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Violencia subjetiva y violencia sistmica

Violencia subjetiva y violencia sistmica

Fernando Merodio

Explican Fernndez Liria y Alegre Zahonero que, siguiendo la tradicin ilustrada del Kant que exige como atributos para definir al ciudadano la libertad legal y la igualdad civil, pero tambin la independencia de no tener que agradecer la propia existencia y conservacin al arbitrio de otro y, al tiempo, defiende que slo es libre el propietario, quien vive de la venta, no de sus fuerzas (operam), sino de la obra que realiza con esas fuerzas y su trabajo (opus), Karl Marx desmiente las criticas de quienes no le leen cuando defiende esa propiedad adquirida de forma personal, con el trabajo individual (o solidario coordinado), base de toda libertad, actividad e independencia individual, una propiedad casi abolida por el abuso del capital y un orden juridico injusto que facilita la expropiacin generalizada de los medios de produccin, cuya titularidad social es esencial para que haya ciudadanos, hombres libres, independientes, iguales.

Simplifico y digo que, como explica el filsofo Slavoj Zizek, esa triste situacin que niega la ciudadana plena y el poder considera normal es el ftido caldo de cultivo en que se gesta la violencia impuesta por el sistema, objetiva, sistmica, evidente en mayor o menor grado en todas partes, emanada de la injusticia que propicia la usurpacin por el capital de nuestra mayor fuerza, la de nuestro trabajo, una violencia impune, que crece abonada por otra simblica, la perversin del lenguaje que hoy perpetran los medios con la esencial pretensin de lograr que la sistmica, objetiva, sea vista normal por sus vctimas, aquellos a quienes se expropia su fuerza de trabajo, casi todos.

Es de esa situacin violenta, evidente como oculta, de la injusticia econmica, del sistema cruel impuesto, del que nace la violencia subjetiva, fcilmente imputable a alguien identificable, prximo. Ejemplo complejo, grfico, del trato cnico e inicuo que recibe esta violencia es el dado al No hay solucin..., diente por diente..., hijos de puta!, que dicen grit Emilio, vasco que responda con hechos a la espurriadura sucia del miedo a que, porque le conviene, nos acostumbra el poder, hombre que sustituy al Estado, al intil cancerbero, responsable de la violencia que sufra y respondi a la pregunta de Bertold Brecht, metafrica y genrica: Qu es el robo de un banco, comparado con la fundacin de otro? con sus hechos. Humano, se enfrent al sistema injusto que cobra, manda, no sirve y, sintindose indefenso, ejerci violencia cierta, viol el monopolio de ella que es el alma del sistema; admitira una crtica, no fue poltico, ignor que no hacer nada es, a veces, la ms eficaz violencia: abstenerse, no afiliarse, hacer huelga, no regalar la fuerza de su trabajo, no acatar ptridas reglas, rebelarse contra el banco, negarse a que el dinero guie,..., pensar, formar colectivos.

Injusto, el sistema ignora a Emilio, no le defiende, le detiene, le juzgar, le obligar a arrepentirse tras consentir que tenga que dejar su hogar, que le derroten los infames de la tierra y la identidad siniestra, eterno fascio; finge compensar lo no hecho engaando, reprimiendo lo que, solo l, llama perverso, esas formas de violencia pequea, humana, nuestra, que prohibe insano, igualando bien y mal, anulando la diferencia que es argamasa y base de lo civilizado. El Estado que, canalla, en Italia persigue por homicidio al padre de Eluana Englaro; un peligro.

Viviendo he aprendido a convivir con las pequeas violencias y a sentir inmensa nasea en el lodazal latente, sistmico, nuestro, y, pues Quevedo me dice sabio y cierto que soy un fu, un ser, y un es cansado, mientras el cuerpo me aguante, seguir corriendo lento o, lo que es igual, viviendo.