Post on 02-Sep-2018
42
int
ro
du
cc
ión
al a
nt
igu
o e
gipto a
ntonio pérez largacha y am
paro errandonea r
odríguez
Introducción al antiguo Egipto
Antonio Pérez Largacha Amparo Errandonea Rodríguez
Antonio Pérez Largacha es doctor en Historia antigua por la universidad de alcalá de Henares. reconocido especialista internacional en egiptología, ha impartido docencia en las universidades de alcalá de Henares y de castilla-la Mancha, y actualmente es profesor de la universidad internacional de la rioja (unir). autor de numerosos artículos y libros consagrados al egipto de los faraones, entre sus publicaciones cabe destacar Tierras fabulosas de la Antigüedad (1995), Egipto en tiempos de las pirámides (1998), Egiptomanía (2003), La vida en el antiguo Egipto (2004) así como Historia antigua de Egipto y del Próximo Oriente (ediciones akal, 2007).
Amparo Errandonea Rodríguez, licenciada en Historia antigua y Medieval por la universidad autónoma de Madrid, ha realizado estudios de postgrado en la especialidad de egiptología en la universidad de roma–la Sapienza y en la universidad de paris iV–Sorbonne, así como labores de investigación bibliográfica en el griffith institute de oxford. asimismo, ha impartido clases de escritura jeroglífica y tomado parte activa en la coordinación y organización de congresos y seminarios nacionales e internacionales, tales como los congresos ibéricos de egiptología.
I ntroducción al antiguo Egipto pretende acercarnos a una cultura milenaria que creó algunas de las primeras composiciones lite-rarias conocidas, así como los primeros textos legales; a una
sociedad, plenamente urbana, que realizó importantes avances en todos los ámbitos del conocimiento. Sus grandiosos monumentos –las pirámides–, sus costumbres funerarias –la momificación–, o el despotismo de sus gobernantes –los faraones, dioses ellos mismos– son de todos conocidos. no obstante, pocas veces vamos más allá de esta estampa, cuando la realidad es que el antiguo egipto encie-rra una historia larga y compleja, durante muchos siglos conocida –única y sesgadamente– por lo que transmitió el relato bíblico y por las descripciones y comentarios que realizaron los autores clásicos, griegos y romanos. presentamos, pues, una renovada introducción histórica, visual-mente rica, a una civilización que entronca con nuestras tradiciones más antiguas y cuyo devenir histórico de más de tres milenios cau-tivó y sigue cautivando la imaginación occidental.
ISBN 978-84-460-3070-6
9 7 8 8 4 4 6 0 3 0 7 0 6www.akal.com
Este libro ha sido impreso en papel ecológico, cuya materiaprima proviene de una gestión forestal sostenible.
AkAl TexTos OtrOs títulOs publicadOs
teOría sOcial
Veinte lecciones introductoriasHans Joas y Wolfgang Knöbl
ecOnOmía pOlítica mundial
enrique palazuelos (dir.)
ciencia pOlítica cOn perspectiva de génerO
alba alonso y Marta lois gonzález (coords.)
el OficiO de histOriadOr
Estudiar, enseñar, investigarenrique Moradiellos
cOmprender el pasadO
Una historia de la escritura y el pensamiento históricoJaume aurell, catalina Balmaceda, peter Burke y Felipe Soza
arqueOlOgía
Teorías, métodos y prácticaspaul Bahn y colin renfrew
histOria de grecia en la antigüedad
Francisco Javier gómez espelosín
histOria cOntempOránea de españa, 1808-1923VVaa
manual de crítica textual y edición de textOs griegOs
alberto Bernabé y Felipe Hernández
manual de gestión del patrimOniO cultural
María Ángeles Querol
histOria de rOma
pedro lópez Barja de Quiroga y Francisco Javier lomas Salmonte
la prehistOria en el mundO
andré leroi-gourhan
lOs Orígenes de la teOría sOciOlógica
María c. iglesias, Julio r. aramberri y luis r. Zúñiga
Antonio Pérez Largacha es doctor en Historia Antigua por la Universidad de Alcalá de Henares. Reconocido especialista internacional en Egiptología, ha impartido docencia en las universidades de Alcalá de Henares y de Castilla-La Mancha, y actualmente es profesor de la Universidad Internacional de La Rioja (UNIR). Autor de numerosos artículos y libros consagrados al Egipto de los faraones, entre sus publicaciones cabe destacar Tierras fabulosas de la Antigüedad (1995), Egipto en tiempos de las pirámides (1998), Egiptomanía (2003), La vida en el antiguo Egipto (2004) así como Historia antigua de Egipto y del Próximo Oriente (Ediciones Akal, 2007).
Amparo Errandonea Rodríguez, licenciada en Historia Antigua y Medieval por la Universidad Autónoma de Madrid, ha realizado estudios de postgrado en la especialidad de Egiptología en la Universidad de Roma–La Sapienza y en la Universidad de Paris IV–Sorbonne, así como labores de investigación bibliográfica en el Griffith Institute de Oxford. Asimismo, ha impartido clases de escritura jeroglífica y tomado parte activa en la coordinación y organización de congresos y seminarios nacionales e internacionales, tales como los congresos ibéricos de Egiptología.
AKAL TEXTOS42
Maqueta CubiertaSergio RamírezDiseño Interior
RAG
Reservados todos los derechos. De acuerdo a lo dispuesto en el art. 270
del Código Penal, podrán ser castigados con penas de multa y privación de libertad quienes sin la preceptiva autorización reproduzcan, plagien, distribuyan o comuniquen públicamente,
en todo o en parte, una obra literaria, artística o científica, fijada en cualquier tipo de soporte..
© Antonio Pérez Largacha y Amparo Errandonea Rodríguez, 2016
© Ediciones Akal, S. A., 2016Sector Foresta, 1
28760 Tres CantosMadrid - EspañaTel.: 918 061 996Fax: 918 044 028www.akal.com
ISBN: 978-84-460-3070-6Depósito legal: M-29.248-2016
Impreso en España
13
Determinismo geográfico
Egipto, un «don del Nilo»
«Se suele decir que la mayoría de las peculiaridades dignas de atención en las maneras, costumbres y carácter de una nación son atribuibles a las características físicas del país.» Así inició Edward William Lane su obra Maneras y costumbres de los modernos egip-cios, escrita entre 1833 y 1835. Con anterioridad Rousseau había expresado en El contrato social (1762) que «el despotismo convie-ne a los países cálidos, la barbarie a los países fríos y la buena cons-titución a las regiones intermedias». Un determinismo geográfico que explicaba el despotismo del Egipto faraónico y que estaba ya presente en el relato bíblico y en la admiración ante las pirámides. Dicho determinismo tenía sus orígenes en Heródoto, quien visitó Egipto hacia el 450 a.C. Su Aegyptiaca fue durante siglos la princi-pal fuente de información sobre la cultura faraónica, de modo que cuando en los siglos xviii y xix los exploradores y «arqueólogos» comenzaron a llegar a Egipto, esperaban hallar una ratificación de lo que había expresado el padre de la historia: que su riqueza agrícola emanó de un Nilo benefactor que permitió el desarrollo de una cultura capaz de construir maravillas bajo un gobierno des-pótico, que Egipto disponía de una tierra feraz en la que el campe-sino apenas tuvo que esforzarse por obtener todo aquello que, a los demás, la tierra –y en cierta medida los dioses– les negaba. Así, su afirmación de que Egipto era «un don del Nilo» pareció encontrar una ratificación en las escenas agrícolas que decoran las tumbas, pero las mismas proceden del ámbito funerario, que tiene su pro-pio decoro y finalidad; garantizar el sustento de la persona allí en-terrada, sin reflejar la dura realidad de la vida de los campesinos.
La influencia del medio geográfico fue también la principal tesis para explicar el origen y características de las llamadas «so-ciedades hidráulicas». Para Karl Wittfogel el Estado apareció en regiones áridas para controlar, planificar y explotar los recursos hidráulicos, resultando en una sociedad burocratizada, mientras que para Gordon Childe la relación entre tecnología y la obten-ción de unos excedentes permitió abastecer a artesanos y funcio-
1El medio geográfico
14
Realidad geográfica
Paisaje en Tebas oeste donde se percibe claramente la división entre desierto y valle aluvial.
narios, facilitando una especialización que requería la existencia de un poder central que regulara la producción y distribución de los productos. Ambas teorías partían de la premisa de un marco geográfico privilegiado que permitió instaurar un Estado regido por un rey despótico que solo pudo construir las pirámides opri-miendo a la población. Sin embargo, varias de sus premisas no son ciertas; la esclavitud –como se entiende en el mundo clásico y en nuestra sociedad– tuvo poca importancia en la sociedad y economía faraónica, el rey no siempre fue considerado un dios y la cultura egipcia no fue hidráulica, ni siquiera contemplaba títu-los administrativos relacionados con la existencia de una planifi-cación hidráulica que era realizada a nivel local.
Un medio geográfico, en definitiva, en el que la crecida del Nilo y la orografía del terreno permitían la existencia de extensos espacios pantanosos donde crecían el papiro o el loto, donde vi-vían variadas especies de aves y mamíferos y donde el Nilo posi-bilitaba la pesca, además de cobijar a cocodrilos o hipopótamos. Una realidad que los egipcios plasmaron tanto en las pinturas de sus tumbas como en las formas y atributos de muchos de sus dio-ses; todos ellos vivían y dependían del mismo marco geográfico, y debían colaborar a su preservación ante los peligros que existían más allá del estrecho valle fertilizado anualmente por la crecida del Nilo. Un valle del Nilo formado por grandes lechos de piedra
15
Egipto, ¿un oasis cultural?
Paisaje del valle del Nilo, con el desierto al fondo, en la
actualidad.caliza y arenisca; las piedras más utilizadas en sus edificaciones y obras de arte asociadas al ámbito de la realeza o los dioses, mien-tras que el conjunto de la población dependía del adobe para construir sus casas.
Los desiertos que rodean el valle del Nilo se han considerado como una barrera que ayudó a su aislamiento y protección, razón por la que el antiguo Egipto se ha considerado un oasis cultural. En Mesopotamia el medio geográfico era menos uniforme y con-vivieron diferentes realidades políticas y sociales, lo que favoreció un pensamiento más especulativo –aunque fuera mitológico– que explicara dichas realidades, así como una convivencia y la nece-sidad de protegerse, al tiempo que, desde el V milenio, existió un comercio que permitió el tránsito de personas, ideas y tecnología. En contraste, Egipto constituía, aparentemente, un mundo en sí mismo que, ciertamente, debía obtener del exterior productos de los que carecía (madera, metales, especias, aceite…), para lo cual emprendió un esfuerzo logístico importante; pero no mostró espe-cial curiosidad por conocer –o describir– a otros pueblos cuyas costumbres y formas de vida fueran diferentes. Pese a todo, en el Reino Medio, y especialmente en el Reino Nuevo, Egipto se in-tegró en los circuitos comerciales, políticos y diplomáticos del Mediterráneo oriental, y lo cierto es que ya desde tiempos predi-násticos el mundo egipcio había mantenido relaciones con el ex-terior; de modo que, tal y como está poniendo de manifiesto la investigación, tampoco puede entenderse la historia del Egipto faraónico sin conocer y valorar lo que existía y acontecía fuera del valle del Nilo.
16
Cambios climáticos
Vista del valle del Nilo con la separación desierto-Nilo.
Un medio geográfico que experimentó modificaciones. Duran-te el Paleolítico y las primeras fases del Neolítico el clima fue más húmedo, siendo el valle del Nilo un entorno hostil que comenzó a ser conquistado y explotado en el IV milenio, cuando comenzaron a ponerse las bases de lo que sería el Estado y cultura faraónicos. Una conquista, explotación y convivencia con su entorno que lle-vó a los egipcios a la convicción de que eran un pueblo bendecido por unos dioses que también dependían de que se mantuviera un «orden» que había sido instaurado en la creación frente al caos circundante. A finales del Reino Antiguo el clima se hizo más árido y el nivel de las crecidas descendió, lo que pudo influir en los cambios políticos, sociales y económicos que llevaron a Egipto a un periodo de división política; las últimas investigaciones tam-bién apuntan a cambios en el clima a finales del Bronce Reciente –el Reino Nuevo–, coincidiendo con la aparición de los llamados Pueblos del Mar en todo el Próximo Oriente.
Por todo ello la influencia del medio geográfico es evidente, Kemet (tierra negra) –como se conocían a sí mismos los egipcios– era un oasis en la geografía del Norte de África, siendo muy tenue la línea de separación con deshret (tierra roja), ofreciendo el Nilo, Iteru, un hilo conductor y un sentido de unidad.
17
Crecidas del Nilo
Nilómetro de Asuán.
El Nilo, unión del Nilo Azul, del Nilo Blanco y el Atbara, determina las pautas de asentamiento y organización del trabajo agrícola. Los egipcios diferenciaron entre el Nilo, Iteru, y las aguas de la crecida, personificadas en Hapy, estando el calendario faraónico dividido en tres estaciones; ajet (la inundación), peret (los meses de la cosecha), y shemu (la estación seca), que coinci-dían con el ciclo agrícola y favorecían la obtención de unos ele-vados rendimientos.
La crecida comenzaba en junio –cuando el Nilo podía cruzarse en algunos lugares a pie–, un periodo de temor al no saber si iba a ser demasiado elevada o baja, al tiempo que su violencia podía acarrear destrucciones; y duraba hasta oc-tubre, cuando las aguas se retiraban des-pués de fertilizar los campos con el limo que arrastraban. Unos meses en los que la actividad agrícola se detenía –no así la pes-ca, que podía ser fácilmente practicada con redes–, periodo que el Estado también aprovechaba para efectuar expediciones a minas y canteras, campañas militares o para utilizar a parte de la población, que era mantenida por el Estado, en la ejecu-ción de diferentes trabajos. El nivel de la crecida se conocía gracias a los nilómetros; una crecida de 6 m se consideraba escasa, y de 9 m, excesiva, al causar daños en cam-pos y asentamientos y tardar más las aguas en retirarse, lo que acortaba el periodo de siembra y cosecha. Las noticias de necró-polis o templos anegados por la crecida son escasas, lo que puede reflejar la capacidad de organización, su carácter excepcional o, por el contrario, que los antiguos egipcios,
2El Nilo
18
El cultivo de los campos
Irrigación de los campos
Utilización del shaduf.
como en otros aspectos, no expresaban aquello que temían o po-día ser dañino, aunque dependieran de las mismas para vivir.
Las aguas comenzaban a retirarse en octubre, momento de reparar diques y canales, delimitar los campos y preparar la cose-cha, que coincidía con los meses de invierno, lo que ya despertó la atención en la Antigüedad, ayudándose de animales para hun-dir las semillas en los campos –ovejas, asnos, cerdos– pero no bueyes, que hundirían profundamente la semilla impidiendo su germinación. Unos meses en los que se procedía a regar los cam-pos si era necesario y a proteger los cultivos de las aves –hay esce-nas en las que se utilizan objetos que emiten ruido para espantar-las, actividad en la que participaban los niños–; también podían sufrir plagas, por ejemplo de langostas. Unos campos que reci-bían la visita de los funcionarios para establecer los impuestos antes de la cosecha, realizada antes de que las altas temperaturas y la sequía pudiera arruinarlas.
En la estación seca los campos se agrietaban, lo que favorecía que se airearan y no se salinizasen –problema que sí existió en el delta mesopotámico–; la posterior crecida limpiaba el suelo de sales. En estos meses era posible el cultivo de huertos y de peque-ños campos transportando el agua a hombros y, desde la XVIII dinastía, con el shaduf, que permitía elevar el agua. Esta época del año era también la más propicia para la caza, al acercarse los ani-males a las fuentes de agua.
Entre Asuán y Menfis (casi 1.000 km), la pendiente del terre-no apenas desciende 71 m, y las aguas inundaban las tierras for-
19
El emperador Tiberio haciendo ofrendas después de los daños causados por
una crecida.
mando lagos y pantanos. El valle del Nilo tiene una topografía convexa debido a las deposiciones, lo que elevaba el nivel de las tierras más cercanas al río y permitía la creación de cubetas –depresiones natu-rales– que se inundaban y donde el agua quedaba retenida para la irrigación, unas cuencas que creaban una red de canales naturales secundarios que aseguraban la distribución y evacuación de las aguas, por lo que el control de la crecida se limitaba a dirigir las aguas altas hacia las cuencas de recepción; cada segmento del valle dependía de los demás para recibir y evacuar las aguas. El éxito de la campaña agrícola depen-día de la capacidad de las comunidades agrícolas de mantener en buenas condiciones el canal de conducción para regular las aper-turas y cierres de las brechas en los diques que permitían la circu-lación de las aguas, por lo que el éxito no dependía tanto del lle-nado de las cuencas como de su evacuación. Las tierras más fértiles eran las intermedias entre las cercanas al río –demasiado húmedas para el cultivo de cereales– y las contiguas al desierto –que solo podían cultivarse en años de grandes crecidas o median-te irrigación.
A lo largo de toda la historia de Egipto no se constata la existencia de conflictos entre asentamientos o nomos por el con-trol de las aguas o la explotación de tierras –quizá en el Primer Periodo Intermedio–, y nunca se representó la crecida, solo los campos una vez que las aguas habían vuel-to al cauce; quizá por el temor que causa-ba y, como ya hemos señalado, los egipcios no representaban lo que temían para que no adquiriera vida propia. Los asentamientos estaban cercanos a los recursos acuíferos, pero también debió de existir un movi-miento de población a puntos cercanos más elevados en algunos momentos, inclu-so al propio desierto.
Desde tiempos dinásticos el lecho del Nilo ha aumentado un centímetro cada si-glo, por lo que en la Antigüedad el valle sería más profundo y estrecho, al tiempo que el curso del Nilo se fue desplazando hacia el este, provocando la desaparición de asentamientos como Menfis, la capital
Representación del nacimiento del Nilo en la isla de Filae con representación de Hapy.
20
administrativa de Egipto. Los egipcios no sintieron curiosidad por conocer las fuentes del Nilo; pensaban que estaban en el mundo subterráneo, brotando entre las rocas de granito en las proximida-des de Elefantina y asociadas al dios Khnum, que también mol-deaba a la humanidad en su torno de alfarero con barro del Nilo. Un Nilo que constituía el principal medio de comunicación, siendo los barcos el medio natural de transporte, tanto en el mun-do terrenal como en el funerario-religioso.
El Nilo también marcaba las pautas de asentamiento; al ser la tierra habitable y cultivable una franja estrecha, impedía la exis-tencia de grandes ciudades como en Mesopotamia. Las ciudades egipcias más importantes estuvieron relacionadas con la adminis-tración –Menfis– o la religión –Tebas.
Igualmente, el Nilo era el principal medio de comunicación y transporte en las dos realidades geográficas que existieron en Egip-to: el Alto y el Bajo Egipto.
Hapy llevando ofrendas. Templo de Kom Ombo.
21
El Alto Egipto (Ta-shema; Ta = tierra; shema = estrecho), es un valle aluvial donde la franja de tierra cultivable en ambas orillas variaba entre 3 y 12 kilómetros de extensión, siendo su emblema la caña, la primera planta que en las regiones cálidas brota en los ríos después de una sequía. Entre Elefantina –el nomo más meridional– y Tebas, el valle está más encajonado, por lo que sus nomos dependían en mayor medida del nivel de las crecidas. De estos nomos proceden la mayoría de los textos rela-tivos a hambrunas. En las cercanías de Asiut, en el Egipto medio, comienza el Bahr Yusuf, un brazo del Nilo que acaba en el lago del Fayum, para volver a estrecharse el valle del Nilo entre el Fayum y Menfis.
El origen y prosperidad de algunos nomos está en relación con su ubicación y relación con las rutas comerciales que, a través de los uadis, se adentraban en el interior del desierto o llegaban al mar Rojo. Este pudo ser el caso de Tebas, que controlaba las rutas más cortas y directas al mar Rojo y a los oasis de Kharga y Dakhla. En el caso de Elefantina, su prosperidad radicó en ser la localidad fronteriza con Nubia, de donde partían –y llegaban– las expedi-ciones comerciales y militares, sin olvidar su cercanía a las cante-ras de granito y diorita. Otros lugares, ubicados en la región más fértil, siempre tuvieron una importancia religiosa; es el caso de Abidos, la ciudad de Osiris; de Hierakómpolis, la ciudad de Ho-rus, de donde partió el proceso unificador de Egipto a finales del IV milenio, y que siempre mantuvo una estrecha relación ideoló-gica con la realeza. Una región en la que las relaciones se limita-ban a los oasis del desierto occidental, al mar Rojo o a Nubia, mundos distantes y poco habitados, por lo que el Alto Egipto fue siempre la región más tradicional de Egipto. Sus recursos se basa-ban en el cultivo de cereales, la pesca y la explotación de los desiertos, donde los egipcios no solo obtenían materias primas; también ganado, que era trasladado a recintos cerrados para su explotación y utilización en los rituales de los templos.
3El Alto Egipto y el Bajo Egipto
El Alto Egipto
22
Alto Egipto
CAPITALES DE LOS NOMOS
Nombre egipcioNº Nombre griego Nombre árabe 1 Abu Elefantina Geziret 2 Gyeba Apolinópolis Edfú 3 Nehen Hierakómpolis Kom el-Ahman 4 Uaset Tebas Luxor 5 Gebtyu Coptos Qift 6 Iunet Tentyris Dendera 7 Hut-Sejen Dióspolis Parva Hu 8 Abdu Abidos el-Arabah 9 Jent-Min Panópolis Akhmin 10 Tyebu Anteópolis Qau el-Kabir 11 Shashotep Apoteke Shutb 12 Per-Nemty Hieracon el-Ataula 13 Saut Licópolis Asiut 14 Qesi Cusae el-Qusiya 15 Jemenu Hermópolis M Ashmunein 16 Hebenu Teodosiópolis Beni Hasan 17 Saka Cinópolis el-Qes 18 Hutnesut Hiponos Sharuna 19 Per-medyed Oxirrinco Bahnasa 20 Henen Nesut Heracleópolis M Inhasiya 21 Shenajen Cocodrilópolis Medinet el-Fayum 22 Tepiju Afroditópolis Atfih
Altitud superior a 500 metros
Frontera de provincia Capital
número de provincia Otras ciudades de la provincia
Tebas Nombre griego
Edfú Nombre árabe1
Nombre de la provincia en egipcio antiguo Capital en algún momento
1
2
3
54
67
8
910
1112
13
14
15
16
17
18
19
20
21
22
Emblemas de los nomos del A.E
Ta-sety
Uteset-Her
Nehen
UasetBau
IkerBatTa-ur
MinUadit
Setesh
AtefetNeyefet Henet
Neyefet Pehet
Unet
Ma-Hed
Inepu
InetyUabui
Niret Henet
Niret Pehet
Medenit
Elefantina
Tebas
Coptos
Dendera
Hierakómpolis
Dióspolis Parva
Anteópolis
Abidos
Cusae
Hermópolis Magna
Cinópolis
Thinis
Edfú
Shutb
Asiut El-Ataula
Beni Hasan
Heracleópolis Magna
Cocodrilópolis
FAYUMAfroditópolis
Sharuna
Oxirrinco
Akhmin
Kom Ombo
El-Kab
MoallaGebelein
Armant
Nagada
Latópolis
Deir el-GebrawiMeir
el-AmarnaDeir el-Bersha
el-LahunHawara
el-Lisht
Meidum
0 100 km
Alto Egipto
23
El Bajo Egipto
Asentamientos en el Bajo Egipto
El Bajo Egipto (ta-mehu; Ta = tierra; mehu = papiro), de paisa-je más abierto, mantuvo contactos con el Levante desde tiempos protodinásticos. Al Delta oriental llegaban las caravanas comer-ciales, las poblaciones ganaderas en busca de pastos, y grupos nó-madas que buscaban asentarse. En los textos posteriores a los pe-riodos intermedios son habituales las referencias a la llegada de asiáticos durante los mismos, siendo una de las primeras acciones que dicen realizar los reyes que reunifican Egipto el proceder a su expulsión y a proteger las fronteras, expresiones que deben exa-minarse desde la óptica de la justificación política e ideológica y no entenderse en el sentido de que el Delta oriental fue una cons-tante fuente de inestabilidad. Un Delta oriental donde comenzaba el Camino de Horus, utilizado por las expediciones comerciales y militares para acceder al Levante, y en el que existían pequeños enclaves y fortalezas que servían de descanso y protección. La realidad del Delta occidental era opuesta; era la frontera con los libios (tjehenu) –término que quizá deba entenderse como «tierras y poblaciones que habitan el desierto occidental»–, quienes solo constituyeron una amenaza para Egipto desde comienzos de la XIX dinastía; Ramsés II erigió una serie de fortalezas que no pu-dieron impedir su posterior entrada en Egipto.
El principal problema del Delta es el asentamiento, realizado en geziras, pequeñas elevaciones en el terreno. Su principal actividad económica fue la ganadería, pero también la caza de aves que mi-graban anualmente y la pesca, junto a cultivos como la vid que fueron introducidos desde el Levante. Un Delta que representa el 63 por 100 de la tierra habitable y que en la actualidad tiene dos ramificaciones, el brazo Rosetta y el Damieta, pero que en época ramésida tenía cinco, cuyo curso era cambiante debido a las depo-siciones del Nilo y la nula inclinación del terreno, lo que explica el abandono de algunos asentamientos y el desarrollo de otros. Este fue el caso de Avaris (Tell el-Dab’a), capital de los hicsos du-rante el Segundo Periodo Intermedio y que, en tiempos de Ram-sés II, debió ser abandonada por Qantir, la bíblica Pi-Ramsés, que a su vez fue abandonada a comienzos del Tercer Periodo Interme-dio por Tanis. Igualmente, debemos tomar en consideración que ciudades como Buto o Tell el-Dab’a, actualmente en el interior del Delta, fueron en la Antigüedad prósperos puertos.
Una red de brazos y canales, pues, que también eran un obs-táculo para las comunicaciones y donde las enfermedades pudie-ron ser más frecuentes debido a una mayor humedad y a invier-nos más fríos y lluviosos, aunque no sabemos si enfermedades como la malaria llegó a ser endémica. La costa mediterránea era muy pantanosa y, en los textos, la expresión «gran verde» (wadj wer) puede referirse a los lagos y lagunas del Delta, pero también
24
Bajo Egipto
Nombre de la provincia en egipcio antiguo
Ríos Capital
número de provincia Otras ciudades de la provincia
Capital en algún momento
Tebas Nombre griego
Edfú Nombre árabe
1
2
3
4
5
6
7
89
10
12
13
1
11
14
1516
17
18
19
20
CAPITALES DE LOSNOMOS
Nombre egipcioNº Nombre griego Nombre árabe
NOMOSNombre en egipcio antiguo
Nombre Nº
1 Ineb Hed 2 Hepes 3 Imenetet 4 Net resy 5 Net mehet 6 Hasuu 7 Ua m huu Imenet 8 Ua m huu Iabet 9 Indety 10 Kem ur 11 Heseb 12 Teb necheret 13 Heka ad 14 Henet Iabet 15 Heb 16 Hat mehet 17 Behedet 18 Imet hedet 19 Imet pehet 20 Seped
1 Mennefer Menfis Mit Rahina 2 Jem Letópolis Ausim 3 Imu Apis Kom el-Hisn 4 Petjeka Naucratis Kom el Gieif 5 Sau Sais Sa el-Hagar 6 Jasu Sois Saja 7 Per Haneb Metelis Damanhur 8 Per Atum Heroónpolis Tell el-Masjuta 9 Per Usir Busiris Abu Sir Bana 10 Hut Her Ib Athribis Tell Atrib 11 Taremu Leontópolis Tell el-Muqdam 12 Tyeb Necher Sebennitos Samanud 13 Iunu Heliópolis Matariya 14 Tyaru Sile Tell Abu Seifa 15 Baj Hermópolis. P Baqliya 16 Dyedet Mendes Tell el-Ruba 17 Semabehdet Dióspolis Tell el-Balamun 18 Per Bastet Bubastis Tell Basta 19 Dyanet Tanis San el-Hagar 20 Per Sobek Arsinoe Saft el-Henna
Emblemas de los nomos del Bajo Egipto
0 50 km
Menfis
Letópolis
Mendes
Avaris/Tell el-Dab’a
HermópolisSile
Heliópolis
Sebennitos
Leontópolis
Athribis
Busiris
Naucratis
Tanis
Pi Ramsés/Qantir
Bubastis
Buto
Sois
Sais
Kom el-Hisn
Saft el-Hinna
Tell Balamun
Tell el-Mashkuta
Damanhur
CairoGiza
SaqqaraAbusir
Dashur
Abu Roash
el-Lisht
25
Concepción dual
al Mediterráneo, aunque esto último es objeto de debate: en ocasiones se afirma que podía ser atravesado a pie. Muchos de los nombres y divinidades de sus nomos están relacionados con el ganado.
Dos realidades geográficas que, en definitiva, pertenecían a una misma entidad geográfica y cultural, aunque en tiempos pro-todinásticos tuvieran dinámicas culturales distintas y el medio geográfico fuera tan diferente. Estos contrastes se plasmaron en la concepción dual característica del mundo faraónico, con coro-nas, dioses y emblemas para cada entidad pero que, reunidos, re-saltaban el poder del rey sobre el conjunto de Egipto. Los textos también mencionan diferencias entre ambas regiones –como la confusión que un hombre del Delta podía sentir en Elefantina–, reflejo de una realidad en la que cada región presentaba dinámi-cas y manifestaciones particulares.
317
Cronología .................................................................................................................. 5Introducción ............................................................................................................... 11
1. El medio geográfico ........................................................................................... 13
2. El Nilo ............................................................................................................... 17
3. El Alto Egipto y el Bajo Egipto ........................................................................ 21
4. Desiertos y oasis ............................................................................................... 27
5. Nubia ................................................................................................................. 31
6. Escritura ............................................................................................................ 37
7. El sentido de historia de los antiguos egipcios ................................................ 41
8. Fuentes escritas para la historia de Egipto ...................................................... 45
9. La arqueología en Egipto .................................................................................. 49
10. La concepción del mundo ................................................................................. 53
11. El sol y el mito de Osiris .................................................................................. 57
12. Principios de la realeza ..................................................................................... 61
13. Coronas y símbolos de poder ........................................................................... 65
14. El periodo predinástico. Badari, el-Omari, Merimde, Nagada I y Maadi ...... 69
15. El periodo predinástico II. Nagada II y la dinastía 0 ..................................... 73
16. La paleta de Narmer y otros objetos protodinásticos ..................................... 77
Índice general
318
17. Las dinastías I-II ............................................................................................... 81
18. La III dinastía. Djoser ...................................................................................... 85
19. La pirámide escalonada de Saqqara .................................................................. 89
20. La IV dinastía ................................................................................................... 93
21. Las pirámides de Giza ....................................................................................... 97
22. La V dinastía ..................................................................................................... 101
23. La VI dinastía ................................................................................................... 105
24. Relaciones exteriores del Reino Antiguo ........................................................ 109
25. Auge y declive del Reino Antiguo ................................................................... 113
26. La religión en el Reino Antiguo ...................................................................... 117
27. El arte en el Reino Antiguo ............................................................................. 121
28. El Primer Periodo Intermedio .......................................................................... 125
29. El legado del Primer Periodo Intermedio ........................................................ 129
30. El Reino Medio. La XI dinastía ....................................................................... 133
31. Los comienzos de la XII dinastía ..................................................................... 137
32. Sesostris III y el final de la XII dinastía ......................................................... 141
33. La XIII dinastía y el comienzo del Segundo Periodo Intermedio .................. 145
34. El Reino Medio y el exterior ............................................................................ 151
35. Realeza, literatura y cultura ............................................................................. 157
36. La religión en el Reino Medio .......................................................................... 161
37. El arte en el Reino Medio ................................................................................ 165
38. El Segundo Periodo Intermedio ....................................................................... 169
39. Tebas, la XVII dinastía y la unificación .......................................................... 173
40. Los inicios de la XVIII dinastía ....................................................................... 177
41. Hatshepsut ........................................................................................................ 181
42. Tutmosis III ...................................................................................................... 185
43. Amenofis II y Tutmosis IV .............................................................................. 191
44. Amenofis III ...................................................................................................... 195
45. Valoración de la XVIII dinastía hasta Akhenatón ......................................... 199
319
46. Los templos egipcios. Karnak .......................................................................... 203
47. Religión y costumbres funerarias de la XVIII dinastía .................................. 209
48. El arte de la XVIII dinastía .............................................................................. 213
49. El periodo amarniense ...................................................................................... 217
50. Arte y religión amarniense ............................................................................... 223
51. El contexto internacional. El archivo de el-Amarna ...................................... 227
52. Tutankhamón, Ay y Horemheb ....................................................................... 231
53. Los comienzos de la XIX dinastía .................................................................... 235
54. Ramsés II .......................................................................................................... 241
55. La batalla de Qadesh y el contexto internacional ........................................... 245
56. El final de la XIX dinastía ................................................................................ 249
57. La XX dinastía. Ramsés III .............................................................................. 253
58. Los Pueblos del Mar ......................................................................................... 257
59. El final de la XX dinastía. Los ramésidas ........................................................ 261
60. El imperialismo y militarismo egipcios ............................................................ 265
61. Cultura y sociedad en el Reino Nuevo. La piedad personal y la literatura .. 269
62. Costumbres funerarias y literatura funeraria en el Reino Nuevo ................ 273
63. La comunidad de Deir el-Medina .................................................................... 277
64. El Tercer Periodo Intermedio. Las dinastías XXI-XXII ................................ 281
65. Las dinastías XXIII-XXV ................................................................................ 287
66. La XXVI dinastía. El renacimiento saíta ........................................................ 291
67. Del primer dominio persa a la conquista de Alejandro Magno ...................... 295
68. Alejandro Magno y el Egipto ptolemaico ........................................................ 299
69. El Egipto romano .............................................................................................. 303
70. La pervivencia del Egipto faraónico ................................................................ 307
Bibliografía ................................................................................................................. 311Glosario ...................................................................................................................... 315
AkAl TexTos OtrOs títulOs publicadOs
teOría sOcial
Veinte lecciones introductoriasHans Joas y Wolfgang Knöbl
ecOnOmía pOlítica mundial
Enrique Palazuelos (dir.)
ciencia pOlítica cOn perspectiva de génerO
Alba Alonso y Marta Lois González (coords.)
el OficiO de histOriadOr
Estudiar, enseñar, investigarEnrique Moradiellos
cOmprender el pasadO
Una historia de la escritura y el pensamiento históricoJaume Aurell, Catalina Balmaceda, Peter Burke y Felipe Soza
arqueOlOgía
Teorías, métodos y prácticasPaul Bahn y Colin Renfrew
histOria de grecia en la antigüedad
Francisco Javier Gómez Espelosín
histOria cOntempOránea de españa, 1808-1923VVAA
manual de crítica textual y edición de textOs griegOs
Alberto Bernabé y Felipe Hernández
manual de gestión del patrimOniO cultural
María Ángeles Querol
histOria de rOma
Pedro López Barja de Quiroga y Francisco Javier Lomas Salmonte
la prehistOria en el mundO
André Leroi-Gourhan
lOs Orígenes de la teOría sOciOlógica
María C. Iglesias, Julio R. Aramberri y Luis R. Zúñiga
42
int
ro
du
cc
ión
al a
nt
igu
o e
gipto a
ntonio pérez largacha y am
paro errandonea r
odríguez
Introducción al antiguo Egipto
Antonio Pérez Largacha Amparo Errandonea Rodríguez
Antonio Pérez Largacha es doctor en Historia antigua por la universidad de alcalá de Henares. reconocido especialista internacional en egiptología, ha impartido docencia en las universidades de alcalá de Henares y de castilla-la Mancha, y actualmente es profesor de la universidad internacional de la rioja (unir). autor de numerosos artículos y libros consagrados al egipto de los faraones, entre sus publicaciones cabe destacar Tierras fabulosas de la Antigüedad (1995), Egipto en tiempos de las pirámides (1998), Egiptomanía (2003), La vida en el antiguo Egipto (2004) así como Historia antigua de Egipto y del Próximo Oriente (ediciones akal, 2007).
Amparo Errandonea Rodríguez, licenciada en Historia antigua y Medieval por la universidad autónoma de Madrid, ha realizado estudios de postgrado en la especialidad de egiptología en la universidad de roma–la Sapienza y en la universidad de paris iV–Sorbonne, así como labores de investigación bibliográfica en el griffith institute de oxford. asimismo, ha impartido clases de escritura jeroglífica y tomado parte activa en la coordinación y organización de congresos y seminarios nacionales e internacionales, tales como los congresos ibéricos de egiptología.
I ntroducción al antiguo Egipto pretende acercarnos a una cultura milenaria que creó algunas de las primeras composiciones lite-rarias conocidas, así como los primeros textos legales; a una
sociedad, plenamente urbana, que realizó importantes avances en todos los ámbitos del conocimiento. Sus grandiosos monumentos –las pirámides–, sus costumbres funerarias –la momificación–, o el despotismo de sus gobernantes –los faraones, dioses ellos mismos– son de todos conocidos. no obstante, pocas veces vamos más allá de esta estampa, cuando la realidad es que el antiguo egipto encie-rra una historia larga y compleja, durante muchos siglos conocida –única y sesgadamente– por lo que transmitió el relato bíblico y por las descripciones y comentarios que realizaron los autores clásicos, griegos y romanos. presentamos, pues, una renovada introducción histórica, visual-mente rica, a una civilización que entronca con nuestras tradiciones más antiguas y cuyo devenir histórico de más de tres milenios cau-tivó y sigue cautivando la imaginación occidental.
ISBN 978-84-460-3070-6
9 7 8 8 4 4 6 0 3 0 7 0 6www.akal.com
Este libro ha sido impreso en papel ecológico, cuya materiaprima proviene de una gestión forestal sostenible.
AkAl TexTos OtrOs títulOs publicadOs
teOría sOcial
Veinte lecciones introductoriasHans Joas y Wolfgang Knöbl
ecOnOmía pOlítica mundial
enrique palazuelos (dir.)
ciencia pOlítica cOn perspectiva de génerO
alba alonso y Marta lois gonzález (coords.)
el OficiO de histOriadOr
Estudiar, enseñar, investigarenrique Moradiellos
cOmprender el pasadO
Una historia de la escritura y el pensamiento históricoJaume aurell, catalina Balmaceda, peter Burke y Felipe Soza
arqueOlOgía
Teorías, métodos y prácticaspaul Bahn y colin renfrew
histOria de grecia en la antigüedad
Francisco Javier gómez espelosín
histOria cOntempOránea de españa, 1808-1923VVaa
manual de crítica textual y edición de textOs griegOs
alberto Bernabé y Felipe Hernández
manual de gestión del patrimOniO cultural
María Ángeles Querol
histOria de rOma
pedro lópez Barja de Quiroga y Francisco Javier lomas Salmonte
la prehistOria en el mundO
andré leroi-gourhan
lOs Orígenes de la teOría sOciOlógica
María c. iglesias, Julio r. aramberri y luis r. Zúñiga