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La Agencia de la ONU para los Refugiados Tras el fin de la guerra Tras el fin de la guerra N O 1 2 8 2 0 0 5

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La Agencia de la ONU para los Refugiados

Traselfinde laguerra

Traselfinde laguerra

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E L C O M P L E J O M O S A I C O D E L A

SERBIA: Una mujer de Sarajevoy su nueva vida en Belgrado. SERBIA: Una familia croata solicita la nacionalidad serbia.

BOSNIA: Una croataque se arriesgó aquedarse en la RepúblicaSrpska durante la guerra.

BOSNIA: Una familia de refugiados de Kosovo en Bosnia.

BOSNIA: Tras la guerra, una familia musulmana ha regresado a su región, de mayoría serbia.

BOSNIA: Un granjero serbio queha vuelto a la región de Sarajevo.

BOSNIA: Viudas de la masacre de Srebrenica que aúnesperan volver a suhogar.

BOSNIA: Retornados croatas a la región de Mostar

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P O S G U E R R A

CROACIA: Una familia croata que huyó delas milicias serbias en 1991, ahora en casa.

CROACIA: Una retornada serbia sigueesperando para reclamar su casa ocupada.

BOSNIA: Una familiaserbia que vive en unaregión de Bosnia demayoría musulmana.en la Federación Bosniocroata.

BOSNIA: Un refugiado croata sigueviviendo y trabajando en la propiedadde otro refugiado.

CROACIA:Una familiacroata deBosniareasentadaen Croacia.

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El “milagro” de Dayton –El “milagro” de Dayton –

El restaurado puente de Mostar.

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“EL PUENTE, CON TODA SU BELLEZA Y ELEGANCIA, SE CONSTRUYÓ CONÁNIMO DE SOBREVIVIRNOS. PRETENDÍA DURAR TODA LA ETERNIDAD”.

– 10 años después– 10 años después

F O T O G R A F Í A S D E V I N C E N T W I N T E R

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El “milagro” de Dayton– 10 años después

P O R R AY W I L K I N S O N

olimán el Magnífico encargó esta obra dearte del siglo XVI como reflejo de su omnipo-tencia como califa. Se cuenta que el morteroutilizado para dar trabazón a los deslum-brantes sillares de piedra que colgabansobre el río Neretva se ligó con las mejoresclaras de huevo y crines de caballo, y espe-

cialistas, viajeros de todo el mundo y miembros del cleroalabaron el puente en siglos posteriores no sólo por subelleza, sino como un símbolo de tolerancia religiosa ycultural, una estructura que había sobrevivido a los impe-rios otomano y austriaco, a los realistas yugoslavos y a loscomunistas del siglo XX.

En una helada mañana de noviembre de 1993, el gene-ral croata Slobodan Prljak vio el puente de Mostar, situadoen el corazón de la recién independizada Bosnia Herzego-vina, no como una joya cultural de carácter mundial, sinocomo un impedimento a uno de los últimos y más insidio-sos episodios del siglo XX: la “limpieza étnica”, la exclusióno asesinato de personas “inferiores”.

“No es más que un viejo puente”, dijo de manera casualel general cristiano cuando ordenó a sus artilleros destruirlas elegantes arcadas y otros once edificios históricos delos alrededores para cumplir sus objetivos de guerra con-tra la vecina población bosnio-musulmana.

Las viejas piedras se estrellaban contra los torrentescargados de nieve y el periodista croata Slavenka Drakulic,responsable también de las frases previas sobre el puentede Mostar, se lamentaba así: “¿Por qué sentimos más dolorante la imagen del puente destruido que ante la de perso-nas masacradas? Que la gente muera nos parece normal.La destrucción de un monumento a la civilización es algomuy distinto. El puente transcendíanuestros destinos individuales”.

Casi tanto como cualquier otro acon-tecimiento de la tragedia en ciernes quehabría de durar casi cuatro años, elpuente de Mostar y su destrucción sinsentido se convirtió en otro tipo de sím-bolo, esta vez no de tolerancia, sino de laintolerancia y la depravación que anególa región europea de los Balcanes acomienzos de los años 90.

UNA FIGURA CLAVETodo había sido tan distinto duran-te las cuatro décadas anteriores... Des-pués de que Josip Broz Tito y sus parti-sanos comunistas se hicieran con elpoder en Yugoslavia en los últimos díasde la Segunda Guerra Mundial, el paísse había unificado en un estado política-

SLos años de guerra:Un puenteprovisional parapeatones sustituyeal histórico puentede Mostar.

Prisioneros de guerrabosnios en manos defuerzas serbias.

Buscando refugiofrente a losfrancotiradoresserbios en unatrinchera llena debarro y tras loscarros blindados dela ONU.

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mente relevante situado a horcajadas delos principales bloques de poder mun-diales: comunista, socialista, capitalista yTercer Mundo.

Pero cuando murió Tito en 1980, lastensiones étnicas, políticas, económicas yreligiosas resurgieron y la fachada de launidad yugoslava se vino abajo. En 1991,

tras una década de tensiones regionales en aumento, Eslo-venia y Croacia se independizaron de las autoridades cen-trales de Belgrado, dominadas por los serbios. Ciertaszonas de Croacia quedaron sumergidas por la guerra. Bos-nia Herzegovina declaró su propia independencia en 1992y el conflicto interétnico entre croatas, serbios y musul-manes se extendió también por este país.

En las posteriores luchas y guerras que tuvieron lugarentre 1992 y 1995, murieron cientos de miles de personas.Las fuerzas serbias cometieron la mayor atrocidad enEuropa desde el final de la Segunda Guerra Mundialcuando masacraron a casi 8.000 hombres y niños musul-manes en los alrededores de una desconocida ciudad lla-mada Srebrenica. Se abrieron campos de concentración.La mitad de la población bosnia —hombres, mujeres yniños, ancianos y discapacitados— se vieron arrojados desus hogares. La “limpieza étnica” entró a formar parte delvocabulario internacional. El grueso de las fábricas, puen-

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ESLOVENIA

CROACIA

BOSNIAHERZEGOVINA

SERBIA

VOJVODINA

KOSOVO

MONTENEGRO

RFY DEMACEDONIA

Ljubjana

Zagreb

Knin

Dubrovnik

Novi Sad

Belgrado

Srebrenica

Mitrovica

PodgoricaPristina

Skopje

Kraljevo

Tuzla

Sarajevo

Mostar

Banja Luka

HUNGRÍA

RUMANÍA

ALBANIA

GRECIA

ITALIA

MarAdriático

Los Balcanes

Casi tanto como cualquier otroacontecimiento, la destrucción sin sentidodel puente de Mostar se convirtió ensímbolo de la intolerancia y la depravaciónque anegó la región de los Balcanes.

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•1996

© B . G Y S E M B E R G H/CS/B IH• 1 992 A P / H . D E L I C/DP/B IH• 1 996

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Cavando nuevastumbaspara víctimas reciénidentificadas de la masacre deSrebrenica de 1995.

tes, carreteras, escuelas, casas y suministros de agua y elec-tricidad de Bosnia fueron destruidos, así como ciudades ypueblos enteros de Croacia.

El ACNUR se convirtió en la principal organizaciónhumanitaria de los Balcanes y puso en marcha la opera-ción más compleja y de mayor alcance de su historia, enca-bezando un programa que se ocupaba de 3,5 millones deciviles. Esencial en esa operación fue lo que terminó sien-do el puente aéreo más largo de la historia, un servicio casidiario de aviones de carga que ayudó durante tres años aalimentar a la capital bosnia, Sarajevo.

Sólo unos años antes, en 1984, esa misma ciudad habíasido la orgullosa anfitriona mundial de los Juegos Olímpi-cos de Invierno, pero ahora había quedado reducida a undesdichado montón de civiles traumatizados que, refugia-dos en sus ensombrecidos y parcialmente arruinadoshogares, eran literalmente “tiroteados a placer” por losfrancotiradores serbios apostados en lo alto de las colinascircundantes.

Tras el aumento de la intervención americana y de laOTAN, la fase bosnia de la pesadilla balcánica se detuvo degolpe en el lugar menos pensado cuando los principalesprotagonistas aceptaron lo que sería conocido como los

Acuerdos de Paz de Dayton, el 21 de noviembre de 1995, enuna base aérea estadounidense de Ohio llamada Wright-Patterson.

Las armas dejaron de oírse. Bosnia quedó divida en dospartes casi iguales, la denominada República Srpska, sedeespiritual de los serbios, y la Federación Bosnio-Croata.Según los términos del Anexo 7 de los Acuerdos de Dayton(ver artículo de la página 14), el ACNUR volvió a convertirse enla agencia humanitaria líder, esta vez repatriando a las vícti-mas civiles de guerra desde los horripilantes centros colecti-vos dispersos por toda la región; desde casas abandonadas yedificios semiderruidos ocupados después de que sus due-ños huyeran; desde lejanos centros de refugiados y hogaresen Europa y Norteamérica… devolviéndolos a un entornohecho añicos y sembrado de minas, sin apenas infraestruc-turas ni puestos de trabajo y con una xenofobia latente.

En la víspera del X aniversario de los Acuerdos de Day-ton este noviembre, el puente de Mostar vuelve a propor-cionar un dramático telón de fondo que sirve para contras-tar lo ocurrido durante la última década —un fácil punto dereferencia con el que medir los progresos realizados o suausencia— en el intento de unificar nuevamente la maltre-cha cornisa del sudeste europeo.

El “milagro” de Dayton– 10 años después

El ACNUR volvió a ser la principal agencia humanitaria,hasta un lugar sembrado de minas, sin

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1878El Congreso de Berlín reordena el mapa de losBalcanes y, pese a ignorar los deseos de laspoblaciones locales, crea tres nuevos países,Serbia, Montenegro y Rumanía.

28 de junio de 1914El archiduque Francisco Fernando, heredero altrono austrohúngaro, es asesinado por unactivista serbio durante una visita a la capitalbosnia, Sarajevo, precipitando la Primera GuerraMundial y el posterior colapso de los imperiosaustríaco y otomano. Se crea Yugoslavia, “reinode los serbios, croatas y eslovenos”, en 1918.

24 de octubre de 1944En los últimos días de la Segunda Guerra Mundial,los partisanos de Josip Broz Tito liberan la capitalyugoslava, Belgrado, y crean un régimencomunista que perdurará durante casi medio siglo.

25 de junio de 1991A la muerte de Tito empiezan a emerger lasdiferencias internas. Croacia y Esloveniadeclaran la independencia, pero el ejércitofederal yugoslavo, de mayoría serbia, invade el30 por ciento del territorio croata. Ese mismoaño se nombra al ACNUR principal agenciahumanitaria para la crisis.

3 de marzo de 1992Bosnia Herzegovina proclama la independencia,pero las fuerzas de origen serbio se apoderandel 70 por ciento del país y ponen cerco a lacapital, Sarajevo. El ACNUR comienza unservicio de transporte aéreo de tres años parasuministrar alimentos a la ciudad, el puenteaéreo humanitario más largo de la historia.

1991-95En cuatro años de guerra mueren cientos demiles de personas; el término “limpieza étnica”entra a formar parte del vocabulariointernacional mientras que las agencias deayuda luchan por alimentar y proteger a unos3,5 millones de civiles. Las infraestructuras deBosnia quedan prácticamente destruidas.

11 de julio de 1995Fuerzas serbias cometen la peor atrocidad enEuropa desde la Segunda Guerra Mundialcuando invaden el enclave musulmán deSrebrenica y masacran a casi 8.000 hombres yniños. La catástrofe acelera la intervención delos ejércitos norteamericano y de la OTAN.

12 de agosto de 1995Mientras que la marcha de la guerra se vuelvedecisivamente en contra de las fuerzas serbias,Croacia lanza la Operación Tormenta pararecuperar el territorio en poder serbio. Unos250.000 ciudadanos de origen serbio huyen deCroacia durante la guerra.

21 de noviembre de 1995Los Acuerdos de Paz de Dayton acaban con lashostilidades en Bosnia Herzegovina. La OTANdespliega fuerzas de pacificación y se nombraal ACNUR principal agencia humanitaria parasupervisar la repatriación, el suministro dealimentos y el realojamiento de losdesplazados de la región.

15 de enero de 1998 Croacia recibe por vía pacífica el últimoterritorio conquistado por las fuerzas serbias aleste del país, asumiendo por primera vez lasoberanía total sobre todo su territorio.

24 de marzo de 1999Mientras que el resto de la antigua RepúblicaFederal Yugoslava intenta recuperarse de laguerra, una nueva crisis se ha ido gestando en laprovincia sureña de Kosovo entre la mayoría deciudadanos de origen albanés y los serbios.Cuando las conversaciones de paz fracasan enFrancia, la OTAN emprende una guerra aéreade 78 días contra el ejército serbio. En pocosdías los primeros de los cerca de 900.000ciudadanos de origen albanés huyen o sonexpulsados a Albania, Macedonia yMontenegro.

12 de junio de 1999Tras la aceptación de un plan de paz, losejércitos de la OTAN y de Rusia entran enKosovo, seguidos de cerca en las semanassiguientes por casi toda la población deorigen albanés que había huido unos pocosmeses antes. Esto lo convierte en uno de loséxodos y retornos de refugiados más rápidosde la historia. Sin embargo, temiendo lasrepresalias de los albaneses, unos 230.000serbios, gitanos y miembros de otras minoríaskosovares huyen en dirección opuesta, haciaSerbia y Montenegro. Se establece unaadministración civil de la ONU, UNMIK, paragobernar Kosovo.

11 de diciembre de 1999Los cambios políticos empiezan a extendersepor los Balcanes. Muere el hombre fuerte deCroacia, Franjo Tudjman, y se establece unsistema democrático. En octubre del añosiguiente, Slobodan Milosevic acepta la derrotaen las elecciones presidenciales de Belgrado yel 28 de junio de 2001 es entregado al TribunalInternacional de La Haya para responder porlos crímenes de guerra cometidos.

Febrero de 2001Estalla la guerra en la antigua RepúblicaYugoslava de Macedonia y más de 150.000personas se ven obligadas a huir, sobre todo ala vecina región de Kosovo. En agosto, los dosbandos contendientes firman un acuerdo depaz y comienza el regreso de civiles al país.

4 de febrero de 2003La Carta Constitucional de un nuevo país -laUnión Estatal de Serbia y Montenegro-, aprobadapor el Parlamento de Belgrado, supone tambiénel final formal de la antigua República Federal deYugoslavia, que se había desmembrado durantelas guerras balcánicas de los años 90.

Julio de 2004El regreso del desplazado de guerra númeroun millón a Bosnia supone un hito importanteen el renacimiento de este país.

Enero de 2005Bosnia Herzegovina, Croacia, Serbia yMontenegro, con la ayuda del ACNUR, la UniónEuropea y la Organización para la Seguridad y laCooperación en Europa, acuerdan resolver todaslas cuestiones pendientes sobre refugiados ydesplazados internos para finales de 2006.

Septiembre de 2005Más de dos millones de desplazados hanregresado a sus hogares de los Balcanes desdemediados de los 90. Sin embargo, unos 620.000civiles siguen esperando para volver, siendo elmayor problema el regreso de los ciudadanosde origen serbio y otras minorías a Kosovo. ElACNUR ha empleado alrededor de 500millones de dólares en ayudas durante ladécada transcurrida desde Dayton, pero, trashaber sido la principal agencia humanitariatanto en la guerra como en la paz, lleva unosaños reduciendo sus operaciones en la región.

Una breve historiade los BALCANES

esta vez repatriando a las víctimas civiles de la guerraapenas puestos de trabajo y con una xenofobia latente.

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El puente y los edificios cercanos han sido cuidadosa-mente restaurados gracias a un proyecto internacional derecuperación financiado con muchos millones de dólares.Se han rescatado piezas de la sillería original que se encon-traban en el río y se han cortado nuevas piezas proceden-tes de la misma cantera. El puente provisional para peato-nes que proporcionaba acceso a la ciudad dividida en dos yque era en sí mismo un símbolo de guerra y división hasido desmantelado.

Las terrazas de los restaurantes, llenas de sombrillasde colores brillantes, sirven especialidades regionales decarne como cevapi (salchicha), jagnjetina (cordero), silova-ne paprike (pimientos rellenos) y los fuertes coñacs loca-les, mientras los habitantes y un cada vez mayor númerode turistas se mezclan sin problemas. Los niños nadan enel Neretva para escapar de las pegajosas temperaturasestivales. Las risas y la música flotan a lo largo de losbarrancos.

Pocas personas estos días se detienen a inspeccionar enun extremo del puente una pequeña losa conmemorativa,coronada por la aleta de cola de un misil sin explotar, conuna sencilla inscripción en inglés: “DON’T FORGET ‘93”.

Y a sólo unas cuantas calles de distancia hay un recor-datorio aún más brutal: filas enteras de edificios fantasma-les rociados de metralla, demasiado deshechos y costososcomo para reconstruirlos y sin que posiblemente los líde-res del país tengan la voluntad política de hacerlo.

Al igual que los contrastes existentes en el propio Mos-tar, optimistas y pesimistas encuentran todo tipo de argu-mentos para respaldar sus respectivas opiniones sobre loocurrido en la región en los últimos diez años.

LAS BUENAS NOTICIASCerca de 2,5 millones de personas han regresado a sushogares durante los últimos años en los Balcanes. Almenos 650.000 refugiados se han reasentado permanen-temente en el extranjero y han dejado de estar bajo lasupervision de agencias como el ACNUR.

En Bosnia, nada más firmarse los Acuerdos de Dayton,regresaron más de un millón de civiles, casi la mitad deellos a zonas donde ahora son minorías étnicas, lo quesupone la parte más difícil y sensible de todas en el proyec-to de repatriación.

El país recibió 5.000 millones de dólares en ayudasdurante los primeros años de paz. De las 500.000 casasdestruidas, se reconstruyeron o reemplazaron cerca de lamitad. Unos 200.000 conflictos sobre la propiedad seresolvieron pacíficamente.

Como el puente de Mostar, Sarajevo disfrutó de unrenacimiento, floreciendo una vez más la vigorosa vida desus calles, las elegantes boutiques y restaurantes de tiem-pos pasados, a pesar de que los proyectiles recubiertos devegetación de algunos edificios céntricos sirven comoconstante recordatorio del pasado más reciente.

El “milagro” de Dayton– 10 años después

Cerca de 2,5 millones de personas han regresado a Mucha gente haseguido regresandoen los últimos años a las denominadaszonas minoritariasde los Balcanes.

Un granjero croataen la RepúblicaSrpska de Bosnia.

Una extensa familiade origen bosnio, lamitad de la cual viveactualmente enEstados Unidos, antesu casa reconstruidaen el antiguoreducto croata deStolac, cerca deMostar.

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El número de efectivos militares internacionales paramantener la paz en Bosnia descendió de un máximo de69.000 a 7.000 en ausencia de incidentes importantes deseguridad.

En 1998 le fueron devueltas al Gobierno croata las últi-mas de las tierras conquistadas por las fuerzas federalesyugoslavas durante los primeros días de guerra, dando porconcluido de modo pacífico el conflicto entre estos dos países.

El Gobierno de Zagreb, acusado en numerosas ocasio-nes de ralentizar el retorno de personas de origen serbio,asegura no obstante haber dado la bienvenida a más de130.000 refugiados en la última década. Otros 240.000desplazados internos a causa de la guerra han regresado yaa sus pueblos y ciudades.

En Yugoslavia, que más tarde cambió formalmente sunombre por el de Unión Estatal de Serbia y Montenegro,el número de refugiados ha descendido desde 1996 en másde dos tercios, a unos 150.000 en la actualidad. Más de100.000 civiles han regresado a Croacia y Bosnia y, comoacontecimiento importante de los últimos años, otros116.000 refugiados han respondido positivamente a lainvitación de Belgrado de asentarse permanentemente yadoptar su ciudadanía.

La comunidad internacional dio la bienvenidad a lanueva flexibilidad de Belgrado, aprobando un tempranopaquete de ayuda de 1.300 millones de dólares para la mal-trecha economía del país.

En estos tres países, el alto número de retornados hallevado a que serbios, croatas y “bosniacos” (musulmanes)vivan de nuevo en proximidad y trabajen juntos enmuchas zonas.

(En el sur de los Balcanes estallaron distintos conflictosétnicos en 1998, en la provincia serbia de Kosovo, y en 2001 enla antigua República Yugoslava de Macedonia después delalto el fuego alcanzado en el norte. Durantes estos conflictos

sus hogares durante los últimos años en los Balcanes.

Una joven serbiacerca de Knin, tras suregreso de Serbia.

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se produjeron nuevos desplazamientos masivos de civiles,pero más de un millón de personas de la región fueron rápida-mente repatriadas. Ver artículo en página 26).

Los regímenes autoritarios de Belgrado y Zagreb fue-ron sustituidos por gobiernos democráticos, y el antiguolíder yugoslavo, Slobodan Milosevic, fue enviado a LaHaya, donde permanece hoy respondiendo a acusacionespor crímenes de guerra.

En enero, los gobiernos de Bosnia, Croacia y Serbia yMontenegro, junto con el ACNUR, la Unión Europea y la

Organización para la Seguridad y Cooperación en Euro-pa, afirmaron que encajarían la última pieza del “rompe-cabezas refugiado” en sus respectivos países. Firmaron elAcuerdo de Sarajevo o “Iniciativa 3 x 3”, en el que acepta-ban resolver para finales de 2006 todos los problemas pen-dientes sobre desplazados en la región.

Eso completaría oficialmente la gestión por el ACNUR

de los objetivos humanitarios de los Acuerdos de Dayton,en los que la agencia ha empleado 500 millones de dólaresen proyectos de protección y ayuda. También daría por

El “milagro” de Dayton– 10 años después

Para estas tresmujeres de Croaciay Bosnia, su únicofuturo es unaresidencia deancianos situadajunto a la capitalserbia, Belgrado.

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finalizada una época extraordinaria tanto para la organi-zación como para la región.

Paddy Ashdown, el Alto Representante de la comuni-dad internacional en Bosnia, un convencido realista-opti-mista, considera la década de Dayton nada menos que un“milagro”.

El antiguo político liberal británico declaró reciente-mente: “El milagro de Bosnia es todo lo que se ha hecho endiez años. [Recuerden que] murió una dieciseisava partede la población, más que en Francia durante la Segunda

Guerra Mundial, y que lamitad de la población sequedó sin hogar…”.

Un trabajador humani-tario local que sobrevivió alcerco de Sarajevo subraya-ba igualmente el resultadode los Acuerdos: “Habría-mos firmado un acuerdocon el propio diablo con talde acabar con la guerra, elsufrimiento y las muertes.Era lo único que importa-ba”.

LAS MALAS NOTICIASEn una residencia deancianos a las afueras deBelgrado, tres mujeres demás de 70 años compartenun dormitorio minúsculo,cada una de ellas con unacama de hierro y una mesi-lla. Dos son de la región deKnin, en Croacia, y la terce-ra de Gorazde, en Bosnia.Todas ellas huyeron de sushogares a causa de la guerray, siendo serbias, buscaron

refugio temporal en Serbia. Durante los años siguientesde exilio, perdieron sucesivamente a sus maridos, a susdemás parientes y todo lo que poseían.

Draginja Matijas, de 78 años, esperaba regresar a sugranja después de unos días cuando huyó presa del terroren 1995, pero ahora “todo lo que tengo es esto”, explica aga-rrando un bolso negro. “Eso es todo”, repite llena de lágri-mas. “Estoy demasiado vieja excepto para morir aquí”. Susdos compañeras asienten con la cabeza porque ése es posi-blemente el destino que les aguarda a ellas.

Se calcula que enlos Balcanesexisten unos620.000 refugiadosy desplazadosinternos que aúnesperan regresara sus casas, peroalgunos de ellosno tienen nada porlo que volver.

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LOS ACUERDOS DE PAZ DE DAY-TON dieron por finalizada laguerra en Bosnia Herzegovina.Puestos en marcha por los líde-res de Bosnia Herzegovina,Croacia y la República Federal deYugoslavia en la base aérea esta-dounidense de Wright-Patterson,en Dayton (Ohio), el 21 denoviembre de 1995, se firmaronen París el 14 de diciembre de esemismo año.

Según los términos del trata-do, las partes aceptaron respetarla soberanía ajena, mantener unalto el fuego en Bosnia, retirarlas fuerzas militares hasta laslíneas de demarcación acordadas,aprobar una nueva constitucióny celebrar elecciones presiden-ciales y legislativas.

Se reunificó la capital,Sarajevo, y se creó un Gobiernocentral, pero, en uno de sus pun-tos más controvertidos, se reco-

noció también la existencia dedos entidades separadas dentrodel país como reflejo de su reali-dad étnica, la llamada RepúblicaSerbobosnia (la República Srpska)y la Federación Bosnio-Croata.

Al comienzo de las guerrasbalcánicas en 1991, el SecretarioGeneral de la ONU nombró alACNUR principal agencia huma-nitaria para la emergencia que seestaba produciendo. En Daytonse pidió nuevamente a la agen-cia para los refugiados queencabezase los esfuerzos paraayudar a millones de personasdesplazadas por los combates aregresar a sus hogares.

Aunque el acuerdo se circuns-cribía a Bosnia Herzegovina, suimpacto político, militar y huma-nitario fue generalizado en todala región de los Balcanes.

El desafío humanitario se des-cribía en el Anexo 7 de los

Acuerdos de Dayton y sus princi-pales puntos eran:

� Al ACNUR, como principalagencia, se le confió “el papel decoordinar a todas las agencias queayuden en la repatriación” y dedesarrollar “un plan que permitael pronto, pacífico, ordenado y se-cuenciado retorno de los refugia-dos y personas desplazadas”.

� “Todos los refugiados y perso-nas desplazadas están en su librederecho de regresar a sus lugaresde origen. Tendrán derecho a queles devuelvan las propiedades delas que fueron privados en el cursode las hostilidades desde 1991 y aser compensados de cualquierpropiedad que no les pueda serdevuelta”.

� Los retornados podían regre-sar “sin riesgo a ser acosados, inti-midados, perseguidos o discrimi-

nados, especialmente a causa desus orígenes étnicos, creencias reli-giosas u opiniones políticas”.

� Todas las partes acordaron re-vocar sus “leyes y prácticas adminis-trativas de tipo discriminatorio”;prevenir la incitación a través de losmedios de comunicación u otrasvías “de hostilidades u odios étnicosy religiosos”; proteger a las minoríasétnicas y facilitar su contacto conlas organizaciones humanitarias, yprocesar, despedir o transferir acualquier funcionario que viole losderechos básicos de las minorías.

� Las distintas partes acordaroncrear las “condiciones políticas, eco-nómicas y sociales” que fomenten elretorno y la reinserción, y, muy im-portante, se fundó una Comisiónpara Personas Desplazadas y Refu-giados para dirimir los cientos de mi-les de posibles casos y reclamacionesen torno a la propiedad.

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El “milagro” de Dayton– 10 años después

Una mujer de origen serbio que sigue exiliada considera

Dirigiendo el regresoal hogar

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Se calcula que en los Balcanes existen unos 620.000refugiados y desplazados internos que aún esperan regre-sar a sus casas, pero algunos de ellos, como las tres mujeresde Belgrado —los olvidados de cualquier guerra—, no tie-nen nada por lo que volver.

Otros permanecen atrapados en las corrientes de lapolítica regional. Cuando los ciudadanos de origen alba-nés volvieron en masa a Kosovo en 1999 tras la retirada delejército y la policía serbia, el pánico se apoderó de muchosmiles de serbios y miembros de otras minorías, que huye-ron junto con las tropas por temor a las posibles represaliasde los albaneses.

Un pequeño número de personas ha regresado en losaños siguientes, pero, mientras que la comunidad interna-cional, Serbia y los albaneses discuten sobre el futuro de laprovincia -¿independencia total para la mayoría albanesao autonomía dentro de Serbia?-, un cuarto de millón deciviles permanecen en un limbo legal como personas des-plazadas en la propia Serbia, inseguros y poco dispuestos ajugarse el futuro regresando a Kosovo.

Hay otros problemas de importancia que son comunes atodos los países de los Balcanes. La ayuda extranjera se hareducido dramáticamente y las economías regionales seenfrentan a dos abrumadores obstáculos: intentar recupe-rarse de una guerra devastadora y sustituir unas obsoletaseconomías socialista-comunistas por sistemas más flexibles.

El desempleo es del 30 por ciento y hasta del 80 por cien-to en algunas regiones. En Bosnia, un 50 por ciento de lapoblación vive en el umbral de la pobreza o por debajo de él,un 50 por ciento carece de atención sanitaria y otro 18 por

ciento de electricidad. La abotargada burocracia bosnia —cinco presidentes, dos primeros ministros, 13 ministros deeducación para mantener las diversas estructuras de poder—consume el 60 por ciento del producto interior bruto.

Si las formas más obvias de discriminación han sidoeliminadas, la discriminación “silenciosa” o “de guanteblanco” se sigue practicando de forma generalizada a lahora de intentar conseguir trabajos, atención sanitaria oplazas escolares.

Muchos civiles, sobre todo retornados, no tienen másremedio que subsistir autoabasteciéndose, con una vaca oun huerto como única fuente de ingresos. Cuando le pre-guntaron hace poco a una trabajadora internacional sobreel terreno cómo se las arreglaba esta gente, se encogió dehombros y repuso: “Son magos. No entendemos cómopueden siquiera sobrevivir una semana”.

Puede que la seguridad haya aumentado enormemen-te, pero sólo en Bosnia sigue habiendo 10.000 criminalesde guerra conocidos en libertad, entre ellos RadovanKaradzic y Ratko Mladic, los supuestos artífices de lamasacre de Srebrenica y otras atrocidades.

Incluso en los casos en que las minorías han regresadoa sus hogares, en general sólo lo ha hecho cerca de la mitadde la población de preguerra. Y, si bien estos retornadosviven al lado de sus antiguos vecinos, que más tarde fue-ron sus enemigos en las recientes guerras, raramenteviven juntos como ocurría antes.

“Una vez volví para ver mi casa en Mostar”, cuenta unamujer que ahora vive en las afueras de Belgrado. “Mi anti-guo vecino me vio y me dijo: ¿Qué estás haciendo aquí?

que Dayton “fue una catástrofe que tenía que ocurrir”.

La vida esextremadamentedura para lasfamilias que regresana las aldeasdestruidas en Bosniacentral.

Navenka Bodiroga,originaria deSarajevo, hadecidido quedarseen Serbia.

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Para mí has dejado de existir. Por eso no pienso volver nun-ca más”.

El antiguo Alto Comisionado, Ruud Lubbers, advirtióal Comité Ejecutivo del ACNUR en 2004 que era probableque muchos de los cabos sueltos de los Balcanes quedaranmal atados para siempre. “Sin dejar de repatriar a todo elque lo desee, debemos abandonar la ambición artifical ycontraproducente de hacer regresar a todos los desplaza-dos que quedan”, manifestó.

Algunos críticos acusan a Dayton de los males que aco-san a Bosnia y a sus vecinos. Un catedrático universitariode Sarajevo lo describía como un “acuerdo Frankenstein”,porque ha cimentado legalmente la política de limpiezaétnica de los tiempos de guerra, dividiendo el país en dosentidades, la República Srpska de mayoría serbia y laFederación Bosnio-Croata.

Navenka Bodiroga huyó de Sarajevo al comienzo de laguerra cuando estaba embarazada de muchos meses yahora ayuda a mantener a su familia cosiendo pequeñosartículos en su apartamento, situado en la ciudad de Sabac,junto a Belgrado. Llora cuando recuerda Sarajevo, dondenació. “La echo tanto de menos”, dice. Pero recientementedecidió aceptar la ciudadanía serbia y quedarse donde está.

“Dayton”, señala, “fue una catástrofe que tenía que ocu-rrir”: puede que detuviera las matanzas, pero, para los ser-bios como ella, ha sido un desastre de larga duración queha acabado en el exilio permanente.

ESPERANZAS Y TEMORESUn reciente viaje a través de Croacia, Bosnia y Serbiaponía de manifiesto todas las contradicciones regionalesdel periodo posterior a Dayton: las esperanzas y preocupa-

La huida de Knin en1995.

El “milagro” de Dayton– 10 años después

© S A L G A D O/SCG• 1995

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ciones del regreso, la lucha por la supervivencia, las amis-tades renovadas y las persistentes animosidades de lostiempos de guerra, así como los temores en torno a unfuturo todavía muy incierto.

En la región croata de Krajina, los habitantes creen quelos montes y profundos valles que rodean a la ciudad prin-cipal, Knin, fueron el lugar donde se originaron las gue-rras que desgarraron a la antigua Yugoslavia.

Los croatas aún recuerdan con escalofríos un mitin,celebrado en una fecha tan temprana como 1989 en la cer-cana iglesia ortodoxa de San Lázaro, donde sacerdotes yotros oradores hicieron enardecer a una masa de unas60.000 personas con la cuestión del nacionalismo serbio.“Supimos entonces que la guerra era inevitable”, contabaun agricultor recientemente.

En esa época, Krajina era el corazón de la población croata de origen serbio, llegando a declarar su propia Repú-

blica Krajina (Krajina significa “tierra fronteriza”) en 1991.Lógicamente, se produjo el primer éxodo masivo de

civiles. Cuando, en esos primeros momentos, los soldadosy milicianos serbios conquistaron las tierras en disputa,unos 500.000 croatas y otros ciudadanos no serbios huye-ron de Krajina y otros lugares del país. Cuando cambió elsino de la guerra, un renacido ejército croata lanzó la deno-minada Operación Tormenta en 1995 y, a su vez, empujó a250.000 serbios al exilio como parte de un persistente yconfuso movimiento masivo de distintas poblaciones loca-les a lo largo de los Balcanes.

De los 120.000 habitantes de origen serbio de la regiónde Knin, han regresado desde entonces 40.000, pero,actualmente, sólo suponen el 10 por ciento de la población,comparado con el 90 por ciento de preguerra. A nivelnacional, la población serbia de Croacia descendió de600.000 personas a menos de la mitad de esa cifra.

“Empecé a lloraren cuanto llegué.Sigo llorando. No me creonada”.

—Un ciudadano de origenserbio que ha vuelto aCroacia, con su casa recién reconstruida y unnuevo nieto.

Retornados serbios en Knin en 2005.

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La inversión en la composición étnica y el modestonúmero de retornados a las regiones donde ahora viven encalidad de poblaciones minoritarias forman parte de unpatrón de posguerra similar en muchos pueblos y ciuda-des de los Balcanes, con consecuencias aún imprevistaspara el futuro.

Y las historias personales de croatas, bosniacos y ser-bios en este lugar reflejan los éxitos, así como los proble-mas sin resolver, de toda la región.

Cuando Sava y Nevenka Stojanovic huyeron a Serbiaen 1995, los soldados croatas destruyeron completamentesu hogar. Volvieron dos años más tarde y, aunque vivieronen un establo contiguo durante tres años, en aquellos díasera posible conseguir numerosas ayudas para reconstruirsu casa, unas ayudas que han dejado de existir en el difícilclima económico actual.

La casa de Boris Petko también resultó destruida, pero esuna de las 120.000 propiedades que el Gobierno estimahaber reconstruido desde la guerra. Pese a que su esposaregresó unos años antes, Petko, un ciudadano de origen ser-bio que teme el posible acoso por parte de la mayoría croata,regresó del exilio hace poco. Le dio la bienvenida no sólo unanueva casa, sino también un nieto nacido unas pocas horasdespués de su regreso. La familia sobrevive, escasamente,vendiendo la leche de sus cuatro vacas, pero Petko está emo-cionado y le dice a un visitante: “Empecé a llorar en cuantollegué. Sigo llorando. No me creo nada. Es maravilloso”.

Dusanka Jolic no tuvo tanta suerte. Desde su llegada,esta mujer de origen serbio lleva cinco años viviendo endos pequeñas habitaciones de un sótano mientras que, aunos pocos cientos de metros, un refugiado croata venido

de Bosnia ha seguido ocupando su casa familiar de trespisos en el pueblo de Kovacic. El croata ha desmanteladoparte de la casa como material de construcción y, cada vezque la señora Jolic le exige que le devuelva su propiedad,amenaza con destruirla del todo. “La primera vez que soli-cité que me devolvieran mi casa fue en 1998”, afirma. “Sigoesperando”. Las autoridades croatas se niegan a intervenir.

Perisa Mijakovac no tiene ni empleo, como la mayoríade los trabajadores de Krajina, ni casa. Bajo el sistemacomunista de preguerra, tenía garantizado un aparta-mento del Gobierno, pero decenas de miles de personasperdieron ese privilegio durante el caos posterior. Propor-cionar nuevos alojamientos a personas como Mijakovac estal vez el mayor problema al que se enfrenta Zagreb actual-mente, aunque algunos críticos acusan al Gobierno deminar el proceso deliberadamente. Hasta que se resuelvael problema, Mijakovac sigue viajando a diario desde lacasa de su suegra, en el pueblo de Ridjane, a su hogar en elexilio, sin decidirse por un futuro en Croacia o en Serbia.

Robert Konforta se enfrenta a un dilema bien distinto.Siendo croata, huyó en 1991, pero regresó en 1995 cuandosus vecinos serbios cargaron sus tractores y remolques y semarcharon al exilio. Pese a que ahora es miembro de lamayoría croata, su Ayuntamiento lo dirige, curiosamente,un serbio no residente a quien Konforta acusa de impedirla expansión de su pequeño negocio de frutería.

“Después de la guerra nos atrevimos a decir por prime-ra vez quiénes éramos: croatas”, manifiesta Konforta.“Ahora volvemos a sentirnos minoría”, una tendencialatente que no presagia nada bueno con los recuerdos de laguerra aún tan frescos.

El “milagro” de Dayton– 10 años después

“Después de la guerra nos atrevimos a decir quiéneséramos: croatas. Ahora volvemos a sentirnos minoría”.

—Un croata de la región de Knin, quejándose sobre el dominio serbio.

Una familia croataque huyó de Knin en1991 ha conseguidoponer en marcha unapequeña huerta trassu regreso.

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P O R PA D DY A S H D OWN

EN JULIO ASISTÍ AL X ANIVERSARIO de la masacre de

Srebrenica. Los asesinatos cometidos en este lugar siguen sien-

do una mancha en el alma de Europa. Pero Srebrenica también

inspira esperanzas además de temores y penas.

Todo hombre, mujer y niño que haya regresado a vivir a

esta ciudad, o a cualquier otro lugar de Bosnia Herzegovina y

de toda la región de los Balcanes, es una prueba viviente de

que, con el tiempo, el mal no triunfa. Estos retornados están

haciendo valer un derecho que nunca antes se había alcanza-

do en Europa: el derecho de los refugiados a regresar.

En 1945 había cinco millones de desplazados en Europa.

Casi ninguno de ellos regresó al hogar que tenía antes de la

Segunda Guerra Mundial.

En 1995, en el momento de firmar los Acuerdos de Paz de

Dayton, había más de dos millones de refugiados y desplaza-

dos de la guerra bosnia. Desde entonces ha vuelto más de un

millón de personas, un nivel de éxito que resultaba impensa-

ble durante o inmediatamente después del conflicto.

En aquellos momentos, los principales obstáculos al regreso

eran el trauma de quienes habían sido desalojados y la constante

intimidación de quienes los habían desalojado. En un clima de

criminalidad y caos administrativo, las instituciones locales -poli-

cía, ayuntamientos, servicios sociales- se encontraban política-

mente indispuestas para apoyar el retorno o eran administrativa-

mente incapaces de crear el ambiente apropiado para ello.

A través de un lento proceso de mejoras, como deshacerse

de los funcionarios de polícía y municipales obstruccionistas,

el clima fue cambiando gradualmente. Las cifras de retornos

anuales aumentaron desde algunas decenas de miles a cientos

de miles de personas a comienzos del nuevo milenio, aunque

el ritmo ha vuelto a descender recientemente.

Hemos entrado en una fase donde el mayor obstáculo para

regresar a casa ya no es político o administrativo, sino la falta

de oportunidades económicas.

No hace mucho pronuncié unas palabras en la apertura de

una fábrica metalúrgica de Srebrenica, destacando que éste

era un acontecimiento verdaderamente práctico, algo que ser-

viría para poner comida sobre la mesa. Destaqué también que

el inversor extranjero no había puesto su capital aquí por

razones de altruismo, sino que había tomado una concienzuda

decisión de negocios basada en la larga tradición metalúrgicade esta parte del país.

Si la compañía invertía era por la combinación de mano deobra especializada, salarios competitivos, moneda estable,recursos abundantes y proximidad de los mercados. Señaléque muy probablemente cada vez más inversores respondanpositivamente a esta combinación.

L O S E M P L E O S S O N E S E N C I A L E S

MÁS INVERSIÓN significa más puestos de trabajo que, a suvez, conllevan un nivel de vida más alto, y este patrón es esen-cial para que se mantenga el número de retornados a BosniaHerzegovina.

No nos dedicamos a hacer caridad; nos dedicamos a maxi-mizar el potencial económico para apuntalar el proceso deregreso. Los puestos de trabajo son la base de la prosperidad ytambién la base de un retorno ininterrumpido.

El ACNUR sigue teniendo un papel crucial en esta historia.La agencia marcó el ritmo en el retorno de los refugiados des-pués del acuerdo de Dayton y ha conseguido que la evoluciónde una moderna sociedad democrática se base en la reinser-ción de las comunidades, no en su división permanente.

La agencia ha demostrado una impresionante capacidad demodificar sus programas y estrategias en circunstancias decambio constante. De proporcionar refugios ha pasado porvarias fases para eliminar los obstáculos legales y administrati-vos a un retorno sostenible, incluyendo la creación de centrosde ayuda legal e información que han asistido ya a cientos demiles de personas.

L A H I S T O R I A A Ú N N O H A A C A B A D O

LA PRIORIDAD es infundir aliento económico en las comuni-dades de retornados para asegurarse de que el proceso esirreversible. Se han tenido que superar crisis sociales e iniqui-dades políticas, pero esta lucha continúa también en muchosotros lugares.

Y, sin embargo, ¿en qué otros países han podido tantas víc-timas de la guerra recuperar sus propiedades como en BosniaHerzegovina?

Se mire por donde se mire, el proceso de regreso ha sidoun éxito destacable, pero que no será completo hasta que laúltima persona que desee regresar tenga la oportunidad dehacerlo.

Un Éxito destacable — pero más trabajo por hacerEl Alto Representante en Bosnia hace una valoración de los 10 años de paz

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SarajevoHoy

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EL RENACERDE UNA CIUDADSupermercados, carteles, nuevos rascacielos, tranvías y una vibrante vida urbana.

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Y cuando recientemente se celebró el X aniversario dela Operación Tormenta, volvió a ponerse de manifiesto laambivalencia, el odio y la profunda división que sigueseparando a muchas comunidades.

El Primer Ministro croata, Ivo Sanader, calificó la ope-ración de “glorioso acto de liberación, un momento álgidoen la historia croata”, mientras que, por otra parte, exten-día una mano conciliadora hacia los ciudadanos de origenserbio al insistir en que “no debemos mezclarla (la libera-ción) con los vergonzosos incidentes protagonizados des-pués contra los serbios”.

Al mismo tiempo, el Primer Ministro serbio declarabaque “la columna de los exiliados, desde Knin a Belgrado,era la prueba de un horrible crimen silenciado, el mayoracto de limpieza étnica desde la Segunda Guerra Mundial.Diez años más tarde, sigue sin hacerse justicia o recono-cerse la verdad”.

EL CORAZÓN SERBIO DE BOSNIAEn 1992, a lo largo de la frontera con Bosnia, lasfuerzas serbias “limpiaron” completamente la poblaciónde bosniacos (musulmanes) en la ciudad de Kozarac yotros pueblos cercanos. Pretendían crear un núcleo “puro”para su República Srpska centrado en la ciudad contiguade Banja Luka.

Miles de vecinos fueron encarcelados en los más sinies-tros y sanguinarios campos de concentración de la guerra,Omarska y Keraterm. Otros fueron asesinados y sus cuer-pos arrojados a los pozos de las minas cercanas, de dondesiguen siendo extraídos actualmente. Las casas y las mez-quitas fueron destruidas sistemáticamente.

Cuando REFUGIADOS visitó Kozarac en 1999, parecíaque las medidas para fomentar el regreso de los bosniacosestaban destinadas al fracaso debido a la abierta resistenciade los fanáticos serbios.

“Kozarac recuerda a las fotos de los lugares más devas-tados por las bombas durante la Segunda Guerra Mun-dial”, decía la revista en aquella época. “Casi todo ha que-dado destruido. La vegetación amenaza con invadir lasruinas de esta ciudad fantasma. Antes del conflicto, vivíanaquí 16.500 bosniacos de cierto estatus económico. Hanregresado cinco familias”.

Hoy el cuadro es bastante más alegre. Se ha reconstruidoel 90 por ciento de las casas de la región y han regresadounos 7.000 bosniacos. Si la cifra global sigue siendo decep-cionante, los musulmanes que han vuelto tienen esperan-zas en el futuro; han recuperado los cuerpos de varios cien-tos de conciudadanos que se hallaban en tumbas colectivasy pozos de minas y los han enterrado en el cementerio local.

El número de retornados ha vuelto a descender en losúltimos dos años y la enormidad de las tareas aún necesa-rias para reconstruir Bosnia se ve mejor quizás desde unatestado bufete de abogados de la cercana Prijedor, la sederegional de un grupo llamado Vasa Prava (Tus Derechos).

Establecida por todo el país con la ayuda del ACNUR, laagencia proderechos ha asistido al menos a 300.000 perso-nas, de forma gratuita, a resolver problemas que van des-de la recuperación de propiedades a la repatriación a Croa-cia, desde obtener un divorcio a un permiso de trabajo.

“Suelo ver entre 20 y 30 personas al día”, afirma la abo-gada Snjezana Cepic. “Y el trabajo va a más. Desgraciada-mente, van a necesitar nuestros servicios durante bastan-tes años”.

El actual Representante del ACNUR en Bosnia, UdoJanz, señala que la creación de Vasa Prava es uno de losmejores y más importantes proyectos emprendidos por laagencia durante sus operaciones en los Balcanes. “VasaPrava ha sido indispensable en nuestros esfuerzos por traer a cientos de miles de personas de vuelta a sus hoga-res”, dice. “Ha sido un rotundo éxito”.

El “milagro” de Dayton– 10 años después

Los fanáticos religiosos construyeron una iglesia ortodoxa para provocarla. La mujer está intentando que trasladen la

Reconstrucciónen la RepúblicaSrpska.

Abogados de VasaPrava ayudan a losnecesitados portoda Bosnia.

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EL HORROR, EL HORRORLa locura religiosa y étnica en que se convirtió Sre-brenica comienza a muchos kilómetros de distancia de eseperdido lugar. En el cruce de un pueblo que lleva al valle deSrebrenica, los fanáticos religiosos construyeron unapequeña iglesia ortodoxa en el patio delantero de unamujer musulmana durante los últimos días de la guerra,aparentemente con la intención de provocarla.

La mujer está intentando que trasladen la iglesia, pero,a su vez, ha sido acusada de avivar el odio religioso y étnico.

Fue en este mismo cruce donde, en 1995, las fuerzasserbias separaron a los hombres bosniacos de las mujeres,llevándose a los varones para ejecutarlos.

Más adentro en el valle, unos tra-bajadores se afanaban recientementepara terminar una cruz de sietemetros de hormigón con la que con-memorar el asesinato de 49 ciudada-nos de origen serbio por las miliciasbosniacas el 7 de enero de 1993, el díade Nochebuena de los ortodoxos.

“Nadie se acuerda de las víctimasserbias”, decía amargamente uno delos trabajadores en clara referencia alos servicios organizados el díasiguiente para recordar la masacre de

casi 8.000 hombres y niños musulmanes en Srebrenica,unos cuantos kilómetros más arriba.

Y mientras que la destrucción del puente de Mostar seconvirtió rápida y convenientemente en tema de manifes-tación para denunciar las atrocidades de la guerra, no hasido hasta este año realmente —una década más tarde—cuando los líderes serbios y la comunidad internacional engeneral se han enfrentado a la enormidad del crimencometido en Srebrenica y han agachado públicamente lacabeza, avergonzados por su papel en la masacre.

Decenas de miles de personas, hombres de Estado,diplomáticos, el Presidente de Serbia y los familiares de lasvíctimas coincidieron en el monumento conmemorativo,

frente a la casa de una mujer musulmana, aparentemente iglesia, pero ha sido acusada de avivar el odio religioso y étnico.

En nombre de lareligión:

Volviendo asepultar a losmusulmanesmuertos en Kozarac.

Una iglesia ortodoxamuy disputada.

Rindiendo honoresa los serbiosmuertos junto aSrebrenica.

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situado frente a una fábrica de pilas abandonada dondeseparaban a los hombres de las mujeres ante la abatidamirada de un puñado de soldados de la ONU y los enviabana la muerte. Más de 600 víctimas recibieron sepulturadurante la ceremonia ante el mundo entero, uniéndose aotras 1.326 que ya habían sido enterradas. Siguen quedan-do muchos más cuerpos por identificar o localizar.

El obelisco de mármol que se erige sobre el monumen-to conmemorativo confía en que nunca más vuelva a pro-ducirse una masacre parecida:

Que los agravios se conviertan en esperanzas Que la venganza se convierta en justiciaQue las lágrimas de las madres se conviertan en oraciones Para que lo ocurrido en SrebrenicaNo le vuelva a pasarA nadie en ningún lugar

Muchos no están seguros. De la población de preguerrade casi 28.000 bosniacos, sólo han regresado unos 4.000musulmanes.

“Durante meses me he lavado la cara con lágrimas”,comenta Hafiza Hodlic, de 58 años, cuyo marido y dos hijos

fueron apresados durante la caída de la ciudad y no han vuel-to a ser vistos: “Ya no me quedan lágrimas. Pero sigo confian-do en que algún día los veré regresando de algún lado”.

Su hija, Merima Mustafic, vio hace un poco un vídeoque muestra a las fuerzas serbias asesinando a seis hom-bres capturados en Srebrenica, la primera prueba visualde la atrocidad. Los hombres de la familia no estaban en elvídeo, pero la experiencia fue demasiado para Merima, aquien hubo que ingresar urgentemente en un hospitalpara administrarle tranquilizantes. Unas semanas mástarde sigue en estado de shock.

“Sólo quiero acordarme de cómo era la vida antes”, dicesu madre tras otra visita inútil al Ayuntamiento paraintentar que reconstruyan su casa, que sigue desmorona-da. “Es el único motivo que tengo para seguir viviendo”.

Las mujeres y los niños del cercano centro colectivo deJezevac han tenido un poco más de suerte que Hafiza Hod-lic. Han podido recuperar e identificar los cuerpos de losvarones de la familia “desaparecidos”.

“Por lo menos sabemos dónde están sus huesos”, cuen-ta una mujer. “Es mejor así”.

¿Pero serían capaces de vivir de nuevo con sus vecinos

El “milagro” de Dayton– 10 años después

Mirando hacia delante, la “sostenibilidad” se ha

Hafiza Hodlicrecuerda la masacre.

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serbios? “Jamás. Jamás. Jamás”, dicentodos a coro inmediatamente. “No nosfiamos de ellos y ellos no se fían de noso-tros”, asegura una mujer. “¿Cómo se creeque van a reaccionar nuestros jóvenescuando sepan que a sus padres les mata-ron sus vecinos? Nunca lo olvidarán”.

SARAJEVO Y LA SOSTENIBILIDADEn Sarajevo, destartalados tranvíasvuelven a recorrer el bulevar centralque, durante el cerco, llegó a conocersecomo la Avenida de los Francotiradoresy que sólo podían utilizar los coches blin-dados. Unos horribles barracones pararefugiados se han transformado en unalimpia y reluciente fábrica de Coca Cola.

De noche, miles de familias y noviosllenan los paseos adoquinados, los restau-rantes y las joyerías de los viejos barriosturco y austriaco, o asisten a modernasexposiciones de fotografía en la mundial-mente famosa biblioteca de la ciudad,cuyo interior permanece destruido.

Unos grandes almacenes de cons-trucción reciente están a rebosar, perouna pequeña llama encendida en un con-currido pasadizo recuerda a los habitan-tes de Sarajevo los momentos más oscu-ros de la ciudad, cuando un misil estallósobre un grupo de compradores en febre-ro de 1994, matando a 68 de ellos e hirien-do a otros 200.

En las colinas circundantes, el cemen-terio judío, que en tiempos era parte de la

línea del frente, ha vuelto a su silencio habitual. Se han lle-vado a cabo algunas reparaciones, pero desgraciadamentela carnicería aún no ha acabado. Algunas tumbas han sidoprofanadas por hooligans en estos tiempos de paz.

Sarajevo era antes una vibrante ciudad multiétnica.Algunos serbios han regresado a los suburbios, peromuchos otros que poseían casas y tiendas céntricas prefie-ren viajar todos los días, viviendo en Serbia o más lejos,pero visitando sus antiguos hogares de vez en cuando.

De hecho, a medida que el transporte se hace más flui-do en la mayor parte de la región balcánica, miles de per-sonas que aún siguen desplazadas regresan brevemente aver a familiares, amigos y casas y mantener un contactocon su pasado, otra buena señal para el futuro.

Echando una mirada a ese futuro, la “sostenibilidad” seha convertido en la palabra de moda en los Balcanes, ponien-do de relieve la necesidad de fortalecer y consolidar los pro-gresos realizados en los últimos 10 años y de resolver lascuestiones sobre refugiados pendientes en la mayor parte dela región —Kosovo es una excepción— para finales de 2006.

“Hace un par de años, el único tema importante era laseguridad”, comenta Udo Janz, del ACNUR. “Hoy es la eco-

nomía, qué estupidez”.A pesar del programa de reconstrucción masiva, la

región sigue teniendo las señales de los oxidados colososindustriales de la época de preguerra: minas, centrales deenergía, fábricas de ladrillos que daban empleo al gruesode la mano de obra.

Se han abierto nuevas industrias y agencias como elACNUR han apoyado multitud de pequeños proyectosautosuficientes. Pero los civiles desplazados que ya hanregresado y aquellos que aún no han decidido su futurocoinciden casi unánimemente en que el empleo o la faltade éste es ahora la clave para el futuro éxito de la región.

Franjo Majijevic, un croata de 71 años, regresó a su anti-guo hogar en la República Srpska en 1998 y, aunque lasminorías no tienen problemas de seguridad, le preocupaque, “cuando hablamos de trabajo, el futuro es sombrío.Las minas de carbón han cerrado. La fundición ha desapa-recido. Esta comunidad tiene las horas contadas”.

Al otro lado del país, Vidak Dujkovic, un ciudadano deorigen serbio de 69 años, volvió a su pueblo junto a la ciu-dad de Tuzla, pero los terrenos que cultivaba antes estáncortados por campos de minas, no hay teléfono y el aguacorriente sólo funciona cada dos días.

“¿Es posible sobrevivir aquí?”, se preguntaba en tonoretórico. “Bueno, no tenemos trabajo y no podemos comer-mos las paredes y el techo de la casa”.

Marjana Andzic y su familia se mudaron diez vecesdesde que huyeron de su hogar en Bosnia y hace poco hancomprado una casa en la región croata de Knin. ¿Le gusta-ría acabar volviendo a su casa? “Por supuesto”, respondede inmediato. “Pero no hay trabajo para nosotros y nohabrá trabajo para nuestros hijos. No podemos volver”.

Si Paddy Ashdown, el Alto Representante en Bosnia,piensa que este país ya ha conseguido un “milagro”, es lobastante realista como para saber que, especialmente en elduro clima económico actual, que puede socavar gran partede los avances obtenidos, sigue quedando mucho por hacer.

“Hemos olvidado lo que tardan” en recuperarse lassociedades destruidas por la guerra, dijo recientemente.“La convalecencia se mide siempre en décadas”. �

convertido en la palabra de moda en los Balcanes.

La sinagogade Sarajevo, ahorarestaurada, en lalínea del frentedurante el cerco dela ciudad.

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LA PERPLEJIDAD Y LA AMARGURA

siguen estando a flor de piel.“Teníamos grandes esperanzas yahora las hemos perdidototalmente”, dice Dragisa

Petkovic, de 37 años. “Creíamos que íbamosa volver en dos o tres días. Pero ahorapensamos que no vamos a volver nunca”.

Danijela Stanojevic tiembla. “Sólo depensar en volver allí me da pánico”, afirmala joven madre. Pero, echando una miradaalrededor de la diminuta habitación quecomparte con su marido y sus dos hijos,insiste: “Se necesita mucho valor, nervios ypaciencia para vivir así. A veces nos senti-mos como animales”.

Una vecina de 21 añosexpresa su enorme ira y frus-tración en el mismo centrocolectivo: “Aquí viene gentetodo el rato. Hacen preguntas.Rellenamos cuestionarios.Prometen ayuda. ¿Pero quénos dan? Seguimos aquí seisaños después y no tenemosnada”. Su calvario y el de susvecinos, señala, “es todo culpade la OTAN. La OTAN tienela culpa de todo lo que nospasa”.

A principios de 1999, trasun año de crecientes enfren-tamientos civiles, casi unmillón de ciudadanos de origen albanéshuyeron aterrorizados o fueron expulsa-dos a la fuerza de la provincia de Kosovo,en el sur de Yugoslavia (bautizada desdeentonces como Serbia y Montenegro), porel ejército y la policía.

La comunidad internacional intervinoy, en menos de tres meses, en un sorpren-dente giro del destino, las fuerzas de laOTAN entraron en Kosovo, seguidos decerca por la mayoría de los albaneses des-plazados.

El ejército serbio se retiró de la provin-cia según las cláusulas de un plan de paz,pero, temerosos de las represalias de losalbaneses que regresaban, les llegó el

turno de huir de la provincia a los más de200.000 ciudadanos de origen serbio y aminorías como la de los gitanos (ver página29).

Se estableció una administración de lasNaciones Unidas (UNMIK) para gobernarKosovo mientras se celebraban elecciones,se creaban instituciones administrativas ypolíticas y se instaba a los civiles reciente-mente desplazados a regresar a sus hoga-res antes de tomar una decisión sobre elfuturo a largo plazo de la provincia.

Hasta ahora, sin embargo, DragisaPetkovic y su familia, Danijela Stanojevicy la gran mayoría de los civiles desplaza-dos de Kosovo —estimados en 226.000 per-

sonas— siguen viviendo en una especie delimbo legal en Serbia y Montenegro, pococonvencidos de que puedan volver ante elincierto futuro de Kosovo, pero con esca-sas alternativas por el momento paraempezar una nueva vida en otro lugar.

“He vuelto de visita”, cuenta DanijelaStanojevic. “Pero cada vez que cruzo lafrontera con Kosovo me tiemblan las pier-nas. Tengo tanto miedo”.

LA VUELTA A CASAHAN REGRESADO UNOS 13.000 SERBIOS ymiembros de otras minorías, pero el pano-rama político, económico y social es desa-lentador.

LA TURBULENTA PROVINCIAAFRONTA UN DIFÍCIL FUTURO

KOSOVOInforme de los Progresos

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Como en otras partes de la región bal-cánica, Kosovo está paralizada por elestancamiento económico y el desempleogeneralizado.

La mezcla y la distribución étnica de laprovincia han cambiado dramáticamente.Los ciudadanos de origen albanés suponenel 90 por ciento de la población y, con laexcepción de Mitrovica, los serbios han

abandonado la mayor parte de los centrosurbanos.

El naciente proyecto de “regreso alhogar” sufrió un severo revés en marzo de2004 cuando aproximadamente 50.000 alba-neses se sublevaron en toda la provincia. Almenos 19 personas murieron, miles de ser-bios fueron desalojados de sus casas y cientosde edificios e iglesias quedaron destruidos.

“Creíamos que íbamos a volver en doso tres días. Pero ahora pensamos que no vamos a volver nunca.”

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La catedral serbia de Mitrovica (arriba).Danijela Stanojevic ve un futuro incierto (izquierda).Los niños de la guerra de Kosovo y sus protectores de la KFOR (abajo).

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La región sigue sintiendo los efectos delalzamiento. Unos exaltados atacaron elpueblo norteño de Svinjare desde tresdirecciones distintas. Las tropas interna-cionales de la KFOR, situadas en las cerca-nías, rescataron a cientos de civiles, perolos atacantes quemaron 135 casas serbias eneste centro urbano de gran mezcla étnica.

El Gobierno reconstruyó rápidamentela mayor parte de los edificios destruidos,pero sólo han regresado un tercio de losserbios y, de momento, hay una frágil tre-gua entre éstos y los albaneses. “Nuestrosvecinos ayudaron a los atacantes a saqueary destruir nuestras casas”, insistía un gran-jero recientemente después de volver a supropiedad. Su familia sigue teniendodemasiado miedo para quedarse de nocheen la casa y, si los soldados de la KFOR semarchan, “la vida se nos pondrá muy, muydifícil”, sostiene el granjero. Otro, sinembargo, aseguraba: “Nunca más me vol-veré a ir, ocurra lo que ocurra”.

En Mitrovica las tropas griegas lleva-ban años protegiendo la catedral ortodoxa,situada en el sector sur de la ciudad, fuer-temente poblado por albaneses. Pero,durante los levantamientos de 2004, elinterior de la iglesia resultó destruido.Cuatro años antes, Slobodanka Nojic, la

mujer de uno de los sacerdotes de la cate-dral, manifestaba a REFUGIADOS: “Me dademasiado miedo salir de la iglesia. Y, siintentamos salir solos, podrían secuestrar-nos o matarnos. Lo que es seguro es quenunca regresaríamos a esta casa”.

Sus temores estaban justificados.Actualmente, todos los sacerdotes y susfamilias han huido y la iglesia está cerraday abandonada.

Para medir el ritmo de la reinserción enotra parte de Kosovo, tras una ausencia decuatro años, un visitante regresó reciente-mente al enclave de mayoría serbia deSlivovo, una zona de ocho pueblos con labelleza de una postal de Suiza.

Aunque la mayor parte de los habitan-tes se marcharon después de 1999, MiroPavic se quedó en su granja cultivandotrigo, maíz y frutas y cuidando de su gana-do. Describía su existencia de entoncescomo “vivir en una jaula dorada. Estamosatrapados entre nuestras verduras”.

Slivovo era considerada en aquellaépoca como una de las pocas zonas dondepodía animarse a las minorías a regresar yse destacó un contingente de tropas suecopara reforzar la seguridad. Pavic insistía enque su presencia era “absolutamente esen-cial. No me imaginaba vivir sin ellos”, dice.

Los suecos se hanido. No se han pro-ducido incidentes yPavic trabaja en unaciudad cercana. Perosólo han regresadouna docena de ser-bios y la mayoríasiguen desconfiandode esta paz inesta-ble. Un agricultor de75 años explica: “Lavida en el pueblo estranquila y nuncasalgo. Afuera lascosas no van tanbien”.

Se han producidograndes avancesdesde 1999 en elintento de estabili-zar la ingobernableprovincia, pero espreciso conseguirmuchas más cosas.

La agencia pararefugiados cree, porejemplo, que lasituación sigue sien-do demasiado ines-table como parafomentar activa yoficialmente elregreso de las mino-rías desplazadas.

El respetadoGrupo Internacionalde Crisis sostenía en un informe que habíaque reforzar las instituciones guberna-mentales, pues “de otro modo es muy pro-bable que Kosovo vuelva a su inestabilidadmás temprano que tarde, y que se vuelva aponer en juego todo lo invertido en el futu-ro europeo de los Balcanes occidentales”.

En el centro de cualquier resultadopositivo se encuentra la necesidad de supe-rar un dilema aparentemente imposible.Tras años de acoso étnico por parte delGobierno central, la mayoría albanesa haexigido la independencia total. Un resulta-do de este tipo excluiría probablemente elregreso de muchos de los civiles desplaza-dos en la actualidad y desataría posible-mente un nuevo éxodo.

Belgrado está favor de lo que un funcio-nario humanitario describe como “algomás que la autonomía, pero no la indepen-dencia absoluta”, una fórmula que posible-mente rechacen muchos de los ciudadanosde origen albanés.

Actualmente existen dos perspectivasde futuro, añadía el funcionario: “Unamala y otra peor”. �

Han regresado unos 13.000 serbiosy miembros de otras minorías aKosovo, pero el panorama político,económico y social es desalentador.

¿Qué futuro les espera aestos jóvenes retornados serbios?

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El infierno podría parecerse a esto.Hay una hilera de cabañasmiserables fabricadas con retazosdestartalados de madera, cartón,láminas de plástico, hojalata y

bloques de cemento. Unos contenedoresoxidados hacen las veces de retrete. Losniños pasan salpicando por charcos fétidosde lodo a la sombra de una fábrica de

ros cercanos, creando lo que los funcio-narios internacionales de sanidad descri-ben como un desastre medioambientalpara los cerca de 500 gitanos que vivenen los campamentos provisionales de losalrededores.

La comunidad gitana y sus parientescercanos, los ashkalijas y los egipcios,han formado parte de la estructura social

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“¿Por qué no nos ayudan? ¿Por que no salvan a nuestros hijos?”

MOMENTOS DE INCERTIDUMBRE PARA LA MINORÍA GITANA DE KOSOVOladrillos abandonada y por tóxicos montonesde escoria de plomo. Las nubes de polvo locubren todo -caras, dientes, ropas, comida ymuebles— de una mugre de color negrogrisáceo.

Durante años, la contaminación deuna mina de plomo en desuso en la ciu-dad de Mitrovica, al norte de Kosovo, haestado presente en los terrenos y acuífe-

La minoría gitana de la provincia, simplemente, espera.

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de los Balcanes durante siglos, pero en losdisturbios de Kosovo de 1999 tuvieronque huir muchos miles, junto con más de200.000 serbios con los que se les acusabade haber colaborado (ver artículo de lapágina 26).

Muchos escaparon a Serbia y a los paí-ses circundantes, pero otros recibieronrefugio en lo que se pensaba iba a ser unalojamiento temporal de unas pocassemanas. Seis años más tarde, la mayorparte siguen desplazados, y para los gita-nos de Mitrovica esto se ha convertidoliteralmente en un mortífero compás deespera.

Cuando la Organización Mundial de laSalud (OMS) analizó la contaminación ensangre de los niños gitanos, los porcentajeseran tan altos que los equipos eran incapa-ces de medirlos con precisión. Puede quealgunos niños hayan muerto ya y queotros sufran de pérdidas de memoria,vómitos y convulsiones. Los expertos des-criben la situación como “vergonzosa” y“escandalosa” y los propios gitanos se sien-ten atemorizados y confusos.

“Cuando miro a mi hija tengo ganas demorirme”, le decía recientemente unamadre a un periodista en el campo deZitkovac. “El polvo la está matando, ape-nas puede andar”. Habib Hajdini, la por-tavoz del campo, se pregunta en voz alta:“¿Cómo podemos fiarnos de esos estu-dios? Si los resultados son auténticos,¿por qué no nos ayudan? ¿Por qué no sal-van a nuestros hijos?”.

REUBICACIÓN DE EMERGENCIAEL ACNUR, ENTRE OTRAS AGENCIAS, llevaal menos un año solicitando que sereasiente inmediatamente a este grupode gitanos. Pero, debido a la inercia, laindiferencia, el cambio de prioridades ylas intrigas políticas, no se hace nada.

Los propios gitanos se sienten reaciosa mudarse a un sitio que no sea su propiacasa y para la mayoría eso significa unviaje corto de tan sólo unos pocoskilómetros, a un sector de Mitrovica lla-mado Roma Mahalla, hasta 1999 uno delos mayores y más prósperos asentamien-tos gitanos de los Balcanes.

No obstante, durante “losdisturbios”, los 6.000 resi-dentes de Mahalla huyeron ylos albaneses, que habíanabandonado sus hogares sólounos meses antes, se ven-garon bombardeando ydestruyendo el enclave.

Aparte de los ocasionalesvisitantes en busca de des-perdicios, Roma Mahallapermanece vacía, aunquehay nuevos planes paravolverla a construir. Consuerte, la reconstrucciónpodría empezar en pocosmeses, pero, siendo realistas,es posible que haga falta

mucho más tiempo para empezar areubicar a esta minoría en su antiguobarrio.

Mientras que los gitanos de Mitrovicaesperan, otros han regresado a sus hoga-res de antes de la guerra en Kosovo. ElComité Americano de Refugiados ter-minó a finales de 2004 la primera fase deun proyecto en el pueblo de Gnjilane pararehabilitar a los vecinos gitanos deAbdullah Presheva, y de la población depreguerra de 2.500 personas ya han vuel-to unas 114 personas.

En la aldea de Radivojce, una familiaextensa de 16 personas, con edades com-prendidas entre 1 y 74 años, regresó enabril. Siguen viviendo en la endeble

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De regreso a Gnjilane.

Roma Mahalla permanece destruida y desierta.

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“Nos han dado una bienvenidamuy calurosa. Aquí no tenemosningún problema”.

cabaña de madera y plástico suministradapor el ACNUR mientras les construyenuna nueva casa de tres pisos en las cer-canías.

Todos los vecinos de la familia sonalbaneses, pero el patriarca se muestraoptimista y espera prosperar con su tra-bajo de herrero en esta comunidadrural.

“Nos han dado una bienvenida muycalurosa. Aquí no tenemos ningún proble-ma”, decía mientras su familia se apiñabaa su alrededor. “No hemos hecho nadamalo, así que por qué no íbamos a volver.Estoy limpio y éste es nuestro hogar”.

Ése es un sentimiento que a todos losgitanos de Kosovo les gustaría compartir. �

Los niños desplazados matan el tiempo como pueden.

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La llama en honor de los muertos en la guerra, siempre encendida en Sarajevo.

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En Mocoa, capital del Departamen-to de Putumayo, limítrofe conEcuador, la tensión y el terror en-

tre la gente desplazada se respira cadadía. En esta área, se han producido in-tensos enfrentamientos en los últimosmeses, causando la muerte de muchosinocentes, niños incluidos. Un equipodel ACNUR trabaja en la región paraofrecer ayuda a esta gente que lo ha per-dido todo. En Colombia hay más de dosmillones de personas en situación dedesplazamiento, y de esa cifra, al menos34.000 -posiblemente muchos más- sóloen esta zona.

Uno de los proyectos del ACNUR enPutumayo está dirigido a los adolescen-tes, pues representan el futuro del país.Con el propósito de fomentar la reconci-liación, la agencia de ONU para los re-fugiados ha dado la posibilidad a ungrupo de jóvenes, de entre 14 y 20 añosde edad, de crear un espacio recreativo.El grupo se reúne una vez a la semana,generalmente los sábados, para hablarde la situación que están viviendo y decómo la pueden superar y mejorar, altiempo que organizan talleres de pintu-ra y de danza. Son jóvenes que han teni-do que huir de su pueblo, de su casa, desus amigos para buscar una vida más se-gura, que no es sinónimo de más fácil.Han tenido que empezar su vida en otraescuela, hacer nuevos amigos y adaptar-se a otro hogar.

OPTIMISTAS CON EL FUTUROSon adolescentes optimistas que lu-

chan por su futuro en primer lugar. Re-cientemente han expresado su opinióncrítica sobre una nueva ley de juventuda través de un informe público. “Quere-mos más participación por parte de las

autoridades locales en materia de jóve-nes”, ha declarado Luisa, una joven des-plazada de 19 años procedente del Valledel Cauca, cientos de kilómetros al nortede Mocoa. Ingrid ha vivido, por su parte,la experiencia de la “limpieza social”que, ejecutada por uno de los grupos ar-mados ilegales, afectó a toda su familia.Los jóvenes también han elaborado un

vídeo sobre su vida diaria y sus deseospara el futuro, aunque lamentan la faltade un espacio común y recreativo.

El acceso a la educación, una herra-mienta fundamental para la integraciónsocial y la autosuficiencia de los despla-zados de menor edad, es muy restringi-do en Putumayo por la falta de escuelas,la escasez de recursos de la población

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ESPECIAL ESPAÑA

ESPECIAL

ESPAÑA

Delegados del ACNUR y una ONG local organizan actividades recreativas en una escuela situada en un pueblo remoto de Colombia.

¿HAY UN FUTURO PARA LOSJÓVENES DE PUTUMAYO?

Por Françesca Fontanini

Proyectos con desplazados internos en Colombia

El acceso a la educación, una herramienta fundamental para la integración social y la autosuficiencia de los desplazados de menor edad,es muy restringido por la falta de escuelas, la escasez de recursos de la población desplazada y la estigmatización que sufre.

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desplazada y la estigmatización que su-fre. Muchos niños y jóvenes viven en lacalle de trabajos esporádicos. No hayuniversidad, y estudiar en otros lugaresrepresenta un lujo que muy pocos sepueden permitir. El sistema sanitariotambién es muy pobre. “Todas las enfer-medades son tratadas con la misma me-dicina”, explica con mucha preocupa-ción Ingrid.

La falta de libertad de movimientoafecta también a la juventud de Putu-mayo y, especialmente, a los desplaza-dos. “Siempre hemos de tener cuidadoen la calle por la presencia de los gruposarmados. Son condiciones muy duraspara nuestra gente. ¿Cómo podemos no-sotros, los jóvenes, contribuir al desarro-llo de nuestro país?”, se pregunta An-drea, otra niña que forma parte del gru-po recreativo. De hecho, los niños cre-cen en un ambiente de tensión, sufrien-do de fuertes choques emocionales, loque puede alterar sus conductas. Acos-tumbrados a estar rodeados de gruposarmados, testigos de enfrentamientossangrientos y muchas veces de muertes,en sus juegos hay siempre un elementode violencia.

CONTRA LA VIOLENCIA“En este clima en el que la violencia

rodea a los niños y a los jóvenes, estamoshaciendo un esfuerzo para proteger lasescuelas -comenta Roberto Meier, Re-presentante del ACNUR en Colombia-.Trabajamos para que los profesores y losdemás niños incluyan a los niños des-plazados y faciliten su integración, ytambién para que la escuela sea conside-rada por todos como un lugar protegido,donde la violencia del conflicto no tengalugar”. Desde hace años, el ACNUR haapoyado la dotación de algunas escuelasen Putumayo, además de la capacitaciónde decenas de profesores para trabajarcon niños desplazados. El Ayuntamientode Madrid, el ACNUR y su Comité Na-cional en España financian este proyec-to de Pedagogía y Protección de la Niñezen Putumayo, así como en el vecino de-partamento de Nariño y en Soacha, enlas cercanías de la capital, Bogotá.

Los desplazados internos, concentra-dos en diez asentamientos, representanun tercio de la población de Mocoa. ElACNUR cuenta con proyectos de inter-

vención directa con ellos. Un instru-mento fundamental para socializar yaprender a convivir juntos es, sin duda,la agricultura, y la agencia ha apoyado elfortalecimiento de asociaciones de po-blación desplazada que buscan la cultu-ra del trabajo comunitario: una vez porsemana, generalmente el sábado, las co-munidades de algunos asentamientos sereúnen para discutir y ejecutar el pro-yecto comunitario. Las actividades sehacen en grupo, no hay un ganador o unperdedor.

Las madres y las mujeres en general

también participan activamente en lagestión de los asentamientos. Algunashan formado parte de una investigaciónsobre el nivel nutricional de los niños.“La nutrición aquí está fatal. Los niñosde 3 y 4 años pesan sólo 15 kilos, cincomenos de lo que deberían”, explica unamadre soltera en el asentamiento 15 deMayo, a seis kilómetros de Mocoa, habi-tado por 120 familias donde la mayoríason mujeres y niños.

Los enfrentamientos entre las fuer-zas armadas colombianas y los gruposirregulares, la guerrilla y los paramilita-res, en áreas fronterizas han causadodesplazamiento de civiles hacia paíseslimítrofes. Muchos de ellos han solicita-do asilo.

En los últimos meses se han produci-do intensos enfrentamientos en algunasprovincias fronterizas en Putumayo (li-mítrofe con Ecuador) y, en menor medi-da, en Chocó (limítrofe con Panamá) ylas zonas fronterizas con Venezuela.Aunque el desplazamiento en estas áre-as sigue siendo principalmente interno,el conflicto armado en los departamen-tos mencionados continúa provocandoun aumento de los desplazamientos ha-cia otros países como Ecuador. �

Françesca Fontanini es Responsable de Relaciones Externas de la

Delegación del ACNUR en España

II

ESPECIAL ESPAÑA

“Trabajamos para que la escuela sea considerada por todoscomo un lugar protegido, donde laviolencia del conflictono tenga lugar”, comenta RobertoMeier, Representantedel ACNUR en Colombia.

Niños jugando en un asentamiento para desplazados en el distrito de Putumayo.

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III

ESPECIAL ESPAÑA

Una “Casa de los Derechos” para los desplazados internos en Colombia

El ACNUR y la Defensoría delPueblo de Colombia inaugura-ron a finales del pasado mes de

septiembre una Casa de los Derechospara los miles de desplazados en Altosde Cazucá, un problemático barrio si-tuado a sólo 10 kilómetros de la capitaldel país, Bogotá. La Casa sirve comoun centro al que los desplazados pue-den acudir para reclamar sus dere-chos, sean éstos derechos humanos,derechos civiles o derechos básicos co-mo salud, educación, acceso a empleoy vivienda.

Unos 20.000 desplazados colombia-nos constituyen aproximadamente el40 por ciento de la población de Altosde Cazucá. La mayor parte de la pobla-ción llegó escapando de la violenciadel conflicto entre los grupos armadosilegales y el ejército nacional.

POBREZA Y VIOLENCIALas condiciones de vida en Altos de

Cazucá son extremadamente pobres.Las viviendas improvisadas, el altodesempleo y la pobreza son la norma.Para empeorar las cosas, los desplaza-dos se encuentran una vez más con-frontados con los miembros de losmismos grupos armados de los quetrataron de escapar en primera ins-tancia. Existen numerosos informessobre jóvenes que están siendo asesi-nados en Altos de Cazucá a manos dedichos grupos. Por ello, los desplaza-dos a menudo se ven obligados a mu-darse por segunda y hasta tercera vez.

Desafortunadamente, lo mismo su-cede en otras 16 ciudades colombianasdonde, según estadísticas del Gobier-

no, más de un mi-llón de personasdesplazadas estántratando de encon-trar seguridad, acceso a servicios pú-blicos y trabajos. El desempleo y la des-nutrición son más altos entre la pobla-ción desplazada que en el resto (el 43%de los desplazados se encuentran en elnivel más bajo de consumo alimenticioy más del 50% de los cabezas de familiadicen estar desempleados).

Estudios sociales muestran que lasniñas desplazadas en zonas urbanas seenfrentan a un riesgo mayor de explo-tación sexual y de embarazo no desea-do que otras adolescentes (el 30 porciento de las mujeres desplazadas in-ternas menores de 20 años tienen almenos un hijo, comparado con el 19por ciento de otras mujeres).

El ACNUR redobló su trabajo conlas autoridades municipales en las prin-cipales ciudades de Colombia el año pa-sado, cuando se volvió aparente quegrandes cantidades de desplazados in-ternos no estaban recibiendo suficienteatención del Estado y, por lo tanto, eranincapaces de lograr la estabilidad econó-mica y social; en algunos casos, inclusomuchos años después de que quedaraninicialmente desplazados.

La Casa de los Derechos en Altosde Cazucá forma parte de estos esfuer-zos por ayudar a satisfacer los dere-chos y necesidades de los desplazadosinternos. Los oficiales de la Defensoríadel Pueblo, el Instituto de BienestarFamiliar, el Programa Presidencial deDerechos Humanos y el Gobierno lo-cal tratarán de solucionar los proble-

mas de los desplazados que se acercanal centro. También se suministrará ca-pacitación en cuestiones laborales.

SOLUCIÓN PARCIAL“Por supuesto, la Casa de los Dere-

chos no solucionará los problemas detodos -ha declarado Roberto Meier, elRepresentante del ACNUR en Co-lombia-. Sin embargo, debería tener lacapacidad de solucionar algunos de losproblemas a los que se enfrentan enesta zona desesperadamente pobre ymal equipada, lo cual ya es un gran lo-gro respecto a lo que teníamos antes.Es un mensaje para decirles que no es-tán olvidados ni son ignorados. Créan-me, simbólicamente, psicológicamen-te, es muy importante. Pero tambiénexisten beneficios prácticos”.

El ACNUR espera que las autori-dades colombianas abran pronto cen-tros similares en otras ciudades con elapoyo de la comunidad internacional.El Gobierno colombiano ha registradoa 1,6 millones de desplazados internosen los últimos 10 años, pese a que la ci-fra real pueda ser superior a los 2 mi-llones. Algunas organizaciones no gu-bernamentales creen que unos 3,5 mi-llones de personas se han visto despla-zadas desde mediados de los años 80. �

Gustavo Valdivieso es Responsablede Información Pública del ACNUR

en Colombia y Marie-Hélène Verney,Media Officer en Ginebra

Por Gustavo Valdivieso y Marie-Hélène Verney

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Unos huyen del hambre y la miseria,otros de las violaciones de derechoshumanos, la guerra y la persecu-

ción. Sus destinos y esperanzas se unenfrente a una verja de espinos que separa dosmundos bien distintos. En común, la desdi-cha de carecer de recursos económicos queles permitan optar por modos menosarriesgados de “dar el salto a Europa”, comola compra de documentación, sobornos,viajes en patera o con motores humanos.

El fallecimiento de un menor cameru-nés la noche del 28 al 29 de septiembre enla valla fronteriza de Melilla conMarruecos marcó el comienzo de una seriede intentos de entrada en masa a esta ciu-dad autónoma y a la de Ceuta por parte deciudadanos subsaharianos que se prolonga-ron hasta el mes de octubre. Durante estossucesos se contabilizaron entre 14 y 15muertos. Por su parte, el ACNUR expresósu preocupación ante la violencia excesivay desproporcionada empleada en las medi-das de control de la inmigración irregular.

Indudablemente, la peor parte se la lle-varon los subsaharianos que permanecie-ron en territorio marroquí y fueron objetode violentas redadas indiscriminadas, enlas que fueron detenidos también solicitan-tes de asilo y refugiados reconocidos y do-cumentados por el ACNUR en Rabat. Lasimágenes y las crónicas de los periodistas -esas que remueven y hacen enrojecer con-ciencias sin dejar indiferente a nadie- con-firmaban la alerta que venían dando díasatrás las ONG españolas en territorio alauísobre la suerte de estas personas. Eran dete-nidas, esposadas y conducidas en autobusesa zonas desérticas sin agua ni alimentos,abandonadas a su suerte, algunas en zonasminadas. “Sufro crisis de hipotensión desdeque fui deportada al desierto. Después an-duve 500 kilómetros y ahora la rodilla nome responde, estoy cojeando. Mi hijo deocho años está desaparecido, esto es el in-

fierno”, relataba una mujer de la RepúblicaDemocrática del Congo, retenida en unabase militar al sudoeste de Marruecos.

Atrás quedan semanas, meses y años decalamitosos recorridos en busca de lugaresseguros, por rutas de cientos de kilómetrosa través del mayor desierto del mundo, elSáhara, que para muchos se ha convertidoen una gran tumba a cielo abierto. Sin per-der su dignidad, estas personas han experi-mentado casi todo: no solo el frío, el hambrey el dolor físico sino también el miedo, lasviolaciones y los abusos sexuales, el racis-mo, la corrupción policial, las mafias sin es-crúpulos e incluso la muerte.

En el caso de los refugiados, estas expe-riencias traumáticas se suman a las ya vivi-das en sus países de origen, de los que para-

dójicamente salieron por peligrar su inte-gridad física o su vida. Muchos perseguidoscarecen de pasaporte, visados y la docu-mentación reglamentaria que les permiteentrar legalmente en países seguros y quecada vez es más difícil de conseguir, por loque optan por ponerse en manos de mafiasy traficantes de personas, uniéndose a losflujos de inmigración económica.

Para trabajar junto a autoridades yONG asegurando el acceso al procedi-miento de asilo de las personas que habíancruzado la frontera y que pudieran reque-rir protección internacional, el ACNURtrasladó con urgencia a Ceuta y Melilla ados equipos. Se constató que las autorida-des y organizaciones locales se moviliza-ron y dieron una ef icaz asistencia deemergencia a estas personas. LaDelegación del ACNUR en España trans-

mitió a las autoridades españolas compe-tentes tanto su aprecio por el trabajo reali-zado con la acogida y el acceso al procedi-miento de asilo como su preocupación porla información que llegaba sobre la situa-ción de los subsaharianos en Marruecos.

Por otro lado, ante los acontecimientosque estaban teniendo lugar en este país, elAlto Comisionado, António Guterres, en-vió una misión desde Ginebra a Rabat parareforzar la presencia del equipo enMarruecos y dialogar con las autoridadesante la falta de protección a los solicitantesde asilo, reiterando la importancia del acce-so del ACNUR a las personas bajo su man-dato, a las que pudo acceder sólo reciente-mente. “Estamos muy preocupados por lasituación -declaró Guterres-. Aunque elACNUR reconoce el derecho legítimo delos gobiernos a adoptar medidas de gestiónde los flujos migratorios irregulares, pedi-mos firmemente a las autoridades que res-peten los principios de protección interna-cional, particularmente el principio de nodevolución-refoulement, cuya violaciónimplicaría enviar a personas a lugares don-de pudieran ser objeto de persecución”. Yañadió: “Es esencial asegurar que quienesnecesitan protección puedan ejercitar suderecho a pedir asilo y tengan acceso a unprocedimiento justo”. También en relacióncon estos acontecimientos, el SecretarioGeneral de la ONU, Kofi Annan, expresóque “los gobiernos tienen la responsabili-dad de tratar a todo el mundo con humani-dad y con respeto a la dignidad. Entre losinmigrantes puede haber auténticos solici-tantes de asilo, y estos deben ser identifica-dos y no ser sujetos a devolución”.

El fenómeno migratorio es una cuestiónmuy compleja, con múltiples dimensiones,que no puede abordarse como un problemade la incumbencia de dos países fronterizoso exclusivamente desde un enfoque de con-trol migratorio. El ACNUR está preparadopara contribuir al debate sobre cómo ges-tionar estos flujos mixtos en el área delMediterráneo, confiando en que una ges-tión coordinada que garantice el acceso alterritorio y al procedimiento de asilo depersonas en necesidad de protección inter-nacional minimice el riesgo de pérdidas devidas humanas. �

María Jesús Vega es Responsable Adjunta de Relaciones Externas de

la Delegación del ACNUR en España

IV

AL OTRO LADO DE LA VALLA

ESPECIAL ESPAÑA

La crisis de la frontera entre Marruecos y Ceuta y Melilla

Por Mª Jesús Vega

En el caso de los refugiados, estas experiencias traumáticasse suman a las ya vividasen sus países de origen.

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V

ESPECIAL ESPAÑA

Por Maira Cabrini

Un catastrófico terremoto de 7,6 grados en la es-cala de Richter arrasó el pasado 8 de octubre elsur de Asia, dejando 73.000 muertos, más de100.000 heridos y unos 3 millones de personassin hogar. En las zonas más afectadas, hasta un90% de los pueblos quedaron reducidos a escom-

bros. Las temperaturas bajaron de golpe con laproximidad del invierno y los intentos de rescatese vieron obstaculizados por las continuas répli-cas, el bloqueo de caminos y el alto nivel de des-trucción. Miles de víctimas continúan necesitan-do ayuda urgente para sobrevivir al invierno.

Un catastrófico terremoto de 7,6 gra-dos en la escala de Richter arrasó elpasado 8 de octubre el sur de Asia,

dejando 73.000 muertos, más de 100.000heridos y unos 3 millones de personas sinhogar. En las zonas más afectadas, hasta un90% de los pueblos quedaron reducidos aescombros. Las temperaturas bajaron degolpe con la proximidad del invierno y losintentos de rescate se vieron obstaculizadospor las continuas réplicas, el bloqueo de ca-minos y el alto nivel de destrucción. Milesde víctimas continúan necesitando ayudaurgente para sobrevivir el invierno.

Aunque el ACNUR no suele interveniren catástrofes naturales, si bien lo hizo du-rante la crisis del tsunami asiático, su expe-riencia en emergencias y el hecho de llevarmás de dos décadas en Pakistán trabajandocon refugiados afganos, hicieron que se su-mara de inmediato a los esfuerzos de otrasagencias humanitarias ante una escala dedestrucción sin precedentes. También losrefugiados han sido víctimas de este desas-tre, con 887.000 afganos en la Provincia dela Frontera Noroeste, la más afectada.

Huidos de su tierra natal por los conflic-tos armados, vuelven a perderlo todo, aco-gidos en campos provisionales donde lasposibilidades de sobrevivir los largos mesesde invierno son escasas. “Estamos extrema-damente preocupados por quienes se hanquedado sin techo, calefacción y suminis-tros esenciales para la subsistencia diaria,entre los que se encuentran refugiados af-ganos”, ha declarado António Guterres, elAlto Comisionario para los Refugiados.

A finales de octubre, el ACNUR habíadistribuido 2.000 toneladas de ayuda hu-manitaria, incluyendo más de 500.000 lo-nas de plástico, 20.000 tiendas, 32.840 bido-nes, 4.331 estufas, 271.895 mantas y 28.242equipos de cocina. La mayoría del materialllegó a la zona gracias al puente aéreo con-

junto organizado por el ACNUR y laOTAN, con aviones que partían desde ba-ses aéreas de Turquía hacia Pakistán.También en 1992, el ACNUR organizó elpuente aéreo humanitario más largo de lahistoria con motivo de la guerra de losBalcanes, que llevó durante tres años ayudahumanitaria a los habitantes de Sarajevo.

La principal labor del ACNUR tras elterremoto ha sido el establecimiento decampamentos para las personas que se que-daron sin hogar en Pakistán y la región deCachemira. Levantar una veintena de cam-pos oficiales, además de los centenares decampos espontáneos, ha sido una carreracontra el reloj, debido a la drástica bajada delas temperaturas y la llegada de las prime-ras nieves. Mohammad Ashram, un profe-sor en el pueblo de Muslimabad, en el ladopakistaní de Cachemira, perdió a cuatro es-tudiantes y a su propia hija de cinco años.“Este es nuestro último rayo de esperanza -dijo refiriéndose al campo de Bassian, en

Balakot, donde él y el resto de su familiabuscaron cobijo-. No tengo donde ir y estoymuy agradecido por esta asistencia, perosin mi pequeña me siento completamenteperdido”.

La agencia para los refugiados se movili-zó desde los primeros días para recaudarfondos, pero, de los 30 millones de dólaresque necesita el ACNUR para esta opera-ción de emergencia, sólo ha recibido 5,7 mi-llones un mes después del terremoto.Ahora más que nunca, la supervivencia delas personas más vulnerables depende delas donaciones que se reciban. Las víctimasy nosotros confiamos en que los donantessean capaces de corresponder con la gene-rosidad que ha demostrado el Gobierno dePakistán, acogiendo a millones de refugia-dos afganos durante decenas de años. �

Maira Cabrini es Colaboradora delDepartamento de Información Pública de

la Delegación del ACNUR en España

Los supervivientes del terremoto de Pakistán necesitan ayuda urgente

Una visión cotidiana del campo de Bassian, en la Provincia de la Frontera Noroeste, uno de los 20 organizados por el ACNUR, que alojan a un total de 32.000 personas.

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Sueño libertad para todos los queestán secuestrados hoy en mediode la selva. Y sueño con la paz de

mi pueblo desangrado y con el finalde esta injusta guerra”. Con este men-saje de su canción Sueños, el cantau-tor colombiano Juanes abrió más de200 conciertos en su gira por Europay América, un mensaje de compromi-so y solidaridad que, en boca de un ar-tista de su categoría, tiene un efectomultiplicador entre decenas de milesde personas de distintas edades, razasy credos.

Durante años, Juanes ha estado can-tando sobre el conflicto en su tierra na-tal. Ahora, brinda su voz para llamar laatención sobre la causa de los refugia-dos y desplazados internos. Ganador de12 grammy latinos, comenzó su colabo-ración con el ACNUR en mayo, cuandoaceptó grabar unas cuñas radiofónicaspara apoyar la campaña que la agenciahabía lanzado a nivel internacional conmotivo del Día Mundial del Refugiado.Estas cuñas sonaron en todos los países dehabla hispana, incluyendo su tierra natal,Colombia, y su actual lugar de residencia,Estados Unidos. Los testimonios de refugia-dos que Juanes grabó le tocaron en lo másprofundo: “Qué significa ser refugiado?,” co-mienza una de las cuatro cuñas que llevaronpor música de fondo su canción Sueños.“Ver a tu esposo asesinado y tu pueblo in-cendiado. Ser viuda con 17 años y enfrentar-te al reto de una nueva vida”.

Juanes ha experimentado en carne pro-pia el dolor que provoca la pérdida de seresqueridos por culpa de la violencia, incluyen-do el secuestro y el asesinato de familiares yamigos. “Colombia lleva 40 años en guerra.No ha sido fácil crecer en un país donde lasbombas explotan a diario”, comentó el can-tante de Medellín al ACNUR: “Sin embar-go, parece increíble la capacidad de la gentepara salir adelante y su deseo de vivir”.

Es precisamente la fortaleza que tienenlos refugiados y experiencias como éstas las

que este comprometido artista quiere mos-trar al mundo a través de las letras de suscanciones, sus conciertos y su decidido apo-yo al ACNUR. La campaña de sensibiliza-ción de radio, que fue difundida por más de150 emisoras en toda España, acompañó lapublicidad de los 18 conciertos que el can-tante ofreció entre julio y septiembre.Además, durante los conciertos, el ACNUR

distribuyó unos folletos que refleja-ban la compilación de las principalescanciones de Juanes con mensajes so-bre la guerra, las minas antipersona-les y la paz.

“Mis padres y yo tuvimos que salirde Colombia por las mismas razonesque explica este folleto”, dijo Eva, unajoven de Chocó, una de las provinciasdel noroeste de Colombia más casti-gadas. “Hemos recorrido hoy 400 ki-lómetros para ver a Juanes, porquenos hace sentir un poco más cerca deColombia, aunque aún no podamosregresar”, añadió Eva cuando un tra-bajador del ACNUR le entregaba unfolleto en el concierto de La Coruña.

“¿Qué más puedo hacer por vo-sotros? -preguntó Juanes al AC-NUR-. Podéis contar conmigo por-que quiero seguir ayudándoos todolo que pueda en favor de los refugia-dos y desplazados. Ayudar es unacuestión de conciencia”. �

VI

UNA VOZ AL SERVICIODE LOS REFUGIADOS

ESPECIAL ESPAÑA

Con ocasión del Festival Interna-cional de Cine de San Sebastián enseptiembre pasado, se presentó en

la gran sala del Velódromo de Anoeta lapelícula “Camarón”, de Jaime Chávarri,una biografía de este genio del flamenco.Después de la proyección hubo un con-cierto-homenaje del también cantaorTomatito. El estreno de la película fue abeneficio del ACNUR para un proyectoeducativo dirigido a niños refugiados sa-harauis alojados en cinco campamentosen el árido suroeste de Argelia.

Son 165.000 los refugiados que se en-cuentran actualmente en los campa-mentos de Tindouf en Argelia, dondemuchos huyeron tras la retirada deEspaña del Sáhara Occidental en 1975 y

la lucha por el territorio entreMarruecos y el Frente Polisario. El 37%de esta población refugiada son menoresque han abandonado los estudios ante eltedio de una situación tan prolongada enese duro entorno, con temperaturas ex-tremas y frecuentes tormentas de arena.Aunque reciben educación primaria, losprogramas recreativos para mantener suatención son escasos.

La educación es un elemento claveque puede ayudar a los jóvenes a vivir enel exilio, porque, a través de ella, se pue-de lograr la autosuficiencia, la integra-ción social y la salud. Recordemos que laeducación es un derecho humano básico,reconocido por casi todos los países delmundo, entre ellos Argelia. �

La película sobre el cantaor Camarón, con ACNUR para los niños del Sáhara

Apoyo del cantautor colombiano Juanes al ACNUR

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VII

ESPECIAL ESPAÑA

La Agencia Española de Coopera-ción Internacional (AECI) ha apor-tado recientemente 896.589 euros

para programas del ACNUR enAfganistán y Colombia.

De esa cantidad, 246.589 euros contri-buyen a financiar la operación de repatria-ción y reintegración en AfganistánOccidental, en la provincia de Badghis,donde se presta especial atención a las fa-milias más desprotegidas a causa del des-plazamiento provocado por la guerra con-tra los talibanes a finales de 2001. Además,en los últimos años, la provincia deBadghis se ha visto muy afectada por la se-quía, lo que ha provocado un nuevo éxodode decenas de miles de familias.

Bajo el programa de repatriación delACNUR, cada afgano que regresa recibeuna ayuda económica para financiar elcoste del transporte, que oscila entre los 4y los 37 dólares dependiendo de la distan-cia hasta su lugar de destino. Cada personatambién recibe 12 dólares para gastos adi-cionales. La asistencia para el retorno secomplementa con programas diseñados

para ayudar a antiguos refugiados a reasu-mir sus vidas en sus comunidades de ori-gen. En 2005, el ACNUR está ayudando aconstruir o reparar más de 24.000 vivien-das. Además, se están perforando pozos deagua, ofreciendo empleos temporales y re-alizando cursos de formación para perso-nas vulnerables. Al mismo tiempo, se de-sarrollan programas dirigidos a facilitar laconvivencia con el objetivo de que las ten-siones dentro de las comunidades se re-suelvan de forma pacífica.

REPATRIACIÓNEl ACNUR ha ayudado a volver a sus

hogares a 3.900.000 afganos desde que pu-so en marcha su programa de repatriaciónen 2002. En total, incluyendo a quienes lohan hecho sin asistencia, 4,2 millones depersonas han vuelto a Afganistán: 2,9 mi-llones, desde Pakistán, y 1,3 millones, des-de Irán. Según las cifras de la agencia, esteprograma, que se encuentra en su cuartoaño de desarrollo, constituye la mayor ope-ración de repatriación de la historia.

La AECI ha aportado 650.000 euros pa-

ra actividades en Colombia en favor de lapoblación desplazada, ubicada en centrosurbanos en los departamentos de Cartage-na, Barranquilla, Santa Marta, Quibdó ySoacha. La relación entre las grandes ciu-dades y sus municipios de influencia escompleja, dada la imposibilidad de que lasinstituciones y la economía local facilitenla integración de poblaciones porcentual-mente bajas en comparación con la de laspropias urbes, así como los graves proble-mas de seguridad, que reproducen la vio-lencia de las zonas de origen de los despla-zados.

Desde su presencia en Colombia en1997, el ACNUR apuesta por una respues-ta integral y coordinada a la crisis del des-plazamiento con el objetivo de reforzar losmecanismos de protección jurídica y deasistencia, además de promover solucio-nes duraderas que tengan en cuenta lasnecesidades especiales de grupos específi-cos de población. En 40 años, el conflictoarmado colombiano ha desplazado forzo-samente a 3 millones de hombres, mujeresy niños, tanto dentro como fuera de lasfronteras del país.

El compromiso de la AECI hacia lasoperaciones de repatriación y de recons-trucción en varios países del mundo ha si-do admirable y sigue siendo vital. �

El ACNUR ha recibido una nuevacontribución económica de laGeneralitat de Catalunya que, a

través de la Agencia Catalana deCooperación al Desarollo (ACCD), desti-nará 375.000 euros al Programa deReintegración y Rehabilitación Comu-nitario para los refugiados que regresana Liberia en 2005.

La firma del convenio de cooperaciónentre la ACCD y el ACNUR tuvo lugarel 23 de noviembre en las oficinas de laAgencia Catalana en Barcelona, con laasistencia de su Director, DavidMinoves, y el Representante en Españadel Alto Comisionado, Carlos Boggio.

Esta contribución beneficiará a losmiles de refugiados y desplazados inter-nos que vuelven a sus lugares de origen

tras largo tiempo en el exilio a causa decruentos conflictos armados, mayorita-riamente de origen étnico. Catorce añosde guerra civil e inseguridad han dejadoel país devastado y es preciso comenzarpor restablecer servicios básicos como lavivienda, el sistema escolar, las carrete-ras, la distribución de agua, el sanea-miento y la sanidad si se quiere afrontarel reto de una repatriación sostenible.

Cuando se firmaron los acuerdos depaz en 2003 y se produjo el desplieguede las fuerzas de pacificación de la ONUen Liberia, el ACNUR inició en 2004 elprograma de repatriación voluntaria pa-ra los más de 350.000 refugiados liberia-nos dispersos por toda África Occiden-tal, principalmente en Guinea, SierraLeona, Costa de Marf il, Nigeria y

Ghana. Proporcionó también asistenciaa más de 500.000 desplazados internosen el propio país.

Se prevé que la operación de repa-triación concluya en 2007, contando conla colaboración del Gobierno de Liberiay otras organizaciones humanitarias y elapoyo de la comunidad internacional.

Esta es la cuarta contribución de laGeneralitat de Catalunya a los progra-mas de asistencia a refugiados del AC-NUR desde que ambos firmaran unaDeclaración de Colaboración en diciem-bre de 2002 y después de los destinadosa Colombia, Angola y Liberia. Además,la Generalitat apoya la difusión de cam-pañas de sensibilización y educación enCataluña, organizadas por el ComitéCatalán del ACNUR. �

La Generalitat de Cataluña contribuye con 375.000 euros al retorno y reintegración de refugiados liiberianos

La AECI sigue colaborando con los proyectos del ACNUR

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VIII

ESPECIAL ESPAÑA

Exposición fotográfica “Los hijos del desconsuelo”

Bajo el título de “Los hijos del descon-suelo” se esconde un proyecto de sen-sibilización del joven fotógrafo y pe-

riodista Álvaro Ybarra, quien, a través deun libro y una exposición fotográfica, haceun recorrido por las grandes problemáticasolvidadas de nuestro tiempo. Las imágenesnos muestran de primera mano el testimo-nio dramático de refugiados, desplazadosinternos y personas inmersas en auténticascrisis humanitarias que sufren situacionesde discriminación e injusticia.

El ACNUR ha colaborado de forma ac-tiva en el proyecto, facilitando apoyo logís-tico al fotógrafo en lugares como Sudán,Chad, Colombia, Uganda y el Cáucaso. “El

motivo de donar todos los beneficios de esteproyecto al ACNUR se debe al compromi-so humanitario de esta agencia y, sobre to-do, a la dedicación de su personal en los lu-gares más remotos del mundo -explicabaÁlvaro Ybarra durante la cena benéfica or-ganizada por OVISARA XXI el pasado 4de noviembre, con motivo del lanzamientodel proyecto-. Sin la asistencia del AC-NUR, muchas de las personas a las que hefotografiado estarían hoy muertas”.

Han acompañado a este proyecto un se-minario en la Facultad de Ciencias de la In-formación de la Universidad Complutensede Madrid sobre los medios y la coberturade las crisis humanitarias y una exposición

fotográfica que se ha celebrado de forma si-multánea en cuatro ciudades españolas:Madrid, Barcelona, Valencia y La Coruña.Las exhibiciones han tenido lugar en cen-tros comerciales de El Corte Inglés del 4 al14 de noviembre, donde se ha vendido el li-bro-catálogo que la acompaña. El valiosoapoyo y patrocinio de este centro comercialha hecho posible la materialización del pro-yecto, que también ha contado con la cola-boración de Punto Radio.

“Me siento orgulloso de haber llegadohasta este punto del camino, de ver cumpli-da mi responsabilidad y mi sueño de hacerllegar las voces de los hijos del desconsueloa todo el mundo”, concluyó el fotógrafo. �

Comisión Coordinadora de Refugiados en español: CarlosBoggio, Representante del ACNUR en España. Por parte dela Secretaría de Estado de Inmigración y Emigración: Estre-lla Rodríguez Pardo, Directora General de Integración de losInmigrantes; Miguel Ángel Aznar Nieto, Subdirector Gene-ral de Intervención Social; Roberto Amurrio Íñigo, Jefe deÁrea de Gestión de Programas. Responsable de la versión es-pañola de Refugiados: Françesca Fontanini.

Refugiados es una publicación de la Sección de InformaciónPública del Alto Comisionado de las Naciones Unidas para losRefugiados. Las opiniones expresadas por nuestros colabora-dores no coinciden forzosamente con las del ACNUR. Lostérminos empleados y los mapas incluidos no suponen una to-ma de posición por parte del ACNUR en cuanto al estatutojurídico de ningún territorio o las autoridades del mismo. Re-fugiados se reserva el derecho de editar todos los artículos an-tes de su publicación. Los textos y fotos sin copyright puedesser reproducidos sin autorización previa. Por favor, citen alACNUR. Las fotografías, excepto las que tienen copyright,pueden obtenerse sólo para usos profesionales. Edición espa-ñola: 22.000 ejemplares, financiada por el Gobierno español através de la Dirección General de Integración de los Inmi-grantes.

ISSN 0252-791 X

D.L.: M. 43.567-1984

Impresión en España:GRÁFICAS ARIAS MONTANO, S.A.

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