Post on 30-Jun-2015
TEMA 7.2. LA RED URBANA ESPAÑOLA
A) Características y condicionantes de la red urbana
La red urbana de un territorio está formada por el conjunto de ciudades que hay
en él, los flujos y relaciones que mantienen entre ellas y la forma en que se distribuyen
en el espacio teniendo en cuenta la jerarquía (mayor o menor importancia) que se
establece entre ellas, la distancia que las separa y las comunicaciones que las enlazan.
La red urbana española es muy desigual. La mayoría de las ciudades más
pobladas se encuentran en la periferia litoral, exceptuando a Madrid, que es la ciudad
con mayor número de habitantes del país. Las ciudades más pobladas se encuentran en
las comunidades autónomas de Andalucía, Cataluña, Madrid y el País Vasco. El resto
del espacio se organiza por una red condicionada por el terreno, el clima, la presencia de
agua, el modelo de ocupación histórica de dicho territorio y el papel de las
infraestructuras de transporte, dejando una red de ciudades más o menos densa en el
norte peninsular con núcleos relativamente pequeños entre los cuales destaca
Valladolid; mientras que al sur de la península, nos encontramos con una red urbana de
poblaciones más dispersas que concentran a toda la población.
Esta distribución también se ve afectada por las áreas de influencia de las
ciudades (hinterland), que en el caso de las ciudades más grandes (Madrid o Barcelona),
terminan de generar un sistema urbano que está muy jerarquizado por la importancia de
estos elementos. La red urbana española presenta importantes irregularidades: en
algunas zonas hay grandes aglomeraciones urbanas mientras que en otras zonas las
únicas ciudades importantes son pequeñas capitales de provincia.
b) La jerarquía urbana
La jerarquía es la organización de un conjunto en función de la mayor o menor
importancia de sus componentes. En el caso de las ciudades, la jerarquía urbana sería la
organización de un conjunto de ciudades ordenadas atendiendo a diferentes criterios:
Por el rango demográfico, es decir, por el tamaño o número de habitantes.
Por su posición geográfica; establece la organización de la red urbana según la
ubicación en el mapa.
Según las funciones que realizan las ciudades.
Por su hinterland o área de influencia
Los dos últimos están muy relacionados, ya que la influencia que ejerce una
ciudad sobre un territorio más o menos amplio se relaciona en una parte muy importante
con las diversas funciones que realiza la ciudad.
Según la importancia de cada una de las ciudades dentro del sistema urbano
español, se pueden clasificar por niveles jerárquicos:
1. Metrópolis nacionales: Madrid y Barcelona son las dos únicas ciudades que
tienen consideración de metrópolis nacionales. Tienen un mayor peso
demográfico, conforman extensas áreas metropolitanas y se engloban entre las
principales urbes europeas y mundiales. Como cabezas del sistema urbano
español tienen una serie de características que las diferencian del resto:
-concentran la mayor parte de las sedes de grandes empresas, lo que las
sitúa como centros de toma de decisiones empresariales.
-tienen una gran diversificación económica con prestaciones muy
especializadas, como los servicios financieros y los servicios a las empresas, y
concentran las principales empresas dedicadas a los sectores más punteros, como
la alta tecnología.
-poseen una densa red de transportes y comunicaciones que les permite
comunicarse de forma rápida con el resto del sistema urbano español, europeo y
mundial.
2. Metrópolis regionales: Coinciden con las ciudades que tienen entre 300.000 y
1.000.000 de habitantes. Entre ellas se encuentran importantes centros
económicos como Valencia, Sevilla, Zaragoza, Málaga, Bilbao y Las Palmas de
Gran Canaria. Estas ciudades mantienen importantes flujos con las metrópolis
nacionales a través de una densa red de transportes, y tienen una fuerte
influencia sobre el resto de su región. Son el eje económico de sus Comunidades
Autónomas, concentrando importantes industrias y servicios muy productivos,
como el comercio y los servicios financieros. Algunas de estas ciudades son,
además, importantes centros administrativos, pues cumplen funciones sanitarias,
educativas y culturales, y cuentan con la presencia de instituciones autonómicas.
También pueden ser importantes centros turísticos, como Málaga o Valencia.
3. Submetrópolis regionales: En este tercer nivel aparecen un buen número de
ciudades que superan los 200.000 habitantes. Mantienen importantes flujos con
las metrópolis nacionales y regionales y actúan como centros de servicios de sus
provincias y áreas de influencia más próximas. Destacan Vigo, San Sebastián,
Gijón, Oviedo, Granada o Alicante.
4. Otras ciudades: El resto de ciudades medias y pequeñas cumplen distintas
funciones terciarias, sobre todo comerciales, de carácter provincial. Algunas de
ellas han crecido debido a su evolución como centros industriales.
La composición de los flujos dentro del sistema urbano español, dan lugar al
establecimiento de una serie de subsistemas:
A. Eje norte: Discontinuo, con tres agrupamientos:
- Franja atlántica gallega, con las ciudades del interior que dependen de
él.
- Franja cantábrica: triángulo Oviedo-Gijón-Avilés más Santander, con
extensión hasta León.
- Región urbana del País Vasco, con tres metrópolis, Bilbao, San
Sebastián, Vitoria, y con ramificaciones hasta Burgos, Pamplona y Logroño.
B. Eje mediterráneo oriental: Es el más extenso e importante, con ciudades como
Barcelona, Gerona, Tarragona, Valencia, Alicante, Castellón, Murcia y
Cartagena.
C. Área metropolitana de Madrid, con extensiones hacia Toledo, Ciudad Real,
Cuenca, Guadalajara, Alcalá de Henares, Segovia y Ávila.
D. Eje del corredor del Ebro, con Zaragoza y Lérida, a las que se añaden Pamplona,
Tudela y Logroño.
E. Eje andaluz, que presenta dos subejes:
- El corredor del Guadalquivir: Jerez-Sevilla-Córdoba-Jaén.
- El subeje litoral: Cádiz-Huelva-Málaga-Granada-Algeciras-Almería.
F. Ejes insulares: Balear, Gran Canario y Tinerfeño.
G. Las ciudades del resto de la península forman parte del interior periférico o
subordinado, con escasa capacidad de organización, que tan apenas alcanza para
ejercer su centralidad sobre sus límites provinciales.
c) Las funciones urbanas
Además de la función residencial, considerada por muchos la principal función
de la ciudad, ésta asume tres funciones básicas imprescindibles tanto en la sociedad
como en la economía actuales de los países desarrollados:
1. La función comercial se remonta a plena Edad Media, cuando las tradicionales
ferias y mercados se celebraban preferente en los grandes núcleos de población.
Dentro de la ciudad, la función comercial se distribuye según el tipo y
características de los establecimientos. En el centro tiende a instalarse el
comercio caro y de lujo y en las áreas periféricas las grandes superficies.
2. La función industrial fue la responsable del crecimiento de la ciudad a partir de
la Revolución Industrial; crecimiento que en las grandes aglomeraciones urbanas
suele ser imparable por la atracción que ejerce para el asentamiento de nuevas
industrias. Su localización está en el área suburbana, preferentemente.
3. La función administrativa tiene también un carácter ancestral ya que las ciudades
también acogen una serie de servicios relacionados con la administración, el
gobierno del territorio e incluso la política. También las funciones
administrativas pueden presentar diferentes ubicaciones; abundan en el casco
antiguo y en los ensanches pero las nuevas construcciones o ampliaciones
prefieren establecerse en la periferia.
4. La función bancaria y financiera, siempre se localiza en el centro o área central;
es la zona de negocios o CBD . Se define como la principal de la ciudad y
también de la región, que presenta la más alta concentración de servicios a la
producción y otros servicios superiores y de funciones comerciales. Junto a
éstas, existen otra serie de funciones complementarias: militar, cultural,
religiosa, turística, nodos de transporte.
5. Además de las funciones básicas de comercio, industria y transporte, las
ciudades importantes ejercen funciones de cultura y esparcimiento así como
todas las que tienen que ver con servicios financieros y empresariales y medios
de comunicación; en cambio la especialización en comercio y transporte va
asociada a la articulación del mundo rural y es propia de ciudades menos
desarrolladas.
De todas formas, las ciudades de alguna importancia siempre acumulan varias de
estas funciones, que se completan y complementan unas a otras. La ciudad, el medio
urbano, se caracteriza, por lo tanto, por desempeñar una acusada multifuncionalidad que
no es tan acentuada en el medio rural. La multifuncionalidad de la ciudad no sólo se
ejerce sobre sí misma; también alcanza a su entorno regional e incluso más lejano. El
territorio que se ve afectado por el ejercicio de estas funciones constituye el área de
influencia de una ciudad y según sea la categoría de la ciudad, las funciones tendrán
mayor o menor relevancia sobre esa área de influencia.
Una ciudad del siglo XXI no destaca por una sola función sino más bien por lo
que llaman los urbanistas una funcionalidad diversificada. En España, como en el resto
de Europa occidental, se pueden distinguir:
A. Ciudades administrativas: es el caso de Madrid, como capital del Estado pero
también son las capitales autonómicas, provinciales o comarcales. En ellas
reside el gobierno y gran número de ciudadanos dedicados a las tareas
administrativas y otros servicios públicos.
B. Ciudades industriales: son las que atrajeron en un momento determinado, mano
de obra y empresarios y que necesitan un contacto con la red comercial y
bancaria. Buscan una mano de obra experta y diversificada. Es el caso de
ciudades como Vitoria, Pamplona, Alcoy o Bilbao.
C. Ciudades de servicios: cada vez las ciudades tienen funciones más diferenciadas
a medida que crece el impulso de la economía de consumo. Hoy la mayoría de
nuestras ciudades tienen esa función como básica.
D. Ciudades residenciales: todas las ciudades son residenciales y sería más correcto
diferenciar entre ciudades turísticas, como Benidorm, Toledo o Marbella;
ciudades universitarias, como el caso de Salamanca y Santiago; o ciudades
dormitorio, como pueden ser la mayoría de las ciudades colindantes con las
grandes.
E. Ciudades religiosas: la mayoría de ellas tienen un origen medieval, destacando
las que fueron centros de peregrinación, como es el caso de Santiago de
Compostela.
d) Los problemas de las ciudades
El crecimiento desmesurado de las ciudades en las últimas décadas ha generado
la existencia de múltiples problemas. Para señalar sólo algunos de ellos mencionemos la
vivienda, abastecimiento de agua y energía, la evacuación de los desechos, el ruido y el
tráfico.
El abastecimiento de agua corresponde a los ayuntamientos que almacenan,
transportan y depuran las aguas hasta que llegan a los consumidores. El consumo de
agua se ha incrementado en los últimos años; p. ej., en Madrid se gastan unos 330 litros
por persona y día (en Paris, 450, y en los llamados países en vías de desarrollo, una
media de 50-60 litros por habitante). La procedencia del agua es de ríos o embalses que
se encuentran relativamente cerca del lugar de consumo. En los últimos años se ha
hecho un gran esfuerzo para suministrar agua a las viviendas (hay más viviendas con
agua corriente en España que en Francia), pero hemos de concienciarnos que nuestro
país tiene una escasa e irregular pluviosidad y que el agua es un bien necesario que
puede escasear en un futuro muy cercano. Los abastecimientos de energías como el gas
y los derivados del petróleo, consumo que se ha incrementado en los últimos años,
requieren instalaciones seguras y al aire libre: depósitos fuera de la vivienda (para
butano y propano, por ejemplo). La electricidad procede de centrales hidráulicas,
térmicas o nucleares, generalmente situadas lejos de la ciudad. La electricidad se
transporta desde el lugar de origen al de consumo en líneas de alta tensión a las que ya
nos hemos acostumbrados, a ver como parte integrante del paisaje urbano. Al margen de
la infraestructura viaria, las ciudades deben mantener, mejorar y ampliar otra serie de
infraestructuras fundamentales para la prestación de servicios como son las tuberías de
agua, gas, de saneamiento, los tendidos eléctricos y telefónicos, y los equipamientos
como hospitales, colegios, zonas verdes, etc.
Un gravísimo problema de las ciudades es la gran producción de residuos
urbanos y su eliminación, la contaminación atmosférica y la de las aguas residuales que
tanto deterioran el medio ambiente de la ciudad. El ruido se ha convertido en una forma
grave y específica de polución urbana, que afecta notoriamente a los habitantes de las
ciudades. Los altos niveles sonoros de las grandes ciudades españolas (España es el
segundo país más ruidoso del mundo, tras Japón) pueden acarrear a la población
determinados trastornos como insomnio, envejecimiento precoz, hipertensión, cefaleas
y, por supuesto, sordera. Actualmente, todos los ayuntamientos de las grandes ciudades
toman medidas para controlar los ruidos: mediciones acústicas o revisión de vehículos y
de establecimientos con niveles elevados de sonoridad, son algunas de ellas. Pero estas
medidas son escasas y la posible solución a medio plazo esté en limitar el tráfico y
reducir las velocidades en determinadas zonas. El tráfico no sólo es el culpable del 90%
de los ruidos urbanos, sino que incrementa la contaminación atmosférica y contribuye a
que las calles de las ciudades estén permanentemente ocupadas por los vehículos. La no
coincidencia del lugar de trabajo con el lugar de residencia propicia la utilización del
coche particular o de automóviles colectivos en los desplazamientos hacia el centro de
la ciudad. La situación circulatoria puede llegar a ser alarmante en las horas punta,
cuando se producen desesperantes atascos y grandes colas de vehículos en los accesos a
la ciudad. Al cotidiano problema de tráfico hay que sumarle el problema de la falta de
aparcamientos existente en la mayoría de las ciudades españolas.
El desarrollo de las últimas décadas ha introducido una separación extrema de
funciones por barrios, la urbanización discontinua y la ocupación extensiva del
territorio. Estos cambios están creando problemas nuevos y más graves de habitabilidad
y sostenibilidad y la elevación de los costes de mantenimiento de servicios. Las grandes
ciudades españolas han consumido más suelo en los últimos 30 años que en toda la
historia anterior. La producción de ciudad dirigida por el sistema inmobiliario, sin
mayor control que los planes de usos del suelo, ha sido un factor determinante de esta
situación y el mercado de suelo no está siendo capaz de responder con solares
adecuados a las necesidades económicas, sociales e infraestructurales. Este modelo de
urbanización, a pesar de los esfuerzos planteados por algunos planes urbanísticos y por
la gestión de muchos municipios, tiene las siguientes consecuencias en distintos
aspectos del funcionamiento de la ciudad y el territorio:
- Congestión de las áreas centrales que recogen fuertes inversiones y provocan
altas rentas diferenciales de suelo.
- Abandono de áreas urbanizadas periféricas que han perdido su uso inicial -
obsoletas- y que serían potencialmente útiles a la ciudad.
- Pérdida general de vida social urbana en los barrios.
- Aumento de la movilidad y de la longitud de los desplazamientos como
resultado del aumento de los movimientos pendulares a causa del crecimiento de áreas
residenciales en zonas suburbanas muy alejadas del centro (ciudades dormitorio).
- Dificultad en la atención a las necesidades de transporte de las áreas dispersas,
extensas y alejadas.
- Congestión de tráfico en las vías que recogen los viajes dominantes y en las
áreas de centralidad.
- Aumento del consumo de energía.
- Aumento de consumo de tiempo, y más limitaciones en la organización de la
vida cotidiana.
Por otro lado, la calidad de vida de los ciudadanos difiere de unos barrios otros;
es decir, existe una zonificación social en la ciudad. En los barrios más antiguos, la
estrechez de las calles impide o dificulta la circulación de los vehículos, por lo cual los
transportes públicos de superficie suelen escasear. Los servicios sanitarios e higiénicos
de las viviendas no son los adecuados, y la propia estructura de los edificios, de
escaleras estrechas y oscuras, entorpece y encarece las posibles tareas de rehabilitación.
Las viviendas se degradan. Los ensanches del siglo XIX, con grandes bulevares y casas
espaciosas y bien dotadas de servicios, están ocupados por gente de clase económica
media alta. Cuando a finales del siglo XIX el ferrocarril y el tranvía posibilitaron el
desplazamiento hacia el centro, surgieron junto a las principales vías de acceso a la
ciudad los suburbios, en forma radial, que se convirtieron en barrios residenciales del
proletariado industrial carente de medios para vivir en los ensanches. Para rentabilizar el
precio del suelo se edificó en altura pero no se dotó a los edificios de ascensor, se
emplearon materiales de baja calidad y las viviendas eran de reducidas dimensiones. En
el siglo XX, la aparición y difusión del automóvil ha contribuido a la aparición de
nuevas zonas residenciales. En la más extrema periferia surgieron barrios de alta
calidad, cerrados y elitistas; pero, también en las afueras de la ciudad, se han ido
hacinando infraviviendas de chabolas habitadas por personas marginadas de la sociedad.
En resumen: la clase alta (económicamente hablando) suele vivir en barrios nuevos con
buenos equipamientos, la clase media en los ensanches o en zonas de la periferia más
próxima. La clase obrera habita en barrios alejados y en viviendas deficientes. Los
grupos marginados, social o económicamente, ocupan el casco antiguo y los suburbios
más alejados.
En última instancia, los Planes Generales de Ordenación Urbana insisten
frecuentemente en la necesidad de seguir una serie de políticas que disminuyan los
problemas urbanos, entre ellas destacan las siguientes:
- El uso racional del suelo urbano, creando equipamientos e infraestructuras para
la población (zonas verdes, colegios, hospitales, etc.).
- La distribución de las distintas unidades urbanas de forma ordenada por el
territorio, impidiendo la densificación o el amazacotamiento del poblamiento en
determinados sectores.
- La reducción de las distancias urbanas mediante la construcción de un sistema
viario más eficaz y fomentando el desarrollo de los transportes públicos.
- El respeto del patrimonio histórico – artístico, manteniendo y conservando los
monumentos y el paisaje urbano tradicional.