andéntres [10]
Dos microrrelatos de Juan Pablo Goñi
3
Este número viene cargado de historias hiperbreves
que salieron de las plums de Óscar Esquivias, que
nos trae un curso de natación; de Xavier Blanco y
de Juan Palo Goñi, que nos traen cinco microrrela-
tos como cinco soles. Estrenamos la sección de
microhistorias de Sttorypics, publicamos las micro-
rreseñas de nuestro club de lectura de Rivas
Vaciamadrid, descubriremos Zacatrus: el paraíso de
los juegos de mesa; meteremos los pies en la
Nevera, las narices en Saturno y las orejas en
Sinopsis. Y más cosas. No te quitamos más tiempo,
esperamos que lo disfrutes.
Cuentos para el andén
@cuentosanden
lector@grupoanden.com
www.grupoanden.com
Te escuchamos:
elmuro
Finalistas:
Compartiendo huella. Alba Contreras
Arrollomolinos, Madrid (España)
Escapando de ti . Nedda Soriano (Antoñetta)
Móstoles, Madrid (España)
Charco. Gustavo Contreras
Ciudad de La Rioja (Argentina)
Tema: Huellas Ganadora: Sobre la pista - Inmaculada Núñez - Madrid (España)
Concurso de fotografía Participa enviando tus fotos a lector@grupoanden.comConsulta las bases y mira las fotos en Facebook y grupoanden.comTema del próximo concurso: Vías.
andénuno
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APRENDÍ a nadar el verano que mis padres se sepa-
raron. Aquel año no fuimos de vacaciones a San
Vincenzo (donde vivían mis cuatro abuelos) y per-
manecimos en Florencia. Mamá nos apuntó a mi
hermana Stefania y a mí a un curso de natación en
la piscina Le Pavoniere, que está en una suntuosa
villa del Parco delle Cascine, escondida entre enor-
mes árboles, en el lugar más umbroso y frío de la
ciudad. Nuestro monitor se llamaba Davide y traba-
jaba de socorrista. Mi hermana decidió ya el primer
día que era el hombre más guapo del mundo y que
debíamos casarle con mamá.
Stefania tenía catorce años. Yo, doce.
Las clases de natación empezaban a las nueve de
la mañana, cuando la piscina todavía no estaba
abierta al público. Antes de zambullirnos en el agua,
hacíamos unas tablas de gimnasia en el césped. Los
niños formábamos un corro y Davide se colocaba en
el centro para explicarnos los ejercicios. El monitor
iba en traje de baño, llevaba el torso cubierto por
una camiseta del restaurante La Magnificenza y
nunca se quitaba las gafas de sol, aunque el día
estuviera nublado. Tenía unas piernas morenas, den-
samente cubiertas de vello. También el ombligo,
que descubría cuando levantaba los brazos y la
camiseta se elevaba como un telón.
—Es perfecto para mamá -aseguraba Stefania.
Después nos metíamos en el agua y cuando
avanzaba pataleando entre las corcheras agarrado a
la tabla, sólo alcanzaba a ver las piernas de Davide.
Curso de nataciónÓscar Esquivias
6
andénuno
Siempre estaban allí, al borde de la piscina, como
dos columnas. El monitor palmeaba para animarnos,
nos gritaba órdenes, corregía nuestras posturas, nos
reñía si nos deteníamos y nos agarrábamos al brocal.
Yo trataba de imaginar cómo sonarían con su voz las
frases "Levantaos, hay que ir al colegio", "Comed
todo lo que hay en el plato" o "Un beso y a la cama".
No sé por qué (quizá me convenció de esto
Stefania), pensaba que si hacía bien los ejercicios
todas esas fantasías se cumplirían: Davide se ena-
moraría de mamá, luego se casarían y viviríamos
todos juntos en casa. Así que me esmeraba en batir
las piernas con ritmo, en aguantar la respiración y
soportar el cansancio.
Nunca me he esforzado tanto, jamás he puesto
mayor empeño en ninguna otra cosa.
Cuando acababa la clase, salía del agua temblan-
do, con la piel azul del frío, feliz y desazonado.
A mediados de agosto, papá volvió a casa.
tw Del libro: Andarás perdido por el mundo. Ediciones del Viento, 2016.Óscar Esquivias (Burgos, 1972): Licenciado en Filosofía y Letras por la Universidad deBugos, dirigió la publicación Calamar, revista de creación. Premio Setenil 2008 por ellibro de relatos La marca de Creta y Premio Tormenta 2011 por Pampanitos verdes,ambos de Ediciones del Viento.
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andéndos
Tres microrrelatos deXavier Blanco
Sombras
ME gusta visitar a mamá en la residencia. Escuchar esas histo-
rias que explica, sobre una vida que nunca fue la suya, de
maridos que te quieren e hijos con porvenir. Me gusta gara-
batear entre sus manos agrietadas, dibujarle sonrisas, apurar
las tardes a su lado; hablarle de mí, de la familia que nunca
tuve, de lo bien que me va en la vida.
Antes de marchar siempre pregunta quién soy y cómo me
llamo. Ni siquiera lloro. Luego regreso al parque y, envuelto
entre cartones, rezo para que no llueva. Y sigo coleccionando
sombras. Y sueño con volver mañana. Y así.
Amnesia
A Jesús Esnaola
LA risa un poco ronca y una barba que siempre pincha; te
despiertas con ese recuerdo y un extraño que duerme a tu
lado. Todo huele a vino barato. Te levantas, tu rostro golpea-
do se refleja en el espejo. Deambulas por la casa; hay una niña
sentada en el sofá. Abrazada a ese desconocido te ríes desde
una foto colgada en la pared. Regresas, lo miras; llevas un
cuchillo en la mano y le cortas el cuello. Luego te dejas caer
sobre el sillón y enciendes un cigarrillo. La pequeña levanta la
cabeza y te observa -un segundo, dos- luego regresa a la
videoconsola. No hay puertas, ni ventanas, y entonces te pre-
guntas cómo has podido llegar hasta allí.
9
andéndos
Desahucio
UNA sombra trajeada recorre las estancias inventariando
enseres: una mesa, tres niños, un oso de peluche, cuatro mira-
das perdidas...
La mujer sigue tendida en el suelo, pero ya no ofrece más
resistencia que su mudez. Dos operarios vacían la vivienda.
Después, como si la casa fuera una servilleta, doblan en cua-
tro las paredes desnudas, las introducen en un sobre y cierran
el expediente. No queda nada, solo el vacío pintado de gris, y
allí, suspendidos en el aire, la mujer y los pequeños. Inmóviles.
Como si el futuro no se hubiera dado por aludido. Como si los
recuerdos murieran más tarde.
tw Del libro: Todo es mentira. Y sin embargo. Ed. Talentura, 2015.Xavier Blanco Luque (1965): Nació en Barcelona, lugar donde actualmente reside, pero es en Mataró(Barcelona) donde habitan su recuerdos de infancia y de juventud. Tiene tres hijos. Profesionalmente se dedi-ca a otras cosas, pero lo que más le gusta es escribir. Participó en las antologías De antología: la logia del micro-rrelato (Ed. Talentura, 2013) y Despojos del Rec (Bombín rojo, 2014). http://xavierblanco.blogspot.com.es/
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andéntres
Dos microrrelatos deJuan Pablo Goñi
La mano
DE la pared salió una mano, huesuda, sin carne casi.
Doménico detuvo el brazo, azorado, cuando estaba por
descargar un nuevo mazazo. Dejando la maza en el piso,
se acercó a la mano, muy visible entre los ladrillos parti-
dos y las capas de pintura levantadas por el trabajo del
italiano. Evitó tocarla, sus propias manos estaban cubier-
tas de polvo, pese a que en alguna parte de su mente se
pedía la prueba del tacto para descartar una visión.
Doménico observó el resto de la habitación, los escom-
bros acumulados de la otra pared volteada, el piso vesti-
do de arenilla pálida, la abertura sin ventana. Sólo la mano
estaba fuera de lugar, en ese nuevo hueco que abría para
continuar las reformas. El hombre se demoró unos
segundos más, contemplándola, especulando sobre la
mano y las consecuencias que traería el hallazgo a su tra-
bajo. Pensaba en un cuerpo, no en la mano que veía, un
cuerpo empotrado en la pared doble, un cuerpo que
retrasaría la obra por semanas. Desde otras habitaciones
provenía el ruido habitual de las obras; golpes, mezclado-
ras, insultos, una radio con música de cumbia. Doménico
resolvió. Tomó otra vez la maza y dio un golpe contun-
dente, que volvió añicos los huesos blancos. No se detu-
vo hasta que la pared dejó de existir, y con ella su secreto.
Él era albañil, lo suyo era voltear y construir, para encon-
trar cadáveres secretos se escribían cuentos.
11
andéntres
tw La mano fue publicado en la Revista Nomastique (México) y Propiedad privada, en la antologíaLetras con arte. Juan Pablo Goñi Capurro. Escritor y dramaturgo argentino. Ha publicado los librosAmor, utopías y turbulencias (poesía), Alejandra (relato), ambos de Ed. Dunken; las novelas Lapuerta de Sierras Bayas, Pukiyari Editores, Mercancía sin retorno, La Verónica Cartonera. Entre susobras teatrales: Por la Patria, mi general (Argentina), Caza de Plagas (Chile) y Bajo la sotana(México).
Propiedad privada
REPETÍA "tenía alas, tenía alas", sin poder articular otras fra-
ses. La ambulancia acudió en un tiempo razonable; la
médica y los enfermeros consiguieron la misma respues-
ta a todas las preguntas que formularon. Parientes no
tenía, éramos todos vecinos y apenas si compartíamos un
saludo ocasional con él, ignorábamos hasta su nombre.
Murmuraciones, sí: que bebía mucho, que tenía ingresos
no declarados, que frecuentaba prostitutas, que las lleva-
ba a su casa; pero no firmaríamos esas murmuraciones en
la planilla de una médica. La doctora ordenó que lo car-
garan y lo trasladó al psiquiátrico, ubicado en una peque-
ña localidad vecina.
Su casa ha quedado sola y a oscuras, en la esquina
donde finaliza el barrio. Por un vecino proveedor del psi-
quiátrico, sabemos que continúa repitiendo las mismas
dos palabras ante psiquiatras y terapeutas. Nos desanima
saber que es poco probable que le den el alta; las noches
se han vuelto imposibles con los aleteos que llegan
desde la esquina, golpeando las paredes y las persianas
de la casa vacía. Ninguno se atreve a cruzar el cerco y abrir
la puerta. En este barrio respetamos la intimidad.
cuentoscomochurros
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Unión ferroviariaLOS domingos por la tarde papá nos lleva a la vieja estación.
Vamos toda la familia. Da igual si tengo deberes o si las geme-
las están jugando con sus muñecas, o si el abuelo tose sin parar
y dice que le ha llegado la hora. Da igual si llueve o hace sol.
En la puerta de la vieja estación hay un cartel que pone
PROHIBIDO EL PASO, pero nosotros levantamos un poco la
alambrada y nos colamos por debajo como ratoncitos, como
presos que se escapan de una cárcel. El abuelo a veces se atas-
ca porque es viejo y le falta agilidad. Una vez dentro, nos sepa-
ramos para comprobar que todo está en orden. Si vemos un
pájaro muerto o el cristal de una ventana roto se lo decimos a
papá. También le avisamos si vemos algo raro, como la vez que
encontramos a un señor durmiendo en uno de los bancos que
hay en el andén. Yo no quería despertarlo pero papá agarró un
palo y le atizó con todas sus fuerzas. El hombre echó a correr,
tenía la cara sucia y cojeaba un poco, no sabemos si por el
golpe o si ya estaba cojo de antes. Papá le gritó que no volvie-
ra nunca más por allí. Las gemelas se escondieron detrás del
abuelo, asustadas. Ellas son pequeñas y hay cosas que todavía
no entienden.
Después de la vuelta de reconocimiento, el abuelo me hace
un guiño, saca una vieja gorra que encontró de la Unión
Ferroviaria y se sitúa junto al cambio de agujas. El abuelo nunca
ha trabajado en una estación pero dice que sabe cuándo debe
mover la palanca de un lado a otro; papá se pone la chaqueta
marrón de cuando era más joven y se sienta en un banco a
esperar con un ramito de flores, y eso es lo único que hace,
esperar; las gemelas y yo, en cambio, saltamos de charco en
cuentoscomochurros
13
tw Colaboración mensual con Cuentos como Churros: ellos eligen una de las cuatro fotografíasseleccionadas de El muro y cocinan con ella un rico churro que publicamos aquí. I Gustavo Contreras, finalista de nuestro Concurso de Fotografía de este mes.
charco como ranas, o caminamos por las vías sin caernos ima-
ginando que el suelo está cubierto con lava de volcán. Si nos
alejamos demasiado, el abuelo nos hace señales con un ban-
derín rojo. Así más o menos es como pasamos la tarde. Aparte
de nosotros allí no hay nadie más y tampoco pasa ningún tren.
Por eso al final papá se queda dormido como aquel señor que
encontramos y nos toca ir a despertarlo. Este es el momento
más difícil para todos porque las gemelas comienzan a llorar y
papá se cubre la cara con las manos y también llora, pero con
los hombros, y el abuelo y yo tenemos que decirles que ya vol-
veremos el próximo domingo y que la vieja estación no es un
lugar seguro por la noche.
Humberto Reynaga
Se retuerce.
Sé de su trece,
cerré su éter, me
cede su suerte.
Esther PatrocinioSánchez
La suerte no existe, ni secrea ni se destruye, solose transforma.
SandrinaNo busques más
bajo la alfombra, la
clave está en el
congelador.
Aurora HidegardaSer diferente es la
clave de mi éxito. Poreso no me reconoces.
Sandrina
He puesto las lágrimas a
descongelar. Te espero a
la una para comer con
Alegría.
Laura AUna lágrima de
hielo más y te
descongelo.
Lágrima
https://www.instagram.com/strpatrocinio/
https://caprichosliterarios.wordpress.com/
https://eneljardiningles.wordpress.com/
http://aurorahildegarda.blogspot.com.es/
Déjale una nota al mundo en La puerta de la nevera: www.grupoanden.com
CCllaavvee
SSuueerrttee
14
lapuertadelanevera
Juan Carlos¡Te intenté com-
prender! Te deseo
mejor suerte...
16
CENTRO COMERCIAL
1. Espacio de esp
acios creado para quien
no tiene nada m
ejor que hacer c
uando
llueve. Precaución: en ello
s convergen desde
manadas de adolescentes h
asta fa
milias
con niños sin corre
a ni bozal. A
na Vigo
http://c
abalinho.blogspot.com.es/
2. Lugar en el q
ue son re
tenidos los c
omerciales
de las empresas p
ara que no engañen a los h
abi-
tantes de Saturno. ValentínBayon
CINE
1. El cine es un su
eño visible compartid
o.
december
2. Lugar donde re
presentan historia
s vista
s desde
otros o
jos.
Elisabet Jim
énez
POESÍA
1. Sutura de letras p
ara las herid
as del corazón.
Rosi García. http
://dibujandounpensamiento.blogspot.com.es/
2. Trasplante de corazón por v
ía oral.
Juan Carlos. http
s://caprichoslite
rarios.wordpress.c
om/
Una nueva civilización está empezando de cero en
Saturno, aún no tienen claros algunos conceptos,
¿les echas una mano con el diccionario?
Participa en www.grupoanden.com
2
3
1
diccionariodesaturno
Sttorypics
@MontanaEl día que la planta de río quiso ser tortuga, recibió el rechazo
de sus congéneres que, para burlarse de su caparazón marrón y su
cabecita asustadiza, vistieron sus mejores galas de color verde. No
sabían, pobres, que la tortuga nada a contracorriente, y que ellas
tendrían que soportar por siempre los envites del aguacero.
@7mo31- Adelante Sra. tortuga, es usted bienvenida, usted que sí sien-
te y padece está invitada al festín, el menú está en la red e incluye
verdes agrios o salados, amarillos agridulces y otras especies de
buena sazón; ¿los postres? No, no contienen clorofila, pierda cui-
dado. Hay lugar para todos. Tome asiento… Sí, ¡es autoservicio!
@lasouriseLa vida es verde y agua; discurre por ella con tu historia a cues-
tas, que aunque pese y no ilumine, estás viva.
17
Cada mes Sttorybox elige una imagen de nuestro concurso de foto, sus
usuarios escriben microhistorias en Sttorypics sobre ella, y nosotros publica-
mos las mejores aquí.
I Jesús Baclini - San Cristóbal (Venezuela)
19
Tenemos el título del próximo éxito editorial, nos falta la
sinopsis ¿nos ayudas? Participa en www.grupoanden.com
«El regreso»
La Expedición 64, liderada por la Doctora Milar, logra alcanzar el
fondo de la Fosa de las Marianas. El equipo inicia los trabajos de
recogida de muestras biológicas, sometidos a una presión extre-
ma para la que están entrenados.
Pero ignoran que hay criaturas que no deben ser molestadas.
Laura A |https://eneljardiningles.wordpress.com/
Inés lo ha perdido todo, su marido, su trabajo...
Volviendo al lugar que marcó su infancia despertará sentimien-
tos enterrados hace mucho tiempo, resurgiendo de un modo
inesperado.
El regreso es el retorno a aquello que guardamos en un cajón del
fondo de nuestra mente, pensando que jamás despertará de
nuevo.
Kika Delgado
Cuando atravesó la puerta nada nos hizo sospechar, el mismo
cuerpo, la misma cara, era nuestro hijo. Pero al cabo de los días,
sutiles detalles dieron en que pensar. No hablaba como él, no
miraba como él, no olía como él. La persona que había regresa-
do era un absoluto desconocido.
Elisabet Jiménez
sinopsis
20
clubdelectura
Biblioteca municipalFederico García Lorca.Rivas Vaciamadrid
LA novela comienza con el encuentro casual entre dos
desconocidos: Bruno, un acaudalado joven con tenden-
cias psicópatas y Guy, un arquitecto con un futuro pro-
metedor. Lo más espeluznante del relato es sentir como
Guy es incapaz de poner freno a la delirante pesadilla en
la que se ve envuelto.
Ana-Rivas
UN pacto criminal entre extraños. Intercambio de vícti-
mas. Un plan para cometer crímenes perfectos: motivos
inconexos despistarán a investigadores atentos. Una tra-
ma original, una excelente experiencia de lectura.
Mariela E.
21
clubdelectura
Coordinamos clubes de lectura presenciales en la Comunidad de Madrid. Los asisten-
tes y nuestros seguidores escriben sus propias microrreseñas en grupoanden.com
sobre un libro leído en el club, y publicamos en CpA una selección de ellas.
QUIZÁS la novela más famosa de Patricia Highsmith, gra-
cias en particular a la adaptación cinematográfica que
hizo Hitchcock y que a mi parecer es muy superior al libro.
La novela tiene un punto de partida muy atractivo y un
protagonista memorable: Bruno. Lo mejor: la ambigüe-
dad y complejidad de las psicologías de los personajes.
Lo peor: la trama detectivesca. Se parece más a
Dostoyevsky que a Conan Doyle.
Félix
LA primera obra de Patricia Highsmith nos revela cómo
un simple encuentro con un desconocido nos puede
cambiar la vida. Bruno propone un trato a Guy, matar al
familiar del otro sin motivo, lo que hará inviable la investi-
gación por parte de la policía. Guy se ve atrapado en la
tela de araña que va tejiendo Bruno hasta que la culpabi-
lidad le haga perder todo lo que ansiaba.
Gran retrato psicológico de los dos protagonistas: el
alcoholismo y la obsesión de Bruno por Guy y el egois-
mo de Guy ante la posibilidad de perder su status.
criss lila
LA lectura espesa y monótona al principio. Bien los perso-
najes principales y el argumento pero le falta emoción.
Toñi-Rivas
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Billete de idaSemana 27 de concurso: 2 de mayo de 2016Ganador: Enrique Medina Pla
—Es como sale mejor. ¿Ves?, así las plantas creen que está
lloviendo.
El padre apretaba suavemente la mano de su hijo sobre la
boca de la manguera. El chorro se abría como un abanico de
cristal.
— No olvides regarlas cada dos o tres días, ¿vale? Ahora te
ocupas tú de esto.
El niño asentía concentrado en el agua.
—¿Cuándo vas a volver?
El padre le pasó la mano por la cabeza.
—¿Y por qué no vienes tú en verano? Así te enseño lo que
haya aprendido de alemán.
El agua espantaba a las avispas escondidas bajo las hojas.
Teoría del orden naturalSemana 28 de concurso: 9 de mayo de 2016Ganador: Rafael Olivares Seguí
El agua espantaba a las avispas escondidas bajo las hojas,
sin embargo, la mariposa que libaba la flor de magnolia,
soportaba esta vez, con estoicismo y resignación, el inoportu-
no aguacero. No quería que por un asustado aleteo la señala-
ran, de nuevo, desde el otro lado del planeta.
mayo
brevemente
23
Letras de OrienteSemana 29 de concurso: 16 de mayo de 2016Ganadora: Paloma Casado Marco
Desde el otro lado del planeta llegan las cartas que recibe
periódicamente. Cuando abre el buzón y encuentra un sobre
escrito con esa letra extraña, siente un regocijo que creía olvi-
dado. Luego extrae con cuidado la cuartilla y lee sin com-
prender. A veces encuentra dibujado un corazón, un pájaro o
una flor de almendro y por eso sabe que son cartas de amor.
Las guarda ordenadas en un cajón y algún domingo por la
tarde, las abre y olfatea su perfume de madreselva. Le hacen
tanta ilusión, que no piensa devolverlas ni decirle al cartero
que en esa casa no vive Mizuki Tanaka.
Sol nacienteSemana 30 de concurso: 23 de mayo de 2016Ganadora: Mei Morán
En esa casa no vive Mizuki Tanaka, pero si alguien se toma
la molestia y entra en el jardín, podrá encontrarse con su som-
bra. Derretida para siempre encima de los escalones en los
que, sentado, tomaba té aquel día de verano de 1945.
brevemente
tw Relatos finalistas de mayo de 2016 del concurso Relatos en Cadena, organizado porla Cadena SER y Escuela de Escritores. Puedes leer todos los seleccionados enwww.escueladeescritores.com o www.cadenaser.com.
24
dindondin
XIV Concurso: "El coloquio de los perros" Género: Relato corto y fotografía (España)
Fecha de entrega: hasta el 1 de julio.
Premio: 400 €
http://www.escritores.org
Premio Iberoamericano de cuentoJulio Cortázar 2016Género: Cuento (Cuba)Fecha de entrega: hasta el 14 de julio.
Premio: 800 €
http://www.escritores.org
¡Nadie es inocente!Del 17 al 19 de junio. Primer Festival de Novela Negra: Huellas del crimenCentro de las Artes de San Luis Potosí. México
http://www.mexicoescultura.com
AnimalistaHasta el 12 de junio. La Casa Encendida. MadridEntrada gratuita
http://www.lacasaencendida.es
25
decamino
http://zacatrus.es/
tw Nuestro futuro es siempre una incógnita y eso nos gusta. Lo que sí sabemos es que vamos a seguir publi-cando juegos de mesa, como por ejemplo el Virrey o el 10' to Kill, y también componentes para los juegos,como los ZacaChips, unos adorables componentes de madera que acaban de ver la luz. Y más cosillas que,por ahora, son secretos clasificados.
Zacatrus empezó hace ya cinco años
como una tienda online de juegos de
mesa. Luego nos complicamos la vida
y nos convertimos en editorial de jue-
gos de mesa. Empezamos con el
"Coup", un juego de mentiras y traicio-
nes. Luego, nos lo pusimos un poco
más difícil y nos lanzamos a distribuir
a tiendas los juegos de otras editoria-
les. Y ya, para rizar el rizo, en 2015
abrimos nuestra primera tienda física
en el centro de Madrid (C/ Fernández
de los Ríos, 57). Así que Zacatrus es
muchas cosas pero todas tienen que
ver con los juegos de mesa. Y con
todas nos lo pasamos muy bien.
“
”
27
LA maleta llamó nuestra atención desde el primer momento, ¿sabe
usted? Era una maleta de cuero bueno, nada de esas guarrerías que ven-
den las tiendas de los chinos. No era muy grande, no, y el corte era
moderno, de los de ahora, que para el caso es lo mismo que se estilaba
hace cincuenta años. Una igualita que esa llevaba mi Julián en sus tiem-
pos de cartero. Era el cartero aquí, ¿sabe? En fin, ya le digo, una maleta de
cuero con sus correas bien rematadas, sus dos hebillas, su asa para colgar
al hombro, sus remaches… vamos, una maleta, qué quiere que le diga,
siento no poderle dar más detalles.
Solo con verla supimos que habíamos acertao. Nos mirábamos
entre nosotras y aguantábamos la risa, porque ahí sí que ya no podía-
mos echarnos para atrás. Ya ve usté, la maleta abierta de par en par
sobre la mesa de mi salón, que veíamos todos los bolsillitos de dentro,
de esos de rejilla que se cierran con un corchete plateado, cada uno
con sus pastillitas de colores. A mí me daba risa de mi pastillero tan tris-
te. Pensaba en mi pastillero y me daba la risa. No señora, ahí todavía no
nos habíamos tomado ninguna de las que traía el chico. No me preo-
cupo, pero ponga cuidao, que al final son ustedes los que lían las cosas
con tal de llevarse a alguien al calabozo.
El muchacho tuvo que quitar todas las tonterías que tengo en la
mesa para poder abrir la maleta. Sí, todo eso que ve apilado ahí enci-
ma. Las figuritas de porcelana, las fotos… Ésa que tiene usted en la
mano es del Julián y mía, de cuando nos íbamos a bañar al río. Sí que
era guapo, sí. No sabe usted lo que daría yo ahora mismo por viajar en
el tiempo y bañarme otra vez con él en el río. Nos bañábamos con la
mismita ropa que trajimos al mundo, ¿sabe? Esperábamos a la hora de
la siesta y salíamos de casa como dos niños planeando una trastada, sin
mirarnos, para que nuestra risa no levantase ninguna persiana. No le
diga a mi hija que le he contado esto, que se me muere del susto.
En una de esas siestas la encargamos a ella, que no entiendo toda-
vía cómo me ha salido tan sosa con el empeño que pusimos... ¡Uy!, per-
Divino TesoroVirginia del Baño Alumna de Escuela de Escritores
entrecocheyandén
entrecocheyandén
28
done, ahora mismo no la estaba escuchando. ¿El pañito de ganchillo?
no lo quitó, no, puso la maleta directamente encima, me acuerdo por-
que se enganchó una hebilla. Venía muy bien preparado el muchacho,
¿sabe? Hasta música de cuando jovencitas nos puso, porque decía que
para estas cosas la música viene siempre bien.
¿Que cómo lo encontramos? Por el nieto de la Valentina, que es un
moderno, y le dijo dónde buscar. Ese chico no se mete nunca en nada.
Por lo visto miraron en no sé cuántos sitios antes de elegir al muchacho
éste. Y eligieron bien. No señora, no, nadie más sabía lo que íbamos
hacer. Si mi hija se hubiera enterado de algo me habría preparado una
maleta igualita que la que le cuento, con sus hebillas bien ajustadas y
sus remaches bien rematados para meterme de cabeza en la residen-
cia. Anda que no tiene ganas… Y si se pudo fue porque esperamos a
que se fuera el fin de semana por ahí, que si no de qué…
Tres, éramos tres, las tres que quedamos en pie todavía, y las tres
estuvimos de acuerdo en hacerlo. Antes nos juntábamos siempre
cinco, pero la Paqui se murió el año pasado y a la Juanita desde que
perdió la cabeza hasta le tienen que limpiar el culo. Perdóneme si la he
ofendido, pero dígame si eso es vivir. Y ahora no quedo más que yo pa
sentarme aquí y contarle lo que pueda, que tampoco es que pueda
contarle mucho, usted se hará cargo... ¿Que no me ría?
Pero cómo no voy a reírme ¿mujer? Si es que me pone usted una
cara de susto… la verdad es que se sorprende usted con poca cosa
para ser policía.
Pues no sé decirle cómo era el muchacho de la maleta. Tenía un no
sé qué atractivo, una vez le habías echado los ojos encima no dejabas
de mirarle, pero la maleta fue lo primero que vimos, ya le digo. Primero
la guinda llamó nuestra atención y cuando ya habíamos cogido con-
fianza queríamos todas comernos el pastel... Ay hija, perdone, que ya ni
reírme con ganas puedo con esta tos… Debía haber visto usted a la
Maruja, que llevaba años consumidita por la diabetes, si tenía ganas de
comérselo, vaya si las tenía…
¡Bueno mujer, perdone, que ya sigo! Lo que quería decirle es que de
la maleta me acuerdo, pero del muchachito poco, que era muy cariño-
so y muy atento, con vaqueros de esos desgastaos y una barba de
meses, pero poco más puedo decirle. Le contratamos porque hay cosas
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que al menos una vez en la vida hay que probarlas, y a nosotras ya nos
daba lo mismo ocho que ochenta. ¿Qué dice usted? Ya. Pues mire qué
le digo; nos hemos pasao la vida de amargura en amargura, cada una
las nuestras, así que nos hemos ganado el derecho de hacer lo que nos
dé la gana. Cuando tenga usted mis años tendrá que elegir y entonces
veremos si se acuerda de lo que le estoy contando hoy.
Sigo, sí. La Maruja fue la primera. Parece que la estoy viendo todavía.
Se levantó apoyándose en el bastón -lo lleva porque la diabetes le
envenenó las piernas, ¿sabe?- se acercó a la maleta y eligió bolsillo. Le
costaba un poco abrir el corchete por el temblor de las manos. Eligió
una pastilla roja, que siempre ha sido muy comunistilla la Maruja. El
chico no se las dio, no señora, nos dejó muy claro que teníamos que
tomarlas nosotras solitas. Al principio no pasaba nada, la Maruja volvió
al sofá y se sentó justo donde está usted y todas la mirábamos. Era raro
eso, ¿sabe? Todas ahí esperando. Luego empezó a marcar el pasodoble
con el bastón y a reírse como tonta, y después salió en busca de su
nuera, porque se le había soltado la lengua y quería decirle cuatro
cosas que llevaba muchos años callándose. Toda la vida ha sido un
bicho esa muchacha. A la pobre Maruja ni disfrutar de los nietos la dejó.
Lo que vino después lo sé porque me lo ha contado mi hija, pero segu-
ro que usted está más enterada. A la nuera la encontraron tiesa de un
bastonazo en la cabeza y a la Maruja con la boca llena de dulces y la
sonrisa aún en la cara. Al final le consiguió tomar la delantera a la puñe-
tera diabetes.
Después fue la Valentina. Llevaba ya un buen rato observando la
maleta cuando eligió el bolsillo del medio. Ese no tenía pastillas, sino
unos papelitos en forma de corazón que se tenían que poner en la len-
gua. El muchacho nos aconsejaba, ya le digo, pero elegíamos nosotras.
Fue curiosa la reacción de ella porque parecía que tenía las ideas más
claras que nunca.
Nos miraba con los ojos muy abiertos y asentía con la cabeza con
tanta determinación que no se le notaban los temblores del párkinson.
La Valentina sufrió mucho en la vida, ¿sabe usted? La casaron a la fuer-
za con uno que tenía los bolsillos llenos y el corazón vacío, sin impor-
tarles que ella ya andaba hablándose con un chico de aquí. Primero los
padres le rompieron el corazón con el casamiento y luego el marido se
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fue encargando de romperle los huesos día a día el muy animal. El
hombre al que ella quería se metió a cura y se fue por ahí de misione-
ro. Hace dos años pidió el traslado a la iglesia de aquí para pasar la vejez
en su tierra. Y lo demás lo han visto ustedes esta mañana cuando han
investigado en la sacristía. Qué mejor manera de morir que esa, con un
montón de velas encendidas y ellos dos en la gloria bendita.
En cuanto a mí… pues ya lo sabe, que no pude hacer nada, porque
la mosquita muerta de mi hija apareció antes de tiempo y me jorobó el
gusto. El muchacho salió disparado por la puerta del patio en cuanto
oyó la llave en la cerradura, con las buenas piernas que tenía debió
ponerse en el coche en dos zancadas.
No tomé nada, ya le digo. Estoy segura de que con una de esas pas-
tillitas por fin podría dormir una buena siesta. Llevo años sin poder dor-
mir una en condiciones…
¿La maleta? Pues no sé… ¿No la han encontrado ustedes? Aquí no
la hemos visto. De todos modos con tanto revuelo me he desorienta-
do un poco, y no me acuerdo bien de las cosas, ¿sabe? Me gustaría des-
cansar ya, si no le importa, porque poco más le puedo decir... Sí, claro,
déjele su número en comisaría a mi hija que yo si me acuerdo de algo
más se lo digo.
Y acérqueme por favor ese vaso de agua, que me toca la pastilla y
no quiero que se me pase la hora.