Post on 14-Dec-2015
Introducción
Nuestro objetivo es hacer dialogar y confrontar las diferentes percepciones que tanto la
agrupación montoneros como la agrupación PRT-ERP, tenían en torno a la posibilidad de
construir un país socialista. Nosotros consideramos que, en la contraposición de las posibilidades
de alcanzar el socialismo para estas dos organizaciones, está cifrada buena parte de la dinámica
política de este periodo. Al ser dos actores centrales de lo que genéricamente se ha denominado
como “lucha armada”, entendemos productiva la indagación acerca de las diferencias y
semejanzas en el análisis de la coyuntura política de esos años, así como sus respectivas
proyecciones a futuro, sus tácticas y estrategias para alcanzar el socialismo. Entendemos que
estas diferentes perspectivas, coincidiendo o divergiendo, pueden iluminar un poco más, un
periodo especialmente agitado y conflictivo como el de esos años.
Nosotros consideramos que este periodo, el que va desde el año 1972 al año-1974, es de
vital importancia para nuestra problemática ya que presenta, a nuestro entender, el mayor nivel
de conflictividad social, de mayor desarrollo y extensión de las organizaciones político-militares
abordadas. Nos parece que es un punto de inflexión en el derrotero político de la Argentina dada
la alta conflictividad surgida en ese momento. Entendemos que este periodo presenta, de manera
patente, la tragedia que implicó este sueño de la “patria socialista”, su apogeo y ocaso, y es por
eso que decidimos hacer hincapié en estas coordenadas temporales.
Así, nuestra indagación estará estructurada en las siguientes etapas que creemos, marcan
diferentes escenarios que terminan influenciando de manera directa en estas percepciones: “La
propuesta de apertura política de Lanusse y la construcción del GAN”, “Posicionamiento frente a
las elecciones de 1973” y “Posicionamiento frente al gobierno de Cámpora/Perón”. Elegimos
este último hecho como corte temporal debido a que, nuestro entender, pone fin al “sueño
socialista” y será el inicio de una nueva etapa de ilegalidad de la agrupación Montoneros, por
entonces la organización político-militar de mayor alcance e importancia, que, a nuestro entender
da el puntapié inicial para el repliegue de la propuesta de la patria socialista por medio de un
gobierno peronista y esto significa volver a una táctica de resistencia armada, en consonancia
con la posición del ERP.
Antecedentes
Nosotros consideramos que para comprender de manera más acabada la temática de
nuestro trabajo, es necesario contextualizarlo y para ello mencionaremos, brevemente, algunas de
las principales ideas, hechos o individuos que marcaron el desarrollo de la situación analizada.
En principio tenemos que ubicarnos en el contexto de la Guerra Fría, en un mundo
bipolar en donde se disputan la hegemonía las fuerzas del “mundo libre” y el “bloque socialista”.
En medio de esta disputa, surgen los movimientos de descolonización y la constitución del
“Tercer mundo”, lugar privilegiado de explicitación, ya sea por medio de guerras “calientes”, por
agitación social o movimientos insurreccionales, del conflicto que estaba latente a nivel mundial.
Ni siquiera los países centrales escapaban a este conflicto, en donde el Mayo del ´68 francés
constituyo un ejemplo de activismo y de insurrección leve. Este enfrentamiento a nivel global,
que asumió la forma de una guerra no convencional, determino también el cambio en la
estrategia de la potencia dominante de América, EEUU, que construyo el concepto de que la
guerra ya no reconocía fronteras, esta se había convertido en una guerra ideológica. La
construcción de la Doctrina de la Seguridad Nacional fue el resultado de esta preocupación, cuya
muestra real de lo que podía suceder lo constituyo la Revolución Cubana. La emergencia de los
Estados burocrático-autoritarios, como los describió O´Donnell, en América Latina, requeriría de
las FFAA, receptivas al cambio de estrategia, un papel preponderante. Justamente la Revolución
Cubana, junto con la figura del Che Guevara, será una de las influencias más grandes para la
generación que en América Latina, optaría por la vía de la revolución y en última instancia, por
la vía armada para llegar a ella.
En el caso particular de la Argentina, la dictadura que vino a reformular la sociedad y la
política del país, mediante una “Revolución Argentina”, con las políticas antiliberales y
corporativistas en materia política y su idea de modernización económica con preferencia por la
inversión extranjera, había llevado al limite su legitimidad. La cada vez mayor efervescencia
social, conjugada con los intentos de intervenir en la conformación de la sociedad, queriendo
disciplinarla, mediante representaciones corporativas, produjeron diversos estallidos sociales
que culminaron en el Cordobazo. A partir de aquí, con la crisis de legitimidad del régimen en
evidencia, se puede rastrear la emergencia de nuevas formas de actividad política y la
construcción de legitimidades alternativas, no solo de la del régimen imperante, sino incluso que
van mas allá de la tradicional legitimidad conferida a las instituciones representativas. En este
marco de desarrollo de sindicalismos de base, intenso activismo estudiantil y confluencia entre
este movimiento y el movimiento obrero, es que se insertan las organizaciones guerrilleras, en
realidad organizaciones político-militares, cuya construcción, al principio minoritaria y secreta,
se irá volviendo cada vez más importante, a medida que la sociedad argentina se radicaliza.
Excede los márgenes de este trabajo la pregunta por la razón del abrazo de la vía armada
como legitima para lograr un cambio social, pero podemos aventurar algunos fundamentos. En
principio, la influencia de la Revolución Cubana y el guevarismo, las luchas coloniales y
poscoloniales, como Vietnam, fueron las principales influencias. Los principales debates que se
anudaban en relación a como llevar adelante la lucha armada, tales como la teoría de Regis
Débray o las discusiones acerca del insurreccionalismo, la guerra urbana o el foquismo,
constituyeron el caldo de cultivo teórico para la formación y entrenamiento de la guerrilla en
Argentina.
Esto nos lleva a caracterizar brevemente a Montoneros y ERP, en cuanto a su
conformación ideologico-politica. Esto nos permitirá luego ver con mayor claridad su accionar y
sus posturas futuras. En el caso de Montoneros, podemos decir que su componente ideológico
gira en torno a una triada conceptual compuesta por una cierta concepción del marxismo, un
fuerte componente cristiano y una reformulación del peronismo, a la luz de los dos anteriores
componentes. El nucleamiento de los “fundadores” de Montoneros alrededor de la publicación
de la revista Cristianismo y Revolución, dirigida por Juan Garcia Elorrio, junto a los trabajos
realizados junto al Padre Mugica, dan cuenta de la importancia de las ideas renovadoras del
cristianismo y su entronque con la tradición popular del peronismo. Esto, junto con el
materialismo de cuño marxista como método de análisis de la coyuntura social. El paso a la
lucha armada en Montoneros puede verse fundamentado en las concepciones cristianas
revolucionarias de Thiebauld de Chardin y en la experiencia previa de la militancia de sus
fundadores en Tacuara. En cuanto al ERP, como brazo armado del PRT, su composición
político-ideológica estará signada por una reinterpretación del marxismo-leninismo, a la luz del
guevarismo, con la conciencia plena, a partir del V Congreso del PRT, de que había que lanzarse
a la lucha armada, en un contexto de creciente movilización de masas. Si bien, se analiza una
cierta precariedad en cuanto a “conciencia revolucionaria”, sería entonces la acción armada el
vehículo para generarla. Es así que para 1970, ambas organizaciones salen a la escena pública.
Hacia la “patria socialista”: La propuesta de apertura política de Lanusse y el sinuoso
camino del GAN
El hecho de que Lanusse llame a elecciones y configure el GAN es leído como síntoma
de agotamiento y debilidad de la Revolución Argentina. Esto es entendido como el resultado de
la movilización político social que se desarrolló en el país a partir del Cordobazo.
Particularmente a partir de 1972 empiezan a ponerse en evidencia las diferentes estrategias de los
actores políticos involucrados en la apuesta del GAN. El objetivo de máxima de Lanusse, la
vuelta a una vida institucional con una probable candidatura propia para la Presidencia o con un
candidato “continuista”, con apoyo de cierto sector del radicalismo, para este año se había vuelto
altamente improbable. La rápida respuesta de Perón, formando con Balbín y otras agrupaciones
“La Hora del Pueblo”, impidió el objetivo de aislar al peronismo como fuerza política efectiva.
Por otro lado, las organizaciones político-militares estaban operando de manera más importante
y espectacular. El objetivo primario del GAN, aunque sigue siendo la institucionalización de la
vida política, se centra ahora en tratar de aislar y neutralizar a las organizaciones político-
militares, deslegitimarlas. Este cambio en la coyuntura, motorizado en el caso de Montoneros por
la autorización ahora explicita de Perón a sus operaciones militares y la integración a la
estructura del “Movimiento”, vuelve favorable el panorama para la ejecución de mas
operaciones.
Para las organizaciones político militares, esto era la prueba de que la lucha armada había
dado ciertos frutos. En el caso de Montoneros, esta era la oportunidad largamente esperada de
que el peronismo vuelva al poder, para el ERP esto significaba, en mayor o menor medida, la
respuesta eminentemente política de la burguesía nacional encarnada en las FFAA, a la situación
prerrevolucionaria que estaba imperando en el país. Frente a esta situación ambas organizaciones
político militares van desarrollar distintas estrategias. El ERP se mantendrá firme en su posición
de romper con la “farsa electoral” pero, sin embargo, intenta construir una serie de alianzas y
organizaciones “de superficie” para afrontar una posible participación. Esta situación, con varios
referentes del partido presos, es encarada en diversos espacios, dando lugar a una polémica en
cuanto a este punto, respecto de cómo fue encarada la problemática de las elecciones y los
objetivos, y los medios para llegar a ellos, que debía tener el PRT-ERP. Las principales
opciones que se discutían en la situación eran el boicot o la participación en la contienda
electoral. La peculiar situación en la que se discutieron los pasos a adoptarse y la ambigüedad del
apoyo a la salida electoral están expresadas en una carta de Santucho dirigida a Ana Maria
Villarreal en septiembre del ´71. Si bien es escrita en un periodo anterior al estudiado, creemos
que esta carta de Santucho encierra estas posiciones encontradas, respecto de la encrucijada que
representaban las elecciones. “La adopcion de una u otra tactica deberá hacerse en los próximos
meses y dependerá del grado de concesiones democráticas que debe aflojar la dictadura y
fundamentalmente del estado de ánimo de las masas. Si se opta por el boicot, este debe ser activo
y si se opta por la participación debe encararse desde la independencia política del proletariado y
tratar de que en su torno se nucleen otros sectores populares, bajo la clara hegemonía política de
la clase obrera. Rechazar en principio la eleccion y adoptar el boicot antes de que estén definidas
las situaciones concretas es un punto de vista anarquista, ultraizquierdista, típicamente pequeño
burgues que nuestro partido en este momento esta expuesto a sufrir”. Luis Mattini critica,
respecto de una resolución del Comité Central del PRT-ERP de agosto de 1971, la incongruencia
en la que cae el partido cuando “(…) primero fusila a las elecciones y después las juzga. (…)
Había que ‘romper las elecciones’ (con boicot o participación) pero romperlas, para cumplir con
‘todas las etapas previstas’. En verdad el V Congreso no tenía previsto posibilidades electorales.
Las elecciones, aparecían así, como un simple escollo en el camino, o un instrumento que
favorecía la “oxigenación” de la actividad clandestina”. Este problema de la “desviación
militarista”, la presión por la acción armada, junto al diagnostico de la “farsa electoral” al que
nos referiremos más adelante, marcaran la estrategia del PRT-ERP en este sentido. En cuanto a
la posición de Montoneros, dependía en gran medida del juego pendular de Perón. La “juventud
maravillosa” se planteaba que la salida electoral era una gran posibilidad para inaugurar el
camino a la “liberación nacional”, en un proceso electoral en el que, ya sin el peronismo
proscripto, era posible la instalación de un gobierno peronista y la eventual vuelta de Perón. Sin
embargo, esto no era obstáculo para proseguir con la lucha armada, distinguiendo entre niveles
tácticos y estratégicos a la hora de considerar la compatibilidad entre apoyar la salida electoral y
la continuación de la lucha por la vía armada, hecho que queda sintetizado en la consigna “Luche
y vuelve”, como respuesta al desafío de Lanusse a la vuelta de Perón.
Podemos entonces ver que, si bien tanto Montoneros como ERP mantenían aun la
posibilidad de la lucha armada ante la salida electoral, la diferencia en cuanto a las estrategias
estaba centrada en los objetivos que buscaban ambas organizaciones, que se desprendían
básicamente de la potencialidad que para ambas tenia la apertura electoral. Podemos afirmar que
para Montoneros la posibilidad de la elección de un gobierno peronista y la vuelta de Perón
parecía subordinar la lucha armada a la aceleración de los tiempos, a presionar a Lanusse y a las
FFAA para que no interfirieran con este proceso que daría inicio a la construcción de la Patria
Socialista, si bien en algún momento se llega a afirmar que el “verdadero” camino estratégico
estaría basado en la lucha armada. Esto muestra los primeros indicios de una creciente
militarizacion presente tambien en Montoneros, aunque en este momento queda opacada por la
obediencia y la lealtad a Perón, que empieza a moderar su apoyo a la estrategia armada. En el
caso del ERP, la ecuación parece invertirse, en donde la estrategia principal es la acción armada,
a modo de creación de conciencia revolucionaria. Fiel a la concepción de un cierto marxismo-
leninismo, matizan igual esta concepción con los intentos de constituir, como veremos más
adelante, un frente de masas que sirva de base a este accionar.
Como corolario de este periodo ocurre la llamada “Masacre de Trelew”, el 22 de agosto
de 1972, en donde luego de la fuga de importantes líderes de FAR, Montoneros y ERP, son
fusilados 16 prisioneros en la Base Almirante Zar, hecho que será recordado como preludio de la
futura “guerra sucia” y que convence a la plana mayor del ERP de que el verdadero enemigo a
enfrentar eran las FFAA “contrarrevolucionarias”, diagnostico que marcará su accionar futuro.
También Montoneros se ve afectado y ve como una afrenta importante el fusilamiento de los
prisioneros. Esto le acarrea un gran problema a Lanusse, cuya legitimidad tanto frente a la
opinión pública como frente a las FFAA, es puesta aun más en juego. Más aun teniendo en
cuenta la exitosa huida a Chile de importantes jefes guerrilleros como Santucho, Vaca Narvaja,
Osatinsky, entre otros.
.Posicionamiento frente a las elecciones de 1973
Las elecciones de 1973 marcan una transición en el accionar de las organizaciones
político militares. La proximidad de una posible salida política implica una cierta orientación
hacia el trabajo de masas, en organizaciones de “superficie” y una discusión acerca de las
implicancias futuras de dicha elección. En el caso de Montoneros, ante la candidatura de
Campora, se abre un periodo de cierta tregua y de organización de la campaña electoral, con la
clara consigna de “Campora al gobierno, Perón al poder”. Es el momento en el que, bajo el
paraguas de la Tendencia, Montoneros confluye con las organizaciones de izquierda peronista en
un frente de masas. En el caso del ERP, se da una situación ambigua y de intensa discusión. Por
un lado se discute la necesidad de no caer en la trampa de la “farsa electoral”, pero a la vez se
intenta armar una cierta base partidaria para un eventual participación política. Incluso se llega a
proponer una fórmula presidencial conformada por Agustin Tosco y Silvio Frondizi, pero no
llega a buen puerto. Se intentan conformar comités de base para construir una estructura
partidaria legal, pero en el momento de su discusión es dejada de lado esa línea de construcción
política de masas, produciéndose un énfasis en las acciones militares, mas aun después de los
sucesos de Trelew. El diagnostico que se emite desde el ERP va a ser, mayoritariamente, de
denuncia de estas elecciones, consecuencia lógica del GAN, como un intento de los militares
para retirarse con honor a los cuarteles para luego volver con más fuerza, a la vez para contener
la situación revolucionaria que, veían desde el ERP, era ya incontenible. Esto es visto, entonces,
como una vuelta al régimen de dominación “preferido” de la burguesía: la republica
representativa. Este diagnostico es el que marcara la estrategia que seguirá el ERP en todo el
periodo posterior.
.Posicionamiento frente al gobierno de Cámpora/Perón
El gobierno de Campora marca para estas organizaciones político militares una situación de
descompresión en un principio, pero va a ser valorado de forma divergente para ambas. Para
Montoneros, la “primavera camporista” significa el primer paso para la construcción del
socialismo nacional, el momento en donde su capacidad de movilización de masas está en su
auge. Parecía un momento de bisagra histórica. Era el momento de acompañar y proteger a un
gobierno que, con las amnistías, permitía poner fin a la necesidad de luchar militarmente contra
las fuerzas del Ejercito, en tanto fuerza represiva. Si bien reconocia que un gobierno
verdaderamente popular había llegado al poder, los enemigos estaban lejos de ser vencidos.
Sobre todo los enemigos “internos” al movimiento peronista. No solo había que apoyar y
controlar al gobierno camporista, sino que primordialmente había que protegerlo y para ello
debía continuarse la construcción de un Ejercito Montonero. La lucha armada, aun durante un
gobierno constitucional, seguiría siendo una opción, pero ahora solo de manera defensiva, dando
cuenta de que la “política del fusil” aun tenia vigencia en tiempos del gobierno camporista. Sin
embargo, el eje de esta lucha se había corrido. Una prueba cabal de esto fue la “Operación
Dorrego” en donde Montoneros y el Ejercito colaboraron juntos. El sueño de la vuelta de Perón
estaba más vivo que nunca y los arreglos para la efectiva vuelta del líder estaban ya en marcha.
Sin embargo, lo que debía ser una reunión pacifica del líder con la “juventud maravillosa”
termino siendo la primera señal de los tiempos que vendrían. La masacre de Ezeiza en junio del
´73 significo el principio de una abierta guerra entre izquierda y derecha peronistas. La
preferencia de Peron para organizar la bienvenida recayó en personas ligadas a Lopez Rega y a la
derecha peronista, como Norma Kennedy o el Coronel (RE) Jorge Osinde. Según Gillespie los
Montoneros no pudieron ver esto y su casi previsible desenlace: “Solo mas adelante declararon
que Ezeiza, la mayor movilización popular de la historia de Argentina, había presenciado el
“nacimiento” del Escuadron de la Muerte, la Triple A (la Alianza Anticomunista Argentina)
(…)”. Este hecho, como dijimos anteriormente, significó el cambio de eje en la lucha, ahora
centrada en los “infiltrados imperialistas” de la derecha peronista. Acto seguido, sucede el
alejamiento de Campora, que si bien significo el desplazamiento de muchos integrantes del
gabinete que respondían o se sentían identificados con la izquierda peronista, permitía nada
menos que el ascenso de Perón al gobierno. Este hecho es visto por Montoneros como una
respuesta de Peron a esta ofensiva de los “infiltrados imperialistas” en el gobierno popular,
encabezados por Lopez Rega. Sin embargo, poco a poco Peron fue recostándose cada vez más en
el aparato sindical y empezó a tomar medidas que tendían a reducir y a tratar de “domesticar” a
la juventud peronista. La respuesta de Montoneros fue la elaboración de la “teoría del cerco”, en
donde el general Perón era un revolucionario que se encontraba preso de un “cerco” de
contrarrevolucionarios, con Lopez Rega a la cabeza. Sin embargo, Perón seguía con su táctica de
reduccion del ala izquierda de su movimiento, avalando, a veces tácitamente, otras veces
directamente, diferentes métodos de “encauzamiento” de la juventud y eso incluía la prisión o el
asesinato. Para Montoneros, a esta altura de la situación, la batalla estaba dirigida de manera
completa contra la “burocracia sindical” y contra los elementos que respondían a la influencia de
Lopez Rega. Se enfrentaban en esta batalla dos percepciones distintas acerca del contenido
simbolico del gobierno de Peron: La patria peronista que reclamban los sectores sindicales y
ligados a la derecha versus la patria socialista, imaginada por Montoneros y la Tendencia. De
hecho el argumento que sostenia Montoneros es que no podian escindirse ambos conceptos.
Dada su concepción del peronismo y de Peron como revolucionarios, para los Montoneros, patria
socialista y patria peronista eran una y la misma cosa.
Es entonces cuando suceden dos hechos clave: el asesinato de Rucci y el discurso del 1
de mayo del ´74. Estos dos sucesos son un punto de inflexión en la problemática y ambigua
relación de Montoneros con Perón. Este los echa del movimiento, llamándolos “estúpidos e
imberbes” y Montoneros, sin romper aun totalmente con Perón, pregunta por el pueblo y porque
“está lleno de gorilas el gobierno popular”. Este punto de inflexión, si bien marca una cierta
diferencia con los postulados que Peron vierte sobre la calidad de la “burocracia sindical”, asi
como sobre el carácter de “infiltrados” de la Tendencia en general y de Montoneros en particular,
no llega a materializar una ruptura porque al poco tiempo después muere Perón y ello provoca en
Montoneros un ejercicio de memoria selectiva, de olvido del último año de gobierno peronista,
en donde el general Perón seguía siendo un líder de un movimiento revolucionario y
antiimperialista. Es mediante esta operación en donde se proclaman los verdaderos herederos del
movimiento, olvidando que el líder de ese mismo movimiento los expulsó de su interior. Esta
posición se ve reforzada por la persecución que sufre Montoneros por parte del Gobierno de
Isabel, en donde Lopez Rega dirige de manera aun mas abierta la Triple A, proclamando que
“Isabel no es Perón”. En esta situación angustiosa, Montoneros elige luchar de manera
autónoma para sobrevivir, continuando con su política de no acercarse a otras organizaciones
armadas. La única excepción en este periodo la constituyen las FAR. Asi comenta Gillespie esta
particular política que después, quizá demasiado tarde, se revierte: “Politicamente, habrían
podido formar frente común con las organizaciones combativas y de la izquierda, para construir
el embrión de una alternativa socialista frente al gobierno. Sin embargo, el hecho de que no lo
hicieran concuerda con el comportamiento que venían observando hasta entonces. Los
Montoneros habían rehuido todos los ofrecimientos unitarios que se les habían hecho, tanto por
la izquierda armada como por la no armada, asi como los emanados del ERP, que buscaban una
alianza guerrillera, o del Partido Socialista de los Trabajadores (PST), con la propuesta, mas
modesta, de unir sus actividades contra la burocracia de la Asociacion Bancaria (AB). En vez de
ello, buscando “aliados tácticos”, en los lugares mas extraños, habían cortejado a la juventud de
los partidos políticos pro-capitalistas mientras buscaban un sector reformista “peruano” con
quien aliarse en las Fuerzas Armadas. Ambas iniciativas resultaron esteriles”. Esta política, y su
fracaso, determino entonces el fin del sueño de la patria socialista, de la mano de un gobierno
peronista. Esto se cristaliza en la decisión, para septiembre de 1974, de Montoneros de pasar a la
clandestinidad, para resistir activamente al gobierno de Isabel.
En el caso del ERP, el posicionamiento respecto de los gobiernos de Campora y Perón va a estar
en línea con la conclusión a la que se llego respecto del proceso eleccionario. Ante el pedido de
una tregua por parte de Campora, Santucho expone lo que será el principal argumento para
proseguir con la estrategia de la lucha armada. “El gobierno que el Dr. Cámpora presidirá
representa la voluntad popular. Respetuosos de esa voluntad, nuestra organización no atacará al
nuevo gobierno, mientras este no ataque al pueblo ni a la guerrilla. Nuestra organización seguirá
combatiendo militarmente a las empresas y a las fuerzas armadas contrarrevolucionarias, pero no
dirigirá sus ataques contra las instituciones gubernamentales, ni contra ningún miembro del
gobierno del Presidente Cámpora”.
‘Algunos Antecedentes Historicos’
“En septiembre de 1955 la dirección del movimiento político que el Presidente Cámpora
representa aconsejó al pueblo ‘no derramar sangre’, ‘evitar la guerra civil’, ‘esperar’…En
1958…aconsejó al pueblo votar a la formula radical de Frondizi y dar un crédito a este
gobernante y su equipo para cumplir con su programa de ‘liberacion nacional’…En 1966 pidio al
pueblo ‘desensillar hasta que aclare’, dejar accionar al nuevo gobierno militar de Onganía para
ver si cumplia con la ‘Revolucion Nacional’ anunciada…Onganía, el Ejercito y las patronales
aprovecharon esta tregua para lanzarse bárbaramente a reprimir al pueblo, a descabezarlo, a
liquidar la nueva dirección revolucionaria que comenzaba a surgir”.
“Hoy de la misma manera, Ud., Presidente Cámpora, pide a la guerrilla una tregua. La
experiencia nos indica que no puede haber una tregua con los enemigos de la patria, con los
explotadores, con el Ejército opresor y las empresas imperialistas expoliadoras. Que detener o
disminuir la lucha es permitirles reorganizarse y pasar a la ofensiva”. Esto se desprende de la
definición acerca del verdadero “enemigo” a vencer para la construcción de un modelo
alternativo, que en este caso son la burguesía monopolista nacional e internacional y las FFAA
“contrarrevolucionarias” que funcionarian como partido militar de esta. Este diagnostico, si bien
mayoritario, estuvo sujeto a una gran controversia, aun mucho tiempo después. Se discutio
primordialmente la utilidad o no de la lucha armada al interior de un régimen constitucional, el
grado de intensidad de esta, los objetivos a alcanzar y la caracterización del enemigo. Todo esto
es aun materia de debate, sobre todo acerca de la transformación de la lucha armada como un fin
en si mismo, producto de una “desviación militarista”. Las posiciones encontradas a este
respecto estan sintetizadas en las posiciones que Daniel De Santis y Luis Mattini sostienen en sus
respectivos analisis de la estrategia seguida por esta organización armada. Para Mattini, “(L)a
guerra aparecia asi, para los elementos mas extremos de esta desviación, como un fin en si
mismo y no como “un doloroso instrumento de liberación”. Reverdecieron los peores epítetos y
caracterizaciones de la época de la lucha fraccional o la “revolución ideologica”, midiéndose los
hombres por el numero de acciones militares realizadas”. De Santis reconoce esta situación, pero
la matiza: “La única duda razonable seria, desde el punto de vista de los intereses del
proletariado y del pueblo, si fue correcta la continuación de la lucha armada durante el gobierno
constitucional; o bien, en que nivel debió mantenerse la actividad de la guerrilla. La respuesta no
es simple ni excluyente como nos hemos acostumbrado a leer y a escuchar de analistas que han
tratado el tema con superficialidad o desconocimiento de la cuestión, llegando a una negación en
bloque de esta experiencia”.
Gran parte de este diagnostico y las acciones que el ERP va a llevar a cabo van a estar
influenciadas de manera directa por el rol que se le asigna al General Perón. Si, para Montoneros
la vuelta del General seria el paso obligado para la construcción de un socialismo nacional,
Santucho explicitaría que para el ERP la figura de Perón llevo a construir un gran equivoco,
fruto del recuerdo de generaciones anteriores de argentinos que recuerdan la época de oro del
distribucionismo peronista. El carácter de defensor del capitalismo que se le asigna a Perón
vuelve imposible el pensar que podría en algún momento encarnar la construcción de un orden
alternativo. Para reforzar esta posición Santucho cita al mismo Peron en una serie de discursos:
“Peron ha sido y es un apasionado defensor del sistema capitalista, que intento e intenta convertir
a la Argentina en una gran potencia capitalista. Él mismo lo ha explicado en distintas
oportunidades desde 1944 a 1973. Veamos algunas de sus afirmaciones. “Se ha dicho señores,
que soy un enemigo de los capitales y si Uds. Observan lo que les acabo de decir, no encontraran
ningún defensor, diríamos, mas decido que yo, porque se que la defensa de los intereses de los
hombres de negocios, de los industriales, de los comerciantes, es la defensa misma del Estado”. “
No se asusten de mi sindicalismo; nunca mejor que ahora estará seguro el capitalismo, ya que yo
también lo soy, porque tengo estancias y en ellos operarios. Lo que quiero es organizar
estatalmente a los trabajadores para que el Estado los dirija y les marque rumbo, de esa manera
se neutralizaran en su seno las corrientes ideologicas y revolucionarias que pueden poner en
peligro nuestra sociedad capitalista en la posguerra.” Este análisis apuntaba a rebatir el concepto
idealizado que Montoneros tenia de Perón, dando cuenta de que lo más coherente del discurso
peronista había sido su defensa del capitalismo, en el marco de una “comunidad organizada”
bajo la egida del Estado. Perón no venia, pues, a construir un nuevo orden, sino que venía a
reorganizar el orden existente. Que el frente antiimperialista que este lideraba en realidad no era
un “verdadero” frente antiimperialista, al combinar en su interior elementos de una burguesía
industrial nacional que nunca podría, en un esquema de conciliación de clases, llevar a un
socialismo nacional. Este tipo de frente, combinando elementos de la burguesía nacional, aliados
con la burocracia sindical, según la consideración del ERP no constituía una alternativa viable.
Por ello el PRT-ERP también intento, con suerte vacilante, crear el FAS (Frente Antiimperialista
y por el Socialismo) como una forma de construcción política de masas.
Todo este diagnostico es el que permitiría ver, a los ojos del ERP, que el responsable de
la avanzada contra los sectores del peronismo progresista era el mismo Perón. Este argumento es
el que sostiene, entonces, la decisión de seguir adelante con la lucha armada y aun más con el
desplazamiento de Campora, al que se tilda de autogolpe palaciego que conlleva, a partir de la
masacre de Ezeiza, un giro a la derecha del régimen constitucional. Es por eso que el ERP
prosigue con la estrategia de operaciones militares activas centradas en ataques a unidades del
Ejercito “contrarrevolucionario”, asi como tambien secuestros de altos funcionarios de empresas.
Los ataques al Comando de Sanidad del Ejercito y el intento de copar el regimiento de Azul son
dos de las acciones mas espectaculares en contra de las FFAA, centradas en la “recuperacion” de
armas. El secuestro de Victor Samuelson, ejecutivo de la ESSO, fue uno de los principales
operativos del periodo en cuanto a secuestros para recaudar “impuestos revolucionarios”. Estas
ultimas medidas en general en este periodo estaban orientados o bien a resolver conflictos entre
obreros y patronos a favor de los primeros o bien a “satisfacer” necesidades basicas de
poblaciones marginales. Por esto y por la “limpieza” de los operativos, estos tuvieron un cierto
grado de popularidad.
A raíz del copamiento del regimiento de Azul, el general Perón caracteriza a los
guerrilleros en general, y al ERP en particular, de “enemigos de la patria”. Este discurso, en
donde Perón aparece en cadena nacional y con su uniforme de teniente general, rodeado de los
Comandantes en Jefe de las tres armas, reafirma su apoyo a las FFAA y a su deseo de mantener
el régimen constitucional imperante. Esta postura no hace mas que confirmar el diagnostico del
ERP en cuanto a quien era el cabecilla de la “contrarrevolución”. En esta coyuntura, y hasta el
pase a la clandestinidad de Montoneros en septiembre de 1974, el ERP se centrará en ampliar la
base de operaciones que la guerrilla poseía en Tucuman, como corolario del largo trabajo de
masas hecho sobre todo con los obreros de FOTIA. El establecimiento de la Compañía de Monte
Ramon Rosa Jimenez es entonces la apuesta del ERP para, mediante la guerrilla rural, combatir
de manera directa a quienes se consideraba el “verdadero” enemigo que operaba detrás de la
cada vez mas derruida fachada del gobierno constitucional: las FFAA “contrarrevolucionarias”.
El fin del sueño de la “patria socialista” y el comienzo de la pesadilla
El fin del sueño de la patria socialista, en la coyuntura que nosotros describimos, para
ambas organizaciones no era tan visible. Solo tiempo después tanto ERP como Montoneros
reconocerán que no supieron ver que se había iniciado un periodo de “reflujo de masas”. Asi lo
expresa De Santis:. Este primer punto de vista, que en el caso del ERP justifica de alguna manera
la visión estratégica de lucha contra el “verdadero” enemigo, pone el énfasis en el aspecto
táctico, en no saber leer el “termómetro”, como lo definió Santucho, del animo de las masas.
Esto podría entenderse, de manera conflictiva con la anterior postura pero a la vez
complementaria, desde la vision de aquellos, como Gillespie o Mattini, que critican el excesivo
militarismo de ambas organizaciones, que terminó por aislarlas de las masas.
Desde el punto de vista de la estrictamente ideologico, es un hecho importante la lectura
de Peron como líder por parte de Montoneros, puesto que al ser esta la organización político
militar de mayor importancia, engarzada en el peronismo, el movimiento de masas mas
importante de la Argentina en este periodo, terminaría movilizando a gran parte del campo
popular de la sociedad. Una de las claves para entender el comportamiento pendular de esta
organización político-militar en todo este periodo, esta en estrecha conexión con sus bases
ideologico-practicas. El etapismo revolucionario de los Montoneros, en donde en un primer
momento la liberación nacional, conducida por Peron en un esquema de conciliación de clases,
desembocaría en una segunda etapa de construcción del socialismo nacional. Esta concepción
explicaría porque no rompían del todo con Peron, pues aun consideraban imprescindible su
conducción en este proceso. Podemos afirmar que la estrategia del ERP, amparada en el
guevarismo, descreía de todo etapismo o espontaneismo, creyendo en la dualidad del trbajo de
masas y la acción armada como creadora de conciencia revolucionaria, sin esperar a que se den
las “condiciones objetivas” para la construcción de una alternativa revolucionaria. Sin embargo,
como dijimos antes, es evidente que, en esta tensión provocada entre el trabajo de masas y la
acción armada, tendio a prevalecer la segunda opción.
El “desencantamiento” con Perón por parte de Montoneros no termina de romper con la
reivindicación como peronistas, como los herederos del líder. Si bien son marginados,
perseguidos, asesinados, la muerte de Perón impide, de alguna manera, su ruptura total. Sin
embargo podríamos aventurar que quizá esta ruptura hubiese sido imposible, puesto que sería
equiparable a cometer un parricidio que anularía el fundamento de la organización como sujeto
político. Perón no podía ser un traidor a la causa del socialismo nacional en esa época, ni siquiera
podía ser considerado como un brillante realpolitiker que aprovechaba el clima de cada época
para utilizarlo a favor de su proyecto de poder. Mucho tiempo después se dirá que el Perón que
construyeron los Montoneros no era el “verdadero” Perón, un revolucionario cercado por un
conjunto de reaccionarios. Este diagnostico que el ERP rastrea desde la masacre de Ezeiza en
adelante es una de las bases de sustentación de la estrategia de ambas organizaciones. El rol que
Perón jugaba en la construcción de una patria socialista y su caracterización va a ser una de las
principales divergencias en cuanto a ambas organizaciones y es lo que durante la etapa del
gobierno constitucional emergente de las elecciones del 73 hasta el pase a la clandestinidad de
Montoneros en el 74 va a estar como elemento subyacente de sus diferentes estrategias. Asi, para
el final de este periodo, ambas organizaciones darán importancia superlativa al desarrollo de sus
estructuras militares, en un contexto de repliegue de participación en organismos de masas,
producto del aumento de las acciones armadas tanto de los organismos policiales y parapoliciales
del Estado como de las organizaciones político-militares.
Conclusiones: Relevancia de lo investigado para dar cuenta no solo de un periodo
importante de la historia argentina, sino que también para dar cuenta de sus marcas en la
construcción actual de la subjetividad política. Consideramos que en este trabajo están expuestas,
en lo esencial, de una manera que no pretende ser exhaustiva, los lineamientos ideologico-
politicos de estas dos organizaciones político-militares que jugaron, a su modo, con sus
similitudes y diferencias, un papel preponderante en la sociedad argentina de aquellos años.
Creemos que no solo es interesante su estudio para dar cuenta del fenómeno de la lucha armada,
sino que también nos puede iluminar aspectos importantes de la vida política y social de esa
época tan convulsionada. A partir de este trabajo, nosotros proponemos que los clivajes que
recorrían la sociedad argentina de la época estarían estructurados en tres niveles politico-
ideologicos bipolares: Peronismo-antiperonismo, dictadura-democracia,
capitalismo-socialismo/comunismo. Estos clivajes están ordenados en niveles crecientes de
abstracción, en donde se encuentran concentrados los principales debates y acciones de la época.
Nos parece que ambas organizaciones político-militares están discutiendo siempre en estos
términos, aunque estén apuntando a llegar, en última instancia, hacia el nivel más alto, hacia la
discusión acerca de la instauración de un modo de producción alternativo del capitalismo
existente en esa época. El sueño de la patria socialista para cada una de las organizaciones estaba
firmemente anclado en las propias concepciones de que significaba en última instancia el
socialismo, producto de la forma en que estos tres clivajes atravesaban, de manera particular, a
estas. De esta manera podemos decir que en el caso del ERP, cuya discusión y objetivos estaban
mayormente vinculados al más alto nivel de abstracción de estas divisiones, el camino hacia el
socialismo y la forma de desandarlo estaba de alguna manera bastante claro, si bien no exento de
polémicas y discusión. Podemos decir que en esta etapa la línea ideologico-politica de esta
organización fue, de alguna manera, más consistente que la de Montoneros. Esto podría pensarse
a partir del hacho de que Montoneros estaba cruzada como organización, en mucha más medida
que el ERP, por esta trilogía de clivajes. Una organización peronista, defensora de un régimen
democratico que consideraba como propio y que llevaría al socialismo nacional, se encontró en
dificultades para actuar, cuando este mismo régimen, democrático y peronista, empezó a
perseguirlos como “infiltrados”. Eso explicaría, en parte, la reticencia de Montoneros a combatir
de manera abierta al régimen surgido de las elecciones del 73, hasta septiembre del 74, en donde
el pase a la clandestinidad, bajo la consigna “Isabel no es Perón”, expresa la voluntad de luchar
contra este régimen. En el caso del ERP, esta dificultad no se plantea, sus objetivos, al partir de
una concepción cuyo nivel de abstracción en esta trilogía que presentamos es muy alta, irían mas
alla de una construcción de un cierto socialismo nacional, sino que, fiel al internacionalismo,
persigue una meta mas radical. Esta cuestión es una de las puntos interesantes que extrajimos de
este trabajo, en donde al comparar a ambas organizaciones, pudimos ver que si bien están
hablando ambas de un cierto socialismo, no es el mismo concepto para una que para la otra.
Podemos decir que Montoneros, por estar ligado a un movimiento como el peronista, apenas
pasado por el tamiz del marxismo, estaría ubicando sus principios y sus objetivos en una
construcción menos elevada en nivel de abstracción. El socialismo nacional de Montoneros,
asimilando la Patria Socialista a la Patria Peronista, es una construcción menos radical que el
socialismo del ERP, que si bien atendía la cuestión nacional, estaba anclada en un
internacionalismo, concepción mucho mas ambiciosa que el latinoamericanismo que Montoneros
proponía en ultima instancia. Podemos pensar esta diferencia también en el sentido de la
construcción de una teoría o filosofía del fin de la historia, subyacente a la base teorico-politica
de ambas organizaciones. Esta diferencia de niveles de abstracción implica una mayor cercanía o
no de este fin de la historia, simbolizado en la llegada a la patria socialista. Asi, como dijimos
antes, para Montoneros este fin de la historia, o mejor aun, el principio del fin de la historia, se
daría con la instalación de un gobierno peronista y la vuelta del líder natural de este proceso
histórico. Este fin de la historia, entonces, seria mucho mas cercano que el imaginado por el
ERP, en donde la construcción del socialismo, amen de su internacionalismo, esta basado en un
enfrentamiento prolongado, en donde el proletariado ganaría la hegemonía política de una
alianza que se enfrentaría cara a cara con los sectores dominantes del modo de producción
imperante. Construcción de subjetividades políticas alternativas. (Im)posibilidad de su
construcción en la actualidad. Huellas y marcas de esos procesos. Algunas conclusiones en
torno a la (im)posibilidad de la construcción de una alternativa política por la vía
propuesta por Montoneros y ERP.
Bibliografía: Soldados de Perón, Richard Gillespie
Hombres y Mujeres del PRT-ERP. De Tucumán a La Tablada. Mattini
El Gobierno Peronista, Cuadernos de la Argentina Reciente, Ivancich-Wainfeld