Post on 14-Dec-2014
“Año de la Inversión para el Desarrollo Rural y l
a Seguridad Alimentaria”
TEMA: Quiste Ovárico
FACULTAD: Enfermería
CURSO: Enfermería Materno Infantil I
DOCENTE: Lic. Enf. Zulema Gutiérrez.
CICLO: VII
SECCIÓN: A
ALUMNAS: Muchaypiña Suárez, Lourdes Lizeth.
Orihuela Medina, Pamela Alexandra.
Universidad Nacional San Luis Gonzaga de Ica
Í n d i c e :
21. Introducción…………………………………………………………………………..4
2. Capítulo 1……………………………………………………………………………..5
2.1 Definición……………………………………………………………………6
Dedicamos este trabajo a Dios, por ser el ser Supremo que bendice nuestra existencia, a nuestra nación por
brindarnos la facilidad de terminar la carrera de enfermería y a nuestros padres por su apoyo incondicional.
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I n t r o d u c c i ó n
Las tumoraciones funcionales del ovario son transformaciones
quísticas de sus glándulas cíclicas (folículo y cuerpo amarillo)
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1. Introducción…………………………………………………………………………..4
2. Capítulo 1……………………………………………………………………………..5
2.1 Definición……………………………………………………………………6
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que se caracterizan por un crecimiento anatómico exagerado, anormal (hasta 6
a 10 cm.) y aumento de su actividad tanto en tiempo como en magnitud,
produciendo las modificaciones correspondientes en el tracto genital
igualmente acentuadas.
La designación mixta, tumoración funcional, está compuesta de un término
clínico tumoración (que quiere decir aumento de volumen) y otro fisiológico:
funcional (que en este caso, por tratarse de glándulas quiere decir secretor).
La causa es un trastorno hormonal que repercute sobre el ovario o que parte
de éste mismo en su calidad de glándula de secreción interna; son las
tumoraciones puras o esenciales pero pueden desarrollarse coincidiendo, o
como complicación de un proceso inflamatorio crónico que incluye a los
elementos de los anexos. Los trastornos menstruales ya revelan la
disendocrinia (trastorno de las glándulas endocrinas) antes de ser descubiertos
clínicamente en sus formas primarias regresivas, por un examen ginecológico
accidental o por el accidente agudo doloroso.
El tabaquismo es uno de los pocos factores de riesgo que han sido
identificados para los quistes funcionales ováricos Las masas benignas en los
anexos son frecuentes en el grupo de mujeres en edad reproductiva y son
causadas por quistes fisiológicos o neoplasias benignas.
El tratamiento de estas masas depende del cuadro clínico. Si la paciente
presenta hemorragia, síntomas por rotura del quiste o dolor agudo indicativo de
torsión ovárica, está indicada la intervención quirúrgica.
La mayoría de estos quistes son funcionales por naturaleza y usualmente se
resuelven sin tratamiento. La laparoscopia ha sido el procedimiento favorito por
los cirujanos pediatras para el tratamiento de los quistes ováricos.
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1 . D e f i n i c i ó n
Por definición, el quiste es una tumoración con
contenido líquido en su interior. (En ocasiones
puede estar mezclado con componentes
sólidos.) Los quistes pueden surgir en diversas
partes del cuerpo y deberse a causas muy
variadas. El quiste de ovario es uno de los que
aparece con más frecuencia en las mujeres.
No es extraño que en el ovario se presenten
quistes. De hecho, muchísimas mujeres los
tienen en algún momento de su vida. Los quistes pueden hacer su aparición a
cualquier edad, incluso antes del nacimiento en el feto que se encuentra dentro
del vientre de su madre.
Dependiendo de una serie de factores como la edad de la paciente y las
características que presenta el quiste, puede ser inofensivo o significar un
peligro.
Cada mes, en el ovario de la mujer que menstrua se produce el crecimiento de
un quiste llamado folicular, que contiene al óvulo. Por estímulos hormonales, el
quiste va creciendo hasta que a mediados de su ciclo menstrual se rompe para
permitir la salida del óvulo, lo que se conoce como ovulación.
Sin embargo, frecuentemente no se dan las condiciones adecuadas y el folículo
no se rompe, sino que más bien se mantiene intacto y continua creciendo. Esto
da lugar al tipo de quiste más común, que puede ser un quiste folicular
persistente, un quiste de cuerpo lúteo, o, si tiene sangre en su interior, un
quiste hemorrágico. Estos quistes usualmente no requieren tratamiento (al
menos quirúrgico) sino solo observación ya que lo normal es que desaparezcan
por si solos en uno o dos meses.
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Es por ello que la aparición de un quiste en una mujer que menstrúa, es mucho
menos preocupante que la existencia de un quiste en una niña o en una
paciente que está en la menopausia.
Observando el interior del cuerpo
En general, cuando el médico detecta un quiste, la primera indicación es
tomarse una ecografía, ya que este examen proporciona datos de mucho valor
para decidir si hay que tratarlo y cómo hacerlo. En líneas generales la paciente
puede esperar un mes antes de realizarse otra ecografía en caso de que:
Se trate de un quiste simple, sin tabiques gruesos que lo dividan ni estructuras
internas; se presenta en un solo lado; no sea mayor de 6 cm; aparezca en la
edad reproductiva; no presente anormalidades adjuntas como ganglios o
líquido en el abdomen y no produzca síntomas importantes como dolor y/o
fiebre.
Si la siguiente ecografía demuestra que el quiste ha desaparecido o su tamaño
se está reduciendo entonces se trataba de un “quiste funcional” y no requiere
tratamiento.
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En caso de que hubiere aumentado su tamaño o no cumple los requisitos
expuestos es muy probable que se requiera de un tratamiento quirúrgico.
La cirugía será necesaria así se trate de un quiste funcional ya que estos
pueden complicarse generando un cuadro de dolor muy fuerte, que en algunos
casos puede confundirse con apendicitis.
Grandes y pesados
Existen muchos tipos de quistes. Aparte de los funcionales otros muy
frecuentes son los cistoadenomas y los dermoides. Estos últimos pueden
presentar en su interior diversas estructuras como grasa, pelos, dientes, etc.
En el caso de los cistoadenomas pueden tener en su interior líquido claro o
secreción mucosa, generalmente son bilaterales y pueden crecer muchísimo si
no se tratan a tiempo. Se han registrado quistes con 40 litros de líquido
(equivalente a 40 kilos de peso).
Estos tumores implican un cierto riesgo, ya que pueden ser (o Volverse)
malignos. En ese caso el tratamiento y pronóstico de la paciente son más
complicados
.
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La edad también cuenta
Además de los tipos mencionados, existen los llamados quistes
endometriósicos. Muchas veces generan infertilidad en mujeres jóvenes ya que
tienden a formarse una y otra vez a no ser que se extirpe todo el ovario.
Un factor muy importante a tomar en cuenta en la cirugía del quiste de ovario
es la edad de la paciente. En caso de una mujer joven en edad reproductiva el
tratamiento debe ser mucho más conservador para que pueda tener hijos más
adelante si así lo desea. En las mujeres maduras, en cambio, el tratamiento
puede ser más agresivo.
En otras palabras, en una mujer menopáusica no habría mucho problema en
retirar la totalidad del ovario afectado, mientras en una mujer joven y sin hijos la
tendencia al tratarla debe ser sacar únicamente el quiste dañando lo mínimo
posible al ovario, y ser muy cuidadoso en la técnica operatoria para generar la
menor cantidad de adherencias posibles, para que la paciente no tenga
problemas posteriores de fertilidad.
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T i p o s d e Q u i s t e s :
Los quistes ováricos son muy comunes en las mujeres en edad de procrear.
Una mujer puede desarrollar un quiste o muchos quistes. El tamaño de los
quistes ováricos puede variar.
Hay distintos tipos de quistes ováricos. La mayoría de ellos son benignos (no
cancerosos). En raras ocasiones, algunos quistes pueden ser malignos
(cancerosos). Por este motivo su proveedor de atención médica debe examinar
todos los quistes.
2.1 Quistes Funcionales:
El tipo más común de quiste ovárico se denomina quiste funcional porque se
forma a causa de la ovulación, lo cual es una función normal. Todos los meses,
un óvulo encapsulado dentro de un saco que se denomina folículo, se forma
dentro de un ovario. El óvulo se libera del ovario a mediados del ciclo
menstrual.
Hay dos tipos de quistes funcionales:
Los quistes foliculares se forman cuando el folículo no se abre para liberar el
óvulo.
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Los quistes del cuerpo lúteo se forman cuando el folículo que retuvo el óvulo se
sella después de liberar el óvulo.
Estos tipos de quistes generalmente causan síntomas leves o no producen
síntomas. Generalmente desaparecen en 6 a 8 semanas.
2.1.1 Quistes foliculares
Los quistes foliculares del ovario son las estructuras quísticas más comunes
halladas en los ovarios normales. Estos quistes provienen de variaciones
patológicas temporarias de un proceso fisiológico normal y no son neoplásicos.
Los tumores son el resultado de la falta de eclosión de un folículo maduro
dominante o de la insuficiencia de un folículo inmaduro para sufrir el proceso
normal de atresia, sin reabsorción del líquido folicular.
Como factor etiológico se ha postulado la liberación anormal de gonadotrofinas
de la hipófisis anterior. Muchos quistes foliculares pierden la capacidad de
producir estrógeno; en otros casos, las células de la granulosa siguen siendo
productivas y segregando estrógenos en forma prolongada.
Los quistes foliculares solitarios son comunes y pueden ocurrir durante todos
los estadios del crecimiento, desde la vida fetal hasta la menopausia. Mediante
la ecografía, pueden encontrarse en 68 % de los ovarios premenárquicos
(usualmente tienen menos de 10 mm de diámetro). Los quistes tienen paredes
delgadas, son uniloculares y su tamaño va desde algunos milímetros hasta 8
cm de diámetro, con un promedio de 2 cm. Los quistes foliculares están
recubiertos por una capa interna de células de la granulosa y una capa externa
de células de la teca interna.
La mayoría de los quistes foliculares son asintomáticos y muchos son
descubiertos en forma circunstancial. La pared delgada que rodea a la
tumoración predispone a su ruptura, por ejemplo, durante el examen de la
pelvis.
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Durante el examen clínico se puede detectar
una masa ocupante pélvica o la paciente puede
tener síntomas relacionados con la mayor
síntesis de estrógenos, como la precocidad
sexual, los trastornos menstruales o la
hiperplasia del endometrio.
Los quistes foliculares o del cuerpo lúteo con
signos de ruptura o hemorragia intraperitoneal son menos frecuentes. Aunque
habitualmente esta hemorragia no tiene significado clínico, a veces puede ser
masivo y requerir la
intervención quirúrgica. Esta complicación es más común en las pacientes con
predisposición a las hemorragias, como las que están bajo tratamiento
anticoagulante o sufren diátesis hemorrágica.
Para el diagnóstico el ultrasonido y sus parámetros tienen una sensibilidad de
80 % y una especificidad del 93 %, lo que ha hecho que este examen sea el
estándar de oro para el diagnóstico de masas ováricas. La ultrasonografía
transvaginal ha demostrado ventaja considerable sobre la sonografía
transabdominal convencional.
Cuando se sospecha un quiste folicular, su manejo es conservador. Muchos de
ellos se resuelven dentro de las 8 a 12 semanas de observación. El tratamiento
de la paciente mediante ACO puede acelerar la resolución del quiste. Esta
estrategia también se aplica a la paciente joven sometida a
salpingooforectomía unilateral para el
tratamiento del cáncer de ovario y que
desarrolla un quiste de ovario unilocular
luego del tratamiento (Muram y col.,
1990) y a la paciente posmenopáusica
que tiene un quiste simple de 5 cm de
tamaño (Auslender y col., 1996).
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2.1.2 Quistes del cuerpo lúteo
Los quistes del cuerpo lúteo tienen menor incidencia que los foliculares. El
cuerpo lúteo no es considerado un quiste del cuerpo lúteo a menos que su
tamaño alcance los 3 cm de diámetro.
El quiste es el resultado de la hemorragia intraquística que se produce como
una parte normal del período de vascularización, 2 a 4 días después de la
ovulación. El sangrado rápido y excesivo puede provocar la ruptura y el
hemoperitoneo. El sangrado gradual y profuso provoca el agrandamiento del
quiste y si persiste, la sangre es reemplazada por un líquido claro. Es común
que estos quistes no tengan actividad hormonal y posean un diámetro
promedio de 4 cm. La cobertura anaranjada amarillenta está compuesta por
células de la granulosa y la teca luteinizadas. Cuando se produce la
hemorragia predomina en el lado derecho, posiblemente porque la presión
intraluminal es más elevada sobre el lado derecho, por las diferencias en la
arquitectura de las venas ováricas.
Lo característico de la ruptura es que se produce durante los días 20 a 26 del
ciclo menstrual. Muchas pacientes presentan dolor agudo de menos de 24
horas de duración, aunque en 23 % de ellas el dolor puede tener una duración
de 1 a 7 días. Cerca de 17 % de las pacientes relatan el comienzo del dolor
durante el coito. La ecografía puede confirmar el diagnóstico del quiste y la
presencia de líquido intraperitoneal.
Una determinación negativa de gonadotrofina coriónica humana beta (beta-
hCG) permitirá descartar un embarazo ectópico roto. La culdocentesis revela
sangre no coagulada; si el valor del hematocrito del líquido es menor o igual a
15 %, es frecuente que la conducta expectante tenga un final exitoso. Si la
paciente sufriera dolor intenso, descenso del hematocrito, hipotensión o
taquicardia, se requiere la intervención quirúrgica. La laparoscopia confirma el
diagnóstico, y el sangrado es controlado mediante la cauterización o la
coagulación por láser. En presencia de hemorragia masiva o intensa puede ser
necesaria la laparotomía. El quiste hemorrágico puede ser extirpado o
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coagulado con conservación del ovario. Las pacientes anticoaguladas tienen
una probabilidad de 31 % de sufrir hemorragia recurrente de un quiste del
cuerpo lúteo.
2.2 Quistes dermoides:
Los quistes dermoides se forman a partir de un tipo de célula que tiene la
capacidad para desarrollarse en distintos tipos de tejido, como de la piel, el
cabello, la grasa y los dientes.
Los quistes dermoides pueden estar presentes al nacer pero crecen durante los
años de reproducción de la mujer. Estos quistes pueden ocurrir en uno o en
ambos ovarios. Los quistes dermoides a menudo son pequeños y no producen
síntomas. Si crecen, pueden causar dolor.
2.3 Cistoadenomas:
Los cistoadenomas son quistes que se forman a partir de las células en la
superficie externa del ovario. A veces están llenos de un líquido acuoso o de un
gel denso y pegajoso. Por lo general son benignos, aunque pueden crecer muy
grande y producir dolor.
2.4 Endometriomas
Los endometriomas son quistes ováricos que se forman debido a
endometriosis. Con este trastorno, el tejido endometrial—tejido que
generalmente recubre el útero—se forma en áreas fuera del útero, como en los
ovarios. Este tejido responde a los cambios mensuales en hormonas. Con el
tiempo, se puede formar un endometrioma a medida que el tejido endometrial
sangra durante cada ciclo menstrual. A estos quistes a veces se les llaman
“quistes de chocolate” porque están llenos de sangre oscura de color marrón
(café rojizo).
2.5 Ruptura De Quiste Ovarico
Es una complicación poco frecuente y su cuadro clínico depende del tipo de
tumor y contenido, los tumores uniloculares derraman su contenido en la
cavidad peritoneal, produciendo sintomatología diversa, es decir la ruptura de
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un cistoadenoma seroso o mucinoso tendrá menor sintomatología que un
quiste dermoide o un endometrioma dado que su contenido es más irritante, el
cuadro se acompaña de dolor, nauseas, vómito, pudiendo llegar al choque, que
dependerá del tamaño del tumor.
Cuando se rompe un quiste puede originar hemorragia intraperitoneal de
diversa intensidad, según el calibre del vaso desgarrado, esto acentúa el dolor
y puede poner en riesgo la vida, en ocasiones se agregan infecciones que se
acentúa por el tiempo transcurrido del evento.
Torsión
La torsión del pedículo es una de las complicaciones más frecuentes en los
tumores de mediano y gran tamaño y es más frecuente en las primeras
semanas de gestación, en el puerperio y en los tumores benignos,
particularmente en el quiste dermoide, la torsión origina trastornos circulatorios
que pueden conducir a estasis e incluso necrosis del tumor. Esta complicación
puede resolverse espontáneamente, el síntoma cardinal es el dolor intenso que
puede ir acompañado de nausea, vómito, taquicardia y resistencia muscular,
presentándose leucocitosis moderada.
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En casi todas estas patologías, podemos encontrar cierto grado de choque
hemorrágico y séptico como es el caso del absceso pélvico.
Definiendo choque como una falla circulatoria aguda con disminución del flujo
sanguíneo a órganos vitales por disminución o mala distribución del gasto
cardiaco con pobre aporte de oxigeno e inadecuado aporte metabólico en el
lecho vascular capilar, mediado por substancias como ácido araquidónico,
radicales superóxido, endorfinas, renina, histamina, serotonina etc.
Esto se manifiesta como hipotensión arterial, oliguria o anuria, polipnea y
desordenes neurológicos, pudiendo llegar al estado de coma.
La caída súbita del gasto cardiaco, activa una serie de mecanismos
compensadores mediados por los barorreceptores aórticos, senos carotídeos y
las aurículas, jugando un papel importante las catecolaminas y la activación del
eje renina angiotensina aldosterona, esto produce una vasoconstricción intensa
arteriolar, favoreciendo la redistribución del gasto cardiaco hacia órganos
vitales sacrificando otros como piel, músculo e intestino. Si el choque se
prolonga la isquemia tisular lleva a anoxia celular y al uso del metabolismo
anaeróbico resultando en acumulación de ácido láctico con una pobre
producción de ATP.
Esta anoxia tisular permite la liberación celular de enzimas lisosomales,
radicales superóxido y sustancias que promueven vasodilatación, daño
endotelial, aumento de la permeabilidad vascular, depresión del miocardio, y
translocación intestinal de bacterias.
La terapéutica debe ser agresiva con el fin de restaurar y mantener la perfusión
tisular asegurando un adecuado contenido arterial de oxígeno que permita una
saturación no menor al 95% así como un adecuado gasto cardiaco para lo cual
se usará sangre, expansores del plasma o cristaloides y de ser necesario
inotrópicos, que deben ser precedidos por una adecuada precarga del
ventrículo izquierdo.
Para valorar la correcta reanimación cardiovascular y la reinstalación de una
perfusión tisular efectiva se debe monitorear constantemente la función de los
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órganos blancos, la saturación de oxígeno, las concentraciones de lactato
arterial y el aporte y consumo de oxígeno.
En el caso del choque séptico que es un proceso distributivo encontramos
resistencias vasculares sistémicas bajas con una distribución periférica
desigual del gasto cardiaco siendo normal o elevado todo esto como respuesta
sistémica a la infección que se manifiesta por taquicardia, fiebre o hipotermia,
taquipnea y evidencia de disfunción orgánica, la mortalidad oscila entre 40 y
70% todo ello causado por endotoxinas bacterianas que producen daño
endotelial por medio de liberación de mediadores celulares endógenos como
interleucina 1, factor de necrosis tumoral, etc, que producen afección directa
sobre la microcirculación sistémica y pulmonar, lo que lleva a una desigualdad
en la distribución del flujo sanguíneo a los diferentes órganos con resistencias
periféricas disminuidas alterando la distribución y el consumo de oxígeno.
Esto se debe a tres componentes
1) Apertura de los canales de potasio adenosintrofostato (KATP).
2) deficiencia aguda de arginina vasopresina y
3) masiva liberación de oxido nítrico
. En presencia de acidosis intracelular, la acumulación de lactato y depleción de
ATP, permiten la apertura de los canales de KATP, permitiendo la salida de
potasio, lo que resulta en una hiperpolarización de la membrana y cierre de los
canales de calcio, generando una vasodilatación refractaria a la norepinefrina.
Se sabe ahora que la arginina vasopresina (AVP) produce efectos
antidiuréticos sobre receptores V2 en el túbulo renal distal y colector como
respuesta a la elevación de la osmolaridad sérica, la hipotensión severa induce
una respuesta barorreceptora que libera grandes cantidades de AVP de la
hipófisis posterior, produciendo vasoconstricción elevando así la TA, sin
embargo paradójicamente, en pacientes con shock séptico encontramos
niveles bajos de AVP, por tanto parece que la AVP bloquea los canales de
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KATP, restaurando la polaridad de la membrana y la respuesta vascular a las
catecolaminas.
Por su parte, el óxido nítrico (ON) que se produce como respuesta a la acción
de las citoquinas de macrófagos en sepsis, induce vasodilatación sistémica
refractaria a la norepinefrina, con inhibición de la respuesta beta adrenérgica lo
que produce depresión miocárdica.
El manejo anestésico de estas pacientes, requiere de una valoración integral, y
debemos tomar en cuenta el grado y tipo de shock que presentan.
Se recomienda el empleo de anestesia general con el objetivo de asegurar vía
aérea, dar oxígeno suplementario, evitar en la medida de lo posible la
disminución de las resistencias vasculares periféricas, administración suficiente
de líquidos intravenosos, monitoreo invasivo en la mayoría de los casos, y
elección de los fármacos con menores repercusiones cardiovasculares y de
acuerdo a la condición del paciente.
Se ha reportado que el shock disminuye el volumen del compartimiento central
así como la eliminación de fármacos como el fentanil y remifentanil, resultando
un incremento en la concentración, cerca de un 20%.
En el caso del propofol, el shock disminuye el aclaramiento
intercompartamental, con un aumento en la potencia del fármaco, por ello se ha
recomendado el empleo del 10 al 20% de la dosis de propofol que emplearía
un sujeto sano, en aquellos pacientes en estado de shock, pero podría usarse
cerca de la mitad de la dosis en aquellos pacientes después de haber recibido
una resucitación hídrica vigorosa.
El etomidato parece ser la excepción ya que no requiere cambios en la dosis
calculada, e incluso pudiera ser combinado con el 50% de la dosis típica del
fentanil ya que la interacción entre opioides e hipnóticos puede ser más
profunda en presencia de shock hemorrágico que en pacientes sanos.
Por tal motivo el propofol no es de primera elección para la inducción de la
anestesia en pacientes con estado de shock, en contraste con el etomidato que
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permanece sin cambios y puede ser el de elección para la inducción
anestésica.
Otros autores realizan estudios en cerdos sometidos a shock isobárico,
encontrando concentraciones plasmáticas significativamente mayores del
fármaco por unidad de volumen, cuando se administró fentanil, remifentanil o
propofol en estos cerdos comparativamente con aquellos sin estado de shock.
Para mantener el flujo urinario, tensión arterial e índice cardiaco, algunos
autores compararon la norepinefrina contra vasopresina en infusión
encontrando un incremento significativo con el uso de vasopresina, de igual
forma la depuración de creatinina se incrementó en un 70% en el grupo de
vasopresina, concluyendo los autores que la utilización por corto tiempo de
vasopresina es útil en pacientes con shock séptico severo.
Se han empleado con éxito las benzodiacepinas para la inducción anestésica
en estas pacientes como son el diacepam, flunitracepam y midazolam, con
poca repercusión hemodinámica y efectos sedativos prolongados lo que es de
utilidad en el período postanestésico en la unidad de cuidados intensivos.
Así mismo se sabe que es necesario la resucitación hídrica previa a la
administración de drogas vasoactivas, por lo que el uso de la ketamina se
encuentra restringido dado su mecanismo de acción al
liberar catecolaminas endógenas o inhibir su recaptura.
El monitoreo invasivo debe estar presente para valorar
en todo momento el empleo de soluciones intravenosas
sobre la función cardiaca, renal y pulmonar, tomando
en cuenta además las alteraciones de la coagulación
por dilución o empleo de altas dosis de coloides, y
considerando la osmolaridad de cada uno de ellos para
el efecto distributivo en el organismo, procurando
siempre la protección cerebral, renal y pulmonar.
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3 . S i n t o m a t o l o g í a
La mayoría de los quistes ováricos son
pequeños y no producen síntomas. Algunos
quistes pueden causar un dolor sordo o
agudo en el abdomen y durante ciertas
actividades. Los quistes más grandes
pueden causar una torsión (torcedura) en el
ovario y producir dolor. Los quistes que
sangran o se rompen (revientan) pueden
causar problemas graves que exigen dar
tratamiento inmediato.
En casos raros el quiste puede ser canceroso. En sus primeras etapas, el
cáncer ovárico a menudo no produce síntomas, por lo que debe de estar alerta
a ciertas señales de advertencia.
Cuando se palpa la tumoración, se piensa en embarazo ectópico y este error
se hace más explicable, cuando al llegar a los linderos del segundo mes se ven
aparecer dolor intenso y pérdidas sanguíneas abundantes que erróneamente
se interpretan como metrorragia.
Por último, los síntomas pueden culminar en un síndrome doloroso agudo del
abdomen, el dolor es intenso en todo el abdomen pero principalmente en el
hipogastrio y fosas iliacas; se asocian vómitos, constipación, aceleración del
pulso y resistencia muscular que, juntos, manifiestan la irritación peritoneal o
síndrome de peritonismo, que debe interpretarse como respuesta al aumento
de tensión que adquiere la tumoración, pero asociada a una reacción
inflamatoria no específica, y trastornos circulatorios activos de la glándula,
sometida a una presión brusca que no existe en otros tumores ováricos que
pueden llegar a volúmenes y tensión muy grandes sin esta sintomatología y
que más arrastran a la glándula, que la comprimen. Cuando estos tumores se
asocian a los accidentes de esa naturaleza, les veremos producir el mismo
síndrome, por ejemplo en la llamada torcedura del pedículo; esta misma
consideración podríamos aplicarla a la explicación de lo que acontece en los
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procesos inflamatorios crónicos que se complican de la formación de este tipo
de tumoraciones.
Cuando la tumoración se perfora, es obvio que desencadene síndrome de
shock abdominal, con el colapso que corresponde a esta contingencia en
cualquier víscera, y que se disipe de la misma manera y con los mismos
recursos, incluyendo al embarazo ectópico con el que tiene la mayor
semejanza al establecerse el escurrimiento sanguíneo que presenta todos los
caracteres clínicos de una desiduometrorrea.
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. D i a g n ó s t i c o :
Es posible detectar un quiste ovárico durante un examen pélvico de rutina. Si el
proveedor de atención médica detecta un ovario agrandado, recomendará
ciertos exámenes para obtener más información:
Ecografía (ultrasonido) vaginal—Este procedimiento usa ondas sonoras
para crear imágenes de los órganos internos que se pueden visualizar
en una pantalla. Durante este examen, se introduce un instrumento
delgado denominado transductor en la vagina. Las imágenes que crean
las ondas sonoras revelan la forma, el tamaño, la ubicación y la
composición del quiste.
Laparoscopia—Durante este tipo de cirugía, se introduce un
laparoscopio—un tubo delgado con cámara—en el abdomen para ver
los órganos pélvicos. La laparoscopia también se puede usar para tratar
quistes.
Análisis de sangre—Si ya ha pasado la menopausia, además de un
examen de ecografía tal vez se le realice una prueba que mide la
cantidad de una sustancia que se denomina CA 125 en la sangre. Un
nivel más alto de CA 125 puede indicar la presencia de cáncer ovárico
en una mujer después de la menopausia. En las mujeres
premenopáusicas, otros problemas médicos, además de cáncer, pueden
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producir niveles elevados de CA 125. Por este motivo, esta prueba no es
un buen indicador de cáncer ovárico en mujeres premenopáusicas.
5 . T r a t a m i e n t o
Hay varias opciones disponibles de tratamientos. La selección de una opción
depende de muchos factores, como el tipo de quiste, si presenta síntomas, su
historial familiar, el tamaño del quiste y su edad.
Espera vigilante:
Si el quiste no produce síntomas, el proveedor de atención médica podría
simplemente darle seguimiento a dicho quiste durante 1 ó
2 meses para determinar si ha cambiado su tamaño. La
mayoría de los quistes funcionales desaparecen por su
cuenta después de uno o dos ciclos menstruales.
Aun si ya ha pasado la menopausia pero tiene alguna
inquietud sobre cáncer, el proveedor de atención médica
puede recomendar ecografías periódicas para dar
seguimiento a su situación. Si cambia el aspecto del quiste
o crece, puede ser necesario dar tratamiento.
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Píldoras anticonceptivas
Si sigue teniendo quistes funcionales, se podrían recetar píldoras
anticonceptivas para evitar que ovule. Esto se debe a que la probabilidad de
que se formen quistes nuevos es mucho menor si no ovula.
Aunque este tratamiento no elimina los quistes ya presentes, puede prevenir la
formación de nuevos quistes funcionales.
Cirugía
Si el quiste es grande o produce síntomas, el proveedor de atención médica
podría sugerir una cirugía. El alcance y el tipo de cirugía necesaria dependen
de varios factores:
a) El tamaño y tipo de quiste
b) Su edad
c) Sus síntomas
d) Su deseo de tener hijos
A veces, es posible extraer un quiste sin tener que extirpar el ovario. Esta
cirugía se denomina cistectomía. En otros casos, puede que sea necesario
extirpar uno o ambos ovarios. Es posible que el médico no sepa cuál
procedimiento emplear hasta que comience la cirugía.
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C o n c l u s i ó n :
Los quistes ováricos son comunes en las mujeres en edad de procrear. Aunque
la mayoría de los quistes son inofensivos y desaparecen por su cuenta, es
posible que el proveedor de atención médica prefiera dar seguimiento a un
quiste para asegurarse de que no crezca ni cause problemas.
Hay distintos tipos de quistes ováricos. La mayoría de ellos son benignos (no
cancerosos). En raras ocasiones, algunos quistes pueden ser malignos
(cancerosos). Por este motivo su proveedor de atención médica debe examinar
todos los quistes.
Es posible detectar un quiste ovárico durante un examen pélvico de rutina.
Ecografía (ultrasonido) vaginal—Este procedimiento usa ondas sonoras para
crear imágenes de los órganos internos que se pueden visualizar en una
pantalla.
Hay varias opciones disponibles de tratamientos. La selección de una opción
depende de muchos factores, como el tipo de quiste, si presenta síntomas, su
historial familiar, el tamaño del quiste y su edad.
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A n e x o s :
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Universidad Nacional San Luis Gonzaga de Ica
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