Post on 27-Jul-2015
Puhhcau('lIl mensual MéxIco, D F 2014 Segunda Época Año 1 No 7
Para los que quieren conocer. .. para los que quieren recordar
Bosques de las Lomas 5570-0235
Parque Hundido 5611-3171 Cuicuilco
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Historia de un Arbol: Miguel Ángel de Quevedo Por: Raquel Vargas
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Considerando que desde el 1900 se preocupaba por el mantenimiento de los recursos naturales para el futuro, a Miguel Ángel
d ' Quevedo debe considerársele como uno de los primeros ambientalistas en manejar el concepto de «Sustentabilidad». Esta visión conservacionista fue formándose durante los años que residió en Francia creciendo particularmente en los Pirineos, en contacto con bosques y montañas. Ingresó a la Universidad de Burdeos donde recibió el grado de Bachiller en Ciencias en 1883. Posteriormente, en la Escuela Politécnica de París estudió Ingeniería con el beneplácito de su abuela materna, que influyó mucho en él para que decidiera estudiar esta carrera bajo el argumento de que México requería de ingenieros, disuadiéndole en ese entonces para abandonar su interés por la Astronomía y la Meteorología. En dicha Escuela atendió un curso de Agricultura Hidráulica impartido por DurandClaye, personaje clave en la conformación de su pensamiento conservacionista. Ahí aprendió que el conocimiento de la Silvicultura era indispensable para resolver
Ca ..... inando
V esc .. ibiendo
La vida es la constante sorpresa de saber que existo.
Rabindranath Tagore (Filósofo y escritor indio 1861-1941)
Esta vez tenía ganas de estar conmigo misma. Quería caminar. .. como siempre, pero no entre multitudes, tampoco a tropezones. Deseaba que
mis pasos andaran libremente por senderos tranquilos. Ap.siaba tener la cabeza despei-
nada con aire fresco, abrir los pulmones a un aroma limpio, y dejarme encantar por la quietud del tiempo. y es que en esta enorme urbe el silencio es difícil de encontrar, así que la vorágine diaria me hace valorar los paréntesis citadinos que
se prestan para caminar y escribir en calma. Cuando llegué alrededor del medio día al parque de los Viveros de Coyoacán, me entusiasmó ver desde la calle el «manto verde» que se extiende a lo largo y ancho de su entrada. Es como un telón que abraza para darnos
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la problemática ambiental de México, tomando en consideración que es un país montañoso que sufría de lluvias torrenciales y prolongadas sequías, llegando a afirmar que un Ingeniero Hidráulico que no tuviera conocimientos forestales resultaba deficiente. Otro personaje importante en la conformación de su visión fue el prominente IIlgenlero f1'ancé~ Paul Larochc qu impartía un curso de Obras Marítimas. En uno de los recorridos por varios puertos franceses quedó impresionado por las dunas arboladas artificialmente, creados en el litoral como una protección de las tormentas invernales, conocimiento que aplicaría años más tarde en el puerto de Veracruz.
Inicio de las obras con visión futurista
Después de recibir su diploma como Ingeniero Civil con especialización en Ingeniería Hidráulica en 1887, Quevedo regresa a México ansioso de aplicar lo aprendido en Francia, recordando constantemente el consejo de Durand-Claye sobre la necesidad de la protección forestal en México. Una vez aquí participó en varios proyectos de la Ciudad de México, iniciando con el de la Construcción del Desagüe del Valle
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la bienvenida a un paisaje vivo, que espera paciente para aliviarnos de la fiebre capitalina y devolvernos la sensatez. A poco menos de un metro de haber pasado la puerta de entrada, el frescor es evidente; respiro profundo y me siento un poco egoísta, porque quiero guardar esa emoción 'solo para mí. Estoy llegando a un lugar vivo, pero vivo de verdad: de naturaleza ... de color ... de tierra ... y de agua.
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Un Periódico en la Cultura 1 00
( Continuación de Miguel Angel de Quevedo )r-:r' de México, concluyendo que la completa desecación de los lagos que rodeaban a la Ciudad de México afectaría la biodiversidad, así como que las actividades de pesca y caza se extinguirían, amén de que la reducción de la Zona Lacustre del Valle produciría una mayor incidencia de enfermedades debido a las polvaredas y malos vapores que ya no serían diluidos por el aire húmedo que provenía de los lagos. Señaló también que la desecación de los lagos alteraría el clima de la cuenca, advirtiendo que las inundaciones de la ciudad continuarían, a menos que el desalojo de aguas se complementara con la protección de las montañas que circundaban al Valle, con lo que demostraba una visión de manejo de la Cuenca Integral, identificando así las causas de la vulnerabilidad de la ciudad. Entre 1890 y 1893 trabajó como Director de Obras Portuarias en Veracruz, donde mitigó con reforestación el impacto de las tormentas de arena que dificultaban la construcción de un gran dique a la entrada de la bahía. En ese último año colaboró con una compañía hidroeléctrica franco-suiza para investigar el potencial de energía hidráulica en México, informó que la reducción del flujo de las corrientes de agua y la sedimentación, reducían la producción de energía eléctrica en las presas ubicadas cerca de áreas donde los árboles habían sido fuertemente talados. Con esta evidencia apoyó su opinión en
cuanto a que los bosques jugaban un papel crítico en la regulación del Ciclo Hidrológico. Atribuyó los problemas de sequía y desertificación en el centro y norte del país a la deforestación, al señalar que la cubierta forestal de esta región era insuficiente para aumentar la precipitación por medio de la transpiración y el enfriamiento de la atmósfera, además de reducir la cantidad de agua disponible para la agricultura y la industria.
Presidente de la «Junta Central de Bosques»
Como resultado de la difusión de sus investigaciones forestales, acompañadas de demandas para adoptar leyes más enérgicas en pro de la conservación de los bosques, logró concientizar sobre la necesidad de regularizar el agua superficial y subterránea, darle el mejor uso y asegurar la salud pública. También intervino en la creación de la Junta Central de Bo~ques, que tendría por objeto mantener un foro permanente en protección de la riqueza forestal del país yel intercambio internacional de experiencias de la que, por cierto, fue designado presidente en 1901. Desde dicha institución realizó acciones de reforestación en 1904 para mitigar las terribles tormentas de polvo que azotaban a la Ciudad de México. Desafortunadamente, los continuos cambios administrativos en el
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Departamento del Distrito Federal lo despojaban de valiosos aliados y financiamiento para desarrollar sus propósitos. No obstante, en ese mismo año logró promover con éxito la creación de parques en la ciudad de México orientado por el paisajista Frederick Law Olmsted, diseñador del Central Park en la ciudad de Nueva York. Se apoyó adicionalmente en los resultados del Primer Congreso Internacional de Higiene Pública y Problemas Urbanos, realizado en París en 1900, que recomendó que el 15% de las zonas urbanas debía ser cubierto con parques como una medida de salud pública. Los resultados fueron el incremento de una superficie de parques urbanos del dos al 16% en una década, con el aumento de dos a 34 parques. En 1907, con el apoyo del entonces Secretario de Hacienda, José Yves Limantour, en la época del presidente Díaz, logró la
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ampliación de los Viveros Forestales en Coyoacán. Para entonces eran la pieza centrál de un «sistema de viveros» que producía 2.4 millones de árboles, plantados en los lechos secos de los lagos y en las desnudas faldas de las colinas sobre la ciudad, mientras que otros adornaban los bulevares de la urbe. Del Segundo Congreso Internacional de Higiene Pública y Problemas Urbanos, realizado en Berlín en 1907, adoptó la recomendación de crear zonas forestales protegidas alrededor de las ciudades, luchando desde entonces por establecer estas áreas en México, mientras que al frente de la Junta logró en 1909 realizar el Primer Inventario de Bosques del Distrito Federal y sus alrededores, siendo con ello el precursor de las Estadísticas Forestales Nacionales.
Salvaguardando obstáculos políticos
A pesar de diversos obstáculos, Quevedo logró con el apoyo de Limantour convencer al presidente Díaz de adoptar ciertos lineamientos básicos para proteger los recursos forestales. El más importante de ellos fue reservar terrenos nacionales para establecer reservas forestales alrededor del Valle de México, donde se pudieran conservar manantiales y corrientes de agua para evitar inundaciones y cuidar la provisión de agua de la ciudad. De acuerdo con ello, el gobierno de Díaz decretó en 1909 la suspensión de venta de terrenos nacionales, y la expedición de concesiones de explotación de bosques sólo en áreas específicas destinadas para el bien público. Desafortunadamente, al paso de los años, la venta de
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terrenos nacionales continuó dándose, quedando en entredicho el compromiso de Díaz hacia la conservación forestal. Con el triunfo de la Revolución y llegada de Francisco Madero a la presidencia en 1911, el apasionado naturalista renovó su entusiasmo por alcanzar sus metas conservacionistas, ya que Madero había estudiado agronomía en la Universidad de Berkeley, California, demostrando un decidido interés por el fenómeno de la conservación. Se estableció entonces una reserva forestal en Quintana Roo, y se vislumbraba la expedición de varios decretos de Reservas Forestales, pero su avance fue nuevamente interrumpido en 1913 por el asesinato de Madero a manos del dictador Victoriano Huerta. Desde su llegada a la presidencia, Huerta no sólo mostró falta de interés por la conserva-
ción oponiéndose al manejo forestal llevado a cabo por Quevedo, sino que lo acusó de subversivo por sus fuertes lazos con Francia, lo que motivó su regreso al país galo cuando corría el año de 1914. Durante su exilio estudió la política del gobierno hacia las Comunas Forestales que incentivaban la reforestación, proporcionaban ingresos a los campesinos, protegían la agricultura, las condiciones climáticas, el ciclo hidrológico y la belleza de la naturaleza, convenciéndose de que México podía adaptar la experiencia francesa si los campesinos mexicanos hacían un uso apropiado de los ejidos. Pero mientras el ingeniero estudiaba tales prácticas forestales en Francia, sus esfuerzos en la materia en México eran deshechos por el fenómeno de la Revolución: los árboles que le tomó varios años plantar en Veracruz fueron destruidos en semanas por soldados en busca de leña, así como otras áreas habían sido similarmente saqueadas. La Revolución, tremendamente destructiva en términos de vidas humanas, también había tenido un profundo impacto ambiental.
Primer Parque Nacional del Naturalista Visionario
A la caída del funesto dictador, Quevedo regresa a México y retoma su trabajo por la conservación de los bosques, convenciendo a Venustiano Carranza, en 1917, de establecer el Desierto de los Leones como el Primer Parque Nacional de México. Asimismo, logró introducir un punto en el artículo 27 de la Constitución del mismo año, cuyo párrafo literalmente reza: «La Nación siempre tendrá el derecho de imponer sobre la propiedad privada las reglas que dicte el interés público, y de reglamentar el uso de los elementos na turalt's. susccptihk's dc apropiadún. dc modo de distribuir quitativallll!nt la riqu za pública y salvaguardar su conservación». Si bien sus esfuerzos se orientaron hacia la reforestación y conservación de los bosques. '.lIl"Illl'lIdllllll"llto dcl dllll,I y g('O~I,"I,I,¡"I,I
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hídlÍt:os y de los Sl'rViIIOS alllhil'llt.llt's quc proporcionaban los propios bosqUt'S, En consecuencia, Miguel Angel de Quevedo debía ser reconocido como un Precursor del Combate contra el Cambio Climático, por haber sido uno de los primeros en alertar sobre la variabilidad climática y la presencia de sequías; su lucha, más allá de la reforesta-
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ción, fue por el mantenimiento del equilibro climático, y la protección de suelos y el agua. Su intenso trabajo por concientizar a los ciu dadanos sobre el cuidado de los recursos na turales para el futuro, lo hacen también un precursor en el manejo del concepto de la Sustentabilidad Finalmente es de reconocerse también su visión globalizadora al luchar como apuntaba enfáticamente en: «no restringir los esfuerzos conservacionistas a los estrechos límites de las fronteras nacionales, sino en beneficio de toda la humanidad, conservando el equilibrio climático de todo el globo terráqueo». iij1iItl
¿}¿áaáY{900 Miguel Ángel de Quevedo es conocido como «El Apóstol del Árbol», del')ominación por demás merecida por su intensa labor forestal, cuyo legado más visible son los Viveros de Coyoacán y el Desierto de los Leones, aun cuando debiera también reconocérsele como Precursor en el combate contra el Cambio Climático y la Sequía.
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