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Geografía de España
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EL RELIEVE DE LA PENÍNSULA IBÉRICA
I.- EL ESPACIO GEOGRÁFICO ESPAÑOL
España es un estado europeo de tamaño medio (505.990 km2). Comprende un territorio
peninsular, que ocupa el 97,55% de dicha superficie; un archipiélago mediterráneo, -las islas
Baleares-, que supone el 0,99%; un archipiélago atlántico, -las islas Canarias-, que representa el
1,45%, y territorios en el norte de África, -Ceuta y Melilla-, que ocupan un escaso 0,1%.
Todo el territorio se encuentra en la zona templada del hemisferio norte. Su originalidad
reside en su situación entre dos continentes (Europa y África) y entre dos grandes masas de agua
(el océano Atlántico y el mar Mediterráneo). Este hecho ha convertido a España en un lugar de
encrucijada natural y geopolítica; encrucijada natural, por la presencia de masas de aire de distinta
procedencia, que explican su diversidad de climas, de vegetación, etc., y encrucijada geopolítica
porque, a lo largo de la historia, ha sido punto de encuentro de pueblos y civilizaciones procedentes
de Europa, África, Mediterráneo o Atlántico.
El resultado es una gran diversidad natural y humana. Su diversidad natural viene dada
por la gran variedad del relieve y por los contrastes climáticos, que determinan a su vez diferentes
tipos de vegetación, de aguas y de suelos. Esta variedad del medio físico provoca un reparto
desigual de los recursos naturales en el espacio y, por tanto, de las actividades económicas
humanas. Como consecuencia aparecen desequilibrios territoriales, que se manifiestan en una
desigual distribución de riqueza y en la existencia de distintos niveles de bienestar y de calidad de
vida.
II.- EL RELIEVE PENINSULAR
El relieve peninsular se caracteriza por tres rasgos básicos:
La forma maciza viene dada por la gran anchura de la Península de oeste a este
(1.094 kilómetros) y por sus costas rectilíneas, sin apenas accidentes litorales, lo
que limita la penetración de la influencia del mar hacia el interior.
La elevada altitud media (660 metros), sólo superada en Europa por Suiza. Esta
característica se debe a la existencia de altas cordilleras y, sobre todo, a un inte-
rior peninsular constituido por un extenso núcleo de tierras altas (la Meseta), que
presenta altitudes entre 600 y 800 metros.
La disposición periférica del relieve montañoso en torno a la Meseta que frena
la influencia del mar y acarrea importantes consecuencias climáticas e hi-
drográficas.
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III.- TIPOS DE UNIDADES MORFOESTRUCTURALES
En la Península se encuentran presentes las grandes unidades morfoestructurales del
relieve continental:
Los zócalos o escudos son llanuras o mesetas formadas en la Era Primaria o
Paleozoico como resultado del arrasamiento, por la erosión hasta su raíz, de
cordilleras surgidas en la orogénesis de esta misma era. Los materiales
precámbricos y paleozoicos son rocas graníticas y silíceas: granito, pizarra,
cuarcita y esquistos. Son muy rígidas; por lo que, ante nuevos empujes
orogénicos, no se pliegan, sino que se fracturan o rompen. En la actualidad, los
zócalos son relieves predominantemente horizontales que ocupan extensas áreas
de la mitad occidental de la Península.
Los macizos antiguos son restos de montañas de la Era Primaria, o bien de
montañas formadas por el nuevo levantamiento (rejuvenecimiento) de un bloque
de un zócalo, como consecuencia de los movimientos orogénicos de la Era
Terciaria. Por tanto, sus materiales también son paleozoicos. En la actualidad,
estos macizos presentan cumbres suaves y redondeadas, al ser superficies de
erosión elevadas. En la Península, son macizos antiguos los relieves montañosos
interiores de la Meseta (Sistema Central y Montes de Toledo), el Macizo Galaico
y la parte occidental de la Cordillera Cantábrica.
Las cuencas sedimentarias o depresiones son zonas hundidas formadas en la
Era Terciaria y rellenadas con sedimentos, principalmente de caliza, arcilla,
arenisca o margas. Las cuencas sedimentarias son de dos tipos: las formadas
por el hundimiento de un bloque de un zócalo a causa de las presiones
orogénicas de la Era Terciaria (depresiones meseteñas del Duero, Tajo y
Guadiana) y las albergadas en depresiones existentes antes de dicha orogénesis
(depresiones del Ebro y del Guadalquivir). Hoy estas cuencas sedimentarias son
relieves horizontales o suavemente inclinados porque no han sido afectadas por
orogénesis posteriores.
Las cordilleras de plegamiento son grandes elevaciones montañosas que
surgieron en la orogénesis de la Era Terciaria por el plegamiento de materiales
sedimentarios, fundamentalmente calizos, depositados por el mar en la Era
Secundaria. Son de dos tipos: cordilleras intermedias, formadas por el
plegamiento de materiales depositados en los rebordes de los zócalos (Sistema
Ibérico y parte oriental de la Cordillera Cantábrica), y cordilleras alpinas, formadas
por el plegamiento de materiales depositados en fosas marinas largas y pro-
fundas (Pirineos y Cordilleras Béticas). En la actualidad, las cordilleras de
plegamiento presentan fuertes pendientes y formas escarpadas, ya que, por su
relativa juventud, la erosión todavía no las ha suavizado.
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IV.- EVOLUCIÓN DE LAS UNIDADES MORFOESTRUCTURALES DEL RELIEVE
PENINSULAR
El relieve actual de la Península es el resultado de una historia geológica de millones de
años en la que han alternado fases de actividad (fases orogénicas) con otras de calma
orogénica más el trabajo continuo de la erosión y la sedimentación:
Durante la Era Arcaica o Precámbrico (4.000-600 millones de años) emergió
del mar una banda arqueada de tierras con dirección noroeste-sudeste, formada
por pizarras y gneis, que comprendía casi toda la actual Galicia. También
surgieron elevaciones en algunos puntos aislados del Sistema Central y de los
Montes de Toledo. Este macizo precámbrico fue arrasado posteriormente por la
erosión y cubierto casi en su totalidad por los mares paleozoicos.
En la Era Primaria o Paleozoico (600-225 millones de años) tuvo lugar la
orogénesis herciniana. De los mares que cubrían la mayor parte de la península
surgieron las cordilleras hercinianas, formadas por materiales como granito,
pizarra y cuarcita. Al oeste se elevó el Macizo Hespérico, arrasado por la erosión
durante la misma Era Primaria y convertido en meseta inclinada hacia el
Mediterráneo. Al noreste aparecieron los macizos Catalano-Balear y del Ebro,
este último separado del Macizo Hespérico por un surco marino. Por último, al
sudeste, surgió el Macizo Bético-Rifeño.
La Era Secundaria o Mesozoico (225-68 millones de años) fue un periodo de
calma en el que predominaron la erosión y la sedimentación. Continuó el
arrasamiento de las cordilleras hercinianas. La inclinación de la Meseta hacia el
Mediterráneo permitió, en los períodos de transgresión marina, una profunda
penetración del mar, que depositó, en su borde oriental, una cobertera no muy
potente de materiales sedimentarios plásticos (caliza, arenisca, marga). También
se depositaron enormes espesores de sedimentos en fosas oceánicas marinas
situadas en las actuales zonas pirenaica y bética.
Durante el transcurso de la Era Terciaria (68-1,7 millones de años) se produjo
la orogénesis alpina. Como resultado de ésta surgieron los Pirineos y las
Cordilleras Béticas, al plegarse los materiales depositados en las fosas
pirenaica y bética. Los Pirineos surgieron entre los macizos de Aquitania,
Hespérico y Ebro (que acabó hundiéndose), y las Cordilleras Béticas, entre el
Macizo Bético-Rifeño y el Hespérico.
Entre las nuevas cordilleras y el macizo Hespérico quedaron depresiones, que
fueron rellenadas por sedimentos. Hoy son relieves horizontales: la depresión del
Ebro (paralela a los Pirineos), y la depresión del Guadalquivir, paralela a las
Béticas).
Por otra parte, la orogénesis también repercutió en la Meseta. En primer lugar,
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pasó a inclinarse hacia el Atlántico, determinando la orientación hacia este
océano de buena parte de los ríos peninsulares. En segundo lugar, se formaron
los rebordes montañosos de la Meseta. En su borde oriental se plegaron los
materiales plásticos depositados por el mar durante la Era Secundaria, originando
la parte oriental de la Cordillera Cantábrica y el Sistema Ibérico. En el borde sur
de la Meseta, el empuje de las Cordilleras Béticas originó Sierra Morena.
Por último, el zócalo de la Meseta, formado por materiales paleozoicos rígidos,
experimentó fracturas y fallas. Estas últimas dieron lugar a bloques levantados o
rejuvenecidos (horst) y a bloques hundidos (fosas tectónicas o graben). Los
bloques levantados formaron el Macizo Galaico y las sierras interiores de la
Meseta (Sistema Central y Montes de Toledo), y los hundidos crearon las
depresiones interiores o cuencas sedimentarias de la Meseta (las de las
submesetas norte y sur), que se rellenaron con sedimentos arrancados por la
erosión a las cordilleras circundantes y se convirtieron en llanuras o zonas
suavemente inclinadas. Las fallas también dieron lugar a actividad volcánica en el
Campo de Calatrava, Olot-Ampurdán y cabo de Gata.
A partir de la orogénesis alpina se estableció la red fluvial. Los ríos erosionaron
fuertemente las cordilleras, creando rañas (acumulaciones de cantos situados a
los pies de las montañas) y colmatando las depresiones interiores y exteriores de
la Meseta.
Durante la Era Cuaternaria (1,7 millones hasta la actualidad), los fenómenos
más destacados fueron:
o El glaciarismo afectó a las cordilleras más altas (Pirineos, Cordillera
Cantábrica, Sist. Central, Sist. Ibérico y Sierra Nevada) y produjo glaciares
de dos tipos: de circo y de valle. Los glaciares de circo se reducen a la
cabecera del valle (circo). El hielo y el deshielo rompen las rocas de las
paredes del circo, de modo que éste se hace cada vez mayor y sus formas
se escarpan. En la Península, por su latitud, la mayor parte de los
glaciares son de circo. En la Cordillera Cantábrica, las lenguas glaciares
son cortas. En los sistemas Central e Ibérico, por su menor altura, y en las
Cordilleras Béticas, por su situación meridional, sólo hubo glaciares de
circo en las cimas más elevadas. Los glaciares de valle se forman cuando
el espesor de hielo acumulado en el circo es grande. Entonces el hielo de
las capas inferiores se desplaza fuera del circo y se desparrama valle
abajo. El hielo contiene fragmentos rocosos que excavan el valle, dándole
la típica forma de "U". También sobreexcavan pequeñas cubetas, que, al
fundirse el hielo, se convierten en lagos. En la Península sólo los Pirineos
se vieron cubiertos por una potente capa de hielo, de la que partían hacia
el sur diez grandes glaciares, que crearon valles en "U" y lagos.
o La época posglaciar se caracterizó por la formación de terrazas
fluviales. Durante el periodo glaciar, al encontrarse helada el agua en las
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montañas, los ríos perdieron fuerza erosiva y depositaron aluviones en su
cauce. Después, al aumentar la temperatura y fundirse el hielo, creció su
el caudal y su fuerza erosiva, de modo que ahondaron su cauce y dejaron
suspendidos a los lados los aluviones depositados anteriormente. Son las
terrazas fluviales. Las más características son las formadas por el Duero,
el Tajo, el Guadiana, el Guadalquivir y el Ebro.
V.- EL ROQUEDO Y LOS TIPOS DE RELIEVE
La evolución geológica, que acabamos de analizar, determina que en la Península puedan
distinguirse tres áreas de acuerdo con la naturaleza del roquedo (área silícea, caliza y arcillosa),
creando en cada una de ellas distintos tipos de relieve (relieve granítico, cárstico, arcilloso o relieve
por erosión diferencial).
El área silícea está integrada por rocas antiguas de la Era Precámbrica y
Primaria. Se encuentra mayoritariamente en el oeste peninsular (Galicia,
provincia de León y Extremadura), y presenta ramificaciones hacia el Sistema
Central, Montes de Toledo y Sierra Morena. También se localiza en la zona axial
de los Pirineos y sectores del Sistema Ibérico, Cordillera Costero-Catalana y
Sistema Penibético.
Una de las rocas predominantes es el granito. El modelado está determinado
por las características de esta roca, cristalina y rígida, sensible a distintas formas
de alteración. En unos casos, el granito es alterado químicamente por el agua,
transformandose en arenas pardoamarillentas, que pueden alcanzar grandes
espesores en los valles y en zonas de pendiente poco pronunciada. En otros
casos, la alteración del granito se produce a partir de una red de diaclasas o
fracturas. El resultado es distinto según la altitud:
o En las áreas de alta montaña, las rocas se rompen al filtrase el agua por
las fracturas y helarse posteriormente, de modo que el hielo presiona en
las fisuras de las rocas y las rompe. Ello da lugar a la formación de rocas
de paredes verticales y desnudas y a la aparición de canchales o acu-
mulaciones de fragmentos de rocas rotas al pie de las montañas.
o En zonas menos elevadas, la alteración se produce a partir de diaclasas,
originando un paisaje suavemente ondulado de formas redondeadas y la
formación de bolas, que quedan apiladas unas sobre otras (tor) o se
disponen en las laderas o al pie de las montañas de forma caprichosa
(caos granítico o berrocales).
El área caliza está formada por sedimentos de la Era Secundaria plegados
durante la era terciaria. Los terrenos calizos forman una "Z" invertida que se
extiende por los Prepirineos, los Montes Vascos, el sector oriental de la Cordillera
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Cantábrica, el Sistema Ibérico, parte de la Cordillera Costero-Catalana y la
Cordillera Subbética. La roca predominante es la caliza. El modelado de los
terrenos calizos es el kársitco que se origina por la fácil disolución por el agua a
través de las diaclasas del carbonato cálcico.
o Lapiaces o lanares. Son surcos o acanaladuras, largos y cortantes,
producidos por la disolución de la caliza por acción de los arroyos.
o Gargantas, hoces. Son valles abiertos y profundos de vertientes abruptas,
producidos por los ríos.
o Poljes. Valles cerrados de fondo horizontal que van ensanchándose a
medida que reciben agua. Ésta desaparece en pozos, llamados ponors o
sumideros.
o Dolinas o torcas. Cavidades cerradas formadas en los lugares donde el
agua se estanca.
o Cuevas. Se crean al infiltrarse agua por las fisuras del terreno calizo. En
ellas suelen formarse estalactitas (a partir del agua, rica en carbonato
cálcico, que gotea del techo) y estalagmitas (a partir del agua depositada
en el suelo). El agua puede volver a la superficie a través de fuentes,
resurgencias u "ojos" del río.
o Simas. Aberturas estrechas que comunican la superficie con las galerías
subterráneas.
El área arcillosa está constituida por materiales sedimentarios poco resistentes
(arcillas, margas y yesos) depositados a finales del Terciario y en el Cuaternario.
Comprende buena parte de las depresiones de las submesetas norte y sur, las
depresiones del Ebro y Guadalquivir y las llanuras aluviales costeras
mediterráneas.
El relieve arcilloso es básicamente horizontal (llanuras y páramos), ya que son
terrenos no afectados por plegamientos posteriores. Su erosión es rápida, debido
a la blandura de los materiales. Los ríos abren valles que separan estructuras
horizontales que son pronto desgastadas, dando lugar a relieves suavemente
ondulados.
En las zonas en las que alternan largos períodos secos y calurosos con otros de
lluvias torrenciales cortas e intensas, y no existe la protección vegetal (SE
peninsular), el agua de arroyada desgasta las vertientes, dando lugar a los
bandlang o cárcavas, una topografía abrupta similar a una montaña en miniatura.
En el interior de cada una de las tres áreas es común que aparezcan rocas de distinto ori-
gen y resistencia. La erosión actúa entonces de forma diferencial o selectiva, dando lugar a distin-
tos relieves según la inclinación de los estratos:
Cuando los estratos son horizontales y alternativamente duros y blandos, se
forman colinas llamadas mesas o muelas, que tienen la cima horizontal
coincidiendo con un el estrato duro y flancos suaves coincidiendo con los estratos
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blandos. Los flancos se erosionan más rápidamente, de modo que las mesas se
reducen y acaban convirtiéndose en cerros testigo o relieves residuales, que al
final pierden el estrato duro horizontal. Este tipo de relieve puede observarse en
las cuencas sedimentarias meseteñas y en las depresiones del Ebro y del
Guadalquivir.
Cuando los estratos están plegados, originan relieves apalachiense y jurásico.
o El relieve apalachiense se forma en los viejos macizos hercinianos. Se
caracteriza por crestas paralelas, largas, estrechas y de altitud similar,
constituida por las rocas duras, que están separadas por depresiones
alargadas abiertas en rocas más blandas. Ejemplos de este relieve pueden
encontrarse en los valles asturianos del Eo y del Navia, en la comarca de
Somiedo, en los Montes de Toledo y en Sierra Morena.
o El relieve jurásico formado por alternancia de pliegues convexos
(anticlinales) y cóncavos (sinclinales) que aparece en algunas zonas de las
cordilleras jóvenes también puede estas afectado por la erosión
diferencial creando un relieve invertido. En los anticlinales, la erosión
del agua crea valles paralelos a la cumbre (valles anticlinales o combes) y
valles perpendiculares a la cumbre (cluses). Una vez que se desgasta el
estrato duro, la erosión profundiza rápidamente el relieve al encontrar
debajo estratos blandos. Los valles sinclinales se van reduciendo a medida
que se ensanchan los valles anticlinales y acaban convirtiéndose en una
pequeña alineación montañosa (sinclinal colgado). El relieve llega de este
modo a invertirse. Formas típicas de este relieve pueden verse en el
Sistema Ibérico, la Cordillera Cantábrica, los Pirineos y las Cordilleras
Béticas.
VI.- UNIDADES MORFOESTRUCTURALES DEL RELIEVE PENINSULAR
El relieve peninsular se dispone rodeando a la Meseta. Es ésta una zona de altas tierras
(entre 600 y 800 metros de altitud) dividida en dos sectores por el Sistema Central: la submeseta
norte y la submeseta sur, esta última ligeramente accidentada por los Montes de Toledo. La Meseta
está circundada por rebordes montañosos (Macizo Galaico, Cordillera Cantábrica, Sistema Ibérico
y Sierra Morena) y por dos depresiones exteriores (depresión del Ebro y del Guadalquivir),
encerradas a su vez por cadenas montañosas periféricas (Pirineos, Cordillera Costero-Catalana y
Cordilleras Béticas).
A.- LA MESETA Y SUS ELEMENTOS
La Meseta es el principal elemento del relieve peninsular y, en torno a ella, se vertebran las
distintas unidades morfoestructurales. En la zona meseteña se pueden distinguir cinco unidades: la
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Submeseta Norte, el Sistema Central, la Submeseta Sur, los Montes de Toledo y los Montes de
León.
1. La Submeseta Norte
La Submeseta Norte, con 50.000 km2, se encuentra ocupada por la cuenca del Duero. Sus
características principales son la elevada altitud, entre los 700 y 800 m, y la existencia de un relieve
llano apenas modelado por el curso de los ríos.
La evolución de la Submeseta Norte ha sido compleja. Formó parte de la cordillera
levantada en la orogenia herciniana. A partir de entonces fue erosionada, convirtiéndose en una
penillanura y dejando al descubierto las rocas más duras del sustrato silíceo que la servía de base.
Durante la orogenia alpina el macizo compuesto por rocas muy duras se fracturó, dejando
unos bloques hundidos (fosas tectónicas o grabben) y otros levantados (horst). Uno de los bloques
hundidos dio lugar a la Submeseta Norte: una gran deformación convexa del antiguo zócalo
paleozoico, levemente inclinada hacia el Atlántico, aislada y rodeada de montañas. Se formó así,
una gran cuenca con un lago interior, que con el tiempo fue desecándose y rellenándose con
sedimentos terciarios.
Al no haber nuevas orogenias, esta cobertera sedimentaria ha originado estructuras
horizontales de relieve sobre las que, durante el Cuaternario, ha actuado la erosión y
sedimentación. A raíz de esta evolución, se pueden observar tres formas de relieve bien
diferenciadas:
Al norte y al este, los páramos. Son terrenos elevados, planos y pedregosos,
plataformas de erosión diferencial, formados por los sustratos calizos más
resistentes (este), o por los cantos y arenas erosionadas a las montañas en las
zonas localizadas al pie de las cordilleras.
En la zona central, la campiña. Es una llanura ondulada con predominio de
material arcilloso y con algún cerro testigo u otero. Por ella fluye el río Duero. Son
tierras utilizadas para la agricultura, como la Tierra de Campos
Al oeste, la penillanura zamorano-salmantina. Aquí se hace visible el zócalo
antiguo de granitos y pizarras y en el que, debido a la erosión fluvial, aparecen
profundas gargantas (Arribes).
2. La Submeseta Sur.
La Submeseta Sur ha tenido una evolución similar a la Submeseta Norte. Como ésta,
sobre el antiguo zócalo herciniano que constituye su base, se formó un lago interior en el Terciarlo
que, al colmatarse, dio origen a una cobertera sedimentaria horizontal sin plegamientos. Sin
embargo, hay algunos rasgos que diferencian a la Submeseta Sur. Entre sus principales
características destacan una altitud algo menor, entre 600 y 700 m., y la presencia de los Montes de
Toledo en su interior, que la divide entre las cuencas del Tajo y del Guadiana. Según su origen,
formación y materiales se pueden distinguir varias zonas:
Las «parameras» de la parte nororiental de las provincias de Cuenca y
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Guadalajara. Son lugares en los que el estrato calizo superior ha resistido la
erosión fluvial y forma páramos, mesas y cerros testigo con cimas planas. La red
hidrográfica se encaja en las zonas donde el estrato calizo ha sido erosionado,
dando lugar a valles de fuertes pendientes y con numerosas cárcavas.
Las campiñas de los cursos medios del Tajo y del Guadiana. Como en la
Submeseta Norte, son valles amplios donde se escalonan varios niveles de
terrazas. En ellas se sedimentan restos calizos, arcillosos y los cantos
arrastrados por los ríos desde las montañas. Son tierras muy fértiles de gran
aprovechamiento agrícola.
La llanura manchega es la mayor superficie horizontal de nuestro país, con una
dirección norte-sur, que en algunas zonas supera los 90 Km. Está compuesta por
estratos calizos sin deformar, pues se formó después de las orogenias. Se trata
de una región casi plana en la que los arroyos y los ríos, (entre ellos, el
Guadiana), no han sido capaces de erosionarla en profundidad.
El Campo de Calatrava constituye una zona ligeramente elevada. En ella
destaca la presencia de relieve volcánico con conos y cráteres apenas
perceptibles. Se formó en la era Terciaria a partir de algunas fracturas que
permitieron la salida del magma.
La penillanura extremeña tiene una altitud entre los 300 y 500 m. Como su
homóloga de Zamora y Salamanca, constituye la superficie de erosión del antiguo
zócalo. Su monotonía se rompe a veces por la presencia de montes isla,
formados por rocas muy duras (cuarcitas) muy resistentes a la erosión.
3. El Sistema Central
El Sistema Central sirve de separación entre las dos submesetas. Es una gran alineación
montañosa con dirección sudoeste-noreste y con una longitud de unos 400 km. Las sierras que
forman este sistema montañoso (Somosierra, Guadarrama, Gredos, Gata y la Estrella) se
encuentran separadas por corredores o puertos (Somosierra, Guadarrama…) que comunican las
dos submesetas. Sus cumbres son superiores a los 2.000 m, alcanzándose la máxima altura en el
Pico del Moro Almanzor, (2.592 m).
El sistema montañoso está formado por bloques de materiales hercinianos, levantados
por el plegamiento alpino siguiendo unas líneas de fractura, a lo largo de las cuales, unos bloques
se levantaron (hort), y otros se hundieron (graben o fosas tectónicas). Es un sistema montañoso de
cimas suaves (cadena montañosa vieja) y en el que el glaciarismo cuaternario, con pequeños
glaciares de circo que emitían lenguas de corto recorrido, sólo produjo formas menores, simples
retoques de las de las cumbres más altas.
4. Los Montes de Toledo
Los Montes de Toledo son la divisoria de aguas entre las cuencas del Tajo y del Guadiana.
Se trata de una alineación montañosa de unos 200 km de largo y con cimas superiores a 1.200 m.
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Sus sierras más importantes son la de Guadalupe, que supera los 1.600 m., San Pedro y San
Mamede, ya en Portugal.
Su origen se enmarca dentro de la evolución del antiguo macizo herciniano, fracturado
con la orogenia alpina. Están formados una serie de bloques elevados o horst. Sin embargo, los
Montes de Toledo no forman un escalón muy fuerte con respecto a las zonas más bajas, sino que
su pendiente se ve suavizada por una rampa, formada con los restos de la erosión (rañas o
depósitos de aspecto muy desordenado, en los que aparecen mezclados y sin orden bloques
grandes, cantos angulosos, tierras arcillosas y arenas). En las zonas más elevadas, la erosión ha
actuado sobre los materiales de modo desigual (erosión diferencial), hasta dejar resaltadas las
duras cuarcitas, frente a las pizarras más blandas.
B.- El REBORDE MONTAÑOSO
1.- El macizo galaico-leonés.
Se sitúa en la zona noroccidental aislando, por esta parte, la Meseta de la costa. Aunque
afloran materiales precámbricos, predominan los paleozoicos (granito, pizarra, gneis...). Tras la fase
mesozoica de erosión, el plegamiento alpino deja la configuración del relieve actual, fracturando el
roquedo duro (hort) y formando pequeñas y dispersas depresiones terciarias. Desde el interior hacia
el litoral podemos distinguir las siguientes unidades:
Las Montañas Galaico-leonesas siguen una dirección N-S o NE-SW, superando
los 2.000 metros de altitud en los Montes de León y Sierra Segundeira. Forman
un paisaje abrupto, que dificulta las comunicaciones. Sobre esta zona ha actuado
la erosión glaciar, dando lugar a una de las zonas con relieve glaciar más
extensas de España (lago de Sanabria).
Hacia el Oeste nos encontramos, primeramente, con superficies amesetadas,
como resultado de la erosión (Meseta de Lugo) que dan paso a la
Dorsal Gallega: un conjunto de sierras en dirección N-S, de materiales duros
pero fuertemente erosionados, cuya altitud es inferior a los 1.000 metros y
descendiendo hacia el litoral, el
Escalón de Santiago presenta relieves suaves que no superan los 500 metros.
2.- La cordillera Cantábrica.
Constituye una barrera montañosa paralela a la costa y con dirección W-E que cierra la
Meseta por el Norte, aislándola de la influencia marina y dificultando las comunicaciones con la
costa. Formada por la orogenia alpina, presenta dos sectores diferenciados:
El macizo occidental o asturiano, prolongación del Macizo Galaico. Pertenece
a la antigua cordillera herciniana que fue rejuvenecido por la orogenia alpina. Los
Picos de Europa forman el sector oriental, en donde la cordillera supera los 2.500
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m, (Torre de Cerredo con 2.648 m). Picos de Europa están formados por calizas
antiguas de la Era Primaria, en las que los ríos han labrado profundas gargantas,
como la del río Cares.
La montaña oriental no pertenece al antiguo zócalo ibérico sino que es un
relieve típicamente alpino, formado por calizas del Secundario plegadas durante
el Terciario. Destaca la sierra de Híjar (2.000 m).
3.- Los Montes Vascos.
Son una prolongación de los Pirineos occidentales a los que enlazan con la Cordillera
Cantábrica. Están formados por sedimentos del secundario, que fueron plegados en la orogénesis
alpina, dando lugar a una sucesión de anticlinales y sinclinales (estilo jurásico).
Al presentar estos materiales una escasa resistencia a la erosión, domina un paisaje suave
y ondulado. Las mayores alturas (Peña Gorbea, Aitzgorri, Aralar) se sitúan en torno a los 1.500
metros. Durante el cuaternario, las aguas han originado un paisaje karstico e importantes estuarios
en la costa.
4.- El Sistema Ibérico.
Es el límite oriental de la Meseta y la divisoria de aguas entre los ríos de la vertiente
atlántica y mediterránea. Tiene una longitud de más de 400 km y llega a superar los 100 km de
anchura. Está formado por un sistema de sierras aisladas que no son una dificultad insalvable para
las comunicaciones. En cuanto a su estructura, este sistema tiene en la base materiales del zócalo
herciniano, fracturados por la orogenia alpina en una serie de horst y fosas. Sobre ellos se
superpone la cobertera sedimentaria, plegada en la misma orogenia. A lo largo del Terciario y el
Cuaternario sus cimas han sido arrasadas por la erosión, se han formado rampas y páramos en los
bordes y se han rellenado de sedimentos las numerosas cuencas interiores. Se pueden diferenciar
varias zonas:
Un sector noroeste, donde había menor espesor sedimentario, y la erosión ha
hecho aflorar el zócalo. Son las sierras de La Demanda y Moncayo que, junto a
los Picos de Urbión, superan los 2.200 m. Estas sierras presentan restos de
glaciarismo.
En la parte central está la gran fosa de Calatayud, rellenada de sedimentos
terciarios y cuaternarios y en la que se encajan los ríos Jalón y Jiloca
Pasada esta fosa, el sistema se divide en dos ramas: una toma la dirección
Este hacia el Mediterráneo (Javalambre, Maestrazgo con alturas que alcanzan los
2.000 metros), enlazando con la Cordillera Costero-Catalana; la otra, entra en
contacto con el Sistema Central (Parameras de Molina) y por el sur se prolonga a
través de la serranías de Albarracín y de Cuenca, donde destacan los modelados
kársticos (Ciudad Encantada), para conectar con las estribaciones Béticas
septentrionales.
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5.- Sierra Morena.
No es propiamente una cordillera, sino un brusco escalón que separa la Meseta del valle del
Guadalquivir. Se ha interpretado como una gigantesca falla, pero parece que se trata de una gran
flexión, fracturada en muchos puntos, producida por el empuje que, desde el sur, originó el
levantamiento de las Cordilleras Béticas. El roquedo es paleozoico, de color oscuro, al igual que su
vegetación (jara), características le que dan nombre. Sus sierras más destacadas son Madrona,
Pedroches y Aracena.
C) LAS CORDILLERAS EXTERIORES DE LA MESETA.
1.- Los Pirineos
Los Pirineos forman la frontera entre España y Francia. Se trata de una gran cordillera con
una longitud de 440 Km. Es el cinturón montañoso más elevado de España, con varias cimas por
encima de los 3.000 m como Aneto (3.404 m), Monte Perdido (3.355 m) y Maladeta (3.308 m). Los
Pirineos son unas montañas jóvenes, levantadas durante la orogenia alpina. Cuando las fuerzas
tectónicas comprimieron las rocas, que formaban el geosinclinal del mar de Tethys, éstas se
plegaron, dando lugar a la actual cordillera. Eran rocas muy plásticas y deformables que se
adaptaron a un antiguo macizo de la Era Primaria situado en el Pirineo axial. En este antiguo
zócalo, muy deformado y fracturado por la orogenia, destaca la presencia de cuarcitas, pizarras e
incluso granito. En la cordillera se distinguen dos partes:
En la zona central, el Pirineo axial es el eje de la cordillera y registra las
mayores alturas. Esta formado por materiales paleozoicos, arrasados por la
erosión e inundados durante el mesozoico, pero que fueron sobreelevados
durante el plegamiento alpino. Es la única zona de la Península en la que se
encuentran ejemplos actuales de glaciarismo.
El Pre-Pirineo. Está formado por un conjunto de sierras en las que predominan
los materiales secundarios y terciarios (calizas y margas). Su estructura se
dispone en dos alineaciones con dirección paralela que reciben el nombre de
sierras interiores (con cimas superiores a 2.500 m.) y sierras exteriores y de
menor altura. Entre ambas se encuentra la depresión media.
Las características más importantes de estas montañas pirenaicas son las siguientes:
Se trata de montañas recientes, cuyas cimas todavía no han sido arrasadas por
la erosión. Por eso presentan cimas escarpadas.
Es una cordillera asimétrica, cuyas cimas más altas descienden
progresivamente hacia el golfo de Vizcaya, pero se mantienen por encima de los
2.000 m hasta el cabo de Creus. Además, tienen un gran desnivel hacia la
vertiente francesa, mientras que, hacia el sur, los cinturones de sierras del
Pre-Pirineo descienden de forma mucho más gradual.
La acción de la erosión fluvial es muy fuerte. Cuenta con numerosos valles
Geografía de España
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transversales, labrados por el Ebro y sus afluentes (Aragón, Gállego, Cinca,
Segre).
En sus cimas están los únicos glaciares activos de España, aunque son
pequeños. Es abundante el modelado glaciar, destacando la presencia de
pequeños lagos, llamados ibones o estanys.
En las zonas calizas el relieve ha sido retocado por los ríos y por fenómenos
kársticos que han labrado cañones, gargantas y cuevas.
Presenta relieve volcánico, con varias decenas de conos en el macizo de la
Garrotxa, (Gerona).
2.- La Cadena Costero Catalana
Es un sistema de sierras que discurre a lo largo de 250 Km. paralelo a la costa
mediterránea, cerrando la Depresión del Ebro por el este. La base de la cordillera es el antiguo
macizo herciniano catalana-balear que, durante la orogenia alpina, se fracturó, levantando algunos
bloques que afloran en las montañas del norte. Es un sector de roquedo duro cuyas cimas
quedaron arrasadas por la erosión durante el Secundario. Sin embargo, el resto de este sistema
montañoso se corresponde con rocas sedimentarias, que se plegaron con motivo de la orogenia
alpina. Durante el Cuaternario, la erosión ha dejado en resalte las rocas más resistentes; los ríos
han trazado valles fluviales, aprovechando las fallas transversales; y se han formado terrazas en las
cuencas interiores. La estructura de esta cordillera consta de tres elementos paralelos a la costa:
La exterior o costera que no supera los 500 metros de altura (Montes de la
Costa Brava, Montnegre).
La del interior donde se encuentran las mayores alturas (Montseny -1.712
metros-, Montserrat).
Entre ambas se halla una depresión longitudinal que es una fosa hundida entre
dichas alineaciones. Es una zona óptima para la agricultura (La Selva, Valles,
Penedés, Camp de Tarragona).
3.- El Sistema Bético
Es la mayor cordillera peninsular tanto longitudinalmente (600 km.) como en altura
(Mulhacén, 3.481 metros). Se prolonga desde el Golfo de Cádiz hasta el cabo de La Nao,
hundiéndose bajo el mar y emergiendo en las Baleares. Presenta una gran complejidad
geológica pues, en su zona más septentrional, los materiales son autóctonos (depósitos
mesozoicos de la placa ibérica) y hacia el Sur predominan litologías alóctonas (paleozoicas). Su
origen está en la deformación que sufrió el mar de Thetys por el empuje de la placa africana. De
Norte a Sur podemos destacar las siguientes unidades:
Alineación meridional o Sistema Penibético: corre paralela a la costa
mediterránea del Sur hasta el cabo de Gata; es la parte más robusta llegando a
alcanzar los 50 Km., de anchura, presenta las mayores elevaciones (Sierra
Geografía de España
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Nevada, Serranía de Ronda) y es donde afloran materiales paleozoicos..
Depresión Intrabética o Penibética: conjunto de pequeñas depresiones de
origen tectónico o resultado de la erosión (depresiones de Ronda, Antequera,
Granada, Guadix, Baza o Elche), rellenas de sedimentos terciarios o
cuaternarios.
Montañas Sub-Béticas: son también un conjunto de alineaciones que van desde
las proximidades de Gibraltar hasta el Mediterráneo (Sierras de Ubrique,
Grazalema, Alcaraz, Cazorla, Segura, Sagra). Predominan las litologías calizas
fuertemente plegadas.
4.- La Depresión del Ebro
Corresponde a una amplia fosa de forma triangular, delimitada por tres conjuntos
montañosos: Pirineos, Sistema Ibérico y las Costero catalanas, que la aíslan de la influencia del
Mediterráneo. Esta depresión tiene unos 350 Km. de longitud y una anchura máxima de 150 Km.
La altitud oscila entre menos de 200 y 1.000 m. pero la mayor parte no supera los 5OO.
Su evolución geológica ha ido unida a los Pirineos. Se inicia a fines del Mesozoico,
cuando la cuenca del Ebro comienza a configurarse a consecuencia del hundimiento tectónico, a
principios del Terciario, del Macizo del Ebro, un bloque hercinicano que quedó cubierto por un brazo
de mar, que separaba el borde septentrional de la Meseta del incipiente Pirineo, A lo largo de este
período, los sedimentos marinos, primero, y continentales, después se fueron depositando en esta
cuenca, hasta alcanzar 2.000 m. de espesor. La diversidad de los materiales sedimentarios:
arenas, conglomerados, yesos, calizas lacustres y sales sódicas y potásicas y la diferente
resistencia a la erosión, permitió la existencia de varias formas de relieve:
En el borde septentrional y meridional fue colmatado por materiales detríticos
procedentes respectivamente del Pirineo y del Sistema Ibérico: arenas y
conglomerados de tipo grosero. Son los somotanos pirinaico, (como los
conglomerados de Riglos) e ibérico.
En el centro predominan los materiales finos, yesos, margas, arcillas, pero la
mayor resistencia a la erosión de las areniscas, conglomerados y calizas ha dado
lugar a formas tabulares, llamadas “muelas”. Así se suceden grandes
plataformas, coronadas por un estrato calcáreo, con amplios valles y cerros
testigos. Las vertientes de las plataformas o de los cerros, constituidas
generalmente por materiales más blandos, (arcillas, yesos), presentan formas
abarrancadas, como consecuencia de fenómenos de acarcavamiento: badlands.
Cuando estos materiales resistentes no existen, la red hidrológica del Ebro ha
erosionado los materiales blandos, dando lugar a importantes sistemas de
acumulación: las terrazas.
5- La Depresión del Guadalquivir
La Depresión del Guadalquivir es una amplia llanura de forma triangular abierta al mar. No
Geografía de España
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tiene apenas accidentes de relieve destacables y su altitud media es muy baja, en torno a los 150
m. Esta gran cuenca quedó sumergida bajo las aguas del mar durante la Era Terciaria. Desde
entonces ha seguido un lento proceso de colmatación, rellenándose con arcillas, calizas y margas
marinas. El predominio de los materiales arcillosos da lugar a campiñas suavemente onduladas.
Cuando surgen los mantos de caliza, se forman mesas y cerros testigo o alcores.
La zona occidental de la depresión está sometida a inundaciones del mar y del río, lo que ha
formado marismas, entre las que destacan las del Guadalquivir (Parque de Doñana).
D. EL RELIEVE COSTERO PENINSULAR
Tienen una longitud de 3.167 km., repartidos casi al 50% entre el litoral atlántico y el
mediterráneo. La principal característica del relieve litoral es la ausencia de extensas llanuras
costeras, debido a la proximidad al mar de sistemas montañosos paralelos a la costa, originando
frecuentes acantilados o una estrecha banda litoral. En ocasiones, las estribaciones se introducen
en la línea de costa, cortándola y dejando grandes arcos (irrupción de los sistemas béticos en el
Mediterráneo). En las costas atlánticas distinguimos la costa cantábrica, las rías gallegas y la costa
atlántica andaluza.
La costa cantábrica es rectilínea. Se caracteriza por sus acantilados, rasas y
pequeñas rías, así como por la escasez de playas. Los acantilados son costas
que penetran con una fuerte pendiente en el mar. En relación con ellos están las
cuevas marinas, creadas al erosionarse los puntos de menor dureza del
acantilado; los arcos marinos, formados por porciones de rocas duras que
sobresalen del mar y que quedan unidas al acantilado principal, y los farallones,
que son agujas rocosas sobre el mar creadas al desprenderse la parte superior
de un arco. Las rasas son sierras escalonadas paralelas a la costa. Las más
bajas tienen cumbres planas, debido a que son antiguos niveles marinos
allanados por la erosión del agua que luego han quedado elevados. Las más
altas han sido atacadas por la erosión y su planitud ha desaparecido. Por último,
las pequeñas rías cantábricas son, generalmente, de boca estrecha.
Las rías gallegas dan lugar a la costa más articulada de España. Galicia tiene
un relieve montañoso poco vigoroso, surcado por numerosos valles, que han sido
invadidos por el mar. Ello ha dado lugar a rías que penetran hasta 25 y 35 kiló-
metros en el interior.
La costa atlántica andaluza tiene como relieves costeros característicos las
marismas, las flechas litorales y los campos de dunas. Las marismas son típicas
de costas bajas, como las de la depresión del Guadalquivir, abierta al mar. Los
ríos que las atraviesan, transportan gran cantidad de sedimentos. Éstos se
depositan en el fondo de la bahía y acaban colmatándola, originando llanuras de
fango o marismas que quedan al descubierto en bajamar y a cubierto en pleamar.
Sobre ellas crecen plantas salobres, pero pueden drenarse y aprovecharse
agrícolamente.
Las flechas litorales se forman en las costas rectilíneas en las que existen bahías
profundas, como es el caso de la costa entre la desembocadura del Guadiana y
Geografía de España
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del Guadalquivir. La arena se desplaza por la costa hacia el interior de la bahía,
dando lugar a una flecha que suele tener su extremo curvado hacia tierra (flechas
de gancho).Los campos de dunas son el resultado de la acumulación de arena
por el viento, que queda fijada por la vegetación.
En las costas mediterráneas diferenciamos el sector bético, el golfo de Valencia y el
litoral catalán.
El primero está asociado a las estribaciones béticas, desde Gibraltar hasta el
cabo de La Nao. Este primer tramo corre paralelo a la Cordillera Penibética; es
una costa accidentada pero con abundantes zonas de costa baja. Desde el cabo
de Gata sigue una dirección NE, ampliándose la llanura costera en el campo de
Cartagena. La Depresión Intrabética configura el golfo de Alicante y la cubeta del
Segura, quedando cerrada por el Norte por las alineaciones prebéticas que se
prolongan hasta el cabo de La Nao.
El golfo de Valencia va desde el cabo de La Nao hasta el delta del Ebro. Se
caracteriza por sus playas, albuferas, pequeños deltas y tómbolos. Los sectores
de playa, bastante amplios, están formados por depósitos marinos y sedimentos
del Sistema Ibérico.
Las albuferas se crean cuando los depósitos marinos forman cordones paralelos
a la costa, detrás de los cuales quedan marismas unidas temporal o per-
manentemente con el mar, hasta que finalmente acaban siendo colmatadas por
aportes terrestres. Los deltas son salientes costeros que se forman cuando el río
aporta más sedimentos de los que puede redistribuir el mar por tratarse de una
masa tranquila de agua sin fuertes corrientes ni excesivo oleaje. Los de este
sector costero se adentran escasamente en el mar, al ser producidos por ríos
poco importantes o de carácter torrencial. Los tómbolos son barras de arena que
unen islotes rocosos a la costa (Peñón de Ifac, en Calpe, Alicante). Pueden ser
dobles cuando son dos las barras arenosas, quedando de esta forma una laguna
entre ambas.
Finalmente, el litoral catalán se inicia en el delta del Ebro que con sus 26 km.
de longitud es el mayor de la Península; en él se pueden seguir antiguos brazos y
desembocaduras del río, así como lagunas y albuferas. El litoral corre paralelo a
la cordillera costerocatalana dejando una estrecha faja costera que se adentra en
el interior en zonas como el Campo de Tarragona. A partir de la desembocadura
del Besos los acantilados se hacen más frecuentes, quedando pequeñas playas o
calas (Costa Brava gerundense), hasta que la llanura del Ampurdán y las últimas
estribaciones pirenaicas hacia el cabo de Creus, cortan perpendicularmente la
línea costera.
F.- EL RELIEVE INSULAR
1.- El archipiélago Balear
Comprende tres islas mayores (Mallorca, Menorca y Ibiza) y dos menores (Formentera y
Geografía de España
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Cabrera). Geológicamente son un eslabón entre las dos cordilleras alpinas del Mediterráneo, las
Béticas y la Costero-Catalana. Mallorca e Ibiza son fragmentos de las Cordilleras Béticas, con las
que se unen por debajo del mar a través de un estrecho brazo de escasa profundidad. La isla de
Mallorca presenta tres conjuntos: la sierra de Tramontana, abrupta y de roquedo calizo; la
depresión central o Pla, de relieve suave y roquedo arcilloso, y las sierras de Levante, de ro-
quedo calizo, que no alcanzan los 500 m. La costa mallorquina presenta numerosas calas,
intercaladas con playas largas y arenosas.
2.- El archipiélago canario
El archipiélago canario está formado por una agrupación de islas situadas al noroeste del
continente africano, del que se separan por unos cien kilómetros de distancia. Comprende siete
islas principales, agrupadas en dos provincias: Las Palmas (Gran Canaria, Lanzarote y
Fuerteventura) y Santa Cruz de Tenerife (Tenerife, La Palma, La Gomera y El Hierro).El conjunto de
las Canarias es de naturaleza volcánica. Se originó en la Era Terciaria, cuando la orogénesis
alpina rompió el fondo del Atlántico y, a través de sus fracturas, ascendieron grandes masas de
rocas volcánicas que dieron lugar a las islas. En ellas nos encontramos con diversos tipos de relieve
volcánico: conos de ceniza, con fuerte contenido en cenizas y lapillis (piedras pequeñas); calderas,
que son grandes cráteres circulares, originados por la explosión o hundimiento de volcanes; coladas
de lava, que al solidificarse rápidamente dan lugar a los llamados "malpaíses", y roques, agujas de
lava puestas al descubierto por la erosión.
Geografía de España
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EL CLIMA EN LA PENÍNSULA IBÉRICA
I.- INTRODUCCIÓN
Llamamos tiempo atmosférico, al estado de la atmósfera sobre un lugar en un momento
determinado. La ciencia que lo estudia es la meteorología. El clima es la sucesión habitual de tipos
de tiempo de un lugar. Para conocer cuál es el clima de un territorio, se necesita un periodo de
observación de, al menos, treinta años. La ciencia que estudia el clima es la climatología.
España se caracteriza por la diversidad de tiempos atmosféricos y de climas, resultado de la
combinación de un amplio número de factores tanto geográficos como termodinámicos y de
elementos del clima.
II. - FACTORES GEOGRÁFICOS DEL CLIMA
Los factores geográficos de los climas españoles son:
La latitud. La situación en latitud de España, en la zona templada del hemisferio
norte, determina la existencia de dos estaciones bien marcadas por la
temperatura: el verano caracterizado por una fuerte insolación y un invierno con
temperaturas bajas y dos estaciones intermedias, (primavera y otoño).
La situación. El mar actúa como regulador de la temperatura. Ello es debido a la
diferencia de calor específico entre el agua y la tierra (el agua tarda cinco veces
más en calentarse o en enfriarse que la tierra), y a su capacidad para generar
vapor de agua y, por tanto, precipitaciones. La posición de España entre dos
grandes masas marítimas (el océano Atlántico y el mar Mediterráneo) y dos
grandes masas continentales (Europa y África) la sitúa bajo la influencia de los
vientos procedentes de cada una, que tendrán diferentes características según su
procedencia: húmedos los marinos, secos los continentales; fríos los europeos y
cálidos los africanos.
La configuración maciza de la Península, fruto de su gran anchura y de sus
costas poco recortadas, da lugar a una escasa influencia marítima. No obstante
debe distinguirse entre la periferia, abierta al mar, y el ancho núcleo de tierras
interiores, de clara tendencia a la continentalidad, con escasas precipitaciones y
temperaturas extremas.
El relieve: La influencia del relieve influye en el clima de diversos modos:
o Los territorios situados a mayor altitud tienen unas temperaturas medias
inferiores a los que se localizan en el llano.
Geografía de España
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o Obstaculiza la entrada de masas de aire, según la altitud y la orientación
de los diferentes macizos y sistemas montañosos.
o Modifica la temperatura y la humedad de las masas de aire que, al chocar
con una cordillera, se ven obligadas a elevarse y, al enfriarse por efecto de
la altitud, descargan el vapor de agua contenido en forma de
precipitaciones. Además al, bajar por la otra vertiente, el aire seco se
calienta y produce el llamado efecto föehn.
III.- FACTORES TERMODINAMICOS DEL CLIMA
Los factores termodinámicas del clima son los responsables de la circulación atmosférica o
sucesión de masas de aire que determina los distintos tipos de tiempo atmosférico y de clima. La
circulación atmosférica está dirigida en altura por la corriente en chorro, y en superficie, por los cen-
tros de acción, las masas de aire y los frentes.
Corriente en chorro o Jet Stream
La circulación atmosférica en altura está dirigida, para la zona templada en la que se
encuentra España, por la corriente en chorro o jet stream. Se trata de una fuerte corriente de
viento, de estructura tubular, que circula entre los nueve y los once kilometras de altura. Afecta a
España principalmente en invierno, ya que en verano se desplaza hacia latitudes más
septentrionales.
La corriente en chorro es la responsable del tiempo en superficie. Éste depende de las
variaciones que experimenta la velocidad de la corriente. Cuando el chorro circula rápido (a más de
150 km/h), tiene un trazado casi zonal (O-E). Pero cuando su velocidad disminuye, describe ondula-
ciones: crestas, que originan altas presiones y valles, que originan bajas presiones. Ambas se
reflejan en superficie y dan lugar a anticiclones y borrascas dinámicos.
Centros de acción. Anticiclones y Depresiones
Los centros de acción son áreas de altas y bajas presiones. Llamamos presión
atmosférica al peso del aire sobre unidad de superficie. Esta presión se mide en milibares (mb)
mediante el barómetro y se representa en los mapas de tiempo mediante las isobaras o líneas que
unen puntos con igual presión. En estos mapas, las isobaras van de 4 mb en 4 mb o de 5 mb en 5
mb. La presión normal es de 1.013,5 mb, aunque en los mapas del tiempo suele considerarse un
valor de 1.015 mb ó 1.016 mb.
Una alta presión o anticiclón es una zona de altas presiones rodeada por otras de presión
más baja. Los vientos circulan a su alrededor en el sentido de las agujas del reloj. Produce tiempo
estable. Una baja presión, depresión, borrasca o ciclón es una zona de bajas presiones rodeada
de otras de presión más alta. Los vientos circulan a su alrededor en sentido contrario a las agujas
del reloj. Produce tiempo inestable, frecuentemente lluvioso.
Por su origen, los centros de acción pueden ser térmicos o dinámicos
Geografía de España
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Un anticiclón térmico se forma cuando una masa de aire se enfría: el aire frío es
más pesado, desciende y ejerce una alta presión. Una baja térmica se forma
cuando el aire se calienta: el aire caliente pesa menos, se eleva y ejerce una baja
presión.
Los centros de acción dinámicos se forman en determinadas zonas en las que,
en altura, la corriente en chorro forma crestas (áreas anticiclónicas) o vaguadas
(áreas depresionarias), que se reflejan en superficie.
El aire se desplaza desde la zona de altas presiones hacia la zona de bajas presiones,
compensando la diferencia o gradiente de presión y generando vientos que efectúan intercambios
de calor y transporte de vapor de agua. El viento sopla más fuerte cuanto mayor es la diferencia de
presión. Siempre se dirige desde las zonas de alta presión a las de baja, pero no sigue una línea
recta, sino que, debido a la fuerza de Coriolis, gira con una trayectoria en espiral. El sentido de giro
es, en el hemisferio Norte, el de las agujas del reloj en una zona de alta presión y al contrario en
una zona de baja presión. Los centros de acción anticiclónicos que dirigen la circulación sobre
la Península son los siguientes.
Anticiclón de las Azores. Forma parte del cinturón subtropical de altas presio-
nes. España queda dentro del radio de acción de esta masa de aire tropical
marítimo, estable y permanente. Es el causante de lo que se conoce como buen
tiempo, seco y soleado. Pero, al igual que otros factores (masas de aire, Jet
Stream, Frente Polar) sufre un desplazamiento de unos grados hacia el S o hacia
el N., según se trate del invierno o del verano, siguiendo el movimiento aparente
del sol hacia los trópicos. Por esta razón, durante el verano, el anticiclón de las
Azores se sitúa sobre la Península, mientras que en invierno se sitúa más al Sur,
permitiendo la irrupción de las borrascas atlánticas y de otras masas de aire
sobre el territorio peninsular,
Anticiclones del Atlántico, de aire frío y marítimo.
Anticiclón Escandinavo. Masa de aire de origen polar, que en determinados
momentos del año puede alcanzar la Península. Produce temperaturas muy bajas
y, aunque sus efectos se dejan sentir durante poco tiempo, suele provocar graves
daños en la agricultura.
Anticiclón de Europa Central. Masa de aire estacional de origen térmico. Sólo
se presenta en invierno. Si se prolonga hacia el Sureste europeo puede afectar al
sector nordoriental de la Península, provocando un descenso brusco de las
temperaturas con fuertes heladas y olas de frío.
Anticiclón meseteño. Masa de aire estacional que sólo se forma en invierno. Es
de carácter autóctono, ya que se produce sobre la Meseta, debido al carácter
continental de ésta. Es el responsable de días secos, soleados y despejados,
pero fríos.
Las masas de aire ciclonales que actúan sobre la Península son:
Depresión de Islandia. Emplazada en el Atlántico norte alcanza su mayor
Geografía de España
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dinamismo en invierno. Canaliza hacia la Península las masas de aire frío
marítimo, polar o ártico y provoca numerosas precipitaciones, sobre todo en la
Cornisa Cantábrica.
Depresión del golfo de Rosas, Lyon o Génova. Es especialmente activa en
otoño, cuando llegan a este mar coladas de aire frío continental europeo que
contrastan con las masas cálidas y húmedas situadas sobre él.
Depresión de las Azores o de Cádiz. Tiene un origen similar a la anterior por el
choque de una masa de aire polar marítimo con otra de aire cálido del área de las
Azores. Puede darse en cualquier época del año excepto en verano.
Depresión térmica del interior peninsular formada por el calentamiento del
suelo en verano. Provocará tormentas si, en las capas altas, se encuentra con
masas de aire frío.
Depresión del Norte de África que se forma también por el intenso
calentamiento en el interior del Sáhara. Cuando asciende en latitud, envía a la
Península masas de aire muy cálido dando lugar a agudas olas de calor.
Las masas de aire
Las masas de aire son porciones de aire con unas características concretas de temperatura,
humedad y presión. Estas características las adquieren en sus regiones de origen o regiones
manantiales y las transmiten a otras regiones gracias a los centros de acción (depresiones y
anticiclones).
Debido a la latitud de España, las regiones manantiales de las que proceden las masas de
aire que la afectan son la zona ártica (A), la zona polar (P) y la zona tropical (T). Las dos
primeras dan lugar a masas de aire frías y la tercera, a masas de aire cálidas. En los tres casos, y
dependiendo de la superficie de la región de origen, pueden ser masas de aire marítimas húmedas
(m) o masas de aire continentales secas (c). Estas características originales pueden modificarse si
las masas de aire recorren grandes distancias.
Am: Originaria de la cubeta ártica, es muy fría y de escasa humedad; pero en su
recorrido hacia la Península se recalienta por la base y se humedece. Produce
bajas temperaturas y algunas lluvias en el norte peninsular y frío seco en el resto.
Afecta poco a la Península.
Pm: Originaria del Atlántico Norte, es inicialmente fría. En su recorrido hacia el
sur se recalienta y humedece, haciéndose inestable en verano y dando lugar a
fuertes tormentas. En invierno se estabiliza y produce nubosidad y lluvias débiles.
Pc: Originaria del continente europeo, surge a partir del anticiclón térmico que se
forma en invierno. Da lugar a un tiempo muy frío, seco y estable.
Tm: Se origina en el Atlántico, en la zona de las Azores. Es cálida y húmeda. En
su recorrido hacia el norte se enfría relativamente por la base y se estabiliza. Da
lugar a temperaturas altas o suaves en cualquier época del año.
Geografía de España
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Tc: Se origina en el norte de África, sobre el Sahara. Se caracteriza por su
temperatura elevada y extrema sequedad y estabilidad. Provoca olas de calor.
Frente Polar
Las masas de aire que acabamos de estudiar, imponen sus peculiaridades de humedad,
temperatura, estabilidad, etc., a las zonas que recorren o sobre las que se establecen. Pero
además, al entrar en contacto dos masas de características diferentes, provocan entre ellas
enfrentamientos a los que se conocen con el nombre de frentes. El frente que afecta en mayor
grado a España es el Frente Polar.
Se genera al “chocar “ en el océano Atlántico la masa tropical marítima del anticiclón de
las Azores y el aire polar marítimo de los anticiclones noratlánticos. Al elevarse el aire tropical
se condensa y producen precipitaciones. En los equinoccios o estaciones intermedias afecta a toda
la Península; en verano, sólo al norte pues el resto de la Península está bajo el dominio del
anticiclón de las Azores; y en el invierno, al sur, porque el resto está sometido al anticiclón
centroeuropeo.
IV.- ELEMENTOS DEL CLIMA
Para determinar el clima de un lugar deben realizarse observaciones periódicas de los
elementos que caracterizan y definen la atmósfera. Los principales son la insolación, la nubosidad,
la temperatura, la humedad del aire, la presión atmosférica los vientos, las precipitaciones, la
evaporación y la aridez.
A.- La insolación
Es la cantidad de radiación solar recibida por la superficie terrestre. En España, debido
a su latitud, se superan las 2000 horas de sol al año, no obstante existen fuertes contrastes entre la
cornisa cantábrica, donde se registran los niveles mínimos (1.700 horas), y el valle del
Guadalquivir, la costa suratlántica peninsular (San Fernando en Cádiz con 3.233 horas) y algunas
áreas de Canarias con valores máximos..
B.- La nubosidad
Es el estado de la atmósfera en el que el cielo aparece cubierto de nubes, en mayor o
menor grado. En España el área con mayor nubosidad es la cornisa cantábrica (Oviedo tiene cielo
cubierto el 47% de los días). El mayor número de días despejados corresponde al valle del
Guadalquivir, en la costa suratlántica peninsular y algunas zonas de Canarias.
C.- La temperatura
Es una cualidad del aire que medimos en grados centígrados por medio de un termómetro.
En los mapas se representa mediante isotermas o líneas que unen puntos con igual temperatura.
La distribución de la temperatura media es muy irregular, dependiendo de la latitud, el relieve y la
distancia al mar.
Geografía de España
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Latitud: las regiones del sur de la Península y las islas Canarias soportan
temperaturas más elevadas que las regiones más septentrionales.
Relieve: las zonas de montaña son, en general, más frescas, a causa del
gradiente térmico altitudinal: un ascenso en altitud comporta un descenso de la
temperatura.
Distancia al mar: en las zonas costeras, las temperaturas suelen ser más
suaves, porque el mar produce un efecto atenuador. En las zonas del interior, en
cambio, las temperaturas tienen valores más extremos (más frío durante el
invierno y más calor en el verano).
Las heladas se producen cuando la temperatura del aire baja de 0º C. Pueden ser de
irradiación o de advección. Las heladas de irradiación se producen por el enfriamiento del suelo,
que se transmite al aire que está en contacto con él. Las heladas de advección se producen por la
llegada de una masa de aire muy fría. El factor de la continentalidad es aquí esencial, pues una de
las causas es la fuerte irradiación nocturna; por esta causa las heladas son mínimas en la zona
costera, sea cual fuese su latitud (normalmente menos de 5 días al año) o incluso inexistentes. Las
zonas con mayor número de heladas son las de montaña y las que están alejadas de la influencia
marina. Zonas del Sistema Ibérico o del Sistema Central Superan o están cerca de los 100 días
anuales.
La amplitud térmica u oscilación térmica anual es la diferencia de temperatura existente
entre el mes más cálido y el mes más frío. Canarias es la zona con menor amplitud térmica (unos 8
ºC), seguida de la zona norte costera (10 ºC). Las mayores amplitudes se registran siempre en el
interior de la Península donde supera normalmente los 15/16 ºC. Entre ambas se sitúan los
territorios mediterráneos y las Islas Baleares (10 – 15/16 ºC)
D.- La Humedad.
La energía del Sol provoca la evaporación del agua de mares, ríos, lagos... La humedad del
aire se refiere al contenido de vapor de agua en la atmósfera. Normalmente se mide la humedad
relativa, que es el porcentaje de vapor de agua que hay en la atmósfera con respecto al valor
máximo, que corresponde al nivel de saturación. El nivel de humedad viene determinado por la
temperatura, la proximidad a masas de agua (mares, lagos, embalses, ríos... ), el relieve y, a nivel
local, por la cobertura vegetal.
Los valores más altos de humedad se dan, por tanto, en las regiones costeras, y disminuyen
a medida que nos desplazamos hacia el interior, menos en las proximidades de grandes ríos o
embalses. La humedad produce el efecto subjetivo de aumentar la sensación de calor en nuestro
organismo: un día cálido parece más caluroso cuanto mayor sea la humedad relativa en la
atmósfera.
La niebla es la suspensión de diminutas gotas de agua en la capa inferior de la
atmósfera, que limitan la visibilidad a menos de un kilómetro. Se produce cuando la humedad del
aire se condensa en la parte inferior de la atmósfera. Existen dos tipos de niebla: de irradiación,
propia del invierno y ocasionada por la pérdida de calor del suelo, y de advección, producida, bien
por el contacto de una masa de aire cálida y húmeda con un suelo frío, bien por la advección de aire
frío sobre un suelo más cálido y con elevado índice de humedad (embalse, río).La calima es una
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bruma seca que se produce en las capas bajas de la atmósfera debida a la presencia de una gran
cantidad de partículas muy finas de polvo. Se forma en la España seca en verano, en situación
anticlónica, cuando los suelos están resecos y las partículas que contienen pueden ser elevadas y
mantenidas en suspensión por movimientos ascendentes ocasionados por el elevado calentamiento
del suelo.
E.- La presión atmosférica
Alcanza valores que dependen de las características del aire que se sitúan sobre España a
lo largo del año. En invierno dominan las altas presiones; en otoño y primavera, las bajas y en
verano, nuevamente las altas; aunque en el interior se producen bajas térmicas, por ascenso del
aire debido al calentamiento del suelo.
F.- Los vientos
Son movimientos horizontales del aire en relación con la superficie terrestre. Se producen
como consecuencia de las diferencias de presión y van desde las altas presiones a las bajas
presiones. Por su latitud, la Península se encuentra en el área de los vientos de poniente, aunque
hay una gran diversidad en superficie, dependiendo de las distintas épocas del año
G.- Las precipitaciones.
La precipitación es la caída de agua procedente de las nubes, tanto en forma sólida como
líquida. Se mide en milímetros (mm), y en los mapas se representa mediante isoyetas o líneas que
unen puntos de igual precipitación. Los factores que más influyen en la distribución de las lluvias
son la proximidad al mar y la facilidad de penetración de las corrientes húmedas; el relieve tiene un
doble comportamiento: puede suponer una barrera a la advección de dichas masas de aire o una
mayor recepción de precipitaciones por el gradiente, generando auténticos islotes húmedos en
zonas de mayor sequedad. La principal forma de precipitación es la lluvia. Según su origen, las
lluvias pueden ser de tres tipos:
Lluvias de convección, producidas al aumentar de temperatura una masa de
aire húmedo por contacto con una superficie caliente, lo que la hace ascender y
enfriarse hasta alcanzar el punto de rocío.
Lluvias ciclónicas, que están causadas por el desplazamiento de masas de aire
húmedo procedentes del Atlántico, impulsadas por fuertes borrascas. Se
producen a lo largo de los frentes.
Lluvias orográficas, debidas al efecto del relieve, que obliga a las masas de aire
a ascender y provoca su enfriamiento.
La distribución de las precipitaciones se caracteriza por su disminución desde el
noroeste al sureste, desde la costa atlántica a la mediterránea (ya que los frentes occidentales van
perdiendo actividad) y desde las costas hacia el interior porque, en invierno, el suelo frío favorece la
formación de anticiclones y en verano, las elevadas temperaturas aumentan la capacidad de
almacenar humedad y dificultan la formación de nubes.
Si las lluvias se repartieran de forma uniforme, en España se obtendría una media anual
próxima a los 600 litros por metro cuadrado. Pero la realidad es diferente; las precipitaciones son
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muy desiguales y nos encontramos con dos partes claramente diferenciadas: la España seca y la
España húmeda, y aún podríamos matizar otros dos dominios: uno de transición y otro muy seco y
árido.
La España lluviosa se corresponde con la mayor parte del norte de la Península:
Galicia, cornisa cantábrica, País Vasco, Pirineos, así como las zonas altas de los
principales sistemas montañosos, más húmedas cuanto más altura tienen y más
al norte se localicen. Los totales medios anuales superan los 800 litros por metro
cuadrado, estando la mayoría por encima de los 1.000 litros.
La España de transición es la que encontramos entre los registros de 600 y 800
litros/m2. Está localizada en la periferia del dominio anterior.
La España seca ocupa la mayor parte del territorio español: las dos submesetas,
el valle del Ebro, gran parte de la fachada mediterránea y del valle del
Guadalquivir, así como las islas. En todos los casos, las precipitaciones son
inferiores a los 600 litros/ m2.
La España árida, muy seca, es, dentro del dominio anterior, un reducto singular
donde los totales de precipitación están próximos a los 300 litros/ m2 e, incluso,
inferiores a los 200 litros/ m2. El sudeste peninsular, las provincias de Almería y
Murcia, junto con algunos islotes en la cuenca del Duero, en la Mancha y al
sudeste de Zaragoza. definen la España de los mayores déficit hídricos: la del
tránsito a la desertización.
Las precipitaciones no se producen de forma regular a lo largo del año. Son escasas en
verano, algo más importantes en invierno, y registran los máximos anuales en primavera y, sobre
todo, en otoño. Las precipitaciones en forma de nieve e están en relación con la latitud, la altitud y la
continentalidad, así como en función de la presencia de masas de aire frío, siendo más frecuentes e
intensas en los Pirineos, cordillera Cantábrica, Meseta Norte, Sistema Central, Sistema Ibérico y
Cordilleras Béticas.
H.- La evaporación
La evaporación del agua es el proceso físico por el que ésta se transforma en vapor a
temperatura ambiente. La velocidad de evaporación aumenta, entre otros motivos, con las altas
temperaturas, por lo que es mayor en los meses de verano y en las horas centrales del día. La
evapotranspiración es la pérdida de humedad de la superficie terrestre debida a la insolación y la
transpiración de las plantas y del suelo.
I.- La aridez
Es resultado de la falta de agua, normalmente por escasez de precipitaciones, que origina
una ausencia de vegetación (se relaciona con el problema de la erosión) e imposibilita la agricultura,
si no se utiliza el riego. De aquí radica su importancia y la diversidad de índices para calcularla:
El índice de Gaussen se emplea para establecer la aridez mensual. Un mes es
seco si sus precipitaciones en mm son iguales o menores que el doble de la
temperatura media expresada en ºC.
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El índice de Lautensach se utiliza para determinar la aridez general de una
zona. La aridez se establece a partir del número de meses con déficit de agua
(menos de 30 mm de precipitación). Se habla entonces de zona sin aridez o
húmeda (ningún mes con déficit de agua), zona semihúmeda (de 1 a 4 meses
áridos, existe todavía algún exceso de agua), zona semiárida (de 4 a 7 meses
áridos, ya no hay superávit de agua) y zona semiárida extremada (de 7 a 11
meses áridos).
V.- TIPOS DE TIEMPO
El clima de un lugar queda caracterizado por la sucesión de situaciones atmosféricas que
frecuentemente se repiten y que denominamos tipos de tiempo. Hay que distinguir entre los tipos de
tiempo fundamental o normales en las distintas estaciones del año y secundarios, menos frecuentes
e incluso extraordinarios.
1.- Tipos de tiempo en invierno
El tipo fundamental es seco y frío a consecuencia del anticiclón que afecta a la Península
que aunque puede ser una continuación del continental centroeuropeo o, en ocasiones, del
siberiano es frecuente que se origine uno autóctono centrado sobre la Meseta. Con escaso viento,
los cielos están despejados y se produce un cierto recalentamiento diurno, pero a la sombra, el frío
es intenso y frecuentes los riesgos de heladas y las típicas nieblas matinales. En las costas del
Norte suelen producirse lluvias por la acción del Frente Polar que generalmente no rebasa la
Cordillera Cantábrica. En el resto de las costas la influencia del mar templa las temperaturas.
Como tiempo secundario se distinguen dos tipos: las olas de frío, de escasa duración,
que se producen como consecuencia de la situación de un potente anticiclón en Escandinavia e
Islas Británicas y una fuerte baja en el Mediterráneo. La vaguada que se produce entre ambas
favorece la penetración de aire polar continental, descendiendo mucho los termómetros y produ-
ciéndose nevadas en el interior de la Península y abundantes lluvias en el litoral mediterráneo. Por
el contrario, cuando el anticiclón de las Azores se sitúa más al Norte de lo normal, penetra aire
cálido y se produce un tiempo más suave y seco.
2.- Tipos de tiempo en verano
Los tipos anticiclónicos son los dominantes en verano: el tipo fundamental es cálido y
seco debido al ascenso en latitud del anticiclón de las Azores. Las altas temperaturas provocan un
calentamiento y ascenso del aire diario, que no se traduce en lluvias, debido a la presencia de altas
presiones en altura. El anticiclón de las Azores puede ligarse a la baja térmica del Norte de Africa
dando lugar a intensas olas de calor en la mitad sur, acompañadas de calima. Esta baja térmica
normalmente no causa precipitaciones, ya que el aire sahariano tiene escasa humedad.
Ocasionalmente puede producir tormentas con gran aparato eléctrico y escasa precipitación.
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Los tipos tormentosos de verano tienen lugar cuando se produce una de las siguientes
situaciones:
Resquebrajamiento en altura de las altas presiones debido a la presencia de
aire frío (vaguada o gota). Este fenómeno produce una gran inestabilidad y
fuertes tormentas, a voces de carácter torrencial.
Excesivo calentamiento de las capas bajas, lo que ocasiona intensos
movimientos ascendentes del aire que atraviesan la barrera de subsidencia
térmica (descenso) de las altas presiones y alcanzan los niveles altos, donde las
temperaturas son muy frías, formando nubes y tormentas.
Los tipos ciclónicos de verano afectan a la Península cuando el anticiclón de las Azores se
desplaza más al sur de lo ordinario y deja pasar borrascas atlánticas.
3.- Tipos de tiempo en las estaciones equinocciales
El tiempo de otoño y primavera es variable. Esta variabilidad tiene su origen en el
debilitamiento de las situaciones anticiclónicas propias del invierno y del verano, que permiten la
penetración de borrascas ligadas al frente polar. En otoño, el anticiclón de las Azores y los
anticiclones polares se desplazan hacia el sur, y en primavera se trasladan hacia el norte.
En estas estaciones, los tipos anticiclónicos son normalmente secos y semejantes a
los del verano o invierno. Se hallan ocasionados, respectivamente, por el anticiclón de las Azores
o por anticiclones polares atlánticos. También son frecuentes las situaciones del este, que provocan
precipitaciones en la costa mediterránea.
Los tipos ciclónicos son lluviosos, frecuentemente del oeste, que impulsan la
penetración de borrascas del frente polar.
Como tiempo secundario se puede citar la situación de “gota fría” que pueden producir
lluvias catastróficas y el desbordamiento de ríos cuando en altura y sobre el levante, el sur o el
suroeste de la Península se forma un embolsamiento de aire frió que contrasta con por su fuerte
gradiente con el aire cálido y húmedo de superficie.
VI.- CLIMAS DE LA PENINSULA.
Los tipos principales son el clima oceánico, el clima mediterráneo, con sus distintas
variedades, y el clima de montaña. Canarias pertenece al clima mediterráneo seco estepario, pero,
por las peculiaridades que presenta, se trata en un apartado propio.
1.- El clima oceánico
Se extiende por la fachada costera septentrional, desde el golfo de Vizcaya hasta las Rías
Bajas, a lo largo de una franja que puede oscilar entre 75 km. y 150 km. de anchura. Este dominio
climático comprende las provincias de Pontevedra, La Coruña, la mitad norte de Lugo, Asturias,
Cantabria, Vizcaya y Guipúzcoa. Existen otras zonas que también presentan clima oceánico con
rasgos de transición, como Orense, mitad sur de Lugo, Álava y la parte noroccidental de Navarra.
Las temperaturas son suaves y la amplitud térmica baja (menos de 15 ºC), aunque con
diferencias entre la costa y el interior. La costa presenta veranos frescos (ningún mes tiene una
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temperatura media, igual o superior a 22 ºC) e inviernos moderados (la temperatura media del mes
más frío está entre 6 y 10 ºC), de modo que la amplitud térmica es escasa debido a la influencia del
mar (entre 9º y 12 ºC). Hacia el interior, al disminuir la influencia marina, la temperatura del invierno
es más fría. Paralelamente aumenta la amplitud térmica, que se sitúa entre los 12 y los 15 ºC, es
decir, 4 ó 5 ºC más que en la costa como media.
Estos rasgos térmicos se deben a la procedencia N-NO de las masas de aire y a la
influencia marina, así como a los caracteres de la circulación general atmosférica, provocando unas
temperaturas poco contrastadas a lo largo del año. Únicamente cuando dominan los vientos del Sur
se registran temperaturas elevadas, más frecuentes en el sector cantábrico que en Galicia. En
zonas alejadas del mar, donde predominan los rasgos de transición, las temperaturas experimentan
un descenso en sus valores medios respecto de las que se dan en la costa, al mismo tiempo que se
incrementa la amplitud térmica anual.
En estas zonas, las precipitaciones son abundantes (el total anual supera los 800 mm y
los días de lluvia son más de 150 al año). Su distribución a lo largo del año es bastante regular. No
obstante, suele darse un máximo de precipitación en invierno y un mínimo relativo en verano, este
último debido a la acción del anticiclón de las Azores, desplazado al norte. El mínimo relativo puede
dar lugar a un periodo máximo de dos meses secos. Las lluvias son abundantes y regulares debido
a la acción de la circulación general atmosférica y a las borrascas atlánticas asociadas al Frente
Polar, todo ello unido al predominio de los vientos húmedos del Oeste, que al llegar a la costa y
ascender provocan nieblas y nubes que dan lugar a lluvias orográficas o de relieve en toda la zona
litoral. Esta situación se va debilitando según avanza hacia el interior, lo que anuncia ya el carácter
continentalizado, con precipitaciones en torno a 800 mm. anuales. Las lluvias caen de forma suave,
lo que favorece su filtración en el suelo. Ello, junto a la protección que ejerce la vegetación, evita la
erosión del suelo por el golpear de las precipitaciones. Los vientos dominantes son de componente
oeste. De entre ellos destacan los que soplan en dirección noroeste.
2.- El clima mediterráneo
El área de clima mediterráneo es la más extensa de España. Comprende el territorio
peninsular al sur de la zona de clima oceánico, las Islas Baleares, Ceuta y Melilla y en él es posible
distinguir:
2.1. Clima Mediterráneo Costero
La influencia del mar Mediterráneo es el principal elemento que caracteriza este clima,
netamente costero. Incluye las islas Baleares y toda la franja costera desde la frontera con Portugal
hasta la frontera con Francia.
Las temperaturas aumentan de norte a sur y presentan amplitudes medias (entre 12 y
15/16º) con veranos calurosos (superan los 22 ºC ) e inviernos suaves (la media del mes más
frío no baja de 10 ºC) por la influencia del mar mediterráneo. La costa suratlántica presenta la
amplitud térmica más pequeña del área mediterránea marítima.
Las precipitaciones son escasas (el total anual es inferior a 800 mm). Su distribución
anual es irregular. La característica más destacada es la sequía en verano motivada
principalmente por el desplazamiento en esta época del año del anticiclón de las Azores hacia el
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norte. También existen diferencias entre la costa mediterránea y la suratlántica.
En la cosa mediterránea son menores porque las borrascas atlánticas son
esporádicas (salvo en el norte de Cataluña) y llegan muy modificadas, pues
pierden su humedad al atravesar la Península y las barreras montañosas
paralelas a la costa mediterránea. El máximo principal se da en otoño, por la
mayor frecuencia de situaciones del este, tormentas y gotas frías, que tienen su
origen en el un Mediterráneo, mar muy recalentado durante el verano.
En las costas suratlánticas, las precipitaciones son más abundantes, al
encontrarse más afectadas por el paso de las borrascas atlánticas, sobre todo por
las formadas en el SO. Peninsular y el Golfo de Cádiz Su máximo principal es en
invierno o en otoño-invierno.
2.2.- Clima mediterráneo subdesértico o estepario.
Comprende todo el sudeste peninsular, desde el cabo de la Nao hasta el oeste del Golfo de
Almería y la zona media del valle del Ebro.
Se caracteriza por largas y acusadas sequías que pueden llegar a durar seis o siete
meses, y con precipitaciones que apenas superan los 250 litros/m2, que se reparten en muy pocos
días y en series sumamente irregulares. Estas escasas precipitaciones proceden de las borrascas
que penetran por el estrecho de Gibraltar o se forman en el mar de Alborán.
Las temperaturas son elevadas, y es prácticamente imposible que se den temperaturas
bajo cero en invierno. Las cordilleras Béticas (o el Sitema Ibérico para el valle del Ebro) actúan de
pantalla, acentuando el efecto de abrigo (efecto foehn) para toda la zona.
2.3.- Clima mediterráneo continentalizado
Comprende el interior peninsular, excepto la zona media del valle del Ebro. Se caracteriza
por su aislamiento de las influencias marítimas, lo que le un carácter continentalizado.
Las precipitación entre 800 y 300 mm anuales presentan diferencias notables en función
de la mayor o menor frecuencia de paso de las borrascas atlánticas frecuentes en la submeseta
norte y de la influencia de la borrasca del golfo de Cádiz, que afecta principalmente a Andalucía
central.
Las temperaturas tienen amplitudes superiores a 16º C (moderadamente altas entre 16 °C
y 18 °C, o altas con más de 18 °C). En función de las características térmicas, pueden distinguirse
los siguientes los siguientes subtipos:
El subtipo de la submeseta norte y tierras de Teruel y Cuenca, con veranos
frescos (media del mes más cálido inferior a 22º C) e inviernos fríos (media del
mes más frío entre 6º y –3º C);
El subtipo de la submeseta sur y bordes del valle del Ebro con veranos
calurosos (media del mes más cálido igual o superior a 22º C) e inviernos fríos, y
Subtipo de Extremadura e interior andaluz, con veranos muy calurosos e
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inviernos moderados (mes más frío, entre 6º C y 10º C).
3.- El clima de montaña
El clima de montaña comprende aquellos territorios situados a más de 1.000 metros de
altitud. Este clima cuenta con unas características específicas, pues a medida que se asciende en
altura las precipitaciones aumentan y las temperaturas disminuyen.
Las precipitaciones suelen superar los 1.000 mm al año. Las temperaturas se
caracterizan por una media anual baja (siempre inferior a los 10 °C), veranos frescos (ningún mes
cuenta con una temperatura media superior a los 22 °C) e inviernos fríos (con algún mes con una
temperatura media cercana o por debajo de los 0 °C), lo que hace que sean frecuentes las
precipitaciones en forma de nieve. La influencia de la altura respecto al clima del entorno varía con
la latitud.
Las montañas situadas en la España húmeda (Pirineos y Cordillera
Cantábrica) tienen, a partir de los 1.200 ó 1.300 metros, el doble de precipitacio-
nes por lo menos que las partes bajas y bastante menor temperatura. Por este
motivo, las precipitaciones en invierno suelen caer en forma de nieve, que puede
llegar a durar sobre el suelo hasta nueve meses en las zonas más elevadas.
Las montañas del interior (Sistema Ibérico, Sistema Central y puntos elevados
de los Montes de Toledo y de Sierra Morena) constituyen islotes más o menos
extensos de la España húmeda dentro de la España seca (precipitaciones entre
1.000 y 1.500 mm). Las temperaturas medias oscilan entre los 5ºC y los 7ºC. Se
distinguen de las zonas de llanura que las rodean por su menor amplitud térmica.
En las montañas del sur de la Península Ibérica (Sistema Bético y Sistema
Penibético), la influencia de la altitud sobre el aumento de las precipitaciones sólo
se percibe a alturas considerables, lo que las acerca a las montañas situadas en
zonas intertropicales.
4.- El clima en Canarias
Canarias constituyen un dominio climático original debido a los siguientes factores:
Su situación en el extremo sur de la zona templada, en contacto con el dominio
intertropical y cerca de las costas africanas, hace que se entrecrucen influencias
variadas. Dominan las altas presiones tropicales (anticiclón de las Azores) y el
viento alisio del noreste, que da lugar temperaturas suaves en invierno y en
verano. Cuando el anticiclón desplaza, permite el paso de las borrascas atlánticas
en invierno y del aire sahariano en verano.
La corriente fría de Canarias, entre las islas y el continente africano enfría las
aguas superficiales más de lo que le corresponde por su latitud e incrementa la
estabilidad del aire en verano.
El relieve hace disminuir la temperatura y provoca, en las vertientes expuestas al
alisio, cuantiosas precipitaciones y nubosidad abundante (mar de nubes).
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La diferente intensidad de los factores anteriores sobre cada isla permite distinguir
variedades dentro de este clima, así, Fuerteventura y Lanzarote presentan rasgos de clima
desértico, mientras que La Palma, La Gomera y El Hierro reflejan aspectos de clima oceánico, por
tanto, sólo Gran Canaria y Tenerife registran valores propiamente canarios.
Se caracteriza por las elevadas temperaturas, oscilando la media anual entre 19
y 21 ºC. En enero no baja de 17 ºC ni sobrepasa en verano 25 ºC, lo que
establece la amplitud térmica anual más baja de los dominios climáticos
españoles, alrededor de 7 ºC.
Su régimen pluviométrico presenta una fuerte irregularidad y escasez, el
total de precipitaciones está en torno a 250 mm anuales, mal repartidos, ya que
sólo llueve en invierno y hay hasta ocho meses de sequía, de los cuales tres son
de sequía absoluta. Las precipitaciones aumentan hacia las islas occidentales y
disminuyen en las orientales. También ascienden con la altitud, alcanzándose en
algunas cumbres 700-1.000 mm, (precipitación invisible u horizontal) e incluso
alguna nevada a partir de 1.600 m.
En líneas generales podemos diferenciar varias zonas climáticas, estructuradas en función
de la altitud sobre el nivel del mar: zona inferior, hasta los 500 metros, clima suave, cálido y seco,
de escasas precipitaciones; zona de nieblas, entre los 500 y 1.000 metros, nieblas, precipitaciones
(1.000 Iitros/m2) y temperaturas moderadas; zonas continentalizadas y áridas, de precipitaciones
bajas (500 litros/m2), y zona subalpina, por encima de los 2.200 metros, temperaturas extremas y
sequedad.
5.- El clima urbano
Las características particulares de las grandes ciudades generan en su interior un
microclima particular. Es el clima urbano. Los factores que modifican el clima de las ciudades son
las actividades humanas, las características de los materiales de construcción y la escasa ve-
getación. Debido a ello, presenta alteraciones en el régimen normal de diversos elementos del
clima, principalmente la temperatura, la nubosidad, los vientos y las precipitaciones.
La temperatura media de las ciudades aumenta a causa de las actividades humanas
(calefacciones, vehículos, industrias...), de las características de los materiales con los que está
construida la ciudad (cemento, hierro...) o de la escasa vegetación. Como consecuencia, aparece el
fenómeno de la isla de calor, un aumento de la temperatura urbana, que se incrementa a medida
que uno se aproxima al centro de la ciudad. La contaminación atmosférica provoca un aumento de
la nubosidad y de las nieblas en las ciudades. El trazado urbano y el aumento de temperatura mo-
difican los vientos y las brisas dentro de la urbe. También se ha observado un incremento de las
precipitaciones en las zonas urbanas, debido en parte a la isla de calor, que provoca movimientos
convectivos en la atmósfera urbana.
Geografía de España
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LAS AGUAS. RECURSOS HÍDRICOS.
EI agua es un recurso básico, fundamental para el desarrollo de la vida y de la actividad
económica. Tiene un carácter renovable, es decir, en condiciones equilibradas de uso se regenera
por sistemas naturales Su estudio es el objetivo de la Hidrografía, área de conocimiento dentro de la
Geografía, que estudia las aguas marinas y continentales.
Los recursos de agua disponibles en un espacio hay que entenderlos dentro del
denominado ciclo hidrológico, que engloba tanto las aguas superficiales como las aguas
subterráneas y está condicionado por el clima. Las fases del ciclo son las siguientes:
precipitación-escorrentia-infiltración-vaporación; de ellas, la de las precipitaciones es la que mejor
se puede cuantificar. La escorrentía es el agua que corre por la superficie de la tierra, como resul-
tado de un exceso o saturación de la misma en el suelo, debido a la lluvia, nieve o granizo. Este
agua termina en los sectores más deprimidos del territorio que atraviesa (ríos, arroyos...). El relieve
y el clima condicionan la escorrentía. En el caso español, el ciclo hidrológico presenta las siguientes
características:
El valor medio es de 670 mm, pero existen zonas con valores de 2.400 mm al
año y otras con 200 mm/año, lo que pone de manifiesto la irregularidad espacial.
Las diferencias de tipo estacional y los largos períodos de sequía, que pueden
extenderse a varios años, se muestran en los caudales de los ríos.
Déficit agudizado en ciertas épocas y zonas
Sin embargo, la demanda de agua ha experimentado tal crecimiento que ha llegado a
producirse un desequilibrio entre lo que genera la Naturaleza y lo que se consume. Este balance
negativo es consecuencia, especialmente en los países desarrollados, del aumento espectacular
de los usos agrarios, industriales y servicios y del incremento del nivel de vida de la población. Es
un recurso renovable pero escaso.
España es un claro ejemplo de relación desequilibrada oferta-demanda. La lucha por el
agua tiene raíces históricas. Las primeras obras hidráulicas, principalmente presas y canales,
construidas en nuestro país, se remontan a la época romana, demostrando que la necesidad de
controlar y almacenar dicho recurso para su mejor aprovechamiento es muy antigua. Sin embargo,
España presenta, con 300 l. por habitante y día, una de las demandas más fuertes de Europa,
hecho que contrasta con los 80 ó 100 litros diarios por persona que son suficientes, según
organizaciones internacionales, para permitir el desarrollo y una buena calidad de vida.
I.- VERTIENTES Y CUENCAS FLUVIALES EN ESPAÑA.
Llamamos cuenca hidrográfica al territorio cuyas aguas se vierten a un río principal y a sus
afluentes. Las cuencas se hallan separadas entre sí por divisorias de aguas, que coinciden con las
zonas de cambio de pendiente del terreno. Una vertiente hidrográfica es el conjunto de cuencas
cuyas aguas se vierten en el mismo mar. Los ríos peninsulares se distribuyen en tres vertientes
Geografía de España
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hidrográficas la cantábrica, la atlántica y la mediterránea. En la Península existe una gran disimetría
entre las vertientes atlántica y cantábrica (en las que desembocan el 69% de los ríos peninsulares)
y la vertiente mediterránea (en la que desagua el 31% restante). La causa es el basculamiento de la
Meseta hacia el oeste a partir del Sistema Ibérico. Las características de un río dependen de las
condiciones geográficas de su cuenca hidrográfica:
a) Factores físicos y humanos
El relieve y la naturaleza del suelo por donde discurre un río influyen en el
aporte de escorrentía. Así, por ejemplo, los ríos que nacen en zonas de montaña
reciben, en general, mayor cantidad de precipitaciones. Por otra parte, los
materiales impermeables, como los granitos, facilitan al aporte de caudal,
mientras que las rocas permeables, como las calizas, propician las infiltraciones,
lo que hace disminuir el caudal superficial.
El clima determina la alimentación de un río en cantidad y en calidad,
dependiendo del mayor o menor aporte de precipitaciones en las zonas por
donde circula, y también de las temperaturas; así, las altas temperaturas
provocan la evaporación de sus aguas.
La vegetación influye de un modo indirecto; su escasez favorece la erosión de la
cuenca del río y disminuye las posibilidades de mayor humedad, mientras que la
abundancia de vegetación o de bosques mantiene la humedad ambiental y
también la retiene en el suelo.
Los factores humanos también intervienen en el río. En la actualidad, existen
pocos ríos españoles con un régimen fluvial natural. El hombre ha modificado los
caudales de los ríos por medio de presas y embalses que contienen las crecidas
y equilibran el caudal durante el año. El objetivo de estas construcciones es,
pues, la regulación de las disponibilidades de agua para evitar los problemas de
abastecimiento humano, agrario o industrial, entre otros.
b) Elementos de los ríos
Los ríos son elementos dinámicos en continua transformación y evolución. Para analizar el
comportamiento de las aguas de un río deben tenerse en cuenta los siguientes elementos
1.- Caudalosidad
Es la cantidad de agua que lleva el río en un punto. Se mide en m3/ segundo. Depende de
muchos elementos como el volumen de las precipitaciones de las zonas por las que pasa el río, de
la extensión de la cuenca o de la importancia de los afluentes. Los grandes ríos peninsulares dan
cifras importantes de caudal en la desembocadura, pero su volumen desciende bastante hacia el
interior. La excepción la presentan los ríos del Norte, pues cuentan con abundancia de
precipitaciones, en el extremo contrario, se encuentran los ríos mediterráneos, debido a la intensa
utilización humana que soportan.
Otra variable importante es el caudal relativo, que pone en relación la cantidad de agua
Geografía de España
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evacuada con la superficie de la cuenca. Se mide en l/s/Km2. Este segundo valor es útil para la
comparación entre distintos ríos, si bien los valores dependen de las dimensiones de la cuenca; de
este modo, los cursos fluviales cortos de la cornisa cantábrica dan los valores más altos de España:
25,7 l./seg./ km2 del Nalón, frente a los 7,3 del Ebro o 4,1 del Duero.
2.- La irregularidad
Los ríos tienen periódicamente épocas de crecida o de aguas altas. Igualmente tienen
periodos de estiaje o de aguas bajas. Para medir la diferencia entre los caudales de un río se usa
el llamado “coeficiente de irregularidad” que se calcula dividiendo el caudal medio anual máximo
del año de máximo entre el caudal medio anual de mínimo. Si es inferior o igual a tres, estamos
ante un río regular; si es más alto de siete, el río es claramente irregular.
En general podemos catalogar a los ríos españoles como irregulares; sin embargo, en
nuestro contexto español podemos clasificar a los ríos la cuenca norte y de clima oceánico como
los más regulares. Los de Levante serán los que tengan más diferencias de caudal a lo largo del
año, por lo que se califican como muy irregulares.
3.- Regímenes fluviales:
La alimentación de agua de un río depende, en gran parte, de las características de las
precipitaciones y del ritmo estacional con el que se distribuyen. Según esto, se pueden distinguir los
siguientes tipos de regímenes:
a) Glaciar: Supone una aportación casi exclusiva del deshielo. Estos ríos son escasos;
este régimen sólo se da en las cabeceras de los ríos que arrancan al pie de los glaciares
pirenaicos.
b) Nival: Es el régimen que tienen los ríos que nacen en cordilleras por encima de los
2.000 ó 2.500 m. Son ríos de fuerte pendiente y curso rápido y tumultuoso. La época de
mayor caudal coincide con el deshielo de las nieves, de mayo a julio, mientras que el
estiaje lo registran el período invernal. Experimentan una evaporación escasa, porque a
esas alturas las temperaturas no son elevadas. Se da este régimen en las cabeceras de
los ríos del Pirineo Central: Gállego, Cinca, Segre y algunos de Sierra Nevada.
c) Pluviales. Son los que dependen directamente de las precipitaciones de lluvia. Este
régimen se reserva para los ríos que drenan vertientes por debajo de los 1.000 m. y su
caudal está en relación directa con las precipitaciones que reciben y, por tanto, aumenta,
con las lluvias de otoño y primavera. Se distinguen los siguientes tipos: a) Pluvial
oceánico: relacionado con el clima oceánico, tiene un máximo en los meses invernales
y un mínimo estival. Se encuentra este régimen en los cursos bajos de Galicia y cornisa
Cantábrica. b) Pluvial mediterráneo continental: se reconoce en el interior de la
Península y presenta un mínimo estival muy acusado y largo; los máximos se alcanzan
en las estaciones equinocciales. c) Mediterráneo genuino en la mayor parte de la costa
este, con una serie de altibajos en invierno primavera, fuerte estiaje en verano y una
Geografía de España
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crecida en otoño favorecida por la gota fría; d) Mediterráneo subtropical, típico del
sureste español, con un fuerte y largo estiaje en verano.
d) Nivopluvial: es el régimen de los ríos que se sitúan entre los 2.000 y 2.500 metros de
altura porque en él influyen en primer lugar las aguas del deshielo y, en segundo lugar,
las precipitaciones. El máximo de caudal se produce a final de la primavera. A este
grupo pertenecen los ríos de los Pirineos como Gállego, Segre, Ter, o de la Cordillera
Cantábrica como Sella y Nalón.
e) Pluvio-nival: Es el régimen que poseen los ríos que se sitúan entre los 1.600 y los
1.800 m. de altura. Las precipitaciones alimentan mayoritariamente su caudal y, en
menor medida, el deshielo de primavera; por tanto, el máximo caudal se registra en
abril o marzo, y en menor medida en otoño, mientras que se aprecia un estiaje en
verano. A este grupo pertenecen los ríos que proceden de la Cordillera Cantábrica,
como el Pisuerga, Esla y Cea o del Sistema Central como el Henares, Jarama, Tietar,
Adaja y Eresma.
Esta clasificación es válida para aquellos ríos que tienen una cuenca pequeña que depende
de una sola cabecera. Sin embargo, los grandes cursos fluviales presentan cabeceras con rasgos
climáticos muy diversos, lo cual hace más compleja su clasificación. Además sufren importantes
pérdidas por razones humanas y climáticas; un buen ejemplo de ello es el Ebro.
II.- RIOS MÁS IMPORTANTES.
a) Ríos de la vertiente cantábrica
Está formada esta vertiente por los ríos que vierten sus aguas al mar Cantábrico.
Comprende una estrecha franja, que se extiende desde Estaca de Bares hasta Francia. Estos ríos
se caracterizan por:
Son cortos por la proximidad de las montañas en las que nacen al mar; y muy caudalosos,
porque drenan una región de abundantes precipitaciones. Su caudal es regular porque las lluvias
están presentes durante todo el año. Aun así, tienen periodos de aguas bajas en verano. En general
tienen un régimen pluvial pero, en sus cabeceras en la alta montaña, se ven afectados por el
deshielo primaveral
Salvan fuertes pendiente sobre rocas muy permeables lo que les da una gran capacidad
erosiva, dando lugar a la formación de gargantas. La cuenca hidrográfica más importante es la del
Narcea-Nalón y su afluente el Caudal. Otros ríos importantes son Bidasoa, Nervión, Deva,
Besaya, Saja, Sella, Navia y Eo.
b) Ríos de la vertiente mediterránea
Incluimos en este apartado los ríos de Levante, con excepción del Ebro que, por sus
características peculiares, se estudiará posteriormente. Pertenecen a una zona con escasas
Geografía de España
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precipitaciones y un fuerte período de aridez en la estación cálida, lo que origina una gran
evaporación. Por eso, en general, su caudal es reducido, y es común a casi todos ellos, que
lleguen a su desembocadura casi secos porque sus aguas han sido aprovechadas para los
regadíos.
Estos ríos presentan grandes oscilaciones de caudal de un año a otro, e incluso dentro del
mismo año. Estas fluctuaciones se deben a la escasez e irregularidad de las precipitaciones, las
sequías prolongadas y la aridez estival, que hace que la mayoría de los ríos mediterráneos pierdan
su caudal superficial, quedando su cauce seco. Reciben el nombre de ramblas o rieras.
Las fuertes crecidas afectan particularmente a los ríos de la costa mediterránea pues, en
los períodos de gota fría o de tormentas, los aportes de las lluvias son tan elevados que provocan
su desbordamiento, una fuerte erosión e, incluso, el anegamiento de huertas y viviendas existentes
en los anchos cauces de estos ríos. Este problema se ve incrementado por la deforestación de las
laderas. Sobresalen los ríos Ter, Llobregat, Besós, Turia, Júcar, Mijares, Segura, Guadiaro,
Guadalhorce, Guadalmedina y Guadalfeo.
c) Ríos de la vertiente atlántica
Forman esta vertiente los ríos que vierten sus aguas al océano Atlántico, más los grandes
colectores de la Meseta (Duero, Tajo, Guadiana y Guadalquivir). Comprende dos sectores: Los ríos
situados en la zona atlántica de la depresión del Guadalquivir. Son los ríos, como Guadalete,
Tinto y Odiel, que tienen características similares al resto de los ríos andaluces que vierten al
Mediterráneo, son cortos y de régimen pluvial.
Los ríos gallegos, que se caracterizan por formar rías en su desembocadura. Son muy
caudalosos, por la gran humedad de la región y el sustrato rocas impermeables. Son cortos, nacen
a baja altitud, de ahí su régimen pluvial con mínimas en el verano. Los ríos más importantes son
Tambre, Ulla y Miño.
El Miño tiene un caudal de 242 m3/s en la desembocadura. Su principal afluente es el Sil.
Ambos nacen en las montañas de mayor altitud de Galicia, por lo que tienen un régimen
pluvio-nival. Entre ambos drenan una cuenca de más de 25.000 km2.
III.- LOS GRANDES RÍOS PENINSULARES
a) El Ebro
Nace en Fontibre (Cantabria), en la Cordillera Cantábrica, pasa por Logroño y Zaragoza y
desemboca en el mar Mediterráneo por Tortosa, donde forma un gran delta. Su cuenca comprende
85.820 kru2 y su comportamiento es diferente al resto de los ríos mediterráneos porque recibe
aguas de altas montañas. Es el río más caudaloso de España (425 m3/s en Tortosa), aunque su
caudal se ha visto reducido en los últimos años por la construcción de embalses y por los
abundantes regadíos de su curso.
Su régimen varía desde el pluvio-nival en la cabecera y curso alto, cuando ha recibido los
aportes del deshielo pirenaico, hasta el pluvial mediterráneo en el tramo medio. Los periodos de
aguas máximas son los meses de marzo, abril y mayo pero, como en casi todos los ríos españoles,
Geografía de España
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las mayores crecidas llegan en los meses de otoño cuando son frecuentes las tormentas.
Sus afluentes más caudalosos proceden de los Pirineos: Aragón, Gállego y el sistema Segre
(Cinca, Noguera Pallaresa y Noguera Ribagorzana). Del Sistema Ibérico el río más caudaloso que
recibe es el Jalón
b) Duero
Nace en los Picos de Urbión, cruza por Soria y Zamora, y desemboca en Oporto, donde
lleva un caudal medio de 600 m3/s. Posee una longitud de 925 km., de los que 718 pertenecen a
España; drena la cuenca más amplia de la Península: 98.375 km2.
A lo largo de casi todo su curso presenta un régimen pluvio-nival, al igual que sus afluentes
más importantes: tanto Pisuerga y Esta, principales colectores de su margen derecha, como Riaza,
Duratón, Adaja, Tormes y Agueda de su margen izquierda, (estos últimos sólo envían un tercio de
todo el aporte de caudal de los afluentes del Duero). A su paso por Portugal recibe abundantes
precipitaciones, lo que hace que aumente su caudal en el tramo final.
El gran potencial hidroeléctrico de sus aguas se aprovecha mediante varios embalses, sobre
todo en las proximidades de la frontera portuguesa, debido a las posibilidades que ofrecen el relieve
en la zona conocida como Los Arribes.
c) Tajo
El río Tajo nace en la Sierra de Albarracín y recorre 1.120 km., de los que 910 pertenecen a
España. Drena una cuenca de 80.947 km2. En su discurrir pasa por Aranjuez, Toledo, Talavera de
la Reina y Lisboa, donde desemboca al Atlántico llevando un caudal de 350 m3/s.
El Tajo recibe importantes aportes de sus afluentes de la derecha: Jarama, Alberche, Tiétar
y Alagón (Zezere en Portugal). Por el contrario, sus afluentes de la margen izquierda apenas
influyen en su curso; de ellos, los que tienen mayor relevancia son Guadiela y Almonte.
Como el Duero, también el Tajo incrementa su caudal en terreno portugués, porque esta zo-
na recibe mayores precipitaciones. A lo largo de casi todo su curso mantiene un régimen
pluvio-nival, que modifica a partir de Alcántara, pasando a ser pluvial. Sus aguas están muy
aprovechadas tanto para hidroelectricidad, como para regadío. De la cabecera del Tajo parte el
trasvase Tajo-Segura, a pesar de que, en esta zona, el río lleva un caudal más reducido que el
previsto en los años sesenta cuando se construyó.
d) Guadiana
El río Guadiana tiene un curso de 810 km. y una cuenca de 67.842 km2. Es el menos cauda-
loso de los grandes colectores de la Península. Pasa por las ciudades de Mérida y Badajoz y
desemboca en Ayamonte formando un estuario.
Su caudal es muy escaso, debido a que atraviesa regiones con pocas precipitaciones, y a
que las montañas que forman su divisoria de aguas son de escasa altitud. Lo mismo les sucede a
sus principales afluentes, tanto de la derecha: Záncara, Cigüela. Bullaque, como de la izquierda:
Alto Guadiana, Azuer, Jabalón y Zújar. Su régimen es pluvial en todo su recorrido.
La sobreexplotación de su cabecera ha secado su nacimiento, que actualmente se produce
Geografía de España
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150 km más abajo. Su curso está regulado por numerosos embalses que se usan para regar la
vega.
e) Guadalquivir
El río Guadalquivir nace en la Sierra de Cazorla, recorre 800 km. y drena una cuenca de
51.121 km2. Su caudal no es muy abundante; en su desembocadura en Sanlúcar de Barrameda
vierte 150 m3/s. Baña, entre otras, las ciudades de Córdoba y Sevilla.
Su régimen es muy simple porque las sierras donde nacen sus afluentes no reciben más de
1.500 o 2.000 mm anuales de precipitación. Recoge por la margen izquierda, las aguas del
Guadiana Menor, Guadalbullón, Guadajoz, Genil y Corbones, entre otros y del Guadalimar, Jándula.
Guadalmellato, Bembezar y Viar por la margen derecha. Estas aportaciones le confieren un régimen
pluvial a lo largo de todo su curso. Sólo destaca el Genil, el más caudaloso de todos ellos y con un
régimen nival debido a la altitud de su cabecera (Sierra Nevada 3.000 m.). Sin embargo, al llegar al
Guadalquivir, este régimen apenas se aprecia.
IV.- LAGOS LAGUNAS Y HUMEDALES.
Muchos de nuestros lagos reciben la denominación más correcta de lagunas dadas sus
dimensiones, ya que ni el relieve ni el clima han propiciado la formación de grandes lagos. Incluimos
también el término humedal en este epígrafe. Las dimensiones y formas de los lagos y las lagunas
son muy variadas, y suelen ser consecuencia directa de su origen y de la modificación que durante
siglos ha producido la acción antrópica. Quizá el ejemplo más significativo lo vemos en la Albufera
de Valencia, en la actualidad apenas supera las 2.000 Ha., mientras que en la época romana se
extendía por una 30.000 Ha. Otros ejemplos de la acción antrópica los encontramos en la
desecación de la laguna de Antela (Orense), Mar Menor y Marismas del Guadalquivir. Vamos a
estudiar distintos tipos de formaciones lacustres y humedales.
Lagos de origen glaciar. Son lagos que se han formado por la excavación de la
lengua de hielo de un glaciar o porque las morrenas han obstruido la salida
natural de las aguas. Son de dimensiones pequeñas, situados a más de 2000 m.
de altura, con balances de agua equilibrados y de volúmenes regulares. La
mayoría de ellos se hielan en invierno y conservan una gran pureza natural, que
junto con la gran belleza paisajística que ofrecen, les convierten en merecedores
de protección especial. La mayor parte se sitúan en los Pirineos, donde reciben el
nombre de ibones o estanys. También hay ejemplos en la Cordillera Cantábrica,
Sistema Ibérico y Sistema Central. El mayor es el lago de Sanabria en Zamora.
Lagunas arreicas. Son propias de la España seca, de las cuencas sedimentarias
interiores (Meseta) y exteriores (valles del Ebro y del Guadalquivir). Constituyen
el grueso del inventario de lagos y lagunas hispánicos, máxime si sumamos las
zonas lagunares intermitentes o estacionales y, más aún, si tenemos en cuenta el
proceso de desecación a que han sido sometidos. Son lagunas de aguas
someras y de volúmenes variables, que se secan en verano, y con altos
Geografía de España
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contenidos en sales. Muchas de estas lagunas soportan una rica avifauna, que
hacen paradas de descanso en sus migraciones estacionales.
Lagunas kársticas. Estos lagos se relacionan con la presencia de rocas solubles
como las calizas y los yesos. Se localizan en depresiones del terreno y reciben
aguas tanto del subsuelo como de la superficie. Los más importantes son las
Lagunas de Ruidera y el lago de Bañolas.
Formaciones litorales. En la costa mediterránea y en el Atlántico sur se han
formado estuarios y deltas. Se trata de depósitos fluviales en la desembocadura
de los ríos; en el primer caso, la erosión marina supera a la acumulación fluvial, y
en el segundo caso, al revés. También hay albuferas, lagunas formadas por
aguas marinas en zonas de playa baja debido al avance de la tierra sobre el mar.
Estos humedales litorales han dado lugar a ecosistemas muy variados.
V.- LAS AGUAS SUBTERRÁNEAS
El ciclo hidrológico del agua es complejo. Cuando se dan las precipitaciones, éstas pueden
evaporarse, circular vertiente abajo o ser absorbidas por la vegetación. Pero el agua también se
infiltra y se almacena en el subsuelo, penetra a través de la vegetación y las grietas, y, por acción
de la gravedad, va descendiendo hasta encontrar una capa de rocas impermeables. Esta parte de
agua precipitada que se infiltra constituye las aguas subterráneas.
El agua que circula bajo tierra, no atraviesa los estratos impermeables y forma acuíferos,
bolsas de agua en el interior de rocas. En ellos puede permanecer cientos de años almacenada, por
lo que, en países con escasez de precipitaciones como España, constituyen una reserva de gran
valor. Cuando llegan a su máximo de almacenaje, es decir, a su nivel freático, el agua busca una
salida, que puede ser en forma de manantial o río o fluyen hacia otros acuíferos o van directamente
hacia el mar.
Su presencia está muy relacionada con la existencia de rocas sedimentarias o
volcánicas permeables. Por eso en España los acuíferos mayores se localizan en el valle del Duero,
Madrid, algunos puntos de Extremadura y el valle del Guadalquivir. En total se estima que llegan a
ocupar alrededor del 40 % de la superficie de nuestro país. La sobreexplotación y la filtración de
sustancias contaminantes son los principales problemas de estas aguas.
VI.- UTILIZACIÓN DE LOS RECURSOS HÍDRICOS.
A lo largo del último siglo, el consumo del agua en España se ha disparado. Una de sus
causas ha sido el aumento de población, pero también han influido las transformaciones sociales y
económicas:
El crecimiento urbano
La industrialización y la minería, que precisan agua para realizar sus actividades.
Geografía de España
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La expansión de los regadíos como forma de tener una agricultura moderna y
competitiva, que pudiera desarrollar regiones atrasadas. A causa de la política de
regadíos potenciada en las últimas décadas, el 80 % del agua se emplea en la
agricultura. Es una pauta de consumo típica de países subdesarrollados, ya que
la mayor parte del agua se utiliza en usos relacionados con el sector primario.
El incremento del nivel de vida o estado de bienestar, con la difusión del uso de
lavadoras, lavavajillas, etc.
Las nuevas pautas de comportamiento relacionadas con el ocio: piscinas,
jardines, campos de golf, etc.
El mapa de la distribución de los recursos hídricos en España (Balance hídrico) refleja la
disparidad entre unas cuencas hidrográficas deficitarias y otras deficitarias. Esta distribución es una
consecuencia de la irregularidad de las precipitaciones. En las regiones de más pluviosidad, el agua
abunda y, por el contrario, donde las lluvias son débiles, escasea. Las cuencas del Norte, Duero,
Tajo y Ebro tienen superávit hídricos, mientras que las del litoral mediterráneo son deficitarias.
Este contraste y el progresivo incremento del consumo de agua vienen generando desde
hace tiempo un grave problema de difícil solución: la equitativa distribución del agua a todos los
ciudadanos españoles. Para resolver este problema se han perfilado por parte de los gobiernos las
llamadas políticas hidráulicas encaminadas a corregir y regular los recursos hídricos.
La necesidad de elaborar políticas de agua se remonta a finales del siglo XIX, sin embargo
es Plan Hidrológico Nacional (PHN) el que ha presentado mayor polémica. Tiene su origen en la
Ley de Aguas de 1985, modificada en 1999. En esta ley se fijan los objetivos generales de la
Planificación Hidráulica: «conseguir la mejor satisfacción de las demandas de agua y equilibrar y
armonizar el desarrollo regional y sectorial, incrementando las disponibilidades del recurso,
protegiendo su calidad, economizando su empleo y racionalizando sus usos en armonía con el
medio ambiente y los demás recursos naturales».
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LOS SUELOS
1.- EL SUELO: PERFIL Y FACTORES DE FORMACIÓN
El suelo es la capa más superficial de la corteza terrestre. Se compone de elementos
sólidos (minerales y humus procedente de la descomposición de la materia orgánica), elementos
líquidos (agua) y elementos gaseosos (CO2 ). Los suelos están en continua evolución. En ellos se
van depositando los restos de los organismos muertos, junto con los materiales inertes (arenas,
gravas, limos ... ) provenientes de la erosión de otros lugares. Dichos materiales, orgánicos e
inorgánicos, se acumulan en diferentes capas, que adquieren características propias y
diferenciadas. La ciencia que estudia los suelos es la edafología.
Según su composición y sus características físico-quimicas, los suelos se estructuran en
diferentes capas, que se llaman horizontes En los suelos bien formado o maduros se distinguen los
siguientes horizontes: 1) Horizonte A, es el más superficial con gran contenido de humus y de color
oscuro; constituye las tierras de labor y sufre lixivación, puesto que el agua transporta las
sustancias hacia niveles inferiores. 2) Horizonte B: es más claro por la ausencia de humus,
distinguiéndose una primera capa que forma con el anterior el suelo propiamente dicho y otra más
profunda que recibe las soluciones de las capas superiores. 3) Los horizontes C y D se hallan en
relación con la roca madre según esté o no meteorizada.
2.- FACTORES QUE DETERMINAN LA EVOLUCIÓN DEL SUELO
Los suelos evolucionan y pasan por una serie de etapas comparables a las de un ser
vivo: nacimiento, en el momento que el sustrato se empieza a descomponer y las partículas se
depositan; desarrollo, a lo largo del cual el suelo va aumentando de espesor y adquiriendo unas
características propias; madurez, fase en la que alcanza el clímax de su evolución; deterioro,
cuando las condiciones de la zona provocan su progresiva destrucción; y muerte, cuando el suelo
ha sido totalmente erosionado y ha desaparecido. La evolución del suelo viene determinada por la
actuación conjunta de una serie de factores. Los más importantes son el sustrato o material original,
el clima, la vegetación, la edad del suelo, el modelado del relieve y la influencia humana.
El sustrato o material original: Los suelos, en general, se forman a partir del
sustrato sobre el que se asientan. La excepción a esta norma la constituyen los
casos de suelos formados por el aporte continuado de sedimentos. Las
características físico-químicas del sustrato determinan en gran medida las
características del suelo. Los suelos formados sobre sustratos silíceos o
calcáreos, por ejemplo, adquieren diferentes características de acidez según el
material madre original.
El clima: El segundo gran factor que se ha de tener en cuenta es el clima de la
Geografía de España
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zona. La cantidad de precipitaciones y el nivel de las temperaturas son los
aspectos más importantes, que pueden alterar tanto la estructura como la
composición y las características físico-químicas de los suelos. Una gran cantidad
de lluvias, por ejemplo, provoca una excesiva “lixiviación* o lavado de los suelos.
La vegetación: La vegetación necesita de un suelo para poder desarrollarse,
pero también es un factor que modifica el suelo sobre el que crece. Determinados
tipos de especies vegetales protegen o enriquecen los suelos, como por ejemplo
los árboles de hoja caduca, que aportan materia orgánica, o las plantas
leguminosas, que proporcionan nitrógeno. Otras, en cambio, lo empobrecen,
como las coníferas o, sobre todo, los eucaliptos, que lo acidifican. Estos últimos,
además, impiden la regeneración del suelo y el desarrollo de un sotobosque, por
lo que favorecen la erosión.
La edad del suelo: Un suelo necesita mucho tiempo para formarse y
evolucionar. El proceso es muy lento: son necesarios siglos para que pueda
formarse un suelo de un espesor apreciable. De manera similar a un organismo
vivo, los suelos «jóvenes» aún no han tenido tiempo para desarrollarse, mientras
que los suelos «viejos» suelen estar en proceso de deterioro.
El modelado del relieve: La configuración del relieve influye en la formación de
los suelos y en su evolución. Un terreno plano favorecerá el encharcamiento,
mientras que un terreno escarpado facilita la lixiviación de los suelos. La
pendiente de un terreno es un factor determinante en la erosión: cuanto mayor es
la pendiente, más se incrementa el riesgo de erosión.
La influencia humana: Históricamente, la acción antrópica ha sido un factor
negativo, de destrucción de suelos, a causa de una explotación excesiva y, a
menudo, irracional del medio. Por fortuna, cada vez es mayor la preocupación por
la conservación de los suelos, y las actividades humanas tienden hacia la
protección de un bien tan fácil de destruir como difícil de formar.
3.- TIPOS DE SUELOS
Existen diversas clasificaciones de los suelos. Una de ellas se basa en el grado de
diferenciación de los horizontes y de su evolución. Según esta clasificación, los suelos pueden ser
íncípientes, de perfil poco diferenciado, de perfil diferenciado, o en proceso de deterioro.
Suelos incipientes: Son suelos que no han tenido tiempo o condiciones
suficientes para su desarrollo, a causa de un exceso de frío, de aridez o de un
continuado aporte de sedimentos. No presentan horizontes diferenciados.
Suelos de perfil poco diferenciado: En ellos, el proceso de formación de
horizontes ya se ha iniciado, pero su desarrollo es escaso. Suelen ser suelos
formados sobre pendientes de laderas, suelos formados en climas semiáridos, o
suelos formados con materiales que dificultan su diferenciación.
Suelos totalmente formados: Estos suelos presentan horizontes claramente
Geografía de España
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diferenciados. Los más importantes son los suelos o tierras pardas, que son los
más abundantes en la Península. Se caracterizan por la mezcla de la materia
orgánica superficial con los compuestos de hierro presentes en los horizontes
subsuperficiales. Generalmente aparecen asociados a formaciones vegetales de
bosque.
Suelos en proceso de deterioro: Las condiciones de la zona, y en especial el
exceso de agua, provocan la paulatina destrucción de suelos previamente
formados. El tipo más importante son los podzoles o tierras pálidas, suelos
lavados por abundantes infiltraciones de agua y que presentan un tono gris
ceniza bajo el horizonte de materia orgánica.
4.- DISTRIBUCIÓN DE LOS SUELOS
La edafología divide los suelos en tres órdenes: el zonal, el intrazonal y el azonal. El más
importante y extendido de es el orden zonal. Los suelos zonales han sido formados en buenas
condiciones de drenaje y sobre todo por la acción prolongada del clima y, en menor medida, de la
vegetación. Los azonales no tienen unas características muy definidas al ser suelos muy jóvenes
bien porque no han tenido tiempo de formarse, o bien porque al estar localizados en laderas muy
pronunciadas, la erosión de la pendiente obstaculiza el desarrollo adecuado de los horizontes. Los
intrazonales son suelos que dependen más de la roca madre originaria. Estos últimos presentan
gran importancia para la geografía por su extensión y valor económico.
a) Suelos de clima oceánico
Los suelos de la España húmeda coinciden en una buena parte con el dominio del clima
oceánico. Son suelos evolucionados, ricos en materia orgánica y bastantes ácidos.
En el área noroeste de la Península (Galicia, Asturias y Cantabria) abunda el
roquedo silíceo, lo que motiva unos suelos con un alto índice de acidez, que
necesitan ser compensados con abonos, entre ellos señalaremos las tierras
pardas húmedas, -muy buenos para el cultivo, sí se trata la acidez
En las CC AA del País Vasco y Navarra afloran terrenos calizos, menos ácidos
que los silíceos, que dan lugar a suelos de tierra parda caliza, óptimos para la
práctica de la agricultura.
Asociados a las tierras pardas aparecen otros tipos de suelo:
o Los Rankers son los suelos que, junto con la Tierra Parda, ocupan
mayores extensiones en este ámbito húmedo de la Península, (40 %
de las tierras). Los Rankers, suelos jóvenes, en contraste con las
Tierras Pardas, se asientan en las zonas más altas o de mayor
pendiente del terreno y por ello están sometidos a la erosión. Estas
circunstancias explican el menor desarrollo evolutivo del suelo, con
perfil A-C: el horizonte orgánico reposa directamente sobre la roca
madre.
Geografía de España
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o Los Suelos Podzólico aparecen un poco por todas partes. Los
podzoles o tierras pálidas son suelos en proceso de deterioro. Los
podzólicos son suelos lavados por abundantes filtraciones de agua en
un material arenoso y muy permeable, que origina una pobreza en
bases. En cualquier caso nunca ocupan grandes extensiones. Tienden
a localizarse en las zonas altas de las montañas, donde el clima es
húmedo y fresco aunque también hay podzoles en las proximidades
del mar, en las llanuras costeras gallegas y cantábricas y, en las
algunas áreas calizas del norte de Navarra.
o Las Tierras Pardas y las Ranker aparece también fuera del dominio
atlántico, en las montañas silíceas del interior de la península: Sistema
Central, áreas más elevadas y húmedas de los Montes de Toledo y de
Sierra Morena y algunas zonas en el Pirineo Central. Son suelos
pobres, de escaso espesor, sólo aptos para prados y bosques. Suelen
estar cubiertos por brezales y robledales, pero nunca por cultivos.
b) Los suelos del área de clima mediterráneo.
Ocupan el resto de Península y las Islas Baleares. Son suelos bastante alterados por la
erosión y la actividad humana.
En el occidente de la Península, casi coincidiendo con la extensión de la Meseta
y dentro de lo que hemos estudiado como la Iberia silícea, abunda la tierra parda
meridional, con déficit de humus y, por lo tanto, son suelos muy dañados por la
erosión y pobres para el cultivo, que se dedican a pastizales y al pastoreo. Pero si
se abonan para contrarrestar la acidez, dan un aceptable rendimiento en la
producción de cereales. También hay suelos rojos mediterráneos, ricos en
nutrientes y óptimos para todo tipo de cultivos.
En el resto del territorio peninsular e Islas Baleares, en las que predomina el
roquedo calizo, abundan los suelos pardos calizos. Son ricos en carbonato
cálcico y son validos para la agricultura siendo el clima su única limitación.
En estas zonas también están presentes los suelos rojos mediterráneos. Este
suelo está ampliamente extendido por la península, predomina no obstante en
zonas de Salamanca, Ciudad Real y Toledo, así como en amplias zonas llanas
de Andalucía, Tierra de Barros y La Mancha (aquí muy degradado por la acción
antrópica). En ellos, la infiltración de agua en zonas calizas ha producido
importantes lavados y ha acumulado en el horizonte B del hidróxido de hierro
proveniente de las arcillas, lo que da la tonalidad rojiza al suelo. Es de buena
calidad para las actividades agrarias.
Sobre la rocas calizas que presentan cierta pendiente, se forman los suelos
rendiziniformes, con escaso humus y poco evolucionados, debido a la fuerte
acción erosiva. En general son poco aprovechables para el cultivo, debido al
escaso espesor de la capa fértil, no obstante, en diversas zonas de España se
Geografía de España
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destinan a cultivos leñosos, como la vid y el olivo.
En las arcillas y margas surgen los vertisuelos o tierras negras,
caracterizados por su abundancia en arcillas expansivas, que se hinchan cuando
se humedecen y se contraen cuando se secan. Durante el verano se abren
grietas, que se rellenan con materiales llegados desde la superficie. En la época
húmeda la expansión del suelo se ve impedida por estas cuñas de tierra que
rellenan las grietas. Ello provoca tensiones internas y deslizamientos de unos
elementos sobre otros. Por tanto, el carácter esencial de este suelo es la
renovación constante del material como consecuencia del volteo. Son los suelos
más fértiles de España y se emplean para todo tipo de cultivos, salvo los
arborescentes. Son característicos del valle del Guadalquivir, de la Tierra de
Barros (Badajoz) y de la cuenca de Pamplona/Iruñea
c) Los suelos de áreas esteparias.
Las áreas de clima mediterráneo semiárido o estepario tienen suelos casi desnudos, muy
erosionados y paupérrimos en humus. En el sureste de la Península, en la zona media del valle del
Ebro y en buena parte del Archipiélago Canario el suelo más representativo es el sierozem o suelo
gris árido. Los sierozems, ricos en calizas y en sales, en condiciones de regadío, pueden resultar
muy productivos para la agricultura.
Geografía de España
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LA VEGETACIÓN
1º.- LA DIVERSIDAD DEL MANTO FORESTAL: FACTORES Y CLASIFICACIÓN.
La vegetación o flora es el conjunto geográfico de plantas o especies vegetales que viven en
un territorio. La vegetación de España presenta una gran variedad de especies -posiblemente más
de 6.000-, consecuencia de las características físicas de la Península (clima, situación latitudinal,
influencia del mar, materiales litológicos, suelos…) y de la acción de los seres vivos, especialmente
del hombre.
Estas características posibilitan las formaciones vegetales. Así, hablamos de formación
clímax, cuando nos referimos a un equilibrio estable entre la vegetación y el medio natural
correspondiente, sin la actuación del hombre; si se ha producido esta acción antrópica, da lugar
entonces a formaciones secundarias.
En Biogeografía, rama de la Geografía que describe y explica la distribución de los seres
vivos y en Fitogeografia, rama de la anterior que estudia las formaciones vegetales, se acepta la
división planetaria en varias regiones florísticas. España está encuadrada en el Reino Floral
Holártico, que se extiende al norte del Trópico de Cáncer por todos los continentes. Dentro del
reparto holártico, los territorios españoles forman parte de tres regiones fitogeográficas:
La región Eurosiberiana, comprende las zonas peninsulares de clima oceánico.
La región Mediterránea se extiende por zonas caracterizadas por veranos
secos y áridos de clima mediterráneo.
La región Macaronesia, se da en las Islas Canarias.
2º.- LOS BOSQUES MÁS IMPORTANTES
El bosque es una formación natural de árboles, al que, en consonancia con el clima, se le
une un sotobosque específico con matorral y un suelo, generado en parte por la riqueza vegetal de
la zona y en parte por el sustrato rocoso. Los bosques naturales se consideran vegetación climax.
Estudiemos los bosques con las especies más comunes que se dan en ellos. Es importante
puntualizar que los límites de las distintas formaciones vegetales, no son algo nítido, sino que existe
una banda de transición, en la que se mezclan distintas formaciones vegetales.
a) Los bosques de frondosas
Son propios de la región o dominio eurosiberiano, de clima atlántico u oceánico, con
lluvias suficientes. Es un bosque caducifolio que necesita de una estación cálida y húmeda para
desarrollarse, aunque es capaz de soportar temperaturas muy bajas en invierno. Al llegar las
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temperaturas frías, suprimen las hojas por las que podrían perder humedad, endurecen las yemas y
paralizan su crecimiento: hibernan. En primavera desarrollan rápida y prodigiosamente una gran
cantidad de hojas que impiden el paso de la luz a los estratos más bajos del bosque, donde sólo
predominan helechos y musgo.
Los árboles más característicos son el roble y el haya. Aparecen también el castaño y el
avellano y menos frecuentes son los arces, los tilos y los serbales
Los robledales: dominan la franja cantábrica costera desde Galicia hasta el País
Vasco, junto a zonas menos continuas en el valle de Arán y en el Sistema
Central. Son varias las especies de roble que conviven en las zonas antes
mencionadas, entre las que destacan el roble carballo (Quercus robur) y el roble
albar (Quercus petraea): el primero se adapta mejor a los terrenos silíceos,
mientras que el segundo resiste mejor en zonas calizas y terrenos más secos y
más altos. Los bosques de robles tienen su clímax entre los 600 y los 1.100 m,
altura que ha sido apetecida desde tiempos inmemoriales por prados y cultivos.
Su madera fue utilizada, debido a su resistencia, en la construcción, industrias
navales, y en las traviesas de ferrocarril. Hoy es difícil encontrar buenos
robledales.
Los hayedos: Se extienden por todo el norte peninsular, principalmente por los
Pirineos y la cordillera Cantábrica. El limite sur del haya se encuentra en la
sierra de Ayllón (Guadalajara). En total hablamos de, aproximadamente, unas
300.000 hectáreas. El haya es un árbol que se da en suelos fundamentalmente
calizos, aunque también admite margas y suelos silíceos con materia orgánica y
de baja acidez. Necesita de una gran humedad (precipitaciones superiores a
1.000 mm/año), sin encharcamientos y pendientes bien drenadas. Este árbol
tiene un gran interés económico porque su madera es de buena calidad, dura y
densa. Antes se destinaba al carboneo, a celulosa o a la construcción, y ahora se
emplea en la industria del mueble.
Como árboles acompañantes de los hayedos aparecen serbales, mostajos,
arces, fresnos, tejos, sauces y alisos; y entre los arbustos, acebos y avellanos o boj.
Cuando el bosque de frondosas se degrada por el pastoreo, los incendios, las nuevas
roturaciones, etc. da lugar a la landa (densa vegetación de matorral cuya altura puede ser baja o
alcanzar los 4 metros). Sus especies más abundantes son el brezo, el tojo y la retama. La landa,
que suele usarse para cama de animales y abono, aparece como degradación del bosque
caducifolio o como vegetación supraforestal entre los 1.600 y 2.000 metros de altitud. En los
sectores en los que, a su vez, la landa ha sido destruida, aparecen los prados herbáceos.
La acción antrópica ha tenido en una doble dirección: la tala de bosques ha ampliado
notablemente las zonas en las que se desarrolla la landa y ha promovido la expansión de especies
arbóreas como el castaño, el pino y el eucalipto En la actualidad se han repoblado grandes exten-
siones con árboles de crecimiento rápido y buen aprovechamiento económico, como el pino
(madera y resina) y el eucalipto (celulosa). Estas repoblaciones han sido muy criticadas, ya que las
hojas de ambos árboles colaboran a la acidificación y empobrecimiento del suelo y son especies
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que, en caso de incendio, arden con más facilidad.
b) El paisaje vegetal de clima mediterráneo
Tiene como formaciones vegetales características el bosque perennifolio y su matorral (la
maquia, la garriga y la estepa). El bosque perennifolio debe adaptarse a la sequía estival
(esclerófilo). Está formado por árboles de mediana altura, con raíces muy extendidas en superficie
o en profundidad para captar el agua. Su corteza es gruesa y rugosa y sus copas globulares y
amplias, para mitigar la insolación y la evaporación. Las hojas son perennes y duras (coriáceas),
poseen varios sistemas para adaptarse a la sequedad y disminuir la transpiración: pequeño tamaño,
pilosidades, revestimientos protectores de resinas, cera o goma; etcétera. Las especies más
características son la encina y el alcornoque.
El encinar constituye la formación potencial de bosque más extensa en España.
Junto con las asociaciones vegetales que le son propias, forma el denominado
bosque esclerófilo mediterráneo, por ser propio de ese clima.
La encina (Quercus Ápex) es quizá el árbol más representativo de España, Los
encinares son una formación que está presente prácticamente en todo el conjunto
del territorio, desde el sureste de Galicia hasta Almería y desde Girona a Cádiz,
pasando por las islas Baleares, aunque su mayor concentración se encuentra en
las penillanuras del suroeste, entre el Sistema Central y Sierra Morena.
Se adapta a todo tipo de suelos, excepto los arcillosos, con una ligera preferencia
hacia los suelos silicios. Es una especie resistente a la sequía, aunque
determinadas variedades también son capaces de desarrollarse con una gran
humedad (hasta 1.500 mm). Las encinas pueden llegar a vivir cientos de años.
Actualmente, su hábitat se ha reducido; lo que ahora son viñedos, olivares y
campos de cereales en otro tiempo fueron grandes extensiones de encinares.
Sólo, gracias al adehesamiento, se han conservado algunas encinas de medidas
importantes. Entre los bosques de encinas mejor conservados se encuentran los
de Sierra Morena, los extremeños y los de la sierra de Guadarrama.
Los usos tradicionales de la encina han sido el aprovechamiento de la bellota
(alimento de máxima calidad nutritiva para el ganado, el carbón vegetal y el uso
de su madera para carretería y carpintería exterior por su gran resistencia y
dureza. En la actualidad estos aprovechamientos están en desuso lo que unido a
la dificultad que el encinar y el monte adehesado tienen para su mecanización,
repercuten en su degradación. De esta forma, la encina se presenta en un
espacio mucho más reducido (28.893 km2) que el potencial, incluyendo tanto el
monte alto como el monte bajo.
Allí donde la humedad es mayor, aparece el alcornoque, (alternando muchas
veces con la encina). Prefiere los suelos ácidos (acidófila) y resiste peor que
aquella las heladas y sequías pues necesita entre 600 y 1.000 mm/año de
precipitación y unas temperaturas de inviernos suaves. La extensión más amplia
de alcornoques (Quercus saber) se localiza fundamentalmente en oeste de la
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Península, en Extremadura, y en el sur de Portugal, si bien una gran parte lo son
en forma adehesada con pastizales y cultivos. Tanto su madera, dura y
resistente, como su corteza, el corcho, tienen buen aprovechamiento económico.
El arbolado de encinares y alcornocales es el elemento básico en el sistema de
dehesa. Esta es una forma de aprovechamiento del bosque mediterráneo que
combina de forma rotativa el cultivo del terreno, el pastoreo y el uso racional de
árboles y arbustos.
El pino es una especie del género Pinus y muy difundido directa o indirectamente
por el ser humano. Se trata, por tanto, de una formación vegetal secundaria. Se
adapta con cierta facilidad a condiciones extremas de frío, calor, sequía o
humedad, e igualmente acepta como sustrato cualquier tipo de suelos. Entre las
variedades de pinos de la región mediterránea destacan el pino carrasco, el
laricio, el negral o pinarter y el pino piñonero.
El pinsapo es una especie endémica, actualmente muy protegida, que se localiza
en la Sierra de Grazalema (Cádiz), en la Sierra de las Nieves en Ronda (Málaga)
y en el monte de Los Reales (Estepona). Entre sus características hay que
mencionar un porte modesto, la exigencia de lluvia anual (más de 1.000 mm),
dentro de un régimen térmico fresco tolerando la aridez estival intensa. Esto hace
que se sitúe en la montaña entre los 900 y los 1.800 m de altitud.
El hecho de que sean bosques de crecimiento lento, de que sus maderas sean de extrema
dureza y de que se hayan perdido una gran parte de su aprovechamiento tradicional está
provocando un deterioro grave al que también contribuyen los incendios. Como consecuencia se
ha llegado a la degradación sistemática de extensas zonas de arbolado en beneficio del matorral.
Esta hecho lleva consigo una agudización de las condiciones de aridez climática, un aumento de los
procesos erosivos y, por ello y en especial en las zonas donde hay fuertes pendientes, de una
tendencia a la desertización.
El matorral no es una formación clímax, sino el resultado de la degradación del bosque por
el ser humano. Presenta tres tipos característicos: la maquia, la garriga y la estepa:
La Maquia es una formación arbustiva densa, casi impenetrable, de más de dos
metros de altura, que crece en terrenos silíceos. Está integrada por matorrales
como la jara, el brezo, el lentisco y la retama.
La Garriga crece sobre terrenos calcáreos y está formada por arbustos y
matorrales de poca altura, que dejan zonas sin cubrir, donde aparece la roca.
Especies características son el tomillo, el romero y el espliego.
La Estepa se encuentra en la zona semiárida del sureste peninsular, donde la
sequía impide el crecimiento de árboles, y en zonas donde la garriga ha sido
degradada por la acción humana. Está formada por arbustos espinosos, nudosos,
bajos y discontinuos, que dejan al descubierto suelos pobres. Entre sus especies
destacan el palmito, tomillo, espliego, espartal y espárrago.
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C) EL PAISAJE VEGETAL DE RIBERA
A lo largo de los ríos, el suelo se impregna de humedad, de modo que este espacio suele
quedar al margen del carácter seco que pueda tener el clima del entorno. La presencia constante de
agua hace que sólo puedan vivir allí ciertas especies, que se sitúan en franjas paralelas al río,
desde las que están en contacto semipermanente con el agua, hasta otras que necesitan menos
humedad.
Los bosques de ribera están formados por especies como el aliso (cuyas raíces necesitan
estar en el agua), el sauce, el chopo (que sólo necesita que los extremos inferiores de sus raíces
alcancen la humedad) y el álamo. Menos exigentes en humedad son el fresno y el olmo. Los
matorrales más abundantes son el cornejo, el aligustre, hiedras, zarzamoras, y la madreselva.
Actualmente se observa un fuerte retroceso de este bosque, quedando reducido a sendas
líneas de sauces en los márgenes. La causa de tal reducción hay que buscarla en la potencialidad
de estas zonas para el cultivo y en desarrollo de choperas cuya madera tiene una fuerte demanda
por la industria del embalaje.
D) EL PAISAJE VEGETAL DE MONTAÑA
La vegetación de montaña se dispone en pisos (cliserie, catena) que, en función de la
altura, contienen formaciones vegetales distintas. En la Península se puede distinguirse entre la
montaña alpina y el resto de montañas peninsulares.
La montaña alpina o pirenaica está representada por los Pirineos. En su parte alta, sobre
el bosque de encinas o robles (montaña media), pueden distinguirse tres pisos: subalpino, alpino y
nival.
El piso subalpino, entre los 1.200 y 2.400 metros, reúne coníferas naturales,
como el abeto, el pino negro y el pino silvestre. El abeto puede formar bosques
mixtos con el haya. El sotobosque está constituido por arbustos como el
rododendro
El piso alpino, entre los 2.400 y 3.000 me. es el dominio del prado. Tiene un
periodo vegetativo corto, ya que pasa siete u ocho meses cubierto por la nieve.
Por este motivo no pueden desarrollarse plantas de mayor tamaño. En estas
alturas abundan los sectores de roca desnuda y los canchales, donde crecen
pequeñas plantas rupícolas, es decir adaptadas a vivir en las rocas.
El piso nival, por encima de los 3.000 metros, tiene espacios de topografía algo
plana o de pendiente reducida, en los que la nieve se mantiene todo el año y la
vegetación es inexistente. Posee también otros espacios de fuerte inclinación
donde la nieve desaparece cierto tiempo. Aquí se encuentran pequeñas plantas
rupícolas, dispuestas directamente sobre la roca (como líquenes y musgos), o en
grietas y fisuras.
El resto de las montañas peninsulares carece del piso subalpino de coníferas. En ellas se
pasa directamente del bosque característico de su clima (caducifolio en la zona atlántica y
perennifolio en la mediterránea) al piso supraforestal. Éste se encuentra formado por pequeños
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arbustos cuyo tipo varía según el clima. En la zona atlántica abundan el brezo y la genista, y en la
zona mediterránea, los arbustos y matorrales espinosos, que alternan con pedregales en las zonas
más secas. Por encima del piso supraforestal, en la zona atlántica se encuentran los prados. En la
mediterránea, éstos se reducen al fondo de los valles y otras zonas húmedas.
E) EL PAISAJE VEGETAL DE CANARIAS
La vegetación de Canarias tiene una riqueza extraordinaria. Su origen es principalmente
mediterráneo, pero cuenta con influencias africanas y del Atlántico sur. Además, por su situación
insular, desempeñan un gran papel los endemismos (formaciones vegetales exclusivas) y las
reliquias (vegetación que ocupó grandes extensiones en otras épocas geológicas de características
climáticas distintas y que se han refugiado en enclaves muy reducidos). Esta originalidad vegetal se
basa en el relieve, que da lugar a una sucesión en pisos (cliserie):
El piso basal, desde el nivel del mar hasta los 300-500 metros, está marcado por
la aridez. En él predominan los matorrales ralos y ásperos, como el cardón y los
tabaibales.
El piso intermedio, entre los 400 - 800 metros, está condicionado por el
descenso térmico y el aumento de la humedad, lo que permite el crecimiento de
especies como la palmera, el drago y el sabinar.
El piso termocanario se sitúa entre los 800 y los 1.200 metros. La vegetación se
adapta a las nieblas causadas por el alisio, al mayor refrescamiento y a la menor
insolación. Está constituida por dos originales formaciones boscosas: el bosque
de laurisilva (laureles), muy denso y compuesto por más de 20 especies, y el
fayal-brezal, que es el resultado de la degradación de la laurisilva por la acción
humana.
El bosque de confieras domina entre el piso termocanario y los 2.200 metros.
Su especie principal es el pino canario que, al quedar fuera del mar de nubes,
debe adaptarse a unas especiales condiciones de aridez y frío. En las zonas más
altas de este piso, pueden hallarse otras especies, como el cedro canario
El piso supracanario, por encima de los 2.200 metros. La degradación de la
zona es muy rápida y deja paso a la desnudez de la roca. Sólo en Tenerife y La
Palma es observable un matorral disperso, pero de gran riqueza florística
(violetas del Teide, tajinaste, hierba pajolera).