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PEREGRINAMENTE PEREGRINOS

Carmen Agulló Vives

Madrid, 31 agosto, 2003. Dos buenas amigas, compañeras que fueron de curso en la Facultad de Murcia, entretenían mi espera hasta la hora del tren Madrid-I Jsboa, en el que me disponía a pernoctar. Una de ellas, al conocer el objeto principal del V-CINDAC, comentó con añoranza cuánto nos hablaba don Ángel Valbuena del Persiks en sus clases, siempre magistrales.

Seguir fiel al entusiasmo de los maestros, medio siglo pasado, tal vez sea el motivo por el que José Montero Reguera haya tenido la peregrina idea de solicitar de mí una crónica sobre lo acontecido en Lisboa del 1 al 5 de septiembre, año /// supra.

He de expresar aquí mi agradecimiento por tan amable encargo, aunque no respondo de resultados satisfactorios para el lector cervantista experto. Sí confieso que, una vez más, me siento obligada con nuestro querido Presidente, pues mi asistencia a la celebración persilesca no estaba prevista cuando, en principio, se proyectaba realizarla en Islandia. Mucha isla aquella y mucho mar por medio para que yo me sintiera inclinada a emprender viaje émulo del que realizaran en su día la hermosa Auristela y acompañantes. He aquí que llegó la convocatoria formal del V-CINDAC y quien esto escribe no tuvo valor para renunciar a tan apetecible viaje, sin andar de puerto en puerto y de isla en isla, sujeta a la inconstancia del mar y a la movible voluntad de los vientos. Gracias, siempre oportuno Casasayas.

A esto se añade que viajaba a Lisboa por primera vez v, al aliciente del Congreso, se unía el de visitar ciudad tan celebrada en la que me esperaban cordialmente los agradecidos esposos cuva historia pudo ser digna del mismo Cervantes y yo relaté sucintamente en uno de mis libros, con ampliación posible en otro

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de ellos, todavía nonato. Y, para mayor regocijo, Bequi, la esposa, trabaja como Secretaria del Coro en la Fundación Calouste Gulbenkian, sede el Congreso, y tuvo oportunidad no solo de hacerme los honores en privado sino también a todo cervantista que por el lugar de encuentro pasara a las doce de cada mañana, entre ponencia y ponencia. Hasta encontró a un paisano, de Iniesta, profesor en Salamanca, amigo de amigos, ya sabéis, la cadena de coincidencias, todo muy cervantino y persilesco, pero en vivo.

Tres aspectos podría considerar en esta crónica: el Congreso en sí, el lugar de celebración y Lisboa, la ciudad.

En cuanto al primero y principal me encuentro en situación privilegiada, por cuanto, al asistir como fiel OYENTE, ningún día me sentí condicionada por la personal tensión de presentar la Ponencia y estar pendiente del efecto causado por la misma en los colegas.

No deja de ser comprometida mi tarea si intentara recordar nombres, temas, coloquios, ya que siempre se sentirá preterido aquel de cuyo nombre me olvidare.

Recuerdo, en el Congreso de Lepanto, con qué habilidad el profesor Martín Moran, era en Patrás y en un Hotel, nos sedujo con el "invento" del palacio del cervantismo, lleno de estancias y corredores, en una brillante exposición en la que pudo permitirse el lujo de omitir nombres sin ofensa para los presentes. Bien es cierto que, en las Actas del IV-CINDAC, hemos tenido oportunidad de comprobar su documentada información. Conferencia aquella, pues, hablada, como pide el Presidente.

Aunque ahora se trata de escribir, no voy a abusar del paciente lector con datos que aparecerán en las Actas ya prometidas (Vid. Circular marzo 2004, Nueva etapa, punto 3). Me limito a recordar el ambiente, la clásica distribución de Ponencias en tres salas simultáneas, con el consiguiente trasiego del personal, las cuatro sesiones plenarias, la constante y ejemplar asistencia de los congresistas, pese a las reservas iniciales de don José María, la cordialidad internacional reinante, lástima que, en semejante ocasión, no acudiera infinita gente a ver los extranjeros, tal vez debido a

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que no se nos ocurrió desembarcar en Belén, sino en la Gulbenkian, y cada uno a su aire.

Qué agradable lugar la sede del Congreso. Los jardines, el lago, las cristaleras a través de las cuales nos parecía estar en un Botánico escuchando a los ponentes, el gran salón de Conferencias, el Auditorio, las dependencias propias de la música y la danza, —todo lo vi con Bequi, incluso ensayos—, el museo... y la plaza de España, tan próxima, con la Embajada de nuestro país, de cuyos jardines y salones pudimos disfrutar en la recepción ofrecida por el Señor Embajador, atento y exquisito en extremo. Allí mantuve con Montero Reguera una breve conversación, inicio de cordial amistad que me tiene escribiendo para todos los cervantistas sin haberlo previsto. Lo que dan de sí las recepciones. No puedo pasar por alto el eco que tuvo nuestro Congreso en la prensa de Lisboa; el n" 859, primera quincena de septiembre, del jornal de Jotras Artes e Ideias dedica en portada y páginas interiores, 5/11, amplia información al tema Cerrantes em Portugal, todo ello auspiciado por la infatigable María Fernanda de Abreu, de todos bien conocida.

Lisboa, la ciudad. Seré muy breve. Cada congresista tendrá su personal e intransferible recuerdo de Lisboa. Hasta el mío guardo en el corazón. Prefiero resumir todos los elogios posibles con palabras ajenas. Iniciaba la crónica haciendo referencia al encuentro y conversación con una amigas antes de emprender el viaje. De regreso en Albacete tropecé con un colega, jubilado como yo, a quien en breve charla di cuenta de mi estancia en Lisboa. Sus palabras fueron: Lisboa, la ciudad en la que me hubiera gustado vivir y morir. ¿Cabe elogio mejor?

Amigo lector, este no es un final de efecto. Habrás de soportarme todavía.

Solo dos anécdotas: en una sesión de ponencias, a la que asistí, no diré nombres, a la hora de las preguntas, hubo quien no salía del jardín retórico interrogante hasta el extremo de que estuve a punto de gritar porfavor, que venga Casasayas.

Segunda: estos Congresos no terminan el día de la clausura; puedo dar fe con mi experiencia. No en el Alcaná de Toledo, sino

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en el complicado cerebro de mi ordenador, Platero es su nombre, he hallado un cartapacio con el romance que brindo a Cervantes poeta, hoy con capa y buen asiento en el Parnaso celeste, y tal vez cerca de Juan Ramón. Espero que no me convierta en calabaza por el atrevimiento:

Onomástica canina En la ciudad de Lisboa —Congreso de cervantistas-me interesó una Ponencia dedicada a canifilia por aquello de Berganza, gran relator de su vida ante un Cipión asombrado que escuchaba y asentía. Acompañó la ponente con muchas diapositivas su disertación, y en ellas vimos muestras bien distintas de perros grandes v chicos, domésticos y en jauría, españoles y extranjeros desde Inglaterra a la China. Yo, por mera distracción, pensé escribir una lista con los nombres de los perros que me encontraba en la vía preguntando cortésmente a quienes los conducían. ¡Qué mundo este de los perros llamados de compañía! Sus dueños los idolatran, con gran esmero los cuidan, relatan apasionados sus gracias y picardías, presumen de sus orígenes y los nombres justifican de mil y una maneras con historias inauditas. Sin más preámbulos paso a la relación verídica: ciento treinta y siete nombres distintos hay en la lista, todos de auténticos perros

que ante mí tuve algún día. Gaspar, Rafael, Manolo, Lucas, Sendi, Dulce, Pizca, Rigoletto, Gus, Galindo, Tigre, Curro, Chufi, Kira, Corbato, Boliche, Fany, Fox, Caruso, Toni, Kimba, Raquel, Eurídice, Kan, Orfeo, Sansón, Atila, Ramona, Pirulo, Bécquer, Hércules, Trotski, Conguita, Pitus, Candi, Como-tú, López, Listo, Chusqui, Linda, Septiembre (o Seti), Mateo, Romero, Dick, Campanita, Moncófar (o Mon), Kazan, Venus, Cati, Lola, Simba, Bubu, Careto, Porqué, Goten, Pepi, Boto, Nina, John, Estrella, Moro, Lasi, Morucha, Brush,Tresqui,Chispa, Súker, Pluto, Lasi, Golfi, Lara, Pecas, Etna, Midas. Van setenta y cuatro nombres, hora es de cambiar la rima porque ya peca el romance de cierta monotonía.

La —/- se convierte en -u-y se nos presentan Curra, Sara, Charlie, Quiqui, Zeus, Cholli, Zara, Cora, ] .una, Tana (o Aitana), Judith, Jara, Quela, Gufi, Lula, Iris, Tara, Dona, Poncho, Lala, Sonia, Tobi, Trufa, Pipo, Paco, Lagun, Lupi,

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Cronos, Senda, Nana, Lúa, Pepo, Cico, Chiqui, Bono, Pendón, Leo, Bobi, Trulla, Liqui, Luqui, Rufus, Unkas, Sacha, Pecas, Caqui, Mondi, Blasa, Seila, Cocky, Bruma. Harto estarás ya, lector, de onomástica perruna, no maldigas a Cervantes que no fue suya la culpa aunque escribiera el Coloquio con su magnífica pluma.

Ana, Perla, Peter, Tami, Rocky, Neska, Sena, Bruja, Dama, Baby, Piuca, Nelkis, Cierra los ojos y deja esta cansada lectura. A la vuelta de la página nuevo estilo trae la musa (no ha sido error tipográfico lo de la musa en minúscula. Es la mía de ir por casa y, de las Nueve, ninguna).

No, no, paciente lector. A la vuelta de la página espera en este flamante primer número del BOLETÍN de la AC, larga vida le deseo, texto con otra firma. La continuación en prosa de mi historia la reservo para el próximo libro, nonato.

En Albacete, a 3 de junio, 2004.

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