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Criticn 99, 200 7
Pedro
M. PINERO R A M R E Z y Rogelio R E Y E S CANO, Itinerarios de la Sevilla de
Cervantes. La ciudad en sus textos. Sevilla, J u n t a de Andaluca, Consejera de Cultura/
C a j a
San Fernando, Obra social,
2 0 0 5 .
V I I I - 3 6 3
pp.
(ISBN: 8 4 - 8 2 6 6 - 5 5 5 - 3 .
tiner rios
de l
e v i l l
d e C e r v a n t e s
La
ciudad en sus textos
PEDRO
M PlRERORAMlkEZ /
ROGELIO
REYESCANO
Sevilla,a
005
ATUNTAUIINTO M UVI l lA
( M * 0 1 A IU IU C I C O X H | l tU t CCLI1I1
IIIKDACIN II HOK1I
CA| A U H IIIK AK DO M U W O I
Entre
las propuestas que con motivo de la celebracin del IV centenario de la Primera
Parte
del
Quijote han aparecido en el ao de Cervantes se encuentra, editado por la Consejera de Cultura
de la Junta de Andaluca, Itinerarios de la Sevilla de Cervantes de la que son responsables los
profesores
sevillanos
Pedro M. Pinero y Rogelio Reyes. Este libro, en esencia, realiza un minucioso
recorrido
por la multiforme aparicin de Sevillaespacio fsico, moral y vital en los textos
cervantinos. Un registro de cuantas manifestaciones de lugares, personajes, cultura y sociedad
sevillanos
se hallan a lo largo de la obra toda cervantina, y que patentiza, entre otras cosas, el
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hondo no
slo
exhaustivo deambular de los autores de este
estudio
por la geografa literaria
del creador del
Quijote.
Un registro que, por lo dems, no es
slo
una taxonoma
sino
que se
articula como la narracin de una presencia, la construccin de un mapa que, en el ya complejo
mapa de la textualidad cervantina, detecta
esos
nudos significativosque se propone evidenciar: los
del microcosmos
sevillano
como formalizacin de un espacio de ficcin. Una espacialidad ficcional
una construccin literaria que atraviesa las pginas cervantinas, que echa sus races en la
realidad vital, moral e histrica de la gran urbe compleja, contradictoria y fascinante que era la
capital andaluza en elsigloxvi; realidad que Cervantes respir, am y denunci, padeci y goz, y
que reelabor literariamente: como espacio central de la narracin unas veces caso de
Rinconete
y
Cortadillo,
como topos de referencia otras. En el entronque de la realidad construida que
configura Cervantes con la realidad material de aquel universo r ico , heterogneo y abigarrado
G r a n Babilonia de Espaa, mapa de todas las naciones, como la llamara Gngora se ubica
la obra que reseamos, focalizando e iluminando el cruce aqu pertinente entre realidad
figurativa y realidad configurada. Una confluencia entre figuras reales las de la propia ciudad,
con sus
genuinos
espacios vitales, su peculiar geografa urbana, las extensiones de su campia y el
material humano que los puebla y conformaciones ficcionales las piezas del mecanismo
narrativo y de la construccin imaginaria que, a partir del documento, maneja Cervantes, una
confluencia, pues, que queda detenidamente plasmada en el paseo que dan los dos
estudiosos
por
calles, plazas, rincones, comarcas, y los seres que las habitan, de la
Sevilla
del esplendor que es
la de Cervantes. Un paseo que, a fin de cuentas y en ltima instancia, es un paseo por los textos,
por
las distintas expresiones ficcionales en que esa topografa habitada se vertebra: un transitar
por
pginas a partir de los paisajes y figuras que en
ellas
se plasman y que
slo
una profunda
frecuentacin de esa geografa textual nos poda ofrecer y
trazar.
As pues, en el articulado de las
mltiples
referencias textuales que manejan los autores
desentraadas de entre la compleja malla de la escritura cervantina se
a rm a
un riguroso
recorrido
por el marco referencial que es la urbe que conoci Cervantes, y a
partir
y en virtud del
cual se evidencia y materializa cmo la ciudad se hace letra viva en sus textos. O sea cmo la
experiencia y el conocimiento que tuvo Cervantes de la realidad dual que era
Sevilla
en el trnsito
de los siglos ureos cumbre de su esplendor y de su degradacin revierte en un programa
narrativo.Una reconstruccin ficcional de las diversas caras de ese microcosmos ambivalente en
textos directamente vertebrados sobre la referencia angular a la ciudad, su espacio y su sustancia
vital o una reiterada presencia de la gran urbe compleja del Imperio, en referencias no axiales
sino funcionales a aquel foco del sur que conforman el contenido imaginario en un preciso
momento histrico del
topos Sevilla.
Es
Rinconete y
Cortadillo el texto cervantino que ms directamente se construye sobre la
radiografa
de uno de los recodos sociales de la efervescente vida sevillana: el del mundo del
hampa,
ese oscuro y
vitalsimo
substrato de la respiracin ciudadana que es el de sus bajos fondos.
El retrato
del famoso Patio de
Monipodio
o academia de ladrones
sevillanos
es ejemplo
paradigmtico del anclaje de un escenario narrativo en la materia viva de una circunstancia real,
histrica o documental; pero tambin, y sobre todo, de cmo ese
posible
anclaje en la carne de lo
real se transmuta en un resultado textual, es decir, en ingrediente del precipitado o
transustanciacin que sufre la sustancia vital en su articulacin ficcional; materializacin, adems,
de la actualizacin tan genuinamente cervantina de previas matrices literarias: aqu, las del
propio y cercano lecho literario de la picaresca en que se asienta el autor junto a las de la (ms
lejana)
gran tradicin formal y tpica de la literatura carnavalesca y goliardica, cuya asuncin del
registro
bajo tan
bien
se acomoda con el mundo y el lenguaje del hampa. Las pginas que nos
ocupan muestran, en este como en los dems casos, el proceso de trnsito de una sustancia a
otra:
del efectivo paisaje humano, social, moral y urbano de un espacio de degradacin como el del
trianero corral donde se daba cita la mala vida, a mito narrativo. De la realidad real a la realidad
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textual,
ese es pues el
arco
en que se sitan estos Itinerarios, evidenciando, con su nmina y
comentario de pasajes cervantinos directamente tejidos con las fibras de los distintos estratos
sociales y geogrficos del microuniverso
barroco
que era Sevilla, el hiloconductor o de paso de la
circunstancia
referencial en que ubic a Cervantes su peripecia vital ms de una dcada de
contacto y directa observacin de aquella caleidoscpica babilonia a estmulo y fragua de su
creacin
literaria.
Ms que en ningn caso, es en
esos
modelos de relato urbano que son las Novelas Ejemplares
donde la topografa de unapolis ricaen escenarios y personajes actu de virtual plataforma sobre
la que levantar la construccin ficcional. As, en relatos como El coloquio de los perros o El celoso
extremeo, entre otros, se configura tambin literariamente la imagen que Cervantes articul de
Sevilla, y muy especialmente de la galera de personajes que daban aliento y carcter a aquel
escenario. En ese muestrario de personajes y tipos humanos, actantes y habitantes del teatro del
mundo que representaba entonces la dinmica ciudad del Guadalquivir centro, receptor y motor
del comercio material y cultural con las Indias se constituyen arquetipos ficcionales como los de
los picaros Rincn y Cortado con toda su miserable cohorte de personajes hampescos
producidos por el submundo que todo esplendor conlleva, pero tambin todo un ms amplio
cu ad ro de vitalidad humana generado por aquel entorno espacial que acoga, que ubicaba, que
efectivamentedaba espacio a un caleidoscpico crisol humano. Son las caractersticas propias de
aquel
m a rco ,
de aquel nudo de relaciones que construan Sevilla gentes que van y vienen, gentes
que se establecen para prosperar en los negocios, gentes que se ocultan de la ley, gentes que
esperan
embarcar
al Nuevo Mundo las que generaban aquella fauna humana que tanto
atrajo
a
Cervantes
y sobre la que edific algunos de sus universos narrativos. La ciudad brinda pues el
teln de fondo sobre el que toma vida ficcional la riqueza vital que se manifiesta en la elaboracin
literaria
de personajes como Monipodio. El
retrato
del hampn, en efecto, trascendiendo el puro
reflejo de la realidad documentada que fue la de la infraestructura de supervivencia de maleantes y
picaros
redes organizadas de latrocinio y conspiracin o
trato
ilegal, se teje como autntica
construccin literaria, como pieza de un mecanismo narrativo que, en tanto que tal, se distancia
de lacopia de aquel ambiente, efectivamente reflejado en diversos tratados de la poca sobre la
vida del hampa,
para
asentarse en su estatuto de ficcin.
Descartado el modelo de tratado
dicen
los autores, [Cervantes] se conduce con decisin por los
caminos de la novela y por ello desperdiga en sus pginas los datos que otros escritores haban
sistematizado en sus obras con
exposiciones
ms metdicas de
estos
temas, segn marcaba la tradicin
europea establecida. Es cierto que manejabaestosdatos para configurar su novela, pero la clave del nuevo
gnero, que no es otra que la verosimilitud, le obliga a distanciarse formalmente de estos referentes y
construir su narracin sobre otros presupuestos. El logro es superlativo: lo libresco se ha hecho vida
vida de ficcin en su escritura. De este modo, la descripcin del hampa organizada de Sevilla, que se
alimenta en principio de tratados literarios, adquiere carta de naturaleza y de originalidad con la sabia
utilizacin
de los
elementos
sistematizados por otros y la contextualizacin verosmil, y realista, de los
mismos convirtiendo, ante los ojos del lector, estos grupos sociales, con sus formas de asociacin y sus
comportamientos expuestos con matizada irona, y a sus propios personajes, en singularidades sevillanas.
Pero
este es el logro de la escritura cervantina, la victoria de la literatura (pp. 1 0 8 - 1 0 9 ) .
Queda as patente y no slo en la construccin de Monipodio sino de todos los personajes
en mayor o menor medida extrados de la substancia vital sevillana y que aqu se contemplan de
modo exhaustivo, que es la hechura literaria la que se impone sobre el puro documentalismo;
que no es pertinente, pues, asimilar estos textos conformadores de una
rica
galera de tipos
humanos como asentados e interesados en modelos reales o patrones histricos, sino como su
articulacin
y organizacin en un cuerpo novelstico. El pasaje desde la informe materia
referencial a su final formalizacin textual es lo que de modo efectivo plasma esta gua, que
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resulta en ello, adems, aleccionadora para el lector que estuviera tentado de fusionar ficcin y
realidadese caballo de batalla cervantino, esa dialctica sobre la que el gran creador construir,
radicalizada al mximo, a su universal hroe Don Quijote. As, se nos precisa:
De entrada hay que hacer al lector amantsimo como lo llama el propio Miguel de Cervantes en
el prtico de su coleccin un aviso de importancia: nos la habernos con una obra de ficcin en la que la
l iteratura
campea sobre la realidad histrica, que le sirve de m a r c o . La poesa, en el sentido ms amplio
del trmino, reclama sus fueros y en esto es inflexible. El lector amantsimo o desocupado, como debe
ser
el del Quijote no se puede confundir y
caer
en la trampa del espejismo que le hace ver la ficcin
como si fuera testimonio fiel e histrico de una poca, la que Cervantes ha escogido
para
su obra, porque
errara
de parte a parte. Y,
para
colmo del peligro que acecha, la maestra narrativa de Cervantes, tan
excepcional en el mundo de la ficcin, se reviste de tal verosimilitud, que el lector en este caso no
avisado pudiera cometer el crasoerrorde confundir literatura con realidad (p. 102).
Sin sentirse pues quijotes, los lectores de estos itinerarios estn en condiciones de palpar,
precisamente,
esos
trasvases desde el vitalsimo
suelo
y abigarrado mundo de aquella
Sevilla
de
Cervantes alambique a partir del cual se producir el destilado al prodigioso espacio ya
puramente artstico de su universo narrativo. Los autores reproponen en todo caso ese hacerse
letra viva la ciudad en sus textos con la acertada y sistemtica seleccin de citas textuales,
verdadera impronta de este recorrido que constituye efectivamente en gua a los propios textos.
As, minuciosamente, repasan cuantas manifestaciones de toda
ndole
de aquel topos singular,
arteriay corazn del sur andaluz, se hallan repropuestas literariamente.
Desde
el pan de Sevilla, el
mercadillo de cosas robadas y usadas o la efervescencia del Arenal, al sumamente novelesco
microcosmos social, moral, urbano y sentimental de la manceba. Terceras y prostitutas, truhanes
y picaros, negociantes y viajeros... y todo el arsenal de circunstancias materiales y no materiales
asociado a sus universos existenciales se dan cita en diversos textos. El resultado, la construccin
narrativade la ciudad, la articulacin de la urbe como elemento clave y funcional del relato. As lo
plantea muy
bien
trado en causa por una obra que hace
slo
las concesiones imprescindibles a
la erudicin crtica Mrquez Villanueva:
Cervantes
ha dado en esto un gran paso hacia el futuro, porque dicha presencia diegtica de la ciudad
slo
es propia de los siglos xix y xx, cuando el Pars de Balzac, la
P a r m a
de Stendhal, el Londres de
Dickens, el Madrid de Galds, el San Petersburgo de Dostoievsky, el
Dubln
de Joyce, la
Praga
de Kafka,
la Alejandra de Durrell, se
vuelven
moneda corriente de una serie iniciada
siglos atrs
por la Sevilla de
Cervante s . Lo que no ha hecho Cervantes (como ninguno de sus grandes epgonos) es copiar ni
reflejar, como tantas veces se repite, la realidad ambiental. No es sta ms que materia amorfa, que no
existe ni nadie ve hasta el momento de ser organizada y puesta en pie por el espejo stendhaliano
del novelista'.
Es
esa presencia diegtica de la ciudad la que queda finalmente desplegada con el prioritario
a m o r al texto que le sirve de brjula en esta propuesta de mapa cervantino que cifra, en efecto,
precisas coordenadas de lectura de (como reza el subttulo)
La ciudad en sus
textos.
Mapa y
recorrido en el que se recogen tambin las referencias cervantinas a los pueblos de la campia de
Sevilla y Crdoba, las extensiones rurales por las que transit el requisador de impuestos a que
redujeron durante aos a Cervantes las nada favorables circunstancias: c i ja , Marchena,
C a r m o n a ,
Osuna, Castro del Ro... Algunos acabarn tambin, desde la geografa real, en
presencia textual. Tal el caso de Osuna sobre cuya universidad menor afila Cervantes sus armas
irnicas en el
Quijote.
La presencia en la gran novela de dos personajes graduados por la
insolvente universidad sern el motor y espacio de desarrollo de dos cuentos satricos
Quijote
II,
Fr a n c i sc o
Mrquez Villanueva,
Cervantes en letra viva,
Barcelona, Reverso,
2 0 0 5 ,
p. 142.
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1 y II, 47) , el primero de los cuales se inscribe de lleno, con su delirante personaje graduado en
leyes
por Osuna, en la plantilla formal y temtica de la literatura del loco que tanto juego dio al
escritor.Sealada y justificada queda tambin por los autores la escasa casi nula presencia de
Sevilla
en la obra cumbre de Cervantes. Novela no urbana en efecto el
Quijote
es un espacio
rural el que transita fundamentalmente su genuino hroe pero en la que Sevilla queda
art iculada, precisamente, como topos de referencia que configura un contenido imaginario de
aquel espacio pululante. Diversos personajes en el
Quijote
van a Sevilla, sin que ni el caballero ni
las acciones suyas o de los otros se ubiquen en ningn momento en la capital andaluza.
Sevilla
en la distancia,
lugar al que ir,
potente foco de atraccin de la Espaa de entonces, tal es
como queda ficcionalizada Sevilla suerte de espacio imantado en elQuijote. Pero tambin,
como no poda ser menos en el gran texto, como lugar de referencia literaria, como topos literario,
a travs de alusiones irnicas a las cristalizadas frmulas que en literatura construyen,
precisamente, unaSevillaimaginaria:
Tampoco leemos faltan referencias de orden conscientemente literario a Sevilla y a su reino,
simbolizadas por el Guadalquivir, ro cantado con acentos clasicistas por Fernando de
H errera
y otros
autoressevillanos de la poca. La fijacin cervantina a tales modelos, en ocasiones con evidente intencin
p ardica , puede explicar, por ejemplo, la asociacin del gran ro con los frutos del olivo, condensada en la
entonces ya algo manida frmula adjetival del
olivfero Betis,
como
recalca
Don Quijote en el
desfile
de
los imaginarios ejrcitos que estn a punto de contender ante la incrdula mirada de Sancho: En esotro
escuadrn vienen los que beben las corrientes cristalinas del olivfero Betis (I, 18 , 19 2) , tpico ya
anticipado en la Cancin de Crisstomo: ni del famoso Betis las olivas (I, 14, 14 8) (p. 22) .
Itinerarios de la Sevilla de Cervantes
ilustra por tanto, en primer lugar, el estado de
referencialidad que atraviesa y late en todo topos de la realidad transfigurado, por accin de la
literatura,en topos del imaginario uno de cuyos mximos emblemas universales es precisamente
cervantino aunque no sevillano: la Mancha de su inolvidable personaje, la
tierra
de
molinos
y
sequedad austera que construye un mito fsico, un lugar literario, un espacio de desarrollo del
hroe, ms all (aunque a partir de) las estrictas coincidencias con los espacios de realidad sobre
los que se construye. Este libro proyecta luz sobre ese
a
partir
de,
sobre ese ngulo de toda
construccin imaginaria de una espacialidad o mito topogrfico que es el de su efectiva conexin
con una geografa material y con todo aquello que la puebla (lugares, figuras, habla, costumbres,
instituciones); mundo y submundo de un microcosmos real llamado a hacerse textual. Por
ello,
y
atendiendo a cmo esa realidad que era Sevilla se ha hecho literatura, tejido literario, focaliza
tambin con el rigor
filolgico
que avala a sus autores y con una erudicin soterrada que
renuncia a exhibirse pero que est y acta la propia materia textual de que ese
mundo
construido
de Cervantes se nutre: La ciudad que l describi no fue
slo
una Sevilla real
sino
tambin una
Sevilla
literaria, es decir, alimentada por la literatura, sugerida por mltiples lecturas
y por los grandes tpicos de moda que afloran una y
otra
vez en sus textos. En esa interesante
dialctica entre realidad y ficcin, entre vida y literatura, consustancial a toda la obra de
Cervantes,
se sustenta tambin [...] su verdadera imagen de Sevilla (p. 42). Y, efectivamente, en
el curso de las pginas se va materializando esa construccin dual, armada de materia real y
mater ia literaria, en que se cifra la ficcionalizacin de aquel universo andaluz en los textos
cervantinos. Como en el caso de los maleantes
sevillanos
y de toda la vida del hampa de aquella
ciudad de
finales
del Quinientos, que bebe de las propias aguas ptridas del subsuelohispalense y
de los ros de tinta en que se conforma una tradicin literaria del submundo, en textos como
El
celoso extremeo
asistimos a idntica
fusin
entre ingredientes de una realidad e ingredientes de
una previa textualidad. La historia del viejo y celoso Carrizales, casado con la bella y joven
doncella, formaliza narrativamente otro muy concreto recodo de aquella Sevilla cervantina: la de
los indianos que han vuelto de Amrica, enriquecidos y con
deseos
de establecerse en la metrpolis
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y fundirse en su tejido urbano y social. Alrededor del refugio de una hermosa casa adquirida en el
centro
de la ciudad, perfecto encierro donde proteger a su joven mujer, se construye un relato que
da
entrada a aquella realidad social de los peruleros o indianos que representa Carrizales, as
como a la de los jvenes de
barrio,
vividores, holgazanes, hedonistas atinada radiografa de un
rostro
reconocible de lo sevillano representados en el atrevido Loaysa, empeado en romper el
cercoy seducir a la bella. Pero todo ese material urbano, social, moral, incluso arquitectnico la
rica casa del indiano en zona principal entra en contraste con la de Monipodio en el arrabal de
T ria na , se asienta y levanta sobre
fluyentes
corrientes temticas de la literatura que Cervantes
reactiva. El tema del anciano gastado y la joven hermosa e inexperta es motivo tpico donde los
haya;
as queda constatado: Es un tema muy conocido y de amplia
difusin
en la literatura
occidental desde tiempos antiguos: el casamiento del viejo y la nia, siempre con resultados
dramticos, con
visos
patticos y chuscos (p. 243). En efecto, sobre ese tpico de la comedia
italiana del Renacimiento, que se alimenta a su vez de tpicos que se remontan a la comedia latina
de Plauto, ar ma Cervantes su relato: perfecta
simbiosis
de aquel mundo sevillano que le sirve de
escenario y que entra funcionalmente en juego narrativo y de la legada sustancia discursiva
con la que el genial escritor est siempre enfrentndose.
E n suma, el viajero por estos itinerarios que lo llevan por la
Sevilla
del ro, el
arrabal
de
Triana,
el puertofluvial y puerta de las Indias, las bodegas de la Alfalfa, las casas delenocinio del
Comps, el Matadero, la Sevilla
sacra,
los barrios de San Romn, San Gil, San Julin y los
territorios
extramuros de aquella realidad figurativa en que se fragu un proyecto creador,
desemboca en
Rinconete y Cortadillo, El rufin dichoso, El coloquio de los perros, El celoso
extremeo...; y
desemboca tanto en el abigarrado paisaje humano rufianes, bravos y valentones,
picaros y putas, indianos, posaderos, lonjistas y comerciantes, jvenes sevillanos inconscientes y
sensuales que en tales textos y sobre tales espacios se formaliza y pone en pie, como en las
propias redes textuales sobre las que, al mismo tiempo, ese mundo cervantino se construye y
levanta. El resultado: una ajustada imagen de aquella Sevilla literariamente reelaborada que,
nutrindose del latido de la que el propio Cervantes
vivi
y de modelos textuales ya de la propia
Sevilla, ya de tramas con las que urdir su construccin diegtica de la ciudad se encarna
finalmente en sus textos: una intransferible
Sevilla
genuinamente cervantina. La obra de Pedro
Pinero y Rogelio Reyes llena ese espacio vaco, ese trnsito, que va de la Sevilla real a la Sevilla
imaginaria que se articula textualmente. Espacio real y espacio imaginario se funden, gracias a su
minucioso recorrido, en el rostro bifronte de la escritura cervantina. Su libro, pues, tambin abre
la puerta y seala el camino a la reflexin sobre el modo de fusionarse en literatura y no
slo
en
la literatura cervantina de esas dos espacialidades; es decir, sobre cmo todo lugar
fsico
conocido, todo espacio real repropuesto en un texto literario, atraviesa el estadio de directa
conexin con la realidad extratextual que representa y se configura finalmente, en manos de un
creador,
en un lugar del imaginario.
En
cuanto a su recorrido preciso,
La ciudad en sus
textos
se estructura formalmente en siete
apartadosque, al mismo tiempo que afrontan con autonoma los distintos rostros de la ciudad que
se plasman en la obra de Cervantes, se muestran interdependientes, trazando con un claro
hilo
conductor el relato de tal plasmacin y presencia. El trnsito por la Sevillacervantina se inicia con
una extensa declaracin de intenciones, Cervantes y Sevilla. Claroscuros de la nueva Roma
espaola, en la que, recordando primero al lector los lazos de uninentre la ciudad y el escritor
la ciudad como propio espacio vital, circunstancias y hechos de la estancia de Cervantes en la
gran urbe, se plantean ya las bases de lo que ser el itinerario: la ciudad como espacio literario y
el escenario sevillano como andamiaje constructivo o punto de referencia de algunos textos. A
partir
de aqu el recorrido se va demorando en los distintos recodos de la dinmica ciudad y, sobre
todo, puesto que es el punto de llegada, en sus singulares recodos textuales. Un amplio conjunto
de referencias topogrficas, ambientales y sociales de La
Sevilla
del ro como primera
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etapa, centro neurlgico de la vida ciudadana en su doble faz de plataforma de prspera
modernidad y de lumpen rufianesco. El Alamillo, el Arenal, el Baratillo, el Comps de la
Mancebao la Trianade Monipodio. LaSevillacervantina que
vive
en torno al ro, ya detenida en
bodegas y mesones, ya en la mala vida y holgazanera de desertores de galeras y
huidos
de las
crceles,ya en el heterogneo y polidrico concurso de gentes, es mostrada escrupulosamente en
su concrecin textual. Y todo ello al hilo de un relato por
parte
de los autores de lo que era
entonces la propia Sevilla que, al margen del acopio de fuentes de toda
ndole
( tratados , obras
histricas, libros de viaje, textos literarios. ..) , adquiere en no pocos momentos una gran
expresividad, una
m a rcada
nota, a su vez, de pintura literaria. Y desde este punto de vista la obra
resultade una lectura fluida, sin el lastre que su densidad documental podra
comportar .
L a Sevilla del comercio se detiene en los espacios emblemticos de la efervescencia
transactiva
y del
bullicio
mercantil, desde el puerto o las Gradas de la Catedral, a la Plaza de San
Salvador, autntico corazn de la zona comercial de la ciudad y punto de atraccin de la vida
plural
y de la vida
a p ica ra da .
Escenografa y aliento urbanos que Cervantes traslad a las
aventuras
de Rincn y
C o r t a d o ,
y que aqu se plantean en toda la complejidad inherente a la
escritura
cervantina: reconstruccin ficcional de un cuadro pintoresco y de valor antropolgico,
crtica
interpretacin de aquella sociedad de luces y sombras, sutil cuestionamiento de arraigadas
actitudes sociales verbigracia,el cinismo religioso en torno a la colegiata del Salvador, ncleo de
expresiones hipcritas, ritualistas y puramente aparentes de una falsa y ostentosa espiritualidad,
tanajena a lafiliacinerasmista del
a ut or,
o claraubicacin del relato en los cauces discursivos
del gnero picaresco por un consciente artfice de tipos literarios y de elementos de canon. Todas
las multiformes valencias de la textualidad cervantina son contempladas en sta como en las
distintas paradas del itinerario, que no deja ngulo sin iluminar.
L a Sevilla del poder poltico, administrativo y eclesistico, en torno a la Plaza de San
Francisco y zona de la Catedral y LaSevilladel
altar
resaltan el distanciamiento crtico y la
irona
a veces incluso satrica con que Cervantes afronta el
teatro
de vanidades y corrupcin
que es siempre el poder La ilustre fregona, El coloquio de los perros, con el planteamiento
ridiculizador de personajes del mbito civil y administrativo sevillano, tal el alguacil burlado), y su
constatacin
de la grandeza y suntuosidad del gran templo sagrado, la soberbia Catedral y sus
Gradas, enclave de confluencia de los poderes religioso y comercial de la ciudad, a la vez que de
sus opulencias y miserias. Interesantes sobre todo resultan, entre el largo repertorio analizado de
ingredientes de la realidad material y moral de Sevilla conformados ficcionalmente, el
planteamiento de los mtodos pedaggicos de la Compaa de Jess tal y como se ofrece en El
coloquio, el contexto burlesco y desengaado en que se ubica el famoso soneto al tmulo
funerario
de Felipe II con un ajustado anlisis de sus diversos registros expresivos y de su
escepticismo crtico, tan revelador de los sntomas de decadencia, y el comentario riqusimo
sobre
el contenido semntico y los valores mltiples del nombre y del peso plstico, literario y
cultural
de la vieja
torre
almohade la Giralda de la Catedral, a la que Cervantes
hizo
la
conocida mencin en elQuijote (II, 14) . Mencin que queda ciertamente iluminada trasel denso y
perfilado comentario.
Por su parte , LaSevillade los barrios es uno de los apartados ms expresivos del
recorrido,
en el que la conseguida simbiosis entre el espacio de realidad que constitua la Sevilla fsica el
rostro
de su trazado, la fisonoma de su arquitectura y el espacio de discurso que constituye el
relatoliterario se manifiesta ms sugerentemente. As, por ejemplo, a la vez que se nos adentra en
el tejido narrativo de algunos textos cervantinos, se nos introduce en el tejido arquitectnico de las
viviendas sevillanas, articulando la informacin documental modelos tipolgicos de viviendas,
estadio evolutivo de la casa sevillana con la
textura
que se va desentraando de relatos en los
que es manifiesta la funcionalidad de este ingrediente arquitectnico. Relatos en los que es tan
axialy pertinente el espacio
fsico
de la casa y la propia ubicacin de sta en el espacio
fsico
de la
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ciudad como
El celoso extremeo
las ventanas cegadas a la calle por el encierro conventual y
obligado aislamiento que narra , dura clausura en un momento histrico de apertura de las casas
de Sevilla a la calle, o la amplitud, cmplice a los propsitos del asaltador Loaysa, de la rica
vivienda; as tambin los corrales y terrados por los que
corre
Berganza en
El coloquio de los
perros, o la centralidad del patio en
Rinconete y Cortadillo.
Es esta una de las ms logradas
muestras de la decidida ubicacin de los autores entre el contexto y el texto.
Asimismo, la radiografa que se realiza de los mocitos pintureros de
barrio
que circulan por
esos
espacios
fsicos
llamativamente acicalados, traspasando el lmite de sus barrios en una
masculina cruzada, la aventura de la conquista a morosa o de los esclavos negros
tipologizados en su modo de habla y en su innata inclinacin a la msica y a la poesa cantada,
uno de los estratos de la lrica popular hispana de la poca, es manifestacin, como en el resto
de los apartados, de uno de los valores ms
slidos
del itinerario: el de su permanente referencia a
otros textos ajenos, contemporneos o previos, con los que los autores ponen en dilogo a la
escritura de Cervantes. Se pasa as del dejar hablar a los textos que sustancialmente alienta el
proyecto de recorrido por la geografa textual cervantina, al
dejar dialogar a los textos;
paso en el
que la mano de los conductores detecta las precisas referencias textuales con las que establecer ese
cruce
dialgico. Copete de la ostentosa indumentaria de estos mocitos representantes de un
grupo social cuya contrastada plasmacin en otros textos como
Guzmn de Alfarache
o
El
diablo
cojuelo
ayuda, precisamente, a la justa interpretacin de su expresin en Cervantes;
compleja, ajetreada y picaresca vida de la laberntica zona de la Catedral y de sus famosas Gradas
asimismo contrastadas con otras fuentes literarias, Mateo Alemn, de nuevo, o
El retrato de la
Lozana andaluza
; sede del hampa (el
Corral
de los Olmos), de la que una abundante literatura
de romances de gemianas dej cumplida constancia; colosal veleta famosa giganta de Sevilla
llamada la Giralda [...] la ms movible y voltaria mujer del mundo como reza el
Quijote
conformada metafricamente en su denominacin y atributos en la tradicin lrica popular y en
los cancioneros del siglo xvi y
arra igada,
en tanto que metfora tpica, en la vieja tradicin
literaria
de la mujer como fuente de zozobra
para
el hombre, alegora adems
posible,
en otros
textos ms cercanos como
El
viaje
entretenido
de Agustn de Rojas, de rasgos censurables de la
esencia misma de Sevilla, y autntico tema recurrente, motivo literario, en suma, en escritores
contemporneos: continuas referencias aesos otros textos ensanchan la captacin de los textos de
Cervantes,
la apreciacin de su narrativa articulacin de los espacios interiores y exteriores,
las atmsferas urbanas y vitales y los personajes reales o tpicos de la Sevilla que l
recrea.
Aqu, pues, la ubicacin es entre el texto y sus con-textos, en un efectivo dilogo de
textualidades. LaSevilla extramuros concluye, en fin, en el mismo tono general de la obra, y
dice adis a la ciudad y a su cervantino itinerario.
Aparte del trazado de tal itinerario textual, este libro cuenta con un amplio glosario final de
casi quinientas entradas en el que se recogen voces del hampa y de germana, trminos del habla
comn de la poca y el contenido significativo preciso que adquieren en los textos cervantinos. Se
tratade un instrumento
tilsimo para
los lectores en general y
para
los estudiosos cervantistas en
particulary que, de entrada, subraya ya esa valencia fundamentalsima de la lengua de Cervantes.
Pero
adems (sirvindose no
slo
de repertorios lexicogrficos pasados y presentes, como el
Tesoro de la lengua castellana
de Covarrubias o el
Lxico del marginalismo del Siglo de Oro
de
Alonso Hernndez,
sino
tambin de sus expresiones en otros textos literarios contemporneos), el
glosario amn de facilitar la lectura se transforma en herramienta en extremo valiosa para
que el lector pueda reconstruir el calado de la palabra cervantina, no
slo
histrica o
referencialmente,
sino
en la multiplicidad de estratos lingsticos y literarios que atraviesa: vale
decir, para
reconstruir cmo la palabra, la voz, el trmino forman parte tambin de un tejido
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Criticn, 99, 2007
textual.Este glosario, al cabo, sirve paracircunstancializar ese tejido textual: prueba definitiva de
que los
Itinerarios
lo son de una ciudad vertida en texto, transitada en su textualidad.
M ara
Luisa DOMNGUEZ
(Universidad de Sevilla)
Esther
ORTAS DURAND,
Leer
l
camino. Cervantes
y l Quijote n los viajeros
extranjeros
po r
Espaa 1701-1846).
Alcal de Henares, Centre de Estudios Cervantinos,2 0 0 6 . 380 p.
(ISBN: 8 4 - 9 6 4 0 8 - 2 3 - X ;
Biblioteca de Estudios Cervantinos, 18.)
Entre los efectos positivosque ha tenido la conmemoracin del cuarto centenario cervantino,
cabe
destacar la elaboracin de proyectos de investigacin patrocinados por entidades pblicas y
privadas,
con el fin de ampliar nuestro conocimiento de la fortuna del Quijote durante los cuatro
siglos
que han transcurrido desde su publicacin. Especial inters reviste, al respecto, el que se
centra
en la recepcin e interpretacin de una obra que, de libro de entretenimiento, ha pasado a
convertirse en un clsico. Dirigido desde la Universidad de Oviedo por Emilio Martnez Mata,
reconocido experto en la materia, este proyecto acaba de proporcionarnos el libro de Esther Ortas
Durand, Leer el camino. Cervantes y el Quijote en los viajeros extranjeros por Espaa 1701-
1846). El mismo ttulo de este
trabajo,
iniciado hace cinco aos, indica claramente un propsito
que la autora se aplica a concretar y justificar en su introduccin (pp. 1 5 - 3 0 ) . Haciendo hincapi
en elcorpus de los testimonios que dejaron estos viajeros durante ambas centurias, un corpus ya
configurado por los diferentes avances en su recoleccin e identificacin, Esther Ortas destaca, a
modo de advertencia previa, la necesidad de abordar con precaucin la fiabilidad de estas
relaciones como fuentes de conocimiento; no obstante, recalca con razn su inters testimonial, no
ya en el mbito meramente factual,
sino
en la reconstruccin de la imagen que estos visitantes
llegaron a formarse del pas, de sus costumbres y de su cultura. Por
ello,
en vista de la difusin
cada
vez mayor del
Quijote
allende los Pirineos, cabe agradecer a la autora haber estudiado, en un
libro de conjunto, los ecos de Cervantes y de su obra que los extranjeros mostraron en dichas
relaciones, en funcin de la presencia, valoracin y utilizacin del universo cervantino en la
construccin de sus itinerarios y en la escritura de sus viajes.
A
este primer mrito se suma
o tro:
la abundancia de las fuentes aprovechadas por Esther
Ortas ,
como se infiere no slode su
rica
bibliografa (pp. 3 4 7 - 3 8 0 ) , sino tambin de la cronologa
que la precede (pp.
2 8 3 - 3 4 3 ) .
El material as reunido es analizado con especial cuidado: prueba de
ello son los numerosos textos, sacados de ms de cien relaciones, que Esther Ortas cita y traduce
cad a vez al castellano, antes de comentarlos al hilo de su exposicin. Sobre estas bases, su
investigacin
sigue
un esquema lgico y sencillo. Un primer captulo, de carctergeneral (pp. 31-
6 8 ) ,recoge las referencias a Cervantes en tanto que literato y hombre, as como las que remiten a
su teatro y a su novelstica, desde la
Galatea
hasta el
Persiles.
Un segundo captulo, de mayor
extensin (pp. 6 9 - 2 8 2 ) , examina sucesivamente los juicios relativos a la valoracin y fortuna del
Quijote, a los personajes de la novela, a los espacios y paisajes y a los episodios. Un apartado
final, a modo de eplogo ms que de conclusin Ver o vivir las aventuras quijotescas
(pp.
2 7 2 - 2 8 2 ) t ra ta
de las ocasiones en que algunos de los viajeros se dejaron contaminar por
las ensoaciones del
ingenioso
hidalgo, en un curioso cruce entre literatura y vida.
Si se contempla de una manera de panormica las informaciones que nos dan estos
testimonios, recogidos y analizados con una paciencia y un rigordignos de los mximos elogios,
notable es la distancia que media entre su cantidad y su calidad. La responsabilidad de este desfase
no la tienen los mismos viajeros, procedentes de varios mbitos, pero entre los cuales figuran
autores de primera fila: Saint-Simon, Alfieri, Southey, Humboldt, Chateaubriand, Custine,
Delacroix, Stendhal, Thophile Gautier, Vctor Hugo, Edgard Quinet, Alexandre Dumas. Se debe
RITICN. Nm. 99 (2007). Pedro M. PIERO RAMREZ y Rogelio REYES CANO. Itinerarios de la Sevilla de Cervantes. La ...