Post on 10-Jul-2015
III Domingo de Adviento
Tiempo de esperanza
Las muchedumbres le preguntaban: ¿Qué hemos de hacer? Juan respondía: El que tiene dos túnicas, dé una al que no tiene, y el que tiene alimentos haga lo mismo…
Lc 3, 10-18.
¿Qué tenemos que hacer? Después de escuchar su anuncio del Mesías, la gente pregunta a Juan.
Su respuesta no es teórica ni vaga: contiene una
fuerte carga social y moral, y apunta a gestos
concretos.
La expectación ha de ir seguida de un cambio profundo y radical de los corazones. Juan anuncia que el que tiene que venir elevará aún más estas exigencias. Él bautiza con agua pero…¿qué significa «bautizar con Espíritu Santo y fuego»?
Bautizar con Espíritu y fuego significa dar un salto: pasar del ritual purificador del agua, que es vaciarse de todo lo malo, para llenarse de fuego, que es la fuerza del amor de Dios. Este fuego conduce a la entrega generosa de la propia vida. No hay mayor purificación que la del corazón que se da por amor.
Hoy, en un mundo falto de esperanza y sumido en honda crisis, cabe preguntarnos:
¿qué hemos de hacer?Esta pregunta es tan importante como cuestionarnos
qué debemos saber y qué debemos tener.
Las orientaciones de Juan nos sirven también a los
creyentes de hoy. En cuanto a tener, Juan es
muy claro: hay que compartir.
Ante la desigualdad y la injusticia, Juan propone una ética solidaria que
cubra las necesidades de todos.
En nuestro mundo se produce alimento suficiente para 10 000 millones de personas. En cambio, cada año 1000 millones pasan hambre, y se desperdicia un 30 % del alimento que se produce.
¿Qué hacemos los cristianos ante esta realidad?El reto del hambre es responsabilidad de todos, no solo de los políticos y gobernantes.
En cuanto al poder, Juan también es muy claro: aquellos que tienen un cargo o autoridad no deben abusar ni extorsionar a nadie.
¡Un buen mensaje para los gobernantes y dirigentes de instituciones, públicas y privadas!
Podemos preguntarnos:
¿Qué podemos hacer en
los diferentes ámbitos
de nuestra vida?
¿Cómo mejorar nuestras
relaciones con los
demás?
En la familia, ¿qué
hacemos para mejorar la
convivencia, la afectividad,
la escucha, el amor, la
alegría?
¿Qué hacemos por
superar viejas rencillas y
por la reconciliación?
¿Dedicamos suficiente
tiempo a los seres
queridos?
En la sociedad, ¿cómo
mejoramos nuestra
relación con los vecinos,
con los compañeros de
trabajo, con nuestros
amigos?
¿Adoptamos algún
compromiso público
solidario y valiente?
En nuestra comunidad de creyentes, ¿podemos
aportar algo más?
¿Podemos hacer algo por los necesitados?
¿Podemos dedicar más tiempo a evangelizar?
En nuestra relación con Dios, ¿qué podemos mejorar?
¿Confiamos lo bastante en él?
¿Tenemos tiempo para él?
¿Hay un lugar importante para él en nuestra vida?
La gran respuesta a la pregunta ¿qué hemos de hacer? es esta: amar.
Olvidarse de uno mismo.Darse cuenta de que el yo no tiene sentido sin el tú; y
de que el nosotros nos hace crecer.
Estamos llamados a ser familia de Dios.
En esta familia, la esperanza es nuestro estandarte.
Y nuestra misión es trabajar por la paz desde el amor
fraterno.
Textos de Joaquín Iglesias Aranda.Música: Madre de CristoK, Vituli.