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7/25/2019 Fernndez O_Del fetichismo de la mercanca al fetichismo del capital
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DEL
FETICHISMO
DE
LA
MERcAwca
AL
FETICHISMO
DEL
CAPITAL
Osvaldo
FernndezDiaz
EDICIONES
IDEAS
7/25/2019 Fernndez O_Del fetichismo de la mercanca al fetichismo del capital
2/125
Ttulo de la
obra:
DeI Fetichismo de la mercanca al
fetichismo
del CaPital
@
Osxaldo Fernndez
Daz,
ai,o
2or4
Primea
Edicin:
diciembe
de 2014
Diector Editorial: Marcelo Beltrand Opazo
Edicin
y correccin
de
textos: Mundo de Papel
Servicios
Editoriaies
Diseo
de
Potada:
Rosalia
Huenchuir
Diagamacin interio: Maritza
Rivera
Comunicacin
y
Difusin Editorial:
Eliana Daz
@
Editorial
Planeta de Papel
Ltda.,2014
)
EDICIONES IDEAS
Av.
Errntrtz
I178, Of 75, Valparaso
planetadepapel@gmail.com
-
Impreso
en GSR
Av
Coln
1820,
Valparaso
RPI:248.131
ISBN: 978 956 9298 07 3
lln
libro
es
ffis
que
un objeto,
es
todo
u
mundo
Impreso en Chile
/
Pinted in Chile
Ninguna parte
de esta
publicacin puede
ser reproducida
o tansmitida,
mediantecualquiesistema
electrnico,mecnico,fotocopiado,
grabacin
o de recuperacin
o almacenamiento de informacin-,
sin
la
expresa
autorizacin de
1os
autoes.
DEL
FETICHISMO
DE
LA
MERCANCIA
AL FETICHISMO
DEL
CAPITAL
Osvaldo
FernndezDiaz
7/25/2019 Fernndez O_Del fetichismo de la mercanca al fetichismo del capital
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CONTENIDO
ALGO PREVIO
9
INTRODUCCIN
13
PRIMERA
PARTE/
El fetichismo
de
las
cosas
f9
CAPITULO
1
:
La
"teora
dl
fetichismo"
su
problemtica
21,
CAPTULO
2
: Hacia una caracterizacin
de1 concepto
de
fetichismo
CAPITULO
3 : Del fetichismo
de la
mercanca
al fetichismo
del
capital
SEGUNDA
PARTE/
El
fetichismo
de
las
ideas
CAPTULO
4
: E1
modo
de
representacin
capitalista
CAPTULO
5
: La
ideologa e1 perodo
de
la
circulacin
sirnple
TERCERA
PARTE/
El
fefichismo
de
los
discursos
CAPfTULO
6 :
La
presencia
de1
elemento
vulgar
en
1a
economa
poltica
clsica.
CAPTULO
7 :
Cuando
1a
ideologa se
hace
economa
poltica
vulgar
CONCLUSIN
40
69
101
103
123
757
L59
t96
24L
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7/25/2019 Fernndez O_Del fetichismo de la mercanca al fetichismo del capital
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rondaba,
sobre
todo
por
los
problemas
que
me suscitaban
los
trabajos
de
Althusser
al
respecto.
En
especial
para
un
espritu
gramsciano
como
el
mo.
De
ah
que
haya
escogido
ei
con_
cepto
de ideologa
para
mi
tesis,
y que
detrs
haya
venido
adquiriendo
relevancia,
a
medida
que
avanzaba
en
ella,
el
de
fetichismo.
La tesis,
que
titul,
El
concepto
de
ideologa
en
El
Capital
de
Marx,
la defend en1979.
Oto
encuentro
da
cuenta
de
cmo
fue
que
este
esfuerzo
y
esta trayectoria
hayan
culminado
con
la
publicacin
de
ml
trabajo
en
Madrid,
en
1982.
A
travs
de
1a
revista
Araucaria
conoc
al poeta
chileno
Omar
Lara
quien
haba
instalado
en
Madrid
su
revista
Trilce,
y
la
editorial
LAR,
en
donde
muchos
profesores
y poetas
chilenos
publicaron.
As
fue
como,
gra_
cias
a
1,
en
su
flamante
editorial,
apareci
este
libro,
bajo
el
llamativo
ttulo,
Del
fetichismo
de la
mercanca
al
fetichrsmo
del capital.
Pero
all
qued,
como
un producto
de1
exilio,
circulan_
do
ente
amigos
y
exiliados,
con
vagas
noticias
que
algunos
ejemplaes
habran
llegado
a
Chile.
porque
sucedi
que
ha_
bindome
cenftado
en
la
literatura
y
en estudios
de
civiliza-
cin
latinoameicana,
corno
labor
principal
de
mi
desempeo
docente
en la
Universidad
paris
X,
Nanterre,
no
volv
a
preo_
cuparme
de
este
libro,
durante
casi
leinta
aos,
hasta
que
en
el
2012,
instal
un
seminario
de
investigacin,
sobre
El
Capi_
tal,
y
volvi
a
ocuparme
con
cierto
rigor
de
la obra
de
Marx.
Seminario
que
se
ha
desarrollado
en
el Magister
de
Filosofa
en la
Universidad
de
Valparaso.
estimulado
a editarlo
de nuevo. Pero
no es
la nic;r,
()tri1,
pro-
viene
de
1a actualidad
que
han cobrado
los
estudios accrc
rlcl
concepto
de
fetichismo
en nuestros
das.
Las nuevas vs clt'
exploracin
que
1os autores que se reconocen
en
la
"Teora
clt'l
valor"
han abierto,
sobre
todo
en
lo
que
se
tefiere
a
una
nucvr
lectura
de
Marx,
desde
nuevas perspectivas,
ponen
de
actua-
lidad
algunas
de
1as
ideas que
esboce
en
mi
tesis
y
las
vert
etr
mi
libro, 1o que
me incita
a
ofrecerlas
de
nuevo
a
la
discusin.
Insistir
en
1o
que
acabo
de
decir,
porque a veces el
esti-
lo algo apodctico
que
se
apodera
de
m,
y
mediante e1 cual
abordo,
a
veces,
estos asuntos,
puede
llevar
al lector a supo-
ner que doy
todo
por cierto, y acabado. En
verdad, pienso al
contrario
que estos temas son
en
s una
discusin abierta,
ms
aun
iuando
el objeto
al que se refierery e1 capitalismo,
sigue
reproducindose
y
planteando
enigmas
y problemas
a
1a in-
vestigacin.
Problemas que
1a
histoia
de
un
debate, da
origen
a nuevas lecturas
de Mari.
41 lado de la
frase,
"nueva
edicin",
debiera colocar,
"co-
rregida
y
disminuida",
pues 1a revisin que
he
llevado a cabo
ha
puesto
ahora ms
atencin en e1 concepto de
fetichismo
que
en el de
ideologa,
que
en la tesis
doctoral,
por
razones
obvias,
era dominante.
Debo reconocer,
por
ltimo,
e1 estimu-
lo
que
tanto 1a lectura
de Moishe
Postone,
como
mi
encuento
con
los
escritos
de
Anselm
Jappe,
a
quien escuch
en Agosto
de
2014,
tuvieron
para
1a lnea
a seguir
en
esta
revisin.
Como
dije,
haba
escrito
esta
obra
motivado
ocura
en
Chile
en
aquellos
aos
aciagos
de
la
por
lo
que
dictadura;
pensando
en
volver
a
publicarla
ac,
en nuestro
pas,
como
una
propuesta
para
nuestras
propias
interrogantes
y
nuestlos
propios
debates;
pero
qued
atrs,
como
un
producio
ms
del
exilio
chileno.
Esta
ha
sido
una
de
1as
razones
que
me
han
*
t
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i
il
I
I
l
t
INTRODUCCION
Mientras la Mama
Grande necesit tan slo tres horas
para
hacer
e1
recuento
de
sus
haberes
terrenales,
sucumbi,
en
cambio,
ante
la imposible tarea
de
catastrar
sus
bienes
mora-
les,
cuyo
patrimonio
"invisible",
contemplaba:
"La
fiqueza
de1
subsuelo,
las aguas
territoriales,
los co-
lores
de las
bandera, la
soberana
nacional,
1os partidos
tradicionales,
los
deechos
del hombre,
1as libertades
ciudadanas,
el
primer
magisfrado,
la
segunda instan-
cia, e1 tercer
debate, las cartas de recomendaciry 1as
constancias
histricas, las elecciones libres, 1as reinas
de
belleza, los discurso trascendentales,
las
grandiosas
manifestaciones,
las
distinguidas
seoritas, 1os correc-
tos
caballeros, 1os
pundonorosos militares, su
seora
ilustsima,
la corte
suprema
de
justicias,
1os
artculos
de
prohibida importacin, las
damas
liberales,
el pro-
blema
de 1a carne,
1a prensa
libre pero responsable,
la
Atenas sudamericana,
la opinin
pblica, 1as elecciones
democrticas,
la
moral
cristiana,
1a
escasez
de
divisas,
el
derecho
de
asilo,
el
peligro
comunista, 1a nave
del
es-
tado,
1a
caresta de
1a
vida,
las
tradiciones republicanas,
las
clases
desfavorecidas,
los mensajes
de adhesin1."
knpacta
tan disparatada reunin de
elementos,
cuyo or-
den
y
medida
no
aparecen
evidentes
a
simple vista.
Y
aunque
tas
el
ecuento
se esconda 1a lgica siempre desmesurada
del
poder
de una
clase
social,
y
que
explica la homogeneided
mgica
que
parece
reconstruir
ficcirL
nos
desasosiega
una
lo" |i
$t*-' "
te|'
I'ariueralet
tle
Ltana
crande,
Gt11albo,
Btcelona,
1977,
13
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taxonoma
que
cose
en
un
mismo
destino
,,los
colores
de
la
bandera",
"la
sobeana
nacional,,,
,,las
reinas
de
belleza,,,
y
"
los
ejemplos
para
el
mundo,,.
Asombra
sobre
todo,
la
lnea
continua
que
hace
legible
tanta
exlrema
disimilitud,
que
otor_
ga regularidad
a
este
catastro
de
haberes
morales,
cuvu
ma_
teria
pertenece
al
poder
invisible
de
aquella
fabulosa
y
mtica
terrateniente
que
era
la Mama Grande.
Cuando
Marx
aborda
las
relaciones
de produccin
capita_
listas,
y
la
conciencia
que
de
ellas
tiene
la ciencia
econmica
que
las
avala
y
venera,
el texto
de
Marx
nos
invita
a
compartir
un
similar
grado
de
asombro.
Slo
que
en
este
caso,
al
des_
nudar
la
abitariedad
de
la
formula
trinitaria
con
que
Smith
resume
1a riqueza
burguesa,
el
discurso
cientfico
de la
crtica
determina
el
espacio
en
donde
esta
irracionalidad
encuentra
un
ordery
e
incluso
dento
de
este
mismo
absurdo,
la
existen_
cia
tambin,
de los
contenidos
de
un
dominio
de
clase.
.
En
1845,
con
su
Ideologa
Alemana,
Marx
y Engels
sacaban
el
concepto
de
ideologa
de
la
dimensin
lOgicJ_gramaiical
con
que
la
haba
usado
Destutt
de
Tiacy,
es
decir,
como
una
especie
de
gramtica
de
las
ideas,
para
proyectarlo
ahora
a
la
dimensin
social
de
las
relaciones
de
pocler.
Fue
entonces
cuando
formula
su
conocida
tesis
acerca
de
que
la
ideologa
es
la
ideologa
de
la
clase
dominante.
euedja
por
indagar
cules
eran
los
mecanismos
de
tal
funcionamiento;
los dis_
tintos
niveles
de
su determinacin;
1a
fuerza material
de su
reproducciry
inteogantes
que
llevaban
desde
este
escrito
temprano,
hasta
el
mbito
terico
del
Capital.
Decimos,
"mbito
terico
del
Capital,,,
porque
vamos
a re_
ferinos
e
involucrar
en
nuestra
pesquisa,
no
solo
a
la
obra
que
tiene
por
ttulo
El
Capital
y cuyo
primer
libro
aparece
en
1862,
sino
a toda
la
produccin
terica,
que
permaneci
indita,
en
vida
de
Marx,
y
que
abarca
aquel
periodo
de
produccin
te_
rica
mayoq,
que
comienza
en
1g57,
y
cuyas
ireocupaciones
van a urgirle hasta el
final de su vida. Todo un conjunto de
manuscritos, de 1os cuales,
algunos constituyen
eclrcciones
provisorias, o
material
de referencia personal,
redactaclas
cr
no para
su
publicacin.
Estos escritos
entre los
qllc sc cn-
cuentran los Grundrisse2,
borrador
redactado entre 1.857-5U,
la Contribucin a la crtica
de la economa poltica,
prinre
r
intento por escribir
El
Capital;
1os
manuscritos
de 1861-1863,
que estaban destinados
a continuar
la
Coniribucin, y que
representan total o parcialmente
el proceso
de investigacin
que
Marx 1lev
a
cabo
en torno al capitalismo.
El problema de la ideologa
aparece en todos estos escri-
tos.
No
como
un
tema colateral
o anecdtico, sino incluido
en
el tratamiento de cada una
de
1as
categoras econmicas.
Desarrollos
que
ntegran
la exposicin3,
y
otros, que
no
obs-
tante
aparezcan como
parciales,
y espordicos
con respecto
al anlisis central,
o en
ocasiones
como simples
referencias,
no
dejan de ser significativos.
Todos el1os muestran que
este
problema
atraviesa el
discurso
crtico cientfico que Marx
pone
en
obra,
pasando
a ser uno de
1os momentos
constitu-
tivos
de
la exposicin
de las
distintas categoras
econmicas.
Es
e1 anlisis
de la ideologa
que explica y
sostiene
el
con-
cepto
de
"crtica
de 1a
economa poItica"
,
que
aparece
como
subttulo
del Capital y que ya era evidente
y flagrante en 1a
Contribucin.
Lo
que
acabamos de decir
respecto al papel central de la
ideologa
en e1 discurso de la
"critica
de la economa polti-
ca",
nos
permite, proponer una
lectura
paralela a la expo-
sicin
central,
que
va
a seguir
la
ftaza
de
la
problemtica
i
$
{
t
4
2
Cr
udi
'e
der
Krrul
der
po
rcct-en
O{or^mip
obr.r
qre
'e
tcdL
ro
. e'oari
con
el
trtu]o
de Elementos fund.rmcntales
para
la critica
de
la economia
poftica
Gorradol
1B
5-
1858,
SigLo
XXI, Mexico,19i1,
en una edicin a cargo de
Js
Ari
o.
MiSuel
\f
r-rni. v
Pedro
-.ron.
cl
v
r-d.-rc.
on e\1\ o c,rrgo
d( e. c u.Lrmo.
3
Por
1emp1o.
e1
4
apartatlo ,Jel
plmer
capnrlo
de1 Capital, quJ se destia al fe-
uchrsmo de la mercancr.r,
^
el cpiulo del tercer
romo
elaborado
por
Engels
en
donde
trxm
de lr
"Fn,
mnl
rn
rrr e"
14
15
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8/125
ideolgica
a travs
de
los
indicios
que
dejan
las
distintas
ca-
tegoras,
e
ir
buscando
en
ellos
la textura
real
y concreta
de
este
fenmeno.
_
Sea
cual
sea
el
grado
o
nivel
con
que
los
problemas
ideo_
lgicos
aparecen
tratados,
siempre
van
a
estar
referidos
a una
estuctura
que
pertenece
por
entero
a las
sociedades
donde
el modo
de
produccin
capitalista
es
dominante.
Este
es
el
marco
histrico
que
explica
tanto
el
funcionamiento
como
las
disposiciones
de los
distintos
elementos
del
fenmeno
icleo_
lgico;
la
forma
y
carcter
de
la
mistificacin;
el contenido
ge_
neral
de1
ocultamiento,
as
como
su
significacin
social.
pues
de
lo
que
vamos
a
hablar
en
adelante
ser
de
las
relaciones
ideolgicas
capitalistas;
de
las
ilusiones
que
se
generan
en
esta
sociedad,
cuya
expresin
general
quedara
dfinlda
por
su
carcter
capitalista.
Determinacin
que
limita
y
regula
el
empleo
metodolgico
del
concepto,
"r,
"l
-ur"o
qr"
le
irinda
el
modo
de
produccin
capitalista.
Considerada
dento
de este
espacio
lgico_histrico,
la
es_
tuctura
general
de
estas
relaciones
ideolgicas
deja
percibir
tes
niveles
de
presencia
y funcionamiento.
o
hay
reierencia
en
los
textos
de
Marx
aqu
mencionados,
que
no
luda
a esta
triple
dimensin.
Niveles
diferentes,
de
jiv"rsu
naturaleza,
porque
distintos
son
los
mecanjsmos
que
se originan
en
cada
uno
de
ellos,
como
distinta
es
tambin
la
relaci"n
que
guar_
dan
entre
s.
De
todos modos,
la
distinciOn
es
ms
bin lgica,
pues
en
la
realidad
concreta
de
la
sociedad
capitalista
ellos
se
presentan
conf
u
ndidos.
1)
Primero
el
nivel
ms
elemental,
aqul
en
que
se
pro-
dlcen
los
equvocos
que
resultan
de
la
forma
q.,"
ur.r*"
lu
reproduccin
material
del
sistema
capitasta.
Nivel
de
rela_
ciones
concretas
y
necesarias;
donde
priman
los
productos
de
ra
rnversron
que
constituyen
la
forma
dominante
del
fenme_
no
ldeolgico
en
nuestras
sociedades.
Este
es
el
lugar
natural
del {etichismo y de 1a reificacin.
Es, por otra parte, lo que
nos permite entender que
la expresin
"crtica
de
la economa
poltica"
aluda
no s1o a la ciencia sino,
y
de
manera preferen-
cial,
al
sistema
en su
conjunto.
2)
Luego viene e1
nivel de
1a representacin ideolgica,
ta1
como
sta aparece
en
1a
epdermis
de
1a
sociedad.
Lugar en
donde habita
la
conciencia
comn; en
donde
se
constituye
nuestra concepcin
del
mundo; lugar donde
todo
parece
tan
transparente, y rea1.
En donde se comercian
1as
ideas.
Es
el
espacio visible
de
la ilusin. Tierra
firme de las grandes ideas
de igualdad
y
libertad,
soportes clel pensamiento
moderno.
Asiento
de
la
ilusin bsica
de toda
realizacin social capita-
lista:
bajo
1a idea
que
1a sociedad
surge gracias
y mediante un
contrato
social. Pero que en
verdad
es
una
zona intermedia,
sostenida
por
mecanismos
mucho
menos
visibles,
que se
ori-
ginan fuera de su
espacio
luminoso
y
que provocan,
por
1o
mismo,
ste,
su particular
efecto ofuscador.
3) Finalmente, 1a estuctura deolgica
deja entender tam-
bin
un
proceso
donde
la subjetividad social;
1a accin
polti-
co-cultural
de
una
clase, alcanza
niveles
reales de
autonoma.
Mecanismo
de intervencin
ideolgca, aparatos
institucio-
nales
de
regulacin y control
social.
Discursos,
tanto
particu-
lares,
como
universales, que
1a clase dominante
instala
para
asegurar
y consolidar su dominio.
En este
momento se gene-
ra otra
forma de reproduccin,
subjetiva, distinta del efecto
ideolgico
persistente que provoca
1a reproduccin general
del
sistema.
Este
es
e1
momento
del
discurso
ideolgico; de su repro-
duccin,
de
su preparacin
y articulacin
racional
por
parte
del
estamento
intelectual,
para consolidar
alianzas, hegem
nicas
de
dominio
y
de
explotacin.
Es
la
nuestra
una lectura
sincrnica
de
1a
presencia de 1a
ideologa
en
la
socieda
7/25/2019 Fernndez O_Del fetichismo de la mercanca al fetichismo del capital
9/125
hacer;
lectura
que
recorr(
por
Marx,
desde
ta
o"r"
";"t:.:19:1del
edrficio
propuesto
nada
a
dejar
",,
"ru,o
";;;l'd'."5:1"j:[,ff:"n"j:1ff'j;
l
tiempo
histrico
del
modo
a"
proa.,""lon
";;;;;,
.""
ue
clicha
determinacin
solo
decida
""
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i^ri"""i".
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nuestra
parte,
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y
presentado
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_ut"rrul
url,
en
el
orden
que
acabamos
a""
"rpo.,u.;
y
l*;";-;;;;."
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comprende
este
trabajo
se
refieren
u .udu
.rr_.,o
J.l.iin,r"a,
niveles
de
presencia
del
fenmeno
ideolgico:
,
1)
En
la
primera
parte
que
hemos
llamado
el
,,fetichismo
de
las
cosas",
vamos
a abordar
los
procesos
A"
*iii.""iory
aiienacin
y
fetichismo,
tal
como
stos
se
dan
en
la
mercanca
y
como
prolongan
a
acentan
su
impacto
trurtu
J
rnorn".r_
to
rnximo
cuando
aparece
el
capital
a ir"rt"rOr;
_o_"ato
a"l
mximo
fetichismo.
2) En
la
segunda
parte,
,,El
fetichismo de
las
ideas,,,
nos
proponemos
examinar
aquellas
ideas
principales
que
ilum
nan
el
pensamiento
moderno,
ta
ae
igualaaaj
i"i"l,i."o
y
la
de
propiedad;
ideas
fras
las
cualeslse
fl_"
"iriUi"
il"rp"_
le
el
proceso
de
circulcin
d"1
capitJ.
"--'
' 'Jru'L
/
P
3)
En
la
tercera
parte,
,,El
fetichismo
de
los
discursos,,,
nuestuo
propsito
consistir
en
estudia
las
dversas
formas
de
aquello
que
hemos
llamado
tu
."proau""lorl
;";l*nr,
.
111:rT,
subieriva
de
la
reproduccion.
En
esta
parte
enLramos
clr
ra
omensron
politica
de
la
cuestin.
en
el
conj_licto
enke
las
clases
sociales,
y
en
la
manera
cmo
el
bloque
dominante
del
poder
impone
su
hegemonia.
PRIMERA
PARTE
El
fetichismo
de las cosas
i
t
l
18
7/25/2019 Fernndez O_Del fetichismo de la mercanca al fetichismo del capital
10/125
Capitulo
I
T, "TEORA
DEL
FETICHISMO":
SU
PROBLEMATICA
1. APUNTES PARA
LA
HISTORIA
DE
UN
DEBATE
Al
hablar
de la
historia
de 1os debates
que se han dado a pro-
psito
de
los conceptos
de
alienacirt reificacin
y fetichismo,
ingresamos
a
un momento crucial
de la
historia
de
los escritos
de
Marx:
a1 momento que
podemos
llamar
de
su recepcin.
Momento
muy
diferente
a1 de su
escritura, que
Pertenece
por
entero
a
Marx, a su propia
biografta,
a
sus
preguntas,
afanes,
inquietudes
e
investigaciones,
y que
se
circunscribe
a
1o que
dur
su,
a
veces,
angustiada vida.
Este
otro momento,
el
de la
histoia
de
1a recepcin de
sus ideas,
es
en cambio,
ms
bien
nuestro,
pues pertenece a los que
han
ledo
a
Marx. Labor
que
dadas
las
vicisitudes
que
han
acompaado
la publicacin
de
sus
escritos,
cabra hacerse
la pregunta,
quin
ley qu
en
qu
momento?
En todo
caso,
se trata
de
aquel momento cuan-
do
nos
apoyamos
en Marx, para
confrontarnos con nuestra
propia
historia,
en
un
debate, que
se compone de muchos
de-
bates
y
querellas,
que atraviesan
e1 siglo XX
y
siguen
pertin-
aces/
en
estos
comienzos de1 siglo
XXI. Debate,
por lo
tanto,
que
pertenece
a
nuestras
propias
preguntas
e inquietudes.
En
1o
que
sigue
vamos
a esbozar
algunas
ideas
para
1o
que
podra
ser
la
historia
de
este debate
en torno
a
1os conceptos
de
reificacin,
alienacin,
y fetichismo;
debate
tendiente
a
es-
7/25/2019 Fernndez O_Del fetichismo de la mercanca al fetichismo del capital
11/125
tablecer
el lugar,
la
presencia,
y
la significacin
que tienen
en
la
obra
de
Marx.
Estas
ideas
no
pretenden
se
ris
que
esto,
apuntes
provisorios
para
lo
que
podra
ser
un
trabajo
aparte,
pero
en
todo
caso,
algo
que
excede
los
propsitos
de
ste
que
estamos
comenzando,
no
obstante
empiece
a hacerse
urgente,
dada
la importancia
que
han
cobrado
nuevas
lecturas
del
Ca_
pital,
a
partir
de
1os
Grundrisse,
y
que
se
haya
en
pleno
vigor
en
nuestros
das.
Lectura
que
se
acompaa
de una
renovacin
del inters
en
Marx,
y
sobre
todo
por
una renovacin
del
inte_
rs
por
el
concepto
de
fetichismo,
que
hoy
emerge
con
nuevos
fulgores.
Intentaremos
distinguir
cuatro
hitos
en
esta
historiai
ya
sea
porque
en
ellos
se
produjeron
los
debates
ms
profundos;
ya
sea
porque
fueron
momentos
de
gran
creatividad
en
el
campo
de
las ideas
marxistas,
momentos
en
que
surgen
nuevos
au_
tores,
nuevas lecturas de
Marx,
anlisis
de su
obra que
se
ge_
nean
desde
perspectivas
inditas.
E1
primero,
de
estos
hitos,
que
podramos
llamar
precursor,
se siLa
en
los
aos
veinte
del
siglo
pasado
cuando
una
plyade
de creadores
originales,
dan
lugar
a uno
de
los
momentos
ms creativos
del
marxis_
mo.
Este
primer
hito
se
centra
en el
concepto
de
reificacin
que
Georgy
Lukacs
elabora
en
su
libro
Historia
y
conciencia
de
clases.
Obra
seera
a
pesar
cle
que
Lukacs
se retractara
de
ella,
en ms
de
una
ocasin.
E1
segundo
perodo
que
es crucial,
porque
es
entonces
cuando
comierLzan
a
conocerse
una
gran
cantidad
de
manuscritos
inditos,
en
especial
los
Manuscritos
econmico-filosficos
de 1844,
a
lo que
hay que
agregar
la
ree-
dicin
de
obras
que
Marx
haba
publicaclo,
p"ro
qr"
"ru.
.uri
desconocidas.
El
concepto
que
los
debates
de
ese
momento
destacan,
es
el
de
alienacin.
El
tercer
hito
nos
lleva
a
los
aos
sesenta
cuando
se
origina
una
importante
polmica
enlre
el
filsofo
francs
Louis
Althusser
y
jvenes
investigadores
de
1o
que entonces
era
el
campo
socialista,
y la
URSS,
a
propsito
de1
"joven
Marx"
y
el
concepto
de
alienacin
y
los otros
con_
ceptos que
con
l se
emparentan. La relectura
de la lclcoloa
alemana
y
de
las
Tesis sobe Feuerbach,
llevan
a
nuevos
r"'stu-
dios
acerca
de1 concepto de
ideologa.
Finalmente, podenros
hablar
de un cuarto perodo
que
comprende
casi tres dcad;is,
marcado
por
1a
implosin de la URSS,
y
el
surgimiento de
nuevas lecturas
en
especial del Capital de
Marx a partir de los
Grundrisse,
y
que
se
detienen
particularmente
en
e1
captulo
sobre
la mercanca.
EL
PRIMER
T'fRiODO
Antes del
impacto
terico
provocado
los
Manuscritos del
44,
los
temas
que pasaban
a ocupar el primer
plano de las
pol-
micas,
no haban estado ausentes.
Hubo,
si
se
puede
decir
as,
una
preparacin en
la
dcada del
veinte, lo que explica que
1a
reflexin
que
se
suscit en torno
a 1os
Manuscritos de1
44,
no
brotara
de
la nada. En
efecto,
durante
1os
posblicos
aos
veinte,
se
produjo
una coyuntura particular.
Por una
parte,
la
bancarrota
poltica
de la II
Internacional,
haba
significado
tambin
el fin de la hegemona
terica de
la codificacin
so-
cialdemcrata
de1 marxismo; mientras
que por otra, la codi-
ficacin
estalinista recin comenzaba
a bosqueiarse en \924,
con
Cuestiones
del
leninismo
de
Jos
Sialin.
Fue
en
ese
interregno, en
ese
espacio
propicio
que
flore-
ci
toda
una
generacin
de
autores
que leyeron
y
pensaron a
Marx
llbres
de presiones
partidarias.
Es
entonces
que debe-
mos
ubicar
a quienes como Isaac
Rubin, Romn Rosdolsky,
Karl
Korsch,
Wilheim Reich, Bertold
Brecht, Walter Benjamin,
Antonio
Gramsci,
Jos
Carlos
Maritegui,
o 1os que
se agr:u-
paban
en
torno
a
la
Escuela de
Frankfurt.
Para
todos
1os
que
se
implicaron
en estas nuevas lecturas
de
Marx,
las
preguntas
que
se
hacian
eran
urgentes,
por
no decir
lacerantes:
Como
leer
esta
nueva
realidad
que surga
en
la Europa despus
de
7/25/2019 Fernndez O_Del fetichismo de la mercanca al fetichismo del capital
12/125
la
guerra?
Qu
mundo se iba
definitivamente
con
e11a
y
cul
era el
que emerga?
Cmo
producir
una
crca
de
la
socie,
dad
que
fuera
a 1a vez
un programa
de
superacin
del
capita-
lismo?
Un
capitalismo
que pareca agotado
luego
de
la crisis
del 29.
Cmo
responder
desde
Europa
y fuera
de
Europa
a
la pregunta
por
la revolucin?
Hacia
qu destinatario?
Por
otra parte,
cmo
enfrentar
aquellas ciencias que
no
existan
en
tiempos
de
Marx, pero que emergan
ahora,
como
el
psicoa-
nlisis
y la lingstica?
EL
SEGUNDO PERODO
El
segundo perodo
se
sita, como
hemos
dicho
entre
guerras,
marcado
por
el descubrimiento
de importantes
manuscritos
de Marx, hasta
entonces
inditos. En
especial,
con el
debate
que
se
dio
en
totno
a
los Manuscritos
econmicos filosficos
de
1,844, recin
publicados
en 1931,
conforme
a
1a
primera
MEGA,
preparada,
y
orgarizada
por
David
Riazanov,
pero
que fueron
difundidos,
aparte y
apresuradamente,
por
los
ale-
manes
Landshut
y
Mayer. Las lecturas
y
relecturas
que
stos
manuscritos
suscitaron;
sus dispares y
hasta
encontradas
re-
cepciones,
marcaton
decididamente
esta
poca de
la historia
de las ideas
marxistas.
En
esos
tiempos 1a
teora
fue apremia-
da
por
las
diferentes
posiciones
polticas
que
en ese
entonces
estaban en
1iza.
Tanto
1a
flamante oferta bolchevique, como
Ia
ms
antigua
y desgastada
socialdemcrata.
Por
eso,
cada
nue-
va lectura
acusaba,
o reivindicaba,
de
inmediato,
la
posicin
desde
la
cual
se intervena,
dentro
de una problemtica
revo-
lucionaria
todava
imprecisa
en
Europa.
Pues
en ese
entonces,
la
crtica
terica
se haba puesto
con
tardarza
a buscar
1os
con-
ceptos
que
ia crtica
prctica
ya haba avarzado,
a travs
de
actos
revolucionarios,
cuyo
rango epnimo
y paradigmtico
haba
quedado
fijado,
por 1a Revolucin
bolchevique
de
1917.
EL
TERCER PERODO
Pero
1a historia
de estas categoras
no termina ah,
vulve de
nuevo por
sus
fueros
en
la
dcada de
los sesenta,
cuando
se
traduce por
doquier
1os Manuscritos del
44,
y
una novel gene-
racin
de investigadores
de los pases socialistas,
en
Procura
de
una oferta humanista, la
descubre en
los
escritos
tempta-
nos
de
Marx,
en
espeial
en
1os Manuscritos
de1
44
que
por fin
cornenzaban
a cobrar
vigencia
en el
mundo
socialista. Ellos
se empeaban
en
esos
momentos, por
explicarse
y compren-
der 1o que
haba
ocurrido
con
Stalin,
tras 1a
denuncia hecha
durante el
XX Congreso
de la
URSS.
Formaba parte
de
1o
que
en esos
momentos
se llam
"el
deshielo". Fue
justo
enton-
ces,
cuando
Louis
Althusser sale a1 paso de aquellos
trabajos
publicados
en
Francia
por
1a revista
Recherches a
Ia lumiere
du
marxismo, en
ensayos
que dedica a
la
problemtica del
"joven
Marx",
que poco
despus aparecern
compilados en
su obra Pour
Marx1.
Althusser no
se
detiene
en lo
que
estaba
implicado en aquella
tentativa de los
investigadores socialis-
tas,
e
interviene
criticando
la
forma cmo
sta
lectura de 1os
Manuscritos del
44
se llev
a
cabo.
Desde
lo
que 1
llain un
corte
epistemolgico,
siguiendo a Gastn Bachelard,
escinde
de
nuevo?
el
pensamiento
de
Marx,
entre
un
joven
Marx y
un
Marx
maduro,
condenando
como no
marxista al
concepto
de
alienacin
y
haciendo del
marxismo un
no
humanismo.
Den-
tro
de
las
po1micas
de
este perodo
cabe
mencionar a aquellos
autores
que
vuelven a
desarrollar
un
anlisis de1 individuo y
eI
humanismo
tales
como Adam
Shaft,
Karl Kosik, Ernst Fis-
cher,
Roger Garaudy.
Cabe
sealat
eso s,
que la lectura que
el
grupo
Althusser
hizo del Capital,
introduce
nuevos
rigores
1
Tadcida
al
espaol
como L.t
mahcin leira
de
fta*,por
stglo
XJJ.
2 Antes.
en el
momenro
anteior de este
debate,
en los aios trcinta, habian
re
curido
tanlin
a una escisin,
aun.lue
e sentrdo
inverso,
los
intelecruales sr
cr"lJemocr,.q'.'.re
rc'.'ndr
,b: r'
.
\'.n
jo."n.c'nnrcl^nm,
cr",rr
'
flo.r,fr,.men
:,
"
L,
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(rr
.
d.t
\f
.r
.
r.1.
r
.
o
'J
.
J,
l, .p
,
.
i
I
t
4
7/25/2019 Fernndez O_Del fetichismo de la mercanca al fetichismo del capital
13/125
],^:::::'_:ll,:'ios
que
exploran
la
obra
7/25/2019 Fernndez O_Del fetichismo de la mercanca al fetichismo del capital
14/125
manera
como
el
sujeto
toma
conciencia
de
su
peculiar
situa_
cin
dentro
del
proceso
de
produccin
capitalista;
mientr:as
qle,
el
fetichismo
y
la
reificaci.,
urpr"ri.,
la
forma
como
el
objeto
de
la
produccin
se
proyecta
en
Ia
conciencia
de
este
mismo
sujeto,
Alienada
es
Ia
manera
como
el
obrero
se
configura
tanto
el
producto
de
su
trabajo,
como
el
trabajo
mismo,
que
pasa,
finalmente,
a
ser
percibido
como
un
re_
bajamiento
de
la
condicin
humana.
Fetichismo,
en
cambio
es
la
fascinacin
que
ejercen
las
categoras
econmicas,
es_
pecialmente
la
de
dinero
y capital
sobre
los
hombres,
los
agentes
de
la
produccin
e incluso
los
economistas,
en
la
sociedad
capitalista.
pero
como
tal
fascinacin
subyace
ya
en
la
humilde
mercanca,
Marx
en
el primer
captulo
de
El
Capital
desciende
hasta
e1la,
para
deiectar
all
su
fetichis_
mo.
Por
eso,
el
sesgo
tico
de
denuncia,
que
se
encontraba
en
aquel
temprano
escrito
de
Marx, no
est
ausente
del
pri_
mer
tomo
del
Capital.
Toda
su
refulgencia
subyace
ya
en
el
carcter
espectral
de
su
objetividad.
Nos
referirnos
a
ellas
como
categoras
que
revelan
y se
proponen
desentraar
una
traba
u
obstculo,
tanto
en
el
discuso
cientfico
que
se
realiza
en
e1
terreno
de
las
cien_
cias
sociales,
como
tambin
para
instalar
en
la
prctica
po_
ltica
una
mirada
que
permita
hacer
transpar"rrt"
lu
opu.i_
dad
que
en
esta
sociedad
cube
tanto
la
"xplotacin
Jomo
tambin todo
tipo
de
dominacin.
Dificultj,
por
lo
tanto,
que
atae
tanto
al
movimiento
de
la
ciencia,
al
punto
de
vista
del
cientfico,
como
a1
sujeto
a
quin
estos
fenme_
nos
interpelan.
En
este
segundo
urp".io,
el
fetichismo,
se
revela
como
la
figura
deformada,
e
ideolgica,
con
que
la
conciencia
comn
se
hace
cargo
de
sus
relaciones
sociiales.
Pero
eso
no
impide
que
sea
inherente
y constituiiva
de
las
relaciones
de
produccin
capitalista,
f
"o*o
tal,
reprodu_
cindose
al
mismo
tiempo
que
se
reproduce
el
sistema
en
su
totalidad.
.
'
j
a
I
1
I
I
I
a
Estas
figuras son, adems, constitutivas de la
represen-
tacin que
la sociedad capitalista es capaz de hacerse
de s
misma,
sobre
todo cuando
esta
representacin
es
apologtica.
Un
verdadero
juego
de espejos
que
debe ser
concebido
como
1o mximo
que esta conciencia
de
s puede generar
sobre
ella
misma
y
que Marx
pesquisa en
la
Economa
poltica.
Desde el
mismo momento
en que
el
objeto deja de
ser
1a
sociedad
ca-
pitalista,
para mostrarse como
'sociedad
en general"; es
decir,
cuando
la particularidad
propone
como universal,
1a imagen
que
se
ha forjado de s misma, la figura ideolgica
suplanta
a1
concepto,
y
se anuncia como 1a verdad.
Tanto
las posiciones
que
estamos examinando,
como 1o
que
Lukacs
llama reificacin, como
el
objeto evidente
de
toda
la
discusin
contempornea
sobre la
ideologa, quirase
o no,
se
mueve
en los marcos exclusivos de1
modo
de
produccin
capitalista.
En
este
sentido,
nos
parece
importante
retener
aqu,
como una proposicin central para
este
trabajo,
1a precr-
sin
que
hace
Georges Labica al respecto:
"Para
decir verdad, s nos hemos apartado
de las vas
de 1a investigacin de los trabajos ms
recientes, no lo
hacemos
en
virtud
de
ninguna presunta altura
de
miras
con
respecto a
e1los, ni tampoco
en
nombre
de
un recha-
zo g1obal, que
su mismo
inters
impide;
es
ms bien
al
contrario, porque nos
parece
Lcita, la formulacin
de
una
cuestin
seguramente modesta y que hasta aqu ha
pasado
quizs desapercibida. Tratndose, en efecto,
de
la
teora
de
la ideologa,
para conservar la expresin,
nos
hemos
preguntado
si no convena
volver
sobre
el
objeto
propio
de Marx: e1 modo
de
produccin
capi-
talista,
para preguntarnos por
1os elementos
que
de'be
contener
y que conciernen a
la
propia
representacin
ideolgica,
a
saber,
aquella
de
1a sociedad burguesaao.
2B
4
Labice,
opus
cir, p.,l
29
7/25/2019 Fernndez O_Del fetichismo de la mercanca al fetichismo del capital
15/125
.
El
juego
ideolgico
a
que
hemos
hecho
referencia,
equiva-
le
a una
capa
geolgica
sobre
otra,
donde
cada
.rr-ru
o.-rrltu
u
travs
de una
falsa
representacin
10
que
ya
de
suyo
era
en s
misma
ocultamiento.
Pero con
todo,
se
kata
de
una
imagen
cotidiana
y
comn,
a
travs
de
la
cual
hay
que
atravesar
si se
quiere
descubrir
en
e1
espejismo
al
fenmeno
real.
5 Nos
efeimos
a los
momeotos
del rntodo
que
propone
lvlart
en
1a.,Intoduc
:^l: :,lj
'
pr-.,.o
qJ.
\,
Je
Io
rcn
,e,o
.
o
,o,ir",
ro
oo, t r,
.i ,"
ilr.,.,
\ol
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med'Jn
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re.orrer
el
..
r-llu
l
re\(.,
de lo
ab.trc,o
a
-o
colcreto.
Slo
qr_rc
en
6nd
se
tata
de
un
conceto
distinto,
un
aorr.r"
"
p.r,
saruento
que,reproduce
bajo
esra
foma
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.1
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1
g57_
1858,
2
vols., Siglo
XXI,
se
reproduce como concreto de pensamiento. All concluye la
crtica del concepto.
Ese
es su
juicio
final.
Se
trata
entonces,
por
una parte,
de
eludir
la apora,
de
no
seguir
e1
itinerario
al
cual
nos
fuerza,
con
su
particular
poder
de
afraccin,
la
ideologa.
pero
sin
olvidar,
por
otra
partl,
que
estamos
atenidos
a
ella,
como
nuestra
sola
e
indispensable
re_
ferencia,
en
tanto
constituye
la ica
va
de
acceso
al
objeto
real,
aunque
este
,punto
de partida',
sea
comienzo,
ms
bien
por
negacin,
que
por
positividad.
pues
est
en
1a
esencia
cle
lo
ideolgico
el
quid
pro
quo
que
oculta
una
relacin
real,
distinta
de la
que
se
exptesa,
en
su provisoria
e inmecliata
re_
presentacin
cosi{icada.
Nuestra
operacin
debe,
por
lo tanto,
intentar
traspasar
la imagen
comn
sin
caer en
1a
negatividad
de
su
apora.
En
consecuencia,
la
nica
certera
que
ns
queda,
es que
la
imagen
corriente
del
fetichismo,
oculta
al
fenmeno
real.
,{1 criticarla,
la
hacemos
visible
en el
plano
del
conoci_
miento,
pero
no
por
ello
desaparece
su
cotidiana
materiali_
dad,
ni
la
fuerza
de
su
impacto.
Siguiendo
a
Marx,
nuestro
examen
de
la
cuestin
comien-
za
por
enjuiciar
1os
lmites
del
concepto
en su
encuentro
con
el
concreto real
en su
manifestacin todava
primaria y
catica,
pero
que
luego
lo
exige
y
apura
en sus
propias
posibilidades
tericas,
respcto
del
segundo
concreto
o
concreto
del
segun_
do
mornentos,
aqul
que
se
reconstruye
mediante
la ciencia, y
Buenos
Aies
1973. ,sre prlogo es en vedad una inroduccio e ir-rconclusa
y
desechda
de
l
i
looLlbucLon y que qued
junto
con
el
manuscri
to
delos Grundis
ft.
lror
e,o
lp4,ugu
del,
0.t.;,
u,io.t
a
.a
t
-.,ad,.tl
.a1
,ltaD.t..,n.g.
7/25/2019 Fernndez O_Del fetichismo de la mercanca al fetichismo del capital
16/125
7/25/2019 Fernndez O_Del fetichismo de la mercanca al fetichismo del capital
17/125
La
oposicin
entre
cosa
y persona,
base
del
concepto
de
reificacir1
se
mantendr,
entonces,
gracias
a
...ru
u-bigii"_
dad
semntica
irremediable
con
que
se entienden
corriente_
mente
ambos
polos.
As,
respecto
de
la
nocin
de,,cosa,,,
se
observar
una
confusin
enhe
lo
que
son
los
objetos
de
cacla
da
y el
poder
especial
que
em.rna
de
la
cos
entenclida
como
fascinacin
fetiche.
En
lo
que
se
refiere
al
concepto
de
persona
habra que comenzar
diciendo,
que
el
trmino
goza
de
una
comprensin
emprica
generalizada.
En
efecto,
quin
duda
siquiera
de
1o
que
es
una
persolla?
No
nos
interpela
cotidia_
namente
la
representacin
ideolgica
de
la socieclad
capitalis-
ta
en
trnto
petsonas,
va
sea
para
hablarnos
de nuestra
liber_
tad,
va
sea
para
recordarnos
nuestros
derechos?
La
ideologa
dominrnte
ha
logrado
que
el
sentido
comn
de la
sociedad
capitalista
parta
de la
base
que
bajo
estos
predicamentos
exis_
timos
en
sociedad.
_
E_n
{arx
el concepto
de
persona
encuentra
siempre
signi-
ficados
bien
dellmitaclos
que
se
aproriman
a
definii
el
papel
que
alguien
asume
en
la
produccin,
En
este
sentido
esti
ms
cerca
de
la
nocin
griega
de
mscara.
Son
estos
contenidos
distintos
los
que
configuran
situaciones
precisas
en
la
gnesis
y
desarrollo
del
capitalismo.
As,
por
ejemplo,
crranclo
o.rrre
el
proceso
de
disolucin
de
las
elciones
de
dominio
perso_
nal,
fenmeno
que
caracteriza
la
transicin
del feuclalismo
al
capitalismo,
1o
que
cambia
son
precisamente
las
relaciones
dominantes
en
las
sociedades
pre-capitalistas,
proceso
im-
prescindible
para
la
aparicin
del
trabajador
libre,
en
condi-
ciones
de
vender
a
quien
le
plazca
su
fuerza
de
trabajo.
Es
en
este
momento
que
se
instala
y desarrolla
el sentimiento
parti_
cular
de
crisis
de
los
productores
independientes
(artesanos,
campesinos
y subclases
de
orlgen
rural
en
general)
desde que
comienzan
a
insertarse
en
las
filas
del
proletariado.
Cambio
de
conducta
social,
cambio
cle
la
disciplina
laboral.
Otros h,
bitos,
otras
costumbres
reemplazan
violentamente
a
las
ta-
dicionales.
Las
generaciones viven
el
cambio, asislit.rLlo
l
destuccin
de sus
lazos
orgnicos con
la naturalcza
y
tlr.strs
vnculos con
t:l
proceso de trabajo. En
este
contexto
s(,
(1,)n
determinados iipos
de
relaciones
personales
y
el
conccpt()
(l('
persona
se
postulr
en
ntima relacin con todo
este proccso
de translcin.
Sin esta coreccin
histrica imprescindible,
lit
nocin
de
persona
no
puede
salir
de su
dimensin
abstract;r,
imprecisa
y tambin ocultadora.
La
oposicin
nos
habla de Llna
cosa
que reemplaza
y rjerce
las
veces
de la
persona,
oponindose,
por
ltimo
a sta
nris-
ma/
ya sea
como
equivalente suyo, o
lo
que
es
mucho
peor,
como
sendo
ms real. Es evidente
que
dentro
c{e la
oposi-
ciry
la
cosa
asume todos
los significados
que
quedan
fuera
de
1a
nocin
de
persona.
Sea para marcar
la
diferencia
v
po-
der
mostrar
la vtolencia de la relacin que reduce la una
en
e1
otro;
sea
pata
sea1ar
que el proceso
de
transform:rcin
ya
se
ha
producido
y
como su
consecuenci:r,
l1
cosa
comienza
a
mostar
en
s
y
por
s,
efectos
y
poderes particulares.
Pero,
tanto
en
uno
como en
oh"o caso,
el concepto
opera clc-
terminado
por
su
relacin
con el
concepto de
persona.
La
cosa
muestra
1a
negatividad;
es
el
signo
de
la
cada.
Si e1 concepto
de
persona
representaba
'
lo ms que podemos aspirar
en
tan-
to
individuos",
la
cosa
situada en el extremo inverso describe
el
Srado
lmite
de la reduccin:
el
'hasta
dnde"
se puecle
lle,
gar en
este
proceso
de prdid. Concepto
descriptivo,
por
1o
tato,
qug
ss
detiene
en
la
constatacin.
Dos
son,
entonces,
los
momentos
de
1a
oposicin.
El
prnero se
anuncia en
la
simple
yuxtaposicin
de
ambos
elementos, cloncle el contraste
acusl
lo
que
se
quiere
describir.
Si la
persona
supone la
plena
reali-
zacin
hum,rnJ.
la
co,.r erprer.r
:u
lol.ll de--rr',lizacion.
Todo
ro
que
se
pone
dcl lado
de la
cosa
implica
la prdida corela-
nva
e
inversa
del
cle la
persona.
Son
como
los
platillos
cle
una
34
7/25/2019 Fernndez O_Del fetichismo de la mercanca al fetichismo del capital
18/125
equilibrio
v
cuyo
aumento
estar
siempre
del lado
de la
cosa.
Luego,
denho
de la
oposicin,
la
cosa
acta
como
el
correlato
negativo
de la
persona.
Coro
un
aadido
que
incorpora
toda
la
carga ideolgi-
ca
de1 fenmeno,
la
cosa aparece
como
,lo
ms real',
"lo
ms
verdadero".
Su
poder
arranca
de
all,
as como
tambin
su
ca-
rcter
enajenante.
Dento
de la
oposiciry la
cosa
expresa,
por
consecuencia,
la
prdida
de
los
rasgos
esenciales
de
la per-
sona/
que
se
ha
despojado
de
su calidad
de tal,
para
quedar
convertida
en una
carencia
de
realidacl.
Nuevamente
aqu
el
desarrollo
de la
reificacin
desemboca
directamente
en
los
contenidos
cle la
alienacin.
Podemos
concluir
que
ocure
con
esta
figura
ideolgica
lo
que
pasa
con
casi
todas
las
figuras
antinmicas
en
que se
er-
presa
la conciencia
burguesa:
e1
segundo
elemento
toca
mu-
cho
ms
de
cerca
la
realidad.
As,
por
ejemplo,
cuando
1a rei-
ficacin
expresa
1o
que
en
esta
sociedad
1e acaece
a la
persona,
circunscribe
1a
reduccin
a
realidades
sociales
evidentes,
coti-
dianas
y vigentes
en
la sociedad
capitalista.
por
eso,
si
con
la
nocin
de
petsona
se
pretende
trazar
los
contenidos
idlicos
de
1a
sociedad
burguesa,
hacindolos
pasat por
los conteni-
dos
de
toda
la humanidad;
cuando
descendemos
a
la nocin
de
cosa,
pasamos
a
la
parte negativa
de
estas
ideas.
UNA
QUERELLA
EN
TORNO
AL CONCEPTO
DEL
FETICHISMO
Lukacs
exalta tan-rbin
la
significacin
que
para
todos estos
desarrollos
tiene
el
texto
que
Marx
consagra
al
fetichismo
de
la
mercanca:
A
menudo,
nos
dice
Lukacs,
ha sido
sealado,
no sin
razn,
que
el clebre
captulo
de 1a Lgica
de
Hegel
so-
bre
el
ser,
la nada
y el
devenir
contiene
toda la
filoso-
{a de Hegel.
Se
podra
decir, con
1a
misma
raz&
que
e1 captulo
del Capital
sobre
el
carcter
fetichista
de la
mercanca contiene
en
s
todo
el materialismo histrico,
todo e1 conocimiento
de
s
del proletariado".
Qu
aporta, segn
Lukacs, este celebre cuarto
apartado3?
Por
qu este
lugar
privilegiado?
Su fuerza es la fuerza del
concepto de
fetichismo,
una
imagen obnubilante. El
texto
proporciona
Ia
eslructura de la reificacin, mediante
1a
cual
Lukacs va
a describir
v
encerrur
todo
el
problema ideolgico
de la sociedad
capitalista: su
gestacin,
su
crisis y su
supe-
racin.
El
concepto se
configura
all en una frmula
difana,
expresin
famosa, clirecta, que
sin ambages nos dice
en qu
consiste
e1 fetichismo.
Y
Marx,
que parece
rehufu
1as
definiciones, nos entrega
aqu
una,
atada
a
un
proceso
en
e1 cual una relacin
entre
per-
sonas
se conviette
en
una
relacin entre 1as
cosas.
Tal
es
el
secreto de
la mercanca
y como
sta
alberga
en
su existencia
el
secreto
del dinero,
tenemos aqu
la
clave
para
entender
toda
la
sociedad
burguesa. El
terto
proporciona,
por
lo
tanto, la
garanta
para
identificar fetichismo y
reific;rcin.
Uno expli-
ca
a1
otro
y
a
partir de esta operacin, la
figura
particular de
1a
reificacin,
situada
en
este
momento
inicial
del
an1isis,
se
tansforma
en
concepto
determinante
en el
anlisis lukasiano
del
fetichismo.
Luego
de
e'tos de'arrollos,
atguien
podria
pregunlarse
si
el texto
mismo
no
es
acaso culpable; si
1a
formulacin lite-
ral
de
la
figura
ideolgica
no constituye ya una debilidad
en
la
terminologia,
una
vacilacin de1 discur.so de Marx, la
pre-
sencia
de
conceplo,
que ctn como obstculos epistemo-
roglcos,
acusando
una deuda no zanjada con el
pensamiento
antedor.
Hay
respuestas
que
admiten
esta culpabilidad,
que
r\,f^.---_-:-
"^'"rcnero-,;
,1.r ,nltirr
di, i'i,
,o
JeL caprulo
sobrc
la mercancia, titulcle,
"lll
ca
l^;,-'-::".".
oe
.1
rercinci-r
1
su secreto",
cluc cxn-rinaremos ms
en deelle en
36
37
7/25/2019 Fernndez O_Del fetichismo de la mercanca al fetichismo del capital
19/125
parten
de
ella
enviando
el texto
y
los
conceptos
a
campos
te_
ricos
ajenos
al
Capital.
Situadas
al
extremo
opuesto
du
lu
"."r_
in
lukasiana,
estas
respuestas
niegan
no
s1o
la
,,teoa,,
del
fetichismo,
sino
tambin
la
posibilidad
misrna
de
la
existencia
de
un
tal
concepto.
Es
el
caso
de
E.
Balibar,
para
quien
la
,teora
del
fetichismo
constituye
la
falsa respuesta
a
un
falso
problema,,. Su
anli-
sis,
no
obstante
situarse en
los
antpodas
de
la
interpretacin
lukasiana,
coincide
con
sta
en
confirmar
a1
texto
coLo
lugar
privilegiado
y
propio
del
concepto
de
fetichismo.
"Este
texto
clebre,
del
cual
se
ha
pensado
que
se puede
poner
como
punto
de
partida
de
una
teora
del
fetichis_
mo/
que
sera
esencial
al
materialismo
histrico,
y
ms
an,
a
la
"teora
marxista
del
conocimjento,,,
ha
jugado
desde
hace
tiempo
un
papel considerable
en la
istoria
de
las
investigaciones
y
controversias
acerca
de
la
dia-
lciica
en
Marx',.
(8)
La
pregunta
por
el significado
del
texto
oscila,
entonces,
entre
estas
dos
opciones:
o
texto
clave,
o
pseudo
texto.
Luego,
como
consecuencia
su anlisis
debe
comenzar
estableciendo
el
estatutoterico
de
esta
eferencia
al
fetichismo.
Lo
que
en
el
lenguaje
del
Capital
equivale
a
definir
los
significads
que
tiene
este
momento
particular
en
el
proceso
de
la
exposicin.
En
qu
grado
o
nivel
de abstaccin
se
examina
el
feiichismo
cuando
se lo
analiza
con respecto
a
la
categora
de
mercanca?
Dentro
de
qu
contexto?
Cules
son
1oi
desarrollos
que
lo
preparan?
Estas
preg-untas
conciernen
todas
a
1a
necesidad
de
establecer
su
sentido
como
su
momento
lgico
en
el
proceso
de
la
exposicin
de
las
categoras
econmics
b.,rgoerur.
Pasando
a
otro
orden de
problemas,
el fetichismo,
es
un
fenmeno
propio
de
la mercanca
y,
por
lo tanto,
perie.,ec.
con
exclusividad
a la estructura
mercantil,
o
responde
ms
38
39
bien
a1
desarrollo
de
toda
categora
econmica
capillist?
Pero
cuando
miramos
la
cosa
desde
el
ngu1o
que
Prcs('rrlil
la
segunda
alternativa
y
postulamos
e1
fetichismo
del carital:
cuLs
son
1os
efectos
de
esta
proposicin
para
el
dcs.arnrlkr
leneral
de
1as
relaciones
de
tipo
capitalista?
Qu
implic;r..:it'-
ies
comporta,
adems,
con
respecto
a
1a estructura
mercantil?
Cu1
es
el
papel
y
la
funcin
de esta
estructura
en
e1
des'rrro-
i1o
gur-r".ul
i"i
*do
de produccin
capitalista'
y en
especial'
corirespecto
a
1a
etapa
plenamente
capitalista?
He
aqu'
bre-
.r"-"r-ti"
esbozados,
la serie
de
Problemas
que
se
vinculan
a
1a pregunta
por
el
texto;
polque,
e1
problema
de1 fetichismo'
o su psibiliad
como
concePto,
concierne
tanto
al
desarrollo
de
las categoras
econmicas
capitalistas'
como
al
papel
que
desempea
en
este
Proceso
la
estructura
mercantil'
Sin embargo,
las
rgdas
alternativas
que
se
plantean
con
respecto
a1
significado
del
texto
y
con
relacin
a1
fetichismo
"o*o
.or-t."pio
posible,
no
son
simples
opiniones
antagni-
"ur.
Huy
"r,
llus
una
toma
de
posicin
en
torno
a
1a naturaleza
de
la
ideologa
y su
funcionamiento
Teoras
completas
desde
1as
cuales sJ
enfrenta
e1 problema
particular
del
fetichismo'
La
1gica
del
pro
y
del
contra
en
que
se
mueven'7
proviene
de
posiciones
de
principio
que
en
ltimo
trmino
ataen
a
una
cuestin
tan decisiva
para
e1
materialismo
histrico
en
tanto
ciencia,
como
es
e1
problema
de
la
determinacin'
O
bien
estas
relaciones
sociales
ideolgicas son
simples
ilusiones,
epifenmenos
de
una
realidad
ms
profunda
y
ver-
dadera,
expresiones,
por
1o
tanto,
de1
movimiento
real
de las
relaciones
materiales
de
produccin
O bien
poseen
obietivi-
dad
y
autonoma
propias,
donde
1a
realidad
superestructural
pasaa
ser
determinante,
y
1a
consistencia
interna
se
comienza
a
explicar
por
s misma
y en
su
Propio
nivel'
7/25/2019 Fernndez O_Del fetichismo de la mercanca al fetichismo del capital
20/125
Capfitlo
2:
HACIA
UNA
CARACTERIZACIN
DEL
CONCEPTO
DE
FETICHISMO
I.
LA
coslFrcActN
o
ras
nETACIoNES
socrALES
Qu
es 1o
que se reifica
y cul
es la forma
como
esto
ocurre?
En
qu
consiste
el fetichismo
que
emana de la
forrna
que
asu-
me el
"mundo
de las
mercancas
en 1a
sociedad
capitalista?
El anlisis
de
la mercanca,
la clula
elemental
de
la riqueza
en sociedades
regidas
por el modo
de
produccin
capitalista,
nos
permitir
organizar una
respuesta
a
estas
preguntas
so-
bre
el
proceso
cornpleto lel
fetichismo
y por ende
determinar
e1
lugar
y la
funcin
que
ocupa
all el
concepto
de reificacin.
Para
e1lo nos
proponemos
partir
de
un
texto
de la
Contribu-
cin
a la
crtica
de la
economa
poltica,
doncle
el
fenmeno
est
claramente
aludido
y
donde
el
fetichismo
est
analizado
a travs
del
examen
del
valor
de
cambio.
No creemos
que
sea
preciso aadir,
para
justificar
la
referencia,
que
este
primer
intento
del
Capital,
fue
propuesto,
por
el propio
Marx,
como
una lectura
complementarial.
,.Por ltimo,
algo
que
caracterizt
al
[rlbaitl
L]Llr'crcla
va-
1or
de
cambio
es
que
la
relacin
socill
c'lc
las
personas
se
presenta,
por
as
decirlo,
inverticla'
vtlc
dccir
como
u na
relacin
social
de
1as
cosas
S1o
en
1r
meclicla
en
quc
sc
relaciona
un
valor
de
uso
a
otro
como
valor
de
crnrbitr
se
est
relaconando
entre
s
e1
trabajo
dc
las
difcrentes
personas
como
trabaio
igual
y general
Por
ello'
si
es
co-
irecto
decir
que
el
valor
de
cambio
es
una relacirn entrc
personas
hay
que
agrega
empero,
que
es
una
re1'rci(rn
ocr-,1ta
balo
una
envoltura
material2
'
,,
nicamente
e1
hbito
de
la
vida
cotidiana
hace
que
parezca
trivial
y
obvio
el
hecho
de
que
una
relacin
ie
produccin
social
adopte
la
forma
de
un objeto'
de
-odo
qlr"
la
relacin
de
1as
personas
en
su
trabajo-
se
pres"nte,
antes
ben,
como
una
relacin
que
guardan
1ur
.oru,
entre
s
y
para
con
las personas En
la
mer-
canca,
esta
mistificacin
es
an
muy
sencilla
Todos
comprenden,
en
mayor
o
menor
grado'
que
1a
relacin
entre
1as
mercancas
en
cuanto
valores
de
cambio
es
ms bien
1a
relacin
entre
las personas
con
su
actividad
productiva
recproca.
En
relaciones
de produccin
su-
p"tior".,
esta
apariencia
de
sencillez
desaparece
Todas
las ilusiones
del
sistema
monetario
derivan
del
hecho
de que
e1 dinero
no
se
le
reconoce
que
replesenta
una
relacin
de
produccin
social, bajo
la
forma
de
un
obie-
to
natural
de
determinados
atributos
En
1os
economis-
tas
modernos,
quienes
sonren
sarcstica
y condescen-
1 En 1859 tar
hbia
comenzdo
e
reilcrrr
lo rluc
serr.1 Zur hrLLLh.lcr
oohrrschen
l
7/25/2019 Fernndez O_Del fetichismo de la mercanca al fetichismo del capital
21/125
Estas
referencias
tienen
la
virtud
de
presentarnos
el fen_
meno
ideolgico
de
la
reificacin
en
toda
su
complejidad
y
extensin,
pues
se
refieren
tanto
a
su
reproduccin
material,
como
a
la banalidad
tras
la
que
se mani{iesta
frente
a
la
con_
ciencia
comn,
culmlnando
en
el impacto
que
provoca
en el
propio
economista.
Pero
detengmonos
en
el
comlenzo
de
todo.
En
esta
forma
elemental
que
aparece
en la
epidermis
de
nuestra
sociedad
como
algo,
que
,,a
primera
vista,,,
aparece
banal,
cotidiano,
y
cuya
comprensin
va
de suyo.
En
efecto,
cada
vez
que
en
el comienzo
del
Capital
se
me.,ciono
a 1u
mer-
canca,
se la
presenta
como
algo
trivial
y obvio.
Algo
que, a
simple
vista,
no tiene
nada
de
enigmtico.
pero
es
justamente
all,
en
su
obvieclad,
que
surge
el
problema,
porque
la
forma
como
la
mercanca
se
presenta,
no
expresa
lo
que
ella
es real_
mente,
o
lo
que
es
peor,
lo expresa
de
una
manera
invertida.
Es
preciso
recurrir
a
un
proceso
de
abstraccin,
mediante
el
an1isis,
si
se
quiere
resolver
el
problema
que
nos
plantea
esta
trivialidad
inmediata
de 1a
mercanca.
Casi
al comienzo
de1
primer
captulo
del
Capital,
cuando
Marx
intoduce
el concepto
de
valor
de
cambio,
articula,
a
propsito
de
1a
mercanca,
un
primer
oxmorona
,
al
decir
que
I
ll:n
K
.
,
a4
-..,i0,1.
opl
.
t,
pp
I
lg
4
OLm^-on.
En,q...or.r'l.r"
n
-a,rrxn...,
c
ur
r
fg.t.
turc.
q1r
61,.5,q
en usar
dos conceptos
de signiEcados
op.,..,n
.n
,"0
."t',
"*r."r-"tfu.
"r-r"r^
uo
tercer
cooccpto.
NIs ,.lelnte,
en
este rjsmo
primer
c:rptulo Nfan va
a em
Plea
oqas
6+lis
"emclrnrL\,
rxlcs cooro
"objeriad
es
peci;tu)" (Capfdl, p.41.), o
cst2ljzacron
cle
susnci \aci|"
\a.rpt a/,
p.47.),
o
"cosa
sensorialineot supt,
sensrble..
I
Cdr1d
p.R-.?
J
)e
reh.r-.
po
.UpL,
.,o.
I
.,
n, 1,, n.'. r
.ficrrdo o..dc
(l
.urT.erzo,
r .
.o.re
19...' q,,domn,c
nodd.
ro
lr-ri
,1
."i .l: '
'
r
'p.tal.p.4'.
tr
ca?ila/, pp.4+/
1\.
dientemente
ante
1as
ilusiones
del
sistema
monetario,
se
revela
la
misma
ilusiry
apenas
manejan
categoras
econmicas
superiores,
como
por
ejemplo
el capiial.
La
misma
irrumpe
en
su
confesin
de
ingenuo
asombro
cuando
sbitamente
aparece
como
una relacin
social
1o
que
acababan
de
pensar
torpemente
que
haban
defi-
nido
fimemente
como
un
objeto,
mientras
que
luego
se
burla
de ellos
demostranclo
tratarse
de
un
objeto,
algo
que
apenas
si
haban
concluido
de fiiar
como
una
rela_
cin
social
>
3
ery
"...
la forma de sociedads que hemos de exarninar, (los
var-
lores
de
uso)
son
a
1a
vez
los
portadores del valor
de
cambio"."
Es un
oxmoron porque
une
en una
indisociable
sohdariclad
una
forma concreta, material
y
corporal
que es el
valor de uscr
(producto
de1
habajo destinado
a satisfacer necesidades
hu-
manas
bien
precisas),
con e1 valor de cambio, cuya forma
es
intangible,
cuya
relacin cuantitativa,
es
la
expresin del
va-
1or que cada mercanci alberga en
s
misma. E1 empleo reite-
rado
de
este
tipo
de
figura lgica
para
referirse
a la rnercancra,
revela
que
sta es
en s misma,
la primera
y ms elemental
contradiccin
de
1a
sociedad
capitalista, pero una contradic-
cin
que
aparece
oculta
tras
la
trivialidad de su
primera pre-
sencia.
Pero 1a conlradiccin
que
esta figura
debiera
suscitar
no
se presenta
como
tal, ante la conciencia comn, porque
la
forma
de
cosa,
bajo la cual
aparece de inmediato,
solo revela
1a
contradiccin cuando
se
Ia somete
al
anlisis.
Pero
ni
aun
as.
Pues su
naturaleza
de
cosa
tiene tal vigor, que aunque
se-
pamos
que
aquello
que
est
ante
nosotros oculta algo diverso,
y
cuya
propiedad
social
no
es
sino un
quid
pro quo; la
cos;r
sigue
ah
presente con
toda
la
fuerza