Post on 12-Aug-2015
Roberto Garcés Figueroa
Jaque Mate
El Rey ha muerto (Jaque Mate) - Pablo Bernini 2009
(2010)©
¿Miedo a la muerte? Uno debe temerle a la vida, no a la muerte.
Marlene Dietrich
Personajes
Ladimir Araujo (Arqueólogo, Historiador especialista en asesinatos
históricos, aficionado de la novela negra.)
Brando Landauer (Actor empírico, asesor de imagen.)
Ángela (Mujer de ambos)
En la televisión
Frankie (Productor musical)
Morty (Recién empleado)
Se supone que esto lo están dando en la televisión, programa que está
viendo Ladimir Araujo. El cuadro, entremés, sainete, preámbulo,
antecedente, inicio, prologo o prefacio de este intento de obra es auspiciado
por la benevolente audacia de provocar una risa con algo tan obvio como lo
es morirse.
El drama se desarrolla en la sala de estar de un apartamento en el Bronx,
Nueva York. La habitación tiene decorado latino referente a la música
afrolatina. Se oye una emisora en spanglish suave mientras sube el telón.
Frankie Salcedo un productor de Original Records de cuarenta y siete años,
trajinado por el oficio nocturno, está hablando por teléfono tras escena con
su mujer sobre las últimas criticas y de nuevo contrato publicado en el
magazine de un periódico el <<New York Times>>. Su ropa corresponde a la
noche de descanso después de un gran viaje. Su mujer le cuelga, sirve en un
vaso ron cubano y se dispone a leer. Es cerca de medianoche. De pronto los
ruidos de la música parecen hacer coro con un ruido afuera. Frankie
interrumpe la música, va hasta la ventana.
FRANKIE: ¿What the hell?
Trepando torpemente por el techo aparece una figura sombría y con ropa
exactamente igual a la de Frankie. Quien viste estilo setentero, se le ve la
cara blanca y los ojos totalmente negros. Tiene un aire parecido a Frankie
en algún modo. Luego con agilidad y torpeza cae al suelo, mojado y
emanando un olor a alcantarilla.
LA MUERTE: (Porque de eso se trata) ¡Oh my god! Casi broken my neck.
FRANKIE: (Observando perplejo) ¿Who are you? (La muerte no responde)
¿Qué quién es usted?
LA MUERTE: La Muerte.
FRANKIE: ¿Quién?
LA MUERTE: La muerte, escuche… ¿puedo sentarme? Casi me quiebro la
clavícula, estoy temblando como un papel.
FRANKIE: ¿Quién es usted?
LA MUERTE: La Muerte, the dead, la pelona, la parca, la finaora, la
llorona, la tía de las muchachas, doña fría, la descarnada, la novia fiel, la
tiznada, la apestosa, la jedionda, la pálida, la tilinga, la chirrifusca…
FRANKIE: (Interrumpiendo)… ¿Cómo?
LA MUERTE: ♫“Yo soy la muerte” ♫1. ¿No tendría un vaso con agua?
FRANKIE: ¿La muerte? ¿Qué quiere decir con eso de “La muerte”?
LA MUERTE: ¿Qué demonios le pasa? ¿No ve mi vestimenta y mi rostro
pálido?
FRANKIE: Sí.
LA MUERTE: ¿Y le parece que soy un mimo? ¿Un payaso?
FRANKIE: No.
LA MUERTE: Entonces soy la muerte. Aunque mi nombre artístico es
Morty ¿Ok? Ahora bien, ¿sería tan amable de traerme un vaso con agua o
una tónica.
FRANKIE: Mire, si se trata de una broma o un chiste de mal gusto…
MORTY: ¿Qué clase de broma? ¿Tiene cuarenta y siete años? ¿Frankie
Salcedo? ¿156th St. 3rd Avenue del Bronx? A no ser que me haya
equivocado para colmo. ¿Dónde habré dejado el papel?
(Se revisa los bolsillos hasta que saca una tarjeta con una dirección, la
verifica).
FRANKIE: ¿Qué quiere de mí?
MORTY: ¿Qué: qué quiero? ¿Qué le parece que quiero?
FRANKIE: Mire, usted no me está entendiendo.
MORTY: No, mire el que no entiende, es usted. Muy bonito el sitio ¿lo hizo
usted mismo?
FRANKIE: No, mi mujer y yo. Ella es decoradora.
MORTY: Me encantan esos muertos de allí. (Refiriéndose a unos longplays
de cantantes ya fallecidos.)
FRANKIE: Óigame bien. Yo no quiero irme todavía.
MORTY: ¿Qué no quiere irse? Mire no lo haga más difícil ¿quiere? Ahora
vámonos de una buena vez. Esta ascensión me ha dado náuseas.
FRANKIE: ¿Ascensión? ¿Qué ascensión?
MORTY: Subí por el tubo del desagüe. Quería hacer una entrada
dramática. Vi las ventanas abiertas y pensé que usted estaría despierto
leyendo. Imaginé que sería divertido subir y entrar así, por las buenas, ya
sabe... (Chasquea los dedos.) Pero me enganché el tacón en una
enredadera, se rompió el tubo y me quedé colgado por un pelo.
_______________________________________ 1- La Muerte (El Gran Combo de Puerto Rico) Álbum: De Siempre 1963
Después, se me rompió la capa. Mire, mejor vámonos de una vez. Ha sido
una noche terrible.
FRANKIE: ¿Con que me ha roto, además, el tubo del desagüe?
MORTY: Roto, roto, lo que se dice roto tampoco, solo se ha torcido. ¿No
oyó nada? Me pegué un porrazo en el suelo.
FRANKIE: Estaba leyendo.
MORTY: Entonces debía estar muy concentrado. (Hojea el periódico que
leía Frankie.) «Colegialas sorprendidas en una orgía de marihuana». ¿Me lo
presta?
FRANKIE: Aún no he terminado.
MORTY: Bueno... no sé cómo decírselo, amigo, pero...
FRANKIE: ¿Por qué no tocó el timbre de abajo?
MORTY: ¿Y qué, si no, estoy tratando de explicarle? Podría haberlo
hecho, pero ¿qué impresión le habría causado? Así queda más dramático.
Pasa algo. ¿Ha leído Fausto?
FRANKIE: ¿Qué?
MORTY: ¿Y qué habría ocurrido, si estuviese acompañado? Estaría
sentado, ahí, con gente importante. Llego yo, La Muerte. ¿Qué le parece
mejor? ¿Que toque el timbre o aparezca de pronto? ¿En qué está
pensando, hombre?
FRANKIE: Escuche, señor, es muy tarde.
MORTY: Tiene razón. Bueno, ¿vamos?
FRANKIE: ¿Adónde?
MORTY: La Muerte. Eso. La Cosa. Los Felices Campos de Caza. (Se mira
la rodilla.) ¿Sabe?, es una herida bastante profunda. Mi primer trabajo y
puede que me venga una gangrena.
FRANKIE: Espere un minuto. Necesito tiempo. No estoy listo para ir.
MORTY: Lo lamento mucho. No puedo hacer nada por usted. Me gustaría,
pero es la hora.
FRANKIE: ¿Cómo puede ser la hora? ¿Si acabo de asociarme con
«Original Records»?
MORTY: ¿Qué diferencia hay entre un par de billetes más o un par de
billetes menos?
FRANKIE: ¡Claro! A usted, ¿qué le importa? Debe tener todo pago.
MORTY: ¿Quiere venir conmigo ahora?
FRANKIE: (Estudiándolo).Perdone, pero no puedo creer que sea usted la
Muerte.
MORTY: ¿Por qué? ¿Qué se esperaba? ¿a Benny Moré? Porque me puedo
hacer pasar por un “Vení morí”.
FRANKIE: No, no se trata de eso.
MORTY: Siento mucho haberle desilusionado, pero, oiga usted...
FRANKIE: No se enfade. No sé; siempre pensé que usted sería... eh... un
poco más alto.
MORTY: Mido un metro setenta. Es normal para mi peso.
FRANKIE: Se parece algo a mí.
MORTY: ¿Y a quién tendría que parecerme? Al fin y al cabo soy su
Muerte.
FRANKIE: Deme un poco de tiempo. Un día más.
MORTY: No puedo, ¿qué quiere que le diga?
FRANKIE: Un día más. Veinticuatro horas.
MORTY: ¿Para qué las necesita? La radio dijo que mañana llovería.
FRANKIE: ¿No podríamos llegar a algún acuerdo?
MORTY: ¿Cómo cuál?
FRANKIE: ¿Juega al ajedrez?
MORTY: No.
FRANKIE: Una vez vi una foto suya jugando al ajedrez.
MORTY: No podía ser yo porque no juego al ajedrez. Dominó, tal vez.
FRANKIE: (Entusiasmado) ¿Juega dominó?
MORTY: ¿Si juego al domino? ¿Canta Héctor Lavoe?
FRANKIE: ♫Todo tiene su final♫2 Es muy bueno, ¿eh?
MORTY: Muy bueno.
FRANKIE: Le diré lo que haré...
MORTY: No quiera llegar a ningún acuerdo conmigo.
FRANKIE: Le reto al dominó. Si gana, me voy en seguida. Si gano, me da
un poco más de tiempo. Un poquito... un día más.
MORTY: No tengo tiempo de jugar al dominó.
FRANKIE: Vamos, vamos. Si dice que es tan bueno...
MORTY: Aunque una ronda no estaría mal...
FRANKIE: Vamos, compórtese como un caballero. Jugamos media hora.
MORTY: En realidad, no debería...
_______________________________________________ 2- Todo tiene su final (Héctor Lavoe) Álbum: Deja Vú 1978
FRANKIE: Aquí mismo tengo las fichas. No se ahogue en un vaso de
agua. Vamos. Mire ♫El que no tiene ficha, no tranca mi dominó♫3
MORTY: De acuerdo, empecemos. Juguemos un poco. Me relajará.
FRANKIE: (Tomando las fichas, una hoja para anotar, un lápiz) No se
arrepentirá.
MORTY: No sea lambón. Vamos las fichas, deme un agua tónica y algo de
picar. ¡Eh! Hay un invitado en su casa y usted no tiene ni patatas fritas
para ofrecerle.
FRANKIE: Por ahí debe haber maní en un plato.
MORTY: ¿Maní? ¿Me vio cara de manisero? ¿Y si viene el presidente, qué?
¿También le daría maní?
FRANKIE: Usted no es el presidente. Y por cierto tampoco un invitado.
MORTY: Dé las fichas.
(Frankie da y sirve un cinco.)
FRANKIE: ¿Quiere jugar a unos pesos para hacerlo más interesante?
MORTY: ¿No le parece aún lo suficientemente interesante para usted?
FRANKIE: Juego mejor si hay dinero de por medio.
MORTY: Lo que usted diga, Franca.
FRANKIE: Frankie. Frankie Salcedo. ¿No sabe mi nombre?
MORTY: Frank, Franquito... ¡Me volvió a doler la cabeza!
FRANKIE: ¿Quiere ese cinco?
MORTY: No.
FRANKIE: Entonces, recoja.
MORTY: (Mirando sus fichas mientras recoge) Oh my god, aquí no
conseguí nada.
FRANKIE: ¿A qué se parece?
MORTY: ¿A qué se parece qué? (A lo largo de la siguiente conversación,
cogen y abren fichas.)
FRANKIE: La Muerte.
MORTY: ¿Cómo tendría que ser? Usted abrió allí.
FRANKIE: ¿Hay algo después?
MORTY: Aaahh, se está guardando fichas.
FRANKIE: Le estoy preguntando. ¿Hay algo después?
MORTY: (Con aire ausente). Ya verá.
FRANKIE: Ah, entonces, ¿voy a ver algo?
_________________________________________________________________________ 3- Dominó (Dominó Cortijo y su bonche) Álbum: "Sorongo: Qué Es Lo Que El Blanco Tiene De
Negro?" 1968
MORTY: Pues, quizás no tendría que habérselo dicho de ese modo. Paso.
FRANKIE: No suelta usted una, ¿eh?
MORTY: Estoy jugando dominó.
FRANKIE: Pues bien, juegue.
MORTY: Mientras tanto, le estoy regalando ficha tras ficha.
FRANKIE: No me mire las fichas.
MORTY: No estoy mirando. Lo estoy poniendo recto. ¿Cuál fue la ficha
para cerrar?
FRANKIE: ¿Ya está listo para cerrar?
MORTY: ¿Quién le dijo que estaba listo para cerrar? Lo único que
pregunté es con qué ficha se cierra.
FRANKIE: Y lo único que yo pregunto es si debo esperar algo para
después.
MORTY: Juegue.
FRANKIE: ¿No puede decirme nada? ¿Adónde vamos?
MORTY: ¿Nosotros? Para decirle la verdad, usted tropezará en un montón
de long plays en el suelo y se caerá.
FRANKIE: ¡Oh, no quiero verlo! ¿Me va a doler?
MORTY: Unos segundos.
FRANKIE: Extraordinario. (Suspira.) Lo que me faltaba.
Un hombre acaba de asociarse con «Original Records»...
MORTY: ¿Qué tal con esta ficha?
FRANKIE: ¿Última ficha?
MORTY: No es la última, pero que tal mire el juego
FRANKIE: No, le alcanza.
MORTY: Está tomándome del pelo.
FRANKIE: No, usted pierde.
MORTY: ¡Deam it! Y pensar que creía estar guardando las pares.
FRANKIE: No, su turno. Dé. (La Muerte da las fichas.) Debo caerme al
suelo, ¿eh? ¿No puedo estar de pie sobre el sofá cuando suceda?
MORTY: No, juegue.
FRANKIE: ¿Por qué no?
MORTY: ¡Porque todo el mundo se cae al suelo! Déjeme en paz. Estoy
tratando de concentrarme.
FRANKIE: ¿Por qué tiene que ser al suelo? ¡Es lo único que digo! ¿Por
qué demonios no puedo estar al lado de un sofá cuando suceda?
MORTY: Haré lo que pueda. ¿Quiere jugar, sí o no?
FRANKIE: De eso estoy hablando. Usted me recuerda a Ralph Mercado.
Terco como una mula.
MORTY: ¿Qué le recuerdo a Ralph Mercado? ¡Soy una de las figuras más
terroríficas que pueda imaginarse y al señor le recuerdo a Ralph Mercado!
¿Quién es? ¿Un pelele?
FRANKIE: Ya le gustaría ser ese pelele. Gana más de a siete ceros al año.
Productor. Tiene su propia disquera. Ultima ficha.
MORTY: ¿Qué?
FRANKIE: Ultima ficha. Voy. ¿Qué tiene?
MORTY: Tengo una mano como el resultado de un partido de beisbol
entre Puerto Rico y algún equipo del medio oriente.
FRANKIE: Y es par.
MORTY: ¡Si no hablara tanto! (Vuelven a dar y siguen el juego.)
FRANKIE: ¿Qué quiso decir cuando dijo que era su primer trabajo?
MORTY: ¿Qué le parece?
FRANKIE: ¿Quería decirme acaso... que antes de mí no ha muerto nadie?
MORTY: Por supuesto que sí. Pero yo no los llevé.
FRANKIE: Entonces, ¿quién lo hizo?
MORTY: Los otros.
FRANKIE: ¿Hay otros?
MORTY: Claro. Cada uno tiene su forma artística de irse. Cuando fueron
por Lavoe, la pelona era primípara y el Héctor se le tiró por la ventana, con
tan mala suerte que cayó en un aire acondicionado y se amortiguó el
golpe. El caso es que su muerte fue despedida y demandada por daños y
perjuicios. Luego le llegó una muerte experimentada y esa sí que le saco la
leche al pobre.
FRANKIE: No lo sabía.
MORTY: ¿Por qué habría de saberlo? ¿Quién se cree que es al fin y al
cabo?
FRANKIE: ¿Qué pretende decir con eso de quién me creo que soy? ¿Acaso
soy un don anybody?
MORTY: Nadie no. Es un productor novato de Original Records. ¿De
dónde va a sacar un conocimiento de los misterios eternos?
FRANKIE: ¿De qué está hablando? Yo gano mucha plata. Envié mis dos
nenes a la universidad. Uno está en publicidad, el otro se casó. Tengo casa
propia. Manejo mi propio cacharro. A mi esposa le doy lo que se le antoja.
Nanas, abrigos de piel, vacaciones. En este momento está en Miami.
Cuesta un dineral, pero bueno sólo porque quiere estar cerca de su
hermana. Tengo que reunirme con ella la semana que viene en la Yuma,
entonces, ¿qué piensa que soy? ¿Un tipo de la calle?
MORTY: Está bien. No sea tan intenso.
FRANKIE: ¿Quién es intenso?
MORTY: Yo también podría enfadarme porque usted se burló de mí.
FRANKIE: ¿Quién se ha burlado?
MORTY: ¿No dijo que lo había desilusionado?
FRANKIE: ¿Qué espera? ¿Pretende que tire la casa por la ventana?
MORTY: No estoy hablando de eso. Quiero decir, yo personalmente, que
soy un enano, que soy eso, que soy lo otro.
FRANKIE: Dije que se parecía a mí. Es como un reflejo.
MORTY: OK, está bien, stop, corte, párela ahí.
(Continúan jugando mientras sube el volumen de la música.)
-DING-DONG-
The Duellists – Jack Vettriano
EL timbre del teatro anuncia la llegada de alguien a la casa campestre que
esta escenificada frente al público. Todo el tapizado de la escena puede
resumirse en figuras cuadrangulares como si fuera un cubo con figuras
ajedrezadas.
Brando: ¿Ladimir Araujo?
Ladimir: Sí.
Brando: Soy Brando Landauer.
Ladimir: Ah ¿sí? (Pausa.) Encantado de conocerlo (Le ofrece su mano)
¿Tomo el bus intermunicipal?
Brando: Conduje.
Ladimir: ¿Condujo?
Brando: Esa es mi motocicleta.
Ladimir: ¿La diminuta?
Brando: Es un vehículo grande.
Ladimir: No, grande tal vez ese (Señalando.) El mío. ¿Qué tal? (Observando
detalladamente.)
Brando: Muy lujoso.
Ladimir: Sí. Así es, ¿verdad? (Pausa.) Siga. Veía una película en la
televisión basada en una de mis investigaciones.
(Brando observa con admiración el interior de la casa.)
Ladimir: ¿Le gusta la casa?
Brando: Impresionante.
Ladimir: ¿Sabe quien la diseñó y la decoró?
Brando: Sí. Su esposa.
Ladimir: ¿Lo sabía?
Brando: Sí, lo sabía.
Ladimir: Se la mostraré luego. Tómese algo. Yo estoy tomando ron
dominicano.
Brando: Ron.
Ladimir: Ron, muy bien,
Brando: Cubano. Ron cubano por favor.
Ladimir: Cubano. (Dirigiéndose a la licorera) Brando, que nombre tan
interesante. Es del extranjero, supongo.
Brando: Mi padre es argentino.
Ladimir: Brando suena antillano.
Brando: ¿Sí?
Ladimir: (Ofreciéndole una copa). Aquí esta su Ron…cubano. Salud.
(Pausa.) ¿Está seguro de que su padre no es isleño?
Brando: Si lo es, se cambio la identidad y lo ha mantenido en secreto
durante años.
Ladimir: ¿Y su madre?
Brando: Puertorriqueña.
Ladimir: Usted es entonces una especie de mestizo latino. (Pausa) Tome
asiento.
Risas.
Brando: Gracias por recibirme.
Ladimir: No hay porque.
Brando: No sabía que escribía guiones para la televisión.
Ladimir: Pues no. Escribo sobre asesinatos históricos.
Brando: Eso había escuchado.
Ladimir: Pero en ocasiones otras personas adaptan mis escritos para la
televisión. ¿Sabe que significa –adaptar-?
Brando: ¿Adaptar?
Ladimir: Supongo que esa palabra no la usan mucho en argentina.
Brando: Hablo español.
Ladimir: Que bien. Permítame enseñarle mi cuarto especial de
publicaciones.
Del fondo de la casa se ilumina una pancarta con la signa: El Gurú del
Asesinato. Número 1 en ventas.
Ladimir: Estos son mis libros. ¿Supongo ha leído algún artículo mío?
Brando: Me temo que no.
Ladimir: ¿Verdad? ¿No? ¿Y esta? “No hubo crónica en la muerte
anunciada”.
Brando: No.
Ladimir: ¿Un Bogotazo?
Brando: No.
Ladimir: ¿Fosas? ¿Sangre y conquista?
Brando: No lastimosamente.
Ladimir: Vea pues, es uno en un millón.
Brando: ¿En serio?
Ladimir: Por supuesto, soy muy popular. ¿Ve este estante? Traducciones.
Inglés, francés, portugués.
Brando: ¿Usted mismo habla portugués?
Ladimir: Sí. ¿Cómo lo supo? Tengo un pariente brasilero.
Brando: No veo traducciones en quechua.
Ladimir: Los indígenas son raros, la cultura no es su fuerte.
Brando: Pero tienen buenas cosechas.
Ladimir: ¿Sí?
Brando: Papa, la mejor del mundo.
Ladimir: ¿Trajo un poco?
Brando: No, la deje en casa.
Ladimir: Qué pena.
Brando: Será para nuestra cena, con un par de botellas de merlot.
Ladimir: ¿”Nuestra”?
Brando: De Ángela y yo. (Pausa.) Ahora es vegetariana.
Ladimir: Ahh claro. (Percatándose.) Su vaso esta vacío. ¿Qué tomaba?
¿Aguardiente?
Brando: Ron…cubano.
Ladimir: Ron.
(Brando empieza a sentirse un poco incomodo y no le da más tregua a la
situación. Mientras Ladimir sirve un poco más de licor. Brando se relaja
dentro de su situación.)
Brando: Voy a ir al grano.
Ladimir: ¿Al grano? ¿A qué se refiere?
Brando: ¿Le va a dar el divorcio? Y si no ¿por qué no?
Ladimir: Si. Ya hablaremos de eso.
Brando: Ella opina que usted es irracional. Yo también. Ella jamás volverá.
¿Por qué no le da el divorcio?
Ladimir: Le hará bien esperar unos cinco años, fortalecerá su carácter.
Brando: ¿Le va hacer esperar cinco años?
Ladimir: Así es la ley.
Brando: Pero eso es puro rencor.
Ladimir: Como sea ya volveremos a eso, quizá. Tome su ron primero.
Pausa.
Dígame ¿a qué se dedica exactamente?
Brando: Soy actor.
Ladimir: Dios mío ¿En serio? Ángela dijo que era estilista, asesor de
imagen.
Brando: Debía hablar de otra persona.
Ladimir: ¿De otro amigo?
Brando: ¿Otro amigo?
Ladimir: Suele tener más de un amigo.
Brando: ¿Sí?
Ladimir: Si.
Brando: Yo soy su único amigo.
Ladimir: Debe sentirse sola.
Brando: No es así.
Ladimir: La actuación es una profesión bastante precaria, ¿no? ¿En qué
actúa en este momento?
Brando: Estoy desempleado.
Ladimir: Qué lastima.
Brando: Manejo moto, para domicilios.
Ladimir: Una vida complicada.
Brando: Me mantengo a flote. (Pausa.)
Ladimir: ¿Qué clase de papeles hace?
Brando: (Entre risas.) Asesinos mayormente. Maníacos sexuales,
pervertidos.
Ladimir: Pero usted tiene demasiado encanto.
Brando: Si lo sé. (Mirándolo fijamente) ¿Qué opina de este divorcio? ¿Cuál
es su posición exactamente?
Ladimir: Todo a su debido tiempo.
(Ladimir lo invita a pasar a otro sector de la casa para continuar la
conversación con más calma.)
Ladimir: Sígame. Siéntese por favor, póngase cómodo. (Un poco molesto).
Entiendo que usted se come a mi esposa.
Brando: (Frío.) Eso es correcto.
Ladimir: Claro. Si, correcto.
Brando: Así que ya aclaramos eso.
Ladimir: Creí que lo negaría.
Brando: ¿Por qué lo negaría?
Ladimir: Es mi esposa.
Brando: Sí, pero se acuesta conmigo.
Ladimir: ¿Se acuesta con usted también? Qué hija de puta. (Ríe.) Perdón.
Brando: (Riendo suavemente.) Es mutuo.
Ladimir: ¿Se turnan?
Brando: Nos cogemos el uno al otro. Así se hace.
Ladimir: Sí, ya entiendo. (Pausa.)
Brando: Estamos enamorados.
Ladimir: (Inquieto.) Están enamorados.
Brando: Así es.
Ladimir: Permítame servirle un poco más. (Le lanza la botella de ron para
que se sirva el mismo. Pausa.) Oí un rumor de que quería casarse con ella.
No puede ser cierto ¿verdad?
Brando: ¿Por qué no?
Ladimir: ¿Hoy en día es el matrimonio necesario? ¿No es un poco
anticuado?
Brando: ¿Lo es?
Ladimir: Es una idiotez. Yo no me casaría. Igual no puede casarse con
ella. Está casada conmigo. A menos que me divorcie, claro.
Brando: ¿Y lo hará?
Ladimir: ¿Haré qué?
Brando: Divorciarse. ¿O hará que espere cinco años? Ella lo quiere saber.
Ladimir: Sinceramente, no veo la hora de poder hacerlo. Pero hay un par
de cosas que quisiera aclarar primero. Por ejemplo… Nunca oí de un
argentino llamado Landauer.
Brando: Mi padre se apellida así pero con w.
Ladimir: Eso es adorable. Como una raza de caninos. ¿Por qué no vuelve a
la w? Le queda mejor.
Brando: ¿Le parece?
Ladimir: Sí. Así cuando se case con Ángela, ella será Ángela Landawer.
¿No le parece chistoso? ¿Bajo que nombre actúa Landauer o Landawer?
Brando: Landauer.
Ladimir: ¿Por qué nunca oí de usted?...
Brando: …Oirá. Muy pronto.
Ladimir: ¿De verdad?
Brando: Sin ninguna duda.
Ladimir: Eso suena amenazante.
Brando: ¿Sí?
Ladimir: ¿Acaso no?
Pausa.
Brando: (Desesperándose con cordura.) ¿Por qué no vamos al grano?
Ladimir: Al grano, claro. ¿Por qué no? Así es como lo veo yo. (Pensativo)
Venga arriba. Quiero enseñarle algo. ¿Le molesta subir? ¿No le causará
náuseas verdad? Este es nuestro dormitorio. Y este… es el vestidor de mi
esposa. Dejó algunos vestidos, no quiso molestarse en llevarlos. Valen
millones, millones. Este abrigo de cuero cuesta alrededor de 17 millones.
Así que ya ve, la cuestión es esta. Siéntese. (Brando accede y se sienta en
la cama). Así que ya ve. Mi mujer gasta dinero como si fuera agua. Si no
tiene cuidado lo podría llevar a la quiebra. Esta acostumbrada al lujo.
Punta del este. Islas Caimán. Manhattan, los Alpes suizos. ¿Qué es usted?
actor desempleado. Realiza domicilios de vez en cuando. Esta fuera de su
alcance, tiene todas las de perder. Si está paspado ahora, estará diez veces
más pelado cuando ella acabe con usted. Usará sus tripas con ligueros.
(Riendo.)
Brando: (Enfático). Está enamorada de mí.
Ladimir: Nunca confíe en el amor. El amor puede traicionarte tanto como
deleitarte. Primero es amor, quince minutos después es desdén.
Brando: Esa es su propia experiencia ¿No?
Ladimir: No, eso es observación. No se le olvide soy historiador, escribo,
observo lo que ha pasado con la gente. (Volviendo al tema.) Usted no podrá
darle lo que ella quiere. Así que lo dejará y volverá conmigo. Y yo no la
quiero cerca, es lo último que quiero. Me llenó la copa. Además tengo una
amante encantadora. Dirige unos termales en San Vicente. Así que quiero
que Ángela se quede con usted. Quiero que estén juntos para siempre.
Pero a menos que me haga caso todo será un maldito desastre de
consecuencias catastróficas. Pero yo tengo una solución.
Pausa inquietante. Brando se pone de pie, medita.
Brando: No creerá lo que le voy a decir.
(Entre los dos surge una intimidad repentina que los obliga a acercarse para
hablar casi que tocándose los labios.)
Ladimir: ¿Qué va a decir?
Brando: Soy todo oídos.
Ladimir: ¿Sabe algo? Estoy empezando a responder a su encanto.
Brando: No me diga.
Ladimir: Es verdad.
Brando: Estoy realmente alterado.
Ladimir: Debería estarlo. (Pausa.) Apuesto a que no esperaba que fuera
tan suspicaz, tan ingenioso ¿verdad?
Brando: De hecho, sí. Absolutamente. (Pausa.)
Ladimir: Ángela se lo dijo ¿verdad? (Los dos se sonríen con picardía.
Rompiendo el silencio.)
Brando: ¿Cuál es su solución? (Deja flotar la intención, mientras le indica
que lo siga hacia otro lugar de la casa.)
Ladimir: Es bastante grande, para uno. (Brando intentando adelantarse al
lugar, Ladimir lo toma del brazo y se dispone a darle su propuesta.)
Escuche. Voy a hacerle una propuesta. Hace unos años le di unas joyas.
Sorprendentemente costosas. Bueno, no se las regalé del todo, soy el
dueño. Están aseguradas a nombre mío. Pero dejo que se las ponga en
ocasiones especiales. Tienen un precio desorbitante para colgarse en el
cuello y las orejas. 2.000 millones. A veces están en el banco, a veces en la
caja fuerte. En este momento, están aquí en la caja fuerte. Y quiero que
usted las robe.
(Pausa intensa. Ambos escrutan sus miradas.)
Brando: ¿Qué las robe?
Ladimir: Así es.
Brando: ¿Qué quiere decir?
Ladimir: Quiero que robe las joyas.
Brando: Que robe las joyas, no le entiendo.
Ladimir: Es sencillo. Las roba, las vende en el exterior y vive felizmente
para siempre con Ángela. Me libro de ella y me revuelco como un cerdo. Y
así podrá mantener a Ángela al estilo de vida que lleva, al que está
acostumbrada.
Brando: (Molesto) ¿Quiere que participe en un complot para hacer fraude a
su aseguradora? ¿Es así?
Ladimir: Me pareció de muy buen gusto.
Brando: (Bastante Molesto)¿Por quién me ha tomado? ¿De qué carajo
habla?
Ladimir: (Argumentando) Estos son hechos reales.
Brando: ¡Esto es un chiste! O peor aún, una trampa.
Ladimir: ¿Una trampa?
Brando: Una trampa claro, cree que soy un tonto…
Ladimir: … ¿No es así?
Brando: Dijo que valen dos mil millones.
Ladimir: Así es.
Brando: Un revendedor en el mercado negro no le daría ni la mitad por
eso.
Ladimir: Ya he contactado a una vieja amistad en la frontera brasilera,
cerca a Manaos. Él le dará mil setecientos millones libres de impuestos.
Pausa. Piénselo nada más. (Pausa.) Mil setecientos millones libres de
impuestos.
Pausa.
Brando: ¿Por qué haría eso su amigo?
Ladimir: Usted robará las joyas y las facturas, sus respectivos papeles. Él
tendrá la autentificación de las joyas, la titularidad y por supuesto las
joyas. Así cuando las venda recibirá el valor total. (Pausa extenuante.)
¿Entendió? Piénselo. Tómese su tiempo.
(Silencio. El espacio empieza a colorearse de oscuridad.)
Brando: (Interesándose en la propuesta.) ¿Por qué haría usted todo esto?
Ladimir: Bajo este exterior estafador, soy un hombre simple y honesto.
Todo lo que le dije es verdad se lo juro. Quiero deshacerme de mi esposa
pero quiero que sea sólido y permanente. No la quiero sobre mis hombros.
Quiero que la cargue usted.
Brando: Esto es una trampa.
Ladimir: ¿Una trampa?
Brando: Sí. Usted quiere destruirme. Quiere verme en la cárcel. Quiere
que haga esto y luego delatarme a la policía.
Ladimir: No, no, no. Si lo delato, usted me delatará a mí y ambos
terminaremos en la cárcel. Mi posición es estrictamente moral. Mi mujer es
una adúltera. La verdad habría que apedrearla. Depende de usted. Tome
una decisión.
Brando: ¿Me pide que confíe en usted?
Ladimir: Me importa un carajo si confía o no. Es una simple propuesta.
Tiene una mujer cara y no tiene dinero. Si quiere conservar a la mujer,
robe las joyas.
Brando: ¿Por qué no roba usted las joyas y me las da?
Ladimir: No sea idiota. Hay que hacerlo bien. La casa debe ser allanada.
Brando: ¿Por qué no la allana usted?
Ladimir: ¿Cómo puedo hacer eso? Vivo aquí.
(Pausa meditabunda. Brando muy pensativo se dirige hacia la botella de ron
para servirse una copa casi repleta en puro.)
Brando: Esta bien. Si yo aceptara hacer esto ¿aceptaría usted darle el
divorcio?
Ladimir: ¿Por qué dárselo si ambos se marchan con mil setecientos
millones?
Brando: Ella quiere una resolución legal. Una parte de su patrimonio.
Ladimir: Codiciosa.
Brando: Eso es justicia legal.
Ladimir: Nunca confíe en la justicia legal. ¿Sabe que es la justicia legal?
Es un juez pedorreándose en un estrado platos a la carta. Escuche. Mil
setecientos millones libres de impuestos. Todo suyo, en efectivo. ¿Por qué
no deja de perder el tiempo?
Brando: Espere un minuto. (Analizando la situación.) Usted recibe una
cantidad exacta por la compañía de seguro.
Ladimir: Claro que sí. (Reflexionando.) Está bien. Le seré honesto. Lo
necesito. Flujo de fondos, acciones que bajan. ¿Me entiende? “Quid pro
cuo”.
Brando: ¿Quid pro cuo?
Ladimir: No tengo que explicárselo todo. Favor con favor se paga. Me hace
un favor, le hago un favor, se queda con la mujer.
Brando: (Sonríe progresivamente asintiendo con afirmación). Está bien.
Hagamos un trato.
Ladimir: ¿Ahora qué?
Brando: Allano la casa. Robo las joyas. Y usted acepta otorgarle el
divorcio. Ese es el trato. Si no, olvídelo. Ese es otro quid pro cuo. Pero nos
damos la mano.
Ladimir: (Al parecer se convence.) Está bien. Le daré la mano. (Dándosela.)
Aquí tiene mi mano.
(El acuerdo de términos les dibuja una sonrisa en sus faces. Estrechando su
trato entre dos manos.)
Brando: Está bien. (Tomando de un solo golpe lo que quedaba de licor en su
copa.) Está bien. ¿Qué hago entonces?
Ladimir: (Con toda la seguridad del mundo.) Entras a la fuerza. ¿Ve ese
tragaluz de allá arriba? Esa ventana es la única que no tiene alarma
contra robo. Entra por ahí.
Brando: Es bastante alto.
Ladimir: Sube con una escalera.
Brando: No me gustan las alturas.
Ladimir: Puede hacerlo. De verdad sé que puede.
Brando: (Brando examina sus nervios.) ¿Me está tomando el pelo?
Ladimir: Compórtese como un hombre de acción. No tiene que ser un
peluquero toda la vida. Puede ser libre, independiente, mantener a la
mujer que ama. Escuche. (Entregándole un equipo de comunicación.)
Póngase esto. Lo uso para comunicarme con mi jardinero.
(Brando accede prueban los radios inalámbricos.)
Ladimir: Maravilloso. Le queda bien. (Ahora dándole indicaciones.) Esto es
lo que hace: Sale al exterior. Atravesando el jardín hay un cobertizo. Y
detrás hay una escalera. La pone contra la pared y yo lo dirijo a través del
walkie talkie. ¿Entiende?
Brando: Pues sí, sí. Pero estoy ansioso y asustado.
Ladimir: Confíe en mi.
Brando: Pero no confío.
Ladimir: Todo saldrá bien. Siga mi consejo. Tiene que parecer real.
Debemos convencer a la gente del seguro y la policía.
Brando: Ángela nunca me dijo que usted era tan manipulador. Que no era
bueno en la cama, pero no un manipulador.
Ladimir: ¿Le dijo que no era bueno en la cama?
Brando: Sí, por supuesto.
Ladimir: Estaba jugándole una broma. Soy maravilloso en la cama.
Brando: Debo decírselo.
(Pausa. Ladimir le hace saber que afuera ya está oscuro, por lo tanto debe
estar muy atento a la movilidad en la oscuridad.)
Ladimir: Ahí está el cobertizo al otro lado del jardín. La escalera está
detrás del cobertizo.
Brando: ¿Una escalera?
Ladimir: La escalera. Verá un par de guantes de jardinería. Póngaselos.
Junto a ellos, hay un martillo. Vaya por atrás de la casa, ponga la escalera
contra la pared del techo inferior. Luego lleve el martillo al techo inferior.
Suba la escalera sobre el techo principal y rompa el tragaluz.
Brando: (Asegurándose de que no hay detalles sueltos.) Espere un
momento. Se le olvidó un punto importante.
Ladimir: ¿Qué?
Brando: (Señalando el tragaluz.) Una vez que esté adentro ¿cómo bajo?
Ladimir: ¿No se lo dije? Perdón. ¿Ve esa puerta metálica? Ahí hay una
soga de emergencia que se usa cuando le hacen mantenimiento al
cielorraso. Usted entra por la ventana y rompe la chapa de la puerta con el
mismo martillo. Es pequeña no tendrá problema. La cuerda está
asegurada para sostener trescientos kilogramos.
Brando: Quiero ver que tanto resiste ¿Puede probarlo? Muéstreme de una
vez.
Ladimir: (De la puerta desciende la cuerda por medio de un sistema
eléctrico.) ¿Ve? Tan fácil como orinar.
Brando: Tengo la sensación de ser un imbécil.
Ladimir: Claro que es un imbécil. ¿Qué importa? Acabará siendo un
hombre rico. Obedezca las reglas. Solo obedezca las reglas.
Brando: ¿Las reglas de quién?
Ladimir: Mis reglas. (Pausa.) Vaya a buscar la escalera.
(Brando avanza hacia el jardín y despliega su habilidad para acomodarse
ante las reglas impuestas por Ladimir. La comunicación por radio empieza a
tener frutos. Ladimir dirige.)
Ladimir: ¿Puede ver la escalera?
Brando: Jugando con su pregunta ¿Puedo ver la escalera? (Encuentra la
escalera de diseño plegable, coloca unos guantes de jardinería entre sus
manos.)
Ladimir: Coloque la escalera contra la pared.
Brando: (Agitado por el esfuerzo.) Está bien.
Ladimir: Extienda la escalera.
Brando: (Más agitado.) Está bien.
Ladimir: Suba por la escalera.
Brando: ¡Está bien!
Ladimir: (Disfrutando con la situación.) Suba por la escalera.
Brando: ¿Por qué estoy haciendo esto?
Ladimir: (Entre risotadas.) Tranquilo, tranquilo. Tómelo con calma. Siga
subiendo, siga subiendo. (Brando asciende por la escalera con dificultad.)
¡Cuidado! (A carcajadas.) Tranquilo. (De repente la escalera cae y brando
queda colgando de la azotea.) ¡Cuidado!
Brando: ¡Me voy a morir! (Desesperado.) ¡Carajo! (Ladimir esconde la
cuerda.)
Ladimir: No pare siga avanzando. No mire para abajo. Ahí está la puerta.
Saque el martillo. ¡Rómpala!
Brando: (Dando un portazo fuerte entre ojos cerrados.)
Ladimir: ¡Fantástico!
Brando: (Percatándose de la ausencia de la cuerda.) ¿Dónde está la
cuerda? ¡La cuerda! ¿Dónde está?
Ladimir: No funciona. Esa puerta tiene un fusible descompuesto ahora
que lo recuerdo. Llamaré al electricista en la mañana.
Brando: ¿En la mañana? ¿Y ahora qué?
Ladimir: Estará durmiendo. La gente del campo se acuesta temprano.
(Pausa sospechosa.) Es muy simpático. Arquímedes. Una esposa
encantadora. Rebeca. Tres hijos. (Jugando con su excusa.) Ahora recuerdo
justo esta temporada están de vacaciones. Llevó los hijos a Coveñas.
Brando: ¿Estoy atrapado aquí para el resto de mi vida o qué?
Ladimir: Tenga paciencia. Se requiere estoicismo. Hace maravillas. Espere
un minuto. Hay un botón de emergencia debajo de la puerta ¿Lo ve?
(Brando desesperado busca haya tal botón.) Eso mismo. Oprímalo y todo
saldrá bien. (Oprimiendo el botón.) ¡Ahí está! (Ladimir ríe abiertamente.
Brando lo mira desafiante desde la altura. Ahora baja por la cuerda que ha
salido por el interruptor oprimido. Tambalea.) ¡Cuidado! ¡Tenga Cuidado!
Eso es.
Brando: ¿Hasta aquí llega?
Ladimir: Salte desde ahí. (Cayendo aparatosamente Brando desde el
extremo de la cuerda.)
Brando: ¡Mierda!
Ladimir: Maravilloso. (Felicitándolo.) Muy impresionante.
Brando: ¡Creí que me iba a matar!
Ladimir: Morirá.
Brando: (Sin darse por enterado de tal afirmación.) ¿Qué carajo hago
ahora?
Ladimir: Abre la caja fuerte.
Brando: ¿Dónde está? ¿Cómo la abro?
Ladimir: Espere. No sabe dónde está. Tiene que buscarla. (Jugando con la
situación.) ¿Dónde está? Empiece en el dormitorio. ¿Cómo se siente?
Brando: Bien.
Ladimir: ¿Emocionado?
Brando: Bastante, sí.
Ladimir: Es usted imperturbable, eso me gusta. Muy bien. (Señalando
lugares determinados.) Abra el ropero, desbarate todo. Busque la caja
fuerte, debe estar en algún lugar. (Brando derrumba todo cuanto ve en su
paso.) Que parezca real. Destroce el lugar ¡Es un hombre desesperado!
Brando: Las cajas siempre están detrás de los cuadros ¿No? (Rompiendo
los adornos del lugar.)
Ladimir: ¿Qué está haciendo?
Brando: ¡Soy un hombre desesperado! ¡Eso dijiste! Él es un hombre bruto.
(Catárquico.) ¿Dónde está la puta caja fuerte?
Ladimir: ¡Abra ese nochero! (Brando corre a hacerlo.)
Brando: Está con llave.
Ladimir: Rómpalo a patadas. (Brando lo golpea dándose severo portazo en
su pierna.) Y aquí es donde lo oigo.
Brando: ¿Me oye?
Ladimir: Si. Estoy durmiendo en el estudio. Ahí duermo estos días. No
puedo dormir en la cama sin mi esposa ¿sabe? Lo oigo, entro al dormitorio,
y lo encuentro.
Brando: ¿Y luego?
Ladimir: Lo ataco (Frío.)
Brando: ¿Cómo?
Ladimir: Así. Y así. (Golpeando con fuerza el estomago de Brando. Brando
responde con un golpe a la rodilla de Ladimir.)
Brando: Eso dolió.
Ladimir: Lo siento muchísimo. (Continuando.) Entonces…usted saca su
cuchillo.
Brando: No tengo un cuchillo.
Ladimir: (Sacando de su cinturón una navaja de estuche y asintiéndola
sobre el cuello de Brando.) Yo sí. Me amenaza con el.
Brando: (Bastante asustado.) Usted me amenaza a mí.
Ladimir: Estoy interpretando su papel. Quiere saber dónde está la caja
fuerte. Cuál es la combinación. Me aterroriza con este cuchillo. Soy
despiadado impredecible. Probablemente un asesino. Y sin duda soy, muy,
muy peligroso. ¿Pero usted? Usted es obstinado.
Brando: ¿Yo o usted?
Ladimir: Yo soy usted. Usted es yo ¿Entiende?
Brando: Capto.
Ladimir: Bien. Las joyas valen muchísimo dinero. (Amenazándolo.) Usted
no cederá pero yo… saco mi revólver. (Desenfundando un arma de fuego
que guardaba entre su pantalón. Riendo.) Todavía soy usted por cierto. Pero
para que quede claro que estoy hablando en serio… (Disparando hacia un
retrato de Ángela.) ¡En el blanco! (Disparando en un cuadro de la pared.
Brando cae al suelo lleno de miedo entre sus ojos.) Por fin se da por
vencido, está tan aterrado. Que me muestra dónde está la caja fuerte. (Le
enseña el escondite de la caja.) Está detrás de eso.
Brando: ¿Dónde?
Ladimir: Magia. Y está tan asustado que me da la combinación. 22 -01 -
98. Ábrala.
Brando: (Confundido.) Espere. ¿Yo soy yo ahora? ¿O usted es yo?
Ladimir: (Pensando.) Usted es usted ahora. Y yo ahora soy yo. Abra la caja
fuerte. 22 - 01- 98. Fue el día de nuestra boda. El veintidós de enero de
mil novecientos noventa y ocho.
(La caja logra abrirse. Brando sorprendido por las joyas.)
Brando: ¡Por Zeus!
Ladimir: ¿Qué le parece?
Brando: (Tomando las joyas con delicadeza entre sus manos.) Son muy…
hermosas.
Ladimir: (Acercándose de nuevo a la presencia de Brando sorprendido.)
Póngalas en su bolsillo.
Brando: Mil setecientos millones ¿no?
Ladimir: Eso dije. (Brando coge las facturas de propiedad de las joyas.)
Brando: Esta bien. (Entusiasmado.) Hasta ahora todo está bien. Deme las
coordenadas o indicaciones para dar con el revendedor.
Ladimir: ¿Qué revendedor?
Brando: El de Manaos.
Ladimir: Ah, ese revendedor. (Aun sin bajar el arma de fuego que apunta
hacia la frente de Brando.)
Brando: Oiga baje esa arma.
Ladimir: ¿Por qué? (Frío.)
Brando: (Risa nerviosa.) Me esta apuntando directamente a mí. No me
hace nada feliz.
Ladimir: ¿Por qué?
Brando: ¿Esto es un juego?
Ladimir: Este es el juego verdadero. El juego verdadero acaba de empezar.
Brando: (Riendo.) ¿Cuál es el juego verdadero?
Ladimir: Usted y yo. (Pausa.) Usted indefenso. Yo, con un revólver. Es el
fin de la historia de las joyas. ¿Ve?
Brando: (Analizando.) ¿En serio?
Ladimir: Sí. Sin embargo la disfrute.
Brando: Yo no estoy disfrutando esto.
Ladimir: No lo culpo.
Brando: (Sin entender.) ¿De qué se trata?
Ladimir: Ay, por favor. Piénselo bien. (Pausa.) ¿Creyó que lo iba a dejar
con mi esposa y las joyas?
Brando: ¡Está bromeando! (Esperando una respuesta). Me está engañando.
Ladimir: (Con obviedad.) Exactamente. Párese sobre la cama. (Ante la
amenaza y la orden Brando no lo piensa dos veces. La luz baila y baja
tenuemente entre el suspenso.)
Brando: Escuche. Antes de que haga algo, hay algo que debo decirle.
Ladimir: ¿Qué?
Brando: Ángela lo respeta.
Ladimir: ¿En serio?
Brando: Dice que usted es un hombre de verdadero integridad, muy
decente.
Ladimir: Pues, tiene razón. Soy un hombre decente.
Brando: Lo creo.
Ladimir: (Redundante.) Tiene razón. Soy un hombre decente.
Brando: Lo sé. Eso es lo que ella dice. Admira su mente.
Ladimir: ¿Admira mi mente?
Brando: Sí. Su mente la excita.
Ladimir: ¿Sexualmente?
Brando: Su mente excita a su esposa sexualmente.
Ladimir: ¿Y mi cuerpo, qué?
Brando: ¿Qué pasa con el?
Ladimir: ¿Qué dice sobre mi cuerpo?
Brando: (Pausa.) Sabe, creo que nunca lo ha mencionado.
Ladimir: Usted es un pijo.
Brando: ¿Por qué mete a mi pijo en esto?
Ladimir: Se muy bien donde mete su pijo, pero no estoy hablando de eso.
Estaba llamándolo “Un pijo”.
Brando: Ah, gracias.
Ladimir: Pero, ¿sabe qué es ahora?
Brando: ¿Qué?
Ladimir: Un perro muerto.
Brando: ¿En serio?
Ladimir: Así es como la historia llega a la policía. Lo encuentro en mi
casa, usted me amenaza. Abre la caja, toma las joyas, las pone en su
bolsillo. Logro agarrar el revólver mientras mira las joyas. Hay una lucha.
El revólver se dispara. De pronto, me doy cuenta de que está muerto.
Brando: (Llorando con aire afeminado.) ¿Va a matarme?
Ladimir: ¿Qué cree?
Brando: ¿Por qué?
Ladimir: Planee todo desde el principio. Siempre anhele tener una
conversación íntima con un peluquero (Con Rabia.) ¡Especialmente un
peluquero que se está tirando a mi esposa!
Brando: (Acorralado.) ¡No soy peluquero!
Ladimir: ¡Mi esposa es mía! ¡Ella me pertenece a mí! ¡Y yo soy su esposo! Y
lo que usted ha hecho es esto. Se ha invitado a sí mismo a asistir a su
propia muerte.
Brando: ¡No lo haga, por favor! ¡No me mate! (Ladimir apunta de nuevo,
Brando baja despavorido de la cama hacia un paredón). ¡No me mate por
favor! Subiré a mi moto y me iré, ¿Sí? No volverá a verme. Está loco.
(Corrigiendo.) No, no está loco. Malentendió las cosas. No quiero a su
esposa. Odio a las mujeres. ¿Me oye? ¡Odio a su esposa! ¡No tiene ningún
motivo para estar celoso! Las mujeres no me atraen, lo haría con una
burra o una perra. O un compañero de la escuela, se llamaba Larry.
(Orinándose encima.) Yo lo llamaba Larryki. ¡Odio a las mujeres! ¡De
verdad! ¡Lo juro por Dios! (Yendo hacia la humanidad de Ladimir.) ¿Cree
usted en Dios?
Ladimir dispara. Brando cae de inmediato. Pausa. Ladimir se sirve un trago
satisfecho. Brinda con su reflejo en el espejo.
Apagón.
El televisor vuelve a encenderse en el
mismo programa…
Paul Cezanne – Card Players
FRANKIE: …Según mis cálculos de doce partidas no gano ninguna...
Bueno, ha perdido.
MORTY: (Mirando, abatido, las fichas.) Sabía que no debía haber tirado ese
nueve. ¡Shit!
FRANKIE: Entonces, le veo mañana.
MORTY: ¿Qué significa eso de que me ve mañana?
FRANKIE: Me gané un día extra. Ahora déjeme.
MORTY: ¿Habla en serio?
FRANKIE: Un trato es un trato.
MORTY: Sí, pero...
FRANKIE: No me venga con «peros». Gané veinticuatro horas. Vuelva
mañana.
MORTY: No sabía que jugábamos por tiempo.
FRANKIE: Lo siento mucho. Tendría que prestar más atención.
MORTY: ¿Y ahora qué voy a hacer durante veinticuatro horas?
FRANKIE: A mí, ¿qué coño me importa? El asunto es que le gané un día
extra.
MORTY: ¿Qué quiere que haga... que camine por las calles?
FRANKIE: Métase en un hotel, váyase al cine. Tome un baño huele
asqueroso ¡No haga de eso un escándalo!
MORTY: A lo mejor se ha equivocado al contar.
FRANKIE: No sólo no me he equivocado, sino que me debe, además,
veintiocho dólares en efectivo.
MORTY: ¿Qué?
FRANKIE: Así es, amigo. Aquí está, léalo. Por cada partida el porcentaje da
así…
MORTY: … (Revisándose los bolsillos.).Tengo sólo unas cuantas monedas,
pero no veintiocho dólares.
FRANKIE: Le acepto un cheque.
MORTY: ¿Un cheque? ¿En qué cuenta?
FRANKIE: ¡Si todos mis clientes fueran como usted!
MORTY: Ponga un pleito, demándeme, haga lo que quiera. ¿Cómo voy a
tener yo una cuenta corriente?
FRANKIE: Muy bien, muy bien. Deme lo que tenga y quedamos en paz.
MORTY: Escuche, necesito este dinero.
FRANKIE: ¿Por qué va a necesitar dinero la Muerte?
Cuénteselo a su tía.
MORTY: No haga bromitas. Está a punto de ir al Más Allá.
FRANKIE: ¿Y qué?
MORTY: ¿Cómo qué, y qué? ¿Sabe lo lejos que está?
FRANKIE: ¿Y qué?
MORTY: Y la gasolina ¿qué? ¿Y los peajes?
FRANKIE: ¿Con que vamos en carro?
MORTY: Ya verá. (Agitado.) Mire, vuelvo mañana y me da otra oportunidad
para recuperar mi plata, ¿eh? De lo contrario, tendrá problemas.
FRANKIE: Como quiera. Es muy posible que gane una semana extra o un
mes. Quizá, un año... Disque jugaba al domino...
MORTY: Y ahora no tengo un centavo.
FRANKIE: ¡Hasta mañana!
MORTY: (Empujado hacia la puerta.) ¿Dónde hay un buen hotel? ¿Qué
hablo de hoteles si no tengo un céntimo? Iré a sentarme en una tienda de
música.
(Recoge el «New York Times».)
FRANKIE: Eh, deje eso. Es mi diario. (Se lo saca.)
MORTY: (Yéndose). ¡Y pensar que pude agarrarlo y llevármelo sin
problemas! ¿Por qué me dejé enrollar con el domino?
FRANKIE: (Llamándole) Y tenga cuidado al bajar. ¡En uno de los
escalones, la alfombra está suelta!
(Y, al instante, se oye un gran estruendo y el sonido de alguien que cae.
Frankie suspira, luego se dirige a la mesita de noche tembloroso y hace una
llamada telefónica.)
FRANKIE: ¿Hola, Ralph? Yo. Escucha, no sé si alguien me ha querido
mamar gallo o qué, pero la Muerte acaba de estar aquí. Jugamos dominó...
No, la Muerte. En persona. O alguien que afirma ser la Muerte, con
nombre artístico y todo. Pero, Ralph, tranquilo que si llega a tu
apartamento tú siempre me ganas al dominó ¡es un imbécil! ¡El rey de los
huevones!
(Mientras se ríe, Frankie tropieza con los long plays que estaban en escena
y resbala, su cabeza se golpea con la mesita de noche, su cuerpo se
desploma y muere mientras la radio dice ♫ De las tumbas quiero irme no sé
cuando pasará, las tumbas son pa´ los muertos y de muerto no tengo na´)…
-ALARMA-.
Una tarde soleada. El asfalto de una carretera hace retumbar el sonido de
las llantas rosando el pavimento de la casa de Ladimir. Es una motocicleta
de alto cilindraje parqueándose en la entrada. Ladimir dentro de su morada
se encuentra viendo un programa basado en sus escritos. Al escuchar el
vehículo en movimiento acercarse a su hogar su seño se apropia de una
sospecha inadvertida por la inesperada visita. Un hombre baja de la
motocicleta. Su aspecto indica que debe ser un detective, bastante
calculador en sus palabras y forma de moverse. Toca a la puerta.
Ladimir: ¿Sí?
Detective: ¿Ladimir Araujo?
Ladimir: Sí.
Detective: Detective Inspector Hurtado. (Pausa.) Recién ascendido. Fabio
Hurtado. (Enseñándole su placa.) Quisiera hablar con usted.
Ladimir: ¿Hablar?
Detective: Así es.
Ladimir: ¿Sobre qué?
Detective: (Pausa. Ríe levemente mientras enciende un cigarro.) ¿Puedo
entrar?
Ladimir: (Intrigado.) Sí, por supuesto. (Invitándolo a seguir.) ¿Algo de
beber?
Detective: ¿Tiene cerveza?
Ladimir: ¿Cerveza? Sí.
Detective: Usted es el historiador ese. Como Diana Uribe. Pero, usted
escribe sobre asesinatos famosos.
Ladimir: Así es.
Detective: He leído algunos escritos suyos. Encuentra el centro de la
diana siempre. Lo felicito.
Ladimir: Un cumplido maravilloso.
Detective: ¿Cómo sabe tanto sobre eso?
Ladimir: ¿Qué cosa?
Detective: Villanía. Crimen. Horror.
Ladimir: Imaginación. (Entregándole una cerveza y un vaso.) Imaginación.
Detective: Es ingenioso.
Ladimir: Hago lo que puedo. (Halagado.) ¡Salud!
Detective: Salud. (Observando el lugar mientras bebe.) Tiene una ventana
rota ahí arriba.
Ladimir: Una tormenta tropical la otra noche. Un vendaval casi. Aterrador.
Una rama de un árbol grande se rompió y voló por el aire a través del
tragaluz como puede ver. Obra de Dios.
Detective: Lo tenía en la mira ¿eh?
Ladimir: ¿Quién?
Detective: Dios.
Ladimir: (Riendo.) Siempre ha sido vil. ¿Sabe cuál es el problema de Dios?
Detective: No.
Ladimir: No tiene padre ni raíces familiares. Está desarraigado. No tiene
dónde colgar su sombrero. Me da lástima.
Detective: Esa es una especulación filosófica muy interesante.
Ladimir: Espere un momento ¿No es usted un detective famoso?
Detective: (Riendo.) No. Yo no, amigo. Está pensando en otro tipo.
Ladimir: ¿No he visto su fotografía en el periódico?
Detective: ¿Quiere saber mi opinión de la prensa?
Ladimir: ¿Cuál es?
Detective: Los periodistas son unos chupa medias engreídos.
Ladimir: No.
Detective: Así es.
Ladimir: Perdone, pero ¿no es eso una contradicción?
Detective: ¿Lo es? (Sirviéndose más cerveza. Pausa.)
Ladimir: ¿No es famoso entonces?
Detective: No, soy un policía corriente. Atrapo criminales sexuales,
pervertidos, maníacos homicidas.
Ladimir: ¿Y qué hace con ellos cuando los atrapa?
Detective: Generalmente, les corto las huevas.
Ladimir: Ya veo. (Pausa.) Entonces, ¿en qué puedo ayudarle?
Detective: Creo que puede ayudarme. Sí, así es.
Ladimir: ¿Cómo?
Detective: Estoy investigando una desaparición.
Ladimir: ¿Desaparición?
Detective: Un hombre llamado Landauer. Brando Landauer.
Ladimir: Disculpe, no entendí el nombre. ¿Cuál era?
Detective: Landauer.
Ladimir: Landauer. Landauer… ¿Qué sucede con él?
Detective: ¿Lo conoce?
Ladimir: ¿Si lo conozco? Definitivamente no.
Detective: ¿No lo conoce?
Ladimir: Ni siquiera he oído de él.
Detective: Eso es curioso.
Ladimir: ¿Por qué?
Detective: Se estaba alojando en el Dorado donde le mencionó al
recepcionista que venía a verlo a usted. Nadie lo ha visto desde entonces.
Todo está en su habitación, cosas de afeitarse y demás.
Ladimir: ¿Venía a verme a mí?
Detective: Así es.
Ladimir: ¿Por qué le mencionaría algo así a un recepcionista?
Detective: Usted es un historiador famoso y conocido en la zona. ¿Cómo
puede ayudarme entonces?
Ladimir: No ha venido nadie a verme, no sé quién es. No conozco a ningún
Landauer. Landázuri quizá, pero Landauer no.
Detective: Conque no ¿Eh? (Pausa inducida.) ¿Es usted un cuenta
chistes?
Ladimir: ¿A qué se refiere?
Detective: Es usted ligero de pies. Debería haber sido un bailarín de
ballet. Me lo imagino haciendo piruetas. ¿Alguna vez uso coquilla o calzas?
Ladimir: Yo no.
Detective: Le quedarían bien. Bonita casa.
Ladimir: Gracias.
Detective: ¿La diseño usted mismo?
Ladimir: Es colonial.
Detective: No, no, me refería a esto. El interior.
Ladimir: Lo hizo mi esposa.
Detective: Su esposa. A propósito. ¿Está aquí?
Ladimir: No.
Detective: ¿Se fue a Bogotá?
Ladimir: No está aquí.
Detective: Es decoradora entonces.
Ladimir: Algo por el estilo.
Detective: Es un don maravilloso, ¿no?
Ladimir: Es usted un hombre afortunado.
Detective: ¿Tiene un cenicero? (De su bolsillo saca una cajetilla de
cigarros.) Estoy listo para otra cerveza. (Ladimir muy condescendiente
busca lo que el detective le pide. Silencio.) Un hombre pasó por su casa
hace tres noches. Dijo que oyó disparos.
Ladimir: ¿Pasó por mi casa? Es imposible. Esto es propiedad privada.
Detective: Estaba tomando un atajo. Creo que es un vigilante de la zona.
Afirma que oyó disparos.
Ladimir: ¿Qué clase de disparos?
Detective: De arma de fuego.
Ladimir: (Cortante.) Fantasía.
Detective: ¿De verdad?
Ladimir: Patrañas. Inventos. ¿Quién es este hombre? ¿Seguro que existe?
Detective: Claro que existe. (Pausa.) Salud. (Pausa.) Quisiera hacerle una
pregunta más.
Ladimir: (Bastante frívolo.) Pregunte.
Detective: ¿Sabe que su esposa vive con otro hombre en Bogotá?
Ladimir: Eso es asunto mío. Es mi vida privada. Por lo tanto, mi vida
privada es asunto mío.
Detective: ¿Sabe el nombre de ese hombre?
Ladimir: ¿Por qué contestaría estas preguntas? (Pausa.)
Detective: No tiene que hacerlo, pero le convendría. (Pausa estoica.)
Ladimir: No sé el nombre del hombre. Nunca pregunté. (Pausa.)
Detective: Entonces, ¿Sí admite que su esposa vive en Bogotá con otro
hombre?
Ladimir: Sí, sí. ¿Y qué?
Detective: Pues…puedo decirle el nombre del hombre. (Pausa.) Es
Landauer. Brando Landauer. (Silencio.)
Ladimir: ¿Sí?
Detective: Sí. El tipo que ha desaparecido. El mismo que le dijo a un
recepcionista que vendría a verlo a usted. (Sacando un papel arrugado de
su chaqueta.) Encontramos esta nota en su habitación del hotel.
<<“Anticipo con gusto conocerlo. Venga a la casa el viernes. 6:30 PM.
L.Araujo.”>> (Le muestra la nota.) ¿Es esta su letra?
Ladimir: (Examinando.) Sí.
Detective: ¿Recuerda haber escrito esta nota?
Ladimir: ¿Cómo podría olvidarme?
Detective: Se olvidó antes. Dijo que no lo conocía. Dijo que nunca lo había
visto. (Silencio estratégico. Sus miradas permanecen fijas en los ojos del
otro.)
Ladimir: Estaba mintiendo. (Pausa.)
Detective: Mentirle a la policía no lo conducirá a ninguna parte. No lo
entiendo, de verdad. Es un hombre inteligente. Escribe crónicas
interesantes, pero metió la pata con esto, ¿no?
Ladimir: Parece ser.
Detective: Landauer, vino a verlo hace tres noches.
Ladimir: Lo conocía como Landawer. Su padre era argentino.
Detective: No me diga.
Ladimir: Una familia tradicional mezcla de la migración europea a la
Argentina. Al parecer barberos, peluqueros, algo por el estilo.
Detective: ¿Él es un peluquero también?
Ladimir: Creo que sí.
Detective: (Observándolo fijamente.) No vino a arreglarle el pelo, ¿verdad?
Ladimir: Para nada. (Pausa.)
Detective: Entonces, ¿Qué hicieron ustedes dos cuando se pudieron
reunir?
Ladimir: Jugamos un juego.
Detective: Un juego.
Ladimir: Un juego con cuchillo y revólver. Un jaque.
Detective: ¿Un juego mortal?
Ladimir: No.
Detective: ¿Un jaque mate?
Ladimir: No. Solo una forma de divertirnos.
Detective: Bien, una forma de divertirse. (Reconstruyendo los hechos.) Él
vino a verlo, jugaron con un cuchillo y un revólver. Se dispararon tres
tiros, luego él está desaparecido. (Subiendo el tono de la voz.) ¿Dónde está?
Ladimir: Seguramente abrazando a mí esposa.
Detective: Eso seguro que no. Ya sé. Se rodó por las gradas como la
muerte en una de sus historias y debe estar debajo de algún tapete.
(Buscando.)
Ladimir: ¿Cómo lo sabe?
Detective: ¿Qué?
Ladimir: Sobre mi esposa.
Detective: La he visto. Él no estaba ahí. No. (Perverso.) Ella es una mujer
ansiosa. Sabía que él venía a verlo. Insistió en que él viniera a verlo, cómo
sé que usted sabe. (Pausa.) Cree que tal vez lo haya matado. Cree que está
loco de remate. (La figura de Ladimir empieza a tornarse pálida) Cree que
es un hombre muy peligroso.
Ladimir: ¿Yo? Ella le tomó del pelo.
Detective: Dígame, entre nosotros… (Acercándose a él) ¿Lo mató?
Ladimir: (Pausa.) Le diré exactamente lo que pasó. Hice como que lo
mataba. Le disparé con una bala de fogueo. Le di un buen susto. Su
hombre tenía razón. Su chismoso o quien sea. Hubo tres tiros. Los
primeros dos reales. El tercero de fogueo. Estaba aterrado cuando le
disparé, se desmayó. Cuando volvió en sí, le di una copa, una palmada en
el trasero, dejó la casa, con la cola, por así decirle entre las patas. Y no lo
he vuelto a ver desde esa vez.
Detective: ¿Le dio una palmada en el culo?
Ladimir: Metafóricamente.
Detective: ¿Le dio una palmada metafórica en el culo?
Ladimir: Seguro.
Detective: ¿Cómo lo tomó?
Ladimir: ¿Qué cosa?
Detective: La palmada.
Ladimir: Estaba bien. Me dijo que me daba la partida por ganada. A mí.
Jaque.
Detective: ¿Este hombre tiene sentido del humor?
Ladimir: Sí, dejó la casa con un brillo muy particular en sus ojos.
Detective: ¿Cuál fue el objetivo de todo esto?
Ladimir: La humillación. Da gusto ver el amante de tu esposa deshecho
ante uno. En realidad, me cayó bien. Me pareció encantador. Pensé que
podríamos haber sido buenos amigos. El camino más corto al corazón de
los hombres es: La humillación. Crea un vínculo.
Detective: (Pausa.) ¿Le pareció… encantador?
Ladimir: Me puse en el lugar de mi esposa, por así decirlo. Trataba de
deducir que la atrajo a él.
Detective: (Pausa.) ¿Y lo descubrió?
Ladimir: Ah, sí. Realmente fue increíblemente amoroso. Pude ver por qué
le gustaba.
Detective: Yo pude ver por qué ella le gustaba a él.
Ladimir: ¿En serio?
Detective: Me pareció deliciosa.
Ladimir: ¿No me diga?
Detective: Sí. Suculenta. Lista, para jugar. (Pausa.) Soy un detective con
experiencia, así que…adivine qué detecté.
Ladimir: ¿Qué?
Detective: Qué está enamorada de su propio cuerpo. Le marea, hasta la
excitación. (Perversamente.)
Ladimir: ¿Detectó todo esto en cinco minutos?
Detective: Bueno, treinta y cinco. Quizá unos cuarenta y cinco. Bueno,
digamos cincuenta y cinco o quizá un poquito más.
Ladimir: ¿Se quedó para el té?
Detective: Y la torta. (Mordiéndose los labios.) Sí. Debe ser raro saber que
la esposa de uno recibe una buena empolvada regularmente.
Ladimir: ¿“Empolvada”? No entiendo.
Detective: ¿No?
Ladimir: No es una frase usada en mi léxico.
Detective: (Explícito.) Significa “cogida”.
Ladimir: Como en el acto sexual.
Detective: (Con obviedad.) Sí, el viejo truco del 1-2. Como presa en
sancocho. Caliente adentro, tiernito afuera.
Ladimir: Tiene un gran don para el idioma. ¿Lo aprendió en la escuela?
Detective: La de los golpes, la vida familiar, el barrio.
Ladimir: Pero se mantiene alegre.
Detective: Acertó, alegre. Tengo una personalidad optimista. Debe ser así
o enloquecería. Le diré lo que me mantiene estimulado. La extorsión. La
emoción de intimidar. Los haces repentinos de destello. Por ejemplo,
cuando hablaba con su esposa una mujer muy atractiva. Piernas
preciosas. (Trayendo a colación el recuerdo de ella.) Las cruzaba en ese
momento me acuerdo. De pronto dijo que usted tenía un carácter asesino.
(Pausa.) Eso realmente me picó el interés. (De repente acerca su rostro al de
Ladimir.)
Ladimir: ¿Despertó?
Detective: Picó… Amigo. Picó. Así que le estoy mirando y me pregunto…
¿qué ha hecho con el cuerpo? ¿Dónde está el cuerpo? Necesito saberlo.
¿Qué hizo con el cadáver?
Ladimir: No hay ningún cadáver.
Detective: (Exaltándose.) No joda conmigo ¿No me mienta? No lo toleraré.
¿Está en la casa o lo trasladó?
Ladimir: (Gritando) ¡No hay ningún cuerpo!
Detective: (Usando la fuerza arremete contra Ladimir. Empieza a
inspeccionar la casa sin soltar a Ladimir.) Mire esto tiene agujeros en las
paredes. Son agujeros de balas. De balas de verdad.
Ladimir: (Defendiéndose.) Dos reales para iniciar el truco, una de fogueo
para completarlo. Fue un juego. Le metí mucho esfuerzo. No vale la pena
jugar si no le metes ganas.
Detective: ¿Dijo que la tercera fue de fogueo?
Ladimir: Así es.
Detective: ¿Qué es eso?
Ladimir: ¿Qué?
Detective: ¡Sangre seca! ¡Aún está húmeda!
Ladimir: ¡Eso es imposible!
Detective: Eso es sangre ¿De quién?
Ladimir: No puede ser posible. Era un juego. ¡Era de fogueo!
Detective: Un juego con balas reales y sangre real.
Ladimir: Esto es un ardid.
Detective: Veamos que más es nuevo aquí. (Soltándolo. Cada vez más
agresivo.) ¿Qué es esto?
Ladimir: Una camisa, una chaqueta y pantalones al fondo de su armario.
Muy negligente de su parte, a menos que sean suyos. Y no creo. Creo que
le pertenecen a Landauer.
Detective: ¿Dice que se fue después haberle disparado?
Ladimir: Sí.
Detective: ¿Desnudo?
Ladimir: ¡No sé cómo llegó esa ropa allí!
Detective: ¿Lo hizo desnudarse antes de dispararle? ¿Fue parte de la
humillación? No, quizá haya empezado como un juego pero se le fue de las
manos. El tercer disparo fue real. ¡Lo mató! ¿Dónde está el cuerpo?
Ladimir: (Temeroso.) No lo maté. ¡Está vivo!
Detective: Mentiras. Puras mentiras. Usted es un imbécil, no hay duda.
Camine, vamos a la comisaria. (Amordazándolo.)
Ladimir: Algo está muy mal aquí.
Detective: Tiene razón. Le diré cómo está ahora. ¡Está jodido!
(Golpeándolo.)
Ladimir: ¡Dios mío!
Detective: No se resista. Acabaré con usted.
Ladimir: ¡Algo está muy mal aquí!
Detective: Está navegando en una tormenta y se quedó sin remos.
Ladimir: No. Por favor. (Llorando mientras lo esposa a un mueble.)
Detective: Mírese. Temblando como una matica. ¿Quién es el pato
muerto?
Ladimir: Jesús bendito.
Detective: (Alejándose de la presencia de Ladimir. Bruscamente y con una
risa entre dientes empieza a desvestirse. Arranca su peluca y el vello de su
rostro. Es Brando.) Usted es el pato muerto. (Bastante complacido.) Me lo
tragué enterito y lo volví burbujas en mi estomago.
Ladimir: (Estupefacto.) Mierda. Landawer.
Brando: Soy yo, ya lo creo.
Ladimir: Cabrón. Maldito cabrón.
Brando: Es un jueguito Ladimir. Sólo un jueguito. (Arranca el maquillaje
de su cara.) Pensé que te divertiría.
Ladimir: ¡Maldito hijo de puta!
Brando: Lo sé.
Ladimir: Pero también eres un genio.
Brando: Eso también lo sé. (Quitándose los lentes de contacto.)
Ladimir: ¿Cómo hiciste todo esto? ¿La ropa? ¿La sangre?
Brando: La sangre es del menudo de un cerdo.
Ladimir: ¿Cuándo lo hiciste? ¿Cómo?
Brando: (Retirando la barriga postiza de su vientre.) Lo hice anoche. Use la
cuerda. Oí que roncabas.
Ladimir: ¿Ángela sabe de esto? ¿Tu detective fue idea de ella? ¿Cuánto
sabe?
Brando: Ella no sabe nada de esto. Todo fue idea mía. Esto es un juego
entre nosotros, como en el ajedrez. Solo dos. Tú y yo. No te olvides soy
mitad argentino, por lo tanto italiano de ancestros. Nos gusta vengarnos.
(Limpiando su rostro del látex restante.) Después de todo, casi me matas
del susto deliberadamente. Disparaste dos balas reales y luego me
apuntaste con el revólver y luego disparaste. (Riendo.) No me gustan las
armas. Lo matan a uno. Y a mi no me mata un viejito ¿Me entiendes,
decrepito?
Ladimir: (Realmente está emocionado con la situación.) Está bien. ¿Cómo
queda el marcador entonces? Ya te vengaste. Así que… Estamos
empatados.
Brando: No, no. Llevas mucha ventaja. Yo sólo te tomé el pelo con mi
detective. Te puse la carne de gallina. (Pausa.) Pero tú me mataste del
susto. Puede que te haya comido los peones en la segunda partida, son
ocho. Tu ganaste el primero comiendo todas mis piezas, quince. Estamos
lejos de estar empatados. (Pausa.)
Ladimir: A propósito, hable con Ángela. Le conté todo sobre ti. Le encantó.
Brando: ¿Le encantó qué?
Ladimir: Que casi te mato del susto. Que te measte los pantalones. Que
lloraste como un crío y que te desmayaste de verdad. Me dijo: “¿Quieres
decir que de verdad se desmayó?” Dije: “Quedó inconsciente cagado de
miedo. Se cayo redondo”. Se río tanto, creí que se iba a reventar. (Riendo.)
Ah, por cierto, vuelve conmigo.
Brando: ¿En serio?
Ladimir: Sí, así es. ¿Sabes que dijo de ti?
Brando: ¿Qué?
Ladimir: Dijo: “Un corazón débil, jamás conquistó a una doncella.”
Brando: (Carismático.) ¿Eso dijo?
Ladimir: Sí.
Brando: (Pausa.) Escucha. Quiero enseñarte algo. Entra en tu estudio y
siéntate.
Ladimir: (Pausa.) ¿Qué entre en mi estudio? (Pausa.)
Brando: (Dogmático.) Y siéntate.
Ladimir: ¿Qué haces?
Brando: Es de noche, muy tarde. Lees un libro bajo una lámpara.
Ladimir: ¿Qué ocurre?
Brando: ¡Lee un libro! Es tarde estás leyendo, oyes algo, levantas la vista.
Soy yo saltando desde la cuerda. Me ves con este revólver. Estás atrapado
como una rata en una trampa. Miras el revólver, estás paralizado. “Vengo
por las joyas, ¿Dónde está la caja fuerte?”.
Ladimir: ¿Qué joyas?
Brando: Las joyas.
Ladimir: Sabes dónde está la caja fuerte.
Brando: ¡No, no sé! No jodas conmigo. Levántate. (Ríe.) ¿Crees que éste
revólver no es real? (Dispara hacia algún lugar de la casa. Ladimir se
levanta temeroso.) ¿Dónde está?
Ladimir: Arriba.
Brando: ¡Vayamos arriba! Avanza o te meto este revólver por el ojete del
culo.
Ladimir: La caja fuerte está detrás de eso.
Brando: ¿Cómo llego a ella?
Ladimir: Oprimes el botón y se mueve.
Brando: Oprímelo.
Ladimir: No funciona. Parece que está fallando. (Brando dispara hacia la
caja.) Estás loco. Cambié la combinación ayer.
Brando: ¿Cuál es?
Ladimir: Me olvidé. No puedo acordarme.
Brando: Acuérdate.
Ladimir: ¡Es la verdad! ¡No puedo acordarme! (Golpeándolo con la cacha.)
¿Qué vas a hacer?
Brando: Allané la casa porque sé que tienes joyas en una caja fuerte.
Tengo información fidedigna. Las quiero. Recuerda la combinación y
ábrela. (Apuntándole. Silencio. Vuelve a golpearlo y dispara al aire.) Era de
fogueo. La próxima es real.
Ladimir: (Tembloroso se dirige a la caja. Digita la clave. La abre y le
entrega las joyas.)
Brando: Así me gusta, buen chico. (Pausa. Ríe.) ¿Qué estás escribiendo
ahora?
Ladimir: (Con taquicardia.) ¿Qué estoy escribiendo ahora?
Brando: Si, me interesa mucho la literatura. Soy artista.
Ladimir: (Aún agitado.) ¿Está bien si me tomo un trago con azúcar?
Brando: Claro. Es tu casa. Siempre me interesa la gente que robo. Así
como me intereso en los esposos de las esposas que me como.
Ladimir: (La impresión casi no le deja servir el trago. Tiembla.) ¿En serio?
Vaya, vaya. Salud. (Bebe de un solo lapo su trago.)
Brando: Entonces… ¿Qué estás escribiendo?
Ladimir: (Pausa.) Es la historia de un asesino patológico en la Francia de
los años veinte. La titulo <<La Risa de la Conquista>>
Brando: ¿Termina mal?
Ladimir: Muere en la guillotina. Pero las mujeres conquistadas por el
murieron con una sonrisa en el rostro, las que no asesinó, se suicidaron
con una carta suya al lado después de haberse masturbado. Murieron en
un acto de amor.
Brando: Veo que haz investigado el tema profundamente.
Ladimir: ¿Qué tema?
Brando: Morir después de un orgasmo.
Ladimir: ¿No es una idea hermosa? Morir imaginando al amante. ¿Puedes
imaginarte algo más conmovedor?
Brando: (Pensativo.) No, no puedo.
Ladimir: Eres un hombre casado ¿verdad?
Brando: Sí, llevo trece años casado. Fue amor a primera vista.
Ladimir: Muy conmovedor.
Brando: Y seguimos enamorados. Somos almas gemelas.
Ladimir: Oí que tu esposa tiene un amante.
Brando: Es cierto, sí.
Ladimir: ¿Lo conoces?
Brando: No, es un tipo casi argentino. Llamado Orlando o Rolando
Lavessi. Algo así.
Ladimir: De la colada de deportistas.
Brando: Eso mismo, sí.
Ladimir: Nunca había conocido a un ladrón artístico. Eso es fantástico.
Brando: Hay una frase mal atribuida a Picasso. Tal vez de Oscar Wilde.
Pero realmente es sabiduría popular. Yo la defino así: “Un artista copia. Un
genio de artista roba.”
Ladimir: ¿De qué origen es tu familia?
Brando: ¿La mía? Bávara. Ascendencia española. Pasando por Zimbawe.
Mis bisabuelos eran esclavos. Mi madre era una belleza de ojos oscuros.
Ladimir: ¿Te amamantaron?
Brando: Seguro. Cómo todo un bebé. (Pausa.) ¿Te digo lo que quiero que
hagas con estas joyas?
Ladimir: ¿Qué?
Brando: (Riendo mientras lo lleva frente a un espejo. Ladimir debe colocarse
las joyas, pendientes, collares y pulseras. Brando le apunta con su arma.)
Te ves absolutamente encantador. ¿Cómo lo quieres? ¿Así? ¿O… más
pegado al cuello? (Casi ahorcándolo.) ¿Así? ¿O lo quieres como una rienda?
Ladimir: Me estás lastimando.
Brando: ¿Te estoy lastimando?
Ladimir: Sí. No me lastimes.
Brando: ¿Eres sensible al dolor?
Ladimir: Muy, muy.
Brando: No quería lastimarte, cariño. Eres muy divertido.
Ladimir: ¿En serio?
Brando: Ah, sí. Eres muy travieso. Me gusta eso, sí.
Ladimir: ¿Sabes qué? No creo que estos aretes me favorezcan.
Brando: (Asesorándolo.) Tienes razón. ¡Quítatelos!
Ladimir: Tampoco creo que este brazalete sea realmente de mi estilo.
Brando: Pero el collar es bonito.
Ladimir: No estoy totalmente seguro.
Brando: Escucha, puedes jugar con estas joyas hasta que vuelen las
vacas. Son tuyas. Haz lo que se te de la gana con ellas.
Ladimir: (Tratando de entender la situación.) Pero creí que acababas de
robártelas.
Brando: (Gritando con placer.) ¡No, no! ¡Sólo era un juego! ¡Un juego! Pensé
que te divertiría. ¿Ah? (Ríe a carcajadas.)
Ladimir: Vaya…eres…muy malicioso.
Brando: ¿Te acuerdas de lo que te dije? Tú ganaste la primera partida con
quince fichas. Yo te iba ganando en la segunda con ocho, ahora estás en
Jaque mate. Yo gano la segunda, eso quiere decir que estamos empatados.
(Reverencia.)
Ladimir: (Pausa.) ¿Pero quien ganará la tercera?
Brando: Ya lo veremos.
(Ambos dejan que el pensamiento los inunde para llevar a cabo una tercera
partida en definitiva mucho más profunda. Caminando en círculos. Se miran
de lejos fijamente.)
Ladimir: (Rompiendo el silencio.) Te gustan los juegos, ¿verdad?
Brando: Algunos. No todos.
Ladimir: ¿Pero te gusta estar a cargo…del juego?
Brando: Ah, sí, claro.
Ladimir: Me gusta un hombre que quiere estar a cargo.
Brando: ¿En serio?
Ladimir: Sí. Así es. Escucha, creo que conoces a mi esposa.
Brando: (Recordando.) La he conocido. Sí.
Ladimir: ¿Dijo si tenía un esposo?
Brando: Sí. Dijo que tenía esposo.
Ladimir: ¿Cómo lo describió?
Brando: Distante, frío. Malvado, rencoroso. Arrogante. Despiadado.
Celoso, paranoico. Con tendencias criminales. Mentalmente inestable.
Ladimir: Ese soy yo, sin duda. (Ríen. Pausa.) ¿Sabes algo? Me gusta tu
mente.
Brando: ¿En serio?
Ladimir: Me excita. Me gusta el modo en el que desenvuelves.
Brando: Quieres decir que te gusta mi estilo.
Ladimir: Sí, me gusta tu estilo. Me gusta muchísimo. (Pensando.) Mira,
quisiera hacerte una propuesta.
Brando: ¿Qué?
Ladimir: Quiero enseñarte algo.
Brando: ¿Ah? (Sospechoso. Su arma vuelve a apuntar hacia Ladimir.)
Ladimir: ¿No puedes dejar ese revólver?
Brando: Mmm… no.
Ladimir: Cielos eres tan fuerte, tan implacable, ¿no?
Brando: Sí.
Ladimir: ¿Tienes idea de cuál será mi propuesta?
Brando: No.
Ladimir: ¿Estás emocionado?
Brando: Diría intrigado.
Ladimir: Creo que te vas a emocionar mucho. Esta es la suite de los
huéspedes. ¿Es bonita no? Mira la vista. Hay un baño privado. Su propia
licorera. Ahí mismo hay una botella de absenta. Esta suite no está
habitada. No tiene ocupantes. (Pausa.) ¿Te gustaría?
Brando: ¿A mí?
Ladimir: Sí. He llegado a la conclusión de que eres mi tipo de persona.
Brando: (Pausa.) ¿De verás?
Ladimir: Te lo dije, me gustó tu mente. Me excitó. Necesito excitación
intelectual. Estímulo intelectual.
Brando: No crece en los árboles.
Ladimir: Soy un hombre acomodado. ¿Qué quieres hacer? Puedo financiar
cualquier cosa que quieras. No quiero sonar a discurso de narcotraficante
en ascenso. Pero, dime ¿Quieres abrir una biblioteca en el pueblo? ¿Una
galería de arte? O por supuesto un pequeño teatro. Eres buen actor.
Podrías elegir la obra y actuar los mejores papeles. Pero… esta sería tu
casa. (El semblante de Brando empieza a ilusionarse.) Y este sería tu
dormitorio.
Brando: (Pausa.) ¿Me estás pidiendo que viva aquí?
Ladimir: Sí, te estoy pidiendo que te quedes conmigo. También
viajaríamos. Jamaica, los Alpes Suizos. Podríamos esquiar todo lo que
quieras, nadar en el Caribe azul. Yo esperaría en nuestra mesa con un
whisky con hielo. O un Martini bien frío. Vivirías como un rey.
Brando: (Pausa. Pensativo.) ¿Pero, y Ángela?
Ladimir: Olvídate de ella. Que se pudra. (Pausa.) Quédate conmigo eres mi
clase de persona.
Brando: (Pausa meditabunda.) Es muy tentador.
(Un dispositivo de comunicación hace su intervención en la escena. Es el
celular de Brando que recibe una llamada. Mira indeciso a Ladimir. Decide
contestar.)
¿Hola? Hola. Todo va bien. Aún estamos hablando. Vamos por buen
camino, todo va bien. No vengas aquí. Eso sería un error. Todo va bien. Yo
también te amo. Lo estoy haciendo. Te estoy besando. Ah, sí. Puedo
saborear tu boca.
Ladimir: ¿Qué quería?
Brando: Quiere el divorcio.
Ladimir: ¿Qué opinas de mi propuesta?
Brando: (Pausa.) Me gusta la idea de viajar. ¿Qué te parece Islas Salomón?
Suena sabio.
Ladimir: Bien, Islas Salomón y Nueva Guinea.
Brando: Es verdad. Hay tantos lugares que no conozco. Hollywood.
Emiratos árabes. Kuala Lumpur. Estambul. Oí de un hotel maravilloso que
queda en la Casa de Nariño.
Ladimir: Ahí vive el presidente.
Brando: Imposible alojarse ahí entonces.
Ladimir: A menos que conozcas al presidente.
Brando: Pues no.
Ladimir: Yo sí.
Brando: ¡Eso es fantástico!
Ladimir: Pero hablando en serio. Podríamos pasarlo de maravilla.
Brando: ¿Venecia? ¿Disneylandia?
Ladimir: Lo que quieras. Con quien quieras. Podría presentarte a quien
quieras.
Brando: ¿García Marqués? ¿Damien Hirts? ¿Leonel Messi? ¿Fidel Castro?
Hay que reconocer que en cuanto a ofertas es muy tentadora. Eres un
tentador muy pícaro, ¿no? Me alegro de que te guste mi mente, a mucha
gente no le gusta. A unos cuantos les gusta mi físico pero a ninguno le ha
gustado mi mente. (Pausa.) Eso te convierte en único. Pero claro, ya sabes
lo que dicen, la mente es el cuerpo del alma.
Ladimir: ¿Eso dicen?
Brando: Algo así dicen. Alguien lo dijo. Idioteces de esas de literatura de
supermercado. Como sea, quizá si sea tu tipo de persona. ¿Quién sabe?
Pero tendrás que ser muy amable conmigo. Por ejemplo en este momento
preciso, necesito un trago. (Espera. Las miradas coquetean. Pausa.)
Ladimir: Puedes servirte tu propio trago.
Brando: (Imponente.) No, me lo traes y quizá sea amable contigo.
Ladimir: ¿Amable conmigo?
Brando: Eso dije. (Ordenando.) Whisky, por favor. (Pausa bastante
incómoda. Brando sonríe ante la negligencia de Ladimir.) No puedo negar
que puedo ser un compañero muy útil y agradable. En serio, no puedo
negarlo. Podría ser… realmente un… compañero muy ingenioso.
Ladimir: Aja. (Mordiéndose los labios.)
Brando: ¿Te gustaría…tener… un compañero… ingenioso?
Ladimir: Muchísimo.
Brando: Soy particularmente ingenioso por la mañana. ¿Te gustaría eso?
Alguna gente detesta el ingenio por la mañana. ¿Y tú?
Ladimir: Me encanta.
Brando: ¿Con huevos pasados en cacerola? ¿Te gustan los huevos?
Ladimir: (La conversación ha empezado a tornarse muy íntima.)
Definitivamente.
Brando: (Pausa.) Soy muy buen cocinero. Pero tienes que ser amable
conmigo y traerme un trago cuando te lo pido.
Ladimir: (Pausa retadora. Ladimir cede y sirve el trago.)
Brando: ¿Ves? (Enfunda el arma.) Puedes ser realmente encantador
cuando te lo propones. (Amablemente recibe el vaso de licor.) Salud.
(Pausa.) Escucha. Entiendo lo que estás diciendo. Veo porque me invitas a
vivir contigo. Veo que te sientes solo. Necesitas que te cuiden. Es obvio.
Necesitas a alguien que pueda satisfacer tus caprichos. ¿No es así?
Ladimir: Así es.
Brando: (El celular de Brando vuelve a timbrar. Contesta.) ¿Hola? Querida.
¿Cómo? ¿En serio? ¿Es cierto? Ah, ya veo. Estás segura. Ya veo. Entiendo.
Te dije que lo entiendo. Comprendo. De acuerdo. Bien, se lo diré.
Ladimir: (Molesto.) ¿Me dirás qué?
Brando: (Mintiendo.) Que ella te ama.
Ladimir: ¿Ah, sí? ¿Qué más dijo?
Brando: Nada.
Ladimir: ¿Nada?
Brando: Nada.
Ladimir: Escucha por el amor de un dios, decídete. Te estoy ofreciendo
algo muy especial. Lo sellamos con un apretón de manos y ella queda
fuera. La eliminamos ¿entiendes? La eliminamos de nuestras vidas. No
dejes que te domine. Las mujeres tienen un complejo de convencimiento.
Nosotros de orgullo. Sé independiente, sé libre.
Brando: ¿Cómo tú?
Ladimir: Correcto. Sé libre como yo.
(De repente el teléfono local de la casa interrumpe con su timbre. Ambos con
la mirada fija en el teléfono mientras timbra. Nadie contesta. Pausa.)
Brando: (Insinuante.) Siempre me han atraído los hombres ricos y
poderosos. Los hombres ricos y poderosos hacen temblar a las
muchachas. Como gelatinas en un plato.
Ladimir: Pero tú no eres una muchacha.
Brando: Te produce un cosquilleo en los cojones. El dinero.
Ladimir: Las muchachas no tienen cojones.
Brando: Te sorprenderías.
Ladimir: Pero tú no eres una muchacha.
Brando: (Acariciándolo.) Puede que lo haya sido una vez. En los buenos
tiempos.
Ladimir: Quizá los buenos tiempos regresen.
Brando: ¿Quién sabe?
Ladimir: (Recostándose en su pecho.) Escucha. No quiero que se mezclen
las cosas en la habitación. Quiero decir, que quede bien claro. Esta parece
una habitación muy agradable. Pero la tuya es más grande. ¿Puedo
echarle otro vistazo?
Brando: Seguro. Esto podría llegar a gustarme. Claro está es la cama
matrimonial ¿no es cierto? ¿Es aquí dónde te quitó la virginidad? ¿Te
desfloró aquí? ¿Fue aquí donde te desvirgaron? Es una cama hermosa.
Qué bien rebota. (Muy conmovido.) Me conmueve que me hayas ofrecido un
lugar en tu corazón. En tu vida. (Ladimir se acuesta a su lado.) Estoy muy
conmovido. (Ladimir acaricia el cabello de Brando.)
Ladimir: Quítame la mano de encima. (Advirtiendo.) Quítame la mano de
encima. ¡Vete a la mierda, maldito maricón! Que asco, vengo aquí como un
visitante inocente. Como un individuo totalmente respetable. Un humilde
peluquero a tiempo parcial. Y tratas de corromperme. Tratas de seducirme.
¿Sabes que eres? Eres una amenaza. Y también una prostituta.
Brando: Bueno, ahora si eres realmente encantador.
Ladimir: ¿Sabes quien adoraría esta historia?
Brando: ¡Esta!
Ladimir: ¿Quién?
Brando: ¡Ángela! Y me pidió que te dijera algo.
Ladimir: ¿Qué?
Brando: Que vuelve contigo. Ya está en camino
Ladimir: ¿Vuelve conmigo?
Brando: Eso me dijo por teléfono.
Ladimir: No la quiero.
Brando: Es tuya. Puedes tenerla. Ama tu dinero corazón. Ese es el punto.
Ladimir: No la quiero. ¿Qué haces?
Brando: (Tomando un abrigo de Ángela.) Me lo llevo. Dile que la llamaré.
Tomaremos una copa, la pondré al tanto. ¿Te gusto con este gabán? ¿Te
atraigo? (Besando a Ladimir en la frente.) Adiós… querido.
Ladimir: Espera un segundo.
Brando: ¿Sí? ¿Qué?
Ladimir: Jaque Mate.
(Ladimir que ha tenido la mano escondida bajo una almohada dispara hacia
Brando. Cae del escenario.)
Adiós…querido.
Del exterior se oye el chillido de unas llantas en el balastro. Ángela se
detiene. Baja del carro. Da un portazo. Se abre la puerta. Apagón. Otro
disparo baja el telón.
FIN.
Vladimir Kush
2013© Reservados todos los derechos de distribución sin autorización previa del autor.