entre nuestros doce y

diecisiete años

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entre

nuestros doce y diecisiete años

Joaquín Martínez Amador

Portada: Ximena Martínez Toral

Registros: Leonor Andrade Flores

ISBN: 978-9942-03-181-5

No. de derecho autoral: 001025

Primera Edición: octubre 2010

Tiraje: 2,500 ejemplares

Impresión: Digráfica

Guayaquil, Ecuador

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entre nuestros doce y

diecisiete años

joaquín martínez amador

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Este libro fue editado con el

auspicio de

Centro de Estudios Espíritu Santo

y Centro de Estudios Letras y Vida,

Guayaquil, Ecuador.

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ÍNDICE

Mis Palabras 7

Hablan Chicos y Chicas 11

Lo que Quisiéramos 29

Ganarnos la Vida 51

Formar un Hogar 65

Perseverar 99

Conocernos 117

Conocer al Resto 143

Florecer 171

Aprender a Vivir 187

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Estos consejos que te doy no son superiores a tus fuerzas,

ni están fuera de tu alcance.

No están en el cielo, de modo que pudieras decir:

“¿Quién subirá con nosotros al cielo para

que nos los traiga, los escuchemos y podamos cumplirlos?”

Ni tampoco están al otro lado del mar,

de modo que pudieras objetar:

“¿Quién cruzará el mar por nosotros para que nos los traiga,

los escuchemos y podamos cumplirlos?”

Por el contrario, todos estos consejos están

muy a tu alcance, en tu boca y en tu corazón,

para que puedas cumplirlos”.

(Libro del Deuteronomio).

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ESCUCHAR

Me reúno con chicas y chicos, y hablamos, llamándonos por nuestros nombres. Hablan ellos y ellas, y yo escucho. ¡Cuánto he aprendido! o, quizás, sólo recordado de cuando era chico.

Este libro es producto de reuniones con más de mil quinientos chicas y chicos entre doce y diecisiete años, en grupos de doce chicas y doce chicos. Hemos conversado largo, como amigos, sobre tantos temas que nos preocupan cuando somos chicos pero de los que generalmente no hablamos ni nos hablan.

Todos temas de vida. El propósito fue que chicas y chicos se escuchen, que

observen cuán parecidos son unos de otros, con las mismas inquietudes y necesidades, pero, al mismo tiempo, ¡cuán diferentes! En la vida es indispensable identificar esas diferencias. No es malo ser diferente, todo lo contrario. Uno tiene que florecer con sus diferencias para ser un individuo. Para ello tenemos que ponernos a pensar, cuestionarnos.

Tenemos que reconocer y aceptar nuestras verdades, grandes y pequeñas. No es fácil. Pasamos nuestras vidas escondiéndonos de muchas de esas verdades. Para florecer tenemos que reconocerlas y aceptarlas, para poder cambiarlas si hace falta.

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Este libro está escrito para aquellos que quieren pensar, que no quieren dejarse arrastrar por la masa. Está escrito para aquellos que queremos tomar en nuestras manos el timón de nuestras vidas, que creemos que somos portadores de valores eternos y que viviremos, y moriremos si es necesario, de acuerdo a esos valores. Está escrito para aquellos que nos alegramos de tener una razón de ser en la Tierra, escuchando nuestra música interior y siguiendo el plan de Dios.

En esta etapa de la vida nos preparamos para, terminado el colegio, ir a la educación superior o al trabajo, son años en que maduramos como personas. Entramos niños, salimos adultos.

Cuando comenté sobre esas reuniones y sobre el libro que iba a escribir, algunos me advirtieron: “vas a perder el tiempo, la juventud de hoy no está interesada en temas de vida”. No fue así. La variedad, cantidad y profundidad de los comentarios a los temas de vida traídos a la mesa prueba con creces que la juventud de hoy está hambrienta de esos temas.

Los comentarios fueron recogidos tal como fueron dichos y algunos de ellos aparecen en este libro. Los comentarios que empiezan con:

son comentarios de chicas, son comentarios de chicos.

Chicas y chicos comentan sobre esas reuniones.

(comentario de chica). Nos ayuda a abrirnos para pensar qué está pasando, lo que nos gusta y nos disgusta. No nos hacemos esas preguntas cada día. Hablar de ello ayuda a comunicarme más y a ser sincera conmigo misma, y saber por qué he estado callando todo este tiempo.

No siempre va a venir alguien a preocuparse por nosotros. Nadie te pregunta qué te interesa, a casi nadie le interesa escuchar algo más allá.

(comentario de chico). Como que nosotros nos preocupamos más sobre qué nos puede pasar en el futuro.

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Este tipo de preguntas nos hace ver que alguien más se preocupa por nosotros.

No todos los días alguien viene a preguntarnos esto, ni tenemos estas charlas. En cambio, ahora esto nos va a hacer pensar más sobre lo que nos va a pasar.

A estos temas de vida no les prestamos suficiente atención.

Nunca me he puesto a pensar.

Son temas que rara vez se tratan en la casa o en las aulas. Cuando uno es chico, y también cuando uno es grande, hablamos de cosas superficiales. El chateo es cheverísimo, pero vacío. El objetivo de este libro es dejar sembrados esos temas de vida para que cuando chicas y chicos estén solos o con su papá o su mamá, o con sus amigos, toquen esos temas.

Unos pocos responden: “no sé”, porque no lo han pensado. Si uno no piensa sobre estos temas va a estar desorientado en la vida, va a ser presa fácil de otros. Este libro, más que dar respuestas, quiere ayudar a chicas y chicos a pensar por sí mismos.

Tenemos que encontrar nuestras propias respuestas y nuestro propio camino, y eso se logra mejor en soledad. No siempre nos queremos preguntar, buscamos los amigos, el ruido, como la forma de escondernos de las preguntas. Tememos que las respuestas revelen lo que somos, y encontrarnos diferentes al resto.

Si no sabemos lo que somos, no somos nada.

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HABLAN CHICAS

Y CHICOS

NECESITAMOS

Para crecer con felicidad:

Necesitamos amor en una familia unida, amplio tiempo con nuestros padres, que nos escuchen sin interrumpirnos, sin malas caras, sin juzgarnos. Que al terminar nos den una palmada en el hombro y, cuando lo tienen, un consejo.

Necesitamos sentirnos comprendidos, apoyados y alentados a encontrar y seguir nuestro camino propio, aconsejados sobre el hoy y el mañana, no sobre un ayer que no viviremos.

Necesitamos de la autoridad y de la guía de nuestros padres para fortalecer nuestro carácter, para juntos llorar nuestras lágrimas y desplegar nuestras sonrisas.

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Para crecer con felicidad no necesitamos, aunque sí apreciamos, una casa más grande, un carro nuevo, más ropa, más juegos de computadora, un televisor de muchísimas pulgadas o costosos viajes al exterior.

Queremos hablar sobre nuestras cosas y para ello recurrimos a padres, familiares, maestros. Cuando hablamos se nos van aclarando las ideas.

Cuando tienes un problema que tú sola no puedes resolver, sólo con contarle el problema a otro, sólo que te escuche, así no te ayude, ya te sientes aliviada, ya no sientes esa carga encima.

No siempre nos quieren realmente escuchar.

A veces los padres dicen “cuéntame todo hija” y uno dice “mami, me caí en matemáticas”, “pero cómo se te ocurre, no me digas eso”.

Nuestros padres, por amor a nosotros y por falta de tiempo, no son siempre tan estrictos como quisiéramos. Cuando estamos creciendo, queremos hacerlo entre límites claros, y ¡quién mejor para poner esos límites que nuestros padres! La mal llamada paz familiar no puede ser la excusa para dejarnos hacer lo que nos da la gana.

Ser menos liberal, es que en mi casa hago lo que me da la gana. Que sea diferente. El viernes yo llego recién a las nueve, voy apareciendo y no me dicen nada, luego me cambio y salgo por las mismas, y no me dicen nada. Ya me aburrí, quiero que me digan algo. Como que me tomaran más interés, porque siento como que no me quieren, ándate.

Hacer lo que queremos, pero con algún límite.

Hoy tenemos más alternativas, más posibilidades, eso nos complica la vida. Cuando sólo podemos estudiar una carrera, estudiamos esa carrera, pero cuando tenemos tantas alternativas es tan difícil escoger. Ya no tenemos que enamorarnos del chico o la chica de a lado, hoy podemos conocer a alguien de otra ciudad o de otro país.

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El trabajo ya no se busca solamente cerca de casa, sino en cualquier parte de la Tierra. Nos estamos preparando para un mundo diferente del mundo en el que crecieron nuestros mayores. Para prepararnos bien y encontrar la felicidad en nuestras vidas necesitamos apoyo, comprensión, aliento y consejo bajo la amorosa autoridad de nuestros padres.

NO ES FÁCIL VIVIR

Vivir puede ser una angustia o una sonrisa. Es una angustia para quien asustado de su propia

identidad prefiere perderse en la muchedumbre que son los demás. Arrastra los pies mirando al suelo, lleno de miedo de vivir, de destacarse, sustentado en el bastón del resto, temeroso de que se lo arrebaten.

Vivir es una sonrisa para los que escogemos nuestro camino propio, escuchamos nuestra música interior y marchamos a su compás. No es fácil pero llena el alma. A lo largo de ese camino propio tendremos la invalorable satisfacción de descubrir quiénes somos, de asegurarnos de que estamos labrando nuestra propia identidad, de que cosecharemos nuestra siembra.

Este libro es para nosotros, chicas y chicos de doce a diecisiete años. Recoge nuestras voces cuando estamos todavía con todos los caminos abiertos, aún sin las incertidumbres de después de graduados, cuando tantos anhelos se quedan en anhelos y luego alimentan desengaños. Desengaños producto de no habernos preguntado qué queríamos, de no haber aprovechado las oportunidades que se nos abrieron, producto de un mal matrimonio, por falta de perseverancia, por no conocernos y por no conocer al resto.

En breve, por no haber aprendido a vivir. No queremos ser así.

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Queremos vivir con la frente en alto, rumbo a nuestro destino propio, en lugar de hacerlo mirando los talones del que está delante.

Como dijo el poeta: “Hay una marea en la vida de los seres humanos que tomada a pleamar puede conducirlos a la fortuna”. En el camino de la vida surgen mareas que nos pueden conducir a nuestros sueños. Por el temor al fracaso, a la crítica, a la soledad, podemos dejarlas pasar, haciendo de nuestras vidas la copia opaca de otras.

O podemos cabalgar esas mareas. Necesitamos escoger las que nos conducen a nuestros sueños y asegurarnos de que nuestros sueños no son caprichos o modas pasajeras. Necesitamos desarrollar personalidad propia, para no tener temor a ser uno mismo, a ser diferentes del resto, muy diferentes a veces. Necesitamos estar dispuestos a tomar riegos, a tropezarnos, a caer y a volver a levantarnos, una y otra vez.

Los hombres y las mujeres que cambian el mundo tienen las rodillas ensangrentadas de tantas caídas, y la vista en alto. Tenemos que aprender a ser y a escoger, aprender a vivir, para que al final de nuestras vidas no nos lamentemos de lo que pudo haber sido y no fue.

Tenemos que hacer que la vida nos sonría.

Pase lo que pase sigo adelante. Admiro mi capacidad de caerme y seguir adelante, caerme y levantarme.

Este libro enseña a vivir nuestros años de cambio y de retos, entre nuestros doce y diecisiete años, aprovechando las experiencias de mis compañeros y compañeras, inmersos en la misma realidad. Este libro tiene voz de adolescente.

Es posible que en algún momento nos sintamos satisfechos de nuestras vidas y bajemos la guardia. Es entonces que tenemos que mirar alrededor nuestro y preguntarnos si lo que hacemos es todo lo que queremos hacer o si es solamente la complacencia de lo fácil, de lo cotidiano, de lo conocido lo que nos retiene donde estamos. Tendremos que preguntarnos si no ha llegado el momento de poner todo de lado y empezar otra vez,

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abriendo nuevas sendas, ante la incomprensión de los que nos rodean, y de su crítica dura. Porque, para muchos, ya cómodamente apoltronados en un rincón del camino, puede parecerles incomprensible, alocado y peligroso que nosotros queramos avanzar hacia lo desconocido y, por amor o por envidia, pueden tratar de cortarnos las alas. Digo tratar, porque finalmente el que se corta las alas es uno mismo.

Para aprestar las alas y volar tenemos que librar batallas contra la atracción de lo cómodo. Tenemos que luchar contra la indolencia, la pereza, lo fácil, lo que gusta al resto. Esas batallas las ganaremos si las luchamos y si nos mantenemos en la lucha hasta el fin. En esas batallas descubriremos lo que quisiéramos ser, descartaremos lo que otros quieren que seamos; descubriremos cuáles son los caminos nuevos que nos llevarán a nuestros sueños, no los caminos viejos llenos de huellas viejas que otros ya han caminado.

Tendremos que encontrar la pareja que nos acompañe en el camino. Tenemos que perseverar. Necesitamos conocernos y conocer a los que nos rodean para convertir a algunos de ellos en aliados.

Actuando así ya no nos preguntaremos si somos o nos hacen ser, si escogemos o nos escondemos en la masa informe de la mayoría, si vivimos o solamente vegetamos. Sabremos que sí vivimos, que sí somos, que sí escogemos, que damos la cara.

Tenemos que aprender a vivir con sencillez, para no perder el rumbo con modas o ansiedades, y confundir el ser con el tener; aprender a vivir con amor, para llenar el alma; con identidad propia, para brillar; con amistad, para compartir; y, sobre todo, a vivir con valores.

¿Qué mejor forma de hacerlo que iluminados por el Espíritu Santo, que llegó como lenguas de fuego sobre los apóstoles y les abrió ojos y mente sobre lo que debían hacer?

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La acción del Espíritu Santo la recogemos a la luz de sus siete dones: sabiduría, entendimiento, consejo, fortaleza, ciencia, piedad y temor de Dios, dones que iluminan los capítulos de este libro.

En breve,

sabiduría, para descubrir lo que quisiéramos, entendimiento, aprender a ganarnos la vida, consejo, para formar un hogar, fortaleza, para perseverar, ciencia, para conocernos, piedad, para conocer al resto, temor de Dios, para, escuchando nuestra música

interior, florecer siguiendo el plan de Dios.

¿Qué cambio grande me espera? ¡Qué mayor cambio que el crecer!

MADURAR

Tenemos que aprender a caminar nuestro camino y en ese caminar, madurar, es decir, no ser parte del rebaño que es el resto o el apéndice de otro o la plastilina que se acomoda. Madurar no tiene mucho que ver con la edad. Muchos adultos no son maduros y muchos jóvenes, y hasta niños, lo son. Madurar implica saber analizar las consecuencias de nuestros actos y enfrentar esas consecuencias, cara a cara, y estar dispuestos a ajustar rumbos. Significa, sobre todo, no tratar de pasar desapercibidos escondiéndonos en el montón.

Los adultos nos piden que actuemos como personas maduras, pero nos tratan como niños.

A mí me dicen “ya madura”, pero cuando hay otra clase de cosas allí sí me dicen “eres muy niño”.

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¿Para qué madurar?: para que la vida nos sonría porque la habremos vivido para nosotros, que la vida nos sonría a través de ser auténticos, ser luz que ilumina a tantos que se esconden tras las sombras.

Para que la vida nos sonría tenemos que ser como guerreros, que arma al hombro van en la búsqueda de sí mismos, encontrando así una identidad propia, un destino propio, un carácter propio, un nombre propio. Ello requiere el coraje de ser diferente, de no ser papel carbón de otros. Nos hará falta tener confianza, fortalecer nuestro carácter, dejar tiempos de soledad para uno mismo. Espacios vacios que podamos llenar con lo que queremos y no con lo que quiere el resto.

En la escuela nos sentimos parte de un grupo. Durante los años del colegio vamos creciendo y aprendiendo a ser cada uno, uno mismo. Ese aprendizaje es lo más importante, más aún que matemáticas o geografía. Si en el colegio no aprendemos a ser nosotros mismos luego en la vida estaremos, primero, perdidos, sin rumbo y luego esclavos de otros, al ya no tener las reglas claras que teníamos en el colegio, no haber desarrollado las propias y haber tenido que aceptar las de otros.

Nuestras vidas son un permanente escoger y la vida nos sonreirá si escogemos bien. Tenemos que escoger nosotros, no el resto, no nuestra pereza, nuestra timidez, nuestro abandono.

Tenemos que aprender a escoger con más frecuencia y a escoger mejor cada vez. Cuando escogemos tenemos que preguntarnos: ¿por qué lo he hecho?, ¿he hecho bien?

Todos sabemos lo que está bien y está mal

Queremos una vida haciendo lo que nos gusta, lo que hacemos mejor, queremos un matrimonio sólido, hijos bien educados que nos quieran, una ocupación en la que podamos poner toda nuestra capacidad y esfuerzo para ganarnos la vida bien. Queremos ir en la búsqueda de la felicidad completa. Queremos vivir de acuerdo a nuestros valores, pues sin valores no hay felicidad posible.

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DE DOCE A DIECISIETE AÑOS

En el colegio vislumbramos como vivir como adultos en un mundo ancho y ajeno. Ancho porque ya no está limitado a nuestra familia y amigos cercanos, ajeno porque en él ya no habrá quienes nos abran caminos. Tendremos que abrir nuestros propios caminos.

Entre nuestros doce y diecisiete años se define nuestra personalidad, damos rumbo a nuestras vidas y salimos al mundo de la educación superior o del trabajo. Son emocionantes años de cambio y de retos, pero también años de temores y de incertidumbres.

En esos años crecemos prodigiosamente. No sólo física sino, sobre todo, emocionalmente. Cuando teníamos once años éramos aún niños, a partir de los doce empezamos a convertirnos en adolescentes. A los diecisiete años ya miramos hacia la vida fuera del colegio, como adultos. Entre los doce y diecisiete se produce el gran cambio.

Son años difíciles, en los que nos vamos encontrando. Puede no gustarnos lo que encontramos, y tratemos de cambiarlo o esconderlo. Son años conflictivos porque los adultos nos exigen actuar como grandes pero nos tratan como niños. Son años en que no sabemos lo qué somos.

El crecer es como cambiar de piel. Cambiando de piel se sufre, se está muy sensible, cualquier cosa nos hace saltar en forma que a los adultos les parece incomprensible. Pocos de ellos recuerdan cuando eran niños. Pero es también un tiempo maravilloso, en el que marcamos nuestro territorio, clavamos los hitos de nuestro futuro.

¿Cuál es la diferencia entre once y doce años? Los adultos nos exigen ser más responsables y nos dan algo más de libertad, cambia la forma en que tratamos a nuestros amigos y cambiamos nosotros, como cambia la forma en que nos tratan nuestros padres y maestros. Hay más presión y diferentes sentimientos.

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Chicas y chicos comentan sobre la diferencia entre los once y doce años.

Nos dejan hacer solas las cosas. Más responsabilidades. Ya no te dicen lo que tienes que

hacer, allá tú si lo haces o no. Cambiamos en la forma de ser, en los sentimientos ahora

somos diferentes. Cambia tu actitud, ahora tienes que madurar, no ser el niño de antes.

La voz. Los padres nos dan más libertad, pero te presionan más para que hagas los deberes y las lecciones.

Los profesores te tratan diferente. Ya no hay tiempo para jugar, ni las cosas que hacíamos

antes, tenemos que dedicarnos para sacar mejores notas. Los maestros son más estrictos, para que aprendas a ser una persona trabajadora.

La vida, los deberes, son más difíciles, porque estamos en un nivel más avanzado, en otra etapa.

Los amigos no son lo mismo que antes. Antes hablábamos con cualquier niña que encuentrabas.

Los amigos molestan más.

Ya no somos iguales, hemos cambiado mucho.

¿Cuál es la diferencia entre los doce y trece años? Parecido a lo anterior, pero más fuerte.

Chicas y chicos comentan sobre la diferencia

entre los doce y trece años.

Tienes más responsabilidad en todo. Se vuelve más difícil, es más fuerte, más deberes. Te dan más libertad para que puedas salir.

En el colegio las materias son más difíciles. Nos tratan diferente, son más exigentes.

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Hay que ser más aplicado, ya debes hacer tus deberes y presentarlos puntual.

Hay alumnas nuevas que no conocemos, no hay amistad, pero luego ya nos conocemos, ya tenemos grupos.

¿Cuál es la diferencia entre los trece y catorce años? Hay más presión, pero también uno se siente más confiado, más grande, más libre. Empezamos a pensar en el futuro: ¿qué va a ser de nosotros?

Chicas y chicos comentan sobre la diferencia

entre los trece y catorce años.

Empiezas a tomar responsabilidad de lo que vas a hacer, antes actuabas no más y sabías que todos iban a comprenderlo.

Ya empiezas a pensar qué quieres ser cuando seas grande, antes lo más importante era sacar buenas notas.

Uno se siente más libre, más capaz de estar sola, de acostumbrarse a no tener a sus padres.

Cuando te gusta un chico es más fuerte. Ya te juntas con los más grandes y tienes atracción hacia las chicas.

Todo es más tranquilo.

Quieres tener muchos amigos, ropa de todas las marcas y empiezas a pensar más, esto no lo puedo tener, esto sí. En el Facebook vas agregando más amigos.

¿Cuál es la diferencia entre los catorce y quince años? Más autosuficiencia, más responsabilidad, las cosas se ven diferente. Somos más serios, ya nos tratan como grandes, o casi.

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Chicas y chicos comentan sobre la diferencia entre los catorce y quince años.

Ahora me veo más auto suficiente, vamos creciendo, más responsabilidades. Ahora ya pienso diferente, como que empiezo a hablar de otros temas, sobre la universidad, qué vas a estudiar, qué quieres seguir. Los temas de conversación con mis papás cambian y con mis amigas.

Antes lo veía todo más divertido, ahora es más serio. Ya estás pensando qué vas a seguir, qué hombre vas a ser, y la libertad, “papá quiero ir a tal parte”, “ya anda”, “pero ven a verme”, “tú mira cómo te regresas”.

Ahora te preguntan, “¿te gusta algún chico?, tienes que buscar un buen chico, tiene que ser inteligente, ¿en la universidad qué piensas seguir?, tienes que estar segura de tu carrera”

Ya no hay perdón para los deberes, nada. Todos me tratan diferente, ya no nos podemos equivocar. En el colegio son más estrictos. Tomamos nuestras propias decisiones.

Las amistades, hablamos del chico que nos gusta, de la universidad.

¿Cuál es la diferencia entre los quince y dieciséis años? Es la antesala de la graduación.

Chicas y chicos comentan sobre la diferencia

entre los quince y dieciséis años.

Somos más centradas, antes estabas más indecisa y ahora buscas un poco más qué quieres ser y a tus verdaderos amigos, a los que vas a recordar.

Todo lo tomamos más en serio. Maduras y te das cuenta que la vida no es fácil.

En las mujeres, los padres desconfían más cuando más creces. Mi papá me dice “estás creciendo, voy a desconfiar el 99.9%”.

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Vas a dar otro paso en la vida, dejas de ser niño para ser hombre, los padres dicen: “ya vas a ser adulto y vas a ir a la universidad, tú mismo tienes que hacerte valer”.

Antes buscaba a mis amigos de siempre, pero ahora buscas a tus verdaderos amigos, a los que crees que van a estar contigo en el futuro, buscas más seriedad en tu vida.

Crecer. Simplemente estamos creciendo. Estamos dejando las cosas de niño y estamos tomando las de adulto. Los otros lo notan porque nos ven más grandes, más desarrollados por fuera, nosotros lo notamos porque sentimos cuán diferentes somos ahora por dentro.

“Ay, cómo duele crecer, pero igual me gusta”.

Para nuestros padres todo este proceso de cambio es muy difícil, doloroso a menudo.

Los padres sueñan para sus hijos sueños que es posible que los hijos no deseen, y luego el que los hijos no los busquen ni los alcancen es descorazonador para ellos. Les es difícil aceptar que cada uno es hijo de su época y de sus circunstancias, e interpreta los acontecimientos en base a su experiencia. Como dice el poeta: “mis hijos no son mis hijos, son hijos de la vida”.

La humanidad se renueva con cada generación. No es que la visión nueva sea mejor o peor, no puede ser calificada en esos términos, sino que es simplemente diferente.

Padres e hijos, hijos y padres tenemos que irnos ajustando, con amor y comprensión, a estos nuevos parámetros de vida. Creciendo juntos y para ello hay que hablar, hablar y hablar, y también escuchar, escuchar y escuchar.

Tenemos que observarnos y sacar conclusiones. Tenemos que pensar sobre nuestro cambiante yo; tenemos que pensar en el futuro; tenemos que pensar en la madurez; tenemos que pensar en el amor para aprender a despertar a la fuerza más poderosa y maravillosa en la vida.

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CON NOSOTROS MISMOS

El mayor reto es vivir con nuestro cambiante yo y ponerlo en el rumbo que queremos. Cada decisión que tomamos, o que dejamos de tomar, va marcando ese rumbo. Es imposible esperar que todas las decisiones que tomemos vayan a haber sido las mejores. Si esperamos a estar seguros vamos a hundirnos en un mar de indecisiones. Tenemos que meditar, decidir, actuar, para luego evaluar y dar marcha atrás si hace falta. Necesitamos la ayuda y comprensión de nuestros padres para poder contarles, sin interrupciones, sobre nuestro cambiante yo.

Cada decisión que uno toma no sólo acarrea consecuencias para uno mismo, sino que influye en la vida de otras personas.

Más influyen los amigos que lo que tú piensas. Cuando un amigo te dice que vamos a la fiesta, que si probemos esto, tú lo haces porque los demás lo hacen, pero eso te hace daño a ti mismo si sólo lo haces por meterte en un grupo. Debes elegir por ti mismo y hacer lo que tú quieres, no lo que los demás quieren.

Aceptarse uno mismo para poder formar un carácter fuerte, porque si uno no se acepta se va a dejar influenciar por los demás. Saber lo que uno quiere, esto es indispensable. Si tú no pruebas algo no vas a saber si te gusta o no.

La verdadera dificultad entre nosotros es saber decidir, porque la vida entera está llena de decisiones. “No, no estudio, mañana, mañana” y eso nos va a dar un mal promedio. Así mismo en el trabajo. A esta edad estamos muy inseguros y necesitamos de orientación y allí vienen los padres, a quienes muchas veces no los escuchamos, les decimos “no, eso fue otra época”. Siempre quieren que tengamos lo mejor. Escuchar no sólo a nuestros padres, sino a la gente con experiencia.

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Tenemos miedo al cambio y lo que nos puede suceder con el cambio. Pero el cambio es ley de la vida y no podemos hundir la cabeza en la arena para no verlo. Es imposible esperar que todo cambio nos vaya a ser beneficioso, hay que cuidar para que el daño, de darse, sea el menor posible

El mayor miedo del ser humano es miedo al cambio. Los cambios nos permiten madurar. No sólo con el tiempo

maduras, sino con la experiencia que llegas a vivir, el mundo no sólo es mi casa y el colegio, vas a encontrar gente de toda clase.

El miedo a lo que vamos a hacer, a lo que pueda pasar mañana o de aquí a unas horas, el miedo a nuestro futuro, a fracasar. No sabemos cómo puede ser de ahora en adelante. Necesitas madurar.

El manejo del tiempo y el cómo aprovecharlo también nos preocupa. Ello es crítico, porque el tiempo es lo único que no podemos estirar, aunque podemos hacer lo equivalente aprovechándolo bien, planificando nuestras acciones.

Hay que organizarse para tener tiempo. A mí me gusta organizar mi vida, quiero ver lo que voy a hacer primero, pensar en ser un profesional, tener un título, tratar de lograr mis objetivos, las cosas que yo me he propuesto, el enamorarme. Elegimos en todo momento, elegir es lo más importante y organizarse.

Muchos de nosotros no le dedicamos tiempo al estudio, sino a los amigos, a San Marino, a los juegos. Si no prestamos atención a lo que en realidad vale podemos dejarnos arrastrar por las malas influencias, el alcohol, las drogas, vamos a dañar toda nuestra vida. Tenemos que organizarnos, un poco de estudio, otro poco de diversión y aprender a madurar cada día.

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CON EL FUTURO

Alrededor de los quince años nos empezamos a preocupar del futuro, al vernos pronto fuera de los moldes del colegio, moldes incómodos a veces pero que no requieren de grandes decisiones propias. Ya cerca de la graduación nos tocará elegir la carrera. En esa elección tendremos muchas presiones. Más que enfrentarlas tratemos de escuchar y pedir explicaciones. Tal vez encontremos ángulos nuevos. Necesitamos la ayuda y comprensión de nuestros padres para enfrentar el futuro, no para rememorar el pasado.

Uno tiene que tener la madurez para decir “bueno, yo quiero esto”. Así mismo, si mis padres no me apoyan, yo seguir adelante. El mundo de afuera tiene muchos defectos y muchas cosas buenas. Puede llegar a ser muy difícil, no como lo soñamos, sobre todo en el ámbito profesional. Es muy difícil mantener un rango bueno.

Una de las preocupaciones que tienen los jóvenes es la vida fuera del colegio, la responsabilidad que conlleva todo eso. Si la carrera que yo pienso elegir va a estar bien, si me va a gustar para toda la vida. Hay jóvenes que ya piensan en trabajar desde que salen del colegio. Los padres también presionan, “si sigues esta carrera te la pago si no, no”. Yo ya estuve trabajando, si ustedes creen que en el colegio es feo, en el trabajo es peor, hay personas que mienten, hacen lo que sea, la realidad es fea.

Antes de trabajar primero hay que estudiar, tenemos que prepararnos más. Siempre va a ser una duda qué carrera voy a elegir, si esta carrera está bien para el futuro. Lo primero es estudiar en la universidad y si tienes tiempo trabajar, también depende de la situación económica, no todos tienen el apoyo de sus padres.

Hay varias inquietudes, la más importante es saber qué carrera escoger, se me hace un poco difícil porque hay tantas carreras, tantas universidades, tanto que te ofrecen.

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CON LA MADUREZ

En todos estos años de escuela y colegio nos debimos haber ido preparando para alcanzar la madurez, y, con ella al hombro, definir el futuro de nuestras vidas. La madurez no es otra cosa que reconocer que uno vive su vida y que esa vida se moldea con las decisiones que tomamos cada día, se alegra con los éxitos, aprende con los fracasos. La madurez no viene necesariamente con los años, viene con nuestra actitud hacia la vida. Necesitamos la ayuda y comprensión de nuestros padres para alcanzar la madurez.

Pensar en el mañana, no sólo en el hoy, porque no siempre van a estar nuestros padres. El trabajo no es nada bonito, hay que adaptarse a otro mundo diferente al colegio, hay que madurar rápidamente, porque no siempre vas a estar con los amigos.

Cada vez nos hacemos menos dependientes, nos estamos preparando para afrontar la vida solos, con más personalidad. Ya no vamos a estar al cuidado de los padres cada minuto, sino tomar nuestras propias decisiones, sobrevivir, ver cómo nos enfrentamos a las dificultades que se nos van a presentar.

Dicen que con el tiempo somos menos dependientes de otros. A veces no es así, muchos adultos son más dependientes que niños de kínder. Son como marionetas que las manejan manos que ellos mismos no ven y esa dependencia crece, y no disminuye, con la vida. Esa dependencia nos hace amargados y antipáticos, porque nos sentimos en manos de otros.

No queremos sentirnos en manos de otros, queremos ser pilotos en el barco de nuestra vida.

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CON EL AMOR

Nuestro corazón se ha abierto al amor. El amor es la emoción más grande en los seres humanos y lo que forja nuestra personalidad. Producto del amor es una personalidad definida, producto de la falta de amor es una personalidad timorata, temblorosa, como desenfocada. El amor nos da fuerzas para cualquier cosa. Pero cuando el amor es una pasión desenfrenada no nos lleva a buen puerto. Necesitamos la ayuda y comprensión de nuestros padres para despertar al amor.

Al tener un enamorado, fijarse bien de que ese es el hombre con quien estarás toda tu vida. Al menos a mí me parece lo más hermoso, conocer a un solo hombre, que sea tu esposo.

Si pones como timón a Dios haces que lo demás se equilibre. Si tienes un enamorado y se va, no te vas a derrumbar, a caer en drogas, en suicidio, vas a salir adelante. Debes amarte a ti misma, porque si te amas a ti misma vas a amar a los demás, vas a saber cómo tratar a los demás, de tal manera que les enseñes a vivir.

Una de las inquietudes es el amor, porque muchos no saben distinguir de verdad lo que es el amor y buscan otra relación diferente a lo que es el amor, lo que significa amar de verdad. Primero debe estar Dios, una relación nunca va a ir bien si no estás con Dios. Si estás con Dios sabes lo que está bien y lo que está mal. Si no dominas lo que piensas siempre vas a vivir otras cosas que te van a llevar a la larga al mal. Todos nos dejamos llevar, lo que soñamos, las fiestas, el alcohol, ves a esos pelados chupando, no tienen idea de lo que es la madurez, porque si fueran maduros sabrían que eso les va a llevar a algo malo.

Nosotros estamos llamados a ser santos porque somos hijos de Dios, si no lo llevamos en nuestra mente, en nuestro corazón, vamos a ir por el camino contrario.

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LO QUE

QUISIÉRAMOS

Chicas y chicos tenemos lo que podríamos llamar un hambre de vivir, un anhelo de distancias. Con una vida entera por delante, todos los caminos nos parecen abiertos y posibles. Hay un deseo de probarlo todo y una seguridad de que nada nos puede ir mal. Soñamos muchos sueños, jugamos en nuestra mente con muchas posibilidades, algunas fantásticas.

Vivir en una cueva en el mar. Ser maga, hechicera, bruja. Vestirme de negro, una se ve

linda de negro. Vivir en el desierto, me encanta el desierto. Convertirme en un animal, en un canguro.

Escuchamos los consejos prudentes de nuestros mayores, pero su prudencia no parece ir de la mano con nuestros sentimientos y anhelos; sentimos que el mundo está abierto frente a nosotros, con multitud de caminos que escoger, mientras que los consejos que escuchamos hablan de un mundo que nos parece limitado, estrecho, de segunda mano, ofreciendo alternativas no siempre

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atractivas para nosotros. Queremos desbrozar nuevas sendas.

No queremos los caminos de otros. Queremos los nuestros. Sabemos que la vida sonríe a quienes escogen su camino, tropezándose, y lo siguen alegres y confiados, ayudando a los que, atascados en las arenas movedizas de sus indecisiones, los critican al pasar.

Quisiera equivocarme varias veces porque cada error es una lección aprendida, para así escoger lo que en verdad quiero. Tropezarme con la misma pared para no volver a tocarla.

Deberías seguir lo que te gusta, porque así te paguen un millón de dólares a la semana si no haces lo que te gusta no te vas a sentir bien.

¿Qué quiero hacer con mi vida? Muchos no lo saben y escogen la carrera que escogen los amigos, el primer empleo que se les ofrece, la primera chica que les sonríe. No están seguros de lo que quieren.

Aún no lo sé.

Y nunca llegan a saberlo. Es difícil saber lo que se quiere, tanto para chicas y

chicos como para adultos. A los que no saben lo que quieren los desorientan las circunstancias de la vida y los arrastran los intereses de otros. Lo que yo quiero no necesariamente gusta al resto. Uno tiene que luchar por lo que quiere, pero primero tiene que estar seguro que no es un capricho, una emoción pasajera.

Me han preguntado, pero no sé. Mi papá me dice “diciendo eso no vas a llegar a ser alguien”, pero es lo que yo escoja, no ellos, y mi mami me dice que no soy madura.

Uno dice: “yo quiero esta o esa profesión”, pero tiene que preguntarse para qué. La profesión es una herramienta, no un fin. Tenemos que saber lo que queremos hacer con nuestra vida, no sólo con qué profesión vamos a hacerlo.

Para no ser tentados en el camino y desviarnos, para no pasar la vida en la niebla de nuestras incertidumbres o

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forzándola en el molde que nos piden o exigen otros hace falta tener una meta clara que valga la pena. Una meta posible, aunque nunca la lleguemos a alcanzar. Para avanzar hacia ella hay que superar el miedo o respeto a los otros, y la vergüenza o el temor de ser diferente. Sobre todo, hay que superar el temor a fracasar. Si hacemos sólo lo que dice el resto puede que nos hagamos ricos o famosos, pero no seremos felices porque habremos traicionado nuestra naturaleza. No habremos hecho realidad nuestro sueño.

Preguntémonos, pues, qué queremos ser. Si no tenemos una respuesta a esa pregunta, ¿cómo vamos a ser?

Preguntémonos luego a quienes admiramos, porque lo que admiramos es una manera de saber lo que queremos ser. Por ejemplo, admiramos a nuestros padres.

Tienen un amor tan bonito, siempre tratan de solucionar los problemas y de entenderse.

Preguntémonos cómo queremos que se nos recuerde cuando ya no estemos más en la Tierra.

A mí no me importaría tanto si las personas me recuerdan o no, sino saber que he cumplido mi misión. Ser una de las pocas personas que se preocupó por el lugar donde vivía. No lo material, sino por el bienestar de la gente.

Hoy, en el colegio, tenemos la obligación de sacar buenas notas. Preguntémonos por qué las sacamos buenas o por qué las sacamos malas.

Estudio, cumplo con mis deberes, soy responsable con mis profesores. Yo me dedico porque sé que mis padres me están dando esa educación para que cuando sea grande sea una profesional y pueda tener un buen trabajo.

Para que se pueda decir de nosotros:

Ha hecho todo lo que quiso hacer en la vida.

Descubrimos lo que quisiéramos de la vida, iluminados por el don de la sabiduría, la vida sonríe a quienes descubren lo que quieren.

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NUESTROS SUEÑOS

A menudo, antes de quedarnos dormidos, soñamos

despiertos. Dejamos libre curso a nuestra imaginación sobre lo que será nuestra vida y sobre lo que quisiéramos que sea. Rara vez hablamos de esos sueños porque la gente no los entendería o porque nos pueden criticar.

Tenemos sueños locos, locos, locos. Al mundo lo han cambiado los que han tenido grandes sueños locos, locos, locos, como cruzar el océano tenebroso para descubrir lo que sería América. Esos sueños requieren sacrificio y tomar riesgos.

La vida es tomar riesgos. Hay que sacrificarse por lo que quieres.

Estos son sueños locos, locos, locos:

Comprobar que hay vida en otra galaxia, después comprobar la vida en Marte, que el espíritu no está dentro del cuerpo sino que vive en otro submundo, en otra dimensión.

¿Y si no hay regreso, te irías?

Lo haría, sí, me quedaría allí, yo muero en Marte. Superar a Mozart o a Beethoven. En París poner mi boutique de ropa y perfumes, y ser yo la

diseñadora, famosa. Ser un magnate, el poder que trae la política y el dinero. Construir una máquina del tiempo. Si no puedo regresar del pasado igual me quedaría allí.

Presidente de los Estados Unidos. Traería la paz al mundo. Crear algo como Microsoft.

La familia puede no tener recursos económicos y creernos limitados por ello, pero no es así. La falta de recursos es lo que ha impulsado a muchos hombres y mujeres a la grandeza.

Los sueños, aún cuando no se conviertan en realidad, reflejan nuestros anhelos más íntimos y más

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profundos. No somos lo que el trajín diario de la vida nos hace, somos lo que sentimos cuando miramos hacia arriba, hacia las estrellas. Cuando miramos a las estrellas y buscamos la nuestra no importa desde donde la miramos, sea un palacio o una covacha. En los sueños todos empezamos desde el mismo lugar. Hay algunos, unos pocos, que abren su corazón a llamados gigantes, misteriosos, incomprensibles para los demás,

Los que han alcanzado sueños grandes no han sido los que mucho tenían porque esos se preocupan sólo de lo que tienen, los sueños grandes los han alcanzado los que tienen poco o nada en bienes materiales y que, por lo tanto, no están encadenados a ellos.

Otros sueños son locos no más.

Quiero ser astronauta. Arquitecta y hacer una casa redonda inmensa. Una gran música, pero mi papá dice “estás loca”. Ser una gran bailarina, famosa, tener una gran academia.

Actor, llegarme a ganar un Oscar. La vacuna contra el sida. Hacer partes, brazos, piernas para personas que hayan perdido sus miembros y conectarlos al cerebro, con un material que no se note.

Tener una flota de barcos.

Hay sueños deportivos, ahora más comunes porque muchos deportistas ganan mucho dinero.

Un club deportivo de patinaje que sea campeón. El mejor basquetbolista del mundo, que mi nombre se

escuche más que el de Michael Jordan. Jugador de fútbol en Barcelona y Manchester. Una medalla olímpica en atletismo.

Algunos sueños requieren hacer muchas cosas. Ello no quiere decir que no sepamos lo que queremos, muchos hombres y mujeres de renombre se han destacado en más de una cosa, su entusiasmo se desborda en muchas direcciones.

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Arquitecta y diseñadora de modas, también cantante y vivir en Estados Unidos en un edificio frente al Central Park.

Cirujano plástico para hacer dinero para mis hijos, y mi familia, corredor de Fórmula 1 y futbolista para sacar a mi equipo campeón.

Algunos van en la búsqueda de la fama.

Imagínense eso de que su nombre llegue de polo a polo.

Otros quieren que su éxito ayude al resto, cada uno a su modo.

Cardióloga y participar en fundaciones para evitar que el mundo se siga muriendo.

Arquitecta para construir muchos edificios para los niños pobres y para las familias que no tienen casa.

Alguien influyente en el gobierno para ayudar en la injusticia.

Cirujano para salvar la vida de las personas que no tienen suficiente dinero y para curar a mis padres.

Millonario para ayudar a toda la gente.

En ese camino a los sueños hay que, finalmente, escoger.

Muchos a esta edad saben qué quieren hacer en el futuro, pero muchos no lo saben. Tienen muchos sueños, cosas que quieren hacer, pero no saben cuál te va a resultar, con qué vas a tener éxito.

Es lo que a uno más le llame. Cuando uno va creciendo se le ocurren diferentes ideas, astronauta, bombero, pero se va definiendo.

El sueño a veces se queda en casa y con uno mismo. A medida que pasan los años la vida familiar se nos hace más atractiva y queremos pasar más tiempo con los nuestros, tratando de tener lo que tal vez no tuvimos.

Yo no tengo claro qué profesión voy a escoger pero la que escoja que me lleve a desempeñarme bien en ella. Tener una familia y ser feliz, tener a Dios presente siempre y vivir en armonía con la familia y los amigos.

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Tener bastantes hijos y ser feliz, estar bien contigo mismo.

No siempre nuestros sueños son del gusto del resto, no se los comprende, temen por nosotros y hay dificultades.

Uno dice a sus padres “quisiera ser tal cosa”, enfermera en mi caso, y mi papá dijo que no me iba a pagar la facultad y que yo vea de dónde saco la plata.

Cuando uno crece, lo primero que le preguntan es qué quiere ser de grande. En sus tiempos habían carreras limitadas y ahora se presentan tantas que uno no sabe qué elegir. El dinero también es importante, pero a veces lo que más dinero nos da es lo que menos nos gusta hacer, lo importante es ser feliz haciendo lo que haces.

Tener un sueño y luchar para alcanzarlo es lo que nos da el sustento en la vida. Así como la columna vertebral nos sustenta y nos permite caminar erguidos, el sueño también nos hace caminar erguidos, mirando hacia adelante y no hacia el mezquino suelo. Da razón de ser a nuestra vida y nos da fortaleza para seguir adelante. Soñar, podríamos decir, es vivir de forma que valga la pena. Sin ilusiones la vida es en blanco y negro, opaca.

Todos tenemos sueños. Sin embargo también tenemos temor de no hacer realidad esos sueños. ¿Por qué creemos que algunos no alcanzarán sus sueños?

No le ponen dedicación porque piensan que nunca lo van a lograr y se bloquean, y no lo logran.

Porque te dicen que no puedes lograrlo y te quitan la inspiración.

Si no le pones la dedicación nunca vas a poder ser lo que quieres.

Algunos están llenos de confianza en sí mismos, otros de debilidades.

Yo consigo lo que yo me propongo hacer. Yo siempre me propongo algo, pero nunca lo alcanzo a terminar.

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Así como hay lo que puede impedirnos alcanzar nuestros sueños, hay lo que nos puede ayudar a alcanzarlos. Es importante identificarlo, tenerlo en mente y recurrir a ello cuando sea necesario.

Mi fuerza y mis conocimientos, todo lo que aprendí. Mi forma de pensar, mis ganas de defenderme. Aceptar mis errores. Mis sentimientos, el apoyo de mi familia y mis amigos.

Mis ganas, así esté en el último peldaño, con mis ganas lo voy a hacer.

La experiencia de toda mi vida.

Piensa, ¿cuál es tu sueño?

ALCANZARLO

El alcanzar nuestro sueño tiene obstáculos en los que nos podemos quedar atascados. Hay que reconocerlos y enfrentarlos. Nuestros padres es lo más cercano que tenemos y nos influencian poderosamente, tenemos que aprender a defender nuestros sueños frente a los que más nos quieren, pero escuchándolos con mente abierta.

A pesar que uno diga “no me va a importar”, te va a importar lo que dicen tus padres, y te va a terminar afectando.

A veces mis papás me dicen no, no puedes hacer eso, te quita mucho tiempo, primero los estudios. O “haz eso”. No es que no quiera, sino que a veces no hago caso de lo que me dicen.

Tienes que reflexionar sobre lo que las otras personas te dicen, si tienen razón. Puede ser que una persona de afuera no te importe, pero lo que dice tu familia, tus padres, sí te importa.

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No sólo nuestros padres, todo el resto con quien estamos en frecuente contacto se inmiscuye en nuestras vidas y nos hace dudar.

Hay gente que no quiere verte feliz, hay comentarios “que sí, que tal cosa”. No hay que prestarles atención, sino a los que te van a ayudar a ser mejor: “Tú eres así, tienes que mejorar en esto”. En parte sí te va a afectar aunque digas “yo soy como soy, no me importa la gente”.

La gente, los comentarios, es el obstáculo para seguir adelante. Aunque yo diga “sí, yo puedo”, en el fondo me va a quedar eso, te hace dudar. A veces una está tan entusiasmada y te dicen “no, eso es difícil”.

Me dicen “estás loco, no puedes hacer eso”, te hace sentir mal que te digan ciertas palabras.

El enamorarse y la tentación de un matrimonio temprano puede que nos arranque de lo que soñamos.

Si estoy en la universidad y alguien me pide que sea su novia, voy a estar pensando en él, distraída.

Me casaría cuando ya tenga una carrera profesional.

Cuando somos chicos aún no hemos tenido mucha experiencia en la vida y nos da miedo equivocarnos, el fracaso, el qué dirán.

El miedo a fracasar, es difícil, pensar que no voy a poder. Yo sé que si me propongo algo yo lo logro, pero pienso en

las personas que tienen confianza en mí y yo digo: “¿y si fallo?”.

Pienso en lo que los demás van a decir de mí, por eso no avanzo.

Pero, sin duda, la mayor barrera es uno mismo.

No importa lo que diga la gente, importa lo que piensas y lo que quieres lograr, y van a haber muchas barreras siempre, pero si tú quieres lograr algo tienes que poner de tu parte.

La principal barrera somos nosotros mismos.

Tenemos que reconocer nuestras debilidades y enfrentarlas.

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Para lograr un sueño tienes que tener tu personalidad formada, una tiene que ser fuerte.

Es la falta de confianza en mí misma, la falta de auto estima, no me atrevo a hacer lo que yo quiero.

Las barreras se las pone uno mismo, “qué estás loco, eso no va a pasar”, porque si alguno quiere superarse en algo debe ser por uno mismo.

Quisiera ser más arriesgado para hacer cosas que de verdad quiero pero no me atrevo.

Yo toco batería y cuando tengo una presentación me da nervios, se me viene a la cabeza que no voy a hacer bien las cosas porque yo sé que si tú tocas inseguro se siente en la música, es otro sonido diferente y es horrible porque la gente se da cuenta y te sientes mal porque te equivocas.

Tener sueños no es suficiente, es indispensable superar las vergüenzas y los temores. Uno se va a caer, va a fracasar, va a tener problemas. Hay gente que se pasa pensando lo que pudo hacer y no hizo: “no, ya, ya no se puede, no, soy adulto, tengo hijos, responsabilidades”. Pasan la vida buscando excusas para no hacer lo que quieren hacer y cuando ya van a morir dicen: “no lo hice”. ¿Vamos a ser así?

A mí no me importa lo que diga nadie si yo tengo un sueño y lo quiero hacer.

Tener un sueño es vivir. Razón para escogerlo bien, que no sea un capricho. Alcanzamos los sueños, primero, creyendo en ellos. Si no tenemos fe en nuestros sueños, ¿quién la va a tener? Luego trabajando en ellos, los sueños no son como una foto para colgar en la pared y olvidarnos, tienen que ser vividos. Y, finalmente, llevando una bitácora de cómo vamos avanzando hacia ellos. Ese avance, aunque sea lento, nos anima y nos da fuerzas.

Piensa, ¿qué te puede impedir alcanzar tu sueño?

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QUE NOS RECUERDEN

Todos nos vamos a morir tarde o temprano, ¿cómo queremos que nos recuerden? Alguien podría decir que no le importa que lo recuerden. Vidas que no se recuerdan pasan como sombras. El saber cómo queremos que nos recuerden nos puede ayudar a dar rumbo a nuestras vidas.

Algunos queremos que nos recuerden porque tuvimos metas y las alcanzamos.

Una persona que logró alcanzar sus metas, sus sueños. Una persona, una profesional exitosa, por haber logrado

todo lo que hice por mí misma, por luchar sola, por haber hecho lo que me gustó y haber formado una familia.

Por sacar al país de la pobreza, construir casas para la gente pobre y albergues para los niños de la calle.

También queremos que nos recuerden por nuestros valores. Los que recordamos por sus batallas o por sus edificios o por sus pinturas pueden asombrarnos, pero no influencian nuestras vidas. Las influencian quienes vivieron sus valores.

No sólo porque fuiste un buen empresario, futbolista, doctor, sino más allá, por el tipo de valores que tú aplicabas con esa experiencia, que si ayudaste a los demás.

No necesariamente por la profesión, sino como persona.

Queremos que nos recuerden por haber hecho algo para el mundo.

Como una persona humilde, generosa, que ha dejado una marca en la historia.

Por haber puesto mi grano de arena en el mundo, por haber hecho algo por la sociedad.

Por ser bueno y generoso con las personas que más necesitan y haber hecho algo por los que no tienen ni papá ni mamá, niños pobres, los más necesitados.

Como una persona que impulsó la música rock.

Queremos que nos recuerden por nuestros logros.

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Como la que tuvo una de las mejores empresas. La que hizo las mejores propagandas y la mejor publicidad,

el premio Nobel de las propagandas. Como el goleador de la selección ecuatoriana. Por preparar los mejores platos. Como una persona divertida.

Queremos que nos recuerden por lo que somos, por la huella que dejamos.

Como una persona que dejó huella, que ha hecho cosas para cambiar el mundo, que sea todo amor y paz. Quiero dejar mi marca.

Como la persona que hizo las casas más locas del mundo y la ropa más increíble, con mi marca. Y también como cantante.

Como la persona que fue parte de un gran cambio en el mundo, como un santo, la persona que dio todo, que se cayó y se volvió a levantar, y siguió adelante.

Me importa que mis hijos me recuerden. No me gustaría hacer con mis hijos lo mismo que me hacen a mí, quiero tener un trabajo que me permita estar con mi familia.

Queremos que nos recuerden por ser buen amigo, padre, madre o abuelo.

Como una buena amiga, alguien que siempre las trató de ayudar, de sacar adelante.

Que mis hijos me recuerden como una buena madre, que siempre estuve allí para apoyarlos, que nunca los defraudé.

Como un abuelito chévere, que te acompaña, te acolita. Mi papá me dice “no, estás loco” y mi abuelito dice “no, déjalo ir”.

Como un buen amigo. Cuando me cuentan algo trato de ayudar, me gusta que los demás me cuenten sus problemas.

Queremos que, por lo menos, nos recuerden.

Por lo menos que nos recuerden, porque es verdad, falleces, alguien te llora un día o dos, pero pasa un mes y ya se van a farrear. Por lo menos que me recuerden.

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Cuando somos jóvenes el fin de la vida se ve muy lejos. Es posible que algunos digamos que no nos importa cómo nos recuerden o si nos recuerdan. Que si hemos hecho lo que queríamos hacer y nos hemos divertido, ¿qué importa qué diga nuestra lápida? Cuando esté muerto, ya no me acordaré de lo que hice. Es posible que para algunos sea así, pero también es cierto que saber cómo queremos que nos recuerden y actuar en consecuencia nos da una visión más preocupada y profunda de nuestra vida.

Piensa, ¿cómo quieres que te recuerden?

A QUIÉNES ADMIRAMOS

Nos es más fácil pensar en quien no admiramos. No admiramos al criminal, al padre que se emborracha y abandona a sus hijos, al político corrupto, al compañero vago que no hace más que molestar. Y ahora, ¿a quiénes admiramos? No es algo en que pensamos a menudo, pero debemos hacerlo porque quien admiremos será nuestro modelo, lo que trataremos de lograr nosotros también y el identificarlo nos ayuda a conseguirlo.

Admiramos a Jesús.

Se preocupa por nosotros y fue muy valiente, luchó por personas que nadie lo haría. Nadie es perfecto, pero Jesús sí lo es.

Mi modelo es Jesús. No seré como él, porque nunca lo voy a igualar, pero sí seguir sus pasos y proponerme a ser mejor.

Admiramos a nuestro abuelo, los que tenemos la suerte de haberlo conocido, por su esfuerzo en la vida.

Estudió mucho, se preparó mucho, era profesor en una escuela fiscal y enseñaba a seis cursos al mismo tiempo y lo hacía por ayudar a los niños, no por ganarse el dinero. Tenía algo en el corazón, le pusieron una válvula y le dijeron que

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sólo iba a vivir unos años más, igual él siguió adelante, luchando, trabajando.

Era un hombre que le gustaba aprender, nunca era suficiente lo que sabía.

Aunque es muy sofocante, me tiene harta paciencia.

A la abuela la admiramos porque salió adelante con sus hijos, sola, y por su maravilloso carácter.

Mi abuelito no estuvo todo el tiempo con ella y tuvo que cargar con el peso de cuatro hijos y, para rematar, después de eso tuvo que cargar conmigo y luchar con mi abuelito para que pague mis estudios.

Era pobre y criaba a sus animalitos y su huerto, y aunque no tenía mucho, invitaba a todas las personas a su casa a comer y a rezar, a tener fe, y a que hagan algo bueno, que no vayan para atrás, sino que siempre miren a su futuro.

Siempre hace lo correcto, ha pasado por muchas dificultades. Le pasan cosas feas, pero igual es sencilla y buena con la gente. La quiero mucho.

A nuestros padres los admiramos porque nos acompañan, nos apoyan, son un ejemplo a seguir.

Ella viene del campo y todas mis tías siguen allá, pero mi mami no, trató de superarse. A mi papá porque tuvo que ayudar a su familia, a sus hermanos menores, cuando mi abuelo murió.

A mi mami porque me tuvo a los dieciséis años y supo salir adelante y a mi papi porque una empresa chiquita la supo hacer grande.

Luchan cada día por mí aunque no valoro lo que ellos me dan, siempre me apoyan en todo lo que digo, me aconsejan.

Por su trabajo, lo que hicieron por mí y por la familia. No quiero llegar a ser como ellos, sino mejor que ellos.

A nuestro padre lo admiramos porque es trabajador, nos apoya y ha sabido salir adelante a pesar de tantas dificultades.

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Es súper, con criterio, nosotros nos cerramos, pero él busca siempre la solución al tema, nos da muestras de cariño, adoro a mi padre

Tuvo una infancia dura, no tuvo mucho dinero. A sus treinta y dos años llegó a ser arquitecto, tiene muchos contratos y ahora tiene plata y ayuda a la gente. Admiro su personalidad.

A nuestra madre la admiramos porque supo salir adelante, nos cuida y aconseja.

Me tuvo a los quince años y buscó la mejor forma de sacarme adelante. A pesar de que yo peleo mucho con ella yo la amo, yo la adoro, es toda mi vida, es mi mejor amiga, mi confidente. Gracias a ella no he necesitado de un padre que nunca ha estado conmigo.

Porque, Dios mío, es una mujer excepcional, completa, trabaja hasta el cansancio, pero igual tiene tiempo para mí. Mi papá llega del trabajo le sirve la comida, quiere algo más y ella le prepara, sabe hacer de todo. Es maestra de una escuela fiscal y le pagan muy poco, pero igual ella lucha, se prepara, está haciendo una maestría sábado y domingo, les lleva regalo a los alumnos, lápices, reglas, porque no tienen.

Es una mujer muy trabajadora y lucha por sus sueños, una buena madre, una buena amiga, siempre me aconseja y la quiero mucho.

Admiro a mi tío.

Quería una vida simple y decidió irse a Galápagos y manda de allá la plata a su familia, allá anda en chancletas. Le pidió a mi papá que en el funeral toquen “lo hizo a su manera”.

Admiro a un amigo.

A un sacerdote, es increíble ver cómo responde su vida, su anhelo, su corazón. El buscaba la felicidad y la encontró en Dios, eso admiro, que responde a lo que su corazón le pide.

Admiramos a otros fuera de la familia.

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A Manuelita Sáenz porque es una mujer excepcional, más allá de que ayudó a la libertad del Ecuador, dio toda su vida y dedicación por un hombre y le terminaron pagando mal, nunca se rindió.

De mi familia a nadie, eso descartado. María Teresa de Calcuta porque ayudó a las personas y admiro su valor.

Al profesor de Formación Cristiana. Salió adelante a pesar de que sufrió una catástrofe, nos da como una lección que el que persevera alcanza.

A Jefferson Pérez porque es humilde y desde pequeño vendió periódico y ahora es una gran persona.

Estamos rodeados de chicos y chicas admirables que se enfrentan con éxito a dilemas parecidos a los nuestros.

Sacan buenas notas y no se distraen tanto como yo. Son buenas amigas, si yo les cuento algo no se lo dicen a

nadie, tenemos confianza. No hacen relajo. Son buena compañía.

Cuando somos chicos admiramos principalmente a la gente cercana a nosotros, a nuestra familia. En menor cuantía a otros. Los admiramos más que nada por el esfuerzo que han puesto en sus vidas. Ese esfuerzo se traduce en la comprensión y apoyo que nos dan. Quien ha sufrido está más dispuesto a dar una mano a otro.

Nos admira que hayan salido de circunstancias tan difíciles y que no hayan perdido el deseo de ser mejores, sin dejar de apoyar a los que los rodean y cumplir con sus obligaciones.

Tenemos que preguntarnos: ¿qué los impulsó adelante frente a sus dificultades, en lugar de abandonarse?, porque la vida nos presentará retos similares.

A los que admiramos, ¿les hemos dicho que los admiramos? Lo merecen.

Piensa, ¿a quién admiras?

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BUENAS Y MALAS NOTAS

Si admiramos a los que se esfuerzan tenemos que admirar a los que se esfuerzan en el colegio para ser buenos compañeros y para sacar buenas notas. Al fin y al cabo, en esta etapa de nuestras vidas nuestra obligación y logro es sacar buenas notas.

Los que sacan buenas notas, ¿cómo las sacan?

Me quiero sentir orgullosa de mis logros y me esfuerzo por sacar las mejores notas. Aprovechar la oportunidad que tenemos.

Ser responsable, a veces tienes que escoger, salir con tus amigas, ir a las fiestas o estudiar. Es bueno divertirse, pero no siempre va a ser divertirte.

Estudio con muchas ganas, escucho lo que dice el profesor, hago los deberes hasta las cinco de la mañana.

Espero ser alguien, ya que los que sacan buenas notas tienen mejores posibilidades de estudiar afuera.

Para no sentirme ignorante como otros.

Una beca escolar puede tener resultados inesperados:

Mi papá me obliga a estudiar por la beca.

Tener confianza en sí mismo ayuda en la carrera de la vida.

Siempre he sido inteligente.

¿Por qué sacamos malas notas?, para evitarlo.

Chicas y chicos cuentan por qué sacan malas notas.

Me da pereza estudiar, estoy en el chat, paso prendida en el internet.

Son clases muy difíciles y no presto atención. Converso mucho y llego tarde y soy malcriado.

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Se me olvidan las lecciones, una profesora me pregunta “¿y el deber?”, “yo no sabía que había deber”, estoy distraída. Los hago ese ratito en la clase y los hago mal.

Llego tarde a mi casa, como vivo lejos, y llego cansada, se me olvidan los deberes.

Yo le copio a ella, ella a ella y todas copiamos mal. Como que el viernes terminó la semana y los sábados son

de fiesta y el domingo descansar en familia y en la noche te da pereza, esperas a que llegue el lunes y una hora antes haces los deberes.

Estudias demasiado y los nervios no te dejan hacer bien. Hay chicas que están amarradas y están pendientes de sus

pelados. Más interesante es la televisión, la revista, el internet,

hablar por teléfono con las amigas, la tentación puede más que yo y no debería ser así

Soy muy relajoso. Los profesores me dicen “ah, te paraste”, si me siento “ah, te sentaste”.

Me olvido de las lecciones, de los deberes, me distraigo. Por ser el payaso del curso. Llego a mi casa, veo la cama y me duermo, me despierto a las once y me vuelvo a dormir.

Me pongo a hacer los deberes y veo la guitarra y ya dejo los deberes. Saqué malas notas el año pasado pero me di cuenta cómo mis papás sufren y he cambiado.

No me esfuerzo, no me dedico porque todos podemos sacar buenas notas, todos somos inteligentes, pero ahora hay internet, fiestas, hay más tentaciones, antes sólo era el cuarto para hacer los deberes.

Cuando estudio me aburro, me duermo.

¿Cómo sacar buenas notas? El secreto es estar muy ocupado.

Yo entrenaba los domingos, llegaba a mi casa y empezaba a hacer ahí mismo los deberes. Cuando entrenaba sacaba mejores notas que ahora, me sentía responsable por lo que

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tenía que hacer. La adrenalina ayuda a que uno mejore, cuando tienes poco dejamos todo para el último.

Cuando uno no tiene qué hacer le da pereza, pero cuando tienes bastante una se siente presionada, rinde más.

¿Y es que alguien no sabe cómo sacar buenas notas?

Todos sabemos, pero no se esfuerzan, ni lo intentan. Uno no se esfuerza porque no se concentra.

¿A quién le gusta sacar malas notas? A nadie. Nos preocupa sacar malas notas por lo que ello

afecte nuestras vidas y la impresión que da de nosotros.

Fracasada por mis notas. Si mis notas siguen así de “tan bonitas”, claro que voy a ser

un fracaso, si no mejoro la gente va a creer que soy una vaga que no sirvo para nada.

Si sigo así de vago con las notas.

A otros les importa menos porque creen que lo realmente importante es sacar buenas notas en la universidad.

Sí, porque cuando estás en la universidad ya te fijas tu carrera y sabes lo que vas a hacer.

En la universidad tengo más responsabilidad y me importa más.

Esos que dicen que no es importante sacar buenas notas en el colegio sino luego en la universidad, cuando están en la universidad van a decir que lo importante es sacar buenas notas en la vida. Y así se pasan, posponiendo sus logros, hasta que se les acaba la vida y nunca han sacado buenas notas en algo. En la universidad hay que aprender aún más que lo que se aprende en el colegio y si en el colegio no se ha aprendido a aprender, ahí quedaste.

En la universidad vamos a tener que aprender el doble, y lo que aprendes en el colegio te va a servir.

Sacar malas notas en el colegio significa que se está pobremente preparado para ir a la universidad y allí empiezan en desventaja y se van quedando atrás. El

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colegio nos enseña hábitos de estudio, de esfuerzo y de disciplina que nos servirán en la universidad y en la vida.

Los hábitos que tienes es muy difícil dejarlos, ya forman parte de tu vida, cuando estés en la universidad vas a seguir siendo así y luego en el trabajo, aún más.

Nada es imposible, todo puede cambiar, si uno quiere en realidad cambiar puede hacerlo. Yo tenía un tío que era vaguísimo y ahora es un gran empresario, tuvo la valentía de decir: “quiero cambiar, eso me hace mal”.

Hay veces que uno piensa que el colegio no sirve y cuando tienes un hábito en el colegio no lo vas a continuar en la universidad. Pero vas a sentir como que sigues en el colegio.

Para sacar buenas notas tenemos que enfrentar las tentaciones. Nuestra principal tentación, y también la mayor oportunidad, es el internet.

A algunos no les importa y tratan de engañarse, diciendo:

El hecho de que saques buenas notas no significa que seas algo más.

Y se asombran que otros sí puedan.

Yo no sé como una amiga que va a todas las fiestas tiene tiempo para estudiar y ser buena alumna. Es maga.

Piensa, ¿cómo sacar buenas notas?

En la vida tenemos que jugar a ganar. No es verdad que es mejor ser perdedor porque así no molestamos a nadie. Tenemos inteligencia, carácter, fuerza física, memoria, alegría, constancia. Esas características no están para que las mantengamos escondidas sino para que las hagamos brillar. Tenemos que, con lo que se nos ha dado, dar lo más posible a nuestra sociedad, a los que nos rodean y a nosotros mismos, siguiendo nuestros sueños.

El futuro está aún por escribirse. Es una serie de posibilidades y debemos, primero, reconocerlas, y segundo escoger cuál quisiéramos que ocurra para tratar de que ocurra. Para ello tenemos que hacer lo que nos

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parezca mejor, usando nuestra inteligencia, criterio y emoción.

Más importante que saber qué eres hoy es saber qué puedes llegar a ser. Para llegar a ser hay que tener sueños y hacerlos realidad, que no se quedan en sueños que, puf, se hacen humo. Los sueños alimentan ilusiones y las ilusiones alimentan el alma.

Hay que hacerlos realidad y con ellos ganarnos la vida.

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GANARNOS

LA VIDA

No es suficiente tener sueños, hay que aterrizarlos.

Si no los aterrizamos nos pasaremos la vida soñando mientras el agujero de la vejez se va abriendo a nuestros pies. Nuestros sueños no solamente deben servir para llenarnos la vida, sino también para ganarnos la vida, haciendo lo que nos gusta, donde nos gusta y cómo nos gusta.

Cuando somos jóvenes tenemos toda la vida por delante para hacer realidad nuestros sueños. Al graduarnos, y luego a medida que pasan los años, tenemos que ir escogiendo caminos; no podemos estar en todas partes y vivir todas las experiencias. Nos empezamos a llenar de obligaciones: una familia, a la que hay que darle tiempo; un círculo de amigos, al que hay que darle tiempo; una actividad, a la que hay que darle tiempo.

Nuestra libertad de movimiento va, por lo tanto, disminuyendo. Con el tiempo ya no vamos a ver tan atractivo el cambio o las cosas nuevas, empezamos a preferir más y más lo conocido. Es algo así como el sembrador que durante parte de su vida busca campos

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para sembrar, pero tarde o temprano busca cosechar lo que ha sembrado.

Tenemos que ganarnos la vida. A la pregunta, ¿cómo nos ganamos la vida?, la respuesta para un creciente número de seres humanos es: laborando en una institución impersonal a fin de satisfacer necesidades cada día en mayor grado impuestas, no por nosotros, sino por los que nos rodean. Esto es más cierto para las sociedades de mayor desarrollo que para sociedades en desarrollo, donde hay más oportunidades para abrir nuestro propio negocio.

Nos podemos ganar la vida en nuestro país o emigrar, como muchos han hecho y siguen haciendo. Depende de cada persona, de sus perspectivas, unos van en busca de trabajo, otros quieren descubrir otro país, culturas, idiomas, algo nuevo.

Por superar barreras, fronteras, conocer más y uno se va a otro país. Quiere regresar porque este es el país que lo vio nacer, pero cuando vuelve viene a caer en la misma circunstancia y no tiene progreso.

Dicen: “allá hay oportunidades de trabajo” y como tienen la mente cerrada no ven que acá también pueden superarse, pueden progresar. Claro, tenemos barrera en la tecnología, en lo económico, pero nosotros tenemos ideas, conocimientos que podemos aplicar.

Podemos trabajar para otros o poner nuestro propio negocio.

Por un lado sí y por otro lado no, porque si fuera jefe tengo que pagar a los empleados y si no consigo el dinero me hacen huelga, y si soy empleado, en cambio, se demoran en pagarme.

Cualquiera de las dos opciones, porque igual es algo para ganarse lo que uno necesita, con tal de que trabaje y no esté como un vagabundo en la calle.

Tenemos que escoger, pero primero hay que estudiar. El estudiar nos da más alternativas, nos permite

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progresar más rápido en lo que estamos haciendo, siempre y cuando pongamos el esfuerzo.

Mi mamá siempre me dice primero los estudios porque si no no voy a llegar a ser quien quiero ser. Tienes que esforzarte.

Yo quisiera un tipo de trabajo normal, quiero sacar adelante al país con lo que estudio, formar una familia, casarme, un hogar, trabajar.

Lo que sí es cierto es que no podemos dejar de escoger, ya sea por decisión propia o por presión del resto.

Tenemos que encontrar un equilibrio en lo que hacemos.

Entre lo que es la responsabilidad y los amigos uno se confunde. Si uno más se dedica al estudio es un marginado social. Tiene que haber equilibrio.

Descubrimos como ganarnos la vida iluminados por el don del entendimiento. La vida sonríe a quienes descubren lo que quisieran y han aprendido a ganarse la vida.

IRSE O QUEDARSE

Casi todos tenemos parientes en el exterior y

conocemos de otros países, de las oportunidades o dificultades de vivir en ellos. Nuestros parientes nos llaman o nos llaman las oportunidades para estudiar o trabajar que hay en esos otros países. Nos desanima la falta de oportunidades en el nuestro y los bajos sueldos. Muchos vemos dejar el país como una alternativa dolorosa, pero viable.

Los más pequeños casi todos quieren irse, producto, seguramente, de lo que escuchan de sus mayores.

Me voy porque no me gusta mucho aquí.

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Hay más cosas. Allá sería mejor la vida. Hay otras carreras, otras cosas y quedarme afuera para viajar por el mundo.

Me iría porque sí.

Los mayores ya reflexionan, con razones más elaboradas, y empiezan a apreciar a su país, especialmente ahora que el irse ya no tiene los atractivos de antes. Pero aún así, hay los que quieren irse, por amor a la aventura, por deseo de cambiar, por descontento con lo que ven aquí.

Irme, definitivamente, porque siento que necesito conocer más aires, conocer nuevas culturas, aquí como que ya es lo mismo.

Me iría porque en la vida hay que aprender a ser independiente, no toda la vida vas a estar con tus padres.

Irme porque siento que aquí no hay tanto desarrollo como en otros países y también la emoción de conocerlos.

No es que desprecie mi país pero las cosas nuevas son mejores, las cosas que no conoces, entonces es mejor que me vaya a otro país.

Algunos se irían porque tienen familia allá, que los invita y les ofrece oportunidades para estudiar y trabajar. Quizás los familiares se sienten solos y buscan compañía de su misma sangre. Tal vez es mejor ir primero a ver y luego decidir.

Tengo familia en otros países y quiero empezar de nuevo, me quedaría afuera.

Hay más oportunidades de trabajo y mi papá está allá. La mayor parte de mi familia está en Estados Unidos y aquí no tendría quien me ayude.

Yo tengo un tío que hace cuatro años se fue al extranjero y está muy bien. Nos chateamos y me está tentando para viajar. Lo voy a pensar bien este año y el próximo. Me daría mucha pena, mucha tristeza dejar a mi familia, pero yo quiero progresar en la vida, en los estudios y después de un

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tiempo regresar o mandar a ver a mi familia para que esté conmigo.

Otros se irían por la carrera que quieren estudiar, ya que no valorizan lo suficiente las instituciones de educación superior que hay aquí. Allá afuera es probable que no puedan pagar los costosos grandes centros de estudio y tengan que conformarse con una institución quizás hasta menos buena que las opciones en su país.

La carrera que voy a estudiar tengo que estudiarla en otro país, leyes internacionales.

En el extranjero hay mayores perspectivas y lo que yo voy a escoger, la medicina, en otro país sería una mejor alternativa.

Queremos irnos por las oportunidades de trabajo que vemos allá. Allá estaríamos dispuestos a hacer cosas que aquí no consideraríamos, por la presión social o los bajos sueldos: cuidar ancianos o plantar lechugas, por ejemplo.

Yo me iría y me quedaría, si voy a estudiar me esfuerzo y si me sale un trabajo llevaría a mi familia y todos nos quedaríamos allá. Hay mejores oportunidades en otros países.

He escuchado que aquí la economía es bien baja, no me gusta mucho. En otros países hay más posibilidades de trabajar en mi rama, aquí no hay chance para nada de eso.

Pero aunque uno se vaya la tierra llama.

Tengo mucha familia allá, pero regresaría en vacaciones para ver a mis amigos.

Me iría y haría parte de mi vida en otro país para tener bienestar económico pero tener aquí mi familia y mi vida.

La otra alternativa es irse por un tiempo, estudiar, adquirir experiencia y luego regresar, ya que aquí las cosas pueden ser más fáciles por el conocimiento que tenemos del medio, la ayuda de la familia a lo que ahora se añadiría

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la experiencia en el exterior, aunque esta haya sido sólo lavar platos.

En otros países hay mejores oportunidades de conseguir trabajo y estudiar y voy a conocer más culturas, aprender idiomas y luego regresaría.

Me iría porque me gusta la aventura. Para graduarme de algo que me sirva para la vida y para tener una carrera buena, y de allí regresar porque acá tengo a mi familia.

Si uno quiere superarse tiene que salir a otro país. Yo me iría, prosperaría allá pero regresaría una vez que ya tenga un buen futuro y ayudaría a mi familia con eso, no me despreocuparía.

Están los que prefieren quedarse, ya sea por la familia o porque es difícil adaptarse afuera. Sus padres, familiares y amigos se fueron porque afuera se abrieron puertas, había trabajo y aún se conocía poco de la vida allá.

Yo estuve en Italia pero no me gustó, no es lo mismo, las costumbres, la gente es distinta, la comida, la pasta, nunca me gustó.

Hoy ya no es fácil emigrar y se conoce lo difícil que es adaptarse. El terruño ha pasado a ser más atractivo.

Chicas y chicos aconsejan quedarse en el país.

Tengo a mi familia aquí y estoy acostumbrada aquí, tardaría mucho en acostumbrarme en otro país, me daría miedo. Siento que yo pertenezco aquí.

Quiero hacer mi vida aquí, porque aquí nací. Me quedaría porque nosotros somos el futuro de nuestro

país y saldría adelante con lo aprendido aquí mismo. Afuera la vida es más complicada.

Somos agricultores y si nos vamos, ¿quién va a ver por el país? Tenemos que sacar adelante el país porque creemos

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en todo el futuro que viene, aquí estamos más unidos, en otras partes la gente es más desunida, más fría.

Estoy acostumbrado a esta ciudad, a este país, a los míos. Toda mi familia está aquí y cuando voy sólo de vacaciones ya a la semana empiezo a extrañar. Quiero casarme en mi país, trabajar en mi país.

Para qué irme a otro lado si aquí puedo mejorar. Este país va a mejorar y quiero ser parte de eso, quiero ayudar a crecer mi país.

Aquí son las cosas más fáciles, puedo encontrar empleo. Si voy a otro país sería difícil aprender las otras costumbres de las personas y los trabajos.

Otros aún dudan. Es difícil dejar lo conocido, por malo que parezca, por lo desconocido.

Si aquí no tengo la oportunidad en mi carrera, obvio que tengo que viajar. Puede que viaje y no regrese, o haga la maestría en otro país y regrese. Aquí ya tienes tu familia, tus amigos, pero siempre es bueno buscar algo nuevo, nuevas experiencias, aventurar.

Por un lado me iría porque tengo familia en otros países, pero me quedaría porque me daría mucha pena dejar a mi familia y amigos y lo que estoy estudiando.

La mayoría de nosotros nunca ha estudiado o vivido afuera, algunos hemos ido de vacaciones, pero eso no es lo mismo. El ir afuera y ver en carne propia cómo se estudia o trabaja allá puede que debilite o fortalezca nuestra decisión de emigrar. Antes que tomar la decisión de emigrar hay que visitar.

En cualquier caso, la ida afuera no tiene que ser definitiva y muchos, después de un tiempo, regresan. Lo que sí es cierto es que emigrar es ahora una alternativa.

Piensa, ¿te quedas o te vas?

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EMPRESARIO O EMPLEADO

Hoy muchos chicos y chicas queremos poner nuestro propio negocio, aunque otros preferirán trabajar un tiempo como empleados y así ganar experiencia. Equivocarse con el dinero de otros. Las chicas que se gradúan prefieren tener su propia empresa porque, como quieren ser madres, tener una empresa propia les va a dar la flexibilidad de horario que no les da un empleo fijo.

Cuando somos chicos queremos negocio propio porque no nos gusta que nos manden. Nos olvidamos que los clientes serán ahora los que nos manden.

Tener mi propia empresa porque tienes tus ganancias, claro que siempre hay que empezar desde cero. Esa es la parte difícil, pero tampoco me gustaría ser empleada porque ni siquiera me gusta que me mande mi mamá, peor otra persona desconocida.

Si yo hago algo grande quiero que quede mi marca, mi nombre, todas mis ideas van a estar allí y yo voy a estar orgullosa de lo que voy a hacer.

Quiero hacer lo que yo quiero hacer, no depender de otro. Puedo crecer más y tomar mis propias decisiones.

Algunos creen que es preferible empezar trabajando para otros y así ganar experiencia. Ese trabajar para otros puede que se alargue, nos casemos, formemos una familia y se haga muy difícil dejar el empleo y empezar algo por nuestra cuenta, y nuestro sueño de independencia se queda en sueño.

Si tienes la posibilidad de poner tu propia empresa y el apoyo, chévere, empezar con lo tuyo, pero yo primero empezaría trabajando en una empresa porque cuando recién nos graduamos somos inexpertos y tenemos que ver la realidad. Sería mejor poner la tuya porque los trabajos no son fijos, puede que de un día para otro te boten y te quedas en la nada.

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Trabajaría para otro, me aguantaría un año, muchas personas compran franquicias y se vuelven millonarios.

Mi papá ya tiene una empresa y yo sería su sucesor. Mi papá ha hecho tanto para hacer crecer esa empresa por su perseverancia y su sacrificio y no puede ser que porque yo no quiera esa empresa se acabe.

Hay, finalmente, los que trabajarían para otro ya que no les importa que los manden y piensan que es menos responsabilidad y riesgo. La decisión final tiene mucho que ver con nuestra manera de ser, a algunos el riesgo de desarrollar su propia empresa los asusta, mientras que otros parecen disfrutarlo.

Trabajaría en una clínica u hospital y tendría mi consultorio. Trabajaría en una empresa y no pondría la mía porque es

mucha responsabilidad. A mí no me molesta eso de que me manden, quiero ser primero médico y después militar.

Trabajaría en una empresa para empezar desde cero y ganar un puesto mejor.

No es una decisión fácil y las circunstancias de la vida nos pueden empujar en una u otra dirección. Puede que nos ofrezcan un puesto con una bonita oficina y si la alternativa es empezar un negocio propio en el garaje de la casa, nos podemos dejar llevar por la comodidad. ¡Cuidado la tentación de la comodidad tiene un alto precio!

Hay personas que trabajan porque tienen que trabajar, porque necesitan, pero no porque es lo que les gusta o por lo que estudiaron.

Hoy en los colegios se nos enseña mucho sobre cómo poner tu propio negocio y si queremos tenerlo es importante salir del colegio ya con una idea formada y echarla a andar mientras estamos en la universidad.

Piensa, ¿quieres ser empresario o trabajar para otro?

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NUESTRA PROFESIÓN

Desde chicos nos preguntan qué carrera quisiéramos seguir. El dilema es que hay tantas alternativas y que, aparte de los nombres de las carreras, no sabemos mucho sobre ellas. Nuestros padres nos recomiendan las carreras que ellos siguieron o quisieron haber seguido, nos presionan para que seamos sus herederos en el bufete o en el consultorio o en su empresa. Nos agrada la idea de estudiar con nuestros amigos de colegio o donde estudia nuestro enamorado o enamorada. Nos da temor equivocarnos y a media carrera darnos cuenta que no nos gusta. No es fácil escoger y no es fácil echarse para atrás.

Se resuelve experimentando. Mejor es irme a la universidad, coger una carrera, si no me gusta me cambio, pero sé que lo intenté.

Yo ya tengo mi futuro craneado. Seguir diseño en España porque eso es lo que me gusta,

espero no retractarme. Hay que tomar decisiones.

Hay multitud de opciones para estudiar pero no siempre sabemos exactamente qué queremos hacer una vez que nos graduemos. Ciertas carreras suenan bien pero puede que no haya mucha necesidad de ellas en el mercado o que haya ya demasiados graduados, y resulte que terminemos no trabajando en lo que hemos estudiado.

Una carrera no es sólo un diploma para colgarlo en la pared, mostrarlo a los amigos y enorgullecer a los padres, un diploma es una herramienta para ganarse la vida y tenemos que mirarlo desde ese punto de vista. No debemos escoger la carrera que nos suena bien, aunque no sabemos qué es, o la que van a seguir nuestros amigos, o la que mis papás insisten que siga, aunque no me gusta.

Tenemos que estar bien seguros de que vamos a escoger bien. Si luego nos damos cuenta de que nos hemos equivocado tenemos que tener la valentía de cambiar de carrera. No tiene sentido terminar por terminar algo que no nos gusta y nunca vamos a usar, necesitamos la carrera

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que nos va a abrir puertas en la vida de acuerdo a nuestras inclinaciones.

Hoy los deportes son una oportunidad, pero para unos pocos, con una muy especial capacidad física.

Medallista olímpico, llevo entrenando hace años, y vengo nadando y nadando. Si yo le meto empeño lo voy a hacer. Hasta ahora yo sueño con eso y vivo con eso, vivo entrenando, más que salir a farrear. Y también quiero ser Presidente.

Medicina es popular, especialmente entre las chicas, a pesar de los largos años de estudio.

Pediatra, porque me encantan los niños y cuidarlos. Enfermera, soy buena con esas cosas. Si mi hermano se

enferma estoy allí, le pongo los pañitos en la cabeza. Psiquiatra, para entender lo que a mí no me entendieron.

Cirujano plástico porque me gusta arreglar algo feo.

Muchos chicos y chicas queremos ser empresarios, a más grandes mejor.

Empresaria, con un negocio internacional. Un empresario exitoso, tener mi propia empresa en todas partes del mundo con productos agrícolas.

Comprar cosas de un país y venderlas a otro.

A otros nos llama el arte.

Estrella de rock metálico tocando la guitarra. Ser cantante, con mi propia música, mi propio ritmo.

Actor, me encanta el arte, la comedia. Pintor, para poder pintar mis sentimientos, lo que quiero.

A otros los llaman las tantas carreras que ahora están abiertas, lo que hace más y más difícil escoger, particularmente porque aparte del nombre de la carrera y de lo que hemos escuchado aquí y allá, no sabemos mucho sobre ellas. Puede que me guste chatear en la computadora pero eso no quiere decir que debo estudiar informática, o que deba estudiar agricultura porque me gusta regar las plantas del jardín.

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Artista, decoradora, siempre me he caracterizado por tener buen gusto. Mi mami siempre me consulta ¿dónde pongo esto? “Ah, eso quedaría bien en la sala o por aquí”.

Comunicación social, porque hoy en día la farándula le lleva largo a la noticia seria. Yo quisiera ser una periodista diferente al resto.

Lo que tiene que ver con el ambiente, porque casi nadie cuida el ambiente, botan desperdicios a la calle, las plagas, si no hay árboles no hay nada.

Fotógrafa para captar lo que es lo nuestro. Aparte de eso también diseñadora, me gusta todo lo que es el arte.

Ingeniero, porque mi papá es ingeniero y tiene un buen trabajo, gana bien y sacó adelante a su familia.

Abogado como mi padre. Quisiera ser alcalde de Yaguachi. Contador, me gusta la contabilidad. Piloto de aeronave y médico forense. Chef, me gusta la cocina. Bombero, no sé.

Otros quieren ser de todo y pueden que terminen siendo de nada.

Cirujana o ingeniera eléctrica o arquitecta. Me parecen un reto, las veo difícil y me gustan los retos.

Basquetbolista porque cuando veo los partidos realmente me gustan. Abogada porque me gusta discutir y pelear por los derechos de las personas.

Cuando era chiquita quería ser actriz, pero mi mami me dijo que me iba a morir de hambre y ya me quedé con el trauma. Bióloga marina, pero aquí no hay donde ser. Después pediatra, pero no lo sentía mi corazón. Después quise tener una cafetería, porque me gusta hacer postres y después ya no supe que hacer.

Si pudiera ser de todo, me gustaría ser de todo. Durante mis anteriores vacaciones me gustó médico

forense, cuando entré a cuarto más me incliné por matemáticas y en estas vacaciones arquitecta, porque me gusta diseñar.

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Yo soy indecisa, quiero ser tantas cosas.

Hay tantas opciones que se nos hace difícil escoger, pero tenemos que escoger. Por ello es una buena idea preguntar a personas que tienen esa profesión sobre qué exactamente hacen y cuantas oportunidades de trabajo hay en esa carrera.

¿A quiénes nos gustaría ser Presidente?

Para arreglar mi país, mejorar la situación, sé que es muy temprano para que yo comprenda estos temas de nuestra economía, pero yo soy muy precavida con las cosas que ocurren.

Para acabar con tanta injusticia que se maneja aquí. No me importa si me predicen que voy a fracasar.

Ser Presidente es lo máximo. Puedes dirigir todo el país. Para acabar la corrupción que hay y para ver si creamos más plazas de trabajo para gente de aquí.

Piensa, ¿qué carrera quieres seguir?

Nuestros sueños aterrizados son la manera de ganarnos la vida, ya sea en nuestro país o afuera, ya sea en nuestra propia empresa o en la de otros, en la profesión que escojamos. Aquellos que logren que sus sueños no sean solamente un pasatiempo sino que sean el sustento de su vida profesional tienen mucha suerte. Para muchos no es así, sus sueños no se pueden convertir totalmente en su manera de ganarse la vida.

Algunos pasan su vida haciendo lo que no les gusta mucho hacer. Nosotros quisiéramos hacer lo que nos gusta hacer.

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FORMAR UN

HOGAR

No hemos nacido para estar solos. La vida, para ser completa, necesita compañía,

necesitamos una pareja que comparta nuestros sueños e ilusiones, con la que miremos el futuro mientras nuestros hijos son pequeños y luego el pasado cuando crezcan. Nos hace falta, pues, encontrar esa pareja y formar un hogar, ya sea como el que tuvimos, ya sea como el que hubiésemos querido tener. Escoger la pareja bien es nuestro mayor reto en la vida.

Para no estar solo. Porque un ser humano siempre necesita afecto, cariño y la familia te lo puede dar. La familia es irremplazable para nosotros.

La familia es la base de la sociedad y uno aprende los valores más importantes en la familia.

El amor de pareja trae los hijos, que dan permanencia, profundidad y perspectiva a nuestro amor.

Es parte del ciclo humano, nacer, crecer, reproducirse y morir, y te viene con lo que es casarse. Cuando uno se casa

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uno quiere tener alguien que tenga parte del hombre y la mujer, y sale el hijo.

Al tener hijos tenemos un propósito en la vida, cuidarlos, orientarlos.

En nuestra vida, nuestro éxito, nuestro fracaso, nuestra felicidad o nuestra tristeza depende sobre todo de la pareja que escojamos. Cuando un chico escoge a la chica solamente porque tenía un cuerpazo que daba envidia a sus amigos, o la chica al chico sólo porque la hacía reír todo el tiempo, o era hermoso, es probable que el matrimonio no dure.

Viendo como es por dentro, no importa el físico, sino su forma de ser. La forma en que trata a sus amigos, la forma en que se expresa. Que te valore como eres.

Las personas no cambian, modifican, pero después vuelven a lo mismo.

El sustento de la pareja es el mutuo amor, algo difícil de explicar pero cuando lo tenemos lo reconocemos y sabemos que tenemos todo.

Es algo inigualable, indispensable. Cuando sólo piensas en él, en él y en él. Porque aunque tú peleas y le dices “eres un asco”, pero tú

no lo sientes. Están más allá de las peleas y tienes ganas de verlo, va más allá de verlo, de estar con él. Tú sabes que quieres a esa persona, estás segura.

Viendo lo que siente el corazón, se va acelerando, como maripositas.

Cuando uno siente una felicidad al verla. Cuando el corazón hace pum pum.

El enamorado que hoy tenemos es un reflejo de la pareja que finalmente escogeremos. Si no escogemos bien nuestros enamorados vamos a terminar casándonos con uno mal escogido, y puede que sea ¡ay de nosotros! Necesitamos alguien que nos dure toda la vida.

Que sepa escucharnos, que sepa querernos.

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Que no sea una chica fácil, porque si tú luchas por alguien vas a querer decir “me costó bastante, la quiero mantener”.

El matrimonio de siempre está en peligro. En muchos países los matrimonios son cada día menos, las parejas simplemente viven juntas por un tiempo y cuando se aburren se separan. No hay un compromiso de superar las divergencias que trae la vida. Cambiar de pareja es como cambiar de carro: queremos algo nuevo que impresione a nuestros amigos. El matrimonio no se puede sustentar en la conveniencia temporal, cuando se sustenta en ella no es matrimonio. Nosotros queremos un matrimonio de verdad, no alguien para compartir el alquiler de la casa en que vivimos.

Muchas parejas deciden no tener hijos. Tú trabajas, yo trabajo, ¡cómo vamos a tener un hijo! Ello lleva a que en algunos países la población vaya disminuyendo y haya más viejos y menos jóvenes. Quizás no tienen hijos porque sienten que los hijos no valoran el esfuerzo.

Los padres están con uno para apoyarlo y se sacrifican por nosotros, y nosotros no valoramos lo que ellos hacen.

Algunos de esos países se han abierto, a regañadientes, a la inmigración. Sin esos migrantes no hubiesen podido pagar las pensiones de los viejos. Los kínderes estaban cerrando, hoy han vuelto a abrir.

La familia se debilita porque tantos padres y madres que trabajan no tienen tiempo suficiente para sus hijos que se crían casi como huérfanos; se debilita porque tantos padres y madres viven fuera del país; se debilita porque tantos matrimonios se casaron al apuro y no duran.

Una familia completa y unida nos es indispensable.

Porque sin nuestra familia no fuéramos nadie.

Más aún, el deseo de tener paz familiar puede estar llevando a que cada uno se crie por su cuenta, porque los padres no quieren ejercer su autoridad. Ejercer la autoridad es mostrar amor.

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Si uno está en una familia estable pero donde no nos prestan atención y no les interesa lo que hacemos nos puede afectar y bajar la auto estima, lo importante es el amor, el afecto, la comprensión, eso es importante.

Descubrimos cómo formar una familia iluminados por el don del consejo. La vida sonríe a quienes descubren lo que quisieran, han aprendido a ganarse la vida y han formado un hogar.

UNA FAMILIA

Hay chicos y chicas desafortunados que viven en la

calle, sin familia, sin protección, sin consejo, sin ayuda. Hay otros que viven en una casa vacía, porque sus padres no tienen tiempo para ellos. ¡Cómo quisieran una familia!

Es el regalo más grande que Dios nos ha dado y pase lo que pase, cualquier cosa que hagamos, los primeros en estar preocupados será la familia.

Las familias completas son papá, mamá y hermanos, pero ahora, con tantos padres y madres en el extranjero o divorciados muchas familias son incompletas, lo que no es fácil para nosotros. Queremos mucho a nuestra abuela, pero no es lo mismo que nuestra mamá. Los padres son irremplazables, nos dieron la vida y nos acompañan.

Mis padres son importantes porque ellos me dieron la vida. Porque lo siento en el corazón.

Son las personas en las que siempre vamos a confiar y van a estar para nosotros en cualquier momento.

Porque es necesario tener un papá que te aconseje, una mamá que te de cariño, y te ayuden a tomar buenas decisiones.

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Los que tenemos la suerte de vivir en una familia no siempre valoramos esa suerte. Por eso no está mal preguntarnos por qué es bueno tener una familia.

Lo más importante es la seguridad que te brindan, y la calidez, porque aunque hagas algo malo siempre van a estar apoyándote. Es como una pelea amigable.

Todos sabemos lo que está bien y está mal, la familia lo que hace es recomendarte y todo depende de la familia que tienes, porque lo que das vas a recibir. No todos queremos ser como nuestros papás, nos guían los errores de ellos aunque nosotros vamos a cometer nuestros errores.

Una familia nos da amor, necesario para los seres humanos como el agua para la plantas.

Al sentir que tú eres amado puedes dar amor.

La familia es un ambiente de confianza. En la familia:

Somos las personas que realmente somos, no tenemos que fingir.

No siempre la relación va a ser fácil, va a haber enfrentamientos. Los enfrentamientos son parte del crecer. Cuando los padres dicen que nunca han tenido un altercado con sus hijos quiere decir que no se conocen. Viven la crema pastelera que cubre la torta y creen que todo está bien por dentro, pero no quieren mirar. Paz familiar no es la ausencia de altercados, es la capacidad de superarlos con comprensión y comunicación.

Aunque nos reten y nos castiguen siempre tienen la razón, no porque no nos dejen ir a la fiesta les vamos a decir “tú eres mala madre”, porque siempre nos quieren proteger.

Son nuestro sustento, nuestro apoyo. A veces llegan tarde y he peleado con ellos por eso, pero mi papá me dice “estoy trabajando porque quiero que tengas una buena educación, que no te falte nada” y me deja frío. Peleamos, al día siguiente el amor, las peleas, lo bueno y lo malo, todo es familia.

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La familia nos da amor y recibiendo el amor familiar aprenderemos a dar amor. Si en casa el amor es egoísta, nuestro amor será egoísta, si el amor es sólido, el nuestro será sólido. El amor no puede ser superficial porque eso no es amor, será antojo, pero no amor.

Nos dan cariño, inspiración para seguir adelante en la vida. Te ayudan para que no vayas por el camino del mal.

Es como el amor más grande que vas a tener en tu vida. Siempre nos brindan amor y cariño, así nosotros no les demos nada y pase lo que pase siempre están allí.

No son como nuestra novia, tú la amas y ella te deja de amar, ellos siempre te van a amar, siempre van a estar a tu lado.

Siempre podemos contar con nuestra familia, con una permanencia y profundidad que nunca nos podrá dar un amigo.

Porque cualquier cosa que hagas puedes contar con tu familia.

Está en los momentos más difíciles con nosotros, siempre nos dan la mano en cualquier situación.

Necesitamos que nos cuiden cuando somos pequeños y que nos apoyen cuando vamos creciendo, para que en medio de las dificultades de la niñez y juventud alcancemos nuestros sueños. El apoyo requiere diálogo, escucharse mutuamente sin ideas preconcebidas, comprender que se viene de generaciones diferentes y que lo que hizo el padre no necesariamente calza al hijo. Pero, ¡cuidado con creer que el apoyo es dejarnos hacer lo que nos da la gana!

Siempre van a estar allí para brindarnos apoyo incondicional y así estén resentidos siempre nos dan consejos, así estemos por el mal camino.

Uno mismo se formó gracias a ellos y si en algún momento nos critican, nos dicen cosas que no nos gustan, es para que nosotros mejoremos. Lo que buscan es que cuando seamos grandes seamos felices.

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Mi papá me dice que yo debo hacer lo que a mí me gusta porque si hago algo que no me gusta no voy a ser feliz. Mi papá me apoya en todo y si me dice algo es para mejorar. Yo amo a mi papá.

Tú cometes un error pero tu familia te perdona y siempre está allí contigo. Si hiciste algo malo te va a apoyar, te va a proteger.

El apoyo que te dan te hace ser una persona de éxito, ser grande. Vas a querer dar a tu familia lo que tu familia te dio.

En la vida nos enfrentamos a decisiones difíciles y necesitamos de alguien en quien podamos confiar sin reservaciones, que sepamos que solamente quiere lo mejor para nosotros, sin egoísmos, ni intereses personales. Esos son nuestros padres.

Nos dieron la vida y puedo confiar en ellos, son nuestros amigos.

Yo no le voy a decir a mi amigo “saqué malas notas”, ¿qué me va a decir?, “ah ya”, pero mis papás me ayudan.

Nos alientan a que empecemos un nuevo día.

En la familia se sabe que se está en confianza para preguntar sobre cualquier tema. Hoy ya no nos quedamos con la curiosidad, si los padres no nos responden satisfacemos la curiosidad en la red. Pero preferimos que nos venga de nuestros padres, con su toque de amor. Tenemos la natural curiosidad del crecimiento, no es que seamos morbosos, a nuestras inquietudes queremos respuestas completas, de acuerdo a nuestra edad.

La familia es el único lugar donde puedes tener confianza sobre la curiosidad del crecimiento.

Más que confiar en un amigo debemos confiar en la familia, porque serán siempre tus amigos fieles y no nos harán daño.

En la familia encontramos los valores que nos acompañarán toda la vida. Los valores se refuerzan en el colegio y en la vida, pero se aprenden en el hogar, con la familia. Se aprenden con el ejemplo y razonándolos, no

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por imposición, con el golpe o el castigo, o dando ejemplo de justamente lo contrario. Aquellos que afirman que no tenemos valores deberían preguntarse por qué no nos los inculcaron.

Allí crecemos, adoptamos los valores, la moral, lo que aprendes en la casa lo reflejas en todas partes. Mi papá, mi mamá, abuelita, hermano, me van a amar y yo los voy a amar.

Es tu fuerza para todo. Te dicen “mi hijita, tú puedes” y es como que te da felicidad.

Se encargan de formarnos en valores. Nos dan consejo y nosotros los vemos como anticuados, pero ellos no quieren que cometamos los mismos errores.

Son mi modelo a seguir, son tu guía para que seas un hombre o una mujer de bien, es la voz importante para tu formación.

Es lo que nosotros somos. Lo que nuestros padres hacen es lo que nosotros adoptamos.

Porque la familia es lo que realmente somos, somos su sangre y sus sueños, de allí salimos a enfrentar la vida, con los valores que nos han inculcado. Si no nos enseñaron a estudiar saldremos vagos, si no nos dieron tiempo saldremos desorientados.

Tu familia eres tú, es la que te forma, es tu reflejo, te inculcan los valores, lo que te enseñan.

Es mi base, mi sustento, mi apoyo, lo que yo quiero ver cuando yo llego a mi casa. Si están trabajando espero hasta que lleguen y darles un abrazo.

No siempre tenemos lo que necesitamos. A veces nos criamos en soledad y nuestra única comunicación en el hogar es el internet y la televisión.

Queremos contarle algo a nuestros padres pero como llegan tarde no tenemos con quien conversar, entonces siempre viene la amiga a la que le cuentas todo y nos da aliento. Yo quiero más a mi mamá, pero ella no me pregunta cómo me va y me siento mal.

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Cuando no está la familia genética necesitamos de alguien que juegue ese papel y nos dé el apoyo que necesitamos.

Siempre necesitas de un apoyo para llegar a la meta, la persona que te diga “no importa que te equivoques, lo vuelves a intentar una y otra vez hasta que te sale bien”. Sin eso prácticamente no eres nadie.

En breve, la familia es todo para nosotros. Por eso, cuando nuestra familia se tambalea se remece lo más íntimo de nuestro ser y nos angustiamos. Papá y mamá trabajan y los vemos mucho menos de lo que necesitamos verlos, por lo que hay que aprovechar esos momentos. Cuando tengamos hijos deberíamos recordar cuán importante es darles tiempo.

Piensa, ¿es bueno formar una familia?

LOS HIJOS

Los hijos en el matrimonio son como la floración de una planta. Tener hijos puede que sea un seguro en la vejez pero esa no es la sola razón para tenerlos. Los hijos son una necesidad del ser humano.

En algunos países las parejas quieren hijos hombres, no mujeres, porque la hija se incorpora a la familia del marido y hay que darle una dote. En cambio el hombre trae a su esposa a la familia, a ayudar a la suegra. Por eso parejas deciden abortar o matar a las niñas cuando nacen. Muchos hombres jóvenes se quedan sin poder encontrar esposas.

Pero cómo se supone que van a hacer una familia si no hay mujeres, más bobos.

Los hijos toman tiempo y esfuerzo de criar, cuesta dinero educarlos y alimentarlos, y hay que aguantarlos,

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aguantarlos y aguantarlos. Uno se pregunta, ¿por qué tener hijos?

¡Saber lo que es ser madre! Son de tu sangre, hace sentir un sentimiento mutuo, te van a ser fieles.

Por tener una familia y por entender por qué los padres tienen hijos y quieren tanto a los hijos, por qué se esmeran por cuidarte. Mi papá me dice: “confía en mi amor que es incondicional, si tuvieses problema y necesitases un órgano, yo te lo daría”.

Los padres pueden tener que lamentarse y ese es el riesgo que se toma al tener hijos.

Hay hijos que ni siquiera quieren a los padres y los tratan como que no existieran. Dicen “yo no quiero vivir contigo”. Y hay veces que nosotros nos pasamos cuando estamos enojados.

Los hijos traen alegría a la vida.

Es como una alegría para la casa tener un hijo, nada se compara con el amor de un hijo.

Para una mujer es más bonito porque de paso lo llevo dentro y el bebé crece dentro de ti, el sufrimiento vale.

Es incomparable sentir que tu hijo te abraza, que viene de ti, que te da su amor. Yo tengo una primita y cuando me abraza es una cosa diferente, chévere.

Uno se preocupa de traerlos al mundo.

Para qué tener hijos si van a venir a sufrir, como está el mundo, cada vez más perdido, más contaminado, se va a acabar el agua, pero es una experiencia bonita, son el fruto del amor.

Una casa vacía es como un corazón que no late, el bullicio que hacemos es la alegría del hogar.

Tener una persona chiquita a quien estar cuidando.

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Porque hace falta algo que esté haciendo ruido en la casa. Cuando voy con mi hermano de viaje o a una fiesta, mi papá dice “bacán, te vas”, pero después ya empiezan a extrañar.

No vamos a estar fuertes siempre, envejecemos, y es entonces que los hijos nos devuelven el amor y cuidado que les hemos dado, en ellos queda nuestra sangre.

Cuando estamos ya mayores como que sentimos un vacío, nadie que nos acompañe, nadie que nos anime. Nos casamos para que cuando lleguemos a nuestra vejez tengamos alguien que nos acompañe, nos dé amor, confianza.

Para que no se pierda nuestro apellido, pero más porque quiero mostrarles a mis hijos como es la verdadera vida, no escondiendo la verdad, no que la cigüeña. De acuerdo a la edad les digo las cosas. No tener que decir, no tuve hijos, y cuando seamos viejitos ¿quién nos va a cuidar?

Es muy hermoso formar una familia, y algún día estar rodeado de hijos y nietos. La soledad es algo terrible, si nos asusta cuando somos chicos y estamos fuertes, ¡cuánto más nos asustará cuando estemos viejos y débiles!

Casarme para tener un compañero y tener hijos porque sí quisiera ser mamá, abuela, sería muy lindo. Sí, quisiera tener un hijo, lo voy a querer como mis padres me quieren a mí.

Vivir solo en una casa y no tener a nadie se siente feo, no tener con quien contar en las buenas y en las malas, sin niños jugando por allí es feo.

Los adultos no quieren que lo suyo se pierda y quieren transmitirnos sus vivencias, sus sueños, lo que han aprendido de la vida.

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Chicas y chicos dicen cómo va a ser cuando viejos

Casarse para que cuando seas viejito tener a alguien, darle todas mis cosas, que aprenda. Nos va a decir “tú no estás en onda” y él va a estar en onda.

Enseñarles lo que soy y saber que soy un ejemplo de alguien a seguir, así como mis padres son para mí. Enseñarles todos los valores que mis padres me inculcaron.

Así como ellos primero van a aprender de nosotros, nosotros vamos a aprender de ellos, poco a poco nuestras personalidades se van a ir juntando, nosotros los vamos a ir amando y ellos a nosotros, les vamos a dar nuestra vida. Es un amor que no se compara con ninguno, es un amor súper lindo, el mejor del mundo.

Para mi mamá yo soy “un bello sufrimiento”. Cuando estaba embarazada tuvo problemas, pero dice que valió la pena haberme tenido.

Voy a transmitir a alguien todo lo que he aprendido en mi vida y si en algún momento está cometiendo un error lo voy a poder ayudar.

Porque quiero vivir esa experiencia, quiero enseñarles a mis hijos, que me saquen canas verdes.

También para dejar lo que hemos trabajado a alguien de nuestra sangre y que no se pierda.

Porque allí se deja la herencia a los hijos. Mis tías, como no tienen hijos, me van a dejar todo a mí.

Esos países en que la población se va achicando, ¿qué futuro tienen?

Los hijos son el futuro de la patria.

Hoy hay nuevas preocupaciones para los padres, que no las había, o las había menos, cuando ellos eran chicos. El alcohol, la droga y el sexo antes del matrimonio son constantes tentaciones para nosotros. No queremos probarlas pero nos convencen con eso de “no te atreves, eres un niño”. Es un argumento que llega, porque uno no

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quiere que lo traten como niño. Mejor responder: “seré un niño, pero no un niño tonto como tú”.

El problema del alcohol y de las drogas puede que sea reflejo de un problema en la familia. ¿Por qué nos podemos hacer alcohólicos o drogadictos?

No hay cariño. Para desahogarse de todos los problemas de la casa.

No hay comunicación con los padres. Quieren olvidar todo lo malo con las drogas. Se quieren sentir bacanes. Tienen malas amistades que los llevan por mal camino.

Para los padres no debe ser fácil educar a sus hijos, ellos dicen que en sus tiempos era más fácil. Deben aprender nuevas técnicas. Por ejemplo, ¿qué debe hacer un papá cuando su hijo o hija llega borracho a casa?

Chicas y chicos aconsejan.

Que nunca más le de permiso para ir a fiestas. Le doy medicina y después le digo.

Primero preguntarle qué le sucede, si algo está mal en la familia. Que se desahogue hablando.

Cogerla a palo. Eso no funciona. Tiene que hablar con ella en vez de pegarle, explicarle que eso está mal. Si le pega va a seguir haciendo eso.

Los hijos vinieron al mundo por decisión de los padres, no de los hijos, y es responsabilidad de los padres cuidar de sus hijos, y hacerlos adultos de provecho. Es posible que a pesar de todos los cuidados el hijo vaya por mal camino, pero eso no elimina la responsabilidad de los padres ni el reflexionar sobre qué hicieron mal. No todo puede ser culpa de los hijos. Al fin y al cabo, el mundo violento, corrupto y contaminado en que nos toca vivir no lo hicimos los chicos y chicas de hoy, lo heredamos de nuestros mayores.

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Los padres se arrepienten de no haber formado a su hijo en una manera adecuada porque no le dijeron las cosas a tiempo. O porque no lo apoyan. Pero así te sientas decepcionado, en el fondo lo amas.

No todos quieren tener hijos.

A mí no me gustan los niños, son gritones, tengo tres sobrinos y lloran demasiado, me da ganas de pegarles.

El hijo amarra el matrimonio. Estás con tu esposo y el hijo está metido allí. Si quieres viajar no puedes. Una pareja cuando ya quiere tener hijos debe tener una buena situación económica, necesita saber la realidad de lo que es tener un hijo.

Tener hijos es una decisión importante. No es solamente decir “ay, que lindos, yo quiero tener mi niño en brazos y enseñarle cosas”. Conlleva un compromiso para toda la vida. Los hijos no son una emoción momentánea o tenerlos porque todos los tienen, se convierten en la razón de nuestras vidas. Los chicos y chicas necesitamos padres y madres en mayúscula.

Piensa, ¿son importantes los hijos?

ESA PRIMERA IMPRESIÓN

A medida que crecemos nos vamos interesando en el otro sexo, lo que no ocurría cuando éramos pequeños y nos detestábamos mutuamente.

Caminando, de repente veo un chico, ¡qué lindo! Y de allí lo primero trato de ver cómo es la persona, cómo se expresa. Primero la atracción a primera vista.

Pero está la vergüenza, que no nos deja decir palabra y caemos mal, el nerviosismo nos hace decir lo que no deberíamos decir y caemos peor.

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Vi que era medio tímida y ya, pues, yo le hablé y después había más diálogo, dejó de ser tímida. Me pregunta sobre mi mamá, de dónde vengo, así.

No es un período fácil, porque allí nos damos cuenta de que chicos y chicas somos muy diferentes en este aspecto de sentirse atraídos. No siempre unos y otros saben lo que hace falta para caer bien, y para cada uno es diferente.

Lo primero que notamos es el aspecto físico.

Chicas y chicos comentan sobre el aspecto físico.

Los dientes, la sonrisa y la mirada, y con qué tipo de persona anda, “dime con quién andas y te diré quién eres”. Después le veo la ropa, si anda con el calzoncillo afuera, el bóxer, el pantalón caído se le ve horrible. Los que tienen cabello despeinado, no.

Lo primero que yo veo es los zapatos. Desde chiquita, cuando vivía con mi papá, yo llegaba del jardín y me iba al dormitorio de él y le limpiaba los zapatos. Y que huela rico.

Los ojos, la mirada y si es bonita o no. Su presencia y su mirada, como camina, como se mueve, con elegancia, tiene que ser elegante. Si lleva poca ropa sería un poco vulgar.

Si es guapa, el pelo, que sea largo.

Después se cruzan nuestras miradas, los ojos son el espejo del alma.

Chicas y chicos comentan sobre el cruce de

miradas.

Le doy un paseo de los pies a la cabeza, pero eso es rápido, de allí me fijo en los ojos y la mirada, si es gacha es porque algo me oculta.

Su mirada, obvio que me voy a fijar en su cuerpo porque a todo hombre le gusta. Su peinado y que sea una dama porque no me gusta una mujer que diga malas palabras porque se ve súper feo.

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La mirada, porque si la miras a los ojos y te mira a los ojos te quedas en shock.

En realidad, nos fijamos a la vez en un montón de cosas que se graban en nuestra mente y que luego es difícil cambiar. Por eso la primera impresión es tan importante. Luego nos fijamos mejor.

Chicas y chicos dicen en qué se fijan más.

Su cuerpo, cómo huele, si es guapo, pero cuando ya hablo con él, lo que habla, sus sentimientos, que sea respetuoso, no alocado.

Que sea caballero, amable, su forma de mirar. No me importa si es guapo o feo, me importa el cariño, que me respete.

No me fijo en lo físico, sino en lo de adentro. Los sentimientos, su forma de ser. Su perspectiva de ver el mundo, cómo piensa, su pensar. Que no hable tonteras.

Su inteligencia, que no diga cualquier cosa, que no salga con una bobada, que sea coherente, que lo que diga tenga sentido.

Su forma de ser, que sea alegre y educada. Su cabello, porque si trata bien a su cabello se quiere a sí misma.

Guapa y dama.

A esa chica o a ese chico con la que empezamos a conversar no siempre le contamos nuestros sueños.

Prefiero no contarles, pueden ir a comentarlo al colegio, y ellos pueden pensar “si es una boba” y después él te llama y te dice “mira esto piensan mis amigos”, no estaré contigo porque mis amigos piensan esto de ti.

Se supone que estás con ella porque le tienes la confianza.

La primera impresión queda grabada en nuestra mente y es difícil de borrar, por eso es tan importante que sea buena. Es más fácil dar una buena impresión siendo como uno es, sin querer aparentar. Ser amable, mirar y sonreír, llevar ropa no escandalosa y oler bien.

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Tenemos que entender que los hombres y las mujeres son muy diferentes, por más que hoy se crea lo contrario. Hay que aprender, a veces con resbalones, a relacionarse con el otro sexo.

Piensa, ¿qué primera impresión das?

ESCOGER AL ENAMORADO

Generalmente uno se casa con alguien de su grupo de chicas y chicos, si uno está en un grupo desastre, uno se va a casar con un desastre. Por ello es tan importante salirse del grupo desastre, y, desde el primer enamorado o enamorada, escoger bien. ¿Cómo se escoge bien?

Chicas y chicos aconsejan cómo escoger bien.

Mi mamá siempre me ha tratado de inculcar el guardarme para mi esposo y que Dios tiene un hombre guardado para mí. Mi gran sueño, mi anhelo, es tener un hombre temeroso de Dios, que se guarde para mí, no que haya salido con cien mil peladas.

Es ilógico que conozca a alguien hoy y el día de mañana termine siendo enamorada. Si no me conoce no me va a respetar.

Nos presentaron y de repente empezó a entrarme esa curiosidad de saber quién es. Empezamos a llamarnos y de la nada se te hace una necesidad, ya tienes con quien conversar, pasa rapidísimo.

Cuando te preguntan primero cómo estás, es el inicio de una larga conversación y empiezas a conocer a esa persona y a conversar y decirle cómo te sientes. Después lo buscas, no estás de babosa, pero ya se te hace indispensable, alguien a quien le importas.

Respetuosa, sincera, buen carácter.

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Que no se fije en lo físico sino en lo de adentro. Tiene que conocerlo primero, cómo es y que no sea vicioso. Que sea honesta, que anden juntos, que salgan, que nunca mienta y se digan todo.

Un chico con problemas, ¿va a cambiar?

El amor cambia, cuando se enamoran de verdad, porque son chicos que viven de fiesta en fiesta y después cambian.

Yo he cambiado. Cuando llega a un extremo puede cambiar, decir “ya basta” y cambia.

Pero es mejor andarse sobre seguro.

Allí es cuando yo digo “terminamos, y cuando cambies por mi amor, allí volvemos”.

Muchos tenemos enamorada o enamorado, o un chico o una chica que nos gusta. ¿Es alguien con quien nos casaríamos?

Puede que yo sea novia de él en la escuela y en el colegio, pero cuando crezca ya me voy a otro país.

A veces no conoces bien a ese chico, creemos que es mucho sólo porque nos besa.

No, porque después puedes conseguir otra. No, porque a medida que vamos creciendo vamos conociendo más gente.

Cuando decimos que no es el tipo de persona con la que nos casaríamos, tendríamos que pensar ¿por qué estoy amarrado?, porque terminamos casándonos con el tipo de chica o chico con que salimos y nos amarramos. Debemos escoger a quien tenga el perfil que queremos porque así se establece hábitos, y si el hábito es salir con chicas o chicos con los cuales no nos casaríamos, ese hábito se va a ir quedando. Si tenemos un enamorado con el que ni soñando pensaríamos en casarnos, ¿por qué lo tenemos?

Puede ser de capricho.

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Para que los otros digan “esa chica tiene enamorado”, “qué chévere”.

No nos gusta arriesgarnos, tal vez por comodidad buscamos lo más fácil.

No sabemos lo qué queremos aún, te das cuenta con el tiempo.

A esta chica le gusta un chico. El chico tiene sus problemas, pero como la chica diría: “es hermoso”. La chica dice: “sabes, me quiero amarrar con este chico”. Le advierten: “Pero si es un desastre, es terrible, no te conviene”. Esa chica, ¿se amarra a pesar de todo?

Al chico le gusta una chica, es guapa pero tiene sus problemas. Cuenta sus planes y le dicen: “estás loco, cómo te vas a enamorar de esa”. Ese chico, ¿se amarra a pesar de todo?

Hay muchos que no le cuentan a la mamá. Sí, porque esa es la persona que yo quiero y ya. Sí, porque no me importa lo que digan los demás, pregunto

para saber algo, pero ya pues, igual. Yo la amo y todo, son mis gustos, no los de otros.

Es una sugerencia, un consejo. Pregunto sólo por sacarme de duda, si me dice bien, chévere, si no igual, es mí pensar, es sólo por hablar.

Haría lo que yo quiera con tal de ser feliz, sin importar lo que me digan los otros.

El corazón tiene sus razones. Puede que te digan no te conviene y aún así te amarras. Es algo en lo que el consejo del adulto no es muy efectivo. Es algo en lo que uno mismo quiere tomar la decisión. Por eso es tan importante escoger bien y antes de entregar el corazón usar la cabeza, porque una vez que se entrega el corazón es difícil recuperarlo y duele mucho hacerlo.

Algunos sí escuchan el consejo.

Si mi mamá me dice “ese enamorado no te conviene”, es porque no me conviene.

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La persona que te da el consejo te conoce mejor y sabe si esa persona va para ti o no.

Uno tiene que tener la fortaleza de amarrarse bien. ¿Cómo se escoge bien?

Que primero lo conozca bien, que sepa cómo es para que después no se arrepienta.

A una amiga le gusta un chico, lo lleva conociendo un año y todavía no se amarran porque no se sienten preparados.

Una amiga se conoció con el novio en una fiesta y se amarró un mes después. Ya tienen tres meses, aunque tienen sus peleas y todo, les va muy bien.

Yo le diría que se amarre con quien cree que es su mejor amiga porque con ella puede ser abierto y él mismo.

El corazón no es buen consejero. Nos dejamos llevar por la emoción; maravilloso, pero no suficiente; indispensable, pero no suficiente. ¡Es tan difícil!

Por eso la primera vez que vemos a un chico o a una chica que nos cae requetebién, si no nos conviene, es mejor ni acercarse, porque el que se acerca al fuego se quema.

Supongamos que a nuestra hija o hijo les gusta alguien, pero ese alguien no le hace caso y viene donde nosotros, “mamá, papá, ¿qué debo hacer para que salga conmigo?”

Que primero sean buenos amigos y que le envíe cositas. Que un amigo le presente a esa chica y de allí que la invite a

un lugar. Que haga algo que le llame la atención.

Que le dé su amistad. Que tenga el valor de preguntarle por qué razón no lo toma en cuenta y que busque una amiga de ella para que le cuente qué le gusta.

¿Cómo actuaríamos si nuestro hijo o hija nos dice que se va a amarrar con un chico o chica que claramente no le conviene?

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Primero estar con calma, porque si me pongo histérica ella no me va a contar nada, después decirle los riesgos.

Decirle todo lo que pienso. directamente, pero si ella lo quiere de verdad yo no podría hacer nada.

No es bueno decirle todo abiertamente porque no te va a volver a decir nada, no va a tener la confianza para decirte lo que le pasa.

Sí, yo se lo diría por su bien, pero tampoco me opondría. Tiene que tomar su decisión porque los padres no siempre van a estar con ella y tiene que ir aprendiendo. Yo le diría no te conviene, pero es tú decisión y también que mida los resultados de su decisión.

Muchas veces no se da consejo porque igual siempre hacen lo que quieren.

Cuando dejamos que el corazón maneje nuestra vida nos va a tocar llorar. Sabiendo que el corazón no admite razones es necesario primero usar la cabeza y cuando sentimos que el corazón empieza a desbocarse hacia alguien que no nos conviene es mejor retroceder antes que sea demasiado tarde. No nos engañemos creyendo que vamos a tener la fortaleza de retroceder cuando hemos dejado que el corazón abra sus puertas.

Piensa, ¿cómo escoges a tu enamorado o enamorada?

MATRIMONIO

El hombre y la mujer cambian física y emocionalmente en el curso de los años, solamente un amor verdadero basado en un permanente conocimiento mutuo hace que se superen las dificultades del cambio, sin trastocar el amor y el compromiso. El matrimonio es un compromiso para siempre y es esa permanencia lo que le da sustento. Si nos casamos diciendo: “si no me va bien

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me divorcio”, con seguridad que me voy a divorciar, porque no haré el esfuerzo de acoplarme y solamente me interesará lo que me conviene.

Si quieres formar una familia tienes que escoger bien a la persona. Si son inmaduros no van a escoger a la persona que realmente quieren y por eso surgen los divorcios.

Es una decisión bien difícil decir “contigo para siempre”. No es “vivamos tres meses a ver si nos acostumbramos” o “me voy a casar sólo el civil, así se me hará más fácil divorciarme”. Uno debe decir “para siempre”, porque es el “para siempre” lo que da la fortaleza para seguir adelante. Es el compromiso definitivo, sin ese compromiso definitivo el matrimonio no sobrevive. Ese compromiso requiere madurez.

A mí me ha dicho mi papá que cuando me case tengo que pensarlo bien y cuando tenga mis hijos más todavía, porque si fracaso arruinaría mi vida y la de mis hijos, sólo por no escoger la persona correcta.

Si no tienes tu criterio definido para qué te vas a unir a otra persona.

Nadie da lo que no tiene, si no te amas a ti mismo no vas a amar a otra persona.

Si alguien no se siente seguro no puede compartir ese amor con otro.

En algún momento nos casaremos y formaremos un hogar. La mayor parte queremos casarnos alrededor de los veinticinco años. A más de treinta:

Muy viejo, después quieres jugar con tu hijo y tú “ay, hijo, me duele la espalda”.

Mentira porque mi papá tiene cincuenta y cinco, y sí juega.

Raro es el que no quiere hijos, la mayor parte queremos tener dos. Una chica quería tener siete:

¿Para qué tanto hijo? Pero le va a doler.

Algunos dicen que nunca se casarían.

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Tengo muchos problemas en mi vida y eso no está en mis planes, el matrimonio.

Por si llegas tarde aguantarte a tu mujer.

Todos hemos visto el sufrimiento de los hijos cuando el matrimonio se rompe y puede que hayamos sido testigos de las peleas entre las personas que más queremos. Como necesitamos que el matrimonio sea para toda la vida, importante es escoger bien. Uno escoge primero al enamorado y es por eso importante que, al escogerlo, tengamos claro el perfil de la chica o el chico con quien nos casaríamos.

Piensa, ¿te vas a casar o no?

MATRIMONIOS ROTOS

Muchos matrimonios no duran, cada día con más frecuencia se rompen, a lo que ayuda lo fácil que es divorciarse y la creciente aceptación social al divorcio. La separación y divorcio de los padres es terrible para los hijos.

Nosotros somos los que salimos más afectados porque obviamente queremos ver a mamá y a papá juntos en la casa. A mí siempre me han enseñado que si tú te vas con una persona y después con otra persona te vas a convertir en un desecho de otra persona porque vas recogiendo lo de los demás.

Mis padres son divorciados, puede ser por tanta pelea. Uno no puede tener hijos donde hay constantes peleas. Mi mamá me explicaba que sólo había peleas y caos, y que la mejor decisión era separarse.

Porque muchas veces no están de acuerdo en algo y para que nosotros no veamos que ellos se pelean y tienen

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discusiones se separan y creen que así a nosotros ya no nos va a afectar sino sólo a ellos y no es así.

Alrededor nuestro abundan los matrimonios que se rompen, marido y mujer que se separan o divorcian después de largos años de enfrentamientos o de creciente alejamiento, hasta que pasan a ser dos desconocidos. Nosotros aún no hemos vivido la experiencia del matrimonio, pero vemos sus fracasos por todas partes alrededor nuestro. ¿Por qué se rompen los matrimonios?

La falta de comunicación y la falta de cariño. Pierden la confianza entre ellos, no hay la comunicación que

había cuando se casaron. Se casan muy jóvenes, tienen un mal concepto del matrimonio, sólo diversión y en realidad es amarse, compartir, tener afecto entre los dos.

Si queremos casarnos debemos saber qué hace que matrimonios se rompan, para evitarlo. Vemos que pasa con matrimonios alrededor nuestro y nos damos cuenta que tantos se separan por mentiras, por infidelidad, por maltrato; se casan sin conocerse bien y se separan porque dizque se acabó el amor o nunca lo hubo, hubo tan sólo interés o pasión, y los hijos quedamos sufriendo. Hay matrimonios que se casan ya, en la práctica, divorciados.

No hay amor, porque no pasaron tiempo juntos o porque se enamoraron de la persona equivocada.

Nunca hubo esa base de amor y se desmoronó todo.

Se rompen por la mentira.

Porque hay personas que le ocultan cosas al otro, no son sinceros. Mi mami me dijo una vez que ella se casó queriendo a mi papá, pero después todo es diferente, no sé bien por qué.

No decirse la verdad, se mienten

Una cosa es ser novios, otra es estar casados. Muchos no se dan cuenta, o no se quieren dar cuenta de la diferencia y una vez casados ya es demasiado tarde. Si el matrimonio es para toda la vida tenemos que conocer a

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nuestra pareja muy bien para saber no solamente cómo es hoy sino cómo es probable que sea a futuro.

Chicas y chicos reflexionan sobre la diferencia

entre novios y esposos.

Porque se casan apresuradamente. De novios pasan dos o tres horas juntos y lo disfrutan mucho, pero es diferente convivir las veinticuatro horas.

Cuando son novios: “Uy, es lindo, me ama, me trae regalos”. No le ves los defectos sino sólo lo que te gusta. Cuando llegas al matrimonio, “uy, pero él ha sido así”. Nunca supiste los defectos de él cuando eran novios, sólo viste las cosas buenas y no las malas.

Se encerraron en ese amor y no pensaron en conocer a más gente.

Salgo con una chica y a los cinco meses me caso, pero es demasiado corto, se necesita más tiempo para conocer a alguien, cómo es, el modo de hacer sus cosas, cómo pasa el día.

Muchos son como: “me amarro y sé que algún día la llegaré a querer”, se casan y nunca sucedió. Cuando se casan no crecen, no han madurado lo suficiente.

La mayoría de las personas se casa por una ilusión o por la novedad del matrimonio, pero no hay nada de nada, simplemente se casaron por casarse.

Algunos creen que el matrimonio es un hotel.

Viene de la época de nuestros abuelos: “mi hijito, tú no planchas, no lavas, eso hacen las mujeres”, pero los tiempos han cambiado, educaron a nuestros papás en la forma antigua y creen que las mujeres tienen que trabajar como burro y no es así.

En el matrimonio el esposo llega a la casa, peor que a hotel. A la mujer “tráeme agua”, y ella le dice “ayúdame que estoy todo el día con mis hijos” y él sólo acostado. En el noviazgo muestran amor y no es lo mismo cuando se casan porque no han sentido amor verdadero.

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No cambiamos mucho, y cuando se espera que la chica o el chico cambien con el matrimonio, no pasa. Lo que no nos gustaba de ella o de él se hace más evidente cuando compartimos la vida y no solamente una salida al centro comercial. La comunicación permite el ajuste permanente, que crezcamos juntos, hablándonos y amándonos.

Cuando son novios son de una forma y cuando se casan de otra. Los chicos llevan flores, bombones, son románticos; la chica se arregla bien. Después ya nos decepcionamos. Él, “¿por qué no te arreglas?”; ella, “¿por qué no me regalas dulces?”. O cuando son novios se porta de mala forma y ella dice “bueno, puede que después cambie”, pero eso no pasa.

En el noviazgo te dicen: “voy a cambiar”, pero en el matrimonio reflejas como eres. El novio refleja lo que quiere que otra persona vea de él, pero en el matrimonio es lo que realmente es.

Se rompen por la infidelidad, porque la pareja olvida que el matrimonio es para siempre y lo cambia por un capricho momentáneo.

Otra mujer lo separa al papá, lo convence, por el dinero. Las parejas son infieles, entonces se divorcian.

Cuando lo único que ven es lo de afuera y se olvidan que lo de afuera es temporal.

No hay amor y se casan sólo porque la chica es linda, y no por los sentimientos para una buena relación.

Cuando se ha casado por lo de afuera al envejecer puede que se busque alguien más joven.

Los hombres se quieren divorciar porque la mujer ya está vieja y se van con una más joven.

Porque la mujer es fea o vieja, buscan una chica más joven, que hasta puede ser su hija o su nieta, y no ven las cosas bonitas que han pasado juntos.

Porque se casan demasiado jóvenes y no están preparados para la responsabilidad del matrimonio o

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creen que un embarazo no deseado requiere matrimonio inmediato. Creen que el matrimonio es la solución, por lo menos ante los que nos rodean, pero el matrimonio nunca es la solución si no hay un mutuo compromiso.

Mis papás se casaron por obligación, ella a los dieciséis y él a los diecisiete. Sólo porque ella no llegó a la casa, estaba de farra en casa de una amiga, ni siquiera estaba con él y al día siguiente la fueron a buscar y los hicieron casar.

Por embarazos no deseados. Porque cuando son jóvenes tienen a sus padres que los mantienen, y cuando se casan no les gustan las responsabilidades y quieren volver a donde sus padres.

Se separan por peleas, no comprenden que el éxito del matrimonio requiere que aceptemos nuestras diferencias y crezcamos como personas. Van a haber discusiones, peleas inclusive, y ellas no son malas mientras lleven a un mutuo ajuste.

Tienen diferente forma de ser y existen desacuerdos, a uno le gusta una cosa y a la otra, otra. Uno tiene un genio y el otro, otro, entonces chocan.

No se entienden, hay discusiones de dinero, porque están con otro o porque tienen hijos por allá, o a veces pensaban que iba a funcionar y por cosas de negocio o la familia se pelean y para no tener más problemas dicen “se acabó”.

Antes la división de tareas era clara. El marido iba a trabajar y la esposa se quedaba en casa. La mujer no tenía muchas alternativas ya que no estaba preparada para el mundo laboral y su destino era aguantar al marido, criar a los hijos y arreglar la casa. Hoy las mujeres se capacitan y trabajan fuera del hogar. El reparto de responsabilidades tiene que reajustarse.

La necesidad de trabajar puede llevar a que ya ni se vean ni se hablen.

Se termina porque hay falta de comunicación, porque no hablan, él va a trabajar todo el día, ella también trabaja, el hijo no los ve todo el día, se queda con la empleada. Cuando

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llegan, el niño como tiene miedo se pone como jamón en medio de los dos y rompe la intimidad que es parte del matrimonio, preguntarse cómo están, qué han hecho.

Antes de casarte tienes que conocer bien a la otra persona. A veces se casan y él tiene un lugar secreto y como no lo ha dicho, empiezan los problemas. No hay confianza y si no hay confianza no puede haber amor.

Se casó pensando en el dinero o el interés.

Se comprometieron por interés, no solamente económico sino social y al final no quieren a esa persona, sacaron provecho de todo lo que querían y se divorciaron.

La chica se casa con el chico por dinero y después ya se aburre, y para no tener más problemas se divorcian.

El matrimonio se convierte en una rutina y se separan por aburrimiento.

Se cansan de la rutina, del día a día. El hombre está trabajando, la mujer también y sólo siguen juntos para darle una buena imagen al hijo.

Porque no saben cómo manejar a sus hijos y se enfrentan por discrepancias sobre cómo educarlos, o la familia se mete.

Los hijos hacen algo, “dame permiso” y la mamá le da. Llega el esposo, “¿y por qué te saliste afuera?”, “porque mi mamá me dejó” y se empiezan a pelear.

La familia se mete, opina y también cuando uno se casa vienen los hijos y ella se preocupa más de los hijos y no le queda tiempo para la pareja.

Cuando se casan sin amor es muy difícil entenderse y vivir juntos.

Se casaron sólo por pasión y apresuradamente, y por una pelea ya se quieren separar, como que se cansan. Mis abuelitos pelean todo el tiempo, pero llevan cincuenta y cinco años de casados.

Por pugna de poderes.

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Porque a veces el esposo o la esposa quieren tener más autoridad en la relación.

Se separan por celos o por maltratos.

Se insultan y se tratan mal, desconfían entre ellos. Pelean por asuntos económicos, el esposo tiene un trabajo y

la esposa piensa que debe buscar otro mejor.

Para que un matrimonio sobreviva toda la vida hace falta pensarlo bien antes de casarse.

No es específicamente en el matrimonio, sino antes de casarse, porque el matrimonio es discernir bien, elegir bien a la mujer que de verdad amas para con ella estar seguro.

¿Qué consejo daríamos a un amigo cuyos padres están por separarse?

Que se trate de olvidar de lo que está pasando. Que no es el primero al que le pasa eso. Que recuerde los momentos felices que han pasado juntos.

El matrimonio es como una carrera de obstáculos y hay que reconocerlos para poder evitarlos. Vemos a tantos de nuestros amigos y compañeros con los matrimonios de sus padres rotos, por multitud de razones diferentes. Lo que no es diferente es el dolor que causa la separación producto de parejas que se casan, en la práctica, divorciadas.

Piensa, ¿qué hace que los matrimonios se rompan?

ESCOGER NUESTRA PAREJA

Cuando somos chicos nos toca escoger nuestra enamorada, pero cuando crecemos nos toca una decisión más difícil y permanente, escoger nuestra pareja. No tenemos experiencia personal en eso, pero observamos y

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concluimos. Nos damos cuenta que hay que escoger bien, porque nuestra vida será feliz en buena parte:

Por casarnos con la mujer o con el hombre que queremos.

Para escoger, primero, tenemos que conocernos. No es cuestión de amor a primera vista y ya empezamos a hablar de matrimonio. Más aún, no siempre el amor debe llevar al matrimonio.

Conocerlo, porque si yo voy caminando por allí, veo un chico “uy, qué guapo”, después soy su novia y me caso, no lo conozco, sólo lo vi pasar.

No te vas a casar con el primer enamorado, también tienes que conocer a su familia.

Tienes que llevar una relación si de verdad quieres buscar tu verdadera pareja. Tienes que estar con ella e ir viendo cualidades que te gustan, ir sacando los defectos y cuando veas el momento, y la conozcas plenamente, puedes ofrecerle matrimonio.

Pero ni aún así hay seguridad. Puede que nos mantengamos amarrados por la costumbre.

Mis padres estuvieron cinco años juntos, después se casaron, y se separaron igual, si cinco años no son suficientes, no sé cuántos.

Una vez que nos conozcamos tenemos que estar seguros de esa persona, ver si lo que vemos es realmente lo que hay adentro, o es solamente una máscara para atraernos, como la araña atrae a la mosca. No es sólo sentir mariposas.

Cuando estás frente a él sientes mariposas, se te eriza la piel. Si se va te sientes sola. Te hace sentir lo que otra persona no te hace sentir.

El primer enamorado te hace sentir eso, pero es ilusión.

¿Cómo se conoce bien los sentimientos de una persona?

Hablando.

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Otros creen que no hay nada que hacer, que las cartas están marcadas a favor de alguien a quien algún día encontraremos. ¿Y si no lo encontramos?

Ya está en el destino quien te va a venir en un momento de tu vida.

Un chico que sólo busca chicas que tengan un lindo cuerpo se va a terminar casando con una chica de lindo cuerpo, pero ese lindo cuerpo no va a durar para siempre. La chica que busca sólo chicos divertidos olvida que cuando pasen los años las vicisitudes de la vida puede que los hagan menos divertidos y que ya no quieran salir a bailar. ¿Qué debemos hacer para escoger bien, a alguien que nos acompañe toda la vida?

Debe haber respeto.

Que me respete, no importa el físico, tiene que ver con lo interior y la química que hay en la pareja. Que me sepa valorar y no que siendo enamorado me grite porque cuando me case va a hacer lo mismo.

Uno nunca va a encontrar al hombre perfecto, siempre va a tener algo. Lo más importante es el respeto y la confianza. Su forma de ser, como es él conmigo, como es con su familia, con sus padres.

Lo que abarca una sola palabra es el respeto, porque si la amas le vas a hablar con la verdad. No le puedes esconder algo a tu novia porque le estás faltando al respeto.

Con una mujer que se de cuenta si tú estás mal, que te ayude.

Una chica o chico enfrentado a su familia, ¿va a ser una buena pareja?

Lo principal es que tenga buena relación con su familia porque si no la tiene, ¿cómo va a tener una buena relación conmigo?

Los canales entre los dos deben estar abiertos y cada uno debe tratar al otro con honestidad.

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Si tú no le hablas con lo que en verdad sientes esa persona se va a terminar dando cuenta y termina la relación.

Una chica que sepa amar, que yo sienta su amor y que yo la quiera. Que sea respetuosa con los demás y conmigo, honesta y me quiera.

Decir que sea una buena persona es decir mucho, si vamos a compartir con alguien toda la vida lo menos que debemos buscar es que sea una buena persona, pero no aburrida.

Que sea alocado, que quiera cosas diferentes. Que sea buena persona, que sea humilde, sencillo, que no

sea alocado. Que no sea machista, que sea fiel.

Que en los momentos difíciles que vive la pareja, en los problemas, sea buena conmigo. Y que sea preparada porque es importante en este mundo estar preparada.

Que sea una persona que no sólo busque divertirse, que sea tranquila y seria, pero no aburrida.

Queremos una pareja temerosa de Dios.

Ver si tiene a Dios en su corazón, para que sea una persona buena y sana.

Un hombre temeroso de Dios que me respete y que me ame como yo lo voy a amar a él. Amor es una entrega total. Una buena comunicación porque así podemos compartir ideas, lo que queremos hacer.

Tampoco hay que exagerar.

De lo que he escuchado todos quieren un monje, un man que no vaya a fiestas, yo sí soy creyente, pero voy a fiestas.

El buscar una pareja tiene mucho que ver con nuestros sueños en la vida. Tiene que ser alguien con quien podamos compartirlos. Si mi sueño es viajar no puedo buscar una pareja que tiene pavor a los aviones, si es ser político, no me conviene una pareja que no pueda soportar las frecuentas ausencias y desengaños de la política. Para quien no tiene sueños le es fácil encontrar

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pareja, pero le es más difícil forjar lazos permanentes basados en intereses comunes de largo aliento.

Piensa, ¿cómo vas a escoger a tu pareja?

EL AMOR

Cuando llega el amor uno lo reconoce. Cuando nos preguntamos, ¿qué es el amor?, se nos hace difícil contestar.

Es lo máximo, rompe barreras, a nuestra edad lo confundimos con ilusión. Unas dicen “lo amé como no tienes idea” y después aman a otro y dicen “no era amor, era ilusión”.

Tiene cuatro letras, cae del cielo, pero para que caiga del cielo tienes que buscarlo porque va a haber un momento que Dios te lo va a dar.

Algunos dicen que es un sentimiento.

En un sentimiento muy bello que llega a ti cuando menos lo esperas. Pasa todas las barreras. El amor no sólo implica amar o sentir algo por otro, sino que busca su felicidad.

En el amor están todos los valores, la comprensión, la solidaridad, la ayuda, está todo donde hay amor. Sólo lo sentimos, no sé cómo, pero allí está, algo aquí en el estómago, es increíble.

Es pensar en alguien, querer siempre lo mejor para alguien, estar feliz sólo con el hecho de que está a lado tuyo o se acerca a ti, o te habla, como que se te ilumina el mundo. Estás feliz.

Es compartir y hasta dar la vida por el otro.

Es compartir con esa persona, quererla más que a ti mismo. Si lo amo, estoy dispuesta a morir por él.

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Otros dicen que el amor está en los detalles pero ¡cuidado confundimos a la persona con los detalles y cuando los detalles se van nos quedamos sin nada!

El amor son todos esos detalles que te hacen sentir que estas en otro mundo, en un lugar público te olvidas de los otros. Tal vez se confunde con ilusión, pero la ilusión dura poco, el amor es algo que te hace sentir bien contigo misma, te hace sentir cosas que nunca pensaste sentir.

Otros no confían en el amor entre parejas.

El amor hacia otra persona no existe, sino sólo de padres a hijos o de hijos a padres, sólo ese es un amor puro y sano y lo otro se acaba, si están juntos es por costumbre, se acaba.

Al amor se nos hace difícil definirlo pero lo reconocemos cuando llega. Tal vez la mejor definición es eso de que “el corazón hace pum pum”. A veces llega alegre y confiado, a veces llega con sufrimiento, llega “con los pies ensangrentados”.

Llegue como llegue es el sustento de la vida en pareja, es lo que nos hace ver más allá de problemas coyunturales, porque nos damos cuenta que dejar ese amor es dejar parte de uno. Es indispensable para casarnos pero no es suficiente, tiene que ser balanceado con razón, paciencia.

Piensa, ¿qué es el amor?

Nuestros sueños aterrizados son la manera de ganarnos la vida y esa vida, para ser completa, necesita una pareja. Para identificar nuestro sueño, aterrizarlo y escoger una pareja necesitamos aprender a perseverar.

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PERSEVERAR

Hemos visto cuán importante es tener un sueño, un

sueño grande que dé razón a nuestras vidas y hemos visto que ese sueño tiene finalmente que concretarse en cómo ganarnos la vida y en cómo formar un hogar. Para hacer eso realidad tenemos que remar en la dirección correcta, contra viento y marea, para eso necesitamos perseverar y para perseverar necesitamos fortaleza.

En la vida diaria hacemos la mayor parte de las cosas en forma espontánea, sin meditar detenidamente sobre cada paso que damos; el ciempiés se volvería loco si pensase cada vez que tiene que avanzar un pie. Sin embargo, no todas las decisiones pueden ser espontáneas. Algunas decisiones, las más importantes, requieren reflexión y luego coraje para hacer lo que tenemos que hacer, para enfrentar al resto si hace falta.

Que no se deje influenciar de las demás personas. Si fueran verdaderos amigos no se reirían pero también tienes que ver su punto de vista.

Uno se fija un rumbo y uno tiene que ser perseverante, no dejarse derrumbar. Uno va a encontrar competencia siempre y más aún en la vida laboral.

Para tener ese coraje se requiere personalidad propia, indispensable para no ser arrastrado por el resto.

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Si quiero hacer realidad mi sueño tengo que tener mi personalidad formada.

Hace falta tener resistencia para soportar las adversidades y lograr lo que uno sueña, no siempre con mucha claridad. Hace falta perseverar, guiado por parámetros fijados por uno mismo, porque ¿quién si no va a fijar nuestros parámetros?, ¿nuestros vecinos?

La mayoría tiene miedo a que las personas la critiquen pero eso no es importante porque cada uno debe vivir su vida, si los demás te apoyan bien y si no también, no tienes que sufrir.

Hace falta perseverancia para obrar valerosamente y para sobrellevar las contrariedades de la vida. En la lucha para perseverar tenemos que permanecer coherentes con nuestros propios principios, y soportar ofensas y ataques injustos de gente que tal vez nos quiera bien pero no nos comprende.

No sólo fijarse en el fracaso, porque también de los fracasos aprendemos. Hay que tratar de salir adelante y hacerlo mucho mejor.

Una vez que hayamos escogido tenemos que meditar sobre por qué no siempre hacemos lo que hemos escogido. Hay que fortalecer el carácter para hacerlo, hay que perder el miedo a los demás. Como se pela una cebolla, y aunque nos haga llorar, hay que descubrir lo que hace que nos echemos para atrás.

Hace falta fortaleza no solamente para hacer lo que hemos escogido, sino para hacer lo que está bien. Toda chica y chico sabe lo que está bien y lo que está mal, lo difícil es tener la fortaleza de carácter para escoger lo que está bien.

Cuantas cosas empezamos y no terminamos, muchas veces por temor a lo desconocido. Recordemos que para alcanzar algo que nunca has tenido tendrás que hacer algo que nunca has hecho. Si queremos continuar en la rutina diaria y eso nos satisface, pues sigamos con ella, pero reconozcámosla como lo que es, la rutina diaria.

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Muchas cosas en nuestras vidas las hemos empezado con gran entusiasmo para dejarlas después. A veces esas cosas fueron un capricho y el capricho se va. Ayuda el escuchar las opiniones de otros o a uno mismo, para asegurarnos de que no es un capricho.

Recurro a la persona que pienso que me va a ayudar y le digo todo lo que me pasa para que me aconseje.

Confiar en mí mismo.

¿Y cómo lo haces?

Me siento, escucho música y allí lo hago.

Cada uno tiene su manera y tiene que encontrarla. Hay que descubrir cómo blindar nuestra naturaleza contra las tentaciones de lo fácil, de seguir a otros, de acomodarnos y olvidar los sueños. No es un propósito tomado apresuradamente después de la fiesta de fin de año, es un propósito que requiere primero conocer bien por qué no hacemos lo que queremos.

Descubrimos como perseverar iluminados por el don de la fortaleza. La vida sonríe a quienes descubren lo que quieren, han aprendido a ganarse la vida, han formado un hogar y perseveran.

NO HACEMOS LO QUE QUEREMOS

Una y otra vez no hacemos lo que queremos. Algo

nos detiene, como fuerte cable, que no nos deja mover. ¿Por qué no hacemos lo que queremos? Porque los

amigos nos critican, nos bajan el entusiasmo, se ríen o burlan de uno, también por vergüenza, temor a lo que piense el resto, a errar, nos dejamos arrastrar por los demás, nos detiene el miedo al fracaso. A menudo es simplemente por pereza o la falta de tiempo o porque se acaba el entusiasmo de hacerlo o la duda nos hace

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detenernos, puede ser cuestión de edad o de dinero. Todo ello se resume en falta de personalidad.

¿Por qué nos preocupa lo que piense el resto?, resto que a menudo tiene poco que ver con nosotros.

Hay metas que uno quiere llevar adelante pero los amigos piensan que no lo puedes hacer y se te baja el entusiasmo y uno dice “chuta, ahora ya mis metas se rompieron” y no sabes qué hacer, si escoger a tus amigos o la meta que uno quiere tomar.

Por el miedo al qué dirán. Queremos expresarnos nosotros mismos pero a su vez nos da temor porque no sabemos lo que van a pensar los demás de nosotros y ya no lo quieres hacer.

La gente empieza a decir que no es adecuado hacer lo que tú quieres, entonces empieza la vergüenza. Y a veces el miedo, el temor.

No hacemos lo que queremos por la burla de otros. Cuando somos chicos no estamos seguros de nosotros y nos molesta esa burla, nos hace sentir mal en nuestro grupo.

Se vayan a reír o vayan a decir algo malo de lo que hiciste. Piensen que eso es algo estúpido y las demás personas te

pueden criticar o hacerte quedar mal.

Vergüenza es la razón más común, algo como que nos encoge frente el resto, nos hace perder un palmo de estatura y, algunas veces, nos hace sentir como gelatina.

Tú lo quieres hacer pero cuando sabes que todo el mundo te va a ver te da vergüenza de lo que van a decir.

Nos da vergüenza y nos preocupamos del qué dirán.

Algunos no tienen vergüenza, en ciertas ocasiones por lo menos.

Yo, simplemente, no tengo vergüenza. A veces me da vergüenza y a veces no, depende con quienes

estás. Si estoy con personas desconocidas me da un poco, pero si estoy con amigos de confianza, no.

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Yo también más o menos, pero tú puedes darte fortaleza: “yo puedo seguir eso porque yo sé que puedo”.

Nos dejamos detener por los demás, por algunos que dentro de poco no volveremos a ver o por amigos que no son realmente amigos.

En ocasiones uno hace lo que hacen sus amigos para que ellos lo acepten en el grupo y si no haces lo que ellos quieren no te toman en cuenta más.

Por las críticas de la gente empezamos a dudar de nosotros mismos, de que sí lo podemos hacer y uno va perdiendo la fe en querer hacerlo, y como que ya no queremos.

¿Por qué uno quiere hacer lo que a los padres les parece mejor?

Porque hay que ser realistas. Si yo quiero ser una actriz, ¿cuántas personas tienen éxito siendo actrices?, entonces tengo que ver quién me daría dinero para sobrevivir.

Nos detiene el miedo al fracaso, nos quita las ganas de intentar. Sabemos que todos han fracasado muchas veces antes de lograr lo que quieren y racionalmente comprendemos que nosotros también fracasaremos muchas veces, pero, aún así, la posibilidad de fracasar nos amedranta.

Si yo tengo un sueño y le digo a las personas que quiero hacerlo y no lo hago, tengo vergüenza de mí misma. Me van a ver como una fracasada, como que se nos burlan de nuestros sueños.

La gente tiene miedo de que lo que hagan les salga mal y les es más cómodo hacer algo fácil.

A menudo es simplemente pereza. Es más fácil quedarnos sentados, sin hacer nada, mirando al mundo pasar. ¿Los deberes?, los hago mañana en el colegio; ¿disculparme ante el amigo que ofendí?, la semana que viene; ¿pensar sobre mi vida?, cuando tenga tiempo. La pereza es una especie de parálisis similar a la muerte, nos impide vivir.

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Porque a veces es muy largo el camino que hay que recorrer para llegar a esa meta y por la pereza uno no llega a cumplirla o queremos escoger otra cosa.

Por dormir. Porque nos cansamos, digo “más tarde”.

O puede que sea por falta de tiempo. Pero no es cierto. La gente ocupada siempre tiene tiempo porque ha aprendido a administrarlo, los que nunca tienen tiempo son los que solamente han aprendido a desperdiciarlo.

Yo tengo que hacer todo con horario, llego a casa, me cambio, bajo a almorzar, ayudo a mi hermana a hacer los deberes, tengo que desprenderla del internet, luego hago los deberes yo y estudio.

O porque se acaba el entusiasmo de hacerlo porque no lo tuvimos en suficiente grado desde el principio. Somos como carros que sólo tienen primera, arrancan con fuerza y luego queman el motor al acelerar duro.

Porque no hay entusiasmo, sólo al principio.

¿Por qué pierde uno el entusiasmo?

Uno se aburre, al principio hay emoción y después ya no.

La duda nos hace detenernos, producto de que no sabemos exactamente lo que queremos.

Hay gente que quiere hacer algo pero no está segura y por eso no lo hacemos, nos confundimos.

Porque quizá no sabemos cómo hacerlo. Porque casi no nos interesa y uno no toma mucho amor a eso o estamos inseguros de lo que queremos.

Por no ser nosotros mismos.

Podemos excusarnos diciendo que no tenemos la edad ni el dinero.

No tenemos edad suficiente. Por la plata, no hay billete. Que a veces en otros trabajos nos ofrecen más plata.

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Tenemos que preguntarnos si de todo lo anterior algo aplica a nosotros, para enfrentarlo. Todo ello: la crítica, la burla, la vergüenza, el temor a lo que piense el resto, a errar, el dejarnos arrastrar, la pereza y la falta de tiempo o el que se acaba el entusiasmo, o falta de años o de dinero lo hemos achacado a la falta de personalidad. Alguien con fuerte personalidad puede superar todas esas barreras. ¿Qué nos hace no desarrollarla para seguir nuestros sueños?

Chicas y chicos comentan sobre la falta de

personalidad

No tenemos el valor de hacer lo que queremos, no pensamos en nosotros sino en las demás personas y también por el miedo al qué dirán.

Nos limitamos muchas veces a hacer lo que es más fácil. Por costumbre de hacer lo que está mal aunque no te guste. No sabemos si está bien, o si lo hacemos y vemos que es

muy difícil ya lo dejamos allí. La gente no sigue sus sueños porque no tiene la valentía de seguirlos, la gente no enfrenta sus problemas, sus miedos y se queda con lo primero que le ofrecen.

Hacemos caso a lo que dicen las personas, debemos escoger lo que nos beneficia o nos interesa.

Te entusiasma de primero, pero luego por la familia, los amigos se te va yendo el entusiasmo. Me van a decir que nunca vas a llegar a donde tú quieres, como que me basurean.

En la vida no avanzamos, nos atascamos y no conseguimos lo que queremos por muchas razones que no son más que excusas. Por lo menos deberíamos tener la valentía de reconocerlas como excusas. Desenmascaradas, nos va a ser más fácil enfrentarlas y superarlas. Tenemos así que alimentar la fortaleza que nos ayude a perseverar. Para ello tenemos que preguntarnos, ¿cómo se persevera?

Piensa, ¿por qué no hago lo que quiero?

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CÓMO SE PERSEVERA

Si uno es como un picaflor, que hace un poquito de esto, un poquito de aquello, un poquito de lo de acá, un poquito de lo de allá, no va a ninguna parte. Da vueltas en círculo hasta que se marea y se queda sentado en la vida. En la vida tienen éxito los que perseveran, los que avanzan, aunque de vez en cuando tengan que dar marcha atrás, con experiencia ganada y visión aclarada.

¿Qué necesitamos para perseverar, qué nos hace falta para no desviarnos a cada rato, qué necesitamos para sacar buenas notas, para escoger bien a la enamorada, para escoger buenos amigos?

Hace falta desarrollar confianza.

Confiar en ti mismo y ponerle empeño. Tener el valor de seguir. Porque si vas por un camino y te vas a retractar mejor no lo hagas.

Teniendo una dirección. Respeto a nuestra capacidad.

Es posible adquirir esa confianza uno solo, pero para la mayoría de nosotros hace falta el apoyo de otros, como un bastón para cruzar las partes más abruptas del camino, lo que quiere decir que ese apoyo hay que buscarlo bien, no sea que nos falle a mitad de la ruta.

Con apoyo de alguien especial que tú sepas que siempre te va a apoyar, que te va a decir “cambia, sigue adelante, vamos”, alguien que te apoya, una persona que te aliente, que siempre esté allí para ti.

Con ayuda de tu familia, de tus amigos.

Si no tenemos confianza que vamos a lograr lo que queremos hemos perdido la batalla antes de comenzarla. El que vive asustado vive a medias.

Por otra parte, el apoyo de nuestros padres es hoy menor que antes, porque ambos trabajan y, sobre todo, porque el mundo está cambiando tan rápidamente que se les hace difícil avizorar el futuro y cuando pedimos consejo

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este se sustenta en experiencias pasadas que sólo nos sirven a medias.

Piensa, ¿cómo haces para perseverar?

NUESTRO APOYO

A más riesgosas y audaces sean nuestras decisiones más necesidad tendremos de confianza en nosotros, más nos va a ayudar el apoyo de otros y más difícil va a ser conseguirlo. Ese otros es diferente para cada uno y cada uno tiene que buscarlo. ¡Cuidado el apoyo llega al extremo de que los otros nos lleven a cuestas!

Hay apoyos que jamás nos fallan.

Dios y toda mi familia.

Para algunos ese apoyo está en los abuelos.

Era mi abuelo que ya falleció, él siempre me apoyaba, me ayudaba en las cosas que tenía que hacer, me defendía cuando me encontraba peleando con mi hermano, cuando tenía problemas.

Para otros son sus padres porque los conocen y les pueden dar los mejores consejos.

Siempre quieren lo mejor para mí, ellos me dicen que debo hacer o no, y así no me guste yo lo hago, porque son un ejemplo para mí. Si no les parece algo, tendría que pensarlo.

Haciendo que se sientan como yo me siento, que se pongan en mi zapato. Te van a aconsejar mejor si ellos se sienten como tú. Decirles mis problemas y contarles todo lo que me pasa y pedirles consejos.

Decirle a un miembro de mi familia que le tenga mucha confianza mi problema, porque somos de la misma sangre y él tuvo los mismos problemas que yo cuando era niño.

¿Cómo haces para que te ayuden?

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Me pongo enojada, cierro la puerta y grito, y después ellos me preguntan qué me pasa y les cuento. Me da coraje porque a veces están muy ocupados.

Contarles mis preocupaciones, como me siento y oír los consejos que ellos me dan, cómo debo actuar, cómo me debo sentir.

¿Y si te empiezan a contar cuando eran jóvenes?

Lo escucho, porque puede ser el mismo problema y me puede aconsejar.

Me pondría brava porque esperaba un consejo.

Para otros es el papá porque conversa con uno.

Es el único que conversa conmigo. Es profundo, si no está de acuerdo en algo me lo dice con cariño.

Siempre tiene respuesta para todas las preguntas que yo le hago.

Me comprende, me da consejo y paso más tiempo con él. Es un ejemplo para mí, se parte el lomo trabajando. Confío en él porque nos da un ejemplo de la vida cómo es realmente.

Y cuando te dice que no, ¿cómo te lo dice?

Que no está de acuerdo en eso, que no me va a apoyar y me da una explicación.

Para otros es la mamá porque es quien más está con uno.

Cuando no sé qué hacer me da consejo. A veces no estoy de acuerdo, pero tengo que pensarlo desde el punto de vista de ella, a ver si está en lo correcto.

Me conoce desde siempre. En cambio una mejor amiga no, porque son dos caminos juntos, tenemos la misma edad y tenemos el mismo pensar, una mamá ya ha vivido las cosas que estamos viviendo, tiene más experiencia.

Siempre está allí conmigo, con mi mamá converso más. Cuando llego del colegio me pregunta “¿cómo te va, qué te pasa?”

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Siempre ha tenido una respuesta para todo y si no me gusta lo que me dice tendría que pensarlo.

Y cuando quieres preguntarle, ¿cuál es tu estrategia?

Cuando está en la sala, le hablo en tercera persona como que le pasa a un amigo y me dice “no, te pasa a ti”.

Para otros son sus hermanos, por la experiencia que tienen del mundo de hoy.

Él ya ha vivido lo que yo estoy viviendo, como que me puede comprender más. Somos como uña y mugre, y sus consejos me han ayudado mucho.

Mi hermano mayor porque siempre mis padres no están y es él que me aconseja, la mayoría de las veces él tiene la razón, porque él ya ha pasado.

Otros dicen que no hay mejor apoyo que uno mismo, pero cuidado con engañarse y no querer hablar con otros porque, en el fondo, sabemos que lo que vamos a hacer es disparatado.

Uno mismo porque tú decides lo que quieres. Las otras personas te pueden apoyar, pero no decir al cien por ciento.

Sentarme sola en mi cuarto y ponerme a pensar sobre los valores que ustedes me han dado y escoger un buen camino, si está bien lo escribo, sentada en el piso.

Uno mismo es su apoyo, mejor que no te apoyen, tú mismo eres quien sigue tu camino.

Hay que estar preparado contra la crítica del resto. Esa crítica nos bajonea, nos tira al suelo, nos hace dudar. ¿Cuál es?

Chicas y chicos identifican la crítica del resto

Me preguntan por qué lo quiero hacer y me dicen “estás loca, estás mal”. Todo el mundo te dice “no, no vas a poder”.

“¡Qué vergüenza, yo ni te conozco si vas a hacer eso, qué horror!”, vas a quedar en ridículo”. Y tú dices “ya, entonces no lo voy a hacer”.

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Primero me quedan mirando y se ríen, y me preguntan si es broma o qué, y después, “que si yo voy a hacer eso la gente se va a reír de mí”.

Que pareceré bobo haciendo eso, un raro loquito. Te van a decir “no, no eres para eso” y tú piensas en lo que te dicen los demás.

Que doy vergüenza. Que no tiene futuro Que está mal, pero a mí me da igual, es lo que yo pienso, ellos ya están en su trabajo, pero yo quiero hacer algo que yo quiero, no lo que ellos quieren.

Queremos hacer algo, le decimos a un grupo de amigos y nos tiran al suelo, y dejamos de hacerlo. ¡Qué importante es tener la fortaleza para decir: “esto es lo que quiero hacer”! Claro que si uno tiene una idea tonta pronto se le van a quitar las ganas. También depende de a quién le preguntamos, si es a un vago que nunca va a hacer nada en la vida, le estamos preguntando a la persona equivocada. Es importante que alguien nos diga “chévere, adelante”. Pero el que nos aconseja tiene que tener nuestro respeto.

En la vida, para que nos vaya bien, tenemos que estar contentos con lo que hacemos. Si es algo que nos ha sido impuesto y con lo que no estamos de acuerdo, o algo que se nos ocurrió pero no lo hemos pensado mucho y no estamos seguros, no vamos a estar contentos. ¿Por qué sí estamos contentos con lo que hacemos?

Porque pienso las cosas antes de hacerlas. Porque sé que eso me gusta.

Cuando estamos haciendo lo que queremos hacer estamos contentos, como que la vida nos sonríe. Por más que estemos con problemas, con dificultades, nos sentimos bien.

¿Es importante escoger un camino y perseverar en ese camino?, ¿no es más fácil irse ajustando a las circunstancias, irse acomodando para no tener problemas? Las mujeres, si todas tienen falda rosada, yo también me pongo falda rosada. Los hombres, si todos

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tienen bigote, yo también uso bigote. Qué aconsejaríamos a nuestros hijos, ¿luchar por lo que quieren o dejarse llevar por la corriente?

Si tú quieres eso tienes que batallar para lograrlo. Hazlo, porque tú eres diferente, eres mejor.

¿A alguien le gustaría dejarse llevar por la corriente? Nadie quiere, pero la mayoría nos dejamos, ¿por qué no dejarse llevar?

Es como ser original, ser uno mismo, no dejarse llevar por el resto, por lo que hacen los otros, porque al final lo que uno hace se va a reflejar en el futuro mío, no del resto.

Uno tiene que tener personalidad para hacer cosas diferentes a lo que hacen los otros, no sólo seguirlos.

La vida sonríe a quienes tenemos la fortaleza de perseverar y para ello es indispensable buscar el mejor apoyo posible. Hay que estar seguros sobre qué y a quién vamos a pedir consejo o apoyo. Si no estamos seguros de lo que queremos el consejo va a ser poco preciso. Si estamos seguros pero vamos a la persona equivocada el consejo no nos va a ser de mucha utilidad. Un amigo, que es excelente para irnos de farra, puede que no sea el mejor para aconsejarnos sobre nuestra carrera o la chica que nos gusta. Si queremos escribir letras rojas, un lápiz azul no nos sirve, por más que sea muy elegante.

Piensa, ¿quién es tu principal apoyo para perseverar?

CONSEJO AL HIJO

Cuán difícil es dar consejos y nos quejamos de los padres. Un consejo podría ser que no escuchemos tanto al resto y que más bien nos observemos y busquemos buenos amigos.

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Preguntémonos, ¿qué consejos daríamos a nuestros propios hijos e hijas?

Yo le diría que no importa lo que piensen los amigos o el chico que le gusta, si ella sabe lo que quiere y si lo quiere que haga todo por lograrlo y que no le cuente a nadie, que lo haga por sí sola. Si sus amigos le comentan “no, eso es una locura” no les haga caso, que siga. Después cuando le pregunten ya no les cuente nada, que siga avanzando, porque tú sabes muy bien lo que tú querías hacer, pero no te tomaron en cuenta. Cuando seas grande, lo hayas logrado, y ellos después se enteren le van a decir “te felicito, llegaste a ser alguien”, “sí pero tú no me apoyaste desde el principio en mi sueño”.

“Bueno, ¿sabes qué hijo?, no les pares bola, sigue tu meta”. También simplemente que se busque otro grupo de amigos que lo acepten como es.

Si tu quieres tener una personalidad propia, una identidad propia, cómo actuar, lo tuyo, le digo “mira hijito tú tienes que ser tú, no puedes ser una copia de tus amigos”.

Allí me tengo que preguntar si los amigos que tengo son los amigos que debería tener. Puede que nos hayamos juntado con ellos porque era el grupo chévere donde todos querían estar, pero que no sean realmente nuestros amigos.

Se supone que el grupo de amigos que tiene es su grupo por siempre y no porque la anden criticando se va a apartar, sino que tiene que hablar y decirles que tienen que apoyarla en lo que piensa.

A veces uno escoge un grupo de amigos sólo por ser popular y uno no se fija si son verdaderos amigos, son bobos y prefieren andar con personas que no les apoyan.

Que no les preste atención y que trate de buscar personas que lo apoyen para que no se sienta mal.

Que sigan siendo sus amigos, pero que cuando lo critiquen no les preste atención.

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Sobre todo tenemos que estar seguros que eso es lo que queremos, si no lo estamos, ¿para qué enfrentar al resto?

Que no siempre le tendría que hacer caso a los demás, sino pensar por sí mismo y creer en lo que quiere hacer.

Que si eso es lo que en verdad quiere que lo siga sin importar lo que le digan los demás.

No solamente hay que tener personalidad, porque uno puede con su personalidad hacer disparates. Primero hay que tener sueños claros y estar seguro de que eso es lo que de verdad se quiere.

Piensa, ¿qué consejo darías a tus hijos para que perseveren?

EL MIEDO AL RESTO Y LA VERGÜENZA

Amigos se nos acercan y nos piden consejo, así como

nos acercamos nosotros y les damos consejo. No siempre son consejos sobre el rumbo de sus vidas, a menudo son sobre las barreras a las que se enfrentan. Nuestras respuestas pueden con facilidad herir al otro.

Chicas y chicos dicen qué aconsejar

Tienes que hacer lo que te gusta, pero viendo lo que vas a ser más adelante. Tú marcas tu propio futuro y lo que tú hagas ahora va a ser el reflejo de lo que hagas en el futuro.

A veces vas a fracasar, pero tienes que seguir tus sueños y seguir tus decisiones sin importar lo que digan los demás.

Yo le diría que ya está grande, que se porte como hombre y no se deje influenciar por los demás.

Que se vaya con ropa rota para que pierda el miedo al qué dirán. Porque de ley tiene que perder la vergüenza.

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Si tú quieres seguir un sueño siempre va a haber gente que te va a poner el pie para hacerte caer, pero siempre va a haber gente para apoyarte, los verdaderos amigos.

Si lográsemos superar la vergüenza nuestras vidas serían mucho más fáciles. Sería más fácil pedir ayuda y sobrellevar críticas y discrepancias. Si no tenemos fortaleza la ayuda que pedimos puede hacernos dudar.

Confiar en nosotros mismos y que no nos importe lo que dicen las otras personas, no pararle bola, decir, “sí podemos”.

Aceptarte como eres. Si yo creo en mí, digo “me gusta y me gusta” y casi no le hago caso a la gente.

Siguiendo lo que siente tu corazón, lo que crees correcto. Enfrentar los miedos y mandarlos para otro lado.

Supongamos que alguien se nos acerca y nos dice: “yo todo lo que empiezo lo abandono, ¿qué debo hacer?”.

Me pondría en su lugar y le diría que tenga fe en ella y que no se canse en medio camino.

Que empiece a cuestionarse qué pasaría si no terminase lo empezado.

Que piense si quiere ser alguien en la vida, que no sea un vagabundo.

Supongamos que hemos tomado una decisión con respecto a estudio, trabajo, enamorado, la que sea, ¿qué nos hace abandonar? No solamente es la crítica del resto sino porque aparecen mejores alternativas.

Porque ya no nos interesa mucho lo que queremos hacer y nos interesamos por otras cosas nuevas, mejores.

A veces suelen salir mejores cosas y uno lo piensa, “puede que esto sea mejor” o se da el caso que uno ya no puede seguir y se cansa, y ya no puede.

Supongamos que alguien que apreciamos nos dice sobre lo que queremos: “la verdad es que es algo difícil, no creo que te va a salir bien, allá tú, es tu vida, pero mi

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consejo como papá, mamá, mejor amigo es que no lo hagas”. ¿Lo hacemos?

Yo sí lo haría, porque eso es una opinión, la analizo, pero si es una cosa que realmente quiero hacer sí la hago aunque esa persona diga que no, pero si es una cosa sin importancia lo dejaría.

Yo haría lo que fuera mejor para mí, lo decido yo mismo. Si mis padres me dicen que no igual yo lo haría porque sé que aunque mis padres digan no igual voy a tener el apoyo de ellos.

Pero antes lo analizamos. Al fin y al cabo las opiniones de gente que nos aprecia y nos quiere no son opiniones que podemos descartar sin evaluar, no somos genios que sabemos de todo mejor que nadie.

Vería la opinión de cada persona y las consecuencias, y decido lo que es mejor para mí.

Debes probar si eso es lo que tú quieres porque si todo el mundo dice que no, es por algo.

Todos tenemos miedo de hacer lo que queremos hacer, ya sea por lo que dirán los demás, por el temor al fracaso. Preguntamos y nos dicen “no, no lo vas a lograr”. ¿Qué hacer? ¿Lo intentaríamos, a pesar de lo que me diga el resto?

Chicas y chicos dicen cómo recibir la opinión del

resto

Pensaría antes de actuar. Analizaría lo que está mal y bien. Si le pido consejo a alguien

y me dice que es una locura igual lo intento y si fracaso volvería y volvería, hasta que lo logre.

No tener miedo a nada, que arriesgue, porque si no se arriesga nunca se gana. Si fracasas ves qué hiciste mal y qué es lo que tienes que hacer para mejorar.

Perseverar, porque el que persevera alcanza. No los escuches, es lo que tú quieres aunque la vida te ponga tantas pruebas, si fracasas por lo menos lo intentaste, vas

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con la frente en alto, no es que ni siquiera lo intentaste. Si me quedo solo, me quedo.

Que uno tiene que seguir lo que quiere, no esperar a que los demás le digan lo que tiene que hacer.

¿Le contaríamos al enamorado o a la chica que nos gusta?

No, yo creo que uno tiene más vergüenza con el enamorado.

Le contaría pero no le pediría la opinión. No le preguntaría "¿amor qué te parece?”, sino “sabes, voy

a hacer tal cosa”, eso haría, pero no tendría vergüenza. No porque las mujeres cuentan todo a las amigas y ya pues.

También porque muchas de las conversaciones son superficiales. Para hablar de temas de vida hace falta cierto ambiente, es más complicado.

Es difícil tener fortaleza, ¡cuántas cosas hacen que nuestra fortaleza decaiga!

El paso inicial, imprescindible, para tener fortaleza es saber lo que se quiere. El saber lo que se quiere es como una cuerda al futuro que nos permite avanzar a pesar de los vientos contrarios.

Cuando no tenemos esa cuerda lo que ocurre es que esos vientos nos arrastran de un lado para otro y al final de la vida no hemos hecho otra cosa que dar vueltas, con nuestros sueños en el cajón. Nos ganaremos la vida según le convenga al resto y nos casaremos con quien las circunstancias nos ponga por delante. No habremos hecho realidad nuestros sueños, que en el tanto dar vueltas quizás ya habremos olvidado.

Piensa, ¿cómo superas el miedo, la vergüenza?

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CONOCERNOS

Para alcanzar nuestros sueños, para ganarnos la vida

bien, para encontrar nuestra pareja y formar un hogar, para perseverar, es indispensable conocernos. Conocernos no es fácil porque nos obliga a reconocer muchas cosas que no nos van a gustar, tales como nuestro carácter altanero o indeciso, o nuestro mal humor constante, obstáculos para el logro de nuestros sueños. Conocernos nos obliga a develar verdades sobre nosotros, y a tener que enfrentarlas.

En la vida es indispensable saber qué fortalezas tenemos. Así, también, qué debilidades. Es un proceso que nunca termina.

Cada uno se va descubriendo. Dentro de diez años uno descubre cosas que nunca había pensado que podía tener, pero decir que uno quiere conocerse por completo es como querer descifrar la humanidad que uno lleva adentro. Aunque uno pueda vivir para siempre, nunca terminaría de conocerse.

Podemos observar y analizar a través de un telescopio las lunas de Saturno y a través de un microscopio la sombra del electrón, pero nos es particularmente difícil hacer que ese ojo observador y

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crítico se vuelva hacia nosotros. Nos vemos a través de otros, y a través de los velos que colgamos alrededor nuestro para ocultarnos de nosotros mismos. Creemos saber cómo somos, pero no sabemos por qué somos así. Somos un misterio para nosotros. Tenemos que aprender cuáles son las palancas que hay que mover dentro de nosotros para cambiar, o para ver las cosas en una forma diferente.

Develar ese misterio es clave para lograr lo que nos hemos propuesto en la vida. Puedo soñar con ser un gran cantante de ópera pero si soy desentonado no lo voy a lograr, una chica baja puede soñar ser una gran basquetbolista pero no lo va a lograr. No es suficiente ser perseverante para alcanzar nuestros sueños, hace falta también tener la aptitud para alcanzarlos. ¿La tenemos? Para ello hace falta conocernos.

Para saber qué quiere hacer en la vida y conocer a los demás, uno tiene que conocerse a sí mismo.

Si una persona no se conoce no va a saber para qué exactamente tiene vocación.

Una vez que nos conozcamos podemos fijar los objetivos de nuestras vidas, objetivos realistas y ajustados a lo que somos. Sin engañarnos.

Algunos no quieren conocerse y prefieren pasar a ser dependientes de otros, la sombra de otros. Muchos adultos son las sombras de otros, algunos más dependientes que niños. Uno piensa que la gente mayor es más madura, pero no necesariamente es así. ¡Cuántos son esclavos de la moda! y esa esclavitud puede crecer en el curso de la vida.

Dicen “genio y figura hasta la sepultura”, con lo que se asevera que no cambiamos y que como nacemos, morimos. Sabemos que eso no es cierto, que en algo o mucho cambiamos, ya sea porque decidimos cambiar o por la presión de las circunstancias, o simplemente con el crecer y el luego envejecer.

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Desde pequeños no somos iguales, nuestras ideas cambian, nuestro comportamiento cambia y eso varía en las actitudes con las otras personas. Por ejemplo, si estoy con una amiga y viene otra persona nueva que no me conoce, yo voy a estar seria pero mi amiga me va a describir, “mira, ella es siempre risueña, le gusta estar con la gente”, y después la otra persona me va a ir conociendo.

Tratamos de cambiar al resto con más entusiasmo que tratamos de cambiar nosotros. Para cambiar no hay fuerza mayor que el ejemplo. Ser ejemplo para nosotros mismos es lo más difícil. Hay, pues, que empezar por uno mismo. Empezar por lo importante y también por los detalles, como es limpiar la pequeña mancha que hace que no se luzca nuestro vestido. Pequeñas manchas es lo más difícil de limpiar en nuestra manera de ser.

La vida es escoger lo que está bien, tener nuestros propios sueños y caminar hacia ellos, para lo que hace falta primero conocerse.

Analizando lo que está fallando. Verte a ti mismo, ver un defecto, buscarte. Estando sola, pensando, o con alguien.

Si no tienes confianza con los demás prefieres hacerlo por ti misma. A veces sí necesitas ayuda de otras personas, pero a veces son cosas para ti.

Reflexionar. Estoy en mi cuarto y me pongo a pensar lo que he hecho y así he descubierto bastantes cosas.

Tal vez mirarse frente al espejo y preguntarse uno mismo, y así encontrar una respuesta. ¿Por qué no probar?

Me pondría en un espejo a hablar conmigo mismo, las cosas buenas y malas, tengo que saberlo por mí mismo para conocerme mejor.

Es muy raro, decirte “hola, cómo estás”.

Es raro, pero a menudo es necesario. Vemos siempre las caras de nuestros amigos, pero no la nuestra, y ese problema que nos parecía terrible no es tan terrible

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cuando nos miramos la cara y, quizás, hasta nos echemos a reír de lo serios que estamos.

Es indispensable que nos preguntemos: ¿cuáles son las cosas que hago bien y cuáles las que hago mal? Saber cómo somos para identificar mejor qué oportunidades tenemos en la vida y qué amenazas, conocer en qué cosas nos puede ir mal. No son temas fáciles, son difíciles, pero son temas que hay que ir sembrando en nosotros para que florezcan las respuestas.

En la vida se nos abren puertas, llegan oportunidades. Alguien tiene un pariente en el exterior que le propone: “vente, estudia y luego te quedas con mi negocio porque yo no tengo hijos a quien dejárselo”. O vamos a una fiesta a la que no queríamos ir y en ella conocemos a la chica o al chico con que luego nos casamos. Se nos dan oportunidades de conocer gente, de conseguir un trabajo.

Cuando pensamos en nuestros hijos nos gustaría ayudarlos a encontrar esas oportunidades.

Me gustaría vivir con él cuando se gradúe, se enamore, qué quiere planificar y ayudarlo. Me gustaría apoyarlo hasta lo último, saber que está bien y poder morir después tranquilo.

Todos llevamos cruces a nuestras espaldas, algunas físicas, otras emocionales, que nos limitan en lo que nos gustaría hacer o nos obligan a hacer lo que en otras circunstancias hubiéramos preferido no tener que hacer.

Esas cruces son siempre dolorosas y en algunos momentos más evidentes que en otros, como cuando nuestros amigos están jugando en la playa y nuestra cojera nos impide unirnos a ellos, o cuando no nos dejan entrar a algún sitio por nuestra raza, o cuando la situación económica de nuestros padres nos impide seguir los estudios tan largamente soñados, o cuando una muchacha no muy atractiva se queda sin que la saquen a bailar.

Unos dicen a mí no me gusta mi piel, que mi cara es horrible y no se dan cuenta que Dios me ha dado una personalidad

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increíble, que nos tenemos que aceptar como somos. Hay quienes no tienen un brazo, una pierna y siguen adelante o a veces no tienen padres que los ayuden o apoyen. Nosotros que tenemos nuestros padres desaprovechamos la oportunidad que nos dan ellos.

Nuestra felicidad depende de cómo administramos esas cruces, de si las dejamos que nos limiten y amordacen, o si aprendemos a vivir con ellas, buscando desenvolvernos donde su efecto sea el menor posible.

Si no nos conocemos puede que empecemos en la vida por caminos que no nos van a llevar a ninguna parte. Tenemos, pues, que descubrir quiénes somos y cómo somos.

Aprendemos a conocernos iluminados por el don de la ciencia. La vida sonríe a quienes descubren lo que quieren, han aprendido a ganarse la vida, han formado un hogar, perseveran y se conocen.

NO ES FÁCIL CONOCERNOS

Conocernos no es fácil, nos obliga a mirar dentro de nosotros, generalmente en soledad. Nos obliga a descubrir cosas de nosotros que hubiésemos preferido mantener ocultas. Al conocernos encontraremos lo que podemos y queremos ser, para luego serlo, para hacerlo realidad.

Para saber lo que es importante en la vida, lo que uno quiere hacer o no hacer, para saber si somos.

Así conocemos lo que queremos, porque si no nunca vamos a saber cuáles son nuestros sueños y si no nos conocemos no vamos a ser felices.

Es importante conocernos para tener nuestro propio carácter y defender nuestros propios puntos de vista.

Para saber quién eres, qué buscas o para qué estás aquí.

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Si no sabemos cómo somos, ¿cómo podemos hacer realidad nuestros sueños? Podemos tener ante nosotros una herramienta sofisticada y de apariencia poderosa, pero si no tenemos el manual de instrucciones, ¿qué podemos hacer con ella? Tenemos que descifrar el manual de instrucciones de cada uno de nosotros. Tarea nada fácil pero imprescindible.

Nadie ama lo que no conoce, por eso mejor es conocernos para amarnos de verdad. Tenemos que saber cómo somos para decir “yo me amo como soy”.

Por ejemplo, si a mí me roban uno piensa cómo va a reaccionar, pero nunca lo sabes hasta que te pasa, en el momento, sólo allí sabes, entonces nunca terminas de conocerte.

Si uno no se conoce bien no puede expresar sus sentimientos, se siente como un desorden.

Si no nos conocemos no vamos a saber cómo actuar. Es como un deporte, si no lo conocemos no lo dominamos, no vamos a saber por qué camino ir, si no te conoces no vas a ser feliz.

Llegamos a la conclusión de que es importante conocernos, ahora tenemos que descubrir cómo conocernos, ¿qué hago para conocerme, cómo me conozco? Cada uno tiene que desarrollar ese manual de instrucciones para manejar su personalidad, trabajo que toma toda la vida. Nos conocemos decidiendo, nos conocemos actuando y reflexionando, aprendiendo de nuestros errores.

Al conocernos vamos a tener que aprender a cuadrar nuestra manera de actuar a los valores que queremos tener, a los valores que nos enseñan en casa. Es posible que encontremos que somos de naturaleza perezosa o egoísta o vanidosa, y que no queramos ser así. Al identificar lo que no queremos ser podemos esforzarnos por cambiar o por lo menos amortiguar nuestras características no deseables.

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Uno con el tiempo se llega a conocer. Por ejemplo si yo estoy rodeada de personas que les gusta tomar, si yo lo hago es porque mi personalidad es seguir a los demás, si no lo hago es porque yo hago lo que siento. Allí uno se da cuenta si es vulnerable.

Hay que tener tu propia personalidad, no arremedando a otros para ser otra persona.

Nadie se conoce en un vacío, no podemos develar las características de nuestra personalidad en un sillón. Nos conocemos actuando en la vida y con el tiempo, en situaciones reales y a través de los años, producto de observar lo que hemos hecho y reflexionar sobre ello. El conocimiento de nosotros no nos viene al azar, sin que lo hayamos conscientemente buscado.

De cómo reaccionamos nosotros en las situaciones que nos pasan día a día, ante los problemas.

Uno se llega a conocer cuando tiene que tomar una decisión, si escoges entre lo que es bueno o malo, allí llegas a conocerte.

Uno mismo, con el tiempo, se va conociendo. Viendo cómo eres, cómo actúas frente a las diferentes personas, si puedes tomar decisiones importantes. Uno forma su carácter y se conoce a sí mismo.

Viendo lo que nos gusta y lo que no nos gusta, lo que nos hace bien y lo que nos hace mal y viendo lo que las demás personas piensan de nosotros.

Después de haber actuado hace falta reflexionar, para confirmar que nuestro accionar tiene un propósito, un fin, una razón de ser. Con esa reflexión vamos descubriéndonos.

Chicas y chicos aconsejan cómo reflexionar

Reflexionando sobre las cosas que hacemos en la vida para conocernos cada día mejor. Así vamos descifrando cómo somos, lo bueno y lo malo, lo que nos gusta.

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Al finalizar el día ver qué es lo que hiciste, qué actividad dominaste, cómo reaccionaste con las situaciones, porque no todos los días son iguales, unos son felicidad, otros más difíciles. En mi cuarto hacerme esas preguntas y como el mundo es tan cambiante, tan complejo, en cada experiencia vas sabiendo. Cada noche ya acostada, pensar.

Reflexionando de las cosas que uno hace y pensando qué hago bien y qué hago mal. Lo hago en mi casa, salgo al patio en la noche, todo oscuro, con la luna, pongo una cancioncita y me pongo allí, bacancísimo.

Intentar conocerse a sí mismo es difícil. Empezar por saber qué cosas yo no soy, lo que queda eso eres tú, aunque cada año vas a cambiar un poco. Deberías tratar, en cada paso que das, ver por qué diste ese paso, ver por qué quisiste hacer eso.

Hay que aprender de nuestros errores. Es una labor que no termina nunca. Si la llevamos a cabo durante el curso de la vida iremos desarrollando una metodología para examinarnos y nos será cada día más fácil.

Cada vez que cometemos algún error nos vamos conociendo, porque a veces uno hace algo que no le salió bien y de ese error aprende. También hay que experimentar cosas nuevas, uno piensa que no lo puede hacer y después se da cuenta que sí lo puede hacer.

Te puedes conocer, pero tus pensamientos a futuro van a cambiar, uno nunca termina de formarse, siempre uno va a hacer cosas nuevas, nunca terminas de conocerte.

El que realmente aprende de sí es quien:

Siempre acepta sus errores y cuando comete un error siempre lo repara.

El conocimiento de uno surge de las experiencias que se tienen en la vida. El que vive sumergido en la rutina aprende menos de sí mismo que el que se arriesga a hacer cosas diferentes. En la piedra que se queda quieta crece moho que poco a poco va cubriendo la piedra hasta que ya

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no se la ve, la rutina la oculta. La piedra que rueda esta brillante y se la ve con claridad.

De acuerdo con las experiencias, lo que vamos viendo día a día, cómo reaccionamos con nuestros problemas, un día reaccionamos de una manera, otro día de otra.

Las personas nos ayudan, nos dicen “sabes que eso nos parece, eso no nos parece, esto puedes cambiar o esto no, esto te da buena imagen, puede ser”, llegará un momento en que uno diga “ah, ya hice esto” y no lo volveré a hacer.

Si uno fuese experimentando cosas nuevas cada día uno se sorprende y se va conociendo.

Aprender de mí mismo a través de las cosas buenas y malas, en lo que me equivoco y en lo bueno que hago. También cogiendo las cosas importantes que me dicen los demás, que yo vea que son ciertas, las cosas que pasan a diario.

Al irnos conociendo vamos a aprender cómo aplicar los valores que nos han enseñado a nuestras realidades, y no aplicar los del resto para caer bien. Si en casa no se nos ha enseñado valores no vamos a poder dar rumbo cierto a lo que vamos conociendo de nosotros.

Depende de lo que te enseñan en la casa, te enseñan lo que es bueno y malo y en la escuela también te enseñan valores, y los chicos tienen que experimentar. Se te van a presentar muchas tentaciones y vas a conocer tu actitud.

Queremos tener criterio propio, pero hay que aprovechar la opinión de otros sobre lo que hacemos y alimentar nuestro criterio con los comentarios de otros.

Viendo las opiniones de los demás, lo que ellos opinan de ti, pero que no seas influenciada.

Preguntarle a alguien cómo cree que yo soy.

Muchos no llegan nunca a conocerse. Prefieren adaptarse a las opiniones que otros tienen de ellos, ser camaleones para así no desentonar y caer bien en todo lugar. Eso parece más fácil, pero a la larga nos desorienta y nos angustia, ya que nuestras vidas estarán en las espaldas de otros que se mueven en direcciones que no

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siempre nos van a gustar, y poco podemos hacer, ya que les hemos cedido la capacidad de actuar. Para evitar esa desorientación y esa angustia tenemos que mirarnos y aprender lo que somos.

Piensa, ¿cómo te conoces?

MIS FORTALEZAS

¿Cómo nos describimos con una palabra? Las chicas dicen: osada, arriesgada, indecisa, impulsiva, original, inquieta, única, humilde, sabia, divertida. Los chicos dicen: distinto, cambiante, amigo, tranquilo, paciente, confiable, sincero, cargoso, cómico.

Cada uno de nosotros tiene algo de lo que estamos orgullosos y creemos que es una característica positiva en nosotros, ¿qué tenemos que es una fortaleza en nosotros? Para algunos, particularmente cuando se es muy joven, esa fortaleza esta en las actividades que uno hace bien. Las chicas dicen: “hacer deporte, tenis de mesa, atletismo, básquet, vóley, dibujar, chatear, farrear, bailar, hablar, ballet, pintar cuadros, diseñar mi ropa”. Los chicos dicen: “deporte, fútbol, tenis de mesa, vóley, ciclismo, básquet, ajedrez, la computadora”.

Tener a Dios es, sin duda, una gran fortaleza.

Mi fortaleza es Dios porque es la base de tu vida, sin él no puedes lograr nada, aunque creas que lo puedes lograr. Cuando tengo algo malo digo “Dios ayúdame” y le pido.

Algunos están orgullosos de ciertos rasgos físicos. La primera impresión que causamos tiene mucho que ver con rasgos físicos y, en general, con nuestra apariencia externa. Tenerla agradable es ciertamente una ventaja.

Mi capacidad de amar y mi nariz. Mi personalidad y mi apariencia. Mi sonrisa que doy en cada momento de mi vida.

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El color de mis labios, tengo ahí parte de mi abuelita. Mis cejas Mis ojos y que tengo una personalidad de loco. La labia, porque me ha mantenido en el colegio, me ha ayudado a justificar mis malas notas.

Pero sin duda es más importante lo que llevamos adentro, lo que pensamos. No es evidente a primera vista, pero es más duradero.

Saber lo que quiero, lo que a uno le gusta, lo que le atrae, lo consigo probando.

Pienso antes de tomar una decisión para no arrepentirme después.

Me gusta mi forma de pensar, por ejemplo cuando era más pequeña era como de una adulta, analizo todos los aspectos. Y me gusta siempre ganar, ser la mejor.

Otros ven su fortaleza en perseverar. Puede que tengamos flaquezas por dentro y por fuera, pero podemos superarlas haciendo énfasis en nuestras fortalezas, subrayándolas y perseverando en ellas, diciendo siempre “sí puedo”, y no darse por vencido desde el principio.

Siempre consigo lo que quiero y estoy allí, allí, hasta que consigo no paro. Lo cumplo porque lo cumplo.

Luchar por lo que quiero y no tener miedo a lo que digan. Ser arriesgada. A veces uno tiene miedo del fracaso.

Nunca me rindo pase lo que pase. No sirve de nada rendirse, me voy a quedar allí sin seguir adelante.

Ser seguro en lo que estoy haciendo, saber qué está bien y qué está mal.

Tomar buenas decisiones en la vida. Aunque a los otros no les guste, uno tiene que seguir por el buen camino.

Otros ven su fortaleza en ayudar a la gente. Puede que tengan flaquezas por dentro y por fuera, y que no sean muy perseverantes, pero si el resto los apoya y los empuja muchas debilidades pueden ser superadas. Crear intereses con muchos hace que cuando las cosas se tornan sombrías, tengamos mucha y buena compañía.

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Mi comprensión, porque siempre me abro a las personas y las escucho, que me cuenten sus secretos.

Mi manera de ser, cariñosa, ayudo a mis amigos, critico, pero en son de chiste, le veo el lado bueno a las cosas, el lado positivo.

Trato de ayudar a todas las personas, Ser solidario, me gusta ayudar. Prefiero quedarme sin nada y que ellos tengan.

Sé escuchar a las personas y las sé comprender.

A otros les gusta su manera de ser. ¡Ay del que no le gusta, porque tiene que vivir con ella todos los días! Mejor trate de cambiarla.

Ser mañosa. Mi honestidad.

Porque hago reír a la gente, me da gusto que toda la gente se ría por las payasadas que digo.

Yo admiro mi suerte porque estuve dos veces cerca de morir y estoy aquí todavía.

Si tengo un problema como que no me importa

Se dice: “a las oportunidades las pintan calvas”, lo que quiere decir que no es fácil agarrarlas, por lo que hay que:

Ser chispa, ser avispado, las oportunidades las vas a coger rápido.

Nuestras fortalezas por dentro y por fuera, nuestra perseverancia, nuestro deseo de ayudar, nuestra manera de ser son como ladrillos con los que vamos construyendo el edificio de nuestra personalidad, edificio diferente para cada uno. Cuando queremos construirlo con ladrillos ajenos sonaremos falsos, huecos. Revisar las fortalezas de otros nos ayuda a encontrar las nuestras.

Chicas y chicos enumeran sus fortalezas

No importa si me voy contra todo el mundo, defiendo mi forma de pensar, no me da vergüenza decirlo, digo las cosas y lucho por lo que quiero, todo lo que me propongo lo hago.

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Hago amigos, me encanta reír, no me amargo. Una gran auto estima, le pasan cosas malas igual sigue feliz. Si me equivoco en algo yo misma me digo “lo hiciste mal”. Respeto a las personas aunque no me respeten. Cuando tengo un problema trato de solucionarlo. Soy centrada, pongo las cosas en su sitio. Trato de ver las cosas de la forma que otros no las ven.

Constante. No dejo las cosas a medias. Para cumplir mis metas, lucho, salgo adelante, soy el mejor. No tengo vergüenza a nada. En algún problema, yo sí lo puedo arreglar sin ayuda. Digo las cosas de frente. Aguantar la tentación, tengo fuerza de voluntad. Que siempre quiero ganar, siempre salgo victorioso.

Otros dicen: mi rapidez, río por todo, mi gentileza, soy tranquila, mi paciencia, mi valentía, ser muy optimista, ser un buen amigo, aprovecho cada momento, reconocer mis errores, seguridad en lo que hago, la humildad que tengo, la fe.

¿Qué hace que uno se tropiece en el camino?

Los amigos.

Cuando buscamos cuáles son nuestras fortalezas tenemos que evitar lo que nos gustaría que fuera y no es. Podemos tratar de ocultar nuestras debilidades tras falsas fortalezas: “yo soy amiguero y simpático”, cuando es evidente que nadie me traga, pero lo digo para evitar enfrentar mi poca habilidad para hacer amigos.

El nombre define mucho lo que los padres aspiran de uno. Una de las maneras de entender a nuestros padres es preguntándoles por qué nos pusieron ese nombre. Hay nombres que tienen una historia detrás.

Así se llama mi mamá Mi nombre significa “rebelde como una cabra” y así soy yo.

Cuando yo nací había salido la película.

Piensa, ¿cuáles son tus fortalezas?

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MIS DEBILIDADES

Así como debemos estar conscientes de nuestras fortalezas debemos también estarlo de nuestras debilidades. Las debilidades son lo que nos atasca en nuestro camino. No siempre son críticas.

La pizza. Los chicos, me gustan mucho. Que las cosas no resultan como las planeo.

Hablar mucho. Irresponsable.

Otras veces sí pueden ser críticas.

Miedo al fracaso, a perder mi tiempo y mi dinero, el fracaso frente a mí mismo, a no lograr lo que yo quiero.

La falta de apoyo de mi familia. A veces dudo de lo que quiero hacer, voy a hacer algo y alguien me detiene.

No estar seguro.

Una debilidad común es empezar las cosas y dejarlas a medio camino. Nuestras vidas están llenas de desechos de lo que quisimos y descartamos porque nos aburrimos, porque nos dimos cuenta de que no era lo que queríamos, por temor, porque encontramos algo mejor. Los hombres y mujeres que alcanzan sus sueños son los que, luego de haber llegado a la conclusión de que no son caprichos pasajeros, los siguen hasta el final. Muchas veces tendremos dudas y cansancio, el seguir sueños no es un camino de sólo triunfos.

Cuando me propongo hacer algo estoy con todo el ánimo, pero después me aburro y no lo termino, y soy odiosa.

Me olvido de las cosas, de lo que me conviene. No esforzarme tanto como espero. Empiezo bien, acabo mal.

Uno se aburre rápido de las cosas y uno se cansa y las deja.

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Quizás peor es no querer ver, ser ciegos a lo que uno es, y escoger actividades para las que no tenemos aptitud, que nos fijan otros, o que nos ofrecen ilusiones pasajeras. Si no nos conocemos, ¿cómo escoger bien?

No quieren aceptar lo que son o lo que les pasa, piensan que están bien y en realidad están mal, y no quieren la ayuda de otra persona.

Creer todo lo que me digan. Me dicen algo y ya me lo creo.

Algunos somos insoportables, día tras día, año tras año. No nos podemos contener ni controlar, estamos en constante movimiento, hablando, chismorreando, riéndonos.

Chicas y chicos insoportables.

Me porto mal, le amarré los cordones del zapato a una compañera.

Conversar en clase, chismear, me da rabia con los profesores y les quiero pegar.

Cuando empiezo a molestar a una amiga sigo y sigo, y cuando no hay una maestra, el relajo.

Yo me río demasiado y los profesores me bajan punto y me dicen “deje de reírse”. Parezco dinamita.

Soy revoltosa, burlona y si alguien me pega le devuelvo el golpe. Mi mami me dice que parece que estoy poseída.

Me enojo con rapidez y lo que me hacen no lo olvido. Hablo mucho en clase, discuto con los profesores. Molesto, y me río y me río. Yo le busco el lado chistoso a todas las cosas.

Relajo todo el día, converso con compañeros y los distraigo. Nunca me han visto quieto, no puedo estar tranquilo, siempre tengo que hacer algo.

Relajoso, impaciente para esperar las cosas.

Cuando uno es chico tiene muchas cosas en la cabeza y cuando ellas se amontonan uno se distrae. Tenemos que ir aprendiendo a descartar, para que nuestro cerebro no se paralice.

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Sé que tengo que hacer los deberes pero no los hago por las distracciones.

Falta de concentración, no sigo las clases, me pongo a ver televisión y me distraigo.

Olvidarme de las cosas y no completar lo que comienzo. Me pongo un propósito para hacer algo y en el camino se me olvida y no lo cumplo. Hay muchas cosas en que pensar

Todo nos afecta, cualquier cosa que nos dicen creemos que nos quieren mal, nos dejamos influenciar totalmente por nuestros amigos, lloramos por cualquier cosa.

Yo me quejo por todo lo que me dicen, lo que sea. Me afecta mucho lo que dicen, si alguien me dice “hoy

pintaste horrible” ya me afecta, no debería afectarme tanto. Soy muy sensible, cualquier cosa me afecta y comienzo a

llorar, soy muy sentimental, soy un mar de llanto.

La pereza es la reina de las debilidades. Nos lleva al no hacer, al no experimentar, al dejarnos llevar por la corriente. La pereza hace que nuestras cualidades vayan poco a poco perdiendo el filo, que nos quedemos como dormidos en la vida, que ya ni siquiera la veamos pasar.

Soy perezoso, voy a hacer la tarea pero veo el cuaderno y ya lo hago mañana.

Me da aburrimiento y me acuesto a dormir.

Para otros su debilidad es su mal carácter, que aleja a amigos y familiares y, finalmente, a él mismo.

No me controlo cuando me molestan, a mi hermano una vez lo mordí y le dejé la marca de los breaker.

No pienso para hablar y hiero mucho a las personas. Peleo con mis amigas porque siempre quiero tener la razón. Le contesto a mi mamá, soy muy contestona.

Me peleo frente a los profesores. Me exalto demasiado rápido, no puedo tranquilizarme. Me enojo muy rápido y soy muy fosforito, camareta.

No a todos les tengo paciencia.

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La timidez no se queda atrás.

Se me hace difícil hacer amigos. Soy recontra que tímida con los chicos y con el resto.

Soy muy nerviosa.

Ser desobediente, a veces por gusto, nos trae dificultades. Si queremos expresar nuestra personalidad hay tantas formas mejores de hacerlo. Nos negamos a hacer lo que tenemos que hacer solamente porque alguien nos dice que lo hagamos.

No soy obediente, no hago caso cuando me dicen algo. Desobediente con todos.

Así como la pereza nos hace ver al mundo pasar sin inmutarnos, la vergüenza nos hace escondernos en nosotros.

La vergüenza, quiero hacer algo y me cierro y después de que otro lo hace lo hago yo. Soy poco sociable con la gente porque me da vergüenza.

Cuando te le vas a declarar a una chica y todas las amigas están alrededor y se burlan.

A veces las mujeres no entienden lo que les vamos a decir “que eres bonita” y siempre se andan burlando.

¡Somos tan influenciables!

No confío en los hombres. Me dejo llevar muy fácilmente.

¡Hay tantas debilidades más!, y vale la pena enumerarlas para identificar las nuestras. No son todas, podría haber páginas y páginas de ellas.

Chicas y chicos enumeran sus debilidades

Le tengo miedo a muchas cosas, tengo que dormir con la luz prendida, la puerta abierta.

Digo malas palabras por todo. Soy impaciente, soberbia, rebelde, malcriada. No tengo paciencia, si le explico a una amiga y no me

entiende a la primera, se fregó.

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Me afectan los problemas que tienen los demás. Soy demasiado analítica, pienso demasiado las cosas antes

de decirlas o hacerlas. Me estreso demasiado y he llegado a hacer sentir mal a mis

amigos. No me gusta escuchar a las personas mayores. Cuando algo no me sale como yo quiero me enojo. Mi genio y no poder perdonar. Cuando alguien me hace algo no lo puedo olvidar. Cuando estoy enojada y me dicen algo yo quedo mirando

bien mal y hasta lastimo a las personas. Miedo a quedarme solo. Mi que me importismo, mi papá me reta. Cada vez que me retan hago lo imposible para salir ganando. Si me dicen: “vaya a su grado”, no voy.

Muy manipulador, si me toca hacerme la víctima, me hago. No siempre escucho. No hago caso a lo que los demás me dicen.

Respondón e impulsivo.

Algunos dicen no tener debilidades o no las quieren buscar a fondo.

No encuentro mi debilidad, de ley que debo tener una o dos, pero no la encuentro.

Hay debilidades que han destruido vidas.

Un futbolista que ya se jubiló, está viejo y no estudió para otra cosa, sólo jugar fútbol.

Mi tío soñaba con ser abogado pero alguien lo bloqueó. Unos amigos lo invitaron a tomar y al primer trago se hizo alcohólico, y se le fregó la vida.

Alguien que era un buen empresario conoció la droga y terminó en las calles.

¿Cuál es la principal tentación? Cuando tenemos trece años:

Los chicos, empiezas a descuidarte por pensar en el chico que te gusta.

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Las chicas. Ver a la chica que le gusta.

Es además el internet, pero no para todos.

Para mí más importante es el teléfono porque si tengo un teléfono puedo hablar con la chica. Si por internet le envías un mensaje puedes estar hablando con la chica que no quieres. Tú no sabes quién está atrás.

Las debilidades son grandes y pequeñas, y todas nos pueden detener en el camino. Si no las reconocemos como tales, ¿cómo vamos a enfrentarlas? La dificultad no es tanto reconocerlas sino tratar de evitarlas. ¿Cómo evito la vergüenza o la timidez? ¿Cómo dejo de molestar a ese que está como que pidiendo que lo molesten?

El primer paso es ir a través de la larga lista de debilidades enumeradas antes y con honestidad señalar cuáles son las de cada uno. El siguiente paso es visitar a varias personas que nos quieren bien y preguntarles cuáles son esas debilidades. El tercer paso es decidir, finalmente, cuáles son las debilidades críticas que debo superar.

Piensa, ¿cuáles son tus debilidades?

VERGÜENZA

La vergüenza es la principal barrera para abrirnos al mundo y mostrar nuestra personalidad propia.

¡Qué van a hablar de nosotros!

Nos da esa risa nerviosa, tan ridícula, pero imposible de parar, o nos ponemos rojas y cuando nos lo comentan nos ponemos más rojas todavía. Hay muchas cosas que nos gustaría hacer y que podríamos hacer, pero que no las hacemos por la vergüenza. ¿Por qué?

Por lo que los demás vayan a pensar de nosotros. A uno lo hacen pasar por ridículo y uno se siente mal porque

como que se le baja la auto estima.

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Queremos causar una buena primera impresión.

Tenemos vergüenza de tantas cosas y no sabemos por qué. Razonamos y concluimos que no se justifica tener esas vergüenzas pero cuando llega el momento son superiores a nuestras fuerzas.

Chicas y chicos cuentan sus vergüenzas.

De hablar en público. De que todo el mundo me mire. Me sacan a la pizarra y me

olvido de todo. Quieres hablar con una persona y esa persona te queda

mirando y no puedes hablar nada. De lo que piensa la gente de ti, tú haces algo y tienes miedo

de sus pensamientos, de sus críticas. De subirme a un escenario y delante de las personas. Cuando te presenta algún amigo a una chica. De conocer gente nueva. Tratas de decir lo que piensas y te equivocas o trabas.

Pero no todos, algunos no tienen vergüenza o se la aguantan, son afortunados, tenemos que preguntarles qué hacen y observarlos.

Yo soy una niña que no tiene vergüenza de nada. A mí no me da vergüenza de casi nada porque estoy segura

de mí misma. Vivo mi personalidad, no me importa lo que digan los

demás. Vivo mi vida.

¿Qué consejo daríamos para no tener vergüenza?

Las otras personas también son seres humanos y han pasado por eso, que haga de cuenta que no están allí.

Son personas como nosotros, no de otro mundo, algún día estarán como tú, tienes que sentirte bien.

Hacer como que no hay nadie o pensar como que son tus amigos.

Siendo sinvergüenza.

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Otro consejo sería enfrentando la vergüenza abiertamente. Como a todos nos pasa lo mismo ese reconocimiento hace que se nos faciliten las cosas.

Tal vez poco a poco, con la experiencia y con lo que te va pasando vas perdiendo la vergüenza, y te haces más seguro de ti mismo.

Cuando somos chicos nos da una risita nerviosa que no podemos parar y a más esfuerzos hacemos más nos reímos. Es así desde niños hasta que nos graduamos del colegio y para algunos aún más allá. ¿Qué técnica exitosa tenemos para evitar reírnos?

Pensar en otra cosa, en algo serio que no te haga gracia. La respiración, uno se tapa la nariz y para de reírse.

Mi hermana se ahogó haciendo eso. Concentrarse, no pensar nada, tranquilizarse, no mirar al que te hizo reír.

Cerrar la boca y tratar de bajar la mirada. Aguantar uno la risa en la garganta.

Es bien difícil. Y ponerse roja es peor todavía. Dicen que las chicas que se ponen rojas tienen un gran corazón y son buenas esposas.

Piensa, ¿cuándo te da vergüenza?

AYUDA PARA CONOCERNOS

Hablar con otros y preguntarles cómo somos, ayuda. Aunque no siempre, porque como a menudo llevamos una careta puesta para ocultar nuestra personalidad, los otros pueden no conocernos bien. Solamente los que conviven con nosotros, nuestros padres y hermanos, puede que vean a través de esa careta. Y aún así, puede que no.

Podemos tratar de conocernos solos.

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Con nadie, con uno mismo, porque usualmente los papás no entienden, mi papá si yo le pregunto me habla disparado; mi mamá a cualquier cosa que le pregunto: “ah, eso es perfecto”; mi abuela me sale con unos refranes y en mis amigos no creo.

Conmigo mismo porque no tengo a nadie con quien conversar. Mi hermano no me responde; mi mamá sólo pasa trabajando y con mi padre, no.

Pero sí ayuda hablar con otros. Algunos se sienten a gusto hablando con Dios.

Con Dios, yo rezo y hablo con él.

Muchas veces los abuelos tienen más tiempo para hablar de estas cosas. Los padres pasan corriendo de un lado a otro.

Mi abuelita es como mi segunda madre, me entendería. Mi abuela vivió en el campo cuando era pequeña y allá la gente pasa por tiempos más difíciles y sabe cómo superar los problemas.

(mi abuelo) es el único con quien puedo hablar de mi familia. Además vivieron épocas muy difíciles, no como acá que hay de todo, tienen experiencia.

Otros prefieren hacerlo con los padres.

Me conocen de toda la vida, saben cómo soy, si tengo un problema ellos se dan cuenta, “¿qué te pasa?”, “no ya estoy bien”, pero saben que estoy mal, saben lo que me gusta y no me gusta.

Nuestro papá nos conoce de siempre y nos ama. Para los hombres es alguien con quien compartir experiencias y sacar consejos útiles, no interesados.

Aunque es un poco bravo sé que si tengo un problema va a dejar su enojo a un lado y me va a escuchar atentamente.

Me vio nacer y me quiere, siempre me va a aconsejar bien. Ha pasado lo mismo que yo y es hombre. Puede saber lo que yo siento, todo. Yo le digo: “papi, hablemos”. Nos

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comprendemos el uno al otro. Es muy sabio y siempre me aconseja.

Es mi mejor amigo. Le gusta lo que a mí me gusta, ha pasado por cosas que yo he pasado. Me pregunta qué me pasa y me dice “ah, a mí me pasó lo mismo y yo hice esto y esto” y lo aplico y me da buenos resultados.

Nuestra mamá nos conoce de siempre y nos ama. Para las mujeres es alguien con quien compartir experiencias y sacar consejos útiles, no interesados.

Yo soy de las que se queda todas las tardes en la casa sola pero igual sí tengo a mi mamá que aunque llega cansada en la noche, conversa conmigo, tiene tiempo para mí.

Le tengo mucha confianza, le cuento todo, ella dice “yo también fui pollo para ser gallina”.

Ha pasado por lo que yo he pasado, vivió lo mismo. Siente lo que yo siento. Como salí de ella, me conoce de toda la vida, va a estar allí hasta que yo resuelva mi problema.

Ella sabe todo lo que me gusta o no me gusta. Mis amigos la miran como psicóloga, que les ayuda a solucionar sus problemas.

Con otros:

Con mis hermanas mayores porque ya han pasado por lo que yo estoy pasando.

Con mi hermano mayor. Salimos, hablamos y me ha dicho cosas.

Otras veces hablaríamos con varios. Nuestros problemas e inquietudes son una gama que requiere la opinión de muchos, eso sí, tenemos que asegurarnos que no preguntamos a la persona equivocada, porque ese consejo no nos va a servir y más bien nos va a hacer daño.

Hablaría con mi mamá y con mi amiga. Tengo confianza con mi mamá, pero no tanta, hablo de algunos temas. Tengo problemas en el colegio que no se deben enterar mis padres y mi amiga me daría la mejor idea, pero me puede dar un mal consejo. Escucho para sacar mis mejores conclusiones.

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Con mi tía y mi mamá porque tengo confianza y como que buscamos soluciones. Con mi mamá tengo una confianza increíble, sabe todos mis problemas, siempre me ayuda, hablamos al momento del almuerzo. Mi tía va los fines de semana y entre las tres empezamos a hablar.

Mi mamá porque puedo conversar todo con ella. Con mi enamorado porque en el tiempo que hemos estados juntos lo he considerado como una persona demasiado confiable, me ha ayudado en cosas que mi mamá no puede.

Hay asuntos que los trato con mis padres, pero hay asuntos que los trato con mis mejores amigos. Con mis amigos trato problemas entre jóvenes.

No siempre se encuentra la ayuda que buscamos.

Todavía no encuentro una persona de confianza, ni en mis padres porque tenemos diferente forma de pensar y no vamos a coincidir. Es difícil.

¿Lo hablarías con el enamorado o el chico que te gusta?

Yo sí hablaría porque tengo mucha confianza y él me ayuda. Le cuento lo que me ha pasado y me da consejo.

Las mujeres vemos diferente de los hombres, tenemos diferentes ideas y al tener una idea diferente uno compara, sí ayuda.

Hay veces que te sientes mal y ella te llama y estás llorando, y te pregunta qué te pasa. Tú no quieres decirle y se te sale y ya, pues, tú le dices.

Sí le contaría, porque si tengo enamorada es porque confío en ella plenamente.

¿Quién te decepciona más en la vida?

Tal vez el enamorado. Los padres nunca te decepcionan.

Quien escogemos es diferente para cada uno, producto de nuestras circunstancias y necesidades. Escoger quién es nuestro confidente es un poco ir tanteando en la oscuridad. Podemos decidir que alguien es

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un buen confidente porque nos apoya en lo que queremos, pero esa no puede ser la única razón. Es porque nos hace pensar y nos da elementos adicionales que considerar. Las decisiones finalmente las vamos a tomar nosotros y tenemos que reconocer que tomaremos mejores decisiones si tenemos otras opiniones que ponderar.

Piensa, ¿quién te ayuda a conocerte?

Pensemos que tenemos un hijo de nuestra edad que quiere conocerse a sí mismo, ¿qué consejo útil le daríamos? A veces los adultos nos aconsejan: “tienes que saber a dónde ir, poner tu vida rumbo a la felicidad”, pero esas generalidades no nos sirven de mucho, queremos consejos más útiles y aplicables.

Yo le diría que ponga toda su confianza en mí y que a todas las curiosidades que tenga yo le voy a dar una respuesta. De ley que yo he pasado por eso, y para que no cometa los errores que yo cometí. Lo guiaría por el buen camino, que haga lo que le guste hacer, no de vago. Si le gusta una carrera que escoja lo que le gusta, no lo que otros le dicen.

Que sea lo que quiere ser, es su vida, lo único que puedo hacer es darle un consejo, pero sin tratar de cambiarlo.

Pero:

Es difícil porque no nos conocemos ni nosotros mismos.

MOMENTO PARA REFLEXIONAR

Recibimos consejos y tendremos que meditar sobre ellos. No podemos esperar a tener todos los consejos reunidos y allí evaluarlos, tenemos que irlos recogiendo y evaluando en el camino, muchos serán contradictorios, y otros inútiles. Nuestro éxito en la vida depende mucho de cuán hábiles seamos en buscar esos consejos, en evaluarlos, y en recogerlos o descartarlos.

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Podríamos no buscar consejos y sustentarnos sólo en nosotros. Ello sería como si fuésemos en una expedición a territorio desconocido, y rechazásemos mapas y guías. Es probable que nos tome el doble de tiempo o que lleguemos donde no queríamos llegar.

¿Cuál es el mejor momento y lugar para estar con uno mismo, y reflexionar?

Chicas y chicos nos dan alternativas del momento

y lugar para reflexionar

Antes de dormir pienso todo lo que he hecho en el día, si hice bien o mal, cómo va a ser mi vida, qué haré.

En mi casa, en la sala. Me pongo a pensar con los pies arriba, con zapatos o sin zapatos.

En mi cuarto porque es mi espacio, está todo. Escojo música suave, pienso, comienzo a escribir todo lo que me ha pasado en el día.

En la terraza, allí hay una silla y me pongo a pensar. En la playa, aprovecho el feeling.

El mejor lugar para pensar es tu propio cuarto, antes de dormirse. Con música, sin comer y sin zapatos.

En el parque. Hay veces que me siento resentido de todo, decepcionado y en el parque estoy solito.

En la sala de mi casa. Me pongo en el sofá a pensar con los pies en la mesa.

Yo salgo a caminar todas las noches y allí pienso. La reflexión te ayuda. La paz es la que se encuentra en tu interior, entonces en cualquier parte donde tengas tiempo.

Piensa, ¿cuál es el lugar y la hora en que reflexionas?

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CONOCER A LOS

DEMÁS

No vivimos solos, vivimos rodeados de familiares,

amigos y los demás. Necesitamos de ellos, no solamente porque nos enseñan o nos curan sino como amigos con quienes compartir la vida.

Tenemos que estar acompañadas porque si no como que nos sentimos vacías, que algo nos falta. Necesitamos a las demás personas para que nos complementen. Una persona sola no va a ser triunfante en la vida.

La vida es como un tren, vamos en un rumbo y a veces vienen nuevas personas y nos ayudan a ser mejores. Hay amigos malos que te llevan a hacer cosas malas, por eso hay que escogerlos bien.

Necesitamos apoyo para contrastar nuestras ideas, para pedir consejo, para encontrar paz en los momentos de angustia.

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Uno en la vida, por más que diga “quiero estar solo”, que necesita su paz, su tranquilidad, necesita estar con alguien. Siempre tienes a alguien que te apoya, que te aconseja y a veces ayuda. Los mejores consejos nos vienen de quien menos lo esperamos, la persona que ha estado más alejada, y no los amigos que están cerca.

Necesitamos amigos para compartir la vida, amigos de verdad, no solamente conocidos. Cuando alguien dice tener docenas de amigos es posible que no tenga ninguno y que confunda amigos con simplemente conocidos.

Mi mami me dice “tú puedes contar tus amigos con los dedos de una mano”.

Los amigos no se pierden, sino que se van cambiando en el camino. Yo he tenido la suerte de tener dos amigos desde los doce años. Desde kínder tenía un grupo, pero nos fuimos alejando, abriendo y ya como que se acabó por falta de respeto, por cosas que no debemos hacer a nuestros amigos.

Uno deja a los amigos a un lado por estar con el enamorado y pierde la amistad, y cuando ya quiere hablar con ellos ya no es lo mismo, no es la misma amistad de antes. Por eso yo siempre valoro a mis amigas más que a mi enamorado porque sé que van a estar allí toda la vida para apoyarme y un enamorado no, un amigo sí, es más importante

A esos buenos amigos hay que conservarlos, ya que pasan a ser la trama de nuestra vida, recuerdos y experiencias comunes. ¿Cómo conservarlos?, siendo sinceros, siendo uno mismo.

Siendo sincero, tal y como eres, porque para tratar a una persona no tienes que copiar a esa persona, ser un mono.

Hay que ser uno mismo, empezar respetándote para que te respeten. si alguien toma o fuma, tú no lo tienes que hacer, tienes que ser tú mismo.

Para algunos es fácil hacer amigos, para otros es muy difícil. Algunos sin querer los pierden por lo que dicen, por lo que hacen, porque cambian.

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Los amigos pueden ser todo para nosotros si los escogemos bien. Una vez que los escogemos bien tenemos que valorarlos y cultivarlos para que nos duren para siempre.

Porque cada uno de nosotros tenemos un corazón que necesita abrirse, que necesita mostrarse. Uno en la vida no está solo, alguien más te va a acompañar, siempre va estar a tu lado, te ha de aconsejar todas las cosas. Una persona que te apoya es algo especial para ti y le puedes contar todas las cosas, le puedes decir qué te pasa. Tenemos que valorar a nuestros amigos toda la vida, porque si tienes a tu novio, a tu pelado, no va a durar toda la vida, pero si tienes a tu amigo o amiga del alma puede que dure para siempre.

La vida es un sube y baja y a veces se hace trizas. Es posible ir solos cuando las cosas van bien, pero cuando van mal el estar solo pueda acrecentar nuestra angustia y aumentar nuestra indecisión. El valiente no es solamente el que asciende sin ayuda la montaña, es también quien busca un bastón cuando le hace falta.

Tenemos que aprender a relacionarnos con el otro sexo, a causar una buena primera impresión, a hacer nacer una amistad y eventualmente el amor.

Descubrimos lo que queremos de la vida iluminados por el don de la piedad. La vida sonríe a quienes descubren lo que quieren, han aprendido a ganarse la vida, han formado un hogar, perseveran, se conocen y conocen al resto.

LOS DEMÁS

Estamos rodeados de gente, de los demás, de los que

no son uno. Son importantes no solamente porque nos rodean, porque son compañía y porque nos pueden ayudar, lo son también porque, gústenos o no, pueden

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favorecer o dificultar el logro de nuestros sueños. Son importantes los demás porque son parte de nuestra vida.

Mis amigos, mi familia forman parte de mi vida y me van a ayudar a ser alguien en la vida.

El ser humano no nació para estar solo, sino para compartir las vivencias con los demás, los momentos buenos, malos, feos, bonitos.

Dios puso a la mujer y al hombre para que vivieran juntos y no estar solos en la vida.

Son como mis hermanos.

Necesitamos compañía, muy pocos somos ermitaños que podemos vivir aislados. Compañía para conversar y para estar en silencio, para reír y para llorar, para compartir triunfos y para lamentar derrotas.

Se necesita a una persona que esté a lado tuyo. Sería feo quedarse sola. no estar acompañada por nadie. Si tuviéramos toda la plata del mundo, pero no tienes con quien compartirla no te sirve de nada.

Para no estar solo, alejado, sería triste quedarse solitario sin hablar. Lo bacán del colegio es amigos con quienes compartir tus cosas, tus secretos. Nos apoyan para seguir adelante, a reflexionar sobre lo que está bien y mal.

Con los que nos rodean aprendemos, al fin y al cabo no podemos vivir todas las experiencias. Nos evitaremos el mismo resbalón.

Ella piensa diferente que yo y tal vez no me agrade lo que piensa, pero puedo aprender de ella y ella de mí, me apoya y yo la apoyo.

Uno tiene que conocerse a sí mismo para conocer a los demás, para llegar a su propio interior.

Reconocemos que con mayor o menor frecuencia vamos a necesitar ayuda.

Uno está metido en un problema y no tiene la capacidad de salir. Si yo le digo a una amiga “ayúdame a salir de este

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problema”, me ayuda, o si no puede, puede darme un consejo bueno para recuperarme.

Necesitas apoyo para salir adelante y para eso están los padres y profesores para que te ayuden.

Pero no siempre ayuda la ayuda, especialmente cuando uno la escoge mal, o creemos no necesitarla.

Nunca está mal una ayuda, pero también podrías hacerlo tú solo, lo primordial es valerse por sí mismo.

No siempre es bueno porque a veces no te ayudan, no te dan ese ánimo que quisieras recibir, no siempre te dicen “sigue adelante”, sino “estás mal”, y tú te quedas fría.

Hay gente que se vale por sí misma, que no tiene a nadie e igual sobresale.

Si tú te esfuerzas puedes hacerlo solo.

Para aquellos que lo convocan Dios es suficiente.

Sólo contar con la ayuda de Dios, no es necesario tener al resto que te ayude.

Si los amigos y amigas son importantes tenemos que tener cuidado de no perderlos y de escogerlos bien.

Piensa, ¿por qué te son importantes los demás?

PERDER AMIGOS Y AMIGAS

Se pierde amigos por lo que hacemos y por lo que dejamos de hacer. Se pierden cuando los hacemos sentir mal, los criticamos, los molestamos o hacemos malacrianzas que los afectan, se pierden con el chisme y la mentira, con nuestra actitud, cuando los discriminamos, cuando los descartamos, cuando nos peleamos con ellos, a menudo por tonterías. Los perdemos cuando somos engreídos, envidiosos, egoístas, cuando engañamos,

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cuando somos confianzudos, no perdonamos o somos hipócritas y, también, cuando nuestra personalidad o la de ellos cambia. ¡Son tantas cosas que deberíamos cuidar!

¡Es tan difícil hacer amigos!, para algunos por lo menos, y ¡es tan fácil perderlos!

Tenemos que tener cuidado con las cosas que hacemos porque pueden herir terriblemente a otros. Duele particularmente cuando con nuestros comentarios los hacemos sentirse chiquitos, sentirse mal.

Uno debe ayudar, no criticar. Si pinta feo, no decirle “presta acá. que tú pintas mal”, porque se siente subestimado y se pierde el amigo.

Te ven y ya te ponen apodo, “ah, bola de grasa”. Hacen bromas y molestan y no saben que están hiriendo a

la persona, hay bromas entre chicas que son horribles. Tienes un defecto y no te lo dicen. Yo grito, me pongo

histérica, pero no me dicen “tranquilízate”, sino que se van alejando. O dices “no tengo amigas”, y yo me siento mal.

Las cosas malas empiezan desde cero y terminan grandes. Empiezan con chistes pequeños para hacer reír a los demás y no nos damos cuenta que hacemos daño.

Las bromas de mal gusto. Tal vez uno las hace pensando que es una simple broma y no se da cuenta de las consecuencias.

La crítica de otros nos puede ayudar a mejorar, pero mal criticado uno se siente incómodo. Esa crítica supuestamente amistosa puede ocultar envidia o desprecio.

“Que estás gorda, tienes el pelo chorrudo”. La veo y ya digo “es patucha”.

Pasar rumores sin sustento puede también ser muy divertido para los chismosos morbosos. Hace mucho daño y ese daño queda por mucho tiempo. Esos rumores son como bolas que ruedan y ruedan hasta que alguien tiene el coraje de pararlas, preguntando: “¿y qué seguridad tienes de que es así?”.

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Que yo fuera amiga de un niño y andamos todo el tiempo juntos y dicen “son novios” y no somos novios.

Yo no conozco a alguien y me han hablado mal de ella y yo sigo comentando.

Te juzgan sin conocerte.

Pocos nos conocen bien por dentro, la mayoría sólo mira nuestro exterior. Nuestro exterior es sobre todo nuestra actitud. Si es mala, ¿quién se va a interesar por nuestro interior? Nos juzgan por adentro como nos ven por afuera.

Hay gente creída, se creen la última cola en el desierto. Tiene hartísima plata y yo me junto por la plata y después se queda pobre y dice “ya no tengo plata”, y eso causa rechazo.

Pocas cosas hacen tanto daño como cuando nos discriminan, por donde hemos nacido, por el acento al hablar, por el color de nuestra piel, por la textura de nuestro pelo. Los que discriminan son personas débiles que rechazan todo lo que es diferente a ellos y que desarrollan su personalidad como un reflejo de sus características físicas, de sus prejuicios, porque no tienen nada adentro de lo que sentirse orgullosos. Puede que queramos hacerles solamente una broma, pero bromas de ese tipo son hirientes comentarios que no se olvidan.

La discriminación, supongamos yo soy morenita, me ve y dice allí va la negrita. Estás juzgando a una persona que ni siquiera conoces.

Es duro cuando nuestros amigos nos descartan, como ropa vieja, porque les salen mejores. No necesariamente mejores sino más convenientes en ese momento.

Voy perdiendo la amistad de alguien porque pienso que la otra es mejor.

A veces ese descarte es por interés, porque el otro tiene lo que temporalmente necesito.

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El chico está interesado en la plata y por eso son amigos y el otro lo descubre y se separa.

Los amigos quieren que les prestemos algo, que les hagamos algo y no lo hacemos, y nos desechan.

Cuando crecemos nos puede gustar la misma chica o chico y eso es siempre causa de dificultades.

Puedes perder a un amigo cuando les gusta la misma chica y la chica se va contigo. Nunca va a ser tu amigo de nuevo.

Los chicos se pueden pelear por las novias, porque hay chicos que dicen “yo la quiero”, “no, yo la quise primero”.

Todo lo anterior puede llevar a peleas, a golpes que duelen más en el alma que en el cuerpo.

Tus amigas te pegan, te insultan y te molestan, tú te hartas y te vas alejando cada vez más.

Por resentimiento no se quieren hablar y las personas empiezan a meter cizaña para que se siga rompiendo la amistad, personas que tienen envidia.

Uno trata que otra persona crea lo que uno cree y entran en polémica, las diferencias hacen enemistad entre los amigos.

Por cosas absurdas: “quién tapa, quién quiere ser delantero”.

Uno insulta al otro y no le gusta, “toma te pego”.

Somos engreídos, envidiosos, egoístas y no queremos reconocernos como tales. Decimos: “la culpa debe ser del resto, mi personalidad, mi actitud están bien, son los otros los que no me comprenden y que tienen problemas”.

Sentimos envidia de que a ellos les vaya mejor que a nosotros y tratamos de hacer todo para que estén mal.

No les gusta compartir sus cosas o sus problemas. La amistad se basa en el respeto y a veces uno de los dos

piensa que como hay mucha confianza te alzo la voz, te contesto y fallan allí, en no respetar al otro.

Algunos confunden amistad con ser confianzudos.

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Molesta sólo para que le ponga atención, empujando, halando el pelo, dice malas palabras.

Otros creen que ser malcriado es ser gracioso, y ¡hay tantas maneras de ser malcriado! Muchas de ellas son reflejo de debilidades nuestras, de falencias nuestras que queremos ocultar molestando al resto, como una forma de sentirnos menos mal. Ningún molestoso cae bien.

Cuando te comienzan a imitar. Por bromas de mal gusto que alejan a los amigos.

Personas cobardes que no tienen bien puestos los pantalones para decirlo en la cara.

Por falta de confianza, porque nos gusta más el chisme que nuestro amigo o no podemos guardar secretos.

Un amigo te cuenta cosas que a los demás no les cuenta y tú traicionas esa confianza y nunca más te vuelve a hablar.

Es fácil recuperar la amistad con un pedir perdón o perdonar, pero no siempre lo hacemos.

Por el orgullo ni se nos pasa por la cabeza pedir perdón. Y si no perdonas es porque no te importa la persona.

Finalmente, porque somos hipócritas, trepadores, fingimos ser lo que no somos.

Gente que es trepadora, sólo para que lo lleves al club o cosas así, cosas materiales.

Por tratar de caer bien a una persona, finges ser otra persona.

Hay personas que son manipuladoras. La gente interesada, que nunca te saluda ni te habla y sólo por el interés se te acercan o te hacen una broma pesada.

Peleamos por tonterías que luego ni recordamos, y seguimos peleados porque no tenemos la valentía de hablar frontalmente con el otro, o por necedad o esperar que el otro se nos acerque. Hay que tender puentes en la vida y estar dispuestos a cruzarlos primero.

Pelean por tonterías.

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Con una amiga ni siquiera sabíamos por qué nos peleamos, ni buscamos el motivo de la pelea, ni tratamos de reconciliarnos, y estuvimos un año y medio peleadas.

Su prima le dice “sí, tu amiga es envidiosa, es así, asado y cocinado”, y se deja llevar por las ideas de la prima y se rompe la amistad.

Mucho más fácil es perder a un amigo por cosas pequeñas. No todos los amigos son aguantones y por un pequeño error se daña la amistad, es frágil.

Cambiamos cuando crecemos, lo que es inevitable. Somos como una flor que se va abriendo poco a poco y podemos parecernos de capullo pero al abrirnos puede haber grandes diferencias.

Las personas cambiamos, no nos damos ni cuenta. La amistad empieza en el colegio, tienen muchas cosas en

común, se llevan bien, pero termina porque el uno ya no entiende al otro.

Uno va conociendo más gente y ve en otra gente lo que no ve en su mejor amigo, por el cambio de la forma de ser de uno.

Cuando uno pierde un amigo por algo de lo anterior, queda la duda de si esa amistad había sido verdadera.

Una amistad verdadera no se daña, es en la que los dos se respetan, si no, no es verdadera amistad. Cuando no escogemos bien, nos peleamos.

En estos años de crecimiento cambiamos todos los días, como cambian nuestros amigos y amigas. Nos acercamos, nos alejamos, amistades que parecían eternas se resquebrajan por peleas sobre cosas insignificantes. No es fácil ajustarnos a ese cambio.

Por otro lado, tampoco es fácil hacer nuevas amistades, especialmente cuando estamos creciendo. Es más fácil cuando adulto, porque uno cambia poco y lentamente. Cuando joven uno cambia constantemente y si tú no te entiendes a ti mismo, peor te va a entender el resto. Cada día tenemos que reajustar un poquito nuestra

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amistad y mientras lo hacemos hay peleas. Vamos probándonos todo el tiempo.

En mi salón de clase no congenio, yo tengo otros puntos de vista, más me relaciono con adultos.

No puedo hacer amigas, recién tengo que empezar a madurar. Las de cuarto, quinto, sexto son madurísimas.

Es difícil la relación entre los chicos y las chicas. Uno quiere unirse a un grupo de amigos y es difícil porque los amigos andan en cosas y también por eso no te aceptan.

Evitar estar en el messenger, después uno no se comunica con los demás.

En el messenger a una amiga le habían cogido todos los datos y luego andaban preguntando por ella, y era un viejo.

Hemos visto causas por las cuales podemos perder amigos y amigas. Seguramente nos sorprende que haya tantas. Visto así, ya no tenemos que preguntarnos por qué perdemos amigos sino más bien seleccionar qué causas aplican a nosotros y hacernos el propósito de cambiar.

Perder amigos es como una enfermedad. Los perdemos uno tras otro porque actuamos igual. Perdemos amigos por culpa de los otros, pero más a menudo se pierden por culpa de uno, sin quererlo y sin saber por qué los hemos perdido. Si queremos perder un amigo perdámoslo porque lo queremos perder, no por pequeñeces o porque nuestra manera de ser lo aleje. Esas maneras de ser que nos hacen perder amigos también nos alejan de nosotros porque nos ayudan a engañarnos.

Es fácil perder amigos y amigas y para muchos es difícil hacerlos. ¿Qué consejo darían para hacer amigos?

Teniendo confianza en una misma, conociéndose, cuando una se conoce a sí misma no le interesa lo que piensan los demás.

A otras amigas les costó porque son tímidas, y tratan y tratan. Tienes que dejar la timidez y quererte para que otros te quieran, y respetarte para que te respeten los demás, y ser amigable.

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Mostrarse como es uno mismo, ser uno mismo. A veces no nos mostramos como somos por miedo o por timidez. Hay gente que para entrar a un grupo cambia su forma de ser, si va a un grupo de creídas, se hace creída y empieza a tratar mal a las personas.

Hay que mostrarse como uno es.

¿Por qué no nos mostramos como somos?

Para estar en contacto, para adaptarse a la sociedad. Hay personas que tienen dos personalidades, una en el colegio y otra en la casa. Cuando está en su casa es tranquilo y todo, pero cuando estás en el colegio cambias, te conviertes en otra persona para llamar la atención.

Piensa, ¿por qué pierdes amigos y amigas?

MOLESTANDO

Molestar es muy divertido, a veces estamos aburridos y molestamos. A nuestra edad tenemos una infinita capacidad de molestar, de la que tenemos que cuidarnos, recordando que nuestra diversión es el tormento de otro. Vale la pena enumerar muchos ejemplos para ver cuáles nos aplican.

Chicas y chicos cuentan algunas de las infinitas

maneras de molestar.

En clase te comienza a contar lo que le pasó ayer y tú le dices “espérate que están dando clase“, y sigue hablando.

No entiende algo y ya le expliqué y quiere que le explique cinco veces y no entiende.

Hay una chica que viene al cambio de hora y empieza “qué nos toca, qué nos toca, qué nos toca”.

Te hincan con el lápiz y están “préstame, préstame, préstame”.

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Te dice “oye” y tú dices “qué” y no te dice nada. Estás con tu mejor amiga, y caminamos juntos, siempre

hacen una canción, “arroz con leche me quiero casar”. Quiero hablar de un tema y la otra persona sigue hablando

de otro tema, y no me deja hablar. Nos saludamos con un beso en la mejilla y los niños dicen

“uy, son lesbianas”. Prestas algo y no te lo devuelven o te lo dañan. Por jugar le rayas la cara y empiezas “tijera, tijera” y se

molesta. Estoy viendo la televisión, viene mi hermano y me pregunta

“¿qué haces?”, “¿y qué no ves?”. Te compraste un vestido súper que híper y tu amiga por

hacer una broma quiere tirarte unas gotitas de cola en el vestido y te tira toda la botella.

Te dice “oye” y tú le dices “qué” y te dice “qué, ¿te llamas oye?”.

Alguien empieza a tirarme el pelo y yo le tiro puñete. Se sienta atrás tuyo y comienza a pegarte en la cabeza. Estás en una lección y el de atrás te llama para que le digas la respuesta.

Un compañero te pega un manotazo en la espalda. Alguien coge y te molesta de la nada.

Muchos compañeros son muy fáciles de molestar y nos divertimos haciéndolos sufrir. Eso es cierto, pero tiene un precio, la pérdida de la amistad. El molestar puede ser inocuo, como pinchar con el lápiz, pero puede herir profundamente a la otra persona, cuando, por ejemplo, le ponemos un apodo malvado.

¿Por qué nos gusta molestar?

Para ver molestas a las demás personas. Hay veces en que es el momento para molestar, uno no se aguanta y molesta.

¿Quién molesta más?

Los hombres, porque no saben cómo tú eres y te quieren ver molesta, te quieren ver roja.

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Porque son lamparosos, yo juego fútbol con mi hermano y con los amigos, me tiran la pelota y va a parar lejos.

Las mujeres, porque son chismosas y dicen algo que no es. Las mujeres, porque las mujeres son adefesiosas, algunas.

Molestamos porque no hay nada que hacer, estamos aburridos.

En mi casa no hay nadie, no puedo pelear con nadie, en la clase sí.

Para romper el hielo o para distraerse. Porque uno está aburrido. Porque no hay nada más que hacer.

Molestamos porque es chistoso, divertido.

Creen que es chistoso y les da risa y risa, y uno dice “ya, pues” y siguen.

Para no sentirse solo y triste porque piensa que molestando a alguien puede divertirse.

Molestamos para llamar la atención.

Para que los que no te paran bola te crean más importante. Una amiga a la que nadie le para bola empieza que los apodos, las malas palabras, el irrespeto a los profesores.

Para tratar de llamar la atención. Para que piensen nuestros amigos que soy buen dato.

¿Por qué algunas chicas y chicos necesitan llamar la atención?

En sus casas no les brindan cariño, no les paran bola y quieren sobresalir para que los padres les paren bola o hay problemas en la casa.

A los padres para que nos den dinero para que nos vayamos.

Para que te digan “eres bacán, eres chévere”. Vienen enojados y se desquitan con otro poniendo apodos. Porque nos da el cuarto de hora. Así me dice mi papá cuando molesto demasiado, “ya te dio el cuarto de hora”.

Piensa, ¿por qué molestas?

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INTERESADOS EN NOSOTROS

¿Cómo hacer para que el resto esté interesado en que nos vaya bien? La principal regla es ser como uno es, ya que una falsa fachada tarde o temprano se desmorona y quedamos como hipócritas.

Siendo tú misma, relacionándote con los demás sin aparentar lo que no eres. Si ven que eres una persona llena de mentiras, nadie te va a apoyar. Ser una persona transparente, actuar como tú eres.

Al que le gusto, le gusto y al que no, salado, no tiene mi amistad.

Las personas que se están poniendo máscara para agradar a los demás van a terminar tirados en la cama todos tristes, y las otras personas van a pensar “¿qué le pasa a este tipo?”

Cuidado con tu personalidad, que reflejes lo que no quieres ser o lo que a nadie gusta. Ser tú, pero no creer que todo el resto va a tener que aguantarte. Si te unes a un grupo que no tiene nada que ver contigo, no te van a tener paciencia, te va a ser difícil integrarte y vas a terminar mal.

No ser antipática, no ser creída, portarse bien con los demás. Ser humilde siempre. Para entrar a un grupo yo siempre veo a las personas que tengan algo parecido a mí y yo sé que así podría hacerme más fácil sus amigas.

Llegas a un colegio donde no conoces a nadie, lo primero que haces es no mostrar tu personalidad, te intimidas y te sientes sola, sola. No te arrincones, piensa en ti misma, comienza a reflejar lo que eres y comienza a conversar con ellos porque así ellos te van a conocer más.

Actuar como uno mismo con cualquiera, así uno se hace amigos, no decir, que tengo plata, que tengo novia, no, ser uno mismo.

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Ser buen amigo, dando para recibir. La amistad no es la mutua diversión es sobre todo el mutuo apoyo, no es aprovecharse, es dar y compartir.

Siendo recíproca, si tú das algo que ellos también te den algo bueno, que te ayuden, ellos dicen “ella ha sido buena amiga”.

Dar para recibir. Hay que interesarse por los demás para que haya apertura y ellos también se interesen en uno, hay que dar el primer paso.

Los amigos no nos caen del cielo, hay que buscarlos y desarrollar la amistad. Nunca se tienen demasiados amigos, con algunos seremos íntimos, con otros no tanto, la mayor o menor intimidad va a cambiar en el curso de nuestras vidas.

Teniendo más vida social, además del grupo que tú tienes en tu colegio puedes hacerte amiga de otras personas.

Contarle tus cosas a alguien, tus problemas, allí se interesan en ti, cómo estás.

Con nuestros valores, siendo leal a ellos, solidarios, todo eso. Buscando gustos en común.

Siendo un buen líder, velar por las demás personas y saber lo que las demás personas necesitan.

¡Como sea!, aunque eso puede ser una manera para justificar el no esforzarse en hacer amigos.

Si me quieren como soy bien y si no ya pues, porque tienen que aceptarme como soy.

¿Cuándo un amigo necesita más ayuda?

Para problemas familiares.

Piensa, ¿qué haces para que el resto se interese en ti?

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DECIR ALGO CRÍTICO

La amistad obliga a ayudar y el ayudar puede ser decir al amigo o a la amiga que algo está mal. Puede ser tener que decirle que mejore su carácter, eso no es tan difícil porque ella o él probablemente ya lo sabe. Es mucho más difícil hablarle sobre temas muy personales. Aparece una chica con un vestido arriba rojo, abajo verde y un cinturón café. Da ganas de decirle: “tu vestido es horrible”. O un chico bien vestido pero que no se ha bañado. ¿Cómo se le dice? Decir la verdad, es lo que todos aconsejamos.

Chicas y chicos aconsejan cómo decir que está mal

vestido.

Le diría, “disculpa, pero tengo que decirte la verdad, ese vestido no te queda bien, te queda espantoso”.

Oye, no es por nada, pero no te pongas ese vestido, no te queda muy bien, te quedaría un vestido de un solo color.

No mentirle, porque si le dices “uy, ese vestido está hermoso” y viene otro y le dice “está horrible”, ella va a decir: “oye, tú me dijiste que estaba hermoso”.

Se lo diría despacio para que ella no se quede en vergüenza, bajito, “se te ve feo, no te queda mal, pero ponte el de ayer que te queda bien”.

Un chico bien vestido, pero huele un poco feo.

Chicas y chicos aconsejan cómo decirle que huele feo.

“¿No te parece que por aquí algo huele mal?”, y él mismo va a saber que es él.

Como a los chicos no les afecta, yo le diría “oye, tú apestas”. Se lo digo lentamente, despacio, tranquila: “No es por

ofender, pero chuta, báñate”. Yo le digo que se vaya a bañar con limón y se ponga desodorante.

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Despacio, para yo saber, en voz baja, de una manera no ofensiva.

Hay que ser sincero, pero ¿cómo se es sincero?

Es difícil, súper difícil.

Cuando somos mayores tenemos más opciones para planificar cómo decirlo. Pero siempre hay que tener cuidado.

Chicas y chicos aconsejan cómo decir lo que hay

que decir con delicadeza.

Yo de una se lo digo, la invito a tomar un café y ya he anotado todos los temas que voy a tratar.

No tan directo. Si tú le dices “oye, estás fea con esa ropa que usas”, puedes herir sus sentimientos.

“Vístete un poquito mejor”, o “sabes qué, compórtate un poquito mejor porque se ve mal”. Decírselo en voz baja.

Haciendo un relajo la perjudico, porque la persona se va haciendo más chiquita, más chiquita. Hay que saber decir las cosas y no sólo hay que ver lo negativo, sino lo positivo.

Si tienes el corazón frío se lo dices de una, si te interesa se lo dices en forma oculta. A un amigo, el papá le regaló una camisa amarilla y se puso con zapatos negros y pantalón anaranjado. Yo le dije “te queda mal” y ya me entendió y después iba cambiando.

Uno que es emo, “oye, córtate esa cosa que te ves medio rarito”. Pero a una chica le tienes que decir de otra forma, “como que te quedaría un poquito mejor otro peinado”.

Hay que decirlo en tal forma que no lo hagamos chiquito, para que lo que nos dicen no nos humille. Está bien decir: “eres una chica muy guapa, pero otro peinado te quedaría mejor”; sería terrible decirle: “con ese peinado te ves más fea de lo que ya eres”. La forma que lo ponemos es muy importante. Una manera es pensar cómo me gustaría que me lo dijeran y usar eso como patrón. Tener cuidado porque lo podemos decir como una venganza oculta o porque nos da gusto decirlo.

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Tuve una amiga que le gustaban los moños coloridos, rojo, verde, azul, morado y le dije “ponte sólo un moño”, “ah, tú crees que soy ridícula, payaso”, “no, pero ponte un solo moño”, “ah, contigo nunca más”.

No solamente hay que ser expertos en criticar, sino tenemos que ser expertos en recibir las críticas que se nos hacen. Primero, tomarlas con tranquilidad, no saltar a defendernos o atiborrar a nuestro crítico con excusas. Luego meditar si la crítica aplica o no. En caso de duda no nos haría mal preguntar a otros qué opinan, pero a otros que nos van a decir la verdad.

Piensa, ¿cómo dices algo crítico, cómo recibes una crítica?

QUE ME VEAN CON SIMPATÍA

Nadie quiere caer mal, a menos que sea un caso mental. Todos queremos caer bien y sabemos cuán importante es caer bien desde el principio. Puede que sea más fácil caer bien con los del mismo sexo, porque conocemos como reaccionan, pero más a menudo queremos caer bien con los del sexo opuesto y no sabemos cómo. O lo sabemos pero nos morimos de vergüenza y decimos o hacemos cosas tontas, que nos hacen caer pésimo.

¿Qué debemos hacer para que nos vean con simpatía?

Era de haber traído papel y pluma.

Una pregunta bien difícil de hacer, pero una pregunta que tenemos que saber contestarnos. Entre los doce y los trece años pedimos que nos traten con respeto, que no sean creídos, que sean agradables.

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Que sea respetuoso, que sepa tratar a una mujer. Que no sea grosero y mal educado, que no sea patán, que diga malcriadeces.

Como tienen confianza te tratan como a un amigo más, a la patada y nosotros les decimos, “chuta no hagas eso”, pero lo siguen haciendo y haciendo, y la amistad termina.

Que no sea lanzado, apenas te conoce y ya está así, pegajoso. Piensa que tú eres una regalada y cree que por hacer eso tú vas a decir “ay, qué bonito, me voy con él”.

Nosotras les damos, pero si no les damos algo que no queremos tienen que entendernos.

Que no te falte al respeto, que ande contigo sólo para que le des cosas, que se aproveche.

Que no hable mal de ti sin conocerte, porque ni te conoce.

Algunos se creen guapos, otros tratan de impresionar haciéndose los bacanes.

Algunos se creen guapos, muy sobrados y me caen mal, se creen la gran cosa y ni siquiera lo son, son feos.

Que por llamar la atención de una chica peguen a un amigo. Los chicos piensan que siendo el más revoltoso, el más duro del grupo, le pueden caer bien a una niña, pero a las niñas no les gusta. Hay que ser muy respetuoso con ellas.

Hacerse un gallito. No tratar de aparentar lo que no es porque después te conocen y se dan cuenta que no eres así.

En breve:

Que me haga reír. Tratarnos con cariño.

Los tiempos han cambiado y ahora las chicas actúan como antes actuaban los chicos, lo que puede ser incómodo para los chicos, que se retraen y pasan a tener una mala opinión de la chica.

En estos tiempos las chicas, para llamar la atención y que seamos amigos de ellas, son atrevidas.

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Antes los chicos decían “tú me gustas”, los chicos empezaban, ahora empiezan las chicas.

Algunas se van de bola.

Otra manera de ver las cosas.

Las chicas son todas perfectas para mí, cada una tiene un modo, yo no les veo ningún defecto. Uno tiene una chica porque tiene química con ella, por decir, uno es grosero y busca una grosera.

El primer contacto es fundamental, allí se puede iniciar una amistad o cerrar una puerta que uno quería abrir.

No se puede repetir una primera impresión.

Entre los quince y dieciséis años, ¿qué debemos hacer para que nos vean con simpatía en ese primer contacto? Es más fácil de lo que parece y las reglas son simples, pero uno se hace el payaso, el malcriado o la atrevida para caer bien, y cae mal.

El saludo inicial es importante, debe ser sencillo, amable, cordial, sin payasadas ni engreimientos.

Chicas y chicos aconsejan cómo debe ser el saludo

inicial.

Que te salude con un beso en la mejilla, no “qué fue”. Que me diga lo que le han dicho de mí. Que inicie la

conversación con un comentario de que te conoce, que ya sabe quién soy, que demuestre que podemos ser amigos.

Hola, cómo te llamas, cuántos años tienes, no cosas íntimas, sino lo que todo el mundo pueda conocer y saber, que empiece a mostrar que él es una persona que te hace reír.

Entablar una conversación con un tema general, así como ¿viste tal película? Y después sales con una broma.

Que cuando me venga a saludar me saque una sonrisa, me haga ser feliz.

Que me salude y entablemos una conversación, dándome información y yo dándole información.

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La apariencia es clave, estar limpio, oler bien, no estar vestido en forma vulgar o escandalosa.

Chicas y chicos aconsejan cómo estar vestido.

Ser educado, oler rico, estar aseadito, bien presentado, ser sociable, no ser batracio, porque a veces para caer bien al grupo de amigos hace cosas feas.

Si el chico viene de jugar, ¡qué asco!, que ni se te acerque. Que esté vestido para la ocasión, si va a una fiesta no ir

como cuando está en la casa. Estamos en un grupo de amigos y viene con una ropa que hasta puede morir del frío. ¿Para qué hacen eso?, mejor hagamos como las vacas que se ponen una campana y al entrar llaman la atención.

Que venga así toda maquillada, con una faldita, que sea una impresión falsa. La vas a ver y está con un shortcito, y un escote y todo el mundo la va a mirar.

Habiendo saludado bien, con una buena apariencia, la actitud pasa a ser importante.

Chicas y chicos aconsejan cómo debe ser la

actitud.

Su forma de ser, más que nada la educación, que sea respetuoso. Hay chicos que no respetan, así de sencillo.

No vaya a entrar a la maldita sea, siendo grosero. Que venga con ganas, no todo aguado, porque a nadie le

cae bien un chico que viene así todo aguado. A una chica no va a tratarla igual que a un chico, que se sepa

comportar en la situación en que está. Que sea educada, feliz, divertida, risueña, un poco abierta y simpática, dulce y que no diga malas palabras.

Que sea una dama en toda la palabra, que quiera entablar una conversación, que sea franca desde que llega, que sea carismática, no pura risa.

Que no sea falsa, que no oculte su propia forma de ser. Que no sea tímida, que sea sociable, que se integre rápido.

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Mostrar alegría, pero tampoco saltarse a la patanada. Que se pueda bromear, no pasarse de la raya.

Dijeron, en resumen, ser como soy, saludar con sonrisa, ser amable; no es algo complicado para muchos, pero muchas chicas y chicos quieren aparentar lo que no son y caen mal. Un chico se pone una ropa estrafalaria pensando que va a impresionar y cae mal. Hacemos cosas desagradables para impresionar y no impresionamos. Puede también ser la vergüenza, que nos quedamos sin poder hablar o ponemos cara de tonto.

¿Qué hace que un chico que entra a un grupo por primera vez te caiga mal? Dicen las chicas: que sea engreído, vulgar, idiota, malcriado, confianzudo.

Chicas comentan cómo un chico cae mal.

Malas palabras para hacerse el bacán y nada que ver, qué le pasa.

Una actitud diferente contigo que con los amigos. Que se crea el más chévere, como antipático, que se crea el

guapo. Hecho el vulgar, hecho el pesado, lo que le molesta a toda

mujer es que no sea un caballero, que no esté atento, que no le preste atención a lo que estés diciendo.

Que sea patán, que se esté riendo como tonto, que diga cosas tontas y que hable con sus amigos con sus palabrotas.

Que fume, que tome, que sea dañado. Te queda viendo, te queda viendo y no te dice nada. Que haga chistes de los que nadie se ríe, que nadie

entiende. Que coja rápido la confianza. Que llegue y ni siquiera lo

conoces y ya, y tú dices “¿qué le pasa a éste?”.

¿Qué hace que cuando una chica que entra a un grupo por primera vez te caiga mal? Dicen los chicos: que sea engreída, superficial, lanzada, confianzuda, callada, vulgar, malcriada, coqueta.

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Chicos comentan cómo una chica cae mal.

Esas chicas malas, que tú te acercas a ellas a querer ser su amigo y te tratan mal. Para mí se murió.

Que sólo se pase riendo. Muy aniñada, como que no toca tierra. Viene y como que te conoce de tiempo. Te coge, te golpea la espalda.

Que sea creída y diga malas palabras, que trate mal a otro amigo y que sea batracia.

Que tenga malos modales. Ver a una mujer fumar o tomar. Que sea vulgar y grosera en sus gestos, que sea grotesca al llegar.

Que venga y te empiece a batraciar. Que no te salude y pase de largo.

Que apeste, una mala presentación, que esté despeinada.

Queremos que diga: “hola cómo estás”, nos sonría, nos mire. Es importante mirar a la persona, no al escote, sino a la cara y empezar la conversación con naturalidad, pero para algunos es bien difícil. Algunos se quedan paralizados y no se acuerdan ni de su nombre, y tenemos que comprender que no es que sean una mala persona, sino que se mueren de vergüenza. En ese momento decir, “¿sabes que?, yo, igual que tú, me muero de vergüenza” y ese chico toca el cielo con ese comentario.

Cuando uno es chico o chica el caer bien es importante. Esa primera impresión es la que queda. A veces actuamos sabiendo que vamos a causar una mala impresión. ¿Por qué?

Por nerviosismo. Por inseguridad. Porque queremos agradar a los demás.

Pero, hay que recordar que:

No le puedes caer bien a todo el mundo.

Piensa, ¿qué haces para que te vean con simpatía?

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GENERAR UNA CONVERSACIÓN

Ya hemos saludado, hemos caído bien y ahora viene la parte más difícil para algunos, empezar a hablar y que se establezca un diálogo de mutuo interés. Hay que ser uno, comentar de lo que a uno le interesa en forma amable y sencilla.

Chicas y chicos aconsejan cómo generar una

conversación

Primero se saluda y se pregunta de qué colegio son y si tiene Facebook o Messenger y preguntas cosas en común, por ejemplo la música. La comienzas así, y como tienen algo en común siguen buscando más cosas en común y así termina convirtiéndose en tu mejor amigo o amiga.

Depende, si es por Messenger o por Facebook se empieza diciendo “hola cómo estás o qué has hecho”, pero cara a cara, “hola, a los años” y allí empieza la conversación.

Cuando hablé, no sólo fue hola. Mi mejor amiga me lo presentó y se va, y nos deja a los dos solos. Yo estaba escuchando música y le presté mi auricular, hablamos sobre música.

Tú conoces a una persona y no sabes por qué la conoces, sólo pasa. Te la presenta, ok, bien, conversan un rato, le pides el número y empiezas a llamarla.

Yo lo primero que pregunto es el nombre, primero es conocerla. “Yo soy tal, cómo te llamas” y allí le pregunto y allí sigue el diálogo. Y cuando terminamos, “nos vemos, ya”.

“Hola, cómo estás, cómo te llamas, de dónde vienes, qué haces y qué no haces”. Si no lo conozco, no vas a decir cosas personales.

Pregunto de qué colegio viene, su edad o cómo se llama. Primero miro su actitud para meterme o no meterme con ella, después “¿cuál es tu nombre?”.

Para muchos chicos y chicas esto es muy difícil. Nosotros decimos: “es importante preocuparse por otra

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persona, cómo estás, qué has hecho”, no sólo decir hola, preguntar el nombre, preguntar en qué colegio estás, en qué nivel estás, el programa de televisión que prefieres, cuál es tu Messenger”.

¿Dónde vives es importante?

No, requiere una mayor confianza, no le voy a decir dónde vivo a cualquier persona.

¿Y cómo se le pide el teléfono?

Cuando dejas una conversación a medias.

¿Cuál es la técnica fundamental para preguntar el teléfono?

“Uy, no entendí la clase de matemáticas, me la puedes explicar, dame tu número”.

Le da un tema de qué hablar y después le dice apurada “me tengo que ir, pero dame tu número y hablamos de la película”.

“¿Puedes darme tu número para seguir hablando o para seguir la conversación?”

Estamos hablando y uno de los dos se tiene que ir y le pide el número “dame el número, ya chao”.

Piensa, ¿cómo generas una conversación?

SUPERAR LA TIMIDEZ

Todos somos algo o muy tímidos. Es fácil decir: “no seas tímido”, pero una cosa es decirlo y otra es hacerlo. Hay técnicas para superar la timidez, la mejor es hablarlo entre amigos.

Yo soy tímida con las personas que recién conozco, no hablo mucho, porque no les tengo esa confianza. Lo que hice fue meterme en lo que es el teatro, danza y ya casi no me cuesta mucho hablar con las personas.

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Nos puede ayudar el grupo. En mi curso hay una niña bien tímida y al principio se le hicieron preguntas, se le habla, se le conversa, ahora habla más fuerte. Antes se quedaba callada, ahora participa.

No pensar tanto en que iba a pensar el otro, no tanto encerrarse en qué pasa si hablo, y qué dirán, qué me van a decir en este grupo. Ser fuerte para mostrar lo que verdaderamente es uno.

Practicar frente al espejo.

La timidez es un problema bien difícil.

Piensa, ¿cómo superas la timidez?

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FLORECER

Nacemos y vivimos en un mundo que puede que no

nos guste pero es el que nos ha tocado vivir. Algunos viviremos quejándonos de él, la mayoría nos adaptaremos a él y unos pocos lucharemos por cambiarlo. A los que fracasan en la lucha por el cambio los llamamos mártires, traidores o revoltosos, a los que son exitosos, héroes.

Para cambiar el mundo tenemos que haber pensado qué nos gustaría que cambie.

Tolerancia entre las personas, que haya una hermandad. Eliminar todo lo malo para que así todos vayan por el buen camino, no por la violencia.

Que haya felicidad en el mundo, que no exista rencor u odio en las personas.

Que el dinero, la comida y todo esté mejor distribuido en el mundo. Hay gente que tiene para tirar la comida a la basura y hay gente que se muere de hambre.

Nos preguntamos sobre nosotros, sobre cómo somos comparados con las generaciones pasadas. Se nos habla que el mundo ha cambiado pero para nosotros ese cambio no es evidente, este es el único mundo que hemos

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conocido. Nos movemos en él como pez en el agua y las preocupaciones que tienen nuestros padres son porque comparan el hoy con el ayer. Nosotros no lo hacemos, no conocimos el ayer.

Nuestra manera de ver la vida, nuestras oportunidades dependen mucho de nuestro sexo. Hombres y mujeres somos diferentes.

No nos damos por vencidas tan fácilmente, no nos conformamos sólo con ser madres, sino ser una profesional, trabajar. Las metas que nos proponemos las logramos.

Los hombres son más duros, física y emocionalmente.

No podemos dejar de crecer, de niños pasamos a jóvenes, de jóvenes a adultos, de adultos a viejos. Es un proceso imparable que nos lleva del nacimiento a la muerte. No podemos evitar crecer y el crecer nos abre nuevas puertas.

No puedo detener mi crecimiento. Igual es un proceso que va a seguir, cada cosa tiene su tiempo. Ahora es el tiempo de estar en la muchachada, pero va a llegar el tiempo de crecer.

Para ir solos por nuestra cuenta y hacer nuestra vida.

Nuestro actuar no es neutro, actuamos bien o actuamos mal, lo sabemos y lo sentimos. Esa diferenciación entre bien o mal afecta todos los actos de nuestra vida.

Hacemos lo que está mal y después de un tiempo nos arrepentimos de haberlo hecho, lo hicimos por curiosidad sin saber lo que iba a pasar.

Uno tiene la capacidad de saber lo que está bien y lo que está mal. Yo desde los once años estoy consciente.

Cuando nacemos somos puro potencial, que se va realizando en el curso de nuestras vidas. Este libro ha hablado sobre cómo crecer para alcanzar ese nuestro máximo potencial. Así, hemos hablado de cómo descubrir nuestros sueños, hemos hablado de cómo ganarnos la vida, de cómo escoger a nuestra pareja, de cómo

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conocernos y conocer al resto para, finalmente, florecer para que la vida nos sonría.

“Ponte alegre, sonríele a la vida”.

Para saber cómo nos va tenemos que preguntarnos si estamos contentos con la dirección de nuestras vidas y qué queremos que cambie.

He tomado las decisiones que quise y se me han abierto las oportunidades. He sabido aprovecharlas y sé que voy a salir bien.

Tenemos que preguntarnos si estamos escuchando nuestra música interior, si estamos siguiendo su compás, para ser lo que somos.

Siguiendo mi intuición y yo creo que también respondiendo las preguntas: quién soy, qué quiero y cuál es mi misión, para qué estoy aquí. Cada uno está destinado para hacer algo.

La vida sonríe a quienes descubren lo que quieren, han aprendido a ganarse la vida, han formado un hogar, perseveran, se conocen, conocen al resto y florecen.

NUESTRO MUNDO

Nos toca vivir un mundo diferente al que vivieron

nuestros padres y nuestros abuelos. Es un mundo abierto, lo que hoy llamamos

globalizado, porque ya no vivimos un poco escondidos en nuestras ciudades y países sino que estamos en contacto con el mundo entero a través de la facilidad de viajar y de la comunicación. Ir a cualquier parte del mundo toma unas pocas horas. La comunicación es instantánea. Casi todos tenemos familiares en el extranjero, lo que nos da una visión más amplia del mundo.

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La otra diferencia es la disponibilidad y dispersión del conocimiento. Lo que antes estaba limitado a unos pocos y en bibliotecas, ahora es accesible a todos, en todas partes, frente a una computadora. En la generación anterior se aprendía de los padres, del maestro y de los libros de texto, ahora el internet abre el conocimiento sin límites para todos.

Esa disponibilidad y dispersión del conocimiento hace que en el mundo haya más oportunidades, pero a su vez lo hace más competitivo. Estudios superiores y buenas notas son indispensables. Ya hay poco lugar para el vago con labia y una linda sonrisa o buenas conexiones. Ahora cualquiera se puede capacitar y competir, si se esfuerza.

Un mundo nuevo y maravilloso No nos gustan algunas cosas de ese mundo. No nos

gusta que tantas personas sufran hambre o injusticia, no queremos violencia, llámese guerras o delincuencia, nos angustia la contaminación.

Ese mundo de hoy no lo hemos hecho nosotros, lo hemos heredado de nuestros padres y abuelos, esperamos cambiarlo cuando tengamos la oportunidad de hacerlo. Queremos un mundo justo, sin violencia, ecológicamente responsable.

Nosotros, la juventud de hoy, somos la floración de la semilla sembrada por nuestros padres, jóvenes ayer.

Los sumerios grabaron en piedra hace cuatro mil años palabras que muchos adultos repiten hoy, y que repetían sus padres y los padres de sus padres.

“Nuestra juventud es decadente e indisciplinada. Los hijos no respetan ni escuchan ya los consejos de sus

mayores. El fin de los tiempos está cerca.”

Bueno, seguimos aquí.

¿Usted qué piensa de esta juventud?

Esta juventud tiene el conocimiento y la voluntad para hacer un mundo justo, sin violencia y sin contaminación. Tiene conocimiento en una amplitud y

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profundidad como no lo ha tenido ninguna juventud en la historia de la humanidad. Hoy son más dueños de su propio destino que antes. Hay tantas oportunidades para abrirse camino y tantas posibilidades de capacitarse para ser exitosos. Los caminos ya no están, como en el pasado, marcados desde el nacimiento. La mujer se ha incorporado al mundo del trabajo, de la función pública, de la política trayendo su dosis de realismo.

El peligro es que, al igual que los adultos de hoy, en la loca desesperación por tener mayor casa, mejor carro, más dinero para gastarlo en adefesios que no necesitamos olvidemos ser y nos dediquemos a tener. El peligro es que el descarte de la familia y de los hijos que se da en las sociedades con mayores ingresos, se repita en las sociedades nuestras, donde aún se aprecia la familia.

Los chicos y las chicas de hoy han experimentado en carne propia el efecto del consumismo en el resquebrajamiento de la familia, y tal vez acepten tener un poco menos para ser un poco más.

NUESTRO ENTORNO

Cuando somos más chicos nos preocupamos sobre todo de nosotros.

Ser la niña más inteligente del mundo. Ser reina de todo. Que mi mamá y mi papá nunca se mueran. Que mi familia siempre permanezca unida y en armonía.

Quisiéramos bienestar para todos, trabajo, felicidad.

Bienestar a todo el mundo, ayudar a las personas pobres. Que no hayan niños en las calles, que todos puedan tener

un hogar y una familia. Que exista amor entre todos nosotros.

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Que no haya hambre en el mundo, que a nadie le falte nada, agua, comida, que todo el mundo tenga lo indispensable.

Que ya no haya tanto desempleo. Quitaría el racismo, ellos mueren por ser diferentes.

Terminaríamos con la delincuencia.

Que atrapen a todos los terroristas. Que todas las personas malas se conviertan en buenas.

Matar a todos los criminales.

Que se terminen las guerras.

Evitaría las guerras cambiando la mentalidad de la personas. Eliminar las armas y las drogas.

Cuando somos mayores nos preocupa particularmente la contaminación.

Eliminaría las industrias que deterioran la capa de ozono. Enseñaría a que no contaminen el ambiente y no corten los

árboles. No botar basura en la calle y reciclar. Hacer un bosque para que no se destruya la capa de ozono. Quitar todos los desechos tóxicos del mundo.

Nos dejan en herencia un mundo injusto y violento. Pero hay esperanza. Dios responde al clamor del profeta: “Es todavía una visión de algo lejano, pero que viene corriendo y no fallará; si se tarda, espéralo, porque llegará sin falta. El malvado sucumbirá sin remedio; el justo, en cambio vivirá por su fe”.

Para ello hace falta que aumente la fe en Dios.

Que la gente tenga un poco más fe en Dios, cuando uno empieza a tocar el tema de Dios como que no oyen y hasta dudan de su existencia.

Llevar el amor de Dios a todos, porque con el amor de Dios todo puede cambiar.

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HOMBRE O MUJER

El ser hombre o mujer marca nuestra vida. Por ello es útil reconocer por qué es chévere ser hombre o ser mujer, identificando los factores que nos definen, para no confundirnos.

Uno es la forma en que nos arreglamos.

Tenemos nuestros propios gustos, podemos arreglarnos, hay más variedad de ropa, más cosas para mujeres que para hombres.

No nos preocupamos tanto por las uñas, el cabello, la ropa, somos más sencillos. No tengo un pantalón lavado y me pongo el primero que encuentro.

Es diferente la forma en que manejamos los sentimientos.

Somos sensibles, delicadas, algunas. Dejamos nuestros sentimientos a la luz, aunque algunos chicos los utilizan de la forma que no deberían, pero así somos las mujeres.

Sentimos de manera más profunda, cuando hacemos las cosas metemos más sentimiento, lo hacemos con más pasión, nos entregamos a las cosas, por eso.

Los hombres somos más cerrados, no somos tan sentimentales como las mujeres y. es verdad, cuando jugamos nos golpeamos, todo a la salvajada.

Es mucho más sencillo ser hombre, no estamos tan preocupados por las cosas que las mujeres se preocupan. No nos dejamos llevar mucho por los sentimientos.

Las mujeres se creen más consentidas, con prioridad.

Porque tenemos prioridad. Siempre han dicho que primero son las mujeres.

Me tratan con una delicadeza que me encanta, con cariño, con amor. Te respetan.

Las mujeres tienen lo que podríamos llamar un instinto de la felicidad, no se dejan llevar por impulsos

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riesgosos, tal vez porque saben que sus hijos necesitan un entorno seguro. Los hombres, por otro lado, buscan controlar los acontecimientos e imponerles su dirección. La capacidad de control y empuje de los hombres con el instinto para la felicidad de las mujeres hacen la estabilidad de la familia y cimentan el futuro de los hijos.

Chicas y chicos explican cómo es que son

diferentes.

Porque somos decididas, todo lo tomamos en serio y si queremos algo luchamos hasta lograrlo. Somos más centradas en los objetivos y podemos alcanzarlos más rápido. La mujer es luchadora.

Somos más tiernas, tenemos más facilidad de expresar lo que sentimos, es como que entregas todo de ti, en el momento cuando quieres algo o ya te comienzas a enamorar o quieres luchar por algo te metes de verdad en eso. Es como un instinto que te permite que sigas luchando.

A los hombres se les da más control sobre las cosas, podemos controlar lo que hacemos. Te sientes con más autoridad, tienes más seriedad con las cosas, te sientes libre con las personas. Tenemos más libertad. No somos muy materialistas, no nos preocupamos tanto de las cosas.

La manera de pensar de los hombres es un poco más profunda, se toman las cosas más en serio, tienes un dominio del liderazgo, soy libre.

Si se nos presenta un trabajo cualquiera, podemos cogerlo. Somos más fuertes.

Los hombres son responsables de la familia.

Mi papá falleció hace tres años y me dejó la responsabilidad de mis hermanas, tengo que estar allí para ellas, para cuidarlas de cualquier cosa, hacerlas respetar, amar.

Los hombres, por su naturaleza, están más dispuestos que las mujeres a correr riesgos. Las mujeres son más cautelosas, más centradas en lo que quieren, los hombres están más dispuestos a escalar el Everest.

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Las mujeres son más realistas y menos soñadoras. Los hombres están dispuestos a dar su vida por una medalla, las mujeres no. Las mujeres son más prácticas que los hombres. También, puede que las mujeres sean más sentimentales, pero el que los hombres no se echen a llorar no quiere decir que no lo sean.

CRECER O NO CRECER

Por más que quisiéramos quedarnos chiquitos vamos a crecer. Crecer tiene sus encantos pero también sus complicaciones, es como entrar en un país desconocido donde acechan muchos peligros. Sabiendo que hay que crecer, nos podemos preguntar: ¿Qué nos tentaría a no crecer?

Sin duda el tener menos responsabilidades. Vemos a nuestros padres cargados de preocupaciones, estresados, con grandes retos en un mundo donde hay que valérselas solo. Por eso a veces sentimos que sería mejor no crecer.

Cuando uno crece tiene más responsabilidades, con el paso de los años todo se va haciendo más riesgoso y difícil, tenemos que trabajar para sobrevivir.

No tienes que preocuparte de otras cosas que los grandes se preocupan, preocuparte sólo por ti.

Los adultos están estresados y cuando llegan a la casa están cansados. Uno puede estar jugando con sus amigos, salir a pasear.

Los adultos con los amigos sólo es un “hola”, conversan y allí quedó. A nuestra edad uno tiene la facilidad de abrirse con los amigos, tiene más contacto.

Parece más divertido y nos consienten.

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Cuando creces tienes que trabajar, ir a la universidad, demasiada presión. Ahora estamos más tranquilas, es más divertido.

Quedarme de tres a cinco años de edad, máximo siete, a esa edad no te importa nada, sólo jugar con tus muñequitos, como no te importan las chicas.

Puesto así, parece mejor no crecer.

Porque eres más libre de hacer las cosas, si creces tienes que ir a trabajar y todo, entonces es más bacán no crecer.

Aunque algunos no creemos que sea mejor.

Me parece sí y me parece no, quiero independizarme, dejar todo atrás, pero en parte no porque sientes bonito que tus padres te mantengan y no preocuparte por nada.

Eso de no crecer es algo inmaduro. A mí me gusta escoger el camino más difícil, no que todo me lo den en la mano, así me siento inútil. A mí más me gusta seguir mi camino sola y también que con esto de no crecer uno mismo se aburre de las mismas cosas, de lo mismo de siempre, yo quiero trabajar sola, hacer mi vida sola, como sea, pero quiero crecer.

Son los padres los que nos van enseñando a crecer, inculcándonos responsabilidades, enseñándonos a manejar las preocupaciones, a divertirnos con cosas de grandes, a quitarnos el miedo. Cuando nos sobreprotegen no nos están haciendo un favor, al contrario, nos están haciendo más difícil la vida. El mundo que nos rodea es injusto y tienen que enseñarnos a vivir en ese mundo injusto, a llorar y luego reír, y seguir adelante.

Nosotros sí queremos crecer.

Para tener más responsabilidades y ya no tener que estar pidiendo a nuestros padres, hacemos lo que queremos.

Porque queremos conocer y disfrutar el mundo de los adultos.

Porque puedo conocer cosas nuevas. En el futuro ya no tendremos a nuestros padres, pero nos quedará el recuerdo

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de cuando ellos nos decían “esfuérzate por alcanzar tus metas”.

Cuando somos pequeños tenemos tantos sueños de lo que queremos ser de grandes, cuando decimos “quiero ser un profesional, tener una familia, tener dinero”. Cuando ya sea grande me voy a sentir realizada.

A nosotros nos hicieron para ser alguien en la vida. Me gustaría sentir la responsabilidad de ser una persona productiva, por el sacrificio que han hecho por ti. También jugar el papel de padre, sentir cómo sintieron mis padres.

Todo lo que yo aspiro y sueño es cuando sea grande. Allí tendré más libertad, uno puede tomar sus decisiones. Tener la satisfacción de tener una familia, de poder compartir con ellos y sentirte orgulloso de todo lo que vas formando.

El recuerdo de esos años cuando uno es chico y no tiene grandes responsabilidades, queda siempre con nosotros.

EL BIEN Y EL MAL

Sabemos lo que está bien y lo que está mal, pero no siempre queremos verlo. Algunos dicen que no lo ven.

Estamos en una edad en donde nos sentimos confundidas de todo, nos preguntamos, nos ponemos a pensar en eso de que está bien y qué está mal.

A esta edad como que lanzamos las cosas por lanzarlas y cuando está todo hecho empezamos a preguntarnos, ya cuando lo hiciste.

Sí sé lo que está bien y lo que está mal, pero jugar es más divertido. Todos sabemos lo que está bien y está mal y no lo ponemos en práctica.

Sabemos lo que está mal por dentro, pero igualmente lo hacemos.

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A veces no tenemos claro lo que está bien. A nuestro parecer pudiera estar bien, pero en la sociedad en que vivimos no.

¿Qué hace que hagamos lo que está mal?

La curiosidad. Para probar de todo y después te arrepientes. Porque vemos que otra persona lo hace y nosotros también

lo queremos hacer. Porque a veces así creemos que vamos a ganar más amigos.

Para saber qué se siente al hacer algo malo y saber las consecuencias.

Porque nos da pereza hacer lo que está bien, para hacer los deberes mejor ver la televisión.

Sabemos que no hacer los deberes está mal, poner un apodo hiriente a mis compañeros está mal, pero aún así adultos y jóvenes hacemos lo que está mal.

Reaccionamos rápido y después lo pensamos, debería ser lo contrario.

Te dan una oportunidad para hacer algo y no sabes si está bien hacerlo. Se te pueden abrir muchos caminos y no sabes cual está mal.

Somos tan torpes, hacemos cosas y luego nos ponemos a rezar, pedimos perdón y lo seguimos haciendo. Por ejemplo, ven pornografía y saben que está mal.

Todos sabemos que está mal tener relaciones sexuales así, porque uno tiene que primero casarse, pero ahora, en esta generación, nos presionan mucho para tener relaciones antes del matrimonio.

Es evidente que no siempre, por la razón que sea, hacemos lo que está bien. Aparte de los efectos desagradables que puede tener no hacer lo que está bien, el hacer lo que está mal nos crea el hábito de hacerlo y con el tiempo no podemos dejarlo. Nos hacemos perezosos, molestosos, poco aseados y, con el tiempo, quién sabe qué más.

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DIRECCIÓN DE NUESTRAS VIDAS

¿Estamos contentos con la dirección que está tomando nuestra vida? Lo estamos cuando hemos tomado decisiones y nos gustan las decisiones que hemos tomado, producto de que sí sabemos lo que queremos.

He tomado las decisiones que me gustan, las cosas que quiero hacer en el futuro y me siento bien al hacerlo.

Sé lo que quiero. Tengo amigas que no saben, yo les digo “pero que esperas para saber qué quieres ser” y me da desesperación.

Escogí la carrera que quiero seguir.

Otros no están contentos. Algunos porque aún no saben dónde van, otros porque se lamentan de haber dado menos de lo que podían haber dado. Ese lamento no siempre lleva a dar luego lo que se puede dar, a menudo porque seguimos esperando que en el futuro se nos aclaren las cosas y como el futuro siempre es futuro, no concretamos.

Siento que me falta algo para estar contenta, pero no encuentro qué es. Como soy media rara, creo que cuando salga del colegio lo encontraré, cuando experimente mis cosas locas.

Yo no sé, es que mi actuar es un poco loco y a mi mamá y a muchas personas no les gusta porque dicen que me voy a morir de hambre, que no voy a salir.

Siento como que muchas veces absorbo las cosas que le pasan a los demás. Mi papá dice que soy como una esponja, me afecta, me pongo triste.

Yo estoy descontento porque sé que pude haber dado mucho más, pero no lo di debido a la pereza, a no querer hacer las cosas, porque te da mucho sueño. Te mandan un deber y tú dices “ah, es para el jueves y es martes, lo puedo hacer el jueves en clase”

Yo no sé si estoy contento porque todavía no sé cuál es la dirección que voy a llevar.

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¿QUÉ QUISIERAMOS QUE CAMBIE?

En estos años de doce a diecisiete no hay factor más importante en nuestro crecimiento y felicidad que el apoyo de nuestros padres y ese apoyo requiere comunicación y mutua comprensión. Las quejas no sirven, hay que enfrentar frontalmente la necesidad de mejorar nuestra relación con nuestros padres, en lugar de quejarnos de ellos.

Que mis padres me comprendan más, que me den un poco más de libertad, que no me retengan tanto.

Ser un poco más abierta con mi mamá, contarle cosas, tal vez pienso que me va a retar o no me va a comprender.

Mi papi es muy orgulloso y cuando se equivoca no lo admite y lastima a los demás.

Que no me den la responsabilidad con mis hermanas. Siempre tengo que acompañarlas.

Que no me sobreprotejan mucho mis padres.

Hay cosas en nosotros que quisiéramos cambiar y a menudo no nos damos cuenta o no queremos aceptar que ese cambio no lo puede hacer nadie más que nosotros. Esperamos que alguien lo haga por nosotros y mientras tanto seguimos repitiendo nuestras fallas, las mismas de siempre que se mantendrán a futuro.

Quisiera ser más arriesgado de lo que soy. Antes era más seguro, ahora como que me falta más.

Dejarme de ser relajosa y tomarle más amor a mis estudios. La pereza, me quedo dormido en todos los lugares. Que se me quite un poco la vergüenza.

Ponerle más atención a mis estudios, quisiera que mis padres se sientan orgullosos de mí.

Quisiéramos acercarnos a Dios.

Acercarme más a Dios. Sólo con Él voy a encontrar la verdadera felicidad.

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Los hay afortunados que creen que todo está bien, o quizás no tan afortunados porque el no querer que nada cambie nos estanca.

No cambiaría nada de mi vida.

¿Qué es chévere en la vida? Algo nos tiene que apasionar.

Lo más chévere, hacer lo que te apasiona. A mí lo que me mantiene viva y me da fuerza para todo es el baile. Yo me veo toda mi vida bailando, es algo que está adentro.

Poder vivir, porque sólo se vive una vez.

Ese vivir plenamente requiere del amor, sin amor se marchita el alma.

Poder brindar y dar amor a todos. Fuimos creados para amar.

Sabemos que estamos vivos y valoras los momentos buenos y la alegría que tienes con la gente que amas.

Todos sabemos de cosas chéveres pero no siempre les damos suficiente tiempo. Uno tiene que saber qué es chévere en la vida y darle tiempo. Diferente para cada uno.

Así como hay cosas chéveres nos dan temor las cosas terribles que nos pueden pasar. A los más chicos les preocupan las malas notas.

Sacar cero en la libreta y que nuestros padres nos castiguen. Quedarme de año.

Que me expulsen.

Pasar vergüenza es algo que siempre nos preocupa, a unos más y a otros menos, particularmente delante de nuestros amigos y, peor aún, frente al chico o la chica que nos gusta. Nos avergüenza que nuestros padres nos reten frente nuestros amigos, que nos traten como un bebé, que nos peguen delante de las compañeras, que nos corrijan todo el tiempo.

Nos avergüenza que nuestra mejor amiga le grite a mis compañeras el nombre del chico que a mí me gusta, que mis amigas me hagan una broma frente a todos, que

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me peguen un chicle en el pelo, que me hagan una mala broma delante de todo el mundo.

¡Hay tantos otros ejemplos!, pero cuidado de vivir solamente para evitar lo malo y en el camino nos olvidamos de buscar lo bueno, lo que nos agrada, lo que nos hace felices. Puede que me preocupe que la gente me odie, pero ello debe llevarnos a preguntarnos, ¿qué característica en mi personalidad puede hacer que la gente me odie?, para tratar de superarla. Si no, simplemente viviremos odiados.

Aunque la muerte es inevitable, nos asusta. Vemos que algún compañero nuestro, lleno de vida, muere y pensamos que nos puede ocurrir a nosotros. Vemos que mueren los padres de nuestros amigos y sufrimos pensando nos puede ocurrir a nosotros.

Morir sin haber hecho lo que hubiera querido hacer. Lo más terrible, perder a mi papá, yo adoro a mi papá con

toda mi vida.

Hay gente que no tiene razón para vivir. Cuando uno es joven es muy importante tener un sueño, una razón para vivir y los que no tienen sueños son arrastrados por la vida.

Es muy monótono, su vida no tiene un propósito.

Es posible que no nos pase ninguna de las cosas terribles, pero puede que sí. Las pequeñas nos pasarán una y otra vez, necesitamos fortalecernos contra sus efectos y allí el apoyo de nuestros padres es indispensable.

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APRENDER A

VIVIR

NUESTRA MUSICA INTERIOR Lo que nos hace levantarnos optimistas y decididos

no es la rutina del día que empieza, son las alas doradas de la ilusión. Una vida sin ilusiones es una vida en penumbra. Para mantener la ilusión de vivir nos hace falta seguir nuestra música interior.

Nadie es copia de otro. Todos llevamos dentro una música interior propia que nos invita a marchar a su compás. Puede que decidamos no escucharla y caminar al compás que nos marcan otros. Puede que así lleguemos a ser ricos o famosos pero si no hemos marchado a nuestro compás, escuchando nuestra música interior, no tendremos lleno el corazón, nos faltará siempre algo, habrá siempre un apremio, un anhelo, una ilusión no satisfecha, que no floreció.

No siempre es fácil escuchar nuestra música interior. La chica que dice a sus padres que quiere ser monja tal vez no encuentre una buena recepción. O el

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chico que dice querer ser guitarrista, y los padres se escandalizan.

Los que así reaccionan esperan que sigamos la música de ellos. Hace falta coraje y decisión para seguir la nuestra. Sobre todo, hace falta estar seguros de que no es un capricho, o que solamente es para llevar la contraria.

Más aún, puede que hayamos escuchado mal nuestra música interior y que a mitad de camino concluyamos que nos equivocamos. Allí hay que tener doble valor, para dar marcha atrás y para volver a empezar.

Siguiendo esa música interior floreceremos. Si creemos en un Dios, sabemos que floreceremos donde Dios nos ha sembrado, cumpliendo su plan.

LOS TRES FANTASMAS

¿Qué nos detiene en marchar al compás de nuestra música?: el temor a fracasar y quedar mal ante nosotros y el resto, el temor a la crítica del resto que se escandaliza de lo que queremos hacer y el temor a la soledad, el quedarnos solos con nuestros sueños, rechazados por el resto.

Esos tres temores: al fracaso, a la crítica y a la soledad, son como tres fantasmas que nos hacen desviarnos del camino al que nos llama nuestra música interior.

La gente al sentir que fracasa tiene miedo de lo que digan y a la vez quedarse solita, entonces van de la mano las tres cosas.

Porque después del fracaso vienen la crítica y la soledad.

El primer fantasma es el temor al fracaso. En nuestro entorno no se tiene paciencia con el fracaso, por ello muchos de los que nos rodean se ponen metas fáciles

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y cercanas, para no fracasar y lucir, aunque su lucimiento sea escaso.

Metas grandes para cumplir sueños grandes son raras y a los que se las imponen se los mira un poco raro, porque nos traen a la memoria nuestros sueños locos, que podrían haber sido grandes, y están relegados al desván de nuestro corazón. En nuestra sociedad se valora el éxito en el corto plazo por lo que esfuerzos de toda una vida que dan fruto al final se valoran menos.

¿Qué nos hace temer al fracaso?

A nadie en esta vida le gusta fracasar, porque si haces algo, te esfuerzas por algo y ves al final que fracasas, como que te bajoneas, caes.

Invertimos tanto tiempo en ello y fracasas, te sientes como mal por no haber terminado.

Si yo escojo una carrera y fracaso tengo que buscar otra, y ya tengo más años y se me hará difícil crear una familia.

Te sientes mal porque quisiste ese sueño y no lo pudiste conseguir.

Pero el fracaso puede ser también aprendizaje. Tenemos que verlo así. Es imposible pensar que todo lo que iniciamos en la vida nos va a salir bien. En muchas cosas, grandes y pequeñas, nos va a ir mal, vamos a fracasar, el fracaso nos ayuda a aprender a vivir.

Con el fracaso coges fuerza y te levantas. Fracasé, pero aprendí algo nuevo también.

El segundo fantasma es el temor a la crítica del resto, particularmente de los cercanos a nosotros. Todos apreciamos la alabanza, la buscamos, daño nos hace cuando se convierte en crítica. Nos sentimos menos, golpeados, inciertos. A aquellos que dependen de lo que diga el resto la crítica los detiene. A la chica que sigue la moda le angustiará que se le diga que lo que lleva está pasado de moda.

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Nos hace sentir un temor interior y lo que pensábamos hacer no lo hacemos por el temor de que la gente hable de nosotros, y lo dejamos allí.

Me preocupa que mis padres y mis amigos critiquen una decisión tomada por mí. Quieren que vaya a lo mismo y como yo no los sigo, me critican. Eso me atormenta.

Hay que tener fe en uno mismo y estar tan seguro como sea posible estar.

Lo que yo quiero es mejor, es mi vida.

El tercer fantasma es la soledad. Los seres humanos gustamos de la compañía de otros, pocos pueden vivir su vida en soledad. Buscamos no solamente la compañía, sino el aprecio, la comprensión del resto. Una decisión nuestra puede que aleje a los que dicen ser nuestros amigos, con los que tenemos lazos de afecto y de costumbre. Nos da miedo quedarnos solos, no solamente por la soledad en sí sino porque uno nunca está absolutamente seguro y nos da temor que estemos equivocados y estemos pagando el precio de la soledad por un capricho, un error.

Me da miedo quedarme sola, eso como que me afecta. De qué te sirve ser la mejor persona, ser la mejor profesional, si no tienes con quien compartir, te sientes inútil, así sea lo mejor que hagas, si estás solo, de qué te sirve.

El fracaso siempre va a estar allí, fracasas y lo haces de nuevo, lo intentas. La crítica también, hay críticas buenas y malas, saber que esto no está bien, pero la soledad es un poco más dura.

Porque si tropiezas en algo, si estás solo nadie te puede ayudar, nadie te echa una mano, te quedas sin trabajo, sin casa, sin nadie que te ayude.

El fracaso no es tanto, porque uno fracasa en algo y si sabe que se preparó bien sabe que en el futuro va a tener más oportunidades. La crítica depende de la persona, tú sólo tienes que ver lo que vas a hacer, no tienes que pensar en los demás. En la soledad puedes tener cualquier cosa, una

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linda casa, plata, un buen trabajo pero no vas a tener con quien compartirlo.

En la vida podemos quedarnos atascados y no hacer lo que queremos por temor a la crítica, al fracaso, a la soledad, cada una más o menos importante para cada uno. Tenemos que blindarnos para no quedarnos atascados. ¿Qué hacer?

Confiar en sí mismo y saber que así fracases vas a seguir y seguir y vas a tener nuevas oportunidades y se van a abrir nuevas puertas.

Escoger el camino correcto. Perfeccionar tus cualidades. Escoger lo que tú quieres y lo que es bueno para ti, diciendo que tú puedes y seguir adelante.

¿Por qué no dejarse llevar por otros? Puede que sea más fácil, así los fracasos y las críticas son compartidas, y no estamos solos.

Cuando te dejas llevar por los otros es como presión y eso no te deja ver las cosas bien, no vas a ser feliz.

Porque uno tiene que ser uno mismo, tomar sus decisiones y ser lo que quiere ser en su vida.

Porque a veces los otros te quieren llevar a algo malo. Porque uno debe tomar sus propias decisiones, uno no tiene que seguir al resto, tiene que ser original, puede que sea más fácil seguir al resto, pero a mí no me parece correcto porque uno es uno y es todo.

¿Qué hacer entonces?

Creer en ti misma. Si tú dices “no lo voy a poder hacer” vas a fracasar porque en tu mente tienes esa idea cerrada de que no lo vas a lograr.

Estar segura de lo que realmente quiero. Tener todas las ganas para poder alcanzarlo y no sentirte derrotada. Si has fracasado aprender de esos errores: “bueno me equivoqué en esto y la próxima vez no lo haré así”.

No dejar nuestras metas.

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No pensar que eres un fracaso porque si piensas que eres un fracaso vas a ser un fracasado.

Algunas oportunidades se nos presentan una sola vez en la vida, a una cierta edad y en ciertas circunstancias. Hay que estar listo para ellas.

NUESTRA VIDA PROPIA

Estamos viviendo nuestra vida propia, la que nos ha

tocado o la que hemos escogido vivir. Somos una semilla sembrada en una época, en una cultura, en un cuerpo, y es allí donde nos toca florecer.

En nuestra juventud estamos en campo abierto, al sol del amanecer, con todas las direcciones aparentemente abiertas para nosotros, nuestra semilla aún en el aire. Al pasar los años vamos prefiriendo la sombra de los árboles que hemos sembrado en el curso de nuestras vidas.

No todos siembran, unos, al llegar a la vejez, siguen en el mismo campo descubierto, como esas plantas sin raíces que arrastra el viento, sin cesar de buscar quien sabe qué, acompañados por las largas sombras del sol que muere.

Nuestra semilla puede que se siembre en un campo muy lejano. Muchos abandonamos la ciudad de nuestros padres, sabiendo que es posible que no regresemos y que vayamos a formar una nueva vida, a perdernos y encontrarnos, en un mundo diferente del que conocieron nuestros padres.

Nuestra semilla puede ser muy diferente de la que sembraron nuestros padres o nuestros abuelos, y nuestra vida ser otra, llevados por ilusiones y oportunidades diferentes. A menudo los padres pueden no comprendernos, preguntándonos: “¿por qué tu barca tiene que partir en busca de mares lejanos, cuando yo ya he

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anclado en este puerto, tranquilo y seguro?, quédate en él, el mar es tormentoso allá afuera”.

Lo que para el padre es una vida segura y tranquila para nosotros puede parecer una vida gris y sin emociones, o simplemente ser la vida del padre, no la vida que quiere forjar el hijo. La incomprensión de los padres al deseo de los hijos de sembrar su semilla propia lejos de la casa paterna es fuente de fricciones y de dificultades, de resentimientos y de alejamientos.

Como anoté al principio del libro: “Los padres sueñan, pues, para sus hijos sueños que es posible que los hijos no deseen, y luego el que los hijos no los busquen ni los alcancen es desconsolador y descorazonador para los padres. Para los padres es difícil aceptar que cada uno es hijo de su época y de sus circunstancias, e interpreta los acontecimientos en base a su experiencia; como dice el poeta: “mis hijos no son mis hijos, son hijos de la vida”.

Por lo tanto, antes de hacer algo que va a afectar a nuestros hijos e hijas hay que preguntarles qué quieren y ajustar nuestros sueños a sus sueños.

APRENDER A SER

Es imposible estar seguros de que en el curso de nuestras vidas conservaremos amores, amigos, pertenencias, honores. Quien tiene algo tiene el riesgo de perderlo y debemos estar preparados para perderlo.

Ello es particularmente duro para quienes buscan tener sin ser, los que dan prioridad a conseguir bienes materiales y comodidades. Se agotan para tener, soportando dolores, contrariedades y fatigas, y se abrazan a lo que tienen para no perderlo.

Pasan a ser lo que tienen. Cuando les ocurre una desventura y pierden lo

acumulado, como sólo tienen y no son, se angustian y se

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desesperan. En nuestras vidas esas desventuras son frecuentes. El negocio colapsa ante una competencia más fuerte, se pierde el trabajo por una crisis económica, se sufre el robo de una cuantiosa suma. Cuando los que sólo tienen pierden esos bienes materiales pierden todo, porque en su vida solamente se han preocupado de tener y no de ser.

Por otro lado, hay quienes buscan ser antes que tener. Quieren ser lo que son. No hay desventura que les quite lo que son. ¿Cómo se es? Haciéndose las preguntas que nos hemos hecho en este libro, meditando largo sobre ellas, encontrando respuestas propias. El preguntarnos, meditar y respondernos no es algo que se hace en una sola sesión. Es un trabajo que empieza cuando tenemos uso de razón y dura toda la vida. Las preguntas y las respuestas van afinándose a medida que vivimos y vamos participando más y más del ancho mundo que nos rodea, ganando experiencia y poniéndonos nuevas metas.

Es trabajoso preguntarse, difícil meditar e imposible responderse para el que está tan ocupado adquiriendo bienes que no tiene tiempo para otra cosa, ni siquiera para su cónyuge, o para sus hijos o sus padres viejos, ni siquiera para sí mismo. A esos del tener los vemos por todas partes: en amigos abandonados, en matrimonios rotos, en hijos, en la práctica, huérfanos, en úlceras y en ataques al corazón.

Vemos también cómo actúan: no tienen tiempo para nadie, son egoístas, mezquinos y avaros, porque no quieren que disminuya lo que tienen al compartirlo. Cuando mueren tienen que abandonar lo que han acumulado, y todos sus esfuerzos y luchas habrán sido en vano, lo que los angustia y les genera pavor a la muerte.

¡Cuán diferentes los que escogen ser! Llevan su riqueza dentro de ellos. Son profundamente maduros en su accionar, en su pensar y en su hablar. Se ríen a menudo. Destacan entre el resto porque están en paz y tienen tiempo. Como ven más lejos y no viven angustiados, muchas veces tienen más que los que solamente piensan en tener.

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Los que escogen ser actúan con generosidad y desprendimiento, porque dan de lo que son: consejo, amistad, amor, patriotismo, dan y todo les queda.

Ser o tener y sus infinitas combinaciones es el gran dilema de nuestras vidas. Ser arrastrados por la urgencia y los apremios de los que quieren tener sin ser, o preguntarnos, meditar y respondernos para ser y luego, en la medida que lo queramos, tener.

Al mundo lo han cambiado los que han escogido ser. Valemos por lo que somos, no por lo que tenemos. A los que son se los quiere y aprecia por ellos mismos, se los sigue y se pide su consejo, a los que tienen se los busca por lo que se les pueda sacar.

Hay hombres y mujeres que sacrifican comodidad, salud y ganancia económica en busca de ideales elusivos y difíciles de definir, que ellos mismos llaman la verdad, el bien y la belleza, aceptando cualquier precio si ello les permite ese desarrollo espiritual; en medio de la aparente turbulencia de sus vidas alcanzan la paz interior, la paz con ellos mismos, la felicidad.

¿Podríamos ser así? Hay que aprender a ser.

APRENDER A ESCOGER

La dirección que imprimimos a nuestras vidas es diferente para cada uno de nosotros. Esa dirección la damos constantemente mediante pequeñas y grandes decisiones, y se ve influenciada por nuestra manera de ver las cosas, por nuestras prioridades personales.

Tengo que escoger la perspectiva que quiero dar a mi vida, perspectiva cercana si leo sólo noticias sobre deportes o me intereso en la vida de una estrella de cine, amplia si leo historia o me intereso en la obra de un filósofo. La mayoría da a sus vidas una perspectiva

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cercana, aquellos que escojan darle una perspectiva amplia estarán escogiendo el camino estrecho, empinado y solitario.

Y yo, ¿qué escojo? Tengo que escoger el nivel de detalle que voy a

buscar en mi vida, cuánto quiero profundizar en cada tema, consciente que a más profundice más solo estaré, porque mi visión se hará menos compartida, más personal. La mayoría busca en sus vidas un detalle similar al que busca el resto; aquellos que escojan darle un mayor detalle estarán escogiendo el camino estrecho, empinado y solitario.

Y yo, ¿qué escojo? Tengo que escoger el balance apropiado en mi vida,

entre la temeridad y la valentía, la acción y la contemplación, la prodigalidad y la mezquindad, entre el decir algo o quedarme callado. La mayoría dejará que otros escojan por ellos; aquellos que escojan ese balance por sí mismos estarán escogiendo el camino estrecho, empinado y solitario.

Y yo, ¿qué escojo? Tengo que escoger la permanencia que quiero

imprimir a mi vida, si voy a actuar en tal forma que pueda gozar el resultado de mis acciones en breve plazo, o si voy a actuar sembrando para cosechar en el curso de mi vida o para que cosechen mis descendientes u otros seres humanos. La mayoría preferirá la satisfacción del breve plazo; aquellos que prefieren sembrar para el futuro o para otros estarán escogiendo el camino estrecho, empinado y solitario.

Y yo, ¿qué escojo? Tengo que decidir cuánta incertidumbre voy a

aceptar en mi vida, aparte de la que nos imponen las circunstancias. La mayoría preferirá la seguridad; aquellos que escojan arriesgarse estarán escogiendo el camino estrecho, empinado y solitario.

Y yo, ¿qué escojo? Tengo que escoger los valores que regirán mi vida.

La mayoría se sustentará en lo que dice o hace el resto, y

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en opiniones que no saben de dónde vienen; aquellos que escojan valores propios estarán escogiendo el camino estrecho, empinado y solitario.

Y yo, ¿qué escojo? Tengo que reconocer si tengo un papel que cumplir

en la Tierra establecido por un Dios todopoderoso. La mayoría cumplirán o no ritos religiosos pero no hurgarán más allá; aquellos que busquen jugar su papel como parte del plan divino estarán escogiendo el camino estrecho, empinado y solitario.

Y yo, ¿qué escojo? Perspectiva, balance, permanencia, incertidumbre,

valores y fe. Y ahí los dilemas que cada uno tiene que enfrentar.

Hay que aprender a escoger.

APRENDER A VIVIR

Hay que aprender a ser y a escoger para aprender a vivir, y hay que empezar pronto, entre nuestros doce y diecisiete años, para cimentar hábitos que nos durarán toda la vida. Si esperamos a ser adultos puede que sea demasiado tarde.

Se aprende a vivir escuchando el llamado de nuestra conciencia que desde lo más íntimo y profundo de nuestro ser nos invita a sustentar nuestras vidas en valores eternos. Hay que escuchar ese llamado en soledad y con mente abierta, dejando de lado caprichos, necedades, prejuicios. ¿Hasta cuándo?, hasta sentir la paz interior que nos anuncia la respuesta, el camino, el propósito.

Nuestra conciencia es el toque divino que da razón de ser a nuestra naturaleza humana. Los valores eternos que la conciencia atesora son un don de la fe. Nuestra fe nos da la fuerza y la motivación para luchar por esos valores y legarlos intactos a nuestros hijos. Como dice San

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Pablo: “Lucha en el noble combate de la fe, conquista la vida eterna a la que has sido llamado”. Vivir la fe no es cumplir una serie de reglas, sino acercarse a Dios entregándole nuestra confianza.

Quien vive la fe y pone su confianza en Dios, quien escucha el llamado de su conciencia y quien se rige por valores eternos sabrá ser, escoger y vivir. Lo reconocemos por su mirada limpia y franca, por su gesto amable, por su palabra cálida, por su consejo acertado, no habla mal del resto ni hace aspavientos para que lo tomen en cuenta, no tiene vergüenza de ser como es, sabe perdonar y sabe pedir perdón, escucha y sonríe, es buen amigo o amiga hoy, mañana y siempre, comparte nuestras alegrías y nuestras congojas. No teme a la soledad. Nos acompaña en la fe. Aunque en la vida lo golpeen las tormentas, está en paz.

Para escuchar ese llamado y regirnos por valores eternos, para aprender a ser, a escoger y a vivir tenemos que estar en paz. Para que el ruido del mundo no nos desoriente o nos confunda tenemos que vivir con sencillez. Vivir con sencillez nos deja tiempo para nosotros mismos, y para el resto, al ya no preocuparnos en exceso de los detalles y tener tiempo para las pocas cosas importantes. La más importante es vivir para la vida eterna.

Paz y sencillez nos hacen posible escuchar la voz de nuestra conciencia y luchar en el noble combate de la fe, sustentados en valores eternos, norte, meta, faro de nuestras vidas.

Así es como se aprende a vivir, así es como la

vida nos sonríe, la sonrisa de nuestras vidas.

FIN

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para aprender a vivir

PIENSA, ESCOGE,

AVANZA

¿Cuál es tu sueño?

¿Qué te puede impedir alcanzar tu sueño?

¿Cómo quieres que te recuerden?

¿A quién admiras?

¿Cómo sacar buenas notas?

¿Te quedas o te vas?

¿Quieres ser empresario o trabajar para otro?

¿Qué carrera quieres seguir?

¿Es bueno formar una familia?

¿Son importantes los hijos?

¿Qué primera impresión das?

¿Cómo escoges a tu enamorado o enamorada?

¿Te vas a casar o no?

¿Qué hace que los matrimonios se rompan?

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¿Cómo vas a escoger a tu pareja?

¿Qué es el amor?

¿Por qué no hago lo que quiero?

¿Cómo haces para perseverar?

¿Quién es tu principal apoyo para perseverar?

¿Qué consejo a tus hijos para que perseveren?

¿Cómo superas el miedo, la vergüenza?

¿Cómo te conoces?

¿Cuáles son tus fortalezas?

¿Cuáles son tus debilidades?

¿Cuándo te da vergüenza?

¿Quién te ayuda a conocerte?

¿Cuál es el lugar y la hora en que reflexionas?

¿Por qué te son importantes los demás?

¿Por qué pierdes amigos y amigas?

¿Qué haces para que el resto se interese en ti?

¿Cómo dices algo crítico, cómo lo recibes?

¿Qué haces para que te vean con simpatía?

¿Cómo generas una conversación?

¿Cómo superas la timidez?

201

La humanidad avanza porque los jóvenes

tenemos cabeza dura.

Queremos hacer realidad nuestros sueños.

Queremos construir un mundo nuevo

que sea justo,

sin violencia, en paz,

sin contaminación.

Un mundo nuevo para dejarlo

en herencia a nuestros hijos.

Vamos a luchar, contra viento y marea,

para construirlo.

Necesitamos el apoyo,

la comprensión, el aliento y el consejo

de los que nos rodean.

Para tomar nuestras propias decisiones.

Para hacer cosas grandes.

Para vivir el amor.