1921 Higiene Sanitaria en Colombia

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LA NIGI~N~ PlJBLIGA I'OI! 1:1, Dr EMILIO R. CONI M iemhro y laurea,!o (mc,lalb d·~ ¡.la!a) de la :\(';ulemia de Medicina de Pari¡; tlt:97), Miembro y laureado (medalla d~ plata) Je la Asociaci,1O Intema"ional ,'ontra la lub"n:ulnsis (l'lUX); !\Ii"r'¡!,re. ¡'ouorario de las Academias de :\fedi,ina de Buenos Aires <IS'}Ii) Rio de Jaud", (II-,S) )' :\¡;'jico (¡'JO,); !\Iiemlllo mrre'- pondiente de jas :\l'adeOlias ,ie Medi,'in:l Je Roma, Turin. Barcelona, Lima, Ca- racas r Bo¡;otá: M icmllra de Tll.;ri,,, de la ¡\cadelllia de Ci"neias de La Habana' (1,;20): E'l'residentc de las Liga" Ltinoall'eric:lIl;¡S ('ontra la tuberculosis)' la ;1'.3.- ¡iasis (\')01 y 1')07); Fundador)' t':qlle,icente de la Liga :llgelltin:l ('ontra la tu- bcr('ulo"i:; (I'JOI): Fundador y .til"etol de los Dispensarios de la Liga argentina tonl,'a la tuberculosi5; Mieml)'" ;'lIilOrario de las li¡¿as contra la tuberculosis de Montel idlo, I{Í" de !aneira \' Slll l'ablo; Fundado;' V dire('te.r "ad hOIlOreTll" del Sanatolio l11unicip:¡J Uaclor "t'Ollll' (le;o:); Expresi"",;!" de la ~'-,c'Íed,,-d ar¡~"nlina de protila"is sanitaria y morai (l'J():'); I'rt.'mio Rawson (Puericultura) de la- Fac'll- t~,' de \!edicina de Buenos I\ircs (H\S~): Fundador \" Presidente ¡'on')Ia.io del Patronato de la infanci:l (1x():!)~ Fl1ndadilr \" Direc!'IT" ,·;,{tI hOIHHC!JJ1l de la Oficina de estadística Illu!licipal (1~~'L'): y O!;{'illa ;lemnf;T':1tll'a del ()epart;ullcnto llaCioii;t! de higiclll' (l8íJI): E:~JiJí.:dor lle la :\s~~tellcia pÚbi¡Cl y :\d!llilli,tra(jÚIl sanit;t1ia Illltnicipal (¡H'):.!); E\JiredM de la Utirin,l Je bla,:.sti('a de L. I'lOe i'1\'ia de Bue- nos Ailes (L"'iK:\..¡::;S7); Fundador dt~ b Inll;;p¿cdÚIl 1~1t·di.:a e hi.~iLïlit..'.:l dt" las e~;C\1e hs (1881): Directol del s'lI¡ell\1ie:ltu Je las prlll tl,,:ias de :YleJldoza \' C"rr¡e¡-,!es (1 H96-1 K<J:',; ~Iicmblo hOI\O(",lrÎ.) dt: la :l¡-;oriaciulI tnédil.'a bnn:wl'~n:)c (1 KT,) Y Cir('ulo m(:dico ar~\'neino (ISSO): I'rc"idf-nte fUlle'a',!or de la .\;;ori.lciÓn !\/t-dica aqrelltilla (18')2); L·xpresidcllt.~ (\l' b Sociedad de h:,.:':ene, Illicr{lbi()I()¡~la \" patq!(, ;,:'J¡1, Exprnddt'l1te del COtl:)c;.) ,'-¡¡l:-lll~i\'o tIPl Depanamento ¡:a<:iullal dc' :lig-iene. I:x.lireno:' d~l Dio;p~'l');HiQ pllhi;t'f) Il.H"i¡Hl:d y (kt "~.ln;Pori() de tl1bPfC\I!()Su:-- SL~!l- ta \1al'iJ, ",'I! ('ordoha. e!c . t'h:. 1¡\\PIŒSO E:'\ BtJENO~ AlfŒS 1/

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Higiene y salud

Transcript of 1921 Higiene Sanitaria en Colombia

  • LA NIGI~N~ PlJBLIGA

    I'OI! 1:1,

    Dr EMILIO R. CONIM iemhro y laurea,!o (mc,lalb d~ .la!a) de la :\(';ulemia de Medicina de Pari;tlt:97), Miembro y laureado (medalla d~ plata) Je la Asociaci,1O Intema"ional,'ontra la lub"n:ulnsis (l'lUX); !\Ii"r'!,re. 'ouorario de las Academias de :\fedi,inade Buenos Aires

  • LA HIGI~Nt PlJBLIGAy LA ORGANJ.lACIONSANITARIA tN COLOMBIA

    POR EL

    Dr EMILIO R. CONIMiembro y laureado (medalla de plata) de la Academia de Medicina de Pars(1897). Miembro y laureado (medalla de plata) de la Asociacin Internacionalcontra la tuberculosis (1908); Miembro honorario de las Academias de Medicinade Buenos Aires

  • HIGIENE PUBLICA

    Reproducimos hoy el importante folleto que sobre la or-ganizacin del servicio de Higiene pblica en Colombia hizoimprimir en Buenos Aires el eminente y sabio higienista ar-gentino seor doctor EMILIO R. CONI. Sus palabras tienenla ms alta autoridad porque es, sin duda alguna, el primerhigienista de la Amrica del Sur, a quien debe la Repbli-ca Argentina la organizacin de las luchas antituberculosa yantivenrea; la Asistencia pblica, que l fund con el sabiodoctor Penna, y que hoy se considera superior a la de Parisy de Londres; la fundacin de dispensarios antituberculososy muchas obras que no podemos enumerar en estas pocaslneas.

    Estos conceptos son un estmulo para que tanto nuestrosCongresos como el Gobierno adopten las mejoras que eldoctor CONI propone para perfeccionar las disposiciones quesobre organizacin del servicio de higiene rigen en Colombiay para fundar entre nosotros la verdadera Asistencia pblica,necesidad cada dia ms apremiante.

    El doctor CONI, gloria cientfica de Hispanoamrica, habrrealizado as un beneficio grande para Colombia, como loha hecho para Chile y para el Per con sus oportunos ysabios consejos.

    Bogot, junio de 1921.(Revista de Higiene, nmero 124)

  • LA HIGIENE PUBLICA Y LA ORGANIZACION SANITARIAEN COLOMBIA

    Buenos Aires, enero 30 de 1921Seor doctor Alfredo Carreo.-E. L. C.

    Mi distinguido amigo:Complacido paso a satisfacer los nobles deseos expresados

    en su atenta de fecha 24 del corriente.Las interesantes publicaciones que usted se ha servido eTlviar-

    me, especialmente la memoria presentada a la Conferencia Sa-nitaria internacional de Montevideo, por el Delegado colombianodoctor Pablo Garca Medina, Director Nacional de Higiene deColombia, celebrada en el mes de diciembre pasado, como asi-mismo la larga entrevista que ese colega celebr conmigo paraconversar sobre asuntos relacionados con la higiene pblica yasistencia social en su pas, y or mi opinin sobre determinadospuntos, me han evidenciado que las condiciones sanitarias de Co-lombia no son precisamente las que pueden deducirse de la lec-tura del captulo respectivo de mi monografa: Resefla sobre ad-ministracin sanitaria y asistencia pblica en las principales na-ciones latinoamericanas, aparecida en octubre de 1920.

    En efecto, en dicho trabajo vime obligado a utilizar informa-ciones extradas del opsculo Organizacin de la higiene pblicaen Colombia por el doctor Cenn Solano R., jefe de la Direccinde higiene y salubridad de Bogot, como tamhin otras del doc-tor Eduardo Gonzlez Camargo, subjefe del mismo servicio, apare-cidas en el Boletln Municipal de Higiene, rgano de la referidareparticin. Por causas diversas, que no es del caso recordar aqu,tuve la poca suerte de caer sobre una defectuosa fuente de in-formacin. Vaya esto en justo descargo mIo.

    Por los trabajos que usted ha tenido la gentileza de enviarme,he tomado conocimiento de que la actual Direccin Nacional deHigiene fue creada por ley del Congreso a fines de 1918, co-menzando a funcionar desde 1919, en substitucin de la JuntaCentral de Higiene establecida en 1886.

  • -6-Con documentos a la vista he podido valorar la obra inmensa

    realizada por Colombia en materias sanitarias, especialmente enlos dos ltimos aos, digna de aplausos y que la colocan ene~te sentido en lugar preferente.

    Su gobierno no poda haber elegido un ms digno represen-talte a la Conferencia sanitaria de Montevideo que el doctor Pa-bli) Garca Medina y de desear hubiera sido que procedieran asilo:. dems paises americanos, exceptuando muy pocos, y cierta-mt nte se habrian evitado la mocin bastante molesta y poco hon-ro~,a, por otra parte, formulada por la Delegacin uruguaya, quefel zmente no alcanz al Delegado colombiano, pues ste revestael doble carcter de higienista y Director nacional de higiene (1).

    l!\uy digno de especial mencin es el hecho de que, en supals, el Director Nacional de Higiene goce de amplias facufta-de5 por las leyes; que sus disposiciones no estn sujetas a laapnbacin de ninguna otra autoridad y tengan, por consiguien-te, fuerza de ley, llegando hasta el punto de que ni el Presi-dente de la Repblica ni los Ministros puedan improbar ningu-na je sus disposiciones, si se cien a la ley. Es con estas atri-bucones como comprendo un verdadero Director General de Hi-giere, y de desear serIa que los dems pases latinoamericanosimituan el ejemplo de Colombia.

    H 111 procedido muy bien creando en cada uno de los catorceDep3.rtamentos de la Repblica un Director Departamental de Hi-gien e, dependiente del Director Nacional, nombrado por ste, y,por consiguiente, su agente natural para hacer cumplir las dis-posidones sanitarias en cada seccin del pals. Es alto timbre dehone r que Colombia haya realizado la unificacin de los servi-cios sanitarios en forma tal, no igualada por sus hermanas y por laque ,cngo abogando sin descanso desde hace muchos aos en laArge1tna y que mi malogrado amigo el doctor Penna defenditan calurosamente en los ltimos aos de su vida.

    MLY plausible tambin es que en las principales ciudades ca-pitales de Departamentos funcione un servicio local de higiene,a cargo de dos mdicos higienistas, un bacterilogo, un qulmi-co y un ingeniero municipal.

    Las obras fundamentales de la higiene en Bogot comprenden:

    (1) ..Il mocin fue la siguiente:-Aconsejar a los Gobiernos que la designacin de las personas que los repre-

    senten en las Conferencias venideras recaigan en mdicos versados en materiade highme y sanidad, o en personas especializadas en estas materias._

  • -7-un sistema de alcantarillado tout--l'gout de los franceses, bienimperfecto en ciertos barrios del Municipio, debido a la estre-chez y mal arreglo de la canalizacin, defectos que, por otraparte, van subsanndose gradualmente. Los residuos c10acalesson utilizados en el riego de terrenos prximos a la capital, pro-ductores de forrajes diversos, excluyndose intencionalmente loscultivos de legumbn:s de mercado.

    La captacin de agua potable se hace de dos rios no cauda-losos prximos a la capital, designados .Rfo del Arzobispo> yRo San Cristbal. (I)

    El sistema de purificacin empleado es el ingls, es decir, de-psitos de decantacin y filtros de arena. Como la prctica hademostrado la insuficiencia del procedimiento, se ha recurrido alempleo del cloro I!quido, y actualmente se estn construyendolas instalaciones necesarias por una empre&a norteamericana, deacuerdo con la prctica corriente que tan buenos resultados hadado en SIl pas de origen, los Estados Unidos de Amrica y al-gunos de Europa.

    El estudio de la estadistica mortuoria de Bogot demuestradesde el primer momento la intensidad y endemkidad de la fie-bre tifoidea y disentera en dicha capital, lo que revela a las cla-ras una viciosa provisin de agua.

    La clorizacin de las aguas potables producir un resultadoinmediato, esto es, reduccin sensible de la morbilidad y morta-lidad tlfica y disentrica, como tambin mejoramiento en el es-tado sanitario de la poblacin.

    Tuberculosis.-Cuando desempe la Presidencia de la LigaLatinoamericana contra la tuberculosis, pude darme cuenta de queColombia aparecla en la estadistica como UIHl nacin de mInimamortalidad tuberculosa, atribuible sin duda el hecho a condicio-nes raciales, de clima, de gnero de vida, etc. No obstante misgestiones, no pude lograr la creacin en su pais de una liga con-tra dicha enfermedad, como lo hicieron sus principales hermanasdel Nuevo Continente. Posteriormente encontr la razn de quela tuberculosis no revesta mayor importancia, y, en cambio, mu-cho la tenia la temida lepra.

    Mi larga experiencia ha contribudo a cimentar en mi esplrituesta opinin: que las ligas contra la tuberculosis en todos lospaIses del mundo han servido como recurso poderoso para rea-

    (1) Son Ires: el San Franci~co y los dos que nombra el autor.-N. E.

  • -8-liLar la enseanza popular sobre contagio, evitabilidad y curabi-lie ad del padecimiento, y, sobre lodo, para interesar la atencinde los poderes pblicos, a fin de hacerles emprender un comba-te tenaz y eficiente: contra la peste blanca, militarizando al efectotodos los elementos de que puedan disponer.

    La lucha contra las enfermedades infecciosas es funcin deEsado admitida hoy en las principales naciones. Desgraciada-mente en los paises latinoamericanos no se ha llegado a estede~ideratum. No han podido comprender hasta hoy que el co-ma ldo nico es indispensable para el triunfo final. Me permitirrepetir aqui las palabras que pronunci en mi informe de po-nente en la Conferencia Antituberculosa de Rosario (1919): Delmismo modo que en la ltima guerra europea el comando nicodetc~rmin la victoria de las armas aliadas, as! tambin,el comandonico en la lucha contra la tuberculosis traer, no lo dudo, la ani-quilacin, o, por lo menos, la disminucin de la peste blanca~,

    Como caso tpico citar a usted, por ejemplo, la Argentina. Enel combate contra la tuberculosis intervienen diversas fuerzas an-tag nicas, que proceden independientemente unas de otras, a sa-ber: la Liga Argentina, que inici la campaa en 1901 y ha al-canzado resultados admirables en sus dos dcadas de exi~ten-cia; la Sociedad de Beneficencia, constituida por seoras de laalta aristocracia, que comenz a preocuparse de ella en 1904,construyendo en su hospital Rivadavia un pabelln exclusivopara tuberculosas; la Comisin Asesora de Asilos y HospitalesRegi males, que, despertada de su letargo en los ltimos aoscon :'especto a tuberculosis, ha establecido un sanatorio en Cr-doba y un Dispensario Nacional en la Capital Federal; el De-partamento Nacional de Higiene, que absorbido por completo porel paludismo en cuatro Provincias, se ha descuidado del proble-ma por causas no justificadas, que seria inoficioso recordar aqui,y solamente un Presidente de pocos meses de ejercicio, el doc-tor Aroz Alfaro, se resolvi a emprender la lucha, creando unaseccion especial en dicho Departamento; la Asistencia PblicaMunicipal, que ha tenido ante s! durante muchos aos, como graveprobl(:ma que resolver, la hospitalizacin de la masa enorme detuberculosos que ambulan como parias en la capital, y no se hapreocJpado de buscar una solucin prctica, no obstante habr-sele salado por persona competente en un rgano de la pren-sa cientfica; y, finalmente, el Consejo Deliberante Municipal, que

  • -9-recientemente ha sancionado una ordenanza creando en el muni-cipio cinco dispensarios antituberculosos, que entrarn en francacompetencia con los pocos existentes. Cmo quiere ustedque el primer ministro de la muerte, la tuberculosis, no contineburlndose de ese ejrcito de francotiradores? Y, sin embargo,la Conferencia Antituberculosa del Rosario, ya citada, sancionpor unanimidad de votos que la lucha contra la enfermedad de-ba confiarse a una comisin nacional formada de personas com-petentes, con amplios recursos y completa autonomia. Fue stala conclusin a que llegaron tambin sus tres relatores o ponen-tes. Pero, por desgracia, contamos con un Gobierno que pocaatencin presta a las resoluciones de nuestros Congresos y Con-ferencias cientlficas.Su pals, que no crey oportuno crear una liga contra la tu-

    b~rculosis por la causal arriba expuesta, ha procedido muy acer-tadamente a juicio mio, confiando la lucha antituberculosa a uncomando nico, la Direccin Nacional de Higiene, que es en rea-lidad a la que le corresponde.Han seguido en su patria el buen camino creando en las ca-

    pitales de Departamento juntas antituberculosas que obran deacuerdo con la Direccin Nacional de Higiene, encargadas de hacercumplir las disposiciones profilcticas, de educar al pueblo enla profilaxis por medio de conferencias pblicas, por la ense-anza en las escuelas, publicacin de carteles y folletos; de or-ganizar en las capitales de departamentos dispensarios y sana-torios; de sancionar una ley que ordena la declaracin de la en-fermedad en ciertos casos; de que el Gobierno nacional apoyecon dinero los establecimientos mencionados, y de que l mismopreste su concurso pecuniario en la construccin de pabellonesespeciales en los hospitales para aislamiento de tuberculosos.

    Con mucho fundamento Colombia ha complementado el arma-mento antituberculoso con obras de prevencin de la infancia,considerada hoy de trascendental importancia, estableciendoGotas de leche, que funcionan en varias de sus ciudades, y dis-poniendo, tambin por ley, que los Municipios destinen parte desus rentas para construir casas para obreros y proletarios, deacuerdo con planos aprobados por las autoridades sanitarias.Estos dos poderosos recursos de salubridad urbana han de I:on-

    tribulr poderosamente a disminuir la alta mortalidad infantil exis-tente en su patria.

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    Como afirma el doctor Garca Medina, en la memoria de Mon-1evideo, la tuberculosis era rara en Colombia, pero desde hacelinos treinta aos se ha extendido, especialmente en las costas yregiones de climas templados. En las altiplanicies era muy rara has-ta hace poco tiempo, pero atraldos los enfermos por la bondad del(lima, han invadido las regiones frlas, donde tambin se est pro-r,agando la enfermedad.

    Si Colombla ha sido el pas de la Amrica Meridional ms fa-\ orecido desde el punto de vista de la tuberculosis, muy bienhace en iniciar con vigor la lucha, a fin de que 110 llegue a ocuparel rango de sus dems hermanas.

    A ella le corresponde el alto honor de haber introducido el co-mando nico sanitario en condiciones favorablcs. Pretender com-batir con fuerzas diseminadas y antagnicas, como en la Ar-gentina, constituye gravlsimo error. Los millones consumidos has-t. la fecha han dada resultados mlnimos, camo fcil era preverIad ~ antemano.Lepra.-Colombia goza del triste privilegio de ser el pals ms

    a::otado por este padecimiento en el nuevo continente, viniendod'$pus, en orden decreciente, Brasil, Venezuela, Ecuador, Para-guay y Argentina.

    En el primer Congreso mdico latinoamericano de Santiago deChile, reunido en 1901, tuve oportunidad de prescntar una memo-rLl sobre la lepra en la Amrica Latina. AI referirme a Co-lombia hice alusin a las informacioncs del doctor Sauton, quepresentaba al pals con 4.000,000 (1) de habitantes y por lo me-nes con 20,000 leprosos, afirmando algunas personas que existanmiis de 30,000.

    Felizmente la memoria presentada por el doctor Garca Medi-na a la Conferencia sanitaria de Montevideo ha venido a restable-ce" la verdad de los hechos, contradiciendo lo afirmado por elel doctor Sauton. Las ltimas estadsticas han dado 6,560 lepro-so~ en vez de los 20,000 errneamente calculados, de los cuales5,200 estn aislados en tres leprosorios, de manera que slo fal-ta aislar 1,360 que, segn parece, quedarn hospitalizados en elcurso de este ao.

    En La Reforma Mdica de Lima (nmero de abril y mayo de19::0) publiqu un trabajo sobre lepra, cuyas conclusiones eranlas siguientes:

    (:) El ltimo cemiO, de 1912, dio a Colombia6.200,OOO habitantes (N. E.).

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    e1.a Ley nacional que haga obligatoria la asistencia y aislamien-to de leprosos;2.a Creacin de leproserlas, de tipo colonias agrcolas, en di-

    versos puntos del pals, para que pueda hacerse ms humanitariala suerte de los leprosos, que hoy llevan una vida de parias;3.a Que el leproso pueda ser visitado en las colonias agrlco-

    las por su familia y amigos, dedicndose a ciertos trabajos ma-nuales que tornen ms soportable la mIsera existencia quelIevan-.

    Ultimamente ha llegado a mi conocimiento que dichas conclu-siones estn realizadas en Colombia, lo que estaba muy lejos deimaginarme.

    As!, pues, Colombia tiene asilado el 80 por 100 de sus enfer-mos de lepra y en breve tendr asilado el 20 por 100 restante.La declaracin Je la enfermedad es obligatoria para los mdicos,los particulares y las autoridades. Todos los leprosos estn obli-gados a asilarse en alguno de los tres leprosorios sostenidos porla Nacin y en los puertos no puede recibirse ningn leproso ex-tranjero y si fuere colombiano se le interna inmediatamente en unode los lazaretos.Los hechos sealados permltenme formular este pronstico:

    asilados y tratados los leprosos de toda la repblica, se ir ex-tinguiendo la enfermedad, que felizmente para la humanidad re-viste carcter de lento y difcil contagio, no bien dilucidado porotra parte hasta el presente. Llegarn seguramente a idnticos re-sultados que Noruega, y con mucha razn apelaron sus compa-triotas a los consejos del gran Hansen, descubridor del baciloleproso, que en Colombia sembr semillas que estn fructifican-do hoy y darn an mayores frutos en porvenir no lejano.La ciencia moderna y la humanidad aconsejan rodear al lepro-

    so de ciertas condiciones de confort, vida social, esparcimientos,trabajo, etc., que dulcifiquen su triste existencia y no conside-rarlo como un pestfero de la Edad Media, que ve nublada sufelicidad, no tanto por el hecho de su padecimiento como porla enorme repulsin que causa a sus semejantes.

    Pienso que el sano puede vivir en contacto con el leproso sinpeligro de contagio, con tal que observe las reglas de una bue-na profilaxis especial. Los hijos del leproso, desde su nacimien-to, deben ser objeto de iguales precauciones que los del tuber-

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    culoso. Es un carcter ms de analogia entre los dos males, cuyosagentes especificas se parecen tanto, por otra parte, bajo el pun-tI} de vista morfolgico.Enfermedades venreas.-Despus de la lepra y la tuberculosis,

    la atencin de las autoridades sanitarias de Colombia tenIa for-Z Jsamente que concentrarse sobre las enfermedades venreas,t.n mal combatidas hasta el presente en todas las naciones, porIT otivos de hipocresa y gazmoerla.

    Es, pues, con fundamento como ustedes han establecido en lac;lpital de la Repblica y en algunos Departamentos dispensa-rios venereolgicos y hospitales especiales. Hacen muy bien ennalizar el examen mdico de las meretrices dos veces por se-mana y por medio de una inspeccin de policia especial vigilarlas enfermas y obligarlas a concurrir a los exmenes. Procedentambin muy bien al hacer la hospitalizacin obligatoria para lospacientes que carecen de medios para su debido tratamiento.

    Pero sobre lo que deben ustedes insistir especialmente es enla difusin de conocimientos populares de dichas enfermedades,por media de conferencias, opsculos, piezas de teatro, cintas cj-ot matgrficas, etc., imitando en esto la gran nacin americanaque tienen cerca y que, sin discusin alguna, ocupa la primeraIIrea en la lucha antivenrea en el mundo entero, porque haabordado, con el esplritu prctico que la caracteriza, el magnoproblema, y patentes estn los maravillosos resultados alcanza-des hasta el presente.

    Tengo la firme conviccin de que la lucha antivenrea es mu-cho ms fcil y menos costo

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    nrea en Amrica, para presentarle a usted una slntesis de misideas sobre la cuestin.

    El que contrae una enfermedad venrea no debe por ello tenervergUenza. Es un jugador que na perdido.- Su revancha escurarse. Su deber de hombre honrado es no propagar su enfer-medad.-Cattier.-

    Muy mal han hecho siempre los mdicos pretendiendo en-mascarar la terrible slfilis con los nombres de les, avera, ava-riosis, mal hunteriano, mal napolitano, mal francs, peste :roja,enfermedad de trascendencia social, etc. Conviene sencillamenteconservarle su verdadero y primitivo nombre de pila, sin oculta-ciones contrapoducentes. Debe figurar al lado de la viruela, dif-teria, escMlatina, fiebre tifoidea, etc. Nada, pues, de hipocreslasy gazmoerlas. Difundamos a la luz meridiana su profilaxis co-lectiva y particular, sirvindonos de todos los medios prcticosa nuestro alcance y terminemos para siempre con los eufemismosy perlfrasis.-Coni.

    Finalmente, quiero recordar a usted un hecho de mucho inte-rs, como lo comprender. En el Congreso mdico de Santiagode Chile en 1909, en carcter de ponente, le una comunicacinsobre Frecuencia y profilaxis de las enfermedades venreas enla Amrica Latina y vime forzado a retirar mis dos ltimas con-clusiones para que no naufragaran las nueve primeras:

    10. Que en la legislacin se incluya la responsabilidad y penasconsiguientes por los hechos de contaminacin venrea.

    11. Que la ley de registro civil prescriba a ambos contra-yentes la presentacin de un certificado de salud firmado porfacultativo, comprobatorio de que en el momento de efectuarseel m~trimonio no ofrecen ninguna tara flsica importante que lesimpida celebrar el enlace (alcoholismo, slfilis y blenorragia, tu-berculosis, cncer, etc.)>>

    Pues bien; estas conclusiones clasificadas como atrevidas poralgunos miembros del Congreso de Chile, han sido puestas ambasen prctica ms tarde en los Estados Unidos de Amrica, ha-biendo este progresista pals establecido en los casos de conta-minacin sexual el proceso, el arresto y hasta la crcel. Y, sinembargo, esto se hace en el gran pals de la libertad IPaludismo.-Con justa razn Colombia ha iniciado la campa-

    a contra el mosquito, especialmente en los puertos de la Na-cin, empleando los procedimientos publicados en Cuba y Pa-

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    nam, utilizando los trabajos de Gorgas. Guiteras y Carter comogula. El petrleo necesario para la lucha lo tienen ustedes amano en las ricas regiones petrolferas de la Nacin, lo quepermitir emplearlo en alta escala ':i a bajo precio.

    La seccin del paludismo, como es natural, debe contar conlos tcnicos necesarios para la realizacin de las obras de inge-niera, esto es, la derivacin y desecamiento de pantanos en laspoblaciones rurales etc.

    Seguramente que la qunizacin no ocupa entre ustedes el pri-mer rango que ocupa en la Argentina, y les encuentro mucharazn al respecto.

    Uncinariasis.-Esta enfermedad que tiene cierta importancia enColombia ha sido motivo de medidas muy apropiadas. Por ini-ciativa del actual Ministro de Agricultura, don Jess del Corral,se ha obtenido la cooperacin del Instituto Rockefeller para em-prender una formal campaa contra esta afeccin endmica en losclimas calientes y templados del pals. l

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    3.a Sanidad y profilaxis terrestre. Geografa mdica nacional;oficina demografosanitaria y de estadstica e informaciones sani-tarias. Inspeccin de higiene y desinfeccin de ferrocarriles. Hi-giene infantil, escolar, industrial y social. Cdigo sanitario;

    4.a Deontologa mdica. Vigilancia del ejercicio de la medicinay profesiones conexas, en primer trmino la medicina legal;

    5.a Institutos bacteriolgicos y qumicos en la capital y labo-ratorios departamentales. Preparacin de vacunas, sueros, pro-ductos opoterpicos, etc., vacuna antivarilica. Anlisis de aguasy productos patolgicos, etc. Bromatologa;

    6. Desinfeccin y saneamiento. Desratizacin y cuadrillas mo-vibles con su correspondiente dotacin de material e instrumen-tal. Parque sanitario, maestranza y talleres.

    II. Enfermedades endmicas y epidmicas.7. a Tuberculosis: dispensarios, sanatorios, hospitales rurales

    para tuberculosos avanzados, hospitales sanatorios extra urbanos,sanatorios martimos para nios, colonias agrcolas para curadosy regresados de los sanatorios, colonias de nios dbiles (terres-tres, martimas y de montaa). Para el alcoholismo: leyes de re-presin, leyes secas y reformatorias para alcoholistas;

    8.a Lepra: profilaxis y tratamiento. Leprosorios, colonias agr-colas, etc.;

    9.a Enfermedades venreas: Dispensarios, hospitales especiales,Educacin popular, educacin sexual. Profilaxis general y parti-cular;

    10. Paludismo: campaa contra el mosquito, obras sanitarias(desecacin y derivacin de pantanos), tifo exantemtico, fiebrerecurrente, etc.;

    Il. Uncinariasis (Anquilostomiasis);12. Fiebres eruptivas y otras infecciosas: sarampin, escarlati-

    na, viruela, difteria y crup, fiebre tifoidea, disenteria, gripe, etc.13. Enfermedades exticas: peste bubnica, clera asitico, fie-

    bre amarilla.III. Asistencia y previsin sociales

    14. Hospitales, hospicios, asilos diversos, instituciones de bene-ficencia en general, etc., direccin y superintendencia de institu-ciones del Estado y vigilancia sobre las de carcter privado. Fe-deracin de las ltimas. Mutualismo y cooperitivismo.

    Como es natural, cada una de las secciones enumeradas tendr

  • EMILIO R. CONI

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    un jefe, subjefe y personal necesario, todos dependientes del Di-rector General de Higiene, con cuyo concurso resolvern lascuestiones de cierto orden sometidas l su estudio, pudiendo,como actualmente se hace, asesorarse de la Comisin de Higienede la Academia Nacional de Medicina.

    La vasta organizacin que me he permitido bosquejar, unavez en pleno y completo funcionamiento, ha de cambiar radi-calmente la vida higinica y la asistencia social de Colombia.Bien comprendo que para montar tan complejo organismo se re-querirn muchos aos, pero tambin ser alto honor su realiza-cin para Colombia. Con el andar del tiempo no habr ms quesustitur el nombre de Direccin General de Higiene por el deMinisterio de Higiene Pblica, Asistencia y Previsin Social, comolo han hecho ya varios pases, tales como Inglaterra, Francia,Austria, etc. Esta innovacin se impone por la marcha de losacontecimientos y los adelantos de la ciencia y arte sanitarios.

    Me considerar muy feliz si mis modestas reflexiones y consi-deraciones pueden ser de alguna utilidad para su patria, y ojalque ella sea precisamente la que abra un] ra de regeneracinhiginica, sealando a sus hermanas el camino que todas debenseguir.

    Acepte, mi distinguido colega y amigo, la expresin de mismejores sentimientos.

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    Buenosaires, febrero 2 de 1921Seor doctor Emilio R. Coni.

    Muy distinguido doctor y maestro:Con gran satisfaccin he tomado conocimiento de la extensa

    y hermosa carta debida a su gentileza, contestacin a la ma deenero 24 prximo pasado. Reciba, pues, mi cordial agradeci-miento.

    No puedo ocultarle, mi distinguido doctor, que la lectura deese importante documento ha hecho vibrar mis sentimientos pa-triticos de colombiano. No dudo por un instante de que seracogido, como se merece, en mi Patria, por sus autoridades, porla prensa y por sus personalidades cientficas. Y las razonesson varias: primera, porque coloca a Colombia en un ra'1goculminante bajo el punto de vista de su organizacin sanitaria,presentndola como modelo a sus hermanas americanas; segun-do, porque ese documento traza un plan concienzudo y me-tdico para alcanzar el mejoramiento de su hi~iene y demsinstituciones sanitarias; tercera, porque con el peso de su altaautoridad de higienista contribuir usted a destrur en el mundola leyenda de que era un pas flagelado espantosamente porla lepra, calificativo injusto originado por las aseveraciones err-neas del mdico francs doctor Sauton, y que ha influido, sinduda, en impedir la inmigracin, de que tAnto necesita para apro-vechar sus inmensas riquezas naturales; y, finalmente, la cuarta,porque le presagia que con las medidas adoptadas, presentadaspor usted como desideratum en la materia y las que se propo-ne completar en breve, Colombia ver desterrado de su territo-rio el fantasma terrorfico de la Edad Media. Colombia acabarcon la lepra, como Cuba y el Brasil concluyeron con la fiebreamari1la, poniendo en prctica los modernos procedimientos dela profilaxis. Las palabras de estmulo para la lucha que ustedle envia, contribuirn a perseverar en la accin, a que redoblesus esfuerzos en ese sentido, y su triunfo le har levantar lacondena fatal, que por tntos aos ha gravitado sobre sus hom-bros.

    Los grandes merecimientos que usted va a adquirir ante Co-lombia por el gran servicio que le ka prestado, son por el estilode los acordados en pocas anteriores a Chilp. y Per; al prime-ro, contribuyendo usted a que haya realizado el alcantarillado de

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    su capital, como consecuencia de su memorable trabajo presen-tado al Primer Congreso Mdico Latinoamericano, reunido enSantiago en tOOl, y tambin porque debido a su alegato enforma hizo sancionar ms tarde su Cdigo sanitario, defendi-do victoriosamente por usted en el Congreso Mdico de t909en la misma capital. El Per le ser igualmente deudor de contarcon un Cdigo sanitario, redactado por su profesor de higiene,el doctor Carlos Enrique Paz Soldn, quien, con justo criterio,solicit su opinin y hall en usted la verdadera autoridad cien-Ufica para apoyarlo ante el Parlamento peruano, siendo en estesentido decisivas sus valiosas opiniones.

    Asi, pues, tres naciones de la Amrica Meridional le sern deu-doras de servicios de la ms alta trascendencia, que contribui-rn a consolidar su reputacin de apstol de la medicina socialen Amrica, calificativo que con tntos titulas se le ha sido discer-nido desde hace muchos aos.

    En lo referente a su pas, conozco muy bien por su enormebibliografa su eficiente actuacin cientfica de medio siglo. Noignoro tampoco que si el ilustre doctor Rawson fue el creadorde la higiene pblica argentina, echando sus cimientos hace cin-cuenta aos, usted, durante ese mismo perodo de tiempo, halevantado el monumento de la higiene pblica y social de supas, admirado y aplaudido por el extranjero, habiendo encontra-do su gran panegirista en la ms alta personalidad mdica de estepas, el malogrado doctor Jos Penna, que present usted a suscontemporneos como modelo de un sabio y de un carcter na-cional.

    Razn sobrada tuvo el doctor Adolfo Murillo, profesor de laUniversidad de Chile, cuando en 1899 avanzaba esta opinin queel tiempo se ha encargado de corroborar: El nombre de ustedabrir siempre la historia de la higienizacin argentina; vendrdespus de Rawson, el precursor, pero la figura de usted habrde sobresalir, sin duda, dado el valor de sus importantes, varia-dos y valiossimos trabajos y publicaciones.

    He tomado conocimiento con vivo inters de una de sus lti-mas monografas: LA HIGIENE PBLICA EN FRANCIA y ARGEN-TINA, que le ha servido a usted para demostrar, con documenta-cin valiosa e irrefutable, la retardacin en materia higinicade la primera con relacin a la segunda. Me ha causado profun-

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    da extraeza, y por Qu no decirlo? viva pena, Que la prensade su pas, tanto la cientfica como la diaria, haya permanecido si-lenciosa e indiferente ante comprobacin de tan alta importancia,pues refleja un valor inapreciable sobre el pas a Que ha consa-grado usted cincuenta aos de vida cientfica, llena del ms purodesinters, d una consagracin benedictina y del ms alto pa-triotismo.

    La monografa a Que hago referencia constituye la prueba msirrefragable de la obra higinica realizada por usted en favor desu pas. En las pginas de sus Memorias palpita su vida de higie-nista, de demgrafo, de puericultor, de filntropo y de mdicosocilogo.

    Con cunta razn afirmaba el doctor Penna que usted ha vivi-do pulsando las necesidades colectivas para sealarles el reme-dio. En medio de una vida azarosa, tan repleta de sinsabores ycontrariedades, le Queda a usted la ntima satisfaccin de contem-plar en medio de su pobreza la obra esencialmente constructivay humanitaria realizada en favor de su pas, valorada debidamen-te en Europa y Amrica.

    Acepte, mi distinguido doctor y maestro, la expresin de mireconocimiento sincero y de mis mejores sentimientos amistosos.

    Doctor ALFREDO CARRE~O