2 - 004 - Moro Juventudes

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1 (Re)Pensar las juventudes para la construcción de una ciudadanía plural Javier Moro Introducción El hablar de juventudes nos sitúa en el terreno de las categorías socio-etarias propias la Modernidad, esto es, en los modos de construcción conceptual utilizados para referirse al ciclo de vida, a las distintas etapas a través de las cuales se interpreta y se configura el desarrollo evolutivo bio-psico-social de los sujetos. En las sociedades contemporáneas, estas definiciones, ancladas en una concepción adulto- céntrica, ya bastante criticadas por ello, se han vuelto porosas, ambiguas y difusas porque los límites demarcatorios aparecen más laxos y porque las transiciones, que se inscribían en trayectorias de vida relativamente predecibles, se han vuelto muy inciertas. De este modo, la búsqueda de definiciones en torno a la juventud presenta dificultades al menos en dos aspectos fundamentales: por un lado, al pretender abarcar un sector poblacional muy heterogéneo a partir de algunos criterios conceptuales que guardan cierta correspondencia con el imaginario social, esto es, por lo que cierto sentido común entiende por joven; y por otra parte, porque los espacios institucionales propios de la Modernidad, como ser la escuela, la familia y el trabajo que colaboraban fuertemente en la definición de las categorías de infancia, adolescencia y juventud aparecen sin esa potencia demarcatoria. Todo esto reforzado por las profundas transformaciones en su articulación con el contexto, donde, en muchas ocasiones, los dispositivos institucionales mencionados aparecen rebasados en sus capacidades de adaptación y de dar respuestas, o en su propia eficacia como vías de acceso a la condición de ciudadanía y de autonomía adulta. En tal sentido, acotar la categoría juventud resulta cada vez más difícil, como ineludible su trabajo de esclarecimiento teórico-metodológico. Más allá del interés de índole académico, cuestionarnos sobre la concepción de juventud revista importancia para la gestión pública tanto en un plano ético-normativo, como en un nivel más pragmático y positivo para analizar los procesos concretos de políticas públicas. Para ello, en el presente trabajo, primero se desarrollan los aspectos conceptuales vinculados a la noción de juventud; luego se presentan algunas referencias a algunos de los problemas sociales más acuciantes de los jóvenes en la región; seguidamente, el foco está puesto en la formación de las agendas gubernamentales y en la constitución de actores en los temas de juventud; para finalmente recuperar algunas implicancias conceptuales en torno a la juventud y esbozar algunos desafíos que se presentan para la promoción de ciudadanía plural y sustantiva para los sectores juveniles. 1. Aproximaciones conceptuales A esta altura del debate en torno al concepto de juventud está claro que el mero criterio de recorte por edad es tan insuficiente como necesario. No es posible eludir la mención y el anclaje en torno a la edad, donde siempre existirá cierto ajuste arbitrario para establecer sus límites 1 , a la vez que es también reconocido el ineludible tamiz cultural que inscribe y da 1 Al respecto, las diferentes organizaciones internacionales y nacionales en la región no manejan criterios homogéneos al respecto. Las Naciones Unidas definen a la juventud en el rango de edad desde los 15 a los 24

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repensar la juventud, texto sobre el contexto social y la juventud, su diferenciación etaria y otros datos.

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    (Re)Pensar las juventudes para la construccin de una ciudadana plural Javier Moro

    Introduccin El hablar de juventudes nos sita en el terreno de las categoras socio-etarias propias la Modernidad, esto es, en los modos de construccin conceptual utilizados para referirse al ciclo de vida, a las distintas etapas a travs de las cuales se interpreta y se configura el desarrollo evolutivo bio-psico-social de los sujetos. En las sociedades contemporneas, estas definiciones, ancladas en una concepcin adulto-cntrica, ya bastante criticadas por ello, se han vuelto porosas, ambiguas y difusas porque los lmites demarcatorios aparecen ms laxos y porque las transiciones, que se inscriban en trayectorias de vida relativamente predecibles, se han vuelto muy inciertas. De este modo, la bsqueda de definiciones en torno a la juventud presenta dificultades al menos en dos aspectos fundamentales: por un lado, al pretender abarcar un sector poblacional muy heterogneo a partir de algunos criterios conceptuales que guardan cierta correspondencia con el imaginario social, esto es, por lo que cierto sentido comn entiende por joven; y por otra parte, porque los espacios institucionales propios de la Modernidad, como ser la escuela, la familia y el trabajo que colaboraban fuertemente en la definicin de las categoras de infancia, adolescencia y juventud aparecen sin esa potencia demarcatoria. Todo esto reforzado por las profundas transformaciones en su articulacin con el contexto, donde, en muchas ocasiones, los dispositivos institucionales mencionados aparecen rebasados en sus capacidades de adaptacin y de dar respuestas, o en su propia eficacia como vas de acceso a la condicin de ciudadana y de autonoma adulta. En tal sentido, acotar la categora juventud resulta cada vez ms difcil, como ineludible su trabajo de esclarecimiento terico-metodolgico. Ms all del inters de ndole acadmico, cuestionarnos sobre la concepcin de juventud revista importancia para la gestin pblica tanto en un plano tico-normativo, como en un nivel ms pragmtico y positivo para analizar los procesos concretos de polticas pblicas. Para ello, en el presente trabajo, primero se desarrollan los aspectos conceptuales vinculados a la nocin de juventud; luego se presentan algunas referencias a algunos de los problemas sociales ms acuciantes de los jvenes en la regin; seguidamente, el foco est puesto en la formacin de las agendas gubernamentales y en la constitucin de actores en los temas de juventud; para finalmente recuperar algunas implicancias conceptuales en torno a la juventud y esbozar algunos desafos que se presentan para la promocin de ciudadana plural y sustantiva para los sectores juveniles. 1. Aproximaciones conceptuales A esta altura del debate en torno al concepto de juventud est claro que el mero criterio de recorte por edad es tan insuficiente como necesario. No es posible eludir la mencin y el anclaje en torno a la edad, donde siempre existir cierto ajuste arbitrario para establecer sus lmites1, a la vez que es tambin reconocido el ineludible tamiz cultural que inscribe y da

    1 Al respecto, las diferentes organizaciones internacionales y nacionales en la regin no manejan criterios homogneos al respecto. Las Naciones Unidas definen a la juventud en el rango de edad desde los 15 a los 24

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    sentido a la edad y a las etapas de un ciclo de vida. La forma de interpretar y asignar significacin al crecimiento biolgico en los humanos es inherente al desarrollo evolutivo mismo. Cada sociedad establece sus propias marcas y rituales que acompaan este proceso. De este modo, la mera edad cronolgica no implica la existencia de niez, de adolescencia, de juventud, de adultez o de ancianidad. Desde distintas disciplinas hay abundantes investigaciones al respecto. Slo por mencionar a algunos de los ms citados: en los estudios pioneros de la antropologa clsica, Margaret Mead (1993) se sorprenda, o ms bien sorprenda al lector ingenuo con su estudio en Samoa durante la dcada del 20 del siglo pasado, donde no encontraba la existencia de algo asimilable o comparable al perodo adolescente de la sociedad americana. Por su parte, es tambin conocido el aporte de Aris (1987) en su reconstruccin histrica del advenimiento de la niez como representacin y sentimiento propios de la Modernidad a partir del siglo XVII. En cuanto a la conformacin histrica de la nocin de juventud en el sentido moderno, es decir anclado en una moratoria social que prorroga los tiempos sociales por sobre los biolgicos y pauta una transicin entre la infancia y la adultez, varios autores ubican su irrupcin hacia fines del siglo XIX y principios del XX, cuando la educacin ya haba instaurado una modalidad amplia de cobertura y especialmente, haba generado efectos sobre el imaginario social respecto a la insercin de las nuevas generaciones. Adems del anlisis de la conformacin histrica de estas categoras, el aporte de las disciplinas sociales tambin refiere una consideracin de tipo funcional. Tanto el clivaje de edad, como el sexo, que vienen dados por la naturaleza, actan como ejes estructurantes en todas las sociedades. A partir de ellos se crean sentidos, pertenencias y se genera organizacin. La caracterstica de estos atributos, que vienen dados por la dotacin biolgica de cada persona, es que su inscripcin en determinada trama de significacin tiende tambin a lubricar, potenciar y cristalizar las relaciones de poder de una manera sutil, cuasi imperceptible que opera en forma autodefinida. Tal como nos alertara Bourdieu (1998), quien denominaba a esta operatoria como un ejercicio tpico de la violencia simblica y lo ejemplificaba con la lgica del gnero. Por tal motivo, las producciones crticas desde los enfoques feministas promovieron la de-construccin de la lgica en que opera el gnero, en tanto, lgica de poder y de desigualdad anclada en la significacin de la diferencia sexual. Cabe entonces preguntarnos sobre una incidencia equivalente a partir de la secuencia etaria previsible, esperable y aceptable socialmente. Algo de esto traslucen las crticas que se han desarrollado al concepto de juventud, en tanto enraizado en una matriz originaria adultocntrica, de la cual es difcil apartarse. La juventud toma cuerpo en un sistema de categoras etarias sucesivas, en forma de secuencia, con marcas, dispositivos institucionales y rituales que van delineando el pasaje entre una y otra, aunque no necesariamente con una delimitacin exacta (y rgida) en cuanto a su correspondencia con la edad biolgica. Un traslape tpico de un ordenamiento simblico que se impone sobre aquello dado por la biologa y que se instituye recubierto por imgenes y representaciones sociales correspondientes a cada etapa. Desde los estudios

    aos, mientras que son varios los pases de la regin que varan el lmite inferior, o bien, amplan el rango superior.

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    que toman a la juventud como tpico, lo que aparece ms objetado de este ordenamiento es su concepcin centrada en el adulto2, una visin que se impone al resto de las categoras que se definen en funcin de su lejana (niez), su prximo arribo (juventud), o bien el haber dejado atrs (vejez) a la adultez. En el caso especfico de la juventud, esto se tradujo en una visin de sta como una mera etapa de transicin hacia el estado de autonoma y ciudadana plena que recin llegara en la madurez del adulto. En contraposicin, los enfoques actuales rescatan la condicin de ciudadana para la juventud, y entienden que sta es sujeto pleno de derechos, an considerando sus responsabilidades acotadas de acuerdo a su grado de madurez para quienes no han alcanzado el umbral de la mayora de edad legal, ya sea para cuestiones civiles o penales3. Cuando se cuestiona la concepcin adultocntrica, se pone nfasis crticamente en cmo esta perspectiva interpela a los/las jvenes pero no se cuestiona el ordenamiento en s mismo. Esto implica una reivindicacin del sujeto juventud, es decir que no se pretender diluir su inscripcin, en tanto colectivo, en el resto de los agrupamiento societales anclados en edades. Se promueve un reposicionamiento en cuanto a su reconocimiento y la interrelacin respecto a los adultos, tendiente a situar a las personas consideradas jvenes como agentes activos y en mbitos ms protagnicos. Se interpela a la juventud como actor protagnico y estratgico de los procesos de desarrollo. En cierto sentido, esta perspectiva se instala en una tensin inherente a la articulacin misma de este ordenamiento simblico que expresa el sistema de representaciones socio-etarias. Les toca a los jvenes, en tanto tales, cuestionar las relaciones existentes, el status quo, la autoridad, etc., lo que establece un frente de conflicto permanente. Esto es parte del juego de apropiacin y de re-significacin que llevan adelante las nuevas generaciones respecto de las que les antecedieron, y forma parte tambin de lo que se espera de quienes atraviesan el perodo de juventud4. 1.1. Juventud, en bsqueda de una definicin Con lo que expresado hasta aqu queda de manifiesto que el intento de definir el concepto juventud es una tarea sumamente compleja por las mltiples facetas que abarca y por los mltiples sentidos que adquiere. En lo que sigue intentar sintetizar algunos de los juegos de sentido que atraviesan la nocin de juventud, siempre en un contexto social latinoamericano como trasfondo. Justamente, dada la complejidad y la multidimensionalidad del concepto juventud, conviene, a riesgo de pecar de cierto eclecticismo, recuperar los aportes de diversas vertientes tericas. Edad, moratoria social, transicin, autonoma acotada, experiencia

    2 Ver Licha (2005). 3 La mayora de los pases de la regin ya han modificado o van en camino de hacerlo las normativas que rigen para los jvenes infractores de la ley penal. El antiguo rgimen de patronato consideraba a los menores de edad (el rango variaba entre los 18 y los 21) como objetos de proteccin, dispona intervenciones tutelares de privacin de libertad que encubran sus formas represivas. Actualmente se estn estableciendo sistemas de responsabilidad penal juvenil donde se otorgan las garantas del debido proceso a los menores de edad considerados imputables (mayores de 14 o de 16 aos segn los pases) y sospechados de haber cometido un delito. 4 En funcin de esto, lo que ms debiese preocupar no es tanto el cuestionamiento y la rebelda, sino, ms bien, el cese de un cuestionamiento, la indiferencia o, como seala Garca Canclini (2004), la desconexin.

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    generacional, entre otras, son algunas de las nociones claves de los abordajes de la juventud en tanto etapa del ciclo de vida; mientras que vitalidad, estilo, esttica, son algunos de los sentidos que acompaan a la juventud cuando sta juega como adjetivo, o ms precisamente como signo, emblema y como valor. Mientras que en el primer agrupamiento, aun con variantes muy diferentes, la juventud aparece como una condicin ligada a las cuestiones biolgicas, psicolgica y sociales que se expresan (y se inscriben) en un perodo de tiempo en las personas y se plasman a travs de ciertos espacios institucionales (como ser: la familia, la escuela y el trabajo); en la segunda acepcin, la juventud se transforma en un cono que, en el extremo, se desliga de la nocin temporal ligada a las personas y cobra vuelo propio como imagen. Actualmente, esta ltima es una connotacin de juventud fuertemente explotada, donde se desprende de su encarnadura a seres sociales generacionales determinados y de su adscripcin a un ordenamiento simblico, para operar como cono y como un estilo en s mismo. As, se impone una esttica y una moda juvenil que abarca a diferentes grupos de edad y de procedencia social, donde lo joven, o ms bien, lo juvenil emerge como sinnimo de vitalidad y desde all cobra valor. De este modo, no todos los jvenes en trminos estadsticos lo son tambin en trminos generacionales5 y tampoco en trminos de atributos de significacin. Al revs, podemos pensar jvenes eternos en trminos generacionales, aquellos muy marcados por su poca y que colectivamente mantienen un espritu de cuerpo en pos de aquellos idearios (trascendentes) cristalizados en los aos de juventud. Mientras que lo joven como adjetivo (ms precisamente, como signo o como valor) juega an ms independiente respecto de la edad y de la experiencia generacional, se puede estar por fuera de ambas y tener un estilo y una apariencia muy juvenil, mientras que tambin se podra estar en edad joven y no tener la onda juvenil. Como afirman Margulis y Urresti: se puede reconocer la existencia de jvenes no juveniles como es el caso de muchos jvenes de sectores populares que no gozan de la moratoria social y no portan los signos que caracterizan hegemnicamente a la juventud-, y de no jvenes juveniles como ciertos integrantes de sectores medios y altos que ven disminuido su crdito vital excedente pero son capaces de incorporar tales signos (2000: 22). La Juventud, en su sentido ms holstico6 (y moderno, obviamente) se inscribe como una trada: edad, sentido/significacin y experiencia. Al respecto, valen algunas advertencias, las tres se dan de manera articulada e imbricada, pero, a su vez, nunca se da un acoplamiento absolutamente convergente entre estos tres vectores. Esto ltimo porque el concepto juventud es, como todo concepto que atraviesa identidades (individuales y colectivas), un concepto abierto y dinmico. A su vez, la juventud en tanto encarnada en seres sociales concretos, se traduce en experiencias de vida compartida que genera adscripciones transversales a otras diferencias 5 La generacin, ms que a la coincidencia en la poca de nacimiento, remite a la historia, al momento histrico en el que se ha socializado (Margulis y Urresti, 2000: 26) y por tanto corresponde referirse a ella en trminos de experiencia generacional, experiencia de vida compartida y colectiva que deja marcas, construye sentido y funciona como acervo de la memoria social. 6 Evitando caer en una nocin meramente estadstica, ni tampoco en una perspectiva culturalista que relegue (y reniegue) de su materialidad.

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    y pertenencias de distinta ndole (clase, etnia, territorio, gnero, etc.) y, en tal sentido, lo propio en el proceso de apropiacin de (y de adaptacin a) un orden simblico es que ste sea cuestionado y discutido para ser resignificado. A esta altura de la exposicin est claro que resulta ms pertinente hacer referencia en plural a este agrupamiento por la gran heterogeneidad que conlleva, entendiendo que existen, de hecho, varias juventudes y, en trminos operativos, una forma de analizarla es considerando un plano ms estructural y otro ms de ndole identitaria7. El entrecruzamiento entre ambos planos explica, en buena medida esa gran heterogeneidad. Por una parte, existe una importante diversidad de clivajes identitarios juveniles. Mltiples identidades que no necesariamente funcionan con referencia a la condicin juvenil, pero que dan sentido a la misma y que se inscriben en la lgica la alteridad, caracterstica de los procesos de conformacin de los colectivos sociales. Esto es, la afirmacin de un nosotros delimita y requiere siempre un otros. Algunas veces, y esto plantea problemas para la cohesin social, esta alteridad alcanza niveles de antagonismo extremo en el que el juego de la diferencia despunta como rivalidad enemiga; por ende, la eliminacin del otro se vuelve condicin de afirmacin de la propia identidad. Esta lgica especular opera entre algunas identidades/alteridades juveniles, tanto entre los mismos grupos (un ejemplo en extremo violento es el que se presenta en la rivalidad entre maras y pandillas rivales) como con respecto a las instituciones de la represin y castigo donde la polica aparece en primer plano como uno de los otros emblemticos. Por otra parte, estos grupos juveniles no devienen como tales por la mera cuestin de sentidos pertenencia, sino que estn cruzados por una condicin social juvenil que les viene dada por la matriz societal. Esta condicin social juvenil, a su vez, no opera de manera uniforme sobre el colectivo incluido bajo la categora estadstica de juventud, sino que, aun conservando ciertos patrones comunes y transversales, define de maneras dismiles las opciones de vida de los distintos sectores sociales que componen este agrupamiento poblacional. Suele interpretarse que el perodo de moratoria social se manifiesta ms claramente para los sectores medios y altos, mientras que en los sectores ms pobres los jvenes suelen iniciar sus trayectorias laborales y la conformacin de sus ncleos familiares en edades mucho ms tempranas. De hecho, para algunos autores esto resulta definitorio para definir la condicin juvenil, por tanto plantean que a los sectores ms postergados se les niega situacin. Sin llegar a un planteo tan extremo (plantear la inexistencia), me parece que siempre se pueden producir marcas respecto a la condicin juvenil que opera en el imaginario social y que puede contrastar con las situaciones fcticas. Esto implica que la condicin juvenil, en sentido afirmativa o negativo, siempre est en juego, es decir se podr ser plenamente joven, o plenamente no joven, donde esta ltima no equivale a no existir sino a la negacin de lo que debiese ser, a partir de lo cual (del no joven, o del joven no juvenil en palabras de Margulis y Urresti citados anteriormente) se pueden generar nuevas marcas alternativas de la condicin juvenil. Las juventudes, desde esta consideracin, estn vinculadas a distintos factores que condicionan fuertemente las trayectorias de vida en ese perodo caracterizado por la 7 Este punto desarrollado en los prrafos siguientes, ha sido abordado en Moro (2006).

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    transicin y la moratoria en cuanto al proceso de inclusin social. As, ser distinto pensar a los jvenes de zonas rurales o urbanas, pobres o ricos, varones o mujeres, indgenas o no indgenas, afrodescendientes o eurodescendientes, entre otras variables fundantes de una estructura social que interpela y define la condicin juvenil en Amrica latina de distintas y desiguales maneras. De este modo, las juventudes pueden ser interpeladas desde estos factores constitutivos que, junto con los dispositivos institucionales mencionados anteriormente, configuran la condicin social juvenil, o mejor, las condiciones sociales juveniles; mientras que tambin pueden considerarse desde la propia perspectiva de la construccin de colectivos juveniles y de sentidos de pertenencia que generan identidades. En ambos planos, la condicin juvenil en Latinoamrica engloba una gran heterogeneidad de situaciones, por lo que resulta ms pertinente hablar de juventudes y considerar tanto algunas variables estructurales para acotar diferentes agrupamientos8, como tambin tener en cuenta los sentidos de pertenencias y las marcas simblicas e identitarias que no se corresponden linealmente con aquellas variables. A continuacin se presenta una breve panormica regional que desglosa algunos de estos factores y sus implicancias para la conformacin u obstaculizacin de ciudadanas juveniles. 2. Un breve cuadro de situacin Resulta til considerar algunas caractersticas de un contexto de pobreza y de desigualdad que estos sectores juveniles comparten con el resto de la poblacin pero a la vez la padecen de manera ms aguda, particularmente en lo referente al desempleo y las desigualdades educativas. Los ndices de desempleo juvenil a escala regional tienden a duplicar la tasa de desempleo general de la poblacin econmicamente activa, mientras que otro tanto puede afirmarse respecto a las desigualdades educativas, la brecha de asistencia entre los cuartiles extremos de ingresos (1 y 4) se acrecent en todos los pases latinoamericanos durante la dcada pasada. Vale decir, el acceso a la educacin media y superior mantiene un sesgo clasista, de manera contraria a lo que sucedi con la educacin primaria (CEPAL, 2004: 174) El problema para los jvenes es an ms complejo ya que en un entorno de creciente globalizacin cobra fuerza la centralidad del conocimiento y la conectividad, mientras el consumo se erige como marca de acceso y de pertenencia. Por lo que los indicadores sealados tienen relevancia no slo en trminos cuantitativos, sino que presentan problemas de carcter cualitativo que merecen destacarse por sus implicancias en materia de poltica pblica. Al respecto, una situacin relevante es que los jvenes tienen ms acceso al consumo simblico y a la informacin que generaciones anteriores9. Pero esto es acompaado a la vez por mayores restricciones en el acceso material, por lo que la brecha entre las

    8 En tal sentido, algunos estudios proponen considerar el nivel socioeconmico, el rea geogrfica, la pertenencia tnica, y mirar las trayectorias biogrficas de los jvenes en relacin al estudio y al mundo del trabajo (Licha, 2005). Justamente en este ltimo cruce suele situarse un grupo que ha cobrado visibilidad en los ltimos aos, los jvenes varones urbanos que no estudian ni trabajan y que suelen ser considerados como un grupo vulnerable, de riesgo o bien peligroso (propenso a entrar en situaciones delictivas). Este es el grupo juvenil ms frecuentemente vinculado a acciones delictivas, aunque esto no implique una causalidad. Algunos hallazgos de investigaciones recientes sealan que la inestabilidad laboral forma parte de la base que configura modalidades que operan, ya sea en paralelo, o bien en la alternancia, entre actividades legales e ilegales (Kessler, 2004). 9 Ver tambin CEPAL (2004) Hopenhayn (2006).

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    expectativas y las trayectorias de vida son muy dismiles, la distancia social entre distintos grupos es ms palpable y, por tanto, es ms sentida la exclusin por quienes la padecen. Esto plantea potenciales conflictos y pone en duda la cohesin social en trminos de contrato social y apego a la ley. Claro, no todos los jvenes en situacin de pobreza y exclusin son efectivamente una amenaza, pero la mirada social y los estereotipos que pesan sobre ellos, particularmente sobre los jvenes varones urbanos de sectores populares, ms las polticas de mano dura y las prcticas policiales represivas guiadas por el estigma, configuran en conjunto un entramado social que promueve las profecas autocumplidas. El miedo, o ms bien el manejo del miedo pasa a ser objeto de manipulacin meditica y de intereses polticos y facciosos10. Los procesos de exclusin social se presentan como reflejo de las dificultades en la construccin de ciudadana y a la vez como su propia contracara. Procesos que se asocian a dos fenmenos. Por un lado, se desencadenan a partir de un dficit en las capacidades estatales para reducir las brechas de desigualdad (contrariamente, en aos recientes estas brechas fueron potenciadas con las reformas pro-mercado). Por el otro, se asocian a una prdida de eficacia de los dispositivos institucionales clsicos de la modernidad en cuanto a su capacidad tanto para continuar constituyndose en espacios simblicamente significativos, como para incidir en la creacin de vnculos sociales que marquen pertenencias. Estos dispositivos institucionales a los que nos referimos son principalmente tres: la familia, la escuela y el trabajo, y aqu nos interesa analizar un poco ms detenidamente los ltimos dos. En ambos casos no es slo un problema de escasez, falta de trabajo o de cobertura educativa, se trata de instituciones que en buena medida actuaban como creadoras de la condicin juvenil, que le daban sentido y que hoy parecen haber perdido, en parte, esa potencia demarcatoria. Algunas investigaciones (Duschatzky y Corea, 2002) dan cuenta que la escuela como institucin ha perdido efectividad para seguir actuando como el espacio significativo que sola ser para los adolescentes y jvenes. Adems de que la escuela ha expulsado histricamente a los jvenes y adolescentes diferentes, aquellos que no se adaptaban al dispositivo disciplinario11, tambin ha dejado de marcar sus vidas de la forma en que lo haca para las anteriores generaciones. A esto se agregan el dficit de calidad educativa, el cual genera circuitos diferenciales entre lo pblico y lo privado y an al interior mismo de la educacin estatal, lo que trae aparejado una consecuente segmentacin que plantea consecuencias en trminos de la funcin cvica de la escuela como espacio de encuentro con los otros. Cada sector social opta por servicios educativos de acuerdo a sus posibilidades de pago, su lugar de residencia y su capital social. Este fenmeno, ms visible en aquellos pases de la regin que supieron conformar un sistema de educacin pblico de caractersticas universales, incrementa las distancias sociales y da lugar a potenciar el miedo al otro en tanto desconocido, fantasma de las carencias propias y potencial chivo expiatorio de los sentimientos de (in)seguridad ciudadana.

    10 Ver Kessler (2006). 11 El sistema de minoridad, con sus reformatorios e instituciones de internacin, actuaba como un dispositivo institucional paralelo para los jvenes desviados.

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    Por su parte, la insercin laboral de los jvenes es dbil segn lo reflejan las estadsticas de desempleo abierto, a lo cual se suman los cambios en las condiciones de trabajo, la precariedad y la flexibilidad en trminos de contratacin: trabajos de tiempos limitados, sin relacin de dependencia y sin cobertura social dificultan la continuidad y la proyeccin laboral en un oficio. No slo hay falta de empleo, sino que si se consigue un trabajo suele ser de baja calidad, precario y, por tanto, de escaso arraigo y proyeccin. Las nuevas formas laborales trastocan el sentido de pertenencia que antes generaba el trabajo y la funcin del empleo formal como regulador de la vida cotidiana. El trabajo, en suma, ha perdido potencia como instancia de insercin y como espacio de socializacin para las nuevas generaciones. Lo que adems suma complejidad es que estos problemas aparecen interrelacionados y potenciados entre s, la educacin aparece desarticulada frente a los cambios tecnolgicos y organizacionales del mundo del trabajo, pero a la vez el acceso a un trabajo de calidad resulta casi una quimera para quienes no alcancen un piso mnimo de educacin formal. En trminos de insercin, ambos espacios han perdido parte de la vitalidad que los caracterizaba y que signaba los proyectos de vida de las juventudes. Ms que abundar y extender este diagnstico y la caracterizacin de las juventudes en la regin, aqu nos interesa analizar en particular cmo se conforma la agenda de juventud y cmo juegan los colectivos juveniles al respecto. 3. Agenda y actores de polticas de juventud Algunas consideraciones del anlisis de polticas pblicas referidas a la formacin de agendas y a la conformacin de actores, pueden colaborar para enfocar la revisin de las juventudes en una perspectiva analtica aplicada a la gestin pblica. Ambos temas que aqu nos ocupan estn interrelacionados, la conformacin de la agenda est ntimamente vinculada a los intereses e ideologas de los actores que la impulsan. La conformacin de las agendas de problemas de juventud, esto es la definicin de los problemas relacionados a jvenes en la esfera pblica y en las reas sectoriales de gobierno, no implica slo una cuestin semntica. La definicin de problemas resulta clave y estratgica para delimitar escenarios, iluminar ciertos aspectos de una situacin y oscurecer otros, convocar a determinados actores y no a otros, a la vez que distribuir responsabilidades entre los involucrados (Moro, 2000). De este modo, politizar las necesidades (Fraser, 1989), esto es, cules y cmo son las necesidades que alcanzan el estatus de problema pblico y el estatus de problema de agenda gubernamental de los jvenes, es un primer suceso importante para un proceso de formacin de polticas. Importa tambin analizar cmo estos discursos que politizan necesidades interpelan a los jvenes, qu tanto los representa y sobre todo, los convoca para incorporarse de manera activa en procesos que promuevan su emancipacin y autonoma. Asimismo, interesa analizar cmo esos discursos y sus prcticas, articulan las distintas demandas de los diversos colectivos juveniles. Esto porque es importante que los enfoques innovadores de polticas de juventud avancen ms all de las crticas a las intervenciones tradicionales y, sobre todo, que no se acoten a incidir en las reas ms livianas en trminos de complejidad social, justamente hace falta que se involucren a los jvenes con menos capacidad de voz en la esfera pblica y ms directamente implicados en situaciones de violencia y exclusin.

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    En la regin los organismos de la ONU (UNICEF, OPS, CEPAL, UNESCO, OIT) y la OIJ han tenido un papel destacado como generadores de agendas, especialmente a partir del ao 1985 con la celebracin del Ao Internacional de la Juventud y posteriormente en los noventa con el Programa de Accin Mundial para los Jvenes que tomaba diez ejes prioritarios: educacin; empleo; hambre y pobreza; salud; medio ambiente; uso indebido de drogas; delincuencia juvenil; actividades recreativas; las nias y las jvenes; participacin; familiar y salud sexual. En este momento fundacional de muchos de los actuales mbitos gubernamentales de juventud, se observa un nfasis por enmarcar la agenda de juventud en trminos muy amplios, siempre vinculada a algunos tpicos especficos que se consideran prioritarios para la poblacin juvenil en tanto afectada. De este modo, es posible encontrar varios temas que remiten a reas sectoriales clsicas de las polticas sociales (educacin, salud y trabajo); con otros que, por la naturaleza misma del problema en cuestin, promueven un abordaje de tipo transversal o intersectorial (pobreza, participacin y familia). Un elemento casi comn en los pases de la regin a partir del retorno a la democracia a mediados de los 80 es que se observa un proceso de agendacin de los temas de juventud, proceso que fue ganando relevancia, visibilidad y sustancia merced a la accin de actores nacionales y regionales. En aquellos aos, las polticas de juventud, ms all de la retrica, ubicaban a los jvenes en las intervenciones concretas como receptores ms bien pasivos, o, a lo sumo, con participaciones acotadas y preformateadas. Histricamente como seala Rodrguez podra decirse que en la historia del ltimo medio siglo, en Amrica Latina se han desplegado algunos modelos de polticas de juventud particularmente destacables: el ms antiguo y estructurado, es aquel que ha centrado sus acciones en la educacin y el tiempo libre de los jvenes, mientras que en paralelo y en diversas etapas histricas, se han desarrollado otros modelos, centrados en el control social de sectores juveniles movilizados, en el enfrentamiento a la pobreza desde y para la prevencin del delito, y ms recientemente en la insercin laboral de los jvenes, tomada como un elemento central de la denominada inversin en capital humano (2000:29). Actualmente, los distintos abordajes promueven la participacin, el involucramiento y el protagonismo juvenil en los proyectos y en los procesos de desarrollo. Que los sectores juveniles logren constituirse en actores estratgicos para incidir en aquellos mbitos donde se toman y se disean las principales decisiones que afectan sus condiciones de vida es uno de los mayores desafos al que apuntan las polticas de estas reas. Al respecto, algunos elementos conceptuales resultan necesarios para enmarcar la discusin y pueden resultar tiles para dimensionar la envergadura de tal desafo12. Un problema central en la cuestin de articulacin de intereses en los mbitos de las polticas pblicas est dado por la dificultad que tienen ciertos individuos y grupos para tener protagonismo en los momentos fundamentales del proceso que le da forma y contenido a las mismas. Es por este motivo que deben explorarse algunos elementos que permitan a ciertos sectores lograr constituirse en actores protagnicos en la agendacin,

    12 Las consideraciones referidas a la conformacin de actores se basa en Moro y Repetto (2006) donde este punto ha sido desarrollado con ms profundidad.

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    construccin y gestin de la cosa pblica en general y de ciertas problemticas en particular. Qu hace a determinados colectivos (y en situaciones especiales a individuos por s mismos) actores capaces de incidir en las polticas pblicas? En tanto para participar con cierta posibilidad de xito en la vida poltica se requiere poder, la clave est en aquellos recursos que otorgan relativas dosis de poder a individuos o colectivos. Es decir, intereses (sean interpretados estos de modo subjetivo u objetivo) e ideologa/percepcin, no constituyen fuentes de poder an cuando generen un cierto posicionamiento de los involucrados ante determinadas problemticas pblicas, sino que sern una serie de recursos (y las dotaciones que se tenga de ellos) los que facilitan materializar intereses y concepciones del mundo en polticas pblicas concretas. Lo dicho apunta a no caer en un voluntarismo cuando se analiza la conformacin de actores. Sin embargo, habra que considerar tambin, particularmente dada la problemtica relacin de los jvenes con la poltica, al menos con las formas tradicionales, que el inters por participar, la voluntad, es condicin necesaria para plantearse los recursos que los colectivos juveniles requieren para su conformacin como actores de polticas. Por lo que, ms que darla por preexistente, esa voluntad por participar es algo a generar y desarrollar. No existe consenso en la literatura acerca de cules son los recursos relevantes que definen la conformacin de actores y el peso relativo de los mismos. Es posible, no obstante, avanzar hacia un primer listado incompleto, asociado mas bien a establecer ejemplos que deberian ser revisados y complementados segn el campo de decisin y accin pblica que se este abordando. El orden de la presentacin no implica jerarquas especficas respecto a su importancia relativa al momento de incidir en tales cuestiones publicas13: Apoyo de la ciudadana y de los grupos de inters: implica respaldos formales (por ejemplo el voto popular) e informales (acuerdos no escritos con actores ya constitudos) que otorgan al potencial actor dosis importantes de capacidad poltica. Autoridad formal: implica contar con los respaldos legales correspondientes para actuar en nombre de un colectivo (el ejemplo ms emblemtico es el de los funcionarios pblicos que actan en nombre del Estado), y la fuente de este recurso proviene del sistema jurdico positivo vigente en el contexto pblico en cuestin, articulando as legalidad con una concepcin de legitimidad racional-legal. Autoridad informal: implica actuar en el espacio pblico respaldado por un sistema de valores reconocido y aceptado por la ciudadana y el mapa de actores relevantes que operan en dicho contexto. Liderazgo: implica una combinacin de actitud y habilidad capaz de provocar respaldos legitimidados a la fijacin de ciertas prioridades, as como para conducir procesos de

    13 A su vez, debe prestarse atencin al hecho de que varios de ellos pueden derivar, desde un plano donde se les reconoce recursos de poder legtimos y ejercidos dentro de la legalidad, hacia un plano de ejercicio ilegal de la influencia poltica.

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    reformas ms o menos profundas conformando coaliciones aglutinantes, siendo fundamental la capacidad argumentativa-comunicativa de quien/es ejerce/n el liderazgo. Movilizacin y accin colectiva: implica contar con respaldos ligados a un nmero relevante de personas que actan coordinadamente para presionar en cierto tiempo y lugar (incluyendo el espacio virtual) a favor de sus intereses e ideologas, resolviendo en el proceso las potenciales estrategias de free-rider de los miembros del colectivo. Organizacin: implica contar con respaldos tcnico-administrativos (a nivel de estructura funcional, procedimientos y recursos humanos) apropiados para incidir en la caracterizacin de los problemas pblicos y sus posibles vas de solucin, en particular al momento de implementacin de las decisiones adoptadas. Dinero: implica contar con respaldo econmico para intentar incidir o plasmar ciertas visiones de los problemas pblicos, acotar cierto arco de alternativas de accin, promover determinada decisin y lograr especficos mecanismos de implementacin de polticas pblicas. Conocimiento e informacin: implica la capacidad de descifrar contextos complejos recargados de informacin no sistematizada, estando asociada al capital simbolico-intelectual de quien genera conocimiento y procesa informacion, asi como al prestigio institucionalizado del mbito desde el cual se genera la produccin de argumentos convincentes, ms all de su calidad y/o rigor cientfico. Habilidades de articulacin: implica aspectos tales como el apropiado manejo de situaciones conflictivas, la posibilidad de concertar y negociar entre mltiples involcrados, la experiencia de saber comunicar puntos de vistas, alternativas de accin, procesos en marcha o por venir. En tanto el concepto juventud da cuenta de mltiples grupos a su interior, es pertinente afirmar que mientras algunos de estos poseern cierta dotacin de alguno de estos recursos, otros jvenes accedern a recursos de poder diferentes. Lo ms complejo desde el punto de vista de incidencia poltica se da en aquellos casos (sin duda muy relevantes dado el escenario socio-poltico de Amrica Latina) donde grupos muy numerosos de jvenes no poseen dotaciones importantes de ninguno de estos recursos de poder aceptados colectivamente como legales y legtimos. Cuando eso sucede, la tentacin de hacer uso de otros recursos de carcter ilegal (el ms evidente es la violencia fisica) se torna muy atractiva para quienes no encuentran otras formas de incidir en la solucin a sus demandas y necesidades. La posesin de algunos de estos recursos (es casi imposible que un potencial actor posea niveles considerables de todos ellos al mismo tiempo) resulta en la capacidad poltica acotada de un actor individual o colectivo, que puede ser utilizada para negociar de forma autnoma en provecho propio o de otros sectores que no logran conformarse como actores, para promover conflictos o para ejercer acciones de veto. Sin embargo, las problemticas pblicas suelen ser lo suficientemente complejas, como lo demuestran aquellas que afectan a la juventud, por lo que habrn de ser mltiples los actores e involucrados que estarn

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    participando en el proceso que va del diagnstico y agendacin de cierta cuestin a la implementacin de cierto tipo de respuestas a travs de polticas pblicas. Por ende, en una perspectiva donde el poder se define por su carcter relacional, dichas polticas pblicas no habrn de reflejar exclusivamente los intereses e ideologias de los decisores estatales. As, tampoco, las respuestas ante los problemas pblicos expresarn pura y exclusivamente los intereses intereses e ideologas de individuos y grupos que se desenvuelven especificamente en la sociedad, el mercado o el sistema internacional. Sern ms bien las interacciones entre todos los involucrados en la problemtica especfica las que le den contenido y direccin a las polticas pblicas. La interaccin poltica en el espacio pblico ligada a la disputa/articulacin de intereses e ideologas no suele darse entre individuos y grupos aislados donde slo algunos logran conformarse como actores polticos, sino que se da en trminos de agrupaciones de esos involucrados en trminos de coaliciones polticas. Suelen ser estas conformaciones, cuyo cemento son los intereses y/o las ideologas/percepciones en comn, las que permiten que se potencien los recursos que cada actor o involucrado posee por s mismo y que en forma individual no le permite actuar activamente en aquellos mbitos de lo pblico donde ms desean o necesitan participar. Son las coaliciones las que agregando mltiples recursos (aportados por mltiples jugadores individuales o colectivos) generan sinergas importantes, dando lugar a capacidades polticas agregadas, que implican algo diferente a la sumatoria de las capacidades polticas acotadas de los miembros de la coalicin. La interaccin entre los actores polticos constituidos y aquellos involucrados que bregan por serlo se da dentro de ciertos marcos institucionales que posibilitan a la vez que restringen las opciones de accin. Sabemos, neoinstitucionalismo mediante, que estos marcos institucionales se despliegan tanto a travs de reglas formales como informales, de prcticas y rutinas organizacionales, as como tambin a partir de mapas cognitivos (Vergara, 2001). Los elementos conceptuales brevemente expuestos colaboran para precisar y destacar la importancia de los procesos de construccin de redes (polticas y de expertos) y de la conformacin de coaliciones en el mbito de las polticas de juventud. De hecho, en aos recientes a travs de foros, seminarios, redes virtuales, congresos, etc., se han generado formas de mirar y de acotar las problemticas de juventud, estableciendo determinados consensos bsicos en lo que comienza a operar a modo de una comunidad epistmica o comunidad de polticas. All se destaca el papel de distintas agencias internacionales, tambin el de las ONG dedicadas a los temas prioritarios para las juventudes de distintos pases de la regin, como de las relativamente nuevas reas de juventud al interior de los Estados, y tambin el de algunos colectivos juveniles. En el balance esta coalicin parece haber logrado mayor impacto para instalar los temas en las agendas, mientras se observan mayores dificultades en su capacidad para apuntalar procesos de implementacin de las polticas declamadas. Una nota casi comn en la experiencia latinoamericana de los organismos estatales con responsabilidad directa en materia de juventud, es su falta de claridad en cuanto al papel a desempear. Esto no obedece tanto a sus escasos aos de trayectoria organizacional, sino a

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    otra serie de factores poltico-institucionales relacionados con el poder intra-estatal y la institucionalidad pblica que enmarca el qu hacer en materia de juventud. Esto deriva en las rutas muy diversas que han seguido este tipo de organismos, no slo con diferencias entre los pases (lo cual en principio es pertinente en funcin de las diversas realidades nacionales), sino al interior de un mismo pas segn la etapa o el momento coyuntural que estuviese atravesando el organismo en cuestin. En sntesis: Los organismos responsables de juventud en nuestros pases no han resuelto su vocacin institucional y viven las consecuencias de una redefinicin del rol estatal que no ha adquirido carta de naturalizacin en materia de juventud () As, se adquieren formas diversas para resolver interrogantes que se plantean los propios organismos con relacin a si su funcin debe ser la ejecucin de programas y proyectos, la coordinacin de acciones, la asesora al ejecutivo, la representacin de los jvenes, o tal vez ser un ente tcnico o un ente poltico. Esta situacin determina parte del debate actual y refleja la tensin a la que se someten los organismos oficiales de juventud (Chilln Reyes, 2005: 4).

    4. Comentarios finales

    Como ya se ha sealado hay temas acuciantes en materia de juventud en toda la regin, slo por recordar algunos: desempleo y precariedad laboral, dficit de cobertura y de calidad de la educacin media que implica cada vez mayores brechas sociales, la frustracin que genera el mayor acceso al consumo simblico y mayores limitaciones para el consumo material, situaciones de exclusin y segregacin territorial que se retroalimentan en el caso de los jvenes varones, con los estereotipos y prejuicios sociales que pesan sobre ellos, y en el caso de las mujeres con la discriminacin que opera a travs de reglas formales e informales sobre el uso de su propio cuerpo. Todo ello, a su vez, se ve potenciado por las dificultades para la conformacin de actores por parte de los colectivos juveniles. En definitiva, muchos contingentes, en particular de jvenes, cada vez se sienten ms ajenos a una sociedad antes integrada intra e intergeneracionalmente () Al mismo tiempo, se produce una fuerte crisis de representatividad y vaciamiento del sentido de las instituciones, desde la perspectiva del ciudadano comn. Y los jvenes aparecen como el gran problema (Balardini, 2000:18).

    Las polticas de juventud no han sido ajenas a los cambios en el papel del Estado que se han planteado en las ltimas dcadas. En cierto sentido, los quiebres intergeneracionales y el vaco de representatividad tienen que ver con ese desplazamiento del papel de coordinacin social que, se pona nfasis en los 90, el Estado deba delegar hacia el mercado. Este cambio, adems de los efectos concretos en trminos de distribucin del ingreso, de pobreza y de merma en la calidad de servicios pblicos, tuvo amplias repercusiones sobre el imaginario social y el ordenamiento simblico. La poltica diluy su impronta y su jerarqua como espacio de resolucin de conflictos y, sobre todo, como mbito donde proyectar cambios y sueos colectivos. ste ltimo aspecto amerita un desafo central para las polticas de juventud. La conformacin de actores juveniles implica promover espacios amplios de participacin que resulten convocantes y significativos para estos colectivos, donde sean escuchados y encuentren formas de canalizar sus demandas.

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    El mbito de las polticas de juventud puede considerarse como un campo en formacin donde la institucionalizacin de reas estatales de juventud en trminos generales no ha llegado a plasmar las expectativas. Tal como evala Rodrguez: el desempeo institucional efectivo, ms all de las diferencias y particularidades, ha sido en general muy pobre, y en ello han incidido diversos factores explicativos. Por un lado, estas instituciones se han dedicado a implementar programas sectoriales (educacin, empleo, salud, etc.) en paralelo a los que ejecutan los grandes Ministerios y Secretarias, con lo cual han tenido que enfrentar serios conflictos de competencias. Por otro lado, sus cuadros directivos y sus principales impulsores, han sido reclutados en lo fundamental- entre los dirigentes jvenes de los partidos polticos en el gobierno, con lo cual, han cado en una excesiva politizacin de sus acciones, y en una muy escasa profesionalizacin de su personal tcnico () Adicionalmente, no han contado a su favor, con la existencia de grupos de presin interesados en la consolidacin institucional correspondiente y en la ampliacin de sus acciones especficas, en la medida en que las organizaciones y movimientos juveniles son en general- tan dbiles como efmeros en su existencia (2000:30).

    En trminos muy generales se puede mencionar cunto y cmo los actores juveniles y pro-juveniles han logrado incidir en la agenda pblica y gubernamental de la regin. Como fue expuesto, son varios los tpicos que se han impulsado al respecto. Algunos referidos a problemas generales que afectan en forma ms aguda al sector joven de la poblacin, otros que emergen como cuestiones particulares y transversales de los jvenes. Al respecto hay que reconocer lo relevante que resulta esta tarea de darle visibilidad a problemas y politizar cuestiones referidas a los jvenes. Junto a ello hace falta considerar si la agenda propuesta, por los temas en s y por el enfoque que se plantea, dan cuenta de la articulacin del sistema de categoras socio-etarias con las relaciones de poder existentes y dominantes en la sociedad. Es decir, si la agendacin de temas relevantes para estos actores, adems de ser representativa de los diversos colectivos juveniles, apunta tambin a cuestionar las condiciones de desigualdad, de exclusin y de impunidad. Para ello hace falta considerar los fundamentos conceptuales sobre los que se fundan las polticas de juventud, tal como recomienda Balardini, cuando abordemos el tema de la poltica de juventud, deberemos revisar su diseo teniendo siempre en cuenta que la implementacin de polticas est firmemente vinculada con el concepto de juventud que opere de base (2000:11). Ahora bien, revisar cul o cules son los conceptos de juventud que cimientan las bases de las polticas pblicas dirigidas a este segmento poblacional, resulta una tarea compleja considerando las superposicin de jurisdicciones y de reas que abarca. An as, es central tener una actitud de vigilia permanente en torno a cmo se interpela a los colectivos juveniles, qu se espera de ellos y cmo se involucran en el proceso de formacin de la poltica. Para ello hay que analizar los discursos pero tambin el nivel de las prcticas, ya que entre lo que se dice y lo que se hace suelen presentarse brechas que dan cuenta de las restricciones que operan para la implementacin (reglas formales e informales, rutinas organizacionales y mapas cognitivos) y del juego dinmico de los actores en funcin de sus intereses e ideologas a lo largo del proceso. As, suele aparecer un nudo conflictivo y paradjico, mientras discursivamente se promueve la participacin amplia y la ciudadana plural, los nuevos mbitos estatales de juventud han mostrado una tendencia a reproducir la lgica partidista y patrimonialista en la gestin pblica.

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    En este contexto, se debe valorar el impulso que se viene dando para incorporar la Convencin Iberoamericana de Derechos de los Jvenes en los Estados nacionales de la regin14. Lo que consolidara un marco normativo-gua para las polticas pblicas. Esto conlleva amplias repercusiones en trminos de encuadre conceptual que delimita posicionamientos de los actores, enmarca la incorporacin de temas en la agenda y colabora en la promocin de un enfoque de derechos de la juventud que promueva una incidencia transversal en las agendas y las prcticas institucionales. Tal vez sea esta una oportunidad para dotar de un nuevo impulso a las polticas de juventud y darle mayor nfasis a un enfoque anclado en derechos que, a la vez que fortalezca la participacin efectiva de los actores juveniles, donde los sujetos juveniles sean interpelados en su condicin de ciudadanos y ciudadanas, promueva la articulacin de una lgica de derechos tendientes a generar mayor democratizacin y construir equidad en las sociedades latinoamericanas.

    Igualmente conviene no caer en falsas ilusiones. As como la creacin de las reas estatales de juventud no resolvi la conformacin de actores juveniles, ni la transversalidad de la agenda, ni la coordinacin interinstitucional en la implementacin de las polticas de juventud. Las reglas formales, en este caso la Convencin, pueden sin duda colaborar para promover cambios, ya que marca rumbos y establece un horizonte normativo, pero en s misma no puede lograrlo. La implementacin y el nivel de las prcticas dependen mucho menos de las normas formales que de las reglas informales y de los esquemas mentales o mapas cognitivos. Por tal motivo, un nuevo arreglo institucional para ser efectivo deber trabajar por varios canales simultneos. Sealo cuatro que considero centrales: el convencimiento y persuasin de los actores e involucrados; generar incentivos para promover la cooperacin en los actores claves que estn a nivel de la implementacin de polticas; promover la consolidacin de la demanda respecto a las nuevas polticas (o nuevas orientaciones de poltica); y, finalmente pero no menor en importancia, conformar, sostener y consolidar una coalicin amplia de apoyo a la reforma, que articule actores de distintos mbitos y niveles.

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    14 El texto, firmado por 18 pases de Iberoamrica el pasado 11 de octubre en la ciudad espaola de Badajoz, contiene 44 artculos donde se consagran los derechos de la juventud en temas que van desde la salud y la sexualidad al trabajo, pasando por la educacin y la cultura, entre otros. www.oij.org

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    CEPAL (2004) La juventud en Iberoamrica. Tendencias y urgencias, CEPAL/OIJ, Santiago de Chile.

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    Resumen:

    Hablar de juventudes nos sita en un terreno de categoras socio-etarias propias de la construccin de los imaginarios modernos. Estas categoras, ancladas en una concepcin adultocntrica, ya bastante criticadas por ello, aparecen en la actualidad porosas, ambiguas y difusas porque sus lmites demarcatorios se han vuelto ms laxos y porque las transiciones que inscriban trayectorias de vida relativamente predecibles se han vuelto muy inciertas. De este modo, la bsqueda de definiciones en torno a la condicin juvenil presenta dificultades al menos en dos aspectos: por un lado, al pretender abarcar un sector poblacional muy heterogneo a partir de algunos criterios conceptuales que guardan correspondencia con lo que cierto sentido comn entiende por juventud; por otra parte, porque los espacios institucionales propios de la Modernidad, como ser la escuela, la familia y el trabajo que colaboraban fuertemente en la definicin de las categoras de infancia, adolescencia y juventud aparecen actualmente sin esa potencia demarcatoria. Qu sucede entonces para pensar la condicin juvenil en Amrica Latina? Acotar la categora juventud resulta cada vez ms difcil, como ineludible su trabajo de esclarecimiento terico-metodolgico, no para una mera disquisicin acadmica sino para echar luz a los sujetos interpelados e imaginados por las polticas de juventud. (Re)Pensar las juventudes es una tarea que no debiese darse por dada, ni por obvia; ms an, en un contexto de profundas transformaciones donde los gobiernos, ms all de la retrica, en muchas ocasiones, aparecen rebasados en sus capacidades de dar respuestas que conduzcan a la inclusin con equidad y a la construccin de una plural ciudadana de las nuevas generaciones.

    Resea: Argentino. Maestro en Gobiernos y Asuntos Pblicos, Facultad Latinoamericana de Ciencias Sociales (FLACSO) Sede Mxico. Licenciado en Ciencias Antropolgicas, Universidad de Buenos Aires. En la gestin pblica ocup cargos de asesor en reas sociales y de coordinacin de distintos programas para la infancia, entre otros se desempe como gerente del rea unidad provincias y capacitacin del Sistema de Informacin, Monitoreo y Evaluacin de Programas Sociales (Ministerio de Desarrollo Social y Medio Ambiente). Profesor de universidades nacionales a nivel de grado y de postgrado en antropologa, metodologa, polticas sociales y polticas pblicas. Publicaciones en temas de infancia, juventud, interculturalidad, ciudadana y polticas sociales. Ha sido consultor de UNICEF-Argentina y consultor-docente del Instituto Interamericano para el Desarrollo Social (INDES-BID) en el Programa Nacional para Guatemala. Actualmente se desempea en la Direccin General de Niez y Adolescencia del Gobierno de la Ciudad de Buenos Aires y es investigador del Instituto de Geografa de la Facultad de Filosofa y Letras de la UBA.