19541000 UNIVERSIDAD COLUMBIA R. HISPÁNICA MODERMA Olavide y sus coplas del calvario

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TEXTOS Y DOCUMENTOS DON PABLO DE OLAVIDE Y SUS <<COPLAS DEL CALVARIO> Si grato y permanente es el recuerdo de don Pablo Jos6 Antonio de Olavide en las poblaciones de Sierra Morena, en Andalucia, por 61 creadas y colonizadas en magna e insuperable obra que dificilmente pueda coronarse en la vida de un hombre, no 1o es menos en Linares, tan pr6ximo a aquellas que hubo de sacrificar parte de su ter- LA CAROLINA, JAtN. LA "CASA DE OLAVIDE". mino para verlas convertidas en rea- lidad. Y son bien distintas, por cierto, las razones que perpetuian, al cabo de los afios, el fervoroso ho- menaje. La Carolina y demis pobla- ciones que con ella fueron surgiendo, como por arte de tumaturgia, en la bravia y enmarafiada sierra, nido de landoleros hasta entonces, debenle su paternidad y prosperidad. En cambio, Linares s61o debe a Olavide, en su aspecto de colonizador, la des- membraci6n, cn beneficio de aqu&- las, de st antigua extensi6n sup2r- ficial. Examinada a la distancia la laLor desarrollada con tal motivo por den Pablo de Olavide, no p1.de menos (dc a1Smnbrarnos, a que pone de rc- !!eve sus dotes excepcionales de hi- bil y sagaz diplomatico poseedor de las miWs finas y delicadas prendas personales al servicio de una inteli- gencia sefiera. No era ciertamente, la mis ade- cuada para granjearse simpatias la misi6n que por primera vez lo tra- jera a esta ciudad, pues s6lo ofrecia perjuicios sin compensaci6n alguna. Y es verdaderamente admirable comprobar que no s61o supo suavizar asperezas con los que mas abiertamente oponianse a sus deseos sino quc los troc6 en aliados ganaindose el mayor efecto y consideraci6n de sus antagonistas por el tacto exquisito con que supo llevarla a cabo. Y las amistades que cosechara en tan para- d6jicas circunstancias fueron tan firmes y sinceras que le acompafiaron durante toda su vida, celebrando sus grandes 6xitos de hombre nacido para concebir y ejecutar las mis poderosas y audaces empresas, y sintiendo como cosa propia sus contrariedades, especialmente cuando delatado al Tribunal del Santo Oficio, 6ste, en autillo del 24 de noviembre de 1778, le condenaba a <<ocho afios de reclusi6n en un Convento, a destierro perpetuo de Madrid y Sitios Reales, Sevilla, C6rdoba, Lima y poblaciones recien fundadas en Sierra Morena; confiscaci6n de bienes, p'rdida de empleos, no

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TEXTOS Y DOCUMENTOS

DON PABLO DE OLAVIDE Y SUS <<COPLAS DEL CALVARIO>

Si grato y permanente es el recuerdo de don Pablo Jos6 Antonio de Olavide en las poblaciones de Sierra Morena, en Andalucia, por 61 creadas y colonizadas en magna e insuperable obra que dificilmente pueda coronarse en la vida de un hombre, no 1o es menos en Linares, tan pr6ximo a aquellas que hubo de sacrificar parte de su ter-

LA CAROLINA, JAtN. LA "CASA DE OLAVIDE".

mino para verlas convertidas en rea- lidad. Y son bien distintas, por cierto, las razones que perpetuian, al cabo de los afios, el fervoroso ho- menaje. La Carolina y demis pobla- ciones que con ella fueron surgiendo, como por arte de tumaturgia, en la bravia y enmarafiada sierra, nido de landoleros hasta entonces, debenle su paternidad y prosperidad. En cambio, Linares s61o debe a Olavide, en su aspecto de colonizador, la des- membraci6n, cn beneficio de aqu&- las, de st antigua extensi6n sup2r-

ficial. Examinada a la distancia la laLor

desarrollada con tal motivo por den Pablo de Olavide, no p1.de menos

(dc a1Smnbrarnos, a que pone de rc- !!eve sus dotes excepcionales de hi- bil y sagaz diplomatico poseedor de las miWs finas y delicadas prendas personales al servicio de una inteli- gencia sefiera.

No era ciertamente, la mis ade- cuada para granjearse simpatias la misi6n que por primera vez lo tra- jera a esta ciudad, pues s6lo ofrecia perjuicios sin compensaci6n alguna. Y es verdaderamente admirable comprobar que no s61o supo suavizar

asperezas con los que mas abiertamente oponianse a sus deseos sino quc los troc6 en aliados ganaindose el mayor efecto y consideraci6n de sus antagonistas por el tacto exquisito con que supo llevarla a cabo. Y las amistades que cosechara en tan para- d6jicas circunstancias fueron tan firmes y sinceras que le acompafiaron durante toda su vida, celebrando sus grandes 6xitos de hombre nacido para concebir y ejecutar las mis poderosas y audaces empresas, y sintiendo como cosa propia sus contrariedades, especialmente cuando delatado al Tribunal del Santo Oficio, 6ste, en autillo del 24 de noviembre de 1778, le condenaba a <<ocho afios de reclusi6n en un Convento, a destierro perpetuo de Madrid y Sitios Reales, Sevilla, C6rdoba, Lima y poblaciones recien fundadas en Sierra Morena; confiscaci6n de bienes, p'rdida de empleos, no

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montar a caballo, no vestir seda ni lana fina, no usar nada de oro o plata, ni lilevar perlas, diamantes, ni otras piedras preciosas...>>

Con nuestros propios ojos hemos podido comprobar la estimaci6n en que Olavide tenia a sus amigos de Linares, y la lealtad con que 6stos le correspondieron, en un manojo de cartas escritas de su pufio y letra, que aventara el vendabal desencadenado por los hombres no hace muchos afios en nuestra patria, demostrativas de sus mas intimos sentimientos, incluso en el aspecto que ha originado mis confusi6n entre sus biogrifos y panegiristas. En estas cartas fechadas durante su exilio, en las dos epocas de Paris y tambin en Ginebra, la obsesi6n por sabr la marcha de las Colonias es constante, y en ellas se expresa con la mayor libertad y muestra su alma con tal valentia que nos hace suponer como cosa scgur, que sus destinatarios las

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LINARES, JAtN. IMAGEN DE JESOS NAZARENO EN CUYA PROCESI6N SE CANTAN LAS "COPLAS DE OLAVIDE".

recibirian por mediaci6n de las empresas extranjeras que explotaban las minas de Linares y que constituian una colonia tan numerosa como liberal.

Cuando, en virtud de indulto, regres6 a Espafia, una de sus primeras visitas la hizo a Linares donde se le acogi6 con tal regocijo que el resto de sus dias lo reparti6 entre esta ciudad y Baeza donde, junto a su prima dofia Tomasa de Arellano, Marquesa de San Miguel de la Vega, habit6 el sefiorial Palacio que tan linajuda familia poseia en la ilamada Puerta Chica.

Tal vez, aparte las simpatias siempre crecientes de que era objeto, la raz6n oculta de su aficion a Linares residiera en el deseo de seguir de cerca la pista de cuanto aconteciera en las poblaciones que tan felizmente fundara y en cuyo logro habia puesto sus mis caros afanes, cosa bien fLcil de observar ya que en el inter- cambio de obreros y empleados entre las minas de esta ciudad y las de La Carolina, especie de capitalidad de las Colonias, contaba con un lucido y nutrido cuerpo de espionaje.

Sea por una u otra causa, lo cierto es que sus visitas cada vez se hacian mais frecuentes y que las personas mis principales de Linares, como don Luis de Piedrola, don Martin Alonso de Zambrana, don Jose Calder6n y Entrena, Alcalde Corregidor y Capitin a Guerra, don Jose Maria Yanguas, y otros, disputibanse el honor de alojarlo en sus casas respectivas y le prodigaban los mis solicitos cuidados y atenciones.

Durante la celebraci6n de las fiestas de Semana Santa, la presencia de Olavide en Linares era cosa obligada y asistia muv complacido al regocijo de ia multitud

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que invadia calles y plazas tras las solemnes procesiones y que despu's se desperdi- gaba por la vieja ciudad alta para entonar sus cinticos con tanto de paganos como de fervorosos, al son de largas y peculiares trompetas y retumbantes tambores.

A esta afici6n de Olavide por tan populares y entrafiables fiestas se debe una faceta suya que consideramos completamente desconocida fuera del aimbito local y consiste en la aportaci6n a las mismas de un popular romance que, tal vez en su deseo de corresponder a las merecidas deferencias que por todos, grandcs y chicos, se le dispensaba, compuso con el titulo de <<Coplas del Calvario>>, que reproducimos a continuaci6n, y que bautizado por el pueblo con el nombre de <<Coplas de Olavide> se canta desde entonces, al amanecer del Viernes Santo, en la Iglesia se venera la imagen de JesuIs Nazareno, y cuya melopea le acompafia por todas las calles que constituyen el recorrido de la interesantisima procesion.

Como pieza poitica su valor es bien precario, pero ha tenido la virtud de transmi- tirse hasta nuestros dias, de padres a hijos, cual sagrado dcp6siro, adquiriendo un indu- dable valor folkl6rico y localista y poniendo una nota propia en el solemne desfile procesional que no han logrado abatir ni el transcurso de los afios ni la rivalidad de las clisicas <saetas>> sevillanas.

Tan agradecido qued6 el sencillo pueblo de Linares a la poetica ofrenda que cuando, en 26 de febrero de 1803, los restos mortales de Olavide eran conducidos con toda pompa hasta la Iglesia Parroquial de San Pablo, en Baeza, donde recibieran

sepultura, figuraban en el fuinebre cortejo numcrosos linarenses y entre estos, unos cuantos cofrades de Jesuis Nazareno que, vistiendo las moradas tunicas tradicio- nales y tocados con alto cucuruchos del mismo color, le acompafiaron en su recorrido entonando las <<Coplas del Calvario>> de que fuera autor el pr6cer que desde las owillas del Rimac, donde naciera, vino a colonizar en lo mais abrupto y Aspero de Andalucia, en compensaci6n de tantos andaluces que intervinieran en la colonizaci6n de su fabulosa tierra nativa. ANTONIO CASTILLA

<COPLAS DEL CALVARIO:>>

(Compuestas por don Pablo de Olavide)

I Venid al Calvario

venid, almas tiernas, venid y verdis divinas finezas.

Verdis al Dios-Hombre que hizo cielo y tierra sujeto a la muerte por las culpas nuestras.

II Mirad su persona

de heridas cubierta a fuerza de azotes y de espinas recias.

Ved como la sangre la vista le ciega y si faz hermosa deja horrible y fea.

III Mirad como viene

con la cruz a cuestas y tan fatigado que respira apenas.

Ved de los judios la feroz caterva

que a fin de que Ilegue le arrastran por fuerza.

IV Mirad camo cae

por estar sin fuerza y porque aquel pueblo feroz le atropella.

Ved que la caida sus llagas aumenta

y que los tiranos los golpes renuevan.

V Ved como Jesuis

a su Madre encuentra

y cudnto esta vista redobla sus penas.

iQud encuentro tan triste

para almas tan tiernas! el Hijo. y la Madre se turban y aterran.

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VI Ved que al Cirineo

hacen que sostenga la Cruz que le abruma, no porqiue se duelan,

sino es porque temen que antes de que piteda Ilegar al Calvario desfallezca y muera.

VII Ved su rostro herido

su barba deshecha que vierte sangre por ojos y orejas.

Sin que en tantos males dolores y afrentas se escape a sus labios la da's leve queja.

VIII Ved que una piadosa

mujer se le acerca

y con sus tocados el rostro le asea.

Y el Manso Cordero como recom pensa en el blanco lienzo su Efigie le deja.

IX Ved como otra vez

cae con violencia y c6mo le arrastran tirando la cuerda.

Ved c6mo su Sangre va dejando huellas

por las muchas llagas que Ileva ya abiertas.

X Ved a esas mujeres

que piadosas llegan y viendo a Jeszis en tan duras penas

se compadecian old su respuesta: no llordis mis males si las culpas vuestras.

XI Mirad que otra vez

cae de flaqueza hasta dar su rostro en las duras piedras.

Ved que a fuertes golpes y puiiadas recias

levantan al Fuerte que al Orbe sustenta.

XII Mirad cudntas veces

cae de flaqueza y que las caidas sus llagas refrescan.

Ved a los sayones que estando por tierra a golpes y palos a alzarse le fuerzan.

XIII Mirad finalmente

que al Calvario llega y que en el instante desnudo le dejan.

Desnudo el Dios-Hombre que vistid la tierra! Para su alma pura joh, Dios, qud vergiienza!

XIV Empieza el suplicio

y 1Pl como uina oveja por sus mismos pasos en la Cruz se acuesta.

Los pies le taladran sus imanos penetran y a fuerza de golpes lo clavan en ella.

XV Pero jay que estos golpes

en el aire suenan y Ilegan a un alnwa que inuere de pena.

La Madre los oye, pues estaba cerca, y rompen si pecho, su alma titubea.

XVI La sangre que salta

con mucha violencia alcanza y salpica a esta Madre tierna.

iAy! triste Maria es tu sangre mesma pues otra no tiene tu hijo en sus venas.

XVII A Jesus levantan

para que alli muera y dure tres horas la horrible tragedia.

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Y en ella no s6lo su cuerpo atormentan, sino que inhumanos le mofan y befan.

XVIII <Pues que es Rey, decian,

de la Cruz descienda.>> <<Si de Dios es hijo, que a vengarle venga.>>

Mas JesZus, no s6lo dulce lo tolera, sino que a su Padre por ellos le ruega.

XIX tSed tengo>, les dice

con la lengua seca y hiel y vinagre crueles le presentan.

Un ladr6n le pide perd6n a su diestra y le ofrece parte de su gloria eterna.

XX A su madre amada

a Juan encomienda, y Juan desde entonces no se aparta de Ella.

Se la da por madre el hijo la acepta, ya su nombre a todos esta madre deja.

XXI iOh! qud patrimonio

tan rico nos deias para los cristianos ;qui grandiosa herencia!

Los miritos todos de Jesu's nos quedan v a su imisma Madre hace madre nuestra.

XXUT Despues a su Padre

con ardor se eleva y de su abandono humilde se queja.

Pero resignado, a su orden suprema en sus santas manos tierno se encomienda.

XXIII Al fin Jesus muere

y porque se yea

que su muerte es libre dice con voz recia:

<Consumn6se todo> palabra postrera, y su Almna divina exhala con ella.

XXIV Se connmueve toda

la Naturaleza los sepulc-ros se abren y la tierra tiembla.

Hasta el Sol se ecli y no hay rmds que tinieblas, y las gentes dicen: <<Hijo de Dios era.>

XXV Oh, Madre amorosa

cudnfa fild tu hina viendo dar a fit Tijo muerte tan acerba.

Todos svu dolores todas sus afrentac crecen en It ,hcho y en tu alma s( aumentan.

XXVI Tos 1v Nicodlemus

a Jes't's descuecInav ia la tierra Madre tristes se lo Ilevan;

Maria en sus brazos lo tomia v estrocha. 70 a rFJa, In a!iraza, lo lim pia. lo besa.

XXVII Al fin e lo ouitan

cute Ilearlo es fuerza al scfmvirro nuevo en donde lo entierran.

iAy, Madre aftligida, qud sola te auedas! Pero ya en el templo biciste la ofrenda.

XXVIII Pues flora Maria,

lloremos con ella y hagdmosle todos compalia tierna;

Mas ved que a esa Madre sdlo la consuela que amen a su hijo y que no le ofendan.

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COPLAS DEL CALVARIO

Letra de Pdblo de Olavide

Miisica de autor an6nimo

A rmonizacidn de la SRTA. EUFEMIA RAMiREZ

Ve- - nid al Cal - va --- rio.

- Ve id - ni- al- mas .tier -

nas Ve- nid y ve-re- is di - vi

nas fi - ne - - zas Ve -

reis al Dios Hom-.bre que

hi - zo Cie-lo y Tie - - - rra

su- je - to a la muer- te

por - - - s cul-pas nues - - - tras.