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Rubio Bobadilla, N. (2015). “Enseñanza-aprendizaje del inglés a través de textos filosóficos”. Conferencia en el marco del Diplomado “Enseñanza de lenguas: Enfoque Teórico-Metodológico” el 10 de julio de 2015, coordinado por la Universidad Autónoma de Zacatecas y la Universidad Pedagógica Nacional entre otras instituciones.
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Enseñanza-aprendizaje del inglés a través de textos filosóficos
Dra. Noemí Rubio Bobadilla.1 noemirubio5@hotmail.com
Todos los hombres por naturaleza desean saber. Aristóteles, Metafísica
La inteligencia consiste no sólo en el conocimiento sino también en la destreza de aplicar los conocimientos en la práctica.
Aristóteles, Ética Nicomáquea
Resumen
En este estudio se muestra que la aplicación de la traducción pedagógica
(TP) como una herramienta didáctica, ayuda a los estudiantes de la
Licenciatura en Filosofía a resolver algunos de los problemas que se les
presentan al realizar la traducción de un texto, asimismo, permite lograr un
mejor desempeño en la comprensión de la lectura de los textos filosóficos
en inglés. Además, en el presente texto, se consideran algunos aspectos
teóricos para abordar la descripción metodológica de la enseñanza del inglés
en el aula y algunas definiciones que permiten entender la práctica de la
traducción.
Introducción
El lenguaje es parte esencial de nuestra humanidad y la enseñanza-aprendizaje de las distintas
lenguas ha sido una actividad indispensable a través del tiempo para comunicarnos. Los
filósofos griegos con Sócrates, Platón y Aristóteles a la cabeza, se preocuparon del asunto del
lenguaje y reflexionaron sobre el mismo.
1 Doctora en Ciencias Humanísticas y Educativas por la Universidad Autónoma de Zacatecas (UAZ). Docente de las materias de Lectura de textos filosóficos en inglés I-IV en la Unidad Académica de Filosofía-UAZ.
Rubio Bobadilla, N. (2015). “Enseñanza-aprendizaje del inglés a través de textos filosóficos”. Conferencia en el marco del Diplomado “Enseñanza de lenguas: Enfoque Teórico-Metodológico” el 10 de julio de 2015, coordinado por la Universidad Autónoma de Zacatecas y la Universidad Pedagógica Nacional entre otras instituciones.
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El siguiente escrito, abordará el tejido que conforman el lenguaje, la filosofía y la
traducción desde un enfoque filosófico, debido a la experiencia de trabajo que posee la autora
de este ensayo. Así pues, es importante señalar que este ensayo retoma lo esencial de la tesis
doctoral “La traducción pedagógica: el caso de los textos filosóficos en inglés para estudiantes
de la Licenciatura en Filosofía. Traducción de una selección del texto de Bertrand Russell The
History of Western Philosophy,”.
El proyecto anterior, surgió como una necesidad de buscar solución para algunas
dificultades que enfrentan los estudiantes en los cursos de Lectura de textos filosóficos en
inglés de la Licenciatura en Filosofía. Los objetivos principales que se plantearon fueron, en
primer lugar, detectar los problemas que se les presentan a los alumnos en la práctica de la
traducción para la comprensión de los textos filosóficos en inglés y, en segundo lugar, proponer
la traducción que, utilizada como una herramienta didáctica, toma el nombre de traducción
pedagógica (TP), la cual consiste en hacer traducciones y que, en el caso específico de estos
cursos, es aplicada para resolver algunos de los problemas.
La TP se puede definir de manera provisional como el uso de la propia traducción en la
comprensión de un texto en una lengua diferente a la lengua materna, en este caso, los textos
filosóficos en inglés. La traducción pedagógica se había utilizado en la asignatura de lectura de
textos filosóficos en inglés, aprovechando la experiencia obtenida durante los cursos de lecturas
del inglés que la autora de este trabajo hizo como estudiante de la Licenciatura en Filosofía;
aunque de forma asistemática y sin contemplar de manera conjunta todos los aspectos que aquí
se incluyen, como las bases teóricas y las recomendaciones de algunos expertos sobre la
materia.
Lenguaje, filosofía y traducción
En el ámbito filosófico, se han tenido que hacer traducciones de los textos en griego y
posteriormente del latín: “Los griegos se servían de varios idiomas con fines comerciales;
existían incluso intérpretes profesionales, pero no tenemos testimonio alguno de que hubieran
intentado dar razón de los diversos idiomas” (Platón, 1988, p. XXIII). Al respecto, Emilio
Lledó dice que “los griegos no tenían un término para significar lo que hoy entendemos por
lenguaje” (1995, p. 69). Lo más similar era el logos, que era tanto la esencia como el
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significado en sí: el argumento, el tema, el objeto del diálogo. La interpretación griega del
lenguaje oscila entre el logos que es lo dicho y lo significado, como la boca que es el órgano
con que pronunciamos.
Para los filósofos Platón y Aristóteles, el lenguaje ha sido un tema de reflexiones de
importancia fundamental y sus textos han sido objeto de múltiples traducciones, las cuales han
tenido que incorporar notas a pie de página para esclarecer términos, así como estudios
introductorios e investigaciones que van actualizando la comprensión de sus textos. Al hacer
referencia a estos filósofos, parece que no hay algo nuevo que decir acerca de ellos y sus obras;
no obstante, sus lectores, traductores y comentadores se han propuesto traducir y divulgar sus
propuestas filosóficas para el conocimiento de otras culturas y de diferentes épocas.
La filosofía del lenguaje nació en Atenas. Platón se encargó de hacer un recuento de las
enseñanzas de Sócrates, ya que él no dejó nada por escrito, lo convirtió en el protagonista de
sus diversos diálogos. De este modo, se considera que Sócrates creó la filosofía del concepto
(conocida como Mayéutica), pues él buscaba el conocimiento de las ideas generales
universalmente válidas. Así, para establecer un concepto, Sócrates interrogaba a su interlocutor
sobre algún tema que se consideraba importante, por ejemplo, la justicia, y de acuerdo a un
caso concreto, se analizaba minuciosamente, además de reflexionar sobre éste hasta llegar al
concepto o definición con la que todos debían estar de acuerdo, ya que para Sócrates es
verdadero lo que a todos parece verdadero. De esta manera, se plantea y resuelve el problema
filosófico de la definición de los conceptos generales.
La obra platónica ha sido editada, traducida y comentada desde su creación por diversos
autores y a diferentes lenguas como son: el latín, el alemán, el francés, el inglés, el italiano y el
castellano. También se han hecho traducciones parciales de la obra por diálogos, temas,
comentarios, artículos, monografías, críticas, etc. Sin embargo, Platón no tomó posición
respecto de la traducción, de acuerdo con lo que indica Bruno Ósimo (2002), pues las
reflexiones en el tiempo de Platón (360 a.C.) giraban en torno al signo y al eidos y sobre el
nombre, como mediador de la verdad objetiva, pues se consideraban fundamentales para la
comunicación entre los hombres.
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Al respecto, en Cratilo Sobre la rectitud de las denominaciones, Platón (1988) centra
sus reflexiones más profundas, las cuales conforman históricamente la primera obra sobre la
filosofía del lenguaje y constituyen la base de todo lo que se ha escrito posteriormente sobre el
tema. Así, mientras que Cratilo defiende una “rectitud natural” de las denominaciones,
Hermógenes opina que la “rectitud” de las denominaciones radica en el “convenio”. La
solución parece estar en el justo medio. La significación de las ideas posee cierto carácter social
y permanente, de otra manera, no sería posible la comunicación.
Para Lledó, Platón es, en principio, “un fino oído que escucha, aunque sus ideas, lo que
realmente se ve, pareciesen contradecir la preeminencia acústica” (1997, pp. 23-24). Sin
embargo, indica que se trata de “una mirada lingüística que observa lo dicho, que se esfuerza en
despejar las múltiples incógnitas originadas desde la opacidad del lenguaje al iluminarlo con su
interrogación” (pp. 23-24). En los diálogos, explica Lledó, se encuentra un pensamiento en
común aunque, para llegar hasta nosotros, ha tenido que solidificarse en la escritura.
Lo anterior muestra la relación que ha existido entre filosofía del lenguaje y traducción
por medio del lenguaje, en un principio oral y en forma de diálogo y posteriormente por medio
de las traducciones en textos escritos. De no haberse conservado los diálogos escritos se habría
perdido el origen y la riqueza de muchos conocimientos a los que ahora podemos acceder.
En la obra de Aristóteles, como en la de Platón, no se encuentran antecedentes sobre la
traducción. No obstante, a diferencia de Platón, Aristóteles no se interesa por la búsqueda de la
esencia del lenguaje, sino por su funcionamiento y las posibles relaciones que puedan
establecerse entre las palabras. Con la teoría de la significación y del símbolo de Aristóteles “se
trazan las coordenadas para situar el fenómeno del lenguaje y fundamentarlo, entendido como
distancia y comunicación en una ontología surgida de las mismas estructuras del lenguaje”
(Lledó, 1997, p. 52).
Por otra parte, traducir los textos filosóficos de Aristóteles no ha sido empresa fácil,
explica uno de los traductores de la Metafísica, al señalar que como criterio de carácter general
ha procurado realizar una traducción que “no se aleje de la literalidad y que, hasta donde sea
posible, restituya la frescura y el sentido original del texto” (Calvo Martínez, 1998, p. 56). Por
ejemplo, en el punto de vista sintáctico, en especial “en las conjunciones, ya que éstas nos
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permiten captar adecuadamente la estructura lógica de las argumentaciones aristotélicas, el
lugar que cada enunciado ocupa en la argumentación sea como conclusión o como premisa” (p.
56).
En ese tenor, la filosofía aristotélica ha causado mucha polémica tanto entre sus
lectores, como entre sus traductores y comentadores. Aristóteles precisa sus reflexiones sobre el
lenguaje en su texto Peri hermeneias, en el que describe los términos que fundamentan el
lenguaje, como son: el nombre, el verbo, la proposición, las afirmaciones y negaciones, las
contradicciones, los universales y los particulares, entre otros elementos; de los cuales estos
últimos han sido un tema que ha generado muchas discusiones entre sus comentadores, en
especial Santo Tomás de Aquino, Alberto Magno y Pedro Abelardo, entre otros.
Al respecto, comenta Lledó que si la filosofía había de ser como afirmaba Whitehead en
sus notas a pie de página de los diálogos de Platón, esta filosofía iba a quedar orientada por la
gran cantidad de terminología filosófica que Aristóteles legó. Son muchos los filósofos que a
través de la historia de la filosofía se han ocupado del lenguaje, desde San Agustín, Santo
Tomás, Pedro Hispano y Guillermo de Ockam, hasta Frege, Russell y Wittgenstein, pasando
por Humboldt, Locke, Berkekey y Hume, entre muchos otros, no obstante, es necesario recalcar
que fueron precisamente Platón y Aristóteles quienes sentaron las bases de todo lo que,
posterior a su época, se ha escrito sobre el tema.
Hay algunos, cuyo pensamiento no favorece a la claridad que se busca para la
comprensión de un texto filosófico, ya de por sí difícil. Por ejemplo, se puede ver la forma en
que se expresa Walter Benjamin cuando dice “lo que hay en una obra literaria -y hasta el mal
traductor reconoce que es lo esencial- ¿no es lo que se considera en general como intangible,
secreto, poético?”(1999, p.77). Él está en la línea de conceder prioridad al texto original en la
idea de conservar tanto la forma y el sentido del mismo al realizar una traducción pues, sus
reflexiones se refieren a la traducción literaria. Lo anterior impide la apertura para hacer una
adecuación a la traducción del texto que permita la comprensión de los lectores de otras
culturas.
Por su parte, el filósofo José Ortega y Gasset, refiriéndose a la traducción –sin mucho
preámbulo y en un tono provocativo– lanza la pregunta: “¿No es traducir, sin remedio, un afán
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utópico? En el orden intelectual no cabe faena más humilde. Sin embargo, resulta ser
exorbitante” (1955, p. 433). Estas primeras expresiones de su texto nos dejarían con la
impresión de que Ortega y Gasset podría ser un escéptico radical acerca del tema de la
traducción, y aún más cuando afirma: “el asunto de la traducción, […] nos lleva hasta los
arcanos más recónditos del maravilloso fenómeno que es el habla. […] En lo dicho hasta aquí,
me he limitado a fundar el utopismo del traducir” (p. 236).
Más adelante, Ortega y Gasset habla de la forma interna que tienen los distintos
lenguajes y, en el tono contundente que le caracteriza, declara: “es utópico creer que dos
vocablos pertenecientes a dos idiomas y que el diccionario nos da como traducción el uno del
otro, se refieran exactamente a los mismos objetos. Formadas las lenguas en paisajes diferentes
y en vista de experiencias distintas, es natural su incongruencia” (p. 436).
Hasta aquí lo más importante en lo que se refiere a la miseria de la traducción en el
texto de Ortega y Gasset; sin embargo, después de reflexionar lo que él llama el esplendor de
la traducción, se puede ver que: “La traducción no es un doble del texto original; no es, no
debe querer ser la obra misma con léxico distinto. Yo diría: la traducción no pertenece al
mismo género literario que lo traducido” (1955, p.499). Ortega y Gasset destaca esto y afirma
que: “la traducción es un género literario aparte, distinto de los demás, con sus normas y
finalidades propias, por la sencilla razón de que la traducción no es la obra, sino un camino
hacia la obra” (p. 449). En este punto, y de acuerdo con Ortega y Gasset, si al llevar a cabo una
traducción se ha establecido la función que debe cumplir ésta; por ejemplo, en la enseñanza de
los textos filosóficos en inglés, los estudiantes tendrán más claro que no se trata de traducir la
obra tal cual, sino que el objetivo es llegar a la comprensión lectora del texto traducido.
En este aspecto, el filósofo clarifica lo que la traducción es y lo que no es para evitar
confusiones; al respecto y en otro apartado emite una convocatoria a favor de la traducción:
“todo escritor debería no menospreciar la ocupación de traducir y complementar su obra
personal con alguna versión de lo antiguo, medio o contemporáneo”. (Ortega y Gasset, 1955,
p. 451) En ese sentido, considera que es indispensable actualizar el prestigio de esta labor y
encarecerla como un trabajo intelectual de primer orden. Al hacerlo así, apunta que, “el
traducir se convertiría en una disciplina sui generis que cultivada con continuidad segregaría
una técnica propia que aumentaría fabulosamente nuestra red de vías inteligentes” (p. 451).
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Este deseo que manifiesta Ortega y Gasset en torno a la traducción habla de la visión
que tenía el filósofo con respecto al tema en cuanto a la posibilidad de convertirse en una
disciplina con características propias. Por otra parte, no deja lugar a dudas el respeto que le
merecía esta actividad traductora, pues fomentar en los estudiantes el gusto por traducir textos
de otras épocas y en cualquier otra lengua que no sea la propia, indudablemente, enriquecerá
sus vidas.
En México, la traducción ha venido de la mano de la filosofía, además de que existe
una tradición de traductores, pues ha habido necesidad de traducir los textos filosóficos de la
filosofía occidental. En ese tenor, los filósofos españoles jugaron un importante papel, ya que
algunos de ellos estudiaron en Europa y al venir a vivir a México, transmitieron sus
conocimientos a sus estudiantes, fomentando a su vez la traducción, como es el caso de José
Gaos (1996), traductor de Heidegger.
Por su parte, Francisco Larroyo, estudioso y traductor de los clásicos, escribe los
estudios introductorios a los Diálogos (2007) de Platón, los Tratados de Lógica (El órganon)
(2011) y la Metafísica (2011) de Aristóteles, entre otros, los cuales dan luz para entender mejor
las materias de que tratan dichos textos.
Como se observa, la traducción es una actividad que ha sido indispensable en la
formación de los filósofos y ha sido practicada por gran parte de ellos, ya sea como actividad
obligada para la generación del conocimiento de las obras de los autores que escriben en
lenguas diferentes a la propia o como una disciplina inevitablemente ligada a la filosofía, para
mantenerse actualizados en las nuevas propuestas filosóficas escritas en otras lenguas y para
ampliar las reflexiones sobre el lenguaje.
La traducción en la enseñanza de lenguas extranjeras
En la enseñanza de lenguas extranjeras se utilizaba el método de traducción, llamado
Gramática–Traducción (G–T), que estuvo vigente durante el siglo XVIII y parte del XIX y
debe su origen a las escuelas de latín donde fue ampliamente usado para enseñar las lenguas
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clásicas (latín y griego), aunque después se utilizó para enseñar algunas lenguas modernas
(francés, alemán e inglés) y que consistía en la práctica del vocabulario y la realización de
traducciones de los textos. Este método de enseñanza de lenguas extranjeras fue perdiendo
terreno al introducirse el Método Directo, muy popular al final del siglo XIX y principios del
XX.
Este último método surgió como una reacción al G–T: se eliminaba la traducción como
procedimiento de enseñanza que fue proscrita de los programas y sólo se permitía a los
estudiantes comunicarse en la lengua extranjera, justificando esta exclusión de la traducción
por considerar que retrasaba la destreza comunicativa de los estudiantes, aunque la experiencia
muestra que la traducción no se deja de practicar, ya que se traduce a nivel inconsciente.
A partir de la segunda mitad del siglo XX, tomando como punto de referencia la
lingüística, surge la traductología, disciplina que tiene como objeto de estudio la traducción, la
cual ofrece diferentes teorías enfocadas a los temas de interés según los objetivos que se
pretendan, así como los conceptos relacionados con el ámbito de la traducción. Además, la
traductología está interrelacionada con otras disciplinas en las que participan los lingüistas
aplicados a la traducción, los filósofos del lenguaje o sociólogos de la cultura, así como
diversos especialistas en su campo, quienes le dan el empuje necesario asumiendo posturas, ya
sea en la clasificación de la traducción, para generar explicaciones de la traducción como
proceso o en su función comunicativa.
A partir de esta situación, la traducción es revalorada en la enseñanza de lenguas
extranjeras y en la formación de traductores como método de enseñanza y su utilidad se discute
en el ámbito de los profesionales e investigadores. Sin embargo, todo proceso de enseñanza-
aprendizaje implica una serie de factores psicológicos, situacionales y sociales que hay que
considerar y la E/LE no es la excepción. El profesor o diseñador de programas de enseñanza de
una lengua extranjera, no debe tratar la enseñanza de su materia como algo mecánico. Es
importante que considere e incorpore las estrategias que han demostrado su utilidad en la
enseñanza de otras disciplinas, haciendo las adaptaciones correspondientes a la propia materia.
Al mismo tiempo, existen diferencias en el proceso de enseñanza-aprendizaje de una
lengua extranjera cuando se lleva a cabo dentro del aula o cuando se realiza en un lugar donde
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se habla la lengua a aprender. Para Stephen Krashen, el aprendizaje “es un proceso consciente
y normalmente ocurre en el aula donde se enseñan idiomas” (1982, p.127). Él, considera dos
características que marcan el aprendizaje: la «corrección de errores» por parte del maestro y el
«aislamiento de las reglas» y, además, señala que dentro del aula donde se enseña alguna
lengua “es normal que la lección se centre en una particularidad del idioma. Puede ser un
elemento gramatical, un tiempo verbal en particular, una cuestión de pronunciación o alguna
«norma de uso»” (p. 128). Por lo tanto, el proceso de aprendizaje de una lengua extranjera en
el aula podría ser más lento si se considera que se trabaja por aspectos específicos, aun cuando
lo que se pretenda aprender sean temas especializados en una lengua extranjera.
Por lo tanto, el proceso de aprendizaje de una lengua extranjera en el aula podría ser
más lento si se considera que se trabaja por aspectos específicos, aun cuando lo que se pretenda
aprender sean temas especializados en una lengua extranjera; esta forma puede ser más
conveniente para los estudiantes de la Licenciatura en Filosofía porque los integrantes del
grupo comparten los mismos intereses y su objetivo es la comprensión de los textos filosóficos
en inglés.
Ahora bien, para abordar la enseñanza con enfoques humanistas, se puede ver descrito
el humanismo en la lingüística aplicada como la “enseñanza de idiomas que respeta la
integridad de los aprendices, que da cabida al crecimiento personal y a la responsabilidad, que
toma en cuenta los factores psicológicos y afectivos y que representa un «aprendizaje de la
persona en su totalidad»” (Krashen, 1982, pp. 127-128). El humanismo en la enseñanza de
lenguas tiene diversas raíces. Una de éstas es el movimiento del “aprendizaje por
descubrimiento”, asociado particularmente al trabajo del psicólogo de la educación Jerome
Bruner.
El aprendizaje por descubrimiento hace énfasis en “la actividad del propio estudiante y
en la investigación, más que en la transmisión de información por el maestro” (Krashen, 1982,
p. 293). Lo anterior significa, en el caso de los cursos de Lectura de textos filosóficos en inglés,
que los estudiantes han de trabajar por su cuenta aspectos del aprendizaje de la lengua inglesa,
como son: la lectura de los textos, la realización de la traducción, la búsqueda del vocabulario,
etc., solicitando al docente la asesoría para resolver dudas y problemas que se presenten durante
el proceso de su actividad traductora, para lo cual el docente deberá hacer uso de la TP.
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El curso de Lectura de textos filosóficos en inglés
Los cursos de inglés que se imparten en la Licenciatura en filosofía están integrados en cuatro
niveles: Lectura de textos filosóficos en inglés del I al IV y se cursan en los primeros cuatro
semestres de la carrera. Para el primer curso de Lectura de textos filosóficos en inglés I, se
elaboró una antología específica que incluye lecturas, ejercicios gramaticales, diversos
documentos de cultura general, así como la selección de los textos sobre Sócrates, la Teoría de
las Ideas de Platón y la Metafísica de Aristóteles, contenidos en el texto de Bertrand Russell
The History of Western Philosophy.
La asignatura de Lectura de textos filosóficos en inglés no era materia curricular
obligatoria para los estudiantes de la Licenciatura en Filosofía, por lo que no todos los alumnos
la cursaban, aun cuando para titularse ha sido requisito comprobar que se tiene dominio de una
lengua extranjera, ya sea inglés o alguna otra lengua en un nivel intermedio avanzado que se
haya estudiado en la UAZ o en otra institución certificada. A continuación se hace una
descripción del curso:
Comprende 16 semanas, en las cuales se trabajan dos sesiones de hora y treinta minutos
cada una. Está orientado a la comprensión de textos específicos sobre temas de filosofía que
permitan a los estudiantes familiarizarse con los términos relativos a esta área de conocimiento.
En éste se considera a la traducción pedagógica como una herramienta didáctica indispensable
durante el desarrollo del curso para alcanzar los objetivos planteados.
La meta general del curso es proporcionar a los estudiantes de la Licenciatura en
Filosofía las herramientas esenciales para la lectura y comprensión de textos filosóficos en
inglés, utilizando la traducción pedagógica como herramienta didáctica, lo cual les permitirá
alcanzar un óptimo aprovechamiento en la comprensión de la lectura de los textos filosóficos
en inglés.
El objetivo particular es lograr la comprensión de la lectura mediante la sensibilidad y
conciencia lingüística antes y durante la lectura, concretizando el conocimiento de estructuras y
léxico. Los alumnos desarrollarán su nivel de lectura del inglés por medio de la ejercitación del
vocabulario, así como de las estructuras gramaticales básicas; es decir, los tiempos simples en
presente, pasado y futuro. Los ejercicios de lectura de textos filosóficos en inglés permitirán al
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alumno comprender dichos textos, escribir resúmenes y contestar preguntas de comprensión en
español.
En las diversas escuelas de idiomas, ha sido costumbre que en los cursos de inglés los
maestros se dediquen a trabajar con los libros de texto publicados por las editoriales y se lleven
al pie de la letra las indicaciones ahí descritas, sin importar los intereses particulares de los
estudiantes. A diferencia de esos cursos en los que se hace énfasis en el desarrollo de las
habilidades comunicativas, este curso está orientado al desarrollo de la comprensión lectora de
los textos filosóficos en inglés y se basa en la antología de lectura de textos filosóficos
elaborada específicamente para estudiantes de la Licenciatura en Filosofía y que comprende los
siguientes aspectos:
a) Estructuras gramaticales: tiempos simples en pasado, presente, futuro y presente
continuo de los verbos to be, to have y can. Tiempo compuesto del presente
perfecto de verbos regulares e irregulares. Pronombres personales y posesivos;
artículo a/an y plurales; adverbios de frecuencia: sometimes, often, always, etc., y
preguntas con Who?, Where?, How?, When?, What?, How long?, etc. Plurales
contables e incontables, palabras de enlace: and, because, but, etc. y expresiones
modales.
b) Ejercicios gramaticales: La práctica de estos ejercicios permite a los estudiantes
reafirmar el conocimiento adquirido acerca de las expresiones gramaticales.
c) Vocabulario: Conocer nuevos términos permite a los estudiantes obtener un mejor
desempeño y fluidez en la comprensión de los textos.
d) Diversos temas relacionados con la filosofía: Concretamente, se trabajan los textos
filosóficos sobre Sócrates, Platón y Aristóteles.
e) Diversos textos de cultura general: Estas lecturas comprenden algunos textos de la
vida cotidiana como noticias y artículos de revistas, que permiten a los alumnos
avanzar en la lectura improvisada, es decir, sin preparación alguna de antemano.
f) Materiales recreativos: Crucigramas, lecciones para ser escuchadas, una película,
etc.
En los semestres siguientes hay materias en las que los maestros les proporcionan bibliografía
en inglés y se da por hecho que van preparados para ello. Así pues, una vez cubierto el
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programa, se proponen documentos con los cuales se pueda escuchar una grabación que
indique la pronunciación del texto, así como una canción o alguna otra actividad recreativa: un
crucigrama o una película.
Al iniciar el primer semestre de la carrera, se aplica a los estudiantes del curso de
Lectura de textos filosóficos en inglés I nivel básico un breve cuestionario con el propósito de
hacer un sondeo sobre la importancia del estudio del inglés en la Licenciatura en filosofía, los
antecedentes del conocimiento de inglés de los estudiantes, así como sus expectativas con
respecto al curso. De acuerdo a las respuestas, si hay estudiantes que comprueben sus estudios
a un nivel intermedio-alto, se les permite no cursar hasta dos semestres de la materia, con la
recomendación de leer los textos filosóficos, mientras que el docente presta mayor atención a
los alumnos que comienzan.
Antes de iniciar la lectura de los textos filosóficos, se introduce a los alumnos al
contexto de los filósofos que se van a trabajar durante el semestre mediante la lectura de un
texto histórico, en el caso que nos ocupa, acerca de los griegos, con el propósito de motivar a
los estudiantes, pues, es información con la que están familiarizados.
La traducción
Al tratarse el tema de la traducción se puede afirmar que ésta ha jugado un papel relevante a
través del tiempo y en todos los ámbitos de la sociedad, no sólo para el tratamiento de los
textos escritos, la transmisión del conocimiento (entiéndanse éstos como los guardados en
escritos que han sobrevivido por medio de la escritura, la copia y la reproducción) o la difusión
de las ideas, así como en la enseñanza de lenguas extranjeras (ELE), sino también para la
comunicación verbal entre los individuos de diferentes culturas.
Para George Steiner, por ejemplo, “la traducción está implicada formal y
pragmáticamente en cada acto de comunicación […] ya sea en el sentido semiótico más amplio
o en los intercambios verbales más específicos. Entender es descifrar. Atender al significado es
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traducir” (1998, p. 13). Sin embargo, la traducción es una actividad que se había realizado de
manera empírica hasta que San Jerónimo (340-420), nombrado patrono de los traductores, se
preocupó por hacer una descripción de la forma en que él tradujo, ofreciendo sus enseñanzas en
la Epístola a Pamaquío a quienes traducen, donde muestra con detalle la forma en la que
traduce a los griegos siguiendo a Cicerón (106-43 a.C.) como maestro, quien “tradujo el
Protágoras de Platón, el Económico de Jenofonte y los dos hermosísimos discursos de
Esquines y Demóstenes, pronunciados el uno contra el otro”(San Jerónimo, 2001, p. 211).
Este documento de San Jerónimo cobra importancia por ser la primera referencia en el
campo de la filosofía en relación con la traducción y por tener un carácter esencialmente
didáctico. Aquí, él dice que esperaba haber interpretado de manera correcta sus discursos,
actualizando sus potencialidades, es decir, sus conceptos, sus figuras y su construcción “–
siguiendo de cerca las palabras, pero de tal manera que no desdigan de nuestro uso–, si no
todas las palabras son una perfecta versión del griego, al menos nos hemos esforzado porque
sean de su mismo linaje” (2001, p. 212). De esta forma, señala que no se debe traducir palabra
por palabra, sino sentido por sentido, “con los mismos conceptos, y con sus formas y figuras, si
bien con palabras adecuadas a nuestros usos. No creí que fuera necesario traducir palabra por
palabra; pero, en todo caso, he conservado la idiosincrasia y la fuerza de las palabras” (2001,
pp. 211-212).
Por otra parte, la relevancia de esta epístola se encuentra en el hecho de concentrar
algunos de los términos que han sido claves para el estudio de la traducción, como son:
misterio, al referirse a las Sagradas Escrituras; el sentido, que es importante conservar al
traducir un texto; las omisiones, añadidos, cambios y adecuaciones que se hacen entre el texto
original y el texto traducido para hacerlo comprensible a los lectores. Asimismo, después de
diez siglos, cuando San Jerónimo redactara este documento, la autoridad de Cicerón quedó de
manifiesto.
Juan Luis Vives (1492-1540), a semejanza de San Jerónimo, utiliza en su texto los
mismos términos usados en la Epístola al hacer la crítica de las traducciones que se han hecho
de forma literal con los textos de Aristóteles: “No sé a qué viene introducir un solecismo o un
barbarismo, por el prurito de expresar literalmente las ideas con el mismo número y categoría
Rubio Bobadilla, N. (2015). “Enseñanza-aprendizaje del inglés a través de textos filosóficos”. Conferencia en el marco del Diplomado “Enseñanza de lenguas: Enfoque Teórico-Metodológico” el 10 de julio de 2015, coordinado por la Universidad Autónoma de Zacatecas y la Universidad Pedagógica Nacional entre otras instituciones.
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de vocablos, como lo hicieron algunos con Aristóteles, o con los textos sagrados” (2001, p.
225). Vives propone algunas recomendaciones sobre la actividad traductora. Él considera que
la traducción va más allá de la comprensión de un texto, ya que piensa que las obras filosóficas
requieren más precisión de la que requeriría por ejemplo un texto literario: “El verso ha de ser
traducido con mucha más libertad que la prosa común, por las necesidades del ritmo. Se
permite en el verso añadir y quitar, y cambiar libremente, con tal de que el conjunto del texto,
que es lo que fundamentalmente buscamos, permanezca inalterado” (p. 227). Además, perfila
las distintas formas de traducir que los traductólogos establecen tiempo después.
Por su parte, Hans Georg Gadamer, destacado filósofo en el campo de la hermenéutica,
reflexiona sobre la cercanía entre la traducción y la hermenéutica. Para él “todo traductor es
intérprete. El que algo esté en una lengua extraña no es sino un caso extremo de dificultad
hermenéutica, esto es, de extrañeza y de superación de la misma” (1997, p. 465). Asimismo, no
es suficiente, señala Gadamer citando a Friedrich Schlegel, “comprender el verdadero sentido
de una obra confusa mejor que el autor mismo la comprendió. Hay que ser también capaz de
conocer, caracterizar y construir la confusión incluso hasta sus principios” (1987, p. 85). Desde
esta perspectiva, la traducción se presenta como una tarea ardua para el traductor, no obstante,
superar los obstáculos que se despliegan para la comprensión de los textos filosóficos en
inglés. Por lo tanto, la asistencia de la traducción pedagógica, indudablemente, serviría de gran
ayuda para hacer las traducciones lo más cercanas posibles al texto original.
En tanto, Umberto Eco, filósofo y escritor italiano contemporáneo destacado por sus
investigaciones en el campo de la semiótica y cuyos libros han sido traducidos a diversos
idiomas, hace un recorrido por la historia de las ideas acerca de la multiplicidad de lenguas,
aunque da prioridad a la búsqueda de la lengua perfecta, principalmente por los europeos. Sin
embargo, respecto a la traducción, Eco manifiesta que: “a pesar de que exista un «genio» de
cada lengua y a pesar de que cada lengua constituya un modo bastante rígido de ver, organizar
e interpretar el mundo, siempre es posible traducir de lengua a lengua” (1994, p. 288). El
principio de traducibilidad del que habla Eco debe tener su fundamento en que la traducción es
una actividad eminentemente humana, ya que, para expresar su «visión del mundo», el hombre
hace uso del lenguaje, de tal manera que las diversas «visiones de mundo» siempre tienen
puntos en común que permiten que la traducción sea factible.
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Por su parte, Octavio Paz, poeta, ensayista y traductor, alude a la traducción con las
siguientes palabras:
Aprender a hablar es aprender a traducir; cuando el niño pregunta a su madre por el significado de ésta o aquella palabra, lo que realmente pide es que traduzca a su lenguaje el término desconocido. La traducción dentro de una lengua no es, en este sentido, esencialmente distinta a la traducción entre dos lenguas (1990, p. 9).
El ejemplo anterior muestra la raíz de que parte el lenguaje y su esencia estrictamente humana.
Más adelante, con una frase rotunda, Paz expresa: “el lenguaje mismo, en su esencia, es ya una
traducción”. (1990, p. 13) La traducción, por lo tanto, “es inherente a la expresión y a la
comprensión humana, a cualquier forma de intersubjetividad y hay traducción de una lengua a
otra, pero también de un momento a otro de la misma lengua” (Larrosa, 2003, p. 84).
Existen muchos otros textos que se relacionan con el tema pero, ya que no es objeto de
este trabajo hacer una historia de la traducción, sólo se pretende mostrar la importancia que ha
cobrado el tema desde la antigüedad hasta la actualidad. Por otra parte, la traducción por lo
regular se asocia con la transcripción de un texto en una lengua extranjera (L2) a un texto en la
lengua materna (L1), ya sea profesional, técnico o de cualquier otra clase. Ahora bien, si se
define la traducción como el traslado de un texto original en una lengua extranjera (L2) a un
texto en la lengua materna (L1), como muchos podrían pensar, se está simplificando el proceso
que se lleva a cabo en esta actividad y se tiene la idea de que cualquier persona que domina
una L2 podría dedicarse a traducir.
No obstante, la traducción no es una actividad tan simple. Valentín García Yebra,
traductor, señala que “la actividad traductora consta de dos fases: la comprensión y la
expresión” (1989, p. 239). En cada una de estas etapas el traductor enfrenta diferentes
problemas que debe resolver; de igual manera, al estudiante de lectura de textos filosóficos en
inglés también se le presentan algunos problemas, de los cuales se hablará con detalle más
adelante.
Conceptos de traducción
En este trabajo se da por hecho que si se establece una noción sobre determinada cosa, esa cosa
existe; por tanto, se parte de la idea de que la traducción es posible. Al respecto, son diversos
Rubio Bobadilla, N. (2015). “Enseñanza-aprendizaje del inglés a través de textos filosóficos”. Conferencia en el marco del Diplomado “Enseñanza de lenguas: Enfoque Teórico-Metodológico” el 10 de julio de 2015, coordinado por la Universidad Autónoma de Zacatecas y la Universidad Pedagógica Nacional entre otras instituciones.
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los autores que han definido este concepto desde los distintos enfoques que trabajan. Sin
embargo, aquí sólo se abordará la traducción de textos escritos, pues, aunque por lo general se
entiende por texto un escrito, la hermenéutica contemporánea ha ampliado el concepto de texto
para incluir bajo él también a los textos orales, actuados y otras formas de expresión como la
pintura, la escultura, la arquitectura (García Norro & Rodríguez, 2007, p.13), entre otras.
Katharina Reiss y Hans J. Vermeer, lingüistas y traductólogos, aportan los conceptos
relacionados con la teoría funcionalista o Skopos de la traducción: lenguaje, traslación, oferta
informativa, equivalencia, entre otros, y hacen un puntual seguimiento de los elementos que
caracterizan esta teoría. Ellos dicen que siempre que alguien produce un texto, se dirige más o
menos conscientemente a una o varias personas y lo hace con una finalidad determinada. Se
puede definir la producción de un texto como “una acción, es decir, como un comportamiento
intencional con el que se pretende transmitir una información a uno o varios receptores” (1996,
p. 13). En ese sentido, se trata de “una interacción o, en la medida en que es principalmente
lingüística, de una comunicación, como tipo particular de interacción” (p.13).
Por la naturaleza del proceso traductor, al tratarse de una traducción de textos
especializados, en este caso, textos filosóficos en inglés, se habla de una traducción pedagógica
(Hurtado Albir, 2007, p. 94) para referirse al uso de la traducción como herramienta didáctica
al hacer traducciones. De esta forma, para Amparo Hurtado Albir, “la Traductología es el
nombre de la disciplina que estudia la traducción en todas sus variedades y manifestaciones; se
trata de un saber sobre la práctica traductora” (2007, p. 25). La traducción, afirma, “es una
disciplina que necesita, además, entablar relaciones con otras muchas disciplinas” (p. 25).
Propone que, antes de iniciar la reflexión sobre la traducción, es importante formular las
siguientes preguntas: ¿por qué se traduce?, ¿para qué se traduce? y ¿para quién se traduce?
En ese tenor, el reconocimiento de las diferencias lingüísticas y culturales es el origen
de la necesidad y de la razón de ser de la traducción, para poder comunicarse con personas de
otras culturas y para la transmisión del conocimiento. También hay que considerar que las
traducciones tienen una finalidad: se traduce para alguien que requiere conocer un texto en una
lengua diferente a la suya.
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En un primer acercamiento, el término se aclara con su propia etimología: “Traducir” –
del latín traducere, «hacer pasar de un lugar a otro»– consiste, según la definición que ofrece el
Diccionario de la Lengua Española de la Real Academia, en “expresar en una lengua lo que
está escrito o se ha expresado antes en otra. Por traducción se entiende tanto la acción como el
efecto de traducir” (Torre, 2001, p. 7). Como indica Elsa Cecilia Frost: “la definición no
permite imaginar que haya dificultad alguna en ese ‘expresar’ y cualquiera, con cierto dominio
de dos idiomas (y la ayuda de un diccionario), puede traducir. Como se sabe, la realidad es muy
distinta” (2000, p. 15).
Al respecto, Ch. R. Taber y Eugene A. Nida, reconocidos teóricos de la traducción,
afirman que: “La traducción consiste en reproducir en la lengua receptora (llamada también
lengua terminal) el mensaje de la lengua fuente (o lengua original) por medio del equivalente
más próximo y más natural, primero en lo que se refiere al sentido y luego en lo que atañe al
estilo” (García Yebra, 1997, pp. 31-32). Esta concepción de la traducción contiene elementos
como son: el equivalente o equivalencia y el sentido que contemplan la gran parte de los
diferentes conceptos de traducción revisados.
En contraste, Hurtado Albir señala que “la traducción es una habilidad, un saber hacer
que consiste en saber recorrer el proceso traductor, resolviendo los problemas de traducción
que se plantean en cada caso” (2007, p. 25). Para ella, la traducción, más que un saber, es un
saber hacer; en este sentido, se distingue entre conocimiento declarativo (saber qué) y
conocimiento procedimental u operativo (saber cómo). Se considera el saber traducir como “un
conocimiento esencialmente de tipo operativo y que, como todo conocimiento operativo, se
adquiere fundamentalmente por la práctica («la competencia traductora»)” (p. 25).
Este recorrido por algunos autores que se han ocupado de este tema permite formar un
criterio más amplio de lo que es la traducción, de manera que se puede entender como la
habilidad para reproducir un texto que fue originalmente escrito en una lengua extranjera (L2),
en este caso inglés, a la lengua materna (L1), español, resolviendo los problemas que conlleva
para conservar el sentido del texto que se traduce. Por otra parte, la actividad traductora
siempre tiene una finalidad, es decir, el objetivo de la traducción va a dirigir la actividad
traductora que, a su vez, puede llegar a dominarse mediante la práctica constante.
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Ahora bien, se da el nombre de traducción tanto al resultado de un texto traducido como
al proceso de traducción. Definir lo que es la traducción puede ser simple, no así describir el
proceso de traducción, que implica una lectura cuidadosa, el conocimiento y la comprensión de
los términos que contiene el texto a traducir, la habilidad para tomar decisiones en cuándo y
cómo aplicar un término en forma correcta, entre otros aspectos que es importante considerar :
el conocimiento de la gramática de la lengua que se traduce, al igual que los conocimientos de
cultura general y específicamente del tema que se traduce.
Los aspectos que integran el proceso traductor lo vuelven tan complejo que impiden que
cualquier persona, por el hecho de tener el dominio de una lengua extranjera, pueda
desempeñarse como un buen traductor. Sin embargo, para la formación de lectores de textos
filosóficos en inglés, el gusto por la lectura y su práctica constante en general, así como los
textos filosóficos en particular, brindan a los estudiantes la madurez necesaria para tomar
decisiones a la hora de traducir los textos pues, al tiempo que adquieren un mayor
conocimiento acerca del mundo, van integrando los aspectos gramaticales de la lengua a
traducir.
La Traducción Pedagógica
Diversos lingüistas y traductólogos se han ocupado de definir este concepto. Es conveniente
precisar que la bibliografía revisada contempla el uso de la traducción pedagógica tanto en la
enseñanza de lenguas extranjeras E/LE como en la formación de traductores. No obstante, la
clase de Lectura de textos filosóficos en inglés es un caso particular de E/LE. Por lo tanto, se
considera que es aplicable a los intereses de esta investigación, con ciertos matices, por la
diferencia en objetivos a alcanzar.
La traducción pedagógica, dice Hurtado Albir, “es hoy día un campo abierto de
investigación, ya que conviene avanzar en nuevas aplicaciones en diversos contextos
educativos” (2007, p. 155). Para ella, la “Traducción pedagógica es la utilización de textos en
la didáctica de lenguas, donde el objetivo de la traducción es esencialmente un
perfeccionamiento lingüístico” (p. 55). Como traductóloga, ella establece criterios de
clasificación de la traducción y compila los trabajos de otros autores dedicados a la
investigación, sin abundar en los aspectos metodológicos de la práctica de la traducción
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pedagógica. En el caso de otra estudiosa de la traducción pedagógica, M. Rosario Hernández, la
“traducción pedagógica es una actividad didáctica cuyo objetivo es el perfeccionamiento de la
lengua terminal a través de la manipulación de textos, análisis contrastivo y reflexión
consciente”. (1996, pp. 249-250)
Esta autora establece algunos criterios que se deben tomar en cuenta a la hora de utilizar
la traducción como actividad didáctica, entre éstos destacan: a) preferentemente usar esta
herramienta con estudiantes de nivel universitario, ya que la traducción pedagógica exige
capacidad de reflexión y una cierta madurez intelectual; por otra parte, este ejercicio presenta
un alto nivel de razonamiento abstracto; b) tener presente el objetivo específico del curso y
aclarar a los estudiantes el porqué del uso de esta herramienta.
Los criterios que establece Hernández son apropiados para la investigación que se
realiza sobre la aplicación de la TP a la lectura de los textos filosóficos en inglés, al tratarse de
una clase en el aula con características específicas en las que sólo se habla en español y se
hacen las traducciones de los textos en inglés al español.
Asimismo, Jorge J. Sánchez Iglesias, aparte de ofrecer la definición de traducción
pedagógica como “el recurso a la traducción en el marco del proceso de enseñanza de una
lengua extranjera” (2012, p. 3), plantea una clara defensa de su utilización: “parece lógico que
la traducción como recurso es perfectamente admisible: un expediente más sujeto al sentido
común del docente. No servirse de ella por sistema no significa prohibirla o evitarla a toda
costa. Ahorramos simplemente a nuestros alumnos el buscar en el diccionario” (p. 14). Si el uso
de la traducción pedagógica ofrece tanto a maestros como a estudiantes facilidades para la
comprensión de diversos aspectos que se presentan en el proceso de enseñanza-aprendizaje de
una lengua extranjera, es indispensable incluirla entre las herramientas didácticas sin perjuicio
del desarrollo de otras habilidades, como las comunicativas.
Cuando se trata de ajustar la teoría a la práctica, o viceversa, se puede notar que no es
posible aplicar al pie de la letra dicha teoría y que las diversas teorías de la traducción no
ofrecen el soporte pedagógico adecuado y suficiente. Ello no significa que se deban rechazar
dichas teorías, sino que se requiere utilizar elementos que se consideren pertinentes de acuerdo
a las necesidades y objetivos propuestos. De esta manera, y tomando en consideración las
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diferentes propuestas de algunos teóricos de la traducción, así como la propia experiencia
docente, se considera a la “traducción pedagógica como un recurso didáctico empleado con
fines de perfeccionamiento del dominio de la lengua extranjera a partir de ejercicios de
comprensión lectora, análisis contrastivo y reflexión sobre textos”. (D’Amore & Rubio, 2013,
p. 6). Así pues, la traducción pedagógica funciona en la enseñanza de lectura de textos
filosóficos en inglés para ayudar a resolver algunos problemas que se presentan en la
comprensión de la lectura de los textos filosóficos en inglés y para optimizar el aprendizaje de
los estudiantes.
En ese tenor, la traducción pedagógica consiste en hacer traducciones para:
a) Facilitar la comprensión de algunos términos o expresiones desconocidos para los
alumnos. Por ejemplo: se sugiere a los estudiantes deducir el significado de algún
término desconocido o consultar el diccionario y si éste es incomprensible, el
docente hace la explicación o aclaración correspondiente recurriendo a sinónimos o
analogías, según sea el caso.
b) Motivar a los alumnos dándoles la confianza de participar en la lectura de los textos
en inglés. Por ejemplo: no todos los estudiantes tienen la misma disposición para
enfrentar un texto filosófico en inglés; en tales situaciones, se hace la sugerencia de
que no importa equivocarse, sino decidirse a la lectura, pidiendo al grupo respeto
para los participantes.
c) Hacer una comparación entre las dos lenguas a partir de lo que ya se conoce.
Cuando se aprende una lengua extranjera es común concentrarse en los aspectos en
que dicha lengua difiere de la propia. Por ejemplo: se supone que los alumnos
dominan la gramática de su lengua materna, de este modo, cuando no comprenden
alguna estructura gramatical del inglés, se traduce a la estructura del español para
facilitar la comprensión.
d) Para introducirlos al contexto. Conocer el contexto del autor que se trabaja siempre
va a facilitar la comprensión de la lectura sobre éste. Por ejemplo: antes de iniciar la
lectura en inglés, se da una pequeña reseña en español del autor que se va a trabajar,
mencionando las cosas que se consideran pertinentes, como algunos datos sobre sus
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contemporáneos o las sentencias que lo identifican, como en el caso de Sócrates;
“conócete a ti mismo”.
Como puede apreciarse en los puntos anteriores, la función de la TP en la comprensión de
Lectura de textos filosóficos en inglés es variada y relevante, por lo cual, se considera
pertinente tomarla como objeto de estudio. No obstante, la TP es un recurso didáctico que se
utiliza para elevar el nivel de comprensión lectora de los estudiantes, no es un fin en sí mismo,
ya que no se pretende la formación de traductores. Por otra parte, no se trata de la enseñanza de
lenguas extranjeras en todas sus competencias, sino específicamente del dominio de la
comprensión lectora de textos filosóficos en inglés. Los textos son escritos en inglés y la
traducción es directa, es decir, de la L2 inglés a la L1 español.
A los cursos de lectura de textos filosóficos en inglés, que es una modalidad de E/LE,
asisten estudiantes que, aun cuando tienen necesidad o interés en aprender, tienen dificultades
de diversa índole, como pueden ser psicológicas (por ejemplo, la timidez); o físicas, algún
trastorno del lenguaje que les impide tener un desempeño óptimo tanto en la lectura como en la
comprensión de los textos. En dichos casos, es recomendable que el docente utilice la TP en
apoyo de estos alumnos y que muestre una actitud sensible y respetuosa, además de
comprensiva, ante las deficiencias de los estudiantes, principalmente, en el área de las
Humanidades.
Comprensión lectora
Uno de los problemas más importantes de la educación en México es el bajo nivel de lectura y
comprensión de textos, los cuales son básicos para adquirir el aprendizaje en diversas áreas del
conocimiento. La Unidad Académica de Filosofía de la UAZ no es la excepción, aun cuando
tanto la lectura como la comprensión de textos son indispensables, así como la base de los
estudios en la licenciatura.
Al tratar este punto, en reuniones de academia con docentes de la Licenciatura en
Filosofía encargados de diferentes materias, éstos han manifestado su frustración ante el bajo
nivel de lectura y la poca motivación de los estudiantes para leer. Se tiene la idea de que los
alumnos ingresan a la licenciatura con hábitos de lectura inapropiados, lo cual se considera uno
de los factores que provoca que una gran parte de ellos deserte de la carrera, pues, no logran
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cumplir con las tareas de lectura y comprensión que incluyen los programas ofrecidos por los
maestros.
Al respecto, Umberto Eco señala que todo acto de lectura es “una difícil transacción
entre la competencia del lector (su conocimiento del mundo) y la clase de competencia que
determinado texto postula con el fin de ser leído en forma económica” (Eco, 2002, p.81). De
este tema, los investigadores que han dedicado sus esfuerzos a la definición de conceptos, así
como a la planeación de estrategias que permitan a los estudiantes lograr un máximo desarrollo
en sus habilidades de comprensión lectora, destacan el lingüista Teun A. van Dijk y el
psicólogo Walter Kintsch, quienes describen la complejidad del proceso de comprensión
lectora y la importancia que tiene la interrelación de los procesos lingüísticos y cognitivos: la
percepción, la atención, la memoria, las reglas o estrategias, la conciencia y la toma de
decisiones(Kintsch & Van Dijk, 1978), entre otros. Estos autores destacan tres aspectos de
importancia para la comprensión lectora: el primero es la representación semántica, que se
construye como resultado de la comprensión; es una representación mental en la cual se
contemplan las ideas principales, además de que incluye un modelo de la situación que se
describe en el texto y en el que se integra nuestro conocimiento previo del mundo o del tema
que se trate.
El segundo aspecto tratado por Van Dijk y Kintsch son los procesos y niveles
intermedios que intervienen en la elaboración de esa representación mental del texto. Se
consideran tres procesos que interactúan entre sí: 1) el reconocimiento de las palabras, pues
parece obvio que el lector debe conocer las palabras y buscar su significado; 2) el análisis
sintáctico, que establece las relaciones gramaticales entre las palabras que componen las
oraciones y 3) el análisis semántico, a través del cual el lector infiere las relaciones semánticas
y los significados. Además de estos tres procesos, está la importancia de la memoria operativa
que integra coherentemente la información semántica de las oraciones sucesivas y, en
interacción con el conocimiento previo, agrega progresivamente la nueva información al
modelo mental que se va construyendo.
El tercer aspecto son las variables que determinan la construcción del significado. El
texto y su estructura son las variables que se consideran determinantes para la construcción del
significado del texto. La otra son los conocimientos del lector. De igual manera, Van Dijk y
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Kintsch especifican las estrategias que el lector ha de aplicar cuando no está familiarizado con
el tema de la lectura, éstas son: la selección que implica dejar de lado las ideas que comprenden
detalles accesorios y no necesarios para entender una proposición en una secuencia; la
generalización o sustitución de varias proposiciones por una más general presente en el texto
que las representa a todas y la construcción o sustitución de una secuencia de proposiciones no
presente en el texto, pero que sintetiza el significado de las mismas.
Por su parte, Jesús Alonso Tapia introduce otro elemento psicológico que interviene de
manera importante en el proceso de la comprensión lectora: la motivación; “cuando leemos un
texto queremos saber de qué nos habla el autor, qué nos dice aquello de lo que nos habla y con
qué intención o propósito lo dice” (2005, p.64). Es, pues, una actividad motivada orientada
hacia fines específicos de acuerdo con las actividades del lector. Dicha motivación, unida a los
conocimientos previos del lector, permitirá a éste tener una comprensión más clara del texto.
Comprensión lectora de textos filosóficos en inglés
Para una adecuada comprensión de lectura de los textos filosóficos es indispensable desarrollar,
de manera alterna, una cultura general y una cultura filosófica, ya que en la comprensión de un
texto filosófico se recurre a los propios conocimientos de historia de la filosofía y de la
terminología filosófica. Además, la comprensión de textos filosóficos en inglés tiene
dificultades propias que la diferencian de la comprensión de textos cotidianos, ya que en éstos,
los términos del discurso son susceptibles de ejemplificar con facilidad si no son comprendidos,
es decir, puede ser mostrado el objeto que se desea enseñar.
En cambio, la densidad conceptual del discurso filosófico es fuerte al contener términos
abstractos que no se pueden mostrar fácilmente o no son susceptibles de manifestarse. Por
ejemplo, en “Sócrates ‘was unfairly condemned’”, no hay forma de mostrar la “injusticia”, sin
embargo, esto permite reflexionar sobre la dificultad que se presenta en el propio lenguaje al
que estamos traduciendo, el español. La obra filosófica, afirma Lledó, por muy abstracta que
sea y por muy profunda que pueda parecernos en virtud de esa abstracción, “no es más que la
interpretación lingüística de una realidad que en todo momento la trasciende y al mismo tiempo
la integra” (1995, p. 63).
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Por ello, la complejidad de la comprensión de los textos filosóficos radica en querer
responder: ¿cuál es la cosa filosófica? De acuerdo con el triángulo lingüístico de Ferdinand de
Saussure, un vértice es algo a lo que se denomina significante, otro vértice simboliza el
significado y en el otro aparece la cosa. La cosa, en filosofía, son los conceptos, las ideas, por
ejemplo: el alma, la justicia, la verdad, el bien, por mencionar algunos; los cuales son difíciles
de enseñar a través de una demostración física de la cosa, es decir, no se captan por los
sentidos, sino que son inteligibles. Al respecto, Platón afirma: “Y de aquellas cosas decimos
que son vistas pero no pensadas, mientras que, por su parte, las Ideas son pensadas, más no
vistas” (1986 p. 331).
Asimismo, de acuerdo con Emilio Lledó, “entender un texto debe consistir en hacer que
cada palabra, cada frase resuene hasta el más lejano límite del horizonte histórico ante el que se
desplaza” (1997, p.19). Esto significa que es importante tomar a los autores en su tiempo, su
contexto y reconocer los términos que éstos utilizaban, de tal manera que al traerlos a otra
época sean comprensibles, por ejemplo, entender algunos de los problemas más abstractos que
se plantean en los diálogos de Platón.
La comprensión de textos es definida por José Alejos García como “un concepto ligado
intrínsecamente al de contexto, que incluye desde la circunstancias específicas en que ocurre el
fenómeno en cuestión, hasta los aspectos más generales involucrados, como la historia y la
cultura” (2005, p. 219). De este modo, es indispensable considerar el contexto en que se escribe
una obra a fin de darle el sentido correcto que el autor le ha dado. Por ello, los filósofos crean
sus propios conceptos y lo que en una época tuvo un significado, con el paso del tiempo puede
atribuírsele un significado distinto. No obstante, el problema que tratan puede ser significativo
a través del tiempo.
En este sentido, Lledó sostiene que “las palabras pierden sus viejos sentidos y adquieren
otros nuevos, o en algunos casos no adquieren ninguno y son así Scheinworter, palabras
vacías”. (Alejos García, 2005, p. 69). Por otra parte, las traducciones de los textos filosóficos
están llenas de notas a pie de página para hacer las aclaraciones de los términos que han
cambiado de significado o para hacer precisiones en cuanto a las distintas traducciones.
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Cabe mencionar que a pesar de las dificultades que representa la traducción en la
comprensión de los textos filosóficos, no sólo en la lengua inglesa, sino en algunas otras
lenguas a las que se han traducido, como son el griego y el latín. Tales dificultades han podido
ser superadas de manera favorable desde la antigüedad. Si se hace referencia a éstas es porque
se cree que los docentes deberán tomarlas en cuenta a la hora de reflexionar sobre el proceso de
la traducción.
Ahora bien, para facilitar el entendimiento del proceso de la traducción en general y,
específicamente, de la traducción pedagógica, en la comprensión de lectura de los textos
filosóficos en inglés, tomando en cuenta la complejidad del tema en el cual participan diversas
disciplinas, se ha recurrido de manera parcial a auxiliarse de cada una de las disciplinas que
intervienen en este proceso; mismo que, por su complejidad, requiere herramientas que faciliten
a los estudiantes la tarea traductora. Sobre todo, si no se pretende la formación de traductores
sino de lectores. Como se ha de percatar el lector, se han ofrecido ejemplos de cómo la
traducción pedagógica puede ser utilizada como herramienta didáctica aplicada a la
comprensión de los textos filosóficos en inglés en diversos aspectos de la práctica docente.
Además, se percibe como indispensable para resolver algunos de los problemas que se suscitan
en la práctica traductora por parte de los estudiantes.
Problemas más frecuentes detectados durante el proceso de traducción para la
comprensión de lectura de los textos filosóficos en inglés.
Vocabulario: Poseer un amplio conocimiento del significado de los términos de una lectura es
esencial para lograr una buena comprensión de lectura de un texto en inglés; no obstante, los
estudiantes tienen una mayor incidencia al referirse al vocabulario.
Recursos lexicográficos: diccionarios bilingües, monolingües, electrónicos y glosarios:
El diccionario es una herramienta indispensable para toda actividad de traducción, aunque, lo
ideal es que éste se consulte en casos específicos. Por ejemplo, cuando el lector no puede
inferir, de acuerdo con el contexto, el significado de algún término o cuando definitivamente no
tiene idea de lo que éste puede significar. Consultar el diccionario para algunos estudiantes que
desconocen bastante vocabulario puede ser una tarea ardua y aburrida.
Rubio Bobadilla, N. (2015). “Enseñanza-aprendizaje del inglés a través de textos filosóficos”. Conferencia en el marco del Diplomado “Enseñanza de lenguas: Enfoque Teórico-Metodológico” el 10 de julio de 2015, coordinado por la Universidad Autónoma de Zacatecas y la Universidad Pedagógica Nacional entre otras instituciones.
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Aspectos gramaticales: El conocimiento de la gramática de la lengua propia es indispensable
para la comprensión lectora de textos en español. De igual manera es necesario conocer la
gramática de la lengua a traducir, en este caso el inglés. Las diferencias gramaticales entre dos
lenguas distintas, aunque en ocasiones se perciben como problemas, al hacer un trabajo de
comprensión lectora y de traducción, es conveniente considerarlas como inherentes a la propia
naturaleza de las lenguas.
Sin embargo, independientemente de los problemas que enfrentan los estudiantes al
realizar su trabajo de comprensión lectora de los textos, manifiestan su “falta de voluntad” para
iniciarlo. Al respecto, una alumna dice: “sabemos que tenemos que concentrarnos en la
traducción, que tenemos una fecha de entrega y que debemos llevarla a cabo de la mejor
manera posible y, aun así, tardamos en tomar la decisión de sentarnos a la computadora y
empezar a escribir”.
Desafortunadamente, esta situación no se le presenta sólo a un estudiante ni es exclusiva
para un trabajo con estas características. Es, más bien, un hábito de estudio inapropiado que
consiste en ‘dejar el trabajo para el final’ y que se presenta en una gran parte de los estudiantes,
hecho al que los docentes deben dar especial atención, monitoreando de forma permanente el
avance de cualquier trabajo encomendado a sus alumnos. De igual forma, tienen que estar en
comunicación constante con los alumnos para aclarar cualquier duda que tengan al respecto.
Conclusiones
Si se parte del supuesto de que los estudiantes de licenciatura poseen un conocimiento de la
gramática, de las estructuras lingüísticas de su lengua, un bagaje cultural y un conocimiento
general del mundo que les rodea, eso facilitaría la comprensión de los textos filosóficos en
inglés y resolverían los problemas que se les presentan al hacer una traducción,
considerándolos simplemente como un nuevo conocimiento que agregarían al que ya tienen.
No obstante, como se ha indicado con anterioridad, el grupo es heterogéneo. De tal manera que
hay estudiantes con desconocimiento de las reglas gramaticales en su propia lengua y que,
aunado a ello, tienen un reducido conocimiento del mundo que les rodea. Por lo tanto, es lógico
que tengan dificultades en el aprendizaje de una segunda lengua.
Rubio Bobadilla, N. (2015). “Enseñanza-aprendizaje del inglés a través de textos filosóficos”. Conferencia en el marco del Diplomado “Enseñanza de lenguas: Enfoque Teórico-Metodológico” el 10 de julio de 2015, coordinado por la Universidad Autónoma de Zacatecas y la Universidad Pedagógica Nacional entre otras instituciones.
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Además, hay que considerar que algunos estudiantes están en una etapa inicial de
aprendizaje de la lectura de textos filosóficos en inglés, por lo que no se debe generalizar lo que
para cada uno de ellos es considerado como un problema en la actividad traductora y la
comprensión de los textos filosóficos en inglés.
Los problemas que los estudiantes manifestaron haber enfrentado en el proceso de
traducción para la comprensión lectora de los textos, son considerados, más bien, como una
consecuencia de la falta de conocimiento de las lenguas inglesa y española, así como sus
diferencias, además del desconocimiento del vocabulario, la falta de interés y la poca
dedicación a la materia. Por tal motivo, se ha propuesto la traducción pedagógica como una
herramienta que permita a los estudiantes aclarar dudas y resolver algunas situaciones
específicas. Aunque, debe aclararse que no puede resolver aspectos que estén fuera de su
alcance. El docente es, en este caso, sólo un guía que debe dejar a los estudiantes desarrollar
sus habilidades por sí solos, con el objetivo de crear en ellos el hábito del estudio continuo.
En ese tenor, es recomendable precisar con claridad cuáles son los objetivos del curso,
pues aun cuando el nombre de la materia lo especifica, algunos estudiantes vienen con la idea
de que van a comunicarse verbalmente en inglés. Para tal efecto, es fundamental que los
estudiantes adquieran un amplio vocabulario en inglés, que comprendan todas las expresiones y
determinen cuando éstas son polisémicas o no, en qué sentido las utiliza el autor, lo cual les
permitirá una lectura fluida y una comprensión efectiva de los textos. Además, es importante
familiarizarse con el tema del que se trata y conocer el contexto, es decir, enmarcar al autor del
texto en su época y en el movimiento filosófico más afín a él para que les ayude a hacer las
inferencias que se requieran y, como última instancia, consultar el diccionario; así como
realizar los ejercicios que se solicitan para consolidar el aprendizaje de lo visto en clase y
practicar la lectura constante como una rutina que les permitirá lograr la automatización de la
comprensión lectora de los textos.
Así pues, la traducción en general no es una actividad fácil por todo lo que ella implica,
no obstante, se ha presentado como un desafío que han superado quienes han tenido la
curiosidad y el deseo de conocer otras culturas. En este caso, se percibe como una herramienta
Rubio Bobadilla, N. (2015). “Enseñanza-aprendizaje del inglés a través de textos filosóficos”. Conferencia en el marco del Diplomado “Enseñanza de lenguas: Enfoque Teórico-Metodológico” el 10 de julio de 2015, coordinado por la Universidad Autónoma de Zacatecas y la Universidad Pedagógica Nacional entre otras instituciones.
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necesaria que sirve para complementar las actividades curriculares del plan de Filosofía y como
un complemento del proceso de lectura e interpretación de textos. En síntesis, es menester
mencionar que mediante el uso de la traducción pedagógica, cualquiera que se esfuerce, podrá
alcanzar niveles superiores tanto en traducción como en la comprensión lectora de textos
escritos en lengua extranjera.
Rubio Bobadilla, N. (2015). “Enseñanza-aprendizaje del inglés a través de textos filosóficos”. Conferencia en el marco del Diplomado “Enseñanza de lenguas: Enfoque Teórico-Metodológico” el 10 de julio de 2015, coordinado por la Universidad Autónoma de Zacatecas y la Universidad Pedagógica Nacional entre otras instituciones.
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