Post on 14-Jan-2016
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Imagen de leyenda Hace poco leí un artículo en el que el
autor comentaba acerca de la imagen que
proyecta la Policía Nacional del Perú en
estos días, comparada a la que tenía entre
1940 y 1950. En esa época el nombre que
tenía era Guardia Civil, y entre sus filas
contaba con un personaje que se convirtió,
con el pasar del tiempo, en una especie de
leyenda, al punto que muchos llegaron a
pensar que nunca existió realmente. Pero
el personaje era real, yo lo sé, mi abuelo
perteneció a la Guardia Civil también y
conoció personalmente al cabo Nonone.
El cabo Reynaldo Nonone Vivanco fue un agente de tránsito, alto, gallardo, elegante y, como se
puede deducir de su apellido paterno, de raza negra. Contaba mi abuelo que ver a este moreno
gigante dirigir el tránsito en las inmediaciones de la Plaza San Martin daba la sensación de ser
observado por uno de esos colosos de los que habla la mitología griega. Este caballero (porque
era un caballero a decir de todo aquel que le conoció) imponía su autoridad con un porte
elegante y respetuosas maneras que contribuyeron en su tiempo a darle a la Guardia Civil la
imagen de una institución gallarda y noble, que con respeto y buenas maneras hacia respetar la
ley. Bueno, eran los 40 y aún no se había vuelto la inmoralidad un mal endémico en nuestro
cuerpo de policía.
Esta historia me hizo reflexionar en las manera en que el modo de ser, de comportarse, de
interactuar, de servir al público influyen en la imagen de una institución. Un buen representante
de nuestra empresa nos dará una muy buena imagen ante el público, y no tendremos que hacer
demasiados esfuerzos por retener a los clientes, serán ellos mismos los que contribuyan a
construir la “leyenda de nuestro buen nombre”.
Algunos pueden pensar que eso de la imagen de la empresa debe dejarse en manos del
diseñador, el jefe de marketing, el director de relaciones públicas. Y sí, en parte es cierto; son
ellos quienes deben, en primer lugar, ocuparse de cuidar la imagen de la empresa; diseñando las
estrategias necesarias para que el mensaje, el “feeling” de la compañía se transmita de alguna
manera al público al que se dirigen.
Pero, ¿qué sucede cuando este público tiene oportunidad de interactuar con el personal? Ya no
está en juego un plan de medios, ni la difusión de notas de prensa, ni el cronograma de
publicaciones en redes sociales, es contacto humano puro y directo.
Hace un par de días me hicieron ver un spot de una marca de cerveza muy conocida
internacionalmente, en él mostraban un peculiar proceso de selección de personal, en el que
primaba ya no el título o postgrados, ni siquiera una vasta experiencia previa, sino cualidades
no tan fáciles de documentar como proactividad, empatía, pasión. Ciertamente, cada vez se
vuelve más necesario que nuestro equipo esté integrado por personas, en todo el sentido de la
palabra, capaces de transmitir emociones y crear experiencias dignas de recordar.
Si hemos hecho una buena selección de personal, tomando en cuenta no solo qué tan
empapelado esté su CV, sino también sus habilidades sociales y sus cualidades humanas,
entonces tendremos en nuestras filas a alguien capaz de identificarse con la compañía y, por
ende, a alguien capaz de convertirse en un agente vivo de propaganda directa, alguien capaz de
brindarle s no solo información a los clientes, también una experiencia única, y eso es
invaluable.