Post on 04-Aug-2015
–Bad Wurzach
Los cartujos de “Marienau” reciben visitas de la familia dos días al año. En esta ocasión la familia del padre Ignacio me incluyo en su visita y así tuve el privilegio que ahora comparto. Privilegio, porque el padre Ignacio no asistió ni al reciente funeral de su
madre, ni al de su padre hace más de 35 años; tampoco ha participado en algún evento importante de su familia; ademas la cartuja no aceptan visitas ni da entrevistas, sin
embargo después de celebrar la eucaristía y oficiar las vísperas, el padre Ignacio nos sorprendió a los varones, con una detallada visita por la cartuja, respondiendo a todas
nuestras inquietudes con sencillez y claridad.
Los cartujos no salen del monasterio. Se dedican a alabar a Dios y a orar por sus semejantes son muy concientes que su
utilidad consiste en el grado de unión que puedan alcanzar con el Señor y no en las actividades que puedan realizar entre los hombres. Renuncian a todo lo material y adoptan vidas eremítico-cenobíticas de
pobreza y silencio que les facilita alcanzar un estado de contemplación.
"BadWurzach" es un pueblito sereno, rustico y medieval al sur de
Baviera; reconocido por su clima agradable, tierras fértiles y aguas termales. En previas épocas dio
refugio a comunidades religiosas y al último sanatorio de lepra en
Alemania. A comienzos de los 60’s los cartujos encontraron en sus
alrededores un enclave ideal para establecer la Cartuja Marienau
pues la expansión del aeropuerto en Düsseldorf los obligo a
abandonar su morada de más de un siglo en María Hain.
Pasan la mayor parte de sus vidas solos en celdas humildes que
funcionan como oratorio, comedor, dormitorio y estudio; están equipadas con servicios
higiénicos básicos y un banco de trabajo. Una imagen de la virgen María preside la celda y siempre que el cartujo entra o sale reza un
ave maría..
Las celdas cuentan con puerta de acceso a la parcela, donde el cartujo cultiva sus
vegetales, y por el lado opuesto, con un torno hacia el corredor interior para recibir
los alimentos
Comen dos veces al día, no consumen carnes rojas ni productos lácteos gastan
únicamente lo que producen, excepto por el pescado que
pueden recibir cada otro domingo. Calientan las celdas con hornos de cerámica a leña para los que cada uno prepara su combustible. Ayunan con frecuencia los viernes solo
consumen pan y agua.
Con excepción de una caminata semanal los cartujos no hablan entre sí
y solo intercambian rezos conventuales en la Iglesia, donde cada
uno tiene su reclinatorio. La vida de soledad es perspicazmente suplida de
ritos comunitarios; por la mañana celebran la eucaristía; por la tarde las vísperas y a medianoche los maitines
y laudes. Los domingos y días festivos son especialmente comunitarios; se
cantan todos los oficios y las dos comidas se realizan en el refectorio
mientras un cartujo recita las invocatorias en Latín.
Me sorprendí porque para alcanzar el estado de contemplación los cartujos se
atienen a estrictas disciplinas que exigen muchos sacrificios, así como
renuncias a la radio, televisión, internet, periódicos y viajes. Cabe mencionar
que en Marienau los cartujos disponen de una biblioteca de libros religiosos
que coleccionan desde su fundación y además reciben mensualmente la
revista "El Vaticano".
La conexión fuera del perímetro del
monasterio la hacen a través del Prior quien
semanalmente les hace un breve resumen de lo
que acontece en el mundo.
El cartujo inicia el ‘día’ a las 10:45 p.m. con el oficio de maitines a la virgen en su celda; continúa en la iglesia de 11:30
a 0:30 concluyendo con el oficio de laudes de 2:00 a 3:00 a.m. en la celda.
De 6:00 a 7:00 es la hora dedicada a los oficios de Prima en soledad.
Los sacrificios, renuncias y estilo de vida de los cartujos son la forma práctica de
distanciarse de lo efímero y acercarse más a Dios. El padre Ignacio ha logrado separarse
totalmente de todo lo material y con su espiritualidad y conciencia universal cumple una misión de inspiración.
El padre Ignacio me impresiono por su sencillez,
sensatez y sentido del humor; aun mas, me
sorprendió con su capacidad intelectual y
profundo análisis teológico de los desafíos a los que la
iglesia se enfrenta.
El Padre Ignacio con su sobrino Padre Fabián.
Una característica vital de la vida dentro de la cartuja es el silencio; algo que tomo sentido a medida
que entendí el enfoque de vida de los cartujos. El silencio no es una
simple meta ni ausencia de comunicación; es el don que les
permite a los cartujos ignorar hasta los murmullos del corazón, para así
enfocar todas sus energías, en escuchar el espíritu y hasta dialogar
con el creador. El silencio purificador se convierte en oración
La vida eremítica espartana y de sacrificio hace del cartujo una persona más sencilla, más humilde, que solo espera de esta vida
encontrar a Dios, de la misma manera que el sabio nos exhorta a cerrar los ojos para
descubrir todos los colores del universo.El cartujo nos da testimonio que cerrando
los labios estamos en armonía con nuestros semejantes, y podemos hablar con la
elocuencia del alma; si también cerramos los oídos, encontramos la forma de orar en armonía con el infinito. El estilo de vida cartujo nos confirma que la pobreza es la riqueza de lo que no nos hace falta y un
tributo a la sensatez.
Desea despojarse de su peso profano y regresar al vientre de la tierra de la forma más directa y humilde, desiste de féretros mármoles u otros empaques superfluos.
Reclinado en una madera tosca alcanzan su última morada, cubierto por su fiel hábito al
que sus compañeros le cierran la capucha
Al finalizar su travesía el cartujo cierra los ojos para
quedar en comunión con el padre eterno.
Una cruz de madera sencilla señala que ahí regreso a su origen
de polvo un siervo de Jesús.