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hconfabulario
ROBERTO BAÑUELAS
Heredarás la ira
Para todos aquellos que sobrevivieron al escorbuto,
a los latigazos y a la travesía entre cadáveres y ca-
denas, ha llegado la hora definitiva de la redención: hoy, a
las seis de la tarde, Dios estará con nosotros. Dios será
negro y castigará a nuestros opresores con el mejor arsenal
de armas blancas.
Y la tierra fue regada, alrededor de la mansión, con la
sangre de cien gallinas a las que les retorcieron el pescue-
zo, entre danzas y cantos frenéticos, ante las lejanas y ful-
gurantes brasas del crepúsculo.
La pasión de los grandes
Después de pacientes investigaciones y de muchas noches
en vela, el comisario llegó a la conclusión de que no habían
sido ni conejos ni zorros ni lobos los que estropearon el jar-
dín del palacio, sino una pareja de dragones adúlteros que
elegía este idílico lugar para celebrar el rito de una apasio-
nada infidelidad.
El rey de copas
Encontró el título de legítimo heredero cuando ya el pueblo
lo había olvidado y hablaba de llevar al poder a una señora
llamada Democracia.
El desertor
El capitán bajó a tierra después de la tormenta y de la media
noche. La tripulación, formada por fantasmas renegados,
se quedó a bordo para proteger la nave e impedir el acceso
a visitantes intrusos.
En la séptima madrugada, cuando el capitán regresó
–asqueado y triste del amor mercenario–, le informaron que
uno de los marinos, disolviéndose en las sombras de la
noche, se había escapado con la idea de pedir asilo en una
vieja mansión.
Todo mañana será mejor
Porque a ti te han leído las líneas de la mano, los asientos
del café y la dudosa caligrafía de tu firma insolvente; han
visto tu destino en la esfera de cristal y en las mujeres que
ibas a seducir si no se hubiesen desviado en la esquina
anterior al encuentro apetecido; también han interpretado
en más de diez versiones la fortuna que predicen las cartas
–TAROT incluido–; has leído durante años el soborno emo-
tivo de tu signo zodiacal y alternado con la práctica de la
concentración mental a favor del triunfo y de un paraíso
que no tiene más entrada ni más salida que la puerta del
edificio de apartamentos en que vives con tu mujer obsti-
nada en difrazarse de rubia después de haber nacido mo-
rena desde hace cuarenta años, pero que insiste en pare-
cerse a las modelos que sonríen desde las cajas de tintes y
cosméticos para arrastrarla en su obsesivo desarrego per-
sonal que disminuye el presupuesto para comprar más bi-
lletes de lotería que un día, como está previsto y escrito en
el libro de la vida, te harán rico, te irás del país y te cam-
biarás de nombre para agregarte a una nueva y elitista mul-
“
Roberto Bañuelas
titud de triunfadores ocasionales con vista al mar, sin tener
necesidad de volver a invocar en sesiones tenebrosas a los
espíritus fatigados de oscuros y pretéritos parientes que
hace mucho tiempo se alejaron del ruido y la luz.
Héroe de mil batallas
Trabajé y esperé a que mis cinco hermanas se casaran con
hombres que las merecieron.
Estoy tan cansado de haber cumplido con mi familia,
que ya no tengo fuerzas ni gusto de formar otra. Desde hace
tres años atravieso con más frecuencia por una incertidum-
bre que oscila entre la indiferencia y el deseo, pues cada
vez que hago el amor con alguna de mis primas solteronas
que me sueñan como marido y proveedor, me siento co-
mo un atleta al borde de la meta y del infarto, sin poder evi-
tar una tristeza de vacío, como si yo fuera más el poseído
que el seductor.
Crónica de mercenarios y vencidos
Del incienso artificial del protocolo se pasó a las disputas y
a la declaración de una guerra que no necesitaba comenzar,
sino proseguir después de la pausa en que los beligerantes
hablaron –en prosa contenida y en verso libre– de la urgen-
cia categórica de una paz duradera para lograr el progreso
y la felicidad del género humano.
Himnos, marchas, proclamas, cargas de caballería y es-
truendo de cañones dejaron mudos o consternados a los
diplomáticos que no pudieron encontrar, en ningún idio-
ma, la frase de futura celebridad que condenara ante la his-
toria la incomprensión del enemigo que convertía el paraí-
so en un campo de batalla.
Los historiadores, más atentos a las fechas que a los
acontecimientos, confundieron la humareda con la niebla.
El arco y la ira
Algún día, aunque los sordos de profesión se opongan, con-
quistaré a todos los públicos de las salas de concierto. Aho-
ra, sin importarme que sea la media noche y los pájaros
protesten o se burlen, seguiré practicando el violín a mitad
del bosque.
Denuncia
Helga no faltó a clases la semana pasada: se escapó con el
maestro de matemáticas. La madre del profesor, indignada
por la seducción y el despojo de su manutención, denunció
el robo en la persona de su hijo.
Advertencia
Aquí la fiesta sigue en grande, contribuyendo a que la
mecha se prenda de una vez… Cuando se hayan cansado de
reír o se les pase la borrachera, despiértalos para que
comiencen a llorar.
Floreciente ingratitud
En el momento más amargo de la derrota me abandonaron,
huyeron o se disfrazaron de víctimas para una falsa estadís-
tica. Ahora, cuando ya se han restablecido el progreso y la
tranquilidad, me buscan para que organice la fiesta de los
nuevos héroes.
La entrevista del año
–¿Nos podría revelar alguna de las tácticas sutiles que usted
emplea para seducir doncellas, Don Juan?
–Revelaré sólo una para beneficio de los tímidos: una vez
que he conocido a mi tipo de mujer de ese día o de esa sema-
na, le regalo algún perfume, luego medias, bragas y sostén;
cuando aceptan estas prendas íntimas, ya puedo estar seguro
de poder quitárselas en homenaje a mi pasión y a la leyenda.
Último aviso
Al buscar tesoros de leyenda en el fondo del mar, me encon-
tré frente a la mirada furibunda de la ballena verde.
“Sé que estoy irreconocible, y es vuestra culpa –me
dijo, amenazante y solemne–. Te voy a permitir que regreses
a tierra; pero con la condición de que hagas un enérgico lla-
mado a los irresponsables de tu vanidosa y estúpida espe-
cie, para que les des el mensaje de que no pudran ni enve-
nenen más nuestro mundo que es el mar.
El amor al estudio
–Ni tu padre ni yo nos oponemos a que sigas estudiando;
pero no es correcto que en tu primer año de secundaria
vayas a escandalizar a tus compañeros y a tus maestros con
ese embarazo de cinco meses que ya no puedes disimular.
Todo para el héroe
El día era espléndido y la mar estaba en calma. En lo más
oscuro del vientre del barco, encadenados y enfermos de
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miedo, más de trescientos nativos africanos eran trans-
portados para aumentar las riquezas y engrandecer el al-
ma piadosa del hombre blanco que se encontraba fatigado
después de haber vencido y casi exterminado a cientos de
indios de Norteamérica.
Actor muy agradecido
–He recibido tanto en la vida, que no tengo derecho a no
sentirme feliz. Mi fortuna la hice especializándome en el
personaje de hombre malo o del ser siniestro de casi cien
films. He adorado, plenamente y en su tiempo, a cada una
de mis cinco esposas. A mis hijos –felices y emprendedores–
todo se les ha brindado para que conquisten la parcela que
les corresponde de este mundo ante el cual yo no dejo
de sentirme maravillado, sorprendido y agradecido; prefiero
ser cándido y generoso que cerebral y cruel. Ah, diga tam-
bién a sus lectores que la edad, aunque se cumplan setenta
y cinco años, como en mi caso, nada importa si se sabe
agregar vida y alegría a los años… Ahora, si me permite,
debo volver a la filmación para darle vida a un malvado
más… ¿Desea mi autógrafo?
En el claro arroyo
Para no tener que pintar la casa en mi primer día de vaca-
ciones, me fui a pescar truchas. De camino hacia el arroyo,
silbando una melodía de Schubert, transformé el paisaje en
una bella tarjeta postal.
El agua estaba tan clara, que era posible ver cómo las
truchas jugaban alrededor del anzuelo; en algún momento,
de frustración o de tedio, me pareció que se reían de mí.
Un par de relámpagos me anunció la hora de regresar a casa
con las manos vacías, pero el aguacero me ganó la carrera.
* Del libro inédito Los inquilinos de la Torre de Babel.26
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Alejandro Caballero
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Jazzamoart
JORGE HERNÁNDEZ CRUZ
Inmutable
Con la paciencia de un mosquito
te hubiera hecho el amor
ahora la poesía es urna lacerada
enladrillo puertas y ventanas
Mi habitación es prostituta inanimada
Sábanas con rabia apagada
cada velada, cada mañana
pronunciando la misma tonada
…te hubiera hecho el amor
con la paciencia de un mosquito.
Tú fantasma
Es un templo donde bebo café
lo uso de vez en vez
conversas con mi memoria eternamente
congelo la llama de tus muslos
¿Cuántos muertos cabalgan en tu memoria?
Para escribir este poema debo creer en fantasmas
estás frente a mí lamiéndome
te acaricio con sutileza sílaba
estas ahí, aquí
Que manera la nuestra de estar juntos
Vida amputada
los buitres no comieron mis alas
te busco de esquina en esquina
enclaustrado en la habitación
Te pido café, con dos de azúcar
sólo me respondo
Imaginario colectivo
Busco el mar
navego en sangre de virgen
torrente infinito de placer
me ahogan tus deseos
Zafarí entre tus piernas soy
Imagino la concepción
expulsado del umbral
hombre imaginario soy
No hay luz, interrumpiste el momento
Soy imaginario,
hombre,
del umbral expulsado
la concepción imagino
Soy entre tus piernas zafarí
Tus deseos me ahogan
torrente infinito de placer
en sangre de virgen navego
el mar busco
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LUIS FERNANDO ESCALONA
El ojo de cthulhu
tentáculos de agua,
las fauces del mar,
una vorágine.
Una fuente
que escupe almendras de madera
y un barquero con promesa de gaviota
en medio de la nada.
No sé,
tal vez vaya con el kraken
y haga del albatros mi corcel.
Tal vez.
Tal vez,
ni siquiera las olas sonrían
y el recuerdo naufrague
entre ninfas
y faldas de huracán.
Y el susurro del marino
rompa en arrecife,
ahí,
donde la arena es tenaza de la noche.
Sepulcro
Hoy maté a una hormiga
y sentí lástima por el acero.
Forjé una tumba de agua
sobre el pantano de las macetas,
y como si fuera un héroe caído,
le quise prender fuego
pero me faltaban las antorchas.
Me encontré
con un sepulcro que se ahoga,
como de aquellos soldados
a los que se les muere hasta el nombre
y nadie los recuerda.
Hoy maté una hormiga
y el silencio tembló
ante la tierra de nadie,
ahí,
donde el hombre es el lobo del hombre.
Al fumador
Garras retorcidas
se diluyen en ramas
de un árbol fantasma
dentro del espacio y el viento.
Labios de fuego,
lágrimas bastardas
de serpentinas y robles.
Y tu aliento de alabastro
oculta una máscara,
donde vive un monstruo
de fauces diabólicas.
Te muerde el costal de aire
y se come los alvéolos del brócoli
cubiertos con chapopote estéril.
Y seguimos llenándonos
la boca de carbón.
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EDWIN LUGO
Pasó en noviembre
Era Noviembre:
Aquella tarde gris se desgajaba,
las hojas de los árboles caían
un incómodo vientecillo las llevaba
y otra ráfaga con tesón las devolvía
Hacía frío:
Un frío que me helaba toda el alma,
ella estaba distante y no sabía si volvería,
acaso no tendría más su mirada,
y nuestro adiós fue su breve despedida.
El mundo entero se tornó un escombro,
se me cayó la comba gris del firmamento,
y detuve las lágrimas por íntimo decoro
mas de pronto, su rostro iluminó mi pensamiento
y encontré para mi humano asombro
la tarde en calma y apaciguado el viento.
Mi credo
-1-
Si al conocerte un día radiante,
un día radiante que iluminó
toda mi alma en breve instante
al sortilegio de tu belleza,
de tu belleza, se cautivó.
Y embelesado ante tanta dicha,
de ver tu rostro, de oír tu voz
sentir tu mano, vibrar tu risa,
dije certero ¡Creo en el amor!
-2-
Si al esperarte en la tarde tibia,
la tibia tarde que cobijó
la ingenua y dulce primera cita
que abril nos trajo que abril nos trajo
¡y Dios nos dio!
Volví a ser niño y mi ternura
vi desbordarse con tal fervor
que al divisarte ¡Tanta ventura!
me hacía gritarte: ¡Creo en el amor!
-3-
Si al estrecharte entre el paisaje,
entre el paisaje de blanco tul
creí sentirme ante un miraje,
rodear tu talle, rozar estrellas,
rozar estrellas del cielo azul.
Y loco de ansias buscar tu boca,
morder tus labios con tal pasión,
que un beso siempre otros provoca
y todos dicen, y todos dicen:
¡Creo en el amor!
-4-
Si al irte un martes de cruel memoria,
de cruel memoria ¡Qué infausta fue!
pasó el romance, nubló mi gloria,
llovió en el cielo, llovió en el cielo
¡Y con él lloré!
Te aguardé mucho, sufrí mil horas,
y derrotado ante cruel dolor,
ahogué mi grito entre estas estrofas
PoemasPoemas
que todas dicen, que todas dicen:
¡Creo en el amor!
-5-
Hoy la esperanza divina ausente,
divina ausente, ¡Ya se esfumó!
cual gota de agua que un torrente
llamado vida, llamado vida
se la llevó.
Ateo y herido sigo de frente,
¡Ya no creo en nada! ¡Ya no creo en Dios!
mas cuando evoco tu faz sonriente,
pienso que siempre, pienso que siempre
¡Creo en el amor!
Ave de paso
Fuiste en mi vida como una nube,
cual un reflejo que deslumbró
cual mariposa, como un perfume,
batió las alas… ¡Se evaporó!
Veloz pasaste cual las sirenas,
que entonan dulces cantos de amor,
cruzaste el cielo cual una estrella
que me cegara con su fulgor.
A flor de loto te semejaste,
bella luciste para morir
sin proponerte cruel destrozaste
esta alma hecha para sufrir.
Ingrata historia es mi fracaso
¡Qué mal me hiciste ave de paso!
Enigma
En insondable quimera de espejismo,
me hundí tras el hechizo de adorarte,
y la pasión extravióme en el abismo
del delirio pertinaz de enamorarte.
En las alas turbulentas de la duda,
entre la lóbrega noche de esperarte
¡Oh qué frío, que punzante la amargura
y qué estériles las horas sin hallarte!
En la tarde más seca de las hojas,
roto el sueño de que llegues a quererme
yo cavilo entre tristezas y congojas
agotada la esperanza de olvidarte
si en tus ojos mujer nunca he de verme
¡Si al menos pudiera descifrarte!
Crepúsculo
Te fuiste muda al declinar el día,
a veces pienso que de modo extraño
como se hunde entre la selva umbría
el rojo disco que aviva el verano.
Tu rostro, suave fulgor que mustio expira,
fue un sol que en el atardecer se muere,
y poco a poco se esfuma y se retira
aunque algo de su luz siempre se quede.
Así mi devoción por la mujer querida,
como el último rayo en la campiña verde,
es el trino del ave que suspira
¡Cuando el astro magnífico se pierde!
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Javier Anzures
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MARISA TREJO SIRVENT
Mujer inconveniente
Definitivamente no, señora mía
usted no es la mujer que conviene a su marido.
Carece de imaginación,
utiliza el gastado lenguaje de las mujeres
de nuestros abuelos.
Alterna las visitas a los supermercados
con las telenovelas
y espera con la crema puesta la cuota semanaria
del amor.
Y, sobre todo,
usted no sería capaz de compartir a su marido
como lo hago yo
tranquila y resignadamente con usted.1
“Mujer inconveniente” es un poema de Thelma Nava
donde hace referencia a la situación que viven muchas
mujeres, en especial, de México o Latinoamérica, que asu-
men y sufren, o tal vez disfrutan el papel de amante de un
hombre casado. Pero también hay que agregar que este
poema es un reclamo hacia la mujer burguesa, la mujer en
su papel pasivo de ama de casa, espectadora de las histo-
rias estereotipadas donde la historia de mujer resignada,
discriminada, mujer objeto, mujer utilizada para los pro-
pósitos de una sociedad patriarcal, machista, que la cadena
televisiva vuelta imperio le propone para salir de la ruti-
na de su vida. Esa mujer cuya única preocupación es visi-
tar los supermercados y ponerse el último producto para el
cutis que le ofrece la mercadotecnia de las grandes firmas
de cosméticos para evitar lo inevitable: envejecer. Una mu-
jer que se “conforma” pero come todos los días, se resig-
na, sí, en su cómoda frigidez, a recibir al marido y pagar el
débito conyugal como decía Rosario Castellanos.
Los tópicos abordados por Thelma Nava en su obra
poética son variados y ha mantenido una calidad que le ha
dado el lugar que actualmente tiene en la literatura mexi-
cana, como una de las más importantes escritoras de His-
panoamérica.
Thelma Nava habla desde su voz de mujer, con la
visión de una mujer que lo mismo ha sido poeta, editora,
jurado de importantes premios, editora, colaboradora de
revistas y suplementos culturales, militante de nobles cau-
sas, intelectual comprometida con México y con la cultura.
Thelma Nava escribe también poesía erótica. El poema
“Collage” nos brinda también la imagen de una mujer libre
que disfruta de su sexualidad:
Collage“Hoy como ayer”
BENNY MORÉ
Ciertamente tu cuerpo es espléndido
tu sonrisa anticipa el brillo de tu piel
mientras tu nuca se inclina
sobre el piso 13
del Habana Libre.
La suave modulación de tu voz
es lo único que falta
en este collage recién inaugurado.2
Dice la síntesis curricular de Thelma Nava, una de las
escritoras de mayor reconocimiento en México: “nacida en
México, D.F. en 1932 es poeta, viajera y editora de Pájaro
Cascabel, una de las revistas de poesía más relevantes de los
años sesenta. Su poesía, recogida en más de 25 antologías, ha
sido traducida al inglés, francés, portugués y búlgaro. En 1962
obtuvo el Premio de Poesía Ramón López Velarde. Ha publi-
cado entre otros libros La orfandad del sueño (1964), El
primer animal (1986), El libro de los territorios (1991),
El verano y las islas (1998), Paisajes interiores (2000) y El
primer animal. Poesía Reunida. (1964-1995). Conaculta,
Cuarta Serie de Lecturas Mexicanas (2000)”.
Con la sencillez que la caracteriza, esta enorme poeta
mexicana, nos envió esta pequeña ficha en la que tal como se
observa Thelma da gran importancia también a su papel
como editora. Es verdad que muchos de los grandes poetas
de México, (voy a referirme en esta ocasión, a mujeres escri-
toras, como Thelma Nava, Dolores Castro y Rosario Caste-
llanos, por mencionar sólo algunas de las escritoras de
mayor trascendencia en el siglo XX), fueron, aparte de poetas,
mujeres intelectuales que contribuyeron ya sea como edito-
ras, promotoras culturales, catedráticas, coordinadoras de
talleres literarios, periodistas y colaboradoras de suplemen-
tos culturales de periódicos y revistas literarias.
Es una suerte que hayamos tenido la oportunidad de
tenerla en Chiapas en varias ocasiones, para encuentros y
festivales literarios. Así, la hemos invitado a varios home-
najes que se han organizado a diversos poetas, entre ellos
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Luis Garzón
a Jaime Sabines, Rosario Castellanos y Ernesto Cardenal.
Una de las últimas ocasiones en que aceptó venir a Chiapas
fue para el 2o. Encuentro Internacional de Poetas e Inves-
tigadores en homenaje a Ernesto Cardenal que tuvo lugar
del 30 de agosto y el 1 de septiembre de 2007, evento or-
ganizado por la Universidad Autónoma de Chiapas, la
Universidad Intercultural de Chiapas y la Universidad de
Ciencias y Artes de Chiapas, además de otras instancias
organizadoras.
Por otra parte, Thelma Nava tuvo oportunidad de cono-
cer y convivir con grandes poetas mexicanos, en especial,
en aquellas famosas “tertulias irreverentes”, según sus pro-
pias palabras, donde
“se realizaban en lo que llamábamos la cueva, una habi-
tación en la que las reuniones eran presididas por un altar a
don Alfonso Reyes, a quien todo el mundo le llevaba “mila-
gritos” para que lo volviera escritor o bien para agradecerle
“los favores concedidos”. Allí conocimos a Jaime Sabines,
quien acababa de llegar a la ciudad de México, así como a
muchos otros escritores y pintores, entre los que recuerdo
a Juan Rulfo, Rubén Salazar Mallén, Amparo Dávila y las her-
manas Olga e Irene Arias. La revista era muy polémica por
sus comentados colofones, redactados por Jesús Arellano y
A. Silva Villalobos. Por esa razón era la única revista que se
comenzaba a leer por el final. Era la voz disidente de la época
por sus venenosas críticas a escritores famosos. Para mí,
que me iniciaba en las letras, esas reuniones me permitían
conocer a personalidades del mundo de la cultura y eran, ade-
más, muy divertidas”.3
Con la disposición que la caracteriza para participar
en recitales poéticos, en ocasión del Homenaje a Ernesto
Cardenal referido, Thelma Nava hizo recitales en diversos
foros universitarios pero también en escuelas públicas de
diferentes niveles educativos y en las Salas Culturales du-
rante este Encuentro que pudo lograrse gracias al apoyo
de todos los organizadores y patrocinadores, e hizo que,
por unos días, la prensa local y nacional y algunos medios
internacionales estuvieran al pendiente del Homenaje a
Ernesto Cardenal, escritor nicaragüense que ha estado dos
veces nominado a Premio Nobel de Literatura.
Thelma Nava posee una trayectoria mucho más grande
que la abarca en ese sencillo currículum que en esa ocasión
nos envió. Fue “cofundadora de la revista El Rehilete, de la
revista Pájaro Cascabel y la editorial del mismo nombre. Ha
fungido como jurado en diversos certámenes de México y el
extranjero. Ha sido incluida en treinta antologías, naciona-
les e internacionales, entre ellas Poesía en Movimiento del
poeta Octavio Paz. Sus poemas han sido traducidos al in-
glés, francés, portugués y búlgaro. Antología personal. El
Cocodrilo Poeta (2003). Realizó la selección y prólogo de
Poetas de Tierra Adentro III, (Conaculta, Fondo Editorial
Tierra Adentro) así como la presentación del libro Espiral de
los latidos (Poesía joven de la Zona Centro del país, Fon-
ca/Conaculta, 2002)”.4
Definitivamente, no, señora mía, abarcar su trayectoria
no es sencillo, pero abordarla es apasionante, su vida ha
sido rica sobre todo en aquello que nos agrada leer sobre
las actividades que han desarrollado los poetas e intelec-
tuales de nuestro país. En efecto, no es posible abarcarla en
un pequeño artículo periodístico. Sin embargo, añadimos:
cada poema de Thelma Nava nos hace conocer a la mujer
que “obtuvo en 1962 el Premio de Poesía “Ramón López
Velarde” y la presea Rosario Castellanos de Chiapas, por el
Instituto Chiapaneco de Cultura de esa entidad, en 1993”,
de manos del Dr. Andrés Fábregas Puig, en ese entonces, su
titular.5 Thelma ha recibido muchos reconocimientos en
otras partes de México y América Latina, entre ellos, ha sido
condecorada en dos ocasiones en Nicaragua, con el Premio
Rubén Darío, lo que significó para ella, según sus propias
palabras una de las mayores satisfacciones en su vida.6
En su ensayo autobiográfico “La seducción de las pala-
bras” ha dicho:
“Odio la soledad de los sábados en que el mundo pare-
ce detenerse. Me inquieta el futuro de nuestro país y leo
todas las mañanas los diarios para saber qué sucede en el
mundo, qué se escribe y se piensa frente a nuestra realidad
de país tercermundista, al que amo por sobre todas las cosas
y no cambiaría por ningún otro. Jamás he tenido la expe-
riencia de vivir en otro sitio, ni siquiera temporalmente. Trato
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siempre de organizar mi tiempo, sin lograrlo del todo. Tengo
muy buenos amigos, en el medio literario particularmente, a
los que suelo ver con alguna frecuencia (salvo aquellos
que no residen en esta ciudad). No hay nada más cautiva-
dor que conversar con un buen amigo o amiga ante una
copa de buen vino o un humeante café. Los amigos, cuan-
do son sinceros, son parte, de alguna manera, de nuestra
familia”.7
En este pequeño párrafo escrito por Thelma Nava,
podemos conocer mucho sobre esta escritora cuya obra ha
sido ampliamente reconocida en México, América Latina,
España, Canadá y otras partes del mundo. Sus poemas lo
merecen. ¿Qué mujer no querría decirle al hombre amado,
por ejemplo, esta “Petición”?
Petición
Deja que mi rodilla te ame
igual que mi boca
igual que el resto de mi cuerpo8
Thelma Nava ha sabido sintetizar en pocas palabras, no
sólo intenciones amorosas o eróticas, sino también ha
incluido el papel de la mujer que vive y goza su sexualidad
en un mundo libre de prejuicios y tabúes, y la mujer que es
ante todo poeta. Una mujer libre que vive el momento, que
ama a su amado pero también a la poesía, y entre ellas, la
poesía de José Martí:
Canción de amor II
Este hombre que besa
como si el cielo fuera a desplomarse
y arrebata imágenes a la tarde
Este hombre que siembra sonrisas en mi piel
certeramente dispuesto a encontrar flores marinas
guarda cristales en la espalda como sueños
inventa soles ama
y va creciendo en Martí siempre en Martí.9
Es el caso también del léxico empleado en “La dictadu-
ra del placer” que hace referencia también al sometimiento
que todo amado o amada realiza por su propia voluntad
en la entrega en los momentos de sensualidad, pero tam-
bién a la ideología de izquierda que formó parte impor-
tante en su vida:
La dictadura del placer
Dialécticamente
nuestros cuerpos
se corresponden
dialogan
se incendian
y emergen ávidos
entrelazados
en amorosa
praxis 10
Otro de sus poemas que nos hiciera la distinción de
confiarnos para que formaran parte de la Antología Al filo
del gozo (2007), y que vino a dar otro nivel de calidad a
la compilación de poesía erótica escrita por mujeres en
habla castellana, proyecto de investigación al que dedica-
mos cuatro años mi hermana Socorro Trejo Sirvent y yo11,
fue “Canción de amor I” que en especial me parece no sólo
un bello poema erótico sino también un poema como se
dice “redondo”, “afortunado”:
Canción de amor I
Tu cuerpo viene a mi encuentro
Arde
La paz está pendiente de un comunicado
Mientras tú y yo en la noche
Solos
Desnudos
Inauguramos ritualmente
Las ceremonias del amor
En este tiempo que será futuro.12
En este poema también se percibe el papel no sólo de
mujer y compañera de un militante de causas solidarias
y justas, sino también el de ella misma como militante.
Thelma ha sido una mujer que ha dedicado su vida a la lite-
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ratura, pero también ha participado activamente por diver-
sas causas, ella misma lo comenta:
“Como para mí el compromiso es la vida, al igual que el
resto de los escritores de mi generación tuve una activa par-
ticipación en el Movimiento Estudiantil del 68 a través de
la Facultad de Filosofía y Letras, al lado de José Revueltas,
quien además de ser el destacado dirigente político que
todos conocemos tenía algunas propuestas muy novedosas
que entusiasmaban a los estudiantes, como la famosa “Ope-
ración Perro” que consistía en hacer pintas políticas sobre
los perros callejeros que en su andar por las calles de la ciu-
dad hacían propaganda al movimiento. Organizábamos mu-
chas actividades y reuníamos fondos para los “muchachos”
de la Facultad, como les solíamos llamar a nuestros líderes
estudiantiles. Cuando encarcelaron a Revueltas, a quien tu-
vimos escondido un tiempo en la casa del poeta Carlos
Eduardo Turón, y a raíz de la matanza del 2 de octubre
nos dispersamos todos. Un tiempo después empecé a parti-
cipar en la solidaridad con Cuba, a instancias del poeta
cubano Fayad Jamís y posteriormente con Nicaragua y El
Salvador. Curiosamente viajé mucho a Cuba y a Nicaragua,
pero jamás he estado en El Salvador”.13
Thelma ha reconocido que ha tenido influencias deter-
minantes en la obra de Vallejo, Vallejo, Rilke y Milosz:
“cuando uno empieza a descubrir el mundo de un poeta,
el hallazgo es de tal magnitud que uno se ve arrastrado ver-
tiginosamente; en tanto no logre ordenar en su interior esas
sensaciones y asimilarlas. Son esos autores quienes estarán
presentes en la creación literaria e incluso en la vida cotidia-
na. Después uno llegará a encontrar su propia expresión, esa
voz a la que con los años uno le va dando diferentes regis-
tros. Como he sido una lectora voraz, me ha sido siempre
muy difícil ordenar mis lecturas. Siempre leo dos o tres libros
simultáneamente y de diversos géneros: novela, ensayo, poe-
sía. La cuestión de las influencias es un asunto de empatía,
algo así como sintonizarse en una misma frecuencia. Es
como la química en el amor. Y habrá siempre poetas, por
extraordinarios que sean, con los que uno nunca se va a
identificar, que no le tocan a uno el corazón aunque pueda
admirárseles como personas”.14
NOTAS1Nava, Thelma. (2005). “La seducción de las palabras”. Revista de cul-
tura # 48, Nov. São Paulo, Brasil. Consultado el 30 de noviembre de 2008.Disponible en Internet en: http://www.revista.agulha.nom.br/ag48nava.htm.
2Nava, Thelma. “Petición”, en Al filo del gozo de Trejo Sirvent, Marisa ySocorro. Guadalajara: Editorial Viento al hombro, p. 176.
3Nava, Thelma. “Canción de amor II”, Ibíd., p. 176.4Nava, Thelma. “La dictadura del placer”, Ibíd., p. 176.5Este proyecto de investigación donde están compilados poemas eró-
ticos de casi cien mujeres de habla hispana no tuvo ningún financiamien-to de ningún organismo y contó únicamente con el apoyo de la Editorial“Viento al hombro”.
6Nava, Thelma. “Canción de amor I”, Ibíd., p. 176.7Nava, Thelma. (2005). “La seducción de las palabras”. Op. Cit. http://www.revista.agulha.nom.br/ag48nava.htm.8 Ibíd.9Nava, Thelma. “Mujer inconveniente”.10Nava, Thelma. Poema “Collage” en Al filo del gozo de Trejo Sirvent,
Marisa y Socorro. (2007). Guadalajara: Editorial Viento al hombro, p. 176.11Nava, Thelma. (2005). “La seducción de las palabras”. Revista de cul-
tura # 48, Nov. São Paulo, Brasil. Consultado el 30 de noviembre de 2008.Disponible en Internet en: http://www.revista.agulha.nom.br/ag48nava.htm.
12Trejo Sirvent, Marisa y Socorro Trejo. (2007). Al filo del gozo de TrejoSirvent, Marisa y Socorro. (2007). Guadalajara: Editorial Viento al hombro, p. 176.
13 Ibíd., p. 175.14Véase Nava, Thelma. (2005). “La seducción de las palabras”. Revista de
cultura # 48, Nov. São Paulo, Brasil. Consultado el 30 de noviembre de 2008.Disponible en Internet en: http://www.revista.agulha.nom.br/ag48nava.htm.
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Rruizte
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El
Bú
h
ROBERTO BRAVO
El hombre del Diván II
ientras caminaba entre los eucaliptos del Par-
que Naucalli vi a un hombre de pelo cano,
barba espesa y pipa en la boca pasearse con
un pastor alemán del que se sentía orgulloso; hablaba
con él como si lo hiciera con una persona. Al percibir que
entre aquel hombre y el perro existía comunicación pensé
que adoptar un animal sería satisfactorio para aquellos
momentos en que la presencia de alguien frente a uno se
hace necesaria. Sin embargo, deseché la idea de comprar
un perro; años atrás había leído un libro de Konrad Lorenz,
donde el etólogo decía que de entre los animales estudiados
por él, el perro era el más estúpido. Afirmaba que la memo-
ria del perro es tan primitiva que se acongoja cuando su
amo sale a trabajar porque lo cree perdido y se pone eufó-
rico cuando éste regresa porque lo siente recuperado. Va-
liente cosa pensé, imaginando al “mejor amigo del hom-
bre” con la lengua de fuera corriendo a mi encuentro. Por
un momento rechacé la idea de comprar un animal, pero
inmediatamente pensé en las consecuencias que eso podría
tener en mi relación con la sociedad, quiero decir en mi
convivencia con los demás hombres. Si te ven vivir solo
mucho tiempo, creen que eres homosexual, macho-muje-
riego o misógino, término que ahora es moda. En cambio
si vives con un perro por ejemplo, piensan que sufriste una
decepción y huyendo de lo frívolo te refugias en tu intimi-
dad, la gente te cede el paso en las aceras y con agachar la
cabeza como agradecimiento queda más que satisfecha.
La idea del perro a pesar de su estupidez me tentaba cada
vez más hasta que mis pasos me llevaron fuera del par-
que y topé con una clínica veterinaria: vi entre los animales
que vendían a una pareja de changos. Me acerque al mos-
trador y pregunté a la dependienta por ellos.
–Son de San Andrés Tuxtla, los atraparon en el cerro de
san Martín, me informó.
–Cuánto cuesta uno de ellos, pregunté viendo al más
interesado en mis palabras.
–Son hembra y macho, dijo ella sin que viniera al caso.
–Cuánto cuesta la hembra, pregunté tratando de distin-
guir entre uno y otro.
–¿Le interesa la hembrita nada más?
Sentí su pregunta como una acusación de zoofilismo y
pensé que por muy estúpido que fuera, un perro no desper-
taría suspicacia de ningún tipo, por el contrario me otorga-
ría un aura bonachona; iba a preguntarle el precio de un
dálmata cuando la empleada me dijo: llévese la pareja, se
los dejo muy baratos. Pagué por ellos el 20 por ciento de lo
que me hubiera costado una luna de miel cualquiera y con
un instructivo sobre monos bajo el brazo me vi en la calle
con aquel par, uno en cada hombro, como un excéntrico; la
admiración que desperté entre los paseantes y la excitación
de los niños a mi paso me convencieron de que la extrava-
gancia es una manifestación de firmeza de carácter y que
ante la estupidez perruna, los macacos fueron decidida-
mente una mejor opción.
Todo animal doméstico respetado por su dueño debe
tener nombre y quise ponerles unos que me recordaran a
amantes famosos; a este tipo de animales les va bien, es mi
opinión, nombres aristocráticos como Luis y María Anto-
nieta, Juan Carlos y Sofía, Carlos y Diana, pero como eran
monos mexicanos y todos estos reyes y príncipes han bri-
llado en el extranjero les puse, el de los soberanos de Cha-
pultepec, Maximiliano al macho y Carlota a la hembra.
Cuando me plantée la necesidad de educarlos me di
cuenta de que a estos animales además de los hábitos que
M
su código genético les impone aprenden por imitación; y
como yo regreso pasada la media tarde, este tiempo era
poco para que me observaran, además, mis costumbres son
tan parcas que no educarían ni siquiera a un humano: des-
pués de cambiarme de ropa, escucho música, leo un libro y
por la noche ceno un sandwich y me tomo una o dos copas
antes de acostarme. Muy rara vez miro la televisión a menos
que esté enfermo o muy cansado.
No teniendo un modelo que ofrecerles opté por ponerles
el televisor en su recámara y cuando me iba a trabajar pren-
día el aparato sintonizándolo en el programa donde Chepina
Peralta enseña a cocinar. Les tuve que comprar ropa después
porque en uno de mis regresos los encontré con la mía, de
saco y corbata tanto Maximiliano como Carlota.
Poco a poco aprendieron los quehaceres de la casa:
cocinar, lavar los trastes y la ropa. Sábados y domingos que
me quedaba más tarde en la cama, me llevaban jugo de na-
ranja y unos huevos a la mexicana.
En su oportunidad moviéronse por la casa según su cri-
terio, la televisión se les convirtió en vicio, veían sobre todo
programas con clasificación “C” y series policíacas.
Con el tiempo empezaron a dar muestras de inconfor-
midad. Si les hacia alguna observación, me miraban escru-
tadoramente y movían la cabeza censurando. En ocasión de
guisar una tortilla española, Carlota confundió el poro con
la cebolla y le señalé su error. Tiró el poro junto con la tabla
de picar e hizo una señal a Maximiliano con el cuchillo de
que cuando durmiera me iba a cortar el cuello con la faca.
Me encerré en mi recámara y pedí por teléfono una
cita para el día siguiente con la directora del zoológico de
Chapultepec. Esa noche dormí mal, dábale y dábale vuel-
tas en mi cabeza a la cuestión sobre mi vida futura, pen-
saba en los perros. Pero, finalmente tomé la decisión irre-
vocable de que una vez que trasladaran a Maximiliano y
Carlota a Chapultepec iba a vivir con mis pensamientos
solamente.
confabulario
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Carlos Reyes
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El
Bú
h
MIGUEL ÁNGEL MUÑOZ
(Introducción, traducción y selección)
ohn Ashbery (Rochester, Nueva York 1927), es sin
duda, el poeta norteamericano vivo más importan-
te en la actualidad. Para el crítico Harold Bloom,
Ashbery es el último de los canónicos. Se licenció en las
universidades de Harvard en 1949 y por la Culumbia en
1951. En 1955 se marcha a París y trabaja como crítico de
arte para la edición europea del Herald Tribune y como edi-
tor de la revista trimestral Art and Literature (1964-67)
Intervino también en la prestigiosa revista Locus Solus
(1961), entrando en contacto con un grupo de escrito-
res y artistas neoyorquinos entre los que se hallaban James
Schuyler, Kenneth Koch, Frank O’ Hara, y, algunos de los
pintores de la Escuela de Nueva York como Esteban Vicente
o Franz Kline. La temprana muerte de O’ Hara en los sesen-
ta ya desmembró a los contertulios de Cadar Tavern del
Village.
El primer libro de Ashbery, Some Trees, se publicó en
1956, y tuvo contundentes elogios como el de O’ Hara que
escribió: “es el libro más hermoso que ha aparecido
en América desde Harmonium”. A éste le siguieron The
Poems (1960), The Tennis Court Oath (1962), Three Madri-
gals (1966), Three Poems (1972) y The Vermont Journal
(1975), hasta llegar a su libro más importante, Self- Portrait
in a Convex Mirror (1975), que obtuvo el Premio Pulitzer de
Poesía, el National Book Award y el National Critics Cir-
cle Award, sumándose a la interminable lista de pre-
mios que engalanan su carrera literaria, anglosajones casi
todos, aunque no falta el Grand Prix de Bienales Inter-
nacionales de Poésie otorgado en Bruselas.
La poesía de Ashbery, sobre todo en sus comienzos y
hasta la consagración que supuso Self-Portrait in a Convex
Mirror, fue considerada “original hasta la ininteligibilidad”.
Las fuentes de su obra son Auden, Stevens, Perse, Whit-
man, Eliot, Valery, Roussel, Hölderlin, algo de poesía popu-
lar épica, y mucha poesía americana e inglesa de los años
treinta. “Intento utilizar las palabras de manera abstracta
–dice el poeta– como un pintor abstracto utiliza la pintu-
ra… Al principio yo quería ser pintor, y pinté hasta los die-
ciocho años, pero tengo la sensación de que como mejor
podría expresarme sería musicalmente…”.
Que se trata de una obra absolutamente excepcional
en la poesía de nuestro tiempo puede afirmarse sin caute-
la. Ashbery refiere en él, con un patetismo tajante y estre-
mecedor, un éxodo construido sobre los patrones místicos
y cotidianos del despojamiento de los ropajes del mundo.
Poeta total en muchos sentidos, y “el primer gran poeta
–como dice Harold Bloom– de la Edad Posmoderna. Su
importancia sólo es equiparable a la de Yeats o Stevens”.
Su libro Una ola puede considerarse como su testamen-
to, un volumen sobre la muerte y la memoria en el que
Ashbery deslinda toda su maestría en el manejo de las
metáforas, el poema de largo aliento e incluso la prosa.
En Ashbery la visión no es teoría, sino vivencia eleva-
da al máximo grado de ficción, ha introducido en el poema
un nuevo modo de discurso, y lo ha ido afinando hasta
lograr que el verso pierda sus convenciones. Es una poesía
exacta y móvil, en cuyo mecanismo puede captarse todo lo
invisible, incluido “el olor de la luz”, la epopeya de lo coti-
diano, concebida como un “pasar la misma calle en tiem-
pos diferentes”, porque estamos “entre la nada y el paraí-
so”. Esa misma intensidad y belleza que deslumbra y con-
voca a quienes son capaces, como John Ashbery, de oír
unas y mirar Un nuevo espíritu que nos reclama: “Pensé
que, si podía ponerlo todo por escrito, ésa sería una forma. /
Y luego se me ocurrió que dejarlo fuera sería otra for-
ma, aún más verdadera…”.
J
de John Ashbery
POEMAS DE JOHN ASHBERY
Versiones del inglés: Miguel Ángel Muñoz
Torre de tinieblas
Ya no puedo permanecer fuera
bajo el frío y la lluvia penetrante.
Me agarro la entrepierna deseando una bola de luz
en el peludo interior que tienen otras personas.
Me marcharé sin haber ido a coger un grano
de la tierra,
compacto,
con el ascendente designio
que conocimos y odiamos tan bien, y cuando nos tocó
morir simplemente nos rendimos, mascullando alguna excusa.
¿Sueles ir a verlos?
Ellos no pueden tener muchos motivos
para viajar hasta aquí, pero sus huellas,
excluidas por la nieve…
Fue el pregonero cuyo pataleo lo inició,
mucho antes de que nos despertáramos, en el amanecer
que encanece, ahora, un susto
que desear, que leer,
distinto a la vieja cicatrización que volverá a su tiempo.
Una tarde citadina
Un velo de niebla protege esta
Lejana tarde por todos olvidada
En dicha fotografía, ellos ahora en conjunto
Absortos gimiendo a través de la vejez o la muerte.
Si uno pudiera aprender los Estados Unidos
O por lo menos una refinada omisión
Que se filtre en nuestro perfil
Precisando nuestros espacios con una sombra
Que sea fugaz también.
Pero que celebre
Porque en verdad define, después de todo:
Guirnaldas grises, aquel terceto
Aguardando la luz para cambiar,
El aire alzando los cabellos de alguien
Al revés en el reflexivo estanque.
¿Qué es la poesía?
¿El pueblo medieval, con frisos
de boy scouts de Nagoya? ¿La nieve
Que llegó cuando queríamos que nevara?
¿Bellas imágenes? ¿El intentar evitar
Ideas, como en este poema? Mas nosotros
Regresamos a ellas como a una esposa, abandonada
¿A la amante que deseamos? Ahora ellos
Tendrán que creerlo
Como nosotros lo creemos. En la escuela
Se peinó todo el pensamiento:
Lo que se dejó era como un campo abierto.
Cierra los ojos, y lo sentirás por millas a la redonda.
Ahora ábrelos sobre un delgado camino vertical.
Nos ha de brindar - ¿Qué? - ¿algunas flores pronto?
Escondrijo
De quienes nosotros y todos ellos somos
Ustedes todo ahora entienden. Pero ustedes entienden,
Después de que ellos comenzaron a encontrarnos
nosotros crecimos
Antes de que murieran pensándonos las causas
De sus actos. Ahora nosotros no sabremos
La verdad de algún inmóvil en el piano, aunque
Ellos con frecuencia parten de nosotros, causando
Estos cambios que nosotros pensamos que somos.
No nos importa.
Sin embargo, tan altos allá arriba.
En aire joven. Pero las cosas se oscurecen mientras nos movemos
Para preguntarles: ¿a quiénes debemos nosotros conocer
Para morir, para que ustedes vivan y nosotros entendamos?
Hoja del álbum
Las otras caléndulas y los paños
Son crímenes creados para la historia.
confabulario
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¿Qué podremos lograr, deseando?
¿Y qué, deseando, podremos lograr?
¿Qué podría la lluvia que cayó
todo el día en los campos
Y en las mesas de bingo?
Aunque cuando esté despejando,
La estatua se transformó en una más dulce luz,
Los más cercanos mecenas son negros.
Luego hay una tormenta de recibos: noche,
Arena que el cuenco no dejó caer.
Las otras caléndulas están dispersas como el polvo.
Guisantes de olor en oscuros jardines
Sacan a chorros una falsa nostalgia histórica.
Si un bicho cayera desde tan alto, ¿aterrizaría?
Un poema adicional
¿Cuándo entonces la esperanza y el miedo sus objetos encontrarán?
El puerto frío para las embarcaciones de apareo,
Y has perdido mientras te colocas por la galería
Con la calmada y gris selva del mar debajo.
Una fuerte impresión rasgada desde la luz descendiente
Pero la noche es culpable. Sabías que la sombra
En el baúl era delirante
Pero mientras más hambre tienes olvidas.
La lejana caja esta abierta. Un sonido de granos
Precipitado sobre el suelo con cierta impaciencia –Nosotros
Nos levantamos con la noche escapada de la caja de viento.
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Cynthia Martínez