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EL ARTE EN LA PENÍNSULA IBÉRICA EN
LOS SIGLOS IX Y X
1. ARTE ASTURIANO
1.1. INTRODUCCIÓN
En el territorio hispano, la liturgia es diferente a la del resto de Europa, al menos hasta
mediados del siglo XI. Esto va a tener unas consecuencias visibles sobre el arte y la
arquitectura. Asimismo, se produce un cierto continuismo en esta liturgia. Se presencia cómo,
superada la invasión musulmana, en aquellos núcleos de resistencia hispano-cristianos, a partir
de los cuales comienza la Reconquista, es donde encajan las mejores obras de lo conocido
como “arte asturiano”.
La historiografía del arte de este período se agrupa en dos períodos:
- Una, más antigua, que trata de hacer ver el arte asturiano como fruto de la
influencia carolingia, minusvalorando las tendencias hispana y visigoda.
- Otra, más reciente, define este arte asturiano con el término de neovisigotismo u
ordo gothorum, que ya aparece mencionado en las fuentes. Hay por tanto una
necesidad de restaurar los principios que rigieron la monarquía visigoda.
Hay tres reyes muy vinculados al arte asturiano: Alfonso II el Casto (791-845); Ramiro I
(842-850) y Alfonso III (866-910).
1.2. ARQUITECTURA
Bajo Alfonso II el Casto, se dota a Oviedo de los edificios necesarios para instalar en esta
ciudad una corte regia; y todo esto lo hace teniendo muy claro que él se siente heredero de los
monarcas visigodos y que además, los edificios construidos en Toledo y sus advocaciones es lo
que necesita instaurar o repetir en la nueva corte ovetense. En este sentido, destacan dos
edificios: la Cámara Santa y San Julián de los Prados. A Ramiro I, por su parte, se le adjudican
las realizaciones del monte Naranco, muy cerca de Oviedo: San Miguel de Lillo y Santa María
del Naranco.
1.2.1. LA CÁMARA SANTA DE OVIEDO
La Cámara Santa es
un perfecto relicario, el
lugar en que se depositan
las reliquias más preciadas
de la monarquía asturiana y
sobre todo de Alfonso II.
Además, es aquí donde se
guardan importantes
tesoros, como la Cruz de los
Ángeles o la Cruz de la
Victoria. Aquí se parecía un
planteamiento de un
edificio martirial (depósito
de reliquias) que sigue claramente las tradiciones hispanas: planta rectangular, no
centralizada; dividido en dos plantas, la parte inferior dedicada a cripta y a San Miguel, y la
superior, la capilla, dedicada a Santa Leocadia (santa con mucho éxito en Toledo). La
materialización de esta arquitectura es claramente hispana (Mausoleo de la Alberca, de época
visigoda, también de planta rectangular). Destacan asimismo los arquillos ciegos del exterior,
las ventanas cerradas con celosía, los sillares de pequeño tamaño. La zona dedicada a Santa
Leocadia sufre un realzamiento en la época románica (bóveda de cañón con fajones que
voltean en doble columnas con estatuas-columna (casi exentas) de los apóstoles).
1.2.2. SAN JULIÁN DE LOS PRADOS
San Julián de los Prados, de nombre
Santullano, está dedicada a los Santos
Julián y Basilisa (Alfonso II es por algo el
Casto), tradicionalmente vinculados al
ámbito monástico; pero realmente es la
capilla palatina del rey, su oratorio
privado. Se construye entre el año 812
hasta el 832?? Tiene una cabecera
tripartita con contrafuertes, con un
transepto acusado y cámaras laterales. Su
planta es extraña, ya que se separa del
resto de Europa. No es centralizada, sino
que es basilical, de tres naves, un
transepto muy amplio, con dos cámaras
laterales en sus extremos; un pórtico a los
pies, saliente; y una cabecera tripartita de
testero recto. Lo que llama la atención es
la ausencia de la planta centralizada, pero sobre todo, el desarrollo del transepto, acusado en
alzado y muy desarrollado, que tiene fundamentalmente sentido en comunidades monásticas.
Como la cabecera sí está abovedada es lógico que haya contrafuertes, tanto en el testero
plano como en los laterales. Cuando el rey se hace su tribuna regia, al ser ésta su capilla
palatina, no se reserva un espacio a los pies de la iglesia, sino que la tribuna se coloca en uno
de los lados del transepto, como si fuera un miembro más de la comunidad monástica.
A todo esto se añaden
dos datos importantes. El
primero, que en la separación
de la zona reservada para la
comunidad monástica y el
resto se construye de fábrica
un iconostasio. El segundo es
que hay toda una decoración
anicónica donde lo único que
se representa son
arquitecturas fingidas y
cruces. La decoración sigue
varios niveles: en el primero,
hay un revestimiento de placas de mármol, como en la antigüedad; y en el segundo, hay unas
arquitecturas fingidas, con las cruces desnudas como única referencia a la divinidad, y que
podrían significar incluso la Jerusalén celeste. Además, las bóvedas de cañón de la cabecera
tienen una decoración de figuras geométricas que dan cuenta de que también aquí hay una
clara pervivencia de las formas y las técnicas de la Antigüedad (frescos). Tienen un claro
parecido con Santa Eulalia de Bóveda (rombos hexagonales y cuadrados) y con algunas
representaciones de códices del siglo X.
1.2.3. SAN MIGUEL DE LILLO
En San Miguel de Lillo, lo conservado responde perfectamente a la estética asturiana:
contrafuertes bajos, sillares pequeños, de refuerzo en las esquinas, celosías de piedra en las
ventanas, bóveda en el interior… Pero lo conservado de San Miguel de Lillo únicamente se
corresponde con los tramos de los pies de la iglesia. El pórtico da acceso a un tramo que
conduce a la nave, sobre el cual se sitúa la tribuna regia (que sí sigue la tradición europea), y a
cuyos lados hay dos cámaras cuadradas; y sólo se conserva el primer tramo de la iglesia. Ésta
era tripartita, de testero plano, con pórticos salientes en el transepto y con tres naves. Tenía
columnas que delimitaban las naves. La iglesia está fechada en torno al 848. Seguramente, la
mayor parte de la iglesia se hunde a partir del siglo XII, y se construye entonces una pequeña
capilla rectangular que permita una continuación en el culto, de ahí su aspecto tan extraño.
Los arcos y los pilares muestran una decoración con claras reminiscencias visigodas (rosetas,
ruedas de radios curvos, círculos tangentes…), que además viene confirmado por las fuentes.
San Miguel de Lillo es importante por la
arquitectura, pero también por la “escultura”
monumental. En la puerta de entrada se conservan
talladas las jambas (los laterales de la puerta), con
una clara iconografía dividida en tres partes: en el
centro, escenas de circo (leones, saltimbanquis) y
en las partes superior e inferior, un alto dignatario,
flanqueado por dos acompañantes, y con un
pañuelo en la mano. Esto parece recrear lo que
habitualmente se hace en los dípticos consulares,
como ocurre con el Díptico de Aerobindus, de 506,
que se realizaban con la llegada al poder de un
cónsul que solía venir acompañada por la
inauguración de unos juegos. Para algunos, el
personaje representado en la jambas de San
Miguel es Ramiro I. Finalmente, en las basas se
representa a los evangelistas, utilizando esa
simbología de “pilares de la Iglesia”. Los relieves
son muy toscos y muy simples. También queda
algún resto de pintura. En origen toda debió de estar pintada con frescos; aunque hoy no se
conserva casi nada: algún músico y un personaje entronizado, cuya composición podría estar
relacionada con el Altar del Duque Ratchis.
1.2.4. SANTA MARÍA DEL NARANCO
Junto a San Miguel
de Lillo se construye lo que
hoy es Santa María del
Naranco, pero que en
origen no fue una iglesia,
sino uno de los pocos
edificios civiles
conservados de ámbito
prerrománico hispano. Es
un aula regia, un edificio
de recepción, donde no se
aprecia nada de la arquitectura religiosa. La planta es rectangular, con dos enormes miradores
en los extremos. Cuenta con dos plantas a las que se accede por una escalera exterior; ambas
están abovedadas con bóvedas de cañón, de ahí la necesidad de contrafuertes exteriores. Su
única decoración es una especie de fajas colgantes con algunas cruces, meras incisiones, y
tondos vegetales con decoraciones de animales, todo muy oriental. Es curioso cómo, sobre los
miradores, se vuelve a construir una pequeña cámara, por ambos lados, sólo accesible por las
ventanas (internas o externas) y cuyo único objetivo parece el de la compensación exterior de
los volúmenes.
En una de las
cámaras inferiores de los
extremos hay
conducciones de agua.
La articulación interna
del espacio se basa en
arquerías ciegas que
apoyan en columnas
adosadas al muro y en
una bóveda de cañón
compartimentada con
fajones. Algunos autores
han relacionado los
miradores como
tribunas de arenga, de ahí su tratamiento tan monumental. Finalmente, destaca la utilización
de fustes cuádruples, con decoración de sogueado, que se adosan a los muros. Sólo hay una
decoración figurada: una pequeña placa de piedra compartimentada en cuatro con dos
caballeros y dos figuras a pie. Los capiteles son tronco-cónicos, y a partir de figuras
geométricas perfilan claramente las caras talladas.
1.2.5. SANTA CRISTINA DE LENA
De la época de Ramiro I o de Ordoño I hay un
edificio de una zona cercana a Oviedo: Santa Cristina de
Lena, con unas características similares a las de los
anteriores edificios. Destaca por su planta: un pórtico
saliente, una cabecera saliente, y unas cámaras laterales
también salientes. Además, conserva perfectamente el
iconostasio de fábrica. Cuenta con una tribuna en la parte
superior, mirando hacia el ábside. Destacan las arquerías
de medio punto cegadas en los muros perimetrales. El
cancel del iconostasio tiene una talla claramente
visigótica (motivos circulares y técnica a bisel). Las
columnas presentan sogueados, y los capiteles son
similares a las de Santa María.
1.2.6. SAN SALVADOR DE VALDEDIÓS
San Salvador de Valdediós es la
capilla palatina de Alfonso II, y data de
893. Aquí ya se ve claramente la
recuperación del sistema de
abovedamiento. La cabecera es
tripartita y de testero recto (sólo
sobresale un poco el ábside central);
tiene un cuerpo de tres naves
longitudinales; y a los pies tiene el
desarrollo habitual, con cámaras a los
lados. Aquí hay además dos cámaras
laterales en el transepto; y hay un
pórtico lateral que recorre la iglesia,
utilizado como enterramiento. Esto es
una muestra de cómo se va superando la
prohibición de que las gentes se
entierren en el interior de las iglesias,
promovida durante los siglos V y VI. La
cabecera presenta un vano tripartito; y
la utilización del alfiz testimonia de la
influencia musulmana. Quedan restos de
pinturas, que parecen anicónicas
(símbolos de cruces).
1.3. ORFEBRERÍA
La orfebrería asturiana es fundamental para la
creación de los tesoros y de los ornamentos de las
iglesias. Destacan dos cruces fundamentales. La
primera es la llamada Cruz de los Ángeles, que tiene
una inscripción que la fecha en 808 y en la que Alfonso
II alude a su condición de Servus Christi. La segunda es
la Cruz de la Victoria, de Alfonso III, que data de 908.
También se sabe que Alfonso II dona una cruz a la
catedral de Santiago de Compostela, hoy desaparecida.
2. EL ARTE DE REPOBLACIÓN – EL ARTE DEL SIGLO X
2.1. INTRODUCCIÓN
En el siglo X, la línea de la reconquista ha bajado hacia el sur: León se ha conquistado y
se ha convertido en capital. En toda esta franja se encuentra el llamado Arte de Repoblación o
Arte del Siglo X e, incluso, de Arte Mozárabe (aunque nosotros haremos una división).
En las iglesias del Valle del Duero, destaca la pervivencia de las formas arquitectónicas
del arte asturiano; la dispersión de los monumentos; la diversidad planimétrica; y la fundación
de monasterios promovida desde el obispado (destacan personajes como Genadio o Rosendo).
En estas fundaciones, las comunidades monásticas necesitan el refrendo del obispo para
realizar las construcciones de sus iglesias o las ampliaciones.
2.2. IGLESIAS
2.2.1. SAN MIGUEL DE LA ESCALADA
San Miguel de la Escalada data de 913, cuando
el abad Alfonso, con el beneplácito del obispo
Genadio, van a comenzar las obras. En las arquerías
del pórtico lateral se ven claramente las influencias
musulmanes (arcos de herradura, alfices…). La planta
es basilical, con tres naves separadas por columnas,
con un iconostasio de fábrica y con una cabecera
tripartita cuyo perfil es de arco de herradura al
interior y testero recto al exterior. Los capiteles son
todos vegetales, y sus tamaños son diferentes. Es en este momento cuando se recupera, junto
con el territorio, mucho material ya labrado. La influencia musulmana se aprecia también en
los modillones de rollo externos que sustentan el alero del tejado.
2.2.2. SANTIAGO DE PEÑALBA
Santiago de Peñalba está fechado en 937. Es
aquí donde está enterrado san Genadio. Su planta es
muy original: tiene una sola nave, con cámaras
laterales y una cabecera en arco de herradura interior y
testero exterior recto. Después, se construye un
contraábside a occidente para albergar los restos del
obispo. La arquitectura es muy habitual en la zona, y
utiliza como material principal la pizarra. Destaca su
influencia musulmana (arcos de herradura, alfiz,
modillones de rollo…).
2.2.3. OTRAS IGLESIAS
Una planta a medio camino entre los dos
monumentos anteriores es la de San Cebrián de Mazote,
con tres naves, transepto con brazos terminados en curvo
y contraábside; o la de San Baudelio de Berlanga, de planta
cuadrada, cubierta con una única columna en el centro que
cubre el espacio con una serie de arcos en abanico (como
si fuera una palmera). En el Románico, recibe una cubierta
de pinturas.
2.3. MONASTERIOS
Como origen de uno de
los grandes monasterios
benedictinos del Románico,
San Millán de la Cogolla
cuenta originalmente con una
iglesia rupestre, que cuenta
con dos naves, algo muy
peculiar. Esto se ha
interpretado como que el
monasterio era dúplice en un
principio. Aquí también se aprecian los arcos de
herradura.
San Rosendo, obispo de Mondoñedo,
funda el monasterio de Celanova, uno de los
grandes centros monásticos benedictinos en
Galicia, de mucha influencia. Su origen se
encuentra en una diminuta capilla en las afueras
del recinto monástico, la Capilla de San Miguel.
Responde perfectamente al modelo de pequeña
arquitectura del siglos X: pequeño tamaño,
cuidada cantería, amplios modillones de rollo,
pequeñas ventanas en arco de herradura, alfiz…
2.4. PIEZAS DE AJEDREZ
A estos obispos
anteriormente mencionados se
asocian diversos objetos que en
un principio no tienen nada que
ver con el culto, pero que se
convierten en reliquia al haber
estado en contacto con el santo:
es el caso del Ajedrez de
Genadio. Del mismo modo, a San
Rosendo se asocian otras piezas
de ajedrez de cristal de roca, de
origen fatimí, posiblemente
fruto de un intercambio o de un
botín de guerra. Están incluso asociadas a una donación de la madre del obispo. Son guardadas
en una pequeña caja del siglo XII, y permanecen olvidadas hasta hace relativamente poco.