Post on 22-Nov-2015
Alejandro Torrejn Martnez
La fuga de Coati,
una hazaa que
no se debe olvidar
Agosto de 2011
Sucre - Bolivia
La fuga de Coati, una hazaa que no se debe olvidar
Alejandro Torrejn Martnez
Dedicatoria:
A mi hija Ivana
y a mis nietas
Daniela, Rebeca y Natalia
PRESENTACION
Con la mayor satisfaccin presento a consideracin de
las Vctimas de la Violencia Poltica, de la clase obrera,
de los campesinos y pueblos originarios, del magisterio
boliviano, de los jvenes universitarios, la presente
obra pequea por cierto para hacer conocer las expe-
riencias dolorosas que tuve en las prisiones y campos
de concentracin de Achocalla y Coati.
Al igual que el suscrito, muchos compaeros de infor-
tunio fueron vctimas de la persecucin poltico-
sindical, de detenciones arbitrarias, de crueles torturas
y del exilio que nos alejaba de la patria querida y de la
familia que quedaba abandonada sin poder contar con
la presencia del padre o el esposo como factor impor-
tante de sobrevivencia.
Han pasado ms de 38 aos de la Fuga de Coati, y re-
sulta difcil recordar todo lo que se dio en las tenebro-
sas prisiones y campos de concentracin de la dictadu-
5
ra fascista de Bnzer, por lo que solo hago mencin de
aquellos hechos que calaron profundamente en nuestro
ser que por su crueldad no se pueden borrar de la me-
moria.
Espero contribuir en algo al esclarecimiento de todo
aquello que no se ha denunciado sobre la poltica re-
presiva del banzerismo.
Alejandro Torrejn M.
6
INTRODUCCION
Estas notas han sido escritas despus de que
la Comisin Nacional de Resarcimiento a las
Vctimas de la Violencia Poltica (CONREVIP),
para canalizar nuestras solicitudes de un resarci-
miento a los enormes daos y perjuicios ocasiona-
dos por la poltica represiva de las dictaduras mili-
tares desde el 4 de noviembre de 1964 al 10 de oc-
tubre de 1982, pidi a todas las Vctimas de la Vio-
lencia hagan una relacin sucinta de todo el proce-
so represivo al que fueron sometidos como dirigen-
tes sindicales y polticos de izquierda o simple-
mente por pensar de diferente manera a quienes
todava se aferran a ideas y conductas superadas
por el tiempo y la historia.
Y en este contexto de negacin de los dere-
chos y libertades del pueblo, ms de dos centenas
de compaeros perdieron la vida, algunos estuvie-
7
ron perseguidos por causas poltico-sindicales,
otros sufrieron la injusta e inhumana detencin en
las crceles, campos de concentracin o casas de
seguridad donde no falt la criminal y brutal tor-
tura de los sayones de las dictaduras, o muchos
tuvieron que escapar a otras latitudes abandonan-
do a la familia y la amada y querida Patria recor-
dada permanentemente en la lejana del exilio; por
ltimo, otros se vieron obligados a solicitar asilo
poltico en algunos pases.
Todo esto haba que relatar y posteriormente
presentar pruebas para que la comisin calificado-
ra d su veredicto en sujecin a la ley y establecer
si la persona que alega haber sido Vctima de la
Violencia Poltica, merece ser tomada en cuenta en
esa condicin para recibir el resarcimiento excep-
cional correspondiente.
Recordar las diversas circunstancias de la
persecucin, detencin, vejaciones y maltratos, as
como del exilio, constituy un gran esfuerzo para
todas las Vctimas de la Violencia Poltica, sobre
todo por el tiempo transcurrido y por las dificulta-
8
des que implica la evocacin de fechas y tiempo de
detencin o del exilio, cuyas rememoraciones deb-
an estar revestidas de la precisin y el sello de la
verdad y la evidencia.
Despus de haber hecho conocer la resumida
relacin histrica de las detenciones de que fui ob-
jeto en las dictaduras de Barrientos, Bnzer y
Garca Meza, de las torturas y ante todo de haber
sido protagonista de la espectacular fuga de la isla
de Coati, me puse a pensar en una posible narra-
cin de todas mis desventuras, angustias, penas;
en suma, todo lo que viv, sent, pens en las pri-
siones del banzerismo. Pero, ante todo, me intere-
saba de sobremanera hacer conocer mis propias
vivencias de la fuga de Coati porque cada uno, y es
natural, tiene sus propias percepciones y senti-
mientos. Otra cosa es relatar con sus propias pala-
bras que expresen la inequvoca vivencia de estar
en el lugar de los hechos.
Es cierto que algunos periodistas como Rubn
Ardaya Salinas y Soria Galvarro dieron a conocer
en sendos libros, en base a entrevistas a algunos
9
compaeros que dirigieron y participaron en la
fuga, todo el desarrollo de una de las odiseas que
por su preparacin y ejecucin exitosas pocas veces
se ha dado en nuestra historia, pero casi ninguno
de los protagonistas (excepto el c. Paputsakis) has-
ta el presente se anim, por su propia cuenta, a
escribir de algo que no se ha borrado del todo de
nuestra memoria porque est en lo ms profundo
de nuestro ser, y Coati se lo recuerda con nostal-
gia, con alegra y con la satisfaccin de haber lo-
grado una victoria poltica y militar sobre nuestros
enemigos de clase, sobre nuestros carceleros.
Adems la fuga de Coati se la recuerda porque re-
presenta un momento de la historia donde se pu-
do forjar algo que no fue fcil ni antes ni ahora: un
acuerdo entre partidos para lograr un objetivo
comn, momento quizs slo logrado con la Uni-
dad Democrtica y Popular (UDP) en cuanto a su
constitucin y no en su ejercicio de gobierno (R.
Ardaya S.).
Coati es una parte de la historia de Bolivia,
es un episodio de la negra noche de la dictadura
banzerista, es una hazaa, al igual que la fuga de
10
Alto Madidi, Coati no puede olvidarse y debe con-
vertirse en un ejemplo para las nuevas generacio-
nes que no pueden dejar de ponderar el valor, la
audacia, la intrepidez de un grupo de patriotas
que dieron el todo por el todo para lograr la liber-
tad.
Siendo la fuga de Coati un hecho trascenden-
tal en la lucha del pueblo boliviano, hemos visto
por conveniente remontarnos a las circunstancias
histricas que la precedieron, como por ejemplo los
antecedentes polticos y sociales del Golpe Militar
de Bnzer y los mtodos que utiliz para acallar la
rebelda del pueblo boliviano, que en ningn mo-
mento dej de luchar por la democracia y la liber-
tad, hasta que la huelga de hambre protagonizada
por cinco valientes mujeres derrot a una de las
dictaduras ms crueles y sangrientas que no tiene
punto de comparacin con ningn gobierno autori-
tario.
El escritor boliviano Ral Ruiz Gonzlez de-
ca que nuestra historia registra, ciertamente,
una impresionante sucesin de golpes de estado,
11
cuartelazos y pronunciamientos militares, como en
ningn otro pas del continente; se encumbr ge-
neralmente a determinados jefes militares en el
Poder poltico del Estado. Esto es cierto, evidente.
La historia boliviana est plagada de tales hechos
que configuran a un pas con una tremenda ines-
tabilidad poltica. Creemos, sin lugar a equivocar-
nos, que por el nmero de golpes de Estado ocu-
pamos el primer lugar, pues hasta la sangrienta
asonada de Garca Meza se haban producido ms
de 190 golpes. Todo un record en Amrica Latina.
Hasta que, demostrada la inviabilidad de los
golpes de Estado, el creciente y contundente re-
chazo y repudio del pueblo a tales prcticas inno-
bles y vergonzosas hace que se ingrese el ao
1982 a un perodo democrtico que, aparte de
hacer algunas limitadas concesiones en el ejercicio
de ciertos derechos, favorece ms a la penetracin
del imperialismo y al enriquecimiento ilcito de las
clases dominantes.
12
ANTECEDENTES DEL GOLPE DE BNZER
Ahora bien, qu sucede antes del golpe de
Bnzer? Para el caso sera tal vez conveniente re-
ferirnos a la Insurreccin Popular del 9 de abril,
considerada por muchos como el mayor aconteci-
miento poltico-militar del siglo pasado en el pas.
Hasta entonces era duea del poder la oligarqua
minero-feudal que con mano dura, sin contempla-
ciones de ninguna naturaleza, reprima al pueblo
para aplicar una poltica econmica favorable a
sus intereses y a las del imperialismo.
Esta situacin no pudo ser tolerada por ms
tiempo y oblig al pueblo boliviano a levantarse en
armas; despus de sangrientos combates en las
calles de La Paz el ejrcito de la rosca minero-
feudal es derrotado. En esas circunstancias lo que
corresponda era que el Poder poltico pasara a
13
manos de obreros, mineros, fabriles y otros secto-
res populares porque fueron ellos los que lucharon
con denuedo, valor y coraje; pero no fue as debido
a que la clase obrera no tena su vanguardia pol-
tica, su partido poltico para que se hiciera cargo
del gobierno. Esta circunstancia dio lugar a que se
entregara el poder a un partido que responda a
los intereses de la burguesa burocrtica, la que
debido a sus limitaciones y a su naturaleza de cla-
se conciliadora con los intereses del imperialismo
no cumple con el programa sustentado por las ma-
sas en las gloriosas jornadas de abril.
Con el tiempo, el MNR, partido de la bur-
guesa burocrtica, aplica una poltica contraria a
los intereses nacionales y populares creando un
clima de descontento generalizado que desemboca
en un levantamiento popular, que en ltima ins-
tancia es aprovechado por una casta de militares
derechistas a la cabeza del general Barrientos Or-
tuo, quien despliega una poltica represiva contra
los trabajadores mineros que oponen una tenaz
resistencia a sus designios.
14
Este general, de ilimitadas ambiciones irra-
cionales, como sucedi con Melgarejo, aspiraba a
declararse dictador a como d lugar, pese a los
consejos de su principal asesor. Barrientos viajaba
constantemente por las zonas rurales para ganar-
se el apoyo de los campesinos que, asombrados por
sus actitudes amistosas, aceptaban sus mensajes
cuando en el fondo el general tena propsitos con-
trarios a los intereses de la clase obrera y el cam-
pesinado, como el hecho mismo de declarase dicta-
dor que se frustra por un accidente que sufre en
Arque cuando el helicptero en que viajaba se in-
cendia sin llegar a aclararse si fue en verdad un
accidente o un atentado.
Muerto Barrientos se hace cargo de la presi-
dencia Luis Adolfo Siles Salinas, que es derrocado
por un golpe incruento cuyos motivos no son justi-
ficables por ningn lado cuando el propsito de
Siles Salinas era convocar a elecciones generales.
So pretexto de que Siles Salinas era reaccio-
nario, derechista y oligarca se consuma otro golpe
15
ms que muestra al pas como siempre con una
crnica inestabilidad poltica.
Para ocultar la mana inveterada del golpe de
Estado, se publica el documento de Mandato de las
Fuerzas Armadas que, segn se sabe, fue redacta-
do por un grupo de civiles sedientos de figurar co-
mo protagonistas del nuevo cambio revolucionario.
No se puede dejar de mencionar que dentro de este
grupo de civiles figuraba un destacado poltico,
como Marcelo Quiroga Santa Cruz, que por su con-
secuencia a los principios de defensa de los recur-
sos naturales, fue uno de los impulsores de la Na-
cionalizacin de la Gulf Oil Company.
Pero al frente de este grupo de civiles estaba
el ala derecha del ejrcito que ejercitaba una pol-
tica represiva contra las universidades y tena en-
tre sus planes la eliminacin fsica de algunos di-
rigentes de izquierda.
Pensar que el gobierno de Ovando iba a dar
un giro hacia la izquierda era toda una ilusin.
Felizmente la clase obrera mantiene su indepen-
16
dencia de clase y no se deja llevar por el torbellino
de la demagogia ovandista.
Y es en su IV Congreso donde la clase traba-
jadora define claramente su posicin frente al go-
bierno de Ovando, sealando con claridad meri-
diana sus puntos de vista, sus concepciones y sus
postulados.
A diferencia de partidos y gobiernos de la
burguesa as como de aquellos que dicen ser pro-
gresistas, como el caso de Ovando, la clase obrera
proclama que su misin es la lucha por el socia-
lismo. En la parte ms saliente del documento
aprobado en el IV Congreso de la COB, intuyendo
el peligro de la contrarrevolucin, los trabajadores
se preguntan: Dnde se encuentra la contrarre-
volucin? En primer lugar, en el mismo gabinete y
en el ejrcito. Hay ministros que representan los
intereses del imperialismo y la contrarrevolucin
nativa. En el gabinete unos cuantos civiles, siendo
ajenos a la militancia orgnica revolucionaria y al
movimiento real de masas, adoptan posiciones
progresistas que no constituyen ninguna garanta
17
para aplastar la contrarrevolucin que conspira a
su lado. La suerte del gobierno depende, exclusi-
vamente, de lo que diga y haga el alto mando mili-
tar. Maana l puede disponer un cambio de
orientacin del gobierno y reemplazar a tales y
cuales ministros. La orientacin del gobierno no la
define el pueblo ni el proletariado, sino el poder
militar.
Como se ve los trabajadores bolivianos no se
dejan seducir por la prdica ovandista sino reite-
ran, como siempre, su independencia de clase y
ratifican sus objetivos histricos por los cuales lu-
chan.
Pero el IV Congreso no slo constituy la re-
afirmacin ideolgica de la clase obrera sino fue el
inicio de las movilizaciones populares. Al respecto,
Ral Ruiz Gonzlez, en su libro MILITARISMO Y
NEOCOLONIALISMO nos dice: La COB y la
FSTMB insistan en la reposicin de los salarios a
los mineros y la restitucin de trabajo a muchos de
stos, cesantes desde mayo de 1965. Los estudian-
tes arreciaron su lucha por locales, muebles y ma-
18
terial escolar en todo el pas. Un fuerte movimien-
to universitario destituy en La Paz a todas las
autoridades universitarias, modificando la estruc-
tura del gobierno universitario con la efectiva par-
ticipacin paritaria docente-estudiantil e introdujo
algunas reformas en los aspectos docente, acad-
mico y administrativo, con el propsito de im-
primir una nueva orientacin a la Universidad al
servicio de las masas trabajadoras se trataba, cier-
tamente, de un intento de romper la dependencia
cultural del imperialismo de USA. Este movimien-
to repercuti en todas las dems universidades
autnomas del pas, que sucesivamente, fueron
sumndose de acuerdo a las particularidades de
cada distrito universitario.
Frente a este innegable ascenso de masas, el
gobierno intervino las universidades de La Paz y
Santa Cruz, reprimi a los estudiantes y deport a
algunos catedrticos de la Universidad Mayor de
San Andrs, cuya intervencin cesa despus.
El ascenso de la lucha popular no deja de
preocupar a los militares ms reaccionarios que
19
encabezados por el general Miranda, criticaban
acremente al gobierno atribuyndole debilidad e
incapacidad para meter en cintura a los extremis-
tas. Ovando fue abandonado por sus colaboradores
militares, en realidad traicionado por stos, y re-
nuncia a la Presidencia (R. Gonzlez). El cuarte-
lazo se haba producido organizndose el gobierno
de un triunvirato militar que no dura ni 48 horas,
pues Torres se atrincher en el Alto y la COB de-
creta la huelga general e indefinida que obliga a
los tres generales golpistas a renunciar y a Torres
hacerse cargo del gobierno.
Ahora bien, quin era Juan Jos Torres? No
olvidemos que particip en la lucha contra la gue-
rrilla del Che. Por lo tanto, no puede ser un iz-
quierdista de lnea. Es ms un producto de las
contradicciones dentro de las FF.AA. que estaba
dividida en dos fracciones. Torres representa al
sector progresista que busca ablandar a la clase
obrera y crear un clima de equilibrio entre las
fuerzas contendientes que pugnan la una por man-
tenerse en el Poder y la otra que trata de rebasar
el orden de cosas para constituir un gobierno de-
20
mocrtico asequible con ciertas limitaciones a las
peticiones de la clase obrera. Torres es institucio-
nalista, se debe a las FF.AA. y mal se puede pen-
sar que est de lleno con la causa popular. Es cier-
to que, escuchando a la clase obrera, nacionaliza la
mina Matilde, recupera las colas y desmontes es-
taferos y a su vez, y esto es lo ms importante,
permite el funcionamiento de la Asamblea Popular
en el Palacio Legislativo.
21
EL PCML CONVOCA A SU
CONFERENCIA NACIONAL
Estamos en el mes de junio del ao 1971. El
ambiente poltico del pas est muy caldeado. Se
anuncia la constitucin y la futura apertura de
sesiones de la Asamblea Popular. El PCML debe
asistir a ese cnclave.
La Direccin Nacional del PCML instruye la
realizacin de una Conferencia en Cochabamba
para analizar y definir el carcter y alcance de ese
organismo que debe convertirse en un frente de
masas para llevar adelante el actual ascenso de-
mocrtico de las amplias masas populares. Pocos
comits regionales asisten. Con la presencia de los
regionales de Chuquisaca, Santa Cruz, Cocha-
bamba y algunos camaradas de la juventud se rea-
liza la Conferencia del PCML.
22
No hay una idea clara sobre la poltica de
frentes, los ms de los presentes desahucian a la
Asamblea Popular y creen innecesaria nuestra
presencia por cuanto es mejor dedicarse slo a la
construccin del Partido; pero, por otro lado, hay
un grupo minoritario, concretamente el C.R. de
Sucre, que con pocos pero slidos argumentos pre-
coniza nuestra asistencia para de ese modo concre-
tar un frente con todas aquellas fuerzas polticas y
sociales que se mostrasen proclives a la unidad del
campo popular.
Surgen, por lo tanto, dos posiciones diferen-
tes: la una por la urgencia y necesidad de asistir y
la otra por desechar toda participacin en ese
cnclave que poco o casi nada favorecer al forta-
lecimiento del Partido.
El debate se prolonga por muchas horas no
sin faltar acusaciones como aquella de la falta de
legitimidad de la representacin de Alejandro To-
rrejn y Julio Uriona, de que no eran miembros
del Comit Regional. La denuncia viene de Caye-
tano Llobet y Roberto Cautin.
23
Por ltimo se resuelve asistir a la Asamblea
Popular y, como represalia por no haber logrado
convencer a la mayora de los miembros de la Con-
ferencia, no se nos reconoce los pasajes de ida y
vuelta.
24
ANTE LOS APRESTOS GOLPISTAS
DE LA DERECHA, LA CENTRAL OBRERA
BOLIVIANA DECRETA UN NUEVO
ESTADO DE ALERTA
En vsperas de la inauguracin de las sesio-
nes de la Asamblea Popular, la Central Obrera
Boliviana decret un nuevo estado de alerta.
La Central Obrera Boliviana, frente a
los interesados rumores propalados por
la reaccin antinacional por la impor-
tancia del momento, en vsperas de la
reiniciacin de las labores de la ASAM-
BLEA POPULAR, adopta las siguientes
determinaciones:
1. Alerta a toda la clase obrera, sobre
los aprestos de la reaccin en su en-
fermizo afn golpista y ratifica la
movilizacin general y deben per-
25
manecer en todos los lugares de su
trabajo, atentos a las instrucciones
que imparta la CENTRAL OBRE-
RA BOLIVIANA.
2. Para no dejarse sorprender, cual-
quier llamado deber emanar im-
prescindiblemente del COMIT
EJECUTIVO NACIONAL y por
medios acostumbrados, recomen-
damos al mismo tiempo mantener
toda la serenidad ante las provoca-
ciones de los sirvientes del imperia-
lismo.
3. Advertimos a los golpistas que la
clase trabajadora est dispuesta a
destruir los resabios de la burgues-
a fantica y traidora que por todos
los medios trata de mantener sus
privilegios
(PRESENCIA - 23 de junio de 1971)
26
LA ASAMBLEA POPULAR
INICIA SUS DELIBERACIONES
Ante la expectativa del continente, a las
14.30 del da 22 de junio, la Asamblea Popular ini-
cia sus deliberaciones como rgano de poder del
proletariado boliviano por determinacin de los
organismos laborales y de los partidos de izquier-
da, conjuncionados en torno al Comando Poltico
de la COB.
La primera resolucin es de una advertencia
seria a los golpistas, que a la letra dice: En caso
de un golpe de estado, la Asamblea Popular de-
termina que la primera respuesta de las masas
trabajadoras ser la huelga general y la ocupacin
inmediata de los lugares de trabajo.
Las deliberaciones se prolongaran por ms
de diez das. Temas como la coparticipacin obre-
ra en la administracin de COMIBOL, la univer-
27
sidad nica con hegemona obrera, la conforma-
cin de los tribunales populares y las milicias sin-
dicales fueron debatidos ampliamente, cuando lo
pertinente era tratar los problemas cruciales de la
toma del Poder y la defensa de la Asamblea Popu-
lar.
Posteriormente nos ocuparemos de analizar
con sentido crtico sobre la actitud errnea de al-
gunos dirigentes de los partidos de izquierda que
no tomaron en cuenta la realidad concreta del
pas, prefiriendo calcar experiencias de la Revolu-
cin de Octubre.
28
LA ASAMBLEA POPULAR INICIA
SUS SESIONES EN SUCRE
En la primera quincena de julio se rene la
Asamblea Popular en Sucre. Estn presentes el
PCB, PCML, POR, PRIN. No se lo toma en cuenta
al MNR que para algunos era necesario convocarlo
para as neutralizarlo y quizs comprometerlo en
el desarrollo del proceso. Sin embargo, por la pol-
tica desplegada en sus tres gestiones de gobierno,
el MNR no era ms que un Partido de la burguesa
burocrtica, una clase ambivalente, dual, con una
clara poltica entreguista, antinacional y antisin-
dical; en suma, de una abierta traicin a los postu-
lados del 9 de abril. Los ms no estbamos equivo-
cados. Su participacin en el golpe sangriento del
21 de agosto de 1971 y sus posteriores gestiones lo
mostraron como lo que es.
29
Fuera de los partidos polticos de izquierda
asistieron representantes de las distintas organi-
zaciones sindicales y populares, con un discurso
revolucionario de avanzar hacia la construccin de
la sociedad socialista, para cuyo logro haba que
desarrollar la lucha unitaria de todas las fuerzas
populares, antiimperialistas y antifascistas contra
la injusticia, el hambre, la miseria y la pobreza del
pueblo. Al final de las deliberaciones se hizo cono-
cer una Declaracin Poltica que en sus partes ms
salientes establece la reorganizacin de los cua-
dros sindicales y la organizacin de milicias sindi-
cales con miras a su transformacin posterior en
milicias populares.
El documento comienza haciendo un anlisis
de la situacin poltica del pas. El 7 de octubre de
1970 dice, como resultado de la ofensiva impe-
rialista y gorila, se oper un cambio de guardia
rutinario en el Palacio Quemado, por la interven-
cin de trabajadores, universitarios y estudiantes.
Tal transformacin se convirti en una victoria
popular.
30
Califica al gobierno actual de vacilante y opor-
tunista, cuya principal sustentacin son las Fuerzas
Armadas. Indica ms adelante que ste debe soportar
constantemente la conspiracin de los militares fas-
cistas en connivencia con la derecha y la presin im-
perialista a travs de sus organismos nacionales y
extranjeros.
El documento analiza ms adelante lo que sig-
nific el Comando Poltico de la clase trabajadora y
del pueblo y sus proyecciones en la Asamblea Popu-
lar. A continuacin se tipifican los objetivos de la
Asamblea Popular en un frente de lucha como ins-
trumento de unidad y de movilizacin de las masas.
Agrega que es el rgano del poder popular el que se
constituye en el poder dual frente al poder del Estado
burgus, hasta convertirse en el estado de los traba-
jadores.
Como tarea fundamental, se seala que la
Asamblea debe ganar posiciones en la clase obrera,
masas campesinas, pequea burguesa urbana e inte-
lectuales progresistas, con el fin de avanzar en el
proceso revolucionario (PRESENCIA 17/07/1971).
31
REFLEXIONES Y CONCLUSIONES
SOBRE LA ASAMBLEA POPULAR
Conviene que a estas alturas hagamos algu-
nas reflexiones sobre la Asamblea Popular.
La clase obrera no ha dejado nunca de ejecu-
tar las tcticas y estrategias pertinentes para as-
cender al Poder porque solo as podr acabar con
el hambre, la miseria y la pobreza que azota a sus
hogares. Y cuando las condiciones son favorables
se pone manos a la obra.
El gobierno democrtico de Torres como
hemos indicado lneas arriba accede a las peticio-
nes de la clase obrera y sectores populares, consi-
guientemente no haba que perder la oportunidad
de avanzar por el camino revolucionario de crear y
desarrollar la instancia del Poder Dual. Antece-
dentes y experiencias ms o menos parecidas se
dieron en el pasado.
32
Poco antes del triunfo de la Gran Revolucin
Socialista de Octubre en Rusia se dio el doble po-
der que segn Lenin: se manifiesta en la existen-
cia de dos gobiernos: uno es el gobierno principal,
el verdadero, el real gobierno de la burguesa: el
gobierno provisional de Lvov y Cia., que tiene en
sus manos todos los resortes del poder; el otro es
un gobierno suplementario y paralelo, de control,
encarnado por el Soviet de diputados obreros y
soldados de Petrogrado, que no tiene en sus manos
ningn resorte del poder, pero que descansa direc-
tamente en el apoyo de la mayora indiscutible y
absoluta del pueblo, en los obreros y soldados ar-
mados.
Pero esta dualidad de poderes no poda durar
mucho. Segn Lenin En un mismo Estado no
pueden existir dos poderes. Tambin No puede
ser estable. La sociedad reclama la concentracin
del poder. Con el triunfo de la Gran Revolucin
Socialista de Octubre desaparece la dualidad de
poderes que, en ltima instancia, acaba con la li-
quidacin del poder burgus y la instauracin de
33
un gobierno revolucionario de obreros y campesi-
nos.
Tambin en nuestro pas, despus del triunfo
de la insurreccin popular de abril de 1952, se da
una situacin excepcional para la dualidad de po-
deres. La derrota del ejrcito de la rosca minero
feudal permite que la COB adquiera un poder inu-
sitado e indito. Trabajadores fabriles hacen guar-
dia en el Palacio Quemado, dirigentes de los sindi-
catos obreros y campesinos toman en sus manos la
solucin de los problemas econmicos y sociales
que aquejaban a sus bases. El gobierno del MNR
no tiene ms remedio que acatar y hacer cumplir
las resoluciones adoptadas por las masas.
Producto de la presin popular es que el Go-
bierno de Paz Estenssoro se ve obligado a naciona-
lizar las minas, dictar la Ley de Reforma Agraria,
aceptar el control obrero, etc. Pero estas medidas
como se sabe fueron distorsionadas con el tiempo.
La ausencia del Partido de la clase obrera y la su-
plantacin de su propia ideologa con la del nacio-
nalismo pequeo burgus, hace que el MNR con-
34
centre en sus manos todo el Poder, con lo que co-
mienza una nueva etapa de conciliacin sistemti-
ca con los intereses del imperialismo yanqui que
constituye una abierta traicin a los postulados de
la insurreccin popular del 9 de abril.
Ahora bien, esas experiencias de la Revolu-
cin Socialista de Octubre en Rusia y la Insurrec-
cin Popular de abril del 1952 en nuestro pas,
hacen pensar a los partidos de izquierda que era
posible repetir dichas experiencias dada la coyun-
tura favorable a los objetivos histricos de la clase
obrera. Sin embargo no fue as.
Lamentablemente, lo que pareca ser un pro-
yecto tendiente posteriormente a la toma del Po-
der con la conformacin del poder dual a travs de
la instalacin y funcionamiento de la Asamblea
Popular, result ser una frustracin para la clase
obrera y dems sectores populares porque el golpe
fascista derrot al gobierno de Torres y con ello
acab con la Asamblea Popular.
35
Los dirigentes de izquierda no tomaron en
cuenta que el golpe fascista se haba gestado desde
enero del ao 1971 y los partidos de derecha como
el ejrcito haban decidido parar en seco todas las
tentativas de la instauracin de un gobierno popu-
lar y revolucionario. Es muy seguro que la Asam-
blea Popular, considerada como el Soviet del Alti-
plano, fue analizada profundamente y considerada
por la derecha reaccionaria como una instancia
ms para la toma del poder por la clase obrera.
Por eso es que el fascismo no titubea en ningn
momento en asestar un golpe contundente al mo-
vimiento obrero y popular que no estaba prepara-
do para responder a la accin contrarrevoluciona-
ria de sus enemigos de clase.
Siendo la Asamblea Popular el escenario de
discusin de los problemas fundamentales de la
revolucin como los caminos a seguir para acceder
al Poder, las tcticas y estrategias a asumir en la
lucha contra el fascismo como el enemigo principal
de la clase obrera y dems fuerzas populares, el
fortalecimiento y el mayor desarrollo del movi-
miento obrero y popular y la preservacin y defen-
36
sa no slo verbal sino militar de las conquistas
polticas como la Asamblea Popular, los dirigentes
de izquierda dieron mayor prioridad a la discusin
de temas que no venan al caso.
Por ejemplo, como dice Ral Ruiz Gonzlez:
los mismos partidos: POR y PCB, sostenan en la
Asamblea del Pueblo como el problema ms impor-
tante de la revolucin boliviana, la coparticipa-
cin obrera en la administracin de COMIBOL.
Soaban controlar la principal fuente de la eco-
noma estatal como si ya habra estado bajo su
control el poder poltico del Estado. De esa manera
se desviaba a la clase obrera de su objetivo es-
tratgico y poltico: la toma del poder, y se diverta
con asuntos de secundaria importancia
Al respecto es conveniente escuchar el crite-
rio del escritor Jorge Echaz: Por otro lado y ms
o menos en la misma direccin, la totalidad de los
llamados partidos de izquierda nacional, jugaron
el papel ms deslucido y ridculo en los dos aos
que duraron los regmenes ovandista y torrista.
37
Si bien era correcto organizar a toda marcha
el movimiento sindical, el movimiento democrtico
y el movimiento estudiantil universitario, etc.,
etc.; sin embargo fue completamente falso que se
siguiera el camino del verbalismo subjetivista. En
efecto, la llamada Asamblea Popular, cuya consti-
tucin fue un autntico triunfo popular, se convir-
ti en un torneo de capacidades retricas de los
dirigentes izquierdistas.
La Asamblea Popular fue una creacin de los
trabajadores, un intento en las condiciones na-
cionales de ensayar el acceso al poder aprove-
chando una coyuntura favorable. A nadie, desde
posiciones revolucionarias, se le ocurrira criticar
la Asamblea misma, ni su composicin, ni siquiera
los temarios que se plante para la discusin pol-
tica e ideolgica. Nuestra crtica es clara y se diri-
ge a la tctica utilizada por los dirigentes de la
Asamblea Popular y su concepcin del momento
histrico que viva el pas en el momento de las
deliberaciones.
38
Es as que, cuando los obreros de base, cual-
quier ciudadano honesto y todos los revoluciona-
rios sinceros vean venirse como una avalancha la
contraofensiva reaccionaria, los lderes de la iz-
quierda ms avanzada, que a la vez dirigan la
Asamblea Popular, prefirieron ponerse a discutir,
sin pausa ni trmino, los aspectos ms diversos,
pintorescos y especiales de las posibilidades teri-
cas del ascenso del pueblo al poder. La famosa
cuestin del "poder dual" llev la discusin a un
extremo: el tpico mtodo bizantino, discutir el
sexo de los ngeles cuando el invasor ataca los
muros de Bizancio.
Nunca, en ninguna parte del mundo, la lla-
mada izquierda jug un papel ms suicida. Nos
referimos, claro est, a los dirigentes de la iz-
quierda, pues las bases revolucionarias apreciaban
correctamente y con ms lucidez la situacin y el
momento poltico movilizando sus escasos recursos
para preparar al pueblo militarmente a fin de
combatir el prximo embate fascista.
39
Esta es, precisamente, la caracterstica ms
peculiar de la lucha de liberacin de nuestra pa-
tria: es evidente que las dirigencias polticas no
estn, ni mucho menos, a la altura de la prepara-
cin y disposicin de lucha de las masas, las cuales
con direcciones y dirigentes ms capaces, ms au-
daces, en fin, ms revolucionarios, hubiesen triun-
fado hace mucho tiempo atrs.
La Asamblea Popular de BOLIVIA se consti-
tuy en el escenario donde actuaban los "maestros"
del proletariado. Da a da los delegados, entre
ellos se contaban numerosos autnticos luchadores
revolucionarios, tenan que escuchar "conferen-
cias" presuntamente tericas de aquellos "grillos"
de la revolucin.
Las resoluciones de la Asamblea Popular
fueron apareciendo, cada cual ms explosiva, no
por su contenido que poda ser correcto, sino por la
inconveniencia de la proclamacin pblica de to-
das las intenciones revolucionarias.
En tumultuosas y parlanchinas reuniones se
aprob la constitucin de los "Tribunales Popula-
40
res", las "Crceles del Pueblo", junto a muchas
otras experiencias puestas en prctica por diferen-
tes pueblos en rebelin. No se piense que estamos
en desacuerdo con esos postulados; no, de lo que se
trata es de saber en qu momento del proceso re-
volucionario debe proclamarse tal o cual reivindi-
cacin popular, democrtica o revolucionaria; lo
contrario significa atraerse enemigos a destiempo
y sectarizar la revolucin, en lugar de ampliar sus
bases de sustentacin. El poner en el banquillo de
los acusados a los criminales que oprimieron al
pueblo es un problema que debe ser encarado
cuando se HA CAPTURADO EL PODER POLITI-
CO Y NO ANTES. Por lo menos ese es nuestro cri-
terio.
Otro problema diferente es que algunas or-
ganizaciones clandestinas procesen y ejecuten a
delincuentes reaccionarios por mtodos directos.
Estas organizaciones cargan con todas las respon-
sabilidades y cualquier reaccin derechista o de
nivel oficial debe enfrentarse al movimiento clan-
destino armado y alertado para su propia defensa.
Tal no era el caso de la Asamblea Popular que era
41
un organismo legal, que funcionaba en plena Plaza
Murillo y no tena ni escobas para defender su
propia vigencia.
Ah est el problema capital: la no corres-
pondencia entre el fenmeno (la apariencia) y el
fondo (la esencia) que revela una enorme debilidad
militar de los organismos de la Asamblea Popu-
lar.
Tenemos la opinin de que la Asamblea Po-
pular debi discutir en primer lugar, y antes que
nada, el enfrentamiento al golpe militar que se
avecinaba coreado y proclamado por todos los me-
dios. Qu hizo la Asamblea en ese sentido? Dis-
puso la organizacin de una comisin militar y se
olvid del asunto y de la comisin. Un enorme
error tctico y tambin de concepcin. Toda la
Asamblea no una comisin debi encarar inme-
diatamente, con todos los medios a su alcance, los
planes de la defensa del proceso. Ms que mil dis-
cursos haca falta un destacamento de 20 hombres
debidamente pertrechado, con mando militar ade-
cuado y objetivos precisos de acuerdo a un plan
42
concreto en la batalla. Nada de esto hubo porque
sencillamente se sigui otro camino: el conocido
del verbalismo suicida y reaccionario.
As fue. Mientras en la Asamblea Popular se
discutan ardorosamente los problemas de la co-
gestin obrera, de los tribunales populares, etc., el
grupo derechista del ejrcito, la empresa privada y
los partidos polticos de FSB y el MNR preparaban
afanosamente el golpe artero contra el movimiento
obrero y popular que no se aperciba de tales
propsitos.
43
El GOLPE DE ESTADO DEL FASCISMO
Crecen los rumores de un golpe militar. La
clase obrera y otras fuerzas sociales del campo po-
pular denuncian la existencia de aprestos golpis-
tas con la clara intencin de derrocar al gobierno
de Torres y por ende de aplastar al movimiento
obrero y popular como factor de una mayor pro-
fundizacin del proceso revolucionario que viva el
pas. Ante esa situacin de extrema gravedad el
Presidium de la Asamblea Popular lanza un Voto
Resolutivo que dice textualmente:
I.- Declarar en estado de EMERGEN-
CIA a todas las fuerzas populares, a to-
das las fuerzas laborales y populares.
II.- En caso de producirse el estallido de
un golpe de estado y reafirmando las re-
soluciones de la Asamblea Popular se
proceder de inmediato a:
44
a) Declarar la HUELGA GENERAL e
indefinida de todas las organizacio-
nes que forman parte de la Asam-
blea Popular.
b) La inmediata ocupacin de las fuen-
tes de trabajo, los centros universi-
tarios y centros de informacin bajo
la responsabilidad de sus respecti-
vas organizaciones.
c) La Comisin de Defensa y Seguri-
dad en coordinacin con el Pres-
dium y la Comisin Poltica de la
Asamblea Popular, determinar las
medidas anteriores en defensa de
los intereses populares (PRESEN-
CIA- 16 de julio de 1971).
Por su parte, la Confederacin de Trabajado-
res Campesinos de Bolivia deca: Los aprestos
golpistas son claros Frente a esta situacin y al
golpe anunciado los campesinos de Bolivia no
hemos de dudar un instante de defender el proceso
revolucionario que vivimos. De ah que instruye a
45
sus organismos departamentales la adopcin de
medidas para erradicar la provocacin y la contra-
rrevolucin instrumentada por el imperialismo
yanqui y sus sirvientes nacionales. A su turno, la
Confederacin de Colonizadores de Bolivia decla-
raba estado de alerta y movilizacin general con-
tra todo intento golpista. Instrua a todos los colo-
nizadores estar preparados para que, llegado el
momento, salgan armados de valor revolucionario
a defender el actual proceso revolucionario y de-
rrotar a los fascistas lo que permitir profundizar
el cauce revolucionario, hasta llegar a consolidar
la base fundamental del nuevo proceso socialista.
El epicentro sera Santa Cruz. Las unidades
acantonadas en esa regin se habran alzado con-
tra el gobierno de Torres. Hugo Bnzer y Ayoroa
estaran a la cabeza del golpe fascista. Andrs Se-
lich Chop un militar de origen balcnico, con una
innegable tendencia fascista, al mando del Regi-
miento Manchego se pliega a los golpistas. Ni
duda cabe que la Falange, el MNR y otros elemen-
tos conocidos por sus inclinaciones fascistas, como
Carlos Valverde Barbery, estaban en la lnea de la
46
conspiracin. Sin embargo de todo esto, sin duda
alguna, fue la CIA quien instruy y asisti econ-
micamente a los conspiradores.
El golpe se extiende por todo el pas. En Su-
cre, en el edificio de Caritas se rene el Comando
Poltico de la clase obrera y decide con la COD y
los universitarios realizar una manifestacin de
rechazo al golpe fascista. La manifestacin es
grandiosa y multitudinaria. Tanto el MIR como el
PCML demuestran estar organizados y preparados
para responder a las acechanzas de los fascistas.
En la plaza 25 de Mayo, ante una concentracin de
muchos miles de personas, se pronuncian discur-
sos de condena y resistencia al golpe fascista. Ca-
yetano Llobet, que habl en representacin del
PCML, pronunci una frase que caus hilaridad:
Este golpe de Estado tiene una virtud de juntar a
dos simios, ahora el mono y el gorila comparten la
misma jaula.
Al da siguiente nos concentramos en el edifi-
cio de CARITAS para seguir de cerca el curso de
los acontecimientos de La Paz. Al principio las no-
47
ticias son alentadoras. Las fuerzas revolucionarias
que defendan a Torres se habran apoderado del
cerro de Laikakota y el Alto Mando Militar que
estaba en el cuartel de Miraflores ya se haba dado
a la fuga, pero despus en la noche las noticias son
un tanto difusas y confusas. Es muy posible que
algunos ya supieran el desenlace fatal de los acon-
tecimientos de La Paz y por no alarmar a los com-
paeros de lucha no dijeron la verdad.
Es entonces que nos aproximamos a la Uni-
versidad para ver lo que estaba pasando all. Ante
nuestra sorpresa los compaeros universitarios
estaban poniendo a buen recaudo toda la docu-
mentacin y otros enseres de la FUL para ser lle-
vados a un lugar seguro. Fija que haban triunfado
los golpistas. No haba ms que buscar algn refu-
gio pero, en mi caso a dnde ir? Ante la imposibi-
lidad de encontrar en ese momento un escondite
regres a casa para estar quien sabe la ltima vez
con los seres queridos.
48
COMIENZA LA REPRESION
Despus de largo meditar vi por conveniente
no salir de casa porque saba que algunos vecinos
me iban a delatar, y decid hacerlo al anochecer.
Justo cuando estaba preparado para abandonar mi
hogar, escuchamos fuertes golpes en la puerta. Va
mi hijo, un nio de dos aos, que corre presuroso a
abrir la puerta donde aparecen los agentes del De-
partamento de Orden Poltico (DOP) para decirme
que les acompae a la Polica. Gritos del nio y
llantos de su madre ante un hecho que era el inicio
de una larga detencin y la separacin definitiva
de mi esposa que por razones obvias no vale la pe-
na de explicar.
Conducido en una vagoneta hacia la polica
me introducen a una celda donde desde la maana
guardaban detencin los cc. Alberto Amusquivar,
Manuel Nava y Albino Cuellar. Poco a poco el gru-
49
po se iba engrosando con la llegada de un mayor
nmero de apresados, principalmente estudiantes
universitarios. El coronel Efran Iman, jefe de
polica, con cierta tristeza me dice: Lo siento pro-
fesor. A poco nos invita a escuchar noticias prove-
nientes de La Paz. Son las ocho de la noche, la ra-
dio del Estado transmite la constitucin de un
triunvirato militar integrado por el general Flo-
rentino Mendieta y los coroneles Hugo Bnzer
Surez y Andrs Selich.
La nacin dice el diario PRESENCIA
vuelve a la marcha gobernada por una representa-
cin de las Fuerzas Armadas y un binomio minis-
terial integrado por Mario Gutirrez Gutirrez,
jefe de FSB, y Ciro Humboltd Barrero, en repre-
sentacin del MNR. A pocos das se conforma y
posesiona el nuevo gabinete ministerial integrado
por conocidos polticos de extrema derecha, unos
falangistas y otros movimientistas, todos ellos
unidos por una sola ideologa: el fascismo. Estn
en ese Gabinete Mario Gutirrez, jefe de Falange,
Carlos Valverde, un falangista de siempre y un
rabioso anticomunista, Ciro Humboltd, ex militan-
50
te de Falange y del Partido Liberal, posteriormen-
te dirigente del MNR, Andrs Selich Chop, que
estaba nada menos como Ministro de Gobierno,
dispuesto a acabar con todos los focos de resisten-
cia popular.
La composicin de ese gabinete ministerial
era la seal ms clara de la instauracin de un
gobierno de corte fascista, cuyo objetivo inicial ser-
a sembrar el terror en la poblacin a travs del
despliegue y ejecucin de una poltica represiva
con la persecucin y la detencin de dirigentes
polticos de izquierda y dirigentes sindicales, para
as descabezar el movimiento popular y obrero que
pese a todo ello no abandona la lucha de resisten-
cia.
A los ocho das de detencin, despus de una
cuidadosa seleccin de los detenidos, se anuncia
nuestro viaje a La Paz. Estamos en esa lista de
infortunados Manuel Nava Ros, ex dirigente sin-
dical campesino, Nabor Rendn Gonzles, dirigen-
te universitario, Wlter Palenque Calizaya, y Fer-
nando Rocabado Quevedo, pero tambin est Flix
51
Chavarra que nada tiene que ver con el movi-
miento de resistencia al golpe fascista. Conocido
como militante del MPC, agrupacin poltica orga-
nizada por Barrientos, mal poda pensarse que
fuera de izquierda; la verdad es que Chavarra era
un buzo con la misin de dar informacin de nues-
tras conversaciones y de realizar un trabajo de
ablandamiento, especialmente sobre el suscrito
que por razones estrictamente sentimentales de
un cario sublime y tierno sobre mi hijo, estara
dispuesto a renunciar a mis convicciones poltico-
ideolgicas nacidas en la vivencia de una realidad
socioeconmica donde impera la desigualdad, la
pobreza, el hambre y la miseria.
Felizmente no ocurri nada de eso. Pese a la
enorme tristeza que me provocaba el abandonar a
mi hijo, mantuve la firmeza necesaria de conti-
nuar para siempre con las ideas del marxismo-
leninismo porque fueron las que me liberaron de
varios prejuicios y me permitieron adquirir una
nueva concepcin del mundo y la vida, con una
visin de un cambio revolucionario en la vida na-
cional. Estas ideas en los peores momentos de la
52
vida me daban valor y coraje para superar las fla-
quezas, debilidades y sinsabores de la prisin que,
cuando no se tiene, el enemigo de clase fcilmente
doblega a quienes dudan de la verdad del pensa-
miento marxista.
Los cinco presos somos conducidos en una
vagoneta que va delante de otra movilidad con po-
licas y agentes con la misin de ahuyentar a la
gente que quisiera liberarnos. Cuando ya no hay
peligro de interferencias del pueblo, la movilidad
que escoltaba a la vagoneta regresa a la ciudad. Es
un viaje cansador por lo accidentado del camino;
pasamos por Ravelo, Ocur y Pocoata, y por fin al
amanecer llegamos a Unca donde a la movilidad
se le aprovisiona de combustible y a las dos de la
tarde arribamos al cuartel del Regimiento Bolvar,
donde nos espera una escuadra de soldados que
nos tratan como a terroristas, no sin dejar de lan-
zar amenazas de hacernos volar la cabeza.
Con las manos en la nuca nos conducen a
unas celdas que por sus estructuras y caractersti-
cas tienen algo de parecido a la de las famosas
53
crceles de Alcatraz o de Sing Sing. Domina en el
ambiente un silencio estremecedor, slo hay rugi-
do de cadenas y de la principal puerta metlica
que se abre y se cierra cuando los guardias entran
y salen, quizs conduciendo a otros compaeros
para encerrarlos en esas sombras celdas construi-
das especficamente para los guerrilleros de Teo-
ponte.
En la noche, por una abertura de la parte ba-
ja de la puerta, introducen unos platos de calami-
na con una magra porcin de alimentos que nos
servimos vidamente. Al da siguiente nos sacan
al patio del cuartel. No vemos a compaeros cono-
cidos, slo nos damos cuenta que estn los del
ELN que presentan heridas en la cabeza y man-
chas de sangre en sus trajes. Es indudable que
fueron vctimas de brutales torturas, suerte que no
los eliminaron como hicieron con otros compaeros
del ELN que en ningn momento negaron su con-
dicin de pertenecer al Partido que haba organi-
zado el legendario comandante Che Guevara.
54
A los pocos das fui trasladado al DOP de La
Paz, y es aqu donde estn detenidos los colegas
Maceda y Carlos Sotomayor, altos dirigentes del
Magisterio Nacional que jams cedieron a las as-
querosas proposiciones de lograr su libertad a
cambio de una renuncia pblica de la direccin
nacional de uno de los sectores ms golpeados por
la represin fascista.
Estn tambin en esta prisin conocidos inte-
lectuales de izquierda como Felipe Iiguez,
Hernn Melgar y otros destacados dirigentes sin-
dicales y universitarios. El local es pequeo, frico
y un mal olor, fuerte e insoportable sale del servi-
cio higinico Los ambientes, convertidos en celdas,
ya no alcanzan para encerrar a la gran cantidad
de detenidos que tuvieron la desgracia de caer en
las garras de la bestia fascista y por falta de espa-
cio se vieron obligados a dormir en los corredores.
55
NUEVAMENTE EN EL CUARTEL DEL
REGIMIENTO BOLIVAR
Los organismos de represin del fascismo,
para asustar y amedrentar, en suma para sembrar
la psicosis del miedo, solan cambiar a los deteni-
dos de una prisin a otra, y eso lo hacan a altas
horas de la noche. Uno de los encargados era un
tal Quiroga que se deleitaba al pronunciar el nom-
bre del compaero que iba a ser trasladado a otra
prisin.
Una de esas noches, junto con otros compae-
ros, fui reconducido al cuartel del Regimiento
Bolvar de Viacha, pero esta vez fui recluido, con
otros compaeros, en una celda fra y hmeda a
tal punto que los colchones de paja casi siempre
estaban mojados. Estbamos encerrados la mayor
parte del da y la noche, slo salamos para tomar
el desayuno y almorzar. Se nos concedan dos es-
56
casos minutos para hacer del cuerpo a una hora
determinada. Muchos compaeros, por forzadas
deposiciones, daaron sus estmagos quedando
con serias y graves secuelas que fueron difciles de
superar ms tarde.
La cantidad de presos en el cuartel del Regi-
miento Bolvar en Viacha es grande. No slo estn
detenidos compaeros de La Paz, Oruro o Cocha-
bamba sino tambin estn de los lugares ms ale-
jados y recnditos del pas. Ello nos permite cono-
cer a compaeros del Gran Chaco, de Pando, Tri-
nidad, Riberalta, etc., etc. Es indudable que el fas-
cismo tena una informacin de primera mano pa-
ra ejecutar implacablemente su plan represivo de
gran alcance con el objetivo de destruir la resis-
tencia popular del modo ms brutal y salvaje.
Estoy ya varios das detenido en el cuartel de
Viacha. Comparto la misma celda con destacadas
personalidades como el seor uflo Chvez, el
destacado profesor Justiniano Mendoza, muy par-
co en sus conversaciones quiz porque est enfer-
mo del corazn. Tambin tengo la oportunidad de
57
hablar con los profesores Roberto Alvarado y
Csar Chvez Taborga con quin coment sobre la
obra de Stefan Zweig, FOUCHE, un personaje
traidor de nacimiento, miserable, intrigante, de
naturaleza escurridiza de reptil, trnsfuga profe-
sional, alma baja de esbirro, abyecto, amoral.
Cuntos polticos o politiqueros de esta laya abun-
dan en nuestro pas: traidores, trnsfugas, intri-
gantes, abyectos, oportunistas.
Dije lneas arriba que habl con el profesor
Roberto Alvarado, pero no dije de qu habl. Y no
pierdo la oportunidad para hacer conocer que ana-
lizamos la represin criminal e inaudita del fas-
cismo que no tiene parangn con ninguna poltica
represiva de gobiernos anteriores. Segn R. Alva-
rado, el gobierno de Bnzer haba elaborado un
plan para detener, confinar, desterrar y matar a
ms de 5.000 opositores. Por las investigaciones
realizadas posteriormente, se sabe que esa canti-
dad haba sido sobrepasada.
Y, bueno, me dice don Roberto Alvarado,
qu pas con ustedes, por qu cayeron como an-
58
gelitos?. Es que le respond no tuvimos tiempo
para ponernos a buen recaudo; quiz tambin
hubo ingenuidad, indolencia y ms que todo au-
sencia de una tipificacin clara y rotunda de un
gobierno fascista que estaba dispuesto a acabar
con la izquierda y morigerar al movimiento sindi-
cal. Cuando le pregunt qu haba hecho para no
caer preso en las primeras semanas de la dictadu-
ra fascista, me respondi que cuando se produjo el
golpe de Bnzer l estaba en La Paz y, contra toda
lgica, vio por conveniente regresar a Sucre donde
estuvo tranquilo porque los fascistas no podan ni
imaginarse que estaba oculto en su casa, hasta
que despus de unas semanas, ante la urgencia de
recibir exmenes en la Escuela Normal, cae preso
y luego es conducido a La Paz. Aqu dice don Ro-
berto me hicieron una oferta para que saliera exi-
liado al exterior, pero yo no acept, prefiero que-
darme con mis compaeros de lucha.
Un da, no recuerdo con precisin la fecha,
recibo la visita de mi madre, mi esposa y el nio
que no sabe la causa de mi detencin. Se nos con-
cede apenas cinco minutos para conversar. Mi ma-
59
dre al verme prorrumpe en un llanto interminable
para decirme, no s qu podemos hacer para obte-
ner tu libertad, y en su quechua habitual se expre-
sa de la siguiente manera: Imatachus ruwasun-
chis, mana yachanichu imatachus ruwanayta lloj-
sinayquipaj kaymanta.
Tambin mi esposa llora amargamente y an-
tes de despedirse me dice: Me vas a dejar, y yo le
pregunto por qu dice as, y ella me responde: En
mis sueos te alejas de mi lado, siempre te escapas
de mi lado.
Despus de una triste despedida, no sin antes
besar y abrazar al nio, me pongo a meditar sobre
el significado de los sueos. Al margen de la teora
de S. Freud sobre este tema, asiento que los sue-
os, de alguna manera, se adelantan sobre lo que
va a suceder o expresan nuestros deseos reprimi-
dos. Todo depende de la capacidad de interpreta-
cin de la persona que inquiere sobre su futuro. En
el caso del sueo de mi esposa, apuntaba a un
exilio o una fuga? Ni lo uno ni lo otro. El exilio es-
taba negado y la fuga imposible pensar, al menos
60
de prisiones como la de este cuartel militar o del
DOP de La Paz. Por eso no le di mucha importan-
cia.
La situacin se torna insostenible e insopor-
table. La detencin que se sufre es de todo punto
de vista injustificada; no existen los menores ele-
mentos jurdicos que avalen una detencin arbi-
traria e irracional. En primer lugar la mayor parte
de los detenidos no formaban parte del gobierno de
Torres, no ocuparon algn cargo en la administra-
cin pblica, y el nico delito que cometieron fue el
de luchar por una Bolivia libre, independiente y
soberana. Libre de la opresin y explotacin del
imperialismo. Independiente de la dependencia del
imperialismo que impone gobiernos sumisos al
servicio de sus intereses, que obliga la adopcin de
polticas econmicas que no permiten el desarrollo
integral de nuestra industria y agricultura convir-
tindonos en un pas de simple exportador de ma-
terias primas, y por ltimo quien manda y decide
en Bolivia es el imperialismo yanqui que a travs
de su embajador instruye lo que se tiene que
hacer.
61
Ese fue el delito que cometimos para que con
singular vehemencia, odio y venganza se desate
una poltica represiva en abierta contradiccin con
las leyes nacionales y la propia Constitucin Pol-
tica del Estado. Mas el fascismo es difcil que pue-
da reconocer derechos y garantas constituciona-
les. Y si el fascismo se impone es por la ley de la
fuerza, de la coercin, el chantaje y a veces por la
mentira al querer mostrar que lo injusto es justo y
lo falso es verdadero. Con semejantes mentiras y
patraas, repetidas en forma machacona, siem-
bran la duda y la desconfianza en el pueblo.
Nuestra detencin no se justifica por ningn
lado. Nada tenemos que ver con la pobreza, la mi-
seria y el atraso del pas. Otros son los autores di-
rectos o indirectos para que Bolivia sea uno de los
pases ms atrasados de Amrica Latina y el
mundo. Estamos muy lejos, en cuanto a desarrollo,
de los pases europeos, de Norte Amrica y ahora
ltimo de los pases asiticos.
Primero una clase parasitaria, de latifundis-
tas, y despus una burguesa que dilapid los re-
62
cursos naturales a cambio de migajas llevaron al
pas por el despeadero de la prdida de su digni-
dad y soberana. Somos, ya ninguna duda cabe, un
pas dependiente y atrasado. Nos separan ms de
150 aos de los pases altamente desarrollados,
naturalmente con la explotacin de los trabajado-
res y por el comercio no equivalente con los pases
pobres del Tercer Mundo. El ingreso per cpita del
boliviano es apenas de 850 $us, (ahora, en el go-
bierno del MAS, el ingreso per cpita, gracias a la
elevacin de los precios de nuestros minerales y el
gas, ha llegado a 1.700 $us), mientras que el de
Noruega, Finlandia, Suiza sobrepasan los 35.000
$us.
Cules las causas para esta situacin por
dems deplorable? Se indican muchas. Entre ellas
se sealan la falta de una salida al mar, nuestra
condicin de pueblo enfermo como dira falsamente
Arguedas, negligente, irresponsable, indisciplina-
do o la carencia de lderes, en fin se pueden indicar
muchas causas, pero como quiera que hemos lle-
gado a tocar un tema que cada da que pasa y mu-
cho ms cuando la crisis econmica se agudiza o
63
emergen por todas partes los problemas econmi-
cos y sociales sin visos de solucin, entonces si nos
ponemos a pensar con ms fuerza en la suerte y el
futuro de nuestro pas llegamos a la conclusin
que slo la lucha revolucionaria del pueblo, enca-
bezado por la clase obrera y su partido, podr aca-
bar con el dominio imperialista causante del atra-
so, la pobreza y la miseria generalizada.
Es indudable que la lucha ser larga, sacrifi-
cada, y muchos de los combatientes dejarn sus
huesos en los campos de batalla, o sern elimina-
dos en los campos de concentracin, o quedarn
inutilizados privados de poder contar con los me-
dios de subsistencia que otrora les permiti capear
las limitaciones de una sociedad mezquina y egos-
ta donde reina la ley del ms fuerte.
Convencidos que slo la revolucin podr dar
fin a este orden de cosas es que muchos obreros,
campesinos, gente de la clase media, se alistan en
las filas de los partidos de izquierda que con la
presencia de los sectores populares conformarn
un gran frente popular, antiimperialista y anti
64
oligrquico, con la perspectiva de instaurar la so-
ciedad socialista liberada de las lacras, injusticias
y calamidades de la sociedad capitalista, que debe
y tiene que ser reemplazada por el socialismo.
El imperialismo y sus esbirros en el pas sa-
ben que la revolucin social acabar con sus privi-
legios porque ella significa la destruccin del apa-
rato burgus, de sus instituciones que los susten-
tan como el ejrcito y la polica.
Por eso se explica que, mayormente en pocas
de dictaduras militares y civiles, la fuerza compul-
siva de la represin est dirigida fundamental-
mente contra los hombres de izquierda con la clara
intencin de liquidarlos fsicamente o doblegarlos
ideolgicamente, contando para ello de la coercin
psicolgica que va de la simple amenaza a los
hechos traumatizantes con serios desordenes en el
diario vivir.
Nuestra detencin va ms all de la privacin
de libertad. Tienen varias alternativas: o nos li-
quidan fsicamente o nos convierten en simples
marionetas de sus apetitos y deseos personales.
65
Estbamos conscientes de todo ello; por eso es que,
en una carta dirigida a Bnzer en fecha 27 de ene-
ro de 1972, los ms de 200 detenidos en el cuartel
del Regimiento Bolvar de Viacha, le exigimos jus-
ticia, por cuanto sin que pese sobre nosotros
ningn cargo de culpabilidad se nos priv de liber-
tad, todo lo cual va en contra del espritu y la letra
de la Constitucin Poltica del Estado, que estable-
ce en uno de sus artculos que bajo ninguna cir-
cunstancia un ciudadano puede ser privado de su
libertad por ms de 48 horas, trmino en el cual
deber ser puesto en libertad o pasado a la juris-
diccin de la Justicia Ordinaria, nico canal com-
petente para conocer la comisin de delitos comu-
nes o polticos.
Hasta el presente, seor presidente, desea-
mos poner en su conocimiento que entre los ciuda-
danos detenidos habemos hombres y mujeres per-
tenecientes a casi todos los sectores de la actividad
nacional, inclusive menores de edad, postrando a
nuestras familias en la indigencia y la desespera-
cin, lo que, al margen de las motivaciones huma-
66
nitarias no contribuyen en modo alguno a la paz
social y menos an reencuentro de los bolivianos.
No hubo respuesta alguna. Era de esperar
que fuera as. Una dictadura sanguinaria y cruel
como la de Bnzer jams iba a dar seales de
humanitarismo ni mucho menos comprender nues-
tra desesperacin y la perenne amargura de nues-
tros familiares, por eso nos lanzamos a una huelga
de hambre en todas las celdas. Inmediatamente
nuestros carceleros nos cortaron la luz elctrica,
nos impidieron ir al bao, nos amenazaron con
castigarnos. La huelga de hambre se mantuvo fir-
me el primer da, y luego a las doce de la noche
comenzaron a descabezar los piquetes de huelga
con el dislocamiento de los dirigentes de cada pi-
quete para ser conducidos a otras prisiones.
67
ACHOCALLA: EL NUEVO CAMPO
DE CONCENTRACION
Como responsable de un piquete de huelga
juntamente con los compaeros Froiln Aguilar y
Dionicio Fernndez fui conducido a la casa de
Hacienda de Achocalla que, segn cuentan algu-
nos compaeros de prisin, all habra sido rema-
tado el compaero de armas del Che, Inti Peredo,
quien despus de haber sido apresado en la ciudad
de La Paz fue llevado a Achocalla donde fue
brbaramente torturado y rematado personalmen-
te por Tito Vargas.
La noche es fra y apenas disponemos de
unas delgadas frazadas para cubrirnos, as y todo
nos acurrucamos y arrugamos como podemos para
que el abrigo que tengo sirva de colchn para
Froiln y mi persona. Al da siguiente aparecieron
algunos agentes con palos en la mano para obli-
68
garnos a servirnos el desayuno. Nos mantuvimos
firmes en nuestra decisin; nada, ni las amenazas
de golpizas ni las engaosas noticias de que los
dems piquetes haban levantado la huelga de
hambre, nada en particular nos hizo vacilar para
continuar con nuestra medida riesgosa y peligrosa
por cierto, por cuanto estbamos a merced de
nuestros carceleros.
Por la noche, cerca de la medianoche, apare-
cieron varios agentes encapuchados, todos ellos
bien armados, lo que nos hizo pensar que venan
con aviesas intenciones de masacrarnos o liqui-
darnos de una sola vez. Uno de ellos grit en voz
alta: Levntense, carajos! Y otro pregunt:
Quieren ir a Madidi? Claro que s, respondimos.
Entonces, alisten sus cosas, carajos.
Inmediatamente nos hicieron formar en fila
de a uno, y nos obligaron a subir hacia una cancha
de ftbol donde nos ordenaron a correr segura-
mente para aplicar la ley de fuga, pero felizmente
el que encabezaba no desbord la cancha y comen-
zamos a dar vueltas alrededor de la misma.
69
Y aqu comenz la masacre. Nos golpeaban
con la culata de los fusiles, nos disparaban a los
pies mientras corramos y nos obligaban a caminar
de cuclillas y hacer flexiones donde nos pisaban y
nos pateaban con furia salvaje hasta que ya no
podamos levantarnos.
Uno de los presos comenz a gritar pidindo-
les que ya no le maltraten, a lo que uno de los
agentes le pregunt: No te acuerdas, movimien-
tista de mierda, cmo masacraban ustedes?. Des-
pus de semejante paliza apenas pudimos parar-
nos y as, apoyndonos los unos a los otros, baja-
mos a nuestras celdas. Como consecuencia de la
brutal golpiza y por la forzada carrera, una toz
aguda y persistente me atac toda la noche.
Al da siguiente supimos que no ramos los
nicos que estbamos en la vieja casa de hacienda.
Tambin estaban detenidas las compaeras Hilda
Saavedra y la cuada de Agustn Ameller, alto di-
rigente del PCML. La primera, an muchacha
adolescente, que tal vez por simples simpatas a la
izquierda fue apresada y torturada brutalmente,
70
mientras que la segunda por ser nada ms que
cuada de A. Ameller tambin era vctima de la
arrolladora represin del fascismo, que no slo
abarcaba a los militantes y simpatizantes de los
partidos de izquierda o a los dirigentes sindicales
sino tambin llegaba a los familiares y amigos.
Nunca en la historia nacional, que se sepa, se
desat una poltica represiva con una magnitud y
saa que no hay punto de comparacin con gobier-
nos dictatoriales del pasado. El rgimen banzeris-
ta, calificado por la COB como el gendarme ms
despiadado de toda la historia de nuestro pas, se
impuso de principio la tarea indigna y salvaje de
aplastar la resistencia popular a travs de la per-
secucin sistemtica y detencin de dirigentes
polticos de izquierda, sindicales y de personalida-
des que simpatizaban con la ideologa y lucha de la
clase obrera
Estuvimos por algunos das ms en esa casa
de hacienda convertida por la dictadura en una
sombra prisin, lugar de macabros asesinatos co-
mo del c. Inti Peredo y Enrique Ortega, que siendo
71
herido fue apresado y encerrado en una lbrega
celda para ser torturado todos los das por Sardn
y su grupo de esbirros, hasta que por ltimo fue
rematado.
Un da, cuando nos encontrbamos en la co-
cina, apareci Tito Vargas acompaado por X Ro-
mero; naturalmente estaba cumpliendo con sus
habituales tareas de recorrido e inspeccin por to-
das las celdas carcelarias. Debo manifestar que no
era la primera vez que lo vea a Tito Vargas; ms
antes, a pocos das de mi llegada al DIC de La Paz,
apareci para conversar con los presos que le ped-
an clamorosamente se les conceda el derecho de
aclarar su situacin de detenidos, puesto que no
haba ninguna justificacin para la adopcin de tal
medida abusiva e injusta.
Un dirigente sindical, con una ceguera avan-
zada, le dijo: Cmo se imagina que un ciego co-
mo yo pueda participar en actividades poltico-
sindicales?. A lo que le respondi: Un casi ciego
como usted puede intervenir en esas actividades si
todava hace trabajar su cerebro. Un dirigente
72
sindical para cumplir con su misin de agitador no
es preciso que vea bien, sino que tenga la capaci-
dad para dirigir a sus bases, y lo que usted ha
hecho es eso. Ha soliviantado a los trabajadores
contra los empresarios, y por eso usted est aqu.
Cuando apareci en Achocalla pens para mis
adentros que era la oportunidad para conversar
con l, pero no fue as. Slo dijo: Profesor y me
hizo un guio para que no le hablara. Bendita la
hora que no le habl ni le ped nada a quien fue mi
alumno en el Colegio Bernardo Monteagudo. Una
paradoja de la vida, un alumno convertido en car-
celero de su profesor.
El fascismo arremete con furia salvaje contra
todo lo que se oponga a sus designios. No interesa
que al frente est quien est; puede ser la madre,
el padre, los hermanos, amigos, el profesor que le
abri los ojos a la cultura y la ciencia, pero si es
contrario a su ideologa se procede igual en la eje-
cucin de sus polticas represivas. El caso de Tito
Vargas no es el nico, pues en la larga noche de
las dictaduras militares los mismos amigos con-
73
vertidos en sayones de los presos torturaban sin
contemplacin y misericordia, con olvido total de
los lazos de amistad que cultivaron antes.
A los pocos das nos trasladaron a la antigua
estacin del ferrocarril donde guardaban detencin
varios compaeros como el Dr. Roberto Alvarado,
Jorge Alderete, Jorge Soria, Pedro Paputsakis,
Ivn Finot y la seora Rina Tapia, la nica mujer
en medio de tantos hombres. La irreverencia y la
irrespetuosidad de la dictadura ante la mujer boli-
viana se mostraba en este hecho inslito y nico
en el sistema penitenciario mundial; por lo que
sabemos hay crcel slo para mujeres, pero no co-
mo ocurri en nuestro pas que estaba bajo el peso
de una dictadura que cometa actos inconcebibles
en contra de la dignidad, el honor y el orgullo de la
mujer.
Estamos en un campo de concentracin sin
ningn servicio bsico, no hay luz, agua potable ni
servicios higinicos. Un silencio abrumador y una
soledad absoluta reinan en el lugar donde ms an-
74
tes el general Pando encontr la muerte cuando
regresaba de su propiedad de Luribay.
Al margen de todo esto, la prisin de Achoca-
lla nos sirvi para conocer a algunos personajes de
la poltica boliviana. El tiempo que nos quedaba en
ese encierro sepulcral era utilizado para hablar
sobre la poltica nacional. No nos quedaba otro
camino que analizar los hechos subyacentes de la
dictadura, las contradicciones en el Alto Mando
Militar y las que se daban entre el propio Bnzer y
sus compaeros de fechoras como Zenteno Anaya
o Selich Chop. Por el momento el movimiento
obrero y popular atravesaba una etapa de reflujo
por los feroces golpes que recibi en la lucha de
resistencia al golpe fascista. Pero s podan darse
algunos cambios por las contradicciones sealadas
lneas arriba.
En efecto, quien se mandaba la parte en es-
peculaciones y cbalas sobre posibles cambios en
el gobierno era Jorge Alderete, antiguo militante
del MNR, que dentro del contexto de la politique-
ra boliviana con una abundancia de oportunismo,
75
deslealtad, individualismo y ambiciones persona-
les poda darse en cualquier momento un cambio
en la estructura de la dictadura fascista, lo que
supona un ablandamiento en su poltica represi-
va. El tiempo nos demostr que no eran ms que
simples ilusiones, pues la dictadura banzerista se
remach y consolid por muchos aos hasta que
slo la lucha de las masas populares encaus los
cambios esperados.
Achocalla, como campo de concentracin, era
el lugar ideal para una dictadura obsesionada con
la idea maquiavlica de doblegar moral y fsica-
mente a sus enemigos de clase. Cada da Tito Var-
gas y sus sicarios solan hacer prcticas de tiro al
blanco en las efigies de Marx, Lenin, el Che Gue-
vara y Fidel Castro, con lo que pretendan daar a
la gloriosa causa del socialismo y a sus conspicuos
representantes. Ilusiones de dementes con mentes
enfermizas que la historia se encargar de conde-
narlos como sanguinarios represores del pueblo.
No hay preso ms desprotegido como el preso
poltico. En primer lugar, su detencin es total-
76
mente injusta e ilegal por cuanto no se sujeta a lo
establecido por las leyes y la Constitucin Poltica
del Estado. En segundo lugar, los enemigos de cla-
se, para doblegar moral y psicolgicamente a sus
opositores y para tener mayores informaciones
sobre la resistencia popular, siempre han apelado
al recurso brutal de la tortura; este procedimiento
se ha dado en todos los regmenes dictatoriales,
pero en la dictadura de Bnzer adquiere caracte-
res inusitados.
Escuchemos lo que dice Jorge Echaz en su
libro EL MILITARISMO BOLIVIANO:
Por primera vez en la historia nacional, el
rgimen de Bnzer utiliz la tortura sistemtica
como medio para lograr arrepentimientos, confe-
siones o delaciones. Es cierto que en el pasado,
como tenemos visto, muchos regmenes torturaron
prisioneros polticos hasta la muerte, pero Bnzer
y sus sucesivos ministros del interior son los pri-
meros en hacerlo en escala masiva y con asesora-
miento extranjero. Centenares o quizs millares
de bolivianos de todas las condiciones fueron so-
77
metidos a espantosas torturas por un nutrido gru-
po de hienas humanas al mando de un lombrosia-
no que responde al nombre de Rafael Loayza.
En tercer lugar, por lo general el preso polti-
co, si es considerado peligroso, es aislado y ence-
rrado en celdas oscuras y hmedas para que la
oscuridad y la humedad lo consuman hasta con-
vertirlo en una piltrafa humana. En la dictadura
banzerista muchos compaeros de prisin corrie-
ron esa triste suerte de no relacionarse con los
dems presos ni podan recibir las visitas de sus
familiares.
En cuarto lugar, el preso poltico, a diferencia
del delincuente comn, no sabe hasta cundo va a
estar detenido y esto es lo que lo consume. Das y
noches no deja de pensar en su libertad ni puede
dejar de preocuparle la situacin de la familia que,
sin la presencia del esposo o del padre, puede
afrontar una situacin econmica que se le torna
muy difcil. Esa constante y permanente divaga-
cin poco a poco va destrozando sus nervios. Es
comn que el preso poltico salga de la prisin con
78
una serie de traumas psicolgicos que lo atormen-
tarn hasta el ltimo da de su vida.
Achocalla es una prisin enclavada en las
faldas de una montaa que presenta algn resqui-
cio vulnerable para un escape. Resulta que algu-
nas tardes los tiras nos llevaban a la cancha para
jugar ftbol. Una tarde, el argentino Gmez se
queda en su celda pretextando encontrarse mal. A
nuestro regreso Gmez, el tucumano, ya no estaba
ms, se hizo gas, haba fugado con mucho xito
trepando una zanja que le permita salir de la pri-
sin. Poco tiempo despus el fabril Prez y un es-
tudiante de la Universidad de Cochabamba des-
aparecen, provocando la ira y las amenazas de los
agentes que perciben en los presos la audacia y la
determinacin de fugar si las condiciones se les
presentasen.
Es por eso que se piensa en la apertura de un
campo de concentracin que ofrezca mayores segu-
ridades en la detencin de aquellos compaeros
que mostraban audacia y temeridad para salir del
cautiverio.
79
Pasan los das y pasan las noches sin mayores
cambios en nuestra montona vida de reclusin. No
se vislumbra alguna luz de esperanza para obtener
la tan preciada y ansiada libertad; especialmente
para quienes hemos sido identificados como mili-
tantes de algunos partidos de izquierda no existe ni
la ms remota posibilidad de salir libres, de ello
estamos absolutamente seguros. Ni duda cabe que
la bestia fascista trata de acabar con nuestras vidas
y as tambin con nuestras ideas que, al decir del
prefecto de Santa Cruz, estaba muy ocupado en la
expulsin del marxismo de Bolivia.
Semejante estupidez mueve a risa y compa-
sin; es nada ms producto de una supina igno-
rancia de quienes piensan que las ideas, al igual
que las cosas o personas, pueden ser expulsadas.
Las ideas o pensamientos son valores, no son y
simplemente valen el ser verdaderos o falsos, no
tienen la realidad o la corporeidad de las cosas. El
pensamiento marxista, como pensamiento, es un
valor y como tal no puede ser expulsado como una
cosa real, pero vale porque es verdadero y es as
porque es omnipotente, y cuando prende en las
80
masas adquiere una fuerza que las mueve y las
anima para la lucha contra la injusticia, la des-
igualdad y la exclusin.
El marxismo ha sido combatido en todos los
lugares del planeta tierra; qu no se ha hecho para
acabar con todas sus expresiones, pero han sido
vanos todos los intentos con ese propsito porque
simple y llanamente el marxismo, que es la snte-
sis del pensamiento cientfico ms avanzado de la
humanidad, se ha mantenido y se mantendr por
los siglos y los siglos sin que ello quiera decir que
se petrifique y se quede con los enunciados de
Marx y Engels y los aportes de Lenin y Mao.
Sin duda alguna el marxismo ser an ms
enriquecido con la experiencia histrico-social de
la humanidad y sus principios bsicos sern de-
mostrados en el decurso de la historia; por eso
mueven a risa los deseos de quienes, enceguecidos
por un poder transitorio, emiten conceptos ahist-
ricos.
La situacin en Achocalla se pone muy tensa.
La prudencia, la cautela y la discrecin de los pre-
81
sos pueden derivar en actos de rebelda, si la pre-
potencia y el maltrato de los tiras no cesan. Caso
inslito en una prisin, cuando al menos se est en
las garras del enemigo pero llega un momento en
que ya no se puede soportar humillaciones que
lindan en la cobarda y la prdida de la dignidad
humana. Es as que cuando se nos encierra todo
un da en nuestras celdas, sin posibilidades de
hacer nuestras necesidades, reaccionamos como
todo ser humano. Ese fue motivo para que en la
noche nos conduzcan a la cancha de ftbol donde
fuimos torturados salvajemente.
Forzados a caminar en cuclillas, obligados a
hacer flexiones hasta quedar exhaustos, no sin
antes ser derribados a travs de planchonazos pa-
ra tendernos en el suelo, nos patearon y azotaron
con cadenas dejando heridas profundas en las es-
paldas y nalgas. Al trmino de su sangrienta mi-
sin nos advirtieron que la prxima ya no sera con
palos o cadenas, sino que apelaran al fusil para
acabar en forma definitiva con nuestra insoporta-
ble rebelda.
82
RUMBO AL TENEBROSO CAMPO
DE CONCENTRACION DE COATI
Una noche, 23 de mayo, nos despiertan para
preguntarnos qu nos habamos soado. Pero, a
qu vena esa pregunta? El gobernador y sus se-
cuaces saban de antemano lo que nos esperaba.
Algo malo se proyectaba contra determinados pre-
sos indomables y rebeldes, difciles de doblegar en
las prisiones de la ciudad de La Paz y Viacha o en
las cercanas de estas ciudades. Era mejor recluir-
los en lugares donde la prisin aniquile moral y
materialmente a quienes tuvieron la osada de re-
clamar y cuestionar a la dictadura fascista de
Bnzer.
Mientras estbamos auscultando las inten-
ciones de tal pregunta, escuchamos la voz conocida
del sdico y siniestro carcelero X Quiroga que or-
denaba alistar nuestras cosas y subir de inmediato
83
al carro. En la lista de los convocados estaban
Froiln Aguilar, Pedro Paputsakis y el suscrito,
todos del PCML. Al cabo de cinco meses de deten-
cin en Achocalla, llegamos a la triste conclusin
que era muy ilusorio pensar en un posible ablan-
damiento de la dictadura banzerista, que da que
pasaba se haca ms cruel y sanguinaria. Se escu-
chan noticias de la eliminacin de algunos compa-
eros del ELN y el asesinato de Daniel Arroyo en
el Ministerio de Gobierno
El vehculo que nos conduce llega a la puerta
del DOP de La Paz. Suben muchos compaeros de
infortunio que se incorporan al grupo de presos
cuyo destino es an desconocido. Una vez que nos
acomodamos como podemos, el carro remonta
hacia el altiplano. En ese momento surgen muchas
interrogantes: Hacia dnde nos llevan? Ser a
Corocoro? O ser a Coati? Ambos nombres que-
dan an en la triste memoria como temibles cam-
pos de concentracin donde perdieron la vida mu-
chos presos, unos rematados por el peso de las tor-
turas y otros fondeados en las fras aguas del lago
ms alto del mundo.
84
El carro pasa el cruce del camino hacia Coro-
coro y contina su marcha hacia el estrecho de Ti-
quina. Entonces llegamos a la amarga conclusin
de que nos estn llevando a Coati.
Al amanecer ya estamos en el estrecho de Ti-
quina, paso obligado al santuario de Copacabana.
El carro se detiene y en esos instantes aparece una
mujer del pueblo que nos mira y observa piadosa-
mente; no puede hablarnos porque sera peligroso
hacerlo as, pero en una muestra de solidaridad
con nuestra desgracia derrama lgrimas de triste-
za e impotencia.
Al cabo de unos minutos nos embarcan en
una lancha antigua y destartalada cuyo can est
sujeto por medio de un alambre. Antes del medio
da ya estamos en Coati, y por las primeras per-
cepciones que tenemos se trata de un verdadero
campo de concentracin con algunas caractersti-
cas propias de la poca del nazismo. Pero Coati, al
igual que las famosas prisiones de Alcatraz o la
isla del Diablo, est rodeada de agua con la dife-
85
rencia de que sta es fra, dificultando toda tenta-
tiva de fuga al menos si se quisiera hacer a nado.
Por estas condiciones naturales de Coati es
que el tristemente clebre idelogo del regionalis-
mo, racismo y separatismo de la media luna, Car-
los Valverde, al ser informado de la fuga de este
lugar, sencillamente dijo que era imposible porque
Coati era inexpugnable.
Cuando hacemos tierra se nos dice que esta-
mos en la isla de Coati, y por si se les ocurriera
escapar, les aconsejamos que ni lo intenten, y
quien lo intente debe considerarse como hombre
muerto. Se deduce que ello puede darse por la
accin de las aguas fras del lago o por la aplica-
cin de ley de fuga. Se nos conduce a unas celdas
obscuras, el piso es de tierra apisonada, las pare-
des ni siquiera estn revocadas; por el fro impe-
rante no tendremos el problema de algunas sa-
bandijas, chinches o pulgas que en otros lugares
con climas tibios seran los que engorden con nues-
tra sangre. Son celdas rsticas, absolutamente
rsticas, construidas especialmente para malen-
86
tretenidos o gente del lumpen proletariado acusa-
dos de delitos graves, algunos de los cuales fueron
colgados y otros fondeados. Tambin dirigentes
polticos del MNR y del PIR fueron recluidos por
ser opositores a gobiernos de la oligarqua minero-
feudal.
Coati era para la dictadura un lugar ideal pa-
ra cometer cualquier abuso o arbitrariedad que
puede lindar en el asesinato o la desaparicin del
preso, con desconocimiento de los familiares muy
apesadumbrados al no saber nada de la suerte del
esposo, del padre o del hijo.
Al cabo de unos minutos nos llaman para al-
morzar. La comida es muy mala, se trata de una
vulgar lagua con diminutas papas que muestran
su pequeez en el fondo del plato y un pedazo de
charque de llama que flota en el inspido caldo de
harina. Este era el men de casi todos los das.
Est probado que hicieron negociados con la ali-
mentacin destinada a las prisiones. Los vveres
adquiridos eran de muy baja calidad; as las papas
eran tan pequeas que