15 Poemas de escritores Salvadoreños

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Cara y cruz de Claudia Lars Alta visión de un sueño sin espina, honda visión en realidad clavada; ansia de vuelo en recta que se empina, miedo del paso en curva accidentada. Rosa de sombra, rosa matutina, una caída y otra levantada; ángeles invisibles en la esquina donde el presente cambia de jornada. Marca el momento signo de la altura: brote de carne limpia y sangre pura en renovado campo de infinito... Y en promesa inefable y verdadera -Gabriel de anunciaciones y de espera- un mundo sin cadenas y sin grito. La armonía (David Escobar Galindo) La armonía es un río transitable. Cada aurora embarcamos corriente abajo, en ceremonia inédita. No recordamos nunca las estaciones en las que paramos ayer o antes de ayer o antes de siempre. En el viaje que a diario se repite en una barca nunca vista. Y aunque escribamos cotidianamente las minuciosas obras del trayecto, mañana la aventura será virgen.

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Poemas de escritores Salvadoreños

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Cara y cruz de Claudia Lars

Alta visión de un sueño sin espina, honda visión en realidad clavada; ansia de vuelo en recta que se empina,

miedo del paso en curva accidentada.

Rosa de sombra, rosa matutina, una caída y otra levantada; ángeles invisibles en la esquina

donde el presente cambia de jornada.

Marca el momento signo de la altura: brote de carne limpia y sangre pura en renovado campo de infinito...

Y en promesa inefable y verdadera

-Gabriel de anunciaciones y de espera- un mundo sin cadenas y sin grito.

La armonía (David Escobar Galindo)

La armonía es un río transitable. Cada aurora embarcamos

corriente abajo, en ceremonia inédita. No recordamos nunca las estaciones en las que paramos

ayer o antes de ayer o antes de siempre. En el viaje que a diario se repite

en una barca nunca vista. Y aunque escribamos cotidianamente las minuciosas obras del trayecto,

mañana la aventura será virgen.

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Un Rancho y Un Lucero

Alfredo Espino

Un día ?¡primero Dios!? has de quererme un poquito. Yo levantaré el ranchito

en que vivamos los dos.

¿Que más pedir? Con tu amor, mi rancho, un árbol, un perro, y enfrente el cielo y el cerro

y el cafetalito en flor...

Y entre aroma de saúcos, un zenzontle que cantará y una poza que copiará

pajaritos y bejucos.

Lo que los pobres queremos, lo que los pobres amamos, eso que tanto adoramos

porque es lo que no tenemos...

Con sólo eso, vida mía; con sólo eso: con mi verso, con tu beso,

lo demás nos sobraría...

Porque no hay nada mejor que un monte, un rancho, un lucero, cuando se tiene un "Te quiero"

y huele a sendas en flor...

El Nido Alfredo Espino

Es porque un pajarito de la montaña ha hecho, en el hueco de un árbol, su nido matinal, que el árbol amanece con música en el pecho,

como que si tuviera corazón musical.

Si el dulce pajarito por entre el hueco asoma,

para beber rocío, para beber aroma, el árbol de la sierra me da la sensación

de que se le ha salido, cantando, el corazón.

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Quezaltepec

Alfredo Espino

La noche fue dantesca... En medio del mutismo

rompió de pronto el retumbar de un trueno...

Tropel de potros que rompiera el freno y se lanzara, indómito, al abismo...

Un pálido fulgor de cataclismo,

al cielo que antes se mostró sereno, siniestramente iluminó de lleno,

como si el cielo se incendiara él mismo...

Entre mil convulsiones de montaña

se abrió la roja y palpitante entraña en esa amarga noche de penuria...

Y desde el cráter en la abierta herida

brotó la ardiente lava enfurecida

como un boa incendiando de lujuria.

Cañal en flor

Alfredo Espino Eran mares los cañales que yo contemplaba un día (mi barca de fantasía bogaba sobre esos mares). El cañal no se enguirnalda como los mares, de espumas; sus flores más bien son plumas sobre espadas de esmeralda... Los vientos-niños perversos- bajan desde las montañas, y se oyen entre las cañas como deshojando versos... Mientras el hombre es infiel, tan buenos son los cañales, porque teniendo puñales, se dejan robar la miel... Y que triste la molienda aunque vuela por la hacienda de la alegría el tropel, porque destrozan entrañas los trapiches y las cañas... ¡Vierten lagrimas de miel!

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El Salvador será (Roque Dalton)

El Salvador será un lindo y (sin exagerar) serio país cuando la clase obrera y el campesinado

lo fertilicen lo peinen lo talqueen le curen la goma historica

lo adecenten lo reconstituyan y lo echen a andar.

El problema es que hoy El Salvador tiene como mil puyas y cien mil desniveles

quinimil callos y algunas postemillas cánceres cáscaras caspas shuquedades

llagas fracturas tembladeras tufos.

Habrá que darle un poco de machete lija torno aguarrás penicilina baños de asiento besos pólvora.

Hugo Lindo

Dormiremos aquí

Dormiremos aquí donde la hormiga

acumula su sórdida riqueza.

Aquí, donde el verano no se atreve a hincar la azada ni a plantar la flecha.

Aquí donde el festón de las raíces

se agazapa y enreda. Dormiremos.

Donde el agua inefable del invierno

se filtra, leve, queda, hasta mojar los párpados

y la sonrisa yerta. Aquí,

taller sombrío en que se forjan las cosechas. Dormiremos aquí.

Cerrad la puerta.

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El Ojo De Agua de Salvador Salazar Arrué

Entre cañas,

entre yerbas,

abrazando furtivo la paloma del cielo…

Escondido,

tembloroso, ambicioso,

lúbrico…

Agua pechuga;

agua pluma;

agua…

¡Ladrón de luz, niño malo,

devuelve al aire

la mensajera luminosa,

la mensajera de amor,

la cristófora-colomba

que escondes contra el pecho!

La Brisa de Salvador Salazar Arrué

Sopla la caña de la brisa leve

y hay la melodía que se irisa; se danza con la dicha de la brisa y hay dicha en la hoja que se mueve.

Al soplo de esta música en ?crechendo?

la espiga ensaya un ritmo trascendente aprendido en la fuga de la fuente

y se sabe fugar, permaneciendo…

Sobre el juncal que cimbra con delicia, ondulando la luz, en su caricia despierta melodías olvidadas

y se mueven sus manos angelinas, que interpretan llanuras y colinas, con prisa de palomas desaladas.

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David Escobar Galindo

Vi la tierra descalza

Vi la tierra descalza

y quise descalzarme yo también.

Oí el agua desnuda

y quise desnudarme yo también.

Sentí el aire indefenso

y quise estar inerme yo también.

Me habló el fuego en lo oscuro

y quise hallarme solo yo también.

Entonces escuché gemir al semejante

y busqué convertirme en los cuatro elementos

para la redención de ese gemido.

David Escobar Galindo

TREN DE LA NOCHE

Suena el tren en la noche

—¿llamando a quién, a quiénes?—,

el tren abajo, en los cañaverales,

como una larga serie de pañuelos llorados;

y su llamar se junta al fuego de los perros,

sofocando las luces pequeñas y amarillas,

llamándonos, llamándonos,

porque nosotros, madre, nos iremos en él,

con la canasta virgen y la hermanita enferma

y un envoltorio de pañales

como dormidas mariposas,

y el tren no espera, no, no espera nunca,

y por eso corremos entre el polvo nocturno

como fieles y nítidas luciérnagas...

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Manlio Argueta

Promesa

Juro no alzar la voz. No sublevarme. No decir la verdad cuando nos duela.

Ofrecer la mejilla cada vez que me ofendan. A los pobres

daré limosnas. Comeré pan duro para ser bueno con todos. Sólo dinero (pues no tengo nada)

no habré de repartir... Después morir tranquilamente libre de pecados,

de bronconeumonía o de un callo en el pie o de un catarro en el alma.

Manlio Argueta

Temor imaginado

Me da miedo quererte, por eso me conformo con dibujar tu nombre con mi miel y mis ojos, navegar en las ondas de tu cuerpo de mar.

Me da miedo llamarte. Cada palabra tuya

a la distancia son tus labios que vuelan y tu celo que tiembla al ritmo de mi cuerpo.

Me da miedo la música de tus voz en el aire y perderme en el tiempo sin tiempo del temor.

Me da miedo el encuentro de tu sangre y mi sangre, no poder traducir el lenguaje distinto

de tus actos que vuelan en la flor y las aves. Sólo tu ofrenda libre me repone del miedo

para vencer lo real de tu asombro desnudo que al tacto de mis manos es piel imaginada.

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David Escobar Galindo

Por nómadas caminos

Por nómadas caminos secundarios

se llega siempre al sur, piedras abajo, hasta encontrar los rastros del origen.

En estas tierras bajas se aglomeran

vestigios de extraviados manantiales,

basureros gemelos del crepúsculo,

serenas maquinarias desterradas,

y también las familias de los dioses

que como enjambres fértiles

siguen goteando miel

por las truncas proezas del enigma.