Post on 12-Aug-2015
Un Año con Schopenhauer.(Capítulos I, II, III)
RESUMEN
El problema de Julius, es la inminente y cercana llegada de la muerte, a sus 65 años, ya
no hay mas años que contar, apenas tiene la seguridad de lograr uno de buena salud, antes
de que el cáncer le devore mas que la piel. El dilema de la muerte y el sentido de su vida,
no es lo único que le aqueja, después de tantos años de práctica profesional, llegan a su
mente las inquietudes sobre la efectividad de su terapia “¿ayudaste de veras a tus pacientes?
¿Había logrado cambiarles en algo la vida?... ¡tienes tus limites! Podía ser que los
resultados fueran fugaces ¿Cómo sabes que fueron verdaderos fracasos, fracasos
permanentes, si nunca volviste a verlos?”
Philip fue un hombre atormentado por la incongruencia de no poder hacer lo que en
realidad quería hacer; era frio, sin sentido del humor, tacaño, superficial y dedicado al sexo;
sin aparente remedio, termina 3 años de terapia y reaparece en el plano de los recuerdos de
su terapeuta 2 décadas después. Sigue siendo un hielo, el dinero aun le preocupa y el humor
sigue sin ser su fuerte.
Camino a Schopenhauer.“El objeto del arte de vivir es la propia vida de cada cual” –Epicteto.
INTRODUCCIÓN
¿Qué podrían tener en común un filosofó nacido en el siglo XVIII y un hombre del siglo
XX? La respuesta es simple, ambos intervienen en el encuentro de dos complicados
personajes: Julius Hertzfeld y Philip Slater. Un año con Schopenhauer, de Irvin D. Yalom,
es la historia de dos hombres que terminan su relación justo como la empezaron:
necesitando del otro; sin embargo, en esta ocasión el psiquiatra Julius necesita la ayuda de
su antiguo paciente Philip, quien ahora también es terapeuta. ¿Por qué decidió sacarlo a él
del depósito de su memoria? ¿Por qué ahora? 20 años es aproximadamente la mitad de la
vida de Philip y esta es un misterio para su ahora colega de profesión, así es como en el
reencuentro se emprende el camino a Schopenhauer.
DESARROLLO
El tema principal de la lectura es el ineludible final de una existencia, el enemigo
invisible, la recapitulación de una vida y la confrontación con la muerte. Sin embargo, si
podemos imaginar esta historia como una imagen o mejor dicho como una serie de
imágenes que pasan rápidamente frente a nuestros ojos, formando una especie de película
imaginaria, podremos observar que la figura de esta historia es la vida y la muerte, sin
embargo el fondo nos devela: el misterio, la esencia, un detalle oculto y una enseñanza
incidental.
Si el lector desea hablar del tema de la vida y la muerte, tendrá que buscarlo en otro lado
o al menos esperar al final de este texto para encontrar apenas una mención sobre esta.
Iniciare con una frase que escuche en la reunión nacional de psicología en Guadalajara:
“Todo es psicología, pero no intentemos psicoanalizar todo, pues no hay respuesta fijas en
la Psicología”, esta paradoja me creo al menos una noche de dolor de cabeza, sin embargo,
la internalización de esa línea puede llegar a grandes conclusiones si quien la lee, como yo,
deja de dormir por tratar de entenderla.
El narrador es el Doc. Hertzfeld y como buen profesional tiene arraigadas ya actitudes y
competencias de un clínico, que no puede descartar fuera de su consultorio; es muy sabio
decir que todo es Psicología, pero psicoanalizar todo también nos puede neurótizar; la
lección incidental de fondo, es su actitud clínica y formas de pensamiento, que lo lleva a
ver más allá de lo rutinario y banal: en las facciones de las personas, su mirada, tono de
voz, lenguaje corporal, infiere información y llena huecos, organiza sus expedientes y el
contenido de la información – se describe, de define un motivo y un desafío.
En la formación como psicólogos, nos preparan para entender la complejidad del ser
humano, pero la preparación no parte de entender la complejidad del propio ser. ¿Por qué
estudiar psicología? Sin duda para vivir de ella, es una decisión que hace eco en nuestra
vida y como toda decisión vista desde la interpretación del concepto de responsabilidad de
J. Sartre, implicaría dos factores: uno altruista – ayudar a los demás, tu responsabilidad con
la humanidad – y el egoísta – ayudarme a mí mismo, la angustia como resultado de una
conciencia responsable – ambos factores involucrados con motivaciones conscientes e
inconscientes que la persona elabora durante su vida y formación. Todos tienen una
necesidad e incluso la fuente de ayuda necesita apoyo de vez en cuando.
A Julius le encantaba ser terapeuta, conectarse con otras personas y ayudarlas a
conseguir que algo cobrara vida dentro de ellas. Había tomado el compromiso de amar y
levantar a otros, aunque también operaban en él sórdidas motivaciones: el plauso, el
reconocimiento, la fama. A pesar de su renombre no pudo ayudar Philip, quien en su
búsqueda por solucionar su compulsión sexual decide curarse a sí mismo y en el camino
asesorar a otros. “¿Puede haber en el mundo alguien menos adecuado para esa labor?”
Creo que al hacerse la pregunta anterior se emite un enorme juicio de valor contra la
capacidad de la persona, recapitulando párrafos anteriores, independientemente de las
motivaciones para ser psicólogo, existen variables que intervienen en la elección,
permanencia y practica de la profesión. Un excelente alumno podría ser un pésimo
profesional y un alumno promedio podría también aportar más de lo que se esperaba de él.
Paralela a la cuestión anterior esta la planteada por Rogers en su libro El proceso de
convertirse en persona: “¿poseo los conocimientos, los recursos, la fuerza psicológica y la
habilidad necesaria para ser útil a este individuo?” El mismo propone una respuesta para
esta pregunta, en la terapia centrada en el paciente; creando una relación autentica, libre,
con respeto y aceptación, paradójicamente el paciente puede modificarse. Sobre analizando
la situación entre Julius y Philip, se hace mención de que el primero nunca tuvo un agrado
por el segundo y algo de él le resultaba desagradable a la hora de tenerlo en consulta,
tomando en cuenta los procesos de transferencia y contra transferencia, este desagrado se
podría traducir en la enseñanza más valiosa que me han dado “Lo que te choca, te checa”.
Lo anterior responde a la pregunta planteada por el propio terapeuta ¿Por qué decidió
sacarlo a él del depósito de su memoria?, siendo Philip un reflejo parecido al de Julius, este
ultimo necesita la ayuda del primero, el fracaso de la terapia fue el fracaso de ambos, y el
poco avance que se logro en tres años fue una mutua resistencia. Su más grande fracaso
podría llevarlo a la victoria, porque camino a Schopenhauer los papeles de invierten y se
juegan bien.
Por último ¿que lleva a nuestro personaje principal a reevaluar, su vida personal y su
practica profesional? esta pregunta es aun más fácil de responder: la muerte ¿El mayor de
nuestros miedos o un placer inexplorado? ¿Objeto del azar, el tiempo o la invención del ser
humano? ¿Qué es la muerte? Esclava o capataz, tremenda ambivalencia entre dioses y el
mortal. Es sin duda la única seguridad que tenemos en la vida, no sabemos, cuando, como o
porque, pero incluso en ese momento se ejerce una última voluntad, la de irse libre de
culpas y pendientes. Una vez que se acepta el innegable cese de nuestra existencia, somos
capaces de consumar nuestra vida y morir en el momento oportuno.
CONCLUSIÓN
La vida es dinámica, cambiante y por lo tanto vulnerable, sería lógico por lo tanto,
aceptar la interrogante de Zaratustra “si estaríamos dispuestos a repetir la misma vida una y
otra vez hasta la eternidad”, “cambiar el ‘así fue’ por ‘así quise yo que fuera’, solo a eso lo
llamo redención”
Como psicólogos clínicos, tenemos que ser conscientes de nuestras capacidades y de
nuestros límites en la práctica, no podemos dejarnos levar por el prestigio o nuestro éxito,
tenemos que cuestionarnos sobre nuestra práctica, la efectividad de nuestro trabajo y el
impacto que causa en nuestros pacientes.
REFERENCIAS
Yalom, Irvin D. Un año con Schopenhauer.- 11va. Ed. –Buenos Aires: Emecé Editores, 2007.
Carl Rogers. El poder de convertirse en persona. 7ma. Reimpresión. 1992
www.Educatina.com.mx Existencialismo: Jean Sartre.