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EL CORREO SÁBADO, 19 DE MARZO DE 2005

CULTURAVIVIRV

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CÉSAR COCA

Umberto Eco ha embarcado a suslectores en un viaje más corto quelos precedentes. En ‘La misterio-sa llama de la reina Loana’ (Ed.Lumen) habla de su infancia y lacultura popular que alimentó sussueños juveniles de heroísmo gue-rrero y amores platónicos. Unlibro en el que, como reconoce enuna entrevista concedida a esteperiódico, ha tratado de recons-truir la memoria de la generaciónque se crió en la Italia fascista, unempeño que llegó a convertirse enuna obsesión personal.–Tras escribir novelas ambientadasen la Edad Media y la época barro-ca, publica un libro sobre la memo-ria de su época. ¿Cómo surgió laidea?–Hace tiempo que quería escribirun libro de memorias sobre miinfancia. Al envejecer, nos suce-de a todos. Un día tuve que pre-sentar el libro de un amigo quetrataba precisamente de su infan-cia y de los tiempos de guerra; enotro momento, mientras estabaen un bar, otro amigo dijo unapalabra cualquiera (quizás memo-ria, o enfermedad...) y de golpe seme encendió un luz en la cabeza:dejé de escuchar lo que decía yempecé a pensar en la historia deuna persona que pierde la memo-ria e intenta revivir los años de lainfancia no a partir de sus recuer-dos (estas cosas ya las había hechoProust) sino basándose en unamemoria ‘mineralizada’, objeti-va, colectiva, hecha de páginas delibros y de periódicos, de discos,de cajas de bombones, de jugue-tes... Y a partir de ese momentocomencé la búsqueda.–Su infancia, al menos los escena-rios de su infancia, ya estaba pre-sente en otros libros. ¿Es una obse-sión personal?–Si no lo hubiese dicho ya Proust,sería muy original diciendo que lavida no es otra cosa que la evoca-ción de la infancia, una infanciatremenda para los que han sufri-do y muy bella y dulce para los quela han vivido en estado de gracia.La mía fue así: con la dulzura delos atardeceres, de las noches enel refugio bajo los bombardeos, lapapilla de sémola porque no habíaotra cosa que comer...–Su personaje sufre algo parecidoa un ictus y pierde la memoria per-sonal pero no la histórica. Sabequién fue Napoleón pero no recuer-da a su esposa. ¿Es posible eso?–Sí, es posible. He estudiadomuchos casos clínicos, y tambiénle he dado a leer el libro a una cole-ga americana que trabaja sobre laspersonas que han sufrido lesiones

cerebrales. Por lo tanto mi inven-ción no es algo absurdo, inclusoaunque haya imaginado una seriede comportamientos especiales,construidos para mi personaje. Porejemplo, no he encontrado en laliteratura científica el caso dealguien que, habiendo perdido lamemoria, se sienta atraído por unamujer y no sepa si ha tenido unahistoria con ella o no, ni tenga elvalor de preguntárselo.

Educación esquizofrénica–Para reconstruir su infancia, el per-sonaje repasa libros, periódicos,canciones y objetos que se guardanen la casa de su abuelo. ¿Son tam-bién los objetos de su infancia?–Eran los míos pero eran tambiénlos de tantas personas... Es ciertoque cuento la historia de unareconstrucción de la memoria,pero en las dos primeras partes elprotagonista no reconstruye sumemoria, sino la de una genera-ción. Descubre la historia de unainfancia esquizofrénica, en la quepor un lado se nos educaba en elculto al heroísmo y la muerte ypor otro escuchábamos en la radiotonadillas alegres y estúpidas.

–¿Qué era más importante?–Las dos cosas. Esto lo he com-prendido precisamente escri-biendo la novela y recordandocómo estábamos sometidos ainfluencias opuestas. Yo diría quehemos vivido una infancia feliz-mente esquizofrénica. La dicta-dura nazi era ideológicamenteférrea y pura. La dictadura ita-liana, quizás por debilidad cultu-ral, estaba llena de agujeros; en elcolegio te enseñaban que eramaravilloso morir por la patria(no gritábamos ‘¡Viva la muerte!’,pero casi) pero en la radio te can-taban que ‘la vida es bella’; se es-trenaban películas sobre los heroi-cos soldados italianos pero al mis-mo tiempo estaban los filmesllamados de los ‘teléfonos blan-cos’, historias de amor y celos enambientes de la alta burguesía, oincluso llegaban películas de FredAstaire y Ginger Roger, que nosmostraban la vida americana.Esta esquizofrenia ha sido bene-ficiosa para algunos de nosotros,y nociva para otros, los que aho-ra están en el Gobierno. Mi nove-la se sirve también de muchasilustraciones justo para poner de

relieve esta esquizofrenia.–¿De dónde ha sacado esas ilus-traciones?–Aparecen unas doscientas, perohe recogido mil imágenes comomínimo. La mayor parte es mate-rial de mi biblioteca; he conser-vado muchos libros y periódicosde mi infancia, y otros (que habíaperdido, como los libros del cole-gio) los he ido comprando de adul-to cuando los encontraba en cual-quier puesto callejero. Tambiénrecorrí librerías durante dos añospor lo menos. Y finalmente estáInternet. Creo que he reconstrui-do toda la colección de sellos decuando tenía trece años buscán-dolos uno a uno en los catálogosde Internet. Ha sido una búsque-da muy divertida.–Esas imágenes reconstruyen elimaginario de los años treinta y cua-renta. ¿No cree que las imágenespueden distraer del texto?–Incluso un texto ‘multimedia’tiene su escritura. Además, siprestamos atención, casi ningu-na de las imágenes, salvo en unospocos casos, sirve para mostraralgo que he escrito ya con pala-bras, sino que muestran que las

El autor italiano reconstruye la memoria de su generación en ‘La misteriosa llama de la reina Loana»

«Al envejecer, todos queremos escribirun libro sobre nuestra infancia»

TRAYECTORIAFNació en Alessandria (Italia) en

1932.F Estudió Filosofía en la Universidad

de Turín.F Docencia: Ha sido profesor de Esté-

tica, Semiótica y Filosofía en las uni-versidades de Turín, Milán y Bolo-nia, donde hoy es catedrático.

F Otros libros: Ensayos: ‘Obra abier-ta’, ‘Apocalípticos e integrados’, ‘Laestructura ausente’, ‘Tratado desemiótica general’, ‘Los límites dela interpretación’, ‘Kant y el orni-torrinco’. Narrativa: ‘El nombre dela rosa’, ‘El péndulo de Foucault’,‘La isla del día de antes’, ‘Baudoli-no’.

F Es premio Príncipe de Asturias.

La obra

F Título: ‘La misteriosa llama de lareina Loana’.

F Editorial: Lumen. F Traducción: Helena Lozano.FArgumento: Yambo Bodoni sufre

un ictus a los 60 años y pierde lamemoria personal. Emprende unviaje al caserón de sus abuelos, don-de pasó su infancia, para recons-truir sus vivencias de aquellos años.

F Precio: 24 euros.

RECUERDOS

«Ya lo dijo Proust, lavida no es otra cosaque la evocación dela infancia»

LA INFANCIA

«Se nos educaba enel culto al heroísmo,pero luego oíamostonadillas estúpidas»

ILUSTRACIONES

«He disfrutadomucho buscandoimágenes parailustrar la novela»

AMOR

«Todos hemostenido un amoradolescente, y todosse parecen»

VOCACIÓN LITERARIA

«Escribí cuentos ynovelas hasta los 15años; luego tuve 30años de pudor»

SUS FRASES

INTELECTUAL. El escritor italiano Umberto Eco, en una imagen reciente. / EDWARD SMITH

UMBERTO ECO ESCRITOR

EL CORREO SÁBADO, 19 DE MARZO DE 2005

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palabras no dicen lo que está alre-dedor. La verdad es que durantedos años me he divertido como unloco recuperando todas estas imá-genes. Mientras que mis otrasnovelas me han costado seis o sie-te años de trabajo cada una, estelibro he tenido que terminarlocasi con prisa, porque me des-pertaba por la mañana cantando‘Non dimenticar le mie parole’,perdía días y días para encontrarun envase de agua embotellada,releía toda la colección del ‘Correi-ri di Piccoli’ y todos los discursosdel Duce. Se había convertido enuna obsesión, muy bella pero unaobsesión.

De nieblas y amores–Eso lleva a la conclusión de que‘La misteriosa llama de la reina Loa-na’ es casi una autobiografía?–No. No quería escribir mi bio-grafía sino la de una generación.He puesto en el libro todos misrecuerdos personales, obviamen-te las cosas que había leído, lasreferencias a las imágenes quehabía visto de pequeño realmen-te, ayudado por una memoria casieidética, en el sentido de que des-pués de sesenta años encontrabauna copia de la revista de cuentosque leía mi madre y descubría queera exactamente como la recor-daba... Pero he intentado construirun personaje muy distinto al mío:realiza un trabajo distinto, no hapublicado nada en su vida, no tie-ne una gran sensibilidad política,ha tenido traumas y experienciaspersonales que yo no he tenido...Esto era para sentirme libre dehacer cuentas no conmigo mismosino con una época. Hay episodiosy experiencias que afortunada-mente no me sucedieron a mí.

–¿Tampoco la historia del amor ado-lescente?–Un amor adolescente lo ha teni-do todo el mundo y todos los amo-res adolescentes se asemejan. Peroel protagonista recuerda todomenos el rostro de la chica. Esome lo guardo para mi.–La niebla está muy presente en suobra...–Es que en mi tierra hay mucha

niebla, más que en Londres. Henacido en la niebla y en la nieblame encuentro bien, como si vol-viese a entrar en el útero mater-no. Hay niebla, aunque sólo seaen un capítulo, en ‘El nombre dela rosa’; hay niebla en ‘El Péndu-lo de Foucault’; no la hay en ‘Laisla del día antes’ porque es impo-sible encontrar niebla en los ma-res del Sur, pero hay muchísima

en ‘Baudolino’. Tanto es así quedespués de ‘Baudolino’, mi editoralemán me dijo que por qué no es-cribía un libro sobre la niebla...Finalmente la niebla, además deser real en la tierra piamontesa,es también una metáfora de la pér-dida de la memoria..–Quienes no han leído el libro se pre-guntarán quién era la reina Loana.–He ahí una buena razón paraleerlo... Bromas aparte, ‘La mis-teriosa llama de la reina Loana’era el título italiano de un álbumde tebeos de Cino y Franco (queen inglés se llamaban Tim ySpud), publicado aquí en 1934.Para mi protagonista se convier-te en un símbolo de su pasado. Noes la historia lo que cuenta, tantopara mi protagonista como para

mí, sino el sonido mágico de sunombre, de ese título.–Su protagonista escribía poesíasa los 16 años. ¿También usted?–Como ya he contado en otro lado,empecé a escribir cuentos y nove-las entre los ocho y los quinceaños, después lo dejé, para reto-marlo sólo al umbral de los cin-cuenta. Antes de esta explosiónde impudicia madura, tuve trein-ta años, digamos, de pudor. Escri-bía así: cogía un cuaderno y hacíala portada. El título era tipo Sal-gari. Luego, cada diez o doce pági-nas colocaba una ilustración, tam-bién como las que veía en loslibros de Salgari o Verne. Parahacer algo editorialmente correc-to, escribía en letras de imprenta,sin permitirme correcciones. Evi-dentemente después de algunaspáginas abandonaba la empresa.De modo que por aquel entoncesera tan solo el autor de grandesnovelas inacabadas. Pero como elprotagonista de mi novela no soyyo, él no ha tenido estas maravi-llosas experiencias.–¿Cree que con ‘El Péndulo de Fou-cault’ abrió el camino que ha lleva-do luego a ‘El Código da Vinci’?–Puede ser, pero me gustaría dejarclaro que si uno lee seriamente el‘Péndulo’ comprende que es la sá-tira, la representación grotescade los que escriben y leen ‘El Códi-go Da Vinci’. El ‘Péndulo’ podríaleerse como la crítica de ‘El Códi-go Da Vinci’, salvo por el hecho deque ha sido escrito quince añosantes. El ‘Péndulo’ denuncia todoun berenjenal ocultista que DanBrown ha saqueado a manos lle-nas tratando de tomarlo en serio.No creo que él se lo tome en serio,pero ha sido bastante hábil al con-seguir que sus lectores sí lo hagan.

IMPLICACIÓN

«Este libro, comoningún otro, seconvirtió para mí enuna obsesión»

SECUELAS

«Está escrito antes,pero ‘El Péndulo’ esuna crítica de ‘ElCódigo Da Vinci’»

Consiguió convertir en ‘best-seller’ una novela de extraordi-naria erudición ambientada enla Edad Media y con no pocaspáginas de debate filosófico-reli-gioso, pero pensaba que estenuevo libro no interesaría fue-ra de Italia. Eco dice sobre ‘Lamisteriosa llama de la reina Loa-na’ que ha escrito para su «pro-pio placer y el de mis compañe-ros de colegio. Podría haberhecho cien copias en una tiradanumerada. Un lujo que a estasalturas me puedo permitir. Les

dije enseguida a mis editoresextranjeros que este libro esdemasiado italiano y no podríatraducirse». Pero los editores síquerían el libro, de manera queel problema, reconoce Eco, lo hantenido los traductores, «verda-deramente heroicos». En el casode la versión en castellano, se tra-ta de Helena Lozano.

«He escrito pensando tambiénen la reacción de los lectoresjóvenes que descubren un mun-do que no es el suyo, pero en elque se han creado las premisasdel mundo en que vivimos hoy»,explica el intelectual italiano.«Yo leía las historias de los jóve-nes franceses de los años vein-te, y me metía dentro fácilmen-te. ¿Por qué no? Nadie diría queno puede leer ‘Cien años de sole-dad’ porque no ha estado nuncaen Macondo».

«Un lujo que a estasalturas me podía permitir»C. C.

UMBERTO ECO ESCRITOR