[1989] André Gunder Frank. Causas y consecuencias de la crisis de la deuda mundial (Edición...
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20/7/2014 Causas y consecuencias de la crisis de la deuda mundial | Edición impresa | EL PAÍS
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ANDRE GUNDER FRANK 6 FEB 1989
TRIBUNA:
Causas y consecuencias de la crisis de la deuda mundial
Archivado en: Opinión Condonación deuda Tercer mundo Comercio internacional Estados Unidos Relaciones económicas Deuda externa Geopolítica
Finanzas internacionales Política financiera Relaciones exteriores Política Finanzas Comercio
ANDRÉ GUNDER FRANKEs posible distinguir, afirma el autor, entre causas y consecuencias generales y específicas de la crisis de la deuda. Las causas generales se
derivan de la estructura y la operatividad de la economía capitalista mundial, y se caracterizan por una estructura de desigualdad entre Norte y Sur, ricos y pobres, así como
por un proceso de desarrollo cíclico desigual a lo largo del tiempo.
Adam Smith, cuando escribía en 1776, en un período de larga crisis económica, ya señaló el
incremento de la oferta de dinero y de la deuda por créditos (que, según él, amenazaba con
una cadena de bancarrotas) en respuesta al declive de las tasas de beneficios, y se lamentaba
de las "terribles desgracias" que sufría lo que actualmente es la periferia del Tercer Mundo.
Como todas las crisis económicas anteriores, la actual, que comenzó en 19671 también ha
generado un enorme incremento de la oferta de dinero y de la deuda en el centro, así como un
significativo aumento de la sangría de capital que sufre parte de la periferia de la economía
mundial.Las causas específicas se derivan de los préstamos recibidos por el Tercer Mundo en
los años setenta, y por Estados Unidos en los ochenta, para obtener nuevo dinero y crédito. En
la década de los setenta, el declive de la inversión y de la demanda de exportaciones en
Occidente, especialmente agudo desde la grave recesión de 1973-1975, se vio compensado
parcialmente por el incremento de las exportaciones al sur del Tercer Mundo y a los países
socialistas del Este. Se incentivaron recortes adicionales de los costes de producción
mediante exportaciones en el Sur e importaciones en el Este. Ambas cosas exigían
financiación, que se concedió, con grandes beneficios, mediante préstamos de los bancos
occidentales. Éstos estaban deseando reemplazar los préstamos a la industria occidental, que
no invertía y, por tanto, no se endeudaba, por préstamos al Sur y al Este, que querían fomentar
su comercio exterior. El acuerdo resultó satisfactorio para todas las partes interesadas hasta
que la recesión de 19791982, que fue todavía más grave, se tradujo en una mezcla de
mayores costes y menor capacidad para pagar el servicio de la deuda. El incremento de los
costes se debió al aumento de los tipos de interés y del dólar (que era la moneda de casi todos
los préstamos), y ello a causa de la política monetarista de Estados Unidos como respuesta a
la recesión e inflación de 1979. La disminución de la capacidad para pagar el servicio de la
deuda se debió al declive de las exportaciones y precios, cuya causa fue la recesión, así como
a la decisión de casi todos los bancos de restringir el crédito al Sur y al Este. El resultado fue el
comienzo de la crisis de la deuda del Tercer Mundo (primero en liquidez y después en
solvencia) en 1981-1982... y la transferencia de la deuda por préstamos a Estados Unidos.
Una sociedad de casino
A fin de mantener a flote la economía mundial durante la profunda y continuada crisis
económica mundial que se originó frente a la crisis de la deuda del Tercer Mundo, la
financiación de la deuda pasó a Estados Unidos. Allí, la deuda interna federal, municipal,
LUNES, 6 de febrero de 1989
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IMPRESA
20/7/2014 Causas y consecuencias de la crisis de la deuda mundial | Edición impresa | EL PAÍS
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empresarial y del consumo, así como la deuda externa, se elevó con mucha más rapidez que
antes y por encima del PNB, en lo que Business Week denominó en 1985 "una sociedad de
casino". A pesar de que Estados Unidos, en 1982, era el mayor acreedor del mundo, en 1985
se había convertido en el mayor deudor; para 1987, su deuda externa excedía a la de toda
Latinoamérica, y para 1990 es probable que su deuda sea mayor que la de todo el Tercer
Mundo. Los títulos de libros y artículos de alguna de las figuras del establishment
estadounidense resumen la situación: 'Al borde del desastre', de Felix Rohatyn, analista
financiero de Nueva York, en New York Review of Books, La mañana después', del antiguo
secretario de Comercio de Estados Unidos Peter Petersen, en Atlantic Monthly; el libro) del
comentarista financiero de The Wall Street Journal Alfred Malabre, hijo, Más allá de nuestrcs
medios. Cómo los largos años de deuda, déficit y préstamos temerarios amenazan ahora
con aplastarnos..., y al resto del mundo si el ahorro de Japón -que es voluntario-, de Europa y
del Tercer Mundo -que es obligado- dejara de financiar el exceso de consumo y la falta de
ahorro de Estados Unidos.
Las consecuencias generales de la deuda normalmente son la deflación y la depresión
económica cuando el globo especulativo estalla y la economía financiera se vuelve a reflejar en
la verdadera economía para llevar la inversión, la producción, el empleo y el consumo a niveles
todavía má s bajos.
Las consecuencias específicas de la crisis de la deuda han sido hasta ahora la depresión
económica y la miseria de América Latina, Africa y parte de Asia, peores que las de 1930. El
crecimiento y el desarrollo de América Latina se han retrasado 10 años, retrotrayéndose a los
años setenta. El retroceso de África ha sido de 20 años, hasta llegar a niveles de rentas iguales
o inferiores, a los que tenía en la época de su independencia, en los años sesenta. Las
importaciones, la inversión, la producción, el consumo e incluso la reproducción social
(mediante la desinversión risica v los servicios sociales) han suirido drásticos recortes, y el
medio ambiente se está degradando peligrosamente, a fin de generar excedentes para la
exportación y pagar así los intereses de la deuda externa e interna de esos países. En
comparación con el servicio de la deuda que Alemania tuvo que pagar como reparación por la I
Guerra Mundial, que fue el 25% de los ingresos por exportaciones y un promedio del 2% del
PNB durante la década de 1920 (con un máximo del 3,5% de 1929 a 193 l), desde 1983 los
países latinoamericanos han transferido al extranjero entre el 6% y el 10% de sus ingresos por
exportaciones y un promedio entre el 6% y el 10% de su PNB. Esto se traduce en unas
transferencias de capital de los países pobres del Tercer Mundo a los países ricos de
Occidente del orden de 120.000 millones de dólares anuales; es decir, más de 700.000
millones de dólares desde que estalló la crisis de la deuda. A consecuencia de esto, el
promedio de renta per cápita descendió un 15% en América Latina y un 25% en África. La
renta nacional de Brasil solamente ha alcanzado una vez, en 1985, el nivel que tuvo en 1981.
Sin embargo, la disminución de la renta nacional no se ha distribuido por igual, sino que ha
caído desproporcionalmente, con mucho más peso sobre los más pobres de los pobres, cuyo
nivel de vida y de empleo, que ya era bajo, ha disminuido todavía más a causa de la crisis de la
deuda del Tercer Mundo. Llegará un día, probablemente en la próxima recesión, en que las
peticiones de la banca y los Gobiernos occidentales y del FMI para que el Tercer Mundo se
apriete todavía más el cinturón reciban la respuesta de "no puedo; ya me lo comí ayer".
La ruleta americana
En el mundo occidental, la crisis de la deuda ha beneficiado a los grandes bancos a expensas
de los pequeños (que fueron sacrificados en aras de los grandes), de la industria (que perdió
mercados de exportación), de los trabajadores (que perdieron empleo en las industrias de
exportación) y, sobre todo, de los campesinos de Estados Unidos (que perdieron mercados de
exportación y tuvieron que competir con unas mayores exportaciones del Tercer Mundo a
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precios bajos). Jugar la ruleta americana en el casino mundial también ha beneficiado a algunos
consumidores estadounidenses y a algunos empresarios, sobre todo en el sector de defensa,
a expensas de los japoneses y europeos, que han tenido que financiar el déficit comercial y
presupuestario de Estados Unidos. Además, todo intento de que Estados Unidos pague el
servicio de su deuda externa, y mucho menos que la devuelva, apretándose el cinturón como
América Latina y aumentando las exportaciones, es improbable que remonte los obstáculos
políticos y económicos. Políticamente será mucho más difícil, e incluso imposible, imponer ese
ahorro obligado a los estadounidenses de lo que les fúe a los latinoamericanos.
Económicamente también será mucho más difícil, o imposible, que el resto del mundo
sostenga un excedente de exportaciones de Estados Unidos, o incluso la pérdida del mercado
americano de ímportaciones para las propias exportaciones de Europa, Japón y el este de
Asia. Por tanto, es probable que en realidad gran parte de la deuda de Estados Unidos se
quede sin pagar, o que se suspenda de facto su servicio debido a las bancarrotas y quiebras
parciales o a la inflación / devaluación del dólar, todo lo cual reduce el valor real de su deuda.
La próxima recesión, que será la quinta de la actual crisis económíca mundial, amenaza con
exacerbar todos estos desequilibrios y con acelerar su resolución al hundir la economía
mundial en el agujero negro de la deuda, parafraseando la expresión de Lester Thurow,
economista del Massachusetts Institute of Technology. Es posible que la acumulación de
deuda interna y externa en muchas partes del mundo impida una financiación refiacionaria para
combatir la recesión precisamente cuando más se necesita, entre otras cosas, para anticiparse
a las bancarrotas de empresas que se financian con bonos basura y de bancos que dependen
de préstamos interbancarios, que es lo que ya temía Adam Smith. ¿Quién reemplazará
entonces a Estados Unidos como represen.tante de última instancia? Los desequilibrios
sectoriales y regionales acumulados entre especulación financiera de la deuda e inversiones
productivas reales, especialmente en las principales regiones comerciales de América., Europa
y Japón, y sus socios comerciales del Tercer Mundo y de: los países socialistas, serán todavía
más difíciles de controlar con las actuales políticas monetarias., fiscales, de tasas de
intercambio,. comerciales y de seguridad. En consecuencia, otra recesión (que tal vez sea más
grave) amenaza con provocar otra crisis dentro de la crisis (que quizá sea más aguda). Una
posible solución sería la creciente regionalización neomercantilista de la economía mundial en
zonas del dólar, del yen y del marco y/o en bloques comerciales (y tal vez políticos).
André Gunder Frank de la universidad de Amsterdam.
© EDICIONES EL PAÍS S.L.