Post on 18-Mar-2016
description
NARCOTRAFICO Y ABUSO DE SUSTANCIAS ILEGALES EN ARGENTINA.
DE UN PAIS DE TRANSITO A UN PAIS DE CONSUMO.
MARTIN VERRIER
LICENCIADO EN RELACIONES INTERNACIONALES, PROFESOR DE POLITICA EXTERIOR ARGENTINA Y TEORIA DE LAS RELACIONES INTERNACIONALES EN LA UNIVERSIDAD DE BELGRANO. MAESTRANDO EN ESTRATEGIA Y GEOPOLITICA, IESE.
VERRIERM@GMAIL.COM
HIGHLIGHTS DEL INFORME.
- El consumo de Marihuana y Cocaína aumentaron un 213% y un 117% respectivamente.
- El mercado total solo de consumo de cocaína en el país mueve unas 73 toneladas anuales por unos 3229 millones de pesos.
- El mercado total de marihuana mueve unas 108 toneladas anuales por 348 millones de pesos.
- Un 10% de la población carcelaria delinquió con el objetivo de conseguir fondos para estupefacientes.
- Entre los condenados, la cocaína, es la droga ilegal con mayor presencia en la comisión de ilícitos.
- Los delitos de drogas aumentaron un 100% desde 2003.
- El costo estimado del abuso de drogas ilegales para la Argentina en el año 2008 ascendía a 1074 millones de dólares anuales, equivalente al 0,80% del PBI.
- Se incauta menos del 7% de la droga que ingresa al país.
INTRODUCCION
La aparición de carteles, sicarios, cocinas, “transas” y “dealers” han resultado una novedad para la agenda periodística y política de Argentina los últimos 5 años. Pareciera que este país ha descubierto la existencia de la droga y el narcotráfico en el último lustro, y solo desde entonces se alarma por el transito, consumo y exportación de la misma desde el país.
El objetivo general del presente trabajo es presentar al lector la posibilidad de acceder a un documento simple, donde consten sistematizadas y entrecruzadas la información y las estadísticas disponibles en organismos oficiales e internacionales sobre el tráfico, oferta y demanda de drogas principalmente en el país.
De este modo se intenta brindar al lector la posibilidad de tomar la real dimensión de esta amenaza en nuestro país, evitando reduccionismos y exageraciones muchas veces impulsadas por la prensa, otras veces por algún grupo de interés y otras veces simplemente por la opinión pública.
Asimismo se busca dimensionar el problema de las drogas ilegales en Argentina. Es por ello que el lector se encontrara con un capitulo especialmente dedicado a la relación que existe entre el consumo de drogas y el crimen, intentando enfocar dicha relación desde la perspectiva más objetivamente posible , explicando detalladamente dicha relación aunque evitando la simple criminalización del consumidor.
El lector también encontrara referencia al efecto que produce el narcotráfico y subsidiariamente el aumento en el consumo de drogas sobre la cohesión familiar, el sistema de salud y la economía de los estados. También en este caso se intenta una aproximación objetiva al problema, explicando y fundamentando posiciones en información cuantitativa y cualitativa.
Para ello se han utilizado como fuentes documentación disponible en la Oficina para las Drogas y el Crimen de las Naciones Unidas (UNODC), información de la SEDRONAR y otras fuentes de organismos oficiales y de la prensa alrededor del mundo.
En conclusión el lector podrá encontrar información sobre la evolución del narcotráfico en el país, su peso en términos económicos, sus consecuencias institucionales e individuales y como corolario se sugieren una serie de medidas especialmente destinadas a cercenar la oferta de estupefacientes aunque reconociendo la importancia y necesidad de contar también con una estrategia de reducción de la oferta.
Metodología.
¿Cuánta droga se consume, a que valor? Estas son algunas de las preguntas que no pueden contestarse con certera exactitud. Su condición de actividad ilegal, dificulta la estimación cuantitativa exacta de las dimensiones de esta problemática y sus consecuencias. Sin embargo, tanto Naciones Unidas como otras organizaciones gubernamentales y no gubernamentales han podido llevar a cabo algunas estimaciones en base a rigurosos métodos en general inspirados en aquellos utilizados por a economía política.
El presente estudio utiliza fuentes cuantitativas secundarias fundadas en información e investigaciones provenientes de la Oficina de Naciones Unidas para la droga y el crimen, SEDRONAR, DEA, y otras organización que ha llevado a cabo investigaciones científicamente rigurosas utilizando metodologías mas conocida por la sociología, la ciencia política y la economía.
A modo de ejemplo, en el presente estudio, cruzando datos fue posible establecer el estimado de cuanta cocaína y marihuana se consume hoy en Argentina. Se tomo como base el consumo promedio mensual individual estimado por un estudio de SEDRONAR, al que se le actualizo el nivel de prevalencia de consumo informado por el World Drug Report 2010 y al cual también se le actualizaron los precios promedio por Kilogramo de mercadería reportados por la prensa.
Subsidiariamente se recurrió a fuentes secundarias cualitativas , especialmente en lo que se refiere a la consecuencias del abuso de sustancias ilegales, consecuencias que tienen que ver con lo social , familiar y político. Aquí resultan valiosos los hallazgos realizados por estudios del SEDRONAR.
El cruce de estas fuentes secundarias cuantitativas y cualitativas ha permitido alcanzar el objetivo primario de determinar cuál es el lugar que alcanza hoy argentina en el comercio internacional de drogas ilegales. También habilito alcanzar el objetivo secundario de determinar cuáles son las consecuencias para el estado y para el individuo de esta situación.
1
EVOLUCION DEL NARCOTRAFICO EN LA ARGENTINA
2000-2010
Para comprender el papel que hoy la Argentina juega en la cadena internacional
de comercialización de drogas ilegales es necesario previamente entender cómo funciona
es que funciona esta cadena. La globalización es aprovechada por las grandes
organizaciones criminales para aprovechar las “ventajas comparativas” de cada estado al
momento de elaborar .Por ejemplo, en la cadena de comercialización de la cocaína,
básicamente, entre el productor rural y el minorista en Europa, se pueden detectar 7
etapas de comercialización que se detallan a continuación.
En una primera etapa, el agricultor produce la materia prima natural necesaria
para la sintetizacion de droga. En el caso de la cocaína, el primer eslabón lo constituye el
productor de hojas de coca. Estos productores pueden ser o bien productores
independientes, formar parte de “cooperativas” o directamente ser parte de las grandes
organizaciones criminales. En general, los productores suelen ser independientes por dos
motivos. El primero tiene que ver con que los productores buscan reducir riesgos, y si un
productor es atrapado puede ser fácilmente reemplazado por otro. En segundo lugar, los
productores de drogas no encuentran grandes ventajas económicas en el cultivo. Para dar
una dimensión de lo que significa en términos económicos, esta etapa significa solo el
1,5% del valor total percibido por la cocaína vendida en Estados Unidos o Europa.1
La segunda etapa está protagonizada por quienes se encargan de confeccionar la
denominada pasta base. Estos venden el producto a los grandes traficantes que, o bien
1 United Nations Office on Drugs and Crime, World Drug Report 2010, p.77.
exportan esta pasta base a otros países, o las trasladan a otro lugar para ser convertida en
clorhidrato de cocaína.
Los grandes traficantes subcontratan el transporte de la sustancia dentro del país
productor hasta el lugar desde donde será exportada ilícitamente.
Desde aquí, la pasta base o clorhidrato de cocaína es enviada a un país fronterizo
con el mercado final. Estos pueden ser México, Centroamérica, Venezuela, y en los
últimos años, Argentina (ver mapa en anexo)
En lo que sería la quinta etapa, las organizaciones narcotraficantes suelen
subcontratar el tráfico interfronterizo a bandas especializadas en esa actividad. Algunas
otras utilizan recursos propios destinados a este fin.
En la sexta etapa, la droga llega a las grandes organizaciones en el país de
consumo. Estos “reducen” la droga mezclándola con otras sustancias para aumentar su
rinde.
Finalmente en la séptima y última etapa, la droga es nuevamente reducida con
otras sustancias por los traficantes minoristas para ser vendida al consumidor final. ¿Qué
lugar en estas 7 etapas ocupa hoy Argentina?
Para responder a esta pregunta será necesario analizar la evolución del
narcotráfico en el país. Debido a que los narcotraficantes no suelen presentar balances
anuales, basare el análisis en comparar entre los años 2000 y 2010 la porción de la
población entre 18 y 65 años que consumió determinados tipos de drogas ilegales el
último año y su ubicación relativa en el contexto regional.
En lo referido al consumo de marihuana, en el año 2000, Argentina poseía una
prevalencia de 2,3% en una población de entre 15 y 65 años. Esto significa que para una
población estimada en esa franja etaria de 9.017.100 habitantes, 207.393 consumían
marihuana.2 Esta proporción de consumidores ubicaba a la argentina cuarta en la región,
por detrás de Brasil, Colombia y Chile. Resulta interesante notar que este último país
duplicaba en prevalencia de consumo de marihuana a la Argentina.
2 Datos demográficos del Indec : http://www.indec.mecon.ar/nuevaweb/cuadros/2/proyecciones_provinciales_vol31.pdf
Históricamente Argentina no sufrió una presencia considerable del tráfico de
heroína. En este caso el nivel de prevalencia en el consumo de opiáceos en el año 2000
era de 0,03, lo que equivalía a unos 2705 individuos.
En el año 2000 argentina no registraba oficialmente consumo de estimulantes
tipo anfetaminicos (ETA). Ese año, Chile se ubicaba como el país en el que más consumo
de este tipo de sustancias se detectaba en relación su población. Curiosamente, y a pesar
de estar ampliamente difundido el consumo de marihuana, Brasil se ubicaba en segundo
lugar en el consumo de este tipo de sustancias.
Puede observarse entonces que de acuerdo a las cifras de prevalencia de
consumo en la población, la situación de Argentina relativa al resto de los países de
América y también en términos absolutos, un país poco atractivo para el comercio de
estupefacientes ilícitos. En términos de su población e ingreso per cápita, argentina
ocupaba un rol secundario en la ruta del comercio de drogas ilícitas.
2010
Diez años después, el panorama se modifico radicalmente. Argentina pasó a ser
un eslabón fundamental en el tráfico de drogas. El país ya no se ubica solo como punto
intermedio del tráfico de drogas hacia Europa, sino que también se convirtió en un
mercado en sí mismo.
El cambio más radical, se observa en el consumo y tráfico de cocaína. Mientras
que en el año 2000 Argentina poseía una prevalencia del 1,2% y se ubicaba sexta a nivel
regional, en el año 2010 Argentina presenta una prevalencia del 2,6%, lo que ubica al país
en primer lugar regional en el consumo de cocaína.
MERCADO ARGENTINO DE COCAINA3
Población que consumió cocaína en el último mes personas728.000 personas
Promedio de gramos de cocaína consumidos al mes 8.4 gramosKg mensuales consumidos por usuarios del último mes 6115 kgKg anuales de cocaína consumidos por usuarios del último mes 73.382 kgPrecio aproximadamente por Kilo en Argentina 44.000Toneladas anuales de cocaína consumidas por usuarios 73 tnMercado de consumo de Cocaína en Argentina $ 3228.808.000
Este aumento superior al 100% demuestra el radical cambio del rol de argentina
en el tráfico internacional de cocaína.
3 Tabla realizada con información del World Drug Report 2010 de la ONU, con información del EL MERCADO DE DROGAS ILICITAS: MAGNITUD Y PRECIO ARGENTINA 2006” del SEDRONAR y de http://www.ilsed.org/index.php?option=com_content&task=view&id=638&Itemid=2 Para mayor detalle sobre la metodología ver página 4 del presente informe.
El consumo de cocaína no fue el único en registrar un sensible incremento en los
últimos diez años. El aumento en el consumo de marihuana o cannabis, fue aun más
pronunciado.
MERCADO ARGENTINO DE MARIHUANA4
Población que consumió marihuana en el último mes2.016.000 personas
Promedio cigarrillos de marihuana consumidos al mes 15 cigarrillosPeso estimado de un cigarrillo de marihuana 0.3 gramosKg mensuales consumidos por usuarios del último me 9.072Kg Kg anuales de marihuana consumidos por usuarios de 108.864KgPrecio aproximado por Kilo en Argentina $ 3200Toneladas anuales de marihuana consumidas 108 TnMercado de consumo anual de Marihuana en Argentina $ 348.364.800
Mientras que en el año 2000 argentina se encontraba en cuarto lugar a nivel
regional con una prevalencia de 2,3% , para el año 2010, la prevalencia en el consumo de
cannabis aumento más del 200% llegando al 7,2. Hoy argentina se ubica como el país con
mayor consumo de marihuana de la región.
4 Tabla realizada con información del World Drug Report 2010 de la ONU, con información del EL MERCADO DE DROGAS ILICITAS: MAGNITUD Y PRECIO ARGENTINA 2006” del SEDRONAR y de http://archivo.abc.com.py/2008-11-22/articulos/471920/la-marihuana-mueve-mas-dinero-que-exportaciones Para mayor detalle sobre la metodología ver página 4 del presente informe.
El aumento de consumo de opiaceos, si bien marginal en comparacion con las
demas drogas, tambien merece consideracion. En el año 2000 Argentina presentaba un
prevalencia de consumo de esta droga del 0,03%. Para el año 2010 , la prevalencia
aumentaba a 0,16% , lo que representa un aumento del 400% y ubica a Argentina como el
quinto consumidor de esta droga ilegal caracterizada por su nivel de adiccion.
En lo relativo al consumo de estimulantes tipo anfetaminicos, mientras que en el
año 2000 Argentina no presentaba datos, para el año 2010 y con una prevalencia del 0,6%
, Argentina ocupa el tercer lugar a nivel regional en cantidad de consumo de estas drogas
sinteticas.
En definitiva se pueden observar en el transcurso de estos diez años, aumentos
considerables en el consumo de todas las drogas. La marihuana sigue siendo la droga más
consumida, seguida de la cocaína, los estimulantes tipo anfetaminicos y los opiáceos. Para
tener una dimensión del problema del consumo y tráfico de drogas en el país, vale
recordar que el promedio global de consumo de cocaína en el mundo es de 0,4%, cifra
que en nuestro país ascendió de 1,2% a 2,6% en los últimos diez años.5 Decir esto
equivale a sostener que en nuestro país e consume unas 5 veces más cocaína que el
promedio global. Argentina y Brasil constituyen en este momento los mayores mercados
de droga de América6
La cantidad de droga secuestrada sobre el total de la droga consumida es un
indicador que sirve para verificar el índice de eficacia estatal para controlar este mercado
ilegal. En este sentido vale reconocer que se desconoce el volumen total de las dogas
ilegales ingresadas a nuestro país. Sin embargo es posible identificar algunos datos que
pueden dar un indicio sobre el nivel de eficacia.
5 United Nations Office on Drugs and Crime, World Drug Report 2010, p.173.6 United Nations Office on Drugs and Crime, World Drug Report 2010, p.179.
Se estima que en el año 2004, en Argentina se consumieron 21.8 toneladas
métricas de Cocaína. Ese mismo año se secuestraron un total de 1,6 toneladas métricas.
El secuestro de cocaína represento el 7% de lo que se estima se consumió. Sin embargo,
para contabilizar cuanta cocaína se secuestro en relación a la cocaína ingresada, habría
que sumarle a la cocaína consumida la cocaína que ingreso al país para ser exportada
ilegalmente a África y Europa. Sumando la cocaína ingresada para consumo a la ingresada
para ser exportada, la cantidad de cocaína incautada no superaría el 5% del total, o en
otras palabras, el 95% de la droga que transita por argentina llega a su destino.
Utilizando un modelo de consumo aplicado a los Estados Unidos, país que
presenta un índice de prevalencia similar a la Argentina, se puede estimar que el mercado
anual exclusivamente para consumo de cocaína de la Argentina ronda los U$850
millones.7 Según este modelo, el consumo anual promedio por consumidor es de 101
gramos, tres veces el promedio global. De acuerdo a información de presna, el precio
promedio por kilogramo de cocaína en Argentina va de unos U$6000 a U$10.000, lo que
arroja un consumo anual promedio de 73Tn y un volumen de $ 3228.808.000.
Vale detenerse en este dato. Estos 3228.808.000 millones de pesos
corresponden solamente a cocaína para consumo, y no incluye aquella que ingresa al país
7 Ver cuadros detallados sobre estimación de Mercado en páginas 6 y 7.
para ser exportada, que se estima es muy superior a la cantidad que se consume
localmente.
Otro dato que demuestra el afianzamiento de argentina como país de consumo y
hasta sintetizacion de clorhidrato de cocaína es que Argentina, con 20 laboratorios
detectados en 2008, es el país con más cantidad de laboratorios detectados después de
Colombia, Perú y Bolivia.8
El aumento de consumo de marihuana también ha sido más que considerable, e
inclusive superior al aumento de consumo de cocaína. El aumento promedio de consumo
ha sido del 40% para los diez años entre 2000 y 2010. Argentina es hoy el principal
consumidor de marihuana del continente sudamericano. Si bien el impacto social del
consumo de marihuana es inferior al de la cocaína, hay un dato que da por tierra con
aquellas posturas que indican que la marihuana no posee capacidad de generar efecto
adictivo: un 27,5% de quienes consumen cannabis han sido diagnosticados como usuario
dependientes. En otras palabras, uno de cada cuatro usuarios de marihuana se vuelve
adicto a ella.9
El nivel de consumo es inclusive más alto entre los estudiantes secundarios. En
este sentido Argentina posee una prevalencia de consumo de 7,4%, lo que la ubica como
la cuarta en la región luego de Chile, Uruguay y Colombia. Resulta evidente, que si en la
población de entre 15 y 65 años, Argentina lidera el ranking, que los demás países son
más efectivos en controlar el consumo luego de la edad escolar o que el consumo en
nuestro país se generaliza a partir de los 18 años.
8 United Nations Office on Drugs and Crime, World Drug Report 2010, p.164.
9 En la República de Sud África los consumidores de cannabis o marihuana ya son los más demandantes de tratamiento entre los consumidores de drogas ilícitas. United Nations Office on Drugs and Crime, World Drug Report 2010, pp. 196-198.
2
CONSECUENCIAS DE LA ACTIVIDAD DEL NARCOTRAFICO Y
EL ABUSO DE DROGAS ILEGALES.
A menudo se discuten propuestas para combatir al narcotráfico en una línea que
recorre dos extremos representados por un lado por la total despenalización y por el otro
desde la total prohibición y penalización. Sin embargo, este debate suele carecer de un
elemento esencial para elaboración de cualquier tesis de consideración, esto es el dato
empírico sobre el cual se sustente. Así, el debate actual sobre cómo encarar el
narcotráfico suele estar sustentado en posiciones bienintencionadas pero mayormente
fundadas en posiciones personales, consideraciones morales y generalizaciones. Resulta
por tanto indispensable considerar de que manera puede el estado influenciar sobre la
demanda de drogas afectando su precio y oferta para luego poder detenerse en que
consecuencias trae para el estado y las personas el abuso de sustancias ilegales.
La relación entre nivel de demanda de drogas ilícitas y el nivel de coerción
estatal sobre el consumo y el tráfico es directa a pesar de lo que muchos
despenalizadores opinan al respecto. Los despenalizadores centran su argumento en la
defensa de los derechos individuales, lo que es acertado desde el punto de vista teórico.
Sin embargo suelen ignorar el impacto sobre el mercado de las políticas de tolerancia.
Todos los países que han avanzado sobre esquemas de tolerancia, han registrados
aumentos en los niveles de consumo. Ejemplos sobran, desde los Estados Unidos en los
60 hasta la China del Opio. No es este el lugar desde donde se determinar la validez de
uno u otro argumento, sino exponer las debilidades de las posturas representativas del
debate actual. Del mismo modo, en el otro extremo del arco ideológico con respecto a
esta cuestión, están quienes piensan que es posible lograr la erradicación total del tráfico
y consumo de drogas ilícitas, desconociendo el elemento humano de cualquier adicción y
la imposibilidad material de detener el tráfico por completo.
En este debate eterno suelen omitirse dos elementos cruciales a tener en cuenta
para la elaboración de cualquier estrategia, cualquiera sea ella. El primer elemento a
tener en cuenta es si una política más agresiva contra el consumo disminuye o aumenta la
demanda de drogas ilícitas. El segundo elemento es qué relación hay entre precio y
demanda, ya que a una política más agresiva contra el tráfico y consumo, le sigue un
aumento de precio por escasez de oferta.
Conocer la sensibilidad de la demanda de drogas a aumentos en los precios de
las mismas, esto es determinar su elasticidad es crucial para elaborar estrategias
correctas contra el narcotráfico y la utilidad de los esfuerzos de interdicción. La
particularidad del comercio de drogas ilícitas es que más allá de los costos de producción,
el precio está altamente determinado por los peligros que conlleva su producción.
Así, uno de los pocos, pero más conocidos estudios de comienzos de los años 70’
en los Estados Unidos sobre el mercado de la marihuana, concluyo que el consumo de
marihuana es sensible a la variación de los precios, que la relación consumo precio de la
misma es elástica, con una elasticidad de entre -1 y -1.5. Esto significa que los
consumidores, al elevarse el precio de la misma, o bien consumen menos o dejan de
consumir. Otro estudio elaborado por la University of Western Australia, hayo que la
elasticidad precio de la marihuana era de 0.49, es decir que por cada 10% de aumento del
precio cae la demanda un 5%. Según este estudio la sensibilidad del consumo de
marihuana frente a su precio demostró ser superior a la sensibilidad del consumo de vino,
cerveza y bebidas blancas.10 Esto significa que la demanda puede ser efectivamente
modificada a partir de la modificación de los formadores de precio.
Otro estudio llevado a cabo en los EEUU hallo que la heroína también posee una
demanda elástica, aunque inferior a la de la marihuana. La elasticidad precio demanda de
la marihuana se ubica entre 0.21 y 0.38.11 Este hallazgo confirma lo que muchos piensan:
que no todas las drogas son iguales y que su demanda responde de forma diferenciada a
cada estrategia.
10 CLEMENTS, Kenneth, DARYAL, Mert, “The Economics of Marijuana Consumption”, University of Western Australia, 1999.11 SILVERMAN, L, “Urban Crime and heroin availability”, Public Research Institute Report 75-1, 1975.
Otros estudios agregan el factor tiempo a la elasticidad. Así, otro estudio
reconoce la elasticidad precio de la demanda de marihuana pero para el mediano y largo
plazo. Según este estudio los consumidores pueden resistir un aumento temporal del
precio, pero si este aumento persiste en el tiempo, la demanda tiende a caer.12
Uno de quienes más ha estudiado esta elasticidad ha sido el prestigioso
economista Gary Becker, quien diseño un modelo que denomino “adicción racional”
según el cual la demanda de drogas ilícitas es inelástica en el corto plazo pero tiende a ser
elástica en el largo plazo. En otras palabras según este modelo, de persistir los
incrementos de precios, la demanda de drogas ilícitas tiende a caer.
Los mismos resultados fueron hallados en estudios sobre la elasticidad precio
demanda de la cocaína y la heroína. En contra de la percepción general, que indica que el
consumidor consume igual cualquiera sea el precio de la sustancia, lo cierto es que el
consumo puede ser efectivamente reducido a partir de forzar un aumento de precios. Un
principio básico de la economía indica que a menor oferta, mayor precio. Es aquí donde
debe concentrarse el esfuerzo contra el narcotráfico. En atacar los eslabones
comercialización para así lograr una reducción de la oferta, aumento de precios y por
ende, reducción en la demanda.
Habiendo reconocido la capacidad del estado para influenciar el mercado de
drogas ilegales, su oferta, precio y demanda, pasaremos ahora a observar porque al
estado le debería interesar intervenir en esta cuestión a partir de las consecuencias que
ella acarrea.
CONSECUENCIAS A LA SEGURIDAD.
No se trata aquí de evaluar al consumidor como un delincuente per se, sino
determinar de qué modo se relacionan el abuso de drogas ilícitas y delitos en una
sociedad. Existe un círculo vicioso en el cual la condición de exclusión facilita el ingreso al
consumo de drogas y la reiteración de dicho consumo impide a su vez la superación del
estado de exclusión social. La permanencia de un individuo en estado de exclusión social
12 REUTER, Peter, KLEIMAN, Mark, “Risk and prices: an economic analysis of drug enforcement”, Crime and Justice : An annual Review of Research, Vol. 7 , 1986.
y familiar, genera las condiciones propicias para que este se vuelque a la actividad
delictiva, agravando el círculo vicioso al que se hacía referencia.
Claro está que el abuso de drogas ilegales no es patrimonio de las clases
económicamente excluidas. Estudios de los Estados Unidos demuestran que la
prevalencia de drogas no solo es alta en las clases excluidas, sino también es superior a la
media en las clases económicamente más favorecidas. En el último caso se suele ubicar
como principal causa a la probable abulia que pueda afectar a los más pudientes,
mientras que entre los más desfavorecidos, se ubica como principal detonante del
consumo de drogas, la baja autoestima, la desintegración familiar y la exclusión.
La relación entre la presencia de drogas en una sociedad, y la violencia y el
delito, es una relación simbiótica. Los países con mayores niveles de violencia e
inseguridad, son a la vez aquellos en los que se registra mayor presencia del narcotráfico.
Se puede citar entre estos a Brasil, Colombia, Haití, Afganistán, El Salvador.
Un dato no menor, es que en Argentina se registra un continuo incremento de
delitos relacionados con la tenencia y distribución de drogas ilegales aumentan año a año
desde 2003. En 2008, último año relevado se registraron un total de 30.003 delitos de
infracción a la ley de drogas 23.737, lo que representa un abrupto incremento del 27%
con respecto al 2007 y un 100% con respecto a 2003.13
13 Informe del Sistema Nacional de Información Criminal 2008: www.jus.gov.ar
De la población carcelaria argentina se estima que un 28,1% de los internos
condenados y el 29,9% de los procesados cometieron un delito asociado al uso de drogas.
De acuerdo al SEDRONAR, existen tres tipos de vinculaciones entre abuso de drogas
ilegales y delitos: la vinculación psicofarmacológica, la vinculación económica y la
vinculación sistémica.
A estas tres, se le podría agrega la vinculación legal, de acuerdo al delito por el
que puedan ser condenados los consumidores y traficantes de drogas ilícitas, pero dado
el carácter del presente trabajo, no tiene sentido incluir esta categoría en el análisis. Vale
destacar que es posible que la comisión de un delito en el que se haya encontrado
relación con el consumo de drogas se deba a más de un tipo de vinculación, y por lo tanto
haya una vinculación múltiple, por ejemplo que el delito haya sido cometido por un
individuo bajo los efectos de la droga en necesidad económica de continuar
consumiendo.
Vinculación de efecto psicofarmacológico
Este modelo busca establecer dicha relación causal entre drogas y delitos a
partir de la alineación mental del individuo bajo la influencia de drogas, por lo que
discrimina las drogas en sus diferentes formas y composiciones químicas, como así
también en los efectos de cada una, teniendo en cuanta la particularidad con la que estas
se manifiestan en cada cuerpo humano.
Dentro de esta relación también se contempla el caso de aquellos individuos que
consumen voluntariamente drogas con el objeto de inhibir ciertos sentimientos como el
temor y desarrollar mayor resistencia al dolor o cansancio (son varios los ejemplos en el
siglo XIX de tropas coloniales que tuvieron dificultades al enfrentarse a nativos bajo la
influencia de estupefacientes. Ej. Somalia o Sudeste asiático). Como consecuencia
derivada, también establece relación entre el delito y la violencia generada por el
síndrome de abstinencia, que con mayor o menor medida se da entre todos los adictos.
Vale hacer hincapié en este punto. Estudios realizados por Goldstein en 1979,
demuestran que de todas las vinculaciones farmacológicas, es la generada por el
síndrome de abstinencia la que más vinculación tiene con la comisión de delitos violentos.
En el estudio citado, Goldstein ejemplifica con el caso de prostitutas entrevistadas que
declaran haber sido violentas con clientes, especialmente estando bajo los efectos de
abstinencia.14
En términos generales este modelo toma criterio general la idea de que la droga
potencia la violencia en algunos individuos que la consumen, con el consiguiente riesgo
para la sociedad.
De acuerdo a información publicada por el SEDRONAR y realizada sobre la
población carcelaria, demuestra que el 20,6% de la población condenada cometió delitos
estando bajo los efectos de droga y/o alcohol. Esta información coincide con experiencias
internacionales como el estudio realizado en 1992 en los Estados Unidos a víctimas de
delitos, en los que se llego a la conclusión que el 30% de las victimas encuestadas
argumento que su agresor estaba bajo la influencia de drogas al momento de cometer el
ilícito.15 Estudios sistemáticos de este mismo país, indican que es posible determinar un
mayor índice de criminalidad entre los adictos a las drogas que entre quienes no lo son.16
No todas las drogas afectan del mismo modo al ser humano, ni poseen iguales
niveles de vinculación con la comisión de delitos. Es así que está demostrado que las
drogas más adictivas generan en los adictos conductas más propensas a cometer delitos.
14 Goldstein, Paul, “Prostitution and Drugs.” Simon & Schuster Adult Publishing Group, Massachusetts 1979.15 “Criminal Victimization in the US”, Departamento de Justicia de los Estados Unidos de América, 1992. http://bjs.ojp.usdoj.gov/16 “ Economic and Social Consecuences of Drug and Illicit Trafficking”, UNODC.
Un estudio del Reino Unido realizado entre 1985 y 1987 demostró que el 90% de los
adictos a la heroína financiaban su adicción robando y hurtando.
En nuestro país, el alcohol, con en el 72,4% de los casos es la sustancia más
presente en la comisión de delitos entre los condenados. Sin embargo entre los
procesados, la drogas más presente son los medicamentos tranquilizantes sin
prescripción en combinación con el alcohol. Le sigue a este el consumo de cocaína con el
27,4 %.
Entre los condenados, la cocaína, con el 28,2% es también la droga ilegal con
mayor presencia en los ilícitos. Sin embargo entre los condenados se invierte la relación
con respecto a la población procesada. A la cocaína le siguen los tranquilizantes usados
sin prescripción médica y la marihuana con el 18,2%. 17
Vale hacer la salvedad de que los tranquilizantes son usualmente utilizados en
combinación con alcohol, a partir de la búsqueda deseada por parte de los delincuentes
del efecto de reducción de inhibiciones. Un dato revelador que da por tierra un mito es el
relacionado con la idea de que la marihuana apacigua el temperamento, y no es una
droga relacionada con el delito. La verdad es que según el estudio de la SEDRONAR
citado, un 18% de los condenados consumió marihuana previamente a la comisión de un
delito.
La franja etaria con mayor presencia en la vinculación psicofarmacológica es la
de los jóvenes de entre 18 y 34 años. Un 46,2% de los casos de vinculación
psicofarmacológica en condenados responden a casos cometidos por jóvenes en esta
franja etaria. En otras palabras, la mitad de los delitos cometidos por individuos bajo los
efectos de drogas son cometidos por jóvenes de entre 18 y 34 años.18
La gran mayoría de los delitos cometidos por individuos bajo la influencia de
drogas ilícitas pertenecen a sectores socioeconómicos bajos. Está claro que una mayor
marginalidad acentúa las posibilidades de consumir drogas y a la vez este consumo lleve a
un individuo a delinquir. Sin embargo vale aclarar que este dato se ve distorsionado en el
17 Informe Estudio Nacional en población privada de libertad. Observatorio Argentino de Drogas. SEDRONAR. 2009. Acceso : http://www.observatorio.gov.ar/investigaciones/Informe%20Estudio%20Nacional%20en%20poblacion%20privada%20de%20libertad.pdf18 Ibidem.
sistema penal argentino a partir de las falencias que el mismo tiene para incriminar
delincuentes de guante blanco o de delitos complejos, lo que provoca que la población
carcelaria en general en nuestro país pertenezca a sectores socioeconómicos bajos y
estén incriminados por delitos de fácil persecución o descubrimiento como robos,
lesiones y homicidios.
Resulta interesante que los delitos más presente entre quienes consumieron
drogas son los delitos contra la vida. Un 28% de los delitos cometidos por individuos
condenados bajo los efectos de drogas fueron delitos contra la vida, lo que confirmaría la
creencia de que existe un mayor uso de la violencia en los delitos cuando el agresor
consumió algún tipo de drogas.
Vinculación de efecto Económico.
El segundo modelo presentado se denomina “modelo económico compulsivo”, y
establece que la relación entre drogas y delito se a partir de la necesidad económica del
delincuente para consumir. Este modelo excluye en su análisis aquellos consumidores que
cuentan previamente con la capacidad económica para financiar su consumo de drogas
ilegales. A nivel internacional son muchas las investigaciones que han demostrado esta
relación.
Los individuos adictos a drogas ilegales que no pueden financiar su consumo con
recursos propios, delinquen con el fin de hacerse de recursos extra. Entre los delitos más
comunes cometidos con este fin están el robo, el hurto y la prostitución.
Vale destacar que esta vinculación no se debe a una vinculación directa entre la
necesidad económica para consumir y el grado de violencia aplicada, sino con factores
que el delincuente introduce al momento de cometer el ilícito como los nervios y
temperamento, la reacción ante la reacción de la víctima y el uso de armas.19
Las victimas más comunes de los delitos cometidos por adictos y de vinculación
económica son aquellas que viven en cercanías o cerca de los lugares de consumo. Vale
destacar que existe una conexión entre el índice delictivo entre los consumidores el tipo
de droga consumida. Aquellas drogas con alto índice de adicción, son las que generan 19 Goldstein, Paul, “The Drugs/Violence Nexus: A tripartite Conceptual Framework”, Journal of Drug Issues, V.39, 1985.
mayor necesidad de recursos monetarios para sustentar su consumo. Entre estas
podemos nombrar a la Heroína, el Paco o pasta base, y la cocaína.
El estudio sobre la población carcelaria condenada, un 10% de los condenados
tiene condenas por actos cometidos con el objetivo de conseguir fondos y recursos para
estupefacientes. La franja etaria protagonista en ese 10% es la que va de los 18 a los 34
años con el 72% de los casos. En otras palabras, en tres de cada cuatro casos en los que se
delinque para conseguir dinero destinado a drogas, el delincuente tiene entre 18 y 34
años. La composición socioeconómica de este tipo de delincuentes es categórica, un
93,6% pertenece a un nivel socioeconómico Bajo y medio-bajo.
Vale destacar que entre la población de condenados en general solo el 1,7% está
condenada por delitos de infracción a la ley de estupefacientes, mientras que entre los
condenados por delitos relacionados al la necesidad económica para consumo de drogas,
este porcentaje asciende a 11,6% lo que representa una proporción 9 veces superior a la
de la población carcelaria general. Esto indicaría, tal cual se expresa en el “Informe
Estudio Nacional en población privada de libertad” que una cantidad importante de
consumidores también se dedican a la comercialización y menudeo de drogas.
“Vinculación Sistémica”.
Es posible distinguir dos claras variantes de este tipo de vinculación, a la vez que
es posible identificar a una como la evolución de la otra. El primer tipo de vinculación
sistémica es aquella que refiere a la medida en la que la violencia crece en las calles en la
medida en que el consumo y distribución e drogas ilegales se incrementa en un estado,
incluyendo el ambiente marginal y socioeconómico donde suelen desarrollarse la venta y
distribución de drogas. Podríamos denominar a este tipo de vinculación “sistémica no
organizada”
Esta vinculación no hace referencia solamente a delitos relacionados con la
venta de drogas, sino también refiere a todo delito cuya comisión no hubiese tenido lugar
de no haber existido consumo o distribución de drogas en el caso. Así esta vinculación
también presta especial atención a la comisión de delitos conexos a la venta de drogas,
como la disputa armada sobre un territorio, robos a distribuidores o violencia sobre los
que son parte de la cadena de comercialización, eliminación de informantes, violencia de
cobradores y deudores de narcotraficantes, crímenes contra la fuerza pública, crímenes
por venta de drogas falsas, entre otros.
El otro tipo de vinculación sistema hace referencia a una instancia superior de
afectación sistémica, en la que las grandes organizaciones criminales infiltran el sistema
político de un estado y la organización estatal al punto de que estas pasan a ser parte
esencial del estado. Lo que comienza siendo la propagación e una modalidad delictiva,
termina cooptando el sistema político, policial y judicial. De ese modo el narcotráfico se
transforma en el estado mismo, ente monopolizador de la fuerza en su territorio.
Una de las formas en la que la vinculación sistémica adquiere mayor visibilidad
es el lavado de dinero proveniente del narcotráfico. Una estimación de principios de los
años 90 ubicaba la cantidad total de dinero lavado del narcotráfico en unos 300.000
millones de dólares. Esta cifra representaba ser entonces superior a ¾ de las economías
del mundo.20 Es decir superior a las economías de 3 de cada 4 países del planeta. Esta
cifra da una dimensión del tamaño de la amenaza y de la razón por la cual cuando se
contemplan planes y estrategias contra la oferta y demanda de drogas deben tenerse en
cuenta otros actores además del consumidor.
El lavado de dinero genera efectos disruptivos a las economías,
Este modelo de vinculación toma como principio rector que para poder
funcionar, la industria del narcotráfico necesita imperiosamente de la penetración y
corrupción sistemática del estado. Los países de Latinoamérica más violentos son a la vez
aquellos que se encuentran más damnificados por la presencia del narcotráfico, lo que
permite establecer una relación causal.
En nuestro país, la cantidad de delitos con vinculación sistémicas, a diferencia de
los de vinculación económica y psicofarmacológica, tienen como autor a individuos
adultos y jóvenes adultos con edades a partir de los 35 años, que cometen principalmente
delitos contra la vida, la propiedad y la ley de estupefacientes.
20 “The Social Impact of Drug Abuse”, UNDCP/TS.2, Viena, 1996.
Probablemente la vinculación sistémica de drogas-delito sea la que mas afecte el
nivel de violencia en una sociedad. Ejemplos de estados gravemente afectados por la
vinculación sistémica son los conocidos casos de Colombia, México, Afganistán, entre
otros.
2 – CONSECUENCIAS ECONOMICAS
El falso beneficio económico.
El mercado global de tráfico ilícito de drogas tiene hoy dimensiones
considerables. Interpol y las Naciones Unidas estiman que el tráfico global de sustancias
ilícitas representa unos 500.000 millones de dólares anuales, lo que equivale al tráfico
global anual de textiles y prendas de vestir.
Para muchos países, el comercio de drogas ilícitas resulta en la generalidad un
elemento disruptivo para las economías locales, una externalidad que impacta
negativamente en la capacidad estatal de elaborar y regular el planeamiento económico
nacional. Se calcula que del total de ingresos generados en la cadena de comercialización
de cualquier droga ilícita, el 90% de esos ingresos tiene por destino la última etapa de la
cadena de comercialización, los comerciantes o “dealers” del país donde se ubican los
consumidores.
Es posible aseverar entonces que las ganancias son hechas y reinvertidas en los
países industrializados ubicados en los primeros lugares del consumo global.
Si tomamos el ejemplo de la cocaína, el 90% del valor agregado es generado en
la cadena de comercialización, solo el 10% reside en las etapas iníciales de procesamiento
y refinamiento. Si tomamos el ejemplo del mercado del Opio, el 90% de las ganancias las
reciben los traficantes, el 6% va a parar a los agricultores, el 2% a los refinadores y otro
2% a los comerciantes de la materia prima.21 La ganancia para el agricultor representa en
definitiva el 1% del precio final del opio vendido en Europa.
Ahora bien, por menor que sea la proporción de las ganancias totales, que quede
finalmente para el productor, en los casos en que el cultivo se da en países
económicamente débiles, el impacto en términos macroeconómicos es de consideración.
21 Fuente: UNCDP
Una estimación sobre este impacto en la economía Boliviana de 1989, ubica a los
ingresos por la producción de drogas en unos $700 millones de dólares de entonces, de
los cuales la mitad quedaba en los factores de producción. Por tanto, la producción de
drogas ilícitas correspondía al equivalente en aquel momento a un 6% del PBI nacional. 22
Una estimación similar para el caso Peruano de 1988 estimaba que ni más ni menos que
entre el 2% y el 11% del PBI nacional provenía del mercado ilegal de cocaína.23
En el tope de su expansión a finales de los años 80 y principios de los 90, se
estima que los Carteles de Medellín y Cali en Colombia operaban con beneficios que se
estimaron a un equivalente de entre el 3 y el 13% del PBI de entonces.24
En Argentina el impacto en términos “positivos” del narcotráfico no resultan en
apariencia importantes en relación a su PBI. El consumo representa una fracción de lo
comerciado. El desafío por tanto, consiste en determinar qué cantidad de cocaína ingresa
anualmente a la Argentina sin distinguir su destino.
Este aparente beneficio a las economías por esta actividad ilícita en realidad no
es tal. Los estados productores de drogas han sufrido lo que se conoce como “efecto
holandés”, en clara alusión al fenómeno que se dio a fines de los 70 en los que la gran
entrada de divisas por la exportación de petróleo genero grandes distorsiones en la
economía local.
Con la producción y tráfico de drogas se da un fenómeno similar. Los países más
expuestos a estas distorsiones son aquellos con economías más pequeñas. En estos países
la afluencia de dólares producto del tráfico de drogas se convierte en un fenómeno
disruptivo de la economía. Se produce así un efecto inflacionario cíclico y por otra parte
tiende a apreciarse la moneda local en la medida en la que ingresa moneda extranjera,
provocando el debilitamiento de la competitividad de las economías locales frente al
aumento de importaciones. En definitiva si la economía del país es pequeña, el mismo
pierde capacidad de maniobrar su economía.
22 “Bolivia Agricultural Sector Review”, World Bank, Washington, 1992, p. 37. 23 ALVAREZ, Elena, “The political economy of coca production in Bolivia and Peru”, UNCP, 1993, pp42-47.24 TULLIS, Lamond, “Illegal Drugs in nine countries” UNRSID-United Nations University, Boulder, 1995, pp 27-33.
El narcotráfico también genera inflación en algunos sectores de la economía. Un
ejemplo es el de bienes raíces. Los estados que sufren una presencia importante de
narcotráfico sufren un incremento en los precios de bienes raíces, ya que estos son
buscados como forma de lavar el dinero percibido ilegítimamente y como refugio de
valor. Tal fue la situación en Myanmar, ex Birmania, con el opio y en Colombia cuando el
cartel de Medellín invirtió grandes sumas d dinero en tierras cultivables, provocando un
pronunciado incremento en el valor de las mismas.
Hay que decirlo: si bien el abuso de drogas y el narcotráfico afecta los mercados
laborales por la pérdida de productividad, en términos de generación de empleo, el
narcotráfico representa una porción no menor del mercado laboral en los países
productores.
En nuestra región, en Perú, se estima que entre el 2,4% y 4,5% de la población
económicamente activa se encuentran envueltas o desarrollan actividades relacionadas
con la producción y distribución de drogas, especialmente el cultivo de la misma.25 Un
panorama similar es posible observar en Bolivia. Un informe de la década del 90´ indica
que hasta 460.000 personas se encuentran involucradas en este comercio, lo que
representa más del 16% de la población económicamente activa del país andino.26
La producción y tráfico de drogas también genera empleo. Se estima que en
Pakistán un 1% de la fuerza laboral de ese país depende del cultivo y la producción de
Opio. En nuestra región, en Perú entre el 2,4% y el 4,5% de la población económicamente
activa se encuentra envuelta actividades relacionadas con la producción de coca y
cocaína. En Bolivia esta tasa asciende a entre el 8,2% y el 16,7 %, lo que representaría
unas 300.000 personas dedicadas a esta actividad. En este país, los productores de coca
se han vuelto un importante grupo de presión, y si bien la producción de coca se justifica
para consumo en su forma de hoja, los números de producción total demuestran que la
oferta de coca busca una demanda que excede el simple consumo de la hoja. En otras
palabras, indudablemente parte de la producción legítima tiene por finalidad su
sintetizacion en cocaína.
25 TULLIS, 1995, op.cit., p.15726 DE FRANCO, GODOY, “The Economic consequences of cocaine production in Bolivia: historical, local and macroeconomic perspectives”, Harvard University, Cambridge, Massachusetts, 1990, p.13.
En nuestro país no se cultiva de forma considerable ningún tipo de droga
orgánica aunque si se producen sintéticas y se fabrica clorhidrato de cocaína en base a
pasta base que arriba desde Bolivia y hasta Colombia. En este sentido es difícil estimar
cuanta mano de obra ocupa el comercio de estas sustancias. Se estima que en Bolivia,
unas 45.000 personas se dedican exclusivamente a la producción y tráfico de drogas.
Los Costos.
El sentido común indica que las consecuencias para la sociedad de cualquier tipo
de consumo excesivo de sustancias nocivas por parte de una amplia porción de su
población, tienden a ser considerables. El estado suele tener por tanto un activo interés
controlar, vigilar o regular el consumo de este tipo de sustancias. Sin embargo, pocos
estudios en el mundo, y ninguno en nuestro país, se han dedicado a estudiar qué costos
materiales le insume al estado el consumo de estupefacientes.
La Union Europea ha sido precursora en la elaboración de estudios que indiquen
el nivel de impacto del consumo extendido de estupefacientes en la sociedad. Un estudio
en particular de 1990 se ocupo de medir algunos de los costos materiales en el Reino
Unido y en Holanda.27
De acuerdo a este estudio, el los costos inidentificables del tráfico y consumo de
drogas ilícitas sumaban entonces un total de 3200 millones de dólares, cifra equivalente
al 0.4% del PBI del Reino Unido en 1990. Lo llamativo de ese estudio es que el mismo
estimo que del total de costos, el 85% correspondía a delitos contra la propiedad privada,
hallando así una incontrastable relación entre consumo de drogas y delito.
Según el mismo estudio, un 9% de los costos se encontraba asociado al
mantenimiento y acciones de las fuerzas de seguridad, un 4,5% al sistema carcelario y un
1,5% a la prevención, rehabilitación y tratamiento de los adictos. El mismo estudio
concluyo que el costo anual al estado por cada adicto era de 23.100 dólares.
Otros estudios similares se han llevado a cabo en Canadá y Australia. En Canadá,
los costos totales del consumo de estupefacientes fueron calculados en 1100 millones de
1996, lo que representaba entonces un 0,2% del PBI local. La mayor parte del costo, un 27 “The Social and Economic Costs of Drug Abuse in the United Kingdom and the Netherlands”, Commission of the European Communities, London, 1990, p. 2.
60%, fue asociado a la pérdida de productividad y no fueron tenidos en cuenta los costos
asociados al uso de fuerzas de seguridad y justicia. 28
Un estudio similar fue llevado a cabo en los Estados Unidos. En este caso, el
estudio incluyo los gastos de salud especialmente. El costo fue estimado en 1991 en unos
76.000 millones de dólares, equivalente al 1,3% del PBI nacional. Los costos prorrateados
por consumidor fueron estimados en 6700 dólares para consumidores y 28100 dólares
por cada adicto.29
En términos de afectación de empleo, la caída de productividad es uno de los
elementos a tener más en cuenta. Esta afectación resulta especialmente importante en
la franja de entre los 15 y 35 años, franjas etarias donde mayor prevalencia de consumo
se detecta. El fenómeno del consumo de drogas provoca un agravamiento en las
condiciones de empleo de los jóvenes, ya que limita la posibilidad de conseguir empleo y
a la vez promueve condiciones para perderlo. La franja etaria de entre los 15 y 35 años es
hoy la más afectada por la ausencia de demanda de empleo, fenómeno que multiplica las
consecuencias en caso de que se extienda el consumo de drogas, indistintamente sean
estas licitas o ilícitas. Algunos estados han encarado rigurosos estudios para determinar el
costo en la productividad laboral.
Un estudio de 1992 en el Reino Unido índico que la existencia de una fuerte
correlación entre consumo y desempleo. Dicho estudio revelo que la prevalencia de
consumo de drogas era un 60% superior entre los desempleados que entre los que se
encontraban empleados.
En la región, un estudio similar realizado en Colombia en 1993 concluyo que la
prevalencia de consumo de drogas entre los desempleados era 400% mayor que la
detectada entre los quienes poseían empleo.
En nuestro país existe solo un estudio sistemático sobre los costos. De acuerdo a
una investigación llevada a cabo por la SEDRONAR “El costo total atribuible al abuso de
drogas en la Argentina para el año 2008, fue estimado en 14.149 millones de pesos
argentinos (4.477,50 millones de U$S), lo que corresponde a cerca de 390 pesos
28 “The Costs of Substance Abuse in Canada”, Canadian Centre on Substance Abuse, 1991, pp. 32-25. 29 PARSONS, KAMENCA, “Economic Impact of Drug Abuse in America”,
argentinos per cápita (U$S 123). La magnitud relativa del problema, representa un 3,69%
del producto bruto interno. De este costo anual, corresponden a tabaco el 38,7%, a
alcohol el 37,3% y, a drogas ilegales el 24%”.
En concreto, de acuerdo a este estudio, los costos originados por el abuso en el
consumo de drogas ilegales ascendían en 2008 a 1074 millones de dólares, lo que
equivale a u$30 dólares per cápita anuales. Prácticamente, los costos asociados al abuso
de drogas ilegales ascendían en 2008 al 1% del PBI nacional.
Del total de costos asociados al abuso de sustancias ilegales, la mayor parte, con
el 57% corresponde a costos gubernamentales directos que tienen que ver con la
reducción de oferta y de demanda. Le siguen los costos laborales asumidos por los
sectores públicos y privados, que ascienden a 1113 millones, mientras que el 10 restante
responde a gastos derivados de la salud.
Como se ha visto, dentro de los costos económicos del tráfico y consumo de
drogas, el de la caída de la productividad es quizás el más representado. En términos de
productividad, es importantísimo el rol que cumplen los jóvenes.
La mayoría de los casos de abuso de drogas se presenta en la franja etaria que va
de los 15 a los 35 años, con una especial concentración en los 18 a 25 años. Es justamente
esa franja etaria la más expuesta no solo a la dificultad de conseguir un primer empleo
formal sino también de mantenerlo. Así, el consumo de drogas limita seriamente las
oportunidades de los jóvenes de conseguir empleo y de mantenerse en el mercado
laboral. El desempleo crónico a su vez facilita las condiciones para que los jóvenes
consuman drogas, generando así un círculo vicioso de difícil resolución.
No resulta menor el dato anteriormente señalado si tenemos en cuenta que en
nuestro país 550.000 jóvenes no estudian ni trabajan30 , lo que sumado a un aumento
exponencial del trafico de drogas genera las condiciones propicias para un aumento en el
consumo de drogas ilícitas por parte de esta franja etaria, con la consecuencias ya
descriptas sobre el mercado laboral y la productividad.
La relación entre consumo de drogas y desempleo no es nueva. De acuerdo a
u8n estudio llevado cabo en 1992 en Gran Bretaña, la prevalencia de consumo entre los
30 Declaraciones del Ministro de Educación de la nación : Diario La Nación, http://www.lanacion.com.ar/1263244-los-nini-jovenes-que-ni-estudian-ni-trabajan
desempleados resulto ser un 60% superior a la prevalencia registrada entre la población
con empleo de la muestra.31 Un estudio similar levado a cado en Colombia detecto que la
prevalencia de consumo de cocaína era 10 veces mayor entre la población desempleada
de la muestra. La Organización Internacional del Trabajo, en una investigación que busco
examinar los efectos de las drogas y el alcohol en los lugares de trabajo, concluyo que la
mitad de las empresas y organizaciones relevadas había detectado problemas de
productividad y ausentismo provocados por el abuso en el consumo de drogas licitas e
ilícitas. En el 40% de los casos, las empresas se habían visto obligadas a despedir
empleados por estos motivos.32
Esta muestra de estudios demuestran que el nexo entre caída de la
productividad y accidentes laborales y consumo o abuso de drogas es importante. Los
consumidores de drogas imponen al sector productivo importantes costos, reduciendo su
competitividad. Como se ha visto, en países donde el consumo es extendido, las
consecuencias para las sociedades son importantes desde el punto de vista económico y
productivo, sin distinción sobre su nivel de desarrollo, aunque a mayor nivel de
desarrollo, las consecuencias suelen ser más importantes, ya que se vuelve más
vulnerable y los costos netos, debido a su mayor productividad son mayores.
¿De qué están compuestos estos costos para la productividad? Básicamente de
costos asociados al ausentismo, a recursos destinados a paliar la alta rotación de
personal, a tiempo productivo perdido, accidentes laborales, costos para el sistema de
salud y compensaciones.
Un estudio del SEDRONAR de 2006, confirma estas tendencias para nuestro país.
De acuerdo a dicho estudio, el 63.7% de quienes no trabajaban consumieron
frecuentemente marihuana en el último año, frente al 55.4% de los activos. El trabajo
desarrollado por SEDRONAR también encuentra relación entre consumo de ciertos tipos
de drogas y la sobre ocupación, concluyendo: “…las tasas de dependencia de consumo de
marihuana y cocaína presentan los niveles más altos en las situaciones de ocupación que
están por afuera de una jornada de trabajo considerada apropiada en términos de los
31 MOTT, Joy, MIRRLESS, Catriona, “Self reported Drug Misuse in England and Wales”, Home Office, Paper 89, London, 1995.32 SMITH, Jean Paul, “Alcohol and Drugs in the Workplace”, Geneva, ILO, 1993.
derechos sociales y laborales alcanzados en las sociedades moderna: la condición de
ocupados (jornadas de 6 a 8 horas). En este sentido, el uso perjudicial de drogas ilícitas se
asocia a las condiciones de sobreocupación, subocupación y desempleo, según la
sustancia.”
Cuando un consumidor o adicto está compra droga, está ingresando dinero que
pierde capacidad multiplicadora, al menos, en la mayoría de los casos, en su país de
origen. Es que el efecto multiplicador del dinero del narcotráfico suele redirigirse hacia
estados en los cuales es más fácil lavar dinero, ya sea por el marco regulatorio o por el
volumen de la economía.
Por ejemplo, en el caso de Colombia, donde los narcotraficantes han sido
reconocidos socialmente y hasta casi aceptados en los 90´, no demostraron interés en la
inversión de dinero en actividades productivas.
3 – CONSECUENCIAS SOCIALES
Si hay un aspecto en el que el narcotráfico y el consumo de drogas afectan
seriamente el desarrollo de una sociedad, mas allá de la vinculación con los delitos, es la
vinculación de este fenómeno con graves consecuencias al ordenamiento social. Las más
inmediatas son las que tienen que ver con el vínculo familiar. Allí el consumo producto del
trafico genera grietas y fisuras en el núcleo familiar de difícil contención. Otro aspecto
social afectado por el narcotráfico, y también relacionado con los costos económicos, es
el que tiene que ver con el impacto al sistema de salud. Las salas de emergencia de todo
el mundo registran una cantidad creciente de casos relacionados al consumo de drogas
legales e ilegales. Finalmente, un aspecto en el que el trafico afecta seriamente a la
sociedad es el que tiene que ver con la afectación al quienes acuden al sistema educativo.
El consumo devenido del tráfico afecta seriamente la capacidad de aprendizaje del
alumnado, afectando su desempeño general, repitencia y eventualmente abandono de
los estudios. Cada una de estas consecuencias merece entonces ser analizada en detalle.
Consecuencias a la salud personal y el sistema de salud.
El impacto negativo a la salud a raíz del uso de drogas resulta obvio y se
encuentra ampliamente documentado y analizado por la literatura científica al punto tal
de que se han analizado las diferentes consecuencias físicas para diferentes individuos de
diferentes tipos de drogas.
A través de diferentes estudios llevados a cabo en varios países del mundo, las
sustancias mayormente asociadas con muertes son la heroína, opiáceos, cocaína y de
forma menos importante, los barbitúricos y los estimulantes tipo anfetaminicos,
especialmente la metanfetamina.
En Argentina, la cantidad de consultas de emergencias relacionadas con el
consumo de sustancias psicoactivas ha venido en franco aumento. En el 2003 un 8,2% del
total de consultas de emergencias tenía que ver con el consumo de sustancias
psicoactivas. En 2009 ese porcentaje subía a 8,3, aumentando así la carga y el costo para
el estado del tratamiento de estos pacientes.33
Del total de las 12.004 consultas registradas en 2009, el 8,3% estuvo relacionado
con el consumo de alguna sustancia, es decir 996 pacientes ingresaron a emergencia por
ese motivo. Sin embargo, excluyendo pacientes que ingresaron a la emergencia sin
consumo declarado de sustancias, este porcentaje asciende al 17.9%.
Teniendo en cuenta las consultas que, acorde a la impresión clínica del médico,
la sustancia que tiene mayor prevalencia en las últimas 6 horas anteriores al ingreso por
guardia es el alcohol con un 76.2%.
En cuanto a las drogas legales e ilegales, los ansiolíticos, sedantes y
tranquilizantes tienen una presencia del 11.5%, la marihuana del 10.1%, la cocaína del
5.6% y los solventes e inhalables del 2.1%. Para el resto de las sustancias los porcentajes
de asociación entre la consulta y el consumo de sustancias es inferior al 2%. Esta
información desmitifica la inocuidad en el consumo de marihuana.
33 “El uso indebido de drogas y la consulta de emergencia. Cuarto Estudio Nacional.”, SEDRONAR, 2009 y “El uso indebido de drogas y la consulta de emergencia, primer estudio nacional.” SEDRONAR, 2003.
Ha quedado demostrado que las demás drogas también afectan la salud, aunque
de forma menos intensa. Estas drogas como el cannabis o los alucinógenos como hongos
o LSD, tienen menor representatividad en las salas de emergencia pero sin embargo están
fuertemente asociados a patologías psiquiátricas y a accidentes de diversos tipos.
Ha quedado demostrado también el valor de los mecanismos de control del
consumo de drogas, tanto desde el control de la oferta como desde el control de la
demanda. El ejemplo más claro sucede con la heroína. En los EEUU su utilización ha caído
drásticamente desde comienzos del año 90 por una combinación de factores entre los
que resaltan: el rechazo social al consumidor de este tipo de drogas, mayor educación y
prevención acerca de sus efectos y un aumento de la persecución estatal a los traficantes
de esta sustancia.
Resulta sumamente difícil estimar la cantidad exacta de muertes relacionadas al
consumo de drogas debido a que muchas muertes son registradas bajo la patología final
del fallecido, sin registrar que dicha patología podría haber sido causada por el consumo
de drogas.
Un estudio estima que el total de muertes ocasionada por drogas inyectables
llega a 200.000 anuales, algo así como el 0,4% del total de adictos a este tipo de
sustancias.34 La tasa de muertes, por tanto no resulta alarmante, aunque se ha registrado
un continuo incremento en la misma. Si bien la tasa de muerte no es alta, debe tenerse
34 OMS, Programa sobre abuso de sustancias, “Death related to drug abuse”, 1993.
en cuenta el costo para los sistemas de salud que ocasiona la atención de estos
individuos.
Desde mediados de los 80 hasta mediados de los 90, los casos de muertes
debidas al consumo de drogas llictas se incremento seis veces en Alemania y España y dos
veces en Francia y el Reino Unido. Este incremento dio lugar a una fuerte respuesta
estatal para contener y disminuir este fenómeno que ha dado buenos resultados en
ambos estados.
El consumo de drogas no solo expone al consumidor a enfermedades propias del
consumo, sino también a enfermedades fuertemente emparentadas con los
consumidores como lo son las enfermedades de transmisión sexual. Los nexos entre
consumo de drogas, uso de jeringas, prostitución y HIV se encuentran ampliamente
documentados. Se estima que un 22% de la población total de consumidores de drogas
inyectables es portador del HIV. En algunos países en particular esta tasa es aún mayor.
Así por ejemplo en Brasil el 39% de los portadores de HIV se inyectan drogas de algún
tipo.
Consecuencias para la cohesión familiar.
En Agosto de 2011, una madre fue a la justicia a pedir que internen a su hijo,
adicto a las drogas. Esa madre no es una madre cualquiera. Su nombre es Dolores Sigampa
y es la madre de Ezequiel Demonty, un joven que murió en 2002 tras ser obligado a
arrojarse al Riachuelo por efectivos policiales. Esta madre desconsolada, que ya perdió un
hijo a manos del crimen, las drogas y la incapacidad estatal, ahora ve peligrar la vida de
otro hijo lo que la obliga a tomar una decisión impensada: que una madre entregue a su
propio hijo.
Este caso es una de miles que se dan todos los días en la Argentina. Uno de los
efectos más importantes que se dan entre quienes consumen drogas es la erosión y hasta
destrucción del núcleo familiar.
Esta vinculación, resulta difícil de establecer en términos cuantitativos, aunque si
varios estudios la realizan a base de datos cualitativos. Dos documentos preparados por la
Organización Mundial de la Salud35 y el Programa de la Naciones Unidas para el Control de
Drogas han sido especialmente reveladores en este sentido.36
Es que muchas veces la desintegración de la familia tiene que ver con razones
relacionadas al abuso de sustancias legales o ilegales. Un estudio de las Naciones Unidas
llevado a cabo en México, demuestra que el abuso de drogas ilícitas posee mayor grado
de afectación al núcleo familiar que la pobreza.37
La relación entre desintegración familiar y consumo de drogas no es de una sola
vía, sino que existe una relación mutuamente determinante que puede transformarse en
un círculo vicioso difícil de desarticular. Un estudio similar llevado a cabo en Laos
demostró que en aquellas aéreas donde se quebró el control social familiar y
comunitario, el consumo de opio y heroína afectaba más intensamente que al resto de la
población, hasta un 10% de la misma.
De acuerdo a un estudio llevado a cabo por el SEDRONAR sobre población de
estudiantes de nivel medio, “el nivel de atención por parte de los padres sigue siendo un
factor de riesgo y protección fuertemente asociado al consumo de drogas. Los estudiantes
cuyos padres tienen actitudes de mayor atención y cuidado respecto de la vida de sus
hijos, tienen una tasa de consumo de drogas ilegales del 3,1% frente al 25% de los hijos de
padres que tienen actitudes de menor atención y cuidado. Y a medida que protección
aumenta, el consumo disminuye.”38
En lo relativo al grupo de pares el estudio del SEDRONAR determino que “el
entorno social analizado a partir de la tenencia de amigos que toman alcohol
regularmente o que consumen drogas ilícitas, es claramente un factor de riesgo. Sólo el
13,5% de los estudiantes no tiene amigos que tomen regularmente alguna bebida
alcohólica, es decir, todos los fines de semana o más y el 34,6% dijo que todos o casi todos
sus amigos toman regularmente alcohol. El entorno de amigos que fuma marihuana
presenta otros valores. El 49,2% dijo no tener amigos que consumieran marihuana, el
18,4% dijo que menos de la mitad de sus amigos lo hace, el 5,7% tiene la mitad de amigos
35 “Preventing Substance abuse in families”, WHO, 1993.36 “The Social Impact of Drug Abuse”, UNDCP, Vienna, 1996.37 TORO, Maria Celia, “Mexico’s War on Drugs: causes and consecuencies “, Lyenne Rienner, 1995, pp. 38-39.38 “Cuarta Encuesta Nacional a Estudiantes de Enseñanza Media 2009” , SEDRONAR, 2009.
que fuma marihuana y un 3,9% dijo que todos o casi todos. Los consumos de alcohol y
drogas son superiores entre los estudiantes que tienen amigos con consumo.”39
Si bien la familia resulta esencial para el carácter y grado de socialización de los
individuos, especialmente los jóvenes, también es cierto que un rol fundamental lo
cumple el grupo de pares con el cual los individuos socializan en etapas claves del
crecimiento. Esta influencia es especialmente importante cuando el individuo proviene de
una familia disgregada o disfuncional, donde el rol formador de la familia es reemplazado
por el grupo de pares. La inestabilidad de la cohesión familiar, ya sea por cuestiones
económicas, violencia familiar, o cuestiones sociales, las posibilidades de que miembros
de esa familia se vuelquen al consumo de drogas se intensifica. Esta es la ventana a
través de la cual debe ingresar el estado para intervenir preventivamente con políticas
sociales cuando aún no hay vinculación droga-delito.
El estado debe buscar activamente la solidez del vínculo familiar. Ha quedado
demostrado que no hay mayor fuerza que la familiar para ayudar a los individuos a
sortear problemas relacionados con el consumo de estupefacientes, siempre y cuando el
resto de la familia no se halle afectada también.
39 Ibidem.
En este sentido ha sido comprobada la inestimable importancia de la figura
maternal en su rol de contención.40 Identificar la correcta manera de aprovechar esta
condición natural puede dar lugar a la correcta implementación de políticas de reducción
de la oferta y la demanda de drogas.
Consecuencias para la educación y el sistema educativo.
El nivel, calidad y niveles de repitencia y graduación tienen directa relación con la
intensidad con la que el narcotráfico penetra en una sociedad. Se ha entendido siempre
que la educación posee un importante poder como preventorio del consumo de drogas y
sustancias ilegales.
A nivel individual, ha quedado demostrado que el consumo de drogas provoca en
los estudiantes consecuencias en la memoria de corto plazo, afecta funciones sensoriales
y de percepción, afecta emocionalmente al individuo y su desarrollo social y por ende
condiciona seriamente la posibilidad de que ese estudiante atraviese la etapa escolar con
éxito. Esta situación termina por crear una situación en la cual el individuo se ve afectado
ya no solo por el consumo de drogas sino por crisis de identidad y frustración que como
resultado crean una situación propicia al aumento del consumo de drogas y así se genera
un perjudicial circulo vicioso.
En Argentina el nivel de prevalencia de vida de consumo de sustancias
psicoactivas entre estudiantes ha crecido desde el año 2001. Así, por ejemplo, en lo
referido a la marihuana, la prevalencia prácticamente se ha triplicado desde el 2001.
Similar comportamiento ha tenido el consumo de cocaína. El crecimiento del éxtasis ha
resultado explosivo, con un aumento del 1200%. El consumo de pasta base o PACO ha
descendido, lo que demostraría que su consumo acusa cierto impacto de la publicidad
negativa que ha recibido su consumo.
40 “Women and Drug Abuse”, UNCDP,1994.
La educación es una gran herramienta para la prevención del consumo de
drogas. Esto es especialmente cierto cuando se introducen en el sistema educativo
programas destinados a la prevención especial del consumo de drogas y más si estos
programas involucran a los miembros de las familias. El nivel creciente de consumo de
drogas entre los estudiantes argentinos resulta un factor preocupante en vistas de los
costos asociados que conlleva en términos de las posibilidades de que los mismos vean
afectada su normal desarrollo educativo y por lo tanto condicionando sui futuro acceso al
mercado laboral.
CONCLUSIONES
Mientras que la integración económica de la mano de la globalización ha sido la
tendencia por excelencia del sistema internacional por al menos las ultimas 5 décadas, lo
que sigue resultando novedoso es la velocidad y alcance de dicha globalización. Estos
fenómenos novedosos también se trasladan al mundo de lo ilegal y por ende del
narcotráfico.
Las grandes organizaciones narcotraficantes están logrando aprovechar las
características de la actual globalización: inmediatez de transacciones, bienes no
tangibles, transportes, etc. En este marco, países con instituciones débiles, como lo es hoy
Argentina, suelen estar más expuestos a la penetración de estas organizaciones.
Más allá de la evidente dificultad para hallar datos cuantitativos y cualitativos de
calidad para determinar el verdadero alcance de este flagelo en nuestro país, el presente
estudio demuestra que es posible hallar algunas conclusiones a partir de la cuales
establecer estrategias.
El presente estudio cumple con el objetivo general al que pretendía llegar el
presente trabajo, consistente en determinar la evolución del narcotráfico en el país en los
últimos años. Así es posible determinar que entre 2000 y 2010 de acuerdo a la
información remitida a la Oficina de Naciones Unidas para las Drogas y el Crimen, las
prevalencias de consumo de Marihuana y Cocaína aumentaron un 213% y un 117%
respectivamente. Drogas antes consideradas marginales en el país como los opiáceos
tuvieron un incremento aun más considerable: un 433%. Las cifras totales de
consumidores en el país hoy se ubican en 728.000 consumidores habituales de cocaína
entre los 18 y los 64 años y 2.016.000 consumidores habituales de marihuana entre los 18
y los 64 años. El mercado total de consumo de cocaína en el país mueve unas 73
toneladas (no se contabilizan las incautadas) es de unos 3229 millones de pesos anuales.
El mercado total de marihuana mueve unas 108 toneladas anuales por 348 millones de
pesos.
En términos absolutos, puede decirse que Argentina ya es un país de consumo, y
así lo entiende también SEDRONAR en sus últimos informes. En términos relativos, la
verdad es aun más contundente. De acuerdo a Naciones Unidas, Argentina presenta los
niveles de prevalencia de consumo de marihuana y cocaína más grandes de América y
representa junto a Brasil y los Estados Unidos, el mayor mercado de consumo del
continente.
El presente estudio logra también establecer algunas de las consecuencias de
esta realidad en el país. En términos de seguridad, hay una clara relación. Un 29% de la
población carcelaria fue atrapada por delitos con algún tipo de vinculación con las drogas.
Un 10% de los mismos, delinquió con el objetivo de conseguir fondos para
estupefacientes. En definitiva, el presente estudio demuestra que las drogas poseen una
vinculación de relevancia con el nivel delictivo general.
Pero el presente estudio también halla otras consecuencias no deseadas del
narcotráfico y el consumo de drogas para el país y la sociedad. El costo estimado del
abuso de drogas ilegales para la Argentina en el año 2008 ascendía a 1074 millones de
dólares.
Del total de costos asociados al abuso de sustancias ilegales, la mayor parte, con
el 57% corresponde a costos gubernamentales directos que tienen que ver con la
reducción de oferta y de demanda. Le siguen los costos laborales asumidos por los
sectores públicos y privados, que con un 33% de participación ascienden a 1113 millones.
Por ejemplo el presente estudio halla una fuerte relación entre desempleo y consumo de
drogas, lo que termina ocasionando en la mayoría de los casos un círculo vicioso negativo
al ingreso del individuo en el mercado laboral y agrava su marginalización. El 10% restante
responde a gastos derivados de la salud gastos que responden a tratamientos, consultas y
emergencias.
Finalmente, pero no menos importante, se detecta un costo social, relacionado
con la erosión de la cohesión del núcleo familiar que se retroalimenta en la medida en la
que familias con miembros consumidores o adictos suelen presentar mayor cantidad de
conflictos. Este tipo de retroalimentación se ve también en la forma en la que el abuso de
sustancias ilegales afecta la educación de los abusadores de sustancias, de modo tal de
reducir sus posibilidades de éxito y de ingreso a la vida laboral por tanto facilitando las
condiciones para que esos individuos vean agravada su condición de adictos.
En definitiva, Argentina se presenta como un mercado en franca expansión para
el narcotráfico, donde cada vez hay más consumidores, donde las barreras de ingreso son
laxas. Esta Argentina comienza a acusar recibo de los costos asociados al narcotráfico y al
abuso de sustancias ilegales, especialmente en lo que respecta a la seguridad ciudadana,
la salud, la economía, la educación y la familia.
BIBLIOGRAFIA
United Nations Office on Drugs and Crime, World Drug Report 2010.
CLEMENTS, Kenneth, DARYAL, Mert, “The Economics of Marijuana Consumption”, University of
Western Australia, 1999.
SILVERMAN, L, “Urban Crime and heroin availability”, Public Research Institute Report 75-1, 1975.
REUTER, Peter, KLEIMAN, Mark, “Risk and prices: an economic analysis of drug enforcement”,
Crime and Justice: An annual Review of Research, Vol. 7 , 1986.
GOLDSTEIN, Paul, “Prostitution and Drugs.” Simon & Schuster Adult Publishing Group,
Massachusetts 1979.
“Criminal Victimization in the US”, Departamento de Justicia de los Estados Unidos de América,
1992. http://bjs.ojp.usdoj.gov/
“Economic and Social Consecuences of Drug and Illicit Trafficking”, UNODC. 1998.
“Informe Estudio Nacional en población privada de libertad.” Observatorio Argentino de Drogas.
SEDRONAR. 2009.
GOLDSTEIN, Paul, “The Drugs/Violence Nexus: A tripartite Conceptual Framework”, Journal of
Drug Issues, V.39, 1985.
“The Social Impact of Drug Abuse”, UNDCP/TS.2, Viena, 1996.
“Bolivia Agricultural Sector Review”, World Bank, Washington, 1992.
ALVAREZ, Elena, “The political economy of coca production in Bolivia and Peru”, UNCP, 1993.
TULLIS, Lamond, “Illegal Drugs in nine countries” UNRSID-United Nations University, Boulder,
1995.
DE FRANCO, GODOY, “The Economic consequences of cocaine production in Bolivia: historical,
local and macroeconomic perspectives”, Harvard University, Cambridge, Massachusetts, 1990.
“The Social and Economic Costs of Drug Abuse in the United Kingdom and the Netherlands”,
Commission of the European Communities, London, 1990.
“The Costs of Substance Abuse in Canada”, Canadian Centre on Substance Abuse, 1991.
PARSONS, KAMENCA, “Economic Impact of Drug Abuse in America”.
MOTT, Joy, MIRRLESS, Catriona, “Self reported Drug Misuse in England and Wales”, Home Office,
Paper 89, London, 1995.
SMITH, Jean Paul, “Alcohol and Drugs in the Workplace”, Geneva, ILO, 1993.
“El uso indebido de drogas y la consulta de emergencia, primer estudio nacional.” SEDRONAR,
2003.
“El uso indebido de drogas y la consulta de emergencia. Cuarto Estudio Nacional.”, SEDRONAR,
2009.”
OMS, Programa sobre abuso de sustancias, “Death related to drug abuse”, 1993.
“Preventing Substance abuse in families”, WHO, 1993.
“The Social Impact of Drug Abuse”, UNDCP, Vienna, 1996.
TORO, Maria Celia, “Mexico’s War on Drugs: causes and consecuencies “, Lyenne Rienner, 1995.
“Cuarta Encuesta Nacional a Estudiantes de Enseñanza Media 2009” , SEDRONAR, 2009.
“Women and Drug Abuse”, UNCDP,1994.
ANEXO
RUTAS DEL TRAFICO DE COCAINA Y MARIHUANA EN SUD AMERICA