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7/21/2019 Psique y Eros
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Psique (mitología)
Psique (en latín Psyche, en griego Ψυχή), divinidad griega y protagonista de un mito latino, es la personificación del alma.
El rapto de Psique de William-Adolphe Bouguereau.
Psique (en latín Psyche, en griego Ψυχή), divinidad griega y protagonista de un mito latino, es la personificación del alma.Mito
Según la historia, inmortalizada por Apuleyo en su Metamorfosis (El asno de oro), Psique era la menor y más hermosa de
tres hermanas, hijas de un rey de Anatolia. Afrodita, celosa de su belleza, envió a su hijo Eros (Cupido) para que le lanzara
una flecha que la haría enamorarse del hombre más horrible y ruin que encontrase. Sin embargo, Eros se enamoró de ella y
lanzó la flecha al mar; cuando Psique se durmió, se la llevó volando hasta su palacio.
Para evitar la ira de su madre, una vez que tiene a Psique en su palacio, Eros se presenta siempre de noche, en la
oscuridad, y prohíbe a Psique cualquier indagación sobre su identidad. Cada noche, en la oscuridad, se amaban. Una noche,
Psique le contó a su amado que echaba de menos a sus hermanas y quería verlas. Eros aceptó, pero también le advirtió que
sus hermanas querrían acabar con su dicha. A la mañana siguiente, Psique estuvo con sus hermanas, que le preguntaron,
envidiosas, quién era su maravilloso marido. Psique, incapaz de explicarles cómo era su marido, puesto que no le había
visto, titubeó y les contó que era un joven que estaba de caza, pero acabó confesando la verdad: que realmente no sabía
quién era. Así, las hermanas de Psique la convencieron para que en mitad de la noche encendiera una lámpara y observara
a su amado, asegurándole que sólo un monstruo querría ocultar su verdadera apariencia. Psique les hace caso y enciende
una lámpara para ver a su marido. Una gota de aceite hirviendo (de la que Apuleyo hace un tópico medieval: stilla olei
ardentis) cae sobre la cara de Eros dormido, que despierta y abandona, decepcionado, a su amante.
El matrimonio de Eros y Psique, obra deBoucher , 1744.
Cuando Psique se da cuenta de lo que ha hecho, ruega a Afrodita que le devuelva el amor de Eros, pero la diosa, rencorosa,le ordena realizar cuatro tareas, casi imposibles para un mortal, antes de recuperar a su amante divino. Como cuarto trabajo,
Afrodita afirmó que el estrés de cuidar a su hijo, deprimido y enfermo como resultado de la infidelidad de Psique, había
provocado que perdiese parte de su belleza. Psique tenía que ir alHades y pedir a Perséfone, la reina del inframundo, un
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poco de su belleza que Psique guardaría en una caja negra que Afrodita le dio. Psique fue a una torre, decidiendo que el
camino más corto al inframundo sería la muerte. Una voz la detuvo en el último momento y le indicó una ruta que le permitiría
entrar y regresar aún con vida, además de decirle cómo pasar al perro Cerbero, Caronte y los otros peligros de dicha ruta.
Psique apaciguó a Cerbero con un pastel de cebada y pagó a Caronte un óbolo para que le llevase al Hades. En el camino,
vio manos que salían del agua. Una voz le dijo que les tirase un pastel de cebada, pero ella rehusó. Una vez allí, Perséfone
dijo que estaría encantada de hacerle el favor a Afrodita. Una vez más pagó a Caronte y le dio el otro pastel a Cerbero para
volver.
Psique abandonó el inframundo y decidió abrir la caja y tomar un poco de la belleza para sí misma, pensando que si hacíaesto, Eros le amaría con toda seguridad. Dentro estaba un «sueño estigio» que la sorprendió. Eros, que la había perdonado,
voló hasta su cuerpo y limpió el sueño de sus ojos, suplicando entonces a Zeus y Afrodita su permiso para casarse con
Psique. Éstos accedieron y Zeus hizo inmortal a Psique. Afrodita bailó en la boda de Eros y Psique, y la hija que éstos
tuvieron se llamó Placer o (en la mitología romana) Volutas.
Etimología de la palabra psyché
Eros y Psique, por C, Albacini (s. XVIII, R.A.B.A.S.F., Madrid).
El verbo griego ψύχω, psycho, significa «soplar». A partir de este verbo se forma el sustantivo ψυχή, que alude en un primer
momento al soplo, hálito o aliento que exhala al morir el ser humano. Dado que ese aliento permanece en el individuo hastasu muerte, ψυχή pasa a significar la vida. Cuando la psique escapa del cadáver , lleva una existencia autónoma: los griegos la
imaginaban como una figura antropomorfa y alada, un doble o eidolon del difunto, que generalmente iba a parar al Hades,
donde pervivía de modo sombrío y fantasmal. Según cuenta muchas veces Homero, la psyché sale volando de la boca del
que muere como si fuera una mariposa (que en griego se escribe también psyché); razón por la cual algunas personas ven
en la mariposa unpsicopompo.
Galería de imágenes
Amor y Psique, por Louis Jean Francois Lagrenée.
Eros y Psique, por Annie Louisa Swynnerton.
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Cupido y Psique niños, por Bouguereau.
Cupido y Psique, por François Gérard.
Amor y Psique, por Bertel Thorvaldsen.
Amor y Psique, por Jacopo Zucchi.
Eros and Psique by samo19
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La escultura es “Psique reanimada por el beso del amor”, de Antonio Canova.
Eros and Psyche - Chrsitian Gottlieb Kraznestein-Stub (1815)
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Psique y Eros, el mito
Psique y eros de Canova en el Louvre
Psique y Eros , el m ito
En una ciudad de Grecia había un rey y una reina que tenían tres hijas. Las dos primeras eran hermosas. Para ensalzar la belleza
de la tercera, llamada Psique, no es posible hallar palabras en el lenguaje humano. Tan hermosa era que sus conciudadanos, y un
buen número de extranjeros, acudían a admirarla. Incluso dieron en compararla a la propia Venus, y no advirtieron que, al descuidar los ritos debidos a esta diosa, tal vez estaban atrayendo sobre la bella y bondadosa joven un destino funesto. Venus, la diosa que
está en el origen de todos los seres, herida en su orgullo, encargó a su hijo Eros: “Haz que Psique se inflame de amor por el más
horrendo de los monstruos” y, dicho esto, se sumergió en el mar con su cortejo de nereides y delfines.
Psique, con el correr del tiempo, fue conociendo el precio amargo de su hermosura. Sus hermanas mayores se habían casado ya,
pero nadie se había atrevido a pedir su mano: al fin y al cabo, la admiración es vecina del temor… Sus padres consultaron entonces
al oráculo: “A lo más alto contestó la llevarás del monte, donde la desposará un ser ante el que tiembla el mismo Júpiter”. El
corazón de los reyes se heló, y donde antes hubo loas, todo fueron lágrimas por la suerte fatal de la bella Psique. Ella, sin embargo,
avanzó decidida al encuentro de la desdicha.
Sobre un lecho de roca quedó muerta de miedo Psique, en lo alto del monte, mientras el fúnebre cortejo nupcial se retiraba. En
estas que se levantó un viento, se la llevó en volandas y la depositó suavemente en un pradera cuajada en flor. Tras el estupor
inicial Psique se adormeció. Al despertar, la joven vio junto al prado una fuente, y más allá un palacio. Entró en él y quedó
asombrada por la factura del edificio y sus estancias; su asombro creció cuando unas voces angélicas la invitaron a comer de
espléndidos platos y a acostarse en un lecho. Cayó entonces la noche, y en la oscuridad sintió Psique un rumor. Pronto supo que
su secreto marido se había deslizado junto a ella. La hizo suya, y partió antes del amanecer.
Pasaron los días por la soledad de Psique, y con ellos sus noches de placer. En una ocasión su desconocido marido le advirtió:
“Psique, tus hermanas querrán perderte y acabar con nuestra dicha”. “Mas añoro mucho su compañía dijo ella entre sollozos. Te
amo apasionadamente, pero querría ver de nuevo a los de mi sangre”. “Sea “, contestó el marido, y al amanecer se escurrió una
vez más de entre sus brazos. De día aparecieron junto a palacio sus hermanas y le preguntaron, envidiosas, quién era su rico
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marido. Ella titubeó, dijo que un apuesto joven que ese día andaba de caza y, para callar su curiosidad, las colmó de joyas. Poco
antes de que anocheciera, Psique tranquilizó a sus hermanas y las despidió hasta otra ocasión.
Con el tiempo, y como no podía ser de otra forma, Psique quedó encinta. Pidió entonces a su marido que hiciera llegar a sus
hermanas de nuevo, ya que quería compartir con ellas su alegría. Él rezongó pero, tras cruzar parecidas razones, acabó
accediendo. Al día siguiente llegaron junto a palacio sus hermanas. Felicitaron a Psique, la llenaron de besos y de nuevo le
preguntaron por su marido. “Está de viaje, es un rico mercader, y a pesar de su avanzada edad…” Psique se sonrojó, bajó la
cabeza y acabó reconociendo lo poco que conocía de él, aparte de la dulzura de su voz y la humedad de sus besos… “Tiene que
ser un monstruo “, dijeron ellas, aparentemente horrorizadas, “la serpiente de la que nos han hablado. Has de hacer, Psique, lo que
te digamos o acabará por devorarte”. Y la ingenua Psique asintió.
“Cuando esté dormido, dijeron las hermanas, coge una lámpara y este cuchillo y córtale la cabeza”. Enseguida partieron, y dejaron
sumida a Psique en un mar de turbaciones. Pero cayó la noche, llegó con ella el amor que acostumbraba y, tras el amor, el sueño.
La curiosidad y el miedo tiraban de Psique, que se revolvía entre las sábanas. Decidida a enfrentar al destino, sacó por fin de bajo
la cama el cuchillo y una lámpara de aceite. La encendió y la acercó despacio al rostro de su amor dormido. Era… el propio dios
Eros, joven y esplendoroso: unos mechones dorados acariciaban sus mejillas, en el suelo el carcaj con sus flechas. La propia
lámpara se avivó de admiración; la lámpara, sí, y una gota encendida de su aceite cayó sobre el hombro del dios, que despertó
sobresaltado.
Al ver traicionada su confianza, Eros se arrancó de los brazos de su amada y se alejó mudo y pesaroso. En la distancia se volvió y
dijo a Psique: “Llora, sí. Yo desobedecí a mi madre Venus desposándote. Me ordenó que te venciera de amor por el más miserable
de los hombres, y aquí me ves. No pude yo resistirme a tu hermosura. Y te amé… Que te amé, tú lo sabes. Ahora el castigo a tu
traición será perderme”. Y dicho esto se fue. Quedó Psique desolada y se dedicó a vagar por el mundo buscando recuperar,
inútilmente, el favor de los dioses: la cólera de Venus la perseguía. La diosa finalmente dio con ella, menospreció el embarazo de la
joven, le dio unos cuantos sopapos y la encerró con sus sirvientas Soledad y Tristeza.
El caso es que Venus decidió someter a Psique a varias pruebas, convencida de que no podría superarlas; mas acudieron en ayuda
de la joven las compasivas hormigas, las cañas de los ríos y las aves del cielo. La última prueba, en cambio, fue la más terrible:
Psique bajó a los infiernos en busca de una cajita que contenía hermosura divina. En el camino de regreso, sin embargo, quiso ella
misma ponerse un poco y, al abrir la caja, un sueño insoportable se abatió sobre ella. Y habría muerto, de no ser porque Eros, su
loco enamorado, acudió a despertarla: “Lleva rápidamente la cajita a mi madre, que yo intentaré arreglarlo todo” dijo, y se fue
volando. En la morada de los dioses, a petición de Eros, Zeus determinó que los amantes podían vivir juntos. Así que Hermes raptó
a Psique y la llevó al cielo, donde se hizo inmortal. Y fueron juntos felices Eros y Psique y a su debido tiempo tuvieron una niña a la
que en la tierra llamamos Voluptuosidad.
La historia de amor de Eros y Psique
Psiquis (Psique) contempla a Eros sosteniendo una lámpara de aceite. Escultura de Reinhold Begas (1831-1911)
Coincidiendo con la festividad del Día de los Enamorados, nos complace ofrecer a nuestros lectores una bella historia de amor: la de Eros
y Psique.
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Eros no figura entre las divinidades primordiales del panteón griego, sino que es hijo de Afrodita, la diosa que personifica el amor, y es
uno de los dioses más jóvenes del Olimpo. Eros representa y simboliza la fuerza misteriosa que coordina los elementos y asegura la
perpetuidad de la vida. En el mundo romano recibió el nombre de Cupido.
Las fiestas en su honor se llamaban “erotidia” y se celebraban cada cinco años. En Atenas tenía un altar y algunos otros templos en
diversos puntos, pero en general, su culto iba asociado a otras divinidades, como Afrodita y las Gracias. El tipo de Eros se modifica con el
tiempo a través del arte. Las primitivas figuras, objeto de culto, son piedras en bruto. Después, Eros adquiere forma humana, y más tarde se
le añaden alas para expresar la ligereza de acción del dios.
A partir del siglo V, Eros aparece con aspecto de adolescente, casi siempre en compañía de Afrodita. Además de las alas, atributo casi
constante en Eros, lleva con frecuencia arco y flechas. El arte helenístico lo presenta como un niño de gran belleza, desnudo, de aire
travieso. Por último, en época helenística, Eros cobra un carácter fúnebre y se le representa en estelas y sarcófagos. También se le une con
frecuencia a Psiquis, de quien el dios estuvo enamorado.
La de Psique (Psiquis), personificación del alma humana, es la más bella de las historias relativas a Eros. Psique era una bella doncella
amada por Eros, quien la llevó a su palacio, espléndido y majestuoso, donde ella vivía sola; el dios nunca se mostraba a su amada, que
debía recibirle en la más absoluta obscuridad.
Ella, lógicamente picada por la curiosidad y sin poder soportar por más tiempo la incertidumbre de no poder ver el rostro de su amado,
encendió una vez una lámpara de aceite y se quedó contemplándole, mientras él dormía plácidamente. Extasiada por la belleza de Eros,
inclinó sobre el la lámpara para verle de más cerca; pero las gotas de aceite hirviendo que cayeron sobre su cuerpo desnudo despertaron a
Eros, quien desapareció irritado.
Psique quedó abandonada en la tierra, sola y desconsolada, hasta que después de muchas tribulaciones obtuvo el perdón de Eros, y los
dioses le concedieron la inmortalidad, que desde entonces gozó en el Olimpo en compañía del amado.
El rapto de Psique, de William A. Bouguereau
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La versión de Apuleyo
En su clásica obra ‘Metamorfosis (El asno de oro)’, el escritor latino Apuleyo narra una versión distinta y más elaborada de esta leyenda de
amor.
Según ésta, Psique era la menor y más hermosa de tres hermanas, hijas de un rey de Anatolia. Afrodita estaba celosa de la belleza de la
mortal, pues los hombres estaban abandonando sus altares para adorar en su lugar a una simple mujer, y así ordenó a su hijo Eros que la
hiciera enamorarse del hombre más feo del mundo, lanzándole una flecha de oro oxidado. Pero el propio Eros se enamoró de Psique, lanzó
la flecha al mar, la raptó y se la llevó volando hasta su palacio.
Para evitar la ira de su madre, una vez que tuvo a Psique en su palacio, Eros se presentaba siempre de noche, en la oscuridad, y prohibió a
Psique cualquier indagación sobre su identidad. Cada noche, en la oscuridad, se amaban. Una noche, Psique le contó a su amado que
echaba de menos a sus hermanas y quería verlas. Eros aceptó, pero también le advirtió que sus hermanas querrían acabar con su dicha. A la
mañana siguiente, Psique estuvo con sus hermanas, que le preguntaron, envidiosas, quién era su maravilloso marido. Psique, incapaz de
explicarles cómo era su marido, puesto que no le había visto, titubeó y les contó que era un joven que estaba de caza, pero acabó
confesando la verdad: que realmente no sabía quién era.
Así, las hermanas de Psique la convencieron para que en mitad de la noche encendiera una lámpara y observara a su amado, asegurándole
que sólo un monstruo querría ocultar su verdadera apariencia. Psique les hizo caso y encendió una lámpara para ver a su marido. Una gota
de aceite hirviendo ( stilla olei ardentis) cayó sobre la cara de Eros dormido, que despertó y abandonó, decepcionado, a su amante.
Cuando Psique se dio cuenta de lo que había hecho, rogó a Afrodita que le devolviera el amor de Eros; pero la diosa, rencorosa, le ordenó
realizar cuatro tareas, casi imposibles para un mortal, antes de recuperar a su amante divino. Como cuarto trabajo, Afrodita exigió a Psique
que fuera a buscar un cofre al Hades (Infierno). Cuando consiguió llegar allí, Perséfone, diosa de la ultratumba, le dijo que lo que había en
el cofre era sólo para Afrodita. Psique, tentada por el poder que podría darle lo que había en ese cofre, olvidó que la curiosidad ya había
arruinado una vez su vida, y lo abrió, pero en vez de encontrar poder, encontró sueño eterno. Psique cayó en la hierba, dormida para toda la
eternidad. Pero Eros, finalmente apiadado de su amada, la rescató. Tiempo después, Afrodita y Psique hicieron las paces, y permanecieron
junto con Eros en el Olimpo.
‘ Stil la olei ardentis’
Como curiosidad añadida, explicaremos aquí que, en la literatura clásica y medieval, la gota de aceite hirviendo (en latín stilla olei
ardentis) se convirtió en un auténtico tópico literario, por el que se representaban la traición, el pecado y la consumación de una
curiosidad prohibida.
El enunciado de “gota de aceite hirviendo” aparece en la Metamorfosis (El Asno de Oro) de Apuleyo, cuando se relata la tragedia de
Cupido y Psique. Según la tradición y también según este relato, como ya hemos explicado, Psique recibía en su palacio todas las noches a
su amante, pero no podía verle para no reconocerle. Convencida por sus hermanas, encendió una lucerna (lámpara de aceite), de la que
cayó una gota de aceite en la cara de Eros, quien huyó y permitió que su madre Afrodita encargara terribles pruebas a su amada hasta que
ésta pudiera volver a verle. No sólo en la obra pícara de Apuleyo, sino en la leyenda transmitida oralmente, se narraba con todo detalle
cómo la ‘malvada’ gota era la culpable, a través de Psique, de su traición y el pecado ligado y como desencadenante de toda su epopeya
posterior.