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Rudolf Steiner
TTEEOOSSOOFFAATeosofie
Coleccin Antroposofa
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NDICE
Prlogo, pgina 3.
Introduccin, pgina 7.
LA ENTIDAD HUMANA, pgina 11.I. La Entidad Corporal del Hombre, pgina 14.II. La Entidad Anmica del Hombre, pgina 16.III. La Entidad Espiritual del Hombre, pgina 17.IV. Cuerpo, Alma y Espritu, pgina 18.
LA REENCARNACIN DEL ESPRITU Y EL DESTINO,pgina 36.
LOS TRES MUNDOS.I. El Mundo Anmico, pgina 54.II. El Alma en el Mundo Anmico despus de la Muerte,
pgina 64.
III. El Mundo del Espritu, pgina 73.IV. El Espritu en el Mundo del Espritu despus de laMuerte, pgina 79.
V. El Mundo Fsico y su Relacin con el Mundo Anmico yEspiritual, pgina 89.
VI. Las Forma: Pensamiento y el Aura Humana, pgina 97.
EL SENDERO DEL CONOCIMIENTO, pgina 106.
OBSERVACIONES Y NOTAS, pgina 120.
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PRLOGO
Lo que se dijo con motivo de publicarse la segunda edicin puede
decirse tambin en la presente. Asimismo, se han intercalado en sta algunas
ampliaciones y notas que nos parecen importantes para la mejor comprensin
de lo que explicamos; en cambio, no hemos sentido ninguna necesidad de
introducir modificaciones esenciales en l contenido de las ediciones primera
y segunda y tambin en lo que hemos expresado sobre l propsito de esta
obra cuando se public por primera vez. Tampoco el prlogo de la segunda
edicin necesita ser modificado; por eso lo reproducimos aqu tal como sali
en la primera edicin con el agregado de lo que se dijo en la segunda.
En este libro se dar una descripcin de algunas partes del mundo
suprasensible. Quien concede valor nicamente al mundo fsico juzgar estas
descripciones como una vana creacin de la fantasa; pero quien anhela
conocer el sendero que conduce ms all del mundo de los sentidos,
comprender, en seguida, que es slo por el conocimiento de otro mundo, que
la vida humana adquiere valor e importancia. No tiene justificacin el temor
de muchos, que por causa de semejantes conocimientos el hombre se aparte delo que se llama la vida real; por el contrario, por medio de ellos, se har capaz
de tomar una posicin firme y segura en esta vida, aprendiendo a conocer las
causas, mientras que, sin tales conocimientos, tiene que buscar a tientas, como
un ciego, el camino a travs de los efectos. La realidad sensible adquiere
significado slo por medio del conocimiento de lo suprasensible; de
consiguiente, quien la obtiene no se hace inhbil, sino ms hbil para la vida.
Slo quien comprenda perfectamente la vida puede convertirse en un hombre
verdaderamente prctico.
El autor de este libro no describe cosa alguna de la cual no pueda dar
testimonio con su propia experiencia, con ese gnero de experiencia que se
adquiere en este campo, nada seexpondr que no haya sido experimentado por
el autor.
Pero esta obra no deber leerse como se suele leer libros en nuestra
poca, el lector tendr que conquistar con asiduo trabajo cada pgina y, alguna
vez tambin una simple frase. Y esto se ha hecho as deliberadamente, porque
nicamente de esta manera el libro ser lo que tiene que ser para el estudioso.
Para quienes quieran recorrerlo solamente resultar como si no lo hubieran
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ledo absolutamente; las verdades que aqu se enuncian tienen que ser
experimentadas. Solamente en este sentido la Ciencia Espiritual tiene valor.Este libro no puede ser juzgado con el criterio de la ciencia corriente, si
el punto de vista para tal juicio no ha sido adquirido del mismo libro. Pero si
el crtico acepta este punto de vista, ciertamente ver que cuanto aqu se
expone no est en contradiccin con el verdadero espritu de la ciencia. El
autor sabe que no ha querido ponerse en conflicto con su propia
escrupulosidad cientfica en una sola palabra de su obra.
Si alguien quisiera encontrar por otra va las verdades que se exponen
en este libro, podr encontrarlas tambin en la Filosofa de la Libertad. Los
dos libros, por distintos caminos tienden al mismo fin; el estudio de uno no es
indispensable para la comprensin del otro, aun cuando para algunos puedaresultarle beneficioso.
Quien quiera hallar en las pginas que siguen las ltimas verdades quiz
sufra alguna desilusin. El autor ha querido dar por el momento solo las
verdades fundamentales del vasto campo de la Ciencia Espiritual.
Ciertamente, es propio de la naturaleza humana querer que se responda
en seguida a cuestiones como las del principio y el fin del mundo, el objeto de
la existencia y de la esencia de Dios, pero quien, en cambio de palabras y
conceptos intelectuales, procura verdadero conocimiento para la vida, deber
saber que en un escrito que trata del principio del conocimiento espiritual, nose deben decir cosas que corresponden a grados ms elevados de la sabidura.
Slo a quien comprenda estos principios le resultar clara la manera como se
deben exponer los problemas de orden superior; de esto se ocupa el mismo
autor en la obra La Ciencia Ocultaque es la continuacin de sta.
Como complemento del prefacio a la segunda edicin se agregan aqu
las siguientes palabras.
Actualmente quien ofrece al pblico una exposicin de hechos
suprasensibles debe saber dos cosas: primero, que nuestra poca tiene
necesidad de cultivar los conocimientos suprasensibles; segundo, que en la
presente vida intelectual predominan innumerables ideas y sentimientos quepara mucha gente hacen aparecer semejantes descripciones como un frrago
de sueos fantsticos. La poca actual tiene necesidad de conocimientos
superiores, porque todo lo que el hombre aprende en torno al Universo y a la
vida, hace surgir en l una cantidad de preguntas a las que slo se puede
responder mediante las verdades suprasensibles; y puesto que es intil hacerse
ilusiones, todo lo que nos dice la actual corriente intelectual en torno a los
fundamentos de la existencia, no es una respuesta para el alma que siente ms
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profundamente, sino una serie de preguntas alrededor de los grandes enigmas
del Universo y de la vida. Es posible que por algn tiempo alguien se ilusionecreyendo haber dado con los resultados de hecho rigurosamente cientficos
y con las consecuencias que algn pensador moderno haya educido, la
solucin de los problemas de la existencia: pero cuando el alma desciende a
las profundidades a que debe llegar, se comprende verdaderamente a s
misma; entonces lo que al principio pareca ser una solucin se le aparecer
como un estmulo al formularse la verdadera pregunta. Y la respuesta a esta
pregunta no debe satisfacer nicamente una curiosidad del gnero humano,
porque de ella depende la tranquilidad interna y la armona de la vida del
alma. La conquista de esa respuesta no slo satisface la sed de saber, sino que
hace al hombre capaz para el trabajo y para su misin en la vida, mientras quela falta de solucin de esos problemas paraliza su alma y, finalmente, su
cuerpo. El conocimiento de lo suprasensible no es simplemente algo para
nuestras necesidades tericas, sino para la verdadera prctica de la vida. Por
esto, teniendo presente el gnero de vida intelectual de ahora, el conocimiento
espiritual es un campo de conocimiento indispensable para nuestra poca.
Por otra parte, nos hallamos ante el hecho de que muchos rechazan con
la mayor energa lo que para ellos seria ms necesario. Es tan convincente
para muchos el poder de ciertas opiniones construidas sobre la base de
seguras experiencias cientficas, que no pueden menos de considerar comocompletamente desprovisto de sentido el contenido de un libro como ste.
Quien se disponga a exponer los conocimientos suprasensibles, no debe
hacerse ilusiones absolutamente a este respecto. Es, naturalmente, grande la
tentacin de exigir a un autor de este gnero, que aduzca las pruebas
indiscutibles de sus asertos. Pero quien pida esto, no se da cuenta que se
engaa a s mismo, porque pide, sin ser perfectamente consciente, no las
pruebas inherentes al asunto mismo, sino las que l quiere o las que est en
condiciones de reconocer. El autor sabe que este libro no contiene nada que no
pueda ser reconocido por quien se funda en las nociones actuales de la
Naturaleza; est convencido que han sido satisfechas todas las exigencias de laciencia natural; y que, precisamente por esto, se puede juzgar bien fundada la
descripcin que aqu da de los mundos superiores. La mente habituada a las
concepciones de la ciencia natural debera sentirse familiarizada con este
gnero de descripciones; quien piensa as, juzgar ciertas discusiones de la
manera caracterizada por la frase, verdaderamente profunda, de Goethe: No
es posible refutar una doctrina falsa que se funda sobre la conviccin, que lo
falso es verdadero. Las discusiones son perfectamente intiles para quienes
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reconocen como verdaderas, nicamente las pruebas que estn conformes con
su manera de pensar, pero quien conoce la esencia de la prueba, sabeperfectamente que el alma humana encuentra la verdad por otras vas que no
por las de la discusin. Con este convencimiento se da a la publicidad la
presente edicin de este libro.
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INTRODUCCIN
Cuando Johann Gottlieb Fichte, en el otoo de 1813 daba al pblico su
enseanzacomo fruto maduro de una vida enteramente consagrada al servicio
de la verdad, deca al comienzo de ella: Esta ciencia presupone un nuevo
rgano de sentido interior, por el cual se revela un mundo nuevo, que no existe
para el hombre corriente. Y a continuacin demostraba por medio de una
comparacin, cuan incomprensible haba de ser sa, su enseanza, para aquel
que la juzgara segn los conceptos que le transmitieran los sentidos
ordinarios: imaginaos un mundo habitado por ciegos de nacimiento, que
conocen de los objetos y de las relaciones entre ellos, slo lo que pueden
concebir por medio del tacto. Habladles de los colores y de los otros
fenmenos que solamente existen por medio del color y para la vista. Vuestro
discurso no tendr sentido para ellos, y podrais daros por contentos si os lo
dijeran, porque as os darais cuenta de vuestro error, y cesarais de hablarles,
porque sera intil ya que no podrais abrirles los ojos. Ahora bien, el que
habla al hombre de cosas semejantes a las que trata Fichte, se encuentra muy a
menudo en situacin anloga a la del vidente entre ciegos de nacimiento. Sinembargo, estas cosas son las que se refieren a la verdadera entidad humana y a
su ms elevada meta. Y creer que es necesario cesar de hablar porque es
intil, sera lo mismo que desesperar de la humanidad. Al contrario, no debe
dudarse un instante de que, con relacin a estas cosas, es posible abrir los
ojos de quien demuestre buena voluntad para ese fin. Con esta suposicin
han hablado y escrito todos aquellos que sentan haber desarrollado el rgano
del sentido interno para conocer el verdadero ser del hombre que se oculta a
los sentidos externos. Esta es la razn por la cual desde los tiempos ms
remotos siempre se ha hablado de tal sabidura oculta. El que ha adquirido
algo de ella, siente que tal conquista es tan segura, como con ojos perfectos se
tiene un concepto seguro de los colores; para el, esta sabidura oculta no
requiere pruebas. Sabe, adems, que no puede carecer de pruebas nadie que,
como l, haya desarrollado el sentido superior. A tal persona puede
hablrsele; lo misino que uno que haya viajado puede hablar de Amrica a
quienes no la han visto, pero que pueden formarse idea de ella, porque veran
todo lo que el viajero ha visto, si se les presentara la oportunidad.
Pero el que ve lo sobrenatural, no debe hablar tan slo para los
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investigadores del mundo espiritual. Tiene que dirigir sus palabras a la
humanidad entera, pues tiene que informar sobre cosas que a toda ellaconciernen. Sabe, adems, que sin el conocimiento de esas cosas, uno no
puede, en el verdadero sentido de la palabra, llamarse y vivir como ser
humano, y aun cuando se dirige a todos, sabe, no obstante, que hay diferentes
grados de comprensin para lo que ha de comunicar. Sabe que tambin
aquellos que estn lejos an del momento en que puedan iniciar
investigaciones espirituales por s mismos, pueden entenderle porque el
sentimiento y lacomprensinpara la verdad son inherentes atodohombre. Y
comienza a dirigirse a esa capacidad de comprensin que puede brotar en toda
alma sana. Sabe que en esta comprensin existe una fuerza que
paulatinamente conducir a grados superiores de conocimiento. Estesentimiento que, al principio, no ve nada absolutamente de lo que se le dice,
es precisamente la fuerza mgica que abre los ojos del espritu. Este
sentimiento surge en la obscuridad. El alma no ve, pero por este mismo
sentimiento llega a compenetrarse del poder de la verdad; y luego,
gradualmente la verdad se apodera del alma y abre en ella el sentido
superior. Una persona tardar ms, otra menos, pero quien tenga paciencia y
firmeza conseguir su objeto. Porque si no es posible operar a todos los que
son fsicamente ciegos, el ojo espiritual puede abrirse en cada uno, siendo
este despertar slo cuestin de tiempo.La erudicin y la cultura cientfica no son condiciones indispensables
para abrir este sentido superior. Puede desarrollarse en el hombre sencillo
como en el de mayor ilustracin. Lo que en nuestros das se acostumbra llamar
ciencia nica, puede llegar hasta a constituir un obstculo para alcanzar tal
fin. Porque esta ciencia, nicamente, reconoce como real lo que perciben los
sentidos comunes. Y por altos que sean sus mritos con relacin al
conocimiento de estarealidad, cuando se declara competente para dictaminar
en todo lo que concierne al saber, crea abundantes prejuicios que impiden la
consecucin de las realidades superiores.
A lo que se acaba de decir, se objeta con frecuencia que existen lmitesinfranqueables para nuestros conocimientos y que, no pudiendo pasar de
estos lmites, debiramos desechar todos los conocimientos que no respetaran
tales lmites. De modo que se considera muy presuntuoso al hombre que
pretende saber algo sobre cosas que, segn muchos, se encuentran ms all de
los lmites de la capacidad humana para conocerlas. Al formularse
semejante objecin, no se considera que a los conocimientos superiores les
deba preceder el desarrollo de las capacidades para obtener tales
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conocimientos. Lo queantesde tal desarrollo se encuentra ms all de dichos
lmites, estar enteramente al alcance de nuestro conocimiento, una vezdespertadas las capacidades que dormitan en todos nosotros. Sin embargo, hay
algo en esto, que se debe considerar con atencin. Uno podra decir: De qu
sirve hablar a la gente de cosas que estn fuera de su alcance, desde que no
tiene desarrollado el poder de percibirlas?. Pero tal razonamiento es errneo.
Ciertamente, se requieren ciertas facultades para hacer investigaciones y
encontrar las cosas de que se trata, pero los resultados que se obtienen son
comprensibles a toda persona a quien se les comuniquen, si se emplea una
lgica imparcial y un criterio sano para juzgar la verdad. El contenido de este
libro es tal, que quien lo perciba con mente amplia y sentimiento sano, y desee
desenvolver sus facultades de pensar de manera amplia y sin prejuicios,obtendr la sensacin de que es posible ocuparse de los enigmas de la vida
humana y de los fenmenos del Universo, con resultado satisfactorio. Puede,
cada uno, formularse la pregunta: si lo que aqu se manifiesta es cierto Habr
en ello una explicacin de la vida que pueda satisfacer?. Y encontrar que su
propia vida le da la confirmacin.
En cambio, para ser Maestro en estas regiones superiores de lo
existente, no basta, simplemente, con que se haya despertado en el hombre el
sentido para percibirlas. Para tal propsito es indispensable que haya
adquirido lacienciade esas regiones, como se requiere poseer ciencia para sormaestro en lo que concierne a la realidad comn. La vista superior no basta
para ser un sabio en las cosas del mundo espiritual, como nadie llega a la
sabidura en el mundo fsico slo con el perfecto desarrollo de sus sentidos. Y
como es cierto que ambas realidades la corriente y la espiritual son,
simplemente, dos aspectos de una sola entidad fundamental, el hombre
ignorante de los conocimientos elementales, muy probablemente lo ser
tambin de los superiores. Este hecho crea un sentimiento de inmensa
responsabilidad en quien por vocacin espiritual siente que tiene que
hablar de las regiones espirituales de lo existente, y le impone modestia y
reserva. Pero este hecho no debe ser un impedimento para ocuparse de lasverdades superiores ni para aquellos que por su gnero de vida no pueden
dedicarse al estudio de las ciencias comunes. Porque si bien uno puede
cumplir perfectamente con sus deberes de hombre sin saber nada de botnica,
zoologa, matemticas o de otras ciencias, no puede, en toda la amplitud de la
palabra ser hombre, sin haber percibido algo de la esencia y del destino del
hombre revelado por el saber de lo suprasensible.
A lo ms alto a que el hombre puede elevar su mirada, lo llama Divino,
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y debe pensar que su ulterior destino tiene que estar relacionado con esa
Divinidad. Por esta razn, tenemos derecho a llamar Sabidura Divina oTeosofa a la sabidura que est ms all de lo que perciben los sentidos, y que
revela al hombre su propio ser y su destino. Puede denominarse Ciencia
Espiritual al estudio de los fenmenos espirituales en el hombre y en el
Universo. Pero tratndose especialmente del ser espiritual del hombre, como
ocurre en este libro, emplearemos el trmino Teosofa, que ha sido usado en el
mismo sentido desde hace siglos.
Animados por el propsito que acabamos de enunciar, daremos en esta
obra una concepcin teosfica del mundo. El autor no expondr nada que para
l no sea unhecho, del mismo modo que un fenmeno fsico es un hecho para
la vista, el odo y el intelecto comn. Se trata, en verdad, de experiencias alalcance de cualquiera que se decida a entrar en el Sendero del conocimiento,
que tiene un captulo en esta obra. Frente a los hechos del mundo
suprasensible, es preciso reconocer que el pensamiento recto y el sentimiento
sano, son aptos para comprender los verdaderos conocimientos que se pueden
obtener en los mundos superiores, y que esta misma comprensin constituye
una slida base que equivale a un paso importante hacia el desarrollo de la
capacidad vidente, aunque para obtener esta ltima se requiere algo ms.
Desdear este sendero y querer penetrar en los mundos superiores slo por
otros mtodos, significa cerrarse la va al verdadero conocimiento superior.Tener por norma no reconocer la existencia de los mundos superiores hasta
despus de haberlos visto, es un obstculo para llegar a conocerlos. La
voluntad de querer comprender por medio del recto pensamiento lo que ms
tarde podr estar al alcance de nuestra observacin, favorece el desarrollo de
la facultad vidente, estimula fuerzas esenciales del alma que conducen a esta
facultad.
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LA ENTIDAD HUMANA
Las siguientes palabras de Goethe indican admirablemente el punto de
partida de una de las vas por las cuales la entidad humana puede ser conocida:
Apenas el hombre se apercibe de los objetos que lo rodean, los examina con
relacin a s mismo; y con razn, porque para l, todo depende del hecho de
que le agraden o le disgusten, lo atraigan o le repelan, que le sean tiles o
nocivas. Esta manera tan natural de mirar o juzgar las cosas, parece tan fcil
como necesaria; no obstante, se expone a innumerables errores que a menudo
le humillan y le amargan la vida. Tarea mucho ms difcil se preparan aquellos
que, por vivo deseo de saber, tienden a observar las cosas de la Naturaleza en
s mismas y en sus relaciones recprocas, desde que tienen que prescindir de
las normas que como hombres les hacan considerar las cosas en relacin a s
mismos, esto es, dejan de guiarse por el agrado, el desagrado, la atraccin o la
repulsin, la utilidad o el dao; deben renunciar a sus propias impresiones y,
como hombres indiferentes y casi divinos, estudiar e investigar lo que existe y
no lo que les agrada. As, el botnico ha de ser indiferente a la belleza o
utilidad de las plantas: debe estudiar su estructura y sus relaciones con el restodel reino vegetal, y como el Sol a todo da vida y lo ilumina, as tambin el
investigador debe dirigir su mirada serena a todo, indistintamente. La norma
para juzgar las cosas y alcanzar conocimientos de las mismas, la debe hallar
no en s mismo, sino en las manifestaciones de los objetos que observa.
Este pensamiento de Goethe dirige nuestra atencin sobre tres puntos
diversos: el primero nos lo dan los objetos, de los cuales obtenemos informes
de continuo por la intervencin de nuestros sentidos, por los que podemos
palpar, oler, gustar, or y ver; el segundo consiste en las impresiones que
recibimos de los objetos, y que se manifiestan en nosotros como agrado y
desagrado, deseo o repulsin, cuando los juzgamos con simpata a unos y con
antipata a otros, tiles a unos y a otros nocivos; finalmente, el tercero, es el
conocimiento que adquirimos como seres casi divinos, con respecto a esos
objetos: es el secreto que se nos revela sobre su existencia y actividad.
Estos tres campos se distinguen netamente en la vida humana; por esto
el hombre se apercibe de estar vinculado con el mundo de modo triple. El
primer modo est representado por lo que nos rodea, y se acepta como un
simple hecho; por el segundo, consideramos al mundo como cosa propia
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como algo que tiene importancia para nosotros . El tercero lo consideramos
como una meta a la que debemos aspirar incesantemente.Por qu razn el mundo se le aparece al hombre bajo este triple
aspecto?. Nos lo ensear una sencilla reflexin: Si atravesamos un prado, las
flores manifestarn sus colores a nuestros ojos: ste es el hecho que aceptamos
como tal. Nos alegramos de lo esplendoroso de aquellos colores; con esto
transformamos ese hecho en un asunto personal. Por medio de nuestros
sentimientos relacionamos a las flores con nuestra existencia. Supongamos
que despus de un ao pasamos nuevamente por aquel prado: habr nuevas
flores y experimentaremos alegra otra vez. El placer experimentado el ao
anterior reaparecer en forma de recuerdo: estaba dentro de nosotros, mientras
los objetos que eran la causa han desaparecido. Pero las flores que vemosahora, son de la misma especie de las del ao pasado, y han crecido
obedeciendo a las mismas leyes. Si nosotros hubiramos adquirido algunas
nociones sobre aquellas especies, y sobre aquellas leyes, volveramos a
encontrarlas en las flores de este ao como las conocimos en las del ao
pasado, y podremos entonces razonar de esta manera: Desaparecieron las
flores del ao pasado, la alegra que nos causaron ha permanecido slo en
nuestra memoria; est vinculada nicamente con nuestra propia existencia.
En cambio, los conocimientos que hemos adquirido de aquellas flores el ao
pasado, y que volvemos a encontrar ahora, permanecern mientras semejantesflores se produzcan. Esto es algo que se nos ha revelado, pero que no depende
de nuestra existencia, como de ella depende nuestra alegra. Nuestras
sensaciones de placer estn en nosotros, pero las leyes y la caracterstica de
aquellas flores estnfuera de nosotros, en el mundo.
As el hombre se relaciona continuamente de tres modos con las cosas
del mundo. Ahora bien, sin agregar interpretacin alguna, y tomando este
hecho sencillamente como se nos presenta, resulta que el hombre tiene tres
aspectos en su ser, que podemos relacionar con las tres palabrascuerpo, alma
y espritu. Con estas tres palabras queremos indicar slo estos tres aspectos de
la naturaleza humana, y nada ms por ahora: quien las relacionara con algunaidea preconcebida o alguna hiptesis, arriesgara comprender mal lo que
expondremos en seguida. Por cuerpoentendemos aqu aquello por medio de
lo cual se manifiestan al hombre los objetos que le rodean como en nuestro
ejemplo, las flores del prado . Con la palabra alma, queremos indicar
aquello por medio de lo cual el hombre relaciona los objetos con su propia
existencia, y experimenta por ello agrado y desagrado, placer y disgusto,
alegra y dolor. Por espritu, entendemos lo que se revela en el nombre,
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cuando contempla los objetos, segn la expresin empleada por Goethe,
como un ser casi divino. En este sentido el hombre est constituido por:cuerpo, alma, espritu.Mediante el cuerpo, el hombre puede ponerse en relacin momentnea
con los objetos; mediante el alma, conserva las impresiones que stos le han
causado, y mediante el espritu, se le revela el ntimo contenido de los mismos
objetos. Slo considerando al hombre bajo estos tres aspectos, se puede tener
la esperanza de llegar al conocimiento de su ser, porque estos tres aspectos, lo
presentan emparentado con el resto del mundo de una manera triple.
Mediante el cuerpo, el hombre tiene afinidad con los objetos que se
evidencian desde afuera a sus sentidos. Su cuerpo se compone de los
elementos del mundo externo, y las fuerzas externas obran tambin en l.Como observa los objetos exteriores con sus sentidos, as tambin puede
contemplar su propia existencia fsica, pero le es imposible contemplar del
mismo modo la existencia del alma. Con los sentidos fsicos podemos percibir
todo lo que hay en nosotros de procesos fsicos, mientras que tales sentidos no
nos dan la capacidad de percibir las sensaciones de agrado y desagrado, de
alegra y de dolor ni en nosotros ni en los dems. Mientras la existencia fsica
del hombre se manifiesta a la vista de todos, la vida del alma es un campo
inaccesible a la percepcin fsica; el hombre la lleva en su interior como en un
mundo suyo propio. A travs del espritu, en cambio, el mundo externo semanifiesta al hombre de una manera superior. Es verdad que en su interioridad
se le revela lo oculto del mundo externo, pero l, en espritu, por as decirlo,
sale de s y deja que los objetos le hablen de ellos mismos; de lo que tiene
importancia, no para l, sino para ellos. As, cuando un hombre contempla la
bveda estrellada pertenecen a l la admiracin y la alegra que siente en el
alma, pero las leyes eternas de las estrellas, que l comprende con su mente,
con el espritu, no le pertenecen a l sino a las estrellas.
Por lo que antecede se ve que el hombre es habitante de tres mundos.
Mediante sucuerpopertenece al mundo que percibe por medio de ese mismo
cuerpo; mediante el alma se construye su propio mundo, y por medio delesprituse le manifiesta un mundo superior a los otros dos.
Es evidente que slo se puede adquirir una clara comprensin de dichos
tres mundos y de la forma como el hombre participa en ellos, examinndolos
de tres modos diferentes, puesto que son esencialmente diversos.
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I. LA ENTIDAD CORPORAL DEL HOMBRE
El cuerpo del hombre puede ser conocido mediante los sentidos fsicos,
y el mtodo de contemplarlo no puede ser diverso de aquel con que se aprende
a conocer los dems objetos que se perciben con los sentidos. Como se
examinan los minerales, las plantas y los animales, as tambin se puede
examinar al hombre. El est emparentado con estas tres formas de existencia.
Como los minerales, construye su cuerpo con las substancias de la Naturaleza;
como las plantas, crece y se reproduce; como los animales, percibe los objetos
que lo rodean, y basndose en las impresiones que recibe, forma sus
experiencias interiores. Se puede, de consiguiente, atribuir al hombre una
existencia mineral, vegetal y animal.
La diferencia de estructura de los minerales, de los vegetales y de los
animales, corresponde a las tres formas de sus respectivas existencias; y es
precisamente esta estructura la forma que es percibida por los sentidos,
y la que slo puede ser llamada cuerpo. El cuerpo humano, sin embargo,
difiere del animal, lo que debe ser reconocido por todos, cualquiera sea la
opinin que se tenga del parentesco del hombre y del animal. Hasta elmaterialista ms convencido, que niega todo lo que es anmico, no podr
menos que admitir la siguiente sentencia enunciada por Carus en su obra
Organon der Natur und der Geistes: Es verdad que la estructura ms ntima
del sistema nervioso, y sobre todo, del cerebro es an un problema insoluble
para los fisilogos y los anatomistas; pero es un hecho absolutamente
reconocido que la complejidad de esos rganos acrecindose continuamente
en la serie animal, alcanza en el hombre tal grado que no se encuentra en
ningn otro organismo. Este hecho es de la mayor importancia por el
desarrollo de la inteligencia en el hombre, y podemos aseverar que nos da ya
una explicacin suficiente. Donde el cerebro est precariamente desarrollado,
donde su pequeez e imperfeccin s manifiesta como en los microcfalos o
en los idiotas, es cosa evidente que no se podr hablar de la manifestacin de
ideas originales y de la facultad del conocimiento: de la misma manera que no
se podr esperar la propagacin de la especie, de un hombre que tenga los
rganos de la generacin completamente atrofiados. La estructura normal,
vigorosa y bella de todo el cuerpo humano, y del cerebro en particular, no
podr ciertamente substituir al genio, pero proporcionar, seguramente, la
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primera y ms indispensable condicin para la posibilidad de conocimientos
superiores.Como se atribuyen al cuerpo humano estas tres formas de existencia:
mineral, vegetal y animal, se le debe atribuir tambin una forma de existencia
particular adems de aqullas: la humana. Mediante su forma de existencia
mineral, el hombre est emparentado con lo que es visible; mediante la
vegetal, con todos los seres que crecen y se reproducen y, por la animal, con
todos los seres que perciben el ambiente circundante y que, en base a
impresiones exteriores adquieren experiencias interiores. Por su forma- de
existencia humana, l forma un reino en s, mirndolo solamente desde el
punto de vista fsico.
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II. LA ENTIDAD ANMICA DEL HOMBRE
La entidad anmica del hombre difiere del cuerpo, dado que tiene un
mundo interior que le es propio, y esta propiedad nos resulta evidente
apenas dirigimos la atencin aun sobre la ms simple sensacin de los
sentidos. Antes que nada, nadie puede saber si otro percibe la ms simple
sensacin de idntica manera como l la percibe. Sabemos que hay personas
que no perciben los colores (daltonismo completo), por lo cual ven los objetos
de un tinte gris de diversa intensidad; otros, afectados slo de daltonismo
parcial, no son capaces de distinguir determinados colores; para stos, las
imgenes del mundo, como se las dan sus ojos, son diferentes de las de los
hombres normales. Lo mismo, poco ms o menos, puede decirse de los dems
sentidos y no se requiere ms para tener la evidencia de que, hasta la ms
simple sensacin pertenece al mundo interior. Con los sentidos fsicos uno
puede percibir un objeto rojo que tambin otro puede ver, pero a uno no le
ser posible percibir la sensacin del rojo que tiene otra persona. Por esto
debemos considerar la sensacin de los sentidos como fenmenoanmico; y si
nos damos bien cuenta de este hecho, cesaremos de considerar lasexperiencias interiores como simples procesos cerebrales o algo similar.
Inmediatamente a la sensacin sigue elsentimiento, agradable o desagradable,
segn el caso. Se trata de impulsos de la vida interior anmica. Con sus
sentimientos el hombre agrega un segundo mundo al que desde afuera obra
sobre l. Y a esto agrega una tercera cosa: la voluntad. Mediante sta, el
hombre reacciona hacia el mundo externo e imprime a ste su propio ser
interno. En las acciones volitivas el alma se expande, por as decirlo, hacia lo
externo. Los actos del hombre se distinguen de los hechos que ocurren en la
naturaleza externa, justamente porque estn improntados de su vida interior.
As elalmase contrapone, como cosa propia del hombre, al mundo externo: l
recibe los estmulos del mundo externo, pero de conformidad con stos, se
forma unmundo propio suyo. La corporeidad sirve de base al ser anmico del
hombre.
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III. LA ENTIDAD ESPIRITUAL DEL HOMBRE
No obstante, la vida anmica del hombre no est determinada slo por
su cuerpo. No vaga sin direccin ni meta, de una impresin de los sentidos a
otra, ni obra bajo la impresin de cualquier estmulo que le es transmitido
desde afuera o por los procesos fisiolgicos de su cuerpo, sino que reflexiona
sobre sus percepciones y sus acciones. Reflexionando sobre las percepciones,
adquiere conocimientos sobre los objetos, y mediante la reflexin sobre sus
propias acciones, establece un nexo racional en toda su vida. El hombre sabe
que cumple dignamente con su deber de tal, slo cuando se deja guiar, tanto
en sus conocimientos como en sus acciones, por pensamientos justos. Lo
anmico, por tanto, se encuentra ante una doble necesidad; es determinado por
las leyes que dicta el cuerpo por necesidad natural; en cambio, por las leyes
que lo guan al recto pensar, se deja regular espontneamente porque reconoce
su necesidad. En lo referente a las leyes de la formacin de la materia, el
hombre est sometido a la Naturaleza; en cambio, a las leyes del pensamiento
se somete voluntariamente. Por esto el hombre adquiere el derecho de
pertenecer a un orden ms elevado que aquel al que pertenece por su cuerpofsico, y ste es el orden espiritual. Tanto como difiere el cuerpo del alma,
difiere a su vez sta del espritu. Mientras se habla solamente de las molculas
de carbono, hidrgeno, zoe, oxgeno, que se encuentran en el cuerpo humano,
naturalmente, no se trata del alma: la vida de sta empieza ah donde comienza
la sensacin, esto es, cuando el hombre dice: siento un sabor dulce, o
experimento un placer.
Igualmente no se trata del espritu mientras se contempla slo las
experiencias anmicas que el hombre experimenta cuando se abandona por
completo al mundo externo y a la vida del cuerpo. La vida anmica es ms
bien la base para la del espritu, exactamente como la vida del cuerpo es la
base para la del alma. Del cuerpo fsico se ocupa el naturalista, del alma, el
psiclogo y del espritu el investigador de las cosas espirituales. Aquellos que
quieren adquirir con el pensamiento el conocimiento de la naturaleza del
hombre deben, ante todo, llegar a comprender claramente la distincin entre
cuerpo, alma y espritu, mediante reflexiones sobre su propio ser.
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IV. CUERPO, ALMA Y ESPRITU
El hombre puede formarse un concepto justo de si mismo, slo cuando
ha comprendido bien la importancia de la facultad de pensar en su propio ser.
El cerebro es el instrumento corpreo del pensamiento; como el hombre slo
puede precisar los colores si tiene los ojos normalmente desarrollados, as
tambin el cerebro, especialmente constituido, le sirve para pensar. Todo el
cuerpo humano ha sido construido de manera de llegar al coronamiento en el
rgano del espritu, el cerebro. Se comprender la estructura del cerebro, si se
lo contempla considerando su funcin de ser el instrumento corpreo del
espritu pensante. Esto se comprende en seguida dirigiendo una mirada
comparativa al desarrollo en el reino animal. En los anfibios, el cerebro es
todava pequeo con relacin a la mdula espinal; en los mamferos resulta
mayor la proporcin, y en el hombre alcanza las dimensiones mximas en
relacin con el resto del cuerpo.
Existen no pocos prejuicios opuestos a estas observaciones en torno al
pensamiento. Muchas personas tienden a restar importancia al pensamiento y
a considerar como superior la vida ntima de los sentimientos, lasensibilidad, diciendo que no es por medio del rido pensamiento, sino
ms bien por el calor de los sentimientos y su fuerza inmediata que nos
elevamos a conocimientos superiores. Los que hablan as, temen disminuir la
intensidad de los sentimientos si llegan a pensar con claridad. Esto es cierto en
el caso corriente de pensar nicamente en cosas de utilidad prctica. Pero por
los pensamientos que nos elevan a las regiones superiores de la existencia se
verifica lo contrario. No hay sentimiento o entusiasmo alguno que pueda ser
comparado al ardor, a la belleza y elevacin despertados por pensamientos
puros, transparentes como cristal, que se refieren a los mundos superiores. Los
sentimientos ms elevados no son aquellos que se nos presentan
espontneamente, sino aquellos que se adquieren a consecuencia de un
trabajo enrgico del pensamiento.
El cuerpo humano tiene la estructura adecuada para la funcin del
pensar. Las mismas substancias, las mismas fuerzas que se hallan en el reino
mineral, estn combinadas en el cuerpo humano, de tal modo que gracias a
este conjunto se puede manifestar el pensamiento. Esta construccin mineral,
formada de conformidad a lo que est destinada, ser designada en este
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estudio el cuerpo fsico del hombre.
Esta construccin mineral, ordenada para tener como centro al cerebro,nace porreproduccin, yadquieresu forma desarrolladapor crecimiento.La
reproduccin y el crecimiento, el hombre, los tiene en comn con las plantas y
los animales; por la reproduccin y el crecimiento lo que vive se distingue del
mineral, que no tiene vida. La vida nace de la vida mediante el germen; la
prole se adhiere a los antepasados en el sucederse de las vidas. En cambio, las
fuerzas por las cuales se forma un mineral han de buscarse en las mismas
materias que lo componen. El cristal de roca se forma mediante las fuerzas
propias del slice y del oxigeno que en l se hallan combinados; pero si
queremos encontrar las fuerzas que plasman un roble, deberemos buscar por
un camino ms largo a travs del germen de las plantas madre y padre de esterbol; y la forma del roble se transmite en la reproduccin de los antepasados
a los descendientes. En lo que vive existen fuerzas internas determinantes
innatas. Slo una concepcin primitiva de la Naturaleza podra opinar que los
animales inferiores, inclusive los peces, pudieran generarse del fango: la
forma de lo que vive se reproduce mediante la herencia. El modo de
desarrollo de un ser viviente, depende nicamente de aquellos que han sido
sus padres, o, con otras palabras, de la especie a la cual pertenece. Las
materias de las que est constituido se cambian incesantemente, mientras la
especiepermanece durante toda la vida y se transmite por herencia a la prole.La especiees, entonces, la que determina la combinacin de los elementos de
un organismo; y podemos llamar a las fuerzas que generan la especie:fuerza
vital. Como las fuerzas minerales encuentran su expresin en los cristales, as
la fuerza vital la encuentra en la especie, o formas de la vida vegetal o animal.
El hombre percibe las fuerzas minerales mediante sus sentidos fsicos,
pero slo puede percibir aquellas por las cuales ha desarrollado los sentidos
correspondientes. Sin ojos no tendra percepcin de la luz, y del sonido sin
odos. Los organismos inferiores han desarrollado apenas una especie del
sentido del tacto, de manera que para ellos slo existen las fuerzas minerales
que son reconocibles por este sentido. En la misma medida que aumenta en losanimales superiores el desarrollo de los otros sentidos, el mundo circundante
que el hombre percibe se hace para ellos ms variado, ms rico. Depende, por
tanto, de los rganos de un ser viviente, si lo que existe en el mundo externo,
existe tambin para el mismo ser como percepcin o sensacin. Lo que existe
en el aire como un determinado movimiento, resulta en lo interno del hombre
una sensacin de sonido. En cambio, el hombre no percibe la fuerza vital con
sus sentidos ordinarios. Velos colores de una planta, huele el perfume, pero la
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fuerza vital se substrae a estegnero de observacin. Pero como el ciego de
nacimiento no tiene derecho a negar la existencia de los colores, igualmentelos sentidos ordinarios no tienen derecho a negar la existencia de la fuerza
vital. Los colores existirn para el ciego de nacimiento apenas el cirujano le
abra los ojos. As tambin para la percepcin del hombre, cuando se hayan
desarrollado en l los rganos correspondientes, existirn las numerosas
especiesde plantas y de animales creados por medio de la fuerza vital, y no
slo los individuos. Con el desarrollo de este rgano se abre al hombre todo
un mundo nuevo, porque desde ese momento percibe no solamente los
colores, etc., de cada ser viviente, sino que percibe la vida misma de estos
seres vivientes. En cada planta, en cada animal percibe, adems de la forma
fsica, tambin la forma espiritual, llena de vida. Para designarla con untrmino, llamaremos a esta forma espiritual elcuerpo etricoo cuerpo vital.
El autor de este libro, mucho tiempo despus de la redaccin del
mismo (ver la revista Das Reich, 4 libro del primer ao), ha dado a lo
que aqu se ha llamado cuerpo etrico o vital, el nombre de cuerpo de las
fuerzas formativas. Se ha sentido inducido a darle este nombre, porque
considera que nunca se podr hacer lo suficiente para prevenir el
malentendido, que el cuerpo etrico del cual se pretende hablar aqu pueda
ser confundido con la fuerza vital de la antigua ciencia material. Cuando setratara de rechazar esta antigua idea de una fuerza vital por la ciencia
natural moderna, el autor se atiene, en un sentido determinado, al punto de
vista del opositor de una fuerza semejante. Porque con esto se quera
explicar el modo especial de obrar de las fuerzas inorgnicas en el
organismo. Pero lo que en el organismo obra inorgnicamente no ejercita
en aqul accin distinta de aquella que manifiesta en el campo del mundo
inorgnico. Las leyes de la naturaleza inorgnica son las mismas, tanto en
el organismo como en el cristal, etc.; pero en el organismo existe algo que
no es inorgnico: esto es la vida formativa. Como base de esto, est el
cuerpo etrico o cuerpo de fuerzas formativas. Con la adopcin de ste, lalegtima tarea de los estudios naturales no sera estorbada en sus
investigaciones en el mundo de los organismos por lo que se observa en la
naturaleza inorgnica referente a acciones de fuerza y podra rechazar la
idea, de que tal accin pueda ser modificada en el organismo por una
especial fuerza vital. El investigador espiritual habla del cuerpo etrico, en
cuanto se manifiesta alguna cosa de ms en el organismo de lo que se
manifiesta en la materia inanimada. A pesar de toda esto, el autor de este
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libro no se siente dispuesto a sustituir el nombre de cuerpo etrico por el de
cuerpo de fuerzas formativas, pues todo el contexto de este libro excluye laposibilidad de un malentendido para cualquiera que tenga deseo de ver. Este
malentendido podra producirse slo cuando aquel nombre se adoptase en
algn trabajo que no tenga semejante contexto. (Comprese esto tambin
con lo que se dice al final en Observaciones aisladas y notas a agregarse).
Para el investigador de la vida espiritual, estas cosas su presentan del
modo siguiente: para l, el cuerpo etrico no es meramente el resultado de las
materias y de las fuerzas del cuerpo fsico, sino que es una entidad autnoma,
real, por cuya accin las mencionadas materias y fuerzas fsicas estn dotadas
de vida. En el sentido de la Ciencia Espiritual, se puede decir de un cuerpopuramente fsico, de un cristal, por ejemplo, que tiene su forma, a causa de las
fuerzas fsicas formativas que estn en l. Pero un cuerpo viviente no tiene la
forma que le es propia por virtud de estas fuerzas puramentefsicas, porque en
el momento en que la vida se retira de l y lo abandona a las solas fuerzas
fsicas, se disgrega. El cuerpo vital es una entidad mediante la cual, en todos
los instantes de la vida se preserva el cuerpo fsico de la disgregacin. Para ver
el cuerpo etrico, para percibirlo en otro ser, es indispensable haber
despertado el rgano de la visin espiritual. Sin este rgano, se podr admitir,
por razones de lgica, la existencia del cuerpo etrico, pero se le puede vercon elojo espiritual, precisamente como se ven los colores con el ojo fsico.
La denominacin de cuerpo etrico no debera ser chocante para nadie, pues
el ter que aqu se menciona es una cosa diferente del ter hipottico de la
ciencia fsica. Debe aceptarse esta denominacin simplemente como un medio
adecuado para designar lo que se ha descripto. Como la estructura del cuerpo
fsico refleja su destino, as tambin el cuerpo etrico; igualmente ste puede
ser comprendido considerndolo en relacin con el espritu pensante. El
cuerpo etrico del hombre difiere del de los animales y del de las plantas, por
su estructura ordenada segn el espritu pensante. Ahora bien, como el hombre
pertenece por su cuerpo fsico al mundo mineral, por su cuerpo etricopertenece al mundo vital. Despus de la muerte, el cuerpo fsico se disuelve
en el mundo mineral y el cuerpo etrico en el mundo vital. Se indica como
cuerpo lo que da figura, forma de cualquier gnero a un ser. El trmino
cuerpo no se debe confundir con lo que se entiende por forma corporal
material. El trmino cuerpo en el sentido que se le atribuye en este libro,
puede ser adoptado tambin por lo que toma forma anmica y espiritual.
El cuerpo etrico es una cosa exterior del hombre. Apenas se
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manifiestan en el hombre las sensaciones, la interioridad responde a los
estmulos del mundo externo; pero en este mundo externo no se conseguirencontrar la sensacin, por ms minuciosas que sean las investigaciones que
se realicen. Los rayos luminosos penetran en el ojo y, dentro de ste, llegan a
la retina. Ah provocan (en el llamado pigmento visual) procesos qumicos y
el efecto de este estmulo se propaga, a travs del nervio ptico, hasta el
cerebro, donde se verifican otros procesos fsicos. Si pudiramos observarlos
veramos, simplemente, procesos fsicos, lo mismo que se observan en el
mundo externo. Si somos capaces de observar el cuerpo etrico, veremos que
el proceso fsico cerebral es, al mismo tiempo, el proceso vital. Pero la
sensacindel color azul, por ejemplo, percibido por aquel que ha recibido los
rayos luminosos, no la hallaremos ciertamente por esta va; la sensacin nacenicamente en el alma de ste. Por consiguiente, si el ser de ese hombre
estuviese constituido, nicamente, por el cuerpo fsico y por el cuerpo etrico,
las sensaciones no podran ocurrir. La actividad por la cual se efecta la
sensacin es esencialmente distinta de la accin de la fuerza vital formativa; a
sta se agrega una experiencia interior provocada por aquella actividad,
mientras que sin ella se tendra un simple proceso vital, como se observa
tambin en las plantas. Si nos imaginamos como el hombre recibe impresiones
sensorias de todas partes, tendremos al mismo tiempo que representrnoslo
como la fuente de la referida actividad que se dirige hacia todas lasdirecciones de las que l recibi aquellas impresiones; sus sensaciones
responden en la direccin de cada impresin que recibe. Llamaremos a esta
fuentede actividad alma sensiente (Alma sensiente: alma del sentimiento).
Esta alma sensiente es tan real cuanto lo es el cuerpo fsico. Si un hombre
estuviera delante de nosotros y, haciendo abstraccin de su alma sensiente,
quisiramos representrnoslo slo como un cuerpo fsico, sera lo mismo que
si de un cuadro nos representramos solamente la tela.
Con respecto a la percepcin del alma sensiente, debemos repetir lo que
se ha dicho para el cuerpo etrico. Los ojos fsicos son ciegos a su respecto
y lo es tambin aquel rgano con el cual la vida puede ser percibida comovida. Pero como mediante aquel rgano el cuerpo etrico puede ser percibido,
del mismo modo, mediante un rgano ms elevado, el mundo interno de las
sensaciones resulta un gnero especial de percepciones suprasensibles. El
hombre, entonces, no slo percibe las impresiones del mundo fsico y del
mundo etrico, sino que verealmente las sensaciones. Ante un hombre dotado
de tal rgano, el mundo de las sensaciones de otro ser se hace evidente como
una realidad externa. Es necesario distinguir entre las experiencias del mundo
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propio de las sensaciones y la contemplacin del mundo de sensaciones de
otro ser. En el mundo propio de las sensaciones, cada hombre puede mirarnaturalmente; pero el mundo de sensaciones de otro ser es visiblenicamente
para elclarividenteque tenga abiertos los ojos espirituales. Si el hombre no
es clarividente, conoce el mundo de las sensaciones solamente como un
mundo interior, como experiencias ocultas de su propia alma; as que haya
abierto el ojo espiritual, resplandece a su vista exterior espiritual lo que de
otra manera vive solamente en la interioridadde los dems seres.
Para evitar malentendidos, debemos decir, explcitamente, que el
clarividente no experimenta en s mismo lo que otro ser tiene en s como
contenido de su mundo de sensaciones. Este ser experimenta las sensaciones
desde el punto de vista de su interioridad; en cambio, el clarividente percibeuna revelacin, una manifestacin del mundo de las sensaciones.
El alma sensiente depende, con respecto a su actividad, del cuerpo
etrico, porque extrae de ste lo que debe hacer resplandecer como
sensaciones, y como el cuerpo etrico es la vida en el cuerpo fsico,
indirectamente el alma sensiente depende tambin de este ltimo. Las
sensaciones de distintos colores, se hacen posibles slo mediante ojos sanos y
perfectos. De esta manera, la corporeidad ejerce una accin sobre el alma
sensiente. Esta, se halla por lo tanto, determinada y limitada en su actividad
por el cuerpo; vive dentro de los lmites que le traza la corporeidad. El cuerpoes construido con substancias minerales y es vivificado por el cuerpo etrico,
limitando, a su vez, al alma sensiente. Luego, quien posee el rgano antes
mencionado para veral alma sensiente, reconoce que sta est limitada por el
cuerpo. Sin embargo, los lmites de la misma no coinciden perfectamente con
los del cuerpo fsico; el alma sensiente sobresale algo los de este ltimo. Esto
hace evidente que tiene ms poder que el cuerpo fsico. No obstante, aquella
fuerza que le pone lmites, emana del cuerpo fsico. De manera que entre el
cuerpo fsico y el cuerpo etrico, por una parte, y el alma sensiente, por otra,
se halla todava otro elemento especial de la entidad humana: es el cuerpo
anmico o cuerpo sensiente. Se podra decir tambin, que una parte del cuerpoetrico es ms sutil que la otra, y que forma con el alma sensiente una unidad,
mientras la parte ms densa forma una especie de unidad con el cuerpo fsico.
Pero como se ha dicho, el alma sensiente se extiende ms all del cuerpo
anmico.
Lo que ms arriba hemos llamado sensacin, es slo una parte del ser
anmico. (Ha sido escogido el trmino alma sensiente, por razones de
simplicidad). Con las sensaciones estn relacionados los sentimientos de
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placer y de disgusto, los impulsos, los instintos, las pasiones. Todo lo que
tiene el mismo carcter de vida del propio ser como las sensaciones, y comostas, depende del cuerpo fsico.
El alma sensiente tiene reciprocidad de accin no slo con el cuerpo,
sino tambin con el pensamiento, con el espritu. Ante todo se sirve del
pensamiento. El hombre se forma pensamientos sobre sus sensaciones, y de
este modo se instruye respecto del mundo externo. El nio que se ha quemado
reflexiona sobre el hecho y concluye con el pensamiento el fuego quema.
As tambin el hombre no sigue ciegamente sus impulsos, instintos y pasiones;
las reflexiones le procuran la ocasin de satisfacerlos. Todo lo que llamamos
cultura material sigue completamente esta direccin; esta cultura consiste en
los servicios que el pensamiento presta al alma sensiente. Inmersa en lasfuerzas de pensamientos dirigidas a este objeto, ha sido la fuerza del
pensamiento que ha construido buques, ferrocarriles, telfonos, telgrafos, etc.
La mayor parte de todo esto sirve para satisfacer las necesidades y deseos
creados por el alma sensiente. La fuerza pensativa compenetra al alma
sensiente de manera parecida a como la fuerza vital formativa compenetra al
cuerpo fsico. La fuerza vital normativa relaciona el cuerpo fsico con los
antepasados y descendientes, y lo coloca de este modo en un complejo de
leyes que no conciernen a la simple mineralidad. As tambin la fuerza del
pensamiento coloca al alma dentro de un orden de leyes a las cuales ella,como simple alma sensiente, no pertenece. Mediante el alma sensiente, el
hombre es afn a los animales. Tambin en ellos observamos la presencia de
sensaciones, impulsos, instintos, pasiones. Pero los animales siguen sus
impulsos inmediatamente, no los entretejen conpensamientosindependientes
que trascienden la experiencia inmediata. Esto se verifica tambin, hasta un
cierto grado, en los hombres menos evolucionados. La simple alma sensiente
es por esto, diferente del evolucionado elemento anmico superior que pone a
su servicio al pensamiento. Llamaremosalma racional (Alma racional: alma-
razn o alma razonadora) a esta alma servida por el pensamiento. La
podramos llamar tambinnimo.El alma racional interpenetra al alma sensiente; quien posee el rgano
para ver el alma, ve al alma racional como una entidad independiente con
respecto a la simple alma sensiente.
* * *
Mediante el pensamiento, el hombre se eleva por encima de su vida
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interior, adquiriendo algo que se extiende ms all de su alma. Es para l una
natural conviccin que las leyes del pensamiento estn de acuerdo con laordenacin del Universo; de consiguiente, se considera perteneciente al
Universo, porque existe tal acuerdo. Este acuerdo es uno de los hechos
importantes por los que el hombre aprende a conocer su propio ser. El busca la
verdad en su alma, y a travs de esta verdad se expresa no slo el alma, sino
que se expresan las cosas del mundo. Lo que se reconoce como verdad por el
pensamiento, tiene su valor independiente que se refiere a las cosas del mundo
y no slo a la propia alma. Con la admiracin que experimentamos en la
contemplacin del cielo estrellado, por ejemplo, vivimos en nosotros mismos,
pero los pensamientos que formamos con respecto a la rbita de cada cuerpo
celeste, tienen la misma importancia para el pensamiento de los dems comopara nosotros. Sera absurdo hablar de nuestra admiracin si nosotros no
existiramos, pero no es igualmente absurdo hablar de nuestros pensamientos;
aun sin referirlos a nosotros, porque la verdad que nosotros pensamos hoy
era verdad tambin ayer, y lo ser igualmente maana, aun cuando slo nos
preocupe hoy. Si un determinado conocimiento nos causa placer, este placer
tiene importancia slo mientras viva en nosotros: pero la verdad del
conocimiento tiene importancia independientemente de aquel placer.
Al concebir una verdad, el alma se aduea de algo que lleva en si su
propio valor y este valor no desaparece, con el sentimiento del alma, comoque no naci de l. Lo que realmente es una verdad no nace ni muere, tiene
una existencia que no puede abolirse. El hecho de que ciertas verdades
humanas tengan slo un valor pasajero, porque ms tarde se las reconoce
como errores totales o parciales, no contradice cuanto ahora se ha dicho,
porque el hombre debe reconocer que la verdad existe en s misma, aunque
sus pensamientos no sean ms que manifestaciones fugaces de las verdades
eternas. Aun aquel que, como Lessing, dice que se contenta con la eterna
aspiracin hacia la verdad, porque la verdad pura y completa no puede existir
sino en Dios, no niega con esto el valor eterno de la verdad, antes bien, lo
confirma, porque slo aquello que tiene un valor eterno en s puede suscitaraspiraciones eternas. Si la verdad no fuese en s independiente, si ella
adquiriese su valor y su importancia por intermedio del sentimiento del alma
humana, entonces la meta que ella representa, no podra ser la misma para
todos los hombres. Por el hecho de que aspiramos a ella, tenemos que
reconocer la independencia de su ser.Cuanto hemos dicho para la Verdad, vale tambin para lo que es
verdaderamentebueno; lo moralmente bueno es independiente de tendencias
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y pasiones, por cuanto no se deja dominar por stas, sino que las domina.
Placer y disgusto, deseo y repulsin, pertenecen al alma personal del hombre,el deber es superior a lo que agrada o desagrada. El hombre puede asignarle
un valor tan alto al deber, como para sacrificarle hasta la vida. El hombre es
tanto ms elevado cuanto ms ha purificado sus afecciones, lo que le agrada o
le desagrada, de manera que sin coercin o sujecin cumpla con el deber que
l reconoce como su deber. Lo que es moralmente bueno tiene, como la
verdad, su valor eterno en s, no lo recibe del alma sensiente.
El hombre, dando vida en su interioridad a lo Verdadero y a lo Bueno,
existentes por s mismos, se eleva por encima de la simple alma sensiente. El.
Espritu Eterno resplandece en esta alma y le enciende una luz imperecedera.
El alma, en cuanto vive en esta luz, participa de la Eternidad y une a sta supropia existencia. Lo que el alma contiene en s de lo Bueno y de lo Verdadero
es su parte inmortal. Lo que de eterno resplandece en el alma ser llamado
alma consciente (Alma-conciencia). Se puede hablar tambin de concienciarefirindose a las manifestaciones inferiores del alma. Tambin las
sensaciones ms comunes son objeto de la conciencia. Y en este sentido,
tambin a los animales se les puede atribuir conciencia. Aqu, con la
denominacin alma consciente, nos referimos al ncleo de la conciencia
humana, el alma dentro del alma. El alma consciente, por lo tanto, es
considerada aqu como un elemento especial del alma, que se distingue delalma racional. Esta ltima est todava enredada en las sensaciones, en los
instintos, en las emociones, etc. Cada hombre sabe como le parecen
verdaderas en primer trmino aquellas cosas que l prefiere por sus
sentimientos, etc. Pero la verdad duraderaes aquella que se ha desvinculado
de toda intromisin de la simpata o de la antipata de parte de los
sentimientos, etc. La verdad es siempre la misma, aun cuando todos los
sentimientos personales se rebelen, y aquella parte del alma en la cual vive
esta verdad, es la que llamamos alma consciente.
Por tanto, se deben distinguir en el alma, como ya se hizo con el cuerpo,
tres partes:alma sensiente, alma racionalyalma consciente. Y como desdelo inferior la corporeidad ejercita una influencia limitadorasobre el alma, as
el espritu, desde lo alto, ejerce una accin expansiva, porque cuanto ms
contiene el alma de lo Verdadero y de lo Bueno, tanto ms todo lo que hay de
eterno se extiende y se expande en ella. Para aquel que es capaz de ver el
alma, el esplendor que emana del hombre por la expansin de lo que tiene de
eterno, es igualmente real, como lo es para el ojo fsico la luz que se irradia de
una llama. Para el clarividente, el hombre corpreo es slo una parte de todo
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el hombre. El cuerpo fsico, como forma ms grosera, est en medio de otras
formas, que lo compenetran y recprocamente se interpenetran. El cuerpoetrico, como forma vital, colma el cuerpo fsico. Extendido en toda direccin,
ms all del cuerpo etrico, se ve el cuerpo anmico (forma astral); y ste es
sobrepasado en extensin por el alma sensiente, despus por el alma racional,
la que se acrece a medida que acoge en s la mayor suma de lo Bueno y de lo
Verdadero. Porque lo Verdadero y lo Bueno efectan la expansin del alma
racional. El hombre que viviese nicamente segn sus inclinaciones, lo que le
agrada y lo que le desagrada, tendra un alma racional cuyos lmites
coincidiran con los de su alma sensiente. El conjunto de aquellas
formaciones, en medio de las cuales aparece el cuerpo fsico como envuelto en
una nube, se llama Aura Humana. Es por medio de sta que la entidad delhombre se enriquece cuando se la considera del modo que este libro trata de
describir.
* * *
En el curso de la evolucin infantil, se presenta un momento en la vida,
en que, por vez primera el hombre, frente al resto del mundo, se siente un ser
independiente. Para los individuos muy sensibles tal momento es una
experiencia importante. El poeta Jean Paul refiere en su autobiografa: Noolvidar jams el acontecimiento interno, no referido hasta ahora a nadie, que
fue el momento en que asist al nacimiento de mi autoconciencia; y puedo
todava indicar el lugar y el tiempo. Fue en los primeros aos de mi infancia.
Una maana estaba yo en el portal de mi casa, mirando hacia la izquierda,
donde se apilaba la lea, cuando en un instante la visin internayo soy un yo,descendi sobre m como un rayo y me qued imborrablemente impresa. En
aquel instante, miyose haba visto a s mismo por primera vez y para siempre.
No es posible creer en un engao de mi memoria, desde que ningn relato de
otras personas pudo mezclarse a un acontecimiento en el Sanctissimum ms
ntimo del hombre y del cual la novedad solamente poda hacer que las
minucias de las circunstancias me quedasen en la memoria. Es un hecho
conocido que los nios, hablando de s mismos, dicen: Carlos es bueno,
Mara quiere esto o aquello; se encuentra natural que hablen as, como si se
tratase de otros, porque no son conscientes todava de su ser independiente,
porque la conciencia del s mismo no ha nacido an en ellos. Mediante la
autoconciencia, el hombre se designa a s mismo como un ser independiente,
separado de todo lo dems, como un yo. En elyo, el hombre comprende todo
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lo que experimenta como entidad fsica y, anmica.
Cuerpo y alma son los vehculos del yo, ste acta en ellos. El almatiene su centro en elyo,como el cuerpo lo tiene en el cerebro. Las sensaciones
surgen en el hombre por los estmulos del mundo exterior; los sentimientos
tambin se manifiestan como efectos del mundo externo, y la voluntad
igualmente, desde que ella se realiza en acciones exteriores. En cambio, el yo,
como verdadera esencia del hombre, permanece completamente invisible. Jean
Paul tiene razn cuando llama al reconocimiento de su yo, un
acontecimiento que tiene lugar en el Santuario ms ntimo del hombre,
porque ste est completamente solo con suyo.Esteyo es el hombre mismo.
Esto le da derecho a considerar a este yo, como su verdadero ser; por esto
puede indicar su cuerpo y su alma como los involucrosen que l vive, comolas condiciones corpreas por medio de las cuales acta. En el curso de su
evolucin, aprende a emplear estos instrumentos cada vez ms al servicio de
su yo. La palabra yo, es un nombre que se distingue de todos los otros
nombres. Quien reflexione de manera apropiada sobre la naturaleza de este
nombre, gana al mismo tiempo el acceso al conocimiento de la entidad
humana en el sentido ms profundo. Cualquier otro nombre puede ser
empleado por todos de la misma manera, respecto al objeto al que corresponde
ese nombre. Cualquiera puede llamar mesa a una mesa o silla a una silla. Pero
para el nombre yo no es as. Ninguno puede emplearlo para designar a otrapersona; cada cual slo puede dar este nombre al referirse a si mismo. El
nombre yo, si se debe referir a m, no puede jams llegar a mi odo desde
afuera; slo desde lo interno, slode s mismo el alma puede designarse como
yo. Por lo tanto, cuando el hombre diceyo, a s mismo, comienza a hablar de
l algo que no tiene nada que ver con ningunode los mundos de los cuales
son extradas las envolturas ms arriba descriptas. El yo se hace cada vez
ms dueo del cuerpo y del alma. Tambin este hecho halla su expresin en el
Aura humana.
Cuanto ms dominio tiene elyosobre el cuerpo y el alma, ms variada,
ms diferenciada y ms rica en colores es el aura. Esta influencia del yo sobreel aura, es visible al clarividente; no obstante, el mismo yo es invisible aun
para l, permaneciendo realmente oculto en el Sanctissimum del hombre.
Pero el yo absorbe los rayos de aquella luz que se enciende como luz eterna en
el hombre. Como ste recoge las experiencias del cuerpo y del alma en el yo,
as tambin deja afluir todos los pensamientos de verdad y de bondad en elyo.
Las percepciones de los sentidos se manifiestan al yo por un lado, y por el
otro, se muestra el espritu. Cuerpo y alma estn dedicados al yo para servirlo;
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pero ste se entrega al Espritu para que lo compenetre. Elyo vive en el cuerpo
y en el alma, pero el espritu vive en elyo; y lo que del espritu existe en elyoes eterno, porque el yo adquiere esencia y valor de aquello con que est en
conexin. En cuanto vive en el cuerpo fsico, est sujeto a las leyes del mundo
mineral; mediante el cuerpo etrico, est sujeto a las de reproduccin y
crecimiento; en virtud del alma sensiente y del alma racional est sometido a
las leyes del mundo anmico, y en cuanto acoge en si a lo espiritual, queda
sometido a las leyes del espritu. Lo que es formado por las leyes minerales y
por las leyes de la vida, nace y muere, pero el espritu nada tiene que ver con
principio y fin.
El yo vive en el alma. Si las manifestaciones ms elevadas del yo
pertenecen al alma consciente, es necesario decir tambin que este yo,irradiando en ella, vive en toda el alma y, a travs de sta, manifiesta su accin
sobre el cuerpo. En el yo vive el espritu. Irradia sobre el yo y habita en l
como en su involucro, precisamente como elyovive en el cuerpo y en el alma
como en sus involucros. El espritu forja al yo desde lo interno hacia lo
externo, mientras el mundo mineral lo forja desde afuera hacia lo interno. El
espritu que forma un yo y vive como yo, ser llamado Seidad Espiritual,
porque se manifiesta como yoo s mismo del hombre. La diferencia entre la
Seidad Espiritual y el alma consciente puede ser definida de la manera
siguiente: el alma consciente est en contacto con la verdad existente por smisma, e independientemente de toda simpata o antipata; la Seidad Espiritual
lleva consigo esta misma verdad, pero acogida y guardada por elyoque la ha
individualizado y acogido en el ser independiente del hombre. Por el hecho de
que la Verdad eterna sea as individualizada y se rena con el yo en una
entidad, el mismoyoadquiere la eternidad.
La Seidad Espiritual es una manifestacin del mundo espiritual en elyo,como por otra parte la percepcin de los sentidos, es una manifestacin del
mundo fsico en el yo. En aquello que es rojo, verde, claro, oscuro, duro,
blando, clido, fro, se manifiesta a nosotros el mundo fsico; en lo que es
Bueno y Verdadero se manifiesta el mundo espiritual. En el mismo sentidocomo las manifestaciones del mundo fsico se llaman sensaciones, as, la
manifestacin de lo espiritual ser llamada intuicin. Hasta el ms simple
pensamiento contiene intuicin, puesto que no se le puede tocar con la mano
ni ver con los ojos; se recibe del espritu por intermedio del yo. Si un hombre
muy evolucionado y otro menos evolucionado contemplan una plantad lo que
vive en elyo del primero es ciertamente diferente de lo que vive en el yodel
segundo, y sin embargo, las sensaciones de ambos han sido despertadas por el
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mismo objeto. La diferencia reside en esto: que el primero es capaz de formar
pensamientos en torno de aquel objeto, mucho ms perfectos que el segundo.Si los objetos se manifestaran slo por medio de las sensaciones, no podra
haber progreso en la evolucin espiritual. La Naturaleza es sentida tambin
por el salvaje, pero las leyes de la misma, se revelan slo al pensamiento
fecundado por la intuicin en el hombre, que en su evolucin ha llegado a un
grado ms alto. Los estmulos del mundo exterior son sentidos tambin por el
nio como estmulos de la voluntad, pero los imperativos de lo moralmente
bueno slo se le revelan ms tarde, en el transcurso de su desarrollo, cuando
aprende a vivir en el espritu y a comprender sus revelaciones.
Como sin los ojos no habra sensacin de los colores, as tampoco
puede haber intuicin sin los pensamientos elevados de la Seidad Espiritual.Como la sensacin no crea a la planta en la cual aparece el color, as la
intuicin no crea lo espiritual, de lo cual slo da noticias.
Mediante la intuicin, el yo humano que vive en el alma, atrae los
mensajes de lo alto, del Mundo Espiritual, como mediante las sensaciones
recibe los mensajes del mundo fsico; obrando de esta manera, introduce el
Mundo Espiritual en la vida personal del alma, como por medio de los
sentidos introduce el mundo fsico. El alma, es decir, elyoque resplandece en
ella, abre sus puertas por dos lados: por una parte, hacia el mundo fsico y, por
la otra, hacia lo espiritual.Ahora bien, como el mundo fsico slo puede transmitir noticias de s
mismo al yo,slo porque con materias y fuerzas fsicas construye un cuerpo
en el que vive el alma consciente y poseer los rganos apropiados para
percibir las cosas fsicas externas, as tambin el Mundo Espiritual, con las
materias propias y fuerzas espirituales construye un cuerpo espiritual, en el
cual el yovive y percibe las cosas espirituales por medio de las intuiciones.
(Es evidente que las expresiones substancia espiritual, cuerpo espiritual,
tomadas literalmente, contienen una contradiccin, pero las empleamos aqu
para relacionar el pensamiento a lo que corresponde desde el punto de vista
espiritual al cuerpo fsico del hombre).De la misma manera como en el mundo fsico, cada cuerpo humano es
construido como una entidad independiente, as tambin, se forma el cuerpo
espiritual en el Mundo Espiritual. En este mundo existe para el hombre un
fuera y un dentro, lo mismo que en el mundo fsico, y como el hombre
recoge del ambiente fsico las materias y las elabora dentro del cuerpo fsico,
as tambin acoge del mundo externo espiritual, la espiritualidad y se la
apropia. Lo espiritual es el alimento eterno del hombre. Como ste nace del
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mundo fsico, as nace tambin del espritu por virtud de las leyes eternas de lo
Verdadero y de lo Bueno. Est separado del Mundo Espiritual que lo circunda,como est separado, como un ser independiente, de la totalidad del mundo
fsico. A este ser espiritual independiente, lo llamaremosHombre-Espritu.
Si examinamos el cuerpo fsico del hombre, encontramos las mismas
materias y fuerzas que se hallan fuera de l, en el resto del inundo fsico. As
tambin en el Hombre-Espritu; dentro de l palpitan los elementos del Mundo
Espiritual exterior. En l son activas las fuerzas del Mundo Espiritual. Como
un ser viviente y sensiente est encerrado en una piel fsica, igualmente ocurre
en el Mundo Espiritual. La piel espiritual que separa al Hombre-Espritu del
mundo de la unidad espiritual, lo hace en este Mundo Espiritual un ser
espiritual independiente, que vive en s mismo y que percibe intuitivamente elcontenido espiritual del mundo. Esta piel espiritual ser llamada Involucro
Espiritual(Involucro Aurico).
Es indispensable tener presente que esta piel espiritual se va
extendiendo continuamente con el progreso de la evolucin humana, de
manera que individualidad espiritual de un hombre (su Involucro Aurico) es
susceptible de crecimiento ilimitado.
El Hombre-Espritu vivedentro de este involucro espiritual construido
por lafuerzavital espiritual, lo mismo que el cuerpo fsico es construido por
la fuerza vital fsica. En la misma forma como se habla de un cuerpo etrico,se debe hablar tambin de un espritu etrico con respecto al Hombre-Espritu.
Este espritu etrico ser llamado Espritu Vital. La entidad espiritual del
hombre se divide, por tanto, en tres partes:Hombre Espritu, Espritu Vitaly
Seidad Espiritual.Para el clarividente, en el mundo espiritual, esta entidad espiritual del
hombre, es una realidad perceptible, como parte superior verdaderamente
espiritual del Aura. Ve dentro del involucro espiritual, al hombre espiritual
como Espritu Vital, y ve, tambin, como este Espritu Vital va creciendo
continuamente, mediante la absorcin de alimento espiritual del mundo
espiritual exterior. Adems, percibe cmo, despus de esa absorcin, elinvolucro espiritual se va ensanchando y, cmo el hombre espiritual resulta
cada vez ms grande. Considerado desde el punto de vista del espacio, este
engrandecimiento es naturalmente, slo una imagende la realidad. A pesar
de esto, en la representacin de esta imagen, el alma humana es dirigida hacia
la correspondiente Realidad Espiritual. La diferencia entre la entidad espiritual
del hombre y la entidad fsica, consiste, precisamente, en que esta ltima tiene
una extensin limitada, mientras que la primera, puede crecer infinitamente;
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porque lo que absorbe de alimento espiritual tiene un valor eterno. El aura
humana aparece, entonces, compuesta de dos partes que se interpenetran, delas cuales una est formada y coloreada por la vida fsica del hombre, y, la
otra, por su existencia espiritual. Elyoseala la separacin entre las dos, de tal
modo, que lo fsico sacrificasus propiedades para construir un cuerpo capaz
de albergar un alma, mientras que, de un modo similar, el yose dispone a que
el espritu se desenvuelva dentro de s, el que a su vez compenetra al alma y le
da la meta en el Mundo Espiritual. Mediante el cuerpo, el alma est contenida
en el mundo fsico, en tanto que, por medio del hombre espiritual, le crecen
alas para remontarse en el Mundo Espiritual.
* * *
Si queremos comprender al hombre integral, lo debemos considerar
como constituido por todas las partes que hemos mencionado. El cuerpo est
constituido por materias del mundo fsico, de una manera adecuada al yo
pensante. Est compenetrado de fuerza vital por lo que viene a ser cuerpo
etrico o cuerpo vital. Este, como tal, se abre al mundo exterior por medio de
los sentidos y viene a ser cuerpo anmico; a ste lo compenetra el alma
sensiente, y forma con l una unidad. El alma sensiente no recibo slo las
impresiones del mundo externo en forma de sensacin, sino que tiene vidapropia que fecunda por una parte, por medio del pensamiento, y por otra, por
medio de las sensaciones. Resultando as el alma racional, lo que le es posible
porque se entreabre a lo alto a las intuiciones como hacia lo inferior a las
sensaciones. Actuando as es alma consciente. Esto le es posible porque el
mundo espiritual crea en ella el rgano intuitivo, de modo anlogo como el
mundo fsico le forma los rganos de los sentidos. Como stos transmiten las
percepciones mediante el cuerpo anmico, as el espritu le transmite las
intuiciones a travs del rgano de la intuicin. En consecuencia, el hombre
espiritual queda vinculado con el alma consciente, formando con ella una
unidad, as como el cuerpo fsico y el alma sensiente estn unidos en el cuerpo
anmico. El alma consciente y la Seidad Espiritual forman una unidad; en esta
unidad el hombre espiritual vive como Espritu Vital, as como el cuerpo
etrico forma la base corprea vital para el cuerpo anmico. Y como el hombre
fsico est encerrado en la piel fsica, as el Hombre-Espritu en el involucro
espiritual. La constitucin del hombre completo puede ser representada
entonces como sigue:
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a) Cuerpo fsico;
b) Cuerpo etrico o vital;c) Cuerpo anmico;
d) Alma sensiente;
e) Alma racional;
f) Alma consciente;
g) Seidad Espiritual;
h) Espritu Vital;
i) Hombre-Espritu.
El cuerpo anmico c) y el alma sensiente d) son una unidad en el
hombre terrestre, como tambin el alma consciente f) y la Seidad Espiritual g).Resultando entoncessietepartes en el hombre terrestre:
1) El cuerpo fsico;
2) El cuerpo etrico o vital;
3) El cuerpo anmico sensiente;
4) El alma racional;
5) El alma consciente, llena de espritu;
6) El Espritu Vital;
7) El Hombre-Espritu.
En el alma resplandece el yo, que recibe su contenido del espritu,
resultando as el vehculo del hombre espiritual. Por este hecho el hombre
tiene parte en los tres mundos (el mundo fsico, el mundo anmico y el
Mundo Espiritual). Por medio del cuerpo fsico, del etrico y del anmico, est
enraizado en el mundo fsico y mediante la Seidad Espiritual, el Espritu Vital
y el Hombre-Espritu se eleva floreciendo en el Mundo Espiritual. Pero el
troncoque tiene las races en una parte y florece en otras, es el alma misma.Se puede, conservando la armona con la constitucin del hombre,
citada ms arriba, representarla tambin en forma ms simple. Si bien el yohumano resplandece en el alma consciente, compenetra, sin embargo, todo el
ser anmico. Las partes de este ser anmico no estn ntidamente separadas
como las partes corpreas: se interpenetran en un sentido ms elevado. Si se
considera el alma racional y el alma consciente como los involucros
pertenecientes al yoy a ste como ncleo de las mismas, entonces, se puede
dividir al hombre en cuerpo fsico, cuerpo vital, cuerpo astral y yo. Laexpresin cuerpo astral sirve aqu para indicar el conjunto de cuerpo anmico y
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del alma sensiente. Esta expresin se encuentra en la literatura antigua y la
empleamos aqu libremente, para expresar lo que reside en la entidad humana,ms all de la perceptibilidad sensoria. Si bien el alma sensiente es, en cierto
modo, impulsada tambin por el yo, no obstante, est tan estrechamente
conexa al cuerpo anmico que, para ambas consideradas en conjunto, est
justificado el empleo de una expresin nica. Ahora bien, cuando el yoest
interpenetrado por la Seidad Espiritual, entonces esta seidad se presenta de
manera que el cuerpo astral es transformado por lo que emana del elemento
anmico. Influencian al cuerpo astral antes de aquella interpenetracin los
deseos, las pasiones del hombre en cuanto son sentidas y actan en l las
percepciones sensorias. Las percepciones sensorias se producen por medio del
cuerpo anmico, que representa un vehculo en el hombre que le es construidopor el mundo exterior. Los instintos, los deseos y las pasiones, etc., nacen en
el alma sensiente en cuanto sta es impulsada por fuerzas de la interioridad,
antes qu esta interioridad se abandone a la Seidad Espiritual. Si el yo se
interpenetra de la Seidad Espiritual, entonces el alma a su vez, invade el
cuerpo astral con esta Seidad Espiritual. Y esto se verifica de manera que los
instintos, los deseos y las pasiones son iluminadas por aquello que el yo ha
recibido del espritu. El yo, en virtud de su participacin en el Mundo
Espiritual, ha llegado entonces a dominar en el mundo de los instintos, de los
deseos, etc. Cuanto ms lo realiza, tanto ms la Seidad Espiritual se haceevidente en el cuerpo astral, el que, a su vez, viene a resultar transformado.
El cuerpo astral aparece entonces, l mismo, como una entidad en dos
partes: una transformada, y, otra, no transformada. Por esto, la Seidad
espiritual, en su manifestacin en el hombre, puede ser indicada como cuerpo
astral transformado. Un proceso similar se verifica en el hombre cuando acoge
en su yo al Espritu Vital. Se transforma entonces el cuerpo vital, que es
compenetrado por el Espritu Vital. Este se manifiesta de manera que el
cuerpo vital viene a ser diferente de lo que era antes. Se puede decir, entonces,
que el Espritu Vital es el cuerpo vital transformado. Y si elyoacoge en s al
Hombre-Espritu, recibe entonces la poderosa fuerza para compenetrar elcuerpo fsico. Es natural que lo que del cuerpo fsico es as transformadonose
pueda percibir con los sentidos fsicos. Del cuerpo fsico ha resultado
Hombre-Espritu precisamente la parte que se ha espiritualizado. Existe
entonces, fsicamente, para la percepcin de los sentidos, y en cuanto lo fsico
se ha espiritualizado es percibida por la facultad cognoscitiva espiritual. A los
sentidos exteriores, aun aquella parte fsica que es interpretada por la
espiritualidad, se evidencia slo fsicamente. Basndose en todo esto se puede
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representar la constitucin del hombre, tambin de esta manera:
1) Cuerpo fsico;
2) Cuerpo vital;
3) Cuerpo astral;
4) Yo, como ncleo anmico;
5) Seidad Espiritual, como cuerpo astral transformado;
6) Espritu Vital, como cuerpo vital transformado;
7) Hombre-Espritu, como cuerpo fsico transformado.
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LA REENCARNACIN DEL ESPRITUY EL DESTINO
Entre el cuerpo y el espritu, vive el alma. Las impresiones que le llegan
por intermedio del cuerpo son pasajeras; existen slo mientras el cuerpo abre
sus rganos a las cosas del mundo exterior. Nuestros ojos perciben el color de
la rosa slo mientras ella est presente, y mientras el mismo ojo la contempla.
Es necesario, entonces, la presencia tanto del objeto en el mundo exterior,como la del rgano corpreo, para que una impresin, una sensacin o una
percepcin pueda producirse. En cambio, aquello que es reconocido en
nuestro espritu como verdad con respecto a la rosa, no es fugaz ni
momentneo, y tambin en cuanto a su verdad, no depende absolutamente de
nosotros, desde que sera igualmente verdad aunque no nos hubisemos
encontrado jams ante la rosa. Aquello que reconocemos por medio del
espritu, se basa en un elemento de la vida anmica, por medio del cual el alma
se relaciona con un contenido del mundo que se manifiesta en ella,
independientemente de las bases transitorias del cuerpo. No importa si lo que
se manifiesta es por s mismo imperecedero en todos sus aspectos; lo queimporta es que la manifestacin se verifique en el alma, de manera que al
verificarse, no entre en consideracin la base corprea transitoria de sta, pero
s lo que en ella es independiente de este elemento perecedero. El elemento
permanente en el alma, entra en observacin, desde el momento en que
percibe que sta tiene experiencias que no estn limitadas por su parte
perecedera. No importa tampoco si estas experiencias resultan desde el
principio, conscientes por medio de funciones transitorias de la organizacin
corprea, sino que se trata que contenganalgoque, aunque vive en el alma es,
en su verdad, independiente de los procesos transitor