Post on 26-Jul-2015
José Hernández, visionario,
nos picaneó con su lanza
-legándonos la enseñanza
a través de su sagrario-.
En su Fierro legendarioplasmó con sabiduría,
toda la filosofíadel hombre y sus
circunstanciasque, trascendiendo
distancias,mantiene vigencia hoy
día.
Pero es buena la ocasión
para exaltar a un ancestro,
recordando al gran maestro
que, más allá del dolor,
fue un digno predicador
del más puro acervo nuestro.
En este día mis amigos,
con respeto y deferencia,
fluye su sabia sentencia
de su recuerdo al abrigo;
y coincidirán conmigo
que es propicia y atinada,
y debe ser respetada
por enfática y tenaz:
“Al que es amigo, jamás,
lo dejes en la estacada”.
Y quién no escuchó a Gardel,
nuestro máximo exponente,
cantar impecablementedesde su clase y
nivel.
Con su voz notable y fiel,
en un vuelo sin escalas,
él, desplegando sus alas,
nos recuerda otra premisa:
Atahualpa, un peregrinoque calzó la bota e’ potro,
cambió el yo por el nosotrosy expresó, sin egoísmo:
Ya me estoy yendo, los dejo,
calificados testigos,desde siempre mis
amigos,por ósmosis o
reflejo.
En este mundo complejo
todo es nuestro, nada es mío,
y en mi loco desvaríoles recuerdo otra
verdad:
“Cuando un amigo se va,
queda un espacio vacío”