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    LA UNIVERSIDAD Y LA

    VIGENCIA DE LACULTURA ACADMICA

    Carlos Augusto Hernndez*

    La universidad es un espacio social al servicio del conocimiento. Sin embar-

    go, existen otros espacios sociales dedicados a la reproduccin, a la conservacin

    e incluso a la produccin de los conocimientos. Desde esta premisa el autor

    intenta responder a la pregunta Ques lo que constituye la diferencia especfica

    de la universidad?.

    * Profesor Universidad Nacional de Colombia.

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    examen cuidadoso. Es el lugar que corresponde a lacrtica en sentido acadmico, a la capacidad de explo-rar causas y consecuencias, de jerarquizar problemas yde poner de relieve lo que resulta fundamental. Eneste sentido, la crtica lleva a instalar las decisionestcnicas en el horizonte de su significado social. Laproduccin de conocimientos se juzga tambin en tr-minos de pertinencia. Dicha pertinencia viene reco-nocida en primera instancia por las comunidadesacadmicas; pero slo en la universidad puede ser exa-minada en sus mltiples determinaciones tcnicas so-ciales, ticas y estticas; slo en la universidad lapertinencia puede establecerse en el contexto de undebate integral socialmente significativo. Slo en elhorizonte complejo que hace posible la universidad,la libertad de elegir de la sociedad se realiza sobre labase de la conciencia ms completa de la cadena ml-

    tiple de las consecuencias previsibles.

    No es un secreto que buena parte de la produccinacadmica tiene un valor estratgico y que desde hacems de quinientos aos las sociedades han aprendido aser cuidadosas con la difusin de saberes que aseguranciertas ventajas econmicas o polticas; pero al mismotiempo, de manera cada vez ms acelerada, los conoci-mientos entran en redes disponibles prcticamente paracualquiera que tenga acceso a los medios modernos deinformacin. Se sabe que estar excluido de esos espaciosde produccin y circulacin de saberes puede significaruna desventaja muy significativa para las sociedades quepretenden sobrevivir en la sociedad globalizada. El anal-fabetismo funcional en relacin con nuevas tecnologasy nuevas formas de relacin en el trabajo resulta muycostoso y mantiene la dependencia.

    Nos vemos as ante la doble obligacin de apropiarel conocimiento ms avanzado y de crear nuevos conoci-mientos si deseamos ser efectivamente los constructoresde nuestro propio destino. La libertad de los pueblos estdeterminada hoy en buena medida por su capacidad cr-

    tica y por su posibilidad de producir conocimiento perti-nente. Esto es ms claro si se piensa que la eleccin entreformas de vida posibles y entre formas distintas de apro-vechar los recursos sociales es mayor en la medida en lacual esos diversos caminos de desarrollo se hacen visiblespor la investigacin. Ella permite reconocer estrategiasdiferentes para la solucin de los problemas sociales, es-trategias sobre cuyas implicaciones se puede reflexionarsistemticamente.

    Pero una vez constatada la urgencia de la actualiza-cin permanente y reconocida la renovacin que requie-re la universidad para que pueda asumir la tarea de lainvestigacin y la internacionalizacin inevitable delquehacer acadmico, es necesario examinar la vigenciade unos modos de hacer y de pensar ms antiguos que laemergencia de la importancia crucial de la tcnica quehoy en ms de un sentido gobierna la vida. Se trata deexplorar qu queda en pie de las notas ms antiguas de lacultura acadmica para asumir libremente la decisin deabandonarlas definitivamente o de recuperarlas antes deque la modernizacin de la universidad acabe paradji-camente con la universidad.

    Comencemos por recordar lo que para algunos es elacta de defuncin de la academia tradicional. Frente a laidea de conocer por el conocimiento mismo se alza con-

    tundente el vnculo estrecho sealado por Francis Ba-con entre conocimiento y poder3. Sin duda dicho vnculoes cada vez ms fuerte.

    Sin embargo es importante reconocer modalidadesde esta conexin; existen importantes diferencias entretrabajar con la intencin principal de conocer y traba-jar con la intencin principal de aumentar el propiopoder. El trabajo puede orientarse en ambas direccio-nes, y no necesariamente estos dos grandes objetivos seexcluyen; pero relacionarse con otro con el objetivo dedominarlo o utilizarlo (aqu Habermas hablara de ac-cin estratgica4) es muy diferente de establecer unacomunicacin con el otro sobre la base del inters com-partido (interaccin comunicativa en sentido propio).El ejercicio de la poltica abunda en ejemplos de situa-ciones en las cuales estos dos modos de interactuar pue-den confundirse. En el primer caso, se trata deaprovechar la mayor informacin que se posee para po-ner el trabajo ajeno al servicio de los propios intereses;se busca extender el espacio de la libertad propia endetrimento de las posibilidades de accin libre del otro.En el segundo caso, se trata de servir y de cuidar, en el

    sentido de aportar elementos que puedan enriquecer elpunto de vista del interlocutor y aumentar las herra-mientas que l posee para desarrollar su propio proyec-to. La comunicacin es especialmente valiosa cuando atravs de ella se exploran conjuntamente efectos posi-bles de las acciones con el objeto de encontrar espaciosde confluencia de intereses y de proyectos vitales. Cla-ramente la institucin universitaria debe estar al servi-cio del proyecto colectivo asumido como el resultado

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    de la unin de las voluntades sobre la base de unaexplicitacin de los intereses y de las finalidades.

    La universidad tiene como tarea central apropiar yampliar el saber necesario para el desarrollo colectivo. Elestudiante, el maestro y el maestro-investigador debenvalorar esencialmente su capacidad de prestar un servi-cio a la sociedad; este objetivo debe ser mucho ms fuer-te, mucho ms integrador de las distintas voluntades quese dan cita en la universidad, que los intereses personaleso de grupo.

    El conocimiento no se agota en su aplicacin inme-diata; no slo puede ponerse y de hecho se pone al servi-cio de la sociedad en el largo plazo, ampliando susposibilidades de eleccin, sino que tiene un significadoen s mismo como oportunidad de satisfaccin del deseo

    de conocer.

    Podra decirse que la educacin en sus distintos ni-veles no cumple su cometido si el deseo natural de saberdel que hablara Aristteles5no se mantiene y no se trans-forma en una voluntad de saber. El deseo de conocer per-mite a quienes atraviesan la escuela mantener elentusiasmo por el conocimiento; la voluntad de saberhace posible recorrer los tramos difciles en los cuales serequiere un mayor esfuerzo para comprender los proble-mas o dominar las herramientas construidas por quieneshan trabajado previamente en el proyecto de una cien-cia o en la sistematizacin de una prctica. En otros lu-gares se ha hablado de tres elementos fundamentales dela cultura acadmica que sin duda tienen su expresin enla universidad6, se trata de la vinculacin entre 1)unaconexin estrecha con la tradicin escritaque permite elaprovechamiento del saber previamente construido encualquier campo, 2) ladiscusin racionalque asegura lapuesta en comn de los conocimientos, el anlisis de losdiferentes puntos de vista, la contrastacin entre las dis-tintas perspectivas y 3) la capacidad de predecir y calcu-lar, de prefigurar y reorientar las acciones, de explorar y

    discutir posibles consecuencias y corregir el camino. Seha insistido en que esa vinculacin entre estos tres ele-mentos hace posible el aprovechamiento del conocimien-to sedimentado en los textos, en que ella aporta lascondiciones necesarias para la discusin sobre el signifi-cado y las vas posibles de aplicacin y desarrollo de eseconocimiento as como para su implementacin prcti-ca en situaciones especficas sobre las cuales se constru-yen modelos e interpretaciones y en que permite utilizar

    el conocimiento y la discusin racional para examinarlos avances realizados, para evaluar el camino seguido,para replantear las estrategias posibles de accin y paracorregir errores cometidos o ampliar las posibilidades dedecisin.

    La lectura permite el acceso a mundos extraordina-riamente ricos y a experiencias que por ser intelectualesno son menos intensas. Quienes acceden a la posibilidadde caminar por los textos encuentran en ellos sorpresas yherramientas fundamentales no slo para las prcticasespecficas en las cuales se forman o se desempean, sinopara las relaciones con los otros y para la comprensindel propio universo subjetivo. Si el dilogo entre las per-sonas es un espacio de encuentro, adems de un mediode acceso a nuevos conocimientos, el dilogo con lostextos, ms atento precisamente por ser un dilogo silen-

    cioso, aporta con frecuencia elementos que permitencambiar la mirada y por tanto adquirir una perspectivanueva de las cosas, lo que equivale al ingreso a un uni-verso nuevo de experiencias posibles.

    Los textos ms valiosos son aquellos que cambiannuestro punto de vista, al decir de George Steiner, setrata de abrir la casa para que alguien entre en ella con elpeligro de que este husped incendie la casa que se leofrece; este incendio metafrico, que expresa el cambiode la mirada que puede producir el texto, es vivido condolor y placer y deseado intensamente por el lector queha descubierto la maravilla del dilogo esencial que esposible establecer con los sabios y los poetas muertos7.

    La academia medieval desarrollaba un trabajo alre-dedor de herramientas lingsticas fundamentales parapensar; slo mucho ms tarde esas herramientas se reve-laron importantes y valiosas para la vida en sociedad ypara el conocimiento de la naturaleza. El trivium, la gra-mtica, la retrica y la dialctica, preparaba para la cons-truccin de un discurso consistente y estructuralmentecorrecto y para la comunicacin; podra decirse que en el

    triviumse combinaban los principios de la construccinde los cuales se ocupa la gramtica y las estrategias de ladimensin comunicativa de la cual hoy se ocupa la prag-mtica. El trivium y elcuadrivium(la aritmtica, la geo-metra, la astronoma y la msica) constituan el conjuntode las siete artes liberales, de las artes del hombre libre,eran herramientas para el ejercicio intelectual. Orienta-das al ejercicio intelectual y no a la prctica, an sincontaminarse con las tareas mundanas, an separadas de

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    la experiencia del mercado y la prctica de los artesanos,estas artes del espritu permitiran acceder a nuevas in-terpretaciones, ensear y convencer, y haran posibledevelar y describir el orden de los fenmenos celestes, elorden de los intercambios econmicos, los principios dela construccin arquitectnica y el arte de los msicos.La academia medioeval se ocupaba de aportar herramien-tas fundamentales de lenguaje para la comunicacin y lainvestigacin del orden de los saberes ms elevados. Eltrivium y elcuadriviumpreparaban para acceder a territo-rios del conocimiento que estaban vedados a la mayorade las personas y constituan un principio de identidadacadmica. Cuando estas herramientas abstractas se pu-sieron al servicio de la accin y de la comprensin de lasprcticas de transformacin de las cosas, lo que era espa-cio de idealidades, de universales intangibles, se convir-ti en la instrumento ms poderoso de la accin humana.

    Pero este conocimiento no estaba sometido a las urgen-cias de la aplicacin inmediata, naci como herramientadel pensar. Cabra pensar un instante si no tenemos yanada que aprender de esta idea de formar prioritariamenteen el lenguaje.

    Acaso es momento de abandonar el dilogo y en-frascarse de una vez en el febril hacer? Acaso es tiempoya de dejar de lado el desperdicio de actividad en que setraduce el tiempo de silencio y quietud que requiere elpensar? Desde los tiempos de Platn, la academia es elespacio ideal de la discusin y de la construccin de co-nocimiento basado en la argumentacin; este ejerciciode la argumentacin fue especialmente importante enalgunas corrientes de la escolstica. La universidad delrenacimiento hereda esas orientaciones hacia el dilogoy, a pesar de la naturaleza magistral de las ctedras, esposible reconocer estrategias interesantes de comunica-cin ms horizontal. En las disputas circulares que sedaban en algunas universidades italianas se enfrentabanmaestros de una misma rea o de una misma asignaturacon posiciones distintas ante una auditorio de estudian-tes y docentes de la universidad; la clase poda ser magis-

    tral pero exista un espacio de dilogo, luego de la leccin,en las discusiones alrededor de la columna y en las cua-les fundamentalmente se trataba de aclarar dudas plan-teadas por los estudiantes en un ambiente menos formalque el del aula. El dilogo entre personas es un espacioimportante de construccin de conocimiento, pero eldilogo con los textos permite reconocer la presencia dela profundidad de pensamiento de quienes nos antece-dieron en siglos y relativiza la urgencia de la novedad. La

    fascinacin de la novedad de la solucin puede hacernosolvidar de la reflexin que requiere el planteamiento justodel problema.

    Aunque la universidad prepara para resolver proble-mas prcticos concretos, la tarea fundamental que cum-ple hoy es la misma tarea antigua de ensear a pensar. Esde este modo como asegura su servicio a la libertad, pre-parando para situaciones radicalmente nuevas. Hoy, msque nunca, se tiene conciencia de las mutaciones en elcampo del saber, de las transformaciones en las distintasprcticas y de los cambios en las relaciones sociales den-tro y fuera del trabajo; esa conciencia de transformacinpermanente lleva a pensar en un saber que no se agoteen tareas especficas, que prepare para un cambio perma-nente, que constituya al mismo tiempo una herramientapara la toma de decisiones. Disear modelos, preparar

    procesos y predecir resultados en situaciones radicalmentenuevas, exigen algo ms que conocer rutinas. Asumir laresponsabilidad sobre las consecuencias sociales de laspropias acciones requiere conocimiento e imaginacin.Reconocer la complejidad del horizonte de las consecuen-cias de las acciones humanas exige algo ms que clculo,implica conciencia y sensibilidad social. La actividad dereflexin que trasciende el anlisis especfico de situa-ciones clara y distintamente reconocidas se hace cadavez ms urgente dentro del proyecto de construccin dela autonoma de los pueblos. Esta actividad es precisa-mente la que hemos llamado pensar.

    A los tres elementos mencionados de la cultura aca-dmica es necesario aadir el deseo y la voluntad de sa-ber de los que hemos hablado antes. Se trata de estimularen el trabajo acadmico una relacin creativa y gozosacon el conocimiento que fortalezca la voluntad requeri-da para adquirirlo y desarrollarlo. La experiencia emo-cionante que se ofrece como premio al esfuerzoinvolucrado en la aventura de la investigacin tambintiene una larga historia. Ya Giordano Bruno, cuyo cuar-to centenario de desaparicin conmemoramos este ao,

    haba sealado que el conocimiento permita un placermucho ms continuo e intenso que cualquiera otra de lasformas de satisfaccin de necesidades humanas. En efec-to, mientras que la satisfaccin de algunos deseos mate-riales conduce a la saciedad y a la muerte del deseo, eldeseo de saber se satisface en modo tal que la misma sa-tisfaccin del deseo lo multiplica; el placer de saber pro-duce un mayor deseo de saber y apunta a una satisfaccina un nivel ms elevado8. En esto Bruno recuperaba una

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    tradicin neoplatnica del Renacimiento segn la cualel conocimiento y la creacin artstica constituan ex-presiones de la posibilidad humana de reproducir la ar-mona csmica en la filosofa o en la obra de arte. Elneoplatonismo vea en esas formas de reconocimientode la armona esencial una satisfaccin inefable. En pa-labras de Ficino, la representacin figurada de la sabidu-ra no puede ser vista por los ojos en forma alguna, porquesi pudiese verse, suscitara hasta lo ms hondo amoresadmirables hacia aquella divina sabidura de la que esimagen9. Furores divinos, como en Ficino, furores he-roicos, como en Bruno, narran una intensidad posible derelacin con el conocimiento y con la belleza que conec-tan estas dos actividades de creacin cultural con unaforma extraordinaria posible de la experiencia intelec-tual, con una nueva dimensin de la sensibilidad humana.

    El investigador apasionado puede dedicar muchotiempo de su vida al examen atento de un problema,puede someterse a esperas de una gran tensin y de unalarga duracin, y lo hace porque es movido por la expec-tativa de la experiencia intensa posible del descubrimien-to. Sin duda la investigacin exige en muchos casostiempos de concentracin y esfuerzos que podran aso-ciarse al sacrificio; pero quienes viven la experiencia deltrabajo en las fronteras saben que la vivencia de la inmi-nencia del descubrimiento, ocurra este finalmente o no,es parecida a lo que Bruno legtimamente reconoca comoun furor heroico.

    Acaso no es la academia actual lo ms distante deuna tradicin superada siempre por nuevas teoras y nue-vos puntos de vista? Acaso no hemos cambiado tantoen los ltimos aos que resulta irrelevante acudir a laimagen de la academia medioeval?

    Segn establece la norma que rige en el momentopresente la educacin superior, no se trata slo de formarpara el ejercicio de una profesin; se trata tambin depreparar para una vida en sociedad. A la formacin tc-

    nica es necesario aadir la formacin tica y en una yotra los elementos bsicos de la cultura acadmica apare-cen como herramientas fundamentales para hacer posi-ble una orientacin consciente de las decisiones morales,basada en argumentos y no en principios incuestionados.El ideal de la democracia participativa establece unosprincipios para la accin humana que abren el espacio auna comprensin cientfica de la realidad social y a unaaccin orientada por esa comprensin.

    Si el proyecto de la democracia participativa es leg-timo, si la sociedad no est condenada al destino de lacolmena, a la derrota de la conciencia frente a la irracio-nalidad del sometimiento general al imperio de lo eco-nmico y a la produccin catica de mercancas ynecesidades, ser porque existen espacios de racionali-dad basados en el dilogo y enriquecidos por el conoci-miento y la crtica. Si an puede plantearse el ideal deun dominio creciente de la propia orientacin vital, deuna comprensin cada vez mayor del sentido y las conse-cuencias de las propias acciones sociales libertad basadaen la comprensin de lo dado y en la posibilidad de pre-decir y de ampliar perspectivas esto es posible porqueexisten espacios en donde se trabaja en la adquisicin decompetencias para actuar en el contexto de una perspec-tiva vital de largo plazo, porque existen lugares como launiversidad en donde el presente es historia, lugares en

    donde nuestras acciones actuales son reconocidas en unadimensin temporal que excede con mucho la duracinde nuestra vida, lugares como la universidad en donde,sin descuidar el presente, se trabaja en trminos de unimpacto que es visible ya, pero que va mucho ms all delo inmediato, lugares como la universidad en donde seaprende lo contemporneo y lo til en trminos de laconstruccin permanente de una conciencia orientada ala participacin efectiva en el destino global de lasociedad.

    Se podra extender la idea de la comunicacin comoprincipio fundamental de la academia pensando en quelas personas, adems de aprender a aprender, deben con-vertir en finalidad importante de su existencia la difusinde sus propios conocimientos. En este sentido podra ha-blarse de una pedagoga ampliada en la cual no se enseanslo tcnicas, habilidades y conocimientos; se ensea aensear; se ensear a comunicar, a comprender y a expli-car, no slo como ejercicios de difusin un saber tcnica-mente adquirido, sino como expresin de una pasin.

    Citas

    1 Ver: Prez G. Angel, La escuela en la encrucij ada de cul tu -rasen,Investi gacin en la Escuela, No. 26, Sevilla, 1995.

    2 Ver: Aristteles, Poltica, Libro 1, cap. 2.

    3 La ciencia del hombre es la medida de su potencia, porque ignorarla causa es no poder producir el efecto. Bacon, Francis, Novumorganum, Libro 1, 4.

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    4 Ver: Habermas, Jrgen, Qu es la pragmtica universal?, enTeora de la accin comunicativa: complementos y estudios pre-vios, 1989.

    5 Todos los hombres por naturaleza desean saber es la primerafrase de la Metafsica.

    6 Ver: Mockus A. y otros, Las fronteras de la escuela, Captulo 4,

    Editorial Magisterio, Bogot, 1995.7 Es arriesgarse a que, cierta noche, un texto, un cuadro, una

    sonata llamen a nuestra puerta... y es posible que el invitadodestruya e incendie por completo la casa. Es posible tambinque nos desvalije con un gran aletazo. Pero es preciso aceptaral texto en nosotros mismos; no tengo palabras para describirla riqueza de esta experiencia que he hecho mil veces...

    Steiner, George, 1994, S. En dilogo con Ramin Jahanbegloo,Anaya & M. Muchnik, Salamanca.

    8 Aqu, los ojos imprimen en el corazn es decir en la inteli-gencia y suscitan en la voluntad un infinito tormento de sua-ve amor, no habiendo pena por no lograr aquello que se desea,sino felicidad porque se alcanza siempre aquello que se persi-gue; mas no llega nunca la saciedad, pues siempre crece el

    apetito y, por ende, el gozo, sin que ocurra como con los ali-mentos de cuerpo, el cual pierde con la saciedad el gusto...Bruno, Giordano,Los Heroicos Furores, Tecnos, Madrid, 1987,p. 194.

    9 Ficino, Marsilio, Sobre el furor divino y otros textos, Anthropos,Barcelona, 1993.