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¡AMETUR COR JESU! Hermanos de Sagrado Corazón Provincia de América Austral “Como María en su ofrenda total vivimos nuestra consagración religiosa en la alegre esperanza y el agradecimiento por la gracia de nuestra vocación. La Virgen María será siempre el modelo acabado de la fidelidad al Señor (Regla de vida Art.66) NUESTRO HERMANO FÉLIX SÁENZ MORAZA

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¡AMETUR COR JESU!

Hermanos de Sagrado Corazón Provincia de América Austral

“Como María en su ofrenda total vivimos nuestra consagración religiosa en la alegre esperanza y el agradecimiento por la gracia de nuestra vocación. La Virgen María será siempre el modelo acabado de la fidelidad al Señor (Regla de vida Art.66)

Nació en Villaverde –Alava-España el 21 de abril de 1928 Falleció en San Antonio de Areco-Argentina el 13 de enero de 2008 a la edad de 79 años. (62 años de vida religiosa)

¡AMETUR COR MARIAE!

NUESTRO HERMANO FÉLIX SÁENZ MORAZA

“Cantaré eternamente las misericordias del Señor”. (Salmo. 88,1)

Sí, querido Hermano Félix tenemos la certeza que a estas horas estás en el regazo del Padre, pues fuiste un siervo bueno y fiel. Escogiste al Señor en la sencillez y en la humildad, sin buscar recompensa ni prestigio personal. Has servido generosa y lealmente, por eso “entra en el gozo de tu Señor”

Tu vida la podemos resumir en la fidelidad a las pequeñas cosas hechas por Dios. Has sido generoso, muy generoso y tenaz para llevar a buen puerto lo que de ti dependía, convencido de que el que se sacrifica por cumplir con su deber, vive en una atmósfera donde quizá no brille el sol, pero donde el cielo está sereno.

SU FAMILIA Y SU INFANCIAEl 21 de abril de 1928 nacía en Villaverde un niño para quien

eligieron el nombre de Félix; fue bautizado cuatro días más tarde por Don Bernardino Aldasoro, párroco del lugar.

Fueron sus padres Don Fructuoso Sáenz Urcelay natural de Apellániz (Álava) y Dª Inocencia Moraza Martínez natural de Villaverde.

Formó parte de una familia numerosa y profundamente cristiana, honrada y laboriosa. Con él fueron 14 hermanos. Por los años 1918 y con ocasión de la gripe española fallecieron varios de ellos. Siendo Félix todavía un niño, también su padre cayó convaleciente con una larga enfermedad que lo llevó a la muerte. Su madre fue vendiendo las propiedades. La familia quedó arruinada.

El Hermano Jesús nos introduce en la época y en el ambiente rural de la época: todos sabemos lo que era el trabajo del campo. Los que llevaban el peso de la labor eran los padres. A medida que los hijos iban creciendo y la familia se iba haciendo numerosa los hijos tomaban parte en lo que les pedían o se ofrecían para ayudar y aliviar así el peso de los mayores. Nuestro Félix pertenecía a una familia humilde, dedicada al trabajo del campo; ya sabemos que el labrador realizaba un trabajo muy duro, pues tenía que hacer producir las tierras, con herramientas rústicas, manejadas con manos que no medían el tiempo ni miraban al reloj para terminar la faena.

Después de arrojar la semilla se visitaba el campo para ver cómo venía la cosecha. Se vivía calculando y esperando que el tiempo acompañara. De ahí el dicho mirando al suelo y al cielo. Se hacían rogativas pidiendo que las cosechas fueran buenas pues una tormenta de granizo, podía echar por tierra el trabajo y las ilusiones de tantas horas de sacrificio. Este era el ambiente rural donde Félix pasó su infancia.

Pronto empezó a frecuentar la escuela del pueblo y completando la educación que recibía en la casa. Fue un alumno estudioso, responsable y buen compañero.

Alguna vez le oí contar que siendo niño tenía prohibido por su madre exponerse a lugares peligrosos, como subirse a un carro o jugar al sube y baja. No hizo caso, y como otros niños arriesgó en el juego. En una de esas subidas, el mayal (es un madero que como columna vertebral atraviesa el carro y va desde la punta a la que están atados los bueyes, hasta el final del carro) lo lanzó varios metros por el aire. Su cabeza quedó ensangrentada; avisada la madre antes de que llegara a casa, ya iba hacia él y…la solución unos buenos azotes. Este comentario y otros que escribe el Hermano Fermín los recibió directamente de boca del interesado.

También solía contar que siendo niño estuvo enfermo y desahuciado por el médico pues nada de lo que comía le hacía bien. La madre en vista que su hijo no se recuperaba, le dijo qué quería comer; él pidió chorizo y fue el remedio que le salvó la vida.

Pertenecía a una familia hospitalaria. Más de una vez el ermitaño del Santuario de la Virgen de Codés se hospedó en su casa, lo mismo que cuanto mendigo aparecía por el pueblo

de Villaverde. Deduzco que su madre era una mujer de gran fe y confianza. La recordaba Félix cuando contó muchas veces que al despedirse de ella para ir a Rentería le dijo: hijo en todas las partes está Dios. Santa Teresa hubiera dicho: “Sólo Dios basta”.

ENTORNO GEOGRÁFICO

La localidad de Villaverde está situada en un pequeño promontorio al pie de la Sierra de Cantabria, rodeada por el río Ega. Así describe Ángel (sobrino del Hermano Félix) a Villaverde y su entorno: está situado al pie de la Sierra de Toloño que limita con la Rioja Alavesa. Al norte muy cerca tenemos la Sierra de Izqui, declarado hoy parque natural pues es un gran bosque de robles (algunos milenarios) considerado el mayor robledal de Europa. Al sur las sierras de Toloño, con sus cumbres y crestas cortadas a cuchillo; hacia el norte las cumbres nos enseñan su roca caliza desafiante que se va suavizando para formar en sus laderas un gran y hermoso bosque de hayas que bajan hasta los campos de cultivo; campos fértiles para la producción de cereales, patata de siembra y otras hortalizas. Los lugareños son muy trabajadores, pues es bien sabido que la agricultura lo requiere.

Algunas construcciones están adornadas con aleros finamente tallados y muestras de su estructura interna de madera a través de varios elementos portantes, dinteles, etc. Destaca el templo parroquial en honor a San Andrés, al sobresalir del resto de construcciones. Su portada de acceso al templo se remata por una hornacina con la efigie de San Miguel y está protegida por un pórtico del siglo XVI. En el interior encontramos un retablo mayor de estilo plateresco.

En el pueblo encontramos dos fuentes y hacia el este del mismo el lavadero cubierto. En las antiguas escuelas se encuentra el juego de bolos, cuya modalidad de juego es la de palma de cuatro característica de la montaña alavesa. Se denomina así porque se lanza la bola de madera con la palma de la mano con el objetivo de derribar cuatro bolos que se encuentran al final de la tabla por la que debe ir la bola.

Al este del pueblo, anexa al cementerio, se encuentra la ermita del santo Cristo, de gran devoción de los paisanos, quienes en su honor celebran las fiestas anuales el día 14 de setiembre. Y siguiendo esta dirección, a orillas del río Ega, llegamos al molino harinero, que comprende vivienda y almacén. Desde su construcción en 1813 ha sido de propiedad privada.

La actividad molinera se ha abandonado pero posee la maquinaria completa para moler el trigo (cubo-presa, edificio, maquinaria hidráulica). En la parte alta y occidental del pueblo, las eras y pajares se cuelgan sobre el declive del monte y nos hablan de su actividad agropecuaria.

Nos relata de nuevo su sobrino: Cuando el tío pasaba las vacaciones entre nosotros, una de las visitas obligadas era su pueblo natal. Recuerdo con especial atención las últimas vacaciones de 2006 que pasó en el colegio de Vitoria. Una tarde junto con mi esposa y el tío nos fuimos al bosque de Villaverde a pasear bajo la sombra del hayedo, pues hacía mucho calor. Tuvimos la buena fortuna de encontrarnos un hongo (boletus edulis), luego otro y mas adelante otro y así nos hicimos con una hermosa bolsa, ya que nos picó el gusanillo y no pudimos resistirnos a recogerlos para después disfrutar de un buen manjar. El tío se sentó en el tronco de un árbol caído y nos dijo todo satisfecho: seguid recogiendo que yo estoy cansado, pero disfruto viéndoos a vosotros.

ENTRADA EN RENTERIA

Un día pasó por el pueblo el Hermano Pedro (Hno. Dosithé) encargado vocacional de la Provincia de España. Al enterarse la mamá de esta visita, mandó aviso al hijo que estaba en el campo, que había un fraile que preguntaba por él.

Pocos minutos tardó en presentarse en el lugar. Con la pregunta que le hizo su madre, no hacia falta más comentarios. ¿Te gustaría ir con este religioso? La respuesta fue un sí sin pedir explicaciones. El Hermano Jesús recuerda haberle preguntado más de una vez: y tú Félix ¿por qué quisiste ser hermano?; y le respondía tajante, breve y no sin algo de picardía: por no cuidar ovejas.

Tenía 13 años. Era el 13 de setiembre de 1941. Llevaba la preparación escolar que por esos años se impartía en el pueblo. Cuando ingresó en la casa de formación de Rentería, con una veintena de compañeros formó el grupo de primera clase. El Hermano Benigno era el superior y el Hermano Rafael su primer maestro.

Quien lo conoció muy bien desde la casa de formación como el Hermano Fermín nos dice que era de carácter nervioso, emprendedor y empeñoso en lo que se proponía. Se formó al estilo de los años 40. Lo marcó para siempre. Yo diría que los principios que adquirió los mantuvo hasta morir.

Hay que reconocer que no era muy hábil para desenvolverse en las actividades y en el deporte. Era mi compañero y formábamos los dos juntos un equipo para jugar en las competiciones de pelota-mano que el Hermano Ambrosio organizaba en las mañanas del domingo. Como estábamos deseosos de ganar en la competición, habíamos hecho este arreglo: yo me contentaba con que no hiciera falta en el saque; esa era su misión; no siempre perdimos.

Era aspirante en la segunda clase que atendía el Hno. Marino Moraza; los domingos por la tarde solíamos salir de paseo; caminábamos paralelamente a la vía de un tren llamado “topo”. Cuando nos cruzó el tren estábamos sobre el puente. La blusa negra que vestía Félix se enganchó en alguna rama o gancho de la barrera y cayó sobre los árboles entre el puente y la carretera. Gracias a los árboles y al ángel de la guarda no hubo más desgracia que unas heridas; después de recibir algunas atenciones, pudo seguir caminando y terminar el paseo.

POR TIERRAS DE ALSASUADespués de tres años de permanencia en Rentería pasó con sus

compañeros a Alsasua para iniciar el noviciado, bajo la tutela del Hermano Federico. Inició el año de formación el día 15 de Julio de 1944, con la toma de hábito que se hacía con gran solemnidad.

Era un año dedicado a los estudios religiosos, los votos y la Regla de vida. Su dedicación y esfuerzo hicieron que más de una vez tuviera el primer puesto en el rendimiento del estudio, evaluado cada semana. Eran tiempos de austeridad, oración y vida de fraternidad; los trabajos en la huerta eran nuestro esparcimiento y el modo de hacer más llevaderos los gastos de alimentación de la casa de formación. Las festividades religiosas se vivían con gran fervor y solemnidad. Hasta había un “pequeño extra” en la comida.

Todos los jueves íbamos de paseo por lugares próximos: el castañar, la sierra de Urbasa…incluso hasta la Virgen de Aránzazu; para nosotros era una oportunidad de recrearnos y compartir.

El día 16 de Julio de 1945 hizo su primera profesión religiosa. Más de una vez manifestó que se entregó definitivamente al Señor aunque sus votos fueran por un año.

Tres años permaneció en Alsasua haciendo el escolasticado. Tiempo dedicado ante todo a obtener la titulación como preparación para dar clase a los niños.

Solía recordar con frecuencia el estudio de las raíces griegas que se hacían durante los paseos. El año 1948 el Hermano Félix fue destinado al Colegio de la Alameda en Rentaría; allí tuvo como director al Hermano Ángel Sagastuy , de quién se acordó siempre con cariño.

El año 1951 aceptó generosamente la invitación de pasar al Distrito de la Argentina. Mientras se aproximaba la fecha del viaje trabajó en el colegio Sánchez Toca ayudando al Hermano Fermín con los 83 alumnos que tenía en clase.

VISITAS A SUS FAMILIARESAntes de pasar a recordar al Hermano Félix en su vida apostólica quiero resaltar su

relación con los familiares. Al hacer los votos, pasamos a formar una familia religiosa. Dice nuestra Regla de vida: Un espíritu de caridad caracteriza a nuestro instituto. Este espíritu se manifiesta por la sencillez, la acogida y la fraternidad. Como verdaderos hermanos, compartimos nuestra vida y nuestro apostolado. Cultivamos con tanto esmero el espíritu de familia que cada uno se siente amado por lo que es. (Regla de vida nº 15)

Esta familia llamada comunidad, nos acoge y sostiene, nos forma y nos cobija; a través de ella nos entregamos a la misión evangelizadora, en nuestro caso, por medio de la educación. Complementamos los lazos familiares que nos vinculan a nuestros parientes y amigos, con este vínculo por opción.

El Hermano Félix visitaba con frecuencia a sus familiares disfrutando de su compañía y edificándolos con su ejemplo; escribe su sobrino Ángel, a quien agradecemos el testimonio, estas sentidas palabras sobre su tío Félix: El mes de Julio de 2006 hizo su último viaje ya muy disminuido físicamente. Al recibir la confirmación de su viaje, enseguida quiso comunicarse con su familia. Entre sus papeles quedó esta carta que no alcanzó a enviar: Querida Mercedes, te escribo para decirte que el día 28 de junio tomo el avión y me llego hasta Madrid para pasar un mes seguramente. Mi residencia va a ser el colegio de los Hermanos de Vitoria. Eso me dijo mi nuevo superior provincial. Pues cree que como he cumplido 78 años, como a esa edad puede pasar algún achaque, el médico que cuida allí a los hermanos de edad, me atenderá también a mi. Ya mi sobrino de Hernani me había escrito que tenía una habitación para mí, pero mi superior me dijo que me alojara en el colegio de Vitoria por lo que he dicho. Que visitara a mis parientes, pero que viviera en Vitoria. Pues así lo haremos.

El tío venía siempre a Legazpia a visitarnos. Cuando pudo lo hizo por sus propios medios. Cuando se vio más limitado, los parientes nos arreglábamos para poder hacer su estancia entre nosotros lo más agradable posible y que pudiera seguir realizando sus visitas.

Recuerdo que hace unos cinco años, por el año 2002, nos fuimos a pasear al bosque de hayas para ver la fuente de Laziturri. Se lo veía muy contento de encontrarse en ese lugar. Era domingo y teníamos que ir a misa; eso para él era una cosa que no podía fallar. Puedo atestiguar que se encontraba bien en mi casa de Hernani o Lagazpia, no dejaba nunca de cumplir sus obligaciones, yo diría que siempre hacía sus oraciones hasta con propina.

Así continúa su sobrino: hace treinta y tres años que vivo en Hernani y siempre que el tío venía a pasar las vacaciones, hemos procurado gozar unos días de su compañía, pues tengo que decir que era un hombre muy educado, de buenos modales y sobre todo muy humilde.

Así termina Ángel sus recuerdos: me cuesta seguir escribiendo y me entran ganas de llorar; no quiero ponerme triste pero cuando a uno le quedan recuerdos como los que nos ha dejado, suele pasar esto. Podría decir muchas cosas, calificativos todos buenos, pero con uno estoy convencido de que está todo dicho.

Querido tío: descansarás en paz, estamos seguros. Has sido una buena persona. Muchas gracias por todas las visitas que nos hiciste en vida.

Sabemos que Félix era agradecido. Con sus parientes lo hizo rezando al Señor por todos ellos. En una oración encontrada entre sus papeles leemos:

“Señor te encomiendo a todas las personas de mi familia, vivas o difuntas. Todos son tuyos, te pertenecemos todos. Tú Señor conoces mis sentimientos. Cada noche te encomiendo a todo vivo y a todo difunto. Cuando sea el momento recíbenos a todos en tu casa eterna”.

Todos hemos visto u oído al Hermano Félix practicar la devoción del vía crucis; tenía varios modelos plastificados, cosidos tipo encuadernación, pues éstas eran manualidades que le gustaba hacer. Acompañar a Jesús en su dolor, era para nuestro hermano, una fuente de consuelo y la fuerza para su humildad. Si bien antes decía que el Hermano Félix visitaba a sus parientes de Hernani, sabemos que también visitaba a su hermano Antonino quien vivía en la ciudad de Pego. Pocos recuerdos tenemos de esta ciudad, pues su hermano y cuñada ya están fallecidos; pero entre sus papeles encontramos esta estampa del Ecce Homo de la iglesia de la localidad de Pego.

VIDA APOSTÓLICAComo observamos en la cronología que acompaña a ésta biografía, el Hermano Félix

ha desarrollado su actividad en varios colegios y comunidades y cumpliendo variadas funciones. Las misiones que le encomendaron sus superiores las cumplió con toda dedicación, con simplicidad de corazón, convencido de que lo dispuesto era lo que Dios quería para él. Se cumplen en él las palabras del Martín Fierro:

“A la voluntá de Dios ni con la intención resisto”.Y otras muchas veces ha seguido, aún sin conocerlo, este consejo de José Hernández:

“No te dejes afligir aunque el mundo se desplome”.

NOMBRAMIENTOS

1948-1951 Rentería y San Sebastián Docente1951-1957 Venado Tuerto Docente-Administrador1958-1960 Colegio San Rafael (Bs. As) Docente

1961-1962 Venado Tuerto Maestro de postulantes1963-1966 San Estaban (Córdoba) Maestro de Novicios1967 Roma. Gran Noviciado Novicio mayor1968-1969 Venado Tuerto Administrador1969-1972 Venado Tuerto Maestro de postulantes1973-1974 Durana Maestro de juniores1975-1976 Venado Tuerto Maestro de postulantes1977-1979 Montevideo Superior – Docente1980-1981 C. Benito Nazar (Bs.As) Administrador1982-1990 Montevideo Docente1991-2004 Villa Gral. Belgrano (Córdoba) Colaborador..2005-2007 Venado Tuerto Casa de ancianos.

El Hermano Félix ha sido una persona muy generosa, fiel a su palabra y de buen corazón. Su vida espiritual y religiosa se alimentaba de una profunda fidelidad a sus compromisos y de una regularidad en su relación con Dios que hablaba del cariño y afecto humano y espiritual.

Era de corazón generoso, no escondía sus sentimientos y los expresaba a veces con fuerza y bruscamente. En algún momento de su vida también ha sufrido con gran altura incomprensiones y desaires, pues pocas cosas hay más duras de soportar que la vejación de un buen ejemplo. En los últimos años lo conocimos especialmente amable y paciente con los niños y muy natural en sus expresiones y gustos; ¡quién no vio alguna vez cuán goloso era!

Los testimonios que siguen de los hermanos donde se relatan experiencias y vivencias con nuestro Hermano Félix, pueden ser un reflejo de su personalidad. Disfruten con su lectura. Las he puesto casi tal como me han llegado. He sacado solamente algunas anécdotas repetidas.

TESTIMONIOSEscribe el Hermano Jesús, refiriéndose al Hermano Félix:

después de pasar tres años en Rentería y algunos meses en Alsasua, me destinaron a la Argentina. Tú me seguiste unos años más tarde. Hemos vivido varios años juntos primero en Venado Tuerto y alrededor de otros diez en la Villa. En el medio algunos años en Durana, Vitoria, España.

Puedo decirte que hemos coincidido en algunos puntos como en la puntualidad a los ejercicios de piedad. Lo que mamamos eso es lo que nos llena de sano orgullo para con nuestros progenitores. Creo que cada vez que iba a hacer una visita a la capilla, te encontraba paseándote con el rosario en la mano, o estabas con el rosario haciendo el vía-crucis. Nunca te encontraba sentado.

Para conseguir la perseverancia en el llamado a la vida religiosa, habrás podido darte cuenta que todo se basa en esto: agradecer diariamente al cielo el don de la fe y tener una buena dosis de humildad, pues todo lo que tenemos es fruto de la generosidad del Señor.

Me has repetido hasta el cansancio a medida que pasaban los años: ¡que nos queda poco hilo en el carretel!

Hermano Félix, que nos guíe la fe, que nos mueva la esperanza y que nos empape y cuide el amor de Dios; que lo manifestemos en el trato con los demás.

Procuraré seguir tus pasos en los edificantes ejemplos que nos has dejado: tu puntualidad a los ejercicios de piedad, la visita al Santísimo y el desgranar las cuentas del santo rosario.

En el libro de la perfección del Hno. Arthème había una frase que se refiere a la vocación religiosa y que se ha cumplido en ti. “Poco importa el motivo, lo importante es sobrenaturalizarlo y que se quiera perseverar”. Ponerse en manos del Todopoderoso, cerrar los ojos y que se cumpla siempre en mi su voluntad. C`est tout.

Y ahora es el hermano Fermín, también compañero del noviciado quien nos relata: al llegar de España comenzó a trabajar en Venado Tuerto. Allí pasó muchos años como prefecto de los pupilos medianos. Siguió como maestro de postulantes por largos años. Creo que esto le gastó el sistema nervioso.

En algunos ratos libres jugaba con el Hno. Rufino a las cartas en tono muy amistoso. Eran buenos amigos. Hasta llegaron a hacer un trato de que cuando los llamara el Padre, harían largas excursiones por los cielos siderales para visitar las estrellas. Parece que en algún partido que no resultó del agrado de alguno de ellos, hizo que se terminara el proyecto; espero que lo estén realizando con agrado de ambos.

Sólo en los últimos años disfrutó de buen apetito, después de haberse operado de úlcera del estómago. Ya estando en Durana, cuando tenía entre cuarenta y cincuenta años, anduvo con médicos buscando la causa de su presión alta. Sufrió mucho en Montevideo porque su estómago estaba dolido.

También allí empezó a sentir problemas en la pierna. Algún médico le recomendó que se abstuviera del vino, por lo que él sugirió tomar sólo un vaso. A ello se limitó fielmente.

Cuando estaba por llegar a los 60 años, estando en Montevideo, el Hno. Roberto que era el Provincial, me pidió que le suprimiera horas de clase. Recuerdo que lloró al darle el informe. Siguió dando algunas horas de catequesis en tercer grado. Recuerdo que me llamó un día para que le hiciera la clase, en la que él no acertaba. Le pregunté por el tema. Hice la clase. Todo resultó bien. Se dio cuenta, creo, de que sus fuerzas no estaban para estos trotes.

Siguió varios años, fue encargado de la portería del Colegio La Medalla Milagrosa; cumplió con la fidelidad que tuvo siempre.

Años más tarde fue destinado a la comunidad de Villa General Belgrano. Allí tuvo una crisis estomacal. Al poco tiempo de llegar, lo atendió el Dr. Mángano. Este le pidió que se operara del estómago. Esta fue la mejor solución para el Hno. Félix. Desde entonces le gustaba repetir que disfrutaba comiendo. Creo que no perdió el apetito hasta la muerte.

Y el Hermano Enrique Becker quien lo acompañó estos últimos años, fue quien vivió más de cerca cómo sobrellevaba las enfermedades: quiero aportar algo de mi experiencia con él en estos dos años que hemos convivido. Gracias a Dios no tuvo grandes sufrimientos y dolores durante las circunstancias que le ocasionó su infección urinaria.

Seguramente Dios quiso librarlo de todo dolor, de todo desánimo ante la gravedad de su situación, lo que llevó a salvar varios momentos críticos. Deseaba ser fiel, metódico y ordenado y aunque no siempre lo lograra, esto también le ayudó a superar estos momentos.

El Hermano Félix era un hombre de fe y agradecido. Cuando estaba más consciente, no cesaba de repetir: ¡cuánto debo agradecer la atención de todos los hermanos, por todo lo que hacen por mí!

El Hermano Avelino Guerrero nos expresa algunos recuerdos que se remontan a sus años de formación: conocí al Hermano Félix, cuando estuve en el juniorado, en Antezana de Foronda, Alava, España. Era el año 1969 o 1970; el hermano creo que venía de Roma y estuvo unos meses con nosotros.

Recuerdo de manera especial unas excelentes clases de caligrafía y de letra redondilla. Entre los juniores, decíamos que era el hermano que mejor escribía de todo el instituto; ¡cosas de niños! pues lo mismo afirmábamos de otros hermanos que estaban entre nosotros, con respecto a sus conocimientos de geografía o matemáticas.

Transcurrió el tiempo y recién en el año 1997, compartí comunidad con el hermano; fue en Villa General Belgrano. En esos meses pude percibir la permanente fidelidad del hermano en los ejercicios de piedad tanto comunitarios como personales.

Esta fidelidad también se hacía extensiva a las relaciones fraternas. El hermano se mostraba disponible, sencillo, sensible, muy atento a las necesidades, reconociendo y valorando a los hermanos y sus cualidades.

Creo que poseía una vida interior muy rica y que se advertía en las conversaciones, sus lecturas espirituales, prácticas como el vía crucis, rosario y sobre todo los encuentros con Cristo en la realidad sacramental.

Intento relacionar, confrontar algún texto de la Palabra de Dios y el Hermano Félix.Entonces recuerdo estas palabras de Jesús:“Si no os hacéis como niños, no entraréis en el reino de los Cielos.”

Ante situaciones imprevistas o generadas por nosotros, en plan de broma, muchas veces hemos reconocido en el Hermano Félix, su inocencia, sencillez, alegría, asombro, carencia de malicia, fe y confianza en Dios.

Busco otro texto en la Palabra de Dios y enseguida lo encuentro.

Definitivamente pienso que, el Hermano Félix ha sido un hermano orante con el Salmo 8: ¡Oh Señor, nuestro Dios, qué admirable es tu nombre en toda la tierra!

Con entusiasmo y encendido corazón, el hermano solía expresar la grandeza de Dios, manifestada en la creación. Los paseos tan frecuentes en la Villa creo que le afianzaron en esta vivencia. Paseando con él, más de una vez, se detenía para descansar pero también para contemplar un río, montaña, cielo azul, formas caprichosas de la naturaleza...

Si el P. García Vallés, parafraseando el versículo.... ¿qué es el hombre para que te acuerdes de él...? habla con fervor y emoción del hombre como “átomo de polvo en un mundo de luz”, nuestro hermano, con el mismo énfasis, decía lo mismo con la expresión “una chispa de Dios”. Ambos aluden a su grandeza y dignidad, pero también a su pequeñez.: contemplo el cielo, obra de tus manos...

La salvación eterna; cómo haría Dios para salvar a los que no creen, pecadores, no bautizados..., cómo sería la felicidad en el cielo, eran temas de conversación.

“Todo lo sometiste bajo sus pies: ovejas, toros, animales...”Por todos fue conocida la amistad y fidelidad del recordado “Coni”, can ejemplar, con

el Hermano Félix. A veces, en los paseos antes mencionados, también se detenía para contemplar, con cierto orgullo y sonrisa de dueño, de qué manera el “Coni” se hacía el ganador, valiente y poderoso ante cualquier perro, grande o chico, que se le cruzara en el camino.

Resumiendo podemos afirmar que el Salmo 8 es la oración de quien, como el Hermano Félix, reconoce que Dios es el creador de todo y que ha confiado todo al hombre.

Con respecto a estos últimos años, considero que recordar al Hermano Félix, asimismo implica reconocer y agradecer a las personas y hermanos que le han acompañado de forma integral. Han tenido para con él una presencia amorosa, paciencia, ternura y compasión.

Deseo que nuestro hermano descanse en paz, es decir, que disfrute de una vida nueva, distinta y más plena. El hermano también decía que en el cielo tendríamos tiempo y posibilidad de pasear por las estrellas. Y de paso, el libro de Job nos invita a escucharlas cantar. Que así sea.

Todos los hermanos que nos han precedido, como otros seres queridos, son en cierta medida como estrellas y si son estrellas, son también luces de esperanza como afirma el Papa Benedicto XVI en la reciente encíclica.

El Hermano Eloy Lázaro define a nuestro hermano con estas palabras: el Hno Félix, un amigo de Jesús y hermano nuestro.

He tenido el privilegio de convivir con el Hno Félix en tres momento diferentes de su vida. En la primera etapa, hacia el año 1973, como director y maestro formador en el juniorado de Durana. Muchos le percibíamos como un hombre recto y en cierto modo severo. Al conocerle un poco más, fuimos descubriendo a una persona cálida, cercana, ordenada, justa y atenta a cada uno.

Su presencia era permanente. Aplicaba el método preventivo, dándonos seguridad y respetando nuestra autonomía. Se dejaba ver, junto con los otros hermanos, que paseaban por las galerías, anticipándose a los conflictos y mostrándonos la importancia del compartir y la comunicación. Nos daba clase de matemática “moderna” (teoría de conjuntos). Fácilmente se podría haber limitado a darnos las cuatro operaciones, algunos quebrados y algún problema casero. Pero tuvo la humildad de entender que tenía que perfeccionarse él. Así fue a recibir los cursos de capacitación necesarios. Su clase era ordenada y nos proporcionaba ejemplo de prolijidad con sus fichas. No existía la improvisación, ni la pérdida de tiempo.

Nos hacía ver lo importantes que éramos en la entrevista personal, tenía un control preciso de nuestra documentación, nos decía el dinero que nos quedaba y sorprendía preocupándose por nuestros estados de ánimo o si comíamos bien. Nos animaba para seguir adelante en el estudio, para superar las dificultades que traíamos de las escuelas de los pueblos.

Sufría cuando tenía que bajar la nota en conducta o se veía obligado a mandar a algún aspirante a casa. Reconocía sus errores y tenía la humildad de pedir perdón públicamente, cuando se equivocaba con nosotros…Evitaba encontrarnos haciendo lío, avisándonos que llegaba, haciendo ruido con los tacones de sus zapatos.

La segunda etapa fue ya en Benito Nazar, donde se desempeñaba como administrador; un hermano servicial, atento a que no nos faltase nada, generoso para proporcionar lo que necesitábamos sin más vueltas. Cómplice para dejarse tomar el pelo y dispuesto a aguantar todas las bromas de los jóvenes (que éramos incansables); aunque también hay que dejar en claro, que no tenemos nada que ver con las tortas que faltaron el día del Sagrado Corazón y entendemos su preocupación. ¡Quién no habría perdido la paciencia!

La tercera etapa fue entre los años 1991 al 1994 en Villa General Belgrano. Comenzó el año con una operación del estómago que le permitió dejar todas las sales estomacales que venía tomando y sobre todo le abrió el apetito. Después de esto se sentía feliz con todo. Siempre tenía un proyecto para realizar. Lo suyo no era la pasividad: unos días cortaba pasto, otro recogía piedras o plantaba claveles… el orden lo llevaba a todas partes: era metódico en sus paseos por el pueblo, en el horario de caligrafía, incluso para escribir cartas en la computadora. Sus problemas de memoria, trataba de suplirlos anotando todo… aunque luego se olvidase dónde había dejado el papel o la agenda.

El Hno Félix era un hombre enamorado de Jesús, unido a su pasión con la práctica diaria del vía crucis. En su relación con Dios no existía el relativismo o el subjetivismo. Tenía

claro que por su consagración todo era para Jesús. Así se le hacía fácil la obediencia. Aunque racionalmente no comprendiese lo que se le pedía, sabía sublimar todo y vivía de esa confianza. Se hacía buscar en la capilla, pues las visitas al Santísimo eran continuas. La amistad con Jesús es su única riqueza.

Su vida ordenada le ayudaba a vivir la virtud, que a su vez le permitía vivir con alegría y tener un sentido de apertura con una perspectiva de eternidad.

Gracias Hno Félix por tu ejemplo de vida. Hasta que nos reunamos todos junto al Padre.

El Hermano Luis Rausch también integró la comunidad con el hermano Félix y nos relata: es a partir del año 2000 y en Villa Gral Belgrano, cuando por destino de mis superiores, comparto con él la comunidad y comienzo a conocerlo en intimidad, como persona y como religioso, claro está, en otra etapa de su vida y ya retirado de la actividad propiamente dicha. Desde ese encuadre, reflejo aspectos de su personalidad que más me llamaron la atención y que admiré en él. - Su nobleza y sencillez, era visible y se reflejaba en su persona. - Su delicado y respetuoso trato. Estaba siempre dispuesto a cuanto favor le pidieras y te lo daba de corazón y sin titubeos.- A pesar de sus achaques y dolencias su ánimo era siempre envidiable. El buen humor y el entusiasmo eran su característica.- El cumplimiento fiel de lo acordado era regla sagrada, especialmente en lo comunitario.- Gozaba de sus paseos diarios y era lo que estrictamente cumplía, cuando las condiciones climáticas se lo permitían, en compañía del Coni (el perro de la casa) su más fiel y noble lazarillo que lo acompañó en tanto y cuanto itinerario se propuso realizar por el pueblo y por las sierras. Se lo conocía como el “señor del perro”.- De extraordinario y buen apetito. Los dulces y manjares eran su deleite y su debilidad. En nombre del Dios creador los saboreó con visible placer hasta sus últimos días. - Como religioso era fiel a su oración diaria y planificaba sus momentos de oración personal que cumplía estrictamente; así mismo destinaba mucho de su tiempo para la lectura formativa y de otro género.- Apóstol de los enfermos, a quienes visitada infaliblemente y con quienes compartía la oración y reflexiones cristianas durante largas horas, especialmente los domingos. Por ello sacrificaba otros quehaceres. Bien Hermano Félix, descansa en la paz del Señor.

Durante algunos años el Hno. Félix se desempeñó como maestro de novicios. Leemos en las actas del consejo general que obran en nuestros archivos:Le Conseil General nomme, pour un autre terme, le C.F. Félix Sáenz maître des novices en Argentine.F. Jules Ledoux S.C. Fait à Rome, ce 17 janvier 1967.

Comentaba con frecuencia y con orgullo que de los grupos que dirigió salieron dos provinciales, los Hermanos Roberto y Mario. Ahí van los testimonios de los dos hermanos sobre su Maestro de novicios:

El Hno. Félix (Nazario) ha tenido mucha preponderancia en mi vida, aún antes de entrar en la vida religiosa. Lo conocí cuando yo era alumno de tercer grado en San Rafael y él era maestro de mi hermano en sexto grado.

Ya tenía fama de bravo. Y en ese año, 1959, tuve el primer contacto cuando, con esa sonrisa que a veces mostraba, informado de mi deseo de ser hermano que escribí en la consulta por escrito que se nos había pedido sobre qué vocación seguiríamos, me preguntó: ¿Es cierto que Ud. quiere ser hermano? Yo lo tomé como algo así que dudaba de mi respuesta, como que había algo de desconfianza. Entonces le respondí (como muchos de Uds. que ya me conocen se imaginan): ¡Sí! ¿Por qué? Por lo visto no esperaba que lo hubiera enfrentado así y, sonriendo me dijo: Por nada, me parece bien.

Quién diría que ese H. Félix sería prácticamente el formador que trató de mediar entre Dios y yo para mostrarme el camino que el Señor me tenía reservado.

Por supuesto que también me relacioné con él en los distintos momentos en que convivimos como hermanos de comunidad, como superior, etc. Lo cierto es que siempre admiré en él el esfuerzo que hacía por cumplir con su deber a rajatabla a pesar de sus evidentes dificultades para ello. Ser formador no es fácil y a él siempre lo tuvieron en ese rol. Me acuerdo de los veranos con los seminaristas en Venado, en San Esteban, siempre con los chicos, siempre presente, siempre ocupándose de que no faltara nada. A lo largo del año iba juntando moneda a moneda (que ahorraba de las partidas que se le enviaban mensualmente desde la casa provincial) para comprar alguna vestimenta, algún premio para los juegos en días de fiesta del seminario (ajedrez, fútbol, paleta…), y también para poder tomar el trencito a Cruz del Eje o a la Cumbre o al Dique San Jerónimo, en las vacaciones estivales.

De aquellas épocas, y visto ahora a la distancia, puedo asegurar que él fue quien señaló un perfil de seminario que luego se continuaría, porque lo viví en carne propia: trató de ver qué chicos tenían idea de para qué estaban allí y obró en consecuencia.

Fue honesto consigo mismo y con los demás. Ese rasgo que yo creí ver en nuestro primer encuentro, fue un rasgo característico de su personalidad: primero desconfiaba y después de mucho trabajar el vínculo, podía revertir en algo la relación, pero siempre estaba a la defensiva. Para mí eso influenció mucho en su manera de encarar la vida fraterna, y no pocas veces tuvo que pedir perdón (para lo que también hace falta ser coherente y forzar a la virtud).

Pero también estoy convencido de que todo su esfuerzo por vivir como vivió, no hubiera sido posible sin esa fe profunda y señera (de signo para el camino) que lo guiaba y que se manifestaba en la oración piadosa y permanente, y en la confianza en la Madre que, interpreto, crecía exponencialmente frente a la desconfianza que manifestaba como ya se ha dicho, en sus relaciones humanas.

Nunca mejor dicho ¡Félix, descansa en paz! Porque sus ganas de hacer y sus inquietudes y dinamismo, buscaban eso, paz, y ahora encontró en su Madre, la Virgen, el mejor dulce tras el que trajinó toda su vida: su regazo materno.

Y el hermano Mario nos relata también: En el año 1965 inicié mi postulantado. Debimos hacerlo en Venado Tuerto pero como había muy pocos novicios nos destinaron a San Esteban, casa del noviciado en aquel entonces.

El ambiente pueblerino, rodeado de las sierras y arroyos cordobeses, fue una delicia para esta etapa de formación.

Allí nos recibió el Hno. Félix Sáenz (Hno. Nazario), maestro de novicios. Estaba acompañado por el Hno. Segundo Aramburu y el Hno. Guillermo Kranewitter.

Fue una etapa en la que el Hermano Félix, como formador, nos marcó muchísimo. Nos inculcaba permanentemente la fraternidad, el amor al Instituto, la devoción a María y a Jesús (gustaba de hablarnos de Jesús Crucificado, en la línea del sacrificio).

Era un hermano exigente en el estudio, en el trabajo, en el horario. Se preocupaba muchísimo para que nada nos faltase en la alimentación, en el vestir, en el esparcimiento. Nos inculcó mucho el “espíritu de familia”. Nos enseñaba y exigía, a su vez, a cuidar las cosas y a valorarlas. Qué entusiasmo ponía en que cuidáramos las plantas, cultiváramos la huerta y los jardines y fuésemos pulcros en los empleos.

Si bien era exigente consigo mismo y con los demás, hasta muy serio diríamos, a su vez, era alegre, entusiasta y generoso en la organización de las fiestas patronales, litúrgicas y, muy especialmente, en los paseos. Con Félix y con Guillermo descubrimos todos los secretos de las sierras cordobesas.

Ya anciano, el Hno. Félix siguió siendo coherente con lo que nos enseñó: su presencia en la comunidad, los paseos enumerados por la Villa junto a su fiel perro, el rezo diario del vía crucis y las flores que nuca faltaron en el altar mientras estuvo en Córdoba, fueron algunos pequeños detalles que supo predicarnos con su vida.

También el Hermano Pedro expresa los recuerdos del Hermano Félix que se remontan a la infancia y a estos últimos años de su vida, ya enfermo.

Corría el año 1971 cuando el Hermano Félix se hizo cargo de la casa de formación de Durana. Éramos unos 80 aspirantes y estábamos contentísimos con la casa nueva, grande, cálida y bella. Tenía todo, era ideal como casa de formación.

Integraban la comunidad los Hermanos Pablo, Jesús, Fermín y Félix. Rápidamente fueron conocidos en sus cualidades y hasta donde llegaba su paciencia. Pero el Hermano Félix era como “el maestro cocinero” pues sabía mezclar maravillosamente el respeto, la confianza, la fiesta, el juego y el deber. Bastaba su sola presencia para imponer orden y seriedad. Este respeto hacía más interesante la relación, pues con frecuencia se ponía a jugar con nosotros a las damas, paseaba o nos animaba a la lectura de los libros de la colección Ardilla.

Para mí sigue siendo maravilloso el clima de estudio, oración y alegría que logró crear en la casa de formación; y un arte, cómo conducía y llevaba los grupos de niños y jóvenes.

En estos últimos años, ya con sus fuerzas declinando, le he acompañado en el ocaso. Con frecuencia dialogaba con el hermano, rezábamos juntos y trataba de llevarle algún presente o golosina a los que solía hacer aprecio. De estos últimos años destaco su sencillez, resignación, humildad y devoción. Tenía dificultades para hablar y pronunciar bien, pero no perdía la palabra para rezar.

Pero el recuerdo más reciente fue el miércoles 09 de enero. Dicho día visité al Hermano Félix por última vez. Se encontraba bien, tranquilo y tenía momentos de lucidez. Después de estar con él una hora y otra hora arreglando algunos papeles, me disponía para regresar a la comunidad. Me costó despedirme de él, pero le saludé, me fui hasta la puerta y volví de nuevo a la habitación como si me faltara algo que hacer.

Tengo que reconocer que no sabía expresar el día de la semana, no distinguía las horas del día y confundía los nombres de las personas, pero cuando al pie de la cama rezamos una decena del Rosario, sabía muy bien contestar el ave María y expresar los misterios.

Al concluir le tomé de la mano y rezamos el acto de contrición. Le expresé mi aprecio y cariño y al recordar el amor de Dios para ambos, me saltaron las lágrimas, detalle que no le pasó desapercibido. Me preguntó por qué lloraba y le dije que me dolía mucho verle en la cama postrado y enfermo. Inmediatamente buscó mi hombro y me daba palmadas en él diciéndome: “No llores, no llores”.

Le dije que iba a volver para llevarle un poco de ropa que le había comprado. Y aquí él, como reparando la frase que solía repetir en plan de broma (“los superiores unos malos y los otros peores”), me dijo gracias repetidamente y concluyó con esta frase: “Cuánto que me quieren, pues se preocupan por mí”.

Quien creía como yo que iba a consolar, se vio consolado. El Hermano Félix tuvo la delicadeza de captar los sentimientos, recibirlos y ponerse en una actitud receptiva y protectora. Me mostró el mismo corazón que yo había conocido cuando era pequeño.

SU MUERTE

Félix venía decayendo física y síquicamente; hacia el 20 de diciembre fue llevado a una residencia de las religiosas Hijas de San Camilo en localidad de San Antonio de Areco donde recibió toda clase de atenciones. Allí fue visitado por los hermanos y esta anécdota nos cuenta el Hermano Daniel, rememorando una anécdota de la vida fraterna.

Ocurrió en Villa General Belgrano, con ocasión del cumpleaños del Hno. Ignacio González, ya a los postres, y disfrutando de la torta, Félix se puso a cantar la canción de los tres alpinos: “Eran tres alpinos, que volvían de la guerra, eran tres… con su ra rataplán!; y en el momento del rataplán, la crema llegó a los comensales, provocando gran hilaridad entre quienes acompañábamos su canto.

Con esa canción me despedí de él en San Antonio de Areco, sobre fines de diciembre de 2007, lo tomé de la mano y le dije: Félix, vamos a cantar y comencé a entonar los tres alpinos… él siguió cantando, esbozando una sonrisa… la última para nuestro encuentro de hermanos.

Y desde el cielo la seguirá cantando esperando el reencuentro final con todos aquellos que aún estamos volviendo, como los alpinos, a casa.

El día 13 de enero a la mañana los Hermanos Pedro y Pascual habíamos acordado ir al día siguiente para hacerle una visita y alcanzarle algunas cosas; pero no llegamos a tiempo, pues ese mismo fallecía a las 20:00.

Al día siguiente muy temprano nos hicimos presentes para realizar los trámites y poder trasladarlo a Venado Tuerto. En la capilla de la residencia tuvo lugar el velatorio y se celebró la santa misa por su eterno descanso. Gran parte de los residentes estaban presentes, pues se había hecho querer en poco tiempo.

A las 18,00 horas fue el funeral de cuerpo presente en la capilla del colegio Sagrado Corazón de Venado Tuerto. Asistieron varios Hermanos y numerosas personas cercanas a la comunidad, que lo conocían y apreciaban.

Sus restos descansan en el panteón de los Hermanos en el cementerio de la localidad de Venado Tuerto, Santa Fe, Argentina.

CONDOLENCIASEl hno. provincial, recibió las condolencias por el fallecimiento del Hno. Félix de los

Hermanos: Denis Plourde, Guillermo Maylín, Juvenal Borges, Eusebio Calvo, Ramón Luis García y además del Sr. Carlos López y familiares del Hno. Félix.

Dice su sobrino Marcos Sáenz: en nombre de nuestra madre, su cuñada, de sus sobrinos y de toda su familia de Vitoria, lamentamos mucho el fallecimiento de nuestro tío Félix. Nos acordamos mucho de la última vez que estuvo con nosotros y de lo que disfrutó visitándonos aunque no pudimos estar todo el tiempo que quisiéramos, ya que en la época en que vino a España tenemos que trabajar.

Deseamos que no haya sufrido mucho durante su enfermedad y que su muerte haya sido placentera. Esperamos que desde el cielo ruegue por nosotros para que Dios nos proteja.

Rezamos por su alma aunque pienso que mucho no le hará falta ya que era un buenazo.

Reiteramos nuestro más sentido pésame a su CongregaciónAtentamente los saludaA todos muchas gracias.

AGRADECIMIENTOSEl hermano provincial expresa el agradecimiento en nombre de la provincia: al Hno.

Enrique por los cuidados, desvelos y atenciones tenidas con el Hno. Félix durante estos dos últimos años. También a los hermanos de la comunidad de Venado Tuerto por el acompañamiento y las “atenciones en sus necesidades con una caridad llena de ternura”. (Rdv. 37). Igualmente a los superiores con los que el hermano vivió los últimos años y que le acompañaron con su paciencia y dedicación.

El agradecimiento de la Comunidad a los doctores Ruiz y Ferrer, a la Sra. Catalina, a las Hijas de San Camilo, a todas las personas que le cuidaron durante su enfermedad y a quienes se acercaban al hermano con un saludo y alguna atención

Al agradecimiento del Hno. Pedro, adhiero con estos consejos del Martín Fierro que reflejan bien las delicadezas que vosotros (hermanos de la comunidad de Venado Tuerto) habéis tenido con Félix.

“La cigüeña cuando es viejapierde la vista, y procurancuidarla en su edad maduratodas sus hijas pequeñas;apriendan de las cigüeñas este ejemplo de ternura”

Hermano Félix:Al cerrar estas páginas escritas con afecto hacia tu persona, recuerdo con admiración

los años que pasamos juntos en las casas de formaciónGracias porque me enseñaste a asumir con alegría y empeño mis tareas cotidianasGracias por tu profundo espíritu de oración, convencido como estabas, de la necesidad

de centrar en la oración nuestra vida personal y comunitaria.Gracias por tu gran fe en el Señor, pues en Él pusiste toda tu confianza ante las

dificultades que se presentaron en tu vida.Gracias por tu devoción a María a quien has acudido en toda ocasión con un corazón

de niño.Gracias por tu ofrenda total y definitiva hecha al Señor el día de tu primera profesión

religiosa.Gracias por tu vida.Descansa en PazIntercede por nosotros ante el Corazón de Jesús

Hno. Pascual López s.c.