María era una joven que - Fustero

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María era una joven que vivía en Nazaret, un pueblecito de Israel.

María amaba a Dios y esperabaque viniese el

Mesías, el Salvador del

mundo.

Un día, mientras estaba en su casa, se le apareció un ángel del Cielo.

Le dijo que había sido elegida para ser la mamá del Salvador, el Mesías prometido.

María dijo que estaba

dispuesta a ser su mamá.

El ángel le informó de que su prima Isabel, que era ya muy

mayor, iba a tener también

un bebé.

María se fue a ver a su prima Elisabet.

Cuando se vieron, el bebé de Elisabet se movió de alegría.

Juntas, alabaron a Dios con cánticos.

Cuando José, su prometido, se enteró de que estaba

embarazada quiso dejarla en secreto.

Por la noche, un ángel se le apareció en un sueño para decirle que el hijo de María

era Hijo de Dios.

Añadió que se casara con ella, y que le pusiera al niño por nombre JESÚS, porque Él salvaría al mundo de sus

pecados.

Después de casarse, hubo una orden del EmperadorCésar Augusto en la que se pedía que cada uno fuese al

lugar donde había nacido para empadronarse(apuntarse en una lista).

José y María se pusieron de camino desde Nazaret hasta Belén, donde había

nacido José.

María estaba ya a punto de tener el

bebé.

Dios les acompañó durante el viaje.

Cuando llegaron a Belén comenzaron a buscar alojamiento.

Todo estaba lleno porque habían venido muchos a empadronarse allí.

Así que no encontraron sitio en ningún lugar.

Un posadero les permitió que se quedasen en el establo, y allí fueron a instalarse.

María lo envolvió en pañales y lo acostó en el

pesebre.

Jesús nació en un lugar humilde para que, no importa si eres rico o

pobre, puedas aceptarlo como tu Salvador.

Unos pastores que cuidaban sus rebaños comentaban entre ellos sobre la venida del Mesías, y esperaban su venida pronto.

De repente, un ángel apareció delante de ellos y les dijo:

“No tengáis miedo, porque os traigo una buena noticia que será motivo de gran alegría para todos: Hoy os ha nacido en el pueblo de David un salvador, que es el Mesías, el Señor. Como señal, encontraréis al niño envuelto en pañales y acostado en un pesebre.”

Entonces, se dejó ver en el cielo un gran coro de ángeles, que cantaban:

Los pastores fueron corriendo a ver lo que los

ángeles les habían anunciado.

Al llegar al establo

encontraron a José, a María y al

niño Jesús, tal como les había dicho el ángel.

Al entrar, comenzaron a contar lo que el ángel les había dicho y lo que el coro de ángeles había cantado.

María guardaba todo esto en su corazón.

Después de adorar a Jesús, regresaron dando gloria y alabanza a Dios por todo lo que habían visto y oído, pues todo

sucedió como se les había dicho.

Contaban a todos los que se encontraban lo que les

había ocurrido y cómo había nacido el Mesías.

40 días después de haber nacido, José y María

llevaron a Jesús al templo para presentarlo. Tal

como la Ley lo decía, llevaron dos palominos o

dos tórtolas como ofrenda.

Simeón era un hombre justo, que adoraba a Dios y esperaba al Mesías.

Por inspiración del Espíritu Santo acudió al templo. Viendo al niño, lo tomó en sus brazos y profetizó:

“He visto la salvación que has comenzado a realizar ante los ojos de todas las naciones, la luz que alumbrará a los paganos y que será la honra de tu pueblo Israel.”

Unos sabios que estudiaban, entre otras cosas, astronomía (el movimiento de las estrellas), notaron que había una estrella nueva y comenzaron a investigar.

Encontraron que esa estrella anunciaba que había nacido el Mesías, el Rey de Israel, gracias a la antigua profecía de Balaam.

Decidieron

seguir la

estrella y

ésta les llevó

hasta

Jerusalén.

Al llegar,

preguntaron

a todos

dónde había

nacido el Rey

de los judíos,

pero nadie

supo

contestarles.

Estas noticias llegaron hasta el rey Herodes, que los llamó a su palacio.

Los sacerdotes dijeron que el Mesías nacería en Belén de Judá.

Los magos salieron de Jerusalén y volvieron a encontrar la estrella que les guio hasta Belén.

Cuando llegaron a la casa donde estaban alojados José, María y Jesús, entraron y adoraron al niño.

También le entregaron ricos regalos:

ORO, INCIENSO y MIRRA.

“Tanto amó Dios al mundo, que dio a su Hijo único, para que todo aquel que cree en él no muera, sino que tenga vida eterna”

Juan 3:16