Post on 30-Jan-2020
La Triste Memoria de los Trenes| 4
Editorial: Palo de ThadeDiseño y diagramación: José Fernández Editores: Cassi & Fernández Asociados
Casilla 383, CP 217-0050San Felipe, Chile
Año edición mayo de 2013Registro Propiedad Intelectual: 228765Chile
www.pablocassi.clcassibardo@yahoo.com
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Sobre sus senos impalpablesla noche pone su traje.
Paul Eluard (1917-1952)
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Alguien desea encontrarse contigo
Te escribo para que no te gobierne el miedo
ni la antigua vida dude de tu existencia
con su historia de arrepentimientos.
La noche nuevamente te encontrará sola
repitiendo tu nómina de sueños
aquellas cartas escritas con la dignidad
de una enamorada.
Alguien desea encontrarse contigo esta tarde,
tomar posesión de tus labios
y buscar en el cajón de tu dormitorio
aquella flor que no envejece.
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Si algo funciona perfectamente en esta América morenaSon la corrupción, el narcotráfico, la pobreza y la guerrilla.
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El rítmico vaivén de un tranvía
No es fácil adentrarse en el olvido
con la experta indiferencia que camina de noche
dar vueltas alrededor de la propia sombra
y salir de la lluvia
con un ritmo alternativo.
Después de todo mi mayor hazaña,
ha sido ésta
<< hacer tabla raza de mi alma que huye de lo inútil>>.
Mientras el viento golpea latas y techos de calamina
con el rítmico vaivén de un tranvía
tú vuelves a caminar con un pie puesto en la primavera
para no levantar sospecha.
La noche cae sobre nuestro semblante
nada puede disuadirnos bajo esta nubes
estamos atrapados en mitad del diluvio.
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Mientras la noche no es de nadie
Aquí las tardes caen sobre las solapas
toman posesión de los retratos confinados
al olvido
con la belleza enferma y silenciosa
La soledad dialoga con la humedad de la madera
huele a llanto la flor disecada
en un viejo libro de poemas.
Mientras la noche no es de nadie
apuesto mis anónimas costumbres,
la existencia de mi oficio cotidiano.
Alguien pregunta con la mansedumbre de
los pájaros
<por él que no ha conciliado el sueño debajo de las puertas>,
el aire que deambula y escala el torso desnudo
de parques y bares.
Inevitablemente la vida tiene color sepia
triste como los antiguos armarios
como el aroma de un billete arrugado
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que secuestra una dosis de cocaína.
Una botella se escucha caer
alguien dobla las rodillas con grave lentitud,
sólo tiene sombras que apretar entre las manos,
un saldo de fantasmas con deudas hipotecarias.
Bienaventurados los que no se hunden en la soledad
que otros inventan
los que apresuran el paso en medio de la tristeza
como si esta fuera solamente una demora,
una efímera costumbre de pintarse el rostro
para llenar la noche.
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Aprendí a perderme en ti
Desnuda en el dintel de una lámpara
su cuerpo aceitunado sube de nube y de paloma
huye de las calles iguales
de los edificios que se construyen por costumbre.
Aprendí a perderme en su geografía
en la cintura azul de los arrecifes
con la amistad de las gaviotas que sueña
en la quietud del viento.
Llega la lluvia fina que se sucede contigo
baja hasta la orilla de mis días
como si fuera el otoño el próximo cielo,
un testimonio de tu época y de tu tiempo.
Entonces es la hora de sentarnos a la mesa
y descubrir en que vaso dejaste el aroma de tus labios
la íntima costumbre del mantel blanco
donde nada sucede sin tu presencia.
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La tarde es entonces un estado de ánimo
una lágrima que fija el límite de lo inevitable
y olvida aquello que tiene su partida
más allá del océano.
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El precio de las emociones
Hace frío que sale de los labios
y te escribo algunas palabras,
un renglón más abajo de la rodilla
para incrustar en tu pierna de palo
la voluntad final de mis huesos.
La noche se desviste
y una a una cuelga sus prendas en el aire
reajusta el precio de las emociones
el sudor empaña las ventanas.
No tengas pudor de este instante
<pon en movimiento la sensualidad de tu cuerpo>
la intensidad del calor que generan los besos.
Entonces el deseo hará su tarea
mientras el arrepiento no te sorprenda
en mitad de una caricia.
No digas que no te advertí que el amor nace
para prolongarse
en todas las novias que se visten de
luna y se aroman de miel.
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Más fría que una luna de agosto
Atrapado con mis bolsillos llenos de preguntas
me tiende la mano y mide mis palabras.
<Hubiese preferido esta vez no encontrarla>.
Ella viaja con los labios al pasado
y transita bajo mis ojos
con la vida que un día fue mía
más fría que una luna de agosto.
Este diluvio insiste en mitad de la noche
no se detiene para medir la espera
ni precisar que cosas ocurren,
huye de cualquier desenlace
como si todo fuera una sombra
cada vez más verde.
Triste y con el rostro cubierto de vino
a espero en la última fila de un cine,
huelo su ropa que estila a deseo
las medias de seda aun tibias
en la estrechez de la falda,
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mientras ajusta su entorno para su encuentro más oscuro.
No hay tiempo que perder
préstame tus ojos de primavera
como un cesto que espera
el sueño de las camelias.
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Tu mirada indefinible
Fue su voluntad desatar el anuncio de su cuerpo
una tormenta de sexo
bronceada en el Caribe,
la blusa con cinco botones menos
respondiendo con lujuria al deseo de otros labios.
¿Por qué alguien habría de rechazar su rostro
moldeado como una fotografía?
Cada cual sabe en qué momento
el amor es una urgente batalla.
Bajo el corazón de la noche
y con cinco botones menos en la blusa
desvela la dudosa frontera
entre la luz y la sombra.
No basta con saber que el amor
puede inventar su propia existencia
y ser cómplice de viejos deseos.
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Y aunque tú nunca lo sepas en las ventanas
de este hotel
alguien que no te conoce
aun te espera.
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Sus labios violetas
Es más sencillo caminar bajo un paraguas
que llevar el invierno en el cabello,
la arrogancia de un vestido más allá de la espalda
la frágil frontera de los labios
que cada noche apuesta un beso diferente.
¿En qué latitud la vida desciende por los peldaños
de una angosta travesía?
torpemente elige el rostro de una muchacha.
Un pañuelo cae bajo la sombre del agua
Verlaine vuela en su búsqueda
como si en esa plaza vacía aún habitaran
sus poemas.
La vida es un punto aparte
Como la lentitud que tiene un lugar para el regreso,
la cómoda holgura de los zapatos
que caminan por el borde de los días
y que nadie sabe con exactitud hacia
donde se dirigen.
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En París la nieve regresa a cada rostro
con el azar y la razón de quienes
sobreviven a sus nombres.
Entonces la sombra marchada todavía de agua
no se pierde de un cuerpo para siempre.
Aquello que hoy buscamos sin fortuna
algún día lo volveremos a encontrar
como a una novia en un álbum de fotografías.
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Lo que no existe
Eligió el silencio de una antigua puerta
sin más compañía que la inercia
que se habitúa al olvido.
Era más fácil acomodarse
a los instintos de la vejez
que apostar a la verdad de lo que no existe.
Como una mujer que nada espera
la vida pasa de moda por su rostro
y noche adentro bebe con la sed
indescifrable de su juventud
con la aparente inocencia de quien interroga
por primera vez a los espejos.
Definitivamente sola
la verdad no tiene prisa en conocer
sus pormenores.
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Llevamos siglos esperándonos
Me asomo a la tarde
y me pueblo de tus lejanías
mientras la lluvia teje la distancia.
Esta memoria mía a punto de romperse
escribe tu nombre en cada marejada
y silencia el murmullo de un fantasma.
Entonces entrégate a estas horas
donde el amor lleva siglos esperándonos,
enfurece la emoción que habita en tu alma
como si estuvieras a punto de perder
la cordura.
<Vuelvo nuevamente,
al frondoso camino de la higuera
atraídos por una voz que rompe
el silencio>.
Tú sabes que nunca podría olvidar este día
la cálida briza de la luz anaranjada
las líneas del sol que descifran el pulso de Dios
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las fugitivas sombras en el rostro
Estaré contigo como de costumbre
cuando rasgues la envoltura de los objetos
y apagues con la luz fugitiva de las velas
tu nuevo aniversario.
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Por el camino de tu nombre
Vienes hacia mí por la tarde de un árbol
con la perfecta quietud de una estatua.
Entonces tu mirada crece en mi rostro
y quisiera tener otros ojos
allí donde terminan los míos
para caminar por aquellas canciones
que dulcemente te abrazan
hasta romper cualquier distancia que nos
separe.
Vivo en el solitario dintel de cada
mañana
con las esquinas que atesoran la ausencia
los besos equivocados
que crecen en mi corazón .
Regreso por el camino de tu nombre
que baja de los labios
cuando llueve y atardece en mi
ventana
la efímera razón de tu permanencia.
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Dijiste que podrías enamorarme
Eres alma únicamente
inclinada bajo el agua caudalosa
la congoja de una flor en el almendro
un pañuelo de antigua enamorada.
Eres también aquellos días que se
encuentran
y dejan huellas,
la alacena que acomoda el mate
y la hierba
la cautelosa complicidad de una mirada
impredecible
en las verdes tardes del bosque
<de la Herradura>.
Dijiste que me podrías enamorar
en la madrugada de un sueño
atrapándome en un espejo.
¿Qué harás mientras tarda mi regreso
a tu ínsula de libros y de plácida música?
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Inútiles vigilias
El aire florece en los goznes de mi ventana
retiene la escarcha en la superficie de los barrotes
atraviesa los doseles
y escala mi memoria con una mirada anónima.
La mañana, se puebla de voces inesperadas
con la mirada vuelta al cielo
nos recuerda que no somos ya los mismos.
Recóndito y sencillo mi vestuario de antiguo tango
da inicio al otoño
acaricia la sombra de un antiguo bar
con la incierta memoria
que duda de mi nombre.
Expectante aguardo la aparición del
siglo XXI.
Entonces los árboles huyen
para no morir con el bosque,
con la triste imagen de la noche
que cae de un invierno
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Te invito a comprendernos
No siempre fue motivo para ti
el deseo de encontrarnos.
Lo cierto que no sabrás explicar tu distancia
¿a quién perteneces cuando sueñas?
¿cómo salvarme de ese mundo
con la triste costumbre de la mala memoria?.
Mirémonos entre los árboles mojados
para que la lluvia prosiga.
Entonces te invito a comprendernos
mientras la madrugada transita
como una ligera sospecha
y tu mirada se viste
con la emoción de los veinte años,
una blusa sin errores de cálculo.
No rechaces un beso mío
como si fuera una triste canción
que se instala en tu rostro,
si demora en llegar a tus labios.
¿De quién eres cuando me olvidas?
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Necesito saber que estuviste conmigo
¿Por qué te ocultas de mis ojos
cuando se asoman a tu mirada
e introduces la distancia insalvable,
aislando mi nombre de todo lo vivido?.
Quédate en la bruma de esta calle
necesito saber que estuviste conmigo
como la luna que apresura tu nombre
en un mes de siete minutos.
Sin me abandonas el frio se amontonara en mi cuerpo
y mi rostro se confundirá con la incertidumbre
con el tiempo que decreta el silencio más oscuro.
A duras penas mi vida proseguirá
En lugar de nuestro último encuentro,
Se nutrirá con el dolor de la distancia.
Leve e impredecible,
la luz se desvanecerá para siempre
como una puerta que expulsa el tedio
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con la frágil sonrisa que cae de la mirada.
Mientras espero qué hacer y qué decir
cuando haya aprendido a escuchar
el rumor que nos trajo hasta aquí,
a lo mejor te abrazare como a un mástil
y de esta manera tu harás que la primavera permanezca.
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Contar los muertos habría de durar para siempre
Este día cae lejos de Santiago de Chile
con la grave danza de la muerte
la voz de las armas
sobre la plaza de Tlatelolco
donde contar los muertos habría que
durar para siempre.
Más allá de la pólvora y de las cenizas
Ciudad de México es un dolor
que habla otro idioma
en la pálida atmosfera
para no doblar sus rodillas.
La luna de rostro azteca
oculta el olor que el tiempo deja
en la húmeda costumbre de los recuerdos,
un pájaro llora la muerte de un niño
con su bandera de plumas.
Tlatelolco no registra certificado de defunción,
es huésped permanente del azogue de un paisaje,
una copa vacía que castiga la sed de su historia
la verde lluvia sucesiva y ciega
que penetra el silencio.
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Amor virtual
Al fondo el mar de “Cachagua”,
y el extraño instinto que la induce
a hurgar en la página de su revista preferida
no siempre las predicciones son un fraude sentimental
www.sentimientossofisticados.com
es un sitio de prestigio.
--- Mujer anglosajona de excelente presencia
graduada en economía en la Universidad de
Stamford
con ingresos superiores a cualquier empresa del
retail ---
<Necesita conocer hombre varonil
no mayor de cincuenta años>.
Interesados escribir a solteronaantesdearrepentirse@gmail.com
“Cinco décadas de inclaudicable virginidad
constituyen méritos suficientes
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--- Se dijo en voz alta ---.
Bajo un cielo violeta
que recuerda sus amaneceres en Manhattan.
impaciente espera a su príncipe azul
en un salón del Hotel Haytt.
Señor, que espera para acercarse
a la mejor oportunidad de su vida
solo dispone de pocos minutos para hacerse
del mejor producto sentimental
que ofrece el mercado.
Estaba escrito que esa cita era inevitable.
Esa noche pernoctaron bajo las mismas sábanas
a una velocidad de 70 segundos por caricia
con la soledad compartida de los encuentros
virtuales.
Aquella madrugada no fue capaz de resistir
la primera despedida
el mar de Cachagua sigue a sus espaldas
cual vecino prudente que a esa edad
<no es conveniente hacer el ridículo>.
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Nada exige ciudad de México
Aprendí a vivir sin ella
y la casa se hizo grande,
de vacía al despertarme.
Dejó de existir el recuerdo del jardín,
los humildes crisantemos que persiguen
a la lluvia.
Es posible que ciudad de México,
declare mi rostro incompatible
y el viento apresure la noche en “Reforma”.
Muchas noches han regresado
apoyadas en el piano de un bar.
Sin más compañía que la distancia
la paciencia atardece de tristeza
desenreda los enigmas de aquella mujer,
esta costumbre de urdir el pasado
con la mirada siempre en silencio.
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Sé que no hay mucho de qué hablar,
Adelita, después de tanto tiempo
y aún así insisto en que te desnudes
en uno de mis sueños.
Háblame de aquellos poemas que crecieron
con la revolución en tus labios.
Quítate ese brillo de tu rostro que no te pertenece
aléjate de los que asedian tu serenidad
y buscan en la puerta de tu casa
una caricia clandestina en la bahía de tus ojos.
Abrázame para que tu cuerpo
no sea un rito que olvida la historia.
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Un bar de Valparaíso
Es posible que el amor no regrese
como el reflejo del agua bajo el puente
y si retorna lo hará en un par de viejos
zapatos
que recuerdan a Charles Aznavour en un bar
de Valparaíso.
Las ventanas bostezan de madrugada en los cerros
cruzan sobre mi cama
tus umbríos tacones de vuelo rasante,
la curva de tus pechos poblados de aventuras.
Es temprano todavía para que la noche regrese
a la humedad de los techos
a tu elegante estatura que acosa la luz
en los faroles.
Definitivamente el amor
no volverá.
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No nada peor en tu vestido
que el aroma de hoteles clandestinos.
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Te escribo para no envejecer
Silenciosa la aldaba cierra la puerta
y deja escapar los últimos comentarios,
la cotidiana historia de Antonin Artaud
la vida que atraviesa tu nombre con un poema.
Sobre la mesa,
este domingo el aroma satisfecho del brandy,
navega hacia las costas de Marsella
la calma, el humo y los rumores
vuelven de las hogueras y de los patíbulos.
Duele todavía en todos los naufragios
que un corsario regrese con sus fantasmas
eróticos que desemboquen en tu cuerpo
sin pudor ni cortesía.
Te esperé sentado al medio del océano
sin otro motivo que una despedida.
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Duele envejecer
y apoyarse en el aire
comprender que se ama
no tan solo las canciones felices,
también aquellas que nos envejecen.
Entonces no podrás imponer fronteras,
este amor no sabe detenerse
extravió su carta de navegación
para seguir soñando.
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La existencia se disfraza de indiferencia
Sin más oficio que poeta vagabundo
noche a noche mi voz trepa las ventanas
por la incertidumbre de una calle
que cae derrotada por una esquina.
No es cuestión de desamor.
hubiese preferido no encontrarte
con el tedio que camina hacia los centros comerciales.
El silencio con su patina de
misterio
me expulsa de los bares
solo existe el mal tiempo que el rencor guarda
y en mi delirio la vieja lámpara que ilumina el cielo.
Al fin todo se transforma tras la frontera
del lenguaje
como si el doble discurso fuera parte de la retórica
la que han institucionalizado
en los espejos poblados de olvido.
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Mi sombra cae bajo una mesa,
un poco de suerte se echa andar
de madrugada.
Y escucho venir en el oído de una flor
un recuerdo anterior a la memoria,
pájaros con veinte años de vuelo
manchados por la luna.
Quiero morir dedicado
en el tacto secreto rostro
para contagiar a la noche.
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Conmigo puedes caminar
La soledad vendrá a visitarte
con el antiguo amarillo de otras hojas
la triste promesa que debuta cada noche.
Si todavía no has encontrado el amor
de tu vida,
hoy sabes al menos que existe,
situación no menor para tu corazón que
sufre.
Conmigo podrás caminar tranquila por la vida,
la memoria apretará en cada recuerdo
un beso tuyo
tu alma se ha apoderará de mi rostro
y buscará la única ilusión
que sobrevuele en tus sueños.
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La textura de tus besos
Me atrevo a anticiparte que no olvidaré
la textura de tus besos
cuando vengas a mi subiendo los peldaños
la inevitable pregunta que consume tu cuerpo
cada noche que tu nombre atraviesa el espejo.
Tu alma se despojará de los atuendos
y de la cotidiana existencia.
Silenciosa la aldaba pondrá un cerrojo de entusiasmo
y desearás que el amor no se oxide
con la llegada del invierno.
Mi mirada impedirá que tu cuerpo
se refugie en los armarios.
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La belleza enferma y silenciosa
Las palabras comienzan a envejecer,
el tiempo concluye para ellas.
Pronto serán incapaces de decidir por sí
solas,
no podrán recordar sus primeras sombras,
salvo que deje de llover antiguas palabras.
Quizá alguien las convoque
para comprender porque han enmudecido
como atardecen los enfermos con décimas de
fiebre.
Han vuelto a mi rostro
con la mansedumbre del sol
traen la belleza enferma y silenciosa,
los mensajes más antiguos
los martes en que la tarde queda afuera
y agoniza a orilla de una iglesia.
Y la imagen de un ángel atraviesa el horizonte,
cae la hora de la despedida,
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el efímero glamur de los neologismos
que navegan con rumbos desconocidos
más allá del bullicio demente
que desafina al universo.
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Señor de los desamparados y menesterosos
(Con licencia eclesiástica y canónica de la Doctrina para la Fe,la que podrá ser leída todos los primeros viernes de cada mes
en el santo oficio de la misa)
Jesús, amigo y compañero
has que su rostro no me olvide ni sus ojos
eviten mirarme.
Amigo, camarada de bares y tertulias
Permíteme encontrarla aunque sea por
equívoco,
y déjanos estar solos hasta que la noche se consuma
y la luna no nos niegue el aroma de un
beso.
Señor de los desamparados y menesterosos
has que este milagro ocurra
para que la incertidumbre no disponga de otros
argumentos.
Amigo y compañero, tú sabes más de mi de lo
que presumo,
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acuérdate de la sed de los bohemios
para quienes convertiste el agua en vino.
Buen Jesús, mejor camarada
apiádate de los pobres y de los poetas
no nos olvides a la hora de ser propietario en el
-paraíso-.