Post on 06-Jul-2015
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• Carmen del Pino Jiménez
• Filosofía
• 1º Bachillerato Ciencias de la Salud
• Nuria López Rey
Orígenes
Tribus que los solían llevar
Tipos de Tatuajes
Utilidad
Perdurabilidad
Eliminación
Tatuajes Naturales
El Tatuaje en los Medios de Comunicación
Riesgo médico e infección irreversible por virus Hepatitis-C
Los tatuajes fueron una práctica
eurasiática en tiempos neolíticos, y se
han encontrado incluso en una momia del
siglo II d.C
Polinesia Egipto América
Lejano Oriente Siberia
Medio
Occidente y
zonas aledañas
Occidente
Polinesia
Las diferentes tribus de
la Polinesia utilizaban el tatuaje como
ornamentación corporal, sin que por
ello éstos pierdan su fuerte sentido
comunal. El tatuaje comenzaba a muy
temprana edad y se prolongaba hasta
que no quedase región del cuerpo
virgen de los pigmentos.
Propiciaba el respeto comunal a quien
los llevaba en su piel: cuanto más
tatuado estaba alguien, más respeto se
le debía. De manera particular, los
maoríes utilizaban el tatuaje para la
batalla.
La práctica de tatuar se desarrolló
durante miles de años y alcanzó un
punto culmen con el
perfeccionamiento de motivos
geométricos. El tatuaje se utilizaba
para identificar a un individuo.
Además, indicaba el paso de la
adolescencia a la madurez
En Egipto eran sobre todo las
mujeres quienes se tatuaban.
Se le conferían al tatuaje
funciones protectoras y
mágicas
El carácter sobrenatural del
tatuaje no fue exclusividad de
Egipto: muchas culturas le
otorgaron este poder a los
tatuajes. Los relacionaban
mucho con las deidades y con
la protección.
Egipto
En América del Norte, los indígenas utilizaban
los tatuajes como parte del ritual de paso.
Cuando una persona pasaba de la pubertad a
la adultez se la tatuaba con el fin de proteger
su alma. Sin embargo, ésta no era la única
utilización ritual que se hacía del tatuaje en
esta región del mundo.
En América Central, las tribus
utilizaban los tatuajes a modo de
conmemoración de los caídos en batalla
y como forma de adoración de los
dioses. En el hemisferio sur del
continente americano, tribus indígenas
también pintaban sus cuerpos, pero no
de manera permanente.
América
Se señala su utilización estética porque en
Japón existía la costumbre de destinar el
tatuaje para marcar a los delincuentes en sus
brazos con líneas gruesas en par u otro tipo
de formas, tatuando en ambos brazos entre el
codo y la muñeca en todo su alrededor. Esta
marca tenía el objetivo de hacer de las
personas que desobedecían la ley individuos
repudiables para toda su vida y en todos
lados, a raíz de llevar la marca de la
vergüenza consigo, debido a esto, los
delincuentes marcados por tatuajes
vergonzosos comenzaron a tapárselos con
otros tipos de diseños más mitológicos, es de
ahí que inicia la famosa terminología Yakuza,
siendo esta una "mafia" japonesa que se
distinguían por tener tatuajes en casi toda la
totalidad del cuerpo.
Aproximadamente en el siglo X a.C., el
tatuaje llegó al Japón. A partir de su
inserción en la cultura nipona, el
tatuaje se popularizó en sectores cada
vez más poderosos, hasta llegar a ser
utilizado por un Emperador en el siglo V
como ornamento corporal
Lejano Oriente
Restos con 2.500 años de antigüedad en
Altái parecen revelar que los tatuajes
estaban reservados para la jerarquía en
algunas tribus nómadas siberianas.
Siberia
En India, Pakistán, Irán, Yemen, Oriente
Medio y África del norte, la alheña o
arjeña o henna o jena es un tinte
natural de color rojizo que se emplea
para el pelo y que además se usa en
una técnica de coloración de la piel
llamada mehandi. Se hace con la seca
seca y el pecíolo de Lawsonia alba
Lam. Los patrones del mehandi son
bastante complejos y en algunas
culturas se emplean como ornamento
nupcial.
Medio
Occidente y
zonas aledañas
En 1846 se abre en Nueva York lo que
aparentemente fue el primer estudio de
tatuaje. Durante la Guerra de Secesión el
arte del tatuaje experimentó un gran
crecimiento y popularización. Fellows,
Hildebrandt y O'Reilly, el inventor de la
máquina de tatuar, fueron los encargados de
hacer de la práctica tatuadora una profesión
El tatuaje llegó a Occidente por vía
marítima. Las expediciones de Colón en
América y del capitán James Cook a las
islas de la Polinesia fueron el punto de
partida del tatuaje hacia Occidente. En
estas expediciones los marineros
tuvieron contacto con los indígenas
amerindios, con los maoríes y con otras
tribus que les “enseñaron” el arte de
tatuar. A su retorno, los marineros
abrieron sus propios estudios de tatuaje
y popularizaron esta disciplina entre los
sectores populares.
Occidente
Sin embargo, el
tatuaje no se liberó
completamente de su
tradición inhumana.
Durante la Alemania
nazi (como el
ejemplo más
conocido aunque no
sea el único) se
utilizó el tatuaje para
marcar a los
prisioneros de los
campos de
concentración.
Algunos animales también son tatuados en ocasiones,
normalmente por razones identificativas. Los tatuajes deben
colocarse con precaución y cuidarse con absoluta dedicación,
manteniéndolos alejados del sol durante 2 o 3 semanas según el
cuidado que se le de.
Actualmente, hay tatuajes que desaparecen al poco tiempo de dibujarse y se les
llama temporales, otros permanecen durante toda la vida salvo en el caso de que
se eliminen con láser. La razón de que estos últimos permanezcan inmutables es
que la tinta se asienta en la capa de la dermis, situada bajo la epidermis. La
epidermis es la capa externa de la piel que renueva constantemente sus células.
Sin embargo, el metabolismo de la dermis no implica este tipo de recambio y, por
lo tanto, la tinta no se elimina.
Aún con el moderno láser, el tratamiento para eliminar tatuajes puede ser
doloroso, caro y consumir mucho tiempo. Incluso borrar un tatuaje pequeño puede
costar hasta 1.400 euros
Los más modernos, de varios colores,
resultan casi imposibles de eliminar,
sobre todo si son grandes. También el
factor color es un escollo para la
eliminación, al contrario de lo que
popularmente se piensa, no es el
negro el más difícil sino los verdes,
púrpura (gamas rojas) y amarillos.
Los mineros que trabajaban el carbón presentaban tatuajes característicos debidos
al polvo de carbón que penetraba en las heridas. De forma semejante, un tatuaje
traumático se produce cuando una sustancia, como el asfalto, pólvora, amalgama
de plata, etc., se introduce en una herida. Éstos son particularmente difíciles de
eliminar debido a que tienden a profundizar por las diferentes capas de la piel.
Desde hace unos años que el tatuaje ha encontrado su lugar en los medios de
comunicación, demostrando el aumento en la aceptación general sobre este modo
de arte y expresión personal. Primeramente con la serie de televisión Miami Ink,
un reality show de la cadena Discovery que recopila ciertos trabajos y aspectos
personales de la vida de un grupo de tatuadores de Miami; posteriormente, con la
serie LA Ink, de similares características pero sobre un tienda de tatuajes de Los
Ángeles, abierta y popularizada por Kat Von D y recientemente NY INK
protagonizado por Ami James, tatuador de fama internacional que protagonizó
también Miami Ink pero esta vez en su nueva estudio en la ciudad de Nueva York.
El último reality que ha irrumpido se trata de Madrid Ink.
Hay que tener suficiente criterio personal para exigir a los estudios y sus artistas
las medidas higiénicas que aseguren sesiones sin riesgos para la salud, ser celosos
para con la higiene y evitar comportamientos de riesgo: ignorar el origen de las
agujas (deben permanecer esterilizadas en bolsas individuales), ignorar que las
tintas carezcan de estricto control higiénico (en algunos países los únicos
recipientes autorizados y aceptados higiénicamente suelen ser monodosis), y exigir
una certificación de que el artista está capacitado para el tatuaje.
P: ¿Cuándo se te pasa por la cabeza tatuarte la cara?
R: La idea de caritatuarme (hacerme la cara, pincharme la
cara) la tenía desde joven, pero soy pobre y esto significa que
no siempre se dispone de libertad suficiente: debes trabajar,
debes aceptar las órdenes de papá... Si yo hubiese tenido
dinero de sobra para vivir a lo grande, me la habría pinchado a
los 20 años. Por tanto, mi ilusión de hacerme la cara viene de
hace mucho, un deseo que cumplí al fin. La libertad me parece
la fruta más dulce, mi verdadero tesoro. Aún así, mi liberación
viene, sobre todo, por mi piercing, no por mi tatu facial.
Cualquiera puede tener un tatu facial. Pero mi piercing
«Tuerto», no.
P: ¿Cuánto tiempo pasa hasta que empiezas a hacerlo realidad?
R: El tiempo desde la decisión hasta el pinchazo es muy breve, cuestión de días. Y
digo días porque Montse Manzorro (la tatuadora) estaba a principios de agosto de
vacaciones. Yo soy de decir y hacer, especialmente cuando se huele la libertad.
P: ¿Quién te está haciendo el tatuaje y qué dijo cuando se lo
propusiste?
R: Montse Manzorro (Tarambana Tattoo en El Puerto de Santa
María, Cádiz) lleva años tatuando, pero no tenía la experiencia
de una cara. Ella suponía que, técnicamente, no sería ninguna
tontería (párpados, nariz, orejas, labios...). Pero me conoce,
sabe que tengo mis motivos y sabe que si ella se rajase (se
niega), iría a otra persona, aunque sea un cualquiera. Es decir,
caritatuarme lo haré, con Montse o sin ella. No lo hago yo
mismo porque requiere mucho tacto y arte, y yo solamente me
he pinchado (a máquina) los dedos de las manos. Ése sería para
mí el tatuaje perfecto: autotatuarme la cara. No creo que
haya satisfacción mayor en el mundo del tatuaje.
Tengo una anécdota sobre el día que le propuse tatuarme la
cara. Yo tengo tatuada mi cara en mi antebrazo derecho. Pues
bien, resulta que llego y le digo «quiero que me hagas unas
olas en la cara, de verde y azul». Me responde que la cara es
muy pequeña, y no se verán bien. «¡No, no, en mi cara, en
ésta!». ¡Ja ja ja ja! Nos reímos a gusto ese día...
P: La pregunta del millón, ¿por qué en la cara?
R: ¿Por qué la cara? No soy tímido. Soy nudista, estoy
acostumbrado a que me miren sin trapos. La cara es el no va
más en el mundo del tatuaje. Después de la cara, ya no queda
nada. Y no digo esto por estar lleno de tinta, ni mucho menos.
Sólo tengo 23 tatuajes, más las chapuzas que me hago en los
diez dedos. Mucha gente piensa cuando me ve con manga
larga: «estará bien lleno». A la cara le tenía ganas, es un
experimento psicológico hacia fuera y hacia dentro, no tiene
comparación con un tatuaje en la mano. La cara es un salto, y
algunos (los que no se conocen a ellos mismos) se caen pronto.
Yo no caeré, me alimento de miradas (especialmente,
femeninas).
Para llevar la cara hecha debes tener arte, o llámalo como quieras, pero hay que servir
para eso. No seré yo quien diga que esto es fácil. Por desgracia, el mundo «moderno» es
duro con los tipos raros. El tatuaje en la cara es mi carné elegido, mi carné de
tarambana, el signo para reconocerme desde lejos sin equivocarte. Aquí estoy, que
continúe la comedia. Quien crea que mi tatuaje facial es chulería... ¡acertará! ¡Ja ja ja
ja!.
También soy raro por tener la cara hecha, y todavía no los hombros, el cuello, la espalda,
la barriga... Me gusta más así, pues demuestro que me queda mucho espacio por pinchar,
pero elijo la cara.
P: ¿Qué significa el tatuaje para ti?
R: El tatuaje es el mar en mi cara. Me volví playa, porque por
motivos de salud la perdí, perdí mi corazón, mi playa. Tú dirás
«cojones, ponte crema», no, la crema me asquea. Tampoco
uso toalla, y ya te imaginas que pájaro raro soy. «Cojones, ve
de noche», no, la noche le quita abrigo a mi playa, el sol me
abriga psicológicamente. Sabrás que tomar el sol es terapia
conocida en todo el mundo, aleja del suicidio.
P: ¿Tenías en mente desde un principio tatuarte toda la cara
o empezó por algo pequeño que fue creciendo?
R: Muy buena pregunta. Los tatuajes evolucionan en la mente,
se transforman, van haciéndose cariñosos, seductores. Y si
tenías pensado un tatuaje de 2 x 3 centímetros, éste se
extiende en tu mente, se hace tu amigo, crece contigo, llora
contigo, se hace ombligo. Terminas deseando tener cinco o seis
caras, para llenarlas de tu rabia, de tu tristeza. «Todo tatuaje
es pequeño», te dirá siempre un fanático de este mundillo. «Y
ahora quiero además esto, pero ya no cabe», solemos pensar.
P: ¿Cuál ha sido la parte más dolorosa?
R: Hombre, el dolor es subjetivo, y lo que uno soporta bien, a
otro lo hace polvo. Pero creo que tengo razón al decir que la
nariz, algunos puntos de la oreja y la zona ósea que rodea el
ojo tienen cosquillita para rato, ¡ja ja ja ja! no se olvida. Y
tengo un truco, Montse dice que solamente me funciona a mí:
mi espejo. Porque veo el dibujo, y me animo, he comprobado
que duele más si cierro el ojo. A mí me funciona y con eso
basta.
P: ¿Qué piensa tu familia y amigos?, ¿te apoyaron?
R: Mi familia.... cómo decirlo bellamente... no me mató. Mis
amigos, los que me conocen bien, no necesitan apoyarme,
pues yo tiro del carro y no miro atrás. Ellos sonríen, y piensan
«cada día más majara, cojones». No esperé ningún apoyo, y
supe que llegarían insultos. Y llegaron, entraron por mi oreja
izquierda y salieron por la diestra. Así soy.
P: ¿Alguno intentó hacerte cambiar de idea para que no lo
hicieses?
R: Nadie pudo intentar nada porque yo no comento el futuro
atraco a un banco con un poli, valga el ejemplo. Ya me sé
todos los cuentos y estoy de vuelta.
P: Todos sabemos que los niños no se cortan ni un pelo a la
hora de hablar, señalar, etc. ¿Cómo reaccionan cuando te
ven?
R: Los niños me dan esas pequeñas alegrías necesarias para
olvidarse del suicidio. «Mami, mira, ese hombre se ha pintado
la cara. ¿Por qué?». Ellos cambiarán el sistema, pero debemos
darles las semillas. Yo soy una semilla más, ya somos muchas.
P: ¿Te has sentido discriminado por culpa del tatuaje?
R: Me he sentido discriminado por culpa de mi librepensamiento, por ser ateo, desde
los 8 añitos, en un colegio de curas (yo solía callarlo). Fui enurésico (mear la cama)
hasta los 17 años. Me puncé voluntariamente el ojo, para largarme de los boinas
verdes. El tatuaje facial me la trae floja, no es nada importante en mi «divertida»
vida. Pero sí, me siento discriminado, aunque es menos de lo que calculaba, o quizá no
quiero notarlo...
P: ¿Te sientes juzgado por los demás?
R: La vida te enseña que, hagas lo que hagas, siempre, siempre
tendrás enemigos. Me juzgan por mi tatuaje, pero yo podría
juzgarlos por su anillo de compromiso, o por su corbata, o por su
café. No importa que me juzguen, pero mejor no enterarse, ¡je je
je!. Todo consume energía, cada detalle en la vida y la solemos
desperdiciar en pamplinas, ¡ah, homo sapiens!...
P: ¿Tienes días en los que te gustaría no tener el tatuaje?
R: Por cuestiones dermatológicas (falta de tinta), uno se
cabrea al ver cómo cambia la puñetera piel, y expulsa la
tinta, y hay que repasar. Lo digo por mi piel, que es difícil,
no cuestiono la maestría del tatuador. Hay días en que debería
arrancarme la piel a tiras, ¡ja ja ja ja! La piel no tatuada.
P:Normalmente una persona a la que le falta un ojo intenta disimularlo con una prótesis, tú
no, incluso te has hecho un piercing en los párpados. ¿Te gusta llamar la atención?
R: Hay una diferencia con respecto a la mayoría: yo soy tuerto voluntario, así lo quise. No
quiero disimular nada (ya no estudio con los curas, ¡je je je!). Quiero decirle a la sociedad que
soy tuerto, que lo soy por decisión (o locura) propia, que ya no usaré ese asqueroso ojo de
cristal (muchos disgustos me dio), que me he perforado los párpados por comodidad y rebeldía
(conmigo no valen los parches), que quiero llamar la atención y decir que sigo vivo.
P: ¿Tienes planes para más adelante?
R: El tatuaje te atrapa, te seduce. Difícil sería pararme ahora.
Seguiré insistiendo con mi jodida piel facial y después las
manos, rellenarlas a tope. Después, rellenar bien los brazos.
Faena queda para largo, hay más tinta que vida...