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    QU ES EL MARXISMO

    SU MORALY LA NUESTRA

    Len Trotsky

    Fundacin Federico Engels

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    QU ES EL MARXISMO / SU MORAL Y LA NUESTRALen TrotskyTraduccin: Grupo de Traductores de la Fundacin Federico Engels

    Fundacin Federico EngelsPrimera edicin: octubre 2003Reimpresin: mayo 2009

    Este libro se ha editado en el marco

    del acuerdo de colaboracin entre

    la Fundacin Federico Engels

    y el Sindicato de Estudiantes

    ISBN: 978-84-932118-5-1Depsito Legal: M-46567-2003

    Publicado y distribuido por la Fundacin Federico EngelsC/ Hermanos del Moral 35, bajo28019 Madrid

    Telfono: 91 428 38 [email protected] www.engels.org

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    N D I C E

    QU ES EL MARXISMO

    Qu ofrecemos al lector? ............................................................. 9El mtodo de Marx......................................................................... 10El marxismo y la ciencia oficial.................................................... 13La ley de la valorizacin del trabajo............................................ 13

    Desigualdad y explotacin ........................................................... 15Competencia y monopolio............................................................ 16Concentracin de la riqueza y aumentode las contradicciones de clase..................................................... 17Se ha hecho anticuada la teora de Marx? ................................ 20A. La teora de la miseria creciente ............................................. 21B. El ejrcito de reserva y la nueva subclasede los desocupados ........................................................................ 23

    C. La decadencia de las clases medias ........................................ 24D. La crisis industrial..................................................................... 27E. La teora del colapso.................................................................. 28La decadencia del capitalismo ..................................................... 29El fascismo y el New Deal .......................................................... 30Anomala o norma?...................................................................... 32Traer de vuelta el pasado.............................................................. 33

    Los cientficos y el marxismo ....................................................... 35Las posibilidades de produccin y la propiedad privada ......... 36La inevitabilidad del socialismo .................................................. 37La inevitabilidad de la revolucin socialista ............................. 39El marxismo en Estados Unidos .................................................. 39El modelo ideal del capitalismo................................................... 42Las metrpolis y las colonias........................................................ 44La economa mundial planificada............................................... 47

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    SU MORAL Y LA NUESTRA

    1. Emanaciones de moral ............................................................... 512. Amoralidad marxista y verdades eternas............................... 533. El fin justifica los medios......................................................... 554. Jesuitismo y utilitarismo............................................................ 575. Reglas morales universalmente vlidas................................ 586. Crisis de la moral democrtica ................................................. 60

    7. El sentido comn ...................................................................... 628. Los moralistas y la GPU............................................................. 649. Disposicin poltica de personajes ........................................... 6610. El estalinismo, producto de la vieja sociedad ...................... 6811. Moral y revolucin.................................................................... 7112. La revolucin y el sistema de rehenes................................... 7413. Moral de cafres........................................................................ 77

    14. La amoralidad de Lenin......................................................... 7915. Un episodio edificante ............................................................. 8116. Interdependencia dialctica del fin y de los medios ........... 84

    ApndiceMoralistas y sicofantes contra el marxismo

    Los mercaderes de indulgencias y sus aliados socialistaso el cuclillo en nido ajeno.............................................................. 88

    Moral de hotentote! ..................................................................... 89Todava sobre los rehenes.............................................................. 90El miedo de la opinin pblica burguesa ................................... 91El cdigo moral de la guerra civil ................................................ 92Las masas no tienen nada que ver aqu....................................... 93La lucha contra el marxismo ......................................................... 95El sicofante Souvarine .................................................................... 96Revolucionarios y fomentadores de marasmo........................... 98

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    bargo, mientras las realidades del proceso econmico son eltrabajo humano, las materias primas, las herramientas, lasmquinas, la divisin del trabajo, la necesidad de distribuir losproductos terminados entre los participantes en el proceso deltrabajo, etc., las categoras como mercanca, dinero, jorna-les, capital, beneficio, impuesto, etc., son nicamentereflejos semimsticos en las cabezas de los hombres de los di-versos aspectos de un proceso econmico que no comprendeny que no pueden dominar. Para descifrarlos es indispensableun anlisis cientfico completo.

    En Estados Unidos, donde un hombre que posee un millnde dlares se considera que vale un milln de dlares, los con-ceptos con respecto al mercado han cado mucho ms bajo queen cualquier otra parte. Hasta una poca muy reciente los nor-teamericanos se preocuparon muy poco por la naturaleza de lasrelaciones econmicas. En la tierra del sistema econmico mspoderoso, la teora econmica sigui siendo excesivamente est-ril. nicamente la crisis, cada vez ms profunda, de la economanorteamericana ha hecho que la opinin pblica de este pas sehaya enfrentado bruscamente con los problemas fundamentales

    de la sociedad capitalista. En cualquier caso, quienquiera que nohaya dominado la costumbre de aceptar sin un examen rigurosolas reflexiones ideolgicas hechas a la ligera sobre el progresoeconmico, quienquiera que no haya razonado, siguiendo lospasos de Marx, la naturaleza esencial de la mercanca como clu-la bsica del organismo capitalista, estar incapacitado paracomprender cientficamente las manifestaciones ms importan-tes de nuestra poca.

    EL MTODO DE MARX

    Habiendo definido la ciencia como el conocimiento de los recur-sos objetivos de la naturaleza, el hombre ha tratado terca y per-sistentemente de excluirse a s mismo de la ciencia, reservndoseprivilegios especiales en la forma de un pretendido intercambiocon fuerzas supersensoriales (religin) o con preceptos morales

    independientes del tiempo (idealismo). Marx priv al hombredefinitivamente y para siempre de esos odiosos privilegios, con-

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    siderndole como un eslabn natural en el proceso evolutivo dela naturaleza material; a la sociedad como la organizacin parala produccin y la distribucin; al capitalismo como una etapa enel desarrollo de la sociedad humana.

    La finalidad de Marx no era descubrir las leyes eternas dela economa. Neg la existencia de semejantes leyes. La historiadel desarrollo de la sociedad humana es la historia de la suce-sin de diversos sistemas econmicos, cada uno de los cualesacta de acuerdo con sus propias leyes. La transicin de un sis-tema a otro ha sido determinada siempre por el aumento de lasfuerzas de produccin, por ejemplo, de la tcnica y de la organi-zacin del trabajo. Hasta cierto punto, los cambios sociales sonde carcter cuantitativo y no alteran las bases de la sociedad,entre ellas, las formas prevalecientes de la propiedad. Pero sealcanza un nuevo punto cuando las fuerzas productoras madu-ras ya no pueden contenerse ms tiempo dentro de las viejasformas de la propiedad; entonces se produce un cambio radicalen el orden social, acompaado de conmociones. La comunaprimitiva fue reemplazada o complementada por la esclavitud;la esclavitud fue sucedida por la servidumbre con su superes-

    tructura feudal; el desarrollo comercial de las ciudades llev aEuropa, en el siglo XVI, al orden capitalista, el que pas inme-diatamente a travs de diversas etapas. Marx no estudia en ElCapital la economa en general, sino la economa capitalista, quetiene sus leyes especficas propias. Slo de pasada se refiere aotros sistemas econmicos con el objeto de poner en claro lascaractersticas del capitalismo.

    La economa de la familia de agricultores primitiva, que se

    bastaba a s misma, no tena necesidad de la economa polti-ca, pues estaba dominada, por un lado, por las fuerzas de lanaturaleza y, por el otro, por las fuerzas de la tradicin. Laeconoma natural de los griegos y romanos, completa en smisma, fundada en el trabajo de los esclavos, dependa de lavoluntad del propietario de los esclavos, cuyo plan estabadeterminado directamente por las leyes de la naturaleza y dela rutina. Lo mismo puede decirse tambin del Estado medie-

    val con sus siervos campesinos. En todos estos casos las rela-ciones econmicas eran claras y transparentes en su crudeza

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    primitiva. Pero el caso de la sociedad contempornea es com-pletamente diferente. Ha destruido esas viejas conexionescompletas en s mismas y esos modos de trabajo heredados.Las nuevas relaciones econmicas han relacionado entre s alas ciudades y las villas, a las provincias y las naciones. La di-visin del trabajo ha abarcado a todo el planeta. Habiendodestrozado la tradicin y la rutina, esos lazos no se han com-puesto de acuerdo con algn plan definido, sino ms bien almargen de la conciencia y de la previsin humanas. La inter-dependencia de los hombres, los grupos, las clases, las nacio-nes, consecuencia de la divisin del trabajo, no est dirigidapor nadie. Los hombres trabajan los unos para los otros sinconocerse entre s, sin conocer las necesidades de los dems,con la esperanza, e inclusive con la seguridad, de que sus rela-ciones se regularizarn de algn modo por s mismas. Y lohacen as o, ms bien, quisieran hacerlo.

    Es completamente imposible buscar las causas de los fen-menos de la sociedad capitalista en la conciencia subjetiva enlas intenciones o planes de sus miembros. Los fenmenosobjetivos del capitalismo fueron formulados antes de que la

    ciencia comenzara a pensar seriamente sobre ellos. Hasta hoyda la mayora preponderante de los hombres nada saben acer-ca de las leyes que rigen a la economa capitalista. Toda la fuer-za del mtodo de Marx reside en su acercamiento a los fenme-nos econmicos, no desde el punto de vista subjetivo de ciertaspersonas, sino desde el punto de vista objetivo del desarrollode la sociedad en su conjunto, del mismo modo que un hombrede ciencia que estudia la naturaleza se acerca a una colmena o a

    un hormiguero.Para la ciencia econmica lo que tiene un significado decisi-vo es lo que hacen los hombres y cmo lo hacen, no lo que ellospiensan con respecto a sus actos. En la base de la sociedad nose hallan la religin y la moral, sino la naturaleza y el trabajo.El mtodo de Marx es materialista, pues va de la existencia a laconciencia y no en el orden inverso. El mtodo de Marx es dia-lctico, pues observa cmo evolucionan la naturaleza y la socie-

    dad y cmo la misma evolucin es la lucha constante de lasfuerzas en conflicto.

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    EL MARXISMO Y LA CIENCIA OFICIAL

    Marx tuvo predecesores. La economa poltica clsica AdamSmith, David Ricardo floreci antes de que el capitalismo sehubiera desarrollado, antes de que comenzara a temer el futuro.Marx rindi a los grandes clsicos el perfecto tributo de su pro-funda gratitud. Sin embargo, el error bsico de los economistasclsicos era que consideraban al capitalismo como la existencianormal de la humanidad en todas las pocas, en vez de conside-rarlo simplemente como una etapa histrica en el desarrollo dela sociedad. Marx inici la crtica de esa economa poltica, expu-so sus errores as como las contradicciones del mismo capitalis-

    mo, y demostr que era inevitable su colapso.La ciencia no alcanza su meta en el estudio hermticamente

    sellado del erudito, sino en la sociedad de carne y hueso. Todoslos intereses y pasiones que despedazan a la sociedad ejercen suinfluencia en el desarrollo de la riqueza y de la pobreza. La luchade los trabajadores contra los capitalistas oblig a los tericos dela burguesa a volver la espalda al anlisis cientfico del sistemade explotacin y a ocuparse en una descripcin vaca de los

    hechos econmicos, el estudio del pasado econmico y, lo que esinmensamente peor, una falsificacin absoluta de las cosas talescomo son, con el propsito de justificar el rgimen capitalista. Ladoctrina econmica que se ha enseado hasta el da de hoy en lasinstituciones oficiales de enseanza y se ha predicado en la pren-sa burguesa no est desprovista de materiales importantes rela-cionados con el trabajo, pero no obstante es completamente inca-paz de abarcar el proceso econmico en su conjunto y descubrir

    sus leyes y perspectivas, ni tiene deseo alguno de hacerlo. Laeconoma poltica oficial ha muerto.

    LA LEY DE LA VALORIZACIN DEL TRABAJO

    En la sociedad contempornea el vnculo cardinal entre los hom-bres es el cambio. Todo producto del trabajo que entra en el pro-ceso del cambio se convierte en mercanca. Marx inici su inves-

    tigacin con la mercanca y dedujo de esa clula fundamental dela sociedad capitalista las relaciones sociales que se han consti-

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    tuido objetivamente como la base del cambio, independiente-mente de la voluntad del hombre. nicamente si se sigue estecamino es posible resolver el enigma fundamental: cmo en lasociedad capitalista, en la cual cada hombre piensa slo en smismo y nadie piensa en los dems, se han creado las proporcio-nes relativas de las diversas ramas de la economa indispensa-bles para la vida.

    El obrero vende su fuerza de trabajo, el agricultor lleva suproducto al mercado, el prestamista de dinero o el banqueroconceden prstamos, el comerciante ofrece un surtido de mer-cancas, el industrial construye una fbrica, el especulador com-pra y vende acciones y bonos, y cada uno de ellos tiene en consi-deracin sus propias conveniencias, sus planes privados, su pro-pia opinin sobre los jornales y los beneficios. Sin embargo, deeste caos de esfuerzos y de acciones individuales, surge ciertoconjunto econmico que aunque ciertamente no es armonioso,sino contradictorio, da sin embargo a la sociedad la posibilidadno slo de existir, sino tambin de desarrollarse. Esto quiere de-cir que, despus de todo, el caos no es en modo alguno caos, quede algn modo est regulado automticamente, si no cons-

    cientemente. Comprender el mecanismo por el cual los diversosaspectos de la economa llegan a un estado de equilibrio relativoes descubrir las leyes objetivas del capitalismo.

    Evidentemente, las leyes que rigen las diversas esferas de laeconoma capitalista jornales, precios, arrendamiento, benefi-cio, inters, crdito, bolsa son numerosas y complejas. Pero enltimo trmino todas proceden de una nica ley descubierta porMarx y examinada por l hasta el final: es la ley del valor del tra-

    bajo, que es ciertamente la que regula bsicamente la economacapitalista. La esencia de esa ley es simple. La sociedad tiene a sudisposicin cierta reserva de fuerza de trabajo viva. Aplicada a lanaturaleza, esa fuerza engendra productos necesarios para lasatisfaccin de las necesidades humanas. Como consecuencia dela divisin del trabajo entre los productores individuales, losproductos toman la forma de mercancas. Las mercancas secambian entre s en una proporcin determinada: al principio

    directamente y ms tarde por medio del oro o de la moneda. Lapropiedad esencial de las mercancas, que en cierta relacin las

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    iguala entre s, es el trabajo humano invertido en ellas trabajoabstracto, trabajo en general, la base y la medida del valor. Ladivisin del trabajo entre millones de productores diseminadosno lleva a la desintegracin de la sociedad, porque las mercanc-as son intercambiadas de acuerdo con el tiempo de trabajo so-cialmente necesario invertido en ellas. Mediante la aceptacin yel rechazo de las mercancas, el mercado, en su calidad de terre-no del cambio, decide si contienen o no contienen en s mismosel trabajo socialmente necesario, con lo cual determina las pro-porciones de las diversas clases de mercancas necesarias para lasociedad, y en consecuencia tambin la distribucin de la fuerzade trabajo de acuerdo con las diversas clases de comercio.

    Los procesos reales del mercado son inmensamente ms com-plejos que lo que hemos expuesto aqu en pocas lneas. As, algirar alrededor del valor del trabajo, los precios fluctan por enci-ma y por debajo de sus valores. Las causas de estas desviacionesestn completamente explicadas en el tercer volumen de El Capi-tal de Marx, en el que se describe el proceso de la produccincapitalista considerado en su conjunto. Sin embargo, por gran-des que puedan ser las diferencias entre los precios y los valores

    de las mercancas, en los casos individuales, la suma de todos losprecios es igual a la suma de todos los valores, pues en ltimotrmino nicamente los valores que han sido creados por el traba-jo humano se hallan a disposicin de la sociedad, y los precios nopueden pasar de estos lmites, inclusive si se tiene en cuenta elmonopolio de los precios o trust; donde el trabajo no ha creadoun valor nuevo, nada puede hacer ni el mismsimo Rockefeller.

    DESIGUALDAD Y EXPLOTACIN

    Pero si las mercancas se intercambian de acuerdo con la can-tidad de trabajo invertido en ellas, cmo se deriva la desigual-dad de la igualdad? Marx resolvi este enigma exponiendo lanaturaleza peculiar de una de las mercancias, que es la base detodas las dems mercancas: la fuerza del trabajo. El propietariode los medios de produccin, el capitalista, compra la fuerza de

    trabajo. Como todas las otras mercancas, la fuerza de trabajo esvalorizada de acuerdo con la cantidad de trabajo invertida en

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    ella, esto es de los medios de subsistencia necesarios para la viday la reproduccin del trabajador. Pero el consumo de esta mer-canca fuerza de trabajo se produce mediante el trabajo, quecrea nuevos valores. La cantidad de esos valores es mayor quelos que recibe el propio trabajador y gasta en su conservacin. Elcapitalista compra fuerza de trabajo para explotarla. Esa explota-cin es la fuente de la desigualdad.

    A la parte del producto que contribuye a la subsistencia deltrabajador la llama Marx producto necesario; a la parte excedenteque produce el trabajador le llama sobreproducto o plusvala. Elesclavo tena que producir plusvala, pues de otro modo el dueode esclavos no los hubiera tenido. El siervo tena que producirplusvala, pues de otro modo la servidumbre no hubiera tenidoutilidad alguna para la clase media hacendada. El obrero asalaria-do produce tambin plusvala, slo que en una escala mucho ma-yor, pues de otro modo el capitalista no tendra necesidad de com-prar la fuerza de trabajo. La lucha de clases no es otra cosa que lalucha por la plusvala. Quien posee la plusvala es el dueo de lasituacin, posee la riqueza, posee el poder del Estado, tiene la lla-ve de la Iglesia, de los tribunales, de las ciencias y de las artes.

    COMPETENCIA Y MONOPOLIO

    Las relaciones entre los capitalistas que explotan a los trabaja-dores estn determinadas por la competencia, que acta como elresorte principal del progreso capitalista. Las empresas grandesgozan de mayores ventajas tcnicas, financieras, de organiza-cin, econmicas y polticas que las empresas pequeas. El capi-

    tal mayor capaz de explotar al mayor nmero de obreros es ine-vitablemente el que consigue la victoria en una competencia. Tales la base inalterable del proceso de concentracin y centraliza-cin del capital.

    Al estimular el desarrollo progresivo de la tcnica, la compe-tencia no slo consume gradualmente a las capas intermediarias,sino que se consume tambin a s misma. Sobre los cadveres ysemicadveres de los capitalistas pequeos y medianos surge un

    nmero cada vez menor de magnates capitalistas cada vez mspoderosos. De este modo, la competencia honesta, democrtica y

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    progresiva engendra irrevocablemente el monopolio daino, par-sito y reaccionario. Su predominio comenz a afirmarse hacia elao 80 del siglo pasado y asumi su forma definida a comienzosdel presente siglo. Ahora bien, la victoria del monopolio es reco-nocida abiertamente por los representantes oficiales de la socie-dad burguesa2. Sin embargo, cuando en el curso de su pronsti-co Marx fue el primero en deducir que el monopolio es una con-secuencia de las tendencias inherentes al capitalismo, el mundoburgus sigui considerando a la competencia como una leyeterna de la naturaleza.

    La eliminacin de la competencia por el monopolio seala elcomienzo de la desintegracin de la sociedad capitalista. Lacompetencia era el principal resorte creador del capitalismo y la justificacin histrica del capitalista. Por lo mismo, la elimina-cin de la competencia seala la transformacin de los accionis-tas en parsitos sociales. La competencia necesita de ciertas li-bertades, una atmsfera liberal, un rgimen democrtico, uncosmopolitismo comercial. El monopolio necesita en cambio ungobierno todo lo ms autoritario que sea posible, murallasaduaneras, sus propias fuentes de materias primas y merca-

    dos (colonias). La ltima palabra en la desintegracin del capitalmonopolista es elfascismo.

    CONCENTRACIN DE LA RIQUEZA Y AUMENTODE LAS CONTRADICCIONES DE CLASE

    Los capitalistas y sus defensores tratan por todos los medios deocultar el alcance real de la concentracin de la riqueza a los ojos

    del pueblo, as como a los ojos del cobrador de impuestos. Desa-fiando a la evidencia, la prensa burguesa intenta todava mante-ner la ilusin de una distribucin democrtica de la inversindel capital. The New York Times, para refutar a los marxistas, se-ala que haya de tres a cinco millones de patronos individuales.Es cierto que las compaas por acciones representan una con-

    2. La competencia como una influencia coartadora se lamenta el primer fiscalgeneral de Estados Unidos, Mr. Homer S. Cummings es desplazada gradual-mente y en muchas partes ya no subsiste ms que como un plido recuerdo delas condiciones que antes existieron.

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    centracin de capital mayor que tres a cinco millones de patro-nos individuales, aunque Estados Unidos cuenta con mediomilln de corporaciones. Este modo de jugar con las cifras tienepor objeto, no aclarar, sino ocultar la realidad de las cosas.

    Desde el comienzo de la guerra hasta 1923 el nmero de fbri-cas y factoras existentes en Estados Unidos descendi del 100 al98,7%, mientras que la masa de produccin industrial ascendidel 100 al 156,3%. Durante los aos de una prosperidad sensacio-nal (1923-1929), cuando pareca que todo el mundo se haca rico,el nmero de establecimientos descendi de 100 a 93,8 mientrasla produccin ascendi de 100 a 113. Sin embargo, la concentra-cin de establecimientos comerciales, limitada por su voluminosocuerpo material, est lejos de la concentracin de su alma, la pro-piedad. En 1929 tenan en realidad ms de 300.000 corporaciones,como observa correctamente The New York Times. Lo nico quehace falta aadir es que 200 de ellas, es decir el 0,07% del nmerototal, controlaban directamente al 49,2% de los capitales de todaslas corporaciones. Cuatro aos ms tarde el porcentaje haba as-cendido ya al 56%, en tanto que durante los aos de la adminis-tracin de Roosevelt ha subido indudablemente an ms. Dentro

    de las principales 200 compaas por acciones el dominio verda-dero corresponde a una pequea minora3.

    El mismo proceso puede observarse en la banca y en los siste-mas de seguro. Cinco de las mayores compaas de seguros esta-dounidenses han absorbido no solamente a las otras compaas,sino tambin a muchos bancos. El nmero total de bancos se hareducido, principalmente en la forma de las llamadas combi-naciones, esencialmente por medio de la absorcin. Este cambio

    se extiende rpidamente. Por encima de los bancos se eleva laoligarqua de los superbancos. El capital bancario se combinacon el capital industrial en el supercapital financiero. Suponien-

    3. Una comisin del Senado de Estados Unidos comprob en febrero de 1937 quedurante los veinte aos anteriores las decisiones de una docena de las grandescorporaciones haban contrapesado las directivas de la mayor parte de laindustria norteamericana. El nmero de vocales de las juntas directivas de esascorporaciones es casi el mismo que el nmero de miembros del gabinete delpresidente de Estados Unidos, la rama ejecutiva del gobierno republicano. Peroesos vocales de las juntas directivas son inmensamente ms poderosos que losmiembros del Gabinete.

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    do que la concentracin de la industria y de los bancos se pro-duzca en la misma proporcin que durante el ltimo cuarto desiglo en realidad el tempo de concentracin va en aumentoen el curso del prximo cuarto de siglo los monopolistas habrnconcentrado en s mismos toda la economa del pas sin dejarnada a los dems.

    Hemos aducido a las estadsticas de Estados Unidos porqueson ms exactas y ms sorprendentes. El proceso de concentra-cin es esencialmente de carcter internacional. A travs de lasdiversas etapas del capitalismo, a travs de las fases de los ciclosde conexin, a travs de todos los regmenes polticos, a travsde los perodos de paz tanto como de los perodos de conflictosarmados, el proceso de concentracin de todas las grandes fortu-nas en un nmero de manos cada vez menor ha seguido adelan-te y continuar sin trmino. Durante los aos de la Gran Guerra,cuando las naciones estaban heridas de muerte, cuando los mis-mos cuerpos polticos de la burguesa yacan aplastados bajo elpeso de las deudas nacionales, cuando los sistemas fiscales roda-ban hacia el abismo, arrastrando tras s a las clases medias, losmonopolistas obtenan provechos sin precedentes con la sangre

    y el barro. Las compaas ms poderosas de Estados Unidos au-mentaron sus beneficios durante los aos de la guerra dos, tres yhasta cuatro veces y aumentaron sus dividendos hasta el 300, el400, el 900% y an ms.

    En 1840, ocho aos antes de la publicacin por Marx y Engelsde El Manifiesto Comunista, el famoso escritor francs Alexis deTocqueville escribi en su libro La Democracia en Amrica: Lagran riqueza tiende a desaparecer y el nmero de pequeas for-

    tunas a aumentar. Este pensamiento ha sido reiterado innume-rables veces, al principio con referencia a Estados Unidos y luegocon referencia a las otras jvenes democracias: Australia y Nue-va Zelanda. Por supuesto, la opinin de Tocqueville ya era err-nea en su poca. An ms, la verdadera concentracin de la ri-queza comenz nicamente despus de la guerra civil norteame-ricana, en la vspera de la muerte de Tocqueville. A comienzosdel presente siglo el 2% de la poblacin de Estados Unidos pose-

    a ya ms de la mitad de toda la riqueza del pas; en 1929 esemismo 2% posea los tres quintos de la riqueza nacional. Al mis-

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    mo tiempo, 36.000 familias ricas posean una renta tan grandecomo once millones de familias de la clase media y pobre. Du-rante la crisis de 1929-1933 los establecimientos monopolistas notenan necesidad de apelar a la caridad pblica; por el contrario,se hicieron ms poderosos que nunca en medio de la declinacingeneral de la economa nacional. Durante la subsiguiente reac-cin industrial raqutica producida por la levadura del New Deallos monopolistas consiguieron nuevos beneficios. El nmero delos desocupados desminuy en el mejor caso de veinte millonesa diez millones; al mismo tiempo la capa superior de la sociedadcapitalista no ms de 6.000 adultos reuni dividendos fan-tsticos; esto es lo que subsecretario de Justicia Robert H. Jacksondemostr con cifras durante su declaracin ante la correspon-diente comisin investigadora estadounidense4.

    SE HA HECHO ANTICUADA LA TEORA DE MARX?

    Las cuestiones de la competencia, de la concentracin de la ri-queza y del monopolio llevan naturalmente a la cuestin de si ennuestra poca la teora econmica de Marx no tiene ms que un

    simple inters histrico como, por ejemplo, la teora de AdamSmith o si sigue teniendo verdadera importancia. El criteriopara responder a esta pregunta es simple: si la teora estima co-rrectamente el curso de la evolucin y prev el futuro mejor quelas otras teoras, sigue siendo la teora ms adelantada de nues-tra poca, aunque tenga ya muchos aos de edad.

    El famoso economista alemn Werner Sombart, que era vir-tualmente un marxista al comienzo de su carrera, pero que luego

    revis todos los aspectos ms revolucionarios de la doctrina deMarx, contradijo El Capital de Marx con su Capitalismo, que pro-

    4. El escritor norteamericano Ferdinand Lundberg, quien por su equidad didcticaes ms bien un economista conservador, escribi en su libro, que produjoconmocin: Estados Unidos es hoy da propiedad y dominio de sesenta de lasfamilias ms ricas, apoyadas por no ms de noventa familias de riqueza menor.A esto se podra aadir una tercera fila de quiz otras trescientas cincuentafamilias con rentas que superan a cien mil dlares por ao. La posicin

    predominante corresponde al primer grupo de sesenta familias, las que dominanno solamente el mercado sino todas las palancas del gobierno. Son el gobiernoverdadero, el gobierno del dinero en una democracia del dlar.

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    bablemente es la exposicin apologtica ms conocida de la eco-noma burguesa en los tiempos recientes. Sombart escribi: KarlMarx profetiz: primero, la miseria creciente de los trabajadoresasalariados; segundo, la concentracin general, con la desapa-ricin de la clase de artesanos y labradores; tercero, el colapsocatastrfico del capitalismo. Nada de esto ha ocurrido.

    A esos pronsticos equivocados Sombart contrapone sus pro-pios pronsticos estrictamente cientficos. El capitalismo sub-sistir segn l para transformarse internamente en la mismadireccin en que ha comenzado ya a transformarse en la poca desu apogeo: segn se va haciendo viejo se va haciendo ms y mstranquilo, sosegado, razonable. Tratemos de verificar, aunqueno sea ms que en sus lneas generales, quin de los dos est en locierto: Marx, con su propsito de la catstrofe, o Sombart, quienen nombre de toda economa burguesa prometi que las cosas searreglaran de una manera tranquila, sosegada y razonable. Ellector convendr en que el asunto es digno de estudio.

    A. LA TEORA DE LA MISERIA CRECIENTE

    La acumulacin de la riqueza en un polo escribi Marx sesen-ta aos antes que Sombart es, en consecuencia, al mismo tiem-po acumulacin de miseria, sufrimiento en el trabajo, esclavitud,ignorancia, brutalidad, degradacin mental en el polo opuesto,es decir en el lado de la clase que produce su producto en la for-ma de capital. Esa tesis de Marx, bajo el nombre de Teora dela miseria creciente, ha sido sometida a ataques constantes porparte de los reformadores democrticos y socialdemcratas, es-

    pecialmente durante el perodo de 1896 a 1914, cuando el capita-lismo se desarroll rpidamente e hizo ciertas concesiones a lostrabajadores, especialmente a su estrato superior. Despus de laGuerra Mundial, cuando la burguesa, asustada por sus propioscrmenes y la Revolucin de Octubre, tom el camino de las re-formas sociales anunciadas, el valor de las cuales fue anuladosimultneamente por la inflacin y la desocupacin, la teora dela transformacin progresiva de la sociedad capitalista pareci

    completamente asegurada a los reformistas y a los profesoresburgueses. La compra de fuerza de trabajo asalariada nos

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    asegura Sombart en 1928 ha crecido en proporcin directa a laexpansin de la produccin capitalista.

    En realidad, la contradiccin econmica entre el proletariadoy la burguesa fue agravada durante los perodos ms prsperosdel desarrollo capitalista, cuando el ascenso del nivel de vida decierta capa de trabajadores, el cual a veces era ms bien extensi-vo, ocult la disminucin de la participacin del proletariado enla fortuna nacional. De este modo, precisamente antes de caeren la postracin, la produccin industrial de Estados Unidos,por ejemplo, aument en un 50% entre 1920 y 1930, en tanto quela suma pagada por salarios aument nicamente en un 30%, loque significa una tremenda disminucin de la participacin deltrabajo en las rentas nacionales. En 1930 se inici un terribleaumento de la desocupacin, y en 1933 una ayuda ms o menossistemtica a los desocupados, quienes recibieron en la forma dealivio apenas ms de la mitad de lo que haban perdido en laforma de salarios. La alusin del progreso ininterrumpido detodas las clases se ha desvanecido sin dejar rastro. La declina-cin relativa del nivel de vida de las masas ha sido superadapor la declinacin absoluta. Los trabajadores comenzaron por

    economizar en sus modestas diversiones, luego en sus vestidosy finalmente en sus alimentos. Los artculos y productos de cali-dad media han sido substituidos por los de calidad mediocre ylos de calidad mediocre por los de calidad francamente mala.Los sindicatos comenzaron a parecerse al hombre que cuelgadesesperadamente del pasamanos mientras desciende vertigi-nosamente en un ascensor.

    Con el 6% de la poblacin mundial, Estados Unidos posee el

    40% de la riqueza mundial. Adems, un tercio de la nacin, co-mo lo admite el propio Roosevelt, est mal nutrido, vestido ina-decuadamente y vive en condiciones inferiores a las humanas.Qu se podra decir, pues, de los pases mucho menos privile-giados? La historia del mundo capitalista desde la ltima guerraconfirma de una manera irrefutable la llamada teora de la mi-seria creciente.

    El rgimen fascista, el cual reduce simplemente al mximo

    los lmites de la decadencia y de la reaccin inherentes a todocapitalismo imperialista, se hizo indispensable cuando la dege-

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    neracin del capitalismo hizo desaparecer toda posibilidad demantener ilusiones con respecto a la elevacin del nivel de vidadel proletariado. La dictadura fascista significa el abierto recono-cimiento de la tendencia al empobrecimiento, que todava tratande ocultar las democracias imperialistas ms ricas. Mussolini yHitler persiguen al marxismo con tanto odio, precisamente, por-que su propio rgimen es la confirmacin ms horrible de lospronsticos marxistas. El mundo civilizado se indign, o preten-di indignarse, cuando Goering, con el tono de verdugo y debufn que le es peculiar, declar que los caones son ms impor-tantes que la manteca, o cuando Cagliostro-Casanova-Mussoliniadvirti a los trabajadores de Italia que deban apretarse los cin-turones de sus camisas negras. Pero acaso no ocurre substan-cialmente lo mismo en las democracias imperialistas? En todaspartes se utiliza la manteca para engrasar los caones. Los traba- jadores de Francia, Inglaterra y Estados Unidos aprenden a es-trechar sus cinturones sin tener camisas negras.

    B. EL EJRCITO DE RESERVA Y LA NUEVA SUBCLASEDE LOS DESOCUPADOS

    El ejrcito de reserva industrial forma una parte componenteindispensable del mecanismo social del capitalismo, tanto comola reserva de mquinas y de materias primas en las fbricas o deproductos manufacturados en los almacenes. Ni la expansingeneral de la produccin ni la adaptacin del capital a la mareaperidica del ciclo industrial seran posibles sin una reserva defuerza de trabajo. De la tendencia general de la evolucin capi-

    talista el aumento del capital constante (mquinas y materiasprimas) a expensas del capital variable (fuerza de trabajo)Marx saca esta conclusin: Cuanto mayor es la riqueza social...tanto mayor es el ejrcito industrial de reserva... Cuanto mayores la masa de sobrepoblacin consolidada... tanto mayor es lapobreza oficial. Esta es la ley general absoluta de la acumula-cin capitalista.

    Esta tesis unida indisolublemente con la teora de la mi-

    seria creciente y denunciada durante muchos aos comoexagerada, tendenciosa y demaggica se ha converti-

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    do ahora en la imagen terica irreprochable de las cosas talescomo son. El actual ejrcito de desocupados ya no puede serconsiderado como un ejrcito de reserva, pues su masa fun-damental no puede tener ya esperanza alguna de volver a ocu-parse; por el contrario, est destinada a ser engrosada con unaafluencia constante de desocupados adicionales. La desintegra-cin del capital ha trado consigo toda una generacin de jve-nes que nunca han tenido un empleo y que no tienen esperanzaalguna de conseguirlo. Esta nueva subclase entre el proletaria-do y el semiproletariado est obligada a vivir a expensas de lasociedad. Se ha calculado que en el curso de nueve aos (1930-1938) la desocupacin ha privado a la economa estadouniden-se de ms de 43 millones de aos de trabajo humano. Si se con-sidera que en 1929, en el cnit de la prosperidad, haba dos mi-llones de desocupados en Estados Unidos y que durante esosnueve aos el nmero de trabajadores potenciales ha aumenta-do hasta cinco millones, el nmero total de aos de trabajohumano perdido debe ser incomparablemente mayor. Un rgi-men social afectado por semejante plaga se halla enfermo demuerte. La diagnosis exacta de esa enfermedad fue hecha hace

    cerca de ochenta aos, cuando la enfermedad misma se hallabaen germen.

    C. LA DECADENCIA DE LAS CLASES MEDIAS

    Las cifras que demuestran la concentracin del capital indicanal mismo tiempo que la gravitacin especfica de la clase mediaen la produccin y su participacin en la riqueza nacional han

    ido decayendo constantemente, en tanto que las pequeas pro-piedades han sido completamente absorbidas y reducidas degrado y desprovistas de su independencia, convirtindose en unmero smbolo de un trabajo insoportable y de una necesidaddesesperada. Al mismo tiempo, es cierto, el desarrollo del capi-talismo ha estimulado considerablemente un aumento en elejrcito de tcnicos, directores, empleados, abogados, mdicos:en una palabra, la llamada nueva clase media. Pero este estra-

    to, cuya existencia no tena ya misterios para Marx, tiene pocoque ver con la vieja clase media, que en la propiedad de sus

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    medios de produccin tena una garanta tangible de indepen-dencia econmica. La nueva clase media depende ms direc-tamente de los capitalistas que los trabajadores. Es cierto que laclase media es en gran parte la que seala su tarea. Adems seha advertido en ella una considerable sobreproduccin, con suconsecuencia: la degradacin social.

    La informacin estadstica segura afirma una persona tanalejada del marxismo como el ya citado Mr. Homer S. Com-mings demuestra que muchas unidades industriales han des-aparecido completamente y que lo que ha ocurrido es una elimi-nacin progresiva de los pequeos hombres de negocios comoun factor en la vida norteamericana. Pero segn objeta Sombart,la concentracin general, con la desaparicin de la clase de arte-sanos y labradores no se ha producido todava. Como todo te-rico, Marx comenz por aislar las tendencias fundamentales ensu forma pura; de otro modo hubiera sido completamente impo-sible comprender el destino de la sociedad capitalista. El propioMarx era, sin embargo, perfectamente capaz de examinar el fe-nmeno de la vida a la luz del anlisis concreto, como un pro-ducto de la concatenacin de diversos factores histricos. Las

    leyes de Newton no han sido invalidadas seguramente por elhecho de que la velocidad en la cada de los cuerpos vara bajocondiciones diferentes o de que las rbitas de los planetas estnsujetas a perturbaciones.

    Para comprender la llamada tenacidad de las clases mediases bueno recordar que las dos tendencias, la ruina de las clasesmedias y la transformacin de esas clases arruinadas en proleta-rios, no se producen al mismo ritmo ni con la misma extensin.

    De la creciente preponderancia de la mquina sobre la fuerza detrabajo se sigue que cuanto ms lejos va el proceso de arruina-miento de las clases medias tanto ms atrs deja al proceso de suproletarizacin; en realidad, en una determinada oportunidad, elltimo puede cesar enteramente e incluso retroceder.

    As como la actuacin de las leyes fisiolgicas produce resul-tados diferentes en un organismo en crecimiento que en uno endeclinacin, as tambin las leyes econmicas de la economa

    marxista actan de manera distinta en un capitalismo en desa-rrollo que en un capitalismo en desintegracin. Esta diferencia

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    queda patente con especial claridad en las relaciones mutuasentre la ciudad y el campo. La poblacin rural estadounidense,que crece comparativamente a una velocidad menor que el totalde la poblacin, sigui creciendo en cifras absolutas hasta 1910,fecha en que lleg a ms de 32 millones. Durante los veinte aossiguientes, a pesar del rpido aumento de la poblacin total, ladel campo baj a 30,4 millones, es decir, 1,6 millones. Pero en1935 se elev otra vez a 32,8 millones, con un aumento en com-paracin con 1930 de 2,4 millones. Esta vuelta de la rueda, sor-prendente a primera vista, no refuta en lo ms mnimo la ten-dencia de la poblacin urbana a crecer a expensas de la pobla-cin rural, ni la tendencia de las clases medias a ser atomizadas,mientras que al mismo tiempo demuestra, de la manera mscategrica, la desintegracin del sistema capitalista en su conjun-to. El aumento de la poblacin rural durante el perodo de crisisaguda de 1930-1935 se explica sencillamente por el hecho de quepoco menos de dos millones de pobladores urbanos, o, hablandocon ms exactitud, dos millones de desocupados hambrientos, setrasladaron al campo, a tierras abandonadas por los labradores oa granjas de sus parientes y amigos, con objeto de emplear su

    fuerza de trabajo, rechazada por la sociedad, en la economa na-tural productiva y poder vivir una existencia semihambrienta envez de morirse totalmente de hambre.

    De aqu se deduce que no se trata de una cuestin de estabili-dad de los labradores, artesanos y comerciantes, sino ms biende la abyecta desesperacin de su situacin. Lejos de constituiruna garanta para el futuro, la clase media es una reliquia infor-tunada y trgica del pasado. Incapaz de suprimirla por comple-

    to, el capitalismo se las ha arreglado para reducirla al mayor gra-do de degradacin y de miseria. Al labrador se le niega no sla-mente la renta que se le debe por su lote de terreno y el beneficiodel capital que ha invertido en l, sino tambin una buena por-cin de su salario. De una manera similar, la pobre gente quereside en la ciudad se inquieta en el reducido espacio que se leconcede entre la vida econmica y la muerte. La clase media nose proletariza nicamente porque se depaupera. A este respecto

    es tan difcil encontrar un argumento contra Marx como en favordel capitalismo.

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    D. LA CRISIS INDUSTRIAL

    El final del siglo pasado y el comienzo del presente se han ca-racterizado por un progreso tan abrumador debido al capitalis-mo, que las crisis cclicas parecan no ser ms que molestiasacccidentales. Durante los aos de optimismo capitalista casiuniversal los crticos de Marx nos aseguraban que el desarrollonacional e internacional de los trusts, sindicatos y carteles intro-duca en el mercado una organizacin bien planeada y presagia-ba el triunfo final sobre la crisis. Segn Sombart, las crisis habansido ya abolidas antes de la guerra por el mecanismo del pro-pio capitalismo, de tal modo que el problema de las crisis nos

    deja hoy da virtualmente indiferentes. Ahora bien, solamentediez aos ms tarde, esas palabras sonaban a burla, en tanto queel pronstico de Marx se nos aparece hoy en da en toda la medi-da de su trgica fuerza lgica.

    Es notable que la prensa capitalista, que pretende negar a me-dias la existencia de los monopolios, parta de la afirmacin deesos mismos monopolios para negar a medias la anarqua capita-lista. Si sesenta familias dirigen la vida econmica de Estados

    Unidos, The New York Times observa irnicamente: Esto demos-trara que el capitalismo norteamericano, lejos de ser anrquico ysin plan alguno, se halla organizado con gran precisin. Esteargumento yerra el blanco. El capitalismo ha sido incapaz dedesarrollar una sola de sus tendencias hasta el fin. As como laconcentracin de la riqueza no suprime a la clase media, as tam-poco suprime el monopolio a la competencia, pues slo la derri-ba y la destroza. Ni el plan de cada una de las sesenta familias

    ni las diversas variantes de esos planes se hallan integrados en loms mnimo en la coordinacin de las diferentes ramas de laeconoma, sino ms bien en el aumento de los beneficios de sucamarilla monopolista a expensas de otras camarillas y a expen-sas de toda la nacin. En ultimo trmino, el entrecruzamiento desemejantes planes no hace ms que profundizar la anarqua en laeconoma nacional.

    La crisis de 1929 se produjo en Estados Unidos un ao des-

    pus de haber declarado Sombart la completa indiferencia deciencia con respecto al problema de la crisis. Desde la cumbre

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    de una prosperidad sin precedente, la economa estadounidensefue lanzada al abismo de una postracin monstruosa. Nadiepoda haber concebido en la poca de Marx convulsiones de talmagnitud! La renta nacional estadounidense se haba elevadopor primera vez en 1920 a sesenta y nueve mil millones de dla-res nicamente para caer el ao siguiente a cincuenta mil millo-nes de dlares, es decir, un descenso del 27%. Como consecuen-cia de la prosperidad de los pocos aos siguientes, la renta nacio-nal se elev de nuevo, en 1929, a su punto mximo de ochenta yun mil millones de dlares, para descender en 1932 a cuarentamil millones de dlares, es decir a menos de la mitad. Durantelos nueve aos de 1930 a 1938 se perdieron, aproximadamente,cuarenta y tres millones de aos humanos de trabajo y cientotreinta y tres mil millones de dlares de la renta nacional, tenien-do en cuenta las normas de trabajo y las rentas de 1929, poca enque solamente haba dos millones de desocupados. Si todo estono es anarqua, cul puede ser el significado de esa palabra?

    E. LA TEORA DEL COLAPSO

    Las inteligencias y los corazones de los intelectuales de la clasemedia y de los burcratas de los sindicatos estuvieron casi com-pletamente dominados por las hazaas logradas por el capitalis-mo entre la poca de la muerte de Marx y el comienzo de la Gue-rra Mundial. La idea del progreso gradual (evolucin) parecahaberse asegurado para siempre, en tanto que la idea de revolu-cin era considerada como una mera reliquia de la barbarie. Elpronstico de Marx era contrastado con el pronstico cualitativa-

    mente contrario sobre la distribucin mejor equilibrada de lafortuna nacional con la suavizacin de las contradicciones declase, y con la reforma gradual de la sociedad capitalista. Jean Jaurs, el mejor dotado de los socialdemcratas de esa pocaclsica, esperaba ajustar gradualmente la democracia poltica a lasatisfaccin de las necesidades sociales. En eso reside la esenciadel reformismo. Qu ha salido de ello?

    La vida del capitalismo monopolista de nuestra poca es una

    cadena de crisis. Cada una de las crisis es una catstrofe. La nece-sidad de salvarse de esas catstrofes parciales por medio de mu-

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    rallas aduaneras, de la inflacin, del aumento de los gastos delgobierno y de las deudas, prepara el terreno para otras crisis masprofundas y ms extensas. La lucha por conseguir mercados, ma-terias primas y colonias hace inevitables las catstrofes militares.Ytodo ello prepara las catstrofes revolucionarias. Ciertamenteno es fcil convenir con Sombart en que el capitalismo actuante sehace cada vez ms tranquilo, sosegado y razonable. Sera msacertado decir que est perdiendo sus ltimos vestigios de razn.En cualquier caso no hay duda de que la teora del colapso hatriunfado sobre la teora del desarrollo pacfico.

    LA DECADENCIA DEL CAPITALISMO

    Por costoso que haya sido el dominio del mercado para la socie-dad, hasta cierta etapa, aproximadamente hasta la Guerra Mun-dial, la humanidad creci, se desarroll y se enriqueci a travsde las crisis parciales y generales. La propiedad privada de losmedios de produccin sigui siendo en esa poca un factor rela-tivamente progresista. Pero ahora el dominio ciego de la ley delvalor se niega a prestar ms servicios. El progreso humano se ha

    detenido en un callejn sin salida. A pesar de los ltimos triun-fos del pensamiento tcnico, las fuerzas productoras naturalesya no aumentan. El sntoma ms claro de la decadencia es elestancamiento mundial de la industria de la construccin, comoconsecuencia de la paralizacin de nuevas inversiones en lasramas bsicas de la economa. Los capitalistas ya no son senci-llamente capaces de creer en el futuro de su propio sistema. Lasconstrucciones estimuladas por el gobierno significan un au-

    mento en los impuestos y la contraccin de la renta nacionalsin trabas, especialmente desde que la parte principal de lasnuevas construcciones del gobierno est destinada directamentea objetivos blicos.

    El marasmo ha adquirido un carcter particularmente degra-dante en la esfera ms antigua de la actividad humana, en la msestrechamente relacionada con las necesidades vitales del hom-bre: la agricultura. No satisfechos ya con los obstculos que la

    propiedad privada, en su forma ms reaccionaria, la de los pe-queos terratenientes, opone al desarrollo de la agricultura, los

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    gobiernos capitalistas se ven obligados con frecuencia a limitar laproduccin artificialmente con la ayuda de medidas legislativasy administrativas que hubieran asustado a los artesanos de losgremios en la poca de su decadencia. Deber ser recordado porla historia que los gobiernos de los pases capitalistas ms pode-rosos concedieron premios a los agricultores para que redujeransus plantaciones, es decir, para disminuir artificialmente la rentanacional ya en disminucin. Los resultados son evidentes por smismos: a pesar de las grandiosas posibilidades de produccin,aseguradas por la experiencia y la ciencia, la economa agrariano sale de una crisis putrescente, mientras que el nmero dehambrientos, la mayora predominante de la humanidad, siguecreciendo con mayor rapidez que la poblacin de nuestro plane-ta. Los conservadores consideran que se trata de una buena pol-tica para defender el orden social que ha descendido a una locu-ra tan destructiva y condenan la lucha del socialismo contra se-mejante locura como una utopa destructiva.

    EL FASCISMO Y EL NEWDEAL

    Hoy da hay dos sistemas que rivalizan en el mundo para salvaral capital histricamente condenado a muerte: son el fascismo yel New Deal (Nuevo Pacto). El fascismo basa su programa en lademolicin de las organizaciones obreras, en la destruccin delas reformas sociales y en el aniquilamiento completo de los de-rechos democrticos, con objeto de impedir la resurreccin de lalucha de clases del proletariado. El Estado fascista legaliza ofi-cialmente la degradacin de los trabajadores y el empobreci-

    miento de las clases medias en nombre de la salvacin de lanacin y de la raza, nombres presuntuosos para designar alcapitalismo en decadencia.

    La poltica del New Deal, que trata de salvar a la democraciaimperialista por medio de regalos a los trabajadores y a la aristo-cracia rural, slo es accesible en su gran amplitud a las nacionesverdaderamente ricas, y en tal sentido es una poltica norteameri-cana por excelencia. El gobierno norteamericano ha tratado de

    obtener una parte de los gastos de esa poltica de los bolsillos delos monopolistas, exhortndoles a aumentar los salarios, a dismi-

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    nuir la jornada de trabajo, a aumentar la potencialidad de comprade la poblacin y a extender la produccin. Len Blum intenttrasladar ese sermn a Francia, pero en vano. El capitalista fran-cs, como el norteamericano, no produce por producir, sino paraobtener beneficios. Se halla siempre dispuesto a limitar la produc-cin, e inclusive a destruir los productos manufacturados, si co-mo consecuencia de ello aumenta su parte en la renta nacional.

    El programa del New Deal muestra su mayor inconsistenciaen el hecho de que, mientras predica sermones a los magnatesdel capital sobre las ventajas de la abundancia sobre la escasez,el gobierno concede premios para reducir la produccin. Esposible una confusin mayor? El gobierno refuta a sus crticoscon este desafo: Podis hacerlo mejor? Todo esto significa queen la base del capitalismo ya no hay esperanza alguna.

    Desde 1933, es decir en el curso de los ltimos seis aos, elgobierno federal, los diversos Estados y las municipalidades deEstados Unidos han entregado a los desocupados cerca de 15.000millones de dlares como ayuda, cantidad completamente insu-ficiente por s misma y que slo representa una pequea parte dela prdida de salarios, pero al mismo tiempo, teniendo en cuenta

    la renta nacional en decadencia, una cantidad colosal. Durante1938, que fue un ao de relativa reaccin econmica, la deudanacional estadounidense aument en 2.000 millones de dlares,y como ya ascenda a 38.000 millones de dlares, lleg a ser su-perior en 12.000 millones de dlares a la mayor del final de laguerra. En 1939 pas muy pronto de los 40.000 millones de dla-res. Y entonces, qu? La deuda nacional creciente es, por su-puesto, una carga para la posteridad. Pero el mismo New Deal

    slo era posible gracias a la tremenda riqueza acumulada por laspasadas generaciones. nicamente una nacin muy rica puedellevar a cabo una poltica econmica tan extravagante. Pero nisiquiera esa nacin puede seguir viviendo indefinidamente aexpensas de las generaciones anteriores.

    La poltica del New Deal, con sus xitos ficticios y su aumentoreal de la deuda nacional, tiene que culminar necesariamente enuna feroz reaccin capitalista y en una explosin devastadora del

    capitalismo. En otras palabras, marcha por los mismos canalesque la poltica del fascismo.

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    ANOMALA O NORMA?

    El secretario de Interior de Estados Unidos, Mr. Harold L. Ickes,considera como una de las ms extraas anomalas en toda lahistoria que Estados Unidos, democrtico en la forma, sea auto-crtico en sustancia: Amrica, la tierra de la mayora fue dirigi-da, por lo menos hasta 1933 (!) por los monopolios, que a su vezson dirigidos por un pequeo nmero de accionistas. La diagno-sis es correcta, con la excepcin de la insinuacin de que con eladvenimiento de Roosevelt ha cesado o se ha debilitado el gobier-no del monopolio. Sin embargo, lo que Ickes llama una de lasms extraas anomalas de la historia es en realidad la norma

    incuestionable del capitalismo. La dominacin del dbil por elfuerte, de los muchos por los pocos, de los trabajadores por losexplotadores es una ley bsica de la democracia burguesa. Lo quedistingue a Estados Unidos de los otros pases es simplemente elmayor alcance y la mayor perversidad de las contradicciones desu capitalismo. La carencia de un pasado feudal, la riqueza derecursos naturales, un pueblo enrgico y emprendedor, todos losprerrequisitos que auguraban un desarrollo ininterrumpido de la

    democracia, han trado como consecuencia una concentracinfantstica de la riqueza.

    Con la promesa de emprender la lucha contra los monopo-lios hasta triunfar sobre ellos, Ickes se vuelve temerariamentehacia Thomas Jefferson, Andrew Jackson, Abraham Lincoln,Theodore Roosevelt y Woodrow Wilson como predecesores deFranklin D. Roosevelt. Prcticamente todas nuestras ms gran-des figuras histricas dijo el 30 de diciembre de 1937 son

    famosas por su lucha persistente y animosa para impedir la su-perconcentracin de la riqueza y el poder en unas pocas ma-nos. Pero de sus mismas palabras se deduce que el fruto de esalucha persistente y animosa es el dominio completo de la de-mocracia por la plutocracia.

    Por alguna razn inexplicable Ickes piensa que la victoria estasegurada en la actualidad con tal de que el pueblo comprendaque la lucha no es entre el New Deal y el trmino medio de los

    hombres de negocios cultos, sino entre el New Deal y losBorbones de las sesenta familias que han mantenido al resto

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    de los hombres de negocios estadounidenses bajo el terror de sudominio. Este orador autorizado no nos explica cmo se arre-glaron los Borbones para subyugar a todos los hombres denegocios cultos a pesar de la democracia y de los esfuerzos de lasms grandes figuras histricas. Los Rockefeller, los Morgan,los Mellon, los Vanderbilt, los Guggenheim, los Ford y compaano invadieron Estados Unidos desde afuera, como Corts inva-di Mxico; nacieron orgnicamente del pueblo, o ms precisa-mente de la clase de los industriales y hombres de negocioscultos, y se convirtieron, de acuerdo con el pronstico de Marx,en la cumbre natural del capitalismo. Desde el momento en queuna democracia joven y fuerte en el apogeo de su vitalidad eraincapaz de contener la concentracin de la riqueza cuando elproceso se hallaba todava en su comienzo, es imposible creer nisiquiera por un minuto que una democracia en decadencia seacapaz de debilitar los antagonismos de clase que han llegado asu lmite mximo. De cualquier modo, la experiencia del NewDeal no da pie para semejante optimismo. Al refutar los cargosdel gran comercio contra el gobierno, Robert H. Jackson, altopersonaje de los crculos de la administracin, demostr con ci-

    fras que durante el gobierno de Roosevelt los beneficios de losmagnates del capital alcanzaron alturas con las que ellos mismoshaban dejado de soar durante el ltimo perodo de la presiden-cia de Hoover, de lo cual se deduce en todo caso que la lucha deRoosevelt contra los monopolios no ha sido coronada con unxito mayor que la de todos sus predecesores.

    TRAER DE VUELTA EL PASADO

    No se puede menos que estar de acuerdo con el profesor LewisW. Douglas, el primer director de Presupuestos en la Adminis-tracin de Roosevelt, cuando condena al gobierno por atacar elmonopolio en un campo mientras fomenta el monopolio en otrosmuchos. Sin embargo, no puede ser de otra manera dada lanaturaleza de las cosas. Segn Marx, el gobierno es el comitejecutivo de la clase gobernante. Hoy da los monopolistas cons-

    tituyen la seccin ms poderosa de la clase gobernante. Ningngobierno se halla en situacin de luchar contra el monopolio en

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    general, es decir contra la clase en cuyo nombre gobierna. Mien-tras ataca a una fase del monopolio se halla obligado a buscar unaliado en otras fases del monopolio. Unido con los bancos y conla industria ligera puede descargar golpes contra los trusts de laindustria pesada, los cuales, entre parntesis, no dejan de cose-char por ese motivo beneficios fantsticos.

    Lewis Douglas no contrapone la ciencia al charlatanismo ofi-cial, sino simplemente otra clase de charlatanismo. Ve la fuentedel monopolio no en el capitalismo sino en el proteccionismo y,de acuerdo con eso, descubre la salvacin de la sociedad no en laabolicin de la propiedad privada de los medios de produccin,sino en la rebaja de los derechos de aduana. A menos que serestaure la libertad de los mercados predice es dudoso quela libertad de todas las instituciones (empresas, discursos, educa-cin, religin) pueda sobrevivir. En otras palabras, sin el resta-blecimiento de la libertad del comercio internacional, la demo-cracia, dondequiera y en cualquier extensin que haya sobrevivi-do, debe ceder a una dictadura revolucionaria o fascista. Pero lalibertad del comercio internacional es inconcebible sin la libertadde comercio interno, es decir sin la competencia. Y la libertad de

    la competencia es inconcebible bajo el dominio del monopolio.Por desgracia, Mr. Douglas, lo mismo que Mr. Ickes, lo mismoque Mr. Jackson, no se ha molestado en darnos su receta contrael capitalismo monopolista y en consecuencia contra una revolu-cin o un rgimen totalitario.

    La libertad de comercio, como la libertad de competencia,como la prosperidad de la clase media, pertenecen al pasadoirrevocable. Traer de vuelta el pasado es ahora la nica pres-

    cripcin de los reformadores democrticos del capitalismo:traer de vuelta ms libertad a los industriales y hombres denegocios pequeos y medianos, cambiar en su favor el siste-ma de crdito y de moneda, liberar el mercado del dominiode los trusts, eliminar a los especuladores profesionales de laBolsa, restaurar la libertad del comercio internacional, y aspor el estilo, ad infinitum. Los reformadores suean inclusocon limitar el uso de las mquinas y decretar la proscripcin

    de la tcnica, que perturba el equilibrio social y causa muchaspreocupaciones.

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    LOS CIENTFICOS Y EL MARXISMO

    Hablando en defensa de la ciencia el 7 de diciembre de 1937, eldoctor Robert A. Milikan, uno de los principales fsicos nortea-mericanos, observ: Las estadsticas de Estados Unidos de-muestran que el porcentaje de la poblacin empleada ventajosa-mente ha aumentado constantemente durante los ltimos cin-cuenta aos, en los que la ciencia ha sido aplicada ms rpida-mente. Esta defensa del capitalismo bajo la apariencia de defen-der a la ciencia no puede llamarse afortunada. Precisamente du-rante el ltimo medio siglo es cuando se ha roto el eslabn delos tiempos y se ha alterado agudamente la relacin entre la

    economa y la tcnica. El perodo a que se refiere Milikan incluyeel comienzo de la declinacin capitalista as como la cumbre dela prosperidad capitalista. Ocultar el comienzo de esa declina-cin, que alcanza al mundo entero, es proceder como un apolo-gista del capitalismo. Rechazando el socialismo de una maneraimprovisada con la ayuda de argumentos que apenas haranhonor inclusive a Henry Ford, el doctor Milikan nos dice queningn sistema de distribucin puede satisfacer las necesidades

    del hombre sin aumentar la esfera de la produccin.Indudablemente! Pero es una lstima que el famoso fsico noexplique a los millones de norteamericanos desocupados cmohan de participar en el aumento de la fortuna nacional. La predi-cacin abstracta sobre la virtud salvadora de la iniciativa indivi-dual y la alta productividad del trabajo, no podr seguramenteproporcionar empleos a los desocupados, no cubrir el dficitdel presupuesto, no sacar a los negocios de la nacin del calle-

    jn sin salida.Lo que distingue a Marx es la universalidad de su genio, sucapacidad para comprender los fenmenos y los procesos de losdiversos campos en su relacin inherente. Sin ser un especialistaen las ciencias naturales, fue uno de los primeros en apreciar laimportancia de los grandes descubrimientos en ese terreno: porejemplo, la teora del darwinismo. Marx estaba seguro de esapreeminencia no tanto en virtud de su intelecto sino en virtud

    de su mtodo. Los cientficos de mentalidad burguesa puedenpensar que se hallan por encima del socialismo: sin embargo, el

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    caso de Robert Milikan no es sino uno de los muchos que confir-man que en la esfera de la sociologa sigue habiendo charlatanesincurables.

    LAS POSIBILIDADES DE PRODUCCIN Y LA PROPIEDAD PRIVADA

    En su mensaje al Congreso a comienzos de 1937, el presidenteRoosevelt expres su deseo de aumentar las rentas nacionales a91.000 millones de dlares, sin indicar, sin embargo, cmo. Por smismo, ese programa era excesivamente modesto. En 1929,cuando haba aproximadamente dos millones de desocupados,la renta nacional alcanz a 81.000 millones de dlares. Poniendo

    en movimiento las actuales fuerzas productivas, no debiera bas-tar con realizar el programa de Roosevelt, sino que habra quesuperarlo considerablemente. Las mquinas, las materias pri-mas, los trabajadores, todo es aprovechable, por no mencionar lanecesidad que tiene la poblacin de los productos. Si a pesar deello el plan es irrealizable y es irrealizable la nica razn esel conflicto irreconciliable que se ha desarrollado entre la propie-dad capitalista y la necesidad de la sociedad de aumentar su

    produccin. El famoso Examen Nacional de la Capacidad Pro-ductiva Potencial, patrocinado por el gobierno, lleg a la conclu-sin de que el costo de la produccin y de los servicios utilizadosen 1929 alcanzaba a casi 94.000 millones de dlares, calculadosen base a los precios al por menor. No obstante, si fuesen utiliza-das todas las verdaderas posibilidades productivas, esa cifra sehubiera elevado a 135.000 millones de dlares, es decir, quehubieran correspondido 4.370 dlares anuales a cada familia, lo

    suficiente para asegurar una vida decente y cmoda. El ExamenNacional se basa en la actual organizacin productora de Esta-dos Unidos tal como ha llegado a ser a consecuencia de la histo-ria anrquica del capitalismo. Si el propio equipo de trabajo fue-se reequipado en base a un plan socialista unificado, los clculossobre la produccin podran ser superados considerablemente yse podra asegurar a todo el pueblo un nivel de vida alto y cmo-do, en base a una jornada de trabajo extremadamente corta.

    En consecuencia, para salvar a la sociedad no es necesario de-tener el desarrollo de la tcnica, cerrar las fbricas, conceder pre-

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    mios a los agricultores para que saboteen la agricultura, empobre-cer a un tercio de los trabajadores ni llamar a los manacos paraque hagan de dictadores. Ninguna de estas medidas, que constitu-yen una burla horrible para los intereses de la sociedad, es necesa-ria. Lo que es indispensable y urgente es separar los medios deproduccin de sus actuales propietarios parsitos y organizar lasociedad de acuerdo con un plan racional. Entonces ser realmen-te posible por primera vez curar a la sociedad de sus males. Todoslos que sean capaces de trabajar deben encontrar un empleo. Lajornada de trabajo debe disminuir gradualmente. Las necesidadesde todos los miembros de la sociedad deben asegurar una satisfac-cin creciente. Las palabras pobreza, crisis, explotacin,deben ser arrojadas de la circulacin. La humanidad podr cruzarfinalmente el umbral de la verdadera humanidad.

    LA INEVITABILIDAD DEL SOCIALISMO

    Al mismo tiempo que disminuye constantemente el nmero delos magnates del capital dice Marx crece la cantidad de mi-seria, la opresin, la esclavitud, la degradacin, la explotacin;

    pero con ello crece tambin la revuelta de la clase trabajadora,clase que aumenta siempre en nmero, disciplinada, unida, or-ganizada por el mismo mecanismo del proceso de la produccincapitalista... La centralizacin de los medios de produccin y lasocializacin del trabajo alcanzan finalmente un punto en que sehacen incompatibles con su envoltura capitalista. Esta envolturaes rota en pedazos. Suena el toque de difuntos de la propiedadprivada capitalista. Los expropiadores son expropiados. Esta es

    la revolucin socialista. Para Marx, el problema de reconstituir lasociedad no surge de mandato alguno motivado por sus predi-lecciones personales; es una consecuencia como una necesidadhistrica rigurosa de la potente madurez de fomentar esasfuerzas a merced de la ley del valor por otro lado.

    Las elucubraciones de ciertos intelectuales sobre el tema deque, prescindiendo de la teora de Marx, el socialismo no es in-evitable sino nicamente posible, estn desprovistas de todo

    contenido. Evidentemente, Marx no quiso decir que el socialismovendra sin la voluntad y la accin del hombre: semejante idea es

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    sencillamente un absurdo. Marx previ que la socializacin delos medios de produccin sera la nica solucin del colapsoeconmico en el que debe culminar, inevitablemente, el desarro-llo del capitalismo, colapso que tenemos ante nuestros ojos. Lasfuerzas productivas necesitan un nuevo organizador y un nuevoamo, y dado que la exigencia determina la conciencia, Marx nodud de que la clase trabajadora, a costa de errores y derrotas,llegara a comprender la verdadera situacin y, ms pronto oms tarde, extraera las necesarias conclusiones prcticas.

    Que la socializacin de los medios de produccin creadospor los capitalistas representa un tremendo beneficio econmi-co se puede demostrar hoy da no slo tericamente, sino tam-bin con el experimento de la Unin de los Soviets, a pesar delas limitaciones de ese experimento. Es verdad que los reaccio-narios capitalistas, no sin artificio, utilizan al rgimen de Stalincomo un espantajo contra las ideas socialistas. En realidad,Marx nunca dijo que el socialismo poda ser alcanzado en unsolo pas, y, adems, en un pas atrasado. Las continuas priva-ciones de las masas en la Unin Sovitica, la omnipotencia dela casta privilegiada que se ha levantado sobre la nacin y su

    miseria y, finalmente, la desenfrenada ley de la cachiporra delos burcratas, no son consecuencias del mtodo econmicosocialista, sino del aislamiento y del atraso de la Rusia soviti-ca, cercada por los pases capitalistas. Lo admirable es que enesas circunstancias excepcionalmente desfavorables, la econo-ma planificada se las haya arreglado para demostrar sus bene-ficios insuperables.

    Todos los valores del capitalismo, tanto de la clase democrti-

    ca como de la fascista, pretenden limitar, o por lo menos disimu-lar, el poder de los magnates del capital para impedir la expro-piacin de los expropiadores. Todos ellos reconocen, y muchosde ellos lo admiten abiertamente, que el fracaso de sus tentativasreformistas deben llevar inevitablemente a la revolucin socialis-ta. Todos ellos se las han arreglado para poner en evidencia quesus mtodos para salvar el capitalismo no son ms que charlata-nera reaccionaria e intil. El pronstico de Marx sobre la inevi-

    tabilidad del socialismo se confirma as plenamente medianteuna prueba negativa.

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    LA INEVITABILIDAD DE LA REVOLUCIN SOCIALISTA

    El programa de la Tecnocracia, que floreci en el perodo de lagran crisis de 1929-1932, se fund en la premisa correcta de quela economa debe ser racionalizada nicamente por medio de launin de la tcnica en la cima de la ciencia y del gobierno al ser-vicio de la sociedad. Semejante unin es posible siempre que latcnica y el gobierno se liberen de la esclavitud de la propiedadprivada. Aqu es donde comienza la gran tarea revolucionaria.Para liberar a la tcnica de la intriga de los intereses privados ycolocar al gobierno al servicio de la sociedad es necesarioexpropiar a los expropiadores. nicamente una clase podero-

    sa, interesada en su propia liberacin y opuesta a los expropia-dores monopolistas es capaz de realizar esa tarea. Solamenteunida a un gobierno proletario, la clase cualificada de los tcni-cos podr construir una economa verdaderamente cientfica yverdaderamente racional, es decir, una economa socialista.

    Por supuesto, sera mejor alcanzar ese objetivo de una manerapacfica, gradual y democrtica. Pero el orden social que se ha so-brevivido a s mismo no cede nunca su puesto a su sucesor sin re-

    sistencia. Si en su poca la democracia joven y fuerte demostr serincapaz de impedir que la plutocracia se apoderase de la riqueza ydel poder, es posible esperar que una democracia senil y devasta-da se muestre capaz de transformar un orden social basado en eldominio sin trabas de sesenta familias? La teora y la historia ense-an que una sucesin de regmenes sociales presupone la formams alta de la lucha de clases, es decir la revolucin. Ni siquiera laesclavitud pudo ser abolida en Estados Unidos sin una guerra civil.

    La fuerza es la partera de toda sociedad vieja preada de una nue-va. Nadie ha sido capaz hasta ahora de refutar este dogma bsicode Marx en la sociologa de la sociedad de clases. Solamente unarevolucin socialista puede abrir el camino al socialismo.

    EL MARXISMO EN ESTADOS UNIDOS

    La repblica norteamericana ha ido ms all que otros pases en

    la esfera de la tcnica y de la organizacin de la produccin. Nosolamente los norteamericanos, sino la humanidad entera ha

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    contribuido a ello. Sin embargo, las diversas fases del procesosocial en una y la misma nacin tienen ritmos diversos que de-penden de condiciones histricas especiales. Mientras EstadosUnidos goza de una tremenda superioridad en la tecnologa, supensamiento econmico se halla extremadamente atrasado tantoen las derechas como en las izquierdas. John L. Lewis tiene casilas mismas opiniones que Franklin D. Roosevelt. Si tenemos encuenta la naturaleza de su misin, la funcin social de Lewis esincomparablemente ms conservadora, por no decir reacciona-ria, que la de Roosevelt. En ciertos crculos norteamericanos hayuna tendencia a repudiar sta o aquella teora radical sin el me-nor asomo de crtica cientfica, con la simple declaracin de quees antiamericana. Pero dnde puede encontrarse el criteriodiferenciador? El cristianismo fue importado en Estados Unidosjuntamente con los logaritmos, la poesa de Shakespeare, las no-ciones de los derechos del hombre y del ciudadano y otros pro-ductos no sin importancia del pensamiento humano. El marxis-mo se halla hoy da en la misma categora.

    El secretario de Agricultura norteamericano, Henry A. Walla-ce, imput al autor de estas lneas ...una estrechez dogmtica

    que es agriamente antiamericana y contrapuso al dogmatismoruso el espritu oportunista de Jefferson, que saba cmo arre-glrselas con sus opositores. Al parecer, nunca se le ha ocurridoa Mr. Wallace que una poltica de compromisos no es una fun-cin de algn espritu nacional inmaterial, sino un producto delas condiciones materiales. Una nacin que se ha hecho rica rpi-damente, tiene reservas suficientes para conciliar a las clases y alos partidos hostiles. Cuando, por otro lado, se agudizan las con-

    tradicciones sociales, desaparece el terreno para los compromi-sos. Amrica estaba libre de estrechez dogmtica nicamenteporque tena una pltora de reas vrgenes, fuentes de riquezanatural inagotables y segn se ha podido ver, oportunidadesilimitadas para enriquecerse. La verdad es que a pesar de esascondiciones, el espritu de compromiso no prevaleci en la Gue-rra Civil, cuando son la hora para l. De todos modos, las con-diciones materiales que constituyen la base del americanismo

    son hoy da relegadas cada vez ms al pasado. De aqu se derivala crisis profunda de la ideologa americana tradicional.

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    El pensamiento emprico, limitado a la solucin de las tareasinmediatas de tiempo en tiempo, pareca bastante adecuadotanto en los crculos obreros como en los burgueses mientras laley del valor de Marx era el pensamiento de todos. Pero hoy daesa ley produce efectos opuestos. En vez de impulsar a la econo-ma hacia adelante, socava sus fundamentos. El pensamientoeclctico conciliatorio, que mantiene una actitud desfavorable odesdeosa con respecto al marxismo como un dogma y consu apogeo filosfico, el pragmatismo, se hace completamenteinadecuado, cada vez ms insustancial, reaccionario y completa-mente ridculo.

    Por el contrario, son las ideas tradicionales del america-nismo las que han perdido su vitalidad y se han convertido enun dogma petrificado, sin dar lugar ms que a errores y confu-siones. Al mismo tiempo, la doctrina econmica de Marx ha ad-quirido una viabilidad peculiar y especialmente en lo que respec-ta a Estados Unidos. Aunque El Capital se apoya en un materialinternacional, preponderantemente ingls, en sus fundamentostericos es un anlisis del capitalismo puro, del capitalismo engeneral, del capitalismo como tal. Indudablemente, el capitalismo

    que se ha desarrollado en las tierras vrgenes ya histricas deAmrica es el que ms se acerca a ese tipo ideal de capitalismo.

    Salvo la presencia de Wallace, Amrica se ha desarrolladoeconmicamente no de acuerdo con los principios de Jefferson,sino de acuerdo con las leyes de Marx. Al reconocerlo se ofendetan poco el amor propio nacional como al reconocer que Amricada vueltas alrededor del sol de acuerdo con las leyes de Coprni-co. El Capital ofrece una diagnosis exacta de la enfermedad y un

    pronstico irreemplazable. En este sentido la teora de Marx estmucho ms impregnada del nuevo americanismo que lasideas de Hoover y Roosevelt, de Green y de Lewis.

    Es cierto que hay una literatura original muy difundida enEstados Unidos, consagrada a la crisis de la economa america-na. En cuanto esos economistas concienzudos ofrecen una des-cripcin objetiva de las tendencias destructivas del capitalismonorteamericano, sus investigaciones, prescindiendo de sus pre-

    misas tericas, parecen ilustraciones directas de las teoras deMarx. La tradicin conservadora se pone en evidencia, sin em-

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    bargo, cuando esos autores se empean tercamente en no sacarconclusiones precisas, limitndose a tristes predicciones o a ba-nalidades tan edificantes como el pas debe comprender, laopinin pblica debe considerar seriamente, etc. Estos libros seasemejan a un cuchillo sin hoja.

    Es cierto que en el pasado hubo marxistas en Estados Unidos,pero eran de un extrao tipo de marxistas, o ms bien de trestipos extraos. En primer lugar se hallaba la casta de emigradosde Europa, que hicieron todo lo que pudieron, pero no hallaronrespuesta; en segundo lugar, los grupos norteamericanos aisla-dos, como el de los Leonistas, que en el curso de los aconteci-mientos y a consecuencia de sus propios errores se convirtieronen sectas; en tercer lugar, los aficionados atrados por la Revolu-cin de Octubre y que simpatizaban con el marxismo como unateora extica que tena muy poco que ver con Estados Unidos.Ya pas su tiempo. Ahora amanece la nueva poca de un movi-miento de clase independiente a cargo del proletariado y al mis-mo tiempo de un marxismo verdadero. En esto tambin, EstadosUnidos alcanzar en muy poco tiempo a Europa y la dejarnatrs. La tcnica progresiva y la estructura social progresiva pre-

    paran el camino en la esfera doctrinaria. Los mejores tericos delmarxismo aparecern en suelo americano. Marx ser el mentorde los trabajadores norteamericanos avanzados. Para ellos estaexposicin abreviada del primer volumen constituir solamenteel paso inicial hacia el Marx completo.

    EL MODELO IDEAL DEL CAPITALISMO

    En la poca en que se public el primer volumen de El Capital, ladenominacin mundial de la burguesa britnica no tena toda-va rival. Las leyes abstractas de la mercanca y de la economaencontraron, naturalmente, su completa encarnacin es decir,la menor dependencia de las influencias del pasado en el pasen el que el capitalismo haba alcanzado su mayor desarrollo. Albasar su anlisis principalmente en Inglaterra, Marx tena envista no solamente a Inglaterra, sino a todo el mundo capitalista.

    Utiliz a la Inglaterra de su poca como el mejor modelo contem-porneo del capitalismo.

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    Ahora slo queda el recuerdo de la hegemona britnica. Lasventajas de la primogenitura capitalista se han convertido endesventajas. La estructura tcnica y econmica de Inglaterra seha desgastado. El pas sigue dependiendo en su posicin mun-dial del Imperio colonial, herencia del pasado, ms bien que deuna potencia econmica activa. Esto explica incidentalmente lacaridad cristiana de Chamberlain con respecto al gangsterismointernacional de los fascistas, que tanto ha sorprendido al mun-do entero. La burguesa inglesa no puede dejar de reconocer quesu decadencia econmica se ha hecho completamente incompati-ble con su posicin en el mundo y que una nueva guerra amena-za con el derrumbamiento del Imperio Britnico. Esencialmentesimilar es la base econmica del pacifismo francs.

    Alemania, por el contrario, ha utilizado en su rpida ascen-sin capitalista las ventajas del atraso histrico, armndose a smisma con la tcnica ms completa de Europa. Teniendo unabase nacional estrecha e insuficiencia de recursos naturales, elcapitalismo dinmico de Alemania, surgido de la necesidad, seha transformado en el factor ms explosivo del llamado equili-brio de las potencias mundiales. La ideologa epilptica de

    Hitler, es slo una imagen reflejada de la epilepsia del capitalis-mo alemn.

    Adems de las numerosas e invalorables ventajas de su ca-rcter histrico, el desarrollo de Estados Unidos goz de la pre-eminencia de un territorio inmensamente grande y de una ri-queza natural incomparablemente mayor que los de Alemania.Habiendo aventajado considerablemente a Gran Bretaa, la re-publica norteamericana lleg a ser a comienzos del siglo actual

    la plaza fuerte de la burguesa mundial. Todas las potencialida-des del capitalismo encontraron en ese pas su ms alta expre-sin. En parte alguna de nuestro planeta puede la burguesarealizar empresas superiores a las de la Repblica del Dlar,que se ha convertido en el siglo XX en el modelo ms perfectodel capitalismo.

    Por las mismas razones que tuvo Marx para basar su exposi-cin en las estadsticas inglesas, en los informes parlamentarios

    ingleses, en los Libros Azules ingleses, etc., nosotros hemos acu-dido, en nuestra modesta introduccin, a la experiencia econ-

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    mica y poltica estadounidense. No es necesario decir que nosera difcil citar hechos y cifras anlogos, tomndolos de la vidade cualquier otro pas capitalista. Pero no aadira nada esencial.Las conclusiones seguiran siendo las mismas y solamente losejemplos seran menos sorprendentes

    La poltica econmica del Frente Popular en Francia era, co-mo seal perspicazmente uno de sus financieros, una adapta-cin del New Deal para liliputienses. Es perfectamente evidenteque en un anlisis terico es mucho ms conveniente tratar conmagnitudes ciclpeas que con magnitudes liliputienses. La mis-ma inmensidad del experimento de Roosevelt nos demuestraque solamente un milagro puede salvar al sistema capitalistamundial. Pero sucede que el desarrollo de la produccin capita-lista ha terminado con la produccin de milagros. Abundan losencantamientos y las plegarias, pero no se producen los mila-gros. Sin embargo, es evidente que si se pudiera producir el mi-lagro del rejuvenecimiento del capitalismo, ese milagro slo sepodra producir en Estados Unidos. Pero ese rejuvenecimientono se ha realizado. Lo que no pueden alcanzar los cclopes, mu-cho menos pueden alcanzarlo los liliputienses. Asentar los fun-

    damentos de esta sencilla conclusin es el objeto de nuestra ex-cursin por el campo de la economa norteamericana.

    LAS METRPOLIS Y LAS COLONIAS

    El pas ms desarrollado industrialmente escribi Marx en elprefacio de la primera edicin de El Capital no hace ms quemostrar en s al de menor desarrollo, la imagen de su propio

    futuro. Este pensamiento no puede ser tomado literalmente encircunstancia alguna. El crecimiento de las fuerzas productivas yla profundizacin de las inconsistencias sociales son indudable-mente el lote que corresponde a todos los pases que han tomadoel camino de la evolucin burguesa. Sin embargo, la despropor-cin en los tiempos y medidas que siempre se produce en laevolucin de la humanidad, no slamente se hace especialmenteaguda bajo el capitalismo, sino que da origen a la completa de-

    pendencia de la subordinacin, la explotacin y la opresin entrelos pases de tipo econmico diferente.

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    Solamente una minora de pases ha realizado completamenteesa evolucin sistemtica y lgica desde la mano de obra, a travsde la manufactura domstica, hasta la fbrica, que Marx sometia un anlisis detallado. El capital comercial, industrial y financie-ro invadi desde el exterior a los pases atrasados, destruyendoen parte las formas primitivas de la economa nativa y en partesujetndolos al sistema industrial y banquero del Oeste. Bajo elltigo del imperialismo, las colonias y semicolonias se vieron obli-gadas a prescindir de las etapas intermedias, apoyndose al mis-mo tiempo artificialmente en un nivel o en otro. El desarrollo dela India no duplic el desarrollo de Inglaterra; no fue para ellams que un suplemento. Sin embargo, para poder comprender eltipo combinado de desarrollo de los pases atrasados y depen-dientes como la India, es siempre necesario no olvidar el esquemaclsico de Marx derivado del desarrollo de Inglaterra. La teoraobrera del valor gua igualmente los clculos de los especulado-res de la City de Londres y las transacciones monetarias en losrincones ms remotos de Haiderabad, excepto que en el ltimocaso adquiere formas ms sencillas y menos astutas.

    La desproporcin en el desarrollo trajo consigo beneficios

    tremendos para los pases avanzados, los cuales, aunque engrados diversos, siguieron desarrollndose a expensa de losatrasados explotndolos, convirtindolos en colonias o, por lomenos, hacindoles imposible figurar entre la aristocraciacapitalista. Las fortunas de Espaa, Holanda, Inglaterra, Francia,fueron obtenidas, no solamente con el sobretrabajo de suproletariado, no solamente destrozando a su pequea burguesa,sino tambin con el pillaje sistemtico de sus posesiones de

    ultramar. La explotacin de clases fue complementada y supotencialidad aumentada con la explotacin de las naciones.La burguesa de las metrpolis se hall en situacin de asegu-

    rar una posicin privilegiada para su propio proletariado, espe-cialmente para las capas superiores, mediante el pago de algu-nos superbeneficios obtenidos con las colonias. Sin eso hubierasido completamente imposible cualquier clase de rgimen demo-crtico estable. En su manifestacin ms desarrollada la demo-

    cracia burguesa se hizo, y sigue siendo, una forma de gobiernoaccesible nicamente a las naciones ms aristocrticas y ms ex-

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    plotadoras. La antigua democracia se basaba en la esclavitud; lademocracia imperialista se basa en la expoliacin de las colonias.

    Estados Unidos, que en la forma casi no tiene colonias, es, sinembargo, la nacin ms privilegiada de la historia. Los activosinmigrantes llegados de Europa tomaron posesin de un conti-nente excesivamente rico, exterminaron a la poblacin nativa, sequedaron con la mejor parte de Mxico y se embolsaron la partedel len de la riqueza mundial. Los depsitos de grasa que acu-mularon entonces les siguen siendo tiles todava en la poca dela decadencia, pues les sirven para engrasar los engranajes y lasruedas de la democracia.

    La reciente experiencia histrica tanto como el anlisis tericotestimonian que la velocidad del desarrollo de una democracia ysu estabilidad estn en proporcin inversa a la tensin de las con-tradicciones de clase. En los pases capitalistas menos privilegia-dos (Rusia, por un lado, y Alemania, Italia, etc., por otro) incapa-ces de engendrar una aristocracia del trabajo numerosa y estable,nunca se desarroll la democracia en toda su extensin y sucum-bi a la dictadura con relativa facilidad. No obstante, la continuaparlisis progresiva del