Post on 07-Nov-2020
Valentina Rengifo Gonzalez Codigo:30000044453
Por Leibi NG para Listín Diario. Gratitud a Marianne de Tolentino.
Portada de la primera edición de El Camino de Libertad de Lucía Amelia
Cabral y Milán Lora.
Lucia Amelia Cabral ha puesto en el Mercado dominicano tal vez el mejor libro
que se haya “manufacturado” para el público comprendido entre los 10 y los 99
años, en la historia de la literatura infantil y juvenil dominicana. El Camino de
Libertad, con hermosas ilustraciones en acuarela del arquitecto y artista Milán
Lora Gómez es sencillamente una joya que se venderá a RD$150.00* pero
cuyo valor transciende cualquier precio. Aconsejo cuidar los gestos cuando lo
estén leyendo en público porque no hay más remedio que sacar la ternura, la fe
y la admiración frente a la aventura de unos personajes que abrazan el símbolo
con seguridad poética al hacer un recorrido de roce estético.
En términos gráficos, ya teníamos pruebas del concepto editorial de Lucia
Amelia Cabral con la salida de Chivi, Cien Adivinanzas Nuevas y Mi Vaca de
Retahílas, ambos de Brunilda Contreras, dos libros preciosos, pero El Camino
de Libertad adquiere una categoría distinta.
Ha sido tanto el cuidado que la escritora ha puesto en esta creación suya que
me da argumentos para sostener lo que empecé con motivo del lanzamiento
del libro de Lorelay Carrón, Jinete de Nubes, cuando trataba de explicar la
trascendencia de las ilustraciones en el libro de LIJ y la capital importancia de
lo que nosotros llamamos diagramación, los españoles maquetación y otros
países proyectación gráfica.
El Camino de Libertad deja claro que un matrimonio texto-imagen es
absolutamente imprescindible para que el libro dedicado a niños y jóvenes
reciba un tratamiento de objeto de diseño. Lucia Amelia crea una historia en
prosa lírica que da lugar al vuelo de la imaginación, permitiendo un tiempo de
paz y armonía en cada una de sus oraciones distintas, a veces rimadas: La
alegoría es un entretenido juego de conducción hacia el mensaje definitivo, en
un viaje lleno de gracia e inteligencia. Me pregunto si esta autora dominicana
se acercará a la hazaña de Antoine deSaint-Exupery con El Principito, una obra
“infantil” que no es sino una obra profunda, cargada de significados y símbolos
en forma de parábola o alegoría.
En el momento en que Lucia Amelia nos mostró una prueba de su libro
comprendí su perfecta visión del libro dentro de la LIJ como un concepto
integral. Hay muchos espacios en blanco pero están dispuestos para “dar aire”
al texto, como decimos en artes graficas. Además, este libro se iba “contando”
mientras se unían la industria con la literatura. Y por otro lado, todo el que haya
leído cuentos (en voz alta) con el libro en la mano sabe lo que significa terminar
una frase en una página y paralizar la voz en lo que llegamos a la otra. Por lo
tanto, la oralidad ha cumplido su papel en este proyecto que permite
precisamente “libertad” a la sonoridad de las palabras.
¿Son precisiones de perfeccionistas? ¡Que bueno! Finalmente empezamos a
delimitar las exigencias del libro de LIJ y por lo menos se traza una línea
definitoria entre lo que es y lo que debe ser. La ilustradora cubana,
especializada en LIJ, Miriam González Giménezexpresó al ver esta obra:
“¿Pero que les vinimos nosotros a enseñar? Está precioso”.
Lucia Amelia dedico tiempo a esta obra aplicándose a sí misma la fórmula de
recreación: el ser humano no es nadie sin esperanza, la esperanza que tal vez
alcance lo que anhela a través del esfuerzo y de la perseverancia.
Perseverancia que verá coronados sus afanes a través de un espíritu libre.
Libertad que impulsa con firmeza el amor que ansia y necesita toda la
humanidad para ser plena.
El Camino de Libertad no podía sino laurearse como un paradigma para las
letras dominicanas, especialmente para la LIJ, por lo que me permitió decretar:
*A partir de ahora, queda consignado que el libro de LIJ es realmente un objeto
de diseño.
*Que los literatos deben formar estrecha unión con los diseñadores gráficos,
ilustradores o dibujantes (si tenemos suerte con el artista plástico) para dar
forma al proyecto porque ambos serán coautores de la obra y está claro que de
la unión que se obtenga de letras e ilustraciones saldrán múltiples lecturas.
*Que el mercado del libro de LIJ está profundamente ligado a la familia, la
escuela y las instituciones culturales y estas instancias deben unir esfuerzos en
su difusión y distribución.
*Que el libro de LIJ en la República Dominicana es instrumento de disfrute y
formación estética e intelectual de larga vida que beneficia a generaciones por
lo que será un error calificarlo de objeto de consumo.
Finalmente, lo dije y no me equivoqué: Cada libro de literatura infantil y juvenil
publicado en los últimos años ha sido un compromiso de su autor e ilustrador
por superar al anterior en una sana competencia que nos coloca en el mapa de
la buena literatura infantil y juvenil ¡gracias a Dios!
Dunga y la hormiguita: doce cuentos de Luisa Comarazamy
La autora, Leibi NG, a partir de los valores universales de la literatura infantil,
comenta el reciente libro de Luisa Comarazamy “Dunga y la hormiguita”, obra
creada con el fin de entretener a la niñez y juventud dominicanas.
Luisa Comarazamy
Dentro del Círculo Dominicano de Escritores para niños y jóvenes, he tenido el
honor de ir “Por la ruta de los soles” de la mano de Brunilda Contreras y luego
me elevé igual de alto en “Vuelo de amigos” con nuestra querida Aída Bonnelly
de Díaz. Ahora, por los lazos del oficio y de la amistad que me unen con el
licenciado Miguel Collado, la licenciada Fiume Gómez y del doctor Diómedes
Núñez Polanco, me encuentro con el abrazo de bienvenida de Luisa
Comarazamy tras un viaje de fantasía y responsabilidad junto a Dunga y la
hormiguita.
Este 20 de octubre, fecha en que se hace de público dominio esta obra
dedicada a los niños de 6 a 99 años, nos sentimos racionalmente cuerdos,
estupendamente firmes en la meta de contribuir con los fines de la literatura
infantil y juvenil dominicana.
He sacado el beneficio de conocer la obra antes que a la autora, y me encanta,
puesto que es la relación inicial del lector. He sabido correr ansiosa buscando
autores de quienes sólo había leído fragmentos, un cuento, un artículo, en fin,
una parte de su obra. Luisa Comarazamy me ha dejado la impresión de ser
efectivamente orientada a la acción. Me identifico con ella. Nunca avanza la
teoría si no hay acciones que la sostengan.
En más de una ocasión externé mi criterio de que la literatura infantil y juvenil
tiene un propósito fundamental: entretener, que es lo mismo que divertir. Cada
vez estamos más conscientes de que sólo la lectura que deja volar la
imaginación, la que nos despierta el goce estético, la que nos muestra algo de
lírica y nos emociona tras la combinación que despiertan las palabras en
singular sentido, es la literatura válida. Ahora bien, es sabido que la LIJ tiene
sus reglas dentro del género porque está predestinada a un público
conformado con características y cualidades dadas. Esos seres en desarrollo
son muchas veces tomados de pretexto para dedicarles obras que no les llegan
al corazón, o a los sentimientos, porque tampoco les llegan a la mente racional.
Yo pienso que esto sucede cuando una obra no tiene calidad. Utilizo esta
palabra expresamente porque a pesar de que siento al libro dirigido a los niños
y a los jóvenes como algo que no puede considerarse un objeto de consumo,
no puedo olvidar que estoy dentro de una sociedad regida por reglas y
patrones y ciertamente por un mercado muy poderoso. Y es dentro de esta
sociedad donde crecen nuestros niños y niñas.
Alberto Moncada
El sociólogo español Alberto Moncada, en su libro “Cultura de la solidaridad”,
expresa lo siguiente: “Los niños de hoy aprenden pronto el valor del dinero, de
la lucha por la vida, aprenden a ejercitarse en varias dinámicas del poder y,
para colmo, una parte importante de la moderna pedagogía consiste en
estimular la competitividad precoz. Yo creo que se hace inevitable un gran
compromiso y una redefinición de la vida cotidiana”.
Y al redefinir la vida cotidiana, se hace evidente que debemos adoptar criterios
unificados sobre los propósitos de la literatura infantil y juvenil que creamos.
En este sentido, yo me suscribo bajo los lineamientos de un autor japonés
llamado Yasuke Teshima quien crea libros combatiendo la literatura infantil y
juvenil insulsa. Estos son sus planteamientos, no textuales:
La LIJ está obligada a mostrar una vida cargada de sentido.
La LIJ tiene que transmitir a sus lectores entusiasmo, estímulos y confianza en
la capacidad que todos tenemos de ser creativos a partir de nuestro
autoconocimiento. ¿Por qué? Precisamente porque está dirigida a seres en
formación, en desarrollo, en crecimiento, ¿y quién puede llegar lejos con
pesimismo y falta de confianza, sin entusiasmo o fe en el porvenir brillante que
merece?
La LIJ tiene el deber de transmitir valores que permitan a los niños y niñas
hacer suya una idea total armónica y equilibrada del mundo que les pertenece.
Esto es parte de la nueva visión que toca hoy día a la Literatura Infantil y
Juvenil. Si la vida cambia, el arte, expresión de la vida, CAMBIA con ella
transformándose a sí mismo en lo que la Humanidad requiere a cada paso.
Todos los autores del género estamos insertos en esta observación de la vida
porque está claro que el propósito de cada creador es llegar al corazón de sus
lectores de las edades que sean.
Los adultos ponemos mucha de nuestra energía en formar a los niños bajo el
régimen disciplinario que nos corresponde. Es un orgullo para nosotros mostrar
la buena conducta de nuestros hijos como un logro que podemos exhibir. Pero
esto no sería posible si cada madre, cada padre NO dedicara a sus hijos el
tiempo que requieren para su formación.
Es muy contradictorio dedicar todo nuestro tiempo al trabajo, a las ocupaciones
remuneradas, a los oficios que nos permiten sobrevivir y al mismo tiempo
aspirar a tener una familia idónea. Es en este tiempo que surge el estilo de
convertir a los maestros en padres, al servicio de la sociedad o en extensiones
de nosotros mismos; así como a la televisión en sustituto-niñero. Una mezcla
de los bueno y lo malo.
Muchos padres tienen soportes en sus iglesias. Hay una comunidad que ayuda
a criar. Otros pueden contar con clases colaterales (yudo, karate, ballet,
gimnasia… por ejemplo) que encierran una disciplina en particular y ayudando
a mantenerlos ocupados. He leído que si un niño se forma en las artes, en los
deportes, jamás podrá ser un adulto malo.
En fin, tal vez exista la suerte de insertar a los niños y niñas en instituciones
como los Boys o Girls Scouts, quienes a través del escultismo, prácticas de
campo, adquieren la educación en valores. Pero no estamos hablando de la
generalidad.
Luisa Comarazamy ha reflexionado desde su posición múltiple de mujer,
maestra, madre, educadora y psicóloga sobre la marcha de los niños en
formación y nos regala esta elefanta Dunga, enorme en el espacio que da
sombra a nuestros hijos e hijas. Una sombra que además de hacerles pasar un
buen rato entretenido, les permitirá reflexionar sobre cosas tan cotidianas, pero
a la vez tan difíciles, tan cercanas pero tan lejanas, como el amor, la paz, la
paciencia, el respeto, la limpieza, la no violencia, la acción correcta. Valores y
subvalores que sustentaron, sustentan y sustentarán a nuestra civilización y
que sólo pueden transmitirse a través de vivencias. Detallados cuidadosamente
después de cada relato para que no nos sintamos tan solos, tan confundidos o
tan perdidos, en el difícil arte de acompañar el crecimiento de nuestros niños y
jóvenes.
Utilizando en muchos de los doce relatos, el formato de la fábula, instrumento
moralizante ideal desde todos los tiempos dando vida a estupendos personajes
del reino animal. Luisa Comarazamy nos transmite sus historias interesantes
colmadas en lecciones de vida.
Dunga y la hormiguita, eso está claro, nunca será un padre sustituto, pero muy
bien cumplirá el papel en alguna que otra ocasión, llegando su mensaje como
deben llegar las cosas, en el momento oportuno, cuando el niño está preparado
para recibirlo. Entonces será imborrable en el corazón de niños y niñas ese
valor y más aún en el corazón del infante que cada uno de nosotros lleva
dentro.
Ana María MATUTE: El género que se introduce*
Ella es la cuarta mujer que ingresa a la Real Academia de la Lengua Española,
desde 1713. La primera se llamó Isidra Guzmán. La segunda fue Carmen
Conde y la tercera Elena Quiroga.
Ana María Matute es la autora de “Primera Memoria”, de “Olvidado Rey Gudú”.
Y “La torre vigía”, entre otras; la misma que afirma que la escritura es un oficio
muy difícil “y quien diga lo contrario o miente, o es un genio o es un desastre”.
Ella dice: “Escribir es un descubrimiento diario a través de la palabra, es lo más
bello y que se ha creado, es lo más importante de todo lo que tenemos los
seres humanos”.
Nacida en Barcelona hace 72 años, Ana María Matute ha dedicado su discurso
de ingreso a la Academia de la lengua, ni más ni menos que al elogio y defensa
de la fantasía y la imaginación porque son la esencia de su obra.
Matute expresa que escribir como oficio es una forma social y política de
protesta, además de método para sacar de uno mismo el malestar del mundo.
Fue durante su infancia que estalló la Guerra Civil española, lo que la deja
marcada: -“Todo era injusto e incomprensible. El mundo no era tal y como nos
lo habían explicado. Yo creo que nuestra generación dio tantos grandes
escritores, porque fuimos víctimas de un trauma muy fuerte”.
Si se interpreta a la ligera, la siguiente declaración de esta escritora resultaría
irrelevante, pero es esencial cuando observamos que toda su obra –reitero-,
gira a torno a la fantasía y la imaginación: “Al contrario de los otros niños,
empezó a gustarme ser castigada en el cuarto oscuro. Comencé a sentir y
saber que el silencio se escucha y se oye, y descubrí el fulgor de la oscuridad,
el incomparable y mágico resplandor de la nada aparente”.
O esta otra: “Así de reales eran aquellos mundos en los que me sumergía,
porque los llamados cuentos de hadas no son, por supuesto, lo que la mayoría
de la gente cree que son. Nada tienen que ver con la imagen que, por lo
general, se tiene de ellos: historias para niños, al menudo estupidizadas y
trivializadas a través de podas y podas “políticamente correctas”, porque
tampoco los niños responden a la estereotipada imagen que se tienen de
ellos”. “Pero en esas leyendas, en aquellos cuentos para niños que por otra
parte, fueron recogidos por escritores de talla de Andersen, Perrault y los
hermanos Grimm, por ejemplo, se mostraban sin hipócritas pudores las infinitas
gamas de que se compone la naturaleza humana. Y allí están reflejadas, en
pequeñas y sencillas historias, toda la grandeza y la miseria del ser humano”.
Para sembrar la reflexión, la búsqueda de una respuesta personal, debo hacer
el paralelismo con un consagrado de las letras universales, el colombiano
Gabriel García Márquez, quien declara en un extracto de entrevista realizada
por Plinio Apuleyo y recogida en el libro “16 cuentos latinoamericanos”, lo
siguiente: “Detestas la fantasía… ¿Por qué? –porque creo que la imaginación
no es sino un instrumento de elaboración de la realidad. Pero la fuente de
creación al fin y al cabo es siempre la realidad. Y la fantasía, o sea la invención
pura y simple a lo Walt Disney, sin ningún asidero en la realidad, es lo más
detestable que pueda haber, (…) porque tampoco a los niños les gusta la
fantasía. Lo que gusta es la imaginación. La diferencia que hay entre la una y la
otra es la misma que hay entre un ser humano y el muñeco de un ventrílocuo”.
(Me encantaría que cada uno de los lectores me enviara su interpretación de
esta frase. ¡Sera fan-tas-ti-co!)
Ana María Matute, ahora en 1998, nos exhorta: “No desdeñemos tanto la
fantasía, no desdeñemos tanto la imaginación, cuando nos sorprenden
brotando de las páginas de un libro trasgos, duendes, criaturas del subsuelo.”
“No olvidemos (…) que la palabra descubre, desentierra del olvido o de la
indiferencia futura aquello que nos hace distintos de las bestias (…) Ana María
Matute se nos descubre como una defensora de leyenda de la unión mágica
entre materia y espíritu, porque una no existe sin el otro y viceversa.
Por eso afirma: “La palabra es lo que nos salva. Pero no la poseemos sin más,
para utilizarla como un instrumento; si la tenemos es porque la consagramos a
la búsqueda sin fin de una palabra distinta, no común, laboriosa y
exaltadamente perseguida, pero que tan simple, tan sencilla resulta cuando la
hemos hallado.”
De muestra, este botón extraído de la página 248 de “La torre vigía”:
“Contemple las lágrimas de todas las madrugadas de la tierra; y vi al dragón, y
su lomo erizado de lanzas y guerreros (aquellos que venían de Septentrión):
lanzaban un grito largo, que yo reconocía: un grito que no movía las hojas, ni
los cabellos, ni las ropas de las gentes; al igual que otro viento, que ya nada
podía contra mí. Los guerreros arrojaron al aire sus lanzas, que se perdieron,
en oscura bandada, hacia las nubes. Luego, el dragón zozobro, y, al fin, se
hundió definitivamente en el vasto firmamento. De forma que pude contemplar
a mi pasado, a mi vieja naturaleza, a mis antiguos dioses, sueños y terrores,
tragados en el olvido”.
Como es natural, las últimas palabras, las tiene en este caso, Ana María
Matute y un tema que nos toca muy particularmente: “El niño es un ser solitario
porque no pertenece al mundo de los mayores. Siempre digo y repito que el
niño no es un proyecto de hombre, sino que el hombre es lo que queda de un
niño, que es un mundo total y cerrado y redondo, y ahí no entra nadie más que
su fantasía y otros niños. Los adultos no entran, y por eso es que es un ser
solitario; no porque no pueda expresarse, que lo hace perfectamente con los
suyos, y conmigo también. Yo me entiendo muy bien con los niños, no con
todos, ¿eh? A algunos se les ve en los ojos lo que van a vender en cuanto
puedan: esos no son niños. Hay gente que, aunque no lo parezca, no es niño
nunca, y eso se nota después”.
Conozcamos a través de su obra a esta mujer (la única), que a los 72 años
ocupa el asiento K de la Real Academia de la Lengua, quien nos conquista con
segura sencillez y originalidad.
Algo que decir sobre “Jinete de Nubes” de Lorealy Carrón
Por Chiqui Vicioso
Especial para La Nación
Oscar Holguín-Veras
Hace unos días me trajo Lorelay Carrón su último libro para la niñez
dominicana: “Jinete de Nubes”. Un libro que hoy celebramos porque son muy
contados los autores y autoras de literatura infantil en República Dominicana.
En mi lista, apenas unos catorce o quince, y de ellos sólo tres hombres: Rafael
Peralta Romero, Oscar Holguín Veras y últimamente el inefable y muy querido
amigo:SilvanoLora.
Este número de autores no niega el creciente interés que existe sobre este
género: la literatura infantil. Para sólo mencionar un caso debo referirme a la
poeta puertoplateña Johanna Goede, quien está trabajando en un cuento y
obra de teatro para niños y niñas sobre la vida de las Hermanas Mirabal.
Como ella, conozco a otras escritoras quienes están incursionando en el
género y ello me llena de alegría, sobre todo si recordamos que en este país
existen pocos precursores contemporáneos de literatura infantil, siendo una de
ellas Mechi Hernández con el suplemento de La Noticia, primero en su género
(donde Lorelay, por cierto, se inicia en estas lides) y Lucía Amelia Cabral.
Lorelay Carrón
Esto que digo no es nada nuevo, ni que se aplique exclusivamente a nuestro
país, donde una rápida mirada a la literatura dominicana nos presenta como
gran preocupada por la literatura para niños y niñas a la poeta petromacorisana
Carmen Martínez Bonilla, autora de algunos de los textos más poéticos en este
género, entre ellos: “El país de las hadas”, “Las caperucitas azules”, “Blanca
Nieve”, “La bella durmiente”, “El patito feo y la hora azul”. Estas versiones
dominicanas de algunos clásicos las llevó luego a la radio donde, junto con su
gran amiga Maricusa Ornes, los dramatizó en pequeñas obras de radioteatro.
Carmen Natalia Martínez Bonilla
Ni tampoco esta pobreza textual en República Dominicana fue una excepción.
Si revisamos la historia literaria más reciente del continente, y particularmente
la del grupo de mujeres escritoras que se distinguió como generación literaria,
hablo de las poetas pos-modernistas, o neo-románticas (como prefería
llamarlas Pedro Henríquez Ureña), nos damos cuenta de que en lo que a
literatura infantil se refiere, en Chile resuena un nombre fundamental: Gabriela
Mistral; en Uruguay se destaca Juana de Ibarborou, cuya selección de prosa y
poesía fue adoptada por las escuelas públicas en 1924, publicándose en 1925
“Ejemplario”, un libro dedicado a la enseñanza literario-moral, así como, 20
años más tarde, su libro “Los sueños de Natacha”, compuesto por cinco obras
de teatro para niños y sus tres biografías (Roosevelt, Sarmiento y Martí), las
cuales se llevaron al radio-teatro para la niñez, donde fue una precursora al
igual que Carmen Natalia en nuestro país.
En la Argentina es la poeta Alfonsina Storni la que combina la docencia con
recitales en escuelas de niños débiles mentales, ocupando en 1921 la cátedra
para niños en el Teatro Infantil de Labarden, donde escribe obras teatrales para
niños y niñas como “Polifenia” y “La Cenicienta”, y tres obras de teatro infantil
reunidas bajo el título de “Dos farsas pirotécnicas.
Si las menciono es porque ellas no sólo subrayaron la carencia generalizada de
autores y autoras de literatura infantil, sino porque también simbolizan la fusión
de la vocación creadora con la magisterial, algo que aquí autoras como Eleanor
Grimaldi, Fiume Gómez, Margarita Luciano y doña Aída Bonnelly vienen
conjugando desde hace tiempo, en la vieja tradición martiana de La Edad de
Oro.
Aída Bonnelly
Hay razones pues para celebrar, primero el que el número de escritoras en
este género se esté ampliando, segundo el que sigan produciendo textos que
como éste último de Lorelay van incorporando poco a poco la realidad racial y
cultural dominicana.
De hecho eso es lo primero que celebramos, es decir, la evolución desde un
texto como “Roberta, la Elefanta Roja y Coqueta”, texto sencillo, rimado y
breve, a “Jinete de Nubes”, donde el protagonista es un niño mulato, como casi
todos los niños dominicanos, y mulatos y negros, son también sus amiguitos.
De igual modo, el paisaje es fácilmente identificable como el paisaje urbano de
Santo Domingo, ambos junto con el lenguaje correcto y diversificado, logro de
este texto, así como la superación de la enfermedad a través del sueño, de la
imaginación que es y siempre será un viaje al infinito sea éste el cielo y las
estrellas, o el mundo interior de cada niño y niña.
¿Qué falta en este cuento?
Los maravillosos acertijos y juegos de “Y se los Llevó el Sol”, que tan
entretenida hicieron su lectura para niños y adultos. Es mi humilde opinión que
esta tradición, que también convierte los libros en instrumentos de docencia, se
retome en los próximos cuentos que escriban Lorelay y sus compañeros y
compañeras de oficio.
¿Futuros desafíos?
En un país donde la niñez lee cada vez menos, por el reino de la televisión, el
nintendo y los juegos electrónicos, hacer de los libros infantiles el primer
escalón hacia el teatro, los títeres, el CD, o los casettes, tarea en la cual las
empresas que se especializan en productos de consumo para la niñez, como
en este caso Baskin Robbins, pueden aportar el apoyo material necesario.
Ojalá que esta reunión también sirva para calendarizar futuros encuentros
donde hacer saltar la imaginación creadora colectiva, en esta búsqueda
urgente y maravillosa que es enseñarle a la niñez que existe más de una
realidad, más de un mundo, más de una explicación a lo que perciben, o a lo
que les han enseñado, donde ellos tienen un espacio para recrear y escribir la
realidad, para imaginarla, y no tener que decir, como el gran poeta alemán
Rainer María Rilke:
“Me espantan las palabras de los hombres.
Dicen todo con harta claridad:
Esto se llama perro, aquello casa,
y aquí está el principio y allí el fin”.
¡A galopar, a galopar… con el “Jinete de nubes” de Lorelay Carrón!
Si Lucía Amelia Cabral saludaba con esa gracia y propiedad que Dios le ha
dado con “Albricias” a “Chiví, 100 adivinanzas nuevas” de Brunilda Contreras
(el más vendido de la pasada Feria del Libro), yo muestro mi júbilo oceánico
por el nacimiento de “Jinete de nubes”, la nueva obra de la escritora Lorelay
Carrón ¡Todo un regalo para la infancia!
Lorelay Carrón
La literatura infantil dominicana da sus frutos, aunque no sean muchos los que
se entreguen a esta vocación, tal y como expresa la escritora Chiqui Vicioso,
presentadora de la nueva producción, quien pone fe en los artistas
consagrados que actualmente incursionan en esta vertiente (Silvano Lora y la
puertoplateña Johanna Goede).
Chiqui Vicioso destaca en “Jinete de nubes”: “…el lenguaje correcto y
diversificado (…) la superación de la enfermedad a través del sueño, de la
imaginación que es y siempre será un viaje al infinito, sea éste el cielo y las
estrellas, o el mundo interior de cada niño o niña”.
Para nosotros, los frutos de la literatura infantil dominicana son cada vez más
jugosos. Hay una gama de verdes en diferentes tonos hacia la madurez:
algunos son modestos y precarios, otros muestran la brillantez en su contenido
y una pobrísima ilustración, otros más decaen por la mala impresión; está el
bien impreso pero de contenido malo… ¡En fin! Aunque la mayoría esta
“zarazo” a medida que pasa el tiempo, las nuevas obras se acercan más y más
a la apetitosidad, conjugando las lustrosas cáscaras (diseño, portada,
ilustraciones, separación de colores, impresión), la pulpa (diagramación,
dibujos, ilustraciones…) y la semilla (mensaje, goce estético, belleza de las
palabras, concepto…) es un alimento cada vez más digno para nutrir a nuestra
infancia.
Tenemos por guía la investigación del apreciado intelectual Miguel Collado,
quien con “Una bibliografía preliminar de la literatura infantil dominicana (1821-
1990)”, nos contagia su fe, dedicación y optimismo en las letras dominicanas al
demostrar que aquí se escribe para la infancia y se escribe bien, desde hace
tiempo, por lo que recoge 156 títulos.
¿Por qué los que muestran talento en estas artes tienen que esperar tanto para
lograr un producto idóneo? Esa respuesta todo el mundo la sabe. La literatura
infantil no está considerada como negocio o inversión, pero comienza a
posicionarse.
Tal vez eso es lo que nos propone Lorealy Carrón con su “Jinete de nubes”:
—“Ese no es el modo de enfrentar un problema —les dijo el Jinete de Nubes —
Hay que darle la cara a…”
¡Cada autor tendrá su propia Nube Feroz!
Ciertamente, hay que juzgar a un autor por el volumen total de su obra. Hay
que probar, no en un opúsculo inspirado como padre/madre, tío, maestra… en
la moral o la educación, sino en un trabajo consistente que haga transparentes
vocación y capacidad.
Portada de la obra provisional en lo que scaneamos
“Jinete de Nubes” en tan sólo 16 páginas, el tercer libro de Lorelay Carrón (el
segundo fue “Y se los llevó el Sol”), demuestra claramente que la calidad y la
cantidad pueden ser independientes una de la otra.
Me refiero a que aunque un autor produzca un único aporte feliz, está haciendo
historia. Pienso en Manuel García Arévalo y “La primera comunión de Laura”,
preciosamente ilustrado por Arlette Simons y muy bien impreso. Este libro se
convirtió para mí en un paradigma desde su publicación en 1990, pues conjuga
lo que precisa la obra infantil: Calidad de contenido y diseño hermoso, con
buena edición.
Claro que no es el caso de Lorelay, trabajadora incansable detro del campo de
la Literatura Infantil. Ella transmite en sus textos la coherencia de una
personalidad centrada, madura y capaz de responder a los imprevistos con
certeza porque posee un universo cultural muy amplio. Podría decirse que
tienen la imagen ideal de la escritora para la infancia aunando el conocimiento
y la complicidad con los más pequeños. Además de la sonrisa presta y la
orientación segura. Es profesional. Es madre. Es esposa. Es artista.
Lorelay Carrón escribe literariamente, no como madre, no como educadora y
sin embargo como ambas, porque un artista es esencialmente él o ella y esa
autenticidad es lo que vale realmente. Dibuja, ilustra, conoce los secretos de
las artes gráficas, de las separaciones de colores y las tipografías, de las
texturas y los degradados… y lo más importante ¡Lorelay conoce el alma de los
niños!
Por este conocimiento, la autora nos regala un libro pleno de coloridos,
equipado con certeras ilustraciones a cargo del joven profesional Henry Cid,
armado con tapa dura para resistir la maravillosa energía de sus destinatarios y
atinado en la selección étnica de los personajes, representando a la mayoría
mulata del país. Además, hay que mencionar la calidad de impresión de Editora
Taller para “Jinete de Nubes”, otro indicio de la madurez alcanzada por uno de
los elementos vitales del progreso de la literatura infantil en Dominicana.
La escritora y los medios de comunicación
Eran los años 70. Lorelay Carrón de la mano de Chiqui Vicioso llegó un día al
suplemento infantil de La Noticia, donde trabajó con la prestigiosa educadora
Mechy Hernández. Fue el primer esfuerzo exitoso de un medio de
comunicación impreso por suministrar a la población un producto hecho por
especialistas dirigido exclusivamente a la infancia.
La primera obra literaria de Lorelay Carrón, escrita e ilustrada por ella misma,
“Roberta: elefanta roja y coqueta” fue publicada en 1982, con 14 páginas. Un
aporte de indudable calidad que perdura y cuya aceptación de parte de los
niños he comprobado muchas veces.
Lorelay incursionó en la televisión y en la radio, siempre con la infancia como
público. Esto, sumado a su labor en los diarios El Siglo, con su excelente
Página para niños, que salía dos veces por semana, más su actual trabajo
como editora en el Listín Diario, especialmente en Al Compás, consolidan una
carrera dedicada con esmero a la comunicación con la infancia desde
diferentes medios.
Mención aparte merece su paso por la fenomenal revista Tobogán porque es
allí donde publica, durante el año 1987 sus brillantes trabajos: “¡Un día, pero un
día!”, “Una historia de culebras”, “Arturo, un ratón feliz” y el cuento que hoy se
ha convertido en libro: “Jinete de Nubes”.
Considero necesario hacer un paréntesis para resaltar la preocupación tangible
de Miguel Cocco y de su esposa Minerva González, de Fondo Editorial,
quienes fueron los pioneros en crear esta revista y que empezaron a dar apoyo
a los escritores de literatura infantil. Ahí está Tobogán, La Enciclopedia del
Niño, formando generaciones de dominicanos lectores.
Con una proyección trascendente, libros como “Jinete de Nubes” están
destinados a las escuelas dominicanas para ser instrumentos de formación
intelectual y emocional para la infancia, utilizados por profesionales:
Psicólogos, pedagogos, animadores… De esta manera el artista se pone al
servicio de las ciencias para construir el mundo que queremos y forjamos día a
día.
De nuevo manos amigas de la empresa privada asisten a la publicación dirigida
a la infancia: La Fundación Arturo J. Pellerano Alfau y la cadena de heladerías
Baskin & Robbins contribuyen con el regalo a nuestros niños.
Gracias a Dios, cada día hay más empresas conscientes de los beneficios
sociales de este tipo de apoyo a la cultura, que al mismo tiempo redunda en
buena imagen para las compañías ¡Bien!
Y si el pequeño jinete creado por Lorelay Carrón monta en las nubes para
surcar los cielos con su fe y determinación, enfrentando las dificultades, más
coraje nos contagiará para publicar los nuevos libros de la literatura infantil
dominicana del mañana, comprometidos desde ya con igualar o superar la
excelente calidad de “Jinete de Nubes”.
Que la imaginación se afiance. Que la ilusión se haga emperatriz en el Reino
de Fantasía. Que la magia nos ilumine como el sol y la luna, para que cada
niño (bien sano), cabalgue sobre su nube por los cielos de Quisqueya en la
hora de la diversión, la educación y el amor.
El Círculo Dominicano de Escritores para Niños y Jóvenes por Leibi NG
Margarita Luciano, Lucía Amelia Cabral, Eleanor Grimaldi y Leibi NG
Desde hace cinco años nos estamos reuniendo cada quince días en casa de
Lucía Amelia Cabral o en casa de Aída Bonnelly de Díaz. Somos doce adultos.
Doce creadores. Cada quien con sus intereses particulares y más de uno en
común
El Círculo Dominicano de Escritores para Niños y Jóvenes no tiene estatutos
escritos pero sí una declaración de principios y un código particular de
comportamiento.
Para nosotros, la literatura infantil es la literatura misma. Así como no
disminuimos a los niños ni a las niñas porque respetamos profundamente sus
espíritus en formación, no hacemos literatura menor por respeto a los
destinatarios de nuestras producciones y hacia nuestro propio trabajo.
En el caso del Círculo Dominicano de Escritores para Niños y Jóvenes, la
mayoría ya tenía un trabajo intelectual y público cimentado de cara a la
sociedad. La unión nos ha servido como estímulo para incentivar nuestras
creaciones, compartiendo más que como colegas, como amigos y sintiendo
que el logro de cada uno es un logro de todos.
Aída Bonnelly de Díaz, maestra en las artes literarias (y en la música, en la
crítica de arte, en el periodismo especializado y otros) es una promotora
constante de la actualización, la innovación y la creación. Tanto así que cuando
no llevamos nada nuevo para compartir se enoja suavemente. Aída Bonnelly es
concisa y como dice el guatemalteco Augusto Monterroso: “La concisión es
algo elegante”. Aída tiene un hermoso libro de cuentos en imprenta que
esperamos disfrutar en noviembre próximo.
Lucía Amelia Cabral es la anfitriona por excelencia. Su originalidad, su
personalidad literaria es un ejemplo de firme sensibilidad siempre dispuesta a
la superación y a la búsqueda de la belleza que ella entiende como perfección.
Creo que aunque todos los entendidos conocen el trabajo de Lucía Amelia, no
se le ha hecho justicia en su difusión ya que su manejo del idioma es
sumamente hermoso y posee lo que otros estamos trabajando: estilo personal.
Brunilda Contreras y Lucía Amelia Cabral
Brunilda Contreras es una estrella luminosa. Desde que le cogió con escribir de
memoria sus costumbres campesinas tiene un calificativo que ya quisieran
muchos: “auténtica”. Es incansable creadora y pronto nos regalará dos
producciones recientes: una en este mes y la otra (maravillosa) en el que sigue,
si Dios quiere; ambas editadas por Lucía Amelia Cabral.
De Eleanor Grimaldi hay constancia suficiente en sus libros de poesías y
cuentos de que dentro de todo su quehacer como educadora (hoy Vicerrectora
Académica de la Universidad Interamericana –UNICA-), y de sus obligaciones
como madre, esposa, hija y abuela joven, tiene tiempo para regalarnos sus
palabras en versos y en prosa.
Margarita Luciano de Sang, mi paisana, es una de las mujeres que admiro
abiertamente. Siendo matemática es literata, lo que sorprende a muchos que
no acaban de desprejuiciarse con esta ciencia. Ella ha inventado y llevado a la
fabricación un “Multioperatorio” que ayuda a los estudiantes a aprehender
matemáticas y lógica con materia de alambres, madera coloreada y marcos
perfectos. De esta manera los conceptos abstractos se fijan en la mente con
seguridad. Margarita ha publicado tres libros entre 1996-1997, uno de ellos en
colaboración con Eleanor Grimaldi, compañera de muchos años en las lides
literarias dirigidas a los infantes. También ha grabado ¡ella misma! un vídeo con
juegos y canciones tradicionales de nuestro país porque no quiere que se
pierdan y porque su felicidad es que los niños aprendan y se diviertan mientras
lo hacen.
Nelly García es una escritora profundamente preocupada por lo social, el
entorno y la moral. Su sensibilidad la arropa, su lucha no tiene tregua. Es una
de las creadora mejor conectadas con los más pequeños pero siempre
alejándose de facilismos y ñoñerías.
Nuestro único compañero por el momento, es Rafael Peralta Romero es muy
conocido en los medios literarios y periodísticos. Tiene la vida entera ejerciendo
oficio y vocación. Él pone una nota particular cuando se hace escuchar con su
hablar pausado, narrando historias divertidísimas y llenas de ingenio muy
dominicano. Sus versos de originales nombres, “Un chin de caramelo”, tiernos,
sencillos, paternales, representan con dignidad a su género.
Otras integrantes del Círculo como Lorelay Carrón de Tejada, Aidita Selman, y
Marianne de Tolentino brillan en el firmamento literario, artístico y periodístico
nacional con logros que no requieren recordación. No asisten a reuniones
regularmente pero tenemos una comunicación constante y participan de la
filosofía total que nos llevó a juntarnos: creación artística literaria dirigida a los
niños y jóvenes con todo lo que ello envuelve.
Quien esto escribe, Leibi NG, con dos libros en preparación y sin ninguna prisa,
ya que cada instante de mi vida aprendo de los que más saben, está más que
orgullosa de tener de compañeros a tan ilustres personalidades.
Uno de los más importantes logros de nuestro Círculo es un libro colectivo (casi
en imprenta) que trata libremente un tema de nuestra cultura en un mágico
volumen que demuestra lo versátil de la creación literaria infantil dominicana:
LA CIGUAPA, nuestra auténtica leyenda de monte escrita para las niñas, los
niños: los jóvenes.
Obras cumbres
PALABRAS DE LEIBI NG para ZOO-VERSOS
El ser humano, en la aurora de la vida, cuando gatea, siente atracción por los
animales y sus sonidos. Cientos de canciones a los animales de la granja lo
atestiguan. Igual, los dibujos animados y las películas dirigidas a los niños, a
menudo son fábulas como el Rey León para mencionar solo una. Miles de
juguetes recrean a los animales, desde dinosaurios a ponis. No es extraño que
mucha literatura infantil tenga como protagonistas a los animales. Zoo Versos
de Arsenio Jiménez Polanco es una propuesta original que viene a sumarse
con la sencillez y la eficacia de la palabra bien empleada, como en estos
versos:
Dios es muy sabio
para cada tarea
hizo un caballo.
La creación de Arsenio a partir de la fórmula poética llamada haiku, vale decir:
tres versos de cinco, siete y cinco sílabas respectivamente, ofrece una visión
del reino animal novedosa e interesante.
Si la fuerza del haiku es abarcar conceptos con el mínimo de palabras,
encerrando en lo mínimo lo máximo, las descripciones de los diferentes
animales, resulta un reto.
Pienso que Arsenio se ha retado a sí mismo al lanzar una propuesta de cuya
continuidad no hay nada escrito, aún. Hay miles de haikus de animales, pero
poemas que salen del poema sobre el mismo tema, en versos conexos, que es
lo que el poeta propone en esta obra, no. Pongo un ejemplo:
Elefante
El elefante
parece una montaña
con cuatro patas.
Nariz que es trompa
bebe y come por ella
don elefante.
Contra el calor
dos grandes abanicos
son sus orejas.
Si el escribiera
cuentos nos narraría
por su memoria.
Cien hombres juntos
no pesarán lo mismo
que un elefante.
Por el marfil
peligra su existencia
aunque haya veda.
©Arsenio Jiménez Polanco
Si los tomáramos de uno en uno, algunos funcionan, otros no. Es por ello que
Zoo Versos está hecho como obra completa de factura novedosa, inédita.
Ofrecer a los niños un estímulo y a los adultos una herramienta, para saciar un
poquito la necesidad de saber, de conocer y aprender sobre los animales, es
admirable. Debo mencionar al gran escritor de Sosua, Omar Messón quien
aporta a la literatura infantil y juvenil dominicana su obra “Animalarium”, Premio
Delia Quesada, 2012, que recoge inolvidables versos sobre animales de tierra,
agua y aire, a lo que se suma Arsenio Jiménez con Zoo Versos.
La propuesta de Zoo Versos es abarcadora de todas las divisiones de la fauna.
No se limita el autor a la nativa; se expande. Curiosea por el mundo para
entregar versos puntuales que marcan las diferencias del “don” o la “doña” que
resalta.
Viste de negro
con suave terciopelo
la golondrina.
Aquí hay un apretado juego entre lo serio, lo elegante y la gracia que me hace
pensar que el asunto apenas comienza, pues ya siento que la oferta se
expandirá. No será raro ver que los lectores, a quienes van dirigidos estos
haikus*, imitarán al autor y tratarán de crear su propia fauna. Igual puede pasar
con los padres y maestros, para seguir el rastro.
Será interesante el juego de palabras, la diversión de barajar los versos, de
probar cómo quedan si se alteran, adivinar el animal del que hablan, descifrar
el enigma, descubrir esta nueva forma de ver la fauna con inteligencia y
sagacidad.
Zoo Versos se presta para el juego y esa, señoras y señores, es la mejor
manera de aprender.
Come y crece, una guía divertida que enseñará a comer a los más pequeños
de la casa
El reconocido cirujano plástico dominicano Dr. Luis López Tallaj, pretende concienciar a losniños y a sus progenitores sobre cuáles son los nutrientes necesarios para desarrollarse.Biblioteca Infantil y Juvenil.- “Come y crece” es una guía destinada a concienciar a losmás pequeños y a sus padres sobre los diferentes tipos de nutrientes que requiere el cuerpopara desarrollarse, a la vez que explica cuáles son los alimentos ideales para mantenernos
Literatura infantil
Se entiende por literatura infantil la literatura dirigida hacia el lector infantil, es decir, el conjunto de textos literarios que la sociedad ha considerado aptos para los más pequeños, al igual que todos los textos adoptados por los lectores más jóvenes como propios, pero que en origen se escribieron pensando en lectores adultos (por ejemplo Los viajes de Gulliver, La isla del tesoro, El libro de la selva, o Platero y yo). Podríamos definir entonces la literatura infantil (y juvenil) como aquella que también leen niños (y jóvenes).En otro sentido del término, menos habitual, comprende también las piezas literarias escritas por los propios niños. Por otro lado, a veces se considera que el concepto incluye la literatura juvenil, escrita para o por los adolescentes; pero lo más correcto es denominar al conjunto literatura infantil y juvenil.
HISTORIA LITERATURA INFANTIL
a crítica literaria moderna considera esencial el carácter de "literatura" dentro
de este tipo de escritos, por lo que hoy se excluye, de la producción actual los
textos básicamente morales o educativos, aunque todavía siguen primando
estos conceptos en toda la LIJ dado el contexto educativo en el que se
desarrolla su lectura. Esta es una concepción muy reciente y casi inédita en la
Historia de la Literatura.
La literatura para niños ha pasado de ser una gran desconocida en el mundo
editorial a acaparar la atención del mundo del libro, donde es enorme su
producción, el aumento del número de premios literarios de LIJ y el volumen de
beneficios que genera. Esto se debe en gran parte al asentamiento de la
concepción de la infancia como una etapa del desarrollo humano propia y
específica, es decir, la idea de que los niños no son, ni adultos en pequeño, ni
adultos con minusvalía, se ha hecho extensiva en la mayoría de las
sociedades, por lo que la necesidad de desarrollar una literatura dirigida y
legible hacia y por dicho público se hace cada vez mayor.
La concepción de infancia o niñez, no emerge en las sociedades hasta la
llegada de la Edad Moderna y no se generaliza hasta finales del siglo XIX. En
la Edad Media no existía una noción de la infancia como periodo diferenciado y
necesitado de obras específicas, por lo que no existe tampoco, propiamente,
una literatura infantil. Eso no significa que los menores no tuvieran experiencia
literaria, sino que esta no se definía en términos diferenciados de la experiencia
adulta. Dado el acaparamiento del saber y la cultura por parte del clero y otros
estamentos, las escasas obras leídas por el pueblo pretendían inculcar valores
e impartir dogma, por lo que la figura del libro como vehículo didáctico está
presente durante toda la Edad Media y parte del Renacimiento. Dentro de los
libros leídos por los niños de dicha época podemos encontrar
los bestiarios, abecedarios o silabarios. Se podrían incluir en estas obras
algunas de corte clásico, como las fábulas de Esopo en las que, al existir
animales personificados, eran orientadas hacia este público.
Llegado el siglo XVII, el panorama comienza a cambiar y son cada vez más las
obras que versan sobre fantasía, siendo un fiel reflejo de los mitos, leyendas y
cuentos, propios de la trasmisión oral, que ha ido recopilando el saber de la
cultura popular mediante la narración de estas, por parte de las viejas
generaciones a las generaciones infantiles. Además de escribir estas obras
o cuentos, donde destacan autores como Charles Perrault o Madame Leprince
de Beaumont, destaca la figura del fabulista, como Félix María de
Samaniego o Tomás de Iriarte. En esta época, además, ocurren dos
acontecimientos trascendentes para la que hoy se conoce como Literatura
Infantil, la publicación, por un lado, de Los viajes de Gulliver-Jonathan Swift- y,
por otro, de Robinson Crusoe -Daniel Defoe-, claros ejemplos de lo que todavía
hoy, son dos temas que reúne la LIJ: los relatos de aventuras y el adentrarse
en mundos imaginados, inexplorados y diferentes.
https://www.youtube.com/watch?v=vV5zX3IAIrw