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XALAPA, ENERO-JUNIO DE 2008
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Octavio A. Ochoa Contreras:
Francisco Montfort Guillén
Margarita Edith Canal Martínez:
Diana Donají Del Callejo Canal:
Dulce María Cinta Loaiza:
Bioeconomía
Por un ejercicio de la planificaciónpara la complejidad
Renacimiento de la ética y la espiritualidadpara el cuidado de una ecología sostenible
Economía, Sociedad y Educación
Reflexiones sobre el liberalismo clásico:Individuo, mercado y Estado
Tania García López:
Vitalia López Decuir y Esther Borja Castañeda:
Benjamín Sigüenza Salcedo y Olivia Sigüenza Domínguez:
La política mexicana de acción climáticay su aplicación al estado de Veracruz
La Hacienda Pública en la Economía Clásica:Adam Smith
Modelo Educativo Integral Flexible:Resultados de experiencias docentes
CONSEJO ASESOR INTERNACIONAL
Maite Vilalta i. Ferrer, Mercé Costa Cuberta, Alejandro Esteller Moré
(Universidad de Barcelona)Tania García López
(Universidad Anáhuac-Xalapa)Pedro Puy Fraga
(Universidad de Santiago de Compostela)Raúl Arias Lovillo, Octavio A. Ochoa
Contreras, Adolfo García de la Sienra,Samuel Lichtensztejn Teszler
(Universidad Veracruzana)
COMITÉ EDITORIAL
Ivonne Carrillo DewarJulio César Cruz Salas
Adolfo Fernández TorresFrancisco Meléndez Hernández
Benjamín Sigüenza SalcedoRonald Martínez Rodríguez
EDITOR ASOCIADO
Esther Borja Castañeda
EDITOR
Vitalia López Decuir
PRODUCCIÓN:
Diseño: Francisco J. Cobos Prior
Edición y formación: Aída Pozos Villanueva
Impresión: Publidisa MexicanaS. A. de C. V.
IMÁGENES:Fractales generados
con el software Fractint de acceso público
Raúl Arias LovilloRector
Ricardo Corzo RamírezSecretario Académico
Víctor Aguilar PizarroSecretario de Administración y Finanzas
Leticia Rodríguez AudiracDirector General de Apoyo al Desarrollo Académico
Adalberto Tejeda MartínezDirector de Investigaciones
Fidel Saavedra UribeDirector General
del Área Económico-Administrativa
Luz Angélica Gutiérrez BonillaDirectora del Instituto de Investigaciones
y Estudios Superiores Económicos y Sociales
ISSN 1665-6121 (EAN-13). RESERVA DE DERECHOS DE AUTOR: 04-2003-033118043900-10. CERTIFICADO DE LICITUD DE TÍTULO: 12483. CERTIFICADO DE LICITUD DE CONTENIDO: 10054
Estado, Economía y Hacienda Pública es un órgano oficial del Instituto de Investigaciones y Estudios Superiores Económicos y Sociales de la Universidad Veracruzana, cuyo propósito es participar en el debate reciente acerca del Estado y de su relación con la Economía, así como de su concreción en la esfera de los sistemas hacendarios; está abierto a todos los estudiosos que con rigor científico y desde cualquiera de las perspectivas disciplinarias contribuyen al conocimiento teórico y empírico en esta temática. Se publica dos veces al año. Las opiniones expresadas en los trabajos firmados son de la responsabilidad de sus autores. Los trabajos que aparecen en esta revista pueden reproducirse siempre que se mencione la fuente, excepto cuando se trate de reproducción con fines comerciales; en este caso, se requerirá autorización por escrito.
XALAPA, ENERO-JUNIO DE 2008
ARTÍCULOS
Octavio Ochoa Contreras
Bioeconomía
Francisco Montfort Guillén
Por un ejercicio de la planificación para la complejidad
Margarita Edith Canal Martínez
Renacimiento de la ética y la espiritualidad para el cuidado de una ecología sostenible
Diana Donají Del Callejo Canal
Economía, Sociedad y Educación
Dulce María Cinta Loaiza
Reflexiones sobre el liberalismo clásico: Individuo, mercado y estado
Tania García López
La política mexicana de acción climática y su aplicación al estado de Veracruz
Vitalia López Decuir y Esther Borja Castañeda
La Hacienda Pública en la Economía Política Clásica: Adam Smith
Benjamín Sigüenza Salcedo y Olivia Sigüenza Domínguez
Modelo Educativo Integral Flexible. Resultados de experiencias docentes
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RESUMEN
En este artículo se argumenta a favor de replantear el
papel de la economía y de la educación en el desarrollo
de la sociedad humana. Emprender esa enorme tarea
requiere de una reinterpretación del mundo antropológi-
co y social bajo perspectivas no reduccionistas ni sim-
plificadoras que tomen en cuenta el complejo entrama-
do de las diferentes dimensiones de la realidad y del
lugar. Esa reinterpretación tiene que realizarse desde
una nueva cosmovisión que sustituya a la actual per-
cepción humana del universo y, con ello, al sistema
dominante de valores y creencias que desde finales del
siglo XVII ha sido la fuerza creadora de los enormes
desafíos que hoy enfrenta la humanidad.
ABSTRACT
In this paper it is argued about the necessity to reframe
the paper of the economy and the education in the deve-
lopment of the human society. To undertake that enor-
mous task requires of a new interpretation of the anthro-
pological and social world under perspective that take
into account the built the framework for complex from the
different dimensions from the reality, and the place. That
new interpretation must be made from a new vision of
the world that replaces the present human perception of
the universe, and with it, to the dominant system of
values and beliefs that, from end of century XVII, has
been the creative force of the enormous challenges that
today faces the humanity.
Introducción
A la luz de la nueva percepción de la realidad física, bio-
lógica y antroposocial, aportada por el paradigma emer-
gente en las ciencias, en este ensayo propongo reexa-
minar la interrelación y el sentido que debieran guardar
los procesos económicos con el desarrollo social y edu-
cativo. Se trata de aportar elementos para revalorizar,
desde nuevas ópticas y perspectivas, la complejidad de
los vínculos entre la economía, la sociedad, la educa-
ción, la ecología y el desarrollo a escala humana. Todo
ello con el propósito de contribuir a la comprensión de la
necesidad de una nueva etapa de evolución social y
educativa que permita trazar rumbos para la acción.
3
Bioeconomía
Octavio A. Ochoa Contreras*
* Investigador del Instituto de Investigaciones y Estudios
Superiores Económicos y Sociales. Universidad
Veracruzana.
Parto de la idea de que el desarrollo económico no
debe condicionar el desarrollo de la organización
social, en general, ni el desarrollo de los sistemas edu-
cativos, en particular. Entre estos desarrollos debe
presentarse una correlación autoorganizativa y com-
plementaria basada en un conjunto de valores más
cercanos al respeto por la vida y la naturaleza en todas
sus manifestaciones.
Coincido con los diversos autores en que es nece-
sario replantear el papel de la economía y de la edu-
cación en el desarrollo de la sociedad humana, pero
también estoy convencido de que emprender esa
enorme tarea requiere de una reinterpretación del
mundo antropológico y social –es decir, del ser huma-
no, de sus agrupaciones sociales y su cultura– bajo
perspectivas no reduccionistas ni simplificadoras que
tomen en cuenta el complejo entramado de las dife-
rentes dimensiones de la realidad, y del lugar que en
ellas ocupa la vida y la cultura humana.
Creo, además, que esa reinterpretación tiene que
realizarse desde una nueva cosmovisión que sustituya
a la actual percepción humana del universo y, con ello,
al sistema dominante de valores y creencias que
desde finales del siglo XVII ha sido la fuerza creadora
de los enormes desafíos que hoy enfrenta la humani-
dad.
Finalmente, considero que la transformación
radical de nuestros pensamientos, percepciones y
valores representa el punto de partida para una
nueva era de desarrollo humano. Para que esa
transformación tenga lugar será necesario poner en
marcha, a escala planetaria, un movimiento cultural
que active y mantenga vigente un actuar humano
basado en la nueva cosmología, en las nuevas cre-
encias y valores y, en suma, en la nueva compren-
sión de las realidades humanas y naturales. En
estas tareas, la reorganización social, económica y,
especialmente la educativa, tendrá que jugar un
papel trascendente.
1. El trasfondo necesario: la construcción y
adopción cultural de una nueva cosmología
Una nueva cosmología está en proceso de construc-
ción. Autores como Capra (1998, 2003), Morin (1998,
1999, 2003), Bhom (1987), (Vilar, 1997), Elizondo
(2003), entre otros, han realizado esfuerzos pioneros
de integración conceptual al respecto, apoyándose en
los aportes de las llamadas nuevas ciencias.1
Aun cuando utilizan conceptos y enfoques diferen-
tes, la mayoría de esos autores coinciden en señalar
que, desde las mismas esferas científicas ha comen-
zado a surgir, de manera creciente, una forma diferen-
te de contemplar y vivir la realidad, de reflexionar
sobre ella y de abordar su estudio.
Esta actitud marca una ruptura definitiva con la
visión mecánica del universo, es decir, con el paradigma
del racionalismo cartesiano-newtoniano que se caracte-
riza: a) por un pensamiento reduccionista, cuantitativo,
disyuntivo y simplificador; b) por una perspectiva cog-
noscitiva que contempla al mundo suponiéndolo en
equilibrio, simple y determinista; y c) por un modo lineal
del pensamiento que fracciona y aísla los problemas y
que ha conducido a la división disciplinaria de los sabe-
res y a la hiperespecialización del conocimiento.
Se observa también que la nueva corriente de
ideas paradigmáticas plantea que tanto los fenómenos
naturales como los socio-antropológicos no están
sujetos a leyes deterministas; éstos manifiestan pro-
cesos tanto de orden como de desorden, consideran-
do a este último creador, a veces, de nuevos órdenes;
todos ellos coexistiendo entramados en un todo com-
plejo, en donde los determinismos lineales de causa y
efecto limitan su expresión temporal-espacial a perio-
dos cortos.
4
Bioeconomía
1 Física cuántica, biociencias, ciencias cognitivas, neurocien-
cias, ciencias de la complejidad, entre otras.
La manifestación de esta complejidad es observada
de manera creciente por la ciencia en todos los órdenes
de lo existente. Se le percibe y estudia, por ejemplo, en el
campo de la materia y las partículas elementales, la vida,
el cerebro, el ser humano, la sociedad y hasta en la astro-
física. Además, desde esa nueva perspectiva epistemo-
lógica el estudio de los fenómenos naturales y sociales
convoca necesariamente al trabajo y a la experiencia
ínter y transdisciplinaria.
En distintos ámbitos de la ciencia y del quehacer
humano, una nueva cosmología está en proceso de
conceptualización. En ella, ninguna realidad –ya sea
energética, física, química, biológica, antropológica,
social o espiritual– percibida por la conciencia humana
se considera independiente respecto de las otras.
Los aportes de la física cuántica han generado la
percepción de que el campo cuántico (Quantum) con-
tiene el universo entero de forma inexpresada; es
decir, en su naturaleza esencial, el universo es energía
vibrante, en movimiento. Esa energía contiene infor-
mación y se encuentra en continua interacción e inte-
rrelación bajo un principio de autoorganización, y es
bajo este principio que se genera toda manifestación
material del universo. Así, la sustancia esencial de la
que se compone lo existente –partículas, planetas,
estrellas, objetos materiales, células, e inclusive nues-
tro cuerpo y mente– es no materia, es energía.
Emergiendo del quantum, existe así un microcosmos
(atómico, subatómico); un macrocosmos (planetas, estre-
llas y galaxias); un mundo físico terrestre (acuático, gase-
oso y mineral); un mundo biológico (microbiológico, vege-
tal y animal); y un mundo humano (antropológico y
social). Además, de las interrelaciones que ocurren en el
mundo humano, y de ellas con el resto de las dimensio-
nes naturales, emerge también un mundo espiritual aso-
ciado a la conciencia humana, la autoconciencia y con-
ciencia de lo trascendente
Estos mundos, reconocidos por los sentidos, la
mente y la conciencia humana, están interrelacionados.
Su naturaleza esencial es la misma y es dual bajo un prin-
cipio de complementariedad (energía-materia), aunque
difieren en sus formas de expresión. Todos ellos coexis-
ten bajo un principio auto-organizador universal, y su
existencia física –energética, material u orgánica– mani-
fiesta diferentes formas y grados de complejidad.
Bajo esta nueva concepción de la realidad, el univer-
so y la naturaleza ya no pueden percibirse como un con-
junto de objetos separados y aislados, tal y como lo hacía
la visión mecánica del mundo, más bien han de conce-
birse como una unidad indivisible y dinámica en donde
sus grandes componentes pueden distinguirse pero no
separarse. La figura 1 intenta simbolizar el entramado
recursivo de las diferentes dimensiones de la realidad.
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ESTADO, ECONOMÍA Y HACIENDA PÚBLICA núm. 14 enero-junio 2008, pp. 3-12
FIGURA 1El entramado recursivo de las diferentes dimensiones
de la realidad
Al respecto, Edgar Morin (1999), por ejemplo, describe
la visión compleja de la realidad concibiendo a todo
objeto o fenómeno como un sistema. Moléculas, célu-
las, organismos, sociedades, astros y galaxias, todos
ellos constituyen sistemas. En la naturaleza –continúa
Morin– se encuentran agregados de sistemas en una
sorprendente arquitectura donde éstos “se edifican
unos a otros”; en ese encadenamiento, encabalga-
miento, enredamiento o superposición de sistemas, y
en la necesaria dependencia de uno con relación a los
otros, se presenta un fenómeno y un problema clave.
El fenómeno es lo que llamamos naturaleza, que
no es más que esa extraordinaria solidaridad de siste-
mas encabalgados edificándose los unos sobre los
otros; el problema es el de la aptitud propia de los sis-
temas de engancharse, de construirse unos sobre los
otros y por los otros, pudiendo ser, a la vez, cada uno
parte y todo (Morin, 1999:117-122).
Este concepto del universo como totalidad integra-
da, como unidad indivisible y dinámica, y como un
gran sistema cuyos elementos están vinculados entre
sí, transforma y altera el modo en como pensamos y
sentimos el mundo que nos rodea. Por lo tanto, tiene
la potencialidad de generar cambios drásticos en el
pensamiento, en la actitud y en la actividad humana en
diferentes planos, ya que:
a) Cuestiona el modo tradicional de generar,
organizar y aplicar conocimientos, convoca a
revisar los fundamentos epistemológicos de
las ciencias, y aporta pautas para el desarro-
llo de formas diferentes de pensar la realidad
fenoménica.
b) Llama también a revisar los principios y los valo-
res humanos, las formas de convivencia entre
individuos y grupos sociales, las maneras de
actuar e interactuar con la naturaleza, y los
modos bajo los cuales nos educamos como
seres humanos.
Esta reconceptualización de la realidad –en construc-
ción a partir de los aportes del nuevo paradigma cien-
tífico en emergencia–, también alcanza y trastoca las
concepciones tradicionales sobre el mundo antropoló-
gico y social.
Por una parte llama a una necesaria reinterpreta-
ción de la naturaleza del ser humano y de sus formas
de organización social, por otra nos muestra que el
camino hacia una nueva sociedad humana transita por
la construcción de alternativas que pasan por la reno-
vación radical de nuestros marcos categoriales y valo-
rales.
2. Los avances hacia una nueva concepción
del mundo antropológico y social
La nueva visión de la realidad física y material también
está generando cambios profundos en la percepción
de la naturaleza del ser humano, de su organización
social y de sus expresiones culturales.
Cosmología
Es “(…) la imagen del mundo que una sociedad se da a
sí misma, fruto de las ars combinatoria de los saberes
más variados, tradiciones e intuiciones.
Esa imagen sirve como religación general y confiere la
armonía necesaria a la sociedad, sin la cual las acciones
se atomizan y pierden su sentido dentro de un sentido
mayor.
Tarea de la cosmología es religar todas las cosas y crear
la cartografía del universo. Y eso normalmente lo elabo-
ran las grandes narraciones cosmológicas”
LEONARDO BOFF
Citado por Elizondo (2003:30)
6
Bioeconomía
El mundo humano se ubica dentro de la diversidad de
manifestaciones del universo, distinguiéndose del
resto de la creación pero emergiendo sin separarse de
ella. La figura 2 intenta simbolizar ese entramado
recursivo del mundo antropológico y social con las
diferentes dimensiones de la realidad.
FIGURA 2El entramado recursivo del mundo humano
con las diferentes dimensiones de la realidad
El mundo humano, tanto en su expresión individual
como social, se constituye y se expresa en múltiples
dimensiones: en su naturaleza energética, físicoquími-
ca, biológica, psicológica y espiritual, así como en su
naturaleza antropológica y social.
Bajo la nueva visión se observaría como un siste-
ma encabalgado en la naturaleza. Morin ejemplifica
esta afirmación de la manera siguiente:
El ser humano forma parte de un sistema social, en el
seno de un ecosistema natural, el cual está en el
seno de un sistema solar, el cual está en el seno de
un sistema galáctico; está compuesto por sistemas
celulares, los cuales están compuestos por sistemas
moleculares, los cuales están compuestos por siste-
mas atómicos (Morin, 1999: 121).
De esta forma, “conocer lo humano no es separarlo del
universo, sino situarlo en él” (Morin: 2003: 27).
De la concepción anterior se derivan las siguientes
implicaciones que revalorizan el concepto del ser
humano en sí mismo y en su expresión social.
1. El ser humano no puede ser reducido a ninguna de
sus dimensiones constituyentes; es cada una de
ellas y todas a la vez. Es un ser cuántico, físico, bio-
lógico, mental, espiritual, antropológico y social.
2. El campo cuántico incluye al ser humano, emerge
de él, éste, como persona, sujeto u observador, no
existe fuera de la naturaleza y a nivel cuántico se
encuentra conectado con todos los niveles de
expresión del universo. No existe un mundo objeti-
vo independiente del observador.
3. Además de energía cósmica y materia organizada,
es un organismo viviente autoorganizado; su auto-
organización ha surgido de una organización físico-
química que ha producido las cualidades emergen-
tes que constituyen vida (Morin, 2003).
4. Como complejo biofísico, el ser humano también es
terrenal; estamos enraizados al complejo biológico de
nuestro planeta. En la conformación del organismo bio-
físico planetario surgió la vida; procesos de encabalga-
miento o confederación de elementos físicos y quími-
cos generaron bacterias; el intercambio de códigos o
información genética entre éstas, generaron células,
organismos pluricelulares, vegetales y animales. Según
Morin, las interacciones entre éstos constituyeron eco-
sistemas y, en conjunto, la matriz terrestre de donde
emerge, finalmente, el ser humano.
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ESTADO, ECONOMÍA Y HACIENDA PÚBLICA núm. 14 enero-junio 2008, pp. 3-12
4. El ser humano no es sólo un organismo más en la
creación; es un ser vivo que ha desarrollado de
manera extraordinaria las potencialidades de la
vida. El crecimiento y el desarrollo evolutivo de su
cerebro produjeron un desplazamiento de la facul-
tad creadora de la naturaleza hacia la mente huma-
na.
5. A partir de su origen cuántico, atómico y bioquímico-
genético, así como de las aptitudes organizadoras y
cognitivas de su cerebro, el ser humano ha sido
capaz de crearse nuevas formas y expresiones de
vida.
6. Por una parte, la vida psíquica y mental remite hacia
la dimensión interior del ser humano: a la vida de las
ideas (pensamiento), a la inteligencia y al ingenio
(creatividad), a la conciencia objetiva y subjetiva
(cognición, racionalidad, emotividad y afectividad), y
a una conciencia superior, es decir, a la conciencia
de sí mismo y de lo trascendente (espiritualidad).
7. Por otra parte, la mente humana se convierte en la
organizadora del conocimiento y del quehacer
humano y, por esa vía, remite a la dimensión antro-
pológica y social de la humanidad. Produce interac-
ciones entre mentes individuales a través del len-
guaje, multiplica las intercomunicaciones, alimenta
la complejidad de las relaciones entre individuos,
genera la cultura y transforma la organización social
humana. Es la mente la que asocia inteligencia,
pensamiento, conciencia, individuo, lenguaje, cultu-
ra y sociedad humanas (Morin, 2003).
8. El lenguaje está en el núcleo de toda cultura y de
toda sociedad humana. No habría cultura sin las
aptitudes del cerebro humano, pero no habría
palabra ni pensamiento sin la cultura. La cultura
es propiamente humana, y en el seno de las cul-
turas y de la sociedades el ser humano ha evolu-
cionado mental, psicológica y afectivamente
(Morin, 2003).
9. Evolución biológica, mente y cultura humana se
retroalimentan. Existe una interconexión entre la
evolución biológica del ser humano, especialmen-
te de su cerebro, el desarrollo de su mente y la
emergencia de la cultura humana. La evolución
mental, psicológica y afectiva, a su vez, ha sido
producto de la evolución misma de la cultura
humana, lo cual ha permitido el desarrollo de la
humanidad, expresada en individuos, especie y
sociedad.
10. La conciencia es la emergencia más notable de la
mente humana (Morin, 2003), con ella el ser huma-
no puede considerarse a sí mismo como integrante
de la naturaleza y como objeto de estudio sin dejar
de ser sujeto. La conciencia produce y es producto
de una actividad reflexiva y de un conocimiento ínti-
mo del ser humano sobre sí mismo, sobre su propia
naturaleza, ideas y pensamientos. Y el desarrollo de
una conciencia más profunda o superior conlleva a la
espiritualidad, es decir, a la comprensión e íntima
comunión de cada ser humano con las realidades
esenciales del universo.
3. Hacia una reinterpretación
de la organización social humana
Desde la nueva visión paradigmática, las sociedades y
comunidades humanas son sistemas vivientes forma-
dos por seres humanos que se relacionan continua-
mente entre sí, con los recursos materiales, con los
sistemas ecológicos que, a su vez, son también orga-
nismos vivientes (Capra, 1998). Por lo tanto, las inte-
racciones entre el medio ambiente social y el medio
ambiente natural conforman una estructura ecológica
y social entramada y compleja.
Bajo esta óptica, la sociedad humana, sus proce-
sos económicos y educativos, así como todas aquellas
otras relaciones sociales y culturales que se manifies-
8
Bioeconomía
tan en su seno, no pueden seguir siendo observadas
ni tratadas por la acción humana como si existieran de
manera aislada y fragmentada, separadas las unas de
las otras, ni de los sistemas ecológicos (físico-químico-
biológicos) que sirven de base material al desarrollo
social, económico y cultural de la humanidad.
Actualmente las ciencias sociales dividen a la
sociedad en fragmentos que se consideran indepen-
dientes unos de los otros, generalmente sin considerar
sus vínculos y relaciones con las realidades y proce-
sos naturales. Los expertos en economía, por ejemplo,
no logran incorporar las realidades políticas y sociales
en sus modelos teóricos, excluyendo la consideración
de las políticas sociales; incluso, la ciencia económica
se divide en fragmentos y secciones.
Es claro que la evolución o desarrollo de una
sociedad incluye necesariamente la evolución o
desarrollo de su sistema económico; pero es nece-
sario observar y estudiar los fenómenos económicos
no sólo en su vinculación con la organización social,
sino con el ecosistema. La actividad económica no
es más que un aspecto de toda una estructura social
y ecológica.
La comprensión de lo anterior requiere de una
construcción conceptual capaz de dar cuenta de la
entramada red de intercambios y comunicaciones que
se presentan entre la complejidad de la realidad social
–con sus dimensiones política, económica, educativa,
ética, valoral y cultural– con las complejas y entrama-
das realidades físicobiológicas en las que la especie
humana encuentra su sustento material y vital (Capra,
2003).
Es decir, se requiere de un nuevo marco concep-
tual capaz de dar cuenta de la dinámica de las inte-
racciones existentes entre los sistemas sociales y los
sistemas ecológicos, es decir, del complejo de relacio-
nes existentes entre la cultura humana y su medio
ambiente natural, entre cultura y natura.
4. La resignificación de la economía y de su
relación con la organización social
¿Cómo hacer para que la ciencia económica, los eco-
nomistas y la sociedad no pierdan de vista que la eco-
nomía no es más que un aspecto de toda una com-
pleja estructura ecológica y social, de un sistema
viviente formado de seres humanos que se relacionan
continuamente entre sí y con sistemas físicos y ecoló-
gicos, que a su vez son también organismos vivien-
tes?
La economía, del griego οικουοµια, se refiere a la
administración de una casa o familia, de οικοζ (oikos),
casa en el sentido de patrimonio, y νεµω, administrar.
A su vez, el vocablo oikos es también la raíz etimoló-
gica de la palabra ecología (oikos y logos) que signifi-
ca estudio, tratado o cuidado de la casa.
Tanto para la economía como para la ecología, el
oikos es fundamental, ya que el significado común de
ambos términos remite a la casa del ser humano, es
decir, al lugar donde cada uno y todos habitamos y
vivimos.
Más allá del sentido convencional de casa, una pri-
mera interpretación de oikos puedo referirla al particu-
lar medio físico, biológico y social que permite la
expresión vital de cada ser humano, incluyendo en ello
su propio cuerpo físico. Una segunda interpretación
alcanza también a la casa de la humanidad, es decir,
al mundo habitado, a la tierra como sistema vivo total.
Y una visión todavía más amplia implicaría una intui-
ción mediante la cual se visualiza no sólo la mansión
terrena, sino la mansión universal de los seres huma-
nos (Capra, 1998).
La actividad económica del ser humano tiene que
recuperar ese sentido profundo de estar vinculada al
cuidado del hábitat en sentido extenso, es decir, a la
procuración y sostenimiento de todos aquellos ele-
mentos que hacen posible la vida y la existencia
humana; sin supeditar bajo su dominio al resto de las
9
ESTADO, ECONOMÍA Y HACIENDA PÚBLICA núm. 14 enero-junio 2008, pp. 3-12
relaciones sociales; y sin dejar de tomar en cuenta que
forma parte de un sistema mayor de relaciones y
dependencias recíprocas y esenciales entre fenóme-
nos de naturaleza física-biológica-antropológica y
social.
En este amplio sentido, el campo de la economía,
como actividad científica, debiera ampliarse para com-
prender al conjunto de relaciones sociales a través de
la cuales el ser humano, individual y colectivamente,
cuida y administra vitalmente el medio ambiente local
(personal, familiar, comunitario), regional y planetario
en el que habita y del cual depende su propia supervi-
vencia; esto es, la economía debiera concebirse más
bien como una ecobiosocionomía.
Esta concepción se opone al concepto reduccio-
nista de la ciencia económica actual, que se autodefi-
ne como la ciencia social reducida al estudio los pro-
cesos de producción, intercambio, distribución y con-
sumo de bienes y servicios; o bien, en su versión mar-
ginalista, como la ciencia que analiza el comporta-
miento humano relacionado con los procesos de elec-
ción entre fines dados y medios escasos que tienen
usos alternativos.
Bajo el concepto de ecobiosocionomía se conside-
ra a la actividad económica como un subsistema social
obligado a cambiar y a evolucionar constante-mente
en función de la dinámica del resto del sistema social
y de los sistemas ecológicos a los que la vida humana,
de manera individual y colectiva, se encuentra íntima y
permanentemente vinculada.
La propuesta de una ecobiosocionomía recoge la
idea de que el desarrollo económico de una sociedad,
al igual que la dinámica del resto de las relaciones
sociales, debe obedecer a un sentido vital que evite la
desesperanza, la exclusión social, las crisis en las
relaciones humanas y la crisis ambiental, problemas
cruciales del mundo contemporáneo.
Se trata, pues, de colocar a la vida, en todas sus
manifestaciones, en el centro de la reflexión y de la
dinámica planetaria del desarrollo humano; se trata de
construir un mundo donde las organizaciones sociales
logren para todos sus miembros una vida digna, capaz
de procurar la plena y permanente satisfacción de las
necesidades humanas (salud, educación, vivienda,
recreación, etc.), “todo activado por una efectiva y
plena participación de la sociedad en la vida social y
política, que permita, además, la conservación y repro-
ducción el medio ambiente, en cuanto medio lleno de
belleza física y deleite espiritual” (Hinkelammert y
Mora, 2005:14).
Al respecto, Hinkelammert y Mora (2005) propo-
nen el rescate de los siguientes referentes:
1. Recuperar al sujeto, a la vida humana concreta, a
la vida para todos, en las instituciones sociales y
en las construcciones culturales (ciencia, filosofía,
teología, economía, sociedad, educación, etcéte-
ra).
2. Recuperar al ser humano en cuanto sujeto corporal,
viviente, abandonando su consideración como cosa
10
Bioeconomía
El sentido de la vida es vivirla
“Lo primero, lo esencial, en la vida del ser humano, no
es la filosofía, no es la ciencia, no es el alma, no es la
sabiduría, no es la felicidad, no es el placer, no es la
reflexión sobre Dios; es la vida misma.
Toda libertad, toda filosofía, toda acción, toda rela-
ción con Dios, supone estar vivo.
Presupone por tanto, la posibilidad de la vida, en
cuanto a vida material, concreta, corpórea.
Y esta posibilidad de la vida presupone el acceso a
los medios para poder vivir”.
HINKELAMMERT Y MORA (2005: 22)
por la sacralización de las relaciones sociales de
producción, lo cual implica:
a) Que las relaciones entre los seres humanos no
sigan tomándose como relaciones materiales
entre cosas.
b) Que la relación material entre las cosas no sus-
tituya las relaciones sociales entre sujetos
vivos.
c) Que el ser humano decida su destino como
sujeto autónomo, en lugar de que las mercancí-
as, el dinero y el capital sigan convirtiéndose en
los actores sociales protagónicos.
d) Que los objetos y las mercancías no adquieran
la vida y la subjetividad que es propia de los
seres humanos.
e) Que los seres humanos no proyecten su vida y
su subjetividad en los objetos y en las mercan-
cías, cediéndoselas
3. Desmitificar la idea de un progreso técnico infinito
y, por lo tanto, del predominio del mercado y de la
pretensión de convertirlo en la principal, e incluso
única relación social, sometiendo, anulando y
destruyendo al resto de las instituciones y relacio-
nes sociales.
4. Asegurar la vida misma ante el hecho ya evidente
de que “la globalidad del mundo implica que la vida
ya no está asegurada independientemente del com-
portamiento humano. Hace falta preguntar por los
comportamientos necesarios para que esta vida
pueda seguir existiendo” (Hinkelammert y Mora,
2005:23).
¿Cómo podría entonces ser reformulada la economía
en tanto actividad humana y en cuanto disciplina
teórica?
En suma, como una actividad organizada social-
mente que se ocupe de garantizar las condiciones que
hacen posible y sostenible la vida humana en todas
sus dimensiones
Si bien todas las actividades sociales deben con-
tribuir a garantizar las condiciones de posibilidad de la
vida humana individual y colectiva, una ecobiosocio-
nomía se enfocaría al estudio de las fuerzas y relacio-
nes sociales productoras o creadoras de riqueza y del
nexo de éstas con la naturaleza, el medio ambiente y
la vida.
Pero en un amplio sentido, tanto la economía
como la educación, la política, la ciencia, la tecnología
y el resto de las actividades y relaciones humanas que
emergen de la organización social, debieran ser regi-
das por la misma concepción del respeto a toda forma
de vida, así como por la filosofía de vivir la vida en ple-
nitud.
Por ello, coincido en afirmar que el cambio funda-
mental a realizar no se encuentra en el plano de la tec-
nología, ni de la política o de la economía, sino que
está radicado en el plano de nuestras creencias y valo-
res, son ellas las que determinarán el mundo que habi-
temos (Elizalde, 2003).
En consecuencia, la resignificación de la institu-
ción educativa, concebida como una actividad que
favorezca el aprendizaje de los seres humanos bajo
un sentido profundo de respeto a toda forma de vida,
está llamada a jugar un rol fundamental en los nece-
sarios procesos de reconstrucción social y económica
de la humanidad.
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11
ESTADO, ECONOMÍA Y HACIENDA PÚBLICA núm. 14 enero-junio 2008, pp. 3-12
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12
Bioeconomía
RESUMEN
¿Por qué el ejercicio de la planeación produce éxitos y
placeres y, al mismo tiempo, fracasos y frustraciones?
La causa es la misma y se explica en el racionalismo
que la alimenta y sostiene. Pero esta explicación nece-
sita, a su vez, ser explicada para trascender las visiones
que juzgan a la planeación, o como ejercicio inútil o
aquellas otras que la entronizaron como panacea para
remedio de todos los males y llave maestra para abrir
las puertas del desarrollo.
ABSTRACT
Why the exercise of planning produces successes and
pleasures, and at the same time, failures and frustra-
tions? The cause is the same. This is explained in the
rationalism that nourishes and sustains. But this expla-
nation requires, in turn, be explained to transcend the
visions which try planning or as a futile exercise or those
who enthroned as the panacea to cure all the ills and
master key to open the doors of development.
Introducción
¿Por qué el ejercicio de la planeación produce éxitos y
placeres y, al mismo tiempo, fracasos y frustraciones?
La causa es la misma y se explica en el racionalismo
que la alimenta y sostiene. Pero esta explicación nece-
sita, a su vez, ser explicada para trascender las visio-
nes que juzgan a la planeación o como ejercicio inútil
o aquellas otras que la entronizaron como panacea
para remedio de todos los males y llave maestra para
abrir las puertas del desarrollo. Para intentar esta
explicación recurriremos al método propuesto por
Edgar Morin. La aplicación de algunos de sus princi-
pios en la elaboración de pseudoplanes de desarrollo
para el municipio de Xalapa, Veracruz, están en la
base de esta reflexión. La bibliografía que se presenta
al final es sólo indicativa, en realidad con este texto
pretendemos recuperar las experiencias vividas, pre-
sentando de manera resumida algunas reflexiones
derivadas de estos ejercicios.
1. La gran causa (teórica) del fracaso
La planeación es uno de los productos intelectuales
mejor acabados del intelectualismo occidental. Es, la
13
Por un ejercicio deplanificación para la
complejidad
Francisco Montfort Guillén*
* Investigador del Instituto de Investigaciones y Estudios
Superiores Económicos y Sociales. Universidad
Veracruzana.
planeación, un ejemplo supremo de la hiperespeciali-
zación y, por lo tanto, de las simplificaciones.
El pensamiento eurooccidental se ha encaminado
hacia el dominio de la naturaleza. El hombre moderno
autodefinido como sapiens ha tomado distancia de su
entorno, como autoelaboración sociocultural. Su rela-
ción con la naturaleza es de dominio, más que de inte-
gración con ella. Su aliado en esta tarea es la produc-
ción de conocimiento científico y tecnológico. Su ideo-
logía es el progreso continuo, permanente, ascenden-
te, ilimitado. En esta conjunción subyace la exacerba-
ción de las dotes del hombre moderno para pensar sus
dominios. Busca eliminar toda ambigüedad en los pro-
cesos sociales (y algunos naturales) de la realidad cir-
cundante, conjurar el azar: nada debe escapar a su
previsibilidad, todo debe quedar bajo control.
Una de las características del pensamiento moder-
no es que opera a través de mecanismos de disyun-
ción, de reducción y de abstracción. Por el principio de
disyunción ha procedido a la separación y aislamiento
de las esferas física, biológica y social; el sustrato de
simplificación de la realidad que alimenta a la planifi-
cación tiene como paradigma la idea de producir el
orden perfecto: los planes llegan a ser documentos
intelectualmente acabados que se realizan en sí mis-
mos. Los planes, en fin, son obras maestras de la abs-
tracción sobre la realidad.
2. Las fuentes del éxito y los placeres
En su lucha por sustituir las explicaciones divinas
acerca del funcionamiento del universo y de su misma
vida individual y colectiva, por las explicaciones fruto
de su propio esfuerzo, en Occidente se han creando
las condiciones para hacer del trabajo intelectual una
actividad con relativa autonomía respecto de sí mismo
y de su realidad biológica y física (incluida la del cuer-
po). Su propósito fue tecnocrático: dominar la natura-
leza y, paradójicamente, olvidarse de su propia natu-
raleza. Las ideas se autonomizaron por la vía de la
perfección. El conocimiento dejó de dialogar con la
realidad. Se fragmentó o fue dividido no sólo en los
campos físico, biológico y social, sino que hacia el
interior de cada uno de ellos se crearon subdivisiones
y dentro de ellas especializaciones.
En relación con la necesidad que tenían las orga-
nizaciones de dar rumbo y sentido a su accionar,
enmedio de un capitalismo cuyo desenvolvimiento pro-
ducía anarquía, se fue imponiendo la necesidad,
desde el poder, de fortalecer las tareas de su conduc-
ción, ya en el ámbito privado o bien en el ámbito públi-
co. Las ideas cobraron vida por sí mismas. Sus avan-
ces tecnocientíficos los pagaron con ceguera intelec-
tual y con destrucción de la naturaleza. La aventura
intelectual se convirtió en desventura.
3. Las causas de los fracasos y frustraciones
En la teoría y la práctica de las organizaciones, las
tareas de planeación y de dirección cobraron primacía
y se fueron autonomizando hasta alcanzar un estatus
teórico, metodológico y práctico. Pero mientras la
dirección tenía por anclaje real el ejercicio del poder, la
planeación adquirió fuerza gracias a su fuerza intelec-
tual. Las armas de la planeación fueron el ofrecimien-
to del dominio del orden –que la unía a ciertos propó-
sitos del poder– y el manejo de los futuros deseables,
que la vinculaba al deseo individual de superación y a
las ofertas políticas del porvenir colectivo deseable.
Mientras quedaba subsumida la idea de organiza-
ción, verdadera base práctica y teórica de los mundos
físico, biológico y social, es decir, de la realidad única
e indivisible, cobraban fuerza la planeación y la direc-
ción, al grado de convertirse inclusive en acciones
antagónicas. El bucle recursivo compuesto por la pre-
visión, la planeación, la organización, la dirección, el
14
Por un ejercicio de planificación para la complejidad
control y la evaluación quedó desintegrado. Se forma-
ron especialistas con saberes distintos que ejercían
funciones y poderes separados y antagónicos. Más
aún: estas tareas parecían obedecer a realidades dis-
tintas, desunidas. De un lado los planeadores, de otro
los organizadores y más allá, por encima, los directo-
res. El bucle recursivo se convirtió en una línea suce-
soria de etapas sin recursividad entre ellas.
El ofrecimiento de controlar el orden –eliminando
el desorden– y manejar la utopía, hizo de la planea-
ción un arma poderosa del poder y el mejor fruto del
racionalismo. Se formó, básicamente en los países
comunistas, el vínculo indisoluble entre planeación y
doctrina: un sistema de ideas cerrado hecho para con-
trolar por una parte y, por otra, para rechazar toda
información o hecho que contradecía la realidad.
Mientras mejor se planeaba, es decir, mientras
más perfecto y detallista era el plan, mientras mejor
hacía abstracción de la realidad, mayor placer intelec-
tual causaba a quienes lo elaboraban y a sus promo-
tores, pues mejor mostraba su racionalismo. La reali-
dad fue expulsada de los planes. El plan, en sí mismo,
era una pieza circular: iniciaba y terminaba en la
mente y cumplía los deseos de los planificadores. La
planeación adquirió un status de ideología y, por lo
tanto, de instrumento del poder.
También en el capitalismo la planeación jugó el
papel de ideología. La planeación micro se vio como la
ordenación de lo social en su dimensión económica.
Más tarde lo fue del territorio: centralmente, infraes-
tructura de comunicaciones y de servicios urbanos.
Después lo sería de lo biológico. Nunca se pensó en el
carácter físico/biológico de la naturaleza y del ser
humano. Tampoco en las interacciones y retroaccio-
nes físico/biológico/sociales de la realidad. Cada plan
comprendía su esfera: o física, o biológica, o social.
La planeación, que era un arma del poder, nunca
incluyó a éste en los propios planes. Tampoco apare-
cía el autor/sujeto de la planeación: la ciudadanía. Así,
la aplicación del plan, diseñado por especialistas para
especialistas, se presentaba en sociedad con gran
orgullo, se le metía al archivero o, en el mejor de los
casos, ya con apoyo legal, se blandía como arma para
el ejercicio del presupuesto. Sin embargo, casi nunca
ha sido elemento de la estrategia política.
4. Planeación compleja
¿Es posible pensar la planeación de otra forma?
Las experiencias en la elaboración de planes
empresariales y de instituciones públicas nos han
acercado a la comprensión de las posibilidades y limi-
taciones de la planeación como instrumento para opti-
mizar los recursos empleados en la consecución de
propósitos, objetivos y metas previamente estableci-
dos. Expongo a continuación algunas cuestiones a
considerar en un ejercicio de planificación no simplifi-
cada.
El primer dilema a plantear es si es posible, reco-
nociendo la complejidad de lo real y destejer su entra-
mado para incidir sobre la complejidad. Para intentar-
lo el primer esfuerzo consistiría en abandonar toda
pretensión de dominio absoluto sobre la realidad, posi-
ción derivada del racionalismo, ejercicio de la razón
con carácter absolutista. Este esfuerzo demanda dia-
logar con la realidad en tres niveles, los cuales consti-
tuyen a su vez elementos esenciales de la planeación.
Con independencia de sus componentes técnicos,
el contenido del plan exige la propuesta del diálogo
entre el diagnóstico –conocimiento de los elementos a
erradicar o a manejar– y la prognosis esfuerzo de
conocimiento anticipado sobre el futuro que se desea
construir. El conjunto de intenciones –propósitos a
cumplir y medios a utilizar para buscar el acierto y
poner en acción un conjunto limitado de recursos–
debiera responder menos al voluntarismo de planea-
dores y ejecutores y más a mesurar las posibilidades
15
ESTADO, ECONOMÍA Y HACIENDA PÚBLICA núm. 14 enero-junio 2008, pp. 13-18
de incidir sobre una realidad siempre cambiante. Esta
fase del trabajo –el plan propiamente dicho– debe ser
el resultado de la conjunción de deseos y voluntades
colectivos, con orientaciones de diversos teóricos de la
planeación y de la materia objeto del plan –economía,
urbanismo, desarrollo social, etcétera–, pero sobre
todo con las aportaciones de aquellas personas con
diversas y numerosas vivencias del proceso de adap-
tación que el contacto con la realidad les ha impuesto,
es decir, con conocimientos derivados de sus prácticas
laborales, profesionales o de su vida cotidiana. De
esta manera, es menos difícil prever las consecuen-
cias reales y gestionar las externalidades que las
acciones emprendidas tendrán sobre los seres huma-
nos. Y ésta es la clave de toda planificación exitosa: el
verdadero sujeto de la planeación no es la ciudad, la
carretera, el campo agrícola, la economía o el desa-
rrollo social. No. El verdadero sujeto son las personas
humanas, individuos y colectividades a quienes se les
modificará ciertas formas de vida. La planeación debe-
ría ser un conjunto de acciones a escala humana.
Esta tarea de hacer realidad un plan requiere del
diseño de una estrategia y de tácticas adecuadas.
Dado su nivel de generalidad, el plan puede ser con-
ceptualizado como el diálogo con la complejidad de lo
real. Corresponde al involucramiento tanto de los
especialistas –teóricos y técnicos de diversos conoci-
mientos y saberes– como de las máximas autoridades
involucradas –gerentes, directores, autoridades públi-
cas, líderes políticos–, pues se trata de construir la
estrategia, ese arte de dirigir, mezcla de conocimientos
y astucia para coordinar todo tipo de acciones en la
búsqueda de un conjunto de propósitos predetermina-
dos. Pero en este nivel no es realizable, aplicable.
Inevitablemente la puesta en práctica del plan exige
una reducción de dicha complejidad: encontrar los ejes
centrales de ese entramado y diseñar el comporta-
miento deseado de los actores sociales y de los con-
ductores de los programas en un tiempo determinado
y con recursos ilimitados. La programación oscila entre
la estrategia del plan y la táctica del plan al hacer una
clara exposición de los objetivos particulares a lograr,
cómo se piensan realizar y qué elementos estarán
involucrados, fijando fechas de realización en rangos
máximos y mínimos. El uso de técnicas de programa-
ción resulta de gran ayuda en este punto.
La táctica –diseño y habilidad en la aplicación de
un conjunto de reglas y acciones para ejecutar las
operaciones preestablecidas– resulta crucial para con-
seguir los propósitos del plan. Éstos deben ser tradu-
cidos a metas, es decir, en definiciones concretas de
logros, en tiempos definidos, con especificidad de acti-
vidades a desempeñar y los recursos a emplear, y el
esclarecimiento de responsables. Estamos hablando
de los proyectos, unidades de actividades concretas,
mensurables. Funcionan con una dinámica especial.
Pierden flexibilidad en su diseño, ganan en ejecutivi-
dad; reducen la complejidad especificando campos de
acción, exigen disciplina en su ejecución pero, al
mismo tiempo, por su íntimo contacto con la realidad,
en virtud de la estrecha vinculación entre directores y
ejecutores de las actividades y entre éstos y la pobla-
ción afectada –positiva y negativamente–, se constitu-
yen en los instrumentos más útiles para “dialogar” con
la complejidad de lo real.
En otros términos, los proyectos simplifican la rea-
lidad para hacer operativas y viables las acciones y
recogen de esa misma realidad la complejidad para
manejar los aleas que se presentan en la ejecución del
plan.
El plan, los programas y los proyectos, para ase-
gurar su viabilidad y ser instrumentos para gerenciar
las propuestas y sus externalidades, o efectos no pre-
vistos o deseados, exigen un esfuerzo intelectual para
su conceptualización y aplicación que les permita
tener presente la complejidad de lo real. Este esfuerzo
intelectual se sumaría al conjunto de técnicas para
hacer de la planeación una herramienta más útil en el
16
Por un ejercicio de planificación para la complejidad
diseño de los futuros deseables de la organización
involucrada. Las tareas a realizar, de acuerdo con
Edgar Morin, serían las siguientes:
1. La rearticulación de saberes. Para cada objeto de
estudio se deben incluir: i) la teoría compleja de la
organización que piensa de manera complementa-
ria y contradictoria el bucle orden/desorden/organi-
zación como elementos detonantes para la apari-
ción de nuevas cualidades; ii) el bucle físico/biológi-
co/antroposocial; iii) el bucle del proceso de mana-
gement y iv) el manejo de la antropo-política.
2. La rearticulación del tiempo (pasado/presente/futu-
ro), la rearticulación del espacio: de lo local con lo
regional y lo planetario (o global) y la consideración
de lo simbólico.
3. La sustitución de la racionalización o racionalismo
por la racionalidad: ésta actúa abierta y dialoga con
una realidad que se le resiste. Surge el debate argu-
mentado de ideas y no es una propiedad de un sis-
tema de ideas. Debe tomar en cuenta los mitos, las
costumbres, las relaciones amorosas, los deseos,
intereses, caprichos y costumbres de planeadores,
ejecutores y poblaciones involucradas.
4. La aparición o reintegración de un sujeto: la huma-
nidad en la planeación. La planeación es un mapeo
del proceso de civilización que ayuda a organizar lo
disperso, contradictorio y excluyente, haciéndolo
complementario y asociativo.
5. El abandono del programa rígido para sustituirlo con
un mapa estratégico que dé cabida a la incertidum-
bre, que permita ver y aceptar la aparición de lo
inesperado sin que la irrupción rompa por completo
la estrategia: conducción razonada de una acción
en una situación y un contexto que comportan incer-
tidumbre y, eventualmente, peligros.
6. La introducción de las relaciones de poder: la políti-
ca con sus dominios y sumisiones.
La estrategia se elabora en función de finalidades y
principios, considera diversos guiones posibles del
desarrollo de la acción y elige el que le parece más
adecuado.
1. La introducción de una idea compleja de ecología.
a) Ecología de la acción: lleva consigo la incerti-
dumbre que le permite corregir o abandonar la
acción cuando contradice la intención. Buenas
intenciones provocan tragedias y viceversa.
b) Principio dialógico de transformación y regula-
ción. Toda transformación es desorganizadora/
reorganizadora. La innovación renovadora es
una desviación. Las regulaciones establecidas
anulan las desviaciones. Esto requiere estable-
cer otras nuevas regulaciones para evitar desin-
tegraciones que anulan las innovaciones.
c) Principio de prudencia y de calidad –menos
pero mejor.
d) Introducción de la táctica mesosociológica (los
proyectos): ante el sujeto y la universalidad polí-
tica que actúa en varios planos; inmediato,
medio y largo plazos para ver las tres perspec-
tivas y lograr que el medio y el largo plazos
estén en el presente, con los niveles microfísico,
macrocósmico y mezofísico.
i) política del día al día enfrentar urgencias
ii) política de lo presente conexión de lo
inmediato y el plazo medio: modernización
política para adaptarla a nuevos problemas
antropológicos.
e) El cambio cultural: sin él no es posible una eco-
logía y un ordenamiento de los universos físico
y biológico.
En resumen. La planeación es un mapa precario y bio-
degradable y no un esquema rígido que predetermina
la vida, lo inesperado. Debe problematizar.
17
ESTADO, ECONOMÍA Y HACIENDA PÚBLICA núm. 14 enero-junio 2008, pp. 13-18
En términos de poiesis, y con los versos de Mario
Benedetti:
Mi táctica es mirarte
aprender como sos
quererte como sos
mi táctica es hablarte
y escucharte
construir con palabras
un puente indestructible
mi táctica es
quedarme en tu recuerdo
no sé como ni sé
con qué pretexto
pero quedarme en vos
mi táctica es ser franco
y saber que sos franca
y que no nos vendamos simulacros
para que entre los dos no haya
telón ni abismos
mi estrategia es
en cambio más profunda
y más simple
mi estrategia es que
un día cualquiera
ni sé cómo ni sé
con qué pretexto
por fin me necesites.
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Plan de Desarrollo Municipal de Xalapa 1995-1997.
18
Por un ejercicio de planificación para la complejidad
RESUMEN
En este artículo se plantea la necesidad de considerar el
renacimiento de la ética y la espiritualidad para el cuida-
do de una ecología sostenible. Se parte del análisis de
la compleja problemática de la explotación de los recur-
sos naturales, así como de algunas reflexiones sobre el
conocimiento y comprensión de la complejidad de la
naturaleza del planeta; de la interconexión entre ética y
espiritualidad de los integrantes de las sociedades pla-
netarias; y el papel estratégico de la educación como
proceso de aprendizaje para recuperar la alianza armó-
nica entre el ser humano y el planeta-Tierra y con ello
fundamentar el cuidado de una ecología sostenible.
Abstract
This paper establishes need to consider the renaissan-
ce of ethics and spirituality for the care of a sustainable
ecology. This study departure from analyse the complex
problematic of the natural resources exploitation, as well
as some reflections about the knowledge and compre-
hension of the complex of the nature of the planet; this
document also analyses the ethics and spirituality con-
nexion between the members of the planetary society
and the strategy roll of the education like a learning pro-
cess to recover the harmonic alliance between the
human being and the planet-Earth. The care is the fun-
dament of a sustainable ecology.
Introducción
El presente trabajo tiene como finalidad analizar la
estrecha relación entre ética y espiritualidad para el cui-
dado de una ecología sostenible, destacando el papel
primordial de la educación para lograrlo. Este artículo
expone brevemente la problemática sobre la explotación
y modificación de los recursos naturales y los posibles
impactos en la naturaleza, y por ende en las sociedades
en las cuales habitamos. Dicha problemática nos invita
a reflexionar sobre la necesidad de una nueva visión
para diseñar e instrumentar las políticas de desarrollo
19
Renacimiento de laética y la espiritualidadpara el cuidado de una
ecología sostenible
Margarita Edith Canal Martínez*
* Investigadora del Instituto de Investigaciones y Estudios
Superiores Económicos y Sociales. Universidad
Veracruzana
necesarias que permitan a todos los integrantes de la
sociedad sentirse parte de la naturaleza, asumiendo el
cuidado con una actitud de preocupación, responsabi-
lidad y compromiso de todos los seres humanos que
habitamos este planeta.
La estructura del artículo se compone de cinco
apartados: en el primero presento una breve descrip-
ción de la problemática de la explotación de los recur-
sos naturales; en el segundo expongo la necesidad de
vislumbrar una nueva relación entre el ser humano-
naturaleza; en el tercero planteo la necesidad de cono-
cer la complejidad armoniosa del planeta Tierra; en el
cuarto expongo la trascendencia de la alianza armóni-
ca entre ética y espiritualidad del ser humano y, final-
mente, en el quinto planteo la necesidad de repensar
el aprendizaje como el medio que nos guíe para la
convivencia armónica con la naturaleza.
Preámbulo: ¿Quién tiene la culpa?
El 24 de octubre de 2007, al escuchar las noticias por
radio me entero que las fuertes marejadas producidas
por un nuevo frente frío que azotaba gran parte de
México habían ocasionado un fuerte choque entre dos
plataformas de explotación petrolera situadas a más
de 50 kilómetros de Ciudad del Carmen, en
Campeche. Al entrevistar al director de la Paraestatal
Pemex sobre las posibles causas del accidente su res-
puesta fue la siguiente: “la naturaleza es la responsa-
ble de dicho desastre”. Su afirmación me hizo reflexio-
nar en dos aspectos: uno, sobre la ignorancia de algu-
nos dirigentes políticos sobre las repercusiones
ambientales ocasionadas por la explotación irracional
de la naturaleza en aras de un crecimiento económico
de las sociedades; y otro, la irresponsabilidad para
reconocer que dichas repercusiones han sido produc-
to de los actos humanos racionalistas que niegan la
estrecha alianza entre el planeta y el ser humano.
Tan es así, que con la idea de progreso económi-
co de las sociedades el ser humano se ha puesto a
pensar en sí mismo como un ser sobre la naturaleza,
disponiendo de ella sin mesura y pensando que la
misma es inagotable en sus recursos. Con esta pers-
pectiva, algunos científicos, políticos, tecnócratas y
economistas, se dedican a diseñar e instrumentar pla-
nes de crecimiento económico fundamentados en la
explotación y modificación de los recursos naturales,
sin reflexionar sobre los posibles impactos en el medio
en el cual habitamos. Dicho enfoque es lo que ha lle-
vado a alterar los ritmos naturales de nuestro planeta,
ocasionando muchos y variados desastres naturales
–y por ende sus consecuencias sociales–, como: tsu-
namis, incendios forestales, inundaciones, desmoro-
namientos de tierra, erupciones volcánicas, desconge-
lamiento de grandes zonas de hielo, entre otros fenó-
menos1.
Ante este contexto de acontecimientos dramáticos
producto de la inconsciencia y destrucción del sentido
de religación con todas las cosas, y el rompimiento de
la alianza de fraternidad y sonoridad del ser humano
con la Tierra (Boff, 2002), me pregunto, ¿estaremos a
tiempo de cambiar el rumbo mecanicista2 de nuestras
relaciones con el planeta-Tierra?
Para tratar de responder a dicha interrogante parti-
ré de algunas reflexiones: el conocimiento y compren-
sión de la complejidad de la naturaleza del planeta; el
20
Renacimiento de la ética y la espiritualidad para el cuidado...
1 Al Gore, Premio Nobel de la Paz 2007, en su video La ver-
dad incómoda: Una advertencia global, presenta las cau-
sas y efectos del calentamiento global mundial. Muestra
las consecuencias de los actos humanos en la explotación
de nuestro planeta-Tierra y nos invita a reflexionar que si
seguimos de la misma manera vamos directo a nuestra
propia destrucción.
2 Un rumbo que concibe a la tierra como una máquina y no
como un organismo viviente, y que decreta la dominación
de la naturaleza y de la mujer por el hombre (Capra,
1998).
renacimiento de la interconexión entre ética y espiritua-
lidad de los integrantes de las sociedades planetarias;
y el papel estratégico de la educación como proceso de
aprendizaje para recuperar la alianza armónica entre el
ser humano y el planeta-Tierra y con ello fundamentar
el cuidado3 de una ecología sostenible.
Vislumbrando el arco iris
La grandiosidad de la naturaleza al autoorganizarse y
autorregularse nos permite observar, por ejemplo, que
después de una torrencial tormenta aparece el arco
iris, una imagen difuminada en bellos colores, y que al
mirarla nos llena de esperanza, alegría y calma para
iniciar un nuevo momento, un nuevo día. Así es como
debemos vislumbrar una nueva relación del ser huma-
no-naturaleza y renacer en la comprensión de que
somos una unidad, y como tal, reconocer que la Tierra
es un organismo viviente del cual formamos parte.
Significa incorporar en nuestra relación con la
naturaleza una visión ecológica holística que nos guíe
a considerarla desde el punto de vista de interdepen-
dencias e integraciones y no desde elementos aisla-
dos (Gutiérrez y Prado, 1997). De esta manera esta-
remos en posibilidad de comprender, fundamentar y
transitar hacia un nuevo desarrollo basado en una
nueva cosmología, un desarrollo que religue todos los
ámbitos del quehacer humano en armonía con los
recursos de la naturaleza. Sólo así podremos com-
prender que los seres humanos (mujer y hombre)
somos los guardianes y responsables de hacer emer-
ger un nuevo orden natural y social que nos permita
renacer armónicamente en nuevas formas de ser y
vivir en nuestro planeta. Metafóricamente el arco iris
nos permitirá vislumbrar y recordar siempre la alianza
entre los seres humanos y el Universo.
La complejidad armoniosa del planeta Tierra
La Tierra, como un superorganismo vivo al cual
Lovelock denominó Gaia, es una entidad compleja que
comprende el suelo, los océanos, la atmósfera y la
biosfera terrestre (Boff, 2002a). Como macroorganis-
mo vivo y gracias a los descubrimientos de la nueva
física cuántica podemos comprender el proceso armó-
nico que dio origen a la vida humana, animal y vege-
tal. En este proceso evolutivo la vida en nuestro pla-
neta ha sido producto de relaciones de orden y
desorden, entropía (desgaste de energía) y sintropía
(economía de energía). Gaia, al ser un organismo vivo
que se autoorganiza, “dosifica todos los elementos
químicos y físicos, entre el calor de la corteza terres-
tre, la atmósfera, las rocas, los océanos, todos bajo el
influjo de la luz solar, de tal suerte que convierten a la
tierra en positiva y hasta óptima para los organismos”
(Boff, 2002a:30).
El conocimiento de la complejidad armoniosa del
planeta es lo que nos permite comprender que todos
los seres, organismos y fenómenos que existen en la
naturaleza terrestre y en el Universo son sistemas
abiertos, dinámicos4 y, por lo tanto, se caracterizan por
una lógica de interdependencia y movimiento de
orden-desorden-interacción-organización-creación.
21
ESTADO, ECONOMÍA Y HACIENDA PÚBLICA núm. 14 enero-junio 2008, pp. 19-25
3 El ser humano como un ser vivo más en el Universo debe
considerar el cuidado como la actitud de preocupación, de
responsabilidad y de compromiso afectivo (Boff, 2002b) y
de satisfacción de las necesidades necesarias con él
mismo y con otros seres vivos.
4 Prigogine, Premio Nobel de Química 1974, en sus estu-
dios ha demostrado que la naturaleza y el universo son
sistemas abiertos y dinámicos, los cuales ponen en cues-
tión el concepto clásico de tiempo lineal postulado por la
física (Boff, 2002).
En esa complejidad armoniosa, los seres humanos
somos un holograma de ella, las energías y elementos
cósmicos que forman nuestra constitución poseen la
misma dimensión ancestral del universo.
Además, como alude Boff, al igual que la naturale-
za los seres humanos somos también un compuesto
de bosones (energía-onda) y fermiones5 (materia-par-
tícula). En ese sentido, los fermiones expresan nues-
tra individualidad y corporalidad, y los bosones nues-
tra dimensión relacional y espiritual.
Lo anterior nos pemite discernir sobre la necesidad
de tomar conciencia de nuestros actos y acciones en
torno a la Tierra; de reflexionar sobre la alianza armó-
nica entre ética y espiritualidad que nos permita el
reencuentro del ser humano con nuestra madre Tierra
Gaia.
Alianza armónica entre la ética y espiritualidad
del ser humano
Perfecta circularidad: el universo se endereza hacia el
ser humano de la misma manera que el ser humano está
vuelto hacia el universo de donde procede.
Nos pertenecemos mutuamente.
BOFF, 2002.
Como seres humanos, al igual que el planeta-Tierra
somos seres complejos que trascendemos la simplici-
dad de la funcionalidad aislada de cada una de nues-
tras dimensiones6; cada una de ellas se interconecta y
se integra para fundamentar la convivencia entre
nosotros, con todos los seres vivos y elementos que
constituyen a nuestra madre Tierra Gaia. Tomar con-
ciencia de ello significa comprender que el ser huma-
no tiene y juega un papel singular en el conjunto de las
especies y seres; él es el qué hace las reflexiones
sobre el lugar que ocupa en el universo y que tipo de
vinculación tiene con el mismo –principio andrópico–.7
Dicha comprensión es la que nos abre el camino para
vislumbrar la necesaria comunión entre fundamentos,
tanto racionales como éticos y espirituales. Comunión
que nos llevará a comprender que al ser hijas e hijos
de la Tierra tenemos la responsabilidad de establecer
un diálogo permanente sobre el cuidado de los seres
vivos y sus ecosistemas.
Retomo la pregunta que me hago en un apartado
anterior ¿estaremos a tiempo de cambiar el rumbo
mecanicista de relación con nuestro planeta-Tierra?
Considero que sí, siempre y cuando estemos dispues-
tos a definir nuevas relaciones de convivencia con
Gaia, y que éstas estén fundamentadas en actitudes
de respeto y solidaridad que nos lleven al cuidado per-
manente de la vida.
Lo anterior significa la emergencia de nuestra con-
ciencia cósmica, misma que nos lleva a comprender
que somos parte de la vida del Universo, que posee-
mos la misma dimensión ancestral que él, y que la pro-
pia conciencia también “tiene su lugar dentro del
Universo y que es una expresión de relaciones de la
materia y de la energía primordiales en densísimo
grado de complejidad y relacionalidad” (Boff,
2002a:73). Para ello se requiere pensar y actuar de
una nueva manera. Se impone un pensar y actuar
basado en una alianza entre ética y espiritualidad
cimentada en una lógica dialógica, en la que establez-
camos un diálogo en todas direcciones y en todo
22
Renacimiento de la ética y la espiritualidad para el cuidado...
5 Los bosones son la relación y los fermiones la cosa rela-
cionada (Boff, 2002a: 74).
6 Las dimensiones que considero y que he estado analizando
en trabajos anteriores son: Biológica (bios), racional o lógica
(lógos), social/cultural/planetaria (societas), emocional (emo-
tio), ética (ethos), universal/espiritual (cósmica), creativa
(Creat/o-/nis).7 El término andrópico significa el lugar (topos) del ser
humano (anér, andrós) [Boff, 2002a.]
momento. Todos somos responsables de desplegar
relaciones significativas con la naturaleza que funda-
mente el desarrollo armónico8 de la humanidad en
correspondencia con nuestros propios ritmos vitales y
los ritmos vitales del Universo.
Recobrar la alianza entre ética y espiritualidad
–nuestra morada interna– nos hará comprender que la
esencia de vivir como seres humanos surge de nues-
tras permanentes relaciones de convivencia dentro de
la gran comunidad cósmica. Ello nos permitirá redes-
cubrir que la comunión entre mentes y corazones es lo
que nos llevará a encontrar el sentido fundamental de
nuestras vidas, y este sentido tiene que ver con nues-
tros principios y valores9. Considero que dicha comu-
nión hace aflorar la conciencia y la sensibilidad para
descubrir, experimentar, aprender cosas nuevas y pro-
poner nuevas percepciones o ideas que nos permitan
establecer con el Universo relaciones significativas de
convivencia. Relaciones fundamentadas en la emo-
ción, en el amor y en el reconocimiento de la legítima
existencia de otros seres vivos.
Hay que tomar en cuenta que la sociedad planeta-
ria posee –de acuerdo a la diversidad cultural– un
cúmulo de diversas creencias, ideas, valores y mitos
que unen a sus comunidades, lo que hace que cada
ser humano “se vive y experimenta como sujeto sin-
gular, y esta subjetividad singular, que diferencia a
cada uno del otro, es común a todos” (Morin, 2003:66).
Sin embargo, en cada una de dichas culturas per-
sistían o persisten ciertos principios y valores funda-
mentales comunes que el ser humano desplegaba o
despliega para el cuidado de la vida, como son el res-
peto, la solidaridad, el amor y la dignidad. La práctica
ancestral de dichos principios y valores por algunas
culturas permitían y permiten relaciones de conviven-
cia, sin imponer, dañar, ni transgredir la armonía del
Universo. En el mundo existen diversos ejemplos de
comunidades campesinas e indígenas que han partici-
pado en la evolución y el cuidado de la riqueza bioló-
gica de la tierra.
Dichos ejemplos nos invitan a reflexionar sobre la
posibilidad del renacimiento de una ecología desple-
gada con conciencia ética espiritual. Conciencia
trascendental que nos lleve a los seres humanos
(mujer-hombre) a ser seres humanitarios y consagrar-
nos a fomentar y cuidar la vida del planeta.
Reencontrarnos con nuestra esencia cósmica, nuestro
origen universal y, además recordar que al ser una
expresión del universo representamos una energía
que fluye con todas las energías contenidas en él;
dicho rencuentro nos permitirá sintonizarnos con los
ritmos vitales de la madre Tierra Gaia y comprender la
necesidad de establecer límites a los deseos humanos
en el dominio y explotación de los recursos naturales.
El reencuentro con nuestra esencia cósmica nos
lleva a comprender la trascendental necesidad de
hacer aflorar actitudes de cuidado para llevar a cabo
acciones ecológicas para preservar la riqueza biológi-
ca de la Tierra, tanto para las generaciones presentes
como las futuras. Hay que tomar en cuenta que la cua-
lidad de las acciones ecológicas reside en su trans-
versalidad. Cada acción que emprendamos debe estar
relacionada con todo; es decir, debe comprender la
trama de relaciones, interconexiones e interdependen-
cias de lo social, económico, educativo, político, cien-
tífico y técnico; con las necesidades presentes y futu-
ras de los seres vivos; con el conocimiento ancestral
de las relaciones ser humano-naturaleza; y con los
posibles impactos naturales y sociales de dichas
acciones.
23
ESTADO, ECONOMÍA Y HACIENDA PÚBLICA núm. 14 enero-junio 2008, pp. 19-25
8 Una alianza fundamentada en la armonía –principio inna-
to de la naturaleza– como elemento esencial que lleva a la
transformación del ser humano en cualquier ámbito de
relaciones de convivencia.
9 Los cuales se encuentran adormecidos en la mayoría de
los seres humanos en el afán de dominio y consumo irra-
cional de los recursos naturales de nuestro planeta Tierra.
¿Cómo lograr ese reencuentro con nuestra esen-
cia cósmica? Considero que el camino a seguir es vivir
procesos de aprendizaje caracterizados en despertar
la conciencia ética espiritual de todos los seres
humanos, quienes finalmente somos los que tenemos
la capacidad de reflexionar sobre las acciones positi-
vas y negativas que hagamos con la Tierra.
El aprendizaje ¿un camino para la convivencia
armónica con la naturaleza?
Los seres humanos somos los únicos seres
vivos que pueden vivir abiertos a mirar y
cambiar el curso de sus actos.
MATURANA (en ELIZALDE, 2003)
Retomo una reflexión anterior10 en el sentido de visua-
lizar a la educación desde un punto de igualdad, de
gozo intelectual, de libertad, y en donde esté presente
el aprendizaje que fomente el cuidado de la vida a tra-
vés de una convivencia armónica con la Tierra, y que
nos lleve de manera interconectada e interdependien-
te a un desarrollo sostenible.
Para lograr lo anterior es necesario trastocar nues-
tros pensamientos profundamente arraigados de
dominio y explotación11 de la riqueza biológica de
nuestra madre Gaia. Necesitamos repensar e impulsar
una educación ecológica que recupere y desarrolle la
capacidad de pensar, emocionarse y vibrar con el sen-
timiento de pertenencia y conexión con la totalidad del
universo (Gutiérrez y Prado, 1997). Debemos reapren-
der la comprensión de la necesaria religación con la
madre Tierra.
Requerimos, por lo tanto, un aprendizaje cuya cua-
lidad intrínseca sea el renacimiento de la conciencia
ética espiritual de cada integrante de la sociedad
planetaria; eso significa educarnos y educar sobre la
base de que somos seres planetarios, que comparti-
mos un destino común, y que lo que le hagamos posi-
tiva o negativamente al planeta tendrá igualmente
repercusiones en nosotros. Repensar en un aprendi-
zaje fundamentado en cualidades esenciales tales
como:
Aprendizaje interdisciplinario. Basado en la interre-
lación e interdependencia de las diversas disciplinas,
que nos permita comprender y analizar los fenómenos
de manera concatenada, permitiéndonos plantear dife-
rentes escenarios de desarrollo y uso limitado de la
riqueza biológica de la Tierra.
Aprendizaje pertinente. Que nos permita situar y
reconocer la multidimensionalidad de nuestras accio-
nes y actitudes para cuidar el desarrollo de la riqueza
biológica de la Tierra, para preservar y renovarla para
las generaciones futuras.
Aprendizaje en la equidad. Aprender y actuar con
acciones basadas en la solidaridad y respeto de uso
necesario de la riqueza biológica de la tierra, que per-
mita cubrir las necesidades básicas de todos los seres
humanos (mujer-hombre), sin distinción de razas y cla-
ses sociales. Aprender que si todos somos hijas e hijos
de la Tierra, tenemos el mismo derecho de gozar de
los beneficios que nos brinda el uso armónico de los
recursos naturales.
Aprendizaje ciudadano. Que contribuya a promo-
ver la autoformación del ser humano (mujer-hombre)
que signifique asumir nuestra condición humana, y
nuestra responsabilidad y solidaridad para aprender a
vivir en comunión con todos los integrantes de la
sociedad planetaria.
24
Renacimiento de la ética y la espiritualidad para el cuidado...
10 Bucle 8: Conversaciones sobre la complementariedad
del ser humano.
11 Explotación que venimos arrastrando y reproduciendo
desde la conquista de América Latina por diversos países
europeos y recientemente con los tratados comerciales
(GATT) y de propiedad intelectual (TRIP) entre otros más
(Shiva, 2001).
Aprendizaje comunitario. Aprender y actuar en el
respeto y preservación del patrimonio cultural-histórico
local y planetario. Aprender lo cultural, permite asumir
la práctica de los principios, valores, costumbres, nor-
mas y creencias sobre el amor, respeto y solidaridad a
todo lo que implique vida; aprender lo histórico, permi-
te conocer los orígenes y las transformaciones de las
sociedades en el transcurrir del tiempo (Morin, 2000)
que nos ayude a no repetir los errores de trato con la
naturaleza.
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#leyendas
25
ESTADO, ECONOMÍA Y HACIENDA PÚBLICA núm. 14 enero-junio 2008, pp. 19-25
RESUMEN
Este documento es una invitación a pensar sobre la
necesidad de una resignificación de la economía, que
incluya al ser humano como sujeto aprendiente y no
sólo como capital humano o trabajador del conocimien-
to. Para ello, se analizan algunos aspectos referentes a
la perspectiva que tenemos del mundo como sociedad,
que permean de manera casi imperceptible en nuestra
visión económica y que nos impulsan a restringir nues-
tras relaciones sociales y educativas a relaciones mera-
mente materiales.
ABSTRACT
This document is an invitation to think about the need of
a resignification of the economy, which must include the
human being not only as a human capital or knowledge
worker, but a learning subject. For this object, this article
analyzes some aspects of our world’s perspective as a
society which have an imperceptible influence in our
economic vision and drives us to restrain our social and
educational affairs to merely material affairs.
Introducción
Este ensayo pretende compartir una serie de reflexiones
que surgieron al escuchar sobre una propuesta prove-
niente de un país como Bután, en donde se sugiere cal-
cular un índice nacional de felicidad como complemento
del Producto Nacional Bruto (PNB).
New Economics Fundation1 (NEF), del Reino Unido,
es uno de los principales organismos encargados de
realizar estudios en relación a la incorporación de felici-
dad como un componente en los indicadores económi-
cos de los países.
Para muchos economistas esta idea es un absurdo,
dado que se considera la felicidad es algo subjetivo, difí-
cilmente mesurable y por lo tanto no comparable. Sin
embargo, la compleja problemática global y los resulta-
dos poco alentadores en torno a la pobreza, los conflic-
tos bélicos, la migración, el analfabetismo y la delin-
cuencia, por mencionar algunos de sus aspectos, invi-
27
Economía, Sociedad y Educación
Diana Donají Del Callejo Canal*
* Investigadora del Instituto de Investigaciones y Estudios
Superiores Económicos y Sociales. Universidad
Veracruzana
1 New Economics Foundation, consultado en: www.neweco-
nomics.org/gen/, junio 2008.
tan a la visualización de nuevas concepciones en el
terreno social, específicamente en lo concerniente al
tema económico.
Hasta el momento el desarrollo de las ideas eco-
nómicas ha girado alrededor de un objetivo preciso: el
establecimiento de las causas y las formas de medi-
ción de la riqueza material para impulsar un creci-
miento y una distribución equitativa de la misma. El ser
humano queda incluido como un componente más de
las relaciones productivas, llámese capital humano2 o
fuerza de trabajo. Esto es completamente válido, pero
cabe aclarar que sólo es una parte de la economía.
La economía surge de la sociedad y para la socie-
dad, como tal debería incluir al ser humano en sus
objetivos, no solamente como capital humano o fuerza
de trabajo, sino en toda la extensión de su humanidad,
es decir, como seres capaces de reflexionar y sentir.
Pero, para que esto suceda necesitamos en primer
lugar entender cuál es el fundamento de la economía
actual y sobre todo entender su relación con los pro-
cesos educativos. Por esta razón, este ensayo ha sido
dividido en dos apartados: en el primero de ellos se
reflexiona sobre el estado actual de la economía; en el
segundo, se apuntan algunos elementos importantes
en la relación economía-educación para un cambio en
la visión del mundo.
El sentido3 de la economía
La mayoría de las relaciones sociales actuales giran
alrededor de los bienes materiales, por lo que el dine-
ro, como la representación del poder adquisitivo, se ha
convertido en agente que rige las acciones humanas.
Debido a esta dinámica la mayoría de las personas
asocian conceptos como el bienestar, el tiempo, el
éxito, la felicidad y, por supuesto la economía con el
dinero.
Por esta razón, un punto de partida para realizar pro-
puestas que incorporen nuevos elementos en el terreno
económico es revisar su concepto original. Hinkelammert
y Mora4 distinguen dos tipos de economía:
1. La economía (oikonomiké), según Aristóteles,
es la ciencia que se preocupa del abastecimien-
to de los hogares y de la comunidad circundan-
te (polis), a través de bienes necesarios para
satisfacer (y potenciar o desarrollar) las necesi-
dades humanas.
2. El otro tipo de economía o arte de lucro, según
Aristóteles, es aquella que se utiliza para incre-
mentar la propiedad del dinero por el dinero
mismo, economía crematística (chremastiké) o
sólo crematística (el arte de hacer dinero).
28
Economía, Sociedad y Educación
2 Término introducido a mediados del siglo XX a partir del
estudio sociológico realizado por Theodore Schultz y Gary
Becker. De acuerdo con el trabajo de estos autores y otros
estudios posteriores, el capital humano es un vocablo
usado para designar a un hipotético factor de producción
dependiente no sólo de la cantidad, sino también de la
calidad del grado de formación y productividad de las per-
sonas involucradas en un proceso productivo.
3 He ocupado la palabra sentido, porque su significado se
presta a múltiples interpretaciones, las cuales revelan mis
intenciones. En primer lugar, sentido significa, según la
Real Academia de la lengua Española (RAE): razón de
ser, finalidad; es así que en este caso, se refiere a la razón
de ser de la economía. En segundo lugar, sentido es un
adjetivo que expresa o incluye un sentimiento, y que refle-
ja mi sentir particular sobre un tema apasionante como lo
es la economía.
4 Hinkelammert, Franz J. y Henry Mora Jiménez (2005).
Hacia una economía para la vida, Editorial Departamento
Ecuménico de Investigaciones (DEI), San José de Costa
Rica.
Estos dos tipos de economía no son incompatibles, el
verdadero problema radica en que existe un dominio
de la crematística sobre la economía, cuando en reali-
dad esta última es sólo una parte de la primera.
Por su parte, Aguilera5 también distingue dos enfo-
ques en el desarrollo contemporáneo de la economía:
1. La economía del equilibrio (enfoque técnico), la
cual se sustenta en las nociones del ingeniero
francés León Walras y algunas aportaciones de
William Petty es una visión teórica que da prio-
ridad a los aspectos técnicos relacionados con
la interpretación de los factores que tienen que
ver con la elevación de la eficiencia económica
y el uso óptimo de los recursos productivos.
2. La economía del crecimiento y bienestar (enfo-
que ético), la cual enfatiza en el crecimiento de
la riqueza y su distribución, así como en los
logros sociales que dan sustento a la elevación
de los niveles de bienestar.
Nuevamente ambos enfoques nos resultan inconcilia-
bles dado que existe una tendencia de dominio del
enfoque técnico sobre el ético; en este dominio se
dejan fuera elementos importantes para el análisis
económico. Al respecto, Araya comenta:
Pretender someter los fenómenos económicos a una
serie de ecuaciones simples deja por fuera una
inmensa cantidad de variables que interactúan per-
manentemente en la danza infinita que va tejiendo la
realidad. Son tantas las variables en juego que resul-
ta imposible comprender los fenómenos económicos,
cuyos efectos aparecen luego como fantasmas en la
forma de problemas recurrentes en las distintas reali-
dades sociales del mundo. Ni aún con la ayuda de las
matemáticas contemporáneas […], se podrían mejo-
rar las predicciones o resultados. ¿Sería posible, por
ejemplo, matematizar la ética, las creencias y la emo-
ciones humanas para hacer predecible todo aquello
en lo que estén presentes?6
El dominio de un tipo de enfoque económico sobre
otro es consecuencia de la visión mecanicista7, la
cual, a grandes rasgos, equipara el funcionamiento del
universo, incluido el ser humano, con el funcionamien-
to de una máquina. Por lo que ambos se pueden com-
prender al analizar separadamente sus partes más
pequeñas. Tras esta visión del mundo se encuentran
como invisibles algunos principios que rigen, velada-
mente, nuestro actuar tanto individual como social.
Son tres de ellos los que, por su importancia en el
tema económico, merecen mencionarse:
La naturaleza al servicio del ser humano. La visión
mecanicista que impera en la sociedad actual ha
manejado la idea de que la naturaleza tiene un fin:
satisfacer las necesidades humanas; desde esta posi-
ción el ser humano se siente con derecho a explotar
irracionalmente los recursos naturales. Dentro de los
modelos económicos la naturaleza ha sido incluida
como “capital natural”8 (que hasta hace unas décadas
se creía inagotable).
El llamado desarrollo sostenible9 es un intento de
la Comisión Mundial de Medio Ambiente y Desarrollo
29
ESTADO, ECONOMÍA Y HACIENDA PÚBLICA núm. 14 enero-junio 2008, pp. 27-33
5 Aguilera Verduzco, Manuel (2003). “Economía del equili-
brio vs. Economía del crecimiento y el bienestar” en
Estado, Economía y Hacienda Pública, no. 5, julio-diciem-
bre, Xalapa, México,.
6 Araya Monge, Rolando (2002). El camino al socialismo cuán-
tico, Grupo Editorial Norma, Bogotá, p. 78.
7 Capra, Fritjof (1994). El nuevo paradigma ecológico,
Nueva conciencia, p. 22.
8 Masa de recursos naturales (todos los dones de la natura-
leza: el aire, la tierra, el agua, los bosques, la vida silves-
tre, la capa fértil del suelo, los minerales) utilizados por la
gente para la producción o para el consumo directo
(Fuente: Banco Mundial).
9 Desarrollo socio-económico que pretende satisfacer las
necesidades de las generaciones presentes sin
de Naciones Unidas por frenar la explotación irracional
de los recursos naturales. Desgraciadamente, aun en
este intento, permea la idea de que la naturaleza está
al servicio del ser humano. Leonardo Boff, en muy
pocas líneas, ofrece una nueva visión del desarrollo
sostenible:
La cuestión de base no consiste en dar sustentabili-
dad al desarrollo, sino que a partir de la sustentabili-
dad de la naturaleza se cree una alternativa10.
Esta cuestión de base, como la llama Boff, lleva implí-
cito un principio que la rige: ser humano y naturaleza
no están separados, sino que ambos forman parte del
ecosistema; la relación de dominio de uno sobre otra
está fuera de lugar en la gran cadena de interdepen-
dencias y complementariedades de las cuales forman
parte.
La inclusión del ser humano en la naturaleza invi-
ta a reflexionar sobre la integración del medio ambien-
te en la economía, y la observación que salta a la vista
es que el llamado “capital natural” es una reducción
enorme y simplificada de las grandes bondades que la
naturaleza ofrece a la humanidad.
El ser humano reducido a productor/consumidor.
Inmersos en una cultura mecanicista, la economía se
ha visto acotada al enfoque técnico; esta situación ha
provocado la reducción de la persona a “capital huma-
no”, productor o consumidor. Este tipo de terminología
ha sido usada con éxito como parte de la economía;
no estoy negando su funcionalidad, lo que digo es que
somos más que un recurso económico y que para el
análisis de la realidad social y económica debería de
considerarse al ser humano también como sujeto11, es
decir, como ser capaz de reflexionar y tomar concien-
cia de sus emociones y sus conductas.
Visualizar al ser humano únicamente como recur-
so material ha provocado que las relaciones sociales
se constriñan a una inversión para obtener un fin: dine-
ro; y por lo tanto, la educación, la salud, la seguridad,
se consideran como gastos necesarios para incre-
mentar el ingreso per cápita y no como relaciones
sociales necesarias para el bienestar humano.
Bajo este enfoque económico la vida humana se
reduce a una vida laboral. La vida familiar, la afectivi-
dad, la dignidad, la socialización y la solidaridad se
ven subordinadas al factor de producción y a las rela-
ciones mercantiles.
Los nexos corporales y subjetivos aparecen como
relaciones materiales entre cosas, al tiempo que la
relación material entre las cosas es vivida como una
relación social entre sujetos vivos. Los seres huma-
nos se transforman en cosas y las cosas en sujetos
animados12.
Ahora bien, no se trata de proponer la abolición de las
relaciones mercantiles, porque éstas son necesarias
para la vida social y económica. Se trata más bien de
otorgar un orden de prioridad, donde el derecho a vivir
sanamente de todo ser humano esté por encima de las
relaciones materiales. Y al decir sanamente, me refie-
ro al concepto de salud introducido por la
30
Economía, Sociedad y Educación
comprometer las posibilidades de las generaciones futu-
ras de atender sus propias necesidades (Fuente:
Comisión Mundial del Medio Ambiente y Desarrollo de
Naciones Unidas).
10 Boff, Leonardo (2002). Ecología: grito de la tierra, grito de
los pobres, Editorial Trotta, Madrid, p.131.
11 Ser sujeto, dice Edgar Morin (2003), es situarse en el
centro del mundo, tanto para conocer como para actuar.
La situación de sujeto comporta dos características: 1. la
capacidad de verse a sí mismo como otro; 2. La necesi-
dad del otro.
12 Hinkelammert, Franz J. y Henry Mora Jiménez (2005).
Hacia una economía para la vida, Editorial Departamento
Ecuménico de Investigaciones (DEI), San José de Costa
Rica, p. 23.
Organización Mundial de la Salud en 1946, donde se
describe que un ser humano sano es aquel que goza
de un estado completo de bienestar físico, mental,
espiritual, emocional y social. Eduardo Galeano lo
apuntó hace más de veinte años: hay que subordinar
el crecimiento económico al crecimiento personal.
Este orden de prioridad está muy relacionado con
el tercer y último principio que rige nuestro actuar eco-
nómico.
Equiparar la felicidad humana a un poder adquisi-
tivo. Ya varios autores, entre ellos New Economics
Foundation, han elaborado una pregunta clave: ¿es
verdad que a mayor poder adquisitivo mayor es el bie-
nestar de un país? La respuesta es un tanto descon-
certante: no (véase la figura 1). Y aún con todas las
posibles críticas que surgen en torno a la validez del
cálculo de un índice de felicidad, la sola pregunta es
un punto de partida que debería impulsarnos a reeva-
luar los objetivos de la economía.
La economía, por lo general, equipara los cambios
en la felicidad de una sociedad con los cambios en su
poder adquisitivo.13 Esta idea ha permeado tan pro-
fundamente en nuestro modo de ver el mundo y de
actuar en él que la mayoría de las personas vamos
buscando un aumento en nuestros ingresos y por con-
siguiente un mayor poder adquisitivo, porque hemos
creído que esto es la felicidad. Además, en nuestro
afán de buscar riqueza económica existe una tenden-
cia a compararnos, es así que no sólo importa que mi
poder adquisitivo sea bueno para vivir, sino que tiene
que ser más alto que el de mi vecino. Por lo tanto,
como bien lo apunta Layard14, sentirse satisfecho con
los propios ingresos depende de la comparación en
determinado grupo, que depende a su vez de dos fac-
31
ESTADO, ECONOMÍA Y HACIENDA PÚBLICA núm. 14 enero-junio 2008, pp. 27-33
13 Layard, Richard (2005). La felicidad lecciones de una
nueva ciencia, Santillana Ediciones Generales, España,
p. 11.
14 Idem, p. 51.
Figura 1. Índice de felicidad vs. Producto Interno Bruto per cápita
(el tamaño del punto representa la población del país)
FUENTE: The happy planet index 2006, New Economic Foundation (NEF).
tores: lo que ganan los demás y lo que se está acos-
tumbrado a ganar.
Inmersos en esta cultura hemos aprendido a ver-
nos únicamente como individuos y no como parte de
una sociedad, cada uno de nosotros asocia la felicidad
al dinero y por lo tanto no necesitamos del resto o en
su defecto podemos comprarlos. El ser humano se
reduce a un objeto del mercado, igual que la naturale-
za o el tiempo. Estamos acostumbrándonos a medir
todo en términos de utilidad y producción. Somos aje-
nos y estamos en competencia, y el problema es que,
como dicen Hinkelammert y Mora, la competitividad se
ha convertido en un criterio de validez para los valores
que rigen a la sociedad:
Durante años se ha vivido con la evidencia de que el
crecimiento económico aporta desarrollo social y
humano, aumenta la calidad de vida y que todo esto
constituye el progreso. Pero, comenzamos a darnos
cuenta de que pueda haber disociación entre la can-
tidad de bienes y productos y la calidad de vida15.
Ha llegado el momento en el que la economía necesi-
ta ir más allá de los indicadores que involucran única-
mente un poder adquisitivo. Ha llegado el momento en
que la economía necesita impulsar un incremento
apreciable en la felicidad, la cultura, la paz y el bie-
nestar humano.
La economía y la educación
Nos encontramos atrapados en una visión del mundo
y de la vida que no sólo depende de procesos econó-
micos, sino también de procesos sociales y educativos
que han perdido su referente primordial: la humanidad,
el sujeto vivo que convive con otros seres vivos.
Tomar a la humanidad como referentes económi-
co, social y educativo no significa abolir las relaciones
mercantiles, significa construir nuevas relaciones sus-
tentadas en el respeto a la vida. Sobre todo ahora que
nos encontramos frente a una nueva economía donde
el conocimiento y la creatividad son los grandes gene-
radores de prosperidad; necesitamos aprender a vivir
la vida, y en este sentido la educación es una pieza
fundamental.
Actualmente las reglas del mercado nos marcan el
paso sobre las necesidades educativas, y no me refie-
ro sólo a la educación formal, sino a la educación que
recibimos en la familia, en el vecindario, en la sociedad
en general. Al conocimiento se le ha puesto precio, la
educación formal se ha reducido a un proceso de pro-
ducción de “capital humano”, considerando al “trabajo
intelectual” y al “trabajador del conocimiento” como un
factor de producción altamente especializado16.
La familia y la sociedad en general ven a la edu-
cación formal como una inversión, el conocimiento es
algo que se compra y se vende, igual que el ser huma-
no y la naturaleza. El aprendizaje no tiene sentido si no
se “cotiza”. Como resultado de esta “cosificación” del
ser humano, el sujeto se siente solo, como dice
Sábato: “pululamos por las calles de las grandes ciu-
dades sin que nadie nos llame por nuestro nombre, sin
saber si somos parte de una historia; ya no vivimos
delante de la gente de nuestro pueblo, de nuestros
vecinos, sino angustiosamente perdidos entre multitu-
des cuyos valores desconocemos y cuya historia ape-
nas compartimos.”17 El bien común se pierde de vista
porque ya no hay común.
Pero, aún en toda esta vorágine de intercambios
materiales, encontramos al sujeto, y aún y con todo el
protagonismo del dinero no podemos negar que toda
32
Economía, Sociedad y Educación
15 Morin, Edgar (1984). Ciencia con consciencia, Anthropos
Editorial del Hombre, Barcelona, p. 66.
16 Hinkelammert y Mora (2005). Op. cit., p. 301.
17 Sábato, Ernesto (2003). La resistencia, Editorial Seix
Barral, Barcelona.
relación humana, aún cuando sea mercantil, es una
relación intersubjetiva. El punto de partida es que
sociedad, economía y educación está conformada por
seres humanos. Necesitamos entonces ubicar al ser
humano como sujeto aprendiente tanto en lo económi-
co, como en lo social.
Vivimos en una sociedad, en una economía y en
una educación conformadas por seres humanos rela-
cionados entre ellos y con la naturaleza; y esta ubica-
ción del ser humano como sujeto aprendiente nos da
la posibilidad de crear una cultura de la responsabili-
dad.
Es a partir de esta cultura de la responsabilidad
como lo proponen Hinkelammert y Mora que surgirá
una ética del bien común que se impone a cualquier
cálculo. Son los valores del respeto al ser humano, a
su vida en todas sus dimensiones, y el respeto a la
vida de la naturaleza. Son valores de reconocimiento
mutuo entre seres humanos, incluyendo en este reco-
nocimiento el ser natural de todo ser humano18.
Entonces para resignificar la economía necesitamos
también resignificar la educación.
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33
ESTADO, ECONOMÍA Y HACIENDA PÚBLICA núm. 14 enero-junio 2008, pp. 27-33
18 Hinkelammert, Franz J. y Henry Mora Jiménez (2005)
Hacia una economía para la vida, Editorial Departamento
Ecuménico de Investigaciones (DEI), Costa Rica.
RESUMEN
A partir de los actuales acontecimientos internacionales
manifestados en la crisis del modelo neoliberal que
caracteriza al actual capitalismo, el presente trabajo
hace un recorrido sobre el pensamiento liberal del siglo
XIX, por considerar que un claro entendimiento de estos
postulados permite reconocer la base articuladora del
modelo imperante hoy en día en la mayoría de las eco-
nomías contemporáneas
ABSTRACT
Based on the current international events related to the
crisis in the neo-liberal model that characterizes capita-
lism today, this paper outlines 19th century liberal thin-
king on the assumption that a clear understanding of
this allows us to identify the constituents of the current
model in most of present day economies.
Introducción
Los recientes acontecimientos sobre la crisis del siste-
ma financiero internacional, junto al colapso de la eco-
nomía norteamericana, han hecho más que evidente
que las bases del neoliberalismo deben ser replantea-
das. Las pautas sustanciales para entender el modelo
neoliberal actual se remiten a los postulados del libera-
lismo clásico del siglo XIX. El pensamiento de esta
época descansa en la preeminencia del mundo privado
que es regido por el mercado, sobre el ámbito público,
colectivo que justifica la intromisión del Estado en la vida
social de los individuos.
El presente trabajo es una aproximación a los plan-
teamientos originales del liberalismo del siglo XIX, ya
que se considera que una revisión de los clásicos siem-
pre permitirá entender por qué el eje supremo del neoli-
beralismo descansa en la minimización del Estado y en
el enaltecimiento del mercado como vía de asegurar el
bienestar de los ciudadanos
35
Reflexiones sobre elliberalismo clásico:individuo, mercado
y Estado
Dulce María Cinta Loaiza*
* Investigadora del Instituto de Investigaciones y Estudios
Superiores Económicos y Sociales. Universidad
Veracruzana.
1. Los orígenes: la libertad política del individuo
Las reflexiones originarias sobre el ideal de la libertad
política se remontan a los pensadores de la Grecia clá-
sica, en el contexto de sus debates acerca de las ins-
tituciones de la Ciudad-Estado; desde luego que sus
interpretaciones teóricas y sus atributos empíricos se
han transformado a la par que las demás esferas de la
vida social en el curso de tan largo periodo histórico, y
conforme fue cambiando la percepción valorativa de
los asuntos públicos.
En realidad, las ideas centrales del liberalismo que
han trascendido hasta nuestros días provienen de la
escuela inglesa de la teoría de la libertad, vigente
durante los siglos XVII y XVIII y asociada fundamen-
talmente a las obras de Hobbes y Locke. Este cuerpo
de ideas corresponde a lo que hoy se conoce como
liberalismo clásico, es:
…un cuerpo teórico de teorización que aboga por un
Estado constitucional (es decir, una autoridad central
nacional con poderes bien definidos y limitados y un
alto grado de control por los gobernados) y una ele-
vada proporción de libertad civil (o libertad en el sen-
tido individualista hobessiano)…1
De acuerdo con Sartori2, el término liberalismo es rela-
tivamente reciente. Fue acuñado por los españoles
alrededor de 1810-1811 y su uso en Europa se empe-
zó a generalizar alrededor de 1820, pero el origen del
pensamiento liberal se puede ubicar tres siglos atrás,
desde donde se irá estructurando un proyecto funda-
mentalmente político, centrado en la idea de la división
de poderes, la supremacía de la ley y el derecho a la
oposición, todo ello bajo una lógica de igualdad políti-
ca, aunque ésta se aplicara a un reducido grupo de
personas. La libertad del individuo es así la aspiración
del liberalismo.
El liberalismo nació en protesta contra la intrusión
del poder estatal en la esfera de los derechos inhe-
rentes a la libertad política de los individuos, por lo
que se propuso establecer tanto una limitación como
una división de la autoridad. Para Sartori3, debe dis-
tinguirse entre el problema concreto de la libertad
política y la discusión de la verdadera libertad. Esta
última, discutida ampliamente por las diferentes posi-
ciones filosóficas que la cuestionan en términos onto-
lógicos y de responsabilidad de actos, es difícil de
precisar. Entender la idea de libertad de filósofos de la
estatura de Locke, Stuart Mill, Spinoza, Kant o Hegel,
es remitirse a buscar la libertad en términos de signi-
ficados con diferentes precisiones, que responde a la
intención de penetrar en la concepción de la libertad
interna.
En términos generales puede afirmarse que fueron
los filósofos alemanes quienes concedieron otra
dimensión al concepto de la libertad, la de autorreali-
zación.
Kant colocó la autorrealización en el centro de la
moralidad. Si bien nunca confundió la política con la
moralidad abogó por el republicanismo como una
policidad liberal en que la independencia personal por
lo menos alimentaría un orden legal más próximo a la
moralidad que las egoístas monarquías guerreras de
su tiempo4 .
Por el contrario, la libertad política puede identificarse
hacia una libertad externa que presupone la ausencia
de impedimentos externos, la remoción de restriccio-
nes exteriores y la disminución de los lazos coactivos5.
36
Reflexiones sobre el liberalismo clásico: individuo, mercado y Estado
1 Merquior, José G. (1993). Liberalismo Viejo y Nuevo.
México, Fondo de Cultura Económica, p. 32.
2 Sartori, Giovanni (1989). Teoría de la democracia 2. Los
problemas clásicos. Madrid, Alianza Editorial, pp. 444-479.
3 Ibidem, pp. 366-407.
4 Merquior, José G. Op. cit., p. 28.
5 Sartori, Giovanni. Op. cit., p. 371.
En otras palabras, la libertad política es sin lugar a
dudas libertad de, no libertad para.6
Esta ideología liberal política tendrá a uno de sus
precursores en Hobbes. De acuerdo con Vallespin7
puede considerarse a Hobbes como el iniciador del
estudio racional de lo político, y con ello del individua-
lismo metodológico8, esto es, de la proposición meto-
dológica o lógica según la cual las explicaciones satis-
factorias de la realidad social deben remontarse siem-
pre, en última instancia, hasta la elucidación de las
acciones individuales. Esta afirmación proviene de las
ideas fundamentales de Hobbes sobre el origen y
naturaleza del Estado, así como de las reglas de acce-
so al poder:
Y en ello consiste la esencia del Estado, que pode-
mos definir así: una persona de cuyos actos una gran
multitud, por pactos mutuos, realizados entre sí, ha
sido instituida por cada uno, como autor, al objeto de
que pueda utilizar la fortaleza y medios de todos,
como lo juzgue oportuno, para asegurar la paz y la
defensa común… Dícese que un Estado ha sido ins-
tituido cuando una multitud de hombres convienen y
pactan, cada uno con cada uno, que a un cierto hom-
bre o asamblea de hombres se le otorgará, por mayo-
ría, el derecho de representar a la persona de
todos… De esta institución de un Estado derivan
todos los derechos y facultades de aquel o de aque-
llos a quienes se confiere el poder soberano por el
consentimiento del pueblo rendido9.
2. Consentimiento individual, sociedad política y
libertades básicas
De este modo, el consentimiento individual es básico
para la creación de una sociedad política. La sociedad
política no tiene un origen natural, sino artificial, en
donde, en términos de Hobbes, cada persona constru-
ye, acordando con los demás, a una persona civil.
Esta concepción proporciona la esencia misma de la
filosofía individualista, la cual enarbola el principio fun-
damental de que el individuo es previo al Estado, y
postula además la distinción entre las nociones de
Estado y sociedad. La creación del Estado se da por el
acuerdo voluntario de los individuos para evitar un
estado de enfrentamiento y depredación. En este
pacto social, el Estado, personificado en el soberano,
tendría como tarea fundamental controlar y gobernar a
los individuos para preservar el orden social y así pre-
servar la vida en común.
37
ESTADO, ECONOMÍA Y HACIENDA PÚBLICA núm. 14 enero-junio 2008, pp. 35-42
6 Es conveniente destacar que Sartori plantea toda una
gama de libertades, acotando que cada una de ellas tiene
sus contextos respectivos. Así, habría que pensar en la
libertad económica, la jurídica, la psicológica, la moral.
Todas ellas pertenecen a uno y al mismo hombre.
7 Vallespin, Fernando (1997). “El Estado Liberal”, en Rafael
del Águila (ed.). Manual de Ciencia Política, Ed. Trotta,
Madrid, pp. 53-80.
8 Para argumentar a favor de la trascendencia de la obra de
Hobbes, dos connotados filósofos políticos contemporáneos
han escrito: “Compárese la primera gran obra política que
señala el inicio del iusnaturalismo político y del estudio racio-
nal del problema del Estado, el De Cive de Hobbes con la más
grande obra política y de derecho público que la precede, el
De la république de Jean Bodin… la diferencia con respecto a
la manera de tratar los problemas, una vez más, de método,
es enorme… Antes de Hobbes los tratados de filosofía política
se apoyaban monótonamente sobre dos pilares…: la Política
de Aristóteles y el derecho romano, más concretamente aque-
llos fragmentos del Codex que se referían a la fuente del poder
imperial… Hobbes suprime la autoridad de Aristóteles, contra
el que toma posición desde las primeras páginas del De
Cive…:” (Bobbio, Norberto y M. Bovero (1996). Sociedad y
Estado en la filosofía moderna, Fondo de Cultura Económica,
México, [1979], p. 53).
9 Hobbes, Thomas (1994). Leviatán. Ed. Gernika, México, p.
176.
En una interesante ponencia titulada “Mujer e
igualdad en Hobbes y Spinoza”, Durán Forero10 subra-
ya que para Hobbes existen tres formas que dan lugar
a la sujeción y sumisión entre los seres humanos, a
saber: el ofrecimiento voluntario, la cautividad y el
nacimiento. Es precisamente la primera de ellas la que
permitirá la creación del Estado. Una vez instituido
éste, los espacios de poder entre la sociedad y el
Estado serán acotados por las individualidades. El
espacio público es el ámbito en donde los individuos
constituyen el pacto o contrato para vivir en común,
pero también delimitan lo que no se inscribe en ese
espacio público. El Estado asume como función bási-
ca la búsqueda de condiciones de paz, seguridad y
estabilidad, de manera que el resto de las funciones
generadas en el ámbito social corresponden a la esfe-
ra privada.
Sin embargo, para el mantenimiento de esa paz y
seguridad social, Hobbes asigna al Estado un poder
absoluto, condición necesaria para garantizar el bien
de los individuos. Se dice así que el bien del soberano
y el del pueblo son inseparables. En tanto que Hobbes
parte de principios utilitarios que determinan la con-
ducta de los individuos, resulta razonable que es en su
propio beneficio el hecho de que el Estado sea autori-
tario, ya que en él encontrará su interés, placer, felici-
dad y bienestar. Al referirse al poder absoluto del
Estado, Hobbes argumenta:
…en virtud de esta autoridad que se le confiere por
cada hombre particular, el Estado posee y utiliza
tanto poder y fortaleza, que por el terror que inspira
es capaz de conformar las voluntades de todos ellos
para la paz en su propio país, y para la mutua ayuda
contra sus enemigos en el extranjero.11
Atendiendo a su enorme influencia intelectual, John
Locke (1632-1704) es considerado como el primero de
los teóricos liberales. Con las aportaciones de Locke,
el libre arbitrio individual y los derechos de las perso-
nas fueron afirmados. Así, los derechos básicos de los
hombres –a la vida, a la libertad y la propiedad– por
ser anteriores a la constitución de la sociedad y el
Estado, no pueden ser vulnerados por el Estado, salvo
que den su consentimiento para ello; así, el poder polí-
tico surge enteramente del consentimiento. Son estos
derechos básicos los que dan cuerpo a toda la teoría
individualista de Locke.
Locke sostendrá, en su “Segundo tratado sobre el
Gobierno Civil”, que los individuos son básicamente
propietarios –de sí mismos y de sus bienes– y es esta
cualidad la que los hace libres:
Al nacer el hombre –como ya hemos probado– con
derecho a la libertad perfecta y disfrutar sin cortapi-
sas todos los derechos y privilegios que les otorga la
ley de la naturaleza, y en igual medida que cualquier
otro hombre o grupo de hombres en el mundo, no
solo tienen por naturaleza el poder de proteger su
propiedad, es decir, su vida, su libertad y sus bienes,
frente a los daños y amenazas de otros hombres,
sino también el de juzgar y castigar los infringimien-
tos de la ley que sean cometidos por otros, y en el
grado que la ofensa merezca; tendrá, incluso, el
poder de castigar con la pena de muerte cuando, en
su opinión, la atrocidad del crimen así lo requiera.12
Así, cuando el individuo ve amenazada su vida o sus
posesiones, tiene derecho a defenderlas, pero para no
hacerlo en un estado de “naturaleza salvaje” crea al
Estado, que representa a la sociedad política –que
vela por todos los individuos– la cual es el espacio
público, común a todos:
38
Reflexiones sobre el liberalismo clásico: individuo, mercado y Estado
10 Durán Forero, Rosalba (1998). “Mujer e Igualdad en
Hobbes y Spinosa.” Twentieth World Congress of
Philosophy. Boston, USA, p. 25.
11 Hobbes, Thomas. Op. cit., p. 177.
12 Locke, John (1990). Segundo tratado sobre el Gobierno
Civil. Un ensayo acerca del verdadero origen, alcance y
fin del Gobierno Civil, Alianza Editorial, Madrid, p. 102.
Aquellos que están unidos en un cuerpo y tienen una
establecida ley común y una judicatura a la que ape-
lar, con autoridad para decidir entre las controversias
y castigar a los ofensores, forman entre sí una socie-
dad civil... [de esta manera]... el Estado se origina
mediante un poder que establece cual es el castigo
que corresponde a las diferentes transgresiones de
aquellos que, entre los miembros de una sociedad,
piensan que merecen la pena cometerlas; éste es el
poder de hacer leyes, y a él debe añadirse el poder
de castigar cualquier daño que se le haga a un miem-
bro de la sociedad, cometido por alguien que no per-
tenece a ella.13
Para Locke, si la acción política principal es el cuidado
de los derechos individuales, es necesario que las ins-
tituciones creadas para lograr este objetivo estén per-
fectamente controladas. Para ello se requiere de cua-
tro acciones fundamentales: a) el sometimiento de los
poderes públicos a ley, lo que luego será el Estado de
derecho, presupone dar una prioridad a la asamblea
legislativa para que de ella emane toda la normativi-
dad jurídica a la que estarán obligados todos los ciu-
dadanos y el gobierno mismo; b) la división de pode-
res, que Locke visualiza como la necesidad de que los
distintos poderes estén en manos diferentes; c) la
necesidad de tener o prever un gobierno representati-
vo, para cuya constitución se vislumbra la asignación
del sufragio en los varones contribuyentes, y a los que
por su posición social tienen un mejor acceso a perci-
bir el interés general de la sociedad y; d) finalmente,
Locke hablará a favor del derecho a la resistencia y a
la revolución como elementos que los ciudadanos ten-
drán en sus manos para luchar en contra de la opre-
sión del Estado.
De esta forma podría decirse que los derechos de
cada hombre son a su vez el espacio privado en donde
los ejercitará. Pero una instancia externa al individuo y
que representa el espacio público, cuidará el adecua-
do ejercicio de estos derechos.
A partir de los derechos individuales, el liberalismo
político se afianzó sustantivamente en las premisas
del utilitarismo. Las reglas de tipo moral en las que
descansa la percepción de lo justo/injusto,
bueno/malo, se articularán a partir de los deseos de
las personas, es decir, de lo que es capaz de propor-
cionarles la mayor utilidad posible. Tanto Jeramy
Bentham como John Stuart Mill influyeron notable-
mente en el desarrollo del individualismo utilitario.
Bentham sostenía que todos los individuos nos
movemos entre dos grandes opuestos: el dolor y el
placer. De acuerdo con él, la lógica de toda persona
será maximizar el placer y minimizar el dolor, de tal
forma que su felicidad estará en lograr su máxima feli-
cidad o bienestar. Para lograr actuar así, crea el con-
cepto de ‘utilidad’ definiéndola como “esa propiedad
que tiene cualquier objeto a producir beneficio, venta-
ja, placer, bien, o felicidad... o a prevenir la ocurrencia
de daño, dolor, mal o infidelidad”14. Así, el bienestar
general será la suma de la maximización del bienestar
individual.
Como es sabido, las ideas de Bentham impactaron
a los pensadores de su época. Uno de ellos fue John
Stuart Mill, el cual estableció la diferencia que los bie-
nes pueden tener. Al pensar que todos los individuos
de manera constante elegimos entre alternativas dife-
rentes, supuso que elegir significa básicamente asig-
nar un valor diferente a cada alternativa posible.
Maximizar el valor de estas alternativas será el fin últi-
mo de la felicidad y los individuos sólo podrán lograrlo
si son libres y autónomos moralmente hablando. El
principio de la libertad es el eje fundamental de su filo-
sofía individualista y en su Ensayo sobre la Libertad
39
ESTADO, ECONOMÍA Y HACIENDA PÚBLICA núm. 14 enero-junio 2008, pp. 35-42
13 Ibidem, p. 103.
14 Hamson, Ross (2000). “Jeramy Bentham”, en Tom
Honderich (comp.). Los Filósofos, Ed. Tecnos, Madrid, p.
101.
establece de manera clara las relaciones entre el indi-
viduo y el Estado.
Stuart Mill establece que no hay sociedad que
pueda llamarse libre, si no respeta lo que él considera
la esfera adecuada de la libertad humana:
Comprende primeramente el dominio interno del
conocimiento, que exige libertad de conciencia en el
sentido más completo, libertad de pensamiento y de
sentido y libertad absoluta de opinión y de senti-
mientos en toda clase de cuestiones, prácticas o
especulativas, científicas, morales o teológicas... En
segundo lugar, comprende el principio que exige
libertad de gustos e inclinaciones, de adaptar la
estructura de nuestra vida de acuerdo con nuestro
propio carácter, de hacer lo que queramos, sujetán-
donos a las consecuencias que puedan sobrevenir,
sin ningún impedimento de parte de nuestros seme-
jantes, siempre que nuestras acciones no los perju-
diquen, aún cuando crean que nuestra conducta es
tonta, perversa o equivocada... En tercer lugar, de
esa libertad de cada individuo nace la libertad de
reunión de los individuos, dentro de los mismos lími-
tes, es decir, libertad para unirse con cualquier fin
que no cause daños a otros... 15
En la identificación de estas libertades básicas se dis-
tinguen claramente las esferas privada y pública. En
tanto el individuo no dañe a otros con sus acciones,
éstas serán privadas. En el momento de daños a ter-
ceros, la acción se vuelve pública y es sujeta a control
y sanción por un ente externo al individuo: el Estado.
Lo que no queda muy claro es quiénes son los sujetos
de estas libertades básicas. En una primera aproxima-
ción, los niños y jóvenes están descartados, toda vez
que, tal como lo afirma Mill, no alcanzan el límite que
fija la ley para la mayoría de edad y, por supuesto,
también se excluye a las mujeres.
Estas libertades y derechos políticos tan clara-
mente establecidos por Mill se acotan todavía más
cuando se incorpora la noción del liberalismo econó-
mico que demarca el papel primordial del mercado.
3. El liberalismo clásico frente al individualismo
económico: el mercado
El sistema liberal económico parecía no estar unido en
sus principios con el liberalismo político/moral tratado
en los párrafos anteriores. Pero no es así, el liberalis-
mo político se construye sobre la idea del Estado de
derecho y de la democracia (esto último será tratado
en el apartado siguiente) y el liberalismo económico lo
hace sobre la base del mercado y la libre empresa.
Pero ambos descansan en el derecho de los indivi-
duos. Es el desarrollo personal, el ímpetu particular, la
búsqueda de los intereses propios, lo que sustenta a
ambas categorías de liberalismo.
La aportación de Locke al pensamiento político,
económico y jurídico consiste en la afirmación de la
existencia del derecho de propiedad como anterior a la
institución de la sociedad civil, es decir, como pertene-
ciente al estado de naturaleza. Puede afirmarse que
en su sistema de filosofía política el fin de la sociedad
civil consiste en la consecución y preservación de la
propiedad:
Esto representa el descubrimiento del plano econó-
mico de las relaciones humanas que es distinto al
plano político o, si se quiere, la ubicación del momen-
to económico como momento precedente y determi-
nante del político... Bajo tal perspectiva la política se
pone al servicio de la economía16
En sentido estricto, el liberalismo económico emerge
al empezar a cambiar la naturaleza de la producción
40
Reflexiones sobre el liberalismo clásico: individuo, mercado y Estado
15 Mill, John Stuart (1991). Sobre la libertad, Gernika,
México, p. 24. 16 Fernández y Santillana (1992). Op. cit., p. 30.
de bienes orientada fundamentalmente al consumo
que se venía arrastrando desde el medioevo, y que se
transforma en producción para el intercambio durante
la etapa del mercantilismo. Todas estas acciones y
concepciones serían modificadas con la aparición de
la doctrina del laisser-faire.
La creación de la economía clásica, con la apari-
ción de La Riqueza de las Naciones, de Adam Smith,
fue acompañada por una transformación significativa
de los valores, básicamente de las percepciones acer-
ca de la riqueza y del papel del Estado en los ámbitos
de su producción, circulación y distribución. El supues-
to de una economía regulada por las leyes naturales
de la oferta y la demanda, conducida por una mano
invisible, es la refutación sustancial de Adam Smith a
las limitaciones y obstáculos que los Estados de la
época imponían a la libre participación individual. Para
Smith los intereses individuales unidos al funciona-
miento del mercado –regido por la libre competencia–
sería la forma mediante la cual se daría lo justo a cada
uno de los participantes de la sociedad. El bien común
estará así determinado por la suma de los intereses
particulares. La preocupación central de este autor
escocés fue de demostrar que siguiendo las reglas de
un orden económico natural se funcionaría con mayor
eficacia que si se permitía la entrada del Estado al
ámbito económico. En suma, el libre juego de la ofer-
ta y la demanda es la identificación más conocida de
esta posición.
Es indiscutible que este liberalismo económico
encontró muy pronto el empalme con los postulados
del liberalismo político. A modo de sintetizar esta doc-
trina puede afirmarse grosso modo que la base sobre
la que se organiza está constituida por los enlaces
entre la protección a la intimidad, a la propiedad pri-
vada y a la libertad de conciencia, junto a las ideas
sobre la división de poderes, el control de la legalidad
de los actos de gobierno, el consentimiento de gober-
nados para vivir en un orden político determinado, el
control de los representantes y la representación de
los intereses del ciudadano en el Estado, así como
con el funcionamiento de la libre empresa y la bús-
queda del máximo bienestar individual. Sus ejes rec-
tores están en la supremacía de la individualidad, la
minimización de la acción colectiva y la clara intención
de que el Estado intervenga lo menos en la vida de
los ciudadanos.
En este pensamiento liberal, lo privado y lo público
quedan debidamente delimitados. Lo privado incluye
las relaciones que el individuo establece con las insti-
tuciones que él crea: familia, empresa, religión, escue-
la. El Estado, visto como administrador de las normas
y leyes que permitan vivir como sociedad es lo públi-
co, lo político, lo externo del individuo. Muchos años
después de su creación, esta postura vino, bajo la
mirada del neoliberalismo, a dicotomizar ambos espa-
cios: lo público sería el sector público o gubernamen-
tal, y lo privado sería todo lo no gubernamental.
Conclusión
Puede afirmarse que el pensamiento liberal concibe
a la sociedad como a un conjunto de individuos que
busca, de manera más o menos eficiente su propio
interés y privilegia la acción del Estado en la vida
social exclusivamente como garante de las liberta-
des concedidas a los ciudadanos. El mundo liberal
clásico, al articular una serie de pensamientos
estructurados sobre los límites de la acción del
gobierno fundamentó la existencia colectiva a base
de libertades individuales que conceden una inde-
pendencia suprema al sujeto político. Como se
sabe, estas ideas junto al monopolio exclusivo del
mercado para normar la vida económica serían lle-
vadas a sus máximas consecuencias por el pensa-
miento denominado neoliberal, a partir de las dos
últimas décadas del siglo veinte.
41
ESTADO, ECONOMÍA Y HACIENDA PÚBLICA núm. 14 enero-junio 2008, pp. 35-42
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42
Reflexiones sobre el liberalismo clásico: individuo, mercado y Estado
Resumen
Durante los últimos años en México, al igual que en la
mayoría de los países, la lucha contra el cambio cli-
mático ha ido cobrando protagonismo en la agenda
política nacional. El actual Plan Nacional de
Desarrollo subraya la necesidad de iniciar un proceso
de valoración paulatina del carbono en la economía, y
considera que la estabilidad climática es una cuestión
de seguridad nacional. El presente trabajo estudia los
principales aspectos de la política mexicana en la
materia, así como los retos con los que ésta se enfren-
ta para ser eficaz, además de analizar el marco jurídi-
co existente en el país para la protección de la atmós-
fera. El estudio plantea, asimismo, la aplicación de la
política climática a nivel estatal, concretamente en el
estado de Veracruz, y analiza las oportunidades de
acción a este nivel, así como sus limitaciones y posi-
bles estrategias.
Abstract
For the last years, Mexico, as most countries, has set up
a climate public policy. The Mexican Development Plan
underlines the need to address a process to incorporate
carbon economy in the country. This paper studies the
main issues related to Mexican climate policy, as well as
its challenges and opportunities. It also focuses on the
current juridical frame and its efficacy. The study poses,
likewise, the application of the climate policy to level of
the states, more specifically to the state of Veracruz and
analyses the opportunities of action, limitations and pos-
sible strategies.
Introducción
En el año 1993, México ratificó el Convenio Marco de
Naciones Unidas sobre Cambio Climático1 (en adelante,
43
La política mexicanade acción climática y
su aplicación al estado de Veracruz
Tania García López*
* Investigadora adscrita a la Dirección General de
Investigaciones. Universidad Veracruzana.
1 Convenio Marco de Naciones Unidas sobre Cambio
Climático, adoptado en Río de Janeiro, Brasil el 5 de junio
de 1992. Entra en vigor el 21 de marzo de 1994.
CMNUCC), el cual constituye la base a partir de la cual
se adopta, en 1997, el Protocolo de Kyoto2.
El CMNUCC se basa, al igual que el Protocolo de
Kyoto, en el principio de responsabilidad común pero
diferenciada. De acuerdo a este principio se recono-
cen los diferentes niveles de desarrollo de los países
y, al mismo tiempo, se distingue su contribución, tam-
bién desigual, al cambio climático.
Esta idea de responsabilidad común pero diferen-
ciada de los Estados miembros de la Comunidad
Internacional, posteriormente consolidada como princi-
pio jurídico, surge en la Conferencia de Naciones
Unidas sobre Medio Ambiente y Desarrollo3 y, a partir
de entonces, se plasma en diferentes tratados interna-
cionales en materia ambiental, especialmente en aqué-
llos destinados a la lucha contra el cambio climático.
El CMNUCC constituye un ejemplo claro de trata-
do internacional basado en este principio, toda vez
que distingue tres categorías de Estados o Partes y, a
cada una de ellas le asigna obligaciones distintas, a
saber:
1. Estados desarrollados.
2. Estados en transición hacia una economía de
mercado.
3. Estados en desarrollo.
México firma el convenio dentro de la categoría de
“Estado en desarrollo”4, comprometiéndose a los míni-
mos previstos en el tratado:
1. Desarrollar inventarios nacionales de emisiones
antropogénicas por fuentes y de la absorción
por sumideros de los gases de efecto inverna-
dero no controlados por el Protocolo de
Montreal.
2. Formular y aplicar programas nacionales, y
cuando sea apropiado regionales, que conten-
gan medidas para mitigar el cambio climático.
3. Promover y cooperar en la difusión de tecnolo-
gías, prácticas y procesos que reduzcan o pre-
vengan emisiones antropogénicas de gases de
efecto invernadero no controladas por el
Protocolo de Montreal.
4. Promover el adecuado manejo, conservación y
reforzamiento de los sumideros y depósitos de
gases de efecto invernadero.
5. Cooperar en la preparación y adaptación de los
impactos del cambio climático.
Tras la firma de este Convenio, México empezó a
incluir la cuestión de la lucha contra el cambio climáti-
co en la agenda nacional. Así, además de cumplir con
las obligaciones contraídas en el CMNUCC, referentes
al desarrollo y actualización permanente de los
Inventarios Nacionales de Gases de Efecto
Invernadero, así como las relativas a la realización de
Comunicaciones Nacionales para informar a la
Conferencia de las Partes sobre sus esfuerzos de miti-
gación y adaptación, inició una Estrategia Nacional de
Cambio Climático5 y creó una oficina especial, dentro
de la Secretaría de Medio Ambiente y Recursos
Naturales (en adelante SEMARNAT), para atender
estas cuestiones.
En el año 2005 se crea, dentro de la Secretaría de
Energía, el Comité de Cambio Climático del sector ener-
44
La política mexicana de acción climática y su aplicación al estado de Veracruz
2 Adoptado en Kyoto, Japón, el 11 de diciembre de 1997.
3 Celebrada en Río de Janeiro, Brasil en junio de 1992.
4 Aunque hoy se considera como “economía de desarrollo
intermedio”, que comparte problemas con países desarro-
llados y problemas con países en desarrollo.
5 La primera fue elaborada en el año 2000, la más reciente
fue presentada por el presidente de la República el 25 de
mayo de 2007.
gía y, en el mismo año, y ya con carácter permanente,
la Comisión Intersecretarial de Cambio Climático6.
En el año 2007, además de presentarse pública-
mente la Estrategia Nacional de Acción Climática (en
adelante ENAC), se anuncia la formulación del primer
Programa especial de Cambio Climático7 en el marco
del Plan Nacional de Desarrollo 2007-2012 (en ade-
lante, PND).
El Protocolo de Kyoto tiene como objetivo la reduc-
ción concreta de sustancias que contribuyen especial-
mente al cambio climático, y la mayoría de las obliga-
ciones contenidas en él van dirigidas, de acuerdo al
principio de responsabilidad común pero diferenciada,
a aquellos países que mayores emisiones de estas
sustancias generan.
México no se encuentra dentro de la lista que enu-
mera los países a los que va dirigido el Protocolo de
Kyoto, especificados en el Anexo B del mismo; sin
embargo puede, y de hecho ya lo está haciendo, par-
ticipar en los “Mecanismos para un Desarrollo Limpio”,
como Parte no anexo B del tratado.
Los mecanismos de desarrollo limpio son instru-
mentos económicos, concretamente instrumentos de
mercado, utilizados para incentivar acciones que contri-
buyan a la reducción de emisiones de gases de efecto
invernadero. Los países miembros del Protocolo de
Kyoto pueden utilizar las reducciones certificadas de
emisiones resultantes de las actividades derivadas de
proyectos de desarrollo limpio “para contribuir al cumpli-
miento de una parte de sus compromisos cuantificados
de limitación y reducción de las emisiones contraídas”8.
México considera, hoy por hoy, que el cambio cli-
mático es un problema de seguridad nacional e inter-
nacional y está apostando, entre otras cosas, por
incorporar la valoración del carbono en la economía
nacional.
La política nacional frente al cambio climático:
el Plan Nacional de Desarrollo 2007-2012
El actual PND para el periodo 2007-20129 tiene como
principio central o principio rector: el desarrollo huma-
no sustentable, definido éste como aquel desarrollo
que garantiza las necesidades de las generaciones
presentes sin poner en peligro las necesidades de las
generaciones futuras, y que al mismo tiempo sitúa al
ser humano en el centro de las preocupaciones de ese
desarrollo.
Con este principio como punto central, el PND defi-
ne cinco grandes ejes de acción que considera son los
que permitirán avanzar hacia la consecución de ese
anhelado “desarrollo humano sustentable”.
Otro de los planteamientos centrales del Plan es la
transversalidad de todas las políticas públicas, las cua-
les deberán desarrollarse, de acuerdo a los objetivos
del PND.
De esta manera se excluye que el objetivo del
desarrollo humano sustentable se convierta únicamen-
te en un objetivo de política ambiental, y se opta por la
integración de la variable ambiental en todas las políti-
cas sectoriales.
En este sentido, el Plan dispone:
1. Es pues, necesario, que toda política pública que
se diseñe e instrumente en nuestro país incluya
de manera efectiva el elemento ecológico para
que se propicie un medio ambiente sano en todo
45
ESTADO, ECONOMÍA Y HACIENDA PÚBLICA núm. 14 enero-junio 2008, pp. 43-57
6 DOF de 25 de abril de 2005. Integrada por los titulares de
las secretarías de: Medio Ambiente y Recursos Naturales;
Agricultura, Ganadería, Desarrollo Rural, Pesca y
Alimentación; Comunicaciones y Transportes; Desarrollo
Social; Economía; Energía y Relaciones Exteriores.
7 Todavía no ha sido adoptado.
8 Artículo 12.3.b. del Protocolo de Kyoto. 9 DOF de 31 de mayo de 2007.
el territorio, así como el equilibrio de las reservas
de la biosfera con que contamos10.
Más adelante se insiste sobre la idea, al apuntar que la
transversalidad es imprescindible para que haya una
efectiva coordinación interinstitucional, así como una
verdadera integración entre sectores de gobierno que
permitan llegar a producir resultados cuantificables.
Al definir cada uno de los ejes del Plan, y en el que
se refiere a la sustentabilidad ambiental, eje 4, se
apunta que dicha sustentabilidad ambiental exige que
México se sume con toda eficacia y con toda respon-
sabilidad a los esfuerzos internacionales por evitar que
el planeta llegue a sufrir dislocaciones ambientales sin
remedio, como el calentamiento global.
El desarrollo humano sustentable exige, de acuerdo
a lo que dispone el Plan, que México comparta el prin-
cipio de que la estabilidad climática representa un bien
para toda la Humanidad, ya que no se puede excluir a
nadie de su disfrute en ningún momento y las alteracio-
nes en la composición de la atmósfera y, por ende, el
cambio climático afectan de igual manera a toda la
Humanidad (aunque existan, desde luego, espacios
más vulnerables que otros, como es el caso de México).
Los bienes considerados como bienes públicos tie-
nen la característica de ser no exclusivos y no rivales
en su consumo. La no exclusividad del bien público
sugiere que éste puede ser consumido por cualquier
persona, sin excluir a nadie de su consumo. Esto
sucede especialmente con el aire, donde mi consumo
no excluye a nadie más del consumo del mismo bien.
Por otra parte, los bienes públicos poseen otra
cualidad o característica más y es la no rivalidad en el
consumo11, lo cual implica que el consumo de ese bien
por una persona o grupo no reduce el consumo del
mismo para las demás personas, situación que, por
supuesto también aplica en el caso del aire que respi-
ramos y de sus consecuencias climáticas.
Una de las diferencias fundamentales entre los
bienes privados y los públicos es la existencia de un
sistema de mercado para los primeros, en el cual exis-
ten precios para comprarlos y venderlos. En el caso de
los bienes públicos, la no exclusividad crea un proble-
ma para un mercado que funcione con base en el pre-
cio, ya que una vez que el bien público es producido o
existe, un gran número de personas se beneficiarán,
paguen o no por él.
Muchos bienes ambientales, y especialmente el
aire, como hemos mencionado, tienen estas caracte-
rísticas, y siempre que el uso o consumo por una per-
sona no cuesta nada a otros, el coste de oportunidad
marginal es igual a cero y por lo tanto el precio debie-
ra ser cero. Estos bienes, entonces, jamás serán pro-
vistos por el mercado por sí solo.
Sin embargo, tales bienes son claramente benéfi-
cos, y en el caso del medio ambiente atmosférico,
absolutamente necesarios para la estabilidad climática
y por ello para la sociedad en su conjunto.
Los mercados necesitan la ayuda de los gobiernos
para la provisión eficiente de los bienes públicos; de
esta forma surge la necesidad de que los bienes y ser-
vicios públicos internalicen las externalidades ambien-
tales, es decir, que se prevean mecanismos económi-
cos para que dichos bienes reflejen el costo de la pre-
vención y el control de la contaminación, dicho de otro
modo, que internalicen los costos de la acción para
que se encuentren en condiciones aceptables para su
uso o consumo.
Cuando una industria, por ejemplo, emite gases de
efecto invernadero, el producto de ese proceso tiene
un precio menor al que le correspondería; se podría
decir que ese producto tiene un subsidio de la socie-
dad en su conjunto, ya que ésta asumiría esa externa-
46
La política mexicana de acción climática y su aplicación al estado de Veracruz
10 Plan Nacional de Desarrollo, Op. cit., introducción.
11 Vid., García López, Tania (2001). Quien contamina paga:
principio regulador del derecho ambiental, Ed. Porrúa,
México.
lidad ambiental. El precio que obtiene ese producto en
el mercado no sería, por otra parte, un precio real por-
que no incluye el costo social de la contaminación (lo
que en ocasiones se denomina “pasivo ambiental”).
Este razonamiento es precisamente la base del
mecanismo de pago por servicios ambientales, instru-
mento económico que opera ya desde hace algunos
años en México
De acuerdo al artículo 27 de la Constitución12 y al
artículo 2 de la Ley General de Bienes Nacionales13,
el espacio situado sobre el territorio nacional, en la
extensión y términos que fije el Derecho internacio-
nal14, está dentro de la categoría de bienes de domi-
nio público.
Otros de los bienes públicos directamente relacio-
nados con el cambio climático son: Suelos, agua,
cobertura vegetal, etc.
En cuestión de cambio climático es necesario,
además, tomar en cuenta que existen costos econó-
micos que pueden ir agravándose a medida que la
situación se vuelva más crítica, especialmente los deri-
vados de incremento de la temperatura, elevación del
nivel del mar, intensificación de ciclones y huracanes,
disminución de las precipitaciones, pérdida de suelos
y degradación de tierras.
Aunque es difícil estimar dichos costos, existen ya
estudios que plantean hipótesis y escenarios econó-
micos referentes a cuánto pueden ascender los mis-
mos en el caso de que la situación no se revierta. Este
es el caso del informe Stern15, que llega a calcularlos
en el futuro en 20% del PIB mundial.
Por ello, la política mexicana en materia de cam-
bio climático, plasmada tanto en el PND como en la
ENAC y previsiblemente en el Programa Especial de
Cambio Climático, se centra, entre otros aspectos, en
iniciar un proceso de valoración paulatina del carbono
en la economía nacional.
El PND se refiere a la necesidad de utilizar instru-
mentos económicos, por ejemplo el pago por servicios
ambientales, para restituir áreas naturales como las
forestales, que permitan detener la pérdida de fuentes
acuíferas así como la desertización en el territorio
nacional.
El segundo apartado del eje 4, relativo a la sus-
tentabilidad ambiental, se refiere a los bosques y las
selvas y subraya los servicios ambientales que estos
prestan, entre ellos:16 la purificación del aire, la capta-
ción del agua, la mitigación de las sequías e inunda-
ciones, la generación y conservación de los suelos, la
descomposición de los desechos, la polinización de
los cultivos y de la vegetación, la dispersión de semi-
llas, el reciclaje y movimiento de nutrientes, el control
de plagas, la estabilización del clima y el amortigua-
miento de los impactos de fenómenos hidrometereoló-
gicos extremos.
En cuanto al pago por servicios ambientales para
la conservación de los bosques y las selvas, se plan-
47
ESTADO, ECONOMÍA Y HACIENDA PÚBLICA núm. 14 enero-junio 2008, pp. 43-57
12 Constitución Política de los Estados Unidos Mexicanos.
DOF de 6 de febrero de 1917.
13 Ley General de Bienes Nacionales. DOF de 8 de enero
de 1982.
14 No existe unanimidad acerca de hasta dónde llega el
espacio aéreo bajo la competencia del Estado subyacen-
te. Su extensión longitudinal coincide, desde luego, con
el espacio terrestre y marítimo bajo la competencia esta-
tal. Se acepta unánimemente que termina donde empie-
za el espacio ultraterrestre, el cual ya no estaría bajo la
jurisdicción de ningún Estado. Existen quienes afirman
que llega hasta donde se da el fenómeno de la gravedad,
otros apuntan que termina donde termina la atmósfera, y
hay quien sostiene que el tipo de actividad que se realiza
en él es el que distingue espacio aéreo de espacio ultra-
terrestre.
15 Informe Stern. La economía del cambio climático, 30 de
octubre de 2006, en http://www.oei.es/decada/informes-
tern.htm
16 Ibidem, p. 244.
tea la creación de mecanismos afines al Mecanismo
de Desarrollo Limpio, aunque todavía no se han desa-
rrollado. Hasta el momento se han elaborado progra-
mas de pago por servicios ambientales financiados en
su mayoría por el sector público enfocados al agua. La
captura de carbono se considera, sin embargo, como
un servicio ambiental en el PND17 y se plantea su
pago como un instrumento de mercado, el cual no
necesariamente tendrá que ser financiado por el sec-
tor público. De hecho los instrumentos de mercado se
supone son financiados por los particulares, por lo
tanto se basan en el principio de quien contamina
paga, al contrario de lo que sucede con los esquemas
actuales de pago por servicios ambientales que fun-
cionan como subsidios.
Las acciones que señala el PND se emprenderán
durante este periodo para disminuir los efectos del
cambio climático son los siguientes18:
1. Fomentar la eficiencia en la generación y uso de
energía.
2. Frenar la deforestación.
3. Reducir las emisiones de otros gases de efecto
invernadero.
La Estrategia Nacional de Acción Climática
La Estrategia Nacional de Acción Climática19 (en ade-
lante ENAC) parte del reconocimiento de que el cam-
bio climático “es un problema de seguridad estratégica
nacional (y mundial)”20 y propone dos grandes líneas
de acción:
1. Mitigación de las reducciones.
2. Adaptación ante sus impactos adversos previsibles.
La ENAC se basa en el artículo 10.b. del Protocolo de
Kyoto, de acuerdo al cual: “Todas las Partes deben for-
mular, aplicar, publicar y actualizar periódicamente
programas nacionales y, en su caso, regionales, que
contengan medidas de mitigación de las emisiones de
GEI y medidas de adaptación ante los impactos adver-
sos del cambio climático”, los cuales deben abordar
los siguientes sectores:
Energía
Transporte
Industria
Agricultura
Silvicultura
Gestión de desechos.
Dentro de la estrategia se reconoce que existen numero-
sas limitaciones legales para desarrollar las medidas pro-
puestas y que es necesario trabajar tanto para su identi-
ficación como para su modificación con la finalidad de
poner en marcha las acciones sugeridas en la estrategia.
2. La Ley General del Equilibrio Ecológico
y la Protección al Ambiente21 y la distribución
de competencias en materia de protección
de la atmósfera
Según lo dispuesto en el artículo 5 de la Ley de Bienes
Nacionales, “Los bienes de dominio público estarán
sujetos exclusivamente a la jurisdicción de los poderes
federales…”22.
48
La política mexicana de acción climática y su aplicación al estado de Veracruz
17 Ibidem, p. 247.
18 Ibidem, p. 259.
19 Hacia una Estrategia Nacional de Acción Climática.
Comisión Intersecretarial de Cambio Climático, SEMAR-
NAT, México, 2006.
20 Ibidem, p. 3.
21 DOF de 28 de enero de 1988.
22 Ley General de Bienes Nacionales. DOF de 8 de enero
de1982.
Como hemos señalado, el espacio situado sobre el
territorio nacional, en la extensión y términos que fije el
derecho internacional, está dentro de la categoría de
bienes de dominio público.
Con estos antecedentes, y de acuerdo al principio
de concurrencia previsto en el artículo 73 fracción XXIX
G constitucional, que es el que rige la distribución de
competencias federación-estado-municipio en materia
ambiental, las facultades de cada nivel de gobierno en
lo que se refiere a la prevención y el control de la con-
taminación atmosférica son las siguientes:
Competencias de la federación
La expedición de las Normas Oficiales Mexicanas (en
adelante NOM) en materia de prevención y control de
la contaminación de la atmósfera23.
La regulación de la contaminación de la atmósfera,
proveniente de todo tipo de fuentes emisoras24.
La prevención y el control de la contaminación de
la atmósfera en zonas o en caso de fuentes fijas y
móviles de jurisdicción federal25.
El fomento de la aplicación de tecnologías, equipos y
procesos que reduzcan las emisiones y descargas conta-
minantes provenientes de cualquier tipo de fuente, en
coordinación con las autoridades de los Estados, el
Distrito Federal y los municipios; así como el estableci-
miento de las disposiciones que deberán observarse para
el aprovechamiento sustentable de los energéticos26.
Competencias de los estados
La prevención y el control de la contaminación atmosféri-
ca generada por fuentes fijas que funcionen como esta-
blecimientos industriales, así como por fuentes móviles
que conforme a lo establecido en la Ley General del
Equilibrio Ecológico y la Protección al Ambiente (en ade-
lante LGEEPA) no sean de competencia federal27.
La vigilancia del cumplimiento de las NOM expedi-
das por la federación en materia de prevención y con-
trol de la contaminación28.
Competencias de los municipios
La aplicación de las disposiciones jurídicas en materia
de prevención y control de la contaminación atmosfé-
rica generada por fuentes fijas que funcionen como
establecimientos mercantiles o de servicios, así como
de emisiones de contaminantes a la atmósfera prove-
nientes de fuentes móviles que no sean consideradas
de jurisdicción federal, con la participación que de
acuerdo con la legislación estatal corresponda al
gobierno del estado29.
La vigilancia del cumplimiento de las NOM expedi-
das por la federación en materia de prevención y con-
trol de la contaminación atmosférica generada por las
fuentes descritas en el supuesto anterior30.
Como señala González Márquez:
las fuentes industriales de contaminación del aire
más importantes fueron consideradas de jurisdicción
federal, mientras que los vehículos y las industrias
pequeñas y medianas, así como las fuentes comer-
ciales de emisiones al aire fueron consideradas de
jurisdicción local31.
49
ESTADO, ECONOMÍA Y HACIENDA PÚBLICA núm. 14 enero-junio 2008, pp. 43-57
23 Artículo 5.V de la Ley General del Equilibro Ecológico y
la Protección al Ambiente. Op. cit.
24 Ibidem, artículo V. XII.
25 Idem.
26 Ibidem, artículo 5. XIII.
27 Ibidem, artículo 7. III
28 Ibidem, artículo 7. XIII.
29 Ibidem, artículo 8. III
30 Ibidem, artículo 8. XII.
31 González Márquez, José Juan (2006). “La Política
Mexicana en materia de cambio climático después del
Protocolo de Kyoto”, en Revista Mexicana de Legislación
Ambiental, julio-diciembre, año 4, número 13, Instituto
Mexicano de Investigaciones en Derecho Ambiental,
México, p. 13.
En lo que se refiere a la contaminación procedente de
la industria, el mismo autor destaca los mecanismos
establecidos en la LGEEPA para su control, a saber:
a) Todas las fuentes de contaminación del aire
deben obtener una licencia de operación otor-
gada por la Autoridad Ambiental Federal.
b) Esas fuentes deben instalar equipos y sistemas
de control de emisiones.
c) Todas las fuentes industriales de contaminación
del aire deben instalar sistemas de monitoreo de
emisiones32.
Además de lo dispuesto en la LGEEPA, en materia de
prevención y control de la contaminación de la atmós-
fera se deberá observar el Reglamento33 adoptado en
2004, el cual define con mayor precisión que la LGEE-
PA es la encargada de la distribución de competencias
federación-estado-municipio.
El reglamento señala qué se entiende por fuente
fija y fuente móvil. De acuerdo al artículo 6, se consi-
deran fuentes fijas: “Toda instalación establecida en
un solo lugar que tenga como finalidad desarrollar
operaciones o procesos industriales, comerciales, de
servicios o actividades que generen o puedan generar
emisiones contaminantes a la atmósfera”. Y fuentes
móviles: “Aviones, helicópteros, ferrocarriles, tranví-
as, tractocamiones, autobuses integrales, camiones,
automóviles, motocicletas, embarcaciones, equipo y
maquinarias no fijos con motores de combustión y
similares, que con motivo de su operación generen o
puedan generar emisiones contaminantes a la atmós-
fera34.
Por otra parte, el artículo 11 del Reglamento, expli-
ca cuáles son las zonas consideradas de jurisdicción
federal:
a) Los sitios ocupados por todas las instalaciones
de las terminales de transporte público federal,
terrestre, aéreo y acuático.
b) Los parques industriales localizados en bienes
del dominio público de la Federación; en los tér-
minos de la Ley General de Bienes Nacionales.
c) La zona federal marítimo-terrestre35.
En cuanto a las fuentes de jurisdicción federal, son las
siguientes:
a) Las instalaciones, obras o actividades industria-
les, comerciales y de servicios que realicen las
dependencias y entidades de la administración
pública federal, en los términos de la Ley
Orgánica de la Administración Pública Federal.
b) La industria del asbesto, así como la prevista en
la fracción II del artículo 29 de la Ley.
c) La industria que se localice en la zona conurba-
da del Distrito Federal.
d) Las obras o actividades localizadas en un
Estado, cuyas emisiones a la atmósfera conta-
minen o afecten el equilibrio ecológico de otro u
otros Estados, cuando así lo determine la
Secretaría o lo solicite a la Federación el estado
afectado por las emisiones contaminantes a la
atmósfera.
e) Las obras o actividades localizadas en el territo-
rio nacional que puedan afectar el equilibrio
ecológico de otros países.
f) Los vehículos automotores hasta en tanto no
salgan de la planta de producción.
50
La política mexicana de acción climática y su aplicación al estado de Veracruz
32 Idem.
33 Reglamento de la LGEEPA en materia de prevención y
control de la contaminación de la atmósfera de 2 de junio
de 2004.
34 Ibidem, artículo 6. 35 Ibidem, artículo 11.
g) Aquellas que por su naturaleza y complejidad
requieran la intervención federal.36
Los artículos 11 y siguientes de la LGEEPA prevén la
posibilidad de celebrar convenios de colaboración o
concertación de acciones entre:
Federación-Estado.
Estados entre sí.
Estado-municipio.
Municipios entre sí.
Dichos convenios son voluntarios y pueden celebrarse
con el objeto de atender o resolver problemas comu-
nes, como bien podrían ser los relativos al cambio cli-
mático.
La política nacional forestal a la luz del cambio
climático
El PND para el periodo 2007-2012 señala como uno
de los puntos centrales en la concentración de GEI en
la atmósfera: “la destrucción de millones de hectáreas
forestales”37, por lo que propone acciones tendientes
a frenar la deforestación, además de hacer énfasis en
la necesidad de valorar económicamente los servicios
ambientales que brindan los bosques y selvas.
Por lo anterior, el PND establece que es prioritario
proteger la cobertura vegetal del país e incrementar la
superficie bajo esquemas de protección y de manejo
sustentable. Además, se propone realizar programas
de restauración forestal y diseñar e instrumentar
mecanismos para el pago de servicios ambientales a
las comunidades que conserven y protejan sus bos-
ques y selvas.
Con base en el PND y en el Programa Nacional de
Medio Ambiente38 se adoptará el Programa Nacional
Forestal39 el cual, previsiblemente, ahondará en el
desarrollo de lo antes expuesto.
La distribución de competencias federación-esta-
do-municipio en materia forestal se rige por lo dis-
puesto en la Ley General de Desarrollo Forestal
Sustentable40. La propia LGEEPA señala en su artícu-
lo 4, que es el que se refiere a la distribución de com-
petencias en materia ambiental: “La distribución de
competencias en materia de regulación del aprove-
chamiento sustentable, la protección y la preservación
de los recursos forestales y el suelo, estará determi-
nada por la Ley General de Desarrollo Forestal
Sustentable”41.
Este párrafo del artículo 4 de la LGEEPA se adi-
ciona a la Ley en la misma fecha en la que se adopta
la Ley Forestal y, al mismo tiempo, se reforman los
artículos 5, fracción XI, 100 y 104 y se deroga la frac-
ción VI del artículo 28.
La distribución de competencias de la Ley Forestal
se basa, al igual que sucede en la LGEEPA, en el prin-
cipio de concurrencia previsto en la Constitución. Los
artículos 12 y siguientes catalogan la relación de facul-
tades o competencias de la federación, los estados y
los municipios.
De acuerdo a esta distribución de competencias, y
tomando en cuenta que los estados tienen la facultad
de formular y conducir la política estatal, algunas enti-
dades federativas han adoptado programas estatales
en materia forestal, así como leyes estatales foresta-
les, como es el caso del estado de Veracruz.
51
ESTADO, ECONOMÍA Y HACIENDA PÚBLICA núm. 14 enero-junio 2008, pp. 43-57
36 Idem.
37 Plan Nacional de Desarrollo, Op.cit., p. 259.
38 Todavía no ha sido adoptado.
39 Todavía no ha sido adoptado.
40 Ley General de Desarrollo Forestal Sustentable. DOF de
25 de febrero de 2003.
41 Ley General del Equilibrio Ecológico y Protección al
Ambiente, Op. cit., artículo 4.
La política energética nacional en relación al
cambio climático
De acuerdo al PND, se calcula que 61% de las emi-
siones de los GEI provienen del sector energético42.
Dentro del sector energético la procedencia de las
emisiones puede catalogarse de la siguiente manera:
1. Generación de electricidad.
2. Uso de combustibles fósiles.
3. Transporte.
4. Sector manufacturero e industria de la construc-
ción.
5. Sector comercial, residencial y agrícola.
6. Emisiones fugitivas de metano durante la con-
ducción y distribución del gas natural43.
Las que más contribuyen a la emisión de GEI son, de
acuerdo al PND, las tres primeras, por ello se plante-
an una serie de estrategias concretas para mitigar las
emisiones, entre ellas la de impulsar la eficiencia y tec-
nologías limpias para la generación de energía.
Esta estrategia se centra en fomentar e impulsar
las energías renovables, aunque el mismo PND reco-
noce que es necesario apoyar “la formulación de un
marco jurídico más favorable”44.
Por su parte, el Programa Sectorial de Energía
2007-201245 (en adelante PSE) establece, dentro de
los objetivos para el sector energético, el fomentar el
aprovechamiento de fuentes renovables de energía,
técnica, económica, ambiental y socialmente viables.
En lo que se refiere al sector eléctrico no existen
competencias de los estados en este rubro. Las facul-
tades en materia de regulación de energía eléctrica y
gas natural las tiene desde 1995 la Comisión
Reguladora de Energía (en adelante CRE), órgano
desconcentrado de la Secretaría de Energía.
Los particulares, sin embargo, pueden invertir en la
generación e importación de energía eléctrica46, siempre
y cuando cuenten con un permiso de la CRE47.
En lo que se refiere a los niveles máximos de emi-
siones a la atmósfera aplicables al sector eléctrico,
estos se encuentran contenidos en las NOM48, las
cuales establecen una regulación por zonas. Existen
en todo el territorio nacional tres zonas consideradas
como críticas:
1. Las zonas metropolitanas de la Ciudad de
México, Monterrey y Guadalajara.
2. Las ciudades fronterizas.
3. Los corredores industriales.
Otra de las estrategias previstas en el PND se centra
en promover el uso eficiente de energía en los ámbitos
doméstico, industrial, agrícola y de transporte.
El sector transporte, como ya hemos mencionado,
es uno de los que más GEI producen, y si bien es cier-
to que desde 199449 se ha trabajado para disminuir las
emisiones a la atmósfera de combustibles fósiles50, se
52
La política mexicana de acción climática y su aplicación al estado de Veracruz
42 Plan Nacional de Desarrollo, Op. cit., p. 259.
43 Idem.
44 Ibidem, p. 260.
45 Programa Sectorial de Energía 2007-2012, 2007-2012,
Diario Oficial de la Federación de 21 de febrero de 2008,
p. 8.
46 Bajo las siguientes modalidades: autoabastecimiento,
cogeneración, producción independiente, exportación e
importación.
47 Ley del Servicio Público de Energía Eléctrica. DOF de 22
de diciembre de 1975. Última reforma DOF de 22 de
diciembre de 1993.
48 Existen NOM del sector eléctrico y NOM en materia eco-
lógica aplicables a la industria eléctrica.
49 Con la NOM-086-SEMARNAT-1994.
50 Prospectivas eléctricas 2006-2015, Dirección General de
Planeación Estratégica, Secretaría de Energía, México,
2006, p. 42.
trata de un sector que enfrenta grandes retos. La NOM
más reciente relativa a la calidad de los combustibles
fue adoptada en enero de 200651 y las facultades de
los estados al respecto se centran en vigilar el cumpli-
miento de las NOM aplicables al transporte y, en gene-
ral, a todas las fuentes móviles.
La política de acción climática
en el estado de Veracruz
El PND establece que el gobierno federal favorecerá la
transformación de los sectores productivos para que
éstos y la población adopten modalidades de produc-
ción y consumo que aprovechen con responsabilidad
los recursos naturales para conseguir, entre otros
objetivos, la mitigación del cambio climático.
Para ello es necesario diseñar las políticas y los
programas ambientales en estrecha coordinación con
las dependencias de la Administración Pública Federal
y los gobiernos estatales y municipales, ya que en este
esfuerzo es imprescindible contar con la participación
de los tres órdenes de gobierno52.
De hecho, el objetivo número 8 dentro del eje 4,
relativo a la sustentabilidad ambiental se refiere a:
“lograr una estrecha coordinación e integración de
esfuerzos entre las dependencias de la administración
pública federal, los tres órdenes de gobierno y los tres
poderes de la Unión, para el desarrollo e implantación
de las políticas relacionadas con la sustentabilidad
ambiental.
El Plan Veracruzano de Desarrollo 2005-201053
(en adelante PVD), establece diez criterios básicos
que sirven como sustento de los objetivos, estrategias
y acciones específicas a emprender, entre ellos: “la
sustentabilidad, conservación, restauración y aprove-
chamiento racional del medio ambiente”54.
El PVD hace referencia a algunos aspectos rela-
cionados con el cambio climático, como por ejemplo
los altos niveles de destrucción de la cubierta fores-
tal55 del estado debido a la expansión del territorio
agrícola y ganadero, señalando al mismo tiempo que
“se ha calculado que, de un total de 2.5 millones de
hectáreas, casi un millón son áreas perturbadas”56.
Se reconoce en el PVD que la tasa de deforestación
de Veracruz es la más alta del país: el estado perdió 36%
de sus bosques entre 1984 y 2000, además de que más
de 40% del territorio estatal padece erosión grave.
Otro de los principales problemas en materia ambien-
tal al que alude el PVD es la cantidad y la calidad de las
aguas, así como el enorme rezago existente en materia
de infraestructura para el tratamiento de las mismas.
Aunque el PVD se refiere en el capítulo II a las “polí-
ticas transversales” y afirma: “No se permitirán progra-
mas que no consideren su impacto ambiental” y, por lo
tanto, todas las políticas públicas de la entidad deberían
incorporar en su elaboración la variable ambiental57, lo
cierto es que el elemento ambiental ni siquiera se toma
en cuenta en los demás capítulos del PVD, salvo el que
se dedica específicamente a medio ambiente.
La política estatal forestal en relación al cambio climático
La Ley de Desarrollo Forestal Sustentable para el
estado de Veracruz58, define en su artículo 2 el obje-
to de la Ley, a saber:
53
ESTADO, ECONOMÍA Y HACIENDA PÚBLICA núm. 14 enero-junio 2008, pp. 43-57
51 NOM-086-SEMARNAT-1994.
52 Plan Nacional de Desarrollo. Op.cit., p. 236.
53 http://www.portal.veracruz.gob.mx
54 Plan Veracruzano de Desarrollo. Op. cit., Introducción,
p. 7.
55 Ibidem, p. 17.
56 Idem.
57 Ibidem, p. 30.
58 Ley de Desarrollo Forestal Sustentable del estado de
Veracruz de Ignacio de la Llave. Gaceta Legislativa del esta-
do de Veracruz de 21 de junio de 2006.
…regular y fomentar las acciones de conservación,
protección y restauración, producción, ordenación,
cultivo, manejo y aprovechamiento que se realicen
sobre los ecosistemas forestales, los servicios
ambientales que estos ofrecen, las cuencas hidroló-
gico-forestales y los recursos forestales maderables
(…) para propiciar el desarrollo forestal sustentable
de la entidad59.
La ley estatal no hace referencia al papel de los bos-
ques y las selvas en la lucha contra el cambio climáti-
co, sin embargo dedica todo un capítulo a los “servi-
cios ambientales forestales”60, considerados en fun-
ción de su papel en la regulación del ciclo hídrico.
En el año 2005 se crea en el estado el Fideicomiso
Público para la Conservación, Restauración y Manejo
del Agua, de los Bosques y las Cuencas del Estado de
Veracruz61. El objetivo de este fideicomiso se describe
en el artículo 3 del Decreto a través del cual se crea:
I. Establecer un instrumento jurídico mediante el cual
(…) se consoliden los esfuerzos, acciones y recur-
sos para recuperar la frontera forestal, así como
propiciar el pago por servicios ambientales para
lograr la protección, restauración, conservación y el
aprovechamiento óptimo de los recursos naturales:
agua, bosque, cuencas, suelo, aire y paisaje del
Estado;
…
VIII. Promover el mercado de bienes y servicios
ambientales asociados a recursos hídricos.
Dentro de los considerandos del Decreto se reconoce
que uno de los grandes retos de la administración
estatal consiste en asegurar la calidad y cantidad de
las aguas, tanto para las generaciones presentes
como futuras. Por ello podemos observar que no exis-
te disposición alguna referida al pago por servicios
ambientales asociados al secuestro de carbono de los
bosques y las selvas del estado.
En este mismo sentido, el Plan Sectorial Forestal
2006-202862 para el estado de Veracruz, el cual fue
elaborado con base en el Programa Estratégico
Forestal para México 202563 y actualizado en diferen-
tes ocasiones, la más reciente en 2006, reconoce:
…en relación al tipo de servicio compensado econó-
micamente, destaca el que se refiere a la regulación
del régimen hídrico, mientras que el secuestro de car-
bono se realiza únicamente en dos unidades de
manejo64.
En el Plan se destaca que, en la actualidad, el pago
por servicios ambientales que prestan los ecosistemas
forestales cubre 32,533 hectáreas65 y, dentro de los
programas estratégicos por sector que se establecen
en el mismo plan, el referido a “los servicios ambienta-
les en zonas forestales” ya incluye la captura de car-
bono. Para ello señala dentro de sus metas la de
“…incorporar 285,000 hectáreas del territorio veracru-
zano, identificadas como Tierras Kyoto 3 en esquemas
de reducción de emisiones vinculadas al Mecanismo
de Desarrollo Limpio”66 en un plazo de 20 años.
El sector energético en el estado de Veracruz
Como ya hemos señalado, el sector que más contri-
buye a las emisiones de GEI es el energético. En el
estado de Veracruz se produce una buena parte de la
energía del país con sus consecuentes aportaciones a
las emisiones de GEI. Sin embargo, como ya hemos
54
La política mexicana de acción climática y su aplicación al estado de Veracruz
59 Ibidem, artículo 2.
60 Ibidem, capítulo VI.
61 Gaceta Oficial del estado de Veracruz, de 19 de octubre
de 2005.
62 http://www.portal.veracruz.gob.mx
63 Elaborado por la CONAFOR en el año 2001.
64 Plan Sectorial Forestal 2006-2028, Op. cit., p. 66.
65 Ibidem, p. 42.
66 Ibidem, p. 66.
puesto de relieve, las competencias en materia de
energía son federales y, a pesar de que el gobierno
estatal ha intentado participar en la toma de decisio-
nes relativas al sector, los resultados no han sido los
esperados.
El Plan Veracruzano de Desarrollo señala que es
necesario incluir dentro del Programa de Ordenamiento
Ecológico de Veracruz a desarrollar, “un programa de
prevención y control del deterioro ambiental, en colabo-
ración con el gobierno federal y Pemex”67. También se
hace referencia a que es necesario “gestionar con el
Gobierno Federal, Pemex y CFE, esquemas de precios
y tarifas que reflejen la ventaja competitiva de Veracruz
en materia de energía”68.
A pesar de que en materia de generación de elec-
tricidad y uso de combustibles fósiles es poco lo que
puede hacer el estado para emprender acciones de
lucha contra el cambio climático, sí puede actuar en
materia de transporte69.
De hecho, el PVD establece dentro de sus objeti-
vos ordenar la situación del transporte en el estado,
llevando a cabo un control efectivo de unidades, líne-
as, tarifas y concesiones autorizadas, además de apo-
yar su modernización para mejorar la calidad y seguri-
dad de los servicios que ofrecen70.
Dentro de las acciones prioritarias en materia de
transporte, la mayoría se centran en el mejoramiento
de la infraestructura carretera y no se incluyen consi-
deraciones de protección ambiental en las propuestas.
A nivel estatal es posible actuar para la promoción
de un transporte público bajo en emisiones, impulsar
medidas de adaptación al cambio climático, promover
una mejor gestión de los residuos71 que incluya su
aprovechamiento y reciclaje (e incluso su potencial
energético).
Conclusiones
1. A partir de 1993, año en el que México firma la
Convención Marco de Naciones Unidas sobre
Cambio Climático, se empieza a incluir esta cuestión
en la agenda nacional. En el 2000 se adopta la pri-
mera estrategia nacional al respecto y, desde enton-
ces, la lucha contra el cambio climático ha ido
ganando protagonismo en las políticas públicas del
país. En 2007 se incluye un apartado específico den-
tro del Plan Nacional de Desarrollo y se anuncia la
elaboración de un Programa Especial de Acción
Climática, reconociéndose, también por primera vez,
que el cambio climático es un problema de seguri-
dad nacional e internacional y que la estabilidad cli-
mática representa un bien para la humanidad.
2. El espacio atmosférico tiene la condición jurídica de
bien de dominio público, por lo cual tradicionalmen-
te no era objeto de valoraciones económicas basa-
das en instrumentos de mercado. El actual Plan
Nacional de Desarrollo subraya la necesidad de ini-
ciar un proceso de valoración paulatina del carbono
en la economía nacional y propone ampliar el uso
de instrumentos económicos, como el pago por ser-
vicios ambientales. Este pago por servicios ambien-
tales debería funcionar de manera similar a los
mecanismos de desarrollo limpio y no como un ins-
trumento económico en forma de subsidio ya que,
funcionando como tal, no es el potencial contamina-
dor el que, de acuerdo al principio quien contamina
55
ESTADO, ECONOMÍA Y HACIENDA PÚBLICA núm. 14 enero-junio 2008, pp. 43-57
67 Plan Veracruzano de Desarrollo. Op. cit., p. 89.
68 Ibidem, p. 70.
69 Especialmente en lo que se refiere a la prevención y el
control de la contaminación generada por el transporte,
de acuerdo al artículo 7. III. de la LGEEPA
70 Ley General del Equilibrio Ecológico y la Protección al
ambiente. Op. cit., p. 55.
71 Aquéllos que no son considerados como residuos peli-
grosos.
paga, cubre el coste económico de prevenir y con-
trolar la contaminación, sino los poderes públicos,
es decir, la sociedad en su conjunto.
3. En lo que se refiere a la distribución de competen-
cias federación-estado-municipio, en materia
atmosférica, las facultades regulatorias están reser-
vadas a la federación, así como las relativas a la
prevención y el control de la contaminación proce-
dente de fuentes de jurisdicción federal, mientras
que los estados tienen competencias para vigilar el
cumplimiento de las Normas Oficiales Mexicanas y
para la prevención y el control de la contaminación
atmosférica generada por establecimientos indus-
triales (no federales) y por fuentes móviles. Las
facultades más importantes, entonces, desde la
óptica de las emisiones de GEI son federales, sin
embargo, siempre se puede acudir a los convenios
de coordinación de acciones previstos en la LGEE-
PA y en otras leyes sectoriales, como la forestal,
para atender conjuntamente asuntos que interesen
a ambos, como podría ser el caso de la lucha con-
tra el cambio climático; estos convenios son volun-
tarios, es decir, queda a voluntad de los diferentes
niveles de gobierno el celebrarlos o no.
4. El sector que más contribuye a las emisiones de
GEI a la atmósfera es el energético, y si bien
Veracruz es un estado productor de energía no exis-
ten prácticamente competencias estatales en esta
materia. Sin embargo sí existen facultades para que
el estado actúe en diversos aspectos relacionados
con el transporte, como los relativos al control efec-
tivo de las unidades, líneas, tarifas y concesiones; la
modernización del sector, mejora de la infraestruc-
tura y promoción de un transporte público efectivo y
bajo en emisiones.
5. El segundo sector con más impacto en la concen-
tración de GEI en la atmósfera es el forestal, debido
a la destrucción que se ha hecho de millones de
hectáreas forestales, por lo que el Plan Nacional de
Desarrollo propone una serie de acciones tendien-
tes a revertir la situación, a saber: la restauración
forestal y el pago por servicios ambientales que
brindan los bosques. Los estados tienen facultades
o competencias suficientes para promover dicho
pago por servicios ambientales y para diseñar,
desarrollar y aplicar, instrumentos económicos en la
entidad. El estado de Veracruz cuenta con una ley y
con un plan forestal en los que hace especial énfa-
sis en las bondades del pago por servicios ambien-
tales, considerados éstos en función de su papel en
la regulación del ciclo hídrico, más que en función
de su contribución a la estabilidad climática.
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56
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Climático. Adoptado en Río de Janeiro, Brasil el
5 de junio de 1992
Protocolo del Convenio Marco de Naciones Unidas
sobre Cambio Climático, adoptado en Kyoto,
Japón, el 11 de diciembre de 1997.
57
ESTADO, ECONOMÍA Y HACIENDA PÚBLICA núm. 14 enero-junio 2008, pp. 43-57
RESUMEN
En este trabajo se presenta un examen de los principios
fundamentales que se encuentran en La Riqueza de las
Naciones, referidos tanto a las funciones del Estado,
como a los criterios según los cuales uno u otro impues-
to debe ser incorporado a un sistema tributario. Se sos-
tiene aquí que Adam Smith ofrece un apropiado punto
de partida para perfilar la emergencia del pensamiento
‘moderno’ en Hacienda Pública. Su obra contiene
muchos de los temas hoy fundamentales, cuidadosa-
mente sistematizados, desde los deberes del Príncipe
para proveer los servicios públicos hasta los criterios
apropiados para recaudar los ingresos necesarios para
el cumplimiento de su quehacer.
ABSTRACT
In this paper an examination of the fundamental princi-
ples appears that they are in The Wealth of the Nations,
referred to the functions of the State and the criteria
according to which one or another tax must be incorpo-
rated to a tributary system. It is maintained here that
Adam Smith offers an appropriate departure point to
outline the emergency of the ‘modern’ thought in Public
Finances. Its work contains many of the today funda-
mental subjects, carefully systematized, from the duties
of the Prince to provide the services public to the appro-
priate criteria to collect the necessary income for the ful-
fillment of its task.
Introducción
Entendida la Hacienda Pública como el estudio positivo
y normativo de los efectos de la presencia del Estado en
la economía, en este artículo se presenta un examen de
las nociones fundamentales que en esta materia se
encuentran en la obra más reconocida de Adam Smith,
La Riqueza de las Naciones, referidas a las tareas del
gobierno y a los principios por los cuales los impuestos
deben ser incorporados a un sistema tributario. El tra-
bajo se divide en cinco secciones. En la primera se plan-
tea la concepción de Estado liberal que mayor influencia
59
La Hacienda Públicaen la Economía
Política Clásica: Adam Smith
Vitalia López Decuir* y Esther Borja Castañeda*
* Investigadora del Instituto de Investigaciones y Estudios
Superiores Económicos y Sociales. Universidad Veracruzana.
tuvo en el pensamiento de Smith. En la segunda sec-
ción se hace una breve presentación de la doctrina
económica smithiana, necesaria para la mejor com-
prensión de su doctrina fiscal. En la tercera se presen-
tan los aportes fundamentales de La Riqueza de las
Naciones en cuanto a las funciones que corresponden
al Estado en tanto tal, así como por su presencia en la
economía. La cuarta sección se aboca al examen de
los criterios smithianos sobre la estructura óptima de
un sistema tributario en un Estado liberal originario.
Finalmente, en la quinta sección se presentan las con-
clusiones.
1. La noción clásica de Estado liberal
La doctrina de los derechos naturales del hombre es el
presupuesto filosófico de la noción de Estado liberal, la
cual postula que por razón de naturaleza todos los
hombres, sin distinción ni condicionamiento, poseen
los derechos fundamentales a la vida, a la libertad y a
la propiedad. El modelo fundamental de esta escuela,
que dominó el pensamiento filosófico durante los
siglos XVII y XVIII, se basa en la dicotomía estado de
naturaleza o estado no político, y sociedad civil o esta-
do político; en el primero, los individuos existen con
independencia de su voluntad, en el segundo, los indi-
viduos se asocian en función de un proyecto delibera-
do y por tanto el estado político es un artefacto huma-
no. El tránsito de uno a otro estado ocurre por media-
ción de la acción voluntaria manifestada en un contra-
to social.
John Locke (1632-1704) es sin duda el filósofo de
mayor influencia en la conformación de la doctrina
liberal, en cuyo centro se ubica la idea del rechazo a la
intrusión del poder estatal, es decir, de la necesidad de
imponer límites al poder coercitivo del Estado. Esta
idea proviene de su noción de libertad, según la cual
los individuos tienen derecho a conducirse y disponer
de sus bienes como les convenga, sin depender de la
voluntad de otro; y de la igualdad de los hombres, la
cual sólo puede concebirse en un entorno de libertad.
Así, para Locke, el orden (constitucional) queda subor-
dinado al supremo valor de la libertad. Al elaborar los
fundamentos de la teoría del Estado liberal, Locke
centra su atención en el derecho de propiedad. En
otras palabras, su sistema filosófico aporta al pensa-
miento político, económico y jurídico, la afirmación de
que la existencia del derecho de propiedad es anterior
al de la institución de la sociedad civil. Por tanto, el fin
último de la sociedad civil es la conservación de la pro-
piedad:
Entiendo… por poder político el derecho de hacer
leyes que están sancionadas por la pena capital y, en
consecuencia, de las sancionadas con penas menos
graves, para la reglamentación y protección de la pro-
piedad.1
De este postulado emana la herencia intelectual al
pensamiento smithiano, y a la economía clásica en
general: el medio de apropiación que hace posible el
paso de la propiedad original (en el estado de natura-
leza) a la propiedad privada (sociedad civil) es el tra-
bajo, es decir, el esfuerzo físico que cada hombre rea-
liza sobre el objeto le agrega un valor que le confiere
el derecho a poseerlo. Las raíces filosóficas de la teo-
ría clásica del valor-trabajo se remontan a la afirma-
ción lockeana de que el trabajo es la condición que
permite el paso de la propiedad común a la propiedad
privada.
Aunque la tierra y todas las criaturas inferiores sean
a todos los hombres comunes, cada hombre, empe-
ro, tiene una “propiedad” en su misma “persona”. A
ella nadie tiene derecho alguno, salvo él mismo. El
“trabajo” de su cuerpo y la “obra” de sus manos pode-
60
La Hacienda Pública en la Economía Política Clásica: Adam Smith
1 Locke, John (1690). Ensayo sobre el gobierno civil,
Gernika, México, 1995, p. 27.
mos decir que son propiamente suyos. Cualquier
cosa, pues, que él remueva del estado en que la
naturaleza le pusiera y dejara, con su trabajo se com-
bina y, por tanto, queda unida a algo que de él es, y
así se constituye en su propiedad. Aquélla, apartada
del estado común en que se hallaba por naturaleza,
obtiene por dicho trabajo algo anexo que excluye el
derecho común de los demás hombres. Porque sien-
do el referido “trabajo” propiedad indiscutible de tal
trabajador, no hay más hombre que él con derecho a
lo ya incorporado, al menos donde hubiere de ello
abundamiento, y común suficiencia para los demás.2
En el pensamiento de Locke las relaciones económi-
cas se instituyen en el estado de naturaleza y este
plano económico es distinto del plano político que
toma lugar en la sociedad civil; esto es, el momento
económico es anterior al momento político y, por ende,
la política debe servir a la economía. Tal es el núcleo
filosófico que recupera y reformula Friedrich A. Von
Hayek en la primera mitad del siglo XX para dar paso
a la vertiente del pensamiento liberal dominante en el
mundo contemporáneo.
Algunos filósofos contemporáneos oponen a la con-
cepción clásica de la libertad como ausencia de coerción,
la noción democrática de libertad que implica autonomía,
capacidad de autodeterminación para decidir por sí
mismo, en vez de aceptar las decisiones de otros. Estas
dos posiciones han dado lugar a una distinción entre
libertad negativa (clásica) y libertad positiva (democráti-
ca). En particular, Napoleoni destaca en el pensamiento
lockeano su noción de Estado como la garantía de la pro-
piedad, una propiedad que cada individuo podría allegar-
se mediante su propio trabajo; es decir el Estado “…es el
órgano que con la fuerza de la ley puede impedir cada
amenaza que sea hecha a la propiedad y permite el pleno
desarrollo del orden natural”.3
El proceso de conformación y consolidación del
Estado liberal ha sido interpretado desde muy diversas
perspectivas teóricas, sin embargo, en todas ellas sub-
yace la idea de que se trató fundamentalmente de un
proceso de diferenciación de las formas culturales tra-
dicionales, y la consecuente formación de instituciones
con sus esferas propias de dominio, independientes
aunque interrelacionadas, las cuales son los pilares
del mundo occidental moderno.
En general, la formulación clásica del liberalismo
se concibe como una doctrina social que propugna por
un Estado constitucional y un alto compromiso con la
libertad civil. La preeminencia de la noción de libertad
está indisolublemente ligada al surgimiento de una
civilización moderna en la que la fuerza impulsora es
el individualismo.
La operación del Estado, tal como fue apreciada
por los economistas clásicos, se enmarca en la noción
de orden natural que pugna por la no interferencia en
el mercado. Tanto la provisión pública de servicios
como la tributación son aceptadas por los clásicos sólo
como una situación de excepción, cuando las circuns-
tancias así lo precisan. Los intentos por definir estas
circunstancias son parte importante del objeto de estu-
dio de la teoría fiscal y están aún por resolverse.
2. Adam Smith y La Riqueza de las Naciones
La primera interpretación de la naturaleza y de la
forma de operación del naciente sistema capitalista fue
expuesta a fines del siglo XVIII por Adam Smith (La
Riqueza de las Naciones, 1776)4 quien recoge los
61
ESTADO, ECONOMÍA Y HACIENDA PÚBLICA núm. 14 enero-junio 2008, pp. 59-72
2 Idem.
3 Napoleoni, Claudio (1981). Fisiocracia, Smith, Ricardo,
Marx, Oikos-Tau, Barcelona, p. 32.
4 Si bien este estatus de la obra de Smith es ampliamente
reconocido entre los economistas contemporáneos, aten-
diendo a algunos expertos en el tema que reconocen en el
laissez faire, en el libre cambio y sobre todo en la división
del trabajo, elementos suficientes para referirse
a La Riqueza de las Naciones como la primera
principios filosóficos iusnaturalistas, los principios
libertarios de John Locke que consagran la propiedad
como un derecho natural del individuo, anterior a cual-
quier tipo de asociación o contrato civil, así como los
conceptos económicos de sus contemporáneos de la
doctrina fisiocrática francesa.5
No obstante, Smith disiente de manera explícita
del principio fundamental del sistema fisiocrático que
se refiere a que la agricultura era la única creadora de
produit net o excedente. Para Smith, el trabajo es el
precio real o valor de cambio de todas las cosas; lo
que realmente le cuesta al hombre que quiere adquirir
una mercancía son las penas y fatigas que su adquisi-
ción implica. El modelo de sociedad que constituye el
objeto de estudio de La Riqueza de las Naciones ha
sido delineado por Napoleoni como sigue:
Se trata de una sociedad en la cual el producto glo-
bal, en cuanto al resultado de la actividad del trabajo
productivo, contiene una primera parte (salario) que
reintegra el mantenimiento y la reproducción del pro-
pio trabajo, y otras dos partes (que en conjunto
corresponden al ‘producto neto’ de los fisiocráticos, y
que nosotros llamamos hoy ‘excedente’), las cuales
vienen ambas definidas por Smith como ‘deducciones
del producto del trabajo’; esto es, en primer lugar, la
renta del propietario, y en segundo lugar el beneficio
del capitalista.6
Smith construyó su teoría de los precios en un ambien-
te en que los intereses individuales funcionan en liber-
tad y las leyes naturales de la competencia sirven a la
consecución del interés público. Este planteamiento
constituyó el antecedente para las teorías del equilibrio
del mercado de los desarrollos teóricos del siglo XIX
–desde los de David Ricardo y J. Baptiste Say hasta
los de Leon Walras– que son en cierto modo perfec-
cionamientos del concepto smithiano de precio natu-
ral, es decir, de aquel que resulta de sumar las tasas
naturales de los salarios, beneficios y rentas, y que es
preciso pagar para colocar en el mercado una cierta
cantidad de la correspondiente mercancía, capaz de
satisfacer la demanda real de todos cuantos se hallan
dispuestos a pagar tal precio; sin embargo, son las
fuerzas del mercado las que definen los precios natu-
rales de las mercancías, mismos que actúan también
como referentes para la determinación de los precios
artificiales en los mercados que presentan fallos intrín-
secos de algún tipo, o bien que están sujetos a inter-
ferencias externas.
Según la visión de Smith, el salario es la recom-
pensa natural por el trabajo, se determina por el con-
trato concertado entre patrones y trabajadores y tien-
de siempre a un valor mínimo determinado por el sala-
rio de subsistencia o precio natural del trabajo; la equi-
valencia observada entre el precio natural y el precio
de mercado del trabajo se explicaría por la mayor fuer-
za contractual de los capitalistas y por la expansión
acelerada de la población. Esto es, en cualquier cir-
cunstancia, los salarios dependen por una parte de la
demanda de trabajadores y, por otra, del precio medio
de los alimentos.
62
La Hacienda Pública en la Economía Política Clásica: Adam Smith
sistematización acerca del capitalismo, otros autores que
vinculan la generalización de la remuneración salarial
como condición para la existencia del capitalismo, consi-
deran que en esta obra: “…la realidad económica que
Smith toma como objeto de su análisis se funda esencial-
mente en la figura del trabajador independiente…
Estamos, pues, ante una sociedad que aunque es plena-
mente mercantil, no es todavía capitalista.” [Napoleoni, op.
cit., p. 37.] Véase también: Schumpeter, Joseph A. (1954).
Historia del Análisis Económico, Ariel, Barcelona, 1971,
pp. 223-236.
5 Smith, Adam (1776). La Riqueza de las Naciones, Vols. I
y II, Publicaciones Cruz O., México,1977. 6 Napoleoni, op. cit., p. 44.
En cuanto a la renta de la tierra, Smith la define
como el precio que se paga por su uso, en virtud del
monopolio en la propiedad de la tierra, y sus variacio-
nes obedecen a las diferencias en el grado de fertili-
dad, a la distancia con relación al mercado y al estado
general de la economía. Finalmente, la ganancia –el
beneficio– tiene un origen en cierto modo residual,
pues depende de las mismas causas que hacen variar
los salarios y las rentas y, por tanto, su determinante
de última instancia es el grado de competencia en que
se lleva a cabo el proceso específico de producción.
3. Contribuciones a la teoría del gasto público:
los bienes públicos
La base de la teoría del gasto público está constituida
por la determinación de qué servicios públicos debería
y/o podría proveer el Estado y en qué magnitudes. La
pregunta a resolver aquí, entonces, es: ¿Cuáles son
los aportes de Smith a esta cuestión, a la luz de la teo-
ría hacendaria contemporánea? Cabe aquí recurrir a la
siguiente indicación de Musgrave:
Las tradiciones de los autores británicos, desde
Adam Smith, vieron al mercado como la regla, y al
sector público como la excepción necesaria para
actuar allí donde ocurre un fallo del mercado. La tra-
dición de la Europa continental y en particular de los
autores alemanes fue concebir al sistema económico
en términos duales, con el sector público en igualdad
de derechos de nacimiento que el sector privado.
Esta diferencia en el énfasis tiene distintas raíces. La
teoría fiscal británica emergió de los planteamientos
heredados del modelo lockeano… La aportación con-
tinental emergió de la enseñanza cameralista que
desarrolló reglas para la gestión de los asuntos públi-
cos en el estado ilustrado.7
Además de constituir un cuerpo de principios teóricos
en el ámbito de la economía general, La Riqueza de
las Naciones puede ser considerada también como un
extenso tratado de Hacienda Pública que se constitu-
yó en el punto de partida de las formulaciones teóricas
liberales sobre los sistemas fiscales elaboradas con
posterioridad, y que representa un avance cualitativo
frente a la aproximación fisiocrática que veía en la
renta de la tierra la única fuente valor y de imposición.8
En lo que respecta al tratamiento de la hacienda públi-
ca, los Principios de Economía Política y Tributación
(1817) de David Ricardo, obra que concentra la teoría
clásica de la incidencia tributaria, así como los
Principios de Economía Política (1848) de John Stuart
Mill, obra que es considerada hoy en día como la que
contiene la primera formulación teórica de la doctrina
fiscal9, mantienen ambas una suerte de continuidad
con los presupuestos teóricos y filosóficos de Smith,
bien para confirmarlos o formalizarlos, bien para
rechazarlos.10
63
ESTADO, ECONOMÍA Y HACIENDA PÚBLICA núm. 14 enero-junio 2008, pp. 59-72
7 Musgrave, Richard A. (1987). “A brief history of fiscal doc-
trine”, en Alan J. Auerbach y Martin Feldstein (eds.),
Handbook of Public Economics, Vol. 1, Elsevier Science
Publishers, Amsterdam, 1999, p. 7. [La traducción es pro-
pia]
8 En cuanto al árbol genealógico de la teoría de la
Hacienda Pública, y con una indiscutible autoridad en el
tema, Musgrave sostiene que: “…las herramientas fisca-
les clave fueron de hecho forjadas por una línea de gran-
des teóricos generales, no por especialistas fiscales.
Esta línea va desde Smith hasta Ricardo, Mill, Depuit,
Edgeworth, Wicksell, Pigou, y desde Keynes hasta
Samuelson. La estrecha relación entre la teoría general y
la fiscal es más evidente en el análisis de la incidencia tri-
butaria, la cual refleja en cada etapa la teoría prevale-
ciente de los precios y la distribución.” (Musgrave, op.
cit., p. 1.) [La traducción es propia].
9 Musgrave, op. cit., p. 18.
10 “El quinto (libro) –que es el más largo, 28,6 por ciento del
espacio total– es un tratado prácticamente autónomo de
hacienda pública e iba a convertirse en –y a ser por
mucho tiempo– la base de todos los tratados ochocentis-
tas acerca de este tema, hasta que se impuso
Por el lado del gasto público, en La Riqueza fueron
detallados minuciosa y jerárquicamente los criterios
para el ejercicio de los fondos públicos, bajo los rubros
que expresan las funciones que debe cumplir el
Estado. Smith examina cada una de tales funciones en
detalle y con una extraordinaria profusión de datos
empíricos –que recorren el mundo occidental en tiem-
po y espacio– y en los que sustenta sus juicios.
Cualquiera que sea la forma que en la práctica
adopten las funciones del Estado, Smith dejó plantea-
do que la primera obligación del Estado es la defensa
de la sociedad de la invasión de otras sociedades
independientes “…los gastos, tanto para preparar esta
fuerza militar en tiempos de paz, como para emplear-
la en tiempos de guerra, son muy diferentes en diver-
sos estados de la sociedad y en periodos distintos de
adelanto y cultura”.11 Como el arte de la defensa es
cada vez más complejo, la autoprotección es poco fac-
tible y se impone un ejército profesional y eficiente. Si
bien Smith no se detiene a explicar los fundamentos
por los que el Estado debe mantener al ejército, sí
queda claro que antes que proveer bienes privados,
debe proveer el servicio de defensa. El ejército es el
bien público puro por excelencia.
La segunda obligación del Estado es formar los
cuerpos necesarios para procurar la justicia para sus
ciudadanos, esto es, el cumplimiento en la dotación de
este segundo bien público puro se justifica por la exi-
gencia inevitable que todo Estado asume “…de prote-
ger a cada individuo de las injusticias y opresiones de
cualquier otro miembro de la sociedad, o sea (de)
establecer una recta administración de justicia…”12 Al
discutir las formas que podrían adoptar los órganos
para la administración de la justicia, Smith privilegia el
tratamiento de aquellas que significan un atentado al
derecho de propiedad, porque
…la opulencia de unos pocos supone necesariamen-
te la indigencia de muchos. La abundancia del rico
excita la indignación del pobre imprudente, y la nece-
sidad y la codicia le impelen a invadir las posesiones
del otro.
Smith examina cómo la justicia podría ser administra-
da con imparcialidad y cómo su financiamiento puede
garantizarse sin que represente una carga para la
renta general.
La tercera obligación del Estado, que da lugar a la
discusión del tercer tipo de bienes públicos fue extraor-
dinariamente expuesta por Smith cuando se refiere a
crear y mantener los establecimientos y obras públicas
…que aunque ventajosos en sumo grado a toda la
sociedad, son no obstante de tal naturaleza que la uti-
lidad nunca podría recompensar su coste a un indivi-
duo o a un corto número de ellos, y que por lo mismo
no debe esperarse se aventurasen a erigirlos ni a
mantenerlos.13
Del pasaje citado se infiere que Smith identifica que
ocurre lo que hoy se denomina un fallo del mercado
en la provisión de ciertos bienes, los cuales no están
en condiciones de ser dotados en forma individual.
En esta última idea están implícitas las condiciones
de no rivalidad en el consumo, tanto como la del com-
portamiento free rider que hoy en día son criterios
64
La Hacienda Pública en la Economía Política Clásica: Adam Smith
–especialmente en Alemania– el punto de vista ‘social’
que ve la fiscalidad como un instrumento de reforma... lo
que hay de teoría sólida está admirablemente enlazado
con los datos acerca de los desarrollos generales y par-
ticulares. Desde entonces se han acumulado más datos
y se ha perfeccionado la técnica teórica, pero nadie ha
tenido hasta hoy tanto éxito en fundir una y otra cosa…
al modo de Adam Smith.” [Schumpeter, op. cit., p. 228].
11 Smith, op. cit., vol. II, p. 297.12 Ibidem, p. 315.
13 Ibidem, p. 328.
básicos para determinar la publicidad o no de un bien
o servicio.
Específicamente, Smith hizo referencia a dos cla-
ses de bienes que tienen la categoría de lo que hoy se
denominan bienes públicos impuros, para cuya pro-
ducción el mercado no cuenta por sí solo con los sufi-
cientes incentivos. La necesidad de intervención es
explicada por Smith cuando discute la provisión de las
obras públicas. Concede un lugar primordial a: “las
obras y establecimientos públicos que facilitan el
comercio de la sociedad”, enunciado de fuerte remi-
niscencia mercantilista y que refleja el escaso peso
relativo de los intereses de la naciente burguesía
industrial. A este respecto, el sostenimiento por parte
del Estado de las obras que facilitan el comercio de un
país y que generan externalidades
…como son los caminos reales, los puentes, los cana-
les navegables, los puertos, etc., han de necesitar dife-
rentes grados de coste y expensas según los distintos
periodos de la sociedad… La mayor parte de aquellas
obras pueden mantenerse de modo que ellas mismas
den lo suficiente para su propio coste, sin imponer esta
carga al ramo de aquellas rentas públicas.14
Smith trata la dotación pública de los servicios educa-
tivos elementales, y también de aquellos destinados a
la juventud que busca instruirse en saberes distintos a
las disciplinas tradicionales propios de la formación
aristocrático-eclesiástica, y que califican al hombre
para la sociedad civil. El financiamiento de la educa-
ción universitaria es abordado por Smith atendiendo a
la calidad de la enseñanza y a los principios morales
de los profesores, en tanto que anticipa una relación
directa entre la dotación pública y la “holgazanería” de
los estudiantes, y entre la dotación privada y el abuso
de los estudiantes, sin que prevea en este último caso
una relación con el rendimiento escolar.
En su extensa exposición sobre la educación
como bien de provisión pública, Smith expone magis-
tralmente las ideas germinales de la discusión con-
temporánea en materia de federalismo fiscal, acerca
del ámbito de gobierno más eficiente para proveer la
educación, no sólo en términos de los costos sino tam-
bién de la calidad de la educación. Así, según Smith:
…no es indispensable que (el gasto educativo) haya
de derivarse de aquella renta general de la sociedad,
cuya recaudación y distribución se tiene asignada en
los Estados al Gobierno o al Soberano. En la mayor
parte de Europa, las dotaciones de escuelas y cole-
gios no sirven de carga, o es muy poca la parte que
en ellas tienen aquellas rentas generales del Estado,
porque dimanan de alguna contribución local o pro-
vincial, o de algún caudal o suma de dinero impuesto
en algún fondo productivo, unas veces por el
Soberano y otras por algún donante o fundador parti-
cular.15
Tal como puede observarse en esta sintética exposi-
ción, Smith ofrece valiosas aportaciones acerca de
cómo podría determinarse la provisión de educación,
sin embargo, el tema esencial de por qué estas fun-
ciones particulares deben ser realizadas por el sector
público no queda resuelto.
Finalmente, en unos cuantos párrafos, como si
Smith no considerase necesaria una convincente
argumentación, identifica un tipo de gastos que com-
pletan el esquema de erogaciones de un buen sistema
fiscal en un régimen absoluto:
Fuera de aquellas expensas necesarias para que el
Soberano pueda desempeñar las varias obligaciones de
su cargo, se requieren otras indispensablemente para
sostener con decoro su dignidad… debe un monarca
sobresalir entre sus vasallos, cual ningún principal de
una república sobre sus conciudadanos.16
65
ESTADO, ECONOMÍA Y HACIENDA PÚBLICA núm. 14 enero-junio 2008, pp. 59-72
14 Ibudem, p. 329.15 Ibidem, p. 366.
16Ibidem, p. 397.
Como puede observarse, el estudio ulterior de las obli-
gaciones de gasto del Estado liberal ha contado con la
invaluable contribución de Smith mediante el diseño
teórico-metodológico para el desarrollo de los concep-
tos y fundamentos de la economía pública actual.
4. Contribuciones a la teoría de los ingresos
públicos: la equidad y la eficiencia en la
tributación
Con abundantes referencias a las características de
los sistemas fiscales de la época, Smith planteó la
necesidad de definir los principios teóricos y éticos
para la conformación de un sistema tributario; es decir,
las previsiones que el Estado habría de considerar en
torno a las fuentes de sus ingresos, su incidencia dis-
tributiva, su impacto sobre la actividad económica y los
precios, la distribución de competencias entre niveles
gubernamentales, etcétera.
En el campo de la doctrina tributaria, La Riqueza
de las Naciones tuvo en los fisiócratas franceses una
fuente primordial para elucidar la naturaleza de la base
de los impuestos. Para la fisiocracia se requiere un
tipo de imposición que no grave la producción y, en
particular, que actúe a favor del mantenimiento de un
cierto nivel de productividad. Esto sería posible con
…la institución de un impuesto único sobre la renta
de la tierra, en sustitución de todas las formas de
impuestos que obstaculizan el desarrollo del proceso
productivo, bajando su eficacia o aumentando sus
costes… (Esta tesis) quizás es la más radical de las
reformas de su programa, en cuanto a que es direc-
tamente contraria al mantenimiento del tradicional
derecho de la clase feudal de la exención fiscal de
que gozaba la clase propietaria.17
Si la actividad agrícola era la fuente del excedente de
la que dependían tanto el Estado como la aristocracia,
toda operación que la restringiera debía ser juzgada
como socialmente dañina.
En cuanto se refiere a los ingresos públicos en
general, Smith comienza su análisis con la distinción
entre ingresos patrimoniales –“capitales mercantiles
y las tierras propiedad del Soberano o de la
República”– e ingresos tributarios de los Estados y,
en congruencia con la defensa de su tesis liberal,
considera a los primeros como impropios e insufi-
cientes para sostener el gasto de un “Estado civiliza-
do y culto”; por lo tanto ve en los impuestos aporta-
dos por los pueblos la principal fuente para garantizar
las obligaciones del Estado.
Con relación a los ingresos patrimoniales, Smith
sostiene que “las rentas que en cualquier nación
civilizada adquiere la Corona de sus tierras propias,
aunque parece que nada cuestan a los individuos,
en realidad cuestan más a la sociedad que cual-
quier otra de las que goza la Corona.”18 Por lo tanto,
y a tono con el espíritu liberal de su obra, Smith
recomienda la venta de las tierras propiedad del
Estado, o bien la cesión a los particulares por algu-
na otra vía alternativa. Los gastos el Estado deben
ser soportados en su mayoría por los impuestos y
no por otras fuentes ajenas a las funciones propias
del Estado.
Además de las reiteradas expresiones de defen-
sa de la supremacía del interés individual en los
diversos ámbitos de la relación Estado-economía, en
el campo particular de la tributación, los aportes teó-
ricos de Smith constituyen los pilares sobre los que
se ha construido la doctrina contemporánea de las
finanzas públicas en sus distintas vertientes.
66
La Hacienda Pública en la Economía Política Clásica: Adam Smith
17 Napoleoni, op. cit., p. 28. 18 Smith, op. cit., vol. II, p. 408.
Los principios de la tributación
La tesis económica de orden general en que se sus-
tenta la teoría tributaria de Smith reconoce que todas
las rentas y patrimonios de los individuos de una
sociedad derivan de tres fondos –la renta, la ganancia
y los salarios– por lo tanto, todo tributo también pro-
viene de alguno, algunos, o todos a la vez, de estos
tres diferentes fondos. De esta premisa se deriva el
tratamiento que Smith da a la cuestión tributaria. Sin
embargo, con anticipación a la amplia discusión sobre
la naturaleza de los principales impuestos y su inci-
dencia, enuncia las cuatro máximas que a su entender
rigen a todos los impuestos en general. Así, la confor-
mación de un buen sistema tributario se regiría por los
siguientes principios o máximas generales19:
1. La población de un Estado debe contribuir a su
sostenimiento en proporción a su capacidad
contributiva, es decir, en proporción a la renta o
riqueza de que cada contribuyente disfruta bajo
la protección del Estado.
2. El impuesto que el individuo está obligado a
pagar debe ser cierto y no arbitrario por cuanto
respecta al tiempo y forma del pago, y a la cla-
ridad e inteligibilidad para el contribuyente y
para cualquier otra persona.
3. El impuesto ha de ser requerido en el modo y
tiempo que sea más cómodo y oportuno para el
contribuyente.
4. Todo impuesto o sistema impositivo deberá cau-
sar los menores costos de recaudación posibles
con relación a su aportación al erario.
Tal como puede observarse, las máximas smithianas
para una buena tributación conciernen a los principios
económicos generales de equidad y eficiencia. La pri-
mera máxima, la equidad en la tributación, ha sido
interpretada en dos sentidos. Por una parte como un
principio del beneficio, y por otra como un principio de
capacidad de pago. La equidad tributaria es introduci-
da por Smith en la primera de sus famosas máximas
de tributación, como sigue:
Los vasallos de cualquier Estado deben contribuir al
sostenimiento del Gobierno a proporción de sus res-
pectivas facultades, en cuanto sea posible esta regu-
lación, esto es, a proporción de las rentas y haberes
de que gozan bajo la protección de aquel Estado. Las
expensas del Gobierno, con respecto a los individuos
de una nación, vienen a ser como los gastos del
manejo de una gran hacienda, con respecto a sus
varios colonos, los cuales sin excepción están obliga-
dos a contribuir, a proporción de sus respectivos inte-
reses, al cultivo de aquel predio. En la observancia o
en la omisión de esta máxima consiste lo que llama-
mos igualdad o desigualdad de imposición.20
La exposición de Smith en este párrafo implica el
abandono del principio del beneficio, tal como había
sido concebido por Locke, quien al consagrar la pro-
piedad como un derecho natural anterior al contrato
social que da existencia al Estado, concedió al indivi-
duo el derecho a no ceder la mínima parte de su rique-
za para favorecer a otro. Por el contrario, en la posi-
ción smithiana, los individuos consienten en pagar
impuestos que no reflejan necesariamente el beneficio
recibido por cada uno de ellos.
El avance de la teoría tributaria en cuanto al prin-
cipio del beneficio ha resuelto la imposibilidad de su
aplicación stricto sensu, restringiéndolo a aquellos bie-
nes proveídos por el sector público a los que puede
asignarse un precio; mientras que en cuanto a la capa-
cidad de pago, el debate se ha centrado en la elucida-
ción de si ésta supone una distribución proporcional o
bien una distribución progresiva de la carga tributaria.
67
ESTADO, ECONOMÍA Y HACIENDA PÚBLICA núm. 14 enero-junio 2008, pp. 59-72
19 Ibidem, p. 409. 20 Idem.
Correspondería a Mill21 la elucidación de las distintas
implicaciones igualitarias que implica la primera máxi-
ma smithiana, al recurrir al concepto de “igualdad de
sacrificio”.
Pero no es sólo la equidad lo que importa en un
buen sistema tributario. Las tres últimas máximas smit-
hianas, que implican consideraciones de eficiencia en
la tributación, corresponden en la moderna teoría tri-
butaria, a los principios de certidumbre, comodidad del
pago y economía en la recaudación. En particular,
Smith deja sentadas las bases del concepto de efi-
ciencia en la recaudación cuando afirma que:
IV. Toda contribución debe disponerse de tal suerte
que del poder de los particulares se saque lo menos
posible sobre aquello, o a más de aquello, que entra
efectivamente en el Tesoro público del Estado. Un
impuesto puede sacar, de hecho, del caudal de los
particulares, mucha mayor cantidad que la que llega
a entrar en el Tesoro público...22
Y no solamente es la mala administración tributaria –
personal en demasía, altos salarios, procesos de tra-
bajo ineficientes, etc. en la recaudación– la causa de
esa disparidad entre el monto recibido por el erario y el
erogado por los particulares, sino que también influyen
los costos inevitables de la interferencia de la exacción
tributaria sobre las diversas industrias, la reducción de
la riqueza de aquellos contribuyentes sujetos a confis-
caciones y decomisos y, finalmente, la sujeción a los
pueblos de las enfadosas fiscalizaciones por parte de
los administradores de las rentas del Estado. Todo ello
tiene un costo explícito o implícito que se materializa
en desembolso para los particulares.23
Las fuentes de los impuestos y su incidencia
Una vez que Smith deja planteados los principios
generales a los que debe atender un sistema tributa-
rio, su interés se centra en analizar a lo largo de varios
capítulos las clases de impuestos apropiados para su
incorporación a la estructura tributaria de un país, con
base en los criterios fundamentales de equidad y efi-
ciencia, pero también en términos de su incidencia. La
teoría de la incidencia se asocia comúnmente a la
reconocida aportación de David Ricardo en sus
Principios de Economía Política y Tributación; sin
embargo, justo es reconocer que los aportes de
Ricardo se sostienen en gran medida en las pautas
intelectuales heredadas de la obra smithiana.
Los impuestos sobre la renta de la tierra
Toda vez que, tal como se apuntó al inicio del apar-
tado anterior, el ingreso privado de los ciudadanos se
constituye por rentas, beneficios y salarios, cada
impuesto debe ser pagado por una u otra fuente, o
por todas ellas si así se precisa. No es casual que el
examen de los impuestos específicos se inicie con el
impuesto sobre la renta de la tierra. Para Smith éste
es el impuesto más conveniente frente a todas las
otras fuentes de imposición, porque es el que menos
interfiere en las decisiones de los agentes económi-
cos. Al discutir la naturaleza de este impuesto, Smith
sostiene:
68
La Hacienda Pública en la Economía Política Clásica: Adam Smith
21 “La igualdad en la imposición, como una máxima política,
significa, por consiguiente, igualdad en el sacrificio.
Quiere decir tanto como hacer que la contribución de
cada persona a los gastos del gobierno sea tal que los
inconvenientes que para ella se deriven del pago de su
parte no sean mayores ni menores de los que experi-
menta cualquiera otra por el pago de la suya.” [Mill, John
Stuart (1996). Principios de Economía Política, Fondo de
Cultura Económica, México (1848), p. 688.]
22 Smith, op. cit., vol II, p. 410. 23 Ibidem, pp. 410-411.
Tanto las rentas de los solares como las de las tierras
son especies de rentas que, por lo regular, goza y dis-
fruta el dueño con muy poca o ninguna atención de
su parte. Aunque se dedujese de ellas alguna porción
para sostener los gastos del Estado, no se originaría
atraso alguno, ni perjuicio a los adelantos de la indus-
tria. El producto anual de la tierra y del trabajo de la
sociedad, que es la riqueza real y renta verdadera del
pueblo en general, podría ser el mismo antes que
después de establecido un impuesto semejante. Por
tanto, las rentas de la tierra y las de los solares son
las especies más adecuadas para cargar sobre ellas
ciertos particulares impuestos.24
El razonamiento de Smith que le lleva a concluir que
gravar la tierra implica que el terrateniente es en todos
los casos el contribuyente real, descansa aún en la
noción fisiocrática de producto neto, antes que en una
visión de la renta como un rendimiento capaz de con-
tribuir a la formación de capital.25 Esto último se clari-
fica cuando, en el mismo capítulo, Smith se ocupa en
particular de los impuestos que no tienen relación
estrictamente con la renta, sino con el producto total
de la tierra: “Los impuestos sobre el producto de la tie-
rra son, en realidad, impuestos sobre las rentas de la
misma, y aunque los adelante o pague individualmen-
te el colono, es el dueño o señor de la tierra en quien
por último vienen a recaer.”26 Como puede inferirse de
la última cita, Smith no distinguió la naturaleza de un
impuesto sobre la producción agrícola de un impuesto
sobre la renta derivada de la propiedad de la tierra.
Impuestos sobre los beneficios
A continuación Smith procede a exponer su posición
acerca de los “impuestos sobre las ganancias o sobre
las utilidades de los capitales”. En primer término,
Smith distingue entre los beneficios que paga el inte-
rés –y que pertenecen al dueño del capital– y la parte
que resta al usufructuario del capital después de paga-
do el interés. Sostiene que esta segunda parte no
debe ser gravada, pues se trata en general de una
“mera compensación” del riesgo y trabajo para el uso
del fondo. La aplicación de un impuesto a la ganancia
propiamente dicha produciría efectos tales como: la
disminución en los incentivos para obtener los frutos
del capital o la eventual elevación de la cuota de
ganancia. Por su parte
el interés del dinero parece a primera vista una cosa
tan fácil de sujetar a contribución directa como la
renta de la tierra. Es como ésta, un producto neto que
resta después de compensar completamente todo el
riesgo y manejo del empleo de un fondo.27
Si esto es así, la ganancia que no puede ser gravada
semejaría a tener un salario de subsistencia.
Una de las formulaciones de Smith consiste en la
identificación de una diferencia esencial entre la tierra
y el capital: la movilidad; este principio se anticipa a las
actuales teorías del federalismo fiscal que se abocan
al estudio del comportamiento del capital entre juris-
dicciones como efecto de tasas impositivas diferencia-
das (que antecede en cierto modo a la teoría tiebou-
tiana de “votar con los pies”). Así, mientras que la tie-
rra es una cosa que no puede trasladarse a otra parte,
un fondo de capital es movible con toda facilidad.
69
ESTADO, ECONOMÍA Y HACIENDA PÚBLICA núm. 14 enero-junio 2008, pp. 59-72
24 Ibidem, p. 412.
25 Entre las condiciones que los fisiócratas (Le Tableau
Economique, de F. Quesnay) establecen para elevar al
máximo la productividad de una economía –es decir para
maximizar la magnitud del producto neto– se encuentra
“…la institución de un impuesto único sobre la renta, en
sustitución de todas las formas de impuestos que obsta-
culizan el desarrollo del proceso productivo, bajando su
eficacia o aumentando sus costes.” [Napoleoni, op. cit.,
p. 28.]
26 Smith, op. cit., p. 422. 27 Ibidem, p. 436.
Smith hace referencia a esto último, tanto como a las
acciones de fiscalización del Estado, como sigue:
El dueño de una heredad viene a ser necesariamen-
te ciudadano del país en que posee sus tierras; el
propietario de un fondo mercantil es propiamente ciu-
dadano del mundo, porque por razón de su oficio no
se encuentra ligado a vivir en determinado país.
Estaría siempre dispuesto a abandonar el territorio en
que se hallase expuesto a tan odiosas investigacio-
nes y llevaría su caudal a cualquier otra parte en que
girase su negociación y gozase de su fortuna con
mayor tranquilidad. Al trasladar su caudal pondría en
funesto a la industria que con él mantenía en el país
que dejaba. Los fondos cultivan la tierra; los fondos
emplean el trabajo.28
Impuestos sobre los salarios
Los salarios como fuente tributaria son descartados
por Smith, en correspondencia con su presupuesto
teórico de que los salarios tienden inevitablemente a
un mínimo que es el nivel de subsistencia. Al corres-
ponder el salario al costo de la subsistencia es imposi-
ble que un impuesto sobre los salarios sea pagado en
realidad por los trabajadores. Permaneciendo cons-
tantes los determinantes del salario que son la deman-
da de trabajo y el precio de los alimentos, un impues-
to al salario sería pagado por aquel patrón que está
empleando al trabajador, lo cual en su caso reduce la
renta de la tierra, o bien si el impuesto grava la manu-
factura, el patrón aumentará el precio de los bienes
manufacturados. En palabras de Smith:
En todos los casos, pues, un impuesto directo sobre
los salarios del trabajo no puede menos que ocasio-
nar, con el transcurso del tiempo, una reducción en
las rentas de la tierra, y mayor alza en el precio de los
bienes manufacturados, que la que pudiera seguirse
de igual suma de impuesto cargada, parte sobre la
renta de la tierra, y parte sobre los géneros de con-
sumo, en vez de cargarla sobre los citados salarios.29
Así, bajo condiciones de estancamiento económico,
un impuesto sobre los salarios probablemente daría
lugar a una disminución en la demanda de trabajo y
por lo tanto a una disminución en la renta de la tierra y
en las utilidades. Dadas estas razones, para Smith, los
efectos de un impuesto sobre los salarios se traducirí-
an en una contracción del nivel de empleo y de las
oportunidades para los pobres, así como en una dis-
minución en el producto.
Impuestos de capitación
Por cuanto se refiere a los impuestos que pretenden
gravar toda clase de rentas, Smith distingue entre a)
impuestos de capitación, y b) impuestos sobre las mer-
cancías o géneros de consumo. Según Smith, los pri-
meros son necesariamente arbitrarios si son concebi-
dos como impuestos proporcionales a la fortuna o a la
renta del contribuyente, ya que el estado de la fortuna
del individuo varía día con día, y sin la posibilidad de un
cálculo minucioso –que resulta intolerable para el con-
tribuyente– y sin una actualización periódica de la base,
su monto sólo quedaría en presunciones y conjeturas.
Por el contrario, si no se procura hacerlo propor-
cional, sino que la base del impuesto de capitación se
calcula según “la clase y esfera de cada contribuyen-
te”, el impuesto es a todas luces inequitativo, dado que
los grados de riqueza no corresponden necesariamen-
te a los grados de jerarquía social. Por tanto, con rela-
ción a los impuestos de capitación “…si se intenta
hacerlos iguales, son enteramente arbitrarios e incier-
tos; y si se intenta hacerlos ciertos y no arbitrarios, son
desiguales”.30 A todas luces, la referencia –un tanto
marginal– a este impuesto en Smith se explica por
70
La Hacienda Pública en la Economía Política Clásica: Adam Smith
28 Ibidem, p. 437. 29 Ibidem, p. 457.
razones de completud en la exposición, dada su
vigencia en territorios de la Francia e Inglaterra de la
época; sin embargo, los califica como inapropiados
por razones de eficiencia y equidad al incumplir con
los criterios establecidos en sus “máximas” sobre la
tributación.
Impuesto sobre las mercancías de consumo
Para el examen de los impuestos sobre los bienes de
consumo, Smith distingue entre los artículos de prime-
ra necesidad y los de lujo. A los impuestos sobre los
bienes de primera necesidad los califica de inconve-
nientes porque inciden exactamente igual en los sala-
rios del trabajo que un impuesto directo sobre éstos; a
saber: “Como en todas partes se regulan los salarios
del trabajo por su demanda y por el precio regular de
los artículos necesarios para el mantenimiento, todo
aquello que encarezca este precio medio ha de elevar
necesariamente los salarios…”31 Asimismo, el fabri-
cante o el granjero en quienes incidirá finalmente el tri-
buto, aumentarán los precios de sus respectivos pro-
ductos. De este modo
...las clases superiores y medianas del pueblo, si
entienden sus intereses, han de procurar que no se
carguen de impuestos las cosas necesarias para la
vida, porque resulta ser una indirecta contribución
sobre los salarios del trabajo, viniendo su final
desembolso a recaer sobre ellas.32
Por su parte, los impuestos sobre los artículos de lujo
son aceptables porque el aumento del precio de estas
mercancías no incide necesariamente sobre los sala-
rios del trabajo, en virtud de que este tipo de impues-
tos sólo provoca aumentos en el precio de las mer-
cancías gravadas. Los impuestos suntuarios se pagan
por los consumidores con independencia de la fuente
del ingreso. En tanto que existen algunos artículos de
lujo que consumen los pobres, como el tabaco, el azú-
car y el té, estos impuestos recaen sobre cualquier
especie de renta: salarios del trabajo, ganancias del
capital o, en mayor medida dada la estructura de los
terratenientes, sobre la renta de la tierra. Por otra
parte, en opinión de Schumpeter:
Los príncipes y los burócratas tenían otro motivo más
para preferir la exacción indirecta. Hoy día estamos
ya acostumbrados a considerar el impuesto indirecto
como el más perjudicial para los más pobres. Pero en
los siglos XVII y XVIII el argumento ‘social’ militaba en
favor de los impuestos indirectos: pues los impuestos
indirectos eran al menos soportados también por la
nobleza y el clero, mientras que estas clases no apor-
taban prácticamente nada a la tributación directa.33
Finalmente, Smith advierte el riesgo de que el impues-
to sobre el consumo de bienes necesarios se convier-
ta en un impuesto “en cascada”, ya que los impuestos
sobre estos bienes se repiten y se acumulan cuatro o
cinco veces en una misma cosa, por lo tanto Smith
está a favor de que se identifiquen y se graven –“como
en Gran Bretaña”– solamente las mercancías de con-
sumo final.
Conclusiones
Con seguridad, La Riqueza de las Naciones no repre-
senta el inicio de la doctrina fiscal. Sabemos al menos
que los fisiócratas tuvieron su propia teoría de la tribu-
tación. Sin embargo, igual que ocurre con la ciencia
económica en general, por cuanto se refiere a la teo-
ría fiscal, Adam Smith ofrece un apropiado punto de
71
ESTADO, ECONOMÍA Y HACIENDA PÚBLICA núm. 14 enero-junio 2008, pp. 59-72
30 Ibidem, p. 460.
31 Ibidem, p. 464.
32 Ibidem, pp. 457, 467. 33 Schumpeter, op. cit., p. 244.
partida para perfilar la emergencia del pensamiento
‘moderno’ en Hacienda Pública. Su obra contiene
muchos de los temas fiscales más importantes, cuida-
dosamente sistematizados, desde los deberes del
Príncipe para proveer los servicios públicos hasta los
criterios apropiados para recaudar los ingresos nece-
sarios para el cumplimiento de su quehacer. Con justi-
cia debe reconocerse que los argumentos de Smith en
materia de gasto público son la premisa importante de
que existen ciertas funciones que por razones objeti-
vas, no ideológicas, necesitan ser proveídas por el
Estado. Es decir, la concepción de bienes públicos
puros se encuentra sustentada en argumentos que
han permanecido hasta el momento actual, y la noción
de fallos del mercado está bien delineada cuando
expone la tercera obligación del Estado.
El estudio de Smith sobre la cuestión tributaria
está fuertemente dirigido por los postulados de su teo-
ría general, esto es, por el supuesto que el salario tien-
de inevitablemente al nivel de subsistencia, así como
por el de que la ganancia se destina esencialmente a
la formación de capital. Por lo tanto, por razones de
capacidad de pago, la renta de la tierra y los impues-
tos suntuarios son las fuentes idóneas de donde
deben salir los ingresos del Estado para el ejercicio de
sus funciones básicas. Con respecto a la tributación
sobre los beneficios, es vista como una intromisión
indebida que causa la fuga del capital en detrimento
del crecimiento económico. Así, los impuestos sobre
los beneficios son tratados muy tempranamente según
la actual visión tiboutiana de “votar con los pies”.
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Schumpeter, Joseph A. (1971). Historia del Análisis
Económico, Ariel, Barcelona.
Smith, Adam (1977). La Riqueza de las Naciones,
Vols. I y II, Publicaciones Cruz O., México
(1776).
72
La Hacienda Pública en la Economía Política Clásica: Adam Smith
RESUMEN
El presente artículo pretende satisfacer dos propósitos
inherentes a nuestro carácter de investigadores interesa-
dos en ejercer la docencia como una característica que
busca ser común en la actividad académica de nuestra
Universidad; en esta línea de pensamiento lo que expre-
samos a continuación constituye, en primer término, el
interés de sumarnos a los objetivos de difundir las tareas
que realiza el personal académico de la UV, en este caso,
circunscritas a un tema específico: el Modelo Educativo
Integral Flexible (MEIF) en una de sus vertientes: el Área
Formativa de Elección Libre (AFEL) y en segundo térmi-
no, expresar una primera aproximación al comportamien-
to del modelo y el área citada derivado de la experiencia
de nuestra participación.
ABSTRACT
This article aims to fulfill two purposes inherent in our cha-
racter of researchers interested in teaching as a feature
that seeks to be common in the academic activities of our
University; in this line of thought to express what is, first,
the interest to join in order to disseminate the work done by
the academic staff of the UV in this case limited to a spe-
cific topic: Flexible Integrated Education Model (El Modelo
Educativo Integral Flexible, MEIF) in one of its forms: the
Free Choice Program Area (Área de Formación de
Elección Libre, AFEL) and second, to express a first appro-
ximation to the behavior of the model and derived from the
area cited the experience of our participation
Generalidades del Modelo
En el año de 1999 surge en la Universidad Veracruzana
la primera propuesta del Nuevo Modelo Educativo, con
el objetivo general de
propiciar en los estudiantes de las diversas carreras
que oferta la Universidad Veracruzana una formación
73
Modelo EducativoIntegral Flexible:
resultados de experiencias docentes
Benjamín Sigüenza Salcedo* y Olivia Sigüenza Domínguez*
* Investigador del Instituto de Investigaciones y Estudios
Superiores Económicos y Sociales. Universidad
Veracruzana.
integral y armónica: intelectual, humana, social y pro-
fesional y, en forma particular, desarrollar en los estu-
diantes conocimientos, habilidades, destrezas, actitu-
des y valores necesarios para lograr la apropiación y
desarrollo de valores humanos, sociales, culturales,
artísticos, institucionales y ambientales; un pensa-
miento lógico, crítico y creativo; el establecimiento de
relaciones interpersonales y de grupo con tolerancia
y respeto a la diversidad cultural y un óptimo desem-
peño fundado en conocimientos básicos e inclinación
y aptitudes para la autoformación permanente.
A manera de resumen transcribiremos parte de los
lineamientos del Modelo para el nivel licenciatura que
se expresan en su segunda edición de fecha 2 de abril
de 1999 e ISBN 968-834-484-2, cuyo contenido ínte-
gro lo podemos encontrar actualmente en la página
Web de la Universidad Veracruzana:
La formación integral parte de la idea de desarro-
llar, equilibrada y armónicamente, diversas dimen-
siones del sujeto que lo lleven a formarse en lo inte-
lectual, lo humano, lo social y lo profesional. En el
nuevo modelo, la Universidad Veracruzana deberá
propiciar que los estudiantes desarrollen procesos
educativos informativos y formativos. Los primeros
darán cuenta de marcos culturales, académicos y
disciplinarios, que en el caso de la educación supe-
rior se traducen en los elementos teórico-concep-
tuales y metodológicos que rodean a un objeto dis-
ciplinar. Los formativos, se refieren al desarrollo de
habilidades y a la integración de valores expresa-
dos en actitudes…
El nuevo modelo propone que el énfasis curricular
recaiga sobre la formación de los estudiantes, y no
sobre una información enciclopedista, ya que un
alumno bien formado cuenta con las actitudes y
herramientas para el constante auto-aprendizaje a
través de las bases que ha creado al educarse de
una manera integral.
Fines de la Formación Integral:
Los fines sobre los que girará la formación integral
abarcan lo intelectual, lo humano, lo social y lo profe-
sional. Cada uno de éstos atiende los siguientes
aspectos:
Formación intelectual.- Este tipo de formación
tiende a fomentar en los estudiantes el pensamien-
to lógico, crítico y creativo necesario para el desarro-
llo de conocimientos, sobre todo aquellos de carácter
teórico que circulan de manera privilegiada en el
ámbito universitario; así como a propiciar una actitud
de aprendizaje permanente que permita la autofor-
mación. Un alumno formado de esta manera, desa-
rrolla la habilidad para razonar, analizar, argumentar,
inducir, deducir y otras, que le permiten la genera-
ción y adquisición de nuevos conocimientos y la
solución de problemas.
Formación humana.- La formación humana es
un componente indispensable de la formación inte-
gral y se relaciona con el desarrollo de actitudes y la
integración de valores que influyen en el crecimiento
personal y social del ser humano como individuo. La
formación humana debe abordar al sujeto en sus
dimensiones emocional, espiritual y corporal.
Formación social.- Fortalece los valores y las acti-
tudes que le permiten al sujeto relacionarse y convivir
con otros. Desde esta perspectiva se propicia la
sensibilización, el reconocimiento y la correcta ubica-
ción de las diversas problemáticas sociales; se forta-
lece el trabajo en equipo, el respeto por las opiniones
que difieren de la suya y el respeto hacia la diversi-
dad cultural.
Formación profesional.- Este desarrollo está
orientado hacia la generación de conocimientos,
habilidades y actitudes encaminados al saber hacer
de la profesión. La formación profesional incluye
tanto una ética de la disciplina en su ejercicio, como
los nuevos saberes que favorezcan la inserción de
los egresados en condiciones favorables en la situa-
ción actual del mundo del trabajo.
Ejes integradores:
En esta propuesta se considera necesaria la
incorporación de tres ejes integradores: teórico, heu-
rístico y axiológico, mismos que se consideran idóne-
os para la formación de los futuros profesionistas,
quienes deberán responder a las demandas y retos
sociales del siglo XXI.
74
Modelo Educativo Integral y Flexible: resultados de experiencias docentes
Eje teórico.- Este eje se refiere a las formas de
aproximarse al conocimiento; se sustenta en el estudio
de la sistematización y de la construcción del conoci-
miento con la finalidad de presentarlo en su génesis his-
tórica y científica y no como producto acabado e ina-
movible… El eje teórico también incluye una dimensión
epistemológica, la cual implica la discusión de las teorí-
as y el establecimiento de las condiciones propicias en
la producción y la validez de ese conocimiento, en con-
cordancia con la disciplina que se enseña…
Eje heurístico.- Este eje comprende el desarrollo
de habilidades, procedimientos y procesos que nos
ofrecen una probabilidad razonable para solucionar
un problema. Está orientado a la generación de cono-
cimientos, técnicas, recursos y acciones creativas e
innovadoras sistematizadas, proyectadas hacia la
aportación de los avances científicos, tecnológicos y
artísticos, para hacer frente a las cambiantes deman-
das del entorno laboral, social y cultural…
Este eje visualiza que el aprendizaje se construye
cuando el alumno se enfrenta a la realidad, maneja
información a través del análisis, el debate y la inves-
tigación…
Eje axiológico.- A través de este eje se busca que
la educación del estudiante esté centrada en los valo-
res humanos y sociales y no sólo en el conocimiento,
ya que la formación del individuo debe ser profunda y
sensible en cuanto al compromiso social, la conser-
vación y respeto de la diversidad cultural y del
ambiente, la superación personal mediante el autoa-
prendizaje, el fortalecimiento de la autoestima y el
desarrollo de la apreciación por el arte en todas sus
manifestaciones…
El tratamiento de este eje no es responsabilidad
únicamente de los docentes, sino de todos y cada
uno de los miembros que conforman la comunidad
universitaria…
Transversalidad:
…La transversalidad puede considerarse como la
estrategia metodológica fundamental en este modelo,
ya que a través de ella se logrará la incorporación de
los ejes integradores, es decir, de una perspectiva
integrada de los conocimientos. Esta estrategia tam-
bién posibilitará que las habilidades básicas de pen-
samiento y comunicación, que son pilares del enfo-
que curricular en este modelo, permeen los conteni-
dos de los planes de estudio.
Áreas de formación en los planes de estudio:
La nueva orientación académica de la
Universidad Veracruzana apunta hacia la formación
integral de los estudiantes mediante la conformación
de un currículum flexible, apoyado en el sistema de
horas crédito… En un sentido amplio, el sistema de
créditos se considera únicamente como un sistema
de medición de las actividades de aprendizaje, adap-
table a una estructura curricular electiva y flexible; es
decir, cada alumno tiene la oportunidad de seleccio-
nar su carga académica, de acuerdo con su interés y
disponibilidad de tiempo para cursar la carrera, bajo
ciertos lineamientos.
La implantación de un modelo flexible logrará la
incorporación de nuevas experiencias educativas
apoyadas en un trabajo eficaz y eficiente por parte de
quienes operan los currícula universitarios. Además,
plantea la necesidad de elevar el rendimiento acadé-
mico y escolar no sólo en la esfera institucional sino
social; dimensión que deberá ser primordial para el
trabajo universitario ya que permitirá elevar el nivel de
sus egresados, lo que les dará competitividad laboral
y presencia social. En el diseño de las estructuras
curriculares del nivel de licenciatura se incluyen cur-
sos y otras experiencias educativas de carácter obli-
gatorio y optativo, que cubren contenidos en las
siguientes cuatro áreas de formación:
Formación básica:
Corresponde a la adquisición y/o acreditación de
conocimientos y habilidades de carácter inter y multi-
disciplinario, metodológico, instrumental y contextual,
mediante los cuales el estudiante será capaz de
comunicarse eficazmente y sentar las bases para el
estudio de una carrera universitaria.
Dentro de la formación básica se consideran dos
campos, el general y el de iniciación a la disciplina:
a) General… Los contenidos sugeridos se han
agrupado en los cuatro cursos propuestos en el área
de formación general básica que son: Computación
básica, Inglés, Lectura y redacción a través del análi-
75
ESTADO, ECONOMÍA Y HACIENDA PÚBLICA núm. 14 enero-junio 2008, pp. 73-78
sis del mundo contemporáneo y Habilidades de pen-
samiento crítico y creativo…
b) De iniciación a la disciplina. Corresponde a la
formación necesaria para acceder al estudio de una
disciplina específica sin llegar a considerarse dentro
del núcleo integral de la misma. Los cuerpos colegia-
dos de cada carrera deberán definir los contenidos y
experiencias que consideren necesarios para que un
estudiante se inicie en el estudio de la disciplina. Es
posible que a través de las coincidencias en las pro-
puestas de varias carreras en esta área de formación
básica, se lleguen a conformar cursos comunes.
Formación disciplinaria:
Corresponde a las experiencias de formación pro-
fesional necesarias para adquirir el carácter distintivo
de cada carrera y a través de las cuales se caracteri-
za el perfil de las distintas áreas de conocimiento.
Son los aprendizajes mínimos que cada profesional
debe manejar en función de su disciplina. Las expe-
riencias y cursos concentrados en esta área serán
totalmente o en su mayoría de carácter obligatorio.
Formación terminal:
Es el conjunto de experiencias educativas de
carácter disciplinario que el estudiante podrá elegir
para determinar la orientación de su perfil profesional.
En esta área es donde se concentrará la mayor parte
de los cursos y experiencias educativas de carácter
optativo. Esta área permitirá la expresión de las dife-
rencias de carácter regional que debido a la descon-
centración geográfica de la Universidad Veracruzana
deberán tener un lugar en los proyectos curriculares.
Formación de elección libre:
Dirigida a la formación complementaria del desa-
rrollo integral de los alumnos. Puede incluir experien-
cias educativas de cualquiera de las anteriores áreas
de formación y de cualquier disciplina. Las restriccio-
nes en esta área estarán dadas sólo por la variedad
y cantidad de las materias que la universidad ofrezca
para todos sus estudiantes1.
La importancia del AFEL (Área de Formación de
Elección Libre) radica en la oportunidad que el alumno
tiene de ampliar sus posibilidades de apertura y explo-
ración hacia otros saberes y experiencias de aprendi-
zaje, distintos de los de su disciplina y futura profesión.
De igual manera, el cursar experiencias educativas de
esta área de formación le permiten tener contacto con
ambientes de trabajo distintos, con visiones multi e
interdisciplinarias, lo que promueve productos innova-
dores y visiones más amplias.
En la página Web de la UV el alumno puede
encontrar a detalle las diferentes alternativas para
cubrir el AFEL2, las cuales son:
1. Cursar EE de otros programas educativos incor-
porados al MEIF.
2. Cursar alguna(s) de las materias incluidas en
los planes de estudio rígidos.
3. Cursar algunas de las EE optativas del área de
formación disciplinaria o terminal del propio plan
de estudios que, por supuesto, el estudiante no
haya tomado antes.
La siguiente alternativa es la que compete a este
documento:
4. Cursar EE elaboradas específicamente para
esta área de formación: éstas promueven la for-
mación integral respecto de la diversidad lin-
güística, el arte y la cultura, la salud, el deporte,
los valores, la educación para la sustentabilidad,
el estudio independiente y algunos temas disci-
plinarios. Se encuentran en un catálogo de
experiencias educativas exclusivas para el
AFEL, y de él se extrae la oferta para cada
periodo escolar, la cual puede variar según los
76
Modelo Educativo Integral y Flexible: resultados de experiencias docentes
1 http://www.uv.mx 2 http://www.uv.mx/dgda/cpp/academicos/afel/documentos
tiempos e implicaciones de quienes las ofrecen
(direcciones, dependencias, institutos, centros).
Lo descrito anteriormente constituye una síntesis de
los aspectos conceptuales del MEIF y específicamen-
te del AFEL, los cuales consideramos importantes de
señalar en tanto que conforman el marco de referencia
que nos permitirán formular los resultados de la expe-
riencia derivada de nuestra participación en el mismo.
Resultado de la experiencia
En el primer semestre del periodo lectivo 2008, los auto-
res impartimos en las instalaciones del IIESES el conte-
nido de los programas de las materias “La Auditoría
como Instrumento de Control” y “Elementos básicos de
publicidad impresa”, huelga decir que en atención a las
disposiciones que norman las actividades docentes en
esta sección del MEIF, correspondió a los autores, a
título individual, la estructuración y diseño de cada
curso, los cuales fueron aprobados en todas y cada una
de las etapas que constituyen el proceso instaurado y a
cargo de las instancias académicas correspondientes.
Las materias citadas fueron incorporadas a la oferta
educativa y difundidas para conocimiento de los estu-
diantes de las distintas carreras que se cursan en las
unidades educativas de la Región Xalapa.
Los resultados obtenidos a partir de los datos reca-
bados casi en su totalidad coincidieron en ambos
casos, ello puede deberse a una situación meramente
circunstancial o bien pudieran constituir una tendencia
que un estudio más detallado y para un mayor núme-
ro de casos darían indicadores para realizar los cam-
bios que el modelo estuviera demandando; al respec-
to, no obstante los esfuerzos realizados, no pudimos
contar con datos “duros” que indicaran la fecha de ini-
cio en la aplicación de esta etapa del MEIF a fin de
tener un panorama histórico
En ambos casos se inició el curso con una breve
exposición de los propósitos y objetivos del MEIF y de
su etapa AFEL, resaltando el interés de lograr la for-
mación integral del alumno y reforzando la idea de la
importancia y rol que le corresponde a cada uno de los
participantes en el proceso de enseñanza aprendizaje,
así como la motivación para la autosuperación.
A continuación señalamos los aspectos relevantes
de la experiencia obtenida, expresando, en primer tér-
mino, algunos datos cuantitativos y cualitativos en fun-
ción de los alumnos participantes, en segundo lugar,
las apreciaciones personales de los autores en función
de los resultados y el comportamiento de los asisten-
tes así como del modelo en lo general.
De los alumnos participantes: en el primer caso,
“La Auditoría como Instrumento de Control”, se contó
con la presencia de 7 alumnos cuya ubicación docen-
te se presenta a continuación
alumnos carrera que cursa semestre
5 Administración de empresas 6º
1 Contaduría 6º
1 Nutrición 6º
En el segundo caso, “Elementos básicos de publicidad
impresa”, el total de alumnos inscritos fue también 7,
con la ubicación que se señala a continuación
alumnos carrera que cursa semestre
4 Administración de empresas 8º
2 Administración de empresas 6º
1 Contaduría 6º
De acuerdo a lo expresado por los alumnos, la(s)
razón(es) que los llevaron a elegir las materias seña-
ladas fueron:
a. “Para sumar créditos en el Área de Elección
Libre.”
77
ESTADO, ECONOMÍA Y HACIENDA PÚBLICA núm. 14 enero-junio 2008, pp. 73-78
b. “Es un buen complemento para la carrera que
curso.”
c. “El tema, no obstante que está en mi plan de
estudios y ya lo cursé, el maestro no logró trans-
mitir cosas importantes.”
Su participación y cumplimiento puede calificarse de
“bueno”, lo cual en parte puede ser atribuido a las
razones que ellos expresaron de inscribirse en estos
cursos.
Se apreciaron deficiencias tanto en el conocimien-
to que ya deberían haber adquirido, como en su for-
mación integral, toda vez que se manifestaron fallas
de cultura general y falta de seguridad en sus inter-
venciones.
Consideraciones generales
De acuerdo a las carreras que cursan los alumnos ins-
critos, se observa que de ambos casos sólo uno de
ellos no cursa una carrera del área académica especí-
fica, lo cual es un indicativo de que aún, por lo menos
en estos casos, los alumnos no logran asimilar la idea
central que subyace en el concepto de “Formación
Integral”, así como las bases y propósitos del “Área de
Formación de Elección Libre”; debemos considerar la
pretensión de que los alumnos participantes deben
provenir de áreas académicas distintas a las que se
identifican con el título y contenido de los programas
de las materias ofertadas.
Debemos resaltar que, en términos generales, a
medida que se desarrollaron los cursos los alumnos
identificaron algunas de las ventajas del modelo que
parten de su base conceptual y logran coincidencia
con los objetivos que señala.
Desde otra perspectiva, la “flexibilidad” que consti-
tuye una de las ventajas del modelo, resulta relativa;
en la mayoría de los casos los alumnos expresaron
tener dificultades para el cumplimiento asistencial, en
función de la ubicación de las sedes y horarios regis-
trados en la oferta presentada por la institución.
Fue evidente el esfuerzo de los alumnos en la bús-
queda de fuentes de información que les permitiera
cumplir con los requerimientos de los docentes; con
ello se evidenció su motivación para realizar activida-
des de investigación.
En conclusión podemos expresar que, en términos
generales, el modelo responde en la práctica a los pro-
pósitos que le dieron origen; sin embargo, la experien-
cia nos lleva, en una primera apreciación, a manifestar
que no es conocido con la profundidad debida, lo cual
consideramos posible de superar con una difusión
más intensa de sus bondades; asimismo, deben reali-
zarse las acciones que demanda el modelo para hacer
efectiva y a favor del estudiante fundamentalmente la
flexibilidad que lo adjetiva.
Desde la perspectiva docente, el modelo ofrece
una amplia libertad para estructurar programas de
estudios que permiten conjugar resultados de las acti-
vidades de investigación, haciendo con ello efectivo el
propósito de combinar funciones sustantivas de la
Universidad.
Finalmente consideramos pertinente reforzar las
actividades de evaluación y comportamiento del
mismo, así como de registros estadísticos.
78
Modelo Educativo Integral y Flexible: resultados de experiencias docentes
INSTRUCCIONES PARA LOS COLABORADORES
Estado, Economía y Hacienda Pública
Los trabajos enviados se sujetarán al dictamen del Comité Editorial, previo arbitraje. Asimismo, toda colaboracióndeberá ajustarse a los siguientes lineamientos:
1. Presentarse en original impreso que incluya texto, cuadros, gráficas, etcétera, en papel tamaño carta, interli-neado 1.5. Los cuadros, gráficas y diagramas deberán presentarse en hojas separadas, al final del texto ycon la indicación del lugar en que deben insertarse.
2. Tener una extensión de 10 a 25 cuartillas (Arial 12; interlineado 1.5), con un resumen en español e inglésque no exceda las ochenta palabras.
3. Adjuntar un CD que contenga:• Archivos de texto en Word.• Archivos individuales por cuadro, gráficas o diagramas en Excel. Las cifras de los cuadros deberán
separarse por espacio, y no por comas, evitando usar cuadrícula.3. Los comentarios, aclaraciones, referencias y recomendaciones bibliográficas, y otros textos de apoyo se colo-
carán como notas al pie de página.4. La bibliografía completa se presentará al final del texto ordenada alfabéticamente, y cada referencia debe
ajustarse al modelo siguiente: apellidos, nombre(s), (año de edición), título, editorial, ciudad.
Para correspondencia, suscripciones, canje y/o difusión de otras publicaciones afines, favor de dirigirse a:
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