Post on 04-Apr-2016
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latestadura.blogspot.com y latestadura.wordpress.com
Con café de fondo no. 2
Textos de: José Arturo
Vázquez, Jaime Gonzá-
lez, Jazz’s Mendoza y
Fernando Jiménez
ilustraciones por:
el pulpo santo
Dirección General:
Mario Eduardo Ángeles.
Textos: José Arturo Vázquez, Jaime González, Jazz’s Mendoza y Fernando Jiménez.
Ilustración: El Pulo Santo.
Consejo Editorial: Diana Enríquez, Bardo Garma, David Morales, Miguel Escamilla, Mo. Eduardo Ángeles, Erich Tang y Jesús Reyes.
Agradecimientos especiales a Roxana Jaramillo, Flor de Liz, Tzolkin Montiel y José Manuel Bañuelos.
Contacto:
l ate st ad ur ali te r ar i a@g m ai l. com
México, Septiembre 2014.
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Los derechos de los textos publicados pertenecen a sus auto-
res. Cuida el planeta, no desperdicies papel.
CONTENIDO
Como tomar un buen café
por José Arturo Vázquez
Cayena 3
por Jaime González
Día 23
por Jazz’s Mendoza
Un romántico café
por Fernando Jiménez
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En él podrás descargar gratis todos nues-
tros números; convocatorias, postales y
documentales; entrevistas a escritores y
enlaces a otros sitios de interés literario.
Como tomar un buen café José Arturo Vázquez
La Testadura 6
Como tomar un buen café
Viajar seis horas en autobús es cansa-
do, solo me faltan dos horas para llegar a
la sierra norte, casi pegado a Veracruz, mi
amiga Adriana me invitó, ella comentaba
grandiosas historias de su comunidad, el
paisaje verde y la neblina se podía apre-
ciar desde la ventanilla del autobús. Una
plática anterior al viaje le pregunté
-¿Y cómo voy a saber que ya estoy
cerca de tu comunidad?
-Es muy fácil vas a encontrar dos mon-
La Testadura 7
tes con una cascada que se abre paso
entre ellos donde se puede apreciar una
cruz blanca en el monte más alto - me
respondía con una felicidad en su rostro,
como si fuera ya un hecho en ese momen-
to que yo viajaría a su comunidad.
El autobús se detuvo en una pequeña
central, donde apenas se podían estacio-
nar los autobuses, cuando me bajé me
recibió una pequeña brisa de aire fresco,
con un ligero olor a tierra mojada, que se
puede pedir después de ocho horas ence-
rrado en un autobús con aire acondicio-
nado.
Ella ya me esperaba agitando los bra-
La Testadura 8
zos, me acerqué a ella, tenía un vestido
típico de la región, un vestido blanco de
manta con un bordado de pájaros y flores
de diferentes colores vivos.
-¿Cómo estás Alberto?
-Muy bien Adriana
-¿Qué tal el viaje?, cansado verdad-
generó una pequeña risa
-Sí un poco cansado- le contestaba
mientras estiraba mis brazos
-Pues bienvenido
Comenzamos a recorrer la cabecera
municipal, la arquitectura parecía colo-
nial, casas grandes de color blanco, con
techo de dos aguas, la banqueta como la
La Testadura 9
carretera eran de laja que si se mojaban
parecían recién pulidas, era impresionan-
te el lugar, como si el tiempo se detuviera
en la región.
-¿A dónde quieres ir Alberto?
Soy fanático del café, todas las maña-
nas tomo una taza de café antes de salir
de la casa, en esta ocasión por el viaje no
tomé mi café y se me antojaba más que
nada.
-¿Podemos pasar por un café, Adria-
na?
-Si quieres-
Yo sabía que a Adriana no le gustaba
el café pero no sabía porqué y nunca le
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pregunté.
Caminamos unas cuantas calles
cuando llegamos al jardín central, nos
metimos en una fonda llamada ―Los tres
totonacos‖, nos sentamos en la ventana y
se podía apreciar la iglesia que estaba
enfrente de la fonda, también se podía
ver un palo alto en el centro del atrio y me
atreví a preguntar para que se usaba.
-¿Y para qué es ese palo?
-Es el palo de los voladores, todos los
domingos cuando se pone el mercado,
los voladores se avientan en una rituali-
dad-
Quien sería tan valiente para aventar-
La Testadura 11
se de esa altura teniendo confianza en
una cuerda que los mantiene en movi-
miento hasta su descenso, cuando me
cuestionaba mentalmente de los volado-
res, se acercó una señora y nos preguntó.
-¿Qué van a tomar?
-Un té de manzanilla- respondió
Adriana
-¿Y usted joven?
-A mí me puede traer un café por favor
- Adriana me miró con una mueca de dis-
gusto.
-En seguida se los traigo
Era el momento preciso para saber
porque no le gustaba el café, estaba pen-
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sando en el momento y las palabras para
generar mi pregunta, cuando estaba dis-
puesto a preguntar llegó el té y el café.
Cuando estaba decidido a preguntar
porque no le gustaba el café ella me inte-
rrumpió.
-A ti te gusta mucho el café verdad-
-Así es Adriana-.
-¿Sabes que un buen café tiene un
largo proceso y una peculiar forma de
tomarse?
Generé una mueca de interés en la
pregunta de Adriana y contesté –No-
-Un buen café se selecciona desde
que es pequeña la planta, la planta tiene
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que ser café arábico, una vez selecciona-
da tiene que tener un buen cuidado, se
tiene que quitar la hierba que sale a su
alrededor, se tiene que hacer un chapeo.
-¿Chapeo?
-Así es
-Después cuando la planta está ma-
dura, hay que fijarse que la cereza del
café este roja- detuvo su plática y me
preguntó –¿Conoces la cereza del café?,
No importa, la conocerás en la estancia
que estés en la comunidad-
-Estaré unas semanas, las necesarias
para conocer bien como se hace el café.
-Otra fase es la de piscar la cereza; te
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tienes que poner una canasta amarrada
en tu frente, y tienes que echar la cereza
en la canasta, después se despulpa la
cereza, se deja secar, y por último, se
pone a tostar y muele.
-Entonces es así como se obtiene el
café- mi cara estaba atenta a sus pala-
bras, pues era un fanático al café.
Miré por la ventana para ver el paisaje
y regresé mi mirada a Adriana.
-Un buen café se toma caliente, tienes
que apreciar su olor, un olor a tostado,
suave y ligero.
Tomé mi taza de café y comencé a
pasarlo por mi nariz para olfatear el suave
La Testadura 15
y ligero olor a tostado.
-El café no tiene que tener azúcar por-
que lo contamina, contamina su sabor,
muchas veces en la región le ponen un
ligero pedazo de panela-
-¿Panela?- Pregunté a Adriana
-Sí, es a lo que ustedes llaman pilon-
cillo. Sabes, es un arte el café.
Era la oportunidad para preguntar
porque no le gustaba el café.
-Adriana- titubee al decir su nombre
-Si Alberto-
-¿Por qué no te gusta el café?
Me miró fijamente a los ojos, retuvo
una lágrima y me contestó.
La Testadura 16
-Un día por la mañana cuando era
niña presentí algo, algo malo que pasaría-
Sentí como un sudor frio recorría mi
cuerpo.
-Mi papá trabajaba en los campos de
café piscando, ese día lloré y me agarré
de su pierna rogando que no fuera a tra-
bajar-
Parecía que ella quería mucho a su
papá .
-Él me cargó del piso y me dio un fuer-
te abrazo, cuando me bajó me acarició la
cabeza y salió de la casa, en la tarde por
la radio nos enteramos que un monte se
desgajo y era justamente donde mi papá
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trabajaba, él murió enterrado en el cam-
po de café-
Tomé su mano ligeramente, mientras
ella agachaba la cabeza para seguir plati-
cando.
-Fue el día más triste de mi vida, des-
de ese día no volví a probar el café-
Tal vez la pérdida de su papá era tan
amarga como el café sin azúcar, me miró,
sonrió y tomó su dulce té.
Cayena tres Jaime González
La Testadura 19
Cayena, Opus3
A la presentación del libro fuimos
pocos y los mismos de siempre. Roberto
quedó de ir. Lo vi cuando llegó. Besó en
la mejilla a unas chicas y se fue. Después
del bla, bla, bla y de aplaudir, me fui a
tomar café. Ahí se me apareció otra vez
Cayena. Se sentó a mi mesa. Ordenó café
y pay. Le dije que era tarde, que no debe-
ría andar sola. Me miró con sus grandes
ojos de plato.
--¿Y tu padre?–pregunté.
La Testadura 20
La niña me señaló con el índice al
cielo, sugiriendo no supe qué.
--Bueno, pero ¿y tu madre?
--Debe andar consiguiendo clientes
en algún bulevar-- y siguió dando mordi-
ditas al pay y sorbos enanos al café.
--Las niñas bonitas no toman café—le
advertí, sonriendo.
Ordenó más café. Dio otro sorbo cui-
dando no quemar sus labios. Me dijo que
estaba extrañado con mi actitud de próxi-
mo muerto. Que a otros a quienes les
anunciaba su muerte, unos lloraban,
otros se desmayaban. Los había que se
desprendían de todo cuanto tenían, muy
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hipócritas o muy magnánimos. Hizo pau-
sa mientras me miraba fijo.
--¿Y tú…?
--Yo, ¿qué?
--¿Qué haces mientras te llega la ho-
ra, de acá a diciembre?
--Tomo café…lento, lento….despacio.
--Estás loco…
Día 23 Jazz’s Mendoza
La Testadura 23
El día 23
Odiaba estos meses, la indecisión del
cielo respecto al clima, el tiempo marchi-
taba y podía sentirlo más que en otros
días, los árboles dejaban sus almas al
dejar marchar sus hojas y yo caminaba
con la mente tranquila y el corazón vacío,
debe ser una suerte que el aroma a café
invada mis pulmones dentro de toda la
tormenta interior y ahí estaba, frente a
aquél café casi solitario donde se anun-
ciaba ―La noche de las citas a obscuras‖
La Testadura 24
me pareció absurdo, intrigante, llamati-
vo, accedí.
La cita era a las 8, fui a casa, puse en
mis labios mi tono favorito y en mi cabe-
llo una peineta dorada así sin sentido,
sabía que el atractivo visual no sería lo
principal esta noche, tomé mis cigarrillos,
un abrigo y mis ganas confusas de asistir
a ese café, el chico de la puerta me asig-
nó un número, subí un largo pasillo de
escalones y la diminuta luz de unas velas
aromáticas me llevó hacia la mesa, ape-
nas distinguía una silueta en la obscuri-
dad…
-¿Hola?- Me dijo su voz.
La Testadura 25
-Hola…- Dije con mucha inseguridad.
-¿Sabes? Es la primera vez que hago
esto, es extraño- Me dijo él y hasta pude
adivinar una sonrisa en sus palabras.
-También es la primera vez para mí,
no te preocupes… Me llamo Sofía- Y tam-
bién le sonreí a ciegas.
-Mi nombre es un misterio que todos
conocen ¿Podríamos omitirlo esta no-
che?
Y aunque me pareció lo más extraño
del mundo acepté, yo no tenía ojos para
ver, pero sí oídos de sobra para escuchar.
Escuchaba palabra por palabra cada par-
te de nuestra conversación y adoré su voz,
La Testadura 26
su manera de reír, el sonido de su respi-
ración, escuchaba cada sorbo que daba a
su café mientras hablábamos por horas,
horas eternas, horas alucinantes, horas
nuestras, el tiempo comenzaba a agotar-
se, yo sólo esperaba que afuera pudiéra-
mos conocernos pero él sólo me citó al
día siguiente y se marchó… quizás otro
día a las 8 en la misma mesa, en su lado
un café y en el mío té de tila, quizás otro
día conocería sus ojos y podría dibujarlos
en mi mente…
Y así sucedió cada noche; no conocía
ni siquiera el color de su cabello, pero
creía saber exactamente lo que él llevaba
La Testadura 27
por dentro, llegó el día 23 y de nuevo
estaba ahí en la puerta del café, esta vez
a las 8 con cinco, me dirigí a la mesa y
me encontré con su voz, no me saludó…
-¿Crees en el amor?- Me preguntó
con impaciencia.
-Claro que creo en él, en lo que no
creo es en las personas que no lo cono-
cen- Le dije mientras me sentaba.
-¿Y tú lo conoces?
-Quizás a mi modo…
-También yo, y mi trabajo siempre fue
unir a quienes merecían estar juntos;
antes los labios tenían memoria, el amor
moderno sabe olvidar tan pronto y sólo ir
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tras otras bocas, el amor moderno se
conforma con poco, es ciego, egoísta,
admite más tristezas y menos alegrías, se
fundamenta en palabras como sacrificio,
perdón sin medida, egolatría…
-¿Tu trabajo?- Le pregunté confundi-
da.
-No cualquiera convierte en carne las
emociones ajenas- Respondió casi eva-
diéndome, notaba en sus palabras horror
y tristeza.
-¿Te has enamorado acaso? Le dije.
-Más de lo que te imaginas, más de lo
permitido moralmente, pero todo el amor
que yo puedo dar es ajeno a mí, no me
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pertenece y nunca ha sido suficiente.
-No te comprendo…- Dije con indife-
rencia.
-¿No te parece aberrante este con-
cepto actual del amor? En las pantallas
no es más que placer carnal, infidelidad,
una poligamia aceptada por la sociedad,
palabras huecas, venganza. ¿Cuántos
delitos no se cometen en nombre del
amor? ¿Cuántas promesas rotas se lleva
el viento a su favor? ¿Cuántos amantes
están separados y cuántos desconocidos
están juntos? ¿Cuántas sonrisas ha bo-
rrado? Es que es un villano…
-Amar es un tremendo terror a la sole-
La Testadura 30
dad y aún más a la compañía, claro que
es aberrante, claro que las personas ya
no lo comprendemos, es tan complejo
cual ruleta rusa, te devora el corazón y lo
escupe, a veces tan reconstruido, tan
valiente, tan curado, otras tantas destro-
zado, casi muerto. El amor no es para los
cobardes y el amor no es para cualquiera,
es para los artistas, para los rebeldes,
para los poetas, para los locos…
-¿Debería renunciar a esto?
-Nadie le renuncia al amor, no puedes
estrellarlo como un grito en la cara de un
jefe, nadie le renuncia porque quien diga
que no lo necesita miente.
La Testadura 31
-Yo lo necesito y no lo tengo.
-Lo tienes frente a ti, disfrazado de
mujer, cada noche a las 8 en esta mesa
lo tienes, lo tienes y se llama Sofía, lo
tengo porque tú me das una razón cada
día desde el momento en que cruzamos
palabras, cada noche sigo viniendo aquí
con la esperanza de saber tu nombre, o
de ver tus ojos, tu sonrisa, tus gestos, de
serte paciente, y comienzo a creer que
esto es lo más parecido al amor, se llama
―necesitar‖.
-Sofía yo… yo no soy la persona para
ti, yo debería encontrar a la persona que
tú quieras querer, esto no fue azar, yo te
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elegí. Pero tengo que decirte que no de-
bes enamorarte de mí, por favor prométe-
lo, promete que no lo harás.
-Lo has dicho un poco tarde… ¿Tú me
elegiste?
-Tú eres una prueba para mí.
-¿Una prueba?- Pregunté casi melan-
cólica.
-Tú has huido de amar cuantas veces
has podido, te gusta esa vida desapega-
da, te gusta ese destino tan solitario que
te rodea, te veía tan incapaz de sentir, tan
indiferente, tú has amado sin necesitar
que alguien te amé esa es la diferencia.
-Es fácil para quien siente que no está
La Testadura 33
hecha para el amor y no al contrario, pero
¿sabes? ni siquiera era capaz de mante-
ner cierto interés por alguien, pero tú te
cruzaste, cambiaste las cosas no tuve
que mirarte, sólo confié, confié en escu-
charte, en comprenderte, en pasar horas
valiosas contigo, con tus reglas, con tus
secretos.
-Yo tenía que enseñarte que también
puedes sentir, que la avaricia sentimental
puede extinguirse, pero no puedo quedar-
me, las personas como tú me necesitan…
Me quedé en silencio, estaba confun-
dida, estaba molesta, sentía, sentía que
los días que tanto me reconfortaban co-
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comenzaban a ser tragedia, él no iba a
quedarse a mi lado, él no sentía como yo,
quizás era momento de vivir mi primera
desilusión, ese hueco gigante en el pecho
que nunca antes había sentido.
-Sofía vas a comprender esto… ahora
quiero que tomes mi mano- Me dijo pa-
ciente, lo tomé de la mano, se levantó de
la silla y me condujo con él hacía afuera,
mi corazón latía rápido, nuestros pasos
fluían tan lentos e impacientes, la luz de
afuera comenzaba a iluminar su cara,
dirigí mis ojos a él casi en cámara lenta,
su piel se iluminaba con un tono casi
amarillo, pálido, bello, tenía los ojos más
La Testadura 35
lindos que jamás haya visto, su color era
parecido al de las uvas, al de la naturale-
za y combinaban con el blanco de su ca-
misa, su cabello castaño y ondulado se
movía con el aire y los labios más miste-
riosos del mundo; al verme sonrió y casi
sentí que el universo estaba en sus ojos y
las cosas más hermosas podrían brotar
de su sonrisa, era perfecto.
Tuve la sensación más extraña del
mundo cuando con sus manos acarició
mi cara, se acercó y suavemente besó mis
labios y sólo se marchó, no dijimos una
sola palabra, no hicieron falta, luego vi su
silueta perderse en la obscuridad.
La Testadura 36
La noche siguiente pensaba en volver
a asistir al café, esperaba que él también
lo hiciera, llegué minutos antes de las
ocho, fui a la mesa de siempre y estaba
vacía, el chico de la entrada se acercó a
mí, entregándome un papel que decía:
―No soportaba en lo que las perso-
nas me habían convertido, un villano…
ahora entiendo que tengo mucho por
hacer, cada persona encuentra en mi
un nombre distinto, ya lo encontrarás,
incluso me llaman cupido, maldición;
o otros tantos aún no me encuentran,
es tu turno buscarme, no importa
cuántas veces lo intentes, tarde o tem-
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prano vas a encontrarme‖
Atentamente: El amor.
Un romántico café Fernando Jiménez
La Testadura 39
Un romántico café
Me encontraste una mañana
sin razones y sin pies.
Calentando las penumbras
poquito antes de las diez.
Me elegiste para amarte,
para tomarme también
beso a beso, sorbo a sorbo,
como taza de café.
Me tomabas por el asa,
no dejabas de beber.
La Testadura 40
Me endulzabas con tus ojos,
con tus pestañas de miel.
Con los dulces piloncillos
empapándome la piel.
Me bañabas con canela,
fuego lento por doquier.
Compartimos diez mil cenas,
disfrutando de panqués.
Compartimos tu cumpleaños,
remojabas el pastel,
en mis manos y en mi cuerpo,
en mi todo, al parecer.
Dijiste que era tu tipo,
La Testadura 41
sea de mocha, sea frappé,
sea cortado, sea con leche
fuera expresso o irlandés.
Piccolino o capuccino
hasta turco o escocés.
Me tomaste hasta con llamas
al arder en un brulé.
Oaxaqueño, chiapaneco,
si artesanal o vienés.
No importaban mis sabores
no dejabas de sorber.
No importaban esas manchas
que tiré por el mantel,
no importaron los cojines
La Testadura 42
ni los pisos que ensucié.
Sólo importaban tus labios
que llenaba de placer.
Llenaba, digo en pasado,
terminado todo sé.
El amor siempre se acaba
y así se acabó tu sed
de mis labios, del brebaje
que embrujaba tanto ayer.
Primero descafeinado
me pediste aquella vez,
otra vez hasta sin taza
me llevaste en unisel.
Terminé hasta descremado,
La Testadura 43
me llevó a palidecer.
Hasta fui recalentado,
no paré de entristecer.
Para siempre había perdido
tu corazón, bien lo sé.
Y de pronto una mañana
preferiste tomar té.
Después ni por cafeína
tus mejillas volví a ver.
Entre tanto te suplico
si a tus labios deleité
si es que me extraña tu boca
quiero por última vez,
ser un sabor en tu vida,
un romántico café.
José Manuel Bañuelos ―El Pulpo Santo‖
(Querétaro, Qro. 1977)
Antropólogo, ilustrador y
fotógrafo. Como antropólo-
go ha realizado diversas
publicaciones sobre la pre-
servación y divulgación cul-
tural (video documental y medios impresos) y
ha colaborado en programas y proyectos para
el desarrollo social y humano a través de la
identidad y el uso de la microhistoria como
elementos trascendentales. Como ilustrador
y fotógrafo ha participado en numerosas pu-
blicaciones y exposiciones a lo largo del país.
2x1 presentado dos Tes taduras impresas
José Arturo Vázquez (Querétaro, 1990). Estudiante de Antropología. Integrante del colectivo Realidad Visual, dedicados a generar cortometrajes.
Jaime González
Jazz’s Mendoza (Querétaro, 1994). Afición a escribir para ser mi historia, tu historia, su historia o la nuestra, escribir por placer y no por complacer, para elegir cómo comienza y dónde termina.
Fernando Jiménez, es poeta decimal,/psicólogo natural,/haciendo pan se entretiene./Como músico mantiene/formación de versador./Jaranero luchador,/gran amante
de la historia./Escribe con pena y gloria/sin creerse un escritor.
De mano en mano, de pantalla en pantalla
¡Que la voz corra! La Testadura, una literatura de paso,
hecha para olvidarse en salas de es-
pera y/o lugares públicos.