10 El Correo de Andalucía CINCO COLUMNAS 11 UN TIPO CALVO Y … · 2018-08-01 · Mortadelo y...

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El Correo de Andalucía Domingo, 8 de noviembre de 2015 El Correo de Andalucía Domingo, 8 de noviembre de 2015 10 / CINCO COLUMNAS / / CINCO COLUMNAS / 11 tearon los veranos, pasaron los recreos, fueron al váter, hicie- ron amigos, se rieron, apren- dieron a leer, se doctoraron en fantasear, emprendieron sus pinitos como dibujantes, se forjaron un impagable vocabu- lario (hotentote, pedrisco, po- rras, merluzo, sapristi, quite, quite...), descubrieron intere- santes salidas profesionales (caco, mangante, matón, gori- la, enchufador de parientes, birlador de objetos persona- les...), cazaron monstruos, se patearon países incluidos mu- chos imaginarios, destacaron en deportes inventados e hicie- ron de todo con estos dos ases del humor de la infancia espa- ñola. Lo único que le falta a es- ta edición especial es un pros- pecto donde advierta a los me- lancólicos, nostálgicos, enmorriñados y niños disfraza- dos de adultos cual mortadelos de andar por casa que consul- ten a su médico antes de qui- tarles los plastiquitos a la co- lección y meter las narices en ella. Porque la impresión es de aúpa, y como tenga que venir Bacterio a ponerle remedio... Encima, va el historiador Anto- ni Guiral y dice esas preciosida- des que dice en cada tomo... Esta colección no es del to- do nueva ya que se lanzó en 2011, pero hay algo que sí lo es: el dato de que, gracias a ella, se acaba de saber que la verdade- ra patria de estos dos agentes de alicatada azotea no es la Ca- taluña que los vio nacer en 1958, sino la Andalucía de hoy, chínchese quien quiera. Anda- lucía es, según acaba de contar Signo Editores, la región con más devoción a esta pareja de detectives, con 3.900 coleccio- nes adquiridas; seguida de Ca- taluña (2.896), Galicia (2.585) y Valencia (2.811 hogares dispo- nen de esta obra, como objeto de coleccionis- mo). Dentro de la región, los mayo- res admiradores se encuentran en Mála- ga, con 1.356 coleccio- nes adquiridas; seguida de Cádiz (1.211 obras); Sevilla (940) y Granada, con 354. Va- mos, que en la Costa del Sol se abanican con el caso de Cha- peau el Esmirriau. Quienes así procedan se sor- prenderían al ver cómo eran los primeros dibujos de Morta- delo y Filemón, recogidos en el primer tomo de la colección: el primero parecía un enterrador, con su sombrero alto, y el de los dos pelos iba de Sherlock Holmes por la vida hasta en el detalle de la pipa. Tampoco es- taba muy claro cómo se iban a llamar: el padre de los persona- jes propuso varias opciones (Mr. Cloro y Mr. Yesca, agencia detectivesca; Ocarino y Perna- les, agentes especiales; Lentejo y Fideíno, detectives finos...) hasta que triunfó la ya conoci- da. Fueron los titubeantes ini- cios de una genialidad que pronto cogió su rumbo definiti- vo y que encumbró a Francisco Ibáñez como el mejor autor de tebeos de todos los tiempos (póngase aquí imagen del cita- do dibujante sacudiéndose, in- diferente, las pelusas de la so- lapa). Sí, su éxito fue mundial y en los años 70 no se leía otra cosa. Para saber cómo iban el Madrid o el Betis, la gente com- praba el Pulgarcito. El mundo entero quiso publi- car estas aventu- ras, y, como recuerda Guiral, en cada país les adju- dicaron un nombre diferente: Mortadel et Filémon (Francia), Sala- mao e Mortadela (Portugal), Morta- della e Filemóne (Italia), Zriki Svargla i Sule Globus (Yugoslavia, que no en vano se fue al gare- te, con esos nom- brecitos), Clever und Smart (Alemania), Antirix kai Sym- phonix (Gracia), Dörtgöz ve Dazlak (Turquía), Flip og Flop (Dinamarca)... En los años 80, al profesor Bacterio se le ocurrió un me- junje capaz de convertir las editoriales en una mina de oro, y de resultas de inoculárselo a la editorial Bruguera, esta se fue a pique, matarile, rile, rile, tras haber vendido apenas unos años antes la friolera de 240.000 ejemplares semanales de las peripecias de los agentes de la TIA. Así que entre 1986 y 1987 sucedió lo nunca visto: que Ibáñez no hizo ni una sola viñeta de Mortadelo y File- món. Pero los efectos de la pó- cima de Bacterio eran pasaje- ros y al final, con Ediciones B, se recuperó la serie y santas pascuas. Eso sí, habían cam- biado algunas cositas (pocas, pero importantes): ahora, los políticos y la política entraban a formar parte de los argumen- tos. La culpa la tuvo el caso Juan Guerra, que dio lugar en 1992 al álbum El atasco de in- fluencias, donde se recogía un hermoso ramillete de chanchu- llos posibles que han dado ideas impagables a los gober- nantes de España y sus regio- nes desde entonces y hasta la fecha, como podrá comprobar- se en cualquier periódico que tenga en la guantera del coche. El protagonista de aquella aventura era Juanito Batalla, y al final lo trincaban... junto a su hermano, el de las gafas modelo Telefunken. Ejem. «Me gustaría que otros auto- res continuasen Mortadelo y Filemón cuando yo no esté», dijo Ibáñez a Viñetas y bicadi- llos. Menuda pamplina. Cuan- do él no esté, que lo busquen Mortadelo y Filemón. Lo mis- mo lo encuentran en Andalu- cía, donde tanto se le quiere. ~ Andalucía es el lugar donde más quieren a Mortadelo y Filemón. Lo acaban de descubrir los autores de la más bella edición para coleccionistas de las aventuras de la pareja S i no fuese por el sonoto- ne, Mortadelo no habría oído el despertador. ¡Lo que hace la vejez...! Con mala gana y peor cuerpo, el ti- po calvo y con gafas se quita la bolsa de agua calentita para la esclerosis costillar, el parche poroso para el atasco bron- quial, el pañal recauchutado para la flojera intestinal (mo- mento en que se le ve el culo, por cierto), se toma el jarabe de la tos, se echa las gotas para la conjuntivitis y se endiña la ma- cedonia de pastillas para la ci- rrosis, las hemorroides, la prostatitis... Es el achacoso co- mienzo del álbum ¡...Y van 50 tacos!, que se publicó en 2007 al cumplirse el medio siglo de vida de la pareja literaria más importante que ha dado Espa- ña después de Don Quijote y Sancho Panza. Qué poco tenían que ver esos arrechuchos de carcamal con aquellas otras lo- zanas estampas de juventud que se podían disfrutar en el Almanaque Gran Pulgarcito de 1970, donde bajo el título La verdadera historia de Mortade- lo y Filemón se recogían los años mozos de la pareja de in- vestigadores: los berridos de Mortadelo al nacer (que hasta se tuvieron que mudar de ciu- dad); aquella loción formida- ble que le dio el profesor Bacte- rio para que no tuviera que preocuparse más por su lustro- sa mata de pelo (y así fue: no tuvo que preocuparse más); las malas notas de Filemón en el cole y cómo acabó un siendo jefe del otro e ingresando en la TIA... Pues todo ello, más mu- cho de lo de antes, casi todo lo de en medio y un puñado de lo de después, figura en una anto- logía para coleccionistas publi- cada en diez tomos por Signo Editores y ante cuya contem- plación devota solo puede de- cirse una cosa: que no hay sufi- cientes kleenex en los semáfo- ros de España ni papel en los tebeos de Francisco Ibáñez pa- ra secar las lágrimas de emo- ción de quienes, desde que les salió el flequillo hasta que lo perdieron (marca de la casa), crecieron, se acostaron, remo- lonearon, hicieron rabona, ses- UN TIPO CALVO Y OTRO CON DOS PELOS César Rufino En Grecia se llamaban Antirix y Symphonix, En Alemania eran Clever y Smart La edición para coleccionis- tas de Mortadelo y Filemón, de Signo Editores.

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El Correo de Andalucía Domingo, 8 de noviembre de 2015

El Correo de Andalucía Domingo, 8 de noviembre de 2015

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tearon los veranos, pasaron los recreos, fueron al váter, hicie-ron amigos, se rieron, apren-dieron a leer, se doctoraron en fantasear, emprendieron sus pinitos como dibujantes, se forjaron un impagable vocabu-lario (hotentote, pedrisco, po-rras, merluzo, sapristi, quite, quite...), descubrieron intere-santes salidas profesionales (caco, mangante, matón, gori-la, enchufador de parientes, birlador de objetos persona-les...), cazaron monstruos, se patearon países incluidos mu-chos imaginarios, destacaron en deportes inventados e hicie-ron de todo con estos dos ases del humor de la infancia espa-ñola. Lo único que le falta a es-ta edición especial es un pros-pecto donde advierta a los me-lancólicos, nostálgicos, enmorriñados y niños disfraza-dos de adultos cual mortadelos de andar por casa que consul-ten a su médico antes de qui-tarles los plastiquitos a la co-lección y meter las narices en ella. Porque la impresión es de aúpa, y como tenga que venir Bacterio a ponerle remedio... Encima, va el historiador Anto-ni Guiral y dice esas preciosida-des que dice en cada tomo...

Esta colección no es del to-do nueva ya que se lanzó en 2011, pero hay algo que sí lo es: el dato de que, gracias a ella, se acaba de saber que la verdade-ra patria de estos dos agentes de alicatada azotea no es la Ca-taluña que los vio nacer en 1958, sino la Andalucía de hoy, chínchese quien quiera. Anda-lucía es, según acaba de contar Signo Editores, la región con más devoción a esta pareja de detectives, con 3.900 coleccio-nes adquiridas; seguida de Ca-taluña (2.896), Galicia (2.585) y Valencia (2.811 hogares dispo-nen de esta obra, como objeto

de coleccionis-mo). Dentro de la región, los mayo-res admiradores se encuentran en Mála-ga, con 1.356 coleccio-nes adquiridas; seguida de Cádiz (1.211 obras); Sevilla (940) y Granada, con 354. Va-mos, que en la Costa del Sol se abanican con el caso de Cha-peau el Esmirriau.

Quienes así procedan se sor-prenderían al ver cómo eran los primeros dibujos de Morta-delo y Filemón, recogidos en el primer tomo de la colección: el primero parecía un enterrador, con su sombrero alto, y el de los dos pelos iba de Sherlock Holmes por la vida hasta en el detalle de la pipa. Tampoco es-taba muy claro cómo se iban a llamar: el padre de los persona-jes propuso varias opciones (Mr. Cloro y Mr. Yesca, agencia detectivesca; Ocarino y Perna-les, agentes especiales; Lentejo y Fideíno, detectives finos...) hasta que triunfó la ya conoci-da. Fueron los titubeantes ini-cios de una genialidad que pronto cogió su rumbo definiti-vo y que encumbró a Francisco Ibáñez como el mejor autor de tebeos de todos los tiempos (póngase aquí imagen del cita-do dibujante sacudiéndose, in-diferente, las pelusas de la so-lapa). Sí, su éxito fue mundial y en los años 70 no se leía otra cosa. Para saber cómo iban el Madrid o el Betis, la gente com-praba el Pulgarcito. El mundo entero quiso publi-car estas aventu-ras, y, como recuerda Guiral, en cada país les adju-dicaron un nombre diferente: Mortadel et Filémon (Francia), Sala-mao e Mortadela (Portugal), Morta-della e Filemóne (Italia), Zriki Svargla i Sule Globus (Yugoslavia, que no en vano se fue al gare-

te, con esos nom-brecitos), Clever und Smart (Alemania), Antirix kai Sym-phonix (Gracia), Dörtgöz ve Dazlak (Turquía), Flip og Flop (Dinamarca)...

En los años 80, al profesor Bacterio se le ocurrió un me-junje capaz de convertir las editoriales en una mina de oro, y de resultas de inoculárselo a la editorial Bruguera, esta se fue a pique, matarile, rile, rile, tras haber vendido apenas unos años antes la friolera de 240.000 ejemplares semanales de las peripecias de los agentes de la TIA. Así que entre 1986 y 1987 sucedió lo nunca visto: que Ibáñez no hizo ni una sola viñeta de Mortadelo y File-món. Pero los efectos de la pó-cima de Bacterio eran pasaje-ros y al final, con Ediciones B, se recuperó la serie y santas pascuas. Eso sí, habían cam-biado algunas cositas (pocas, pero importantes): ahora, los políticos y la política entraban a formar parte de los argumen-tos. La culpa la tuvo el caso Juan Guerra, que dio lugar en 1992 al álbum El atasco de in-fluencias, donde se recogía un hermoso ramillete de chanchu-llos posibles que han dado ideas impagables a los gober-nantes de España y sus regio-nes desde entonces y hasta la fecha, como podrá comprobar-se en cualquier periódico que tenga en la guantera del coche.

El protagonista de aquella aventura era Juanito Batalla, y al final lo trincaban... junto

a su hermano, el de las gafas modelo Telefunken. Ejem.

«Me gustaría que otros auto-res continuasen Mortadelo y Filemón cuando yo no esté», dijo Ibáñez a Viñetas y bicadi-llos. Menuda pamplina. Cuan-do él no esté, que lo busquen Mortadelo y Filemón. Lo mis-mo lo encuentran en Andalu-cía, donde tanto se le quiere. ~

Andalucía es el lugar donde más quieren a Mortadelo y Filemón. Lo acaban de descubrir los autores de la más bella edición para coleccionistas de las aventuras de la pareja

Si no fuese por el sonoto-ne, Mortadelo no habría oído el despertador. ¡Lo que hace la vejez...! Con

mala gana y peor cuerpo, el ti-po calvo y con gafas se quita la bolsa de agua calentita para la esclerosis costillar, el parche poroso para el atasco bron-quial, el pañal recauchutado para la flojera intestinal (mo-mento en que se le ve el culo, por cierto), se toma el jarabe de la tos, se echa las gotas para la conjuntivitis y se endiña la ma-cedonia de pastillas para la ci-rrosis, las hemorroides, la prostatitis... Es el achacoso co-mienzo del álbum ¡...Y van 50 tacos!, que se publicó en 2007 al cumplirse el medio siglo de vida de la pareja literaria más importante que ha dado Espa-ña después de Don Quijote y Sancho Panza. Qué poco tenían que ver esos arrechuchos de carcamal con aquellas otras lo-zanas estampas de juventud que se podían disfrutar en el Almanaque Gran Pulgarcito de 1970, donde bajo el título La verdadera historia de Mortade-lo y Filemón se recogían los años mozos de la pareja de in-vestigadores: los berridos de Mortadelo al nacer (que hasta se tuvieron que mudar de ciu-dad); aquella loción formida-ble que le dio el profesor Bacte-rio para que no tuviera que preocuparse más por su lustro-sa mata de pelo (y así fue: no tuvo que preocuparse más); las malas notas de Filemón en el cole y cómo acabó un siendo jefe del otro e ingresando en la TIA... Pues todo ello, más mu-cho de lo de antes, casi todo lo de en medio y un puñado de lo de después, figura en una anto-logía para coleccionistas publi-cada en diez tomos por Signo Editores y ante cuya contem-plación devota solo puede de-cirse una cosa: que no hay sufi-cientes kleenex en los semáfo-ros de España ni papel en los tebeos de Francisco Ibáñez pa-ra secar las lágrimas de emo-ción de quienes, desde que les salió el flequillo hasta que lo perdieron (marca de la casa), crecieron, se acostaron, remo-lonearon, hicieron rabona, ses-

UN TIPO CALVO Y OTRO CON DOS PELOS

César Rufino

En Grecia se llamaban Antirix y Symphonix, En Alemania eran Clever y Smart

La edición para coleccionis-

tas de Mortadelo y

Filemón, de Signo Editores.

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