Post on 18-Jan-2017
La Gitanilla.
Cuento Basado en la novela de Miguel de Cervantes Saavedra.
Una gitana vieja crió a una muchacha como nieta suya, a quien puso como nombre Preciosa, y a quien enseñó todas sus gitanerías, modos de embelecos y trazas de hurtar. Salió Preciosa la más única bailadora que se hallaba en todo el gitanismo, la más hermosa y discreta. Y a pesar de su crianza tosca era cortés, bien razonada, desenvuelta y honesta.
Preciosa cantaba con especial donaire, especialmente romances. Su abuela sabía que esto, en los pocos años y en la mucha hermosura de su nieta, había de ser atractivos e incentivos para acrecentar su caudal.
Se crió Preciosa en diversas partes de Castilla, y a sus quince años, su abuela putativa la volvió a la Corte y a su antiguo rancho, que es adonde ordinariamente le tienen los gitanos, en los campos de Santa Bárbara, pensando en la Corte vender su mercadería. El aseo de Preciosa poco a poco fue enamorando los ojos de cuantos la miraban. Corrieron muchachos y hombres a mirarla. Pero cuando la oyeron cantar, por ser la danza cantada, allí cobró aliento la fama de la gitanilla.
El cantar de Preciosa fue para admirar a cuantos la escuchaban. Se acabaron las vísperas y la fiesta de Santa Ana, y se hablaba de ella en toda la Corte.
De allí a quince días, volvió a Madrid con otras tres muchachas, con sonajas y con un baile nuevo, todas apercibidas de romances y de cantarcillos alegres y honestos. Bailaron en la calle de Toledo. Acabado el baile, Preciosa dijo que cantaría un romance sola y lindísimo, si le daban cuatro cuartos. Dicho esto, casi todos los que en la rueda estaban aceptaron.
Preciosa repicó sus sonajas y, al tono correntío y loquesco, cantó el romance.
Apenas acabó Preciosa su romance, cuando le ofrecieron más cuartos por cantar. Más de doscientas personas estaban mirando el baile y escuchando el canto de las gitanas, y por allí pasaba uno de los tenientes de la villa, y viendo tanta gente junta, llegó el teniente, y escuchó un rato, y habiéndole parecido por todo extremo bien la gitanilla, mandó a un paje suyo que le dijera a la gitana vieja que al anochecer fuese a su casa con las gitanillas, que quería que las oyese doña Clara, su mujer. Así lo hizo el paje, y la gitana vieja aceptó.
Acabaron el baile y el canto, y mudaron lugar; y en esto llegó un paje muy bien aderezado a Preciosa, y, dándole un papel doblado, le dijo que cantase ese romance y le daría otros de cuando en cuando para que cobrara fama de la mejor romancera del mundo.
Preciosa aceptó poniendo como condición que esos romances fueran honestos y propuso que si quería que se los pagara sería por docenas, y docena cantada y docena pagada.
El paje aceptó diciendo que no entraría en cuenta aquel romance que no saliera bueno y honesto y Preciosa respondió que ella escogería los romances que cantaría.
Después de hablar con el paje se fueron la calle adelante, y desde una reja llamaron unos caballeros a las gitanas.
Preguntado Preciosa si le darían barato, los caballeros acudieron a la reja para verla, y pidieron que entraran las gitanillas diciéndoles que ahí les darían barato.
Uno de los hombres dijo a Preciosa que a fe de caballeros podría entrar segura, que nadie la tocaría. Pero una de las tres gitanillas que iba con Preciosa, que tenía como nombre Cristina le dijo a ésta que no pensaba entrar adonde hay tantos hombres. Preciosa respondiendo a esto dijo a Cristina que de lo que se ha de
guardar es de un hombre solo y a solas, y no de tantos juntos. Y advirtió que la mujer que se determina a ser honrada, entre un ejército de soldados lo puede ser. Cristina confiando en la gran sabiduría de Preciosa aceptó entrar.
Apenas hubo entrado Preciosa, cuando el caballero del hábito vio el papel que traía en el seno, y llegándose a ella se le tomó. Preciosa dijo que no se lo tomaran, que era un romance que le acababan de dar y aun no lo había leído. Abrió el caballero el papel y vio que venía dentro de él un escudo de oro, y le dijo a Preciosa que la carta traía el porte dentro y le dio el escudo que en el romance venía.
Preciosa dijo que el poeta la había tratado de pobre, que era cierto que es más milagro que le diera un poeta un escudo que recibiría y que si con esa añadidura iban a venir sus romances, trasladara todo el Romancero general y se los enviara uno a uno, que ella les tentaría el pulso, y si venían duros, sería blanda en recibirlos.
Admirados quedaron los que oían a la gitanilla, así de su discreción como del donaire con que hablaba. Y pidió al señor que leyera alto para ver qué tan discreto como liberal era ese poeta. El caballero lo leyó.
Terminando, dijo Preciosa que en "pobre" acababa el último verso, que era una mala señal, que los enamorados nunca han de decir que son pobres, porque a su parecer, la pobreza es muy enemiga del amor.
Uno le pregunto quién le enseñaba. Precisa respondió que no era manca, ni renca, ni estropeada del entendimiento. Que las gitanas siempre se adelantan a sus años, que no hay gitano necio, ni gitana lerda, que el sustentar su vida consiste en ser agudos, astutos y embusteros, despabilan el ingenio a cada paso, y no dejan que críe moho en ninguna manera.
Con esto que la gitanilla decía, tenía suspensos a los oyentes, y los que jugaban y no jugaban le dieron barato. Cogió la hucha de la vieja treinta reales, y más rica y más alegre, antecogió sus corderas y fuese en casa del señor teniente, quedando que otro día volvería con su manada a dar contento a aquellos tan liberales señores.
Preciosa le dice al hombre, si quereis
ser mi esposo, seré vuestra también,
pero han de haber varias condiciones;
primero tengo que averiguar si sois el
que decís, luego dejad el lugar de
donde venís, habéis de construir
vuestra casa en nuestro rancho,
deberéis de cursar dos años en
nuestras escuelas y tomar el traje de
gitano y solo así en el tiempo que me
satisface de vuestra condición seré vuestra esposa, pero hasta entonces seré
vuestra hermana.
Llegose el día en que Andrés Caballero se apareció en el
rancho de los gitanos, cabalgando en una mula de alquiler, sin
acompañante alguno que se pudiera observar, lo recibieron
Preciosa y su abuela con mucho gusto, el pidió que lo guiasen
al rancho antes de que amaneciera y descubrieran las señas
que traía consigo. Andrés pedía que se mudasen lejos de
Madrid, ya que temía que fuese descubierto por sus conocidos.
Los gitanos ya tenían determinado irse a los Montes de Toledo
y de ahí trabajar la tierra. Levantaron el rancho y Andrés,
sirviendo de lacayo a Preciosa, marcho a pie. Cuando iban a
robar Andrés decía que quería hurtar solo, que si había peligro
podía escapar con ligereza, él quería que el premio o castigo
por hurtar solo fuese suyo. Los demás gitanos intentaban
persuadirle de su idea, ya que le decían que a veces era
necesario la compañía, ya que habría casos en que necesitara ayuda para acometer
como para defenderse, aun así no lograron persuadirlo Andrés quiso ser ladrón
solitario y separarse del grupo para así comprar con el dinero que él tenía alguna
cosa, diciendo que él las había hurtado y así cargar menos en su conciencia.
Una noche los gitanos oyeron ladrar a sus
perros más de lo que estaban acostumbrados,
salieron Andrés y otros gitanos a ver a quien
ladraban y vieron que un hombre de blanco se
defendía de los perros, quienes ya lo habían
mordido en una pierna, uno de los gitanos
preguntaba qué hacía el hombre en el rancho por
la noche, preguntaba que si venía a hurtar por
aquella tierras, el hombre decía que no venía a
hurtar, los gitanos lo llevaron al rancho para curarle sus heridas y darle alojo.
Andrés comienza a interrogarle, dejándose llevar por los celos le pregunta al
hombre que quién es y por qué estaba en camino hacia aquella tierras donde vivían
los gitanos, El hombre le confiesa su nombre, Clemente dice llamarse aquel hombre,
el cual preciosa ya conocía, él era el que le daba los romances que ella recitaba en
Madrid. Andrés le confesaría a Clemente el motivo por el cual estaba viviendo entre
los gitanos, el amor que tenía por
Preciosa había hecho que Andrés
dejara su vida de caballero, dejando la
casa de sus padres.
Clemente le demostraba a preciosa
sus dones de poeta, entonces Andrés se
une a Clemente para que los dos le
canten a preciosa, cada uno con una
guitarra, al poco tiempo preciosa se les une.
Preciosa y su abuela y Cristina, con otras dos
gitanas y los dos (Clemente y Andrés) Se alojaron en
la casa de una doncella viuda, la doncella al ver a
Andrés bailar con los demás gitanos se enamoró
perdidamente de él, aprovechando la ocasión, fue y
le declaro su amor a Andrés y le prepuso que se
casara con ella, pero Andrés se negó, ya que él
estaba enamorado de preciosa. Ella puso joyas en la bolsa
de Andrés y lo acusó de ladrón. Un soldado golpeó a andrés en el rostro por ladrón y él,
recordando que era un caballero, le quitó la espada y lo mató. Los guardias lo encarcelaron para
matarlo en la horca.
La gitana vieja fue con un cofre entre el
brazo y le pidió al corregidor y a su esposa un
momento a solas. Entonces al entrar a la
recámara la vieja gitana se puso de rodillas frente
a ellos y les mostró las joyas de Preciosa,
después les declaró que ella les robó a su hija
allá en Madrid, de su casa.
Al escuchar esto, la corregidora salió
corriendo de la sala adonde estaba preciosa y
entonces le revisó el pecho izquierdo para
comprobar viendo un
lunar si en verdad era su hija, al saber que Preciosa era su
hija Constanza, la recibieron con los brazos abiertos y el
corregidor no dejaba de abrazarla.
Después la vieja gitana contó brevemente la historia
de Andrés y que él y Preciosa tenían un acuerdo de
casarse. Al escuchar esto, el corregidor sacó de la cárcel
a Andrés para que Preciosa y él pudieran casarse.
Llegaron la nuevas a la corte y el casamiento de la
gitanilla, supo don Francisco de Cárcamo que su hijo el
gitano y la preciosa gitanilla que había visto se casarían.
Entonces don Francisco de Cárcamo y don Fernando de Acevedo les dieron
sus votos para que se pudiera realizar la boda entre Andrés y Preciosa.
FIN
Créditos: Equipo 1 Grupo 419.
Álvarez Manilla Cruz Diego Eduardo Andrade Martínez Carolina Paola
Barajas Ramírez Jorge Alberto García Hernández Luis Fernando
Gómez Candelario Saúl Osorio Linares Ángel Sebastián
Peña Trujillo Ismael Rosas Sandoval Bryan Sánchez Reyes Karen Solís Esparza Oliver
Valencia Moreno Jessy Thalía Profesora: Guadalupe Oralia Meléndez Rodríguez